Socialismo21 » 4 julio, 2012

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Urgente e importante

Por Miguel Riera, El Viejo Topo

Hay un dicho muy sabio que reza: no dejes que lo urgente te impida atender a lo importante. España está sometida a múltiples urgencias. Cada mañana nos despertamos con una nueva mala noticia; cada mañana hay un problema que capear, un desmentido que desmentir, un agujero que rellenar… Todo muy urgente, acuciados como estamos por las mafias del capital internacional –ahora denominadas “mercados”– y sus representantes políticos. Pero hay cosas –igualmente urgentes– que ya no parecen urgir. Ejemplos: el incremento constante del desempleo. Otro ejemplo: el tan cacareado diseño del nuevo modelo productivo. Y así podríamos seguir.

Lo del empleo es, ya, poco comprensible. Podría entenderse –de ningún modo justificarse– que en una primera época neoliberales y socioliberales pusieran el acento en la facilitación del despido. A fin de cuentas, conseguir el retroceso de derechos de las clases subalternas está en su ADN. Pero ahora, con el desmesurado problema de la acumulación de deuda, que se ha hecho ya impagable, parecería sensato –incluso a los ojos de los neoliberales– tratar de ahorrarse algo de esos 30.000 millones anuales que van a parar al seguro de desempleo.

Es decir, implementar algún plan capaz de poner, aunque sólo fuera un parche, en esa sangría. Pero no: la actual ministra de Trabajo, la señora Fátima Báñez, parece fiarlo todo a una futura vuelta de tuerca a la reforma laboral para facilitar aún más los despidos, algo que no puede comprenderse desde el sentido común. Dicho en plata: la señora Báñez no se está ganando el sueldo.

Y lo mismo sucede con el señor ministro de Industria, Turismo y unas cuantas cosas más, José Manuel Soria. ¿Dónde está cualquier bosquejo del nuevo “modelo productivo”? ¿Qué se está haciendo para evitar el desmantelamiento acelerado de la pequeña industria española? ¿Tenemos ministro de Industria? Si se lo preguntamos a los mineros, probablemente dirán que no. (Es literalmente asombroso que tras 20 días de huelga, manifestaciones, marchas, etc., el ministro no haya dado la cara, al menos hasta hoy, 20 de junio).

Habrá cosas urgentes, pero estas dos que acabo de citar son, además, verdaderamente importantes. ¿Es que no hay equipos en esos ministerios capaces de estrujarse un pelín las meninges, a ver si se les ocurre algo? ¿O es que el gobierno ya solo contempla el tema de la deuda?

Deuda que, por cierto, es impagable. Vayámonos haciendo a esa idea: la deuda NO se puede pagar. No generamos ingresos para pagarla, y los intereses actuales de la pública están ya alrededor de los 37.000 millones de euros anuales. Y eso sin rescatar capital.

La deuda no se puede pagar, y seguirá sin poderse pagar aunque haya algún modesto crecimiento, que por cierto no se ve en el horizonte, por mucho que Hollande se empeñe en ello (el presidente francés habla de una aportación del Banco Europeo de Inversiones de algo más de cien mil millones para toda Europa, cuando el rescate bancario de España ya estará cerca de los cien mil millones, procedentes de otros fondos, eso sí. Pero la relación de ambas cifras da idea de la magnitud de nuestra tragedia.)

Acostumbrémonos pues a esa idea: la deuda es impagable. Y exijamos ya un puñetero plan de empleo. A ver si en esos ministerios ponen la oreja y se enteran de que están cobrando por algo.

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Artículos Debates Internacional

Rendición incondicional

Pedro Montes. Economista.

La carta que el ministro Guindos envió el 25 junio pasado al presidente del eurogrupo,  solicitando el rescate del sistema financiero español,  ha cambiado radicalmente el marco de los debates que mantenía la izquierda sobre las relaciones con Europa. En los últimos tiempos, con la crisis desatada, esos debates se han centrado sobre la conveniencia de mantenerse en la unión monetaria o la necesidad de abandonar el euro, así como en  proponer alternativas,  tanto para progresar en la construcción de Europa corrigiendo las manifiestas carencias de lo avanzado hasta aquí  como para afrontar los problemas particulares de la economía española. Pero todo esto se ha modificado  con la mencionada carta.

Hasta ahora, todo el proceso de integración  europeo ha supuesto una cesión de soberanía de los países a las instituciones de la UE, cada uno de ellos hasta donde le pareció adecuado. Y así, si 27 países son los que conforma la UE, sólo 17 pertenecen la unión monetaria y comparten el euro como moneda común. En ese marco han tenido lugar importantes controversias en la izquierda, por más que sobre el papel todo parecía sencillo: el euro constituía la clave de bóveda de la construcción neoliberal Europa, algo que con buen sentido la izquierda debía combatir, pues suponía entregarle a la burguesía el mejor contexto y todos los recursos para librar con éxito la lucha de clases, por decirlo sencilla y escuetamente. Los resultados están a la vista y,  si no fuera por la confusión dominante,  habría poco que discutir  en la izquierda.

La lista de las renuncias por parte de los Estados resulta muy larga. Desde  que se abandonó la política arancelaria para integrarse en el Mercado Común, pasando por renunciar a una moneda y una política monetaria propias para formar parte de la unidad monetaria, hasta el reciente Pacto de Estabilidad para el control de las finanzas publicas, que ha exigido modificar, y degradar sus contenidos sociales, de  nuestra Constitución. No obstante, hay que admitir que se trataba de cesiones de soberanía hechas desde la propia soberanía de cada Estado. En otro plano, el militar por ejemplo, sería como autorizar bases extranjeras en el territorio nacional a través de negociaciones y acuerdos entre dos estados soberanos, sin perjuicio de las diferencias de poder entre ellos.

Pero desde el momento en que nuestro país ha solicitado ser rescatado por la UE, significa que renuncia a su soberanía y se somete a los dictados de las instituciones europeas. Por eso la discusión, y el  desenlace que ha tenido,  sobre si la UE ofertaba ayuda o era el gobierno español el que debía pasar por el trance humillante de pedir el rescate. Decía Guindos en su carta: “Tengo el honor de dirigirme a Usted, en nombre del Gobierno de España, para solicitar formalmente asistencia financiera para la recapitalización de las entidades financieras españolas que así lo requieran”. Desde ese momento, nuestro país está sometido, rescatado, intervenido, tutelado, cautivo…. Cualquier palabra de este tenor es útil para dejar clara la situación, y hay que no dejarse arrastrar, como pretende el gobierno, a discusiones semánticas que sólo tienen como objetivo confundir a la ciudadanía y ocultar la gravedad de lo ocurrido.  Cuando en los momentos de alta tensión, como en mayo de 2010 o agosto de 2011, el presidente Rodríguez Zapatero hablaba de estar al borde del abismo, se refería a los riesgos de tener que ser rescatados. El gobierno del PSOE, frente al cúmulo de desastres de su gestión oponía el triunfo de haber evitado el rescate del país. Y lo que más temía el nuevo gobierno del PP era tener que ser rescatado, y de ahí la voluntad de impedirlo,  aplicando una política de extrema crudeza adelantándose incluso a los deseos de los poderes económicos europeos,  y de intentar manipular a la opinión pública convirtiendo  un rotundo fracaso en una exitosa misión.

Con la crisis que ha desencadenado el euro en algunos países y los rescates que se han puesto en marcha, Grecia, Irlanda, Portugal y España, incapaces de hacer frente a su endeudamiento exterior, ya no se puede hablar de cesiones de soberanía sino de la pérdida de ella.  Nuestro país no es soberano, y lo de que el poder descansa en el pueblo soberano ha dejado de ser verdad, si alguna vez lo fue.  Por volver al ejemplo militar,  se podría decir sencillamente que  nuestro país se ha rendido de modo incondicional y esta ocupado por fuerzas extranjeras (financieras pero extranjeras). El comisario europeo Almunia ha cerrado toda tentación de disimular o maquillar  el carácter de las condiciones que impondrá la UE a cambio de muchas decenas de miles de millones de euros: “las sugerencias de la UE son obligaciones que habrá de cumplir nuestro país”. La próxima subida del IVA está ya dictada desde la comisión europea. Todo muy claro y, por lo demás, obvio.

La nueva situación obliga a cambiar la naturaleza del debate en la izquierda sobre las relaciones con Europa. Ya no cabe,  como se ha hecho hasta ahora con bastante ingenuidad,  apostar por seguir en el euro y al mismo tiempo pretender el rechazo de  las medidas regresivas de todo orden impuestas por el gobierno,  porque este es ya una marioneta, actúa ahora sólo como delegado de las instancias europeas, como simple ejecutor de lo que se disponga en Bruselas o Berlín. Ahora las opciones son distintas: someterse resignadamente a lo que dispongan los poderes económicos europeos o declararse en rebeldía, rechazar los falsos rescates, no aceptar la intervención y romper con la unión monetaria cualesquiera que sean las consecuencias.

Se acabó una etapa para la izquierda. Se acabó huir de la realidad y proponer salidas progresistas a la crisis mientras el país se hunde con los ajustes y los recortes económicos. Se acabó  poder mirar por otro lado  mientras se demuelen los derechos  sociales y la barbarie  se implanta como  la normalidad.  Se acabó denunciar sin ir al fondo de las causas la ruina a la que se arrastra al país y el sufrimiento sin esperanza al que se somete a nuestra sociedad.

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Empezamos a caminar

Somos mayoría II     Julio Anguita

     Nuevamente me dirijo a las ciudadanas y ciudadanos que tras mi llamamiento de 20 de Junio titulado Somos mayoría, han mostrado su interés y predisposición a ir construyendo el frente cívico capaz de cambiar la relación de poder existente en España y abordar el fin de este desastre económico, social, político, ético y cívico. Pero esta vez ya no lo hago sólo en mi nombre, sino que ahora escribo como portavoz de un incipiente esquema organizativo constituido por el Colectivo Prometeo de Córdoba. Este embrión de coordinación no tiene más horizonte temporal de permanencia que el derivado del proceso constituyente del frente cívico y la conformación de sus niveles democráticos de organización. Esperamos y deseamos que en toda la geografía española vayan constituyéndose estructuras de trabajo y coordinación que debidamente reseñadas en sus actas constitutivas correspondientes vayan cubriendo los ámbitos local, comarcal y/o provincial, de comunidad autónoma y estatal.
     Este escrito no tiene otra intención que informar y sobre todo aclarar algunas dudas surgidas a través de los innumerables correos, llamadas, comentarios a la propuesta en este blog del Colectivo Prometeo, http://colectivoprometeo.blogspot.com.es/, y comunicaciones, en general, habidas desde la fecha antes referenciada.

     Una de las consecuencias de contar ya con una referencia “oficial” para la información, participación y organización, además del citado blog, ha sido la creación de una página en Facebook, http://www.facebook.com/colectivoprometeocordoba, que, sin detrimento de las múltiples páginas de Internet que se reclaman del proceso y además lo están construyendo, goza de la información más directa en lo referente a mi persona y al colectivo Prometeo.
      En el transcurso de estos días hemos mantenido un encuentro con representantes del colectivo Socialismo 21 y también con miembros de ATTAC y Mesas de Convergencia. Estos encuentros celebrados a petición de nuestros interlocutores, han arrojado una buena noticia; Socialismo 21 ha decidido, por unanimidad, que sus miembros se incorporen y trabajen, a título personal, en la organización del frente cívico y la inherente elaboración colectiva del Programa alternativo con el que refrendamos nuestra voluntad de ser una mayoría organizada.
    Son dos las cuestiones fundamentales que voy a desarrollar; y lo hago en función de los comentarios, propuestas, críticas y adhesiones el que proyecto ha merecido y que he leído o he escuchado de viva voz. Esas dos cuestiones son: la estructura del frente cívico y el programa. 
      El frente cívico con el que la mayoría se organiza para determinar un cambio profundo en España no puede ser una suma de siglas, colectivos, partidos o cualquier otra organización conocida. Ello conduciría a la reproducción en nuestro seno de debates y colisiones en torno al peso específico de cada sigla en la organización. Por ello reiteramos con énfasis que se está en el frente a título personal; y ello no debe significar -nunca- la renuncia pública o privada de cada cual a su ideología, proyecto político o creencia religiosa si la tuviere. Buscamos con la ciudadanía un proyecto programático común y no una sopa de letras. Es más, nos gustaría que las fuerzas políticas, sociales o de otra índole le indicaran a sus militantes que harían buena su militancia buscando con otras personas coincidencias y soluciones concretas en torno a la solución de los problemas que como sociedad nos aquejan. La mayoría social es plural; respetemos esa pluralidad y busquemos en ella, con ella y para ella un denominador común: el programa para la acción.
      Hay quienes nos imputan aviesas intenciones acerca de si pretendemos sustituir a los partidos políticos en una dudosa operación de corte autoritario. No estaría de más que repita hasta la saciedad que yo soy militante del PCE y de IU y que el llamamiento que hago no significa, en absoluto, una contradicción política u organizativa con los míos; simplemente me he limitado a recordar que los partidos políticos o los sindicatos no son fines en sí mismos sino herramientas para intervenir y mejorar la sociedad. Existimos para la sociedad y para su mejora de condiciones de vida Por otra parte -y ello es una laguna de la Constitución- los partidos no tienen la exclusiva en la participación política; ella es función exclusiva del ciudadano o de la ciudadana, organizados o no. Lo que se pretende precisamente es potenciar esa dimensión ciudadana en la participación, elaboración de programas y decisión sobre lo que atañe a la sociedad.
      Hay comunicaciones que desde la aceptación de la propuesta dicen echar de menos determinados posicionamientos filosóficos, ideológicos o partidarios y que un programa “a secas” conlleva el peligro de transformarse en una propuesta tecnocrática sin nervio ideológico. Cuatro reflexiones quiero hacer sobre ello:
      1. Todo programa es, además de un conjunto de medidas concretas, una alianza entre los que se benefician de él, unos capítulos presupuestarios a definir y una opción entre varias posibilidades. Imaginemos que el Programa contempla una reforma fiscal que acabe con los paraísos fiscales ¿No es ésta una opción en beneficio de la mayoría y en perjuicio de la minoría que detenta el poder? ¿Se quiere una mayor demostración de principios de justicia y equidad? 
      2. Y si a pesar de lo anterior nos obstinamos en demandar un sustrato doctrinal o de valores para esta propuesta de frente cívico, ahí va en la que nos fundamentamos: La solemne Declaración de Derechos Humanos de la ONU en 1948 y demás pactos, documentos, constituciones que la desarrollan y hacen obligatoria para los poderes públicos. Ya en Sabadell señalé y ahora lo ratifico que los principios rectores de nuestra propuesta son: Democracia y Libertades, Justicia Social, Economía no especulativa, Cultura y Bienestar ciudadano. 
      3. Si reparamos en lo que acontece diariamente, el Poder, es decir el conjunto de intereses económicos que han medrado y medran en perjuicio de la mayoría, se mantienen y acuerdan en franca violación de la Constitución de 1978. Cuando una oligarquía deja en suspenso y conculca la legislación y los principios que dice defender, la mayoría lo tiene fácil: exigir que se cumplan las leyes; los fuera de la ley son ellos; y esta no es una cuestión baladí. Por otra parte el proceso de lucha basado en la legalidad vigente produce tales contradicciones en la minoría que otras opciones o situaciones de cambio vendrán de por sí.
4. El frente cívico es la respuesta lógica a una situación de Estado de Excepción económico, social, político, moral y cívico. Una excepcionalidad que todavía puede serlo más si, como parece, las dos fuerzas políticas mayoritarias acuerdan un pacto de emergencia ante la situación creada por ellas mismas y las políticas que convinieron con otros desde el Tratado de Maastricht hasta ahora.
      Y ahora hablemos del Programa. 
     Un porcentaje muy importante de la ingente cantidad de mensajes que recibo abundan en comentar las diez propuestas que a modo de inicio al debate propuse. En casi todos se plantean propuestas para que yo las tenga en cuenta a la hora de redactar el Programa que le da sentido al frente cívico. Quiero agradecer estas aportaciones porque muchas de ellas son muy interesantes y nos ponen a pensar.
      Sin embargo, y desde el agradecido acuse de recibo, debo hacer una serie de consideraciones:
      1. Si la elaboración del Programa consiste en que vosotros me enviáis a mí, o a un todavía no existente centro de elaboración, sus propuestas, estaríamos ante una estructura radial en la que el centro recibe sus comunicaciones pero entre vosotros que es lo importante, no se produce ninguna relación, colaboración, contacto o trabajo en común; no hay estructura reticular, no hay creación de organicidad, no hay frente ciudadano.
      2. Lo importante del Programa no es sólo su contenido sino la forma, el método de discutirlo, aprobarlo y vigilar su cumplimiento. Y ese método no puede ser otro que la elaboración colectiva. Como ya comenté con anterioridad soy testigo y participante en esta experiencia desde los tiempos de Convocatoria por Andalucía.
     3. Por otra parte un Programa no es un simple listado de deseos bienintencionados es, fundamentalmente, un proyecto concreto, viable, riguroso, discutido ampliamente y respaldado por quienes lo han elaborado; es un Programa para un Gobierno futuro. Y por ello es además, el mejor estandarte para la movilización ciudadana. La rebeldía debe tener una causa, un motivo, un sentido, un proyecto.
      ¿Cómo hacerlo?
      1. Cualquier persona, colectivo, asociación o grupo de personas que quiera iniciar en su localidad el frente ciudadano puede comenzar por convocar a otros, constituirse como tal (de manera documentada) y comenzar a debatir sobre las propuestas económicas, sociales, políticas o de otro tipo que crean convenientes en la actual situación. Naturalmente que para apoyar con más entidad sus elaboraciones podrían recabar de personas cualificadas del entorno su colaboración.
     2. Varias localidades pueden constituir una asamblea comarcal y/o provincial con el mismo método y temario que la local; y así sucesivamente hasta el nivel siguiente que deber ser el autonómico como paso previo para el estatal. Así, mientras se configura la organización se va elaborando lo que le da el sentido último: el Programa. Organización y Programa son la misma cosa.
      3. Cuando propuse los diez puntos no lo hice con intención de que éstos fueran ni los únicos ni tampoco los más importantes. Pero con algo se debe empezar. El caso es que ya ha habido comentarios sobre la idoneidad o posibilidad de cumplirlos; ya hay debate. ¿Puede establecerse el Salario Mínimo Interprofesional en mil euros, la pensión mínima en mil euros y ampliarse la cuantía y extensión del seguro de desempleo? Háganse las cuentas y se verá que sólo es posible esto si hay un aumento de los ingresos del Estado. ¿De dónde puede provenir este aumento necesario y contemplado en los DDHH? No puede venir sino de una Reforma Fiscal en profundidad. Y así cada medida va demandando a la siguiente hasta formar un todo, un Programa alternativo a lo que hay en estos momentos.
     4. Naturalmente que no todo es tan fácil y que habrá momentos en los que la discusión sobre el Programa necesitará de la aportación de hombres y mujeres de la Economía, la Ciencia, El Derecho o los saberes en general; ellos también forman parte de la mayoría y seguramente prestarán su concurso y participación.
    Y para finalizar una propuesta de trabajo si así lo estimáis: Reuníos con otras personas o colectivos y discutid la situación presente. Procurad llevar algunos datos y procurad además, sacar algunas conclusiones. Cuando hayáis terminado de debatir reuníos de nuevo y discutid los dos documentos que hasta ahora he enviado. Seguro que el paso siguiente es organizarse. Gracias por vuestra atención.
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