Antonio Rodríguez Avellaneda
El pasado martes día 1 de enero se cumplieron los primeros 60 años del triunfo de la Revolución en Cuba. Tras 25 meses de cruentos combates, en las montañas primero y en los llanos después, el Ejército Rebelde, dirigido magistralmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro, alcanzó la victoria definitiva con la Batalla de Santa Clara. Un joven capitán de tan sólo 25 años, Ramón Pardo Guerra, al frente de un pelotón de menos de 30 guerrilleros, fueron capaces de derrotar a un importante contingente de soldados de la tiranía batistiana que pretendían acudir a la ciudad para reforzar la guarnición que se hallaba totalmente cercada por la columna número 4, al mando del legendario Ernesto Che Guevara.
La batalla del tren blindado tuvo lugar entre los días 28 y 30 de diciembre de 1958, tras la cual el régimen sanguinario de Fulgencio Batista se derrumbó estrepitosamente. El tirano y sus más allegados colaboradores huyeron como ratas y se refugiaron en Santo Domingo, donde el dictador Rafael Leónidas Trujillo les ofreció todo tipo de ayuda.
Fidel Castro entró triunfalmente en La Habana el 8 de enero de 1959 y el pueblo entero se lanzó a la calle a celebrar la victoria que puso fin a casi siete años de dictadura. El primer presidente, José Lleó Urrutia, y el jefe de gobierno, José Miró Cardona, tomaron posesión de sus cargos inmediatamente, pero ambos, que pertenecían a las clases acomodadas del país, ponían todo tipo de trabas en la aplicación de las medidas y promesas que desde Sierra Maestra habían realizado el Movimiento 26 de Julio y su brazo armado, el Ejército Rebelde.
Teniendo en cuenta las características de Cuba en aquella época, el principal anhelo del pueblo era la tierra, y así la Ley de Reforma Agraria entró en vigor de inmediato. Miles y miles de hectáreas fueron expropiadas a los terratenientes y entregadas a los guajiros (campesinos), que de inmediato empezaron a trabajarlas, bien familiarmente o en cooperativas. Una de las primeras fincas entregadas a los guajiros fue la de los padres de Fidel, ubicada en Birán, que poseía nada más y nada menos que 12.896 hectáreas.
Otra de las promesas más importantes de la Revolución consistía en acabar con el analfabetismo, que en Cuba afectaba a más del 80% de la población. En poco más de un año, se consiguió erradicarlo sobre la base de miles y miles de voluntarios que con todo el entusiasmo del mundo se lanzaron a tan noble tarea. Tras el triunfo de la Revolución, más de la mitad de los médicos abandonaron el país, pero hoy, 60 años después, Cuba posee más de 80.000 médicos, y según el último informa de la Organización Mundial de la Salud, es el país que más médicos tiene por habitante, además de ser el tercer país del mundo en esperanza de vida.
Desde el triunfo revolucionario, Cuba ha sufrido todo tipo de agresiones, no sólo por parte de su vecino del norte, los Estados Unidos, sino por parte de todos los capitalistas del mundo, que no pueden consentir que un pequeño país les plante cara y les derrote. Cuba ha demostrado al mundo que el capitalismo y el imperialismo no son invencibles. Por eso Cuba es tan importante para todos los trabajadores y para todas las fuerzas progresistas de la humanidad. Nuestro apoyo ha de ser permanente, no podemos bajar la guardia. Los que desde aquí hacen tantas críticas a Cuba lo hacen por dos motivos fundamentales: unos por ignorancia y otros porque son intrínsecamente perversos.