Socialismo21 » 16 julio, 2012

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El palo de la bandera

Ahora toca, como decía la leyenda, que se vayan todos. Destituir a los constituidos y no dejar un vacío de poder, lo que significa construir órganos democráticos de gestión de lo común, desde los municipios hasta las universidades. Una vez deslegitimado el poder establecido, ¿por qué seguir aceptando su lógica?

Por Marcos González Sedano
Así, a palo seco, nos están robando, y además tienen la desfachatez de decirnos que es por nuestro bien. «Le pego porque es mía».

Primero se nos presentaron como víctimas extorsionadas que no tenían más remedio que aplicarnos unas medidas antisociales porque lo demandaba el dios mercado, y ahí empezaron a sacrificar nuestros derechos para saciar el apetito de sus amos los banqueros.

A partir de ese momento perdimos la soberanía política y desde los parlamentos empezaron a emanar leyes que dictaban los consejos de administración de los grupos de inversores y los ladrones de guante blanco institucionalizados del FMI y del Banco Central Europeo, con la colaboración de los tecnócratas de la Comisión Europea. Pero el robo no ha hecho más que empezar, y solo hay que seguir el manual que les están aplicando a Grecia, Irlanda, Portugal e Italia para saber los pasos que van a seguir contra nosotros.

Los mercaderes, los usureros, los diteros, los prestamistas, que caminan con traje y corbata o ropa informal, tienen como objetivo apoderarse del sector público rentable de los estados europeos y, de camino, precarizar las relaciones laborales llevándolas a parámetros del tercer mundo, y aumentar la tasa de explotación sobre las personas y el medio ambiente, aunque pueden dejar sobrevivir a sectores de aristocracia obrera en los segmentos de producción que ellos crean oportunos.

Lo mismo que la dolarización de la economía latinoamericana se utilizó para la rapiña de aquellos pueblos, el euro está jugando el papel de control económico por parte de las élites de los estados europeos.

Perdimos la soberanía política y ahora, con la intervención que acabamos de sufrir al aceptar las condiciones del préstamo de los 100000 millones de euros para salvar al sector privado bancario español y a sus acreedores franceses, alemanes, finlandeses, holandeses…, perdemos también la soberanía económica.

La deuda no solo es externa, es eterna. Sencillamente es impagable. De España como proyecto político, social, económico y humano solo quedan el palo de la bandera y «la roja», y con eso no se come.

El parlamento español es un cascarón de nuez que va a la deriva y nosotros somos las aguas sobre las que navega. En estas cabe preguntarse: «¿para qué los parlamentos, los ayuntamientos, las diputaciones si los tecnócratas designados por el FMI, el BCE y la Comisión Europea van a dirigir nuestras vidas?, ¿para qué esta pseudodemocracia?. Ellos ya tienen las respuestas, ¿y nosotros?, ¿las tenemos?

Sin soberanía política, sin soberanía económica y entregados a las oligarquías de la UE y de EE.UU. por las elites locales como si fuéramos una colonia moderna, ¿qué podemos hacer? El objetivo debería ser, en principio, recuperar lo perdido. Pero, ¿para qué? Y ¿para quién? ¿Para la recomposición de la vieja España? ¿Para que la relación entre los de abajo y los de arriba siga siendo la misma? ¿Para que el modelo de desarrollo sea igual de depredador y de antidemocrático?

La respuesta a estas preguntas es distinta según la posición ideológica de la que se parta. Por una parte está la socialdemocracia de izquierdas, con sus viejos clichés, intentando organizar el frente de masas, el frente político, e identificando un enemigo común al que combatir, en este caso el neoliberalismo. En definitiva estarían hablando de reformar lo irreformable, porque las condiciones históricas que dieron paso al estado del bienestar ya no existen. La otra posición sería la que ha emanado del 15M.

La marcha de los mineros sobre Madrid ha puesto sobre la mesa una disyuntiva: negociación o ruptura. Teniendo en cuenta que las elites ya rompieron el pacto social de forma unilateral, la negociación no tiene sentido como estrategia, y por ende la ruptura tampoco: ya se ha producido.

Ahora toca, como decía la leyenda, que se vayan todos. Destituir a los constituidos y no dejar un vacío de poder, lo que significa construir órganos democráticos de gestión de lo común, desde los municipios hasta las universidades. Una vez deslegitimado el poder establecido, ¿por qué seguir aceptando su lógica? Si el rector de una de las universidades de Madrid aplica el decreto que saca Esperanza Aguirre contra los trabajadores y estudiantes universitarios y no se pone al frente de las reivindicaciones de los afectados, que fueron los que le pusieron en su puesto, ¿por qué no destituirlo y nombrar democráticamente a otro que convierta las reivindicaciones de los afectados en un plan de gobierno? Si los parlamentos y los ayuntamientos legislan contra los ciudadanos, ¿por qué no crear parlamentos y municipios de ciudadanos? ¿A quién hay que esperar para ponerse a cultivar los campos baldíos si los jornaleros no tienen acceso a la subsistencia porque el gobierno les retira el subsidio de desempleo? ¿A quién hay que esperar para negarse a parar la producción de una fábrica viable porque la UE la quiere cerrar? Y así un largo etcétera. Desobediencia civil como respuesta frente al robo institucionalizado. Empoderamiento de la sociedad.

Lo que digo da vértigo, ¿verdad? A mí también. Pero lo que están haciendo con nosotros me pone enfermo. Rompamos pues su lógica e implantemos la nuestra. Y caminemos hacia un proceso constituyente, el de los de abajo, el del pueblo, con unas nuevas formas de relación y de producción más democráticas y solidarias.El

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Santa Bárbara bendita

Por Sabino Cuadra

“¡Sois el orgullo / de la clase obrera!”, se coreaba en el recibimiento que decenas de miles de personas dieron en Madrid a los cientos de marchistas que, desde Asturias, León, Teruel…, llegaron hasta allí con sus inagotables reservas del mineral más preciado de la naturaleza humana: la dignidad.

Era el Madrid del “¡no pasarán!” el que les recibía; el de las luchas antifranquistas de los 60/70; el de las marchas anti-OTAN de los 80; el de las movidas sociales y centros ocupados; el del 15-M y sus asambleas barriales. El Madrid rebelde, feminista, rojo, republicano, ecologista, libertario,.. Lo mejor de cada casa.

Los diputados y diputadas de Amaiur que participamos en aquel último tramo de la marcha, teníamos recuerdos propios que hilvanar a esta lucha. En nuestra memoria estaban las minas que desde Bilbao a la muga con Santander, dieron origen, en buena medida, al movimiento obrero vasco. El recuerdo de Dolores Ibarruri, mujer y vasca universal que, tras el triunfo del Frente Popular en el 36 y salir elegida diputada por Asturias, tuvo el honor de abrir con sus propias manos las celdas de la cárcel de Oviedo y liberar a todos los que, desde la revolución del 34, permanecían allí encerrados.

Nuestros recuerdos tenían que ver también con la huelga general en Nafarroa, en los 80, en contra del cierre de la mina de Potasas y las marchas nocturnas con las que cientos de mineros recorrieron la geografía navarra calentando aquella gran movilización. Y también con las más cercanas luchas de la margen izquierda vizcaína en las que, al igual que ahora en los pueblos y montes asturianos, los obreros de Euskalduna, Altos Hornos…, escribieron con su firme resistencia, sus tiragomas, txupines y mangueras las más hermosas páginas de la historia obrera vasca de las últimas décadas. Por todo ello, nada de la actual lucha minera nos era extraño ni ajeno.

Ese martes 10 de julio, cuando el “Santa Bárbara bendita…” final despidió con sus camisas rotas y rojas aquella larga marcha de consignas y banderas, las caras de los mineros marchistas expresaban con sus cansancios, alegrías y llantos todos los colores del arco iris de la dignidad humana. La solidaridad mostrada por las varias decenas de miles de madrileños y madrileñas que les habían acompañado durante cuatro horas les había llegado al corazón y había quedado grabada para siempre en su ADN.

El día siguiente, miércoles, tras escuchar en el Congreso de boca de Rajoy el nuevo paquete de agresiones sociales con las que su Gobierno, a mayor gloria de la CEOE, la Banca y el FMI, pretende hacer frente a su crisis, varios de nosotros salimos también de allí para participar en la manifestación que terminó ante el Ministerio de Industria. La denuncia que después haríamos al PP en el propio Congreso debía ir acompañada de algo más que palabras.

En la nueva marcha, cientos y cientos de banderas de Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla, León, rojas, republicanas.., vestían el paso de decenas de miles de personas venidas en autobús desde todas las regiones mineras. Ninguna bandera de España -¡ninguna!- por ningún lado. Se evidenciaba así que cuando la gente pelea y quiere afirmar su identidad no encuentra en la enseña de los Borbones nada que le pueda servir. Sus símbolos son otros. La bandera española solo era visible en las furgonas y uniformes policiales.

Al final, como en tantos finales, la policía realizó una brutal carga totalmente injustificada y amañada a fin de, aprovechando cualquier motivo, desatar una razzia de golpes, pelotazos y detenciones con un doble objetivo: reprimir la solidaridad madrileña y la propia rebelión minera (van más de 200 detenciones que aún no se sabe en qué pueden terminar) y, por otro lado, tratar de relacionar la contestación social con la violencia a fin de criminalizar esta disidencia y justificar los nuevos recortes represivos anunciados por el Gobierno con su reforma del Código Penal.

Se quiere acabar, más que con la minería, con todos esos pueblos y regiones que han protagonizado cientos de luchas sociales durante más de un siglo. El Gobierno del PP trata así de vengarse de ese pasado, romperles el presente y robarles el futuro. Por ello, el apoyo a la lucha minera trasciende la tan importante y necesaria solidaridad para adentrarse por senderos que conducen a una sociedad asentada sobre pilares de justicia social, libertad y solidaridad entre todas las personas y todos los pueblos.

El discurso de Rajoy y las medidas de su gobierno son el mayor y más reaccionario paquete de agresiones sociales hasta ahora conocido: subida del IVA, reducción prestaciones por desempleo, supresión paga a funcionarios,… Ninguna medida, por el contrario, contra las grandes rentas y capitales que seguirán disfrutando de un IRPF favorable, de un benevolente Impuesto de Sociedades, de unas guaridas-SICAV para resguardar sus millones, de una amnistía fiscal insultante, de un difunto Impuesto sobre el Patrimonio,….

El salario medio de un consejero ejecutivo de las multinacionales españolas que componen el IBEX-35 ha aumentado un 9% durante 2011, llegando a ser de 2,4 millones de euros anuales (son datos declarados; los reales, bastante mayores, se ocultan en distintos paraísos fiscales). Cáritas, por su parte, ha denunciado que la distancia entre el 20% de la población más rica y el 20% más pobre crece sin cesar. Crecen los ricos en su riqueza y los pobres en su pobreza. El PP dice que esto es necesario para crear empleo en el futuro pero, si por cada mentira que cuenta Rajoy se le castigara con un segundo de cárcel, nadie le libraría de varias cadenas perpetuas.

La solidaridad con las luchas mineras, las de los montes y las calles, los encierros y las marchas, es hoy esencial. Desde Euskal Herria, nuestra exigencia de libertad y de un marco plenamente soberano política, económica y socialmente, no diluye en modo alguno nuestro empeño por trabajar codo con codo con todas aquellas personas, organizaciones y pueblos que plantan cara hoy a la barbarie neoliberal y luchan por construir una nueva sociedad. ¡Que Santa Bárbara, patrona de los mineros, y también de los rayos y los truenos, nos ayude a descargar sobre el Gobierno la más impetuosa tormenta social!

 

 

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