Socialismo21 » 23 mayo, 2017

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¿Sobran o no sobran las comillas? La “renovación” del PSOE

José López ,Rebelión

En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera

Franklin D. Roosevelt.

Imaginemos que cuando el PSOE permitió la constitución de un nuevo gobierno del PP no hubiera habido la división que supuestamente ha habido en el partido que se autodenomina de izquierdas, que Pedro Sánchez no hubiera sido expulsado de la secretaría general. ¿Qué posibilidad de recuperar la credibilidad ante sus militantes y votantes tendría ahora el PSOE? Prácticamente ninguna. Hubiera cavado su propia tumba. El PSOE estaba ante un dilema aparentemente irresoluble: no podía apoyar al PP, su supuesto enemigo, pero al mismo tiempo no podía permitir la entrada en el gobierno de su enemigo real (el verdadero enemigo de la oligarquía y sus partidos lacayos), Podemos y sus aliados.

Primero se intentó que Podemos cediera ante el chantaje de entrar en el gobierno a condición de renunciar a su razón de ser, aceptando un programa neoliberal, lo cual hubiera sido mortal para la formación morada. Y segundo, cuando esto no funcionó, se puso en marcha el paripé de permitir el gobierno de la derecha oficial sacrificando al líder, Pedro Sánchez, en una especie de golpe de Estado interno que lo expulsó de la secretaría general. Así Sánchez no se “ensuciaba” en esa maniobra de Estado para salvar al régimen momentáneamente. Si cae el PSOE cae el actual régimen. El sistema se puede permitir una caída parcial y temporal del partido “socialista” pero no definitiva (a no ser que el partido que le sustituya retome su papel de evitar cambios reales y servir para aparentar pluralidad democrática). La única manera que tenía el régimen de salir del callejón sin salida en que estaba era precisamente cómo lo ha hecho.

Unos meses después reaparece el líder que no movió un dedo cuando era diputado y su partido pactó con la derecha la reforma express (a espaldas del pueblo) de la “intocable” Constitución española, gracias a la cual el PP pudo aplicar los recortes que ahora dice el PSOE que hay que revertir, el líder que primero pactó con la nueva derecha, como así calificó el propio Sánchez al partido recambio del sistema, Ciudadanos, y luego acusó a Podemos de no permitir un gobierno “progresista” (cuyo “progresismo” consistía en aplicar las mismas políticas de la derecha, aunque tal vez un poco suavizadas),…, para decir que empieza un nuevo PSOE, que asistimos a un momento histórico. Histórico será el momento en que por fin tengamos un gobierno de izquierdas real, para lo cual lo mejor es que la vieja izquierda, la falsa izquierda, se hunda definitivamente.

Y es que el llamado partido “socialista” lleva engañando a sus militantes y a la ciudadanía prácticamente desde que fue “renovado” en Suresnes y renunció al marxismo, como así en general ha hecho la socialdemocracia internacional. No sería de extrañar que ahora lo siga haciendo. Con esta jugada pretenden vender antes sus ilusos militantes y ante una gran parte del pueblo que aún se deja engañar fácilmente, que piensa poco, que se traga las noticias de la caja tonta sin un mínimo de cuestionamiento, la idea de que el partido socialista va a cambiar y recuperar la senda (izquierda) perdida hace mucho tiempo.

¿Qué motivos tenemos para creer que todo esto que está ocurriendo en el PSOE va en serio? Qué casualidad que tras la irrupción de Podemos, que amenaza al PSOE su hegemonía en la izquierda, es cuando el PSOE se pone las pilas y retoma un discurso más izquierdista, qué casualidad que es ahora cuando, por fin, decide dar voz a sus militantes, afirmando encima sus figuras más destacables alegremente (¡qué poca vergüenza!) que ellos son la vanguardia democrática en este país. Pues tenemos más bien motivos para creer que todo esto no es más que una operación de marketing para intentar recuperar el terreno perdido y pararle los pies a Unidos Podemos.

De entrada, han conseguido que se vuelva a hablar del PSOE, ponerlo “de moda”, lo cual provocará a corto plazo un aumento de sus expectativas de voto en las encuestas, que más que recoger el estado de la opinión pública lo que pretenden es modelarla. Quieren crear la sensación en la ciudadanía de que ahora, por fin, el PSOE va a ser el referente del tan necesario cambio en el Estado español. Quieren volver a ilusionar a los desilusionados con ese partido. Mucho ruido y pocas nueces. Nada nuevo en verdad, sólo cambian las formas, éstas se hacen cada vez más sofisticadas. Quienes llevan años y años manipulando a las masas se perfeccionan con el tiempo para seguir haciéndolo. Cabe preguntarse si conseguirán con esta jugada teatral seguir engañando a tanta gente que con ilusión les ha votado durante tantos años para luego sufrir grandes decepciones. Desgraciadamente, todavía hay una gran parte alienada del pueblo que se deja engañar por todos estos juegos de artificio de la vieja política.

Por consiguiente, las fuerzas del cambio real, lideradas por Unidos Podemos, deben seguir esmerándose en poner en evidencia ante la ciudadanía las grandes contradicciones (sobre todo entre lo dicho y lo hecho) del partido presuntamente socialista. Como siempre, el tiempo dirá. Los hechos hablan más que las palabras. Pero, desde luego, a mí ya no me engañan. Labor de todos es evitar que lo sigan haciendo a tantas y tantas personas.

El “nuevo” PSOE liderado por su “nuevo” secretario general deberá explicar ante la opinión pública por qué no intentar una moción de censura contra el gobierno más corrupto de Europa. Sin embargo, qué “raro”, ya han dicho que ahora no es el momento. Este argumento me suena mucho, lo han dicho siempre con respecto a la cuestión republicana. Se auto-proclaman como republicanos pero para ellos nunca es el momento oportuno para plantear el referéndum República vs. Monarquía. Incluso, llegado el caso en que se lograra un gobierno verdaderamente progresista, lo cual tampoco puede descartarse del todo, el peligro para Unidos Podemos no acabaría allí, el mayor peligro sería acabar haciendo lo que acabó haciendo Syriza en Grecia. Tal vez yo esté equivocado (ojalá sea así), pero desgraciadamente tenemos demasiados indicios para desconfiar del PSOE. En mi humilde opinión las comillas en el título de este artículo no sobran.

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Pedro Sánchez: sin velas a Dios y al diablo

Juan Carlos Monedero

“La historia de la ciencia nos enseña una y otra vez que ampliando nuestros conocimiento podemos llegar a reconocer relaciones entre grupos de fenómenos que hasta entonces parecían inconexos”

Niels Bohr (citado en Peter Watson, Convergencia. El orden subyacente en el corazón de la ciencia)

Dicen los que entienden que los conejos, cuando presienten el peligro, corren a su madriguera, mientras que las liebres confían en su velocidad para escapar de los zorros. Las cosas de la evolución son maravillosas. Lo importante cuando se abre la vedad es que sepas si eres liebre o conejo. Porque los cazadores no filosofan mucho y tienen las escopetas cargadas.

Las conclusiones a las que uno llega reflexionando, leyendo en los libros, escuchando a la experiencia, interrogando día a día el pasado, el presente y el futuro van construyendo el propio pensamiento. Lo que nos ronda la personalidad se va asentando en una mezcla de inclinaciones, biografía y entendimiento. Cuando ya se tiene una edad, la responsabilidad del rostro es de cada uno, sea la palidez, los surcos, el ceño fruncido o las vacaciones permanentes ancladas en pieles veraniegas. Pero la vida da muchas vueltas y ayer se cayó una torre, que canta la seguidilla.

Hay circunstancias excepcionales que pueden hacer replantear todo lo hecho, que sacan la personalidad oculta, el ángel o el demonio interior, que permiten expresar la coherencia de una vida o ganar una segunda oportunidad. Pueden ser también momentos de constatación de que todo lo que pasa no es sino una nueva posibilidad de envolver lo mismo con un nuevo papel de regalo. O todo lo contrario. Es el argumento estremecedor de El general de la Rovere, la película de Rossellini tantas veces traída, acerca de ese caradura que se convierte sin pretenderlo y sin entenderlo del todo en héroe. Pero también es la coherencia de gente como Juan Negrín, que entendió que resistir era salvar vidas en los momentos más difíciles de la guerra española. En política, la intuición es esencial. Y la suerte.

Sánchez ha ganado las elecciones del PSOE. No había pronósticos cerrados. El argumento del día anterior era que todo era posible porque dos lógicas contradictorias pugnaban. Parecía probable que Susana Díaz tuviera más avales que votos, porque el PSOE andaluz lleva mucho tiempo enredando y representando lo peor de los partidos cartelizados. Que podían doblarle el brazo a gente que dependía del aparato para obtener el aval. Pero que luego el voto es secreto. Lo que le ha pasado a Susana Díaz le pasa al PRI y al PAN en México: pueden asustar, pueden comprar, pero en la soledad de la cabina también puede pasar cualquier cosa. Tenían a su favor el argumento de que una parte sustancial de la militancia del PSOE son aparato y que, como tal, iban a primar la estabilidad dentro del orden existente. Sánchez desestabiliza al PSOE tradicional, y toda la gente que lleva mucho tiempo viviendo del PSOE no juega con las cosas de comer. Por eso le defenestraron. Y por eso la mitad del partido ha votado contra Sánchez. Incluyendo la práctica totalidad de ese aparato, incluyendo Felipe González, Zapatero, Rubalcaba y el grupo PRISA. Por cierto, qué papelón está haciendo esa prensa y los intelectuales que les acompañan.

Sánchez ha ganado porque, pese a llevar toda su vida siendo aparato, la parte más oxidada de esa burocracia le regaló la posibilidad de presentarse como un outsider de la política. La vida te da sorpresas. La política de partido tiene una segunda oportunidad como outsider de la política de partido. Un estruendoso silencio. De miembro de la nomenklatura escogido para frenar a Madina a representar a la izquierda del PSOE, mientras Madina se consume al lado de quien le frenó con sus artimañas hace tres años. Miro hacia atrás y me vienen imágenes de una película en blanco y negro. El PSOE está representando la quiebra de la fórmula partido propia de todo el mundo occidental, y Sánchez es una salida de urgencia que regala a los que llevan toda una biografía confiando en el PSOE la posibilidad de pensar que van a cambiar las cosas al tiempo que desean que cambien solamente lo justo. Es legítimo. Aunque cargado de demasiadas contradicciones. No es un problema irresoluble, porque la política en el siglo XXI ha venido con el mandato de cabalgar contradicciones. Pero es un reto no menor.

La victoria de Sánchez coloca a tres partidos en una posición “destituyente” similar y tres posiciones “constituyentes” diferentes. La parte destituyente viene marcada por el nuevo relato que marcó el 15M: lucha contra la corrupción y denuncia de los excesos del sistema, especialmente la expulsión de sectores crecientes de la sociedad lejos del ascenso social. En la parte destituyente es más fácil parecerse. Es el momento de la denuncia y el papel y los micrófonos lo aguantan todo. Ciudadanos hizo campaña jurando y perjurando que era el adalid de la regeneracion democrática. Y ahí está, sosteniendo a la Susana Díaz de los ERE, a la Cifuentes de la Púnica, la Gürtel, el Canal de Isabel II y lo que venga, y al Rajoy “se fuerte” del partido más corrupto de Europa. En este cambio de época, el único partido que marca una orientación de futuro realmente diferente es Podemos. Porque en la parte constituyente, en las propuestas reales, es donde se ve realmente si vas de farol o vas de veras. Tuvo Podemos sus más y sus menos en Vistalegre II, y pudo caer del lado del mimetismo, pero después de esa asamblea ha decidido un rumbo que apuesta al “enfrente” como faro. Eso le desafía mucho más electoralmente -más gente a la que convencer de cosas que no siempre son sencillas de asumir- pero también le hace más honesto políticamente.

El PSOE de Sánchez va a enfrentar tres problemas no menores: uno, como partido que quiere maximizar los votos en una lógica de empresa electoral, lo que le lleva, al tiempo que denuncia la corrupción del PP, a confrontar con Podemos y, al tiempo, quitarle al PP el apoyo de Ciudadanos, del PNV y del PdeCat, siempre con la tensión añadida de no decepcionar a los militantes que le han apoyado para representar a la izquierda del PSOE. El tema de la plurinacionalidad tampoco es baladí. Si ayer era una línea roja esencial, es imposible que Sánchez prospere sin apoyar un referéndum pactado con el Estado. Pero eso va en la dirección contraria de todo lo que han dicho. Ocupar la izquierda desde un partido del sistema atacando a lo nuevo, dejando de la lado los elementos más irrenunciables de lo nuevo y pactando con la vieja y la nueva derecha. Nada sencillo.

Otro problema lo tiene como partido de régimen, que gobierna en varias comunidades autónomas y ayuntamientos y que, con excesiva frecuencia, está prefiriendo que le aprueben los presupuestos desde la derecha antes que ceder a las propuestas de Podemos. Ese mismo partido de orden es el que apoya en Europa el CETA o el TTIP (y ahí Sánchez siempre se ha mostrado entusiasta de las líneas principales marcadas por la Unión Europea). Es la parte de régimen del PSOE, los que organizaron la abdicación del Rey Juan Carlos I, los que son controlados por el grupo PRISA y tienen los contactos con el resto de medios, los que están en el IBEX 35 y en los organismos financieros internacionales, los que negocian con la cúpula de la conservadora iglesia católica española, los de los ERE en Andalucía y el robo del dinero bajo la excusa de la minería en Asturias, los que negocian las deudas del partido, los que negociaron la venta de FCC a Carlos Slim, los que están en los contratos multimillonarios, los que negocian con la burguesía vasca o catalana pero no quieren saber nada de la idea de plurinacionalidad cuando viene reclamada por los sectores populares, los que forman parte del entramado de la OTAN, los que han adversado a toda la izquierda latinoamericana, a Corbyn, a Sanders e, incluso, la alianza de izquierdas en Portugal. Son la mitad del PSOE y tienen todo el poder orgánico. Salvo, desde anoche, la Secretaría General.

En tercer lugar, el PSOE de Sánchez tiene que cumplirle a los que han asumido que va a virar hacia la izquierda. Aquí las posibilidades que se abren son enormes. Pero no caben engaños. Sánchez no puede ponerle una vela a Dios y otra al diablo. Es el momento de que el PSOE se una al esfuerzo de acabar con el gobierno más corrupto de la historia de nuestro país y con las políticas que se derivan de la corrupción. Porque la corrupción también son las privatizaciones, las políticas de austeridad, los planes privados de pensiones, la precariedad laboral, los inmigrantes, Europa y tantas otras cosas. Sin ambigüedades. No puede ocurrir como el año pasado, donde el PSOE se sentó al mismo tiempo con los que quieren cambiar las cosas y dos habitaciones más allá con los que quieren que las cosas sigan en el mismo sitio. Los militantes del PSOE no van a aguantar una mentira más. Y por eso es buena la victoria de Sánchez. Si la ganadora hubiera sido Díaz, ese alma progresista del PSOE seguiría esperando su oportunidad. El PSOE con Sánchez ha llegado a su momento de la verdad.

La ventana de oportunidad de Sánchez tiene que ser aprovechada. Al igual que en 2004 los militantes socialistas fueron a Ferraz a decirle a Zapatero “no nos falles”, los que han rescatado a Sánchez del Averno tienen que acompañarle para que no se tambalee. Es verdad que los tres retos del PSOE son incompatibles entre sí, y que la sombra de Francia planea sobre Sánchez (ganar Hamon las primarias, pero apoyar el aparato a Macron). Sánchez es Secretario General de un partido que tiene todos los problemas de los partidos, todos los problemas de la socialdemocracia, a lo que hay que añadir los problemas propios del Reino de España. La solución, como ocurre con el resto de retos que tenemos, no la van a encontrar en las sedes de los partidos, sino en la capacidad de empujar que tenga la ciudadanía. Esa ciudadanía que le ha dado una lección al aparato del PSOE no le debe permitir a Sánchez que flirtee con ese mundo que ahora desprecia pero que habitó durante la mayor parte de su vida política. Es tiempo de atreverse. De unir en la diversidad. Decía Albert Einstein: “Qué maravillosa sensación la de reconocer la unidad en un conjunto de fenómenos que a la observación directa se muestran como cosas distintas”. Como distintos ya somos, toca hacer fuerza en lo que nos acerca.

 

 

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