Pedro Montes., Economista. Socialismo 21.
El asunto del salir o permanecer en el euro ha penetrado en los debates de la izquierda. Continuar parece que nos lleva a una gran calamidad pero salir no acaba de verlo claro la mayoría de los creadores de opinión, dirigentes políticos y técnicos o profesionales en la cuestión. Y se comprende. Sería una alternativa muy traumática, eso es obvio, si bien adoptada en unas circunstancias dramáticas. Enfrentados a ella, se trata de evitar tomas de posición clara, pero cada vez es más frecuente que los que se resisten a ella acaben por admitir que, quizás, finalmente, sea inevitable descolgarse del euro.
Bien. No es preciso ante la duda y la inquietud que suscita un futuro al margen de la unión monetaria ir más allá, exigir posiciones y compromisos tan difíciles de asumir. No forcemos la quietud mental de los que creen que no hay que tomar decisiones y que el tiempo no es un dato a tener en cuenta. No obstante, sería razonable que todos aquellos concernidos e interesados en el tema, y la izquierda en su conjunto lo está, gastaran una pequeña parte de sus energías en considerar no ya la conveniencia sino la inevitabilidad de la ruptura del euro. Como mera hipótesis, como una posibilidad lejana pero no descartable. Como algo que puede suceder por encima de la voluntad de la opinión mayoritaria del país, incluso sin poder precisar en las condiciones en que se produciría dicha ruptura, si será algo general o que afectará sólo a los países en peor situación como el nuestro.
Convendría que se hiciesen esfuerzos por rellenar el vacío que provocaría la no existencia del euro, por debatir y proponer las medidas que serían más necesarias adoptar para afrontar los nuevos problemas del país o, al menos, para evitar las consecuencias más gravesdel nuevo contexto. Como un ensayo teórico, un trabajo especulativo, una modesta contribución positiva de los economistas, se deberían valorar los efectos de la desaparición de la moneda única o la desvinculación de nuestro país a ella, pero sin dejar de pensar, al mismo tiempo, en las medidas y políticas complementarias que serían ineludibles o ventajosas.
Sin perjuicio de que generalmente pasan por alto el desastre en el que estamos instalados ya, hay algunos trabajos sinceros y desinteresados en demostrar la catástrofe que sobrevendrá si la ruptura con el euro acaba finalmente por tener lugar. Pero hay que hacer también una llamada a la responsabilidad de todos aquellos que pueden aportar algo para minimizar las consecuencias de esa posibilidad.
Por decirlo de manera sencilla: el debate sobre el euro en la izquierda debe superar los límites actuales de “euro sí o no”, y profundizar en el caso de que la unión monetaria con su actual configuración desaparezca inexorablemente.