Socialismo21 » 13 noviembre, 2013

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Siria: 100 mil mártires para llegar a Ginebra2

imagesimagesdescarga (1)Thierry Meyssan, periodista fránces.

La Conferencia de Ginebra, en junio de 2012, debía sentar las bases de la paz en Siria. En aquel momento, para no entrar en conflicto con Rusia y China, la OTAN había renunciado a desatar contra Siria una campaña de bombardeos, similar a la que había aplicado contra Libia. La Francia de Nicolas Sarkozy había negociado la retirada de sus consejeros militares presentes en el Emirato Islámico de Baba Amro y obtenido la devolución de los oficiales franceses que habían caído prisioneros en aquel lugar. Se podía estimar lógicamente que el Estado sirio había ganado la partida y que el regreso a la normalidad estaba cerca.

Sin embargo, en la noche del 30 de junio, la Francia que acaba de elegir como nuevo presidente al socialista Francois Hollande emitía una reserva sobre la interpretación del comunicado final de Ginebra. Según el nuevo gobierno francés, como el futuro gobierno de transición sirio debía contar con la anuencia de todas las partes, el acuerdo de Ginebra implicaba la salida definitiva del presidente sirio Bachar al-Assad. Una semana más tarde, el presidente Hollande recibía en París a los participantes en la 3ª reunión de los «Amigos de Siria», teniendo como guest star a Abou Saleh –el joven periodista de France24 y deAl-Jazeera que había hecho reinar el terror en Homs. Terminaban allí las promesas de Sarkozy: ante el fracaso de la guerra de 4ª generación (la de las mentiras mediáticas), se decidía pasar a una guerra similar a la desarrollada contra la Nicaragua sandinista a finales de los años 1980 con la intervención de decenas de miles de combatientes extranjeros.

El brusco cambio de actitud de Francia estuvo determinado, al mismo tiempo, por las ambiciones de un grupo de miembros de la clase propietaria y por la corrupción del nuevo equipo dirigente.
-  Para algunos capitalistas, la crisis económica de 2008 se caracteriza por la imposibilidad de obtener grandes ganancias en Francia debido al empobrecimiento de las clases populares. Así que empujaron al entonces presidente Sarkozy a preparar la guerra en Siria, proyecto cuya aplicación prosiguieron mientras aquel presidente negociaba la retirada francesa. El representante de los intereses de aquellos personajes en la sede de la presidencia de Francia era el jefe del estado mayor particular del presidente de la República, el general Benoit Puga, a quien el nuevo presidente Francois Hollande mantuvo en ese cargo.
-  La campaña electoral de Francois Hollande estuvo financiada fundamentalmente –y también ilegalmente– por Qatar. Este minúsculo emirato, antiguamente vinculado a Francia, estaba gobernado por el ambicioso jeque Hamad desde el golpe de Estado de 1995. En 1999, el emir Hamad autoriza Exxon-Mobil a explotar de forma ilimitada los yacimientos de gas de Qatar. En pocos años, el pequeño emirato se convierte en un gigante mundial del gas y en propiedadde facto de la familia Rockefeller. A su llegada a la presidencia de Francia, Francois Hollande escoge como ministro de Relaciones Exteriores a Laurent Fabius, quien había servido de intermediario entre él y el emirato. Pero Fabius es ante todo lo que se ha dado en llamar «un amigo de Israel». Actuando como tal, Fabius empujará Francia a «desangrar» Siria.

El ataque comenzó el 18 de julio de 2012 con un atentado que costó la vida a los miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Siria. Siguió a ese atentado una guerra de año y medio que dejó más de 100 000 muertos. En este momento, ya se ha llegado a la conclusión de que esta guerra no tendrá solución militar, dado que los Contras eliminados son rápidamente reemplazados por otros.

Moscú y Washington hablan en este momento de una Conferencia Ginebra 2. En efecto, el Reino Unido se vio oportunamente obligado a retirarse como resultado de un voto de la Cámara de los Comunes; el emir de Qatar fue obligado a abdicar por presiones de Estados Unidos; Francia no ha podido mantener su presión militar después de su intervención en Mali; Turquía está demasiado dividida para poder embarcarse en ningún tipo de operación de gran envergadura. No queda, de hecho, más que un solo jugador: Arabia Saudita.

Riad instaló a su ministro adjunto de Defensa en Amman –la capital de Jordania– para formar allí una fuerza de 50 000 mercenarios. Lo previsto era que el ataque químico perpetrado en la Ghouta por los Contras y con material proveniente de Turquía daría un giro a la situación. Los comandantes aliados se reunieron en Amman para preparar la operación de cambio de régimen… pero no pasó nada.

En realidad, al igual que cuando Washington obligó al emir de Qatar a salir del escenario, toda la excitación sobre los anunciados bombardeos estadounidenses contra Siria no tenía más objetivo que forzar la retirada de Arabia Saudita. Después de lanzar aullidos de dolor y de anunciar que se vengaría de Estados Unidos, los Saud parecen haber bajado la cabeza cuando John Kerry se fue hasta Riad para recordarles que si todavía se mantienen en el trono es porque Occidente así lo quiere. Resuelto ese problema, la Conferencia Ginebra 2 debería tener lugar a principios de diciembre o a finales de enero. De esa manera, los aliados de Estados Unidos concretarían por fin el acuerdo secreto pactado entre Moscú y Washington hace año y medio.

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Democratizar es desmercantilizar

descarga«Lo destacaba bien Marx, al decir que cuando las constituciones liberales enuncian que  “Todos son iguales frente a ley”, ahí empieza la desigualdad. Pero mientras sea desigualdad económica, social, cultural, el liberalismo las soporta, con tal de que sus cánones para calificar a un país como democrático sigan vigentes: separación de los poderes, elecciones periódicas, multiplicidad de partidos, prensa libre (“libre “quiere decir “privada” en el vocabulario liberal)».

Emir Sader
Profesor de la Universidade de São Paulo (USP) y de la Universidade do Estado do Río de Janeiro (Uerj)

La fragilidad de las democracias liberales quedó confirmada conforme pudieron convivir con el neoliberalismo y, más que eso, ser funcionales a ese modelo de exclusión social. La brutal penetración del dinero en todos los poros de la sociedad llegó de lleno a la política, con la financiación de campañas electorales, con loslobbies en los Parlamentos, todo absorbido por las democracias liberales, revelando su inmensa elasticidad. Así como, a la vez, han convivido y siguen conviviendo con modelos económicos neoliberales, de concentración de renta, exclusión social, expropiación de derechos fundamentales, aumento exponencial de la pobreza y miseria.

Lo destacaba bien Marx, al decir que cuando las constituciones liberales enuncian que  “Todos son iguales frente a ley”, ahí empieza la desigualdad. Pero mientras sea desigualdad económica, social, cultural, el liberalismo las soporta, con tal de que sus cánones para calificar a un país como democrático sigan vigentes: separación de los poderes, elecciones periódicas, multiplicidad de partidos, prensa libre (“libre “quiere decir “privada” en el vocabulario liberal).

La era  neoliberal representa el máximo de realización del capitalismo en su afán de transformar todo en mercancia, en mercantilizar todo. Libre de las trabas de las reglamentaciones estatales, el capital fluye sin limitaciones, realizando la utopía de que sea un mundo en que todo se compra, todo se vende, todo tiene precio. En nuestros países, esos procesos han trasformado profundamente a nuestras sociedades, destruyendo la escasa red de protección de nuestros Estados, trasfiriendo hacia el mercado lo que eran derechos: a la educación, a la salud, a la cultura, al transporte, a la vivienda.

Gobiernos postneoliberales tratan de revertir ese brutal proceso de mercantilización, reponiendo en la esfera pública lo que fue llevado a la esfera mercantil. Frenando los procesos de privatización, revirtiendo en algunos casos empresas privatizadas a la esfera estatal. Pero, en lo fundamental, reconociendo y ampliando derechos de la gran mayoría de la población, víctima de la expropiación de derechos de parte del neoliberalismo.

La polarización fundamental en la era neoliberal se da entre la esfera mercantil y la esfera publica. Aquella, la esfera del mercado, del consumidor, de la selección social por medio del dinero. La esfera publica, a su vez, es la esfera de los derechos, de los ciudadanos, de la inclusión social. El Estado es un espacio de lucha hegemónica entre la esfera publica y la esfera mercantil, pudiendo ser tanto un Estado financiado, cuanto un Estado refundado alrededor de la esfera pública. En el Estado, decía Pierre Bourdieu, siempre hay  una mano derecha y una mano izquierda.

El neoliberalismo destroza al Estado e intenta imponernos la opción entre estatal y privado. Es decir, entre un Estado desarticulado por ellos o el mercado —que es lo se esconde detrás de lo que ellos llaman de espacio privado—. Mientras que la disyuntiva es distinta: donde el neoliberalismo habla de esfera privada, lo que hay es la esfera mercantil. Y la esfera contrapuesta no es la esfera estatal, sino la esfera pública. La polarización que articula el campo teórico en la era neoliberal es la que se da entre esfera pública y esfera mercantil.

Democratizar nuestras sociedades es desmercantilizarlas, es transferir de la esfera mercantil hacia la esfera pública, la educación, la salud, la cultura, el trasporte, la habitación, es rescatar como derechos lo que el neoliberalismo impuso como mercancia. Esa es la mayor batalla de la era neoliberal: la afirmación hegemónica de la esfera pública en contra de la esfera mercantil. Una sociedad justa es una sociedad centrada en la esfera pública, en la universalización de los derechos, en los ciudadanos, como sujetos de derecho.

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