«…Podemos confirmar que en este momento hay ciudadanos españoles alistados como mercenarios “voluntarios” en la legión francesa y que anteriormente habían estado destinados en el ejército español en el Líbano y Afganistán…
Las declaraciones del presidente Obama el día 1 de septiembre, sitúan la crisis siria, como el conflicto con repercusiones globales más importante en los últimos 50 años. Desde la crisis de los misiles cubanos en 1962 no habría sobrevolado sobre el conjunto de las naciones el peligro de una guerra generalizada.
La ministra de Asuntos Exteriores italianas, Emma Bonino; lo definía con claridad: «Deberíamos evitar que se hiciera mundial (con un conflicto armado a mayor escala) un drama que es internacional. E incluso la opción número uno de una intervención limitada corre el riesgo de hacerse ilimitada»
El presidente Hollande y especialmente el presidente Obama se han subido a un árbol y no saben cómo bajar de él. Su propia retórica belicista los atrapa. En la búsqueda de una salida airosa suben la apuesta y el nivel de enfrentamiento. La trampa en la que se ha visto atrapado Obama (no por ello menos responsable) tiene varios instigadores.
El primero: los propios sectores de la industria militar y la ultraderecha; los acuerdos alcanzados hace unos meses entre demócratas y republicanos implicaban la reducción de programas sociales y también el recorte de unos 140000 efectivos militares (incluidas las reservas); de esta forma se justificaría que el peso del recorte afectará sólo a las clases populares.
La belicosidad de los medios de comunicación estadunidenses, muchos de ellos al servicio de las industrias de armamento es otro elemento central: por ejemplo la cadena televisiva CNN, inmediatamente después de la alocución del presidente, cuestionó la declaración de Obama de llevar la resolución al Congreso.
El segundo: obviamente el país que pretende obtener mayor rédito político en esta guerra, Israel. Su acción militar se inscribe dentro de la lógica belicista del gobierno Netanyahu. Su objetivo no es únicamente Siria, que también, sino Hezbollah y sobretodo Irán. Israel no tiene capacidad militar para atacar por sí sola a Teherán, necesita el músculo aéreo que le puede proporcionar EEUU.
La resistencia de la Casa Blanca a inmiscuirse en una guerra directa contra el país asirio, ha obligado al gobierno hebreo a fomentar por todos los medios la generalización de la guerra en Siria como paso previo.
Las pistas se acumulan: los ataques de la aviación israelí contra Damasco, el apoyo logístico a los opositores cuyos heridos, por ejemplo, son retirados del campo de batalla por ambulancias hebreas y curados en hospitales militares, el despliegue de tropas sobre el territorio, toda la argumentación sobre el ataque con gas en Ghouta, fue obtenido por el ejército hebreo y fue celebrado por las emisoras de TV hebreas con alborozo y grandes elogios a los “héroes opositores”.
El tercero: las teocracias petroleras del golfo, Qatar y especialmente Arabia Saudita, dispuestas a extender su visión de un Islám feudal y reaccionario, que encuentra en Irán no sólo un rival religioso sino especialmente económico.
La explotación de los nuevos yacimientos de gas en Irán, en el Caspio y el Mediterráneo Oriental prefiguran un cambio drástico en la hegemonía mundial sobre las fuentes energéticas y especialmente los nuevos gaseoductos que están en proyecto. La destrucción de Siria es el paso imprescindible para el aislamiento y la destrucción de la potencia persa.
El cuarto: la escasa capacidad de la administración Obama. Un Secretario de Estado incapaz de definir una estrategia clara como se vio con la crisis egipcia; los bandazos de la acción exterior norteamericana, apoyando a los hermanos musulmanes y al ejército egipcio (sus grandes aliados en el país de las pirámides y enfrentados finalmente entre ellos) en una situación que Norteamérica ha sido incapaz de controlar.
La irresoluta crisis Libia, iniciada con la señora Clinton, y continuada con el señor Kerry, que provocó la muerte del embajador norteamericano y la destrucción del país, la derrota en Afganistán….etc. Es tal la mediocridad del personaje que en uno de sus últimos discursos y ante su incapacidad de justificar el ataque a Siria acabó diciendo: «… ya ha quedado claro al mundo….» (eso es, porque yo lo digo).
Por otra parte el Pentágono es extremadamente cauteloso, avisando del coste ruinoso de una guerra directa en Siria y las escasas perspectivas de victoria a corto y medio plazo
La futilidad de los argumentos presentados por la administración demócrata ha conducido a una situación hasta hace pocos meses poco menos que inimaginable.
Casi el 50% de los países que conforman la OTAN se oponen a la aventura militar y entre ellos, los más importantes: Inglaterra, cuyo “premier” ha demostrado una incapacidad rayana en el ridículo, Alemania, Italia, Austria que ha prohibido el sobrevuelo de aviones de la OTAN por encima de su territorio, Bélgica otrora atlantista fiel e incluso la fidelísima Polonia, que ha reaccionado al igual que Austria.
El portaaviones fundamental en el ataque a Siria es nuevamente España. Las bases navales y aéreas de EEUU en nuestro país nos sitúan en primera línea de fuego. Es más, podemos confirmar que en este momento hay ciudadanos españoles alistados como mercenarios “voluntarios” en la legión francesa y que anteriormente habían estado destinados en el ejército español en el Líbano y Afganistán. Se hallan en los puntos de concentración de la OTAN en la frontera jordano/siria, listos para intervenir, si fuera necesario, como tropas de choque.
El vacío de la argumentación de Obama es tal que sólo consigue el apoyo de países tan significativos en el teatro mundial como Marruecos o Guatemala. Washington no presenta pruebas reales por que no las tiene.
El discurso de Kerry/Obama/Hollande, ha pasado en las últimas horas de promover una intervención cuasi-humanitaria, a hablar de preservar la seguridad de sus aliados en la zona (Israel, Jordania, Turquía e Iraq, como si el gobierno sirio los hubiera amenazado), a agitar la gastada bandera de la seguridad nacional, como si Siria estuviera a punto de atacar a Norteamérica.
En los últimos días y horas se suceden los informes. Hace tres días un alto funcionario de la ONU manifestó que Washington, Londres y París se opusieron a la petición de identificar los responsables del uso de armas químicas en Khan al-Assal, el 19 de marzo.
Carla del Ponte se refirió este hecho acusando directamente a la “oposición” de haber utilizado estas armas. De igual forma, cuando el día 21 de agosto se produjo el ataque en Ghouta, la Comisionada de las NNUU para Siria, añadió a la televisión suiza: “Hay fuertes sospechas concretas, pero no todavía no tenemos la prueba irrefutables, de que los rebeldes utilizaran el agente neurotóxico”.
En definitiva ¿Para qué iba a utilizarlas el gobierno sirio, cuando está ganando la guerra sobre el terreno como reconocen todos los observadores militares? Washington bloqueó la llegada de los observadores que había pedido el gobierno sirio durante cinco meses, y justamente a 8 km de la posición que ocupan los enviados de la ONU, se produce un ataque con gas. ¿A quién beneficia? Hoy se publica de fuentes periodísticas norteamericanas muy solventes que grupos de opositores se responsabilizan de la utilización de gases tóxicos en Ghouta.
Obama ha caído en una enorme trampa tendida entre Israel y los sectores más ultraderechistas de Washington. La Casa Blanca carece de pruebas concretas para acusar a Siria; por éso pretendía atacar rápidamente si en aval del Consejo de Seguridad de la ONU y sin esperar el informe de los inspectores de la Organización. La retórica militar lo lleva casi al punto de no retorno.
La posición firme de Rusia (que ya no es el país de Yeltsin, sino una potencia de primer orden) y China vetando la resolución inglesa en las NNUU, y la determinación de los aliados sirios evitó un ataque inmediato.
La alternativa de Obama ahora es ganar tiempo. El 9 de septiembre se reúne el legislativo norteamericano. Espera, mientras, que en la reunión del G-20 en San Petersburgo de esta semana encuentre un punto de acuerdo que permita salvar la situación. Ésa es la puerta que encontró Cameron, el premier inglés, y la que pretende Obama.
Eduardo Luque Guerrero.