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Entrevista a Miras y Tafalla sobre su libro «Una vez más, la izquierda como problema»

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«La revolución democrática es, para nosotros, un proceso en el que se vaya creando un nuevo sujeto social colectivo, como consecuencia de la organización de la gente, en territorios, en barrios, en comunidades, en centros de trabajo, empezando por donde resulte posible, hasta abarcar el conjunto de la sociedad.»

Por Salvador López Arnal

Filólogo uno, historiador el otro, y ambos jacobinos, gramscianos, analistas y estudiosos de los Quaderni, Joaquín Miras y Joan Tafalla son dos pensadores praxeológicos surgidos de la tradición marxista-comunista en nuestro país empecinados en pensar siempre con su propia cabeza. El diálogo se centra en su último libro editado recientemente por El Viejo Topo: La izquierda como problema.

Felicidades por vuestro nuevo trabajo, vuestro nuevo “material” que diría Manuel Sacristán. Empiezo por el título. ¿Por qué “una vez más”? Cuando habláis de la izquierda, ¿en qué izquierda o izquierdas, en qué tradiciones estáis pensando?

La frase del título hace referencia a la semejanza que tiene la actual situación política con la de la transición de los años 70. En aquel momento, un fuerte movimiento obrero y popular puso en crisis una forma de dominación, pero no tenía fuerza suficiente para imponer una solución democrático-popular. Hoy ese viejo movimiento obrero y popular ha sido derrotado, se encuentra en retirada, solo puede librar batallas defensivas, en el ámbito de lo económico-corporativo.

Aparece un nuevo movimiento que está en los inicios, aún sin estructurar, aún poco potente. No existe conexión entre ambos movimientos. La suma de los dos no da la potencia necesaria para vencer en el pulso contra las brutales políticas aplicadas por mandato de la UE. Esa es la diferencia en la sociedad. Pero existe un común denominador: entre 1975 y 1978 la izquierda, las fuerzas democráticas existentes, ante la situación de fin de régimen, comenzaron a moverse tácticamente para aventajar a las demás en la carrera por el poder institucional, abandonaron la movilización, convirtieron el tejido movilizado en caladeros de pesca de voto, instrumentales, etc.

En la actualidad creemos que sucede algo similar. Con el agravante de que las incipientes movilizaciones existentes hoy día se han hecho al margen de esas fuerzas, cuyo interés, cuyos intereses han estado durante más de treinta años en la gestión institucional.

Por lo tanto, nuestra crítica es muy generalizada. En estos momentos brotan no cien flores, ni cien asambleas de base, sino cien candidaturas, amparando su justificación con léxico radical, pero “yendo al grano”.

La izquierda es un problema… ¿para quién? ¿Para la propia izquierda? ¿Para la ciudadanía desfavorecida?

No afirmamos que la izquierda sea un problema para la ciudadanía desfavorecida. Esa es una lectura que toma la parte por el todo. Afirmamos que la izquierda actual, al margen de los esfuerzos honestos y denodados de miles de militantes, no es la solución. Y si no cambia radicalmente de cultura política, si no vuelve a empezar, no llegará a ser parte de la solución.

La ciudadanía necesita una izquierda que contribuya desde la modestia, desde el segundo plano y, esto es muy importante, desde su experiencia –la izquierda, en sus diversas versiones, cierra los ojos a lo que le dice la terrible experiencia histórica del siglo XX-, a la constitución de un movimiento democrático y popular, a la constitución del pueblo trabajador en pueblo soberano capaz de luchar, de organizarse, de deliberar y de crear una nueva cultura.

La izquierda, las fuerzas políticas de izquierda, deberían ser sirvientes de las necesidades de las clases populares. Se comportan sin embargo, como eternos y frustrados aspirantes a amos. La oligarquía por su parte siempre ha entendido cuál ha de ser el verdadero papel de sus partidos orgánicos; la derecha siempre ha sabido que los políticos son sus servidores, que ministro, diputado, comisario quiere decir esclavo/esclava, servidor.

En vuestra opinión, en el territorio comprendido dentro de la Unión europea, os cito ahora, “el capital financiero e industrial alemán, tras una larga marcha, ha conquistado el espacio vital (Lebesraum) que la geopolítica alemana de los años veinte del siglo pasado consideraba imprescindible para darle un rol hegemónico en Eurasia. Una conquista de evidentes características neo-colonizadoras de los territorios periféricos de la Unión Europea.”. ¿Estamos en eso? ¿Qué espacio vital se abarcaría? ¿Sólo el capital financiero e industrial alemán?

Creemos que lo que se dirime en este periodo es un nuevo orden económico social, cultural, ideológico y político impuesto por el capitalismo tras la caída de su enemigo, el bloque del este. A partir de ese momento el capitalismo se desembrida, crea nuevos instrumentos y medios de control sobre la economía, en primer lugar, y sobre los demás ámbitos de la vida.

En Europa se produjo en principio una pugna por el liderato de la nueva época, entre Gran Bretaña, que decidió quedar al margen, Francia y Alemania. No cabe duda sobre quién ha sido el vencedor. El diseño de la moneda única obedece a los criterios y necesidades impuestos por Alemania. Y en torno a Alemania se han unido algunas otras potencias económicas sin peso para ser protagonistas en el diseño del proyecto como Holanda.

Esto no quiere decir que Francia no trate de preservar sus intereses, pero hoy (mayo de 2013) su posición es una posición subordinada. Lo esencial, nos parece, son las relaciones de carácter imperialista entre el país centro (Alemania) y las colonias (los países periféricos de la UE). Se trata de una situación que exige una lucha por la liberación nacional y democrática.

España debe salir de la UE y del euro. Se trata de la condición necesaria para salir de la trampa que lleva a los pueblos de España al expolio, a la dependencia, a la miseria y, como colofón (muy clásico por otra parte) a una confrontación entre ellos que sustituye la lucha contra el enemigo común. Para nosotros, no existe soberanía popular ni española, ni catalana, ni vasca, etc., sin liberarse del euro y de la UE.

Las centrales sindicales mayoritarias, os cito de nuevo, “mostraron a los trabajadores que la resignación y la sumisión era la única vía para poder trabajar” (y ello sin que las minoritarias o las sucesivas y localizadas escisiones de CCOO pudieran y/o supieran revertir este proceso). ¿Han traicionado a la clase obrera entonces? ¿Son en vuestra opinión instituciones perversas de las que nada se puede esperar?

Nos reclamamos del origen heroico y glorioso de las comisiones obreras. Una característica de las actuales burocracias dirigentes es servirse de este patrimonio de luchadores y luchadoras para legitimar su actual subordinación a los planes del la oligarquía. No hablemos ya de UGT.

La imposición verticalista y antidemocrática del Pacto de la Moncloa marcó un antes y un después. La imposición de ese Pacto significó el aplastamiento de la cultura de lucha creada en durísimas condiciones entre finales de los años 50 y 1976-77. Las centrales sindicales, constituidas como tales, durante la transición perdieron toda autonomía de clase, toda práctica democrática, todo el carácter socio-político.

Fueron cooptadas y, en gran parte, corrompidas. Se transformaron en instituciones sin cuyo compromiso no hubiese existido el régimen a cuyo ocaso o crisis asistimos. El último ejemplo de esa actitud de sumisión y de falta de perspectiva socio-política ha sido el llamamiento de Toxo y Méndez el pasado primero de mayo a consolidar el régimen decadente con un gran pacto social, en lugar de estimular la lucha por un cambio político democrático, por derribar el gobierno del gran capital y abrir con ello la posibilidad de otro modelo de desarrollo justo social y ecológicamente.

La lucha por la democracia precisa de un sindicalismo de clase, democrático, socio-político, autónomo de la patronal y del estado. Pequeños y dignos sindicatos lo están intentando desde hace muchos años: COBAS, SAT, Corriente Sindical de Izquierdas, Sindicato ferroviario, IAC y muchos otros. Comprendemos que hay empresas o sectores donde los compañeros no puedan hacer otra cosa que “aprovechar las condiciones legales” y deban trabajar dentro de los sindicatos del régimen.

Pero si se afirma que debe surgir un nuevo régimen democrático y popular, más pronto o más tarde deberá surgir una nueva confederación sindical de clase y democrática. Y la tarea deberían haberla emprendido ya los mismos sectores honestos que aún trabajan dentro de ese sindicalismo vertical.

Los últimos episodios en IU, señaláis en vuestro material, “son la transformación del llamamiento electoral a la rebelión en una política de apoyo a la gobernabilidad de Extremadura por parte del PP”, y, en el caso de Andalucía, a “la aplicación de los recortes impuestos por la troika eso sí, “por imperativo legal”. Os comento lo de Extremadura: ¿pero no es eso lo que quisieron, lo que discutieron, lo que votaron y apoyaron los propios militantes de la organización enfrentándose, por cierto, a la dirección federal de IU?

En un primer nivel la respuesta es otra pregunta: ¿de veras eso es lo que quiso el electorado que votó a IU en Extremadura? En un segundo nivel, y aceptado que así fuera, se plantea entonces la cualidad moral de los dirigentes.

Respecto de este tema, o del racismo, o de cualquier otro asunto político, uno no puede evitar, de entrada al menos, que el votante tenga ésta o aquella opinión, ésta o aquélla preferencia. Pero uno sí puede preferir y optar por no ser quien la gestiona. Si de responsabilidad hablamos, ésa es la responsabilidad de un individuo de izquierdas. Presidentes hubo que dimitieron por no firmar una pena de muerte, y nos parecen ejemplos imborrables.

En un tercer nivel: esto muestra los límites y la impotencia de entender la política como proceso electoral, no como organización y debate constante de las clases subalternas. El lema electoral de IU “¡Rebélate!” se transformó en Extremadura en un gobierno del PP y en Andalucía en la gestión de los recortes “por imperativo legal”.

Habláis de una revolución democrática a pesar de que, apuntáis, “el demos no está aún por la labor”. ¿Qué es eso de una revolución democrática? ¿No es la misma idea que difunde y apoya el Frente Cívico Somos mayoría?

La revolución democrática es, para nosotros, un proceso en el que se vaya creando un nuevo sujeto social colectivo, como consecuencia de la organización de la gente, en territorios, en barrios, en comunidades, en centros de trabajo, empezando por donde resulte posible, hasta abarcar el conjunto de la sociedad.

Este tipo de proceso tiene sus tiempos, habitualmente lentos y, para ser democrático, solo puede darse de abajo arriba. Parte de la experiencia real de las gentes, permite que la gente haga su experiencia política y transforma a las clases subalternas en sujeto social y político creador de una nueva cultura y, consiguientemente, de un nuevo estado.

Su calendario y agenda deben ser autónomos de los calendarios y agendas heterónomos, es decir, elaborados e impuestos desde fuera. Concretamente, su calendario no debe depender del calendario electoral ni de las impaciencias electorales de las vanguardias externas al proceso democrático de constitución del sujeto político.

Este movimiento aún no existe (aunque en Catalunya existen pequeños embriones que se mueven en unas pocas localidades) y no puede tener en consecuencia visibilidad política. La idea de revolución democrática es el Allonsanfan que recorre Europa desde hace 224 años y es lógico que entre las gentes de la izquierda haya coincidencia en ella como objetivo. Solo que lo que para unos puede parecer lo urgente a otros nos parece que bloquea lo necesario.

Habláis del inicio de un proceso falsamente soberanista que reclama para Catalunya estructuras de Estado dentro de la UE. Para vosotros, añadís, no existe soberanía posible dentro de la UE. ¿Por qué no es posible? ¿Cómo hay que situarse en ese proceso soberanista?

Creemos que soberanía es capacidad de decisión y control sobre la vida económica y social de una sociedad determinada. Sin posibilidad de control democrático sobre la moneda, sobre las políticas económicas a desarrollar, sobre los presupuestos económicos del estado, hablar de soberanía es un sarcasmo.

Por otra parte, el proceso soberanista catalán adolece de lo que adolece toda actividad política que piensa la política solo como acción institucional y competencia electoral con otras fuerzas, en lugar de plantearse la política como actividad de organización directa de la gente en su territorio, de abajo arriba, a partir de su experiencia política, sus deliberaciones y sus criterios.

El institucionalismo en lugar de convertir a las fuerzas políticas en unificadoras de sociedad las convierte en nuevas instituciones en competencia con las anteriores

Hablando de soberanía, afirmáis que ésta no debe radicar en “la nación” o en el parlamento, sino en el pueblo, “como sujeto organizado, activo y operante, con capacidad de decisión sobre sí mismo y su creatividad cultural”. ¿De qué pueblo estáis hablando? En nuestro caso, en España, ¿cuál sería el pueblo soberano?

Esta pregunta puede ayudar a comprender mejor nuestra posición sobre lo que sea o no revolución democrática. Sin prejuzgar a priori si esta o aquella fuerza comparten o no nuestra opinión. Para nosotros la democracia es el nombre de un movimiento organizado, estable, capilar, constituido por las clases subalternas para protagonizar la actividad político cultural, para protagonizar su vivir.

Las clases, el pueblo, los bloques sociales, a priori no existen, se crean se organizan o forman. Pueblo soberano en ciernes lo sería el movimiento en proceso de autoconstitución que surgiera de entre las clases subalternas. No podemos creer que el universo electoral de votantes sea pueblo soberano por el hecho de votar. De hecho, tampoco lo considera así la actual constitución, que precisamente por ser de corte liberal, declara que la soberanía radica en el parlamento.

Cuando habláis de un nuevo modo de hacer política, ¿de qué nuevo modo estáis hablando? ¿Qué sería eso de la transición hacia un nuevo régimen político de carácter democrático popular?

Habitualmente se considera que hacer política es plantear al votante un programa en el que se enumera una serie de acciones que determinado partido desarrollaría desde las instituciones políticas, si se le votase. Nosotros consideramos, primero, que el centro de la política debe ser constituir un movimiento de masas que trate de organizarse como poder capilar en la vida cotidiana.

No reducimos la política a la actividad estatal, porque nos negamos a aceptar la arbitraria separación entre estado y sociedad civil. Estado es todo instrumento que crea un orden social y cultural y estado es por tanto la actividad producida por ese instrumental, esto es, la cultura material de vida organizada.

En segundo lugar, desde Rousseau, Robespierre, Saint-Just, Babeuf o Buonarroti, sabemos que la representación es el mecanismo mediante el cual las élites secuestran la soberanía del pueblo. Sabemos que la ficción democrática dura el tiempo que media entre la apertura y el cierre de los colegios electorales.

La democracia entendida como pueblo soberano desconfía de sus representantes: les impone un mandato imperativo, divide su poder, limita su mandato, les impone rendiciones de cuentas periódicas, los revoca si vulneran el mandato del pueblo. Ese, más que un nuevo modo de hacer político es un modo clásico, es “la libertad de los antiguos”, es la tradición de la democracia jacobina que fue abandonada por la socialdemocracia a finales del siglo XIX. Aquí también cabe la idea de que de lo que se trata es de “volver a empezar”.

Perdonad que insista en este punto. Nadie sino el Pueblo puede hablar en nombre del Pueblo. En este principio se basa la Democracia señaláis. ¿Cómo habla el pueblo de sí mismo? ¿A través de qué proceso, con qué organización si fuera el caso?

La libertad pasó como una tormenta”, dijo Saint-Just. Las ocasiones en que el pueblo ha hablado de sí mismo han sido, históricamente pocas y han durado poco tiempo. Pero nos continúan iluminando, continúan explicándonos qué debemos perseguir y, sobre todo, cómo debemos hacerlo. El colapso de estas breves experiencias nos muestra también qué cosas no se deben hacer. Nos señalan qué cosas no debemos repetir. Pero con Neruda nos podemos lamentar: “…es tan largo el olvido!”.

¡Claro que el pueblo puede hablar de sí mismo! ¡1793, 1871, 1917-21, 1936 son algunas de las ocasiones recientes en que lo ha hecho! En cada una de esas ocasiones dejó de hablar por sí mismo, dejo de hablar de sí mismo cuando una determinada elite secuestró su poder, le arrebató la soberanía y se puso a gobernar en su nombre.

Quienes nos critican suelen recordarnos la tesis XI sobre Feuerbach. Siempre olvidan la tesis tercera: el educador debe ser educado. Que para nosotros quiere decir: no existe proceso democrático que quiera comenzar y crea consistir en que unos dirigen y otros siguen –no ponemos “obedecen”-.

Sólo caracterizamos como democrático aquel proceso que propicie la creación de experiencia de vida activa entre los subalternos, su transformación en sujeto activo y operante, su autonomía. Rechazamos categóricamente dar el nombre de democráticos a aquellos movimientos integrados y dirigidos por “especialistas” de la política, ni a aquellos que se plantean como meta única la gestión institucional de lo existente.

¿Qué caracteriza esa democracia sustantiva de la que habláis? ¿Cuál es su sustantividad? ¿Por qué nuestras llamadas “democracias” no lo serían?

Democracia sustantiva es una definición clásica que se basa en la noción de que no hay democracia donde el demos no detenta el poder. Un poder que no es solo el de la institución burocrática del aparato del estado, sino el del conjunto de la sociedad que, en cada una de sus más mínimas expresiones, es Estado. Ese poder lo detenta el pueblo creando con su ethos el mundo de vida, la cultura o eticidad, y deliberando las leyes –la legislación no se delega- y eligiendo, de diversas formas, y controlando, a los magistrados mandatados para gestionar la ley.

Es una realidad en la que el poder de control sobre la vida diaria, sobre la vida cotidiana, está en todo o en parte –según el movimiento organizado y su peso- en manos de ese movimiento capilar estable. Los regímenes existentes en Occidente “se llaman democracia y no lo son”. Tras Thermidor, todos los regímenes constituidos en occidente, lejos de ser democráticos, se constituyeron en un largo proceso de “revolución pasiva”, cuyo objetivo era neutralizar e integrar las conquistas de los pueblos, como por ejemplo, el sufragio universal.

Se trata de regímenes constitucionales liberales –representativos donde no existe mandato imperativo, donde el soberano legal son los representes y no el pueblo. Eso por no hablar del soberano real constituido por una fina capa de poderes económicos, militares y religiosos. Son regímenes donde el pueblo no puede controlar, ni limitar el poder de los mandatarios, por que las leyes lo prohíben. Denominar estos regímenes como democracia es una concesión verbal que entraña la derrota del pensamiento democrático surgido del año II la revolución francesa.

Nuestras democracias no parten de movimientos de masas cuyas tupidas redes organizativas luchen por el control sobre el vivir para crear en lucha un vivir libre. Restringen la política a la actividad ingenieril desarrollada desde las instituciones político administrativas y conciben la participación política como el voto en las elecciones por parte de una ciudadanía –si así se la puede denominar- atomizada.

Nuestro programa, afirmáis, “solo puede ser ayudar al nacimiento de un Pueblo real, una Voluntad Soberana, práxica, existente, que en la medida que exista hace innecesario ningún motor de arranque”. Pero el nacimiento de un pueblo real, de esa voluntad soberana, ¿no puede ser posibilitada por la elaboración colectiva de programas de unión, que acerquen a las gentes, que nos aproximen a todos, que marginen puntos de desunión?

Comenzar la casa por el tejado nunca da resultado. Y lo estamos viendo. En Catalunya desde septiembre de 2012, los programas de la izquierda se multiplican, florecen las candidaturas, por doquier personalidades abnegadas consideran llegado el momento de someterse a la dura prueba del servicio. En los ultimísimos meses aparecen fenómenos similares en el resto de España.

Y desde luego, nadie tiene por qué no presentarse como candidato. Pero nosotros creemos que ahora lo que toca es asumir que alguien –“álguienes”- ha de ser estiércol que abone en silencio la realidad social, para que haya futuro. Ser estiércol hoy, tal como escribía Antonio Gramsci. Fuera de esta tarea todo nos parece vanidad.

Publicado en la revista El Viejo Topo

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En las movilizaciones sociales germina una política joven anclada en la participación

1Rauber«…El peso de la vieja cultura que asecha la mentalidad y las prácticas de la izquierda partidaria, se hace presente a la hora de interpretar los acontecimientos. Son muchos los partidos de izquierda que persisten defensivamente en su ceguera escudados en viejos tabúes de desconfianza porque, según dicen, “nadie los controla”, “no hay organización ni dirección”.

Isabel Rauber,Doctora en Filosofía y activista social Latinoaméricana

Indo-afro-latinomérica tiene rostro de pueblos en luchas y resistencias, parapetados en barricadas y en rutas cortando el paso al saqueo, a la exclusión y a la muerte, defendiendo la vida en todas sus dimensiones. Así ha sido por siglos y así es en el presente. Pero no siempre en las mismas condiciones, ni situaciones, ni con las mismas tareas o desafíos.

El siglo XX puede definirse como el siglo dictatorial marcado por represiones y muertes de militantes del campo popular. Las organizaciones sociales se desarrollaron entonces en gran cercanía con las organizaciones políticas revolucionarias, y no pocas veces, nacieron bajo su inspiración o labor de base. Lo conspirativo-defensivo marcó el estilo de hacer política, la organización de sus actores y las interrelaciones entre ellos. Pero el tiempo de dictaduras saltó por los aires con las luchas de los pueblos que hicieron posible las aperturas democráticas. La caída del sistema socialista, abrió un período de confusión y desasosiego en las filas de gran parte de la izquierda político partidaria que fue aprovechado por el neoliberalismo triunfalista para impulsar sus feroces y regresivas políticas de saqueo prometiendo el advenimiento de un dulce y prospero futuro luego de la “necesaria” etapa inicial de “dolor y dureza”.

Sin esperar por los partidos de izquierda y sus directivas, los sectores populares, además de los siempre presentes movimientos indígenas, se levantaron prontamente para denunciar y resistir a tales políticas; en algunos territorios nacieron, crecieron y se consolidaron amplios y poderosos movimientos en campos y ciudades. En sus luchas construyeron articulaciones, experimentando la potencialidad de un actor colectivo capaz de constituirse en sujeto político de los cambios.

En las resistencias de las poblaciones de los barrios periféricos de las grandes ciudades (Santo Domingo 1984), en el levantamiento de Chipas (México, 1994), el Caracazo (Venezuela, 1989), la “guerra del agua” y las “guerras del gas” (Bolivia, 2000 y 2003), los levantamientos indígenas de (Ecuador, 2000), la constante recuperación de tierras por el MST (Brasil), el surgimiento de la central de Trabajadores Argentinos y los posteriores levantamientos piqueteros (Argentina 1991-2002), entre muchos otros ejemplos, germinaron nuevos sujetos socio-políticos y también una nueva dimensión de la política enraizada en lo social y sus luchas, con capacidad para cuestionar el poder establecido y disputarle la hegemonía política y cultural.

Lo reivindicativo revela su contenido político

Como nunca antes, las luchas reivindicativas mostraron en este período su rostro raizalmente político, es decir, cuestionador del sistema político, económico y social desde abajo. Pero en las filas de la izquierda partidaria faltó capacidad y sensibilidad para captar esta cualidad política revolucionaria presente en las luchas sociales; no era su práctica. Ello les impidió sumarse desde el inicio a la gesta de los movimientos, descubrir y poner de manifiesto los nexos comunes entre las distintas problemáticas y luchas sectoriales en aras de promover la articulación (convergencia) de las problemáticas sectoriales y de sus actores.

La convergencia supone, a la vez, la construcción de una subjetividad colectiva común, que es la que –en determinado momento , posibilita superar lo sectorial-corporativo y obrar colectivamente por objetivos sociales.

Así ocurrió, por ejemplo, en Bolivia, con la formación del MAS, concebido por un conjunto de movimientos indígenas y sociales como su instrumento político para viabilizar las propuestas sociales, convertidas en agenda colectiva en las articulaciones y convergencias construidas por los diversos actores sectoriales en interacción permanente en jornadas de resistencias y luchas y en la elaboración de propuestas superadoras del estado de cosas.

Desde abajo, es decir, desde la raíz de los problemas reivindicativo-sectoriales, intersectoriales o sociales, con el protagonismo de los propios actores sociales emergía con fuerza una acción política nueva, no dicotomizada de lo social sino integradora, con clara vocación re-totalizadora de la sociedad fragmentada.

Un nuevo tiempo político: marcado por la emergencia de gobiernos populares y revolucionarios

Así fue como en diversos territorios de este continente los pueblos en lucha y sus movimientos abrieron posibilidades políticas para disputar y ganar gobiernos participando en elecciones, inaugurando con ello un nuevo tiempo político: el de la emergencia de gobiernos populares y revolucionarios, con las nuevas responsabilidades y tareas que ello implicaba e implica para movimientos, partidos y ciudadanía.

En su corta trayectoria, las experiencias en curso evidencian que el acceso al gobierno nacional puede dotar a los pueblos de una herramienta política clave para desarrollar/estimular procesos de empoderamiento colectivo capaces de impulsar el proceso socio-transformador. Pero también pone de manifiesto la posibilidad de quedar atrapados por la lógica superestructural y técnica.

Un gobierno revolucionario no puede limitarse a hacer una “buena administración”

Participar de las elecciones para acceder a espacios/fracciones del poder existente, limitándose luego a ejercerlo “correctamente”, ocupando los espacios parlamentarios o gubernamentales correspondientes nacionales o locales , sin hacer de estas instancias institucionales herramientas puestas en función del cambio social y del poder, reduce –hasta anular la perspectiva transformadora.

Es central tener presente que esta opción no constituye el camino electoral para la “toma del poder”, es parte de una nueva concepción (y prácticas) de transformación social. De ahí la importancia que en estos procesos tiene la participación popular desde abajo, dentro y fuera de las instancias gubernamentales y estatales. Puede afirmarse que las revoluciones democráticas culturales en marcha son proporcionalmente idénticas a la participación protagónica de sus pueblos en ellas.

No se avanza con una sumatoria de medidas superestructurales por muy justas y razonables que estas sean. Hay que construir protagonismo popular como base política (auto)constituyente del sujeto político colectivo y esto solo puede lograrse forjándolo a cada paso y en cada paso. El aprendizaje como la enseñanza comienza en las prácticas cotidianas. Educar en lo nuevo comienza por desarrollar nuevas prácticas, dando el ejemplo; clave pedagógica vital de las revoluciones desde abajo.

Impulsar revoluciones desde los gobiernos pasa por hacer de estos una herramienta política revolucionaria: desarrollar la conciencia política, abrir la gestión a la participación de los movimientos sociales y sindicales, de los movimientos indígenas, de los sectores populares, construyendo mecanismos colectivos y estableciendo roles y responsabilidades diferenciados, para cogobernar el país.

La fortaleza de los gobiernos populares radica en su profunda y creciente articulación con los pueblos, con los actores sociales, construyendo de conjunto mecanismos que acorten las distancias entre representación política y protagonismo social.

Esta es la verdad que cristaliza en las calles, marcando la presencia de la conciencia sociopolítica popular hoy: no basta con acuerdos superestructurales para gobernar (Brasil), no basta con que las decisiones sean correctas (Bolivia), no hay que someterse a los designios del mercado (Chile), no se aceptará la mentira como verdad (México)… Los movimientos sociales y particularmente los jóvenes del continente, ponen sobre el tapete la impronta política de este tiempo: la participación.

Se trata de avanzar hacia nuevas institucionalidades, modos y vías de ejercerlas; abrir las puertas del gobierno y el Estado a la participación de las mayorías en la toma de decisiones, en la ejecución de las mismas, y en el control de los resultados, en la medida que la construcción política y la transformación de las bases jurídicas de las instituciones estatales y gubernamentales lo posibilite. De ahí el papel central de las asambleas constituyentes en estos procesos.

El papel fundamental de las Asambleas Constituyentes

Resulta central la realización de asambleas constituyentes. De ellas emana el sustrato jurídico, político y social para abrir paso a una nueva institucionalidad, engendrada embrionariamente en los procesos de luchas sociales, abanderados por la resistencia, el empuje y los reclamos históricos de los pueblos de este continente (con sus organizaciones sociales y políticas), en primer lugar de los pueblos indígenas originarios y sus comunidades.

Obviamente, las asambleas constituyentes no son el motor del cambio. Los pueblos han de prepararse para plasmar en ellas sus puntos de vista, proponiendo y defendiendo contenidos acorde con sus intereses y su proyección estratégica. Pero en esto, como en todo, es importante tener presente que el cambio de sociedad es procesal: Habrá que hacer tantas asambleas constituyentes como lo vaya reclamando y posibilitando la profundización y radicalización de cada proceso, marcado en primer lugar por las condiciones específicas y por la maduración política del actor colectivo.

En las movilizaciones sociales germina una política joven anclada en la participación

Sumándose a las experiencias de las grandes jornadas de luchas populares contra el neoliberalismo, las masivas movilizaciones recientemente ocurridas en México, en Bolivia, en Brasil, en Chile, en Colombia, han puesto una vez más en el quehacer político la impronta de la participación sociopolítica de los movimientos indígenas y sociales, del pueblo trabajador y de las juventudes en particular.

Ellas anuncian claramente la irrupción de una política joven, que no puede equipararse con algunos intentos de maquillar la vieja política y sus estructuras partidarias “con presencia de jóvenes”, aunque estos son sin dudas un pilar esencial del nuevo sujeto colectivo.

Hay avances significativos en esta dirección, sobre todo en los procesos de Venezuela (Consejos Comunales, Gobierno de Calle), y en Bolivia (revitalización de las asambleas de base como dinamizadoras de las transformaciones sociales, rectificación de medidas –aunque justas no comprendidas por una parte de la población; la construcción desde las comunidades del estado plurinacional intercultural).

En el caso de Brasil, las movilizaciones recientes, las multitudes de jóvenes en las calles pusieron al desnudo las debilidades del sistema político partidario que asumió el PT, mezclando viejos dogmas de la izquierda con las exigencias del establishment y sus tentadoras alianzas y acuerdos por arriba en aras de sostener la “gobernabilidad”. Rechazando esto, cuando todo parecía brillar y marchar sobre ruedas, la juventud salió a increpar a “la razón política” imperante haciéndose oír en las calles.

Desde allí, la ciudadanía movilizada recupera socialmente –de hecho la política, anquilosada en aparatos partidario-estatales-gubernamentales. Con su accionar rebasa a los partidos políticos tradicionales de derecha, de centro, y también de la izquierda; los manifestantes expresan claramente: ¡queremos participar!

Revitalizan así el corazón revolucionador de todo proceso de cambio social popular: la participación de los de abajo en las decisiones gubernamentales estatales y en la ejecución y control de las políticas públicas.

Quitarse las anteojeras

A pesar de la contundencia de su realidad y mensaje, el peso de la vieja cultura que asecha la mentalidad y las prácticas de la izquierda partidaria, se hace presente a la hora de interpretar los acontecimientos. Son muchos los partidos de izquierda persisten defensivamente en su ceguera escudados en viejos tabúes de desconfianza porque, según dicen, “nadie los controla”, “no hay organización ni dirección”.

No toman nota que esto es, exactamente, lo que está mostrando (y reclamando) la juventud en las calles: Abrir las compuertas de la política y de las organizaciones políticas, transformándolas, abriéndolas a la participación de los diversos sujetos, es el anhelo que late en el corazón de los reclamos.

No es un detalle insignificante que esta historia pueda escribirse apenas mencionando a los partidos de izquierda entre los protagonistas. Y ello tiene que ver tanto con las conductas políticas del pasado reciente como con las del presente, agravadas en este caso, si estas izquierdas gobiernan o son parte de gobiernos, puesto que –sin dar cuenta de los cambios- trasladan a estas instancias sus antiguas anteojeras político-culturales: respecto de la acción política (por arriba), y respecto de la organización y conducción políticas, sosteniendo criterios vanguardistas que (auto)otorgan a las élites políticas la capacidad de “saber” lo que hay que hacer, y dejan a las mayorías “alienadas” o sectorializadas y sus movimientos las luchas reivindicativas inmediatas.

Es el mismo esquema piramidal, jerárquico y subordinante que la izquierda partidaria sostuvo en el siglo XX, sustentado en el presente como si nada hubiese ocurrido ni cambiado.

Por mucho que los representantes de tales partidos evoquen a Lenin creador del partido revolucionario “de nuevo tipo”, pensado por él en virtud del sujeto, las condiciones y las tareas de su época , está claro que Lenin se espantaría al ver que, en más de un siglo, a pesar de los grandes cambios ocurridos en el sistema-mundo ahora bajo el dominio global del capital, las “vanguardias” de izquierda no modificaron los criterios básicos de su organización político-partidaria para que esta sea convergente con los sujetos, las tareas de este tiempo y las condiciones (objetivo-subjetivas) de transformación revolucionaria de las sociedades en el presente.

Resulta casi una obviedad decir esto, pero es parte de la realidad. Y ciertamente, constatar este anquilosamiento es más impactante aun en este continente, donde las luchas sociales y el quehacer político protagonizado por diversos movimientos sociales, indígenas, sindicales, urbanos y rurales, marcaron el rumbo y el camino de lo nuevo y –con ello , crearon también las condiciones para que la izquierda partidaria (tradicionalista) modificara sus conductas y posicionamientos políticos. Es parte de sus actuales retos.

Superar la falsa dicotomía: “partidos o movimientos”

Las anteojeras político-culturales de esta izquierda influyen en las lecturas que hacen de la realidad social, sus dinámicas y actores, convirtiéndolos en obstáculos para lo que según sus prejuicios se “debe hacer”. Revitalizando la falsa y vieja dicotomía entre lo social-reivindicativo-sectorial y lo político, interpretaron que la irrupción protagónica de los movimientos sociales en Indo-afro-latinoamérica en defensa de la vida, era una “amenaza” para su condición de “vanguardia”.

Ciertamente la ponía en jaque, pero no por “imponerse”, sino porque reclamaba –de hecho abrir las compuertas de la política al conjunto de actores sociopolíticos. Sin embargo, lejos de ello, la nueva realidad abrió cauces a una nueva fractura: entre los partidos de izquierda y los movimientos indígenas y sociales, fractura que se expresa en sus articulaciones locales, nacionales y continentales, y que ha dado lugar a la formación y permanencia, por un lado, del Foro de San Pablo (sin movimientos) y, por otro, del Foro Social Mundial (sin partidos).

Construir un foro continental de articulación socio-política

En este sentido, el desafío es –además de mantener los espacios específicos constituidos , construir ámbitos de articulación, coordinación y conducción política conjunta entre los actores sociales y políticos, dando pasos concretos que impulsen los procesos de conformación constitución del sujeto sociopolítico colectivo, en cada país y también en el ámbito continental. Y esto poco y nada tiene que ver con la actual propuesta-invitación del Foro de Sao Paulo a los movimientos sociales para que se agrupen y constituyan “un capitulo” en el seno del Foro.

Tanto para partidos de izquierda como para movimientos sociales es tiempo de superar fragmentaciones y rivalidades estériles. No se trata de quién es “mejor”. Las críticas a los partidos de izquierda no persiguen su desaparición, ni su sustitución por los movimientos; no se trata de una actitud “contra los partidos”, aunque posiblemente algunos sectores así lo entiendan.

Lo importante en este aspecto es tomar conciencia de que las rémoras emergen de las prácticas cotidianas de cada sector (político y social) y que, por tanto, es desde ahí que empieza a construirse el cambio: en las dinámicas e interrelaciones cotidianas entre partidos de izquierda y movimientos indígenas y sociales, construyendo conjuntamente, en cada lugar, las convergencias: mesas de trabajo colectivo, interconsultas, propuestas intersectoriales, coordinaciones, etc.

No hay forma de aprender a articular y coordinar como no sea articulando y coordinando. Vale decir que este es también el camino de la cimentación de confianzas mutuas, aspecto que –en el quehacer político actual , ocupa un lugar central.

El desafío político de la articulación va más allá de una asignación de roles y delimitación de espacios entre partido y movimientos. Articular a los diversos sectores y actores sociopolíticos, implica también articular sus problemáticas aparentemente inconexas entre sí, sus identidades y subjetividades, sus modos y caminos diversos de participación política, que nace en el quehacer de las comunidades campesinas y se extiende hasta las redes sociales virtuales. No es una suma, es una multiplicación. Y ello solo puede lograrse a partir de la participación plena de todos y cada uno de los actores sociales y políticos.

Articular alude a reunión, pero en lo que hace a la construcción de un sujeto político colectivo, esa reunión supone construir las convergencias en aspectos claves articuladores, que conjugados ponen al descubierto el origen social sistémico de los problemas de unos y otros, y buscan caminos conjuntos para encaminarse a su superación, solución etc., impulsando procesos de cambio social.

Pero esto no cabe en una concepción que sostiene criterios y prácticas de relación vertical y jerárquica, en la que los partidos confunden capacidad de dirección política, con que sean ellos los que deciden, los que dicen qué y cómo.

Por eso para la izquierda partidaria el mensaje de las movilizaciones sociales y la presencia multitudinaria de jóvenes en las calles, es claro: urge quitarse las viejas anteojeras acerca de la política y sus actores protagonistas, acerca de los modos y ámbitos de de interrelación, de creación de conocimientos, propuestas y programas políticos.

Un nuevo tipo de conducción política es necesaria

Es vital dar cuerpo a modalidades de interrelación horizontal entre partidos y movimientos; estas apuntan a transformar precisamente el viejo esquema jerárquico piramidal. Lo horizontal no alude a una forma organizativa ni la propone; es un principio de igualdad de capacidades entre actores-sujetos, en aras de construir una interrelación dialogal entre pares.

Este principio ha sido hasta ahora subestimado y desestimado por los partidos de izquierda, quienes redujeron el planteamiento de horizontalidad a una cuestión morfológica y, sobre esa base, la desecharon por considerarla: basista, espontaneísta, anarquista, etc., todo, menos pensar en modificar los arcaicos esquemas partidarios para ponerlos a tono con la realidad de los sujetos político-sociales, con sus modalidades de existencia y organización, y con las tareas político-sociales-culturales que reclama la transformación raizal (desde abajo) de la sociedad capitalista en el presente.

La interrelación plural horizontal no es el problema, sino la fragmentación, la sectorialización de las luchas y sus actores, y la transición defensiva de éstos hacia grupos reivindicativos-corporativos.

Superar la fragmentación social, política, cultural y de conciencia: construir la subjetividad política colectiva común

Las instancias organizativas articuladoras son importantes, pero trascender la fragmentación (social, política, cultural y de conciencia) implica la simultanea y permanente construcción de una subjetividad colectiva que se proyecta políticamente en las propuestas comunes en función de cambios sociales.

Si no se construye simultáneamente con las articulaciones coyunturales, una subjetividad política colectiva para el cambio social que sitúe e identifique a todos en un mismo afán político-social, la fragmentación, las miradas sectoriales y las apetencias corporativas no se superarán.

Construir el sujeto colectivo del cambio

Los procesos de cambio abiertos en Indo-afro-latinoamérica reclaman articulaciones sociopolíticas de nuevo tipo: horizontales, plurales, interculturales, dinámicas, como camino de (auto)constitución de los actores-sujetos en sujeto colectivo. Vale tener presente también la emergencia o maduración de nuevos actores sociopolíticos y sus demandas, aspiraciones y propuestas. Por ello reconstruir permanentemente la subjetividad colectiva común y las articulaciones es una constante en las tareas democratizadoras revolucionarias.

Todas ellas apuntalan un objetivo central: la construcción (permanente) de la fuerza social y política de liberación, sujeto político colectivo de los cambios en procesos de revolución democrático-cultural hacia un nuevo modelo civilizatorio. Esto significa, en apretada síntesis, articular una fuerza político-social de liberación que abarque lo parlamentario-institucional, pero sin limitarse a ello.

La conducción política del proceso revolucionario reclama la articulación unificada, colectiva y común de ámbitos para los quehaceres parlamentarios y extraparlamentarios: es la fuerza sociopolítica colectiva articulada la que se desdobla y crea su fuerza político electoral, que es parte del conjunto de fuerzas sociopolíticas del cambio raizal del mundo y constructora de la nueva civilización, o sea, en este sentido, la fuerza social, política y cultural de liberación.

Isabel Rauber. Pensadora latinoamericana. Estudiosa de los procesos de construcción de poder popular desde abajo en indo-afro-latinoamerica. Profesora universitaria. Pedagoga política. Doctora en Filosofía.

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No dimito dijo el autócrata. La comedia de la “casta” finalizo y los honorables se fueron de vacaciones.

pcorruptosEmilio Pizocaro, periodista.

«Todavía no hay “valiente” que en sede parlamentaria use la tribuna para cuestionar un régimen que se hunde en su propio estercolero. Es lo que anhelaban aquellos que creían que el coordinador de Izquierda Unida iría al meollo del asunto. Lo lamento, han salido decepcionados».

 

Un pequeño gran detalle llamó la atención de los periodistas asistentes al pleno de la corrupción. Al llegar los “honorables” amontonaban sus maletas para una vez terminada la reunión marcharse rápidamente de vacaciones. Sobraban las palabras. El mensaje era claro; este es sólo un trámite, aquí no va pasar anda, nuestras cabezas están en otro lado porque nos sentimos seguros.

Lo que vimos en vivo y en directo fue un espectáculo de mala muerte. Hasta la prensa extranjera la ha calificado de circo pobre. En la práctica la “casta política” hizo una representación de su desfachatez, mediocridad y desprecio por la inteligencia ciudadana.

Como era de esperar la “misa en scene” se interpretó de acuerdo a las normas de la democracia neoliberal. Es sabido que el poder instituido no sólo estriba, en la fuerza de la que es privativo, sino que también en el adormecimiento que nos someten a diario con sus tertulianos y políticos al uso.

A pesar de todo, hay un lado positivo del ejercicio teatral de filibusterismo parlamentario que vimos el 1 de Agosto. Aunque le duela a “la casta”, cada día queda más en evidencia que la crisis de corrupción no sólo afecta al partido de gobierno, sino que a todo el régimen.

El show de las cortes nos hace recordar el adagio “entre bueyes no hay cornadas”. Lo que pasa es que ninguno de aquellos, que dicen representarnos, fue al fondo del asunto. Esto es ni más ni menos que; “gran parte del sistema político español se ha financiado con la especulación inmobiliaria y financiera”; tal como lo ha demostrado documentadamente el profesor y Premio Nacional, Manuel Naredo.

Como era de esperar, en el reparto de los recursos públicos y de los impuestos de los ciudadanos la parte del león siempre se la ha llevado el PP, heredero natural de la corrupción de la burguesía del ladrillo que campeo en la última etapa del franquismo.

Del resto, también tenemos constancia. El PSOE con los “ERES” hoy y ayer FILESA . CIU con el “Caso Palau”. PNV, ER y UPyD también han recibido de los poderosos recursos para pagar sus campañas electorales. Respecto de IU poco se sabe, suponemos que su honestidad es sincera. Excepto, que se ha hecho cómplice por acción, en Andalucía, y por omisión en Extremadura de los dos grandes partido de la corrupción institucionalizada.

Lo escandaloso es que la corrupción política afecta, en mayor o menor medida, a tirios y troyanos. Al respecto, hay datos fidedignos que revelan como los grandes Bancos han perdonado las abultadas deudas de los partidos políticos. ¡Por algo será!

Todavía no hay “valiente” que en sede parlamentaria use la tribuna para cuestionar un régimen que se hunde en su propio estercolero. Es lo que anhelaban aquellos que creían que el coordinador de Izquierda Unida iría al meollo del asunto. Lo lamento, han salido decepcionados.

Esta era el momento de golpear la mesa y poner en el centro la necesidad de un proceso constituyente para terminar con la corrupción de la “casta”. De abrir un política de futuro como dicen los que se dicen entendidos.

Hablar de “regeneración democrática “no es suficiente. Esta supuesta regeneración es el programa del PSOE y el PP. Es también la fórmula de un sector de la derecha que apunta por una “monarquía federal”. Es el gran pacto de la “transparencia” hecha entre lobos corruptos y ovejas ingenuas. En definitiva es la añeja política de aparentar cambios para que nada cambie.

Detrás de los “paripes” los políticos profesionales esconden su temor por quedarse en el paro si se abre un verdadero proceso constituyente que desde abajo y con los de bajo alumbre una democracia real.

Lo cierto es que estamos en manos de una “partidocracia” que se auto-genera manteniendo privilegios irritantes mientras el capital financiero desposee sistemáticamente de bienes y derechos al pueblo. En este ultrajante escenario la ciudadanía sólo tiene derecho a ver el circo que montan los políticos para tranquilizar la náusea colectiva que recorre España por la corrupción del sistema.

Al calor de este debate necesario nunca está de más el recado para Izquierda Unida que envió el escritor comunista recién fallecido, Manuel Fernández Cuesta:”…los partidos de la izquierda alternativa deben subirse en sus respectivos vagones, abandonar los palacios de Invierno de las burocracias y pensar en una organización combativa, dispuesta para la transformación…”.

En realidad los movimientos sociales están observando el comportamiento de las cúpulas dirigentes de la izquierda institucionalizada. Hasta el momento, estos personajes no han dado la talla para los tiempos que corren. Sus ofertas y discursos aparecen como cantos de sirena trasnochada.

Debemos recordarles que sobre los políticos profesionales pende como una espada de Damocles las encuestas que no le dan credibilidad. Todos los estudios de opinión los colocan en los últimos lugares de la confianza popular. Las mismas encuestas revelan el apoyo mayoritario que la gente da a los movimientos sociales y de su exigencia de una democracia de otro tipo.

Las grandes manifestaciones que en distintas partes del mundo se suceden con regularidad certifican que la “democracia representativa” ya no satisface las necesidades de los pueblos que exigen participar y reivindican su derecho a decidir.

Es la hora de la política, ésta la harán “los nadie”, esos que no tiene asiento en los alfombrados circuitos del poder. Los antiguos griegos afirmaban que los dioses ciegan a quienes quieren perder. Como siempre las elites  están ciegas y se resisten al cambio que trae el viento de la historia. Ahora el cambio viene de la mano de una revolución democrática.

 

 

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Rajoy planta cara. Presidente por la gracia de dios. Menos mal que estaba Coscubiela

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez, politólogo

«Hay demasiados muertos en el armario del PSOE y uno vivo y coleando, los ERE de Andalucía y en esto IU o se espabila o le pilla el toro, cuando encima ella no se lo ha llevado calentito. Por eso el PSOE no es ya una herramienta útil para las clases populares y trabajadoras».

Este Pleno de la corrupción, que ha sido una concesión graciosa de Rajoy ante una amenaza de moción de censura que hace poco este autor definía como nonata, ha servido para demostrar la fría, autoritaria y cruel estrategia del Partido Popular que se muestra impávido ante las acusaciones de corrupción.

Pero vamos a ver, ¿Cuando un partido neoliberal no ha sido corrupto?, me pregunto. El PP y Rajoy ya sabían a lo que iban por tanto han pasado el trago para afirmar y confirmar que ellos van a seguir con las políticas de recortes y de poda del estado del bienestar, que es para lo que están y para lo que sus financiadores les pagaron que hicieran. Es su idea y esos son sus principios, los del liberalismo agresivo y autoritario.

Por tanto, la corrupción, consustancial al régimen vigente es lo que hay. Por eso cuando Rubalcaba, con una cierta brillantez les ha reprochado sus desmanes financieros, el PP y Rajoy se han frotado las manos y han sacado el y tu más. Lo peor es que los pueden hacer callar.

Hay demasiados muertos en el armario del PSOE y uno vivo y coleando, los ERE de Andalucía y en esto IU o se espabila o le pilla el toro, cuando encima ella no se lo ha llevado calentito. Por eso el PSOE no es ya una herramienta útil para las clases populares y trabajadoras.

Por eso y porqué pactó con el PP la modificación del articulo 135 de la Constitución, que es el instrumento jurídico que hace viables y legales todos los recortes, es más los hace obligatorios y eso convierte a este PSOE ya tan lejos de sus orígenes en compañero de viaje del PP y de Mariano Rajoy.

Tras el Pleno de la corrupción de la derecha, la sensación que he sentido es la de la cabeza caliente y los pies fríos. El PP es financiado por grandes empresarios. Pues claro, como todo partido conservador y de derechas.

También Juan March financió el golpe de estado del general Franco el 18 de Julio de 1936. Sabido es que el capitalismo rentista español, también engrasa a otros si tienen poder y pueden recalificar o contratar AVEs y autovías o nuevos cuarteles de la Guardia Civil. Pero dicho eso también afirmo que no todos son iguales.

Lo importante del Pleno, son los resultados políticos y en lo práctico, la verdad pocos. Rajoy no se ha movido ni un ápice y dejarlo ahora todo al albur del conservador cuerpo de la judicatura española, es digamos arriesgado.

El PP ha anunciado que seguirá haciendo recortes y “reformando” por lo que pasado este trámite ellos a lo suyo, recortar las pensiones, seguir privatizando y acabar con la democracia municipal convirtiendo a los Ayuntamientos en nichos de negocio privado para sus amigos que para eso pasan por caja. De todas formas no nos equivoquemos aquí la mayor corrupción, es la privatización de los bienes públicos y de la política. Ese es el mayor atraco a la democracia y a las clases populares.

Pero allí estaba Joan Coscubiela y le ha llamado a la cara corrupto. Nos ha representado. Si, Rajoy es corrupto y su política es corrupta. Pero como ha señalado el sindicalista catalán, también los recortes y las privatizaciones son corrupción. No se puede recortar y privatizar y encima robar, eso ya es demasiado.

Una advertencia, si se utiliza la deuda y el déficit público, para atacar a la derecha, le estamos dando armas pues aceptamos su discurso. La mayor parte de la deuda es privada y sobre todo de los bancos y las grandes empresas. Lo corrupto es utilizar recursos públicos en beneficio de ciertos políticos, pero también y esa es la parte del león, para financiar bancos, las empresas del Ibex y obras innecesarias para que todos y todas las poderosas hagan negocio.

Conclusión, o nos organizamos y ya para echar al PP democráticamente tanto en elecciones como en las plazas o el PP y Rajoy han vencido el Pleno.

O frenamos las privatizaciones, los recortes y la antidemocrática contra-reforma de la legislación local o Rajoy ha vencido el Pleno.

O somos capaces de hacer ver que queremos, podemos, sabemos y lograremos gobernar para cambiar las cosas y frenar esta situación o el bipartidismo y el régimen habrán ganado el Pleno.

Yo la verdad, no estoy satisfecho. Se han demostrado demasiadas carencias y que la derecha es una pandilla de golfos, ya lo sabíamos. Lo que hay que hacer es tirarlos y hacer triunfar la soberanía popular y no el poder del dinero.

Muchas y muchos recortados y privatizados les han votado a todos los “reformistas” del 135 y al PP de forma especial, luego hay mucho trabajo por hacer y mucho que se está haciendo. Por lo que aquí nada se puede dejar para Otoño. Si el 15 de Agosto meten mano a las pensiones ¿Que hacemos? No hay lujos estivales que no nos podemos permitir.

Esto no es cuestión de fechas. Esto no es la liga de fútbol: Esto es la lucha de clases.

Carlos Martinez

CLI-Alternativa Socialista y Socialismo21

 

 

 

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Julio Anguita : «Los esquemas clásicos de la izquierda ya no sirven: el partido y el sindicato han agotado un ciclo»

Julio_Anguita

«Siempre he dicho que pertenezco al 15M, me siento totalmente identificado, aunque con crítica, por supuesto. Este movimiento significó como cuando alguien llega, le da cuatro patadas al chiringuito partidario y dice que está hecho de cartón».

Empecemos por la financiación ilegal del PP, del caso Bárcenas…Del PP, del PSOE, de CiU… Ustedes preguntan sólo por la última noticia…

 

No, no, la pregunta es si los partidos que han gobernado y las instituciones españolas están en descomposición… ¿En descomposición? 

La sociedad española está descompuesta, el Estado de derecho está comido por la gangrena de la corrupción. Lo del PP, lo del PSOE antes con Filesa, Malesa y ahora con los EREs… lo de CiU, son síntomas de una descomposición generalizada. No es ninguna anécdota. Lo vemos en la calle: el chanchullo, el favor, el no pagar impuestos, la trapisonda, el dinero en negro [Se ríe]… en cualquier modesto ayuntamiento. El problema es que en España las virtudes cívicas no se han conquistado. Este país no ha tenido una revolución burguesa y le han dado las cosas, como la sanidad pública…

Es verdad que ha habido gente que ha peleado, pero fue una minoría. ¿El pueblo español se ha echado en masa a la calle para conquistar cosas? No. Y soy profesor de historia. Por tanto, la corrupción no me extraña, está en la esencia misma del funcionamiento del Estado, la corrupción, los aeropuertos sin aviones, las obras faraónicas, los gastos en comidas tremendos…

Cuando un concejal dice que para elevar la dignidad del cargo hay que llevar un coche magnífico, ya está. La dignidad de un político está en el ejemplo.

Con los ERES en Andalucía, la Junta en un primer momento dijo que iba a pagar la defensa de los altos cargos imputados, aunque a última hora reculó. Quien, supuestamente, roba dinero público luego pretende ser defendido en el juicio con fondos públicos. ¿Qué es esto?Un vodevil  Incluso los grandes pecadores tenían una cierta dignidad.

Cuando la señora Tatcher envió a dos asesinos a matar a unas personas que estaban en Portugal, fue a la Cámara de los Comunes y dijo “Sí, lo he hecho, porque creo que era necesario para Inglaterra”. Esa dignidad no existe aquí. Y hay un baile entre políticos y medios de comunicación: unos para sacar información, otros para intoxicar.No es serio.

Todo el tiempo que estuve en política institucional -antes estuve en la clandestinidad- he visto como manaba el dinero por todas partes, con las tarjetas Visa. He sido alcalde y no tuve una en mi vida. Como nuevos ricos, han entrado en El Dorado de la democracia donde había dinero y no se han dado cuenta que el político tiene que predicar con el ejemplo y decir, a veces, cosas que no le gustan a la gente. No vale decir a todo sí porque te voten. Esa es la dignidad de la política.

Mientras pasa lo de Bárcenas, esta semana detenían a Cañamero.Como con los carritos en los supermercados, que yo estaba de acuerdo. Tres ministros para los carritos y a un presidente de Estado no le permiten sobrevolar el espacio aéreo y no pasa nada; la CIA transporta en aviones a gente para torturarlos y nada; nos ha espiado Estados Unidos y Merkel dice “son nuestros amigos”… Aquí no hay ideas ni justicia.

Cañamero es una leyenda, pero una leyenda de honradez como varios cientos de sus señorías no llegarán nunca a ser. Lucha por lo suyo. Ocupó una finca que no sirve para nada, podría servir, pero no quieren. Y hacen muy bien en ocupar tierras. Cuando aquí el trinque, el robo, el cohecho, la estafa se ven todos los días y se van de guapitos… ¿Por qué no está en la cárcel el presidente de Baleares? ¿Por qué el gobierno mandó parar las investigaciones de la Fiscalía sobre Botín?

Este país está en esa situación por el bipartidismo y quienes les apoyan, los nacionalismos burgueses. Porque Convergència i Unió (CiU) ha apoyado a González, a Aznar… que fue presidente gracias a ellos. Hay que decirles: Váyanse, ese es el mejor servicio que pueden hacer, y ya arreglaremos esto.Además, Felipe González tuvo la oportunidad de pactar con IU, cuando usted estaba de secretario general, para gobernar y al final acabó haciéndolo con Jordi Puyol…Sí, efectivamente, en el año 1993.

Esto yo lo he contado en varios sitios pero se lo voy a contar a ustedes también en plan abuelo cebolleta. [Se ríe]. IU obtuvo en esas elecciones 18 diputados y al PSOE le faltaban 15 para formar gobierno.Entonces me llamó Alfonso Guerra –yo estaba convaleciente de aquella- para ponernos de acuerdo con un programa conjunto. Y me dijo: “estos tíos (refiriéndose a sus compañeros de partido) quieren pactar con CiU”.

Como yo estaba enfermo quedé en enviarle a un compañero y mi secretaría les llevó una carta a la sede de Ferraz para que preparasen todo el tema de citar a los medios de comunicación y el inicio de unas negociaciones. Inmediatamente González pactó con CiU y Guerra se calló.

De modo que toda la historia que hubo de que si nosotros no habíamos apoyado, nada. González nunca quiso y decidió pactar con los nacionalistas catalanes; además es su sitio ¿no? ¿Cómo iba a pactar con IU o con los cutres comunistas? Él estaba con los otros .Nombres como el de Beiras, Gordillo, Cañamero o incluso usted mismo, ¿hay una vuelta en la búsqueda de referentes ideológicos entre los “viejos rockeros” de la izquierda? ¿Qué le paso a la generación posterior?¿Que qué le pasó?

Mire usted, yo estuve en política activa poco más de una década, una década en la que pasó de todo: cayó el Muro de Berlín, desapareció la Unión Soviética, Fukuyama escribió el final de la historia, la invasión de Yugoslavia, la creación de la nueva OTAN y además, la abducción de España.

España fue abducida dos veces: una con la democracia y otra con Europa, el Timo de la estampita de Europa.

Los que nos gusta estudiar, antes nos reuníamos con economistas como Francisco Martín Seco, Juan Torres, Salvador Jové, Pedro Montes… y vimos que todo aquello era un disparate. Pero sus señorías estaban totalmente encantados con aquella suposición de que Europa iba a funcionar estupendamente. Fue un fracaso.

El propio Felipe González, en 2012, publicaba un artículo en el diario El País donde decía que cuando se construyó la moneda única “nos equivocamos”. E indica por qué se confundieron, o mejor dicho qué no tuvieron en cuenta. Y fue justamente lo que se le había dicho muchas veces en los debates parlamentarios.

Los políticos están más pendientes de los medios de comunicación que de estudiar. Y es que el político tiene que tener horas para pensar, reunirse con gente que sabe de la materia, porque para eso le pagan. Hoy eso no se hace. Hoy se leen los periódicos que les trae el que hace los recortes de prensa por la mañana sobre lo que dijo fulanito o menganito…

¿Y eso también se extiende a la izquierda?

También, claro. No empezó por ella pero existe, aunque muchísimo menos, pero empieza a aparecer. Yo he vivido esos tiempos donde venía “la dulce izquierda” o “la izquierda encantada” -no sé de qué, pero bueno- que disolvió el Partido Comunista Italiano, que dijo que el mercado era estupendo, que la competitividad era una maravilla, que el crecimiento sostenido era lo mejor que podía pasar… En fin, una serie de sandeces como un pino. Y eso ahora se le ha caído.

De otra manera, hace un año aproximadamente usted contribuyó a formar el Frente Cívico. ¿Qué balance se puede hacer ahora?

Estuve en Madrid el 5, 6 y 7 de julio y se ha constituido ya. Tuve la oportunidad de saludar a los quince miembros de la directiva y me he puesto a su disposición, siempre y cuando no me lleven como a Concha Piquer, de la Ceca a la Meca [Se ríe]. Puedo ser el referente, pero ya está. 

Yo creo que ésta es mi última apuesta, porque la situación no tiene remedio si la gente no se mueve. Y les digo, no confíen ustedes en ningún partido político, y yo soy de uno ¿eh? Y no me pienso ir de él, pero reconozco que no hay fuerza ahora para eso porque las ideas tampoco están muy allá, los sindicatos tampoco…

Sé que todo esto que estoy diciendo es muy difícil, pero no veo otra salida. O el pueblo y las organizaciones más lúcidas se unen, discuten, buscan un programa común o no tenemos solución, porque no la hay. Ya puede decir Mariano Rajoy que se ve el final del túnel, porque eso no se ve. Ese túnel es como veinte veces El Negrón.

A una parte de la izquierda le costó asumir la llegada del 15M y en una entrevista que hicimos hace tiempo la gente de este movimiento nos decía que usted había sido una de las personas que había escuchado el grito desesperado que lanzaban…Siempre he dicho que pertenezco al 15M, me siento totalmente identificado, aunque con crítica, por supuesto. Este movimiento significó como cuando alguien llega, le da cuatro patadas al chiringuito y dice que está hecho de cartón.

¿Por qué a la izquierda transformadora le costó tanto asumir el 15M?  ¿Lo de “transformadora” es de palabras o de hechos? 

Porque el lenguaje… Mire usted, aquí hay un problema, lo que pasa que decírselo así a ustedes en una entrevista, lo ponen con pocas palabras y hay un escándalo, pero lo voy a decir igual porque estoy dispuesto a hablarlo. Vamos a ver, los esquemas clásicos de la izquierda hasta ahora, ya no sirven.

El tema del partido de izquierda y el sindicato –supuestamente de izquierda, que es mucho suponer- tampoco sirve. Han agotado un ciclo.

Los sindicatos hasta ahora han pedido más parte en el pastel y me parece bien para la suyo. Lo que pasa es que lo que está en cuestión es el pastel. Es imposible el crecimiento permanente y el crecimiento de la economía no crea empleo, es radicalmente mentira.

Y el poco que crea es un empleo en precario, como los mini Jobs. Eso está ahí y se está viendo. Es como si fumásemos un canuto, donde la gente –y los políticos también- se lo fuman y se montan unas historias tremendas porque están huyendo de la realidad.

En la época en la que estaba de Coordinador General de IU, se popularizó el término del sorpasso y ahora parece que vuelve a estar de actualidad…

Sí, sí efectivamente… Pero es que con el PSOE no se puede cambiar nada y cuando digo esto, al día siguiente me van a poner verde. El inmenso error es creer que con el PSOE se pueden cambiar las cosas y no es así.

Bueno, a no ser que el PSOE mañana abandone su concepción de Europa. ¿Saben ustedes por qué estamos así? Por Maastricht, por esa Europa del euro. Y vamos a estar peor en cuanto se firme el acuerdo con EE UU, porque eso ya es la defunción. El mercado que surja va a mandar y los EE UU a través de él, es decir, es otro suicidio.

Así que el error, con todo el respeto a los militantes del PSOE contra los que no tengo nada, es ese. Ellos tienen el dogma de que el mercado es el que manda y no es así, porque al mercado se le dan órdenes.

 ¿Y qué tiene que hacer la izquierda del PSOE?
 

Mire, yo soy de la izquierda del PSOE y he planteado lo del Frente Cívico, milito en IU y en el PCE, y allí donde he estado siempre he estado proponiendo este discurso. Pues que hagan lo mismo, que se unan…

Yo que sé, yo ya soy muy mayor y tienen que decidir lo que tienen que hacer ¿no?

Saltando ahora a Asturies, el conocido como “Caso Riopedre” –un escándalo de corrupción que salpica al gobierno socialista- apenas ha tenido visibilidad en el resto del estado. Además, nuestra voz en el debate de la financiación autonómica ha sido nula.

¿Es insignificante Asturies en la vida política española? ¿Hay corrupción? Qué raro… Efectivamente desconozco todo esto, pero perdonen ustedes, la comunidad no es significante o insignificante.

Los que lo son, son sus dirigentes políticos. No echen la culpa al pueblo asturiano de la responsabilidad de quien tenía que dar ejemplo. Aquí hay mineros que luchan, aquí hay gente muy bragada, aquí surgieron las Comisiones Obreras, hubo la insurrección de 1934 y aquí hay gente muy echada para adelante.

Tal vez la gente está cansada, normal por otra parte, pero lo de insignificante de Asturies será que una parte de su clase dirigente lo es.

ANGUITA Y LA IMPUTACIÓN POR PREVARICACIÓN DE ÁNGEL GONZÁLEZ 

 En Asturias, el portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Ángel González, está imputado por prevaricación, lo que fue criticado por Alberto Garzón, aunque Cayo Lara dijo que la prevaricación no era corrupción…[Interrumpe]

¿Está imputado? Sí.lo está

Mire, hace dos años, en la ante-precampaña de la precampaña del año 2011, en la sede de Izquierda Unida se llegó a un acuerdo -a bombo y platillo- en el sentido de que en IU cuando hubiera un imputado tenía que dimitir. Pues ya está. Ya no hay más que hablar de esto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¿Será Syriza la nueva cara de la socialdemocracia? Acerca de su Congreso fundacional

SYRIZA«…La decisiones tomadas pueden transformar a Syriza en , un partido electoralista, de vida interna atrofiada, principalmente soldado alrededor de su líder y de un discurso que viene de arriba, principalmente dirigido -vía los medios- a una “audiencia nacional”, pero siempre modulado de forma que guste a los diversos “públicos” (más “radical” y “lírico” cuando se dirige a la militancia, más “sobrio” y “pragmático” cuando se trata de reunirse con Schaüble o el FMI)…»

El siguiente documento está escrito por Stathis Kouvélakis profesor de filosofía política y miembro del Comité Central de Syriza.

9+1Notas sobre Syriza tras su congreso fundacional

 

1. El congreso de Syriza se ha desarrollado en un contexto de inestabilidad política creciente como consecuencia de la crisis que ha seguido al cierre de la radio-televisión pública (ERT) por el gobierno de Antonis Samaras y la salida de ese gobierno de una de sus tres componentes (el partido de la Izquierda Democrática -DIMAR).

El nuevo gobierno bipartito de la Nueva Democracia y el PASOK ya no puede contar más que con una mayoría parlamentaria muy estrecha (153 votos de 300), como ha mostrado la votación en el Parlamento del 17 de julio sobre el nuevo paquete de recortes presupuestarios en la función pública.

Hay más: la amplitud de la reacción popular al cierre de ERT ha marcado el fin de la relativa apatía que reinaba en el frente social desde la votación del precedente Memorándum en noviembre pasado.

El bloque en el poder sale indudablemente debilitado de esta prueba de fuerzas. La caída del gobierno actual bajo la presión popular aparece como un objetivo más realista que hace algunos meses. Sin embargo, falta cruelmente una estrategia y una táctica que aborden frontalmente la cuestión.

La posición de Syriza sigue estando desde este punto de vista a un nivel declarativo, marcado por la distancia entre una retórica de conflicto, pero vaga, y la línea concretamente seguida en momentos claves del enfrentamiento social del último período (huelgas abortadas o rotas en el metro, los estibadores y la enseñanza secundaria debido a medidas requisitorias adoptadas por el gobierno).

En cada una de estas ocasiones, la dirección de Syriza ha dado pruebas de una gran prudencia, evitando todo objetivo de desarrollo de la protesta y culminando con la retirada del apoyo a la huelga de los enseñantes que sin embargo estaba aprobada por más del 90% en Asambleas excepcionalmente masivas.

2. Al anunciar el congreso del partido en mayo, la dirección buscaba un único objetivo: hacer de la constitución de Syriza como partido unificado la ocasión para “tomar las riendas”, con el objetivo de marginar a la oposición interna y estabilizar una forma partidaria en ruptura con aspectos decisivos de la cultura política y organizativa de la izquierda radical.

Por decirlo de otra forma, el objetivo era llegar muy rápidamente a una “forma partido” tallada a medida para anclar en las realidad organizativa una línea de “recentramiento” que la dirección prosigue encarnizadamente desde el otoño de 2012 -línea que se ha traducido en la confusión creciente de las posiciones de Syriza ( y de su percepción por los sectores sociales que le conceden su confianza) sobre las cuestiones clave (anulación de los Memorándum, deuda, salida del euro, rechazo a las privatizaciones) /1.

Para hacerlo, la dirección del partido ha impuesto un congreso a marchas forzadas (con un plazo de menos de un mes entre la publicación de los textos preparatorios y la votación en las secciones) y una agenda enteramente volcada hacia cuestiones internas, lejos de las preocupaciones estratégicas y de los imperativos de elaboración programática que una coyuntura tan volátil como ésta exigen.

Esta agenda “introvertida” se ha estructurado alrededor de tres puntos claves:

– la llamada cuestión de las “componentes”, con un ultimátum de dos o tres meses máximo para su disolución en el marco del proceso de “unificación” de Syriza /2.- un derecho de tendencia vaciado de contenido, con la supresión de las llamadas “listas separadas”, forma desviada de designar la representación proporcional de las minorías en las instancias.

– la modalidad de elección del presidente del partido, por el congreso y no por las instancias de dirección (el comité central).

3.- Esta agenda interna solo tiene sentido a condición de ser situada en el contexto más amplio de la percepción de Syriza por los representantes del bloque en el poder y de la evolución interna que conoce este partido desde hace un año.

Para los medios y las fuerzas políticas sistémicas, las “componentes” y las “tendencias” de Syriza, su famosa “cacofonía”, son la forma codificada de designar el radicalismo de Syriza, que esas “tendencias” encarnan frente a una dirección (encarnada por Tsipras) que representa el “realismo” y la línea del recentramiento.

La dirección, y más en particular Tsipras, está por tanto sometida a una presión constante proveniente del sistema para que “haga limpieza” en el partido y afirme su autoridad (“Tsipras, corta cabezas” es una de las exigencias preferidas de los comentaristas mediáticos autorizados…) librándose de las voces discordantes. Son blanco particular las voces que le critican por su izquierda y que son presentadas como otros tantos obstáculos a la “imagen” de Syriza como “partido responsable de gobierno”.

En el seno mismo de Syriza, los extraordinarios éxitos electorales de la primavera de 2012 se han traducido en una dinámica contradictoria. De un lado, una ola significativa de afiliación (el número de afiliados se ha duplicado más o menos en algunos meses y ha alcanzado actualmente los 35.000), así como éxitos en ciertos sectores, más en particular en el movimiento sindical, punto débil tradicional de Syriza -éxitos relativos sin embargo en la medida en que la influencia sindical sigue siendo significativamente inferior a la del PC griego (KKE), que solo ha conseguido menos del 5% de los votos -alrededor la sexta parte que Syriza.

Pero esta ola tiene también otro aspecto, bastante más ambiguo. En una sociedad traumatizada por la depresión económica y formada por decenios de “partitocracia” (el “sistema” forjado por Nueva Democracia y el PASOK que se han alternado en el poder desde la caída de los coroneles en 1974), la adhesión a un partido que aparece como a las puertas del poder puede también tener la significación de la reconstitución de una relación clientelista, a la que se añade una relación de obediencia al líder carismático.

Si este fenómeno está aún lejos de ser mayoritario, no deja de alterar de forma ya significativa la composición del partido y alimenta de forma esencial la proliferación de “afiliados pasivos”, que no se manifiestan más que el día de las votaciones para el congreso y cuyos lazos con la organización se basan principalmente en las relaciones personales que mantienen con uno o varios cuadros locales.

4. Este fenómeno, en parte espontáneo y perfectamente previsible para quien esté al tanto de las realidades griegas, ha sido sin embargo claramente impulsado, en nombre de la necesaria “ampliación”, por la dirección del partido a partir del otoño de 2012.

Las decisiones tomadas a partir de ese momento -ausencia de toda verdadera estrategia de intervención militante y de construcción del partido, decisión de congreso o de conferencias nacionales organizadas a toda prisa, con un número de delegados enorme, semejante al de las instancias nacionales o federales, constitución de poderosas redes de tipo personal alrededor de ciertos cuadros dirigentes (en general también parlamentarios) -conducen inevitablemente a un partido de tipo “recogelo todo”, un catch-all party como dicen los politólogos que siguen a Kirchheimer.

En otros términos, un partido electoralista, de vida interna atrofiada, principalmente soldado alrededor de su líder y de un discurso que viene de arriba, principalmente dirigido -vía los medios- a una “audiencia nacional”, pero siempre modulado de forma que guste a los diversos “públicos” (más “radical” y “lírico” cuando se dirige a la militancia, más “sobrio” y “pragmático” cuando se trata de reunirse con Schaüble o el FMI).

5. Los aspectos más problemáticos del congreso fundador de este “nuevo Syriza”, partido ya unificado, derivan de estas tendencias profundas, que conducen a su mutación en “partido de gobierno” de tipo gestionario: un número de votantes desproporcionado en relación al de los participantes en las discusiones internas, un cuerpo ingestionable de 3.500 delegados, ausencia de discusión estructurada en las dos primeras jornadas (en las que los delegados podían tomar la palabra), ausencia de informe de actividad de las instancias salientes, discurso de apertura de Tsipras adaptado a las exigencias de un mitin electoral y no a las de la instancia deliberativa del partido.

A esto se ha venido a añadir el clima particularmente agresivo respecto a la oposición interna (reagrupada en la Plataforma de Izquierdas /3) que culminó la noche de la última sesión del congreso, en las votaciones sobre la representación sobre los tres puntos que afectaban al funcionamiento interno sobre los que se había focalizado la discusión (disolución de las componentes, representación de las tendencias y modo de elección del presidente del partido).

Hubo escenas chocantes para un congreso de la izquierda radical (representantes de la Plataforma de Izquierdas abucheados, “peinetas”, insultos, con Tsipras aplaudido cada vez que subía a la tribuna antes incluso del comienzo de sus intervenciones), que llevaron a la salida de la sala de los delegados de la Plataforma de Izquierdas y de un número significativo de delegados de la mayoría.

6. ¿Cuál es el balance del congreso? Desde el punto de vista del contenido programático y de la elaboración estratégica, muy escaso, incluso inexistente. Los documentos adoptados se limitan a repetir, a menudo al pie de la letra, las formulaciones adoptadas (ahí también de forma más bien expeditiva) en la conferencia nacional del pasado noviembre.

De todas formas, esos textos de compromiso, trufados de formulaciones alambicadas y ambiguas, no han sido verdaderamente difundidos o apoyados públicamente por la fracción mayoritaria de la dirección, que se ha apresurado a proporcionar “interpretaciones” de acuerdo con la línea del “recentramiento” y del “realismo”.

Así, en diciembre pasado, apenas algunos días después de la conferencia nacional que había confirmado la posición de Syriza en cuanto a la anulación inmediata de los Memorándum por votación parlamentaria en caso de victoria electoral, los responsables de la cuestiones económicas, y principales figuras de la dirección después de Tsipras, se descolgaron con declaraciones en los medios para precisar que Syriza “no actuaría de forma unilateral”, evitando sistemáticamente utilizar los términos de “anulación” o de “derogación”, reemplazados por referencias tranquilizadoras a la “negociación” con “nuestros socios europeos”.

El propio Tsipras ha multiplicado las declaraciones “conciliadoras” de este tipo, en particular en sus desplazamientos al extranjero, más en particular a Alemania, donde se reunió con Schaüble, y a los Estados Unidos, donde se entrevistó con representantes del Departamento de Estado y del FMI.

7. La Plataforma de Izquierdas ha intentado dar un contenido político a un debate programático casi inexistente y ha presentado cuatro enmiendas que afectaban a los puntos estratégicos más sensibles: deuda (puesta en cuestión de la legitimidad de la deuda como tal, denuncia de los acuerdos existentes y recurso si fuera necesario al cese del pago para obtener su anulación); eventualidad de salida de la zona euro (opción válida que se trata de preparar seriamente si, o más bien cuando, un gobierno Syriza se encuentre, como el de Chipre, confrontado al chantaje de la UE y del BCE); nacionalización del sector bancario en su totalidad, compromiso claro de anular el conjunto de las privatizaciones en curso y renacionalización bajo control popular de sectores estratégicos de la economía (telecomunicaciones, energía, infraestructuras viarias y aeroportuarias); estrategia de alianzas reafirmando la línea de un gobierno de izquierdas antiausteridad, con exclusión de apertura al “centro” o a las fuerzas de la derecha soberanista.

El conjunto de estas enmiendas ha sido rechazado, pero ha recogido entre un tercio y un 40% de los votos, siendo las enmiendas sobre la deuda y el euro las que han recibido el apoyo más amplio. En este sentido, se puede decir que, sobre la cuestión de la línea política, la dirección ha podido imponer su punto de vista.

8. Sin embargo, respecto a los objetivos que se había fijado, este congreso representa un serio revés. La agenda en tres puntos evocada anteriormente y focalizada en la “puesta en orden” del interior del partido, ha salido malparada en este momento fundador del “nuevo Syriza”.

Sobre la cuestión de la disolución de las componentes, y del ultimátum que les estaba dirigido, la dirección ha tenido que resignarse a un compromiso (la formulación adoptada habla de “disolución en un plazo razonable y tras un acuerdo”) como consecuencia de la actitud extremadamente firme de Manolis Glezos.

Figura emblemática de la Resistencia, que goza de un prestigio inmenso y de una estatura de héroe nacional, Glezos no se ha contentado con defender el derecho de las componentes a preservar su autonomía. Ha atacado a Tsipras de forma directa y personal, rechazado con fuerza el modelo de un partido “presidencialista”, minando así la autoridad moral y simbólica de la dirección y de su líder.

Sobre la cuestión de la representación de las minorías, la mayoría puso todo su peso en la balanza, ejerciendo lo que puede ser calificado de un golpe de fuerza, llevado a cabo por Tsipras en persona: tras haber propuesto un sistema que concedía, mediante un subterfugio “técnico”, una ventaja automática a la lista mayoritaria, el bloque mayoritario impuso a las tendencias (minoritarias) que querrían presentarse como tales la obligación de constituir listas separadas, figurando en papeletas diferentes.

Fue suprimida la posibilidad existente hasta ahora de elegir, en una misma papeleta, una lista y luego añadir, con ciertos límites, candidatos presentados en las diferentes listas.

En cuanto a la lista mayoritaria, no se presentó como una lista de tendencia, o de un acuerdo entre tendencias (lo que sin embargo es), sino como la “lista unificada”, simple adición de candidaturas individuales representando a la “diversidad del partido” como tal. Se trataba de forma evidente de hacer aparecer a las minorías como un “cuerpo extranjero”, simplemente tolerado, y dar a la lista mayoritaria un estatuto simbólico de detentador único de la legitimidad partidaria.

La operación, sin embargo, se volvió contra sus inspiradores. En lugar de debilitarse, la Plataforma de Izquierdas se reforzaron sensiblemente (ver más adelante) y, ayudada por la presencia de pequeñas listas “independientes”, hicieron que la lista mayoritaria quedara en el 67,5%, es decir, siete puntos menos que en la conferencia nacional de diciembre pasado.

En fin, sobre la cuestión de la elección del presidente por el congreso, la dirección ha salido ganando, pero al precio de adoptar en los estatutos una disposición “flexible” que autoriza a cada congreso a decidir libremente sobre el modo de elección del presidente. Sin sorpresas, este congreso se ha pronunciado a continuación a favor de la elección directa del presidente.

Pero en la votación mediante escrutinio secreto, Tsipras ha realizado lo que puede ser considerado como lo contrario de un éxito, totalizando el 72% de los votos (74% de las papeletas válidas, expresando los votos nulos en su casi totalidad diversas formas de rechazo del procedimiento y/o de la persona de Tsipras).

9. Sin embargo, se puede considerar que la principal contrariedad de la dirección se encuentra en el refuerzo de la Plataforma de Izquierdas, que ha franqueado el umbral simbólico del 30%, es decir un progreso de cerca de 5 puntos en relación a la conferencia nacional de noviembre pasado (30,16% vs 25,6%), y esto en un marco altamente conflictivo, enteramente preparado con el objetivo de obtener su marginación. No hay duda alguna de que el clima de intimidación ha suscitado una fuerte resistencia entre una parte de los delegados, más allá de las filas de quienes habían apoyado de entrada las posiciones de la Plataforma.

El resultado ha causado un verdadero choque en el seno de la dirección, que ha evitado cualquier comentario oficial (sus representantes se han vuelto invisibles desde el anuncio de los primeros resultados). La prensa y los medios muestran un nerviosismo manifiesto en las filas mayoritarias, si bien, de una forma general, intentan tratar bien a Tsipras.

Los interrogantes se vuelven cada vez más apremiantes en cuanto a la línea que seguirá en el período que se abre, búsqueda de compromisos o continuidad del enfrentamiento interno, a riesgo esta vez de provocar una crisis interna prolongada.

Por su parte, la Plataforma de Izquierdas ha hecho público por primera vez un comunicado diferenciado precisando que su esfuerzo por obtener la “radicalización y el anclaje en la izquierda de Syriza y por la unidad del conjunto de la izquierda radical proseguía en mejores condiciones”. Signo de que su éxito es comprendido como un impulso para desplegar su intervención de forma aún más visible en el seno del partido e incluso más allá.

En conclusión, se puede decir que este congreso fundacional ha creado, sin duda, más problemas de los que ha resuelto o ha intentado resolver. Constituido ya en partido unificado, dotado de estatutos, de documentos de carácter programático y de una dirección elegida, Syriza continua apareciendo, sin embargo, como un partido profundamente dividido sobre cuestiones estratégicas fundamentales, que están en el centro del debate nacional y europeo.

Es evidente que la confrontación entre los partidarios de un planteamiento “realista”, preocupados por acceder al poder “en frío”, de no romper con el marco europeo y de tener buenas relaciones con los sectores estratégicos de las fuerzas dominantes, y los que plantean el enfrentamiento abierto y la ruptura con el marco actual de la UE, afecta al corazón de las cuestiones que se plantean hoy a la izquierda radical del Viejo Continente.

La aportación esencial de Syriza, y de la dinámica que ha sabido crear en la primavera pasada, es haber sabido plantear en el seno de la izquierda radical la cuestión de una alternativa de poder en términos concretos.

Queda por saber si lograr este objetivo se hará a costa de la radicalidad o si se sumará a la larga lista de experiencias de la izquierda de gobierno que se ha atascado rápidamente en las arenas de la gestión del sistema.

Sin duda, el congreso de Syriza habrá sido útil en que al menos habrá permitido formular los términos del problema de una forma más clara y más fácilmente perceptible por las fuerzas sociales y políticas comprometidas con un proyecto emancipador.

 

NOTAS:

[1] Sobre la evolución de Syriza es interesante el artículo de Baptiste Derickebourg, “Tomar el poder sin perder su alma”en la entrega de junio pasado de Le Monde Diplomatique así como el texto de Philippe Merlière, “Alexis Tsipras entre radicalisme et réalisme” en http://blogs.mediapart.fr/blog/philippe-marliere/220313/alexis-tsipras-entre-radicalisme-et-realisme.

[2] Desde 2004, fecha de su creación, hasta la conferencia nacional del pasado noviembre, Syriza existía como alianza entre una docena de componentes distintas, que cubrían la casi totalidad del espectro de la izquierda radical. La más importante de sus componentes era Synaspismos, el partido de Alexis Tsipras, él mismo constituido de corrientes distintas, que iban de la social democracia moderada (la actual Izquierda Democrática salió de ahí, pero una parte significativa de esa corriente ha permanecido en Synaspismos) al neocomunismo de Corriente de Izquierdas (ver nota 3).

[3] La Plataforma de Izquierdas se constituyó bajo su forma actual en la conferencia nacional de noviembre de 2012 por la convergencia de dos principales componentes, que cuentan con más de un decenio de existencia bajo diferentes configuraciones:

1) la Corriente de Izquierdas de Synaspismos, esencialmente formada de militantes que abandonaron el PC griego (KKE) en la escisión de 1991. Controla la mayor parte de las secciones de empresa, el sector sindical, y conserva una fuerte presencia en ciertas secciones y federaciones regionales, esencialmente en el norte de Grecia.

2) las tres componentes de origen trotskysta de Syriza (Kokkino, DEA y APO), ya reagrupadas bajo el paraguas deRprojetc/Red Roja. En el congreso se han sumado a la Plataforma una componente salida del PASOK, DIKKI, así como una organización de cuadros sindicales que abandonó el KKE en 1995 (KEDA).

Alrededor de una docena de parlamentarios de Syriza de un total de 70 se reconocen en la Plataforma, entre ellos uno de los portavoces del grupo parlamentario, Panayiotis Lafazanis, antiguo dirigente del KKE y diputado desde hace mucho de la emblemática segunda circunscripción de El Pireo, la más obrera del país, de la que es igualmente su figura pública más conocida.

Stathis Kouvélakis 

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El reto de las elecciones europeas en la estrategia del proceso constituyente.

01_013-300x168«En un marco de colapso institucional, debemos comprender que lo más importante es la regeneración de un vínculo subjetivo colectivo, y por tanto emocional, de identidad de pueblo que aspira y tiene proyecto para sustituir el marco institucional quebrado por uno nuevo reconstituido. Este es el potencial discursivo de ubicar en el medio plazo un proceso destituyente/constituyente que diseña y construye un nuevo pacto social sobre el que volver a trabajar la política al por menor».

Antonio Antón, Jorge García Castaño, José Manuel Martín Médem, Israél Mogroviejo, Manolo Monereo y Tania Sánchez. / Militantes de Izquierda Unida.

La X Asamblea de Izquierda Unida posicionó, al menos en las tesis políticas, una clara visión del momento político actual como una profunda crisis de régimen.

La crisis económica y las políticas de austeridad impuestas por la troika para afrontar la misma, han situado a amplios sectores de la sociedad ante la realidad cotidiana de una honda fractura entre las reglas de juego democrático y la realidad de su vida cotidiana. Las condiciones materiales de una cada vez más amplia mayoría social, son percibidas como incompatibles con el cumplimiento de los principios democráticos que han estructurado nuestra sociedad.

A esta realidad, se han venido a sumar como elemento de fractura de los consensos constitucionales en el seno de la sociedad,  los sucesivos escándalos de corrupción política no sólo del bipartidismo, sino del conjunto de las élites políticas e institucionales del país.

El remate de estas condiciones de ruptura del discurso hegemónico, lo aporta los dictados del poder europeo. La idea de integración de España en Europa como condición básica para la consecución de la sociedad moderna y desarrollada que aspirábamos a ser, se ha transformado en la pesadilla de un poder supranacional que nos impone un duro presente y augura un nada alentador futuro.

En este marco, IU ha venido reclamando, y lanzando como eje central de su discurso una apuesta inequívoca por una rebelión democrática que señala con claridad el problema sistémico de esta crisis, y la urgencia de la construcción de un contrapoder popular que aspire a reconducir la recomposición de las reglas del juego rotas en esta fase de crisis, hacia un nuevo escenario constituyente en el que situar a las mayorías sociales como poder soberano sobre el que recomponer una nueva institucionalidad que ponga a las personas por delante de los intereses financieros.

Este posicionamiento, junto a una más que digna, a pesar de sus sombras, trayectoria de cuestionamiento de los consensos bipartidistas, especialmente en el marco de la construcción de la Europa que hoy tenemos, abre una ventana de oportunidad con gran potencialidad para involucrar, en un proceso de honda transformación, a una ciudadanía cada vez más desafecta con la política y los políticos.

Las encuestas reflejan esta realidad, el reconocimiento de los movimientos sociales nos acompaña, ha llegado el momento de traducir las consignas de nuestros documentos en un programa de acción.

La ventana de oportunidad que  la crisis de desafección institucional nos brinda, no permanecerá abierta para siempre, los peligros de recomposición del bipartidismo para perpetuar el gobierno de los que no se presentan a las elecciones, sobre la base de una profundización del sufrimiento  de la gente común son grandes, de nosotros depende, en gran medida, el resultado final de la lucha entre restauración y ruptura democrática.

A la vuelta del verano la urgencia de la agenda electoral puede precipitar un camino de acción política que deje en segundo plano el conflicto social que empieza a sufrir cierto límite político por el cansancio, la intransigencia del poder ante sus demandas, y el agotamiento de la propia dinámica organizativa del movimiento.

No queda otra que afrontar la próxima cita electoral como lo que es; el inicio del ciclo político que culminará en las elecciones generales, y por tanto la primera prueba de fuego para una fuerza política que aspira a ser no solo una alternativa de gobierno, sino fundamentalmente una alternativa de poder, con un programa de profunda transformación social con la novedosa (para este país) concurrencia del soberano en un futuro proyecto constituyente.

Las elecciones europeas deben ser planteadas como un ejercicio democrático, como un verdadero referéndum contra el bipartidismo y contra la troika, en el que predomine una agenda y temas nacionales, que tienen una deriva secundaria sobre la política europea

Para afrontar en estos términos la cita electoral europea, hemos de diseñar una estrategia que convierta  nuestra agenda en una apuesta no exclusivamente electoralista sino de impulso y profundización del conflicto y la organización política del mismo.

Si asumimos que la disputa del poder no parte de un buen resultado electoral, sino de la articulación de la mayoría social afectada por la crisis en mayoría de acción política, pero a la vez entendemos que no hay más camino para demostrar la fuerza de ese bloque que las urnas, no podemos perder el tiempo debatiendo en qué ámbito centrar las fuerzas.

Debemos combinar la construcción de contra hegemonía  en la sociedad civil, que cambie la institucionalidad en crisis, con el trabajo electoral que lo traduzca en un resultado que nos sitúe en el imaginario popular como una fuerza con opción de poder.

1.- Un análisis del significado político de las previsiones electorales.

Todas las encuestas, con mayor o menor precisión reflejan tres hechos incuestionables;

a) La pérdida paulatina de respaldo social de las fuerzas del régimen, quedándose por debajo del 50% de apoyo electoral al bipartidismo

b)  Un progresivo y constante aumento de respaldo de las fuerzas hasta ahora minoritarias del arco parlamentario, IU y UPyD en el ámbito nacional, y fuerzas soberanistas de izquierdas en territorios como Cataluña.

C) Un amplísimo porcentaje de declarados abstencionistas o no posicionados.

La interpretación clásica del posicionamiento del electorado con respecto a su opción de voto, se ha ubicado en la línea continua de identidad ideológica, en este marco, con los cuatro partidos ahora en liza, podríamos hablar de:

  • Un centro-derecha (PP) en rápido (pero no definitivo) declive que se agrava por la gestión de un gobierno incapaz de dar respuesta a ninguna de las demandas políticas, sociales, éticas o económicas de su base electoral; ya sea la del votante tradicional del PP  o la que prestó su apoyo confiando en su capacidad de dar soluciones inmediatas a la crisis económica.
  • Un centro-progresista, que podría representar UPyD, al que su voluntaria indefinición en un  buen número de temas hace difícil, para el electorado, la atribución de una identidad ideológica definida. Más allá de nuestra percepción de su marcado carácter liberal y tecnocrático, éste no coincide con la percepción mayoritaria del electorado
  • Un centro-izquierda (PSOE), que está siendo el más castigado por las encuestas. El periodo de gobierno gestor de la crisis, y la opción adoptada en favor del consenso bipartidismo para salvar el sistema, aún a costa del sufrimiento de la mayoría social,  le ha situado como incapaz de mantener ni el imaginario claro de sus postulados ideológicos, ni el imaginario de partido de gobierno-gestor “eficiente” de los problemas del país.
  •  Por último, la posición izquierda encarnada por IU, cuyo mejor dato no es tanto la perspectiva de subida en votos y por tanto representatividad, sino las valoraciones positivas recogidas por algunas encuestas en cuanto a la capacidad de cada uno de los partidos para afrontar los retos de la crisis. A las tradicionales posiciones de ventaja de IU en cuanto a ser el mejor posicionado para la mejora de la igualdad, y el combate de la pobreza, o la defensa de los servicios públicos, comienzan a reflejarse valoraciones muy altas, en cuestiones en las que IU jamás había sido percibida como garantía de gestión. Elementos como la gestión económica que necesita el país, la ética y la honestidad pública e incluso, la política territorial que más le conviene a España, sitúa a Izquierda Unida como el partido  mejor valorado de los cuatro en disputa.

Si nos quedáramos exclusivamente con la interpretación clásica del posicionamiento del electorado, y la cruzamos con los movimientos de voto entre diversas fuerzas políticas, podríamos pensar que la clave del éxito electoral (siempre que las condiciones de la crisis no varíen),  se centran en consolidar esa imagen de fuerza política capaz de gestionar un país, y centrar nuestros esfuerzos en que a través de esa imagen consolidaríamos a los votantes desafectos del PSOE.

Pero las encuestas reflejan exclusivamente tendencias, debemos ser prudentes ante ellas, y sobre todo, analizar el conjunto de la realidad que reflejan y no exclusivamente la intención de voto declarada, y la traducción de ese apoyo en escaños que auguran las cocinas demoscópicas.

Cobra importancia, por tanto,  el  tercer elemento que reflejan las encuestas;  cerca de un 50% de abstencionistas.

Si ponemos este dato en relación con  la realidad diagnosticada en nuestras tesis políticas de la situación de ruptura del “espíritu consensual de la transición”, estamos obligados a introducir elementos de análisis que diagnostiquen esa abstención, que podría ser crucial tanto en el éxito electoral, como para la preparación de la estrategia en clave de acumulación de fuerzas para un ideal de proceso constituyente futuro.

Entendemos que las encuestas, tanto las puramente electorales, como aquellas que reflejan la opinión sobre la situación general del país y la valoración de las instituciones políticas y sociales heredadas de la transición, nos sitúan en un nuevo escenario de percepción en el que se da la triada entre:

  • Los representantes del modelo actualmente en crisis (PP, PSOE y nacionalismo liberal)
  • Los que podrían constituir una alternativa a ese modelo (UPyD, IU y nacionalismos de izquierda soberanista)
  • La desafección/negación (abstención/voto en blanco)

Manteniendo esta tesis de las tres sensibilidades, a saber la del modelo vigente, la del modelo alternativo y la del desafecto/negación, nos obliga a realizarnos tres preguntas:

  • ¿A dónde va a parar la cantidad de apoyos que ha salido del modelo vigente, y que hará este para recuperarlos?
  • ¿Qué factores tienen la capacidad de resultar atrayentes en el modelo alternativo?
  • ¿Qué opción terminarán adoptando la parte del hoy identificado como desafecto que previsiblemente acudirá a las urnas?

Analizamos cada uno de estas cuestiones en los siguientes tres apartados:

1.1.   El impreciso comportamiento del abstencionismo.

Resulta complicado dibujar un perfil preciso de abstencionistas pero, teniendo en cuenta los últimos resultados del CIS con respeto a la opinión de la ciudadanía en temas de corrupción, clase política, periodistas y medios de comunicación, justicia, y las altas instituciones del Estado, empezando por la monarquía, es previsible que mucha de la abstención declarada signifique, más que desinterés por participar en una supuesta cita electoral, la manifestación de un enfado grande que encuentra en el “no a todo” su mejor expresión. Aún más en situaciones percibidas como de “urgencia social”, es muy factible que se incrementen los niveles medios de participación.

Los actuales niveles de abstención, con los que trabajan las encuestas, en torno al 48%, si nada sustancial cambiara, es previsible que regresen a los niveles usuales en torno al 30% pudiendo llegar a ser inferior si aparecieran factores nuevos e ilusionantes en la/las opciones alternativas (liderazgos, procesos unitarios de confluencia, planes de gobierno creíbles, claros, explícitos, transparentes, adopción de formas no tradicionales de acción política institucional etc.)

Podemos diferenciar dos clases de abstencionistas:

  • Los que tradicionalmente no acuden a las urnas, que sería el sector más proclive a cambiar como consecuencia de un impulso novedoso desde el bloque político alternativo que le anime a ello. Sus características son similares a lo que originalmente fue el 15M, mayoritariamente jóvenes, apartidistas, de extracción social acomodada, de formación media universitaria, muy descreídos del bipartidismo, creyentes en la capacidad de gestión más que en la ideología y con buen manejo de internet y redes sociales. En su mayoría no son susceptibles de votar a los partidos del modelo tradicional.
  • Los que han huido del bipartidismo; ciudadanos que, previsiblemente, aunque hoy se declaren desafectos ante un comicios electoral sólo están ahí como etapa de tránsito para regresar nuevamente al modelo o migrar a la alternativa. Mientras que las salidas del PSOE son proclives a recalar en IU y las salidas del PP, en menor medida, pueden ir a UPyD, una buena parte volverá a su voto habitual y algunos quedarán en la abstención y el voto en blanco, aunque será algo residual. Son sensibles y temerosos de la inestabilidad y la incertidumbre política y económica, de edades medias y avanzadas y con cierto patrimonio; podrían identificarse con el conservadurismo propio de las clases medias familiares creadas en el franquismo de los años sesenta, verdadero puntal sociodemográfico de la España de la Transición, que ahora empieza a flaquear.

1.2.  Las oportunidades del modelo alternativo

Básicamente, las vergüenzas del bipartidismo español han aflorado con el estallido de la burbuja inmobiliaria y el agotamiento de un modelo de crecimiento (a crédito) diseñado desde Bruselas con el acuerdo tácito de las élites locales españolas. Ello tiene, como primera consecuencia, el ascenso de las dos fuerzas estatales minoritarias y la irrupción de fuerzas soberanistas de izquierda que, hasta ahora, no tenían representación institucional.

En este proceso han aparecido innumerables casos de corrupción política, institucional y empresarial, a la vez que, en el marco europeo, el mecanismo democrático ha ido quedando vacío de contenido para cada vez más sectores de la población, llegando a ser el concepto de “soberanía popular”, casi un recuerdo del S.XX, sensaciones creciente que los fascismos europeos se apresuran a capitalizar. Se puede decir que estamos en un momento histórico multi-crisis de graves consecuencias sociales/materiales

En este escenario, fijándonos en las valoraciones sociales recogidas en las encuestas y en el ruido de la calle, PP y PSOE se funden en características como:

  • Amplia penetración de la corrupción institucional
  • Confusión de sus cuadros políticos con las élites económicas  locales.
  • Estructuras partidarias rígidas hermanadas con sectores empresariales.
  • Alineamiento con las políticas europeas de la Troika
  • Ausencia de propuestas alternativas para la superación de los efectos de la crisis.
  • Insensibilidad a los reclamos de amplios sectores de la población más castigada.

Las oportunidades del modelo alternativo, a parte de las características de la propuesta política concreta, está en la diferenciación profunda y el mayor distanciamiento de las características mencionadas del modelo tradicional, esta línea de trabajo debe centrarse en abanderar con la palabra y la acción conceptos amplios como:

  • Lucha anticorrupción y reforma institucional
  • Independencia política y mantenimiento de la distancia de los cuadros respecto a las élites económicas tradicionales.
  • Democracia interna y transparencia.
  • Soberanía popular y profundización democrática frente a la Troika.
  • Medidas concretas frente a la urgencia social y contundencia en la defensa del sector público y la política impositiva que garantice el reparto de la riqueza.
  • Contacto permanente y apego a los movimientos sociales y a los reclamos de la sociedad civil organizada como masa crítica de los cambios.

1.3. Las Esperanzas del Modelo tradicional.

El bipartidismo, no es un modo de funcionamiento de un sistema específico de partidos, es la forma en que se organiza el poder para que los que no se presentan a las elecciones manden.

No es casual que se busque recuperar los consensos perdidos entre los grandes partidos en los llamados temas Europeos, como si éstos fueran  distintos a las cuestiones españolas. Recuperar la idea de consenso, para retener al sector del electorado descrito como susceptible de regreso a las posiciones del modelo tradicional, será el primer paso de la estrategia que el bipartidismo tratará de imponer de cara a las elecciones generales próximas. Si mantienen una sangría moderada de apoyo electoral en la  cita Europea, reforzaran su negativa al adelanto electoral que les permitan confiar en factores de cambio que permitan recuperar su electorado tradicional, sus esperanzas se centran en:

  • Una moderación de los niveles de desempleo hasta alcanzar, al menos los niveles de noviembre de 2011.
  • La mejora de las cuentas macroeconómicas del Estado (balanza comercial, inflación, prima de riesgo, índice de confianza-país etc.)
  • La flexibilización de las directrices europeas en austeridad y recortes sociales para implementar medidas de urgencia asistencial y proceder a una rebaja de impuestos.
  • La previsible ayuda de los medios de comunicación comerciales, que buscará afianzar el debate político en los términos propios del modelo tradicional (excluyendo a la alternativa)
  • La inexperiencia, o contradicciones de las fuerzas políticas de la alternativa en labores de gobierno, poniendo en juego el factor de inestabilidad e incertidumbre que eso genera.

En definitiva, la viabilidad discursiva de una idea marco en los términos de “gracias a esta dura pero responsable gestión, por fin hemos salido de la crisis, se ha acabado la pesadilla y ahora trabajaremos para que todo vuelva a ser como antes”.

Un intento más de que el bipartidismo, núcleo duro del régimen y los grupos de poder económico, se perpetúe sobre nuevas bases que bloquearían las posibilidades de la alternativa.

1.4. Concluyendo el análisis

Ante este análisis, IU no puede desligar las elecciones próximas del problema central, la lucha entre restauración o ruptura democrática.

Estas elecciones son singulares, y debemos interpretarlas como la posibilidad de convertir las tendencias que reflejan las encuestas, en la apertura cierta de un nuevo escenario político.

Comenzar el ciclo político-electoral, que se abre el próximo año y culminará con las elecciones generales, con un avance significativo electoralmente, resultado de un proceso de preparación del mismo, de articulación social e ilusión popular,  sería la señal de que las cosas están cambiando y que se puede pensar, con fundamento y realismo, en una alternativa democrática y ciudadana.

Es la hora, con prudencia y radicalismo, de la audacia y el compromiso con el proyecto aprobado en la última Asamblea; de resolver mediante la acción política el problema de fondo de IU, la elección estratégica entre alternancia y alternativa, entre proyecto autónomo con vocación de mayoría y poder o proyecto aliado del poder de otros.

Esta dicotomía, no se resuelve en documentos escritos,  debe resolverse en la conversión de IU en fuerza organizada que conquiste la hegemonía social y cultural construyendo frentes políticos y electorales solventes e ilusionantes, y no tenemos todo el tiempo del mundo, hay que hacerlo ahora.

2.- Algunas ideas para emprender el camino

           2.1 Nuevas identidades por construir

En el modelo planteado de análisis de la tendencia reflejada en encuestas, del triángulo entre modelo, alternativa y desafección, debemos recalcar que hay una conexión íntima entre modelo y desafección, que no sólo afecta a las instituciones actualmente existentes como tal, sino que implica una crisis de la propia institucionalidad (entendida como el modelo de relación del individuo con las instituciones de la sociedad en la que se integra), y las consecuencias de esta ruptura en las identidades colectivas.

La descomposición del régimen implica el derrumbe de un sistema de reparto de identidades.  A diferencia del canovismo, el régimen del bipartidismo se ha sustentado sobre un reparto de los imaginarios políticos y sociales de la gran mayoría de una sociedad  que se sabía poseedora de derechos sociales y políticos, los ejerciera en la práctica o no.

El bipartidismo, por tanto, no es la mera alternancia en el poder de aquellas opciones partidistas que han defendido los intereses de las élites de la sociedad, sino que también ha sido un reparto binario de identidades socio-políticas de aquellos que, sin ser élite, formaban parte de una mayoría social consentidora del modelo de reparto de poder, mientras éste no amenazara sus condiciones materiales.

Ante esta identidad colectiva en crisis, la alternativa no romperá la tónica de la desafección reinante mientras no sea capaz de crear referentes subjetivos nuevos, o al menos, el ideal de una perspectiva futura de recuperación de las condiciones materiales y los derechos sociopolíticos que han de sustentar un nuevo escenario de consentimiento social, desde luego la perspectiva subjetiva del discurso no puede basarse en la perpetuación del conflicto, sino que ha de referenciar un ideal de salida del mismo que garantice una paz social con bases nuevas de reparto del poder.

En un marco de colapso institucional, debemos comprender que lo más importante es la regeneración de un vínculo subjetivo colectivo, y por tanto emocional, de identidad de pueblo que aspira y tiene proyecto para sustituir el marco institucional quebrado por uno nuevo reconstituido. Este es el potencial discursivo de ubicar en el medio plazo un proceso destituyente/constituyente que diseña y construye un nuevo pacto social sobre el que volver a trabajar la política al por menor.

Mientras que no haya un nuevo discurso que instituya un nuevo vínculo, un espacio donde los antiguos votantes del bipartidismo puedan colocarse a la hora de juzgar la situación de excepcionalidad, y le permita visualizar las  opciones alternativas como una opción con la capacidad de devolverle una imagen coherente y completa del modo en que vive su posición en la sociedad, sólo se podrá conseguir un breve viaje de ida y vuelta al modelo de desafección o a la senda del bipartidismo.

2.2 Alianzas y dificultades

Las ideas fuerzas a construir, no pueden establecerse como meras cuestiones programáticas que pueden ser alcanzadas con modelos de pactos, reformas, diálogos y apelaciones a instituciones ya en quiebra, si así lo hiciéramos nos estaríamos posicionando como si la crisis tuviera una opción de vuelta hacia atrás que en realidad no tiene, ni en España, ni en el modelo de construcción de Europa.

No es momento de poner en duda el valor que tiene y ha tenido esta visión del programa y las alianzas políticas, sino de comprender que éstas han formado parte del mismo marco bipartidista, que son experiencias que remiten al reparto sociopolítico del régimen y que por tanto, están irremediablemente conectados a él discursiva y emocionalmente.

Referenciarnos sobre ellos como modelos posibles, en un escenario político que niega esa opción, sabotearía el propio proyecto de alternativo antes de poner las bases del mismo.

No es un prejuicio de un sector de IU, ni un posicionamiento inamovible para el futuro, es un prejuicio del sujeto político que está germinando sobre el cadáver del régimen y que nos demanda que no nos abracemos a él, que no planteemos como expectativa la subalternidad política al modelo hoy en quiebra.

Los resultados electorales determinarán si hemos sido capaces de la sentar las bases para la ruptura democrática y la apertura de un tiempo constituyente, pero el punto de partida debe ser de la máxima aspiración a crear ese escenario.

En la conquista de ese sujeto político que germina en oposición y desafección del modelo tradicional, no podemos ignorar que también UPyD está ubicada en el marco del modelo alternativo, ambas fuerzas políticas somos consideradas ajenas al modelo bipartidista en crisis, pero mientras IU se enmarca ideológicamente con claridad y tiene un público objetivo específico, UPyD es una formación con menos historia, con menos tiempo de exposición pública y que se ubica, conscientemente, en la ambigüedad ideológica.

No parece necesario, ni aconsejable confrontar políticamente con esta opción, sino trabajar por diferenciarse de las características del modelo tradicional de manera más inteligente, consecuente y coherente de lo que puedan hacer sus cuadros políticos, lo que no quita que se siga trabajando por identificar las debilidades de su discurso, así como los resortes e intereses que hay detrás de su maquillaje y doble o triple discurso.

IU cuenta con una trayectoria que nos acerca más a las posturas de cambio profundo que ya ha calado en los movimientos sociales, el movimiento obrero, los trabajadores del sector público movilizado, la izquierda soberanista, y en definitiva, las clases más duramente castigadas por las reformas, lo que nos posiciona muy cerca de las grandes mayorías silenciosas.

2.3 Ruptura vs restauración; traduciendo la idea en proyecto

Si aceptamos nuestras propias tesis, el elemento crucial de disputa política sobre el que construir nuestra estrategia, no puede ser otro que la lucha entre la ruptura democrática y la  restauración de las bases sobre las que se constituyó la transición política del 78 (un proceso constituyente al margen del soberano).

El objetivo estratégico es la superación del bipartidismo; las elecciones europeas deben ser planteadas como un ejercicio democrático, como un verdadero referéndum contra el bipartidismo y contra la troika, en el que predomine una agenda y temas nacionales, que tienen una deriva secundaria sobre la política europea. Tácticamente partir del temario nacional, conectándolo con la realidad de la Periferia del Sur de la Unión  Europea, para abordar medidas generales que implican, como ideario, la unión del sur para la transformación de Europa y sus realidades nacionales.

Planteémonos el reto de preparar las elecciones de un modo no electoralista, impulsando el conflicto y la organización política del mismo, a pesar de la sensación de agotamiento de la movilización, el contenido de negación a las imposiciones europeas no dejan de potenciarse y crecer, entendamos que el movimiento, más que agotado, se encuentra buscando sus formas de construcción de alternativas futuras, por tanto, nuestro papel no es rescatar y revitalizar la protesta existente, sino incorporarnos a la propuesta de futuro que proyecten una percepción alternativa de lo que supone ejercer una ciudadanía con plenos derechos.

La cuestión de la Renta de Ciudadanía, como base material de la verdadera democracia que distribuye la riqueza, y por tanto el poder, puede ser ejemplo de un dispositivo que tendrá valor como ideal de sociedad futura asentada en nuevas bases.

Para ello, será crucial la alianza con los movimientos y el trabajo colectivo y participado desde abajo en la construcción de la propuesta electoral, y esa apuesta, no puede desligarse de la construcción de una candidatura que de imagen real de que nosotros somos los primeros que estamos dispuestos a cambiar las reglas del juego.

Apertura de las candidaturas, y referentes de liderazgos que transmitan por si mismos unidad para la alternativa, pluralismo, solvencia y juventud serán claves en la credibilidad de la apuesta.

Con todo lo dicho, no podemos obviar que las condiciones subjetivas no están maduras, poner en tensión a toda la organización (especialmente a los cuadros medios y cargos públicos) mediante la definición de objetivos claros y medibles, y el desarrollo de un plan de  capacitación en la tarea de organización desde las bases de proyectos de acción que cuenten con los recursos y herramientas apropiados, y que se orienten discursiva y efectivamente sobre la estrategia marcada es la tarea inmediata y urgente de la construcción progresiva de una cotidianidad alternativa.

Ya lo hemos dicho, no tendremos todo el tiempo del mundo, hay que ser audaces, y hay que serlo ahora.

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O nos metemos en política o esto no cambia

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Carlos Martínez, Politólogo

«En el estado español hoy en día hay demasiadas personas grises mandando -porque mandan, y mucho- es decir se sustituye al líder conocido, reconocido y por tanto “derribable” por el dirigente oscuro, burócrata y, como mucho, fruto del compromiso de grupos de notables».

Viendo el panorama mejor no delegar. En demasiadas ocasiones la política se convierte en el refugio de personas que desean un rápido ascenso social. Esto ha comenzado a cambiar dado el desprestigio de la profesión. Precisamente ese es el problema, cuando una vocación por cambiar las cosas y el servicio público -o bien la noble lucha por unas ideas y por construir una sociedad nueva- se convierte en una profesión, pero endogámica.

Veamos más claramente: Cuando el garantizarse pertenecer al grupo gestor de la res-pública necesita superar un filtro de personas ya instaladas en el poder, y que estas a su vez eligen o reclutan equipos que han de ayudarles en su trabajo, y que a su vez van a adquirir las claves de cómo controlar o mantener el mando y a quienes recurrir o con que métodos mantenerse, se está designando ya a los candidatos y candidatas a la sucesión, sin participación de nadie más.

Cuando además estas situaciones se dan en medio de la actual política espectáculo y con total ausencia de control y transparencia, solo los cooptados y cooptadas están en la foto y son conocidos o conocidas.

Además hacen favores, promueven ascensos o ceses y en consecuencia van tejiendo su propia red clientelar que, sumada a la del jefe o la jefa, terminan fabricando un controlador, que no un o una líder. En el estado español hoy hay muy pocos líderes que en ciencia política y sociología política merezcan tal nombre, y todos y todas ellas se encuentran o bien en el mundo local y circunscritos a él, o bien en organizaciones, movimientos y plataformas periféricas de las opciones de poder político de carácter general.

Uno de los problemas a la hora de articular una resistencia seria, una convergencia política importante es precisamente la ausencia de liderazgos, y los liderazgos no son negativos excepto si son excluyentes y autoritarios. Esta fase -la de negar cualquier tipo de liderazgo- ya la tiene superada una de las pocas izquierdas reales e influyentes del mundo, la latinoamericana. Pero ojo, sus líderes son revocables -como en Venezuela, por ejemplo- y por imperativo constitucional.

En el estado español hoy en día hay demasiadas personas grises mandando -porque mandan, y mucho- es decir se sustituye al líder conocido, reconocido y por tanto “derribable” por el dirigente oscuro, burócrata y, como mucho, fruto del compromiso de grupos de notables. Nadie expuesto a la crítica y a ser el reflejo de amplias voluntades populares.

Cuando en sociología se habla de liderazgos no se está hablando de dictadores. En cualquier caso, hablaremos de carisma y de reflejo en ciertas personas u organizaciones de la voluntad colectiva de superar situaciones o construir una nueva sociedad.

Pero como en el estado español hace ya tiempo que se sustituyó el liderazgo por el profesional o la profesional cooptado por un grupo de personas grises pero muy autoritarias, pues claro, nadie quiere liderazgos al identificarlos como tales, por culpa de los “media” masivos y desinformadores. Pero surgen. Por nombrar solo dos: Ada Colau y Sánchez Gordillo. También lo fueron Felipe González y Julio Anguita, o Nicolás Redondo y el inolvidable Marcelino Camacho.

Bien, la pregunta será ¿Qué propone esta persona? En primer lugar no permitir que las profesionales y los profesionales nos aparten de la política. Que personas grises no brillantes y poco inteligentes y preparadas -aunque muy marrulleras- nos usurpen el derecho a pensar, proponer y decidir políticamente. Si al menos fueran capaces de arrastrar con su verbo y su acción, pero claro entonces no serían grises y si serían líderes verdaderos no fabricados ni inventados por la prensa corporativa o los gabinetes de imagen de ciertos grandes o ex grandes partidos.

Es terrible comprobar cómo en estos graves momentos de una durísima crisis económica, social y política, la democracia representativa entra merecidamente en barrena de credibilidad, pero la falta de visión, inteligencia y valor -valentía- de muchas y muchos dirigentes impide que se conformen las estructuras sociales que nos permitan avanzar hacia movilizaciones generalizadas destituyentes.

Si bien el poder, el poder verdadero que emana de la oligarquía bancaria y especulativa a través de múltiples medios a su disposición -pues son de su propiedad- han logrado generar una desconfianza suicida pero generalizada entre las clases populares y las víctimas de la crisis en su propia capacidad de movilización y de auto-organización, y esa sería la clave de la revuelta imprescindible. Esto provoca que solo en ámbitos muy concretos o sectores laborales muy identificados estallen las luchas, y además con éxito de movilización en asuntos sectoriales, pero con escaso éxito en los generales.

El caso es que la solución a esta crisis es política. Hemos de construir nuevos sujetos políticos no identificados ni identificables con el régimen caduco del 78. Eso exige la voluntad de permitir la construcción de ese ente socio-político unitario y acompañarlo por parte de los ya instituidos. Además la lucha institucional, aún siendo importante, no puede ser el eje vertebrador de una resistencia popular capaz de articular una ofensiva política.

Pero en eso estamos y no olvidemos que hay ya varias iniciativas en marcha. Sé que escribir lo que a continuación voy a expresar me resta amigos y no voy en contra de ellos, pero IU no es SYRIZA. Por tanto, hacen falta más voluntades como en SYRIZA. También hace falta construir algo nuevo y diferente como SYRIZA. O como el MVR o la Alianza PAIS o el Movimiento al Socialismo. Tampoco en este estado nadie habla de un Txipras con posibilidades muy importantes de gobernar, y eso solo ya debiera hacer pensar a muchas y muchos. No lo disfracemos.

Quien no sea capaz de reconocerlo y de promoverlo no permitirá que salgamos del actual impasse político y movilizador. Por tanto y mientras tanto, creo, hemos de construir un liderazgo colectivo. Potenciar y crear nuevas iniciativas no comprometidas que nos hagan recuperar soluciones ocultas por el momento como el reparto. El reparto de la riqueza y el incremento del sector público. Socializar la banca, nacionalizarla, crear la banca pública y de esa forma tomar la única medida que puede cercenar el poder de la oligarquía y la plutocracia del estado español, que sigue siendo la misma que nos dominó durante la dictadura franquista.

Pero de cara a las estructuras políticas y partidos ¿Qué? Pues que los cargos sean revocables. Cada persona un voto también en las organizaciones políticas y selección publica, democrática y participativa de las y los candidatos en cualquier instancia institucional.

Para recuperar el crédito de la política y la voluntad del pueblo de hacer política hay que tomar medidas muy diferentes y transparentes de seleccionar a las personas que nos puedan representar en política. Porque hacer política es cosa de todas y todos.

Termino diciendo que creo en la capacidad de organizarse las personas. Creo en la posibilidad de importantes movilizaciones populares. Creo en la capacidad colectiva. De la misma forma que creo en Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Múgica, Jean Luc Mélenchon o Alexis Txipras.

Por cierto, como sé historia y ahora que recordamos el golpe de estado fascista que dio lugar a una guerra por defender la República, podemos recordar a líderes anarcosindicalistas -y repito, líderes- como Federica Montseny, Buenaventura Durruti, García Oliver, Cipriano Mera, o Marianet R. Vazquez. Si pensamos en socialistas, Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto, Juan Negrín o Ramón Lamoneda. Los comunistas Juan Modesto y Dolores Ibarruri o los repúblicanos Manuel Azaña y Casares Quiroga, o tantas personas que en sus respectivas ocupaciones fueron capaces de resistir, en condiciones desiguales y plagadas de dificultades, durante tres años. Si bien papeles centrales como los de Largo Caballero, Azaña o Juan Negrín según las circunstancias y avatares de cada momento, fueron claros.

Aunque todas y todos ellos como personas cometieron errores. En estos momentos también necesitamos, partiendo de un liderazgo social colectivo, construir nuestros referentes sin imposiciones y sin publicidad.

Pero sobre todo necesitamos articular un amplio frente social unitario y por el cambio de la situación que vivimos. Para lograr el cambio y la regeneración hemos de meternos en política
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