Socialismo21 » 21 julio, 2012

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La lucha de clases, en plena vigencia

Domenico Losurdo
«A la actual Europa en crisis, fracturada por luchas desgarradoras entre el centro y la periferia, ¿Cuál es la principal crítica que cabría formularle? Según Domenico Losurdo, “la subordinación a los intereses de Estados Unidos y la participación en todas las aventuras imperiales promovidas por los norteamericanos; si pretendemos luchar contra el imperialismo, Europa ha de plantear su autonomía y, en consecuencia, no participar en el embargo a Cuba, Irán, ni colaborar con Estados Unidos en su objetivo de impedir que China acceda a la tecnología”.
Por Enric Llopis de Rebelión
Participación del filósofo Domenico Losurdo en la Universidad de Verano de Socialismo 21 y El Viejo Topo
Para el filósofo italiano Domenico Losurdo, la categoría “lucha de clases” conserva hoy todo su vigor en el mundo, por mucho que el neoliberalismo y las filosofías asociadas –sobre todo, el relativismo postmoderno- hayan pretendido arrumbarla. A reflexionar sobre “Ideología y lucha de clases en el siglo XXI” ha dedicado Losurdo la sesión inaugural de la Universidad de Verano de Socialismo 21 y El Viejo Topo, que en su primera edición lleva por título “Poder, ideología y medios de comunicación”.

Losurdo ha recordado cómo, con ojos de hoy, “podemos sonreír” al leer los argumentos con los que filósofos como Dahrendorf o Habermas refutaban la idea marxista de lucha de clases. Así, Jürgen Habermas señalaba que conservadores y laboristas (o liberales y socialdemócratas) coincidían en su momento en la defensa del estado social. No había contradicción ideológica ni, por tanto, lucha de clases. “Con todos mis respetos, este argumento es una tontería”, responde Losurdo. Y se pregunta: “¿Cómo nace en Europa occidental (en Estados Unidos nunca existió) el estado social? Sin duda, es un producto de la lucha de clases; en ningún caso una concesión graciosa de las clases dominantes”.

“¡Cómo han envejecido estos discursos sobre el final de la lucha de clases!”, ha exclamado el filósofo italiano, quien recuerda además cómo Habermas reconocía años después en un artículo que el capitalismo, al dejar de tener competidor, ya no se preocupa por ocultar su rostro real. El filósofo alemán, así pues, se desmentía. Las reflexiones de Friedrich Von Hayek –uno de los grandes patrones del neoliberalismo y guía económico de la administración Reagan- también reconocen implícitamente la existencia de la lucha de clases.

Y esto es así al vincular los derechos económicos y sociales incluidos en la Carta de los Derechos Humanos de 1948 (trabajo, instrucción y salud, entre otros) a la revolución soviética. Es decir, según Hayek no se trata de derechos cuya existencia deba reconocerse, sino una creación de la revolución de 1917. “Implícitamente Hayek nos está diciendo que la lucha de clases desarrollada en Rusia permitió la conquista de estos derechos socioeconómicos”, explica Domenico Losurdo. Además, “cuando nos dice que estos derechos han de erradicarse, no es por falta de recursos para garantizarlos, sino simplemente porque piensa que no existen. Y es esto precisamente lo que está pasando hoy: asistimos al fin del estado social”.

Profesor de Filosofía de la Historia en la Universidad de Urbina, Losurdo ha escrito dos obras fundamentales: “Contrahistoria del Liberalismo” (“El Viejo Topo, 2007) y “Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra” (El Viejo Topo, 2011). Su principal ámbito de investigación es la filosofía política clásica alemana (de Kant a Marx). También ha estudiado con hondura a Nietzsche y las ideas de Heidegger en relación con la guerra.

Síntomas de la vigencia de la lucha de clases en el siglo XXI. Losurdo subraya que ha retornado la figura del “working poor” (trabajador pobre), habitual en el siglo XVIII y principios del XIX. Se trata de personas que, a pesar de contar con un puesto de trabajo, no disponen de recursos suficientes para vivir. A ellos hay que agregar los parados y los excluidos. Pero también en el ámbito de la política puede advertirse la lucha de clases. “Por ejemplo, en la competencia electoral”, apunta el filósofo italiano. “El peso de la riqueza es tal hoy en día, que asistimos a situaciones similares a las del siglo XIX, donde existía la discriminación censitaria, es decir, sólo se tenían derechos políticos si se alcanzaba un nivel de renta determinado”. Además, hace una década Losurdo ya hablaba de un “monopartidismo competitivo”, con formaciones políticas que representaban a la misma burguesía y exhibían la misma ideología neoliberal.

Pero Domenico Losurdo insiste en que constituye un serio error reducir la lucha de clases (y otras categorías tradicionales del marxismo, como el imperialismo y el colonialismo) a los problemas de la Europa occidental. “Hay que entender la lucha de clases a nivel mundial”, sentencia. Por ejemplo, en Palestina, “donde continúa el colonialismo en su formulación más clásica, es decir, la colonización de un territorio y sus habitantes; se da en Palestina un proceso parecido al que Marx subrayaba en Irlanda: la expropiación de tierras por parte de los colonos ingleses (en el caso palestino, de los israelíes); además, igual que en Irlanda, la cuestión social se presenta en Palestina como una lucha de liberación nacional”.

Losurdo recurre habitualmente a los paralelismos históricos, aunque con las salvedades y los matices que imponen los saltos en el tiempo. Por ejemplo, al abordar la lucha de clases en América Latina se retrotrae a la Doctrina Monroe y a los designios del presidente norteamericano, Theodore Roosevelt, que en 1904 ya planteó que Estados Unidos debía ejercer de policía internacional en América Latina. “El objetivo, hoy, es también quitarse de encima la bota norteamericana”, subraya el profesor de Filosofía de la Historia. Y para ello resulta capital la independencia económica. El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, lanzó en 2006 la proclama “industrialización o muerte”, igual que Mao advirtió poco antes del triunfo de la revolución en 1949 de los riesgos de que China se convirtiera en una colonia de Estados Unidos. El Che Guevara y Fidel Castro en los 60 alertaron asimismo de la necesidad de liberarse de la opresión económica del imperialismo, y Frantz Fanon, en Argelia, subrayaba que tras el triunfo de la revolución anticolonial se imponía el desarrollo económico.

Trasladado al siglo XXI, “los países que se han quedado atrasados en el desarrollo económico, tecnológico y militar corren el riesgo de una agresión directa por parte del imperialismo; este desarrollo es el precio de su independencia”, explica Domenico Losurdo. También es esto lucha de clases. “Ya ha ocurrido en Libia, y ahora puede pasar en Irán y Siria”, añade. Sin embargo, “para destruir un país no hace falta agredirlo militarmente, pues el imperialismo cuenta con otra arma decisiva, el embargo económico; Cuba lleva padeciéndolo más de 50 años; en Irak, antes de la guerra de 2003, el embargo produjo centenares de miles de muertos: eso si que resultó un arma de destrucción masiva; si las agresiones mediante el embargo han perdido fuerza en algunos casos, como en Cuba, es por la presencia de China, que garantiza determinados intercambios comerciales”.

En resumen, a juicio de Domenico Losurdo, la lucha de clases tiene lugar hoy en tres frentes, “y hay que entenderlos de manera unitaria”. En primer lugar, los movimientos de masas que en occidente (Estados Unidos, Grecia o España) protestan en el contexto de un capitalismo en crisis; Además, las naciones, como Palestina, que sufren una dominación –el colonialismo clásico- política y económica; por último, los países (por ejemplo, los latinoamericanos) que cuentan con independencia política pero han de conquistar la económica.

A la actual Europa en crisis, fracturada por luchas desgarradoras entre el centro y la periferia, ¿Cuál es la principal crítica que cabría formularle? Según Domenico Losurdo, “la subordinación a los intereses de Estados Unidos y la participación en todas las aventuras imperiales promovidas por los norteamericanos; si pretendemos luchar contra el imperialismo, Europa ha de plantear su autonomía y, en consecuencia, no participar en el embargo a Cuba, Irán, ni colaborar con Estados Unidos en su objetivo de impedir que China acceda a la tecnología”.

En medio de una crisis global a la que no se advierte salida y con una izquierda mortecina, el recurso a los clásicos permite alumbrar el camino. Para calibrar las perspectivas de cambio, Losurdo recurre a las categorías de Marx “clase en sí” (clase que aún no ha tomado conciencia de su situación) y “clase para sí” (con plena conciencia de clase). “El camino que nos queda por recorrer para pasar del primer estadio al segundo es muy largo”, explica el filósofo. ¿Por qué? “La izquierda en occidente viene de sufrir una derrota histórica, la destrucción del campo socialista y lo que ello implicó; por eso ahora cuesta tanto responder a la ofensiva ideológica del neoliberalismo”, responde.

Pero una cosa es importante: “No confundir la autocrítica con el autoodio para avanzar; con todas las críticas que puedan formularse a la revolución de octubre, antes de 1917 las potencias occidentales eran las dueñas del planeta. La revolución rusa rompió este escenario y favoreció los procesos de independencia colonial; además, entre febrero y octubre de 1917, Rusia fue el primer gran país donde las mujeres lograron la emancipación política; y otra cuestión, ¿puede entenderse la generalización del sufragio universal sin la contribución del movimiento comunista? Pienso que no. En Inglaterra (cuna del parlamentarismo), antes de la revolución de octubre la fracción más pobre del proletariado no tenía derecho al voto”. “Son cosas que no deben olvidarse”, concluye Domenico Losurdo.

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Es imprescindible un proceso constituyente

“El debate de este proceso constituyente debería ser abierto y flexible y no quedar, en ningún momento, en manos de «profesionales».

La reivindicación primera de cualquier movimiento ciudadano no debería centrarse en reformas parciales o cambios concretos del articulado, sino exigir el arranque de un nuevo proceso constituyente.”

José Manuel Lechado. Escritor, especializado en ensayo histórico y político.

La constitución española vigente, votada en referéndum en diciembre de 1978, se ha ido convirtiendo en la guinda del pastel de un cuerpo normativo obsoleto.

En tanto que refundición maquillada o más bien reconversión de las Leyes Fundamentales de la dictadura franquista, esta norma suprema del ordenamiento legal español, si bien continúa siendo útil a la clase dominante, ha dejado de servir al pueblo, ya que no garantiza sus derechos ni sus libertades ni asegura la soberanía nacional.

La constitución de 1978 es en la actualidad un obstáculo para la democracia. Con un articulado vetusto, fuera de época y gestionado por una clase política corrupta e incompetente y una judicatura mayoritariamente conservadora cuando no fascistoide, la única reforma sensata que admite esta mal llamada carta magna, si de verdad se desea un cambio y un futuro para España, es su completa derogación.

Por eso la reivindicación primera de cualquier movimiento ciudadano no debería centrarse en reformas parciales o cambios concretos del articulado, sino exigir el arranque de un nuevo proceso constituyente. Proceso que no ha de quedar, como el de 1978, en manos de la oligarquía más inculta de Europa, su clase política sometida y sus obedientes jueces, sino que habrá de ser iniciado, impulsado, dirigido y ejecutado por la ciudadanía.

El debate de este proceso constituyente debería ser abierto y flexible y no quedar, en ningún momento, en manos de «profesionales».
La reivindicación primera de cualquier movimiento ciudadano no debería centrarse en reformas parciales o cambios concretos del articulado, sino exigir el arranque de un nuevo proceso constituyente.
Como orientación general, el nuevo ordenamiento español debería considerar las siguientes propuestas, mínimas, pero imprescindibles.

-Forma del Estado republicana por cuestiones tanto éticas como estéticas. En el mundo actual es intolerable que se privilegie a una familia con la máxima magistratura del Estado sólo por cuestiones genéticas.
-Separación de poderes real y efectiva, no como en la actualidad. En este sentido los tres poderes deberían ser elegidos directamente por el pueblo y de forma independiente cada uno. Medidas imprescindibles en este sentido serían la supresión del Ministerio de Justicia y la creación de un órgano de gobierno judicial elegido por el pueblo.
-Instauración de un sistema plebiscitario en virtud del cual las grandes decisiones tengan que ser siempre refrendadas por el pueblo.
-Limitación legal del carácter «representativo» de los cargos electos, para evitar la justificación de cualquier acto de gobierno por el mero hecho de contar con cierto respaldo en forma de votos.
-Supresión del Senado e instauración de un legislativo monocameral.
-Supresión del tribunal de excepción conocido como Audiencia Nacional.
-Nueva redacción de los códigos legales y sus reglamentos, buscando la simplicidad y la comprensión, así como evitar las contradicciones y las trampas de ley.
-Creación de una ley de responsabilidad política y financiera para los cargos electos en el ejercicio de sus funciones. En particular, los programas electorales deberían tener valor contractual y su vulneración ser considerada delito. Si no puedes cumplir las promesas, dimite y convoca nuevas elecciones.
-Nuevo reglamento electoral que suprima las diferencias del valor del voto por regiones. Cambio del sistema D´Hondt por otro procedimiento de reparto más justo y equitativo.
-Nueva ley de partidos. Supresión de las subvenciones por voto recibido y por escaño. Eliminación de las limitaciones legales para participar en los comicios. Severo control de la financiación de los partidos. Los objetivos principales son la supresión del bipartidismo, de la corrupción y del clientelismo.
-Reforma del sistema penitenciario para que cumpla una función reintegradora, no vengativa.
-Nueva legislación impositiva que aumente la presión fiscal sobre los más ricos y dé lugar a una distribución equitativa de la renta.
-Lucha decidida contra el fraude fiscal y la evasión de capitales. Supresión de las sicav y otras argucias que permiten a las grandes fortunas evitar sus responsabilidades fiscales y la participación en el fondo común.
-Lucha decidida contra la corrupción y el despilfarro en la administración pública.
-Supresión del acceso a puestos públicos por libre designación y por concurso-oposición.
-Limitación intensa del número de cargos públicos electos. La administración podría funcionar de hecho sin apenas cargos electos, por lo que sería interesante reducir su presencia (y el peso que suponen para las arcas públicas) al mínimo imprescindible.
-Reorganización de los recursos públicos para asegurar su máxima eficacia y quitar facilidades para la corrupción y el despilfarro.
-Reorganización del cuerpo de funcionarios del Estado para distribuir y aprovechar con la máxima eficiencia el trabajo de las personas.
-Supresión de las leyes de privilegio. Por ejemplo, los tratamientos de respeto para ciertos cargos, las exenciones de impuestos a ciertos colectivos, las prebendas y la impunidad de ciertos cargos electos, el delito de atentado a la autoridad o la propia existencia de una familia real.Si siempre miramos hacia otro lado dejando pasar las cosas y sólo nos movilizamos cuando nos tocan el bolsillo, no vamos a ninguna parte.
-Reforma a gran escala de la policía y el ejército. La fuerza armada, tanto policial como militar, debe estar al servicio del ciudadano y no actuar como pretorianos a las órdenes de los ricos y sus políticos a sueldo. En este sentido sería interesante que las funciones policiales dejaran de depender del Ministerio del Interior y fueran asumidas por los ayuntamientos (seguridad ciudadana, tráfico, proximidad, etc.) y el poder judicial (investigación criminal, etc.). El ejército, a su vez, debería contar con una mayor integración en la sociedad, no vivir aislado en sus cuarteles, e integrar a toda la población en la defensa nacional. Las unidades dedicadas al control social, como la UIP (antidisturbios), o las decorativas (caballería, guardia real, etc.) deberían ser disueltas.
-Revisión en profundidad de la relación de España con la Unión Europea. Establecimiento de una política que permita la recuperación de la soberanía nacional. Esto debería incluir un riguroso análisis sobre la conveniencia o no de mantener en España la moneda internacional denominada euro.
-Revisión en profundidad de la deuda pública, dividiéndola en legítima e ilegítima y anulando el pago de esta última. En particular el nuevo Estado Español debería incluir en su carta constitucional una mención expresa contra las políticas criminales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y los dudosos dictámenes de las agencias de calificación financiera.
-Estricto control público de la actividad financiera, bursátil y bancaria. Imposición de normas y regulaciones que impidan la especulación, la creación de burbujas, las estafas y la proliferación de productos y derivados de carácter dudoso o poco ético.

En fin, sólo algunas sugerencias para solucionar los gravísimos problemas creados por la avaricia de los ricos y la incompetencia y mediocridad de los políticos profesionales que les sirven.

Sin embargo, salir de la eterna crisis requiere algo más: una acción decidida sobre el gran pilar carcomido de la sociedad, que no es otro que la pasividad cómplice del pueblo. Si siempre miramos hacia otro lado dejando pasar las cosas y sólo nos movilizamos cuando nos tocan el bolsillo, no vamos a ninguna parte. Tampoco si, al llegar las elecciones, un gran número de ciudadanos irresponsables, interesados o mal informados siguen apostando por los dos partidos dinásticos: PP y PSOE.

La democracia no es fácil, como no lo es la justicia. La democracia requiere esfuerzo y dedicación, además de vigilancia. La pereza sólo proporciona esa tranquilidad que otorgan al esclavo sus cadenas y su ignorancia.

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Entre 40 y 60 Mil mercenarios invaden Siria por la frontera Jordana

«Entre 40 y 60,000 Contras, principalmente libios, han entrado en el país en varios días, esencialmente a través de la frontera jordana. La mayoría están vinculados con el Ejército «Sirio» Libre, estructurado bajo las órdenes de Turquía para servir de pantalla a las operaciones secretas de la OTAN. Algunos son miembros de grupos de fanáticos, entre ellos al-Qaeda, creados bajos las órdenes de Qatar y de una facción de la familia real de Arabia Saudita: los Sudairis»

LA BATALLA POR DAMASCO A COMENZADO

Por Thierry Meyssan

Hace ya 5 días que Washington y París dieron inicio a la operación «Volcán de Damasco y terremoto de Siria». No se trata esta vez de una campaña de bombardeos aéreos sino de una operación de guerra secreta comparable a desarrollada en Centroamérica en tiempos de la administración Reagan.

Entre 40 y 60,000 Contras, principalmente libios, han entrado en el país en varios días, esencialmente a través de la frontera jordana. La mayoría están vinculados con el Ejército «Sirio» Libre, estructurado bajo las órdenes de Turquía para servir de pantalla a las operaciones secretas de la OTAN. Algunos son miembros de grupos de fanáticos, entre ellos al-Qaeda, creados bajos las órdenes de Qatar y de una facción de la familia real de Arabia Saudita: los Sudairis. Se apoderaron a su paso de varios puestos fronterizos, antes de llegar a la capital, donde sembraron la confusión atacando al azar los objetivos que encontraban a su paso: como grupos aislados de policías o de militares.

En la mañana del miércoles, una explosión destruyó la sede de la Seguridad Nacional, donde se reunían varios miembros del Consejo de Seguridad Nacional. La explosión costó la vida al general Daud Rajha, ministro de Defensa; al general Assef Chawkat, ministro adjunto; y al general Hassan Turkmani, adjunto del vicepresidente de la República. Se desconoce aún el modo exacto en que fue realizada la operación. Podría tratarse de un atentado suicida o de un ataque realizado con un avión sin piloto.

Washington esperaba que la decapitación parcial del aparato militar sirio condujese a varios oficiales superiores a desertar con sus tropas, o sea a volverse contra el gobierno civil. Pero no ha sido así. El presidente Bachar al-Assad firmó inmediatamente las nominaciones de los sucesores de los fallecidos, garantizando así a la perfección la continuidad del Estado.

En París, Berlín y Washington, los mismos que ordenaron la operación se han entregado además a una sucia maniobra que consiste en condenar el acto terrorista a la vez que confirman su apoyo político y logístico militar a los terroristas que lo cometieron. De forma totalmente desvergonzada concluyeron que los responsables de los asesinatos no son los realizadores del atentado sino las propias víctimas, por haberse negado a dimitir bajo la presión de esos mismos gobiernos y por no haber aceptado entregar su patria a los apetitos occidentales.

Caracas y Teherán han expresado sus condolencias a Siria, subrayando que el ataque fue ordenado y financiado por las potencias occidentales y los países del Golfo. Moscú también expresó sus condolencias y observó que el pedido de sanciones contra Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU constituye un respaldo político a los terroristas que atacan ese país.

Los canales de la televisión siria comenzaron a transmitir cantos patrióticos e imágenes del ejército. Interrumpiendo la programación, el ministro de Información, Omran al-Zou’bi, lanzó un llamado a la movilización de toda la ciudadanía. No es momento para querellas entre gobierno y oposición. La Nación está enfrentando una agresión externa. Recordando el artículo que publiqué en Komsomolskaya Pravda, donde describía la operación mediática de desmoralización preparada por los canales occidentales y del Golfo [1], el ministro alertó a sus conciudadanos sobre el inminente comienzo de dicha operación. Posteriormente desmintió las falacias de los canales del Golfo sobre un supuesto motín en la 4ª división y sobre una serie de explosiones que habrían destruido el cuartel principal de dicha división.

Los canales nacionales sirios han transmitido varias veces por hora las indicaciones necesarias para que los telespectadores sirios puedan captar sus programas a través del satélite Atlantic Bird, en caso de que se interrumpiera su transmisión a través de los satélites ArabSat y NileSat.

En Líbano, Hassan Nasrallah recordó la hermandad de armas existente entre el Hezbollah y Siria, forjada en la lucha contra el expansionismo sionista, y garantizó su respaldo al Ejército Árabe Sirio.

El atentado fue la señal de inicio para la segunda parte de la operación. Los grupos armados infiltrados en la capital se lanzaron al ataque de diversos objetivos, de forma más o menos selectiva. Por ejemplo, un centenar deContras atacaron la casa próxima a mi apartamento al grito de ¡Alá Akbar! Un alto responsable militar reside en el lugar. Hubo 10 horas de combate ininterrumpido.

Al caer la noche, el ejército respondía con discreción a los ataques de los Contras. Posteriormente, se dio la orden de responder a los atacantes lo más enérgicamente posible. No se trataba ya de luchar contra terroristas que venían a desestabilizar Siria. La nueva misión era enfrentar una inconfesable invasión extranjera y proteger la patria en peligro.

La aviación entró entonces en acción para destruir las columnas de mercenarios que tratan de alcanzar la capital.

Al final de la mañana, la calma se restablecía progresivamente en la ciudad. Los Contras y sus colaboradores se veían obligados a retirarse. Se restablecía la circulación en las carreteras y las grandes arterias y se instalaban barreras para filtrar el tránsito en el centro de la ciudad. La vida volvía a su curso cotidiano, aunque aún podían escucharse disparos aislados en diversos lugares. La mayoría de los comercios permanecían cerrados y largas colas podían verse ante las panaderías.

Se piensa que el asalto final puede tener lugar durante la noche del jueves al viernes y durante la jornada del propio viernes. Es indudable que el ejército nacional sirio saldrá nuevamente victorioso ya que tiene a su favor la correlación de fuerzas. Se trata además de un ejército de reclutas que goza del apoyo de la población, e inclusive el respaldo de la oposición política interna.

Conforme a lo previsto, los satélites ArabSat y NileSat desconectaron durante la tarde la señal del canal sirio de televisión Ad-Dounia. La CIA pirateó la cuenta de Ad-Douni en Twitter para transmitir mensajes falsos que anunciaban una retirada del ejército nacional sirio.

Los canales de televisión del Golfo anunciaron un derrumbe de la moneda siria, como preludio de la supuesta caída del Estado. El gobernador del Banco Central, Adib Mayaleh, se presentó ante las cámaras de la televisión siria para desmentir la nueva intoxicación y confirmar que la tasa de cambio sigue siendo de 68,30 libras sirias por un dólar estadounidense.

Se desplegaron refuerzos en los alrededores de la plaza de los Omeyas, para proteger los estudios de la televisión estatal, que todos los enemigos de la libertad consideran un objetivo prioritario. Se han instalado estudios auxiliares en el hotel Rosa de Damasco, donde pasan cómodamente su tiempo los observadores de la ONU. La presencia de estos observadores militares de la ONU, que no han permitido que el ataque contra la capital interrumpa su farniente, sirve de facto de protección a los periodistas sirios que arriesgan sus vidas para mantener informados a sus conciudadanos.

En el Consejo de Seguridad de la ONU, la Federación Rusa y China recurrieron por tercera vez al veto ante una proposición de resolución en la que los países occidentales y las monarquías del Golfo trataban de abrir el camino a una intervención militar internacional. Los representantes de Rusia y China ante el Consejo de Seguridad han denunciado incansablemente la propaganda tendiente a presentar como una revuelta ahogada en sangre lo que en realidad es una agresión exterior contra el Estado sirio.

Se estima que la batalla de Damasco puede reanudarse esta noche.

 

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