Category Archives: Debates

Libia, Siria, Venezuela, Ucrania….. el patrón que se repite.

imagesLa estrategia de Obama es calco de la estrategia de Nixon contra el gobierno chileno de Salvador Allende. Primero se inicia una campaña para hacer “hacer chirriar la economía”, se inicia el desabastecimiento programado, la especulación cambiaria….

Eduardo Luque, analista internacional

«Nuestra guerra es por la paz»

Nicolás Maduro

Las maniobras del gobierno de Washington para desestabilizar la democracia venezolana vienen de muy lejos. EEUU no puede permitir que el gobierno de Venezuela profundice su proceso revolucionario y se consolide en el poder. Según los papeles de Wikileaks, los correos enviados desde la embajada de Caracas al Departamento de Estado norteamericano y la Casa Blanca durante el período 2004-2006 revelan que EEUU invirtió 18 millones de dólares en penetrar las bases sociales del chavismo, utilizando para ello más de 30 ONGD de todo el mundo. Inversiones millonarias se produjeron igualmente en el 2008 y 2009.

Todo lo que está pasando en estos momentos en Venezuela tiene, en palabras del investigador francés Salim Lamrani, una fuerte impresión de «déjà vu». Estamos frente a un escenario similar al intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez en abril de 2002.

La oposición venezolana a pocos meses de haber perdido unas elecciones democráticas, presidenciales y municipales, ha decidido intentar el asalto al poder por vía antidemocrática. Las elecciones en Venezuela, que auparon al poder a Nicolás Maduro, han sido un ejemplo de limpieza y transparencia como así lo han corroborado desde la Unión Europea hasta la Organización de Estados Americanos (OEA) o el Centro Carter.

Las algaradas callejeras que se producen desde hace semanas tienen como objetivo desestabilizar al país para justificar el uso de la fuerza contra Venezuela. La extrema derecha venezolana, incapaz de tomar el poder por vía democrática, ha optado por la violencia. La derrota en las elecciones presidenciales del 14 abril del 2013, aunque fuera por un estrecho margen de votos, representó para la oposición un terrible golpe que la sumió en un enorme desconcierto.

El cambio de estrategia de la derecha se orientó hacia una victoria en las elecciones municipales que permitiera iniciar el proceso de revocación del presidente Maduro y finalmente la caída del gobierno revolucionario. La derrota en las elecciones municipales del 8 diciembre por más de 1 millón de votos y cerca de nueve puntos porcentuales hundió todas las esperanzas de la oposición. El gobierno de Maduro tenía dos años sin procesos electorales para profundizar los cambios revolucionarios.

En ese momento se abre paso la necesidad de un golpe de Estado. No es ésta, como afirma Atilio Borón, una cuestión opinable; desde el primer momento los líderes opositores han hablado de la necesidad de un “cambio de régimen”, así el lema de la manifestación opositora del 12 de febrero era “ Saquemos al Maduro”.

Se ha apartado a líderes que habían sido derrotados en las elecciones y se apuesta por otros que se han negado a respetar la voluntad popular desde 1998. Antes fue Capriles Radonsky, ahora son Leopoldo López y María Corina Machado los líderes de las fuerzas opositoras. Los dirigentes opositores más importantes abandonaron en Navidades Venezuela y marcharon a Washington a pedir apoyo, dirección política y financiación.

Uno de los artífices teóricos del nuevo diseño es Pedro Carmona Estanga, el dictador más breve de la historia, que ocupó durante unos minutos la presidencia de Venezuela cuando Chávez recibió el Golpe de Estado que lo depuso en 1998.

La estrategia de Obama es calco de la estrategia de Nixon contra el gobierno chileno de Salvador Allende. Primero se inicia una campaña para hacer “hacer chirriar la economía”, se inicia el desabastecimiento programado, la especulación cambiaria…. Es un modelo de diseño claramente norteamericano, planteado de forma teórica por un agente de la CIA, Gene Sharp, en un manual denominado de la «dictadura a la democracia”, se incluye también en este método los ataques de la prensa, el terrorismo mediático para y en una fase posterior “calentar la calle”.

La oposición venezolana busca una situación similar a la de Benghazi en Libia o la guerra en Siria, el objetivo es destruir la economía y generar una crisis de gobernabilidad que justificara la intervención de las potencias occidentales llamadas en auxilio de la población para restaurar el orden. Nada de esto ha sucedido en Venezuela pero desgraciadamente no cejarán en sus propósitos.

La oposición es ya responsable de varios muertos en una situación que recuerda la matanza en puente Llaguno el 11 de abril del 2002, donde la policía metropolitana, a las órdenes de la alcaldía opositora, abrió fuego contra la población provocando decenas de muertos y heridos entre opositores y revolucionarios, mientras que grupos de militares golpistas intentaban desestabilizar las FFAA.

Ningún mandatario venezolano ha tenido jamás tanta legitimidad democrática como el anterior presidente Hugo Chávez que fue capaz de ganar 16 de las 17 elecciones a las que se sometió en 15 años, o del actual presidente Nicolás Maduro que desde su llegada al poder en abril de 2013, ha ganado claramente dos procesos electorales con total transparencia. A pesar de todo ello los medios de comunicación occidentales aliados con la extrema derecha están lanzando una campaña de demonización como pocas veces había soportado ningún otro país del mundo a excepción hecha del Irak de Saddam Hussein o la siria de Bassar Al-assad.

La punta de lanza de la actual revuelta han sido sectores estudiantiles de clase media y media alta. El centro neurálgico ha sido la facultad de derecho que recibió, según los mismos correos de Wikileaks, financiación directa de EEUU. Las reivindicaciones agitadas por los estudiantes, que no representan más allá de una pequeña minoría del conjunto de los estudiantes del país, son del tipo «Contra la carestía de la vida y la inseguridad».

La carestía está siendo fomentada precisamente por los grandes acaparadores ligados a las estructuras de la oposición. El 8 de noviembre del 2013, en pleno proceso de acaparamiento, se detectaba en Puerto Cabello, 47 contenedores que los importadores mayoristas valoraban en 12.799.000 $ cuando según la comprobación de los albaranes de importación el importe real era de 1.358.000$. Casos de ese tipo proliferan en un intento de evadir divisas y encarecer de forma artificial el precio de productos de consumo. La intervención decidida del presidente contra los acaparadores bajo la amenaza de nacionalizar esos recursos palió la situación.

La segunda gran reivindicación de la oposición es la inseguridad pública. Aun siendo un hecho real, la oposición obvia que las cifras más altas se producen allá donde la oposición ostenta el poder municipal. A estas reivindicaciones se ha unido una tercera, el “absolutismo chavista”. Hablar del «absolutismo» cuando la prensa en Venezuela está, en un 80%, en manos privadas es un  sarcasmo.

El gobierno de Maduro ha respondido con la movilización social de sus bases y la convocatoria de una Conferencia Nacional por la Paz, que se sustenta en el denominado Plan de Paz y Conciliación al que están convocados todos los sectores sociales y políticos de la nación.

Estamos frente a otro episodio de lo que se está dando en llamar «Guerra Fría 2.0», donde supuestas voluntades populares son truncadas por la acción «dictatorial» de los dirigentes políticos de turno, curiosamente siempre enemigos de Estados Unidos. Se justifica así la intervención de las potencias occidentales a favor de esta oposición tildada por los medios y de forma unánime como «democrática», «pacífica» o «prooccidental».

La condición “sine qua non” es manipular a la opinión pública tanto interna como internacional haciendo ver una realidad que sólo existe en los medios. Hace tres días el País, el Mundo, la televisión pública (La 1)…. se hacían eco de las masivas manifestaciones en Caracas contra Maduro.

Tal y como revela la “Red Voltaire”[1] las imágenes que aparecen de la ingente multitud, supuestamente opositora, no corresponden a ninguna manifestación, sino a la adoración de la divina pastora en la Catedral de Barquisimeto. Imágenes tomadas en Chile son presentadas como la represión policial del presidente Maduro, la instantánea de un grupo de cadáveres atribuidos a la acción de grupos armados chavistas corresponde a yihadistas muertos en Siria, la escena de una chica arrastrada por la policía corresponde a las movilizaciones contra Mubarak en el Cairo……

Da igual. La prensa, y muy especialmente la española, está empeñada desde hace decenios en una campaña sistemática contra la revolución venezolana. La democracia en Venezuela se encuentra en un grave riesgo; Europa y EEUU ,como estamos viendo en Libia, Siria o Ucrania, no dudan en violentar los principios democráticos más elementales con tal de imponer su modelo económico y su forma de dominación.

Casos como el de Ucrania (donde los grupos de extrema derecha con el apoyo de la Troika europea y EEUU han violentado el resultado electoral imponiendo otra realidad política), el caso griego o el de Italia (con su tercer primer ministro sin pasar por las urnas) son elementos que nos habrían de hacer reflexionar sobre el riesgo que corren las libertades públicas.

El modelo que ensaya Occidente contra gobiernos que no les son afines es simple. Primero, generar el conflicto económico, provocar la crisis o la escasez, después la algarada o el golpe de estado y finalmente la guerra. Una vez conseguido el objetivo, se han de administrar las situaciones e imponer un gobierno afín a sus intereses.

Europa se ha convertido en un eslabón de la cadena de dominación estadounidense. La UE y el Parlamento europeo son actores esenciales de este proceso que no duda en tomar partido por los dictadores, apoyando revoluciones “naranjas” o “árabes” o intervenciones militares decididas en el estado mayor de la OTAN.

La oposición venezolana lleva varios muertos sobre sus conciencias. Sólo el castigo a los culpables dentro de la más estricta legalidad y la movilización popular en defensa de la revolución pueden hacer fracasar los planes de la oposición y aventar el peligro de un asalto fascista al poder.

Lo que está en juego no es sólo la Revolución venezolana sino, indirectamente, el de toda América latina. Adolfo Pérez Esquivel lo denuncia estos días “La violencia y los ataques a Venezuela son un ataque a todos los gobiernos democráticos del continente,” pero como sabemos, la democracia se gana en las urnas pero se pierde en los despachos del FMI y el Banco Mundial.

 

 



[1] http://www.voltairenet.org/article182259.html

Published by:

Sobre la reunión IU-Podemos

Untitled-150x150Por Carolina Bescansa, Miguel Urbán y Pablo Iglesias

Somos conscientes de que, siendo uno de los objetivos del nacimiento de Podemos la búsqueda de la unidad de las fuerzas políticas confrontadas con la Troika, la reunión con Izquierda Unida tenía necesariamente que generar un gran interés. De todos los titulares de prensa surgidos de la reunión que mantuvimos ayer con los compañeros de IU, quizá el único respetuoso, tanto con el comunicado conjunto que se hizo público, como con las declaraciones que hicimos, fue el de Tercera Información: “IU y Podemos remarán juntos aunque no haya convergencia electoral”.

Muchas personas siguen planteándonos dudas, así que procedemos a hacer algunas aclaraciones para poder seguir dedicando nuestros esfuerzos, junto a una ciudadanía que quiere hacer las cosas de otra manera, a superar los zarpazos que está recibiendo nuestra democracia.

¿De qué hablamos en la reunión? La mayor parte de la misma fue un intercambio de pareceres sobre la situación política que vive nuestro país. Tanto los compañeros de IU como nosotros, compartimos el diagnóstico sobre el agotamiento de los consensos políticos del régimen del 78 y la necesidad de conformar un gran bloque social y político capaz generar mayorías políticas que, a nuestro juicio, ya existen a nivel social. Para nosotros es hora de abrir un proceso constituyente para lo que creemos que no es suficiente la suma de siglas sino el empoderamiento político de la ciudadanía mediante su participación activa y cotidiana.

¿Qué acordamos? Establecer un protocolo de relaciones para trabajar conjuntamente en el conflicto social y apoyar a los movimientos sociales y ciudadanos, porque pensamos que las alternativas no sólo se construyen en las elecciones sino ejerciendo la democracia día a día. Nos vamos a encontrar en las calles.

¿Se habló de listas para las elecciones europeas? IU expuso el modo en el que están trabajando: protagonismo de los militantes de su organización y acuerdos con formaciones políticas nacionalistas de izquierdas. Podemos expuso el modo en el que estamos trabajando nosotros y nosotras: primarias abiertas y participación ciudadana sin control de censos y creación de círculos como espacio de empoderamiento popular donde la ciudadanía tenga la última palabra. Seguiremos invitando a las gentes de IU y de otras organizaciones políticas y movimientos sociales a presentarse a las primarias abiertas para que sea la gente quien decida.

¿Nos parece interesante seguir debatiendo de estas cuestiones con IU y otros actores?

Nos parece conveniente (es una de nuestras obligaciones: terminar con la fragmentación y poder sumar allí donde otros tienen grandes dificultades para seguir creciendo) aunque, como señalábamos en el comunicado “en ningún caso el resultado de estos debates condicionará la apuesta por el trabajo conjunto de IU y Podemos. Que ambas fuerzas reman en la misma dirección está fuera de discusión para nosotros”. Del mismo modo, seguiremos hablando de todas estas cuestiones con el amplio y diverso grupo de organizaciones sociales y políticas en el marco de las conversaciones iniciadas en la segunda fase de Podemos. 

¿Se presenta probable un acuerdo de listas? Desde el máximo respeto a los mecanismos democráticos que está practicando IU, parece difícil que su metodología sea compatible con las primarias y la participación abierta que es la principal señal de identidad para Podemos. Nosotros nos debemos a nuestra metodología porque estamos convencidos
de que sólo devolviendo a la ciudadanía la responsabilidad, podremos construir una mayoría.

¿Significa esto que la reunión es un fracaso? En ningún caso. Para nosotros la reunión ha sido muy positiva. Ha quedado claro que remamos en la misma dirección, que vamos a seguir hablando, que vamos a dialogar sobre los programas, sobre su forma de elaboración, sobre las elecciones y sobre “los criterios para apostar por fórmulas de unidad y convergencia en defensa de la democracia y contra las políticas de la Troika”. Sabemos que es más lo que nos une que lo que nos separa.

Lo hemos dicho muchas veces; para nosotros lo importante es que, en estas elecciones, el método participativo sea un instrumento para ilusionar y movilizar a la gente. Nos gustaría que todos los compañeros lo compartieran pero si no es así, para nosotros es crucial seguir remando juntos y colaborando. El camino será muy largo y las europeas son sólo una etapa en el camino para construir la democracia. Nadie sobra en la tarea de construir una democracia en la
que haya sitio para todas y todos.

Published by:

Romper con el euro : Las elecciones europeas y la crisis

05 2012Miguel Manzanera Salavert

Las próximas elecciones europeas van a determinar las condiciones políticas en las que tendremos que afrontar la crisis económica, que seguirán siendo sustancialmente las mismas que ha habido hasta ahora.

Sin embargo, el predominio de los intereses del capital financiero en las decisiones políticas, estará limitado por la necesidad de restablecer el equilibrio social, ante las protestas sociales que pueden desarrollarse y la posible radicalización de la sociedad.

Ya se conocen los primeros sondeos acerca de los resultados, que auguran un ligero cambio en la composición en el parlamento europeo: avanza la izquierda y retrocede la derecha, pero en lo sustancial la correlación de fuerzas actual se mantiene. La socialdemocracia puede convertirse en la fuerza mayoritaria, suavizando la política liberal que ha predominado hasta ahora, pero harán todos los pactos que sean necesarios, fundamentalmente con el PPE (Partido Popular Europeo), para mantener estable el actual orden económico.

Esa tarea no va a ser fácil. Como consecuencia de la crisis estamos en una época de cambios e incertidumbre, y los dirigentes europeos toman buena cuenta de ello. Esta semana la Vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, propuso en una conferencia impartida en Londres la creación de los EE.UU. de Europa, a partir de una unión fiscal y política; para evitar la ruptura del euro, como consecuencia de las fuertes presiones que se ciernen sobre el área comunitaria, habría que cohesionar la UE.

Una huida hacia adelante para reducir los graves desequilibrios de la construcción europea y combatir el euroescepticismo, que alcanza ya un porcentaje de casi el 30% de los votantes europeos –incluyendo en ese espectro partidos de izquierda radical y de extrema derecha-. En efecto, grupos fascistas como FNF dirigido por Marina Lepen, y Alternativa para Alemania Bernd Lucke, son euroescépticos y se posicionan contra la actual Unión Europea.

Ante esa incertidumbre, se mantiene el debate sobre la posición que la izquierda debe tomar respecto de la crisis y la Europa. Dentro del PIE (Partido de la Izquierda Europea) – o bien, GUE-NGL por sus siglas oficiales-, las posiciones están divididas acerca de la cuestión. Entre los grupos políticos que pertenecen a esa formación, Die Linke, miembro alemán del PIE, está a favor de romper la moneda única. Syriza, partido de la izquierda griega, defendió la permanencia en el euro dentro de su última campaña electoral, en contra de la opinión del PKK (Partido Comunista Griego); este último retrocedió en votos tal vez por eso.

En IU, cuya dirección ha definido recientemente una opinión contraria a la salida del euro, hay corrientes internas del partido que defienden la ruptura con la moneda única, como forma de salir de la crisis económica consiguiendo un mayor equilibrio social, y avances sustanciales en desarrollo humano y bienestar social. Entre los que defienden la salida del euro está Julio Anguita y el grupo de intelectuales que firmaron el manifiesto ‘Salir del euro’.

Los argumentos a favor de que el estado español rompa con el euro puede resumirse en tres cuestiones: 1. Es perentorio acabar con las políticas económicas neoliberales, cau

santes de la crisis e incapaces de resolverla en favor de las clases populares, si no es a costa de expandir la desigualdad y la miseria. 2. Son necesarias reformas profundas en la sociedad española, ante la degradación de la vida pública por la corrupción de la clase política, reformas que no se podrán afrontar en el marco de la UE. 3. Abandonar las políticas imperialistas que están impulsando la confrontación bélica y el desarrollo del fascismo a nivel internacional. En lo que sigue intentaré desarrollar estos argumentos.

  1. 1.     Romper con el euro, el estado de la cuestión

Se debe señalar que la cuestión del euro es un debate teórico y político amplio, que incluye la teoría económica tanto como las decisiones políticas. Hasta cinco premios Noble de economía en los últimos años han recomendado la salida del euro: James Mirrlees (1996), Joseph Stiglitz (2001), Paul Krugman (2008), Christopher Pissandas (2010) y Thomas Sargent (2011) –según la revista Expansión, en 07.05.2013-.

Entre las razones que se aportan está la necesidad de cambiar el paradigma de la teoría económica, abandonando el PIB (Producto Interior Bruto) como medida de la riqueza, y desechando las políticas neoliberales que estrangulan la economía. Un dato que corrobora esa observación, es que la fuga de capitales alcanza la cifra de 255.000 millones de euros anuales en España.

Numerosos economistas europeos han participado en ese debate internacional. En Portugal João Ferreira do Amaral acaba de vender miles de ejemplares de su libro Porque devemos sair do euro, donde defiende un sistema económico según el modelo chino, a partir de una devaluación que permita exportar manufacturas a precios bajos. Se trata de competir con China manteniendo la democracia formal.

La misma revista Expansión, 30.05.2012, publicó un artículo de Matthew Lynn donde el autor daba cuenta de la posibilidad de que el euro se rompa; según esta autor hay varias razones para salir del euro:

1. España es demasiado grande para ser rescatada, y en caso de necesitarlo el euro se rompería; 2. la población no comparte la política de austeridad, como se puede ver por las protestas sociales; 3. en España hay una economía real, hace falta estimular las empresas exportadoras, lo que se puede conseguir con una devaluación que seguiría a la ruptura con el euro; 4. España es una nación con peso político que se puede plantear seriamente si le interesa continuar en el euro; 5. podría desarrollar otros horizontes políticos como las relaciones con América Latina; 6. existe un debate en el país que ha roto el tabú del euro.

También Costas Lapavitsas, economista griego que trabaja en la Universidad de Londres, ha escrito de forma crítica contra el euro en su libro Crisis en la eurozona. En 2014 fue invitado por la izquierda catalana para debatir el problema. La Vanguardia, 08.02.2014, publicaba un artículo sobre sus opiniones: la política de austeridad ha estabilizado las finanzas públicas y el déficit exterior, pero conducido a la recesión, transformando la crisis financiera en una crisis de la economía real, con desempleo y empobrecimiento de la población.

El estancamiento de las economías periféricas va a continuar, aumentando la desigualdad, y la crisis se va a trasladar a otros países comunitarios, como Francia e Italia. El euro ya ha fracasado, lo que puede generar problemas enormes, y reforzar el papel del BCE (Banco Central Europeo) no va a solucionar a la crisis.

Según Lapavitsas, los gobiernos que quieran hacer políticas progresistas no podrán permanecer en el euro. El ejemplo de Grecia, cuya situación es peor que la de Argentina en el año 2000, resulta significativo, pues si hubiera salido del euro hace dos años, ahora estaría recuperándose.

Por tanto, Lapavitsas expone una dura crítica de Syriza: no es posible ser radical y permanecer en el euro; es una política muy peligrosa, querer llegar al gobierno pensando que se puede cambiar la UE. Es necesario nacionalizar la banca e impedir la fuga de capitales, intervenir los mercados energéticos y de alimentos, etc. Nada de eso se puede hacer dentro del euro. Se hace necesario el Estado nación para proteger los derechos de los trabajadores.

  1. 2.     El debate en el estado español

A favor de la salida del euro están también varios economistas de nuestro país; destacan Vicenç Navarro (Universidad de Barcelona), Juan Torres López (Universidad de Sevilla), Gregorio López Sanz (Universidad de Castilla La Mancha). Además Pedro Montes, economista del Banco de España, se mostró contrario a la sustitución de la peseta por el euro como moneda oficial del estado español.

Como Montes había previsto, la pérdida de la soberanía monetaria ha sido nefasta para la economía nacional, al eliminarse el sector industrial por falta de competitividad con las fuertes industrias europeas. En términos económicos eso se ha manifestado fundamentalmente por el déficit de la balanza de pagos, calculándose en 700.000 millones de euros la deuda acumulada por este concepto entre 1999, año de la entrada en el euro, y 2013.

Juan Torres en Rebelión, 30.12.2013, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178791, señala que la economía no mejora con las actuales políticas, impuestas por los grandes grupos económicos y financieros con una ideología de extrema derecha. Estamos en una espiral recesiva en la que el paro no baja, y mientras los salarios sigan bajando no se creará empleo.

Pero las soluciones económicas son políticas: necesitamos un gobierno veraz, creíble y con confianza pública; en cambio, tenemos una democracia en España de la más baja calidad. Para conseguir la capacidad de maniobra que nos permita salir de la crisis, tenemos que dejar del euro.

La importancia de alcanzar una auténtica democracia como fundamento para salir de la crisis, viene subrayado por Vicenç Navarro, quien ha publicado numerosas intervenciones para apoyar la salida del euro; en un artículo reciente publicado en El Público, 18.02.2014, nos da una clave importante para pensar la alternativa al sistema actual. Caracteriza a la izquierda a partir de la democracia participativa y la sensibilidad política hacia los derechos humanos, la concepción republicana de la vida política opuesta al liberalismo dominante.

En ese sentido, los EEUU donde domina el capital financiero y hay grandes desigualdades, es el país menos democrático del mundo. La acumulación del capital hace imposible o limita la expresión democrática. Pero la derecha piensa que la democracia es la protección del derecho de propiedad, y considera pragmáticamente que el mero hecho de participar de la vida social es conservador. A la derecha no le interesan las personas, sino los individuos aislados fácilmente manipulables, que van al mercado con billetes y monedas en el bolsillo.

El tercero de estos economistas, Gregorio López Sanz subraya la insolvencia generalizada de la banca, que ha sido disfrazada para engañar a la ciudadanía; ese factor hace materialmente imposible que se reactive la economía y augura un colapso del sistema monetario internacional. Además la reforma constitucional que hicieron el PSOE y el PP, hace imposible salir de la crisis.

Lo que está viniendo es una parálisis de la actividad económica, con posibilidades para un crack inminente. La libertad financiera ha llevado a la concentración de poder, y convierte la economía mundial en un polvorín. La necesidad de reformar el sistema financiero no se ha satisfecho; solo han salvado la cara de los banqueros creando una bomba de relojería mucho mayor.

  1. 3.     Condiciones de la ruptura

Las políticas neoliberales han provocado enormes problemas a la sociedad europea: pobreza, desigualdad y recorte sustantivo de los derechos. Especialmente en Grecia, España y Portugal; con menos brutalidad esa situación se prolonga en Italia y Francia. Es una catástrofe social en Europa: no hay poder de compra, ni de ahorro, ni acceso al crédito.

Se degradan las condiciones de trabajo, y se evoluciona hacia una sociedad con menor bienestar social. Es necesario romper con las políticas neoliberales y para ello se hace necesario salir de la UE y del euro, porque en las actuales circunstancias no parece posible cambiar Europa hacia una democracia participativa.

El resumen de los argumentos que se están barajando en el debate público, debe completarse con algunos ejemplos que nos ilustren acerca de lo que puede pasar. En el año 2001, Argentina rompió la convertibilidad de su moneda –el peso equivalía al dólar-, porque provocaba la recesión económica. Como consecuencia se produjo una fuga de capitales y colapso del sistema bancario.

La devaluación del peso que se produjo inmediatamente, alivió de la deuda entre 25-50% y permitió el aumento de la competitividad; se desechó el liberalismo, cambiando hacia una política económica basada en el gasto público, que permite la redistribución la renta.

Gracias a ello comenzó el crecimiento económico que se mantenido en la última década, llegando hasta aumentar la producción un 90%, al tiempo que producía la reducción de las desigualdades, disminuyendo la pobreza mediante la creación de trabajo.

Los pasos para romper con el euro, serían los siguientes: a) se impone el corralito, prohibición de sacar dinero de los bancos hasta un máximo de 400-500 euros a la semana; b) fijar la paridad de conversión del euro en peseta –o la nueva moneda que se cree, por ejemplo eurosur si se da una salida conjunta con varios países-; la deuda externa debe ser nominada en pesetas; c) emisión de billetes y monedas, distinguiendo los billetes españoles, o el eurosur; d) devaluación de forma que la deuda del país se viera reducida al 50%.

El mayor problema de la economía española es la deuda que alcanza la cifra de un billón de euros, el equivalente al PIB de un año, y sigue creciendo. Es una de las razones más importantes para romper con la actual situación económica.

Esa deuda es impagable. Por eso, si la deuda se nomina en la nueva moneda que se va a devaluar, y no se paga en euros, entonces la salida equivale a un default, declaración de insolvencia, con sus consecuencias crisis bancaria, huida de capitales, retirada de fondos, corralito, y contracción de la economía en un primer momento.

Pero si la deuda se paga en euros, se multiplicaría su montante por la devaluación y tampoco se podría pagar; se suspendería la financiación externa y los préstamos bancarios, o éstos se harían con un fuerte interés lo que llevaría al cierre de empresas.

Las contrapartidas de ese proceso pueden resumirse en una pérdida de poder adquisitivo y una menor influencia del sistema financiero; no pueden considerarse graves para la clase obrera. Se daría una importante inflación que llevaría al aumento de precios, la devaluación de la moneda y la pérdida del poder de los bancos.

El capital financiero pierde la posición dominante de la que goza con el neoliberalismo. Pero es evidente que, para que ese proceso pudiera realizarse en nuestro país, tendrían que darse dos condiciones:

1. el poder político tendría que cambiar de manos en el Estado español, radicalizando la democracia para permitir la participación popular y aboliendo la monarquía borbónica, sustituida por la III República; 2. Además tendríamos que cambiar completamente nuestras relaciones internacionales, rompiendo con la OTAN y buscando nuevas alianzas entre los países latinoamericanos que luchan por socialismo del siglo XXI.

En el aspecto jurídico debe contarse con el entramado legal que nos une a la UE. ¿Sería imposible salir del euro sin abandonar la UE? La cuestión viene planteada por el Tratado de Lisboa: no es posible la expulsión de un país, y existen otras penalizaciones cuando se falta a los compromisos.

Pero hay un mecanismo de separación voluntaria para salir de la UE: a) informar al Consejo de Europa, que establecería las cláusulas del acuerdo de separación; b) aprobación por la Comisión Europea con consentimiento del Parlamento; c) en caso contrario, un país puede separase unilateralmente después de dos años de haberlo informado.

Por tanto, la separación es posible, si bien es de temer una fuerte ofensiva capitalista contra el nuevo país que surgiera de la ruptura. Por ello, el éxito de esa decisión política está condicionado por los siguientes requisitos:

1. La voluntad consciente de la ciudadanía y los trabajadores para comprometerse con un nuevo modelo de sociedad, lo que incluye el cambio de régimen político; 2. La coincidencia del proyecto político con otros países del sur europeo, especialmente Portugal, con quienes se podría crear un unión confederal; 3. Un nuevo sistema de alianzas políticas a nivel internacional, acercándose al socialismo del siglo XXI que se desarrolla en América Latina, así como buscando protección en la alianza

Published by:

Venezuela, Urgente : «Desactivar el fascismo»

images«El fascismo o la movilización contrarrevolucionaria se monta sobre la disminución progresiva del poder revolucionario del pueblo organizado, subsumido por la burocracia institucional y corporativa a ser un mero sujeto administrado en favor de sus intereses». 

Roland Denis, filosófo, ex Ministro de Planificación de Venezuela    

 Si cabe una síntesis, el fascismo como movimiento reaccionario y contrarrevolucionario extremo, en el caso de Venezuela, en esencia no es más que una burbuja social que se expande, desinfla y vuelve a renacer, de acuerdo a la misma desesperación de los sectores tradicionales dominantes nacionales y transnacionales por controlar la totalidad de la renta energética y garantizar el ordenamiento tremendamente desigual de la sociedad que pueden sentir en peligro.

Hoy se vuelve a activar, aprovechando el deterioro profundo que sufre este lento proceso revolucionario, tanto a nivel de gobierno como en sus bases populares.

Su reaparición y entrelazamiento con la “sociedad civil democrática” es una advertencia clarísima al movimiento popular de que o convertimos este momento en una crisis creadora y reactivadora de la voluntad revolucionaria colectiva, o mejor empecemos a despedirnos de esta linda y traumática historia que hemos construido en los últimos 25 años.

Antes de abordar la situación veamos algunos elementos para entender el sujeto social proclive al violentismo-fascismo en la actualidad

El sujeto fascista

– Su agitación se centra en las capas medias y las clases trabajadoras estables, jugando a un discurso democrático y una acción que expande su propia necesidad de violencia, sustentada en odios simples nacidos del miedo a la igualdad y la pérdida de privilegios.

– El hecho violento es absolutamente necesario para estas franjas de la sociedad que viven de hecho en un ambiente interno por lo general pleno de prejuicios sociales y culturales: violencias familiares, encierro domiciliario y laboral, relaciones personales que tienden a centrarse en el interés material y la salvación personal; sublimada por la religión y valores tradicionales como identidad de grupo.

– Su “ideal de vida” lo absorbe el consumo alienado, buscando el espacio ordenado de la casa, el centro comercial, el hotel turístico, el placer mediático; siempre preestablecido y acatando el ordenamiento que se ofrece como salida, en función de hacer equivalentes las necesidades de placer social prometidas por la sociedad de consumo y la ganancia capitalista.

– Un mundo tremendamente violento por lo reprimido que vive y la ausencia de todo goce colectivo realmente libre y abierto, donde el individuo se haga social en su descubrimiento del mundo y no lo “hagan social” a la manera de modus vivendi jerarquizado y encerrado de la sociedad de consumo y división social del trabajo.

– El “fascio” desde su nacimiento en la sociedad europea convulsionada por las rebeliones obreras del principio del siglo veinte supo entender, primero, que tenía que ser masivo y “popular”, ajeno aparentemente a las élites tradicionales. Y luego, que la respuesta no-aristocrática, es decir, la respuesta a una pulsión revolucionaria que haga puente con importantes franjas sociales, necesitaba situarse en sus propios miedos y odios y no sólo en el narcisismo de las élites y la orden de obediencia, que por lo general impulsaban los movimientos reaccionarios comandados por las noblezas o la alta burguesía.

– El “fascio”, en ese sentido, es un autentico movimiento social, un “movimiento de ciudadanos” dirían ahora, siempre inorgánico y hasta espontáneo en apariencia, pero terriblemente jerarquizado en su juego interno, promovido por cabecillas y jefes inapelables.

-Por ello, el fascismo no es sólo una expresión política de la violencia de las clases dominantes frente a un movimiento de transformación promovido por las clases subalternas. Eso siempre ha existido con la desigualdad social. Es un movimiento que se sitúa en la necesidad de orden y esperanza individualizada de una franja de la sociedad que ya ha sido totalmente amansada por el orden y los valores dominantes.

– Un movimiento donde el esclavo “sienta liberarse” del miedo que le produce la insurgencia “del otro” inferior que puede voltearle el mundo y poner en peligro sus estúpidos privilegios.

  • Por ello, aunque parezca totalmente paradójico, el fascismo hoy reproduce exactamente la misma realidad del consumo. Es una maravilla placentera, pacífico, humano y democrático, un movimiento “de todos”.Es su cara comercial. Pero necesita a su vez ser terriblemente violento en su realidad interna, al igual que un centro comercial importante: lindo en sus fachadas, terriblemente represivo por dentro.
  • La violencia reaccionaria dirigida contra la persona o el símbolo odiado (el médico cubano por ejemplo), y no contra el enemigo esclavizante como es el caso de la violencia revolucionaria, es el momento fundamental de éxtasis que necesita para desplegarse y sentirse fuerte.

– Así, el antecedente de toda movilización de orden fascista, apelando al odio y la imposición de un orden, es la violencia socio-política como acontecimiento inicial. Exactamente como viene ocurriendo estos días en su primera fase de calle, magnificada de una manera magistral por la manipulación mediática.

– Pero el movimiento social fascista (racista y excluyente) por sí solo es incapaz de lograr sus propósitos. Necesita de dos cosas primordiales:

Primero, de la acción de una fuerza superior (interna y externa), donde se desvele el verdadero contenido de clase y aristocrático de su revuelta. Es allí donde ha de actuar la fuerza bruta del golpe, de la invasión, de la promoción de verdaderos ejércitos paramilitares, de la guerra civil como estrategia. Combinando todos estos elementos, esto también está en camino. En caso de concretarse será la fuerza brutal e incuestionable que termine de arrastrar, bajo una pasividad de aceptación, el resto de los sectores conservadores de la sociedad no fascistas (no violentistas y sembrados en el odio social) ganando una aparente mayoría atemorizada por la violencia.

Y segundo, se apoya en una realidad material de gran inconformidad generalizada que le permita no sólo arrastrar sectores conservadores, sino de las propias clases trabajadoras o marginadas que en su desesperación acepten el orden de la brutalidad bajo la promesa de resolverles sus problemas inmediatos, estando ellos mismos atados a los elementos básicos de identidad y aspiración social promovidos por las clases dominantes. Esta es una clave muy importante para entender lo que hoy pasa.

Los movimientos fascistas del 2002 y de hoy

Situándonos en el año 2002, vemos como el movimiento golpista se monta sobre una subjetividad fascista (odio a la igualdad y al otro socialmente inferior) que se va acrecentando rápidamente y que nace de la enorme violencia social y mediática que se despliega desde finales del 2001 hasta arropar una inmensa mayoría de las clases medias y los restos del movimiento obrero sindical que aún manejaban los adecos.

Es un movimiento en bloque desde su primer momento, que congrega a toda la burguesía y los sectores dominantes políticos, religiosos, militares, propios del orden de la cuarta república, con el apoyo evidente de los EEUU.

El movimiento es muy fuerte, arrastra todo un orden y una subjetividad social aún viva extensamente a pesar de la victoria de la rebelión popular simbolizada en la figura de Chávez y su victoria electoral del 98. La violencia burguesa de los paros empresariales, se une a una violencia de calle soportada en los sectores medios.

Esto hace que el movimiento “ciudadano” necesario, dispuesto a aceptar cualquier brutalidad que proteja sus miedos y odios logre, en sólo algunos meses, acumular la suficiente fuerza para permitir que se quiten las caretas los factores militares que hacían falta, acompañada por una doctoral manipulación mediática el día del golpe sustentada en la sangre derramada por ellos mismos. Así tumbaron a Chávez el 11 de Abril.

Pero Chávez regresa el 13 porque hay un punto de la agenda que no tienen en su poder. El movimiento popular no sólo está lleno de fuerza y capacidad de autoorganización, para entonces producto de la fuerza acumulada de más de diez años de revuelta y victoria. Igualmente hay una situación de esperanza que convoca a las clases subalternas que no aceptan de ninguna manera cualquier orden de terror.

La situación económica por el contrario tiende a mejorar, aunque nada todavía ha cambiado en lo sustancial. Más rápida es esta esperanza libertaria, material y justiciera que la imposición del terror golpista que se queda festejando. Es en este cuadro que vuelve Chávez.

De todas formas, como sabemos, el golpe continúa, esta vez tratando de unir la actividad golpista con la desesperación material que aún, con toda su agitación continuada, no la logran generar por el ciclo económico natural; por el contrario, sigue el buen ambiente económico. Por ello lanzan el paro petrolero como medida extrema para generar tal desesperación, y efectivamente lo logran.

Pero se impone, por un lado la capacidad de respuesta que sigue acrecentándose dentro del movimiento popular, ya más exigente y con capacidad de organizar a una buena parte del pueblo esperanzado; y por otro, no aparece la fuerza militar complementaria como factor determinante en última instancia. Esto aunado a la enorme capacidad de liderazgo de Chávez, hacen fracasar todo el golpismo de entonces y sus restos en los años posteriores.

Hoy en día el violentismo fascista y el potencial golpismo que le sucede aparece en una situación muy distinta. Esa subjetividad fascista sembrada desde el 2002 siempre se mantuvo disminuida pero consolidada. De hecho López y Capriles, como personajes más representativos de este movimiento “ciudadano”, nunca se desligaron de ella, desde psicologías y patologías histéricas distintas, y divididos en su partido original Primero Justicia. Pero hoy aparecen como los líderes de la oposición compitiendo entre ambos por el liderazgo único.

Lo cierto es que la reaparición del elemento del “fascio” violentista y odioso, desde el año pasado se da fundamentalmente como continuidad de una subjetividad social construida desde temprano en las clases medias, y que sólo en Venezuela, en el caso de Nuestramérica, la han podido expandir en forma clara arropando al conjunto de la oposición, aunque una parte trate de desligarse del violentismo.

No es el caso de ningún otro país, ni siquiera Colombia, donde la oligarquía actúa de manera descarada y dando la cara directamente como factor de chantaje asesino (estatal o paraestatal) frente a quien intente cuestionar el orden socio-económico que manejan a plenitud. No hace falta ningún “movimiento ciudadano”.

Mientras en otros casos la derecha se maneja aún dentro de cánones pacíficos y representativos de las democracias burguesa, o meramente golpistas y tradicionales, como lo hemos visto últimamente en Honduras y Paraguay. Todo esto tiene que ver con la importancia particular de las capas medias y su cultura en una sociedad rentista como la nuestra.

Sin embargo, el desate del violentismo fascista hoy en día se da sobre un panorama que lo debilita por un lado y al mismo tiempo lo favorece enormemente hacia el futuro inmediato. El sujeto social de su acción se ha centrado particularmente en la juventud, cosa que no aparecía en el 2002, eso lo favorece por su capacidad de activismo permanente, sobretodo de estudiantes que no trabajan y sin ninguna responsabilidad social. Pero a su vez su componente de clase se ha debilitado.

Aparentemente, por lo menos hasta los momentos, pareciera existir un desacuerdo importante entre las burguesías monopólicas y bancarias con la línea imperialista venida de los EEUU. Esta gran burguesía nacional ha vivido en los últimos años un paraíso de ganancias bajo el modelo corporativo-burocrático y de capitalismo de estado promovido por el esquema económico de gobierno. El rentismo corrupto y de redistribución clientelar de la renta que han aplicado, las ha llenado como nunca de divisas y capitales, a ellos y sus pares de gobierno.

Por esta razón no se desbocan a juntar de inmediato toda su fuerza (paros empresariales, saboteo abierto a la economía, golpe interno, etc) para asaltar el poder. Le interesa la estabilidad y una transición que no ponga en juego su actual paraíso de ganancias. Mientras que los EEUU, más interesados en la base estratégica de apoyo que Venezuela pueda darle a nivel político, militar, y de base energética para su economía; promueven y financian la transición rápida bajo un esquema que se trasluce claramente: violentismo fascista “ciudadano”, actos golpistas y sangrientos que caoticen por completo la situación, negociación final y caída del chavismo por acuerdo de fuerzas.

Esta doble estrategia divide actualmente la oposición, y es donde López aparece como la pieza más clara de los intereses EEUU-Uribe y capital global, aunado a la desesperación de las capas medias; mientras que Capriles le juega al “nacionalismo” de la burguesía local, con una mano en la conspiración, pero cautelosa.

El fascismo en este caso está obligado a forzar por dentro de ellos los acontecimientos y obligar al resto del bloque burgués a juntarse, por ello su activismo, al contrario del 2002, tiene el componente de la violencia de calle, permitir que se desborde la situación, jugar al enloquecimiento odioso de la subjetividad social fabricada, ahora centrada en la juventud y sus aliados inmediatos, respaldados en su retaguardia por una presencia paramilitar importante no presente en el 2002 y que ya ha penetrado los organismos de seguridad de Estado y militares. Sincretismo que se probó en acción con los hechos del 12 de febrero y su saldo de sangre.

Existe una situación que pareciera favorecer esta posibilidad, antes que se desgaste el juego caótico y violentista actual. Primero, al contrario del 2002, la esperanza ha mermado de manera tremenda y el participacionismo socio-político de antes ahora tiende a disolverse, agarrando a un movimiento popular en gran parte fatigado, burocratizado, administrado desde las oficinas de Estado y clientelizado.

En fin, un movimiento popular castigado a más no poder (con sangre o retaliaciones) en todos sus impulsos rebeldes y resistentes más importantes por este esquema corporativo-burocrático, que ha forzado la desactivación de la lucha de clases y la tarea emancipatoria permanente.

Por ello, el “pacifismo” del gobierno se recoge abajo sin mayores contradicciones, aunque con muchas dudas e incomprensiones de la realidad que vivimos. Es una “paz” que no produce, que no activa un movimiento de renovación interna y radicalización del proceso, que no crea nuevos retos y nuevos niveles de movilización, simplemente apoya a la figura victimizada de Nicolás y su gobierno dando claros signos de debilidad y ausencia del sentido épico que ha de tener toda revolución.

Es finalmente un lenguaje tan pequeño-burgués como los carajitos que se la pasan quemando basura y destrozando el metro de Altamira.

Esta debilidad interna dentro de las vanguardias colectivas del pueblo y el gobierno que han elegido, juega evidentemente muy a favor de esta maldición fascista. Pero hay algo que lo favorece aún más, se trata del modelo de un capitalismo de Estado rentista y parásito, que bajo sus políticas de control, concentración de poder y sustitución del control social por el funcionariato tecnócrata o burocrático; no sólo ha hecho a los ricos más ricos, a pesar de sus dádivas y políticas de justicia social, sino que ha aplastado a las fuerzas productivas y creadoras de una sociedad obrera y de pequeños productores privados y cooperativos.

Ese es un modelo que a estas alturas está en quiebra, como ha quebrado la moneda y monetarizado todos los reflejos económicos de una vasta población que sólo en el “tracaleo” de divisas o contrabando ve futuro. Un modelo que en el corto plazo si no se cuestiona totalmente y se toman las medidas radicales de fondo, nos lleva a un desabastecimiento e inflación continuada, donde ningún control va a servir para nada, así estaticen toda la economía si les da la gana, y hagan todas las leyes y decretos que quieran.

Ese modelo sí que es el granero perfecto del fascismo. Desespera a las clases medias productoras, vuelve loca toda la demanda de consumo cada vez más insatisfecha, evidencia su incapacidad de responder por vía de la economía de Estado (sea de importación o de producción, las empresas de Estado están siendo quebradas por esta mentalidad inútil dedicada a destrozar la productividad social).

Reactiva la curva de empobrecimiento por la inflación, y pronto de desempleo, por la improductividad económica, mermando día a día el valor del trabajo, cualquiera que sea el salario nominal.

El fascismo, a pesar de su irracionalidad absoluta, mantiene una perversidad lúcida. En este caso se trata no sólo de forzar el acompañamiento explícito de imperios, burguesías y todo el bloque dominante, esta vez también mira hacia abajo, tratando de lograr su gran objetivo: que la desesperación por el quiebre total del ciclo productivo les permita venderse como salida ante una mayoría popular, convirtiéndose él mismo en un gran “movimiento popular”, de unión de “amos y esclavos”.

Fenómeno que le permitiría ganar adeptos dentro de un oficialismo de gobierno corrompido y cada vez más tensionado por esta situación de deterioro político y económico, adelantando la salida del “golpe o autogolpe” (no teniendo una fuerza militar significativa en estos momentos, al menos a esos niveles) con suficiente impacto como para crear el caos total que se busca en la estrategia yanqui, hasta lograr la negociación de derrota.

Eso aún está todavía lejos de darse. La sociedad, el pueblo mayoritario, se mueve como puede, alejado por completo de la fachada de éxtasis violentista del fascismo que sigue reducido a sectores medios y el anticomunismo militante de los jóvenes. Pero esto puede no ser así en poco tiempo.

Están abiertas las puertas de la desesperación material, con un movimiento popular pasivo y una vanguardia de izquierda rentista, que no se lo ocurre otra cosa que pedir más controles estatales, sin acordarse que el abc de toda revolución social está en el sujeto productivo, hoy aplastado o empleado en un trabajo explotado pero ligado a cadenas económicas cada vez más improductivas y de mero servicio.

La revolución se sitúa en la subjetividad proletaria, jamás en la subjetividad que sólo se remite a la supuesta justicia que ofrece el derecho al consumo y la tarjeta de crédito, administrado además por una burocracia corrompida e inútil. El consumidor, y mucho menos clientelizado, no sirve jamás para transformar absolutamente nada. Su revuelta es la más individualista de todas, totalmente contraria a la revuelta del “nosotros”, los obreros, verdaderos productores de este mundo.

En un cuadro así la tendencia se mueve hacia la posibilidad de un puente en el corto plazo entre el fascismo y el pueblo desesperanzado, individualizado y desesperado, absorbiendo en sus planes una gran franja delincuente que aprovechará la oportunidad caótica, acentuando el terror colectivo. El peligro fascista de hoy tiene allí su principal futuro.

La desactivación del fascismo

Desde que este proceso comenzó hemos visto la salida al fascismo desde el punto de vista del “plan de contingencia” y la movilización de apoyo. Si esto es aún una necesidad permanente, se trata de un reflejo aprendido cada vez menos efectivo y real como mecanismo de desactivación de todo el potencial contrarrevolucionario que vuelve a insurgir.

La denuncia de planes imperialistas, que los hay, la información interna y la movilización, los puntos de unidad cívico-militar, ya no resuelven en absoluto la tamaña crisis a la cual nos enfrentamos como pueblo en lucha y como país.

La respuesta tiene que ser de fondo, porque todo esto se debe a un proceso que pierde día a día su vitalidad original y capacidad de transformación. La voluntad transformadora y de verdadera rebelión en favor de la reactivación de la capacidad productiva y socializada que potencialmente tenemos y abunda, es la única salida. Es la lucha de clases pura y dura contra todos los elementos de opresión capitalista y burocrática que viven del festín de la renta que ahora se pelean a muerte.

Lo demás es dejar correr la arruga, jugar al desgaste y la división del enemigo, a la movilización controlada, pero guardando un cáncer final que está a punto de acabar, no con un gobierno que sería lo de menos, sino con la esperanza revolucionaria en sí, e instalarnos un gobierno de cualquier cosa y cualquier gentes, donde hasta la presencia yanki puede aparecer de un momento a otro.

Hay medidas de gobierno a proponer. La ingenuidad y la ilusión todavía nos llevan a adelantar algunas:

– Renovar por completo los cuadros dirigentes y llevar a juicio la cantidad de bandidos hoy en altos cargos desde ministros para abajo, incluidos los poderes judiciales, legislativos y militares.

– Renovar todo el gabinete, empezando por el económico, pero bajo el consenso de una gran asamblea bolivariana que proponga nombres.

– Reactivar la comisión de transformación del Estado abandonada desde el 2003, ampliada a nivel nacional y regional.

– Acordar en el plazo de un mes la formación de un sistema de planificación de abajo a arriba por localidades y regiones, que ponga todo el énfasis en la reactivación productiva y en la medida de lo posible socializada del país.

– Descentralizar todo el sistema de abastecimiento de Estado poniéndolo en manos de organismos de base y sobretodo de productores directos que venderían directamente sus productos allí.

– Sustituir el actual sistema de control de precios por precios consensuados entre productores distribuidores y consumidores, establecidos a través de los consejos populares de precios.

-Acabar de inmediato con ese desastroso, corrupto y monopólico, control de cambio actual y sustituirlo por un sistema de bandas flexibles, generando una ganancia cambiaria que tiene que devolverse a un sistema bancario comunal, que debe crearse lo más pronto, y se ajuste a las decisiones de planificación de abajo a arriba.

– Promover de inmediato una nueva ley de impuesto sobre la renta que ponga a pagar a los ricos.

– Formar un centro de crédito para la obtención inmediata de divisas necesarias para la activación de la producción comunal y socializada.

– Poner bajo control social y de agentes de producción todos los organismos que en estos momentos condensan el crédito, semilla, fertilizantes, etc.

– Comenzar la subida progresiva del precio de la gasolina hasta racionalizar su precio a niveles de costo.

– Devolver a la clase trabajadora el control sobre las empresas tomadas y nacionalizadas, pero asumiendo el compromiso de su productividad y rentabilidad en un plan de acuerdo a los casos.

– Hacer un inventario de todas las empresas, maquinarias, galpones, en manos públicas o privadas que han sido abandonadas y devolverle su control a unidades sociales productivas convocadas desde ya a su constitución.

– Declarar el país en emergencia productiva, convocando a todas las redes de pequeños y medianos productores industriales y agrarios a reactivar la producción bajo compromiso social y de mercado justo, obligando a la banca privada a ajustarse a las medidas de este decreto.

– Articular todo el sistema educativo medio y universitario a colaborar directamente con este plan general bajo la participación concreta de estudiantes, investigadores, docentes y empleados.

Medidas como estas, aunque sean medias u otras mejores, lo más probable es que no se tomen y ojalá estemos totalmente equivocados, eso se sabrá muy pronto. Por ello pensemos desde la perspectiva de “otra política” de lo que hoy se puede hacer bajo esta situación: fuera del Estado y la representatividad del Estado burgués. Es imposible estar dando líneas en ese sentido.

Lo cierto es que el fascismo o la movilización contrarrevolucionaria se monta sobre la disminución progresiva del poder revolucionario del pueblo organizado, subsumido por la burocracia institucional y corporativa a ser un mero sujeto administrado en favor de sus intereses.

En ese sentido, ante una situación así, no queda otra salida que el diálogo y la asamblea por la iniciativa revolucionaria que acuerde acciones de defensa, comunicación, tomas institucionales y medios de producción, que sin duda nos llevaría a una confrontación superior, donde es la exigencia sin condiciones y no la negociación, mucho menos la sumisión, lo que se imponga frente al gobierno, sea cual sea y quien sea ese gobierno. Eso muy probablemente haga que la enorme masa potencial que pueda unirse hoy a las clases medias liderizadas por la subjetividad fascista, se unan más bien a la insurgencia revolucionaria, incluidos sectores conscientes y progresistas de la clase media.

¿Podrá ser posible? Me guardo mi escepticismo personal y pongo toda mi credibilidad en el espíritu original del 27F y del 13 de Abril. Lo cierto es que “llegamos al llegadero” como tantas veces repetimos. Todo proceso necesita de un desenlace donde se confronten en una batalla inevitable. Toda esta situación nos toma en una gran debilidad aparente, pero es precisamente sobre ella que se prueban históricamente los pueblos victoriosos.

Published by:

La guerra global de los ricos también nos alcanza

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez, politólogo.

Estamos en una guerra global de ricos contra los pobres, además (lo cual nos genera en ocasiones confusión) con actores interpuestos y un gravisimo problema y es que los muertos siempre son pobres.

Pobres que luchan en los ejércitos de los ricos, votan a los ricos o pobres que luchan por el socialismo, una sociedad diferente o simplemente contra los planes imperiales y por la democracia y los derechos sociales. Mientras tanto los ricos mueven sus fichas, dan ordenes a sus periódicos y televisiones o venden armas. Es la lucha de clases global y el dominio del imperio EE.UU-UE al objeto de controlar las riquezas y dominar todo.

A veces los pobres tenemos aliados molestos, impresentables o incómodos, no lo niego. Pero los ricos llevan siglos con las manos manchadas de sangre, robando, violando, extorsionando, oprimiendo y colonizando.
La democracia es hoy una pura falacia y los ricos, sus partidos o sus iglesias y sectas religiosas solo reconocen a los gobernantes electos por el pueblo si son de los suyos y defienden sus intereses de dominación y acumulación de riquezas.

Ahora quieren ahogar el legado de Hugo Chávez y de paso volver a dominar Latinoamérica.Son unos hipócritas que destruyen todo lo que no dominan o donde no se impone su voluntad.

La política internacional es muy importante y como estamos en un ciclo de cambios de hegemonía mundial, (no olvidemos mundial), los capitalistas recurren a guerras locales y regionales, pero no tendrán ningún empacho en volver a una guerra más total. Aunque en esto están teniendo un grave problema y es que la pueden perder y por tanto prefieren fomentar las guerras civiles y destruir estado a estado, todo aquello que no sirve a su rapiña y egoísmo.

¿Cuanto hecho de menos una Quinta Internacional Socialista?

Las repuestas y las organizaciones deben ser globales y en esto modelos como el de ATTAC son muy interesantes. A la hora de generar información y expandir las movilizaciones, son imprescindibles eso si con más nervio y mayor compromiso político. El Foro Social Mundial ha significado un gran revulsivo, pero debe superar sus dudas, sus recelos, sus miedos. También el FSM vive en su interior el acoso de ciertas ONGs muy potentes que tratan de mantenerlo en el limbo de las declaraciones de principios, cuando ahora ha llegado ya la hora de la acción.

En el Reino de España la guerra global se manifiesta en las imposiciones de la Troika contra los pueblos de España. El dominio de la derecha conservadora alemana y los industriales y banqueros alemanes. Las constantes injerencias de la embajada de los EE.UU y la pertenencia de este reino al escudo antimisiles de la potencia de referencia. El papel de gendarme fronterizo. La duda ilegitima que ahoga a las clases populares españolas para enriquecer todavía más a bancos extranjeros y familias muy ricas de nuestro estado.

En el reino de España, el régimen del 78 oprime al pueblo, estándo de acuerdo sus actores en lo fundamental, es decir OTAN,UE,Monarquía. Tienen en el bipartidismo y las derechas nacionalistas su sostén. Una propaganda exasperante y machacona pro-imperialista y monárquica que tanto «El País» como «La Razón», el «ABC» como «Público», la «cadena SER», rtve, la «6ª» o «TV3» como «Canal Sur», sostienen y encima sus tertulianos se atreven a dar lecciones al mundo.

Este Estado lastrado y carcomido por la corrupción que alcanza a todas sus instituciones y magistraturas. Con un paro insoportable y escandaloso, una dictadura bancaria y de los banqueros. Dominado por oligarcas sin escrúpulos y ladrones da lecciones al mundo. Es una vergüenza o más bien un acto colectivo de mercenarios y mercenarias sin ninguna vergüenza.

Por eso hecho de menos también una respuesta más organizada, plural y contundente.

Necesitamos un frente político-social con visión y espíritu de sacrificio, al objeto de salvar esta situación.

La guerra global, no nos es ajena. Por tanto sin una estrategia global y aliados globales tampoco la superaremos.

Se que al leer estas líneas habrán personas que piensen que soy un demagogo, un iluminado. Yo digo que demagogos son los que hacen creer que la crisis capitalista y financiera está terminado ya y que el capitalismo puede desarrollarse en democracia o crear pleno empleo.

Por eso hay que decir alto y claro que España está dominada por oligarcas corruptos y violentos, con una democracia de muy baja intensidad y unas leyes electorales tramposas que nos hacen vivir en el pucherazo electoral hace muchos años. Afirmo que no hay libertad de prensa y que ni hay igualdad de oportunidades, ni se respetan en demasiadas ocasiones los derechos humanos. Lo privado está por encima de lo público y hay serias restricciones a las libertades ¿Os suena?

 

 

 

Published by:

¿Salir o no salir del euro? Esa es la cuestión

descargaAlberto Moreno.  Profesor de Economía de la Universidad de Málaga

1. La solución a la crisis será de ruptura o no será

Pasan los meses y las posibilidades de superar esta crisis por una vía que no sea una solución de ruptura se alejan cada vez más del horizonte.

Frente a quienes mantienen que existen vías de reforma capaces de enfrentar la actual situación de deterioro económico y social, mi posición ha sido de completo respeto pero, simultáneamente, de escepticismo porque la viabilidad de esas propuestas requiere de una condición inexcusable previa: la modificación radical del marco económico y político en el que las mismas podrían aplicarse.

Sin una reforma radical de la estructura institucional, de las reglas de funcionamiento y de la línea ideológica que guía el funcionamiento de la Eurozona es inviable cualquier salida pactada de la crisis que permita preservar los niveles de bienestar actuales. Y dado que, hasta el momento, todo evoluciona en sentido contrario al necesario es difícil vislumbrar una salida a esta crisis que abra una mínima posibilidad emancipatoria para los pueblos europeos si no es a través de algún tipo ruptura promovida por ellos.

Creo que hay dos argumentos básicos que refuerzan esta tesis.

El primero es que la solución que se está imponiendo a esta crisis desde las élites dominantes a nivel europeo es, en sí misma, una solución de ruptura por su parte y a su favor.

Las políticas de austeridad constituyen la expresión palmaria de que el capital se encuentra en tal posición de fuerza con respecto al mundo del trabajo que puede permitirse romper unilateral y definitivamente el pacto socialdemócrata sobre el que se había creado, crecido y mantenido el Estado de bienestar. El capital sabe que una clase trabajadora precarizada, desideologizada, desestructurada y, en definitiva, que ha perdido ampliamente su conciencia de clase es una clase trabajadora indefensa y que, en estos momentos, no tiene capacidad de resistencia para preservar dicho pacto. La concesión que el capital hizo en ese momento, cediendo salario social en sus diferentes expresiones a cambio de que no se cuestionara la propiedad privada de los medios de producción, es una concesión que entiende que no tiene por qué ser renovada frente a una oposición a la que cree incapaz de defenderla.

Pero, además, esas élites también son conscientes de que en la privatización de todas las estructuras de bienestar desmercantilizadas se encuentra un nicho de negocio capaz de ayudar a recomponer la caída en la tasa de ganancia. Su opción, en ese sentido, es clara: a través de las políticas de ajuste avanzan en el desmantelamiento de las estructuras de bienestar público, compelen a la parte de la ciudadanía que puede permitírselo hacia la contratación de esos servicios en el ámbito privado y materializan, con ello, la ruptura del pacto social sobre el que se había sustentado el capitalismo europeo de posguerra.

Y el segundo argumento es que no puede olvidarse, como parece que se hace, la naturaleza adquirida por el proyecto de integración europeo y, más concretamente, por el proceso de integración monetaria, la Eurozona.

El problema esencial es que la Eurozona es un híbrido que no avanza en lo federal, con y por todas las consecuencias que ello tendría en materia de cesión de soberanía, y se ha mantiene exclusivamente en el terreno de lo monetario porque esa dimensión, junto a la libertad de movimientos de capitales y bienes y servicios, basta para configurar un mercado de grandes dimensiones que permite una mayor escala de reproducción de los capitales.

Por lo tanto, Europa –y, con ella, su expresión de “integración” más avanzada que es el euro- ha perdido el sentido inicial de integración en sentido amplio que informó el proyecto europeo en sus orígenes y se ha convertido en un proyecto exclusivamente económico puesto al servicio de la oligarquías europeas, tanto industriales como financieras.

La Eurozona se ha convertido, tal y como se denunció antes de su nacimiento, en la expresión más perfecta de la Europa del capital. Y, en ese espacio de rentabilización de los capitales, la clase política ha sido cooptada por las élites económicas y puesta al servicio de su proyecto.

En consecuencia, este espacio difícilmente puede ser identificado y defendido por las clases populares europeas como la Europa de los ciudadanos a la que en algún momento se aspiró. Y si a todo ello se suma el que las políticas encaminadas a salvar al euro son políticas dirigidas a preservar los intereses de la élite económica europea, principal beneficiaria de la implantación del euro por la vía del incremento de escala de las transacciones que supuso la creación de un mercado y una moneda única a nivel europeo, la resultante es que esta crisis pone crudamente de manifiesto la divergencia entre los intereses de esa élite y los de los pueblos europeos y el carácter funcional que ha tenido el euro para reforzar a los primeros frente a los segundos.

Por lo tanto, el euro (y entiéndase éste no sólo como una moneda en sí misma sino como todo un sistema institucional y una dinámica funcional puesta al servicio de la reproducción ampliada del capital a escala europea) es la síntesis más cruda y acabada del capitalismo neoliberal en el marco de un mercado único dominado por el imperativo de la competitividad (con las consecuencias laborales y sociales que de ello se derivan) y en el que la Eurozona ha acompañado la cesión de soberanía en materia monetaria al BCE con las restricciones estatales en materia fiscal, vía Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Un espacio en el que la solidaridad ha desaparecido como valor de referencia, si es que alguna vez existió más allá de algunos fondos estructurales que constituían el mecanismo de financiación para que los nuevos Estados miembros pudieran financiar las infraestructuras necesarias para profundizar la construcción de ese mercado único al que se incorporaban.

En definitiva, y a modo de conclusión de este primer apartado, creo que si no se produce una modificación radical del marco económico y político de la Eurozona, cosa que no parece estar en el horizonte, sino todo lo contrario, esta crisis sólo podrá resolverse por la vía de la ruptura o, en el mejor de los casos, de una amago de ruptura tan creíble que suponga una amenaza cierta sobre los intereses de la élite económica dominante y que les fuerce a reconsiderar su ofensiva sobre las clases populares europeas.

 

2. El euro en crisis

La crisis del euro no es una crisis financiera, aunque tenga una dimensión financiera. La crisis del euro es una crisis que estaba inserta en su código genético desde su nacimiento, que ha ido incubándose durante estos años y que ha acabado manifestándose de forma virulenta cuando el detonante de la crisis financiera subprime, importada desde Estados Unidos, provocó el cierre del mercado interbancario a nivel europeo y, con ello, saltaba por los aires todo el mecanismo que había permitido la acumulación de desequilibrios insostenibles al interior de la Eurozona.

Desde este punto de vista, existen algunos factores que explican que el euro haya sido, desde la perspectiva de los pueblos, un proyecto fallido desde su mismo inicio: tanto las políticas de ajuste permanente que se articularon durante el proceso de convergencia como las políticas que se han mantenido desde su entrada en vigor; la ausencia de una estructura fiscal de redistribución de la renta y la riqueza o de cualquier mecanismo de solidaridad que realmente responda a ese principio; las asimetrías estructurales existentes entre las distintas economías al inicio del proyecto y que se han ido agravando durante estos años son, sintéticamente, puntales del proceso de consolidación de la Europa del capital.

Y si se trata de un proyecto fallido, la cuestión a la que inmediatamente debemos responder es qué pueden hacer, al menos los países periféricos sobre los que está recayendo el peso del ajuste de esta crisis, frente a un futuro poco esperanzador.

En este sentido, entiendo que las opciones de acción se revelan en cuanto asumimos las implicaciones de dos cuestiones esenciales sobre la actual crisis europea: la primera es la de alcanzar una adecuada comprensión de naturaleza de esta crisis; la segunda es de carácter más estructural y apunta a la propia viabilidad del actual proyecto europeo.

 

3. Sobre la naturaleza de la crisis

Como acabamos de señalar, la crisis europea no es una crisis financiera sino que se trata de una crisis provocada por las diferencias de competitividad entre el núcleo y la periferia acumuladas desde que el euro entró en vigor.

Por un lado, un núcleo que ha aumentado sus niveles de productividad, que ha mantenido unas tasas bajas de inflación y que optó por un proceso de ajuste basado, esencialmente, en la precarización del mercado de trabajo y la contención salarial.

Y, por otro lado, una periferia que ha mantenido unos diferenciales positivos con respecto al núcleo tanto en tasa de inflación como en tasas de incremento salarial (entre otras cosas, porque los salarios partían de unos niveles inferiores) y unos niveles inferiores de desarrollo tecnológico e incorporación de valor añadido a la producción.

Por otra parte, hay que señalar que Alemania ha sido una de las economías más beneficiadas de la existencia de la moneda única. Ésta ha permitido que las economías periféricas, menos competitivas que aquélla, no pudieran devaluar sus monedas para reequilibrar sus cuentas exteriores. La resultante ha sido una acumulación de superávit por cuenta corriente en los países centrales y de déficit por cuenta corriente en los países de la periferia desconocidas hasta el momento.

Para mantener esa situación de desequilibrio a su favor Alemania ha estado sustituyendo superávit comercial por deuda externa: daba salida hacia el resto de la Eurozona a su producción al tiempo que financiaba el endeudamiento de los países de la periferia, necesitados de ahorro, para que éstos pudieran adquirir sus productos. Este mecanismo permitía que Alemania supliera con demanda externa la tradicional debilidad de su demanda interna; debilidad que ha sido conscientemente reforzada por la vía de una mayor presión salarial a la baja.

Todo ello se traduce en que la crisis presenta en estos momentos dos dimensiones difícilmente reconciliables.

La primera dimensión es financiera y se centra en el problema del endeudamiento generalizado que, en el caso español y para el de la mayor parte de los países periféricos, se inició como un problema de deuda privada pero que contagió también a la deuda pública cuando se procedió a rescatar -y, por tanto, a socializar- la deuda del sistema financiero. Los montos que ha alcanzado el endeudamiento son tan elevados que difícilmente podrá reintegrarse completa y eso es algo de lo que debemos ser plenamente conscientes por sus consecuencias prácticas.

La segunda dimensión es real y se concreta en las diferencias de competitividad entre las economías centrales y las economías periféricas. Esas diferencias no están disminuyendo sino que se están ampliando, a pesar de constatarse una progresiva reducción de los desequilibrios en las balanzas por cuenta corriente producto, en gran medida, de la repercusión del estancamiento económico sobre las importaciones.

Frente a ambas expresiones de la crisis la respuesta se ha centrado en políticas de ajuste y austeridad que no pueden funcionar, entre otras, por dos razones evidentes.

La primera, porque buscan que todos los países sustituyan demanda interna por demanda externa y para ello promueven una deflación salarial y deprimen el consumo, la inversión y el gasto público a nivel interno y los tratan de sustituir por exportaciones hacia el resto del mundo. El problema, entre otros, es que esa política se promueve simultáneamente para todos los países y en un contexto de economía global en recesión. Es, por lo tanto, una política pro-cíclica que refuerza la crisis en lugar del crecimiento y, con ello, agrava el problema.

Y la segunda, porque cada vez se aplican políticas de austeridad por parte de un mayor número de países de la Eurozona. Al ajuste duro de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España –esto es, sobre el 37% del PIB comunitario-, se le añade el ajuste moderado que se está llevando a cabo en Francia, Bélgica y los Países Bajos. En conjunto, esas políticas se están aplicando sobre el 66% del PIB comunitario, es decir, se están imponiendo políticas de austeridad a casi dos tercios de la eurozona. ¿Es viable una Eurozona en la que un tercio de la economía tira de los dos tercios restantes?

 

4. Sobre la viabilidad de la Eurozona

La cuestión de fondo más importante remite a la viabilidad del euro en una Eurozona de las características y con los miembros actuales.

En este sentido, puede constatarse como en el seno de la Eurozona se está produciendo una tensión evidente entre las élites económicas y financieras europeas, que asisten al desmoronamiento de su proyecto, y la lógica económica más elemental. Todo ello en el marco de una percepción de la Eurozona como un juego de suma negativa donde todas las partes cree que está peor de lo que estaría si no estuviera en el euro: así, mientras que los ciudadanos del centro tienen esa percepción porque creen que han financiado los excesos de las economías periféricas; los ciudadanos de éstas entienden que desde el centro se imponen políticas de austeridad de enormes costes sociales.

En el centro del problema se encuentra la posición hegemónica alcanzada por Alemania y las peculiaridades de su estructura productiva, principal fundamento de su potencia económica. Se trata de una estructura productiva que, ante la debilidad crónica de su demanda interna y, por lo tanto, ante la existencia recurrente de exceso de ahorro, se ha volcado en el mercado externo canalizando su excedente de ahorro interno y su superávit comercial hacia los países periféricos en forma de flujos financieros.

Para que la solución a la crisis europea no se diera en falso sería necesario, por tanto, una reconfiguración de las relaciones económicas al interior de la Eurozona.

Para ello, Alemania y el resto de potencias exportadoras debería asumir temporalmente que los países periféricos acumularan superávit por cuenta corriente con ellas para que sus procesos de ajuste, si es que se sustentan sobre las líneas de austeridad impuestas, puedan encontrar en la demanda externa el motor que no encuentran en la interna. Ello exigiría, por tanto, un incremento de la demanda interna en los países centrales (vía incrementos salariales, por ejemplo) porque, en caso contrario, los mismos se encontrarían atrapados entre el freno a su demanda externa y la debilidad de su demanda interna y, en consecuencia, sería más que probable un incremento del desempleo. La otra opción sería permitir un diferencial de inflación positivo con respecto a los países periféricos de manera que sus exportaciones perdieran competitividad por esa vía.

Ambas opciones parecen bastante improbables: ¿alguien se imagina, por ejemplo, a la Canciller Merkel planteado a los alemanes que para recuperar el equilibrio al interior de la Eurozona es necesario que los alemanes sufran una mayor tasa de desempleo o vean erosionado el valor de sus ahorros permitiendo una mayor inflación? ¿No entrarían esas políticas en profunda contradicción con la estrategia que Alemania ha venido implementando desde la primera mitad de la década pasada y que estaban orientadas a reforzar su capacidad exportadora? ¿Alguien piensa que Alemania, después de haber buscado conscientemente estos resultados en términos de repotenciar su capacidad exportadora está dispuesta ahora a dar marcha atrás porque los países del sur de la Eurozona se encuentran en una crisis de la que será imposible que salgan solos? Difícilmente esas economías estás dispuestas a ver incrementarse su desempleo o a perder posición competitiva en los mercados mundiales para facilitar la recuperación de las economías periféricas.

Si uno responde a las anteriores preguntas con un mínimo de honestidad intelectual, el panorama se revela, entonces, con meridiana claridad: parece muy poco probable que a estas alturas sea políticamente aceptable para dichos gobiernos -y, en particular, para el alemán- asumir las condiciones necesarias para revertir los desequilibrios comerciales entre centro y periferia.

Por otro lado, y de cara a entender por qué el colapso del euro me parece inevitable, debe tenerse en cuenta que el nivel de endeudamiento público (y también el privado en ciertos casos) de algunas economías periféricas es insostenible. Es prácticamente imposible que esas economías puedan conseguir unos superávit comercial y/o fiscal que les permitan hacer frente al incremento del pago de la deuda si las políticas que siguen aplicándose son de austeridad.

Nos encontramos, por tanto, ante un callejón sin salida en el que, en algún momento, alguna de las economías periféricas va a tener que reconocer oficialmente su insolvencia y solicitar bien una reestructuración completa de la deuda (que necesariamente implicará quitas muy elevadas) o bien declarar su impago. Cuál sea la reacción de los mercados, pero también de las autoridades europeas, en ese momento determinará radicalmente el futuro del euro; como también cuál sea la economía que declare en primer lugar la insolvencia: no es igual que lo haga Grecia a que lo haga España (tanto por el grado de amortización por parte de los mercados de que esa posibilidad se produzca como por el tamaño en términos relativos y absolutos de su deuda).

El riesgo de que, ante una declaración de insolvencia de alguna economía periférica, se extienda el pánico en los mercados financieros y se desencadene una tormenta financiera de repercusiones desconocidas no puede ser descartado. El hecho de que la tensión que durante estos años atrás imponía la evolución de las primas de riesgo de los países periféricos fuera parcialmente atemperada por la amenaza de intervención del BCE no ha hecho que los desequilibrios reales hayan desaparecido. Es cierto, los Estados se están financiando a unos tipos de interés más bajos, pero con economías en recesión o con tasas de crecimiento prácticamente nulas hecho no impide que la senda de crecimiento de la deuda pública siga siendo insostenible. Es decir, y por decirlo en términos más claros, el hecho de que se haya controlado la fiebre no significa que se haya curado el cáncer que sigue corroyendo por dentro a la Eurozona.

Es por ello que cualquiera de las amenazas que se siguen cerniendo sobre la Eurozona pueda provocar que ésta salte por los aires en cualquier momento y, en ese caso, el colapso del euro sería el resultado más probable.

 

5. ¿Y la izquierda?

Pues me atrevería a afirmar que la izquierda está un poco desorientada.

Una desorientación que, en primer lugar, se expresa en que no se plantea la posibilidad de que el euro pueda colapsar y de que posicionarse contra él, como debiera estar, solo es un movimiento anticipatorio ante un futurible cada vez más probable.

En segundo lugar, también está ignorando que mantener posiciones contra el euro puede tener réditos políticos tanto a corto como a largo plazo porque la identificación que la ciudadanía está haciendo entre la crisis y el euro es cada vez más amplia. Basta para constatarlo con analizar el ascenso de los partidos anti euro en otros Estados europeos. Estrategia que están aprovechando con mucho mayor olfato la extrema derecha nacionalista: el Frente Nacional, por ejemplo, aparece en estos momentos en las encuestas francesas como el partido político con mayor intención de voto en las elecciones europeas y el partido anti euro alemán estuvo a punto de entrar en el Bundestag alemán habiéndose constituido como partido político tan sólo unos meses antes de las elecciones.

En tercer lugar, ante el temor a la sanción electoral que los partidos de izquierda entienden que podría suponerles plantear la salida del euro (sanción que, como acabo de señalar, no teme y, es más, está aprovechando la extrema derecha), adoptan una posición difícilmente comprensible desde el rol político que le es propio. Así, no cejan en la denuncia de esta Europa del Capital y, con ella, del euro en cuanto símbolo que la representa pero, sin embargo, no reclaman su disolución sino que aspiran a que de la crisis surja una confluencia de fuerzas de izquierda a nivel europeo o, al menos, de los países periféricos que permita su reforma en un sentido progresista. Esta opción, como es evidente, exige que se alcance una correlación de fuerzas lo suficientemente favorable para la izquierda en una mayoría significativas de Estados europeos como para que se puedan promover cambios radicales que permitan reorientar el proyecto europeo hacia una Europa de los Ciudadanos. Pero, además, hay que suponer que el capital europeo, en tanto que promotor y principal beneficiario del proyecto europeo en su actual expresión y sobre el que no hay duda que gobierna por vía interpuesta utilizando a una clase política que le es servil, estará dispuesto a permitir y respaldar estos cambios o, en su defecto, si no preferirá verlo destruido antes que en manos de las clases populares europeas.

En definitiva, las condiciones políticas de posibilidad de que por la vía de las reformas se pueda transformar la Eurozona para convertirla en un proyecto inclusivo y favorable a los pueblos de Europa son, como puede apreciarse y cuando menos, de muy difícil concreción.

Y, finalmente, también es necesario plantearse una cuestión muy concreta por cuanto de la respuesta a la misma depende la credibilidad de las propuestas programáticas de los partidos de izquierda ante la ciudadanía en estos momentos. La cuestión es la siguiente: suponiendo que el euro no colapsara o que antes de colapsar permitiera el mandato de un gobierno de izquierdas en nuestro Estado, cuáles serían los márgenes de maniobra que tendría ese gobierno en el contexto actual para tratar de revertir la situación de crisis y dar viabilidad económica a este país en el marco del euro y de las instituciones y líneas de política económica que le sirven de sustento a nivel europeo.

La respuesta a esta pregunta pone de manifiesto la débil consciencia acerca de las condiciones que cualquier economía europea periférica -y, por lo tanto también de España- ha enfrentado, enfrenta y seguirá enfrentando en el terreno de juego que delimita la pertenencia al euro. Así, ante la carencia del mecanismo que permitiría corregir automáticamente los desequilibrios sin tener que recurrir al empobrecimiento de los trabajadores españoles, esto es, una devaluación competitiva de la moneda y ante la imposibilidad de desarrollar políticas industriales que reactiven el tejido productivo devastado por la hipertrofia inmobiliaria, podría afirmarse que España se encuentra atrapada en un callejón sin salida.

Si a ello se le unen las restricciones sobre la política fiscal, condicionada por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento a cumplir los objetivos de déficit y deuda pública y que, por lo tanto, se encuentra privada de su potencial contracíclico en esta fase de recesión económica; si además le agregamos la restricción que supone la reforma del artículo 135 de la Constitución para la libre disposición de los ingresos fiscales, al priorizar el pago del servicio de la deuda pública frente a cualquier otro tipo de gasto público; si no olvidamos que los mayores tenedores de títulos de deuda pública son los bancos españoles (o, también, su Seguridad Social) y que, por lo tanto, cualquier quita o reestructuración de la misma afectará a sus posiciones de solvencia y provocará nuevas tensiones sobre el sistema financiero; y si a todo ello se le añade el pequeño detalle de que España tiene una moneda que no controla, que no puede emitir y que, por lo tanto, carece de uno de los principales resortes económicos para poder desarrollar políticas alternativas frente a la crisis, las perspectivas no son nada halagüeñas para cualquier gobierno de izquierdas que alcanzara el poder y que no se decidiera a romper con el corsé que impone el euro sobre la capacidad de hacer política a los gobiernos.

 

6. Conclusiones

En conclusión, si todo apunta a que los problemas de fondo que han dado lugar a esta crisis no se está resolviendo sino que, por el contrario, se están agravando; si la división entre centro y periferia se está intensificando como consecuencia de la aplicación indiscriminada de las políticas de austeridad; si estas políticas están agravando los problemas de deuda pública de los Estados y deteriorando dramáticamente las condiciones de vida de los ciudadanos; si la dependencia de los Estados de la financiación de los mercados condiciona decisivamente sus márgenes de maniobra; si convenimos en todo ello, entonces tan sólo podemos prever un escenario más o menos temprano de ruptura, bien impuesto desde los mercados bien provocado desde algún Estado.

Pero si además tenemos en cuenta que las posibilidades de reforma se hacen imaginando unas condiciones dificultosas de alcanzar en la práctica e invocando la participación de un sujeto, la “clase trabajadora europea”, que actúe como vanguardia en la transformación de la naturaleza de la Eurozona las perspectivas se ponen aún peor.

Y es que la situación de la clase trabajadora en Europa nunca se ha encontrado más deteriorada en lo que conciencia e identidad de clase se refiere, sin que ello merme un ápice el hecho incontestable de que la relación salarial sigue siendo la piedra de toque esencial del sistema capitalista. Así que plantear que el sujeto político revolucionario en Europa en estos momentos puede ser la “clase trabajadora”, cuando una de las principales victorias del neoliberalismo ha sido su desideologización, desestructuración y la disolución de los elementos que configuraban su identidad de clase es, cuanto menos, asumir que tenemos aún una larga travesía del desierto por delante. Como escribía recientemente Ulhrich Beck, estamos en momentos revolucionarios sin revolución y sin sujeto revolucionario.

Y la situación no puede ser más dramática si somos conscientes de algo que todos deberíamos tener muy claro: en el marco del euro no hay margen alguno para políticas realmente transformadoras; a lo sumo lo hay para políticas paliativas de tanto dolor y sufrimiento social que está generando esta crisis, pero no para alterar el sistema como tal. Por lo tanto, plantear que lo que hay que hacer es reformar el sistema como un todo y que, además, hay que hacerlo en el marco supranacional donde, precisamente, el capital financiero e industrial es más poderoso es la mejor forma de invocar el inmovilismo a la espera de una alineación de los astros que puede tardar demasiado tiempo en producirse.

Frente a todo ello hay que advertir que la salida del euro no supondría la solución inmediata a todos nuestros problemas. Una cosa es que el Estado vuelva a recuperar la soberanía sobre los instrumentos de la política económica y otra muy distinta es en manos de quiénes estén los resortes del poder y, por tanto, el propio Estado y la capacidad de decisión sobre esos instrumentos.

Por lo tanto, al defender la salida del euro no estoy diciendo que con la recuperación de la soberanía económica se recuperen los resortes del poder, pero sí que la ruptura con el euro abre el horizonte de lo políticamente posible, incluido el cambio en la correlación de fuerzas a nivel estatal. Un cambio que bien podría alterar radicalmente la naturaleza del Estado y el ejercicio del poder que éste despliega o bien podría, al menos, permitir un mayor control sobre los resortes del poder estatal por parte de la ciudadanía.

O dicho en otros términos: la ruptura con el euro no es condición suficiente pero sí necesaria para cualquier proyecto de transformación social emancipatorio al que pueda aspirar la izquierda. Por lo tanto, reivindicar la revolución en abstracto y, simultáneamente, tratar de preservar hasta su posible reforma la moneda europea y las instituciones y políticas que le son consustanciales en esta Europa del Capital constituye una contradicción que requiere de algún tipo de explicación más allá de refugiarse en que eso supondría un empobrecimiento instantáneo de la población, como efectivamente sería, como si las políticas actuales no lo estuvieran haciendo ya o como si el euro fuera a existir para siempre.

Alberto Montero Soler (Twitter: @amonterosoler) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.

Published by:

Socialismo 21 en el Acto de Intelectuales por la III República.

imagesIntervención del económista Pedro Montes en el Acto de presentación de Intelectuales por la III República

                Con profunda emoción, Socialismo 21 respalda y se adhiere al manifiesto que acaba de presentarse. Desde el primer momento en que tuvimos conocimiento de  que CP se proponía impulsar esta luminosa iniciativa,  la Coordinadora federal de Socialismo 21 decidió y expresó su deseo de colaborar a su éxito, porque podría representar un acontecimiento político que removiese las estancadas y pútridas aguas de nuestra sociedad. Ahora ya, a pesar de tantos silencios cómplices,  estimamos en alto grado  la presentación de este manifiesto en la casa natural de la Republica, el Ateneo de Madrid, que  posiblemente tendrá un alcance  histórico.

El país se hunde, gangrenado económica y moralmente, desmoralizado, con desigualdades lacerantes, sin futuro, con una democracia de ínfima calidad y muy débiles raíces. En estas condiciones,  la existencia de un grupo de intelectuales de tan diversos campos,  del nivel y solvencia de los firmantes de este Manifiesto, actuando como conciencia  crítica y moral de  nuestra sociedad, abre una brecha a la esperanza. La conciencia del país no está muerta, la bandera de la dignidad ha sido recuperada, el porvenir está en manos de la inmensa mayoría. Y precisamente en unos momentos en los que las luchas y movilizaciones populares han alcanzado algunas victorias y los ciudadanos parecen darse cuenta del poder decisivo que tienen.

Este llamamiento,  para proclamar la III República y  pasar la página de la monarquía actual, de orígenes siniestros y comportamientos indignos y deplorables,  está certeramente dirigido a romper la clave de bóveda del sistema y del régimen,  causa fundamental del insostenible estado de nuestro país.

Gracias maestros, por vuestras aportaciones intelectuales y culturales, y gracias por vuestro compromiso  con la causa de la democracia, la libertad, la justicia  y la dignidad. Socialismo 21 comparte estos mismos objetivos y contribuirá a intentar conseguirlos.

Published by:

MANIFIESTO INTELECUALES POR LA REPÚBLICA

descargaHan transcurrido treinta y seis años desde que se instauró en España la democracia con una monarquía constitucional como forma de Estado, con un Rey impuesto por el dictador y nunca sujeto a un referéndum de la ciudadanía. Éste fue el principal precio que se pagó en el proceso de Transición de la dictadura a la democracia, al no tener lugar la ruptura democrática y articularse una reforma pactada, bajo la presión ejercida por el Ejército surgido del golpe de Estado de 1936 contra la II República, los poderes económicos y la larga mano de los EE.UU.

La instauración de esta forma de la Monarquía de Juan Carlos de Borbón fue acompañada, además, por la introducción en la Constitución de 1978 de toda una serie de preceptos que configuran a dicha institución con perfiles claramente antidemocráticos. La clave de bóveda de esta grave contradicción constitucional ra- dica en que el artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y por otro lado el artículo 56, apar- tado 3, establece que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabili- dad”. Flagrante vulneración del principio de igualdad entre todos los españoles que proclama la misma Constitución.

Treinta y cinco años después de aprobada la Constitución que ha regido desde entonces la vida de nuestra sociedad, tenemos la firme convicción de que ha llegado el momento de poner fin a tamaña anomalía. Es evidente que los escándalos de todo orden que han salpicado últimamente a la Casa Real han contribuido a acre- centar la desafección entre la ciudadanía hacia la persona del rey y su familia. Para nosotros, no es una cuestión de personas, sino de la institución monárquica en sí, a la que consideramos obsoleta, anacrónica y contraria a los principios de la democracia, conforme a la cual todos los que nos representan han de ser libremente elegidos por el pueblo, incluido el jefe del Estado.

La profunda crisis que vive hoy nuestro país- no solo económica, sino también política y moral-, recuerda, salvando las distancias temporales que nos separan de aquel periodo histórico, la vivida en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera, que desembocó en el advenimiento de la II República. La Agrupación al Servicio de la República lanzaba entonces un llamamiento a favor de la instauración en España de un régimen republicano.“La Monarquía de Sagunto”- decía ese lla- mamiento- “ha de ser sustituida por una República”. Pero, dado que la Monarquía no iba a ceder “tan galantemente”, y el paso a un sistema de poder público solo se rendiría “ante una formidable presión de la opinión pública”, era urgentísimo or- ganizar esa presión, haciendo que “sobre el capricho monárquico” pesase “con suma energía la voluntad republicana de nuestro pueblo”. La Monarquía de hoy, surgida por imposición de un régimen dictatorial y perpetuada por los pactos concertados por los partidos de izquierda con la derecha postfranquista, tampoco es representa- tiva de esa voluntad.

El Manifiesto de febrero de 1931 se proponía movilizar a la ciudadanía para que formara “un copioso contingente de propagandistas y defensores de la Re- pública española”. Sus autores llamaban a “todo el profesorado y magisterio, a los escritores y artistas, a los médicos, a los ingenieros, arquitectos y técnicos de toda clase, a los abogados, notarios y demás hombres de ley”. También se refería muy es- pecialmente a la necesidad de contar con ”la colaboración de la juventud”, respecto de la cual se expresaban así:“Tratándose de decidir el futuro de España es impres- cindible la presencia activa y sincera de una generación en cuya sangre fermente la sustancia del porvenir”.

Lo mismo que ayer, nuestro llamamiento va también dirigido hoy a los intelec- tuales- escritores, periodistas, artistas-, a los que desempeñan tareas docentes desde la escuela primaria a la Universidad, a los que ejercen profesiones liberales- médicos, ingenieros, arquitectos, abogados-, a los integrantes de la decisiva comu- nidad científica, a los que ocupan cargos en la función pública, y, por supuesto, a la clase trabajadora, que fue y sigue siendo la que más soporta el peso de las injusticias y desigualdades del salvaje capitalismo neoliberal. Y, de manera muy particular, a las generaciones jóvenes que no participaron en la discusión y aceptación de la Cons- titución de 1978, pero cuyas consecuencias padecen como el resto de la sociedad. Porque nosotros también insistimos en que su savia nutra el futuro.

Ha llegado el Momento de que los españoles decidamos en plena libertad el régimen que deseamos para España. Por ello, pedimos la convocatoria de un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República. En el caso de triunfar esta última opción, se abriría un periodo de Cor- tes Constituyentes, en el que se elaboraría una nueva Constitución y se procedería después a la convocatoria de elecciones para la formación de un nuevo Parlamento como representante de la soberanía popular. La Constitución que se adopte debería prever las modalidades de elección del Presidente de la República del nuevo Estado, que adoptaría la forma de República federal.

El nuevo estado no sería aconfesional, como lo es el actual, conforme a la Constitución de 1978, cuyo artículo 16, apartado 3, dice que “ninguna confe- sión tendrá carácter estatal”, sino laico, como estipulaba el artículo 3 de la Consti- tución de 1931: “El Estado español no tiene religión oficial”. En él se fomentarán y divulgarán desde la escuela primaria los valores laicos y republicanos.

Desde el final de la Guerra Civil hasta hoy la consigna más falaz esgrimida por los vencedores del conflicto no ha sido otra que repetir machaconamente que tanto la I República, la de 1873, como la II, la de 1931, constituyeron un fracaso que condujo a España a la ingobernabilidad provocada por el desorden. Quienes aún hoy se permiten formular esta opinión o bien tergiversan deliberadamente el signi- ficado de las dos experiencias republicanas o son víctimas del lavado de cerebro que desde hace más de dos siglos (1789, Revolución Francesa) han venido persiguiendo los monárquicos volcados en impedir por todos los medios, incluidos los golpes de Estado de los generales Pavía y Franco, la modernización social y cultural que aca- rrearon las dos experiencias republicanas, la II en particular.

La  III República ha de ser la obra de todos los españoles, hombres y mujeres, en un esfuerzo común por dotar a nuestro país de un Estado que esté en con- sonancia con nuestro tiempo. Una de las mayores preocupaciones de los hombres y mujeres de la II República fue la moralización de las instituciones y de la vida pública degradadas por un sistema, también bipartidista, que desembocó en la primera dictadura militar del siglo XX amparada por el monarca Alfonso XIII. Obviamente, entre las tareas primordiales del nuevo régimen republicano figurará el objetivo de apostar por la igualdad social.También la consecución de un moderno Estado de Bienestar asentado en una fiscalidad progresiva más justa cuyas conquis- tas sociales hagan pasar a la historia las hasta ahora conseguidas.

La III República no es una quimera, no es una utopía. Es una urgen- te necesidad de regeneración democrática. Y puede ser una realidad, si to- dos nos unimos y luchamos juntos por conseguirlo. Sin olvidar las experien- cias republicanas del pasado, la III República ha de mirar hacia el futuro.

Firmantes

José Luis Abellán

Filósofo y escritor,catedrático emérito de la Universidad Complutense
de Madrid,ex miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO,ex Presidente del Ateneo de Madrid

Laura Alfonseca Giner de los Ríos

Investigadora en Historia

Pilar Altamira

Escritora,bióloga,responsable del Legado Rafael Altamira

Marcos Ana

Poeta

José Caballeero Bonald

Escritor,Premio Biblioteca Breve,Premio Cervantes

Mercedes M. Arancibia

Periodista,co-directora de Crónica Popular

Amparo Climent

Actriz,dramaturga y artista plástica,Medalla de Oro de la Real Academia de Bellas Artes de Barcelona

Lorenzo Contreras

Periodista,cronista político.

Julio Diamante  Stihl

Director cinematográfico y teatral,escritor,premio de Cultura-Cine y Audiovisual de la Junta de Andalucía

Antonio Ferres

Escritor,Premio Sésamo y Premio Ciudad de Barcelona

Josep Fontana

Historiador,catedrático emérito de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona

Joan Garcés

Politólogo,Premio Nobel alternativo (Rightlivelihood Foundation),
ex investigador de la Fondation Nationale des Sciences Politiques de Paris

Juan Genovés

Pintor y artista gráfico,Premio Nacional de Artes Plásticas de España,Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes

Belén Gopegui

Escritora, Premio Tigre Juan e Iberoamericano Santiago del Nuevo Extremo

Juan Antonio Hormigón

Escritor,director de teatro,ex catedrático de Dirección de Escena de la RESAD

Carlos Jiménez Villarejo

Jurista,ex Fiscal Anticorrupción

Salvador López Arnal

Profesor,colaborador de ElViejoTopo y de Rebelión

Armando López Salinas

Escritor,finalista del Premio Nadal

Gloria Llorca Blasco-Ibáñez

Miembro del Patronato de la Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco-Ibáñez de Valencia

María Rosa  de Madariaga Alavarez- Prida

Historiadora,ex funcionaria de la UNESCO,miembro del Consejo de Redacción y coordinadora del Consejo Editorial de Crónica Popular

Fernando Marín

Actor y director,primer Secretario General de la Unión
de Actores,miembro fundador de AISGE (Actores,Intérpretes,Sociedad de Gestión de España)

Carmen Negrín

Ex funcionaria de la UNESCO,Presidenta de Honor de la Fundación Juan Negrín

Mirta Núñez Díaz-Balart

Historiadora,Directora de la Cátedra“Memoria Histórica del
siglo XX”, de la UCM,miembro del Consejo Editorial de Crónica Popular

Luis Otero Fernández

Fundador de la Unión Militar Democrática (UMD) y Presidente del Foro Milicia y Democracia (FMD)

Carlos París.(† 31 de enero de 2014)
  Filósofo y escritor, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, Presidente del Ateneo de Madrid

Gonzalo Puente Ojea

Embajador de España retirado,escritor

Ignacio Ramonet

Periodista y escritor,director de Le monde diplomatique en español

Rosa  Regás

Escritora,Premio Planeta,Premio Biblioteca Breve,ex Directora de la Biblioteca Nacional

Fernando Reinlein

Miembro de la Unión Militar Democrática (UMD) y vocal de la Junta Directiva del Foro Milicia y Democracia (FMD),periodista

Miguel Riera

Editor,director de ElViejoTopo

Julio Rodríguez Puértolas

Catedrático emérito de Literatura de la Universidad Autónoma de Madrid

Isaac Rosa

Escritor,Premio Rómulo Gallegos y Premio Fundación José Manuel Lara

David Ruiz

Historiador,catedrático emérito de la Universidad de Oviedo

Nicolás Sánchez-Albornoz

Historiador,catedrático de la Universidad de NuevaYork,ex Director del Instituto Cervantes

Rodrigo Vázquez de Prada y Grande

Periodista,co-director de Crónica Popular

Angél Viñas

Economista,historiador,catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, ex Embajador de la UE ante las Naciones Unidas,en NuevaYork

 

Published by: