Socialismo21 » 24 enero, 2013

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La pauperización de la inmensa mayoría: movilización y lucha

descargaJuan García Ballestero de Frente Cívico
«Esta rebeldía social debe ser secundada por esa inmensa cantidad de personas que están sufriendo en sus carnes una crisis que ellos no han generado. Por ello, es el momento (estamos escasos de tiempo) para que la gente se organice, se involucre, se comprometa, luche. Hay muchas posibilidades de participación, muchos grupos sociales luchando por mejorar la situación. Lo importante es la toma de conciencia de cada uno para comprender que si no lo hacemos los de abajo, organizados, nos ahogarán, nos hundirán en el cieno».
Una inmensa mayoría de españoles estamos hartos, cabreados, indignados. Tenemos razones más que suficientes para plantar cara, desafiar a este vergonzoso Gobierno que está llevando el deterioro social, económico, político y moral a las cotas más altas jamás conocidas. Por supuesto que los miembros del Ejecutivo y el partido que lo sustenta saben perfectamente lo que hacen y a quién deben servir. No están cometiendo errores.
No están jugando a la gallina ciega, saben a quienes hay que dar los palos, dónde hay que golpear y cómo hay que hacerlo para hacer el máximo daño posible. No es un juego, es la voluntaria pauperización de los trabajadores en la búsqueda de una sacrosanta competitividad, que en lugar de sacarnos del hoyo ha disminuido la recaudación y los ingresos del estado, lo que les sirve para justificar los recortes y arruinar lo poco que queda (que ha costado mucha sangre conseguir) de un escaso estado de bienestar, la destrucción de los servicios públicos (sanidad, educación, I+D, dependencia…) y los derechos sociales fundamentales (vivienda, empleo, justicia,…) y que está rompiendo el difícil equilibrio social que se mantenía. Ha sido este Gobierno (sin olvidar el pasado) el que está devastando las condiciones de vida de los ciudadanos de manera que, si se quiere cambiar la situación, no nos queda otra opción que rebelarnos ante tanta injusticia, tanta corrupción (PP y Bárcenas, EREs en la Junta, CiU, Gürtel) y tanto engaño.
Si repasamos el año transcurrido, podemos comprender que ha sido sobre las espaldas de la inmensa mayoría de la población sobre quienes se han cargado los duros recortes y la pérdida de derechos sociales. A este Gobierno no se le cae la cara de vergüenza, porque no la tiene, se ríen (esa risa irónica del consciente especulador) ante las drásticas medidas que toman, se sienten orgullosos por destruir la hacienda y la vida de los ciudadanos, obedecen con la cabeza gacha y los pantalones bajados las recomendaciones de la troika europea, de los banqueros ladrones, sin escrúpulos, de los neoliberales organismos internacionales, de las grandes empresas y enormes fortunas que se enriquecen más a costa del sufrimiento y la pobreza de los de abajo.
Por ello, las subida del IVA al 21 % y del IRPF, la bajada de salarios y pérdida del poder adquisitivo de los jubilados, el copago sanitario y las tasas judiciales, los recortes en educación (7.000 millones €), los desahucios de miles de familias, los despidos baratos, la privatización de empresas públicas…, forman parte de la hoja de ruta que esta derecha española, católica y reaccionaria, tiene marcada (machacando lo poco que prometió hacer en campaña electoral) y que, lejos de rectificar, se atreve a continuar en 2013 con la misma nefasta política de recortes y plantean una nueva reforma laboral (mucho más dura y sangrante para los trabajadores) y acabar con el sistema público de pensiones.
Nos hacen creer que no hay otra salida a la crisis, sólo la que ellos plantean, pero no es así. Muchas voces críticas, de todo el espectro político, incluso algunas cercanas a la derecha más consecuente, llevan mucho tiempo planteando alternativas, de subidas de impuestos progresivos, de lucha contra el fraude y los paraísos fiscales, para poder facilitar inversiones públicas en el campo de la creación de empleo y así salir de esta espiral de desánimo y miedo al futuro.
Ante esta dura situación en la que nos encontramos, con un partido gobernante ilegítimo que conculca continuamente la Constitución y los acuerdos internacionales, que utiliza a las fuerzas de orden público para amedrentar a los ciudadanos, para pisotear y reprimir a la población pacífica que utiliza su derecho a manifestarse contra tanto atropello, tanta arbitrariedad y tanto dolor, no nos queda otra opción que la rebeldía social. Las medidas antisociales afectan a una gran mayoría de la gente, porque muchos, hasta hace poco inamovibles por su estatus social y sus condiciones económicas, se sienten amenazados.
Nuestro país no puede soportar los más de cinco millones y medio de parados, los cerca de 1,8 millones de hogares sin ingresos y más de la mitad de nuestros jóvenes sin futuro. No sólo es la enorme lacra del paro, la pérdida de poder adquisitivo o de derechos sociales lo que está minando los cimientos de la estabilidad social, sino la enorme brecha abierta en cuanto a estado de bienestar, riqueza y, por tanto, acceso a bienes de consumo, entre la clase poderosa (económica, empresarial y, en la mayoría de los casos, política) y la gran mayoría de los ciudadanos.
Esta rebeldía social debe ser secundada por esa inmensa cantidad de personas que están sufriendo en sus carnes una crisis que ellos no han generado. Por ello, es el momento (estamos escasos de tiempo) para que la gente se organice, se involucre, se comprometa, luche. Hay muchas posibilidades de participación, muchos grupos sociales luchando por mejorar la situación. Lo importante es la toma de conciencia de cada uno para comprender que si no lo hacemos los de abajo, organizados, nos ahogarán, nos hundirán en el cieno.
Entre ellos y desde hace unos meses está implantado en todo el estado el Frente Cívico-Somos Mayoría (FCSM) que tiene como referente a Julio Anguita. Un proyecto cívico-social que se fundamenta en la propia Constitución, en la Declaración Universal de los DDHH y los contenidos medioambientales recogidos en la llamada Carta de la Tierra. Es una propuesta colectiva, abierta a todos los ciudadanos que de forma individual deseen organizarse, sin tener en cuenta su adscripción política, sindical, religiosa o de otra índole y que sean capaces desde la base, en asamblea, de forma democrática, de elaborar un programa concreto, aplicable, perfectamente factible, desarrollable y legal, elaborado colectivamente y planteando una alternativa fundamentada. Un programa que por su incidencia en la actualidad, atraiga inmediatamente los apoyos necesarios no sólo para su elaboración sino para una movilización ciudadana consecuente, seria, decisiva y decisoria.
El FCSM, como proyecto colectivo, trata de constituir un poder ciudadano (contrapoder democrático) que induzca de manera creciente a los poderes públicos a legislar y gobernar en beneficio exclusivo de la mayoría, exigiendo una economía al servicio de las necesidades básicas de la gente y en armonía con el medio natural, acabando con tanta corrupción, tanto engaño, tanta desigualdad y restituyendo los derechos sociales, laborales y económicos que les han desvalijado a la mayoría de las personas en estos últimos años.
Quiero terminar con un párrafo que recoge el profesor Manuel Monereo en su reciente artículo «Frente Cívico: La emergencia de un Nuevo Espacio Público”, publicado en diferentes medios digitales, El derecho y el deber de resistencia frente a la tiranía de los mercados, la desobediencia civil ejercida pacíficamente y sin violencia es un derecho humano fundamental. La libertad se defiende ejerciéndola”.
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El régimen del 78 esta caducado ¿Pero como construir lo nuevo?

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

La encuesta de la cadena SER, grupo PRISA, desde luego inocente no es. PRISA no es sino una empresa neoliberal más, con intereses económicos y políticos tanto en el estado español, como Europa y por supuesto en Latinoamérica. Pero como empresa informativa también debe hacer algo y justificarse. La encuesta del 23 de Enero de 2013, es muestra de ello.

Pero ese sondeo de opinión, no hace sino corroborar lo que muchas personas llevábamos tiempo denunciando. Algunas hace ya años y otras menos, pero multitud afortunadamente tras el 15 de Mayo de 2011. La conclusión, es que el régimen del 1978 por la fecha de la Constitución vigente, esta finiquitado, podrido y alejado cada vez más de la voluntad popular.

La legitimidad política no solo la otorga el Parlamento –cosa que por supuesto así es pues representa la soberanía popular- pero las personas son cada vez más conscientes de que ese parlamento está electo por medio de una ley que contiene en si misma el pucherazo, que refuerza un bipartidismo corroído por casos de corrupción y del que se desconfía cada día más. Un bipartidismo que al igual que el régimen ha fracasado o al menos se muestra incapaz de seguir rigiendo las esperanzas de los pueblos del estado español.

La legitimidad del 78 se basaba en el advenimiento de la democracia tras el franquismo. Pero también la democracia que ni fue un regalo, ni se la debemos a nadie en concreto, sino a la determinación de los pueblos de España y de su clase obrera por conquistarla y dotarla además de derechos sociales y laborales, no puede basarse en una pata: el estado de derecho. La Constitución del 78 constantemente obviada en su apartado de conquistas sociales y ciudadanas no puede aportarnos tan solo un rey ya desprestigiado, unos partidos muy discutidos en su conformación y estructura actuales así como en su relación con la ciudadanía y un poder judicial lento, clasista y encima ahora con unas tasas que hacen imposible a las personas de las clases trabajadoras acceder a él.

La legitimidad democrática desde el siglo XX y por supuesto en el XXI se sustenta en el bienestar del pueblo, el reparto equitativo de derechos y obligaciones y en la posibilidad democrática de avanzar hacía mayores cotas de justicia y de igualdad, así como de los pueblos de un estado plurinacional a decidir. Si el estado no es social, falta una pata y por tanto hay que refundar el estado y redactar una nueva Constitución que garantice los derechos y libertades. En esta etapa del régimen, los derechos sociales y perdón por las constantes cacofonías, están siendo conculcados, los recortes y privatizaciones en salud, educación, desempleo y pensiones, la perdida de la libertad sindical y derechos laborales y la desigualdad ante la justicia así como ante la fiscalidad, diseñada solo para favorecer a los ricos,  las grandes empresas y bancos ha roto cualquier atisbo de reconocimiento social y perdido los sagrados fundamentos de la democracia. En el reino de España, ni somos iguales ante la ley, ni existe un bienestar garantizado, ni se aporta en función de las ganancias y beneficios. Es decir reina la injusticia más palmaria. El estado social, está siendo robado en beneficio de los de arriba.

La Transición se basó en un pacto social roto ya definitivamente, cuyo basamento estuvo en la consecución de demandas sociales y sindicales duramente conseguidas, pero que ahora una vez eliminadas ya no sustentan el acuerdo. Por tanto defender en estas circunstancias un régimen caduco no tiene sentido excepto para liberales doctrinarios que solo creen en el estado policía y en la preeminencia de la riqueza y la propiedad sobre el bien común y la igualdad.

Por tanto es el momento de organizarnos con más fuerza y lograr en convergencia entre movimientos sociales, cívicos y partidos o fuerzas políticas no contaminadas por la corrupción, al objeto de crear el actor político que nos permita alcanzar la vuelta a la democracia y el reparto equitativo. Es el momento de aunar esfuerzos y no dispersarnos en múltiples convocatorias. Pero también de dejar de pensar que nadie solo puede. No se trata ya en un momento de emergencia social y democrática de contentarnos con subir algunos puntos porcentuales en el computo electoral, sino de gobernar, es decir de alcanzar una mayoría sólida que permita un regeneración democrática y el gobierno del pueblo y para el pueblo.

En consecuencia como hay propuestas ya lanzadas de unos Estados Generales sociales y políticos, unifiquemos rápidamente todas las iniciativas dispersas y planteemos una nueva coalición convergente que nos permita avanzar. Pero tampoco quiero olvidarme de la responsabilidad de los movimientos sociales, puesto que nosotros –los movimientos- hemos elaborado el discurso y las propuestas y las alternativas socio-políticas, en consecuencia y en mi opinión, quiere decir que hemos de abandonar nuestra torre de marfil teórica –es cierto que estamos en calles y plazas y dando la cara- pero los tiempos exigen otra cosa, otra actitud y más decisión. Tal y como ocurrió en Latinoamérica por mucho que se nos mienta en este reino bananero sobre sus procesos. O tal y como ahora está ocurriendo en Túnez, donde todas las fuerzas democráticas, laicas y anti neoliberales se han unido en un Frente Popular. Si Túnez fue ejemplo para las revueltas ciudadanas y la reacción frente a la ausencia de democracia real, bien podía seguir siendo ejemplo ahora, pues los protagonistas de la Revolución tunecina se agrupan, insisto, en el Frente Popular que incluye a partidos, movimientos y sindicatos y no lo digo por importar el nombre, sino el espíritu.

Las fuerzas sociales transformadoras antineoliberales y por el socialismo democrático y superador del capitalismo no tenemos nada de qué avergonzarnos, al revés llevamos años luchando en condiciones muy duras y denunciando los efectos negativos de las prácticas tanto ultraconservadoras como de los que han renunciado a la emancipación. Los movimientos y fuerzas agrupadas en torno a los presupuestaos del Foro Social Mundial estamos desde 1998 denunciando lo que iba a llegar con el neoliberalismo y hemos soportado una soledad ya finiquitada, pues teníamos razón y coraje. Por eso las fuerzas de izquierdas consecuentes, no debemos ocultarnos, pero debemos ser generosas, abiertas y capaces de elaborar una nueva forma de organización más democrática y transparente. Más comprometida si cabe y aprender de los movimientos.

Estamos ante una emergencia y eso requiere generosidad, valores y prácticas claramente diferenciadas de los que ejercen el poder. Pero sobre todo hemos de buscar una alternativa puesto que fuerzas ocultas y no tan ocultas de la extrema derecha y de la derecha económica, ya la tienen. El mismo PP tiene su estrategia de cambio confusión y perpetuación. Es ya muy antiguo, renovemos todo para que todo siga igual. Denunciemos el desorden para proponer un orden nuevo, es decir el fascismo que hoy se esconde tras la excusa del gobierno de los técnicos y de los supuestos sabios.

Nadie pues de los que creemos que otro mundo es posible, nos podemos apartar, pero para construirlo las propuestas son simples y en varias direcciones aunque convergentes:

–      Movilizarnos contra la corrupción y los recortes y privatizaciones, la mayor parte de las veces, por no decir todas, corruptas.

–      Apoyar la convocatoria de la Alter Summit o Cumbre Alternativa europea convocando las manifestaciones del 13 o 14 de Marzo, según sea la reunión del Consejo Europeo de la UE, en contra de sus políticas de austeridad y por una Europa diferente de está que está bajo el dominio de la dictadura de los mercados. A la calle ya. No podemos seguir sin reaccionar.

–      Marchas y acciones por la dignidad.

–      Estados Generales de ciudadanía y movimientos sociales y socio-políticos al objeto de crear al actor político coaligado que nos permita vencer a la corrupción y luchar por la justicia.

–      Exigencia ya del fin de las amnistías fiscales, el fraude fiscal consentido y auditoria de la deuda. No pagar la deuda ilegitima. No consentir más que la deuda privada y de los bancos la paguemos los y las ciudadanas.

–      Reconquista de la soberanía popular hoy secuestrada y de la independencia del Estado Español vendido a intereses del capitalismo europeo e internacional. Por una Europa de los pueblos.

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