Socialismo21 » 7 diciembre, 2016

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La derrota de Renzi:El capitalismo contra la democracia

descarga (1)Manolo Monereo

Se han vuelto a equivocar y por mucho. Renzi ha perdido rotundamente. Poco han servido las tradicionales apelaciones al miedo, a unos mercados en rebelión permanente y a la inestabilidad, a los peligros -típicamente italianos- de la ingobernabilidad.

De hecho las “reformas Renzi” se pretendían legitimar invocando los sagrados nombres de la eficacia, de la confianza y de la necesaria e ineludible convergencia con Europa. El escenario ha sido el ya conocido en estos últimos tiempos: una sólida alianza de los grupos de poder económicos y mediáticos, con una parte nada desdeñable de la clase política y la intervención directa de las instituciones de la Unión Europea en favor del, hasta ahora, primer ministro italiano, a lo que habría que añadir, un toque específico de distinción, la interesada colaboración del presidente Obama. Se han vuelto a equivocar y no será la última vez.

La derrota de Renzi ha sido clara. Con una participación elevada para este tipo de referéndum (65,6%) la diferencia ha sido, más o menos, de 18 puntos, es decir, el sí ha obtenido un 40 % y el no ha superado el 59 %; estamos hablando de 6 millones de votos. No es poca cosa.

El problema es en todas partes el mismo: ¿Cómo conseguir por vías democráticas que las poblaciones, la ciudadanía, renuncien a derechos sociales históricamente conquistados, a libertades civiles consagradas en los textos constitucionales y consientan convivir el resto de sus vidas con una degradación permanente de las condiciones de trabajo y existencia?

Éste es el problema real que las buenas conciencias de las izquierdas no quieren afrontar: que el capitalismo realmente existente (el capitalismo monopolista-financiero) es crecientemente incompatible con la democracia constitucional y que exige -es la clave- una redistribución sustancial de renta, riqueza y poder en favor de las clases económicamente dominantes, de la oligarquía. Parafraseando un viejo eslogan, “es el poder estúpidos, es el poder”.

No se trata de conspiraciones, que las hay y en todas partes. Es más simple: organizar la política, llevarla a cabo y conseguir determinados objetivos más allá y más acá de unas instituciones puestas en crisis precisamente -no se debería olvidar- por los que mandan y no se presentan a las elecciones. No es casualidad que allá por mayo de 2013 el conocido banco de inversiones JP Morgan emitiese un informe titulado “El ajuste de la Zona Euro, una tarea a medio hacer” donde se defendía abiertamente la derogación de las constituciones democráticas de la Europa del Sur.

La narrativa era clara y sin demasiados rodeos: nuestras Constituciones son la herencia de conquistas democráticas obtenidas después de largas y duras dictaduras, donde la influencia de la izquierda fue muy fuerte, lo que les dio un “sesgo socialista” incompatible con el tipo de capitalismo dominante hoy en el mundo.

Para decirlo de otra forma, los derechos sociales, laborales y sindicales, las libertades reales conquistadas en eso que se ha venido en llamar Estado Social son un obstáculo a la globalización capitalista y a las instituciones de la Unión Europea y, por lo tanto, deben de ser superadas. Asombra la claridad, de un banco como JP Morgan, que tiene el mérito de ser uno de los culpables de la crisis financiera internacional, caracterizado -así lo puso de manifiesto el Congreso de los EEUU- por sus prácticas delictivas, irregulares, cuando no abiertamente mafiosas.

El proyecto Renzi fue algo más sofisticado. En el centro -es el discurso dominante- la gobernabilidad y, sobre todo, la estabilidad; para conseguirla se proponían un amplio paquete de reformas constitucionales de mucho calado y un enésimo cambio en la ley electoral. La clave de ambas es conocido: centralizar el poder en el Ejecutivo, específicamente en el primer ministro y un sistema electoral que garantizara a la fuerza que obtuviera el 40% de los votos, un premio de mayoría que le diese el control de la cámara, es decir, el 54% de los escaños.

La ley “Renzi-Boschi” no entraba directamente en los aspectos dogmáticos o en los grandes principios constitucionales y se centraba en los aspectos orgánicos capaces de garantizar un Ejecutivo fuerte, con mayor discrecionalidad y con mayor capacidad de eludir los controles parlamentarios. La paradoja es ésta: para profundizar en el proceso de integración europea es necesario limitar la democracia y superar los principios del constitucionalismo social.

El horror a la democracia se hará cada día más evidente. Para los grupos dirigentes la construcción de lo que ellos llaman Europa, en realidad es la UE, es demasiado importante para dejarla en manos de la ciudadanía, de las mujeres y hombres comunes y corrientes. Nada es más utópico, menos realista que pensar que se pueden mantener nuestras libertades, nuestros derechos y nuestra cualidad democrática defendiendo un tipo de construcción europea que se basa en un gigantesco proceso de acumulación por desposesión en favor de una minoría oligárquica cada vez más cerrada y con más poder.

 

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Juicio político al régimen

descargaMarcos González Sedano

Avanza la Segunda Transición Borbónica sin tantos cadáveres como la primera, o al menos estos son más silenciosos, porque mueren sin balas de por medio. Son una prueba espeluznante de ello, el aumento de los suicidios por razones económicas.

La violencia de clase tiene sus víctimas (siempre las tuvo, a mansalva) y detrás de cada una de ellas hay siempre un delincuente. La expropiación de los bienes comunes, de los derechos sociales, de los derechos civiles y la agresión al medio donde vivimos, son la muestra de un Estado que no garantiza los derechos de sus ciudadanos, ni siquiera los más básicos: PAN, TRABAJO, TECHO Y DIGNIDAD.

El Estado nos va dejando en manos de la caridad. Las campañas de recogida de alimentos, las muertes por pobreza energética, los comedores para personas excluidas socialmente, los sin techo…son las victimas de la crisis que vivimos los de abajo dentro de un Régimen donde los ladrones de guante blanco forman parte de los gobernantes.

Sin embargo, de la pobreza que vivimos, que no sólo es económica, obtiene sus beneficios la oligarquía española, las élites que están viendo incrementar estos últimos años brutalmente su patrimonio en proporción inversa a la inmensa mayoría social, al pueblo. La pirámide se ha invertido y las rentas del capital superan a las rentas del trabajo; unos miles tienen más riqueza que decenas de millones.

Así se va consolidando el Régimen Borbónico, no exento por otra parte de disputas internas de las élites, de la propia oligarquía, que en su lucha por el reparto de la tarta, de la reproducción del capital que facilita el Estado al nivel local y global, sufre sus propias violencias.

Las oligarquías vascas,catalanas, y el centralismo madrileño, andan a la gresca como en una pelea de gallos, donde el premio es pertenecer o no, al grupo de los elegidos.

En estas condiciones históricas, las organizaciones que podrían representar los intereses de las clases subalternas, o están en construcción, o no están.

La segunda Transición Borbónica, se está llevando por delante, o reajustando, a los viejos instrumentos políticos, en otros tiempos útiles para el mantenimiento del Régimen. El proceso de absorción de Izquierda Unida por parte de Podemos; la fagocitación del PSOE, que se quema a lo bonzo para seguir medrando; el bucle al que se está sometiendo al Partido Comunista de España, objetivo a ser eliminado de la escena política, y la creación del partido puente que es Ciudadanos, es el panorama de los partidos con sus respectivas marcas electorales en la periferia del Régimen. Seguimos en un bipartidismo imperfecto, ahora más debilitado, por la irrupción de los nuevos partidos y la crisis estructural del PSOE.

Por otra parte, siguen vivas las organizaciones que el Régimen considera anomalías: BNG, CUP, Bildu…También los sindicatos mayoritarios están sufriendo el tránsito de forma traumática, hasta tal punto que su supervivencia, como los hemos conocido hasta hoy, se ha cuestionado por parte de las élites.

En definitiva, la segunda transición avanza sin que por el momento se cuestione el proceso.

Pero, ¿ qué significa no cuestionar el proceso?.. Que no hay alternativas a la pobreza, a la humillación, a la falta de democracia real, a la soberanía económica y política, a la justicia social y laboral, a la dignidad humana.

Que la extracción de riqueza en el Estado Español, se está llevando a término mediante métodos del siglo XIX, aumentando la tasa de explotación sobre la fuerza de trabajo: salarios de miseria que no dan para vivir, largas jornadas laborales y una sobre/explotación del territorio.

De la bacanal laboral que se están dando los empresarios, no se salva la clase media. El funcionariado, los trabajadores públicos, ven los salarios y sus derechos disminuir, así como sus condiciones laborares y en muchos casos, la eliminación de sus empleos.

No podemos esperar que en un futuro inmediato nuestras condiciones de vida vayan a mejorar con este Régimen; la DEUDA EXTERNA, y las políticas económicas de la UE, no auguran eso. La supeditación de la oligarquía española a la oligarquía alemana, deja al Estado Español, al igual que a los países del Sur y del Este de la UE, como zonas de explotación extensiva, sobre/explotación. Más miseria, más madera para las clases subalternas; como botón de muestra Grecia.

El Régimen se merece un juicio político y una condena de ruptura y de justicia social. Es imprescindible situar políticamente las futuras movilizaciones contra las agresiones que estamos sufriendo, en términos de Juicio Político al Régimen,y la ruptura con la segunda transición Borbónica, para llegar a la dignidad, la justicia social y la soberanía. Son algunas de las cosas que tocan ahora, para alejarnos del estado de mendicidad al que nos llevan las élites:

NO QUEREMOS LIMOSNAS, QUEREMOS JUSTICIA SOCIAL.

 

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