Socialismo21 » 29 noviembre, 2016

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Ante qué coyuntura nos encontramos

thWim Dierckxsens, sociólogo y economista holandés.

Parece que hemos entrado en el Imperio del Caos, entendido como consecuencia de la negativa de Estados Unidos a aceptar su propio declive hegemónico. Pareciera que Obama lidió con la decadencia de Estados Unidos, tal como lo hizo Gorbachov con la ex URSS.

Con la paliza que recibieron los Demócratas en EE.UU., los perdedores principales son los globalistas, los banqueros de Wall Street (City Bank, los Rothschild, etc.) y sus empresas transnacionales que operan en los países emergentes así como los principales medios masivos bajo su control (CNN, etc.). Incluso podría producirse una Perestroika en Occidente, con la pretensión de California, Hawái y Puerto Rico de separarse de Estados Unidos.

Las tendencias nacionalistas amenazan también la desintegración de la Unión Europea y se vislumbra un retorno al proteccionismo y al nacionalismo. Al no prosperar los tratados de libre comercio instigados por Obama (ATP, el TTIP y TISA) un proceso de des-globalización se pone en marcha a menos que lo impongan por la fuerza.

Es preciso saber que en Estados Unidos existe un Estado profundo o gobierno en la sombra. Así como Hillary Clinton sufrió un ataque del Estado Profundo, en la recta final de las elecciones, cuando el FBI presentó nuevos correos electrónicos relacionados con el mal manejo de información clasificada, también Trump puede ser merendado por el omnipotente “Deep State”, inclusive antes de asumir la presidencia. Ya seis miembros del Colegio Electoral estadounidense, han anunciado que no tienen intención de votar en línea con los resultados, pero hacen falta 21 para evitar que Trump asuma la presidencia.

Todo sucede en un paisaje económico con alto riesgo de otra crisis financiera mundial. Si Trump asume la presidencia las tasas de interés subirán porque necesita dinero rápido para su proyecto de invertir un millón de millones de dólares en infraestructura. Es un proyecto que constituye un genuino neo-keynesianismo anti-neoliberal que conllevaría a la des-globalización.

Con el aumento en las tasas de interés, en el entorno de una inmensa pirámide invertida de crédito y deudas, otra gran crisis financiera global se pondrá en marcha. La nueva política económica no podrá evitarla, pero los globalistas sí podrían hacer responsable a la administración de Trump por el caos que resulte de ello.

En semejante coyuntura el capital financiero globalista (el verdadero responsable de la especulación financiera) se presentará como el salvador del caos global. Levantarán la tesis que los nacionalismos solo generan caos, racismo, xenofobia y, hasta fascismo, Hay sectores que trabajan para imponer su orden en el mundo, con un proyecto de “Estado Global” que estaría por encima de las naciones e incluso por encima de los EE.UU. En este contexto para lograr su cometido no se puede descartar un golpe, la ley marcial para no mencionar la eliminación física del nuevo presidente.

Lo prioritario en este contexto es lograr que se conserve la paz. No se olvide que ahora, si algo se rompe, estamos en pie de guerra, todos contra todos. No está nada claro que exista una red de seguridad internacional. Y ni Trump ni nadie puede estar seguro de que no la necesitará. La salida más sensata en el momento parece ser un nuevo orden multipolar con diferentes regiones en un mundo sin guerra. La paz mundial tendrá también su precio para China y Rusia, pues deberían ser solidarios con Estados Unidos a evitar que caiga en un marasmo civilizatorio y económico.

En un mundo multipolar más proteccionista se erosiona el comercio internacional. La suma de las cuentas nacionales daría negativa, es decir, habrá decrecimiento económico a escala mundial y sin mayor perspectiva de crecimiento en el futuro cercano.

Tal vez se anuncia una nueva era de decrecimiento estructural sin otra salida que la lucha social por otra civilización donde la re-producción de la vida colectiva este en el centro de nuestros valores. Para lograrlo hemos de dar vida colectiva a las cosas que producimos. Solo así, también podremos devolver la vida a la naturaleza y saber ser parte de ella.

 

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