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Conferencia de IU sobre la Unión Europea, ¿una faena de aliño?

t_29_08_2012De Crónica Popular

«…En la Conferencia se presentó un documento oficial cocinado en la cúpula de la dirección con objeto de poder mostrar un papel que no pudiera leerse en clave de posiciones enfrentadas, la principal de las cuales venía representada por el Manifiesto Salir del euro…»

Incapaz de adentrarse en la X Asamblea Federal de final del año pasado en el debate sobre la Unión Europea y las decisiones a tomar, IU optó en aquella ocasión por la alternativa de “crear una comisión”. En este caso comprometerse a celebrar una conferencia sobre el tema. Y ante la presión de los acontecimientos, la degradación social y económica del país y las amenazas latentes, se convocó para el sábado 22 junio dicha conferencia, que tuvo lugar en el Ateneo  de Madrid.

Supuestamente, serían unas jornada de debate, de las 10 a las 19 horas, luego reducida hasta las 17, posteriormente recortada hasta la hora de comer si todo iba bien. Finalmente, fue  reunión de apenas dos horas y media, discursos incluidos, sin debate, bien reglamentada y perfectamente controlada. Para quienes se sintieron defraudados, se trataba de cumplir un expediente y los profesionales del toreo llevaron a cabo una faena de aliño ante un Público poco exigente -unos 140 militantes de IU-. Breve y sin riesgo alguno. Concluyeron entre ambigüedades, propuestas inocuas y reivindicaciones ilusas, como la de pretender que el Banco Central europeo se convierta en prestamista de última instancia de los 17 países de la zona euro, compartimentados fiscalmente entre ellos y con diferencias impositivas de hasta 10 puntos del PIB.

En fin, una  conferencia que ocasionó, como no podía ser de otra forma, bastante decepción entre muchos militantes que acudieron, algunos de territorios lejanos, cuando no cabreo abierto. El tiempo del viaje para muchos multiplicaba por tres el tiempo de la reunión.

Se presentó un documento oficial cocinado en la cúpula de la dirección con objeto de poder mostrar un papel que no pudiera leerse en clave de posiciones enfrentadas, la principal de las cuales venía representada por el “Manifiesto por la recuperación de la soberanía  económica, monetaria y ciudadana. Salir del euro”, firmado por bastantes miembros de la coalición y  por muchos cientos de ciudadanos de toda condición. Otra posición abogaba ante la crisis por la implantación directa del socialismo a fin de evitar el enojoso trayecto hasta él.

En la primera versión del documento oficial se afirmaba nada menos que la cuestión del euro si o del euro no era un falso dilema. El texto final vino a decir: “No cabe duda de la importancia de la moneda única, el euro. Implantada a comienzos de la década pasada ha tenido un notable rol en el germen de la crisis al no crearse un Tesoro Público.”

“Desde esta perspectiva el debate sobre cómo afrontar esta realidad está abierto, y debemos buscar síntesis que pongan el foco en lo que une, en la necesidad de defender los instrumentos de soberanía popular y de control democrático, hoy puestos en peligro,  tanto en el marco de la unión europea, como en el de España, quienes defienden la salida  inmediata y unilateral del euro para recuperar la soberanía monetaria, como los que defienden la refundación de la Unión Europea tienen argumentos de peso.”

Para concluir: “Por eso debemos afrontar este debate con premura (¿) por lo que es preferible dejar de lado el debate exclusivo sobre la moneda y apostar en su lugar por un debate más amplio sobre cómo acumular fuerzas para conseguir una ruptura con la arquitectura europea del proyecto neoliberal.”

Por supuesto, las críticas a la Europa de Maastricht brotaban en cascada. Los pronósticos sobre las consecuencias de seguir en la unión monetaria producían pavor. La impotencia para modificar la naturaleza de la unión monetaria se reconocían sin pudor. Pero, a juicio de algunos sectores, todo ello no es inconveniente para la mayoría de la dirección de IU plegarse a lo que hay, intentar resistir con toda incoherencia a las amenazas ya sobre la mesa -reforma de las pensiones, nueva reforma laboral y destrucción de lo público- y apostar por algo tan sencillo como construir ni más ni menos que otra Europa no neoliberal.

Todo menos asumir la responsabilidad derivada del análisis y la realidad

Para la dirección de IU, abrir el debate en serio de la pertenencia a la unión monetaria es lo último que IU debe hacer en estos momentos. Toda propuesta rupturista divide a los ciudadanos, a la izquierda, y a la propia izquierda unida, y no es cuestión de no ser responsable aunque se esté convencido de la ruina a la  que se encamina la sociedad española. Lo esencial es preparar las elecciones europeas, cuando el viento viene a favor, sin preocuparse mucho de la gran catástrofe que puede sobrevenir al país en los próximos tiempos. Por el contrario, para militantes críticos, el rastro de las luces de Grecia y Portugal que nos llevan algún adelanto no se ve. Hay que avanzar, avanzar, aunque sea a ciegas.

Misión cumplida. Conferencia celebrada. Nadie pudo quedar disgustado por no ser aceptadas sus enmiendas, añadidos o análisis paralelos. Basta asumir todo para acabar con la crítica y no tener que comprometerse a nada. Todos contentos: 106 votos a favor del documento, 16 en contra y 2 abstenciones. Nadie podrá acusar a IU de conmocionar al país: gracias a su comportamiento responsable seguiremos todos unidos hasta el desastre final.

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Entre el “SaoPaulazo”, el parque Gezi y el 15M: variaciones de los nuevos movimientos globales

angel calle colladoAngel Calle Collado, Profesor de Sociología de la Universidad de Cordova

«En las últimas décadas, hay una exploración consciente que anima a hackear y reinventar la política. Se rechaza entonces a la izquierda más clásica y ensimismada en sus maquinarias diseñadas para “tocar poder”…»

La indignación que recorre las calles brasileñas recuerda mucho a las recientes protestas en Turquía, iniciadas en Estambul como rechazo de la propuesta de construir un centro comercial en el parque Taksim Gezi.

Una ciudad como epicentro, una medida impopular y un descontento acumulado hermanan ambas movilizaciones. Y como en el surgimiento del 15-M, una brutal carga policial produce una ola de solidaridad y de reproducción de las formas de protesta por todo el país. La plaza de Sol, la plaza de Gezi, como antes otras plazas de la primavera árabe-africana, son estallidos de protesta social que comparten ciertos rasgos, y que atribuyo a un innovador y largo ciclo de movilizaciones iniciado por los nuevos movimientos globales a finales del siglo pasado.

La auto-organización en las calles, el hartazgo de una clase política percibida como autoritaria y distante, junto con el buen entendimiento de las nuevas tecnologías como herramienta de agitación y organización social, forman parte del ADN de estos nuevos sujetos políticos.

No son manifestaciones absolutamente “espontáneas”. No lo son, en primer lugar, porque existe un reguero de protestas que las preceden. En las grandes ciudades brasileñas, se dan iniciativas que se reconocen en el “derecho a la ciudad”, como Passe Livre o el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST). En el Estado español, V de Vivienda, el rechazo de la llamada Ley Sinde o iniciativas de desobediencia en las calles como la ocurrida el 13 de marzo de 2004 frente a parlamentos y sedes del Partido Popular, son ejemplos antecesores que dieron forma al 15-M. Pero, sobre todo, no podemos hablar de “espontaneidad” a secas cuando estas movilizaciones emergen tras rechazar implícita y explícitamente las vías de acción de la izquierda clásica. Efectivamente, aquí se reclama un protagonismo social en la protesta.

Y, en segundo lugar, se palpa (en asambleas, discursos, grandes lemas) una hipersensibilidad frente al poder como esqueleto central del mencionado ADN. No ha sido internet, pues, quien ha creado estos nuevos movimientos globales. Los ha amplificado, eso sí, los retroalimenta, les facilita coordenadas de organización social, ya sean ágoras virtuales, convocatorias en las calles o una cultura de trabajo en red.

En las últimas décadas, hay una exploración consciente que anima a hackear y reinventar la política. Se rechaza entonces a la izquierda más clásica y ensimismada en sus maquinarias diseñadas para “tocar poder”. Y se tiene a bien escuchar los ecos emancipatorios presentes en: las rebeldías zapatistas (el “mandar obedeciendo” y el “caminar preguntando”); la radicalización de la democracia que inspiró el 15-M; y en la afirmación de que “el mundo no es una mercancía”, sustrato de protestas mundiales como Occupy Wall Street de octubre de 2011 o las convocatorias “antiglobalización” a partir de 1999.

No se trata de “un movimiento global”, sin embargo. El actual Saopaulazo tiene mucho más del Caracazo que sacudiera Venezuela en 1989. La chispa se repite: la subida del transporte público. La población considera insoportable que se realicen “ajustes estructurales” con los de abajo cuando se gastan miles de millones en obras faraónicas para la organización de olimpiadas y mundiales de fútbol.

El prefecto de Sao Paulo, como el entonces presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, insiste en que las arcas públicas necesitan ese dinero. En dos países donde el petróleo significaba riqueza para unos pocos mientras los servicios sociales eran recortados (por el FMI en el caso venezolano) o pendían de una débil agenda social (el estancamiento económico en Brasil repercutirá en las ayudas asistencialistas). Como telón de fondo, está el cuestionamiento de la fórmula de la triple D: Desarrollo + Desigualdad + Dependencia del capitalismo globalizado. Fernando Henrique Cardoso privatizó el país, y Lula y Dilma insistieron en favorecer la conglomeración de grandes empresas de capital brasileño a través de sustanciosos apoyos del BNDES.

Aparte de favorecer una agenda depredadora en todo el continente: monocultivos de soja, deforestación amazónica, explotaciones mineras a cielo abierto, desplazamiento de comunidades y una tupida red de infraestructuras (plan IIRSA) que aseguren la “inserción” latinoamérica en el mundo, de la mano del gigante brasileño. Las protestas en Bolivia por la construcción de una carretera en el Tipnis, las movilizaciones indígenas en el Perú o las mingas protagonizadas en Colombia son también avisos para navegantes: el neodesarrollismo, ahora de corte más asistencialista que en los 60, será contestado como antaño lo fueran las directrices neoliberales.

La agenda se contesta porque el maná no llega, porque la mano invisible sigue repartiendo las mejores cartas a los grandes especuladores mundiales. Ciertamente en Brasil hubo una fuerte reducción de la pobreza. Pero no se apuntalaron las conquistas sociales pues residen en programas de apoyo de alcance puntual. Además el ascenso de la clase media (clase C), al igual que en el Estado español, se fraguó merced a un fuerte endeudamiento privado, un crecimiento con los pies de barro.

El caracazo fue el pistoletazo de salida de agendas alternativas al neoliberalismo en América Latina. En Venezuela, concretamente, fué el caldo de cultivo para la entrada de Chávez en política, con su intento de golpe de estado tres años más tarde. No será este escenario el caso de Brasil. Aunque sí puede significar el declive de la popularidad de un gobierno y un ascenso de la crítica ciudadana que pide derechos sociales y está dispuesta a combatir viejos y renovados autoritarismos.

El Saopaulazo, por tanto, puede verse como un renovado desafío de agendas obsoletas, sean las promesas vacías, los ejercicios autoritarios o el desarrollismo al servicio de deudocracia, el casino global que exige territorializar sus conquistas, como indica David Harvey. Rezuma economía moral o infrapolítica, es decir, las herramientas de protesta de los desposeídos que se activan cuando la ambición de los de arriba supera ciertos límites, siguiendo a E. Thompson o J. Scott.

Vuelve la política a través de la lucha por las necesidades básicas, como constatan Zibechi para Latinomáerica o Vandana Shiva y Mies en su llamada de atención de las economías de supervivencia que se oponen a colonizaciones occidentales y patriarcales. El Saopaulazo queda lejos de todo “cacerolazo” inspirado por la derecha como ocurriera a fines del año pasado en Argentina. Viene a sumarse a las olas de protesta que protagonizan los nuevos movimientos globales que insisten en saltarse siglas y referencias ideológicas cerradas para ahondar en la encuentro de “indignados” desde el protagonismo social (“los rebeldes se buscan” decían en Chiapas).

Pero es muy específicamente brasileño. Está más presente el sentido de articulación social. Al contrario que en el 15-M, rápidamente se han visto apoyos y presencias de movimientos organizados en las calles, trabajadoras y trabajadores, excluídos de las favelas e incluso alguna bandera del propio PT.

El propio gobierno ha reaccionado rápidamente aceptando el descenso general del precio del billete del transporte público. Este hecho contrasta con el autoritarismo y la distancia de las élites españolas: ni la propuesta legislativa para una dación en pago de la vivienda frente al desahucio en beneficio de los bancos, ni el escándalo de las preferentes que resultó en miles de estafados por entidades bancarias, por poner dos ejemplos, han encontrado respaldo (ni siquiera discusión) en la agenda política, no ya de los conservadores en el poder, sino de partidos como el PSOE con aspiraciones a compartir el bipartidismo.

Este cierre de oportunidades políticas perpetúa el sistema elitista tradicional de la política institucional de los últimos siglos en este país, lo que, a su vez, alimenta la credibilidad y las propuestas de radicalización de la democracia tanto en las demandas (mayor auto-gestión social, co-gestión de servicios públicos, democracia directa en asuntos más relevantes, municipalismo democrático) como en las formas de organización y movilización social.

Gezi, Sol y las calles de Sao Paulo representan ríos subterráneos que han terminado por aflorar y que están abriendo paso a nuevas culturas de entender la política. Como demuestra el caso Islandés, donde recientemente se produjo el retorno de los conservadores al gobierno en las pasadas elecciones, la radicalización de la democracia, o las democracias de alta intensidad de las que habla Boaventura de Sousa Santos, no tienen su impacto (no aún) en el cortoplacismo de las disputas electorales.

Pero ya están en la calle. Y en España se dejan ver en las mareas de protesta que reemplazan a las grandes corporaciones. Al igual que emergen formas políticas, partidos-ciudadanía por ejemplo, de fuerte corte asambleario y discursos centrados en el protagonismo social y el rechazo frontal de la agenda neoliberal, sean nuevos partidos que hacen uso de internet como ágora política, espacios territorializados como las CUP en Catalunya o agrupaciones locales en diversas ciudadades y pueblos.

Quizás su expresión más soterrada, y al mismo tiempo extendida en los últimos tiempos, sea la auto-organización para la satisfacción de necesidades básicas: iniciativas de economía social-popular, grupos de producción y consumo, cooperatismo en las redes de internet y en la organización de apoyo vecinal, redes que trabajan por la soberanía alimentaria.

El Saopaulazo como el 15-M son ya más que destellos. Quienes no estén atentos y atentas a estos nuevos sujetos políticos pueden encontrarse que hay trenes sociales que les cierran las puertas. Puede que también abran un día la puerta de su casa y se encuentren con una plaza de indigados escracheando su entrada, como promueven la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y Stop Desahucios en el país de las casas sin gente y las gentes sin casas.

Los nuevos movimientos globales, así como el hacer más territorial de otras culturas comunitarias más presentes en Bolivia, Ecuador, México o la India (democracias comunitarias en palabras de Luis Tapia), han venido para quedarse e insertarse en las actuales prácticas políticas, cada una adaptándose a un contexto político y económico determinado.

Dado que atravesamos tiempos de transiciones inaplazables (económicas, políticas, energéticas) constituirán sin duda un contrapeso que humanizará dichas transiciones, disputando a las élites sus ansias de depredación, y a las izquierdas conservadoras (aferradas al poder institucional o a una ideología historicista) su legitimidad para construir procesos emancipatorios.

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“El euro fue una de las formas por las que el neoliberalismo entró en Europa”

Boaventura de SousaEntrevista a Boaventura de Sousa Santos, doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale

«Democratizar la democracia a través de un movimiento popular muy fuerte, a veces resultará violento, aunque nunca contra las personas, y a veces resultará ilegal, porque una de las características de los Estados neoliberales es ser cada vez más represivos».

 

¿Se puede decir ya que el proyecto de la UE es un fracaso?

Sí. La UE era un proyecto de cohesión social para crear un bloque nuevo y fuerte; un bloque económico, político y social, con políticas de cohesión muy importantes. La UE se concibió con dos ideas muy potentes: la de no volver a las guerras mundiales, provocadas ambas por el mismo país, y la de eliminar las periferias que existían desde el siglo XV: los países nórdicos, el sur de Europa (Portugal, España e Italia), el sureste (Balcanes y Grecia) y el este europeo.

El proyecto europeo iba a poner fin a esas periferias, con políticas muy importantes de fondos estructurales que pretendían uniformar la riqueza en Europa. En este sentido, el proyecto fracasó, pero es que muchos de nosotros ya sospechábamos que esto podía pasar, porque la existencia de las periferias era demasiado larga.

Sin embargo, en los primeros años de la integración europea parecía que la UE resultaba: por ejemplo, en Portugal, la renta media alcanzó el 75% de la europea en 2000; sin duda nos aproximábamos y, de pronto, todo el proceso quebró y los países ex periféricos vuelven a ser tratados como tales.

Desde entonces, la lógica colectiva de construcción social, económica y política ha pasado a ser una dinámica de centro-periferia que dominó sobre todas las otra lógicas. Una lógica, además, en la que el centro ni siquiera es la Comisión Europea, sino Alemania.

La UE debe reinventarse, hay que reinventarla. De lo contrario, el futuro en Europa se presenta muy negro.

¿Y el proyecto del euro? ¿En qué punto está?

La pregunta sobre el proyecto del euro no es si fracasó o no, sino qué es lo que se pretendía con él. Y en este caso, existió la trampa desde el inicio, porque el euro fue una de las formas en que el neoliberalismo internacional penetró en Europa, que hasta entonces, era el bastión de defensa del Estado social; el único donde el neoliberalismo no había entrado gracias a que los países tenían partidos socialistas y -también a veces en la oposición- partidos comunistas, ambos muy fuertes.

Los partidos venían de una tradición socialdemócrata muy arraigada que exigía educación pública, sanidad pública o sistema de pensiones públicos, por lo que la resistencia a que el neoliberalismo entrase país a país era muy grande. Por eso no penetró así, sino que lo hizo por encima: a través de la Comisión primero, por el Banco Central Europeo (BCE) después y por el euro finalmente.

Mediante la construcción neoliberal del euro y el BCE, el país dominante desde entonces -Alemania- ha puesto sus reglas y la moneda es definida en su valor internacional de acuerdo a los intereses económicos de Alemania, y no a los intereses de Portugal o España, por ejemplo.

A los países del sur, increíblemente, nunca se les ocurrió la idea de que pudiera ocurrir esto, porque se creyeron lo de que estaban en un bloque político y económico, en donde no había deuda griega o española o portuguesa, sino que existía la cohesión y nunca habría especulación.

Sin embargo, debido a los intereses de sus bancos, Alemania decidió que sí habría deuda griega, irlandesa, portuguesa o española, con lo que hizo a estos países muy débiles, sin que Europa les diese garantías y promoviendo la especulación financiera al transmitir la idea de que estos países sólo encontrarían la solución después de una intervención brutal.

Una intervención que no ha servido para nada y que ahora, parece que empiezan a reconocerlo así quienes la impusieron. ¿Estamos ante una improvisación o el juego está totalmente calculado?

Es más trágico todavía, porque no es nada nuevo. El problema de Europa es que ni tiene nada que enseñar al mundo ni puede aprender con el mundo. Nada que enseñar porque la sequía de ideas, novedades o alternativas aquí es total y nada que aprender porque la arrogancia colonial de este continente es absoluta también y no le permite aprender.

Por ejemplo, cuando decimos: “En Brasil, Argentina o Ecuador se hizo así”, y enseguida nos respondemos: “Ésos son países menos desarrollados”.

¿Seguimos con ese sentimiento de superioridad?

Seguimos con esa arrogancia colonial, sí. Y no lo tomamos en serio, pero es que eso que ha dicho el FMI hoy, lo dijo en Tanzania, Mozambique e Indonesia antes, lo conozco bien. Lo de aplicar las medidas y después, decidir que fueron excesivas es recurrente. Y una agencia que ha aplicado unas medidas que han generado tanta pobreza, tanto sufrimiento en los países, debería ser demandada ante los tribunales; y ya no digo por un delito criminal, pero al menos, sí por negligencia. Tiene que haber una reparación civil para los países afectados, porque, además, dicen que cometieron un error con sus políticas y las siguen aplicando.

No hay propósito de la enmienda…

Ninguno. Pero es que, además, a la UE no le gusta que el FMI se retracte, porque está comprometida con las políticas de austeridad y si en Alemania se percibe que son negativas, Angela Merkel puede perder las elecciones. Todo está organizado para que nada cambie hasta las elecciones alemanas, por lo que Italia, Grecia, Portugal o España deben esperar y lo hacen, digo yo siempre, con una democracia suspendida.

Y los ciudadanos que sufrimos los recortes, ¿qué podemos hacer? ¿También hemos de esperar a que transcurran las elecciones alemanas para presionar a nuestros gobiernos y que hagan algo, en su caso?

Los gobiernos no van a hacer nada, porque como digo, son completamente dependientes del mandato alemán. Y aunque la gente rechaza esto, no lo hace de una manera fuerte y articulada. Este fin de semana, con el proyecto de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS), precisamente, estamos intentando ver cómo se puede resistir, conociendo las diferencias de los distintos grupos, averiguando por qué unos están interesados en una medida y otros en otra o por qué algunos creen que se debería crear un partido y otros no.

La semana pasada, en Portugal, estuve trabajando en una iniciativa con el ex presidente de la República, Mario Soares, a través de la cual juntamos a 600 personas en una sala para pedir la caída del Gobierno actual, elecciones anticipadas y un Ejecutivo de izquierdas. Fue la primera vez, después del 25 de abril, que conseguimos juntar a representantes del Partido Comunista, del Socialista y del Bloque de Izquierda para formar una alternativa de izquierdas. Aunque sabíamos que por razones históricas es muy difícil lograrlo.

Como en España…

Aquí también, aquí también… Y en Portugal, al final, nos dimos cuenta de que era imposible, que jamás habría una alternativa de izquierdas. ¿Por qué? Porque, por un lado, Bloque de Izquierda y Partido Comunista quieren renegociar la deuda y, además, han concluido que parte de esta deuda no se puede pagar -es el 130% del PIB-, o abocaremos al empobrecimiento a las generaciones siguientes. Todo el dinero que entra de la troika va a pagar la deuda, ni un céntimo va para la salud o el hogar de las personas.

Por otro lado, el Partido Socialista, que está dominado por la lógica del neoliberalismo desde hace tiempo, quiere ser Gobierno, además, en el marco europeo dominado asimismo por el neoliberalismo. Por tanto, propugna que de negociar la deuda, nada: hay que pagarla toda, aunque se negocie sobre las tasas y los periodos de pago, por ejemplo.

Y ahí se acaba el objetivo de la reunión, unir a la izquierda.

Ahí se acabó.

¿Cómo ve en España a los partidos de izquierdas?

La misma división, aunque en Portugal es más grave, porque… ¿Quiénes fueron los invitados españoles a la reunión de Club Bilderberg en Hertfordshire (Reino Unido)?

El ministro de Economía, Luis de Guindos; el consejero delegado del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián; el de Inditex, Pablo Isla,… ¿Por qué?

Porque la asistencia desde Portugal fue muy interesante, muy ilustrativa sobre el futuro: acudieron al Bilderberg el secretario del Partido Socialista y el secretario del partido de derechas que está en el Gobierno, o sea, que la elite internacional ya ha decidido las elecciones. Los portugueses van a trabajar hasta las próximas elecciones, luchando para que haya un Gobierno de izquierdas -idiotas ellos-, las elecciones ya están decididas y los socialistas comulgan con eso.

Por eso, yo creo que en Europa vamos a entrar en un periodo cada vez más duro y con más recortes; yo le llamo un periodo post institucional (‘Después de las instituciones’), porque las instituciones del Estado no responden y la gente no se siente representada por estas instituciones.

¿Qué podemos esperar de un periodo así?

Será un periodo turbulento y largo, a mi juicio, y será una lucha por la redefinición de la democracia. No es casualidad que los jóvenes aquí en España o en Portugal hablen de Democracia Real o apelen a la Democracia Ya, porque la democracia en Europa está suspendida y derrotada. Ha habido un conflicto entre democracia representativa y capitalismo y ha ganado el capital.

¿Y hay alguna posibilidad de que se levante de nuevo la democracia?

Sólo cuando el capitalismo tenga miedo. Hasta ahora, los bancos han sido rescatados con dinero público, pero no habrá posibilidad de rescatarlos de la misma manera otra vez, a menos que los ciudadanos sean reducidos a la condición de esclavos. Puede haber una catástrofe y tenemos que luchar antes de que llegue, buscando todos los errores que se cometieron en las políticas progresistas de Europa.

Por ejemplo, creer que sólo un pequeño grupo en cada país era politizado: los miembros de partidos, ONGs o de movimientos sociales. El resto de ciudadanos era una masa informe, despolitizados que no tenían ninguna relevancia política, pero que son los que están ahora en la calle.

“En Europa, ha habido un conflicto entre democracia representativa y capitalismo y ha ganado el capital”De ellos va a venir el futuro; la transformación democrática va a llegar de la mano de todos los indignados: pensionistas, jóvenes, médicos, profesionales,… que implican, además, una unión intergeneracional que antes no existía y que tienen que llevar a cabo una revolución democrática; la necesitamos para no llegar a la catástrofe.

¿Cómo se aborda una revolución democrática en la situación actual? ¿Qué significado tiene más allá de los términos?

Significa democratizar la democracia a través de un movimiento popular muy fuerte, que a veces resultará violento, aunque nunca contra las personas, y a veces resultará ilegal, porque una de las características de los Estados neoliberales es ser cada vez más represivos.

¿Con ser violentos se refiere, por ejemplo, a los escraches y con ser ilegales, a iniciativas como Rodea el Congreso?

Sí, hay que fortalecer todos esos movimientos.

¿También el 15M en su conjunto? Hay quien tiene la percepción de que es un movimiento que nació con mucho ímpetu y se ha ido desinflando, perdiendo fuerza. ¿Tal vez porque ya es España un país resignado?

No creo que seamos -e incluyo a mi país, Portugal- países resignados, sino que hemos sufrido más de 40 años de dictadura; 48 años en mi país, más que en España. Mientras tanto, pasaban por nuestro lado los movimientos europeos de participación política (movimiento estudiantil, el de 1968, por la liberación de las colonias,…)

Estábamos muy aislados, por eso nuestros países no tienen ahora la cultura democrática de resistencia. Por otro lado, hay elementos coyunturales que influyen en los movimientos y, por ejemplo, no podemos creer que las plazas se van a llenar igual en invierno que en primavera o verano.

Además, los movimientos al mismo tiempo que maduran, se dividen: hay gente centrada en los desahucios, otra en la sanidad; gente que cree que se debería crear un partido, otros que no; personas que hablan de consejos populares, formas de control ciudadano,…

¿Y cómo se organiza todo eso? ¿Con qué nos quedamos?

La revolución democrática va a tener dos pies: cambiar la democracia representativa neoliberal a través de un cambio del sistema político que conlleva, a su vez, un cambio del sistema partidos. Es decir, que conlleva la participación de independientes en el sistema político, en la regulación y financiación de los partidos, en el sistema electoral,…

Hay mucho que hacer, pero sobre todo, sabiendo que la reforma nunca va a venir de los partidos, que saben que saldrán perdiendo con esto, sino que va a venir de los ciudadanos.

La democracia participativa resultante -de la que ya tenemos experiencia fuera de Europa- traerá nuevas formas de actuación: referéndums, consejos populares, consejos sectoriales, presupuestos participativos a nivel local o regional, por ejemplo;…

O sea, democracia directa que controle a los elegidos, que vaya más allá de la autorización a gobernar; que vaya hasta la rendición de cuentas, ésta que debe llegar de fuera, de ciudadanos organizados. El problema es que ahora no están organizados.

¿Se refiere al movimiento de los indignados? ¿Qué crítica(s) tiene que hacerles?

Tengo varias. Primero, a las asambleas en donde se toman decisiones por consenso que pueden ser totalmente paralizantes, pues una pequeña minoría puede impedir cualquier decisión.

Con fórmulas dominantes de decisión no va a haber formulación política; y sin formulación política no hay alternativas. Segundo, al sistema de gran autonomía individual que manejan (cada uno decide cuándo entra y cuándo se va, por ejemplo) y que es más semejante al neoliberalismo de lo que piensan.

Un movimiento no se construye con autonomía individual, sino con autonomía colectiva. Y no la tienen. Tercero, un rasgo que estamos viendo, sobre todo, en los acampados de EEUU y en algunos de aquí: tiene más legitimidad quien se queda más tiempo acampado en la plaza.

No tienen en cuenta que hay que gente que es muy buena, pero que tiene que ir a trabajar o ir a casa a atender a los niños. ¿Son menos legítimos por eso? No, porque permanecer más tiempo en una plaza no es un criterio de legitimidad democrática.

¿Todo esto no ha impedido avanzar más al movimiento de los indignados?

Yo trabajo con ellos como intelectual de retaguardia, que es lo que me considero, y creo que en estos momentos, no son un movimiento; son presencias que no tienen propuestas muy concretas y los entiendo, porque es todo el sistema el que está podrido y quieren reconstruirlo desde abajo.

Para ello, piden una nueva Constitución y eso sí es positivo; piden un impulso constituyente, algo que yo vengo defendiendo: una nueva Constitución que retire el monopolio de la representación política a los partidos; que establezca diferentes formas de propiedad, más allá de la estatal y la privada -se han perdido las formas de propiedad comunal o de cooperativa, por ejemplo-; que asiente una nueva forma de control social más articulada; una reorganización total del sistema de justicia, y una fórmula para proteger nuestras constituciones de la especulación financiera y de deudas que no se pueden pagar.

Esa deuda es precisamente la coartada para imponer las políticas de austeridad...

Pues mire lo que pasa en Portugal con ellas: una deuda del 130% del PIB, el desempleo creciendo y una recesión cada vez mayor. Quienes gobiernan lo saben y, por eso, yo estoy cada vez más convencido de que esto no es una crisis. Tenemos que luchar también por los términos del debate, porque esto no es una crisis: es una gran maniobra del capitalismo internacional financiero para destruir la última fortaleza que existía en el mundo de protección social y trabajo con derechos.

El remedio de la crisis está empeorando la crisis o, lo que es lo mismo, el médico está matando al enfermo. Y lo peor es que no necesariamente cuanta más crisis hay, hay más resistencia. Porque hay niveles de crisis tan grande y en los que la gente está tan empobrecida, tan deprimida, que no sale a la calle; gente que se suicida, que toma ansiolíticos; gente que interioriza la crisis y se vuelve contra sí misma. Estamos entrando en ese proceso.

Por eso, creo que este año va a ser decisivo para saber si tenemos energías y damos la vuelta a esto. Eso es lo que vamos a hacer este fin de semana en la UPMS, ver si podemos articular algo para generar turbulencias políticas que no permitan a estos gobiernos -estos sistemas de protectorado, en realidad- seguir gobernando.

*Boaventura de Sousa Santos es doctor en Sociología del Derecho por la Universidad de Yale y catedrático de Sociología en la Universidad de Coímbra. Estubo en  Madrid con la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS), una iniciativa que llega por primera vez a España y reúne durante dos días a más de 40 colectivos y movimientos sociales, académicos y artistas de varios países en busca de fórmulas para organizarse y reconstruir el maltrecho sistema democrático en Europa.

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No hay alternativas (Otro capitalismo es imposible)

navarreteManuel Muñoz Navarrete

En el contexto político abierto tras el 15M, determinados intelectuales están tratando de rizar el rizo resucitando la socialdemocracia keynesiana en el Estado español.  En este trabajo pondremos en cuestión los presupuestos de la ideología reformista o socialdemócrata, que ejemplifi caremos particularmente con los libros Hay alternativas Lo que España necesita, escritos por los profesores Vicenç Navarro y Juan Torres, junto al diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón.

Estamos persuadidos de que, teniendo en cuenta los rasgos del capitalismo actual, el proyecto propuesto por los autores es una utopía irrealizable y, además, reaccionaria. Su carácter reaccionario proviene del hecho de que las concesiones negociadas por la socialdemocracia en las metrópolis no pueden desligarse de la sobreexplotación de la periferia.

Su carácter utópico, del hecho de que, en un capitalismo globalizado como el actual, ninguna burguesía nacional podría, aunque quisiera, llevar a cabo semejantes políticas. Por más que insista este singular trío, la realidad es que no hay alternativas… a menos que rompamos con el sistema capitalista, es decir, a menos que abolamos la propiedad privada de los medios de producción social, como base para iniciar un proceso sociocultural que revolucione la división social del trabajo, así como las formas de producción, distribución, intercambio y consumo, en la perspectiva de construir un ser humano nuevo. Comencemos, pues, por el principio.

Leer el documento completo haciendo click en el siguiente enlace

Otro Capitalismo es imposible.Navarrete

 

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Marx contra el IV Reich neoliberal

Artículos Debates Internacional

Fernandez CuestaManuel Fernández Cuesta, Profesor de la Universidad de Salamanca

«Con una leve adecuación terminológica al presente, el Moro resurge como el indignado consciente, un militante de la transformación que, además de rodear el Congreso, agitar las burocracias de los partidos de izquierda y apuntarse a todas las plataformas posibles, asume la complejidad: nunca la derrota».

“Marx es el máximo investigador de temas económicos y socialistas de nuestro tiempo. A lo largo de mi vida he entrado en contacto con numerosos estudiosos, pero no conozco a ninguno que sea tan erudito y profundo como él” 

M. A. Bakunin, 23 de enero de 1872

Hemos leído tanto a Marx que ya no sabemos interpretar sus textos. Hemos citado tanto a Marx, en cualquier situación, con cualquier excusa, que hemos olvidado de dónde provienen las citas y su utilidad práctica. Cubiertos de polvo, en los estantes superiores, olvidados, los libros de Marx, origen judío, bautizado luterano, ateo, nos recuerdan con sus arrugas y subrayados otras épocas, quizá más felices, otras vidas.

Como un lejano pariente, aquel que recorrió ciudades de Europa de exilio en exilio, penuria económica, hasta morir, apátrida, en el Londres victoriano, hacedor de lo social, maestro de la sospecha, el analista que entendió lo real como el conjunto de circunstancias socio-materiales y relaciones sociales, nos mira, desde un pequeño retrato, y se interroga incrédulo, sobre nuestra actitud ante la primacía política, casi una dictadura contable, del hegemónico Reich neoliberal.

Marx no recuerda todo: tiene una confusa memoria del futuro. Murió en 1883, un 14 de marzo. A su entierro, en el cementerio de Highgate, asistió una docena, escasa, de personas. Alemania de Merkel: cuarto episodio de la saga. Y escrito en romanos da, si cabe, más miedo: IV Reich, el del ajuste, la explotación y el recorte. “Había algo más que yo echaba en falta en las usuales valoraciones de Marx. Siempre se ponía mucho énfasis en el Marx pensador, el teórico. Yo sabia que Marx fue un revolucionario extraordinariamente activo, primero como periodista rebelde en Alemania, después dentro de las asociaciones de trabajadores en París y en la Liga comunista de Bruselas.”, escribe Howard Zinn en el prólogo de Marx en el Soho (Hiru, 2002).

“Le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre”, dijo Engels en su entierro. Tenía 64 años. Había nacido en Tréveris (5 de mayo de 1818) y entendido, clarividencia científica, antes, incluso, de la “ruptura epistemológica” de la que habló, Bachelard al fondo, el bueno de -anda en el limbo- Louis Althusser, que la expansión de la burguesía -la casta neoliberal- iba a ser necesariamente global.

En el Manifiesto del Partido Comunista (primera edición, Londres, febrero de 1848), dos jóvenes, Engels anotó después que la mayoría de las ideas eran de Marx, intuyeron la inevitable globalización: “la necesidad de una venta cada vez más expandida de sus productos lanza a la burguesía a través de todo el orbe. Ésta debe establecerse, instalarse y entablar vinculaciones por doquier. En virtud de su explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado una conformación cosmopolita a la producción y al consumo.” El polvo acumulado, a medida que pasan las hojas, se eleva formando una cortina, una red, en el estadio actual de marasmo, de respuestas imprescindibles.

Leer a Marx no es leer a Aristóteles. Marx es acción, movimiento transformador, crítica del Estado y de sus aparatos de coerción, la teoría del valor y la plusvalía; Marx formulará también -Lenin será más concreto- el instante revolucionario, el tempo revolucionario, partiendo de que el carácter de la sociedad está determinado por su modo de producción. La socialdemocracia de tul e ilusión enterró a Marx: cátedras y seminarios analizaron, hasta el morfema, sus peligrosos trabajos.

Marx, venerable patriarca, escribió -no sin ironía- Anselmo Lorenzo. Canónico, fosilizado, su obra es una estampita multicolor en el santuario de la Academia: un cadáver exquisito. Pero elManifiesto salta a los ojos, atraviesa corazón y cerebro, explica el mundo y concibe otro.

A Marx, agudo periodista, le hubiera gustado verlo circular, fotocopiado o en soporte digital, por la emotiva pluralidad del 15M. He citado el MPC tomando una reliquia bibliográfica. La incompleta OME, volumen 9, Crítica, 1978, edición dirigida, también en el limbo, por Manuel Sacristán. Marx conoce el arranque del imperialismo e intuye la mundialización del capital. De la crisis/estafa financiera, y de la repartición desigual de sus costes, humillación al esclavizado Sur incluida, ya se encarga Alemania y sus sometidos gobiernos locales.

Es posible que Angela Dorothea Kasner, señora de Ulrich Merkel, física por Leipzig (entonces RDA), Premio Carlomagno, estudiase cuántica y partículas elementales viendo imágenes, retratos y bustos de Marx. Barba blanca, bigote levemente oscuro: le llamaban el Moro. La dama del rigor, igual que hizo la de hierro en GB, devuelve a Alemania al lugar que su Volksgeist cree que debe estar. Su estricta política de austeridad, una forma de protección a su industria y banca, recuerda, quizá demasiado, la patriótica reacción ante la crisis de Weimar.

Marx lo explica mejor: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.” ( El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Editorial Progreso, Moscú, 1978). El IV Reich es la farsa neoliberal de un modelo en descomposición.

El encendido romanticismo alemán, frente a la racional ilustración francesa, está presente en el destino y la identidad nacional del (otro) pueblo elegido. Algo de esto describe, con acierto, Modernidad y holocausto (1989; en español, Sequitur, 1997), el sociólogo Zymunt Bauman, antes de convertirse en el analista fetiche de las clases medias: Señor de lo Líquido.

“Acaso no haya otro país, salvo Turquía, tan poco conocido y erróneamente juzgado por Europa como España”, sintetizó en un artículo publicado en el New York Daily Tribune, el 21 de agosto de 1854. Una vez más, sus expresiones parecen escritas ayer, dirigidas contra el desprecio, racismo de clase, del Norte.

Alejemos la idea del pensador en la torre de marfil; evitemos el anquilosamiento místico del clásico. Seamos irreverentes con Marx, atrevidos, y consideremos, igual que hacían sus contemporáneos, amigos o enemigos, Conversaciones con Marx y Engels de H.M. Enzensberger (Anagrama, 1974), los trabajos, panfletos y cuerpo doctrinal como herramientas de generación de conciencia y agitación: instrumentos.

Marx es un pensador de la acción, para la acción, un aldabonazo en la estructura social y patrimonial de la segunda mitad del siglo XIX. Su lectura, hoy, contra el furor de las formas extremas de monetarismo, contra la idea de que no existe -fin de la Historia hegeliana- alternativa al capitalismo, desvela (y ridiculiza) el mito del pensamiento dominante. Con una leve adecuación terminológica al presente, el Moro resurge como el indignado consciente, un militante de la transformación que, además de rodear el Congreso, agitar las burocracias de los partidos de izquierda y apuntarse a todas las plataformas posibles, asume la complejidad: nunca la derrota. Como dice el personaje Marx en la obra citada de Zinn: “¿No os habéis preguntado nunca por qué es necesario declararme muerto una y otra vez?”

 

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El informe de los “expertos” es un alegato a favor de los fondos de pensiones privados ¿Hasta cuando?

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

«¿Que esperamos? ¿Que más nos deben hacer? Esto no se puede tolerar más. Hay que llamar a la insumisión y la rebelión obrera y ciudadana. Esto es ya intolerable. Nos están causando un gran sufrimiento y si no lo frenamos en seco seguirán.»

La banca privada del Reino de España, muy poderosa política y mediaticamente hace años acaricia varios botines. Con razón el banquero jefe y hombre políticamente más poderoso del estado español, se llama Botín.

El primer botín de la Banca en la burbuja neoliberal fue el mercado hipotecario y endeudar fuertemente a las familias para esclavizarlas.

El segundo botín de la Banca, fueron las Cajas de Ahorros, bancarizándolas al objeto de quitarse un competidor y apoderarse por ese sistema de ahorro popular, que opera fundamentalmente en esas entidades, que en su momento fueron las únicas suministradoras también de crédito a las clases populares.

El tercer botín son los servicios públicos a través de empresas interpuestas aseguradoras y el botín de honor desde hace años es el sistema público de pensiones.

Las pensiones públicas españolas llevan ya años siendo atacadas y puestas en cuestión por los “expertos” mercenarios de la banca y de sus fundaciones como FEDEA con un rápido y constante acceso a la Casa Real y a los Gobiernos -todos los Gobiernos-.

Hace años ya, que desaprensivos catedráticos y economistas neoliberales, afirman que es sistema está en peligro y de hecho los argumentos del informe presentado al Gobierno y la “Virgen del Rocío” en el día de hoy 7-06/2013 son los mismos que muchas personas inquietas, preocupadas y alternativas llevamos años escuchando y rebatiendo.

Estos personajes desaprensivos, ni quieren el bien del sistema publico de pensiones, del que son ideológicamente enemigos, ni mucho menos les preocupa la suerte de las clases trabajadoras y que tengamos una vejez digna: solo les preocupa el negocio de las grandes aseguradoras privadas, en las que los bancos a su vez tienen muchos intereses.

Esto es el reparto de las rentas de las clases populares por los ricos, los capitalistas y los banqueros, que tras la salud, el ahorro público y la sanidad, ahora le corresponde el turno a las pensiones. Es la historia de un robo anunciado que todavía estamos a tiempo de frenar si somos rápidos y deseamos vivir todos y todas, pero en especial los más jóvenes, -con contundencia-, si deseamos vivir  una madurez y vejez dignas.

El fondo de pensiones públicas esta saneado. Son los fondos de pensiones privados los que han tenido grandes quebrantos con motivo de la crisis financiera actual. Yo acuso, que nos quieren robar nuestro fondo de pensiones públicas para sanear los fondos privados y convertir a las empobrecidas pero asustadas clases populares medias en clientes cautivos de sus fondos privados -insisto- los cuales a su vez son propiedad fundamentalmente de los bancos.

Yo no soy un demagogo, digo la verdad. Ellos son unos corruptos intelectuales defendiendo el negocio asegurador privado, en contra de un sistema público que hasta ahora ha funcionado muy correctamente. Nuestras pensiones les importan una higa.

También CCOO debe repudiar de inmediato – si no lo ha hecho ya- al “listo”, perdón “experto” vinculado al sindicato que ha aparecido por esa comisión de comerciales de empresas aseguradoras. 

¿Que esperamos?¿Que más nos deben hacer? Esto no se puede tolerar más. Hay que llamar a la insumisión y la rebelión obrera y ciudadana. Esto es ya intolerable.Nos están causando un gran sufrimiento y si no lo frenamos en seco seguirán.

 

 

 

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Comunicado de Socialismo 21

logo3La Coordinadora federal, que tuvo lugar en Madrid el 2 junio,  dio el respaldo de Socialismo 21 al manifiesto  “Por la soberanía monetaria, económica y ciudadana. Salir del euro”,  por cuanto su contenido coincide y responde satisfactoriamente a la resolución política aprobada en la II Asamblea Federal sobre  Europa,  celebrada el pasado noviembre en Málaga.

Esta toma de posición inequívoca  ante la encrucijada económica en que se encuentra la sociedad española  y por entender la complejidad del tema, las variantes que pueden darse y las interrogantes que abre el abandono del euro hacen necesario  mantener un diálogo abierto con otras alternativas que se discuten  en  el seno de la izquierda y sobre todo participar en las movilizaciones y luchas que tendrá lugar para defenderse de los designios de la troika y su aplicación por el gobierno del PP.

Socialismo 21 entiende que la principal tarea que concierne a la izquierda a partir de su apoyo a la ruptura con el euro es estudiar los problemas que pueden surgir, para enfrentarlos,  y preparar una alternativa de transformación económica y social acorde con los objetivos y valores de la izquierda y frente al neoliberalismo, partiendo, por supuesto, de que será la movilización social, la relación política de fuerzas,  la que determinará la salida y el rumbo del país en el próximo futuro.

Conociendo el apoyo indiscutible que ha tenido el manifiesto “salir del euro”, que ha recibido la adhesión algunos miles de ciudadanos de amplios sectores sociales, de técnicos y de formación, entre ellos muchos economistas, aparte de personas destacadas de nuestra sociedad, se debería  propiciar una amplia plataforma que sirva como referente social y político del camino que propugnamos y que permita la acogida a los muchos cientos de miles más de ciudadanos que acabarán admitiendo que la única vía para evitar el hundimiento del país es la desvinculación con la unidad monetaria y la recuperación de una moneda y una política monetaria propias.

Sin descartar la lucha unitaria y el debate sobre las cuestiones abiertas con el fracaso de Maastricht, Socialismo 21 será una parte activa en todos los órdenes  en los intentos  de remontar la crisis, desmontando todas las rémoras que lo impiden,  y de  impulsar  los cambios que la inmensa mayoría social desea y necesita. .

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La Izquierda Unida como problema

images Alberto Carrasco, periodista

Las últimas encuestas del CIS han aportado un dato para pensar. Pese a que los partidos minoritarios aumentan su expectativa de voto, muchos electores expresan un fuerte rechazo a los mismos, incluso superior al del PP y PSOE. Este es el caso de IU, que despierta una simpatía mayor del 20% pero un rechazo de casi el 50% del electorado (nunca les votaría).

También sucede lo mismo con UPyD y restantes opciones en ascenso relativo, lo que indicaría que todo el espectro institucional de fuerzas políticas con representación institucional son consideradas por los españoles “corresponsables”, integrantes del mismo “problema político” que ocupa el tercer lugar entre las mayores preocupaciones ciudadanas.

Ha pasado el tiempo e Izquierda Unida, que en su día se presentó como una fuerza política alternativa, con pretensiones de cambiar la sociedad y el vigente régimen, paralelamente al desfondamiento del bipartidismo y de la crisis de las instituciones, como en particular la monarquía, finalmente se ha decantado por la opción reformista institucional, tal como puede constatarse por su política de alianzas en los territorios del estado: Extremadura, Andalucia, País Vasco, Galicia, y por el calado de sus programas y propuestas políticas de “izquierdas” entre comillas:

,¿Plantea IU la ruptura con el actual régimen político y la apertura de un proceso constituyente de una sociedad socialista democrática? ¿o una política de alianzas netamente anticapitalista con tal objetivo? ¿Defiende el derecho de los pueblos de España a la auto determinación? ¿o la necesidad de salirse del euro y/o de descolgarse del proyecto de la UE?

Todas estas preguntas tiene un NO por respuesta y los trabajadores de algún modo son sabedores de esto, de la discrepancia entre hechos y palabras, y no se fían.

El problema de los trabajadores y los pueblos del estado español sigue siendo la falta de un referente político con capacidad para hacer frente a la Troika europea y construir una alternativa socialista de sociedad. Quizás IU tuvo en su día esta opción de liderazgo, pero desde hace tiempo la presión de las cúpulas dirigentes (que también son cargos institucionales) han conducido a decantarla –junto con los restantes partidos institucionales- como parte del problema, no de la solución.

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