Socialismo21 » 4 junio, 2014

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Anguita : La solución es crear un Contra Poder Cuidadano

descarga (1)«No hay que pensar ya en coaliciones electorales, en frentes retóricos y ampulosos, NO «.

«Hay que crear un poder ciudadano en el que nosotros [los partidos] seamos una parte, la levadura de ese contrapoder ciudadano».

Entrevista Julio Anguita publicada por Publico. es

«Yo no creo ya a estas alturas que ninguna fuerza política pueda resolver el problema, la solución es el contrapoder ciudadano», asegura el excoordinador federal de Izquierda Unida, Julio Anguita.

Fiel al estilo directo que le caracteriza, el impulsor de ‘Frente Cívico: Somos Mayoría’ carga contra los tertulianos de la derecha mediática, contra los corruptos y contra los empresarios de la comunicación, por los que también ha perdido la fe.

Preguntado por cuál es la salida a la situación política y social de nuestro país, y por si Podemos e IU deberían unirse en una misma lucha, Anguita rechaza las palabras ‘frente’ o ‘coalición’. A su juicio, la izquierda debe coordinarse, acordar un programa de 15 medidas y debatirlo con los españoles: todo para crear un contrapoder ciudadano que eche del poder a quienes lo ostentan; todo, en el más puro ejercicio democrático.

¿Significan los resultados de las elecciones europeas el fin del régimen del 78, la caída del bipartidismo?

No, no. Puede serlo, pero no lo es. Puede, hay ahí un embrión, una carga genética que puede conducir a eso, pero a cambio de que se cree y desarrolle el contrapoder ciudadano. Ha sido un aviso. Ante el descalabro electoral, cuando la suma de los votos de lo que podemos calificar izquierda llega casi a igualar lo cosechado por el Partido Socialista, el crecimiento de Izquierda Unida y la irrupción de Podemos les han asustado.

Si no, ¿a santo de qué tanto lenguaraz  tertuliano hace esas descalificaciones, lanza esos insultos? ¿A qué santo ‘La Razón’ utiliza expresiones abyectas y llama ‘coletas’ a un señor que es el dirigente, la figura pública más conocida de un movimiento y futuro partido político? Se han desatado las lenguas más viperinas, menos educadas, de la derecha más reaccionaria ¿Por qué? El problema no es que si se juntasen Podemos, Izquierda Unida o Equo les pudieran inquietar, aunque algo les preocuparía. El problema es que este ascenso les muestra lo que puede ocurrir en la calle, lo que han creado, y les da miedo. Eso ha acelerado la decisión del rey. Él ha cumplido el papel en la farsa, en el montaje de la operación.

¿Qué lectura hizo el rey de las elecciones?

No sé qué lecturas hace, en este caso se las hacen al rey, y dice sí o no. No creo que pierda tiempo en cónclaves de discusión política.

Más allá de las calificaciones de la derecha, que se ha apresurado a augurarle una corta existencia a Podemos hablando de izquierda radical y de extrema izquierda… ¿Qué es lo que realmente refleja el apoyo de la gente a Podemos? ¿Qué están diciendo con esos votos?

Estoy harto; es una protesta. Por lo que conozco, quienes constituyen Podemos son profesionales, estudiantes, gente que todavía no ha encontrado su primer trabajo, gente harta, gente cabreada por tanto ladrón como hay en este país. ¡Pero si este es el país de los ladrones! No se levanta uno sin ver un cargo que roba, un empresario que roba. Sí, todos los días hay un ladrón que procesan y que llevan, pero todavía muy pocos han sido condenados.

Todo eso va creando una carga de rabia, de protesta. ¿Usted se da cuenta de lo que pasaría en cualquier otro país si hubiera la décima parte de los ladrones que aquí están todavía medrando? ¿Qué ocurre aquí? Hay una escasa capacidad crítica, que se manifiesta, eso sí, en momentos de rabia, en momentos de cólera, en estallidos.

¿A qué se debe este adormecimiento?

Pues mire usted, ahí tenemos que ver todos un poquito. Las fuerzas políticas -unas muchísimo y otras poquito- y los formadores de opinión, entre los que meto a ustedes, los medios. También a lo que se llama intelectuales orgánicos: catedráticos, escritores, pensadores, etc; los mismos que han ido creando esto.

¿Qué enfoque deberían aportar los medios al respecto?

En los medios no confío mucho. Tienen sus empresarios, y como empresarios están para ganar dinero y para conseguir medrar al aire del poder. ¿Usted entiende no? Hablo de los grandes medios, le doy poca cancha a los medios de comunicación, mientras no haya una ley que vaya contra la concentración de poder y de propiedad de medios de comunicación.

Una ley que garantice la transparencia, y que los medios puedan mantenerse con determinado decoro… Hasta que eso no sea posible yo no confío en los medios de comunicación, mire usted. Hay periodistas sueltos, personas, pero los medios como tales… mientras lo importante sea el ‘share’, el público que hay y que determina los ingresos por publicidad, poco se puede sacar de eso.

Anteriormente ha utilizado la palabra casta. ¿Alude al mismo concepto al que recurre Pablo Iglesias?

Sí, totalmente. Tenga en cuenta que es una expresión que yo he utilizado también muchísimo. Una casta es alguien que tiene unos privilegios que no tienen los demás. El concepto clase es distinto del concepto casta; la clase se define por la propiedad o no de medios de producción y el lugar que se ocupa en la producción económica, mientras que la casta es algo más semejante a la nobleza. Tiene unas prerrogativas… incluso por ley, y por uso y costumbre. Una casta une a individuos de distintas extracciones y procedencias dentro de un ámbito de privilegios expresos y de privilegios tácitos; eso es una casta.

Si uno de sus referentes es Pablo Iglesias, como ha dicho hace poco, ¿qué es Cayo Lara?

Mire usted, para mí ha llegado el momento… ante lo que ha pasado y lo que está ocurriendo, estamos ante una oportunidad para que todos se tengan que entender. Pero por favor: no para hacer un frente de izquierdas, aunque suene muy hermoso. Simplemente para dirigirse a los ciudadanos y decir: aportamos nuestro granito de arena, nuestro programa, que ponemos en común para discutirlo con vosotros, para que vosotros os constituyáis en contrapoder.

Un contrapoder que desaloje democráticamente del poder a los que ahora están ahí. No para corregir, para que haya una desviación, no. Para sustituir en el poder, y eso lo pueden hacer estos colectivos, estas fuerzas políticas. No hay que pensar ya en coaliciones electorales, en frentes retóricos y ampulosos, no. ¿Estamos dispuestos a compartir un programa de cosas inmediatas, razonables, dentro de la ley?. Con la Constitución en la mano se pueden hacer muchas cosas: nacionalizar la banca.

¿Pero esta idea en qué se materializa? ¿Se unirían detrás de unas siglas?

Eso ya vendrá después; tengamos el niño y después le ponemos el nombre. Lo importante sería que la ciudadanía viera a distintos colectivos decir: ‘Señores, nos dirigimos a ustedes en nombre de los 15 puntos que compartimos, sobre los que hemos llegado a un acuerdo. Ahora los queremos discutir con ustedes para que salgan a la calle a defenderlos’. Hay que crear un poder ciudadano en el que nosotros [los partidos] seamos una parte, la levadura de ese contrapoder ciudadano.

Ya lo dije cuando hablé del Frente Cívico: Yo no creo ya a estas alturas que ninguna fuerza política pueda resolver el problema, es el contrapoder ciudadano, estas fuerzas que he citado -entre ellas la mía, Podemos o Equo, las que pueden constituirse en garantes de que el proceso se va a iniciar, para actuar como levadura. Fíjese que palabra estoy utilizando: nada de vanguardia… levadura, simplemente para animar a los ciudadanos desde el ejemplo, desde compartir un programa común que sometan a debate para que la gente se lance a constituirse.

¿Qué pasos deben seguir para ganar un poco más de fuerza y llegar a constituir este contrapoder…?

La fuerza la van a ganar dirigiéndose a la ciudadanía. ¿Vamos a hacer mañana otras elecciones? ‘Ciudadanos, hemos llegado a un acuerdo, estos son los puntos que haríamos sin gobernásemos: el salario mínimo se montaría en tanto, la pensión mínima estaría en tanto, los canales de comercialización serían transparentes de tal manera ¿Qué pasaría con la banca? Haríamos esto ¿Qué pasaría con la deuda pública? ¿Qué pasaría con la vivienda? 15 puntos, esto es lo primero que haríamos.

Y necesitamos vuestra fuerza para que esto sea posible, constituidos en fuerza en torno a 15 puntos que vamos a discutir con vosotros’. Es muy sencillo; muy sencillo de decir, y muy difícil de hacer, porque significa romper los moldes de la política clásica.

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La rebelión de todas las bases

images«Nosotros y nosotras, los afectados de esta crisis, tenemos muy claro los puntos en común y qué futuro queremos para nuestras familias. La izquierda política, sin embargo, todavía tiene que demostrar que sabe confluir y,sobre todo, que quiere hacerlo».

Jose Coy, activista social

Previamente al 25-M hemos sido muchas las personas que hemos participado en las resistencias sociales contra los recortes, los desahucios, el paro, la precariedad y la exclusión social; hemos sido mucha gente la que hemos invertido muchas horas e ilusión en el 15-M, las mareas ciudadanas o las recientes Marchas de la Dignidad 22-M.

Y lo cierto es que teníamos miedo a que el bipartidismo, ese bipartidismo que sustenta las políticas austericidas y que sigue los dictados de la Troika y de los banqueros, saliera inmune de las pasadas elecciones europeas. Pero, afortunadamente, ese 49% en el que ha quedado el PP-PSOE nos demuestra que la lucha paga y que sirve para desgastar a los poderosos, lo que desde los movimientos sociales se vive con mucha alegria y optimismo.

Y es que la caída del bipartidismo tiene mucho que ver con el fuerte conflicto social que estos últimos años se ha vivido en nuestro país. Un conflicto que, desde mi punto de vista, hay que fortalecer, haciendo confluir de forma estable las luchas y los sectores afectados por la crisis.

Porque una cosa debemos tener clara: esto no lo arregla ningún político (aunque el cambio en las instituciones sea esencial), esto lo arreglamos los pueblos, lo arreglamos los trabajadores y trabajadoras en la calle con desobediencia activa, movilizando a millones de personas de forma estable y continuada. El 22-M fue un ensayo de lo que somos capaces como ciudadanía. Ese día dimos un ejemplo de dignidad y estoy convencido de que sólo con dignidad todas las personas a las que la crisis nos ha destrozado la vida podremos salir adelante.

Pero también necesitamos un gobierno al servicio de la gente, un gobierno que impulse políticas al servicio de las personas y de los bienes comunes. Y para eso hace falta generar una nueva mayoría socio-política que convierta el estado de malestar existente en contrapoder ciudadano.

Esto es lo fundamental, porque sin un pueblo organizado detrás, ningún gobierno podrá enfrentarse a la Troika con perspectivas de éxito. Porque es evidente que, si nos negamos a pagar la parte ilegítima de la deuda, o se si derogan las leyes antisociales para recuperar los derechos perdidos, o si se intenta recuperar para el sector público los sectores estratégicos de la economía, nos encontraremos con el muro de los poderes reales, que harán todo lo posible para evitarlo.

En este sentido, debemos ir asumiendo que en esta Unión Europea los pueblos del sur de Europa no tenemos ningún futuro y que el diseño que las élites europeas tienen para la franja sur nos lleva a sociedades sin soberanía política y económica y, como consecuencia de ello, a sociedades sin apenas derechos laborales, sociales y humanos. Si no nos unimos para evitarlo, nos dirigimos sin frenos al subdesarrollo, con un patrón de precariedad y empobrecimiento que durará décadas.

Hoy todos debemos de tener claro que sin la lucha social de los últimos años, ni el bipartidismo habría caído como ha caído, ni Izquierda Unida habría triplicado sus resultados respecto a 2009, ni Podemos habría irrumpido con tanta fuerza.

Pero conviene no perder de vista que, si sumamos los porcentajes de ambas formaciones, junto al de primavera Europea, suman poco más de un 20%, lo cual si bien importante, aún es insuficiente para transformar este país. Aún nos queda por convencer a muchos millones de ciudadanos y ciudadanas de que se puede cambiar la situación dándole la vuelta a la tortilla.

Porque, igual que otras políticas son posibles, también lo son otros políticos. Admiro todas las llamadas que se están haciendo a la confluencia, pero ésta no puede ser la suma aritmética de dos o tres fuerzas politicas. No podemos conformarnos con un 20%.

Necesitamos renovación, ambición, imaginación y altas dosis de generosidad de todas las partes para ser mayoria. Aunque, conociendo las diversas capillas de las izquierdas –de todos lados– y los altos niveles de sectarismo, reconozco que es una tarea harto difícil. Hay demasiado aparataje con intereses propios y mirada muy corta para que esto sea posible.

Pero es una tarea que nos incumbe a todos y todas. No podemos dejar que algunos profesionales de la política descarrilen un tren que tiene que ir desbordado de muchísima gente, agrupada o no en colectivos sociales de todo tipo. ¿Por qué no pensamos colectivamente qué alianzas políticas y sociales son posibles? ¿Nos conformamos con el acuerdo puntual de dos o tres fuerzas políticas por arriba o queremos superar los habituales espacios de la izquierda, creando otros nuevos y transversales? ¿Vamos hacia un gran polo sociopolítico que la gente sienta como suyo? No me cabe duda de que, si hiciéramos esto posible, el miedo cambiaría de bando.

Queda mucho por hacer, pero no tanto tiempo. Las oportunidades históricas son como los trenes, o los coges en su momento o te quedas en la estación esperando el siguiente. Con la salvedad de que la historia nunca te garantiza si va a haber otro tren, ni cuántas décadas tendrás que esperarlo.

Mientras tanto, el activismo social tiene que seguir llenando las calles en toda su pluralidad. El otoño se avecina caliente, como el invierno y la próxima primavera, porque cada vez somos más los que no nos resignamos, los que nos negamos a renunciar a nuestra la dignidad a pesar de las dificultades.

Nosotros y nosotras, los afectados de esta crisis, tenemos muy claro los puntos en común y qué futuro queremos para nuestras familias. La izquierda política, sin embargo, todavía tiene que demostrar que sabe confluir y,sobre todo, que quiere hacerlo.

En este sentido, creo que todavía tiene mucho que aprender de la izquierda social. Porque la confluencia para cambiar el país se hace desde abajo, donde ya estamos convergiendo en torno a reivindicaciones concretas y objetivos comunes. Ahora es momento de que esa confluencia se amplíe al terreno político en torno a un programa mínimo común. No sé si los aparatos contemplan esta perspectiva posible, pero en las bases este deseo es mayoritario.

Es la hora del protagonismo ciudadano, de quienes luchamos sobre el asfalto. Necesitamos un nuevo gobierno de la mayoría social y una nueva institucionalidad democrática real. Necesitamos conquistar en las instituciones las reivindicaciones por las que estamos luchando todos estos años a pie de calle

Estamos viviendo momentos históricos. Lo sabemos y hay que creérselo hasta las últimas consecuencias. El régimen del 78 y sus símbolos de consenso van descomponiéndose a pasos agigantados. El bipartidismo cae, el rey abdica, las cúpulas sindicales se ven sobrepasadas en las calles –tal y como sucedió en el 22-M–, aparecen nuevas corrientes de pensamiento muy potentes que traen consigo nuevos referentes que piden paso y reivindican nuevas formas de representación y de hacer política. Es momento de pensar a lo grande, hay un tablero con forma de mosaico que tenemos que agitar y desordenar, para después ir encajando las piezas con calma.

En America Latina se pensó a lo grande y llegaron las revoluciones ciudadanas que cambiaron el tablero y las condiciones de vida de millones de personas. En Grecia pensaron a lo grande y hay un nuevo sujeto politico mayoritario que es un ejemplo para todas las izquierdas europeas.

Es evidente que vienen tiempos nuevos, pero el futuro no está escrito. De modo que podemos ir hacia un nuevo modelo de país o, por el contrario, de cabeza a una sociedad más autoritaria y desigual. Todo depende de la ciudadanía organizada y de lo que hagamos los próximos meses. Lo cierto es que todo va muy deprisa y, por tanto, ya no vale de mucho lo que repetíamos en el 15-M: «Vamos despacio por que vamos lejos».

Quienes estamos afectados por la crisis y nos han arrebatado el presente y el futuro tenemos prisa. Quienes tomamos las carreteras hacia Madrid desde el movimiento dignidad 22-M, pidiendo pan, trabajo y techo no podemos permitirnos una pausa. Entre otras cosas porque la precariedad, los desahucios, la exclusión social, la pobreza extrema y el deteriodo social también van más rapido de lo que podemos soportar.

Antes hablaba de que hacía falta renovación e imaginación. Pues bien, imaginemos una nueva mayoría que esté representada por Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Vicenç Navarro, Tania Sánchez, Lara Hernández, Diego Cañamero,Teresa Rodriguez, Marina Albiol, Íñigo Errejón, Ada Colau… y tantas otras personas que a muchísima gente sí nos representan.

Pensemos con ellos a lo grande, pensemos cómo conquistar una nueva mayoría social y política para cambiar nuestro país. Ahora o nunca, todo o nada.

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Se abre un  nuevo ciclo

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez ,Politólogo y activista social.

Co-Primer Secretario de Alternativa Socialista

Decir que nada ha pasado tras las elecciones europeas y las aguas moverán a su cauce es terriblemente conservador. Incluso denota miedo. Miedo al futuro y a la propia seguridad personal y comodidad ideológica –no hablo de la material, esa hace tiempo que no existe- sobre cómo afrontar el futuro. Y todo con el trasfondo de las pasadas elecciones europeas.

En primer lugar las elecciones han sido europeas. En segundo lugar ha vencido la abstención y en tercer lugar todo denota que el sistema político está en crisis, una profunda crisis de credibilidad y de capacidad. Capacidad política y económica a nivel europeo.

Los partidos del sistema y el pacto europeo entre liberales, conservadores y ex socialdemócratas carecen tanto de credibilidad como de alternativas. Las fuerzas del sistema no tienen más propuesta que salvar el mercado capitalista, ser competitivos en el mundo a base de rebajar salarios y hurtar derechos sociales y democráticos y seguir. Seguir mandando.

Las nuevas recetas no pueden venir de la extrema derecha. Pero cuando la izquierda abandona los barrios y los pueblos y se hace un discurso temeroso y cuidadoso, confundiendo el rigor intelectual con la ausencia de energía y discurso de los sentimientos, no sea que se meta la pata o se diga alguna inconveniencia, la clase obrera harta y sin referentes y sus hijos parados y sin futuro miran hacía quien les ofrece ilusión y esperanza. Eso explica fenómenos como el francés y el español, de PODEMOS si bien ambos y afortunadamente para el Reino de España, son antitéticos y opuestos.

La gente se queja de que cuando hablan los políticos no les entiende y además no les hacen vibrar y esperar que todo pueda cambiar y que ellos sean los protagonistas de ese cambio.

La Unión Europea aburre. Es un nido de lobistas y hay mucha influencia de las multinacionales –más que de las personas comunes- sobre ella. Los funcionarios y eurodiputados, los comisarios utilizan un lenguaje alambicado y una jerga incomprensible. El resultado que llega a los barrios europeos son las privatizaciones, recortes sociales, deslocalizaciones industriales y constantes ataques a la agricultura autóctona. Lo peor es que la ausencia de alternativas potentes y que hagan volver a soñar, provoca desafección y desconfianza. La enorme abstención ha sido también una forma de protestar. Hubiera sido mejor que se votara y se iniciará algo nuevo, sin lugar a dudas, pero esa ha sido la realidad.

El panorama es que la socialdemocracia ha agotado sus propuestas, ha asumido el capitalismo no como algo inevitable, sino bueno y es incapaz de generar ilusión. Como mucho es un mal menor. Los conservadores y liberales, son otra cosa, son el sostén del sistema puro y duro y partidarios de la injusticia y la insolidaridad, por tanto ni pierdo el tiempo con ellos ni os lo hago perder. De todas formas han ganado las elecciones puesto que las clases acomodadas y las clases medias liberales si han acudido a votar, ellos si saben lo que vale un voto. Pero ni unos ni otros, insisto, tienen alternativas.

Las izquierdas europeas

En lo que según un amigo argentino, ellos denominan el “campo popular”, las cosas mejoran pero lentamente y sin mucha capacidad de movilización con las y los que sufren el paro, la exclusión y la violencia estructural de esta violenta y maleducada sociedad de mercado y consumo, excepto en Grecia y en menor medida en Portugal y Reino de España.

Las teorías clásicas ayudan, nos enseñan a analizar, pero no a conectar con el pueblo. Mejor dicho a construir pueblo, tal y como los marxistas italianos nos enseñaron. Hay además que decir también que ideas fuerza en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, ya no sirven en su literalidad para estos tiempos. Sus prácticas políticas menos.

Por tanto hay que construir algo nuevo. Que recoja saberes y experiencias, pero que sepa ver las demandas e incluso las modas. No es solo el programa lo que les interesa a las personas. En el Reino de España la gente desconfía tremendamente de los programas y no se los lee, porqué desde la transición de política tras el franquismo, ningún programa de gobierno se ha cumplido. Ninguno. Tan solo en algunos ayuntamientos.

Cuando las ideas no bastan, los lenguajes políticos se tecnifican y el neoliberalismo ha ganado la batalla cultural, son seguramente esas mismas herramientas, pero utilizadas en nuestro favor las que nos pueden hacer cambiar. No se puede despreciar que estamos no en la sociedad de los compañeros y compañeras, sino de los fans y eso es difícil de tragar pero es así.

Tenemos las herramientas que tenemos y la radicalidad no es ya el programa, sino la forma de lanzar el mensaje. Frases que todo el mundo entienda. Propuestas que tengan que ver con la vida cotidiana y de lo local a lo global. Las alternativas son sencillas:

-Defender lo público y los servicios públicos del bienestar, incrementándolos y creando nuevo empleo de calidad con ellos.

– Como hay dinero, mucho dinero obtenerlo donde está oculto y robado a la sociedad, es decir en Paraísos Fiscales, SICAV, el fraude consentido y la delincuencia fiscal y financiera que los ricos practican habitualmente.

– Plantarle cara a la deuda, que es impagable y solo sirve como elemento de desposesión de las clases populares. Es decir de atraco y dominio. Hace falta un gobierno con valores y valor. Es imprescindible exigir y provocar al menos una quita muy importante y auditar la deuda.

-Defender el medio ambiente y el territorio. Para concienciar a amplias capas populares y obreras sobre las ventajas de un proyecto ecológico, hay que explicar y hacer pedagogía sobre lo concreto, por ejemplo que la implantación masiva de las energías renovables, puede crear cientos de miles de puestos de trabajo, al tiempo que abaratar sensiblemente el recibo de la luz. Hacer planes serios y eficientes de transporte público barato y potentes vías de circulación peatonal y en bicicleta protegidas y debidamente señalizadas en detrimento del vehículo privado. Así como la agricultura ecológica, no solo como fuente de alimentación sana, sino de desarrollo económico. Fabricación de nuevos materiales de construcción, reciclaje y transporte. Nuevos modelos de distribución alimentaria favoreciendo los mercados de proximidad y la soberanía alimentaria y con ello el abaratamiento de costes de transporte y por tanto de precio o simplemente mejora de la calidad del producto consumido.

-Banca Pública. Comenzar por hacer públicos y democráticamente controlados los bancos y cajas rescatados con dinero público.

-Acabar con las leyes hipotecarias y de vivienda. El poder fascista de grandes empresas de telecomunicación, eléctricas y bancarias debe ser no solo rebajado, sino controlado y los servicios de interés general deben contar con el sector público para su producción y distribución.

-Proteger los derechos ciudadanos y garantizar una renta solidaria y digna a las personas sin empleo de forma indefinida. Ir implementando la renta básica.

En el plano estatal y no solo europeo, pues en cualquier elección y de forma lógica se aluden igualmente a problemas del conjunto del reino y pensando ya en las próximas elecciones municipales, hay que hacer planteamientos políticos básicos y muy consensuados socialmente.

-Acabar con la corrupción del régimen del 78 del siglo pasado. La corrupción, no solo es una lacra, es la seña de identidad de un régimen monárquico que con una ley electoral impresentable pretende mantener el poder de las élites, no solo políticas, sino también económicas. No habrá regeneración política en este estado, sino se pone pie en pared a una poderosa oligarquía económica que maneja los hilos de la información y la política.

Hay más, muchas más, pero cuando la socialdemocracia se ha hundido es la hora de rescatar programas socialdemócratas, aunque con otras formas y nuevos  contenidos como el ecosocialismo y el republicanismo social. Aunque lo más importante es  que generen la esperanza de que esta sociedad injusta y este régimen corrupto se puede cambiar.

Posibles modelos a aplicar

Pero a la hora de proponer, también hay que analizar modelos de éxito. Es muy importante saber que se puede. No iré a los injusta y de forma racista denostados modelos latinoamericanos, sino europeos. Claro al hablar de Europa o bien nos referimos al modelo de bienestar que aún en crisis pueden servir como ejemplo práctico, o también a modelos de éxito electoral y de esperanza, como mínimo.

SYRIZA es pues el caso de libro. De sobra conocemos su gestación y su amplia composición y su programa, cuanto menos las personas informadas. Una amplia coalición donde hay desde antiguos maoístas, trotskistas, eurocomunistas y socialistas y socialdemócratas, pero que ha conectado con sectores populares, economía social, pequeños empresarios y autónomos así como con las víctimas de la crisis y tiene programa y líder. SYRIZA tiene un líder para ser primer ministro creíble.

SYRIZA tiene una cara que genera ilusión y una persona en la que el pueblo griego de izquierdas y progresista se identifica. Pero SYRIZA tiene una gestación no menor a los diez años. Es decir que SYRIZA ya se ha asentado y esto también da confianza. Hay quienes ven su programa desde las izquierdas, moderado, pero hoy en Europa los únicos que aterrorizan los mercados son los griegos de SYRIZA. Lo cual nos debe conducir a imitarlos en todo, pero sobre todo en su voluntad de victoria.

Estas elecciones europeas en las que he participado como candidato de la Izquierda Plural y representado a Alternativa Socialista he sostenido un discurso alto y claro, no depurado, pero si vibrante al objeto de transmitir la voluntad de vencer y de gobernar. Tsipras está convencido de que va a gobernar y para derribar al bipartidismo hay que vencer en unas elecciones democráticas o no hay nada que hacer.

Además SYRIZA ha elaborado un programa de gobierno y para gobernar Grecia, pero sin embargo, tiene muy presente a Europa de la UE, pues saben que su acción de gobierno sin una estrategia europea, es imposible de realizar, al tener el dogal de la deuda apretándole el cuello y ser este su principal problema. Es curioso que Alemania ha sido la principal instigadora de la deuda griega y ahora es su carcelero. En el Reino de España la cosa no es muy diferente.

La consideración final es que hace falta una izquierda amable y asumible. Asumible no quiere decir blanda o claudicante. Al contrario quiere decir consecuente, pero participativa y que sea consciente de que el problema no se soluciona mediante un programa maravilloso a presentar  a las elecciones, sino en cómo se  acompaña al pueblo en su sufrimiento y como se conecta con las necesidades reales de la gente.

Las personas no quieren que se les robe, ni toleran la corrupción, quieren ser felices, tener seguridad en el buen sentido de la palabra, seguridad social, seguridad de que sus hijos van a poder estudiar, seguridad de tener una vejez tranquila y con pensiones dignas, seguridad de que sus hijos van a encontrar empleo, seguridad alimentaria y de garantía de alimentación. Pan, techo, trabajo, las Marchas de la Dignidad lo han entendido perfectamente. Las personas quieren felicidad en lo cotidiano y lo sencillo y libertad, en lo personal y colectivo.

Tsipras habla de la felicidad de las personas.

Tenemos ya algo avanzado y es que lo que los partidos políticos solos, tanto nuevos o novísimos de izquierdas, como los más clásicos no han podido o sabido hacer, ya existe y son las Marchas de la Dignidad. En las Marchas todo el mundo está y todas y todos debatimos, discutimos, acordamos e impulsamos.

Somos el nuevo espacio socio-político más convergente, porqué nuestro programa son las personas y su sufrimiento y cómo enfrentarnos a las causas del sufrimiento al objeto de buscar el pan y la felicidad. Es pues la deuda y el atraco a lo público y los servicios el objetivo a batir, ¿porque se piden votos? No, porque la injusticia y la insolidaridad, la desigualdad es lo que hace a las personas infelices.

Conclusiones urgentes

Creo que hay que construir nuestra SYRIZA.

El sistema en el Reino de España, comienza a temer, a temer mucho a una energía que las gentes vuelven a recuperar. Tanto que el viejo y nada edificante Borbón ha debido abdicar para frenar el auge de las izquierdas transformadoras y defender el régimen oligárquico que ha generado finalmente la transición. Las familias ricas y poderosas del franquismo, siguen rigiendo el estado ahora vasallo de los EE.UU y de Alemania. Por eso y ante tanta inseguridad hace meses, tal vez algún año, viene fraguándose una operación de volver a apuntalar el régimen en crisis y decadencia. Pero es que la Unión Europea también ha entrado en una profunda crisis y por tanto urgía tomar medidas y poner alguien serio, más joven y militar con las enseñanzas bélicas más actualizadas a controlar la autoritaria e inconstitucional en muchas de sus prácticas monarquía español. El nuevo rey militar es pues el triunfo de un golpe de salón oligárquico, que el régimen necesita para perpetuarse.

Los partidos políticos en este tema muy claro y sencillo, se deberán definir. Están con el pueblo y la democracia o con la oligarquía y su vasallaje extranjero, económico y militar. Esa será la línea fronteriza.

Ahora llegan las elecciones municipales y el precedente de Abril de 1931 aterroriza a los poderosos y a las cúpulas políticas sistémicas. Rubalcaba y Susana Díaz apoyando al rey y al régimen han demostrado que esto no es cuestión de edades, es cuestión de estar o no con la democracia y con la democracia económica a con la oligarquía tradicional y su principal herramienta de dominio, la monarquía.

Por todo eso, ahora las elecciones municipales y si hacemos lo mismo que en las elecciones europeas perderemos la posibilidad de vencer. Nosotros y nosotras no estamos aquí solo para asustar, estamos para ganar y gobernar, como pueblo y con el pueblo, para el pueblo.

 

 

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A Formar un Frente Popular Repúblicano

05 2012Miguel Manzanera Salavert

Las elecciones europeas han trasladado al plano político el descontento ciudadano, derivado de la crisis económica y la desastrosa gestión política de la misma. La ruptura de la Unión Europea ha aparecido como una posibilidad tras las elecciones, por el aumento de los movimientos euroescépticos en el seno de la ciudadanía europea, pero también porque una nueva crisis financiera podría traer el final del euro como moneda única.

La coalición gobernante en Europa, formada por el Partido Popular Europeo, la Alianza Liberal y los Socialistas, que mantiene la mayoría social, intentará gestionar la coyuntura con enormes problemas para evitar que la depresión económica erosione las instituciones políticas hasta disolverlas. Sin embargo, la crisis del neoliberalismo como doctrina económica y política es ya un hecho incuestionable. Atrapada Europa en la política militarista de la OTAN, ¿podrán los gobernantes europeos realizar otra política económica que la actualmente vigente? No parece fácil, y esa falta de perspectiva es la causa misma del crecimiento de los movimientos fascistas y euroescépticos en Europa.

El terremoto político derivado de la crisis capitalista, ha promovido la emergencia de un movimiento fascista de dimensiones preocupantes; pero mientras que en la Europa del norte la protesta de los votantes se dirige hacia partidos euroescépticos y de extrema derecha, en el sur europeo la protesta elige la izquierda. Ha sucedido en Grecia –donde ha triunfado Syriza como partido más votado- y Portugal –donde se nota un ligero retroceso de las fuerzas de izquierda en beneficio de la socialdemocracia, pero donde la derecha ha bajado también-; ha sucedido en la península ibérica, y ha sucedido con menos radicalidad, en Italia donde la izquierda socialdemócrata ha resucitado y la derecha populista se ha hundido.

El arco mediterráneo muestra tener una dinámica propia que requiere una estrategia común. Pero notemos primeramente que aquí la propia izquierda se presenta dividida en diferentes opciones, que pueden coincidir en su programa sin estar de acuerdo en los medios políticos para desarrollarlo, ni en las formas organizativas que se necesita implementar. Tenemos por un lado la izquierda heredera de las luchas obreras del siglo XX, enmarcada en la tradición que representan los partidos comunistas, por otro la nueva izquierda que nace de las luchas desarrolladas por los movimientos sociales. En Grecia, son respectivamente el KKE –Partido Comunista Griego- y Syriza; en Portugal, el PCP y el Bloco de Esquerda.

En el Estado español se complica más, porque a IU –vertebrada por el PCE- y Podemos, hay que agregar los grupos que nacen de las nacionalidades periféricas, que apuestan por una mayor descentralización de las decisiones políticas. En Italia la desaparición del Partido Comunista dejó un vacío, que ahora comienza a ser cubierto por la lista de apoyo a Tsypras, mientras no queda claro hacia donde se decantará la gente que anda confundida en el Movimiento 5 Estele de Grillo. También resulta significativa la victoria del Partito Democrático, afiliado a los socialistas europeos.

Lo más urgente para la izquierda del sur de Europa, es desenredar el embrollo que nace de esa sopa de letras y siglas, con un proyecto de futuro coherente fundado un programa consensuado por todos. La quiebra de las estructuras políticas corrompidas, el Estado liberal al servicio del capital financiero, pone al orden del día la necesidad de la transformación social.

En nuestro país, a pesar de que la quiebra del bipartidismo era algo esperado por los analistas políticos, la magnitud del cambio ha desbordado todos los pronósticos. Era de esperar. Los sondeos de opinión habían detectado una y otra vez la desafección ciudadana, sin querer mostrar las consecuencias electorales, optando por un conservadurismo que se ha mostrado equivocado.

Mientras que los barómetros del CIS indicaban el malestar de la ciudadanía, hasta límites que parecían imposibles de sostener, la anunciada quiebra del bipartidismo se pretendía disimular mirando para otra parte… ¿con el objetivo de influir en la opinión pública? Las dimensiones reales de la crisis estaban maquilladas por falsos supuestos de estabilidad social, cuando la crisis económica golpea brutalmente a la población.

Estas elecciones han supuesto un gran avance de la izquierda en el Estado español, que aun fragmentada en cinco formaciones políticas –IU, PODEMOS, EPDD, LPD y PRIMAVERA- ha conseguido más de 4 millones de votos –el 25,51% de los votos emitidos, con una abstención del 55%-, igualando los votos obtenidos por el Partido Popular, que ha sido la lista más votada. En mi opinión, hemos de reconocer el mérito de los cuadros políticos de la izquierda, para que haya sido así; pero esa inteligencia que la izquierda ha exhibido, debe ahora demostrar que no es fruto de un azar afortunado.

Es hora de construir un Frente Popular que haga factible un cambio de régimen político, absolutamente necesario para regenerar la vida política en el Estado español. La ciudadanía lo viene exigiendo cada vez con más fuerza, en manifestaciones y encuestas, y especialmente los resultados electorales han mostrado las posibilidades para ello. En los 36 años de democracia juancarlista, nunca el sistema político había quedado tan fragilizado ante la opinión pública como ahora.

Los acontecimientos se suceden con velocidad en estos años de crisis. El entendimiento es urgente, porque la historia va a seguir acelerada en los próximos meses; la descomposición del régimen monárquico ha empezado ya, y se profundizará a lo largo del año. El próximo otoño los catalanes celebrarán su referéndum de autodeterminación, agrandando todavía más las fisuras que se han abierto en los muros del Estado burgués. Entonces la izquierda tiene que estar bien organizada, con un programa viable y una fuerza social detrás; la falta de entendimiento sería fatal para el pueblo, la ciudadanía y la clase trabajadora -como ya sucedió en la II República-.

Ese programa estará vertebrado por la construcción de la III República, de carácter federal o confederal, para lo que sería deseable que Portugal participara en el proceso constituyente. La situación es favorable para reconstruir la Unidad de los Pueblos –o Naciones, como se quiera- Ibéricos.

El Pacto Republicano tendrá como programa la ruptura con el euro y la creación de una moneda propia. Buscará alianzas en el Mediterráneo, especialmente con otros países europeos, pero también con Estados progresistas en África y Asia. Frente a la política europea dictada por la OTAN, esa Unidad Ibérica tendrá que buscar nuevas alianzas en los países emergentes que han formado el BRIC y que están construyendo una nueva hegemonía mundial. Nuestros lazos con América Latina deben facilitarnos escoger esa vía.

En su política económica buscará reconstruir el entramado de empresas y servicios públicos desmantelados por la política neoliberal, sin abolir los mecanismos mercantiles, revitalizando la economía mediante la erradicación del fraude y el robo que han corrompido el Estado hasta sus instituciones más esenciales. En política la III República debe hacer posible la participación ciudadana en las decisiones fundamentales, el control eficaz del poder político por la ciudadanía, el respeto escrupuloso de los derechos humanos, el desarrollo de una cultura de paz y responsabilidad.

Entre las fuerzas que pueden hacer posible esa transformación conviene subrayar especialmente, el papel de la nueva formación política que ha surgido de las urnas, Podemos, como resultado de tres años de luchas populares, organizadas desde el 15M. Representa un voto joven que rompe con las formas políticas organizadas desde el sistema, que ha comprendido los riesgos políticos de la coyuntura histórica y busca una transformación social que nos proporcione un futuro auténtico.

Una organización política nacida de la movilización social, con rasgos utópicos en su programa, que hace posible y necesaria la participación de la sociedad civil en la política; esas características proporcionan Podemos un carácter republicano en su misma raíz, que necesita hacerse consciente y madurar, proponiéndose como objetivo de la acción política. Con todo lo importante que nos ha aportado esa dinámica, el proceso constituyente que ha puesto en marcha, no debe obviar que son necesarias capacidad y formación políticas para poner en marcha un proyecto de futuro factible.

Pero no se puede soslayar el papel de IU como formación política con experiencia política y un programa político sólido. Una organización política lastrada por años de luchas difíciles y vicios burocráticos, pero con un acervo político que la joven generación debe respetar y ponderar con justicia. La adaptación de IU al sistema, es percibida por la ciudadanía como un obstáculo para el papel dirigente de las luchas sociales. Sin embargo, su larga experiencia y su resistencia frente a la disolución, deben servir de norte para un movimiento social joven, que puede perderse en los laberintos de la política sin un apoyo firme en la generación con más años de lucha a sus espaldas.

Tampoco debe perderse de vista que las formaciones nacionalistas constituyen la palanca imprescindible para la ruptura del Estado monárquico. Cataluña y en Euskadi son las naciones donde el bipartidismo se ha hundido más estrepitosamente, rebañando a duras penas un 25% de los votos en Cataluña, donde los partidos republicanos alcanzan el 40% de los votos; el bipartidismo obtiene todavía menos votos en Euskadi con un 24%, donde los republicanos superan el 38%. En ambos lugares, la burguesía agrupada por la Democracia Cristiana –CIU 21,86% y PNV 27,45%-, podría apoyar el advenimiento de la III República, decantándose a favor de la transformación social.

El próximo otoño será caliente, la temperatura política se va a poner al rojo vivo. ¿Dónde están las fuerzas políticas que forjen el futuro? Es necesario trabajar las alianzas políticas que hagan posible el cambio de régimen en favor del pueblo trabajador. Para que empecemos a avizorar ya el mundo nuevo, y este resultado político no se convierta en un espejismo momentáneo.

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