«Como me quedo donde siempre, me tengo que mover. Nos vemos buscando la unidad popular para cambiar el país, para cambiar nuestras ciudades, para cambiar nuestros territorios. Eso es lo que más temen, lo han evidenciado en Madrid. Querían que nos rindiéramos y en vez de eso damos un paso hacia adelante. Vamos a ganar Madrid, vamos a ganarlo todo. Nos vemos, compañeros».
Hugo Martínez Abarca. Exmilitante de IU
El 16 de septiembre de 1994 me afilié a Izquierda Unida. Era un regalo de cumpleaños que me hice a mí mismo el día que cumplí la mayoría de edad: me fui a la sede de IU en Madrid, que estaba en Tirso de Molina. Me afiliaba a la Izquierda Unida de mediados de los 90, que era la que conocía, la representada por Julio Anguita pero que iba mucho más allá del propio Anguita. Era una Izquierda Unida que se definía en una metáfora que expresaba la confrontación con la política de orden que representaba el bipartidismo: el discurso de las dos orillas. Suponía la asunción de que el eje de confrontación política no estaba entre quienes se proclamaran de izquierdas y de centro(en aquel momento el PP de Aznar estaba haciendo su viaje al centro, qué cosas) sino entre quienes estaban al servicio de los poderes (desde Maastricht a la corona, pasando por los poderes financieros y mediáticos) y quienes luchaban por la democracia, los derechos humanos y en consecuencia por la emancipación popular.
