Socialismo21 » 30 abril, 2021

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Declaración ante el 1* de Mayo

Declaración ante el 1* de Mayo

Vivimos bajo un capitalismo senil que está llevando el mundo hacia el desastre. Por primera vez desde el inicio de la revolución industrial en gran parte del mundo la población se está reduciendo. En las últimas décadas a pesar de doblarse la producción, ha aumentado la pobreza de la mayoría y la riqueza de cada vez menos privilegiados. Las oligarquías imponen la violencia entre gentes preparando nuevas guerras para apoderarse de los cada vez más escasos recursos del planeta, promueven la cultura basura y la drogodependencia entre los jóvenes…

Pero hay otro camino. Nunca en el mundo ha habido tanta gente viviendo de su salario. Ciertamente con condiciones muy diversas y fragmentados, pero constituyendo una creciente mayoría social. En España hemos llegado a 19 millones de afiliados a la seguridad social a los que hay que añadir las gentes que trabajan como becarias, precarias, ilegales bajo unas condiciones cada vez más degradadas por las sucesivas reformas laborales. Si a este número añadimos las personas paradas, jubilados, quienes trabajan cuidando de niños y mayores, así como los menores de familias trabajadoras que aún no pueden trabajar, resulta que somos más que nunca un país de gente trabajadora asalariada o dependiente, en que el sistema ha triturado al pequeño propietario, comerciante o campesino.

Una población trabajadora que a causa de la privatización y degradación del sistema sanitario está sufriendo de forma aumentada los estragos de la COVID, tanto en forma de infectados y muertos como por un elevado y sostenido desempleo, que ha provocado un aumento de la pobreza, que solo ha tenido una precaria cobertura: el ingreso mínimo vital apenas ha alcanzado a un tercio de aquellos que se publicito que se protegerían. Es urgente la adopción de medidas sociales como reducir la jornada semanal a 30 horas, mejorar radicalmente el Ingreso Mínimo Vital tanto en cuantía como accesibilidad, proteger las pensiones y volver la jubilación a los 65 años, facilitar el acceso inmediato a la vacunación al conjunto de la población, aboliendo las patentes y permitiendo el acceso a todas las vacunas disponibles en el mundo de inmediato. Y por supuesto derogar las retrogradas reformas laborales aprobadas los últimos años.

Sin embargo, vemos que lejos de acercarnos a estos objetivos, el sistema sostiene que son inviables y propone nuevos recortes y privatizaciones. ¿Como es posible que bajo un sistema democrático formal no conseguimos imponer ese programa mínimo? ¿Como es posible que permitamos que continúe el brutal crecimiento de la desigualdad?

Estamos sometidos a una agresiva campaña ideológica que nos hace insensibles a las pérdidas que hemos sufrido y nos convence que tras nuevos sacrificios todo será mejor si tan solo perseguimos nuestro interés personal, aunque sea a costa de los demás. Frente a este escenario, doloridos por las pérdidas sufridas en la crisis del 2008 y ahora con la epidemia, nos preguntamos qué hacer para salir del atolladero. Parte de la respuesta podemos hallarla en la memoria histórica de la clase trabajadora. Cuando se empezó a celebrar el 1 de mayo se buscó unir en la movilización a la clase trabajadora por encima de géneros, nacionalidades, doctrinas e ideologías por objetivos comunes y compartidos. Se consiguió hacer entender a las grandes mayorías que no había salvación para nadie, sino había salvación para todos. La clase obrera emergió de su embrutecimiento como emigrantes perdidos en las grandes ciudades industriales, atontados por el alcohol, las prédicas religiosas y la prostitución. Sobre la solidaridad, la complicidad, la fraternidad y la confianza que la gente común puede conquistar

la dignidad, se logró entre otras muchas cosas reducir la jornada a 8 horas, la mitad de lo que se había llegado a trabajar en algunos sectores en Londres o Barcelona. En la actualidad, el sistema está consiguiendo revertir esas conquistas mediante la combinación de una dura represión sobre quienes se resisten, una sofisticada corrupción sobre las organizaciones políticas y sindicales, y un trabajo cultural por medio de técnicas de comunicación social para contener la autoorganizacion de los de abajo, aislando las personas en una concepción hedonista y egoísta que nos haga olvidar la enorme fuerza potencial que tenemos para abrir otros horizontes cuando somos capaces de unirnos y organizarnos.

Hoy los movimientos sociales en defensa de derechos concretos son la punta de lanza que puede revertir esta situación. Los chalecos amarillos en Francia han detenido las contrarreformas de Macron. En nuestro país los pensionistas con COESPE están bloqueando los planes de recorte y privatización, las mareas blancas están uniendo a trabajadoras y pacientes en defensa de la sanidad pública, los movimientos en defensa de la vivienda están forzando cambios legislativos de calado para garantizar el derecho a tener un techo, se denuncia y lucha contra la privatización de las residencias…

Es necesario que este torbellino social llegue a los centros de trabajo para devolver a los trabajadores su papel protagónico para recuperar condiciones de trabajo dignas y evitar los recortes que sigue exigiendo la Unión Europea para rescatar a las grandes empresas con sus supuestos planes de recuperación.

Junto con ello es preciso la denuncia y lucha política, que tiene que ir mucho más allá de la disputa en las instituciones. Es positivo que la izquierda que se reclama alternativa vaya en espacios electorales únicos, pero ello no basta. Además de plataformas electorales, fácilmente captables por el sistema, necesitamos crear una fuerza política de las gentes trabajadoras que trabaje en la calle y en los centros de trabajo cada día, que de protagonismo y poder real a las personas que no hacen de la política su profesión, sino su compromiso ético solidario.

Es esta gente la que hizo posible mejorar las cosas para las grandes mayorías en el pasado. Hay que volver, de forma creativa y actualizada a conformar esa fuerza política y social para sacar el mundo del atolladero presente. No saldremos de esta hasta que entre todas y todos seamos conscientes que no nos bastan propuestas políticas para la gente trabajadora, sino que necesitamos crear organización social y política de las gentes trabajadoras.

Llamamos a la ciudadanía a recuperar las tradiciones de nuestra clase trabajadora, a implicarse de manera activa en las luchas existentes, a organizarse en los movimientos sociales y sindicales, construyendo con su lucha concreta los cimientos de una nueva sociedad.

Llamamos a las personas que impulsan el activismo social, a dar un paso al frente y a compartir la lucha con nosotras y nosotros.

¡Viva la clase trabajadora! ¡Viva el 1 de mayo! ¡La lucha es el único camino!

Secretaria de Socialismo 21

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