Socialismo21 » 5 febrero, 2013

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Pan y chorizos

187218058_640Montserrat Galcerán, Filosofa, Catedrática Emérita de la Complutense

«A poco de volver tras varios meses de ausencia del país, los escándalos de corrupción que se suceden me han dado la medida justa de lo que está pasando: Esperanza Aguirre logrando traerse a Carro­mero; Con­vergencia i Unió acusados en Cata­lunya; Rodri­go Rato colocado en Telefónica; Güemes fichando para la sanidad privada en Madrid y, por último, el escándalo Bárcenas. El país está convulso mientras las autoridades aparentan no darse cuenta: están ciegas y sordas, como en los peores tiempos del Franquismo».

Cuando, por otra parte, las movilizaciones no cesan. A las diversas mareas les suceden los encierros, las múltiples plataformas, las manifestaciones multitudinarias, las peticiones públicas, las noticias constantes en los foros y blogs de internet. Hay un “poder en movimiento” por parte de la población que presiona a las instituciones, pero los políticos no hacen caso. Aferrados a sus puestos, a sus cargos y a sus prebendas, y encumbrados por la mayoría absoluta en el caso del PP, o hundidos por su derrota, en el del PSOE, siguen imperturbables en sus trece.

Me parece importante constatar dos aspectos en esta penosa situación: la primera es que, a pesar de contar con mayoría absoluta en el Parlamento, el partido en el Gobierno no ha respondido a los requerimientos de la población, ni siguiera de sus propios electores. El PP ha perdido en un año casi un tercio de su apoyo electoral, y está políticamente arrinconado y en caída libre. Y el PSOE no consigue rentabilizar en su beneficio el desgaste de su contrincante.

Como consecuencia de ello, y ésta es la segunda cuestión a resaltar, hay quien puede creer que lo más urgente es un recambio en las élites políticas: sustituir los políticos actuales por otras personas que no hayan sido corrompidas todavía, que pertenezcan a otros grupos hasta ahora minoritarios a los que dar una oportunidad y lograr, con un cambio en la ley electoral, un mayor ajuste entre gobernantes y gobernados. Y hay también quien piensa que la salvación deberá venir de algún líder carismático que aflorará en el momento oportuno. No me cansaré de repetir que esta última sería, si cabe, la peor de las opciones. Pues estos deseos, tal vez bienintencionados, chocan con el lugar que ocupan los gestores políticos en la dinámica del capitalismo contemporáneo, cuando la lógica del beneficio privado se extiende a todas las áreas de la reproducción social, incluida la salud, la educación, el cuidado de la vejez… y cuando los beneficios obtenidos de la gestión de lo “común”, como el espacio urbano o los residuos, superan en mucho los que se pueden obtener de un negocio cualquiera.

En este marco la lógica de la representación no funciona, porque los partidos políticos no operan como representantes de los ciudadanos sino como potentes máquinas de absorber riqueza. La corrupción no es sólo el delito de alguien más o menos venal. Es la reacción de las élites dominantes para intentar acaparar el máximo de riqueza en un sistema capitalista que está dando señales de agotamiento global. El triángulo formado por los depósitos en los paraísos fiscales a donde va a parar esa riqueza, las estructuras políticas que la gestionan y los ingresos obtenidos, así como los pagos a sus funcionarios forman un ciclo por el que fluye, escapándose, parte de la riqueza colectiva. Como una potente máquina extractora es capaz de identificar los puntos del sistema donde se puede generar un excedente aprovechable, ya sean las licencias para la construcción, los servicios de seguridad y, últimamente, la privatización de los servicios públicos.

El sistema de partidos está sirviendo así de palanca para el empobrecimiento de una parte mayoritaria de la población, por lo que resulta evidente que nos tenemos que inventar nuevas formas de organización política, capaces de traducir la débil fuerza de los individuos y de los movimientos en una potencia colectiva de mayor envergadura y susceptibles de dar expresión política a las nuevas formas de cooperación social.

Se sitúan ahí los actuales esfuerzos ‘destituyentes’ –por desahuciar a los políticos actuales– y ‘constituyentes’ –por desbordar las actuales instituciones–. En cierta medida ambos esfuerzos van de la mano, pero no coinciden. En nuestro país conozco tres iniciativas que van en esta dirección: las asambleas constituyentes, la formación de un frente cívico propuesto por Julio Anguita y, recientemente, la puesta a punto del Partido del Futuro. Las tres son importantes pero tienen características distintas.

La más innovadora es la aparición del Partido X y eso porque sitúa su base en el mundo de la red. A diferencia de los otros proyectos, cuya composición es presencial y usan la red básicamente como herramienta de comunicación, el Partido X ‘nace’ en la red y pretende mantenerse en ella explorando formas de democracia digital hasta ahora desconocidas o poco usuales. En este sentido se coloca en el punto más avanzado de las tecnologías contemporáneas, lo que es por sí mismo un ‘plus’ frente a otros intentos. Mi duda es que justamente ese punto no le permita llegar a todas aquellas capas de la población para quienes las nuevas tecnologías siguen siendo un profundo arcano y lo encierre en un público específico: joven, mayoritariamente urbano y ducho en internet. Otro punto a considerar es que si constatamos que, a pesar de su aparente horizontalidad, la estructura de la red es relativamente jerárquica, la horizontalidad democrática no está sin más garantizada.

Lo más interesante en este intento es que aporta una concepción nueva de la metodología a seguir, pues rompe con la idea clásica de las reuniones en las que, tras los inevitables discursos, se toman determinadas decisiones, para sustituirlo por un proceso continuo a través de la red en el que se van adoptando los consensos necesarios. Su propuesta, más que en un programa, se centra en unas normas de funcionamiento que privilegian el referéndum, la votación continua y la transparencia, al estilo de lo ocurrido en Islan­dia y de algunas prácticas novedosas que se están experimentando en Brasil.

Localizado en la red, carece de la dimensión territorial del movimiento 15M e incluso de las asambleas constituyentes, que tienen base territorial. Entiendo que, en el debate que se abre, la dimensión tecnológica es una cuestión de importancia. La política representativa está resultando altamente peligrosa y espero que tendencialmente se convierta en algo cada vez más residual, en la medida en que la toma de decisiones se traslade a la democracia directa y participativa y a los protocolos virtuales. De ahí que, si lográramos conectar las asambleas constituyentes y el movimiento 15M con el Partido del Futuro, tal vez conseguiríamos visibilizar la ruptura en los códigos políticos que es precisa para enfrentar la situación actual. Sólo si conseguimos devolver la capacidad de decisión a las personas afectadas creando entre todas un amplio espacio de comunicación, lograremos empezar a diseñar una democracia interactiva y comunicativa a la altura del siglo XXI.

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Algo muy grave está pasando

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martinez

Politólogo y miembro de Socialismo21  y Construyendo la Izquierda

Advierto, los movimientos en la prensa de Madrid y las esferas del poder central de estos últimos días, aún habiendo conseguido algo muy positivo como es la reacción de muchísimas personas, bien de forma activa echándose a la calle de numerosas ciudades del estado español exigiendo la dimisión de este Gobierno corrupto, o firmando escritos de dimisión, e incluso manifestando su malestar en encuestas demoledoras para con Rajoy y sus amigos, tienen en su origen una carta guardada en la bocamanga. Es muy bueno que salgamos a la calle diciendo chorizos fuera y que esta crisis es una estafa, pero también que sepamos qué se cuece en las esferas gatopardianas del poder real. De los que, más allá de partidos, manejan el estado. Debemos intuirlo para actuar en consecuencia.

Los papeles Bárcenas los sacan al alimón “El Mundo” y “El País”, es decir un sector del PP y un sector muy poderoso del PSOE. Puede parecer evidente que tras estos medios hay poderosos intereses tanto económicos como políticos, y que medios empresariales tan influyentes deben tener serios indicios para arriesgarse a sacar a la luz estas noticias. No son jueces, pero están muy informados, y eso es evidente y palmario.

Algo hay detrás. En una asociación de izquierdas muy seria y respetada en esta opción ideológica, hace algunos meses ya recibimos información muy solvente acerca de una golpe de salón que se preparaba contra Rajoy -si, contra Rajoy- pues un sector muy importante del poder entendía que le faltaba fuerza y liderazgo para acometer una crisis que compromete seriamente los intereses de las oligarquías, del establishment madrileño que acumula el poder. Los oligarcas desean más contundencia, más “reformas” y una concentración mayor de poder.

Se sabe además que el régimen ha perdido toda la confianza popular, y los partidos del sistema ya no solo no son de fiar, sino que están bajo mínimos. La monarquía, su otro bastión de poder, ha perdido confianza y las personas comienzan a percibir su inutilidad, así como sus claros síntomas de “debilidades económicas”. Cuando todo se derrumba urgen soluciones rápidas y no siempre ortodoxas.

El poder financiero hace tiempo que exige un gobierno de concentración y/o una gran coalición PP-PSOE-Derechas Nacionalistas, que salvaguarde los intereses de la oligarquía que nos domina. También del entramado político-económico del régimen del 78, incluidos los beneficios adicionales que este produce. El hundimiento en las encuestas del PP y del PSOE, indican que unas elecciones generales anticipadas tampoco pueden ser la solución, luego mucho ojo y atentos. Pues a pesar del recambio de UPyD en la derecha, las cosas no están claras. Si a esto le sumamos el problema catalán y el vasco que ya se vuelve a otear, todo está servido. Pero lo que más les asusta es la reacción social, el imprescindible por nuestro bien -el de paradas y parados, pensionistas, jóvenes y clases trabajadoras- estallido social, que también, no solo ya se intuye, sino que cada vez de forma inexorable se aproxima más. Luego un golpe de timón conservador, un golpe neoliberal, están en el horizonte.

La reacción popular y las manifestaciones no solo son la respuesta lógica, sino hay que incrementarlas y seguir con ellas y con las huelgas obreras en la limpieza, servicios públicos y los transportes. Pero necesitamos con urgencia un frente amplio del pueblo trabajador, apoyado por la Cumbre Social, que se enfrente con éxito a esta operación que todo parece indicar que se está fraguando.

No hay tiempo. No es momento de echarse nada en cara, ni de ajustar cuentas. Es, eso si, un tiempo en el que hay que actuar a la vez con responsabilidad y valentía, y conformar sin pérdida de tiempo una Coalición Social y de las izquierdas y los y las antineoliberales.

Llevo tiempo diciéndolo y machacándolo. Tanto Socialismo21 como Construyendo la Izquierda, entre otras fuerzas, lo están exigiendo y poniendo encima de la mesa a todas y todos los que nos quieran escuchar. También hace tiempo se lo propongo, directa o indirectamente, a ATTAC España y otros movimientos sociales. Y la verdad me gustaría estar equivocado, pero…

IU no puede pensar que un 15% -si es que se diera efectivamente- en un panorama de elecciones anticipadas es la panacea. La intención de voto total es de un 53%, según la encuesta de Metroscopia del 3/2/2013; es decir, que muchas personas tanto hartas como manipuladas se van a quedar en casa. La derecha solo desea que la izquierda sociológica y social se quede en casa para volver a mandar, y a la postre ya saldrá UDyD para hacerles el apaño. Eso o hacerle el avío al PSOE. Por eso es tan necesario el frente amplio de las izquierdas y la indignación. Los socialistas, que no socioliberales o simples liberales emboscados en el PSOE, sabremos como actuar. Sabremos cual es nuestro lugar.

Hoy Domingo 3 de Febrero, Rubalcaba ha pedido la dimisión de Rajoy para nombrar a “otro presidente” que pueda pilotar este barco a la deriva, pero no ha pedido elecciones anticipadas -era lo lógico tras pedir la dimisión del líder del PP- ni ha anunciado por ahora una moción de censura. A mi me ha chirriado, no se si a ustedes también.

No hay tiempo ya. La respuesta antineoliberal no puede tardar. Rajoy debe dimitir, claro. Pero no solo por hacer algo que ya sabíamos que se hacía entre la derecha y otros liberales y era moneda común en el partido de las derechas, sino por estar empobreciendo las clases populares del Estado, para enriquecer a ricos y poderosos y vender nuestra dignidad y la independencia del estado español.

 

 

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