Socialismo21 » 19 junio, 2012

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España, humillada y arruinada

Por Amador Martínez Inglés, Historiador

«…¡Por favor que alguien con cabeza llame con toda urgencia al director de la antigua Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para que se ponga a trabajar cuanto antes y haga renacer nuestra pobre pero digna peseta! ¡Solo él puede salvarnos!…»

Pues sí, amigos, la realidad, la dramática realidad terminó imponiéndose a los cantos de sirena del “España puede” y “España es un gran país que saldrá adelante solo” de la derecha recortadora y autoritaria de Mariano Rajoy y sus mariachis y una pesada losa financiera, una descomunal euroespada de Damocles de ¡ojo al dato currito español mileurista que no sabes de cuentas! 100.000.000.000 de euros (16.600.000.000.000 de las antiguas pesetas… sí, sí, no sobran ceros, dieciséis billones seiscientos mil millones de pesetas en números redondos), se ha geoestacionado, con gran estruendo mundial y un estúpido y bien simulado jolgorio patrio por parte del Ejecutivo español, sobre las castigadas cabezas de millones de ciudadanos españoles y las de sus hijos, nietos y bisnietos.

 

España, ya no cabe la menor duda y dejémonos de especulaciones, eufemismos y voluntarismos, se hunde en el pantano financiero de la especulación y el neoliberalismo europeo y mundial con la humillación, el desprestigio, la pobreza, la miseria, el derroche, la corrupción y la depresión social y política como apocalípticos compañeros de viaje. La mal llamada desde hace años “modélica transición” del franquismo a la democracia o, si ustedes lo prefieren, el Régimen que alumbró la “providencial” Constitución del 78 o el Estado post franquista y pseudodemocrático a cuyo frente se situó (sin pasar por las urnas, obviamente) el heredero del dictador, no ha podido resistir con el paso de los años tanto latrocinio, tanta mentira, tanta desvergüenza, tanta corrupción, tanta ineptitud… y ha acabado (lo poco que le queda de vida discurrirá desgraciadamente sobre la sangre, el sudor y las lágrimas de los españoles) como el rosario de la aurora: humillado hasta el insulto por sus propios socios continentales y atlantistas; arruinado hasta la pobreza extrema de millones de sus ciudadanos; entrampado hasta los ojos y por los siglos de los siglos; envilecido por la ambición, el derroche, la falta de ética y de moral de miles y miles de sus dirigentes políticos y económicos que no han dudado en trepar hasta el pináculo glorioso de la revista Forbes sobre la pobreza sobrevenida de aquellos a quienes debieron representar y dirigir; desprestigiado ante una Europa y un mundo globalizado que no pueden comprender como un país como España, de arquitectura media, de riqueza limitada y potencialidad económica harto moderada, ha podido caer de tal manera (creyéndose sin duda y durante décadas el “rey del mambo” europeo y mundial, el rey Midas de Occidente y el mago de la lámpara de la eurotorre de Babel que en la actualidad dirige la canciller Merkel) en el pozo sin fondo de un desatino económico, político, social y financiero que en menos de treinta años de “feliz transición democrática” le ha llevado a la ruina más absoluta y a la depresión colectiva más preocupante. Convirtiéndose de facto, junto a otros desgraciados países de su entorno comunitario, en un Estado vasallo de sus propios compañeros de aventura continental y poniendo en peligro real su propio futuro como nación soberana e independiente.

 

Este monumental fiasco colectivo no deja de ser triste, angustioso, deprimente… pero se veía venir desde hace mucho tiempo pues la ciudadanía española, que llegó a creerse su propio e interesado mito de una transición modélica y exportable a todo el mundo que en realidad solo fue un bien planificado trágala político puesto en marcha a la muerte del dictador para que todo siguiera igual (los mismos políticos, los mismos militares, los mismos policías, los mismos banqueros, los mismos jueces, los mismos poderes fácticos en una palabra), no ha sido capaz en todos estos años de dejarse de zarandajas y componendas interesadas de los dos partidos mayoritarios que han detentado al alimón el poder y acometer de verdad los profundos cambios que este país necesitaba de cara a olvidar su pasado franquista y situarse a la cabeza de los países verdaderamente democráticos y de derecho europeos. Asumiendo, por el contrario, de manera totalmente acrítica y pasiva, la idea visionaria de unos cuantos líderes de la elite económica y política europea de ir a una utópica unión en la que sin duda (aunque nunca se dijera explícitamente) iban a mandar los de siempre (prácticamente uno) y obedecer el resto. Un proyecto (ahora se ve con absoluta certeza) abocado al fracaso más absoluto.

 

Pues visto lo visto, desconsolados y desgraciados compatriotas ¿Cómo no va a haber, incluso en este país de pasotas y tragasables, euroescépticos, eurodetractores, eurodesengañados y eurodivorciados de esta Europa Unida (y de su derivada monetaria la Eurozona) en la que nos metieron de hoz y coz una serie de políticos ineptos, pacatos, papanatas, chupópteros y ambiciosos que, cegados por los intereses particulares y de partido, no supieron ver que a día de hoy y todavía por bastantes años, semejante engendro unionista continental, con el que no pudieron a lo largo de la historia individuos de cierto renombre internacional como Carlomagno, Napoleón o Hitler sin contar con el montón de emperadores y líderes romanos que convirtieron al Mediterráneo en su mare nostrum pero que serían finalmente masacrados (como nosotros ahora) por los alemanes/bárbaros de le época, no puede ser otra cosa que eso, un intento bienintencionado condenado al fracaso, una utopía política, económica y social que es muy difícil pueda llegar a ser una auténtica y completa realidad histórica incluso en el largo plazo necesitando, sin duda, algunos siglos para que el maremagno europeo actual, de cerca de treinta países de distinto poder económico, demográfico, financiero, industrial, militar… y con idiosincrasias, historias y sociedades totalmente diferentes y hasta beligerantes en el pasado, pueda transformarse en una verdadera unión continental con visos de permanencia en el tiempo y en el espacio.

 

Por lo que respecta a nuestro arruinado y vilipendiado europaís (España) todo lo que nos está sucediendo de un tiempo a esta parte (después de unos pocos años de regocijarnos con las dádivas millonarias que para comprar sus productos nos otorgaban las naciones directoras del utópico evento y entramparnos hasta el cuello) demuestra hasta la saciedad que, además de pasotas, corruptos y futboleros, somos unos insensatos, unos vividores por cuenta ajena, unos pedigüeños, unos descerebrados y unos masocas sin dignidad alguna. Porque hay que joderse como nos dejamos humillar, un día sí y otro también, por nuestros nuevos amos germanos y sus adláteres del norte capitaneados a día de hoy por la inefable señora (o señorita) Merkel.

 

Por cierto, a esta señora (o señorita) sin duda muy respetable, de físico desmayado, look manifiestamente mejorable, carisma oculto, parlamento indescriptible, espíritu autoritario, inteligencia secreta y nacionalismo militante: ¿Quién le ha dado el único velón del entierro al que estamos asistiendo los llamados países de la eurozona? ¿Quién la ha adornado con la “euroautoritas” con la que se desempeña? ¿Quién la ha nombrado capitana general de los euroejércitos continentales? ¿Quién la ha ungido con el supremo y acojonante título de fürher del IV Reich económico europeo con capital en Bruselas? ¿Y por qué se pasa por el Arco del Triunfo (o de la Derrota) todas las euroinstituciones que durante los últimos años nos hemos dado (bueno, o nos han dado como inacabables platos de lentejas) los veintisiete ilusos países de la UE y, dentro de ellos, los diecisiete tontorrones que creíamos haber entrado en el cielo cuando nos cambiaron las pesetas, los francos, las liras, los dracmas … por los marcos alemanes disfrazados de euros, entre las que se encuentran la Comisión Europea, el Consejo Europeo, el Parlamento Europeo, la Presidencia Rotatoria de la idem, la Presidencia no Rotatoria (o sea, Permanente), el Eurogrupo, la Eurozona, el Banco Central Europeo (BCE), el Banco Europeo de Inversiones, el Fondo Europeo de Estabilidad, el nonato Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)…?

 

Bueno, amigos y compatriotas españoles unidos por el rescate (ACEUR) dejemos a nuestra inefable “dama de hierro” germana (¿qué tendrán los alemanes que casi siempre a sus dirigentes, democráticos o no, acaban por llamarles “de hierro”?) y reflexionemos con urgencia sobre nuestras desgracias, que pintan bastos en este país. Yo creo sinceramente, por eso lo digo, que o nos escapamos cuanto antes de este contubernio europeo de banqueros sin escrúpulos, políticos ineptos, imperialistas vergonzantes y neoliberales de toda laya, o nos hundimos sin remedio en el pantano financiero en el que nos encontramos por la estúpida asunción de una moneda foránea (concretamente alemana) en detrimento de la nuestra (la peseta) con la que, con toda modestia, vivíamos mejor. España lleva siglos y siglos funcionando sin el euro, con el que llevamos apenas una década, y ha sufrido fuertes crisis de todo tipo, incluidas guerras y catástrofes naturales de las que siempre ha sabido salir airosa con el esfuerzo y el trabajo de todos sus ciudadanos. Nunca ha afrontado una situación de penuria y humillación como la presente, debiendo acudir prácticamente todas las semanas a la plaza pública a pedir dinero a los “mercados” a intereses especulativos cuando no de de pura y dura usura. Claro está que siempre dispuso (ha sido propio de estúpidos y descerebrados el abandonarlo) de su banco emisor de moneda y de unos economistas que, lejos de intereses espurios partidarios, sabían hacer su trabajo con absoluta lealtad a la comunidad a la que pertenecían y sin ningún animo de lucro personal. La nación, hay que decirlo, en la segunda mitad del siglo pasado pasó por años de pobreza extrema y horizontes negros y lejanos. Pero sus políticos, incluidos algunos de naturaleza no democrática, supieron abstenerse de robar (cuando era muy fácil hacerlo) y trabajar, con las excepciones de siempre, por el bien común.

 

Al final, a punto de terminarse el siglo XX, metimos la pata. Los advenedizos de la política que dirigían nuestros destinos no supieron resistirse a los cantos de sirena que venían del norte y que buscaban, ahora lo vemos con más nitidez, convertirnos a los españoles en ciudadanos europeos de segunda fila, en consumidores de primera y en trabajadores a tiempo completo en hoteles y chiringuitos de playa.

 

Salgamos de esta trampa, engañados hinchas de la eurocopa (que encima vamos a perder), de esta eurotorre de Babel en la que en la actualidad militamos como pobres de solemnidad, vagos sureños y pedigüeños de cientos de miles de millones de euros/marcos. No es cierto, como pregona nuestro atontolinado jefe del Gobierno y “presionador europeo”, señor Rajoy, al que, con absoluta estupidez institucional, ha felicitado nuestro “cadera de oro” de los cazadores reales de elefantes, señor Borbón (¡tiene tela la cosa, darle la enhorabuena por conseguir, poniendo el culo en la eurozona, un eurocrédito para poder sobrevivir unas semanas más!) que España, tal como estamos, pueda remontar esta tragedia colectiva patria siguiendo en el euro. Si seguimos en esta casa de locos, seguro que nos tocará ser uno de los mayores perdedores pues ya se sabe que cuando un barco se hunde los botes salvavidas nunca son suficientes para alojar en su seno a los pobres de tercera clase.

 

¡Por favor que alguien con cabeza llame con toda urgencia al director de la antigua Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para que se ponga a trabajar cuanto antes y haga renacer nuestra pobre pero digna peseta! ¡Solo él puede salvarnos!

 

 

 

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El embrujo abrasador del euro

José Manuel Martín Medem.

Si ahora fuera posible organizar en España una alianza de la izquierda en defensa de la democracia, los derechos de los trabajadores y la protección social, la elaboración de un programa político tropezaría con una pregunta que sólo tiene el debate como respuesta: ¿qué hacemos con el euro?

El 15 de junio, la Fundación de Investigaciones Marxistas reunió en Madrid a catorce economistas y un sociólogo para comparar sus opiniones.

Resumimos a continuación un debate en el que el sociólogo Armando Fernández Steinko (de la asociación Socialismo21) defendió que “el mensaje de la izquierda no debe ser salir del euro” mientras el economista Pedro Montes (del Consejo de Gerencia de Crónica Popular y también de Socialismo21) fue contundente en su llamamiento para que “nos marchemos del euro que nunca debió nacer”. Entre estas dos conclusiones quedó la consideración de Juan Manuel Ramírez, apoyada por Ricardo García Zaldívar (presidente de ATTAC España), de que no es lo mismo subirse en un avión a la fuerza que tirarse en marcha: “si nos metieron a la fuerza en el euro, lo mejor no es salirse en pleno vuelo”. Para Zaldivar, “rechazar el euro es como rechazar el capitalismo”. La mayor coincidencia se concentró en torno a las posibilidades de la coordinación de los deudores para no pagar mientras se intenta construir una mayoría social que rectifique la perversidad de la integración europea que empobrece a las grandes mayorías y les arrebata sus derechos.

Rechazar el euro es como rechazar el capitalismo

Xavier Arrizabalo advierte que la actual Unión Europea (UE) del euro “es incompatible con la democracia”. Lo atribuye a una imposición de Estados Unidos desde la segunda guerra mundial, culminada ahora por el Fondo Monetario Internacional (FMI), para forzar la subordinación europea. En este sentido, “el euro no ha fracasado porque consigue el disciplinamiento de las políticas económicas” y “con las intervenciones se suspenden las garantías democráticas”. Así es el proyecto de dominación. Lo comparte Ignacio Alvarez: “El euro ha institucionalizado los ajustes neoliberales”. Según Mario del Rosal, el Banco Central Europeo (BCE) se dedica a garantizar los mayores beneficios para el sistema financiero y “los bancos alemanes hacen un gran negocio prestando al Sur para el consumo que no conseguían mediante los salarios y con la crisis presionan a los gobiernos para extraer de la renta de los trabajadores el pago de la deuda”.

Armando Fernández Steinko reclama prudencia porque considera que nos falta información para este debate tan complejo. Y deja sembrada una posibilidad planteada también por Jorge Fonseca: “¿quiere Alemania desprenderse del lastre del Sur de Europa para orientar el futuro de su economía en función de sus relaciones con la poderosa China?”.

Desde sus determinantes pronunciamientos (“la izquierda no debe proponer la salida del euro” y “rechazar el euro es como rechazar el capitalismo”), Steinko y Zaldivar proponen la alianza de los deudores como el mejor arma para resistir y negociar la reforma de la UE. Coinciden Daniel Albarracín (“coordinación internacional para no pagar las deudas ilegitimas “), Ignacio Alvarez (“construir un movimiento de no pago de la deuda”), Xavier Arrizabalo (“anular la deuda pública con el capital financiero privado”), Bibiana Medialdea (“renegociación de la deuda con impago de una parte”) y Antonio Sarabia: “Hay que conseguir lo que el FMI impidió en América Latina, que los deudores se unan para aumentar su fuerza de negociación”.

2,3 billones de euros de pasivos exteriores

Entre los que se oponen a la ruptura con el euro, Eduardo Gutiérrez dice que “la salida del euro la gobernarían las oligarquías del Sur” y propone “convergencia y versatilidad” para que la política de la izquierda combine “amortiguar los daños de la crisis” y plantear una alternativa en las elecciones europeas. Y Juan Manuel Ramírez pide un esfuerzo “para construir, con transparencia y proximidad, un discurso que vaya acumulando mayoría desde los amortiguadores de la resistencia para reorientar la construcción europea”. Para Jorge Fonseca, “la lucha debe ser internacional y mucho más allá del Parlamento y de la negociación sindical porque la deuda es absolutamente imposible de pagar”.

Al llamamiento de Jorge Fonseca se añaden los datos de Pedro Montes: “España acumula 2,3 billones de euros de pasivos exteriores”.

Su conclusión es que “tenemos que marcharnos del euro que nunca debió nacer y que la izquierda nunca debió aceptar”. Es la vía neoliberal de la UE: “Le entregamos a la burguesía las armas para acosarnos” y ahora “la izquierda no está en condiciones de conseguir una reforma en profundidad de la UE”. Según Montes, “no podemos pagar la deuda y romper con el euro es lo único que le permitiría a la izquierda salir de esta perversidad”. Javier Murillo recuerda que en las encuestas aumenta el rechazo al euro, que ya llega al 40% en los países de la UE, y asegura que “salir del euro no garantiza una solución en beneficio de las mayorías pero continuar dentro lo impide”. Medialdea propone “renegociar la deuda con impago de una parte, acabar con las políticas de austeridad y romper con la disciplina del euro”.

En el escenario español, Javier Navascués (de la FIM) considera que puede ser el principio del fin del sector financiero dentro del bloque de poder que surgió del franquismo, se consolidó durante la transición y se aprovechó de la UE. Dice que “la banca española está liquidada” y que “no hay que nacionalizar sino crear una nueva banca pública”. Y añade que hay una lucha de clases para debilitar al máximo los derechos de los trabajadores y una lucha de fracciones en el bloque de poder. Más allá del euro, planta una pregunta fundamental para otro debate: “¿de qué va a vivir este país en el futuro?”.

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