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Huir de la Moncloa en helicóptero

MonederoJuan Carlos Monedero

Hace falta que el pueblo deje de tener miedo a saber que el gobierno es y va a seguir siéndolo un maltratador de la ciudadanía. Se han dicho: “o ellos o nosotros”. Y están haciendo su parte.

En el momento de mayor debilidad objetiva del gobierno de Rajoy, ni el PSOE ni Izquierda Unida son capaces de  promover el último empujón que termine con este sarcasmo del gobierno del PP, que hoy parece, más que un partido de la derecha liberal y conservadora, una asociación urdida para delinquir.

La falta de movilización de los partidos de la izquierda estatal es señal es de que no quieren o no pueden hacer nada. Acordes, por otro lado, con la falta de movimiento en esa dirección de la ciudadanía. Aunque ésta ha demostrado –recordemos el 15M o la PAH- que es capaz de saltar cuando menos se espera.

Cosa que no puede afirmarse de los partidos. Es evidente que la marca España está cubierta de mierda precisamente porque el partido en el gobierno está cubierto de mierda. Los alemanes y polacos que vivían en los alrededores de los campos de concentración afirmaron que no olían a quemado. Nosotros no olemos lo suficiente, al parecer, los efluvios que suben del vertedero.

En el caso de Izquierda Unida, me temo que es una cuestión de capacidad, pues la voluntad de cambio, como el valor a los gladiadores, se les supone. Igual que los sindicatos van a remolque de la historia porque ya no tienen afiliados dispuestos a jugarse por ellos el salario de unos cuantos días -aunque no hacerlo podría costarles el trabajo para siempre-, IU no tiene detrás una ciudadanía capaz de acorralar al gobierno reclamando democracia, como hemos visto en América Latina, de manera que los gobernantes mentirosos tengan que salir en helicóptero de la casa de gobierno. Por razones que ella misma debiera analizar, su capacidad de convocatoria es escasa. ¿Demasiado burocratizada?

La renuncia al asalto al palacio de invierno por parte de la izquierda significó renunciar a cualquier tipo de reclamación que no fuera parlamentaria. Igual que durante la Transición el PCE de Santiago Carrillo golpeó a militantes comunistas que portaban la bandera republicana (en un caso evidente de exceso de celo que buscaba combatir el anticomunismo de la dictadura), la izquierda no socialdemócrata ha carecido de cintura para entender todo lo que está pasando fuera de los lugares tradicionales de su tradicional tradición (el partido, la fábrica, el periódico de referencia, el padre de familia, el sindicato, el obrero industrial).

Los comunistas siempre han sido gente de orden, y en el desorden actual, sólo encuentran sosiego en su círculo más íntimo. No nos engañemos: Alberto Garzón, el diputado más esperanzador de IU, está en el Parlamento solamente porque la dirección estaba convencida de que no salía escaño por Málaga.

Ese haberse dejado el alma detrás del cuerpo les impide obtener algo más que las migajas que caen de la impotencia calva del PSOE. Y, lo que es peor, no ayudan a configurar el ariete que debiera haber convocado a la ciudadanía para evitar que Diego Cañamero entre en la cárcel o para meter dentro a toda la cuerda de ladrones que piden recortes y recortes mientras ya no tienen sitio en el garaje para otro jaguar, otra tonelada de confeti o unos sobres cada vez más grandes. Y si alguien no se acuerda, fueron los comunistas quienes más dieron la cara contra el franquismo, pagando precios muy altos en tiempos muy duros.

Si IU no puede, el PSOE no quiere. Si en uno es impotencia, en el otro es tacticismo. Asustado por el caso de los ERE, por el juicio a Pepiño Blanco, por su connivencia en la reforma del artículo 135 de la Constitución o por la defensa cerrada de la monarquía, del Tratado de Lisboa o del gobierno de los Estados Unidos, el acorralamiento del PP sólo quiere enfrentarlo en la medida en que se traduzca en una recuperación electoral de votos.

Pero con un Rubalcaba aún peor valorado que Rajoy, ese escenario parece incierto. Así que el mejor escenario es esperar y esperar y esperar, que en agosto todo cobra otro ritmo. ¿Apuestan a que ese es el consejo de Felipe González? Mientras adviene una segunda transición.

No vamos a solucionar nada que no convoque el pueblo desde su “hasta aquí hemos llegado”. Lo que hay que ver es si de verdad hemos llegado hasta aquí. Porque sabemos que están tocadas todas las claves para un estallido, pero nadie puede escribir qué es lo que hace que los regimenes finalmente caigan.

Son cuestiones de consciencia (porque los parados, los desahucios, los recortes, las desigualdades ya las tenemos). La gota que desborda el vaso. Imaginar la alternativa. Que el dolor se vuelva insoportable. Que la burla del poder nos quite demasiada decencia. Hace falta que el pueblo deje de tener miedo a saber que el gobierno es y va a seguir siéndolo un maltratador de la ciudadanía. Se han dicho: “o ellos o nosotros”. Y están haciendo su parte.

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Levantamientos aquí, allá y en todas partes

wallerstein
Análisis de Immanuel Wallerstein, principal teórico del sistema mundo.
                                                                     Al persistente nuevo levantamiento en Turquía le siguió uno aún más grande en Brasil, que a su vez fue seguido por otro menos difundido, pero no menos real, en Bulgaria. Por supuesto, no fueron los primeros, sino meramente los más recientes en una serie en verdad mundial de tales levantamientos en los últimos años. Hay muchas formas de analizar este fenómeno. Los veo como un proceso continuado de lo que comenzó como la revolución-mundo de 1968.

Con toda seguridad, cada levantamiento es particular en sus detalles y en la compenetración interna de las fuerzas en cada país. Pero hay ciertas similitudes que deben apuntarse, si es que pretendemos hacer sentido de lo que está ocurriendo y decidir lo que deberíamos hacer todos nosotros como individuos y como grupos.

El primer rasgo común es que todos los levantamientos tienden a empezar con muy poco –un puñado de gente valerosa que se manifiesta en torno a algo. Y luego, si prenden, lo cual es en gran medida impredecible, se vuelven masivos.

De pronto no es sólo el gobierno que está bajo asedio sino, hasta cierto punto, el Estado como Estado. Estos levantamientos son una combinación de aquellos que llaman a remplazar al gobierno por uno mejor y aquellos que cuestionan la mera legitimidad del Estado. Ambos grupos invocan la democracia y los derechos humanos, aunque las definiciones que brinden de estos dos términos sean muy variadas. En general, la tonalidad de estos levantamientos comienza del lado izquierdo de la arena política.

Por supuesto, los gobiernos en el poder reaccionan. Cada uno intenta reprimir el levantamiento o intenta apaciguarlo con algunas concesiones, o intenta ambas respuestas. Con frecuencia la represión resulta, pero en ocasiones es contraproducente para el gobierno en el poder, y atrae más gente a las calles. Las concesiones funcionan con frecuencia, pero algunas veces son contraproducentes para el gobierno, y conducen a que la gente en la calle escale sus demandas. Hablando en general, los gobiernos intentan la represión más que las concesiones. Y, por lo general, la represión tiende a funcionar en un relativamente corto plazo.

El segundo rasgo común de estos levantamientos es que ninguno continúa a gran velocidad por demasiado tiempo. Quienes protestan se rinden ante las medidas represivas. O se ven cooptados, hasta cierto punto, por el gobierno. O los desgasta el enorme esfuerzo requerido para las manifestaciones continuadas. Este desvanecimiento de las protestas abiertas es absolutamente normal. Esto no indica el fracaso de las mismas.

Ése es el tercer rasgo común de los levantamientos. Sea como sea que llegue a su fin, nos brindan un legado. Han cambiado en algo la política del país, y casi siempre para mejorar. Han puesto en la agenda pública un asunto importante, como por ejemplo las desigualdades. O han incrementado el sentido de dignidad de los estratos bajos de la población. O han incrementado el escepticismo en torno a la verbosidad con la que los gobiernos tienden a enmascarar sus políticas.

El cuarto rasgo común es que, en todos los levantamientos, muchos de los que se unen, en especial si se unieron tarde, no lo hacen para profundizar los objetivos iniciales, sino para pervertirlos o para impulsar hacia el poder político a grupos de derecha, diferentes de quienes están en el poder pero de ningún modo gente más democrática o que impulse los derechos humanos.

El quinto rasgo común es que todos se ven embrollados en el forcejeo geopolítico. Los gobiernos poderosos fuera del país en el que ocurre el desasosiego trabajan duro, aunque no siempre con éxito, para ayudar a que los grupos que le son favorables a sus intereses se hagan del poder. Esto ocurre con tanta frecuencia que, por ahora, una de las cuestiones inmediatas acerca de un levantamiento particular es siempre, o debería ser siempre, cuáles serán las consecuencias para el sistema-mundo como un todo. Esto es muy difícil, dado que las consecuencias geopolíticas potenciales pueden conducir a que alguien quiera ir en dirección opuesta a la inicial dirección antiautoritaria.

Finalmente, recordemos que en esto, como en todo lo que ocurre ahora, estamos en medio de una transición estructural que va de una economía-mundo capitalista que se desvanece a un nuevo tipo de sistema. Pero ese nuevo tipo de sistema podría resultar mejor o peor. Ésa es la real batalla en los próximos 20-40 años, y el cómo nos comportemos aquí, allá o en todas partes deberá decidirse en función de esta importante batalla política fundamental a nivel mundial.

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Montoro o Montero vende humo

Artículos Debates Internacional

IMG_2114P_1Pedro Montes,Economista.

«Los ciudadanos deben saber que la crisis no está superada y que con mucha probabilidad quedan muchas jornadas siniestras que vivir (la bolsa cayó en la mañana del día 3 de julio un 3%) y muchos años de depresión que soportar».

Nunca se me ha fijado si el apellido del Ministro de Hacienda es Montoro o Montero. Insignificante confusión comparada con la que Montero o Montoro trata de infundir a la sociedad española.

De casualidad, me encontré en la televisión con su intervención en el pleno del Congreso del pasado 2 julio. De repente vi a un energúmeno hablando de la economía española. Iluminado, satisfecho, fatuo, exhibiéndose, condescendiente, descubriéndonos al resto de los ciudadanos y los parlamentarios, análisis y horizontes que sólo él podía vislumbrar. No estoy cargando las tintas. Realmente pensé que me encontraba ante un charlatán de los que en mis tiempos infantiles nos atraían por su incontenible verborrea para vendernos cosas inútiles, que, además, luego en casa no funcionaban. En fin, una teatralización tan ridículamente sobreactuada, que delataba que era un falso discurso y no contenía un ápice de verdad.

Como no es posible que un profesional serio, conocedor de los rudimentos de la economía, razonablemente bien informado, con un mínimo de sensatez y precaución hablase de aquella manera, tengo que concluir, que Montoro o Montero se había disfrazado completamente de político, e, instalado en el atril del Congreso, estaba dispuesto a mentir, confundir, engañar todo lo que fuese necesario para vender contra viento y marea un discurso optimista, al margen de toda lógica, y sin más objetivo que sostener como un éxito una política rotundamente fracasada. Y con ello, seguir justificando la continuidad de la austeridad, los ajustes y los recortes ante los ojos de los sufridos ciudadanos y de los millones de personas que ya son víctimas de la crisis económica.

Con ya más de cinco años de vigencia, sin perspectiva de solución, con temores fundados de agravamiento de la crisis, a los políticos del PP, y por tanto a Montoro o Montero como Ministro de Hacienda no le queda otra alternativa que vender humo hasta que la realidad sea de nuevo aplastante y no haya brecha alguna por la que se vera la luz. Cuando hace poco tiempo vendían el tema del rescate como algo neutral, que podía o no podía convenir sin estigmatizar al país, ahora se ufanan de que la economía española no necesita rescate (ya veremos). Ello, además, mientras la realidad es que está rescatada con los 40.000 millones que llegaron a fin de año, contabilizados como deuda pública, para ayudas al sistema crediticio.

El mensaje fundamental que pretende transmitir el obtuso economista Montero o Montoro o el fulero político Montoro o Montero es que la recesión ha terminado, que se ha dado la vuelta a la esquina de la crisis y que la recuperación se ha iniciado. Ya ha pasado lo peor y sólo nos queda, si somos perseverantes y no nos equivocamos cambiando el sentido de la política económica, esperar una mejora continua, que nos pondrá en una senda de crecimiento y creación de empleo. Vamos, lo de siempre. Como a las estadísticas no sólo se les puede manipular sino también torturar para que confirmen lo que convenga, el ministro ve suficientes datos positivos para sentenciar que la crisis es cosa del pasado.

El talismán de Montero o Montoro

Y de repente, ha encontrado el dato concluyente y básico en que basar su rotundo dictamen. Un talismán que todos habíamos olvidado, decía el ministro, pero que, interpretado correctamente, proyecta una imagen de la economía tan fiable que no hay riesgo de error. El saldo de la balanza de pagos por cuenta corriente (para entendernos fácilmente, la diferencia entre los ingresos y pagos por el tráfico exterior de mercancías, servicios, rentas de inversión y transferencias), por fin, ya es positivo. Una gran noticia, realmente fundamental, la razón de todas las cosas, porque tener un excedente es la señal definitiva que se esperaba para dar por concluida la crisis.

Es la condición imprescindible para poder empezar a reducir la deuda externa, transmitir confianza para su renovación, rebajar la prima de riesgo y asentar nuestro país como una economía equilibrada, con superávit exterior, que será bien tratada por los mercados internacionales. Este es el fondo del entusiasmo de Montoro o Montero. Como vamos a ver, todo es más falso que una moneda de chocolate, que puede ilusionar a los niños pero que no aceptaría el más ingenuo de los adultos, aunque sean ciudadanos españoles.

Es indiscutible que el saldo de la balanza por cuenta corriente es un dato relevante a la hora de valorar la situación económica de un país. Relevante, importante, pero no único ni exclusivo: otros, como el paro, entran a formar parte del elenco de indicadores que un economista escruta al hacer un análisis de coyuntura.

Lo que sí que es sorprende es que, siendo importante, hayan pasado tantos años sin que los responsables económicos españoles se percataran de la negativa evolución insostenible que registraba la balanza de pagos hasta el estallido de la crisis financiera internacional.

España iba bien, todo era inmejorable, en la “champiñón” éramos respetados, pero el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente llegó en el 2007 al 10% del PIB, tras crecer continuamente desde el principio de la década después de la implantación del euro. Los gobiernos de turno no quisieron enterarse de que la economía española estaba horadada. Sin embargo, según Montero o Montero, ahora ya todo ha pasado, visto la taumatúrgica corrección que ha experimentado el saldo exterior.

Es verdad que el desequilibrio externo se ha corregido intensamente desde 2008, porque no hay en nuestra economía un saldo más influenciado por la evolución económica que el exterior, dado el peso que tienen las importaciones. La corrección del déficit ha sido paralela a la terrible degradación de la economía española en los últimos años, como todos los indicadores del gasto, y el paro por otro lado, ponen de manifiesto.

Por tanto, hay poco que celebrar en la mejora de la balanza de pagos ya que, en gran medida, lo que refleja es el profundo abatimiento que padece la economía. Si continúa la crisis, es posible registrar algún excedente en la de balanza de pagos pero será reflejo más que de la mejora de nuestra capacidad exportadora, de nuestra debilidad económica. Los moribundos consumen muy pocos alimentos y las economías muy deprimidas necesitan muy pocas importaciones.

Además y para colmo, es verdad que la balanza de pagos por cuenta corriente ha mejorado ostensiblemente a lo largo de los últimos meses, pero en 2012 ha registrado todavía un déficit de 11.300 millones de euros (el 1,1 % del PIB), luego el milagro al que se refiere Montero o Montoro no ha tenido lugar. ¿Quizás el cambio se ha producido en el transcurso del primer semestre de este año?

Posiblemente, pero las cifras del primer cuatrimestre, de enero a abril, todavía arrojan un déficit de 3.600 millones de euros. Como el Ministro es ministro sabrá un poco más y de ahí la euforia desmedida y, sobre todo, la estúpida significación otorgada a ese superávit -si es que se ha producido-, tanto por estar motivado por la inanición económica como por su insignificancia numérica.

Financieramente, España está en el ojo del huracán

Y por seguir con este asunto de las relaciones externas de la economía española, como es sabido, el principal problema económico de nuestro país es la enorme deuda exterior acumulada desde la creación del euro, que en gran medida es el reflejo de los importantes déficits exteriores por cuenta corriente que se han acumulado desde entonces.

Pues bien, frente a la autosatisfacción del Ministro de Hacienda, resulta que los datos recién publicados por el Banco de España sobre las cuentas financieras de la economía española, los pasivos brutos frente a exterior de la economía española al final de 2012 se elevaban a los 2,3 billones de euros con una elevación todavía de 31,000 millones respecto al año anterior. De dichos pasivos, la deuda externa exigible, pública y privada, representaba 1.75 billones de euros, con un incremento de 150,000 millones entre diciembre de 2011 y 2012.

El que no se consuela es porque no quiere, pero la realidad es que la posición exterior financiera de España sigue siendo una de las más adversas del mundo, sin que se pueda prever una corrección apreciable en el futuro. Cuando se nos dice que las empresas y las administraciones públicas de nuestro país pagan intereses más elevados que las de nuestro entorno, se trata de una afirmación maniquea, pues es normal que los intereses estén en función de la solvencia y el peligro de impago de cada deudor, y España, financieramente, está en el ojo del huracán.

Idéntica reflexión sobre la evolución del déficit exterior y la deuda exterior es aplicable al sector público: Pero Montero o Montoro, con esa insensatez que vengo comentando, también realizó algunos pinitos destacando que la situación financiera del sector público había mejorado como consecuencia de la reducción del déficit público ¿contando o sin contar los 40.00 millones del rescate a la banca), cuando el déficit público sigue siendo cuantioso y así se refleja en el creciente endeudamiento de las administraciones públicas, fundamentalmente del Estado. Si hay más deuda externa y más deuda pública, ¿en qué se basa el Ministro de Hacienda al vaticinarnos el final de la crisis?

El economista no debe ser tan obtuso como el político, pero este sí está mucho más interesado en levantar falsas expectativas entre la población con el objeto, no cabe otro, de aguantar y sobrevivir algún tiempo la insostenible situación en que vive el país, tanto en términos económicos como en términos políticos, con un gobierno constituido sobre una trama mafiosa, con individuos gobernando los asuntos públicos en gran peligro de ser despedazados como personas honorables.

Quizás, Montero o Montoro, que hasta ahora no aparece atrapado personalmente en la conspiración financiera del PP, trasladaba al interpretar la situación económica la euforia personal que puede sentir.

Los ciudadanos deben saber que la crisis no está superada y que con mucha probabilidad quedan muchas jornadas siniestras que vivir (la bolsa cayó en la mañana del día 3 de julio un 3%) y muchos años de depresión que soportar.

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La caida Mursi y la tercera ola de la revolución egipcia

egipto1Diego Mendoza, Miembro de En lucha.
                               «El movimiento Tamarod (Rebelión) reunió más de 20 millones de firmas pidiendo la dimisión de Mursi y convocó las protestas del pasado 30 de junio. Su destitución ha sido sin duda una victoria para el pueblo, pero otra vez quienes pretenden llevar las riendas de la transición son aquellos que no quieren que nada cambie».
Millones de personas en las calles de Egipto han provocado la caída de Mohamed Mursi un año después de que llegara al poder. Aunque ha sido la intervención del ejército la que ha precipitado la caída del gobierno, mucha gente gritaba: “No es un golpe de estado”.

Aunque la maniobra de la cúpula militar pretende frenar el movimiento de masas y volver al orden preestablecido, los revolucionarios y revolucionarias egipcias han resaltado el carácter popular del derrocamiento de Mursi. “No se puede hablar de golpe de estado cuando millones de personas están en las calles y casi en huelga general”, decía la activista Gigi Ibrahim en Twitter poco después de la destitución del presidente.

Y es que durante estos días millones de personas han salido diariamente a la plaza Tahrir y a las calles de las principales ciudades egipcias pidiendo la dimisión de Mohamed Mursi y el gobierno de los Hermanos Musulmanes (HHMM).

Otra vez la realidad terca del pueblo egipcio se ha negado a confirmar lo que suena tan a menudo en Occidente: la inevitable derrota de la revolución en un país atrasado e islamizado. Pero la realidad es muy diferente. Mucha gente ya ha bautizado este nuevo movimiento de masas como la “tercera ola de la Revolución Egipcia”. Una nueva etapa no exenta de dificultades y contradicciones.

Desde que se inició el proceso revolucionario las máscaras han ido cayendo y las intenciones de los diferentes sectores se han ido explicitando. Primero fue la cúpula militar que, con la caída de Mubarak intentó manejar la transición demostrando su voluntad de que nada cambiara, atacando brutalmente las movilizaciones e intentando blindarse en la tutela del poder.

Frente al riesgo de contrarrevolución, la victoria de Mursi en las elecciones presidenciales mostró básicamente la voluntad del pueblo egipcio de no volver atrás, teniendo en cuenta el contexto de masivas movilizaciones contra cómo se estaba llevando a cabo la transición en su conjunto y la traición de las demandas revolucionarias por parte de la cúpula de los HHMM. Aquel fortísimo malestar y la baja legitimidad del presidente no eran más que una bomba de relojería en una revolución que ni mucho menos se dio por finalizada con aquellas elecciones.

La cristalización de este malestar ha tomado forma en los últimos tiempos con la formación del movimiento Tamarod (Rebelión) que ha reunido más de 20 millones de firmas pidiendo la dimisión de Mursi y que convocó las protestas del pasado 30 de junio.

La retirada del apoyo a Mursi por parte de la cúpula militar y el paso atrás que han hecho sus aliados salafistas por no cumplir con sus demandas particulares, han dejado solos a los dirigentes de los HHMM en un momento en que la estrategia de la ambigüedad frente a las movilizaciones de Tahir ya no tiene cabida y las mismas bases de los HHMM –formadas en buena medida por jóvenes de clase trabajadora que participaron desde un inicio en el proceso revolucionario– han ido perdiendo confianza en sus líderes y las tensiones internas solo han ido a más.

¿Qué viene ahora?

 

Pero la situación dentro de la oposición es muy complicada y la realidad es que la única demanda que compartían era la salida del gobierno de Mursi. Hace unos días el activista Hossam El Hamalawy decía: “No llevará mucho tiempo derrocar a los HHMM, lo que venga después es mi principal preocupación”. Su destitución ha sido sin duda una victoria para el pueblo, pero otra vez quienes pretenden llevar las riendas de la transición son aquellos que no quieren que nada cambie.

Por un lado el ejército jugará un papel clave. En los últimos días ha intentado ponerse al frente de la lucha contra Morsi, intentando ganarse el apoyo de las movilizaciones –una imagen muy gráfica es la de los helicópteros militares sobrevolando Tahrir con enormes banderas de Egipto–, pero sobre todo afianzando posiciones como garantes de la unidad nacional y el orden.

De hecho ha sido la cúpula militar, con el general Abdul Fatah al-Sissi al frente, quien ha destituido oficialmente el presidente y ha nombrado al presidente del Tribunal Constitucional, Adly Masouri, como presidente transitorio, cumpliendo con su “deber de acudir a la llamada del pueblo”. Su peso económico y su estrecha dependencia del statu quo regional –recibe 1.300 millones de dólares anuales de los EEUU– sólo garantizan que la lucha por las demandas revolucionarias deberá continuar como ocurrió con el mariscal Tantawi tras la caída de Mubarak.

Pero el riesgo de la contrarrevolución también se ha ido consolidando con la presencia de los matones del antiguo régimen en las protestas. Estos han protagonizado durísimos enfrentamientos con los defensores de Mursi causando gran número de muertos.

Las contradicciones derivadas de luchar conjuntamente con estos sectores ponen en peligro los sectores revolucionarios y los movimientos sociales que aún hoy tienen la tarea imprescindible de construir una alternativa real arraigada en el pueblo y la clase trabajadora. Mientras, se airea el discurso del miedo y se juega con el cansancio de la sociedad desde todos los sectores que trabajan para detener el proceso revolucionario.

Su destitución ha sido sin duda una victoria para el pueblo, pero otra vez quienes pretenden llevar las riendas de la transición son aquellos que no quieren que nada cambie

La revolución como proceso en que la sociedad se empodera, lucha masivamente e irrumpe en la historia directamente como actor político presenta necesariamente muchas contradicciones, porque las mismas personas deben crear una nueva conciencia en base a la experiencia de lucha colectiva rompiendo las propias cadenas.

Un dramático ejemplo de ello es que aún hoy en Tahrir, el centro del proceso revolucionario, se dan agresiones sexuales contra mujeres y situaciones de acoso –cerca de un centenar en los últimos días.

Pero también tenemos claros ejemplos de empoderamiento, porque no sólo hemos vivido masivas manifestaciones de mujeres, sino que se ha creado la Operación Contra el Acoso y los Asaltos Sexuales para intervenir contra las agresiones, apoyar a las personas acosadas y denunciar a los agresores, a la vez que señalan que más allá del trasfondo de discriminación y sexismo que viven las mujeres egipcias, estos ataques son un arma política utilizada por grupos organizados con el objetivo de echar a las mujeres del espacio público y de la lucha política.

Las demandas de la revolución no han dejado de sonar desde el principio sintetizadas en el lema de “pan, libertad y justicia social”. Frente a la estrategia de la división sectaria y el miedo, el bando revolucionario no puede más que continuar construyendo la lucha en los barrios y centros de trabajo y consolidando unas demandas de clase que superen la estratagema del poder.

Esta lucha no será fácil, pues las fuerzas armadas han recuperado mucha legitimidad social y, de entre todos los sectores implicados, el revolucionario es el más desestructurado y menos consolidado socialmente.

Señalar al ejército como parte del problema es el primer paso, pero el verdadero reto será construir una alternativa revolucionaria que otorgue el poder real a las personas, una revolución que saque los jefes corruptos, acabe con los poderes económicos fácticos –incluyendo la cúpula militar– y ponga la riqueza en manos del pueblo.

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Europa y la puta de Babilonia

A. BoronAtilio A. Boron

«Gobiernos genuflexos, sin dignidad alguna, que aceptan resignadamente que su amo y señor los espíe y que monitoree las comunicaciones de sus órganos regionales como la Comisión Europea mientras persiguen a Julian Assange y Edward Snowden por el “delito” de haber hecho públicas las masivas violaciones de Estados Unidos a los derechos individuales».

La detención y, en los hechos, el secuestro sufrido por Evo Morales durante 14 horas en Viena en su accidentado viaje de regreso desde Moscú demuestra claramente que los gobiernos europeos, y las clases dominantes a las cuales estos representan y en cuyos intereses actúan, son simples sirvientes del imperio.

Toda su hueca fraseología sobre democracia, derechos humanos y libertades se derrumba como un castillo de naipes ante la contundencia de la prohibición que le impedía al presidente boliviano sobrevolar el espacio aéreo de algunos países europeos.

Por supuesto, nada de esto debiera sorprendernos porque si de algo han dado prueba los sucesivos gobiernos de Europa desde finales de la Segunda Guerra Mundial ha sido su irresistible vocación por arrodillarse ante el nuevo amo imperial y satisfacer sus menores deseos, aún a costa de su dignidad y su vergüenza. No todos los gobiernos ni todo el tiempo, es cierto, porque hubo algunas excepciones: De Gaulle en Francia, Olof Palme en Suecia, entre los más notables, pero sí la gran mayoría de ellos.

Obedecen ciegamente las órdenes de la Casa Blanca para condenar a Cuba y participar en el criminal bloqueo a que han sometido a la isla por más de cincuenta años; consintieron que Estados Unidos y la OTAN, la mayor organización terrorista internacional, bombardease impunemente el propio territorio europeo, la ex Yugoslavia, sin contar siquiera con el paraguas legal de una decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizando esa operación; autorizaron y fueron también cómplices de los vuelos “secretos” de la CIA, en los que trasladaban “detenidos fantasma” (o desaparecidos) de numerosas nacionalidades hacia las cárceles clandestinas donde se podía torturar y asesinar con total impunidad a esto supuestos sospechosos de terrorismo; gobernantes, por último, cómplices de los innumerables crímenes de guerra perpetrados por Washington en locaciones tan diversas como la ex Yugoslavia, Irak, Irán, Afganistán, Libia y Siria, entre los más recientes.

Gobiernos genuflexos, sin dignidad alguna, que aceptan resignadamente que su amo y señor los espíe y que monitoree las comunicaciones de sus órganos regionales como la Comisión Europea mientras persiguen a Julian Assange y Edward Snowden por el “delito” de haber hecho públicas las masivas violaciones de Estados Unidos a los derechos individuales.

En una palabra: la Casa Blanca actúa con esos gobiernos europeos como un siniestro e inescrupuloso patrón lo hace con sus indefensos subordinados. Y los gobiernos de Francia, España, Portugal e Italia, a su vez, actúan como la puta de Babilonia, que según narra la Biblia en el Apocalipsis (2. 17) “con ella fornicaron los reyes de la tierra –léase los “capos” de Washington- y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.”

Por enésima vez esos gobiernos volvieron a prostituirse violando las normas internacionales consuetudinarias que otorgan inmunidad a los jefes de Estado y de Gobierno y a las aeronaves (o cualquier otro vehículo) que los transporte. La Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidades de los Estados y sus bienes de 2004 recoge estas normas y las amplía, pero desgraciadamente aún no está en vigencia.

Sería por ello importante que la Argentina y demás Estados de Unasur la ratifiquen cuanto antes e impulsen su entrada en vigencia, dado que protege las inmunidades soberanas, cada vez más amenazadas por la desenfrenada contraofensiva lanzada por el imperialismo para regresar América Latina y el Caribe a la situación existente antes de la Revolución Cubana. Aunque, ya se sabe, si hay algo que el imperialismo jamás respeta, como lo prueba la historia y lo teoriza Noam Chomsky, es la legalidad internacional, sea esta codificada o no.

Los presidentes de Argentina, Cuba, Ecuador, Venezuela, el Secretario General de la Unasur, Alí Rodríguez y, ¡stupor mundi !, el mismísimo Secretario General de la OEA José Miguel Insulza manifestaron su repudio ante la actitud de los gobiernos europeos.

El presidente Correa sintetizó la opinión prevaleciente en toda la región cuando tuiteó que “¡Todos somos Bolivia!” Sorprende, en cambio, el mutismo de otros países de la región, empezando por Brasil, siguiendo por Uruguay y, luego, comprensiblemente, por los gobiernos que son los “proxis” regionales del imperio en Sudamérica como Colombia, Perú y Chile.

En el caso del Perú, país que ejerce la Presidencia pro-témpore de la Unasur, sorprende aún más la pasividad de su gobierno que ante la gravedad de los hechos acaecidos en Europa debió haber convocado una reunión de urgencia para adoptar una política común en defensa del presidente boliviano.

La lección que se desprende de este escandaloso incidente es que no tiene sentido alguno avanzar en un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, habida cuenta de la complicidad de los gobiernos del Viejo Continente para quebrar las normas más elementales del derecho internacional. ¿O es que vamos a creer que si violan sin chistar reglas fundamentales ante la menor señal de Washington van a respetar las otras, mucho menos importantes, que regulan el comercio internacional? Habría que ser muy ingenuos para creer en algo así.

La verdad: ni en Estados Unidos ni en la Unión Europea existe la “seguridad jurídica” que con tanta vehemencia reclaman de nuestros países. Por lo tanto, reforcemos la unidad de los países de Nuestra América porque si no nos unimos, si no nos defendemos entre nosotros la Roma americana y sus compinches europeos harán cada vez más estragos en esta parte del mundo.

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Otra Europa, pero salir del euro

Pedro-Montes1Pedro Montes , Economista. Socialismo 21. Frente Cívico Somos Mayoría

He leído con sumo interés el artículo de José Antonio García Rubio, Secretario Ejecutivo de economía y empleo de IU, con el título “Otra Europa con otra moneda”, demasiado rotundo paralos tiempos que corren. (http://www.cuartopoder.es/tribuna/otra-europa-con-otra-moneda/4740).

Conozco sus posiciones en el tema europeo y, a riesgo de simplificar, se puede afirmar que dentro de IU es uno de los defensores más inamovibles de mantenerse en el euro. Yo podría representar el otro extremo: el de los que están firmemente convencidos de que la salida del euro es una cuestión vital e ineludible. Como también pertenezco a la Secretaría Federal de economía de IU, se puede decir que estamos al cabo de la calle de los argumentos a favor o en contra del euro de uno y otro. Se trata de opciones políticas y cada uno, con toda legitimidad, mantiene la suya.Y en efecto, perteneciendo al grupo promotor del Manifiesto “Por la recuperación de la soberanía económica, monetaria y ciudadana. Salir del euro” (http://salirdeleuro.org/), para mí, y supongo que para la mayoría de los firmantes, el debate está cerrado. Llevamos mucho tiempo lidiando y argumentando sobre la necesidad de salir del euro y no conduciría a nada nuevo tiranos los trastos a la cabeza: será el tiempo el que dirima esta cuestión.

Empezar otra vez sobre si el euro es una moneda plena o no, o si su existencia es motivo crucial de la crisis económica española, si las devaluaciones son operativas para corregir el déficit exterior, si son equivalentes a un ajuste interno, si nuestra economía es muy dependiente de la energía, si el sector del automóvil….

Como el argumento manido y siempre traído a colación por la derecha de que una devaluación significa un empobrecimiento general por el lógico encarecimiento de las importaciones. Todo eso ya ha entrado en las consideraciones de los que proponemos salir del euro, no como solución a los tenebrosos problemas que arrastra nuestro país, sino como condición imprescindible para intentar darles solución.

Como se sabe, en la Conferencia del pasado sábado 22 de IUsobre la Unión Europea se avanzó hacia un cierto acuerdo político (véase el artículo http://www.cronicapopular.es/2013/06/conferencia-de-iu-sobre-la-union-europeauna-faena-de-alino/ del que fui autor, aunque se publicase erróneamente como opinión de Crónica Popular). IU no deja de reclamar y proponer un proceso constituyente que cambiela naturaleza neoliberal de la Unión Europea (nada menos, comentaría yo) y se deja de anatemizar la propuesta de salir del euro, porque a lo mejor no es tan disparatada y porque posiblemente tiene cierto respaldo social, es decir electoral.

El caso es que la posición extrema de José Antonio fue descartada, apartada de la primera línea. Ahora posiblemente en su artículo trata de reivindicarla, porque, en efecto, sin dejar de reconocer que los del euro tienen argumentos razonables, lo que defiende IU no pasa por abandonarlo sino por elevar el debate y trasladarlo al proyecto de la construcción europea. Como se dice al final el artículo, se trata de desviar el destino del avión y no, una vez que somos pasajeros, arrojarnos fuera de él. Un ejemplo que sería contundente si no es porque el avión se está estrellando.

Error técnico
Pero, y este es el motivo principal de mi respuesta, en el artículo José Antonio García Rubio hay error técnico importante, que cobra todo su significado político teniendo en cuenta la angustia, el miedo y la resignación en que está atrapada la sociedad española. El autor escribe lo siguiente:

“Por otra parte, todas las deudas a partir de créditos que están denominados en euros, serían exigibles en la nueva relación de cambio euro/pesetas. Mientras que los nuevos ingresos por salarios, ventas, etc. vendrían en pesetas devaluadas. Por tanto, en el contexto de enorme endeudamiento privado esto sería letal para familias y empresas y extremadamente gravoso para los sectores populares de la población. Quien hoy tiene un crédito, supongamos que hipotecario, si le cuesta 100 salarios mensuales liquidar la hipoteca, le costaría, por ejemplo, 130.”

Terrible ejemplo. Como argumento para mantenerse en el euro sería irrebatible, con el toque social además de lo extremadamente gravoso que sería abandonarlo para los sectores populares de la población. Pero es falso, rotundamente falso.

En el momento en que se saliera del euro y se devaluase la nueva peseta, las deudas de los hipotecadosespañoles con los bancos españoles permanecerían intactas en pesetas, y por tanto el esfuerzo por pagarlas no se modificaría. Las combinaciones del contexto en que se produjera esa salida (desmantelamiento de la moneda única o abandono unilateral) no alteran esa conclusión.

Un ejemplo sencillo para disipar cualquier duda. Si un hipotecado tuviera una deuda de 100.000 € en un banco español el día antes de salirse del euro y pagara 1000 € al mes de amortización de los 2.000 que cobra de salario al mes, esto es, si tuviera una deuda de las antiguas pesetas por 16.638.600 y pagara 166.386 pesetas al mes de un salario de 332. 772 pesetas, al día siguiente de la salida del euro y la devaluación de la nueva peseta tendría una deuda en pesetas de 16.638.600, por la que pagaría 166.386 pesetas al mes de su salario de 332.772 pesetas.

Nada habría cambiado en su situación, ni en su deuda ni en el esfuerzo a realizar para amortizarla. Otra cosa es que si la deuda tras la depreciación de la peseta se valorase en euros, si perviviera como una moneda ya extrajera, el equivalente no serían 100.000 euros sino sólo de 70,000, si se acepta el 30% de devaluaciónque se sugiere en el artículo comentado.

No sé si la posición sobre el euro del responsable de economía de IU se ha basado en este error, pero si así fuera, los defensores de abandonarlo posiblemente habrían logrado un nuevo aliado.

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¿Que hay detrás del cierre de la TV Griega?

grecia2La decisión de cerrar forzada y unilateralmente la Radiotelevisión Griega (ERT) por parte de la dictadura de la Troika (FMI, BCE) y del gobierno griego ha provocado como consecuencia el cese de las transmisiones de radio, televisión e internet de la ERT y ha enviado al paro a 2656 trabajadores de un día para otro. Estos lamentables hechos, sin embargo han movilizado a la ciudadanía y han generado una cadena solidaridad y protesta. El negro en las pantallas de la Radiotelevisión Griega simboliza toda la violencia y la ilegitimidad de un gobierno de coalición que es sumiso a los caprichos de la Troika. Esta situación demuestra que vivimos en una dictadura de los mercados, bancos y acreedores.

La Muerte de la ERT es un mensaje de lo que se viene.

Aquéllos que cerraron la ERT están listos para hacer miles de despidos (¡15.000 sólo en la educación!), para vender al mejor postor todos los recursos públicos (agua, energía, etc), están listos para destruir la salud y la educación pública. Quieren poner en subasta nuestras casas y nuestros campos. Quieren imponer más impuestos a los trabajadores asalariados, a los autónomos y a los campesinos.

Ya han enviado a 1.5 millones de ciudadanos griegos al paro ¡y ahora se sienten con el derecho de dejar sin trabajo a otro millar! Destruyen nuestras vidas, el futuro de Grecia y nuestra Democracia con su actuar dictatorial. El llamado “Success History” del primer ministro Samarás, es un cuento y está llevando a esta sociedad a la inexorable destrucción.

Sin embargo algo se les escapó de las manos.

Una vez que salió del aire la señal de la ERT, miles de trabajadores y jóvenes desde todos los rincones de Grecia se volcaron a las calles, respondiendo al llamado de apoyo a la ocupación de los edificios de la Radiotelevisión Griega. El gobierno de coalición de la Troika no se enfrentó simplemente a un pequeño grupo de sindicalistas, sino que por el contrario, a una enorme y amplia ola humana que se opone firmemente a cualquier tipo de dictadura.

Esta situación se ve todas las noches con los grupos de personas que hacen guardias

alrededor de los edificios de la ERT y de esa manera contribuyen para mantener la señal de ERT libre y en el aire, desde la gran manifestación de apoyo a la huelga del 13 de junio.

Qué hay detrás de la lucha en la Radiotelevisión Pública Griega.

Lo que se esconde detrás de la lucha que se ha iniciado en la ERT no tiene que ver únicamente con los puestos de trabajo ni tampoco con el derecho sobre la televisión pública,por el contrario, lo que se ha puesto sobre la mesa es si continuará o se detendrá la dictadura de los acreedores de la Troika del euro y de la U.E. Lo que se esconde, es si esta política entonces, se lo entregará todo al capital tratando de ponerle fin a la crisis pisoteando los derechos del pueblo y de los trabajadores o lo que está ocurriendo en Grecia puede considerarse el inicio para echarles por los suelos sus obscuros planes.

Existe otro camino

La lucha que ha comenzado una batalla en contra de la decisión golpista de cierre de la la Radiotelevisión Griega, debe convertirse en un movimiento unitario de trabajadores y un levantamiento social para derrotar aquí y ahora el gobierno de coalición de Nea Dimokratía, PASOK DIMARy para que de una buena vez por todas se marche la Troika y los acreedores.

Ni la renegociación del memorándum ni la espera a la llegada de ese lejano poder popular son la solución. La solución se encuentra en la lucha para que los trabajadores y el pueblo tomen en sus manos la conducción de su propio destino, la solución se encuentra en que se abra otro camino fuera del euro y de la U.E. cancelación de la deuda, nacionalización de los bancos y de las grandes empresas, control popular total y así cambiar el capitalismo por una perspectiva socialista moderna.

A su propia Muerte mandemos al gobierno y a las fuerzas del memorándum y del capital.

Los secuaces de Samarás, PASOK y DIMAR se engañan cuando piensan que pueden sacar provecho del supuesto cierre de la Radiotelevisión Pública Griega para limpiar su imagen y para lavarse las manos en relación a su directa responsabilidad frente a la catástrofe que ha traído el memorándum. Cuando lo más seguro es que al final, después de alguna subrepticia maniobra, continuarán apoyando al gobierno de Samarás. Definitivamente el pueblo ya los condenó.

Los fascistas del partido neonazi “Amanecer Dorado” ya han demostrado que cuando es necesario se pueden volver en los mejores amigos de Samarás, pues los fascistas están coludidos con el poder y el capital, sea éste, griego o extranjero. Los fascistas son enemigos del pueblo, los perros de caza para los dueños de las cadenas de televisión, de quienes reciben ayuda económica.

Por un Frente Popular de Lucha. Ruptura y Revolución

Las todas las fuerzas del movimiento de la Izquierda deben ponerse a la altura de las circunstancias y agruparse en torno a esta lucha. Teniendo en cuenta el peso de su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa, las fuerzas de la Izquierda deben tomar parte en la lucha para sacar y cambiar al gobierno, con la lógica de movimiento, de ruptura, de subversión y no legitimación. Debe dejarse fuera la lógica de atenta espera para que “maduren las cosas”

Que se organicen alrededor de todos los edificios ocupados en la ERT y mantenga libre la señal de la Rdiotelevisón Pública. Que apoyen la creación de una coordinadora unitaria de trabajadores, de diferentes cuerpos, de federaciones de reivindicaciones sociales y de comités de luchadores sociales, quienes se harán cargo de quitarle de las manos esta lucha a los sindicalistas.

¡No se le debe regalar más tiempo al gobierno! Que se organice una cadena de huelgas y que se anuncie la creación de una NUEVA POLÍTICA DE HUELGAS GENERALES. Trabajadores, parados, jóvenes, trabajadores autónomos que están sofocados, agricultores. Todos a la calle, a las plazas en permanente movilización. Con organización popular, autoorganización, solidaridad y autodefensa. Inspirados por el levantamiento social que está ocurriendo en Turquía.

Está vez el pueblo debe salir victorioso!!!

Apoyamos y hacemos guardias en los todos los edificios de la ERT ocupados Respaldamos con acciones que las informaciones públicas deben estar bajo el control de los trabajadores.

Tomamos parte de las huelgas y de las luchas

Que se abra otro camino sin euro ni U.E.

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Cuando la izquierda despertó de su siesta, la revolución estaba ahí.

imagesEmilio Pizocaro, Socialismo 21

«El verdadero proceso constituyente es un proceso revolucionario. Para decirlo de otra manera es una revolución “a la plebeya”, desde abajo y con los de abajo. En este nuevo escenario ¿Abrirá su ojo izquierdo la izquierda institucionalizada? ¿Saldrá de su ensoñación electoralista?»

Hace algunos años el filósofo francés, Alain Badiou, adelantándose a los acontecimientos, fundamentó una audaz tesis; el siglo XXI viene preñado de revoluciones democráticas. En esa misma dirección ha reflexionado David Harvey, en “Ciudades Rebeldes, Del derecho a la ciudad a la revolución urbana”.

Las manifestaciones de Brasil y Turquía confirman que Badiou y Harvey no se equivocan. Al igual que en otros momentos de la historia una pequeña chispa ha encendido la ira popular en distantes lugares del planeta.

Llegado el momento de las explicaciones todos los analistas serios barruntan la misma razón de fondo. Los pueblos exigen participar. No están dispuestos a aceptan pasivamente la gobernanza, que con distintas caras, impone el orden neoliberal.

El Zeitgeist (el espíritu de la época) son las rebeliones exigiendo una democracia real, las movilizaciones auto convocadas usando medios digitales, el repudio a castas políticas corruptas, el hartazgo por la desposesión impuesta por el capital financiero.

Ante la emergencia las burocracias de la izquierda tradicional se han mostrado sorprendidas. No es de extrañar. En España, al igual que en Brasil, cuando emerge el movimiento 15M los dirigentes de cierta izquierda reaccionan con desconfianza.

Lo que pasa es que nuestra vieja izquierda estaba durmiendo una larga siesta. En el instante que abrió con estupor su ojo derecho, no falto el “cagatintas” de matriz estalinista que desprestigió al movimiento, el intelectual que lo calificó como fenómeno cultural pasajero, el dirigente de CC.OO que creyó ver un complot de la ultraderecha.

Fue tal la incomprensión de la cúpula que el “histórico” Julio Anguita tuvo que escribir un artículo llamando la atención. “Son los nuestros” exclamo fuerte y claro para que la dirigencia reaccionará.

A esa altura los abnegados militantes de base , siempre a pie de calle con las luchas del pueblo, se habían sumado masivamente a las plazas donde se hablaba de rebelión.

La elite dirigente, descolocada en un principio, decidió subirse al carro. Rebélate fue su consigna electoral. Sin embargo, poco les duró la rebelión. Pasadas las elecciones autonómicas IU, aprovechando su crecimiento electoral, decide gobernar con la corrupta dirigencia del PSOE en Andalucía. Para más “inri” en Extremadura el PP llega al poder gracias a la abstención de sus diputados.

Por su parte los sindicatos mayoritarios en vez de plantar cara a un gobierno rabiosamente neoliberal, hacen todo lo posible para marear la perdiz. Proponen un referéndum que no realizan, crean una cumbre social para manejar la protesta popular . Ahora se rinden, sin decoro, al pacto con Rajoy. Han subordinado, su pobre estrategia a la colaboración que Rubalcaba oferta al gobierno del PP.

Como era de esperar , los dirigentes de la izquierda institucionalizada no duermen nunca la siesta en periodos de elecciones*. Ahora que tenemos cercanos los comicios europeos creen tener su gran oportunidad. Se mueven rápido tras el espacio del 15M. Piensan que hay un caladero fácil de votos y corren para ofrecer a los movimientos sociales algunos cupos en su lista electoral.

Como el asunto es de calado y la decisión es importante para los movimientos os proponemos hacernos algunas preguntas.

¿Para que? ¿Con que propósito los movimientos sociales participarían en una lista de la izquierda tradicional en las europeas?

¿Acaso no es la propia izquierda institucionalizada la que afirma que la democracia liberal en Europa ha sido vaciada de contenido por el capital financiero?

¿Entonces, que sentido tiene tener algunos diputados en un parlamento europeo que es un tinglado más del sistema?

¿Se da cuenta esta izquierda que la llamada democracia representativa no es el “fin de la historia”?

¿Está dispuesta a jugarse por formas de democracia directa y participativa?

¿Es consciente del cabreo del pueblo con una casta de políticos corruptos que ya usan una democracia formal para mantener sus privilegios?

¿Tiene, esta izquierda, un pensamiento fuerte que implique la ruptura con el sistema o se conforma con ser la izquierda del “ancien régime”?

Esta a la vista que la izquierda institucionalizada sigue subordinando su accionar político a las elecciones del sistema. Por lo tanto son muchos los que ven en las ofertas electorales una maniobra para vampirizar a los movimientos sociales.

Los entendidos dicen que hay una verdadera borrachera electoral en los cenáculos de esa izquierda. Prueba de ello ha sido la conferencia de IU acerca del euro. Ante el fetiche electoralista, la reunión fue un autentico “paripe” para despachar rápidamente una declaración formal.

Todo indica que IU prefirió una calculada ambigüedad. En la practica olvidó convenientemente que la UE no es más que un instrumento del capital financiero y que el euro como dice el sociólogo portugués Boaventura de Sousa “es una de las formas como se ha impuesto el neoliberalismo en Europa”

Para salvar la cara la dirigencia de IU dice apostar por la reforma de la UE, vía un proceso constituyente. Claro que no explica como y quien llamará a ese proceso. Extrañamente paso por alto que la Unión Europea tal como esta concebida es irreformable. Los pilares de su arquitectura corresponden al paradigma neoliberal. Fue pensada como un artefacto, donde las decisiones que importan no estén sujetas al veredicto popular.

La UE y sus organismos (BCE y Bruselas) son la estrategia del capital financiero europeo para sobrevivir. No tienen otra alternativa. Lo otro sería aceptar buenamente una derrota histórica frente las competitivas potencias emergentes.

Por otra parte, una política distinta al “austericidio” implica que las perdidas deberían ser asumidas por quienes han provocado la crisis. Pobres ilusos, son aquellos que creen que la banca alemana y el capitalismo europeo va hacerse el haraquiri.

No hay donde confundirse . En esta Europa de los financieros no existe espacio político ni económico para reformas que salven el capitalismo de “rostro humano” como pide Gaspar Llamazares en un promocionado libro.

La vieja izquierda no se entera que vivimos una época que se anuncia revolucionaria. Las grandes movilizaciones son las primeras acciones de ensayo y error de los pueblos. Están probando fuerza ante las castas políticas que sirven al capital financiero.

En este camino no se puede desechar de antemano la participación en elecciones. Otra cosa es pretender que ese medio es el único y el más importante. Es simplemente dar la espalda a los hechos, es desconocer que el actual sistema ha perdido toda legitimidad democrática.

Tiene razón el profesor Manuel Castells cuando afirma que el cambio vendrá de la mano de “movimientos insurgentes” y no de las estructuras de una vieja izquierda desprovista de un pensamiento estratégico revolucionario.

Por mucho que se adorne la oferta los nuevos movimientos sociales no van a escuchar cantos de sirena. Saben que no habrá un autentico proceso constituyente que este dirigido por las elites que comparten cuotas de poder Europa y España. El verdadero proceso constituyente es un proceso revolucionario. Para decirlo de otra manera es una revolución “a la plebeya”, desde abajo y con los de abajo.

En este nuevo escenario ¿Abrirá su ojo izquierdo la izquierda institucionalizada? ¿Saldrá de su ensoñación electoralista?

Lo cierto, es que sí quiere ser creíble debe poner sobre la mesa no unos cuantos cupos parlamentarios sino una táctica y estrategia para un cambio revolucionario democrático. Por el momento, siguiendo a Miras y Tafalla, son cada vez más los que piensan que la vieja izquierda más que una solución es un problema.

 

 

*Todo indica que lamentablemente el hilo rojo que recuerda una izquierda luchando contra el fascismo y por la democracia en España y en Europa ha sido roto hace mucho tiempo. El pacto de Yalta entre Stalin, Roosevelt y Churchill puso fin a esa época heroica. Había que “tocar el poder” mediante elecciones, sin cambiar el equilibrio de fuerzas a nivel internacional. El eurocomunismo y el “carrillismo” español se insertan en esa visión*.

Esa deriva derechista llevo a los comunistas italianos a transformarse en un partido de “orden”. El año 1978 el PCI ganó las elecciones y pudo gobernar con Partido Socialista italiano, que a la sazón tenía una dirección de izquierda.

¿Que paso? Sorpresa. La dirigencia eurocomunista italiana decidió dejar en el poder a la democracia cristiana. Prefirieron una cómoda oposición parlamentaria con todos los beneficios que tiene “la casta política” antes de enfrentarse con el imperio. Para hacerlo se necesitaba un proyecto de cambios revolucionarios y los chicos de Berlinguer no estaban para esos trotes.

 

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