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Robespierre y el imaginario constituyente

Artículos Debates Internacional

th-1Manuel Fernández Cuesta, Profesor de la Universidad de Salamanca

La revolución es la guerra de la libertad contra sus enemigos: la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y apacible”

Robespierre, 25 de diciembre de 1793, discurso en la Convención

Parece que el modelo político y económico español se resquebraja. La alianza entre las fuerzas renovadoras del franquismo y los partidos y formaciones de la oposición, que dio paso a la Constitución de 1978, está llegando a su fin.

Algunos de los problemas resueltos con prisa de huracán o peor aún, silenciados, reaparecen: auge del nacionalismo periférico y reacción del centralismo (castizo) español; supeditación de la organización política y social a la economía de mercado y sus intereses financieros; pérdida real del valor de la soberanía popular en beneficio de grupos de presión, revisionismo histórico, supresión de derechos adquiridos y merma sustancial de la protección que conlleva el estado del bienestar, entre otros.

En este contexto, miles de ciudadanos están reclamando, en foros y asambleas, un nuevo pacto constitucional, es decir, el inicio de un proceso constituyente que finalice con la elección de Cortes Constituyentes y la redacción de una nueva Carta Magna que recoja las aspiraciones y anhelos de una ciudadanía moderna, hija de las identidades múltiples del siglo XXI: una república democrática.

Ejecutado en la guillotina el 28 de julio (10 Termidor) de 1794, cerca de Errancis, junto con Saint-Just y veinte revolucionarios más, resulta sorprendente comprobar cómo hoy, más de dos siglos después, la cabeza política de Robespierre -el hombre, junto con el Comité de Salud Pública, que consolidó la Revolución francesa de 1789, salvando los progresos y logros de la República y su esencia democrática- sigue vagando, malherida, vilipendiada, cubierta de cal, por las cloacas de la Historia (neoliberal) cuando debería ser un referente, europeo y solidario, en tiempos de pánico institucional y zozobra ética.

La crisis financiera que arrancó el verano de 2007 está produciendo un bloqueo democrático tanto en los órganos de gobierno, centros locales de toma de decisiones, como en la vida de la comunidad.

La libertad y la igualdad, pilares del sistema, están siendo amenazadas por la prevalencia de un supuesto estado de necesidad universal, estado de excepción permanente, por usar la fórmula de G. Agamben, al cual se supeditan todas las aspiraciones de transformación y progreso: “ahora no es el momento”, repiten, mantra de hielo, las instancias superiores.

Hasta Juan Carlos I, Rey de España, bisagra entre la católica dictadura militar y la democracia (no es necesario recordar que juró cuantas legislaciones le pusieron delante), entra en escena pidiendo, exigiendo, unidad de acción (unidad de destino) y una devota adhesión inquebrantable al Gobierno, en este caso del PP -hubiera sido igual con el PSOE- frente a la trascendencia del desplome financiero global.

Al mismo tiempo, una parte significativa de la población, los más desfavorecidos (parados, trabajadores con salarios bajos, precarizados, pensionistas, mujeres, jóvenes sin futuro), expresa su malestar siendo reprimida por el ejecutivo nacional y por los pintorescos gobiernos autónomos.

Manifestaciones, ocupaciones del espacio público y demás actos cívicos de protesta -excesos y provocaciones al margen, que han existido siempre en la confrontación política- son percibidos como un ataque frontal a las instituciones democráticas que se defienden -mandan las superestructuras económicas- con la policía.

Parece que la política de los políticos (y sus zafiedades), haya suplantado a la política de los ciudadanos (y sus deseos). “Cuando el gobierno viola derechos, la insurrección es para el pueblo, y para cada sector del pueblo, el más sagrado e indispensable de los deberes”, se recoge en el proyecto de Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793, superador del canónico texto de 1789 (que ya reconocía, por cierto, “el derecho a resistir a la opresión”).

Sometido a instancias supranacionales -una falaz cesión de soberanía que no ha sido refrendada por la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea- el gobierno electo acata dictados contrarios al bienestar y desarrollo integral de la mayoría social, es decir, gobierna contra su pueblo, escuchando más a las instituciones financieras mundiales (FMI, BM) que a su propio cuerpo electoral.

Cuando el sistema de garantías creado por la Constitución de 1978 es incapaz de impedir o, cuando menos, frenar el deterioro del consenso y la armonía social, urge un cambio de modelo, acorde con las legítimas demandas de una ciudadanía plural, la multitudo spinozista, que “siente e interpreta” las reivindicaciones de una forma distinta a la conocida hasta la fecha (heredera del siglo XIX), y que expresa su disconformidad -desde el fenómeno del 15M hasta los movimientos que propugnan una entrada pacífica en el Congreso de los Diputados- con procedimientos novedosos.

La senda constitucional abierta en 1978, que ha permitido recorrer, no sin cierto éxito, una parte del camino de la dictadura -pese a las infinitas secuelas psicológicas y sociales- a la democracia de mercado, parece que llega a una vía muerta.

Los partidos mayoritarios -maquinarias de perpetuación de castas o “clase extractiva”, según terminología (liberal) de moda- se están mostrando incapaces para resolver la crisis e impedir el deterioro de la calidad democrática, y viven este “desbordamiento” democrático, “que no, que no nos representan”, bien con el temor a una pérdida de apoyo electoral (PP), bien como drama psicológico de espera beckettiana (PSOE), cuando sólo debería ser entendido, si interpretaran la realidad con lupa demoscópica, como una llamada de atención emocional, una petición de principio o natural evolución, acorde con la sorprendente naturaleza individual de la vida tecnológica y consumista (la metástasis del sistema-mundo capitalista creado a raíz de los acuerdos de Bretton Woods, 1944), donde la política, la sociedad y las relaciones laborales están mutando, sin saber bien hacia dónde, ni con qué fin, a velocidad de vértigo.

Robespierre, el 10 de mayo de 1793, ante la Convención, teoriza la radicalidad democrática, eso que ahora se denomina “desbordamiento”, fijando los principios de acción y el tempo revolucionario: “Un pueblo cuyos mandatarios no deben dar cuenta de su gestión a nadie no tiene Constitución. Un pueblo cuyos mandatarios sólo rinden cuentas a otros mandatarios inviolables, no tiene Constitución, ya que depende de éstos traicionarlo impunemente y dejar que lo traicionen los otros. Si éste es el sentido que se le confiere al gobierno representativo, confieso que adopto todos los anatemas pronunciados contra él por Jean-Jacques Rousseau.”

La argumentación de Robespierre, tomada de sus Discursos, editados con el título Por la felicidad y por la libertad (2005), elegante hasta en su formalidad literaria, parece escrita para momentos de déficit de soberanía y vacío de poder.

Su reflexión es una mirada limpia al poder constituyente: hacia una estructura firme pero flexible, reticular, que impida, por inoperancia o miedo, la parálisis del sistema nervioso central del Estado. ¿Qué es legítimo hacer cuando los gobernantes dan la espalda a una parte, numerosa, del cuerpo electoral, y reaccionan solo ante las exigencias de las oligarquías financieras? Como sostiene Georges Labica, por debajo del pensamiento de Robespierre discurre una “política de la filosofía”.

La democracia o es virtuosa, justa y excelsa hasta el extremo, diría el abogado de Arrás, o no es democracia. Es más, o favorece el interés de la mayoría, o no merece tal nombre. Robespierre vivía obsesionado con la suerte de los desfavorecidos y el respeto a las decisiones de las mayorías.

Pese a la brutalidad e ignorancia de la Historia liberal -parecido al caso de V.I. Lenin- Robespierre procuró contener los excesos jurídicos y políticos de dirigentes como Barère o Danton comportándose, en muchos instantes del proceso revolucionario, con paciencia y moderación: un “centrista” dentro del partido de la Montaña. Georges Lefebvre, uno de los primeros historiadores que desveló el velo de terror sangriento que envolvía su figura afirmó que “fue un hombre magnífico, defendió la democracia y el sufragio universal de 1789 (…) y en circunstancias normales nunca hubiera apoyado la pena de muerte ni la censura de prensa”.

El Proyecto de Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, antes citado, fue presentado ante la Convención el 24 de abril de 1793. Su articulado serviría de base a la Constitución de 1793, texto que, recuerda Albert Soboul en La revolución francesa (1966), “sería para los republicanos de la primera mitad del siglo XIX el símbolo de la democracia política”.

Cuando los incesantes recortes del neoliberalismo -Alemania está ganando la guerra mundial que perdió en Stalingrado- afectan de manera indiscriminada a las prestaciones sociales se puede leer el artículo 21, repito la fecha, abril de 1793: “El socorro público es una deuda sagrada. La sociedad debe asistencia a los ciudadanos desgraciados, bien procurándoles trabajo, bien asegurando los medios de existencia para aquellos que no están en situación de trabajar.”

Frente a la pérdida de aliento del sistema de 1978, el nuevo proceso constituyente, un renovado contrato social, con un fuerte carácter anti-individualista, debería exigir, de entrada, la recuperación de la soberanía perdida (su ser es ser en acción) y la permanente exigencia a los gobernantes de sus responsabilidades públicas.

Ante el descrédito del Estado y de las instituciones, y la desconfianza que generan los políticos, minados por abusos y corrupciones, Robespierre sostenía (1793) que “el principio de responsabilidad moral -imperativo mayor de la democracia, podríamos añadir- exige además que los agentes del gobierno rindan, en épocas determinadas y con bastante continuidad, cuentas exactas y circunstancias de su gestión.

Que las cuentas sean hechas públicas por la vía de la impresión y sometidas a la censura de todos los ciudadanos. Que sean enviadas, en consecuencia, a todos los departamentos, a todas las administraciones y a todas las comunas.” Cambio 16, una de las publicaciones más influyentes en la Transición, recogía unas declaraciones de Felipe González, Secretario General del PSOE, a la salida del colegio electoral, 6 de diciembre de 1978, la jornada que refrendó la Constitución.

Preguntado por la vigencia del texto que se sometía a votación respondió: “Espero que decenios y decenios, y si es posible, de un siglo a dos”. Nada como el desparpajo y el tronío.

En una reciente biografía, Robespierre. Una vida revolucionaria (2012), Peter McPhee narra, a modo de conclusión, las vicisitudes del reconocimiento del revolucionario. El 30 de septiembre de 2009, el pleno municipal de la ciudad de París rechazó la moción de un concejal (socialista) que solicitaba poner el nombre de Robespierre a una calle o a una plaza en la “Ciudad de la Luz”.

El concejal, perplejo, argumentó que el dirigente jacobino era “primera y principalmente un revolucionario formado por los ideales de la filosofía de la Ilustración” y no “una caricatura de un verdugo sediento de sangre”. Y un formidable antecedente, se podría añadir, para un dinámico, necesario y urgente proceso constituyente que impulse otra forma democrática de vida en común.

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¿ Pacto para qué ?

aromero-300x188Carta abierta a la ciudadanía de Antonio Romero

¿Pacto para qué?, ¿para salvar a la corona, al bipartidismo y empobrecer al 70%  de la población, sin que intervenga la ciudadanía?

Este modelo es el que ha fracasado en España.

España necesita una enmienda a la totalidad;  un proceso constituyente.

Estimados ciudadanos y estimadas ciudadanas:

El pacto por arriba de la cúpula de los partidos, de los sindicatos, de la patronal y del gobierno impulsados por los poderes fácticos es lo que ha fracasado en España. Es lo que ha conducido a este modelo que tiene su origen en los pactos de la transición.

Se han encendido todas las luces rojas de alarma. Más de 6 millones de parados, 15 millones de pobres, índices de suicidios que superan los 9 diarios tres de ellos relacionados con la situación económica, desahucios de la vivienda, recorte en la salud y en la enseñanza pública, un nivel de empobrecimiento en la población desconocido en las últimas décadas en Europa, con hambre física, emigración de los jóvenes cualificados con titulaciones universitarias y formación profesional en tecnología avanzada. Una reforma laboral que pone a los trabajadores al pie de los caballos, al tiempo que se producen evasiones de capitales, los paraísos fiscales están más fuerte que nunca y con más dinero, negro y criminal, que nunca.

La iglesia, no sufre ningún recorte en su asignación anual de más de 11 mil millones de euros.

La corrupción afecta al conjunto del sistema, a la Casa Real en su columna vertebral, la familia del rey, el  primer partido que gobierna, en el caso Bárcenas, en el caso de los eres en el PSOE de Andalucía, el caso del PP en Valencia, etc.

La fractura que ha generado esta situación es muy grave, es una fractura de gran alcance. Este modelo se considera agotado por la ciudadanía que sufre las consecuencias de la política neoliberal y como punto de lanza, las exigencias del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central y de la Unión Europea (troika), como: las privatizaciones, el aumento de la edad de jubilación, la reducción de los salarios, unas relaciones laborales de esclavitud… de manera grosera y provocadora se han entregado miles de millones de euros públicos a la banca especulativa para tapar sus agujeros, es decir, el botón de muestra clara de que se rescatan los bancos y no a las personas.

La calidad de la democracia salta por los aires cuando se compromete un programa con el electorado y se hace todo lo contrario. Al mismo tiempo, se rechaza una ilp avalada por un millón y medio de firmas por la plataforma contra los desahucios ¿Qué garantías puede ofrecer un gobierno que ha traicionado su programa electoral y los compromisos contraídos con el electorado y con la sociedad española para alcanzar ningún pacto?

La monarquía ha suspendido en valoración y en respaldo popular, obtiene notas bajísimas entre la juventud y el conjunto de la sociedad.

Este sistema bipartidista como están diciendo todas las encuestas está siendo rechazado por la ciudadanía como un modelo basado en una ley electoral injusta y fraudulenta. Y sus prácticas han estado marcadas por pactos sobre bases neoliberales incluida la modificación de la constitución para priorizar la deuda sobre las políticas sociales.

La operación, la hoja de ruta, es la siguiente,  o un pacto con los sindicatos, la patronal, los partidos y el gobierno, para salvar la monarquía, el bipartidismo y un modelo económico que empobrece al 70% de la población o el otro camino, la oposición a estos recortes y la alianza con los movimientos sociales que están haciéndole frente, y lo que debe quedar claro es que la gente que se enfrenta a esta política tiene derecho a ser consultada, a que haya un referéndum sobre las políticas concretas que vayan a usarse, que se ensayen iniciativas de democracia directa.

Para concluir, no a un pacto por arriba que vuelva a las andadas, de actuar sin contar con su ciudadanía salvando el estatus quo y profundizando en la separación de la gente de las instituciones políticas y económicas.

Tenemos que seguir en la calle reclamando un proceso constituyente ante el fracaso de las políticas neoliberales y del régimen político.

Entonces, lo que se debe hacer, el único pacto posible en España, es un proceso constituyente dotando de instituciones nuevas, valores republicanos y democracia real y de esperanza los anhelos de nuestro pueblo.

 

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La muerte de la «izquierda» en Italia

Artículos Debates Internacional

gentePietro Maestri, de Sinistra Crítica

«De partido heredero de una tradición vinculada a los intereses del mundo del trabajo… el PD se convirtió con ganas en el representante de los intereses del capitalismo más institucionalizado; el capitalismo de los bancos y de las finanzas, de la especulación y de la competencia internacional «

No imaginábamos que asistiríamos en vivo y en directo al suicidio de un partido. El Partido Demócrata (PD) nos ha dado esta oportunidad, que podrá comportar una ulterior involución del sistema político italiano. En parte ya lo ha hecho. Pero es por ahí por donde pasa el debate sobre el sentido y la naturaleza de una izquierda moderna.

Por nuestra parte hemos criticado y nos hemos opuesto al grupo dirigente “demócrata” desde hace tiempo, desde la década de 1990 e incluso antes. Es decir, desde que los restos del Partido Comunista Italiano (PCI) decidieron abandonar una perspectiva de clase para adaptarse a las coordenadas del pensamiento liberal.

Pero sería demasiado fácil decir que su caída estrepitosa en la Cámara en los últimos días no nos haya asombrado; demasiado fácil decir “ya lo sabíamos”. El hundimiento ha sido tan desastroso e irreverible que merece un análisis más preciso. Hay por lo menos cuatro explicaciones.

Ante todo, el PD, y su secretario, Pier Luigi Bersani, pagan el precio de no haber reconocido el resultado de las elecciones del 25 y 26 de febrero pasado: la “no victoria” de hecho del PD y la manera en que se disimuló una derrota sustancial, basada en el mantenimiento en vida de Silvio Berlusconi y sobre todo en el fuerte ascenso de Beppe Grillo.

El 25 % de los votos conseguido por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) se obvió constantemente, sin comprender que su razón de ser radicaba en una crítica despiadada del marco político y, en particular, de quien podía haber cambiado su naturaleza y su forma.

Siempre se ha subvalorado el hecho de que la primera manifestaciòn masiva protagonizada por Grillo, el “VaffaDay”, se produjo durante el segundo gobierno de Prodi, en pleno periodo de gobierno del centro-izquierda. La base indignada se rebelaba precisamente contra éste y le demandaba respuestas. El hecho de no haberlas dado, durante una veintena de años, ha generado, sin prisa pero sin pausa, un distanciamiento y una desconfianza irreversibles.

El 25 de febrero, este sentimiento se manifestó en las urnas y el resultado fue tremendamente malo para Bersani y compañía. El hecho de no haber reconocido hasta las últimas consecuencias la derrota electoral, en comparación con las grandes expectativas de cambio, y de no haber admitido que aquel voto se debía en gran medida a su política, fue el primer paso en falso de este proceso.

La segunda explicación, más sustancial, se refiere a la naturaleza del PD.

De partido heredero de una tradición vinculada a los intereses del mundo del trabajo –claro que compatible con el capitalismo, pero anclada en las dinámicas de una clase social concreta–, el PD se convirtió con ganas en el representante de los intereses del capitalismo más institucionalizado; el capitalismo de los bancos y de las finanzas, de la especulación y de la competencia internacional (si hay una diferencia con Berlusconi y la Liga Norte, es que estos últimos han velado más por la estructura profunda de la pequeña y mediana empresa nacional, ahogada por la competencia exterior).

Esta naturaleza quedó patente con el estallido de la crisis global. El PD no tenía ni tiene ninguna credibilidad para promover una salida de la crisis porque se ha hecho portador de las políticas que la han causado.

La incapacidad de Bersani durante la campaña electoral para presentar un proyecto, expresar ideas, no solo se explica por su ineptitud personal, que también, sino sobre todo por esta profunda contradicción.

El bloqueo institucional refleja una parálisis político-programática que no podrá resolverse más que sobre la base de una profunda renovación. Que no veremos.

La tercera observación se refiere a la vida interior de un partido que durante veinte años, es decir, desde que el PDS (Partido Demócrata de Izquierda) se alió con los antiguos democristianos para crear la “coalición de los demócratas”, se ha visto sacudido por mil querellas internas, dividido entre perspectivas políticas divergentes –el centro izquierda con guion o sin él–, implicado en lides y venganzas, olivismo a ultranza y adhesión al socialismo europeo.

Estas polémicas no cesaron ni siquiera cuando nació finalmente el PD, y los enfrentamientos continuaron. La prueba es que los protagonistas de la derrota actual son los mismos de siempre: Prodi, D’Alema, Marini, Bersani y, aunque en segundo plano, Veltroni. En el momento de una crisis profunda, el grupo dirigente ha optado por rendir cuentas, y para sanar una situación ingobernable ha preferido acudir a Napolitano para tratar de disimular su propia crisis.

La cuarta explicación, finalmente, nos lleva a la relación con la sociedad italiana. Un partido que se ha hecho del sistema ha cortado amarras y roto relaciones con el mundo tal como es hoy. La indiferencia de los dirigentes ante las protestas de la calle, el “fascismo de la web”, la incomprensión de la rabia que suscita la “casta”, son todas ellas expresión de una ceguera acumulada a fuer de formar una casta. Un distanciamiento político y moral de las condiciones de vida reales en tiempos de crisis.

Si el Partido Comunista Italiano (PCI) conservaba, a pesar de los compromisos sociales y una línea sustancialmente compatible con el sistema, una “diversidad moral”, el PD no tiene nada que se le parezca.

Sin embargo, en su electorado queda todavía el recuerdo de aquella raíz, el anclaje en una historia pasada que alimenta expectativas y esperanzas. Esto explica el “asalto desde las redes sociales” que han sufrido los parlamentarios demócratas en los últimos días.

El electorado residual, aunque relevante, todavía esperaba señales de cambio, pero en vano. La “casta” se ha blindado. Más que un “golpe”, la reelección de Napolitano es un intento de autoexculpación, de ocultamiento de las propias debilidades (también Berlusconi las tiene, y sobre todo Monti, pero la cuestión es que no se ven). Un blindaje en nombre de una gestión de la crisis que será despiadada, pero que aun así no asegura la supervivencia del sistema.

La izquierda está por fin en el año cero. Por fin, porque al menos se disiparán equívocos e ilusiones. La crisis se abatió en primer lugar sobre la izquierda radical, desaparecida del parlamento en 2008. Hoy se abate sobre la componente mayoritaria y liberal. Pero es la misma crisis.

Se ha dilapidado el patrimonio heredado de la larga historia comunista, que hoy ya no puede alimentar ningún proyecto de futuro. Si una izquierda posible quiere existir de nuevo, deberá elaborar de entrada un proyecto político.

Del PD no surgirá ninguna componente que vaya en este sentido, como espera Nichi Vendola. El espacio para una izquierda reformista parece ser enorme, y puede que lo sea. Pero en el plano de las opciones y de los programas, la crisis requiere soluciones radicales.

Ni siquiera un reformismo keynesiano clásico –como ha señalado estos días Guido Viale– es suficiente (aunque podría servir de paliativo). Hacen falta propuestas radicales en el plano de la ecología y de la economía, de la redistribución de los recursos y de la recaudación de fondos con cargo a las grandes fortunas.

Son elementos que, aunque confusa y contradictoriamente, se encuentran también en las propuestas del movimiento de Beppe Grillo y que de hecho explican su éxito.

Fabrizio Barca, ministro de Monti, ha avanzado una propuesta de solución “laborista”. Su programa, sin embargo, se ha centrado ante todo en el papel del partido y se distingue más que nada por unas ideas experimentales –o por conceptos como el “catoblepismo”– y el deseo de renovación sin entrar a valorar programas políticos.

A la reivindicación de la actividad del gobierno de Monti, que“ha salvado al país del colapso financiero”, se añade únicamente una apuesta por políticas de desarrollo. Al oponerse a la elección de Napolitano, a Barca le parece increíble que el PD no haya apoyado a “Rodotà o Emma Bonino”, dos figuras que en el plano socioeconómico se hallan en las antípodas. Ideas confusas y poco interesantes.

En los próximos días, en todo caso, asistiremos a mil maniobras de quienes, hasta ahora marginados, pretenderán ocupar de nuevo un espacio que ha quedado libre.

Sinistra Ecologia Libertà (SEL) ya propone un mítin, o una manifestación, para comienzos de mayo; el dirigente de Rivoluzione Civile, Antonio Ingroia, se agita de nuevo y Rifondazione Comunista espera meterse en el vacío que se ha creado.

El PD hará todo lo posible por no perder fuerzas, aunque la escisión parece irreversible (si bien no hay que subvalorar los aspectos materiales que favorecen que se mantengan unidos: elecciones, recursos financieros, puestos de poder, etc.). Planteada en estos términos, la discusión se limita a la mera táctica y a las maniobras de posicionamiento, cuando el problema radica en la necesidad de construir una estrategia y elaborar ideas creíbles y alternativas a la austeridad.

Entre otras cosas porque, de todos modos, los espacios y y las posiciones están bien defendidos por un Movimiento que ha salido muy reforzado de la prueba parlamentaria. El M5S ha hecho gala de olfato táctico y político presentando a Rodotà y se dispone a registrar, en las próximas elecciones administrativas, un fuerte crecimiento electoral.

La mayor parte de los agentes se ven obligados a comentar lo que hace Grillo y están condenados a ir a la zaga de sus decisiones. La partida en la izquierda se juega teniendo clara esta situación. Y solamente se podrá concluir correctamente trabajando sobre las nuevas ideas y generando una credibilidad de la que ninguno de los que se agitan puede vanagloriarse.

Tras las ideas, sin embargo, no puede faltar una reflexión a fondo sobre las formas de la democracia, sobre el modo de construir una alternativa a un sistema que no se sostiene y que para seguir adelante necesita establecer una “neomonarquía”.

La democracia surgida de la segunda guerra mundial ha quedado despachada por la crisis. El neopresidencialismo será el resultado de la fase que está a punto de abrirse. Es preciso elaborar una propuesta que apunte en la dirección contraria, pero huyendo del conservadurismo (conservar significa defender las actuaciones que hemos visto en los últimos días). No será fácil, pero hay que intentarlo.

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Revolución Democrática: la única salida posible a la crisis

Artículos Debates Internacional

Miguel Cano Cruz
Presidente Sindicato Unitario de Andalucía

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«Hoy los movimientos sociales, políticos y sindicales tenemos la oportunidad de hacer cambiar el camino que los poderosos tienen trazado, el camino del mantenimiento de la explotación de unos seres humanos por otros. No la desperdiciemos y pasemos a la ofensiva revolucionaria».

Por qué es necesaria una salida revolucionaria a la crisis.

Porque todas las medidas contra la crisis que están tomando las élites españolas, los de arriba, persiguen recuperar un ritmo adecuado de crecimiento económico (de sus crecimientos económicos privados), que les permitan volver a ocupar un puesto relevante en la mesa de los grandes mundiales.

El Capitalismo ha sido el mejor sistema de apropiación privada de la riqueza jamás conocido en la Historia y el más prolongado, dado su nacimiento durante el transcurso del siglo XVI. Por eso también es un sistema anciano, caduco.

Las tendencias seculares que se vienen arrastrando desde los años setenta del pasado siglo, cuando se detiene el crecimiento económico iniciado tras la Segunda Guerra Mundial, comenzó a mostrar sus primeros síntomas de agotamiento definitivo. Las élites inauguraron una nueva y definitiva etapa que venimos denominando neoliberalismo.

El objetivo es intentar mantener una tasa de ganancia que se resiste a recuperarse. Ya Carlos Marx planteaba en El Capital cuáles eran los mecanismos que estas élites llevarían a cabo en estas circunstancias: aumento de la jornada laboral, aumento de los ritmos de trabajo, reducciones salariales, especulación financiera y aumento del comercio exterior.

Pero todos sabemos, todos los de abajo, que estas medidas nos causan un gran e irreparable sufrimiento. Todos sabemos cuales son las consecuencias de las medidas anticrisis de los gobiernos capitalistas, ya sean de derechas o izquierdas: que el pueblo pague y que gane la banca.

Hay voces que desde supuestos planteamientos ciudadanos, de izquierdas… plantean que se puede mantener el crecimiento económico con otro tipo de medidas menos perjudiciales para el pueblo.

Situándose en la cumbre de las luchas sociales, pretenden recuperar la concertación social y el estado del bienestar. Pretenden un reparto de los sacrificios más justo donde los de arriba, las élites, también paguen por la crisis aumentándoles la presión fiscal y con un más justo reparto de la riqueza para atender caritativamente a los desahuciados, a los expulsados de sus puestos de trabajo, etc.

Pero estos planteamientos son quiméricos. En primer lugar porque no existe un “bloque del este” con educación, sanidad, empleo… públicos que justifique ese gasto en el resto de países del centro y de la semi periferia capitalista.

En segundo lugar porque es inmoral mantener un estado del bienestar en occidente financiado con la explotación y la esquilmación del tercer mundo.

En tercer lugar porque el objetivo irrenunciable de las élites no es repartir sacrificios, sino apropiarse de toda la riqueza social que nos queda. Pasar al mercado nuestras escuelas, hospitales, pensiones… para el lucro privado.

Y en cuarto lugar porque pretender volver al estado del bienestar es un intento último de mantener el sistema capitalista por parte de aquellos que han vivido del cuento durante su existencia, a base de mantener con su participación a un sistema que aparte de haber sido el de mayor éxito en la apropiación privada de la riqueza social pero que, al mismo tiempo, está basado en pisotear la dignidad de la mayoría de la población.

Hoy los movimientos sociales, políticos y sindicales tenemos la oportunidad de hacer cambiar el camino que los poderosos tienen trazado, el camino del mantenimiento de la explotación de unos seres humanos por otros. No la desperdiciemos y pasemos a la ofensiva revolucionaria.

Propiciemos, luchemos y trabajemos por la auto organización de los pueblos para conquistar el control de las decisiones políticas y por la auto organización de los trabajadores en nuestros centros de trabajo, para conquistar el control obrero de la producción. Luchemos en definitiva, por la conquista revolucionaria de la democracia.



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La traición y el engaño de la deuda

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

«…Preguntadle a Madina y a Rubalcaba ¿Porque votaron hace poco en el Parlamento contra la auditoria de la deuda y no pagar la deuda ilegítima?
La deuda hay que dejar de pagarla y entonces volverá el empleo y los derechos…»

La principal causa del PARO es el pago de la mal llamada deuda pública. La deuda española que supone ya un 90% del PIB es impagable. Pero a nosotras y nosotros nos estafan y roban para pagar a los bancos privados los intereses de la deuda. La deuda es su negocio y su arma para destruir el bienestar; ese es su verdadero objetivo, mientras tanto y a nuestra costa generar intereses que engorden los beneficios de los bancos y los ricos.

Si quieres saber quien es de izquierdas, quien desea cambiar las cosas y quien no:preguntadle su posición ante la llamada deuda.

Preguntadle a Madina y a Rubalcaba ¿Porque votaron hace poco en el Parlamento contra la auditoria de la deuda y no pagar la deuda ilegítima?
La deuda hay que dejar de pagarla y entonces volverá el empleo y los derechos.

Necesitamos un gobierno valiente, del pueblo y por el pueblo y patriótico es decir no vendido al capital financiero y a la derecha alemana.
El negocio de de la deuda pública es su plan secreto contra el bienestar. El pago de la deuda es su principal beneficio.

El pulpo capitalista del que habla el maestro Lafontaine ha envuelto y engullido con esa mentira a los partidos dinásticos y sistémicos que reformaron la Constitución solo para garantizar el beneficio de la banca privada. Pero también a mucha gente engañada por los medios de comunicación, los chulos y mentirosos señoritos del PP y los liberales que dominan todo el espectro político del régimen.

Hay que decir alto y claro, que la única solución pasa por negarse a seguir pagando la deuda y auditarla PUES ESTAMOS PAGANDO LOS PUFOS DE LOS CAPITALISTAS y de las grandes fortunas ladrilleras y especuladoras.

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Tiempos del Sur

SEDANO-150x150Marcos González Sedano

«Tal vez, ha llegado la hora del Sur, de abandonar la UE y buscar una vía propia. Tal vez sean, Tiempos del Sur»

A lo que más le temía aquel núcleo de galos irreductibles era a que el cielo se les viniera sobre sus cabezas. La idea que da el tema es la de algo grande y pesado que se te cae encima de forma horizontal y sin remedio. El siglo XX y la lucha de clases la afrontamos desde la «izquierda» desde esa perspectiva.  Todo preparado, programado y organizado para la revolución. El resultado fue una estrepitosa derrota.

Sin las herramientas necesarias, pero con el instinto del que se encuentra en medio de un laboratorio jugando el papel de un elemento químico/social más, intento tener una visión histórica de este momento. He de confesarles que mis dudas, son más que las certezas. Haber llegado a esa conclusión para mí, ha sido un gran avance.

Tal vez todo empezó aquel mítico 15M: la primera respuesta inesperada; plástica, desbordante, ilusionante, fluida, creativa, participativa y ante todo antimonolítica. Pero, ¿Por qué fue posible aquél día? ¿Qué había ocurrido para que la sociedad respondiera de aquella forma? La élite europea se había dado a la expropiación de los bienes comunes de los países del Sur de la UE, acumulados durante siglos.

El nuevo imperio  alemán iba imponiendo poco a poco al resto de los estados de la vieja Europa el vasallaje. Esa estrategia de robo organizado por los de arriba, no hubiese sido posible sin la mutación de las sociedades que iban a ser asaltadas. Fagocitarlas, y convertir en plastilina las zonas de poder y solidaridad que cohesionaban a los ciudadanos, era un objetivo imprescindible.

Una vez desestructurada la sociedad desde ámbitos como lo socioeconómico, hasta las relaciones humanas; la mujer y el hombre han ido pasando a ser seres inestables, insatisfechos, socialmente aislados y han mutado. Lo han hecho a una velocidad histórica tal que ha sido difícil percibirla (al menos para los humanos de a pie como yo). Hemos mutado, y nuestras respuestas a la agresión del sistema han ido impregnadas de esa mutación. Sin darnos cuenta, los ciudadanos hemos pasado a ser los elementos químicos que componen el experimento y al mismo tiempo los investigadores que en una suerte de ensayo error, error ensayo, vamos aprendiendo sin saber en qué va a terminar esta sopa.

El imperio avanza, como si se tratara de un proceso final de neocolonización, donde la Káiser Merkel ordena desde Berlín o Bruselas y sus cónsules en la colonias, van siguiendo de cerca como continúa la campaña de rapiña. El neocapitalismo alemán, se va implantando desde la periferia del centro, los países del sur de la Unión Europea, hacia el centro.

Es posible,  a pesar de la violencia social a la que nos están sometiendo, que sea también en el propio Sur donde se encuentren las alternativas que desde el centro de la UE nos están imponiendo las élites. ¿Cuáles son? No lo sé.  Pero tal vez no lo estemos haciendo mal, buscando lugares de encuentro, de debate y coordinación, tejiendo redes de resistencia. Tal vez, ha llegado la hora del Sur, de abandonar la UE y buscar una vía propia. Tal vez sean, Tiempos del Sur.

 

 

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Construir la Alternativa Democrática de las mayorías sociales

43-45-3-e4326-150x150Manolo Monereo

«…Hablar de  Revolución Democrática es señalar con precisión la radicalidad y la hondura de los cambios a realizar y la necesidad de construir una pasión colectiva que de sentido a la vida y se oponga  a la noche neoliberal. El asunto es tan viejo como el mundo: cuando las clases subalternas se organizan en torno a un proyecto de vida, se convierten en una fuerza material y crean poder…»

 

Las bases sociales para una propuesta programática democrático-republicana (1)

Una  de las cuestiones esenciales del momento es conocer con precisión cómo y de qué forma están afectando los enormes cambios económicos y sociales que estamos viviendo a la consciencia, actitudes y comportamientos de la ciudadanía.

Para la izquierda transformadora no es un problema menor: conocer lo que piensan realmente las gentes en momentos donde, parecería, que todas las crisis se acumulan y se anudan en torno al régimen salido de la transición, es ahora un problema político decisivo. Buenas encuestas, en síntesis, para dar un fundamento realista  a las propuestas que se formulan en la esfera pública.

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Esto viene a cuento del debate abierto, sobre todo, en los mentideros políticos de la derecha extrema ante la encuesta realizada por la Fundación del BBVA sobre valores y actitudes sociales de las ciudadanas y de los ciudadanos de diez países de la Unión Europea (Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, Republica Checa, Suecia)

El estudio titulado ”Values and Worldviews” se realizó por IPSOS entre noviembre del 2012 y enero del 2013, con una muestra de 15 mil personas. ¿Por qué mereció una encuesta como esta tal atención y tan duras críticas de los tertulianos ultras?  Porque se ponía de manifiesto, una vez más, que para una parte sustancial, claramente mayoritaria, de la opinión pública europea la defensa del Estado del Bienestar seguía siendo fundamental  y que cinco años  de crisis habían propiciado el convencimiento de que las políticas de ajustes que se han venido practicando son injustas e ineficaces.

Para decirlo con más claridad: la ciudadanía demanda derechos sociales y laborales garantizados por el Estado y una mayor implicación de éste en el funcionamiento,    regulación  y control de eso que eufemísticamente se llama  mercado. Lo peor, de ahí el escándalo superlativo, era que la opinión pública española era  la más radical en estas posiciones “intervencionistas  y antiliberales”: ¡Tanto dinero invertido en propaganda, tertulianos y en sesudos estudios para esto!

No es posible resumir en tan poco espacio la riqueza del estudio y sus consecuencias para el análisis de la realidad social tal como las perciben las personas concretas. Solo aquellos datos más gruesos y definitorios.

Lo primero, es constatar que los españoles tienen una percepción clara de la hondura y gravedad de la crisis económica internacional y nacional. Segundo, los europeos identifican con mucha precisión (entre el  89 al 75,6 por ciento) quienes son los culpables de la crisis: los banqueros, los políticos, los gobiernos nacionales, los dirigentes de la UE, las compañías financieras, el Banco Central Europeo.

Esta percepción cuando llega la ciudadanía española es aún más mayoritaria, superando el  80 y 90 por ciento. Tercero, la media de los encuestados están entre las políticas de ajuste (38,5) y de aumentar o mantener  el gasto (40,3). Los españoles lo tienen  mucho más claro: Solo el 20 por ciento está por los ajustes; el 58,7 apuesta  por  el mantenimiento o el incremento del gasto público.

Como antes se dijo, la defensa y el desarrollo del Estado de Bienestar es un elemento fundamental de la identidad de los ciudadanos y ciudadanas europeas. La media europea de los encuestados (66,2 por ciento) considera que el Estado tiene la responsabilidad principal de asegurar la vida digna de las personas.

En España la cifra es del 74,1 por ciento, solo superada por Italia (76,3).Una clara mayoría (66,2) opina  que es necesario un amplio sistema de Seguridad Social aunque esto implique impuestos más altos. En España, la opinión es más mayoritaria: el 80,5 por ciento, superada por Suecia, Dinamarca y los Países Bajos. No es de extrañar que para la mayoría de los europeos es fundamental incrementar el gasto en sanidad, educación, atención a las personas mayores, discapacitados, parados.

Es muy significativa la opinión sobre el papel del Estado en la economía. Sobre 10, el 6,8 por ciento considera que el Estado debe tener un papel  muy activo en el control de la economía; en España el 7,1, solo superada por Francia (7,4). El 6,1 considera que la economía de mercado es el sistema más conveniente para el país; sin embargo, (es un dato interesante) el 6,0 considera que esta economía es la causa de las desigualdades  sociales; en España  las cifras varían: el 5,2 aprueba la economía de mercado pero el 6,6 considera a dicha economía la causa de las desigualdades sociales.

Otra cuestión a tener en cuenta es la opinión sobre el euro y la Unión Europea. La ciudadanía de los cinco países encuestados que pertenecen a  la zona euro, excepto los Países Bajos, consideran que el euro ha sido negativo para sus respectivos países; los otros (los que no pertenecen a la zona euro) opinan muy mayoritariamente que es positivo estar fuera de la moneda única.

Sin embargo, esto hay que subrayarlo, la mayoría no está de acuerdo con la vuelta a las monedas nacionales. Es coherente con esto la opinión, también muy mayoritaria, de que el euro se va a mantener en el futuro. Algo hay en todo esto que no casa demasiado: la mayoría (el 60,2) considera que cada país debe mantener la  autoridad sobre su política económica.

¿Puede extrañar que los ciudadanos y ciudadanas consideren a los políticos los culpables de la crisis? No demasiado. Sobre 10, el 7,7 de los encuestados considera que los políticos dedican más atención a sus intereses que a los intereses de la sociedad; en España esta opinión llega al 8,3 la más alta después de Italia (8,7) e igualada con la República Checa. Los políticos son los menos valorados de los grupos sociales y profesionales (3 sobre 10) junto con los periodistas (4,5), religiosos (4,7), empresarios (4,7).En España suspenden específicamente militares y jueces. La valoración de los políticos:1,5 sobre 10.

Una parte mayoritaria considera que la democracia no funciona bien en sus países. Esto es mucho más grave para los italianos y los españoles. La mayoría considera  que el voto es la forma principal que tiene las gentes para influir en las políticas que hacen los gobiernos pero, este pero tiene su importancia, consideran que tienen poca influencia en las decisiones políticas.

Las bases sociales para una propuesta programática democrática-republicana (2)

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En el artículo anterior expuse, muy sucintamente, los resultados de un estudio realizada por la Fundación del BBVA “Values  and Worldviews” en base a una encuesta  hecha en diez países de la Unión Europea. Ahora intentaré sacar algunas conclusiones que considero pertinentes para, por así decirlo, el debate de las izquierdas sobre nuestro presente y, sobre todo, nuestro futuro.
“Las gentes critican, al menos por ahora, la democracias existentes porque la soberanía popular manda poco o nada y porque las instituciones democráticas son cada vez más subalternas e impotentes ante los poderes fácticos”
La primera cosa a subrayar es que una parte claramente mayoritaria de la opinión pública europea rechaza las políticas neoliberales y defiende con  mucha fuerza el Estado social. Para decirlo con más precisión: para las mujeres y los hombres que viven en  la Unión, los derechos sociales y laborales son un componente central de la ciudadanía democrática y de su dignidad como personas.

Una segunda cuestión a señalar es que se produce una hondísima crisis de representación, una enorme sima, entre dicha ciudadanía y las elites políticas, económicas y mediáticas que ejercen realmente el poder. Las personas no tienen dudas: los poderes existentes trabajan por y para el poder económico-financiero y los políticos están a su servicio.

Así de claro, y por eso  una parte significativa de la ciudadanía, sobre todo en el sur, está profundamente insatisfecha del funcionamiento de nuestras democracias. Aquí tampoco cabría equivocarse demasiado: las gentes critican, al menos por ahora, la democracias existentes porque la soberanía popular manda poco o nada y porque las instituciones democráticas son cada vez más subalternas e impotentes ante los poderes fácticos.

Un Estado responsable

Hay un tercer dato, de valoración más compleja y sutil, con consecuencias políticas de mucho calado; me refiero a la valoración de eso que se ha dado en llamar economía de mercado.

El asunto se podría exponer del siguiente modo: la ciudadanía acepta la economía de mercado sabiendo que es la causante principal de las desigualdades sociales, por lo que  reclama un Estado responsable y garante de los derechos sociales e implicado fuertemente en su control y funcionamiento. Se diría que la opinión pública, más allá de los límites tradicionales de la izquierda y derecha, está por un programa de orientación fuertemente socialdemócrata, sobre todo en España.

Se podría continuar pero nos llevaría, seguramente,  demasiado lejos, sobre todo, si se compara con otras encuestas, como la reciente de la cadena SER. Insisto en lo siguiente: lo que nos dice el estudio que comentamos es que en las consciencias de las personas hay un rechazo fuerte a las políticas dominantes y una aspiración a otras más justas e igualitarias.

Es decir, nos señalan disponibilidades, horizontes y perspectivas para otros proyectos, en momentos de mucho sufrimiento y depresión social. De ahí, al voto o al compromiso político sostenido va un trecho difícil, muy difícil, de recorrer.

Pasar de la disponibilidad a la acción y al compromiso exige un proyecto claro, creíble socialmente y políticamente  solvente. No basta solo propuestas o consignas, hace falta fuerza organizada, capacidad, conectar y crear imaginarios sociales que impulsen a la acción, que combatan la resignación y el pesimismo. En definitiva, las personas no solo deben pensar que tenemos razón, más aún,  deben creer y luchar por nuestro proyecto: la única forma de hacerlo viable políticamente.
Tres condiciones

En nuestras específicas condiciones eso exige, al menos, tres condiciones: (a) una propuesta programática que conecte con las aspiraciones, necesidades y preocupaciones  de las mayorías sociales, es decir, un discurso alternativo ; (b) construir una proyecto político y una alternativa electoral que por su carácter, amplitud y coherencia unitaria movilice el imaginario ciudadano para mostrar no solo que se quiere sino que se puede, que hay  fuerza real  cambiar las cosas desde las necesidades de las personas; (c)situarse claramente en el conflicto social, impulsar las demandas, acompañar las luchas y convertirse en instrumento de los movimientos sociales.

La clave, al final y al principio, reside en la capacidad colectiva para situarse bien en el momento histórico donde se vive. La transición política, en muchos sentidos, ya ha comenzado. En el centro la lucha entre reforma y ruptura. En el fondo: la cuestión del poder en sentido fuerte, es decir, cambiar para que todo siga igual o democratizar realmente el poder económico, político y mediático-cultural.

Por eso, aquí y ahora, de lo que se trata es de construir la Alternativa Democrática como fuerza política y electoral de las mayorías sociales, con el objetivo explicito de disputarle la hegemonía al” partido único” del Régimen. Hablar en serio de la 3ª republica significa eso: una nueva clase dirigente capaz de impulsar un proyecto de país al servicio de hombres y mujeres libres e guales, comprometido  con la justicia y haciendo de la emancipación social el norte de la vida pública.

Tampoco en esto debemos engañarnos: la tarea será dura y los obstáculos muchos. Hablar de  Revolución Democrática es señalar con precisión la radicalidad y la hondura de los cambios a realizar y la necesidad de construir una pasión colectiva que de sentido a la vida y se oponga  a la noche neoliberal. El asunto es tan viejo como el mundo: cuando las clases subalternas se organizan en torno a un proyecto de vida, se convierten en una fuerza material y crean poder.

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En Italia la casta política y financiera ha dado un golpe de estado.

Artículos Debates Internacional

BerlusconiEmilio Pizocaro

“…A medida que los políticos llevan adelante largas carreras, ven a sus    oponentes políticos como compañeros de la profesión, que están conducidos por el mismo deseo de cobijarse en la seguridad de su puesto..”

Katz y Maier

Con la elección del octogenario Giorgio Napolitano ( 87 años) la “casta” política italiana ha vuelto a dar un espectáculo Fellinesco. Instalados en el desprecio a la voluntad popular han expuesto públicamente su absoluta decadencia. Peor aun, su completa sumisión a los poderes financieros.

Hoy ya se sabe que tras del acuerdo entre Bersani, Berlusconi y Monti está, una vez más, la inflexible mano de Frau Merkel, Wolfgang Schäuble  su ministro de Hacienda y la Banca Alemana.

Los artífices de este parto de los montes son dos ex-eurocomunistas. Giorgio Napolitano quien fue elegido diputado por el Partido Comunista Italiano en el año 1953 y Pier Luigi Bersani, quien fuera militante del desaparecido PCI a partir de los sesenta.

Para entender el sainete de la política italiana hay que recordar que el anterior golpe de estado del poder financiero, que instaló a Mario Monti en el poder, fue una maniobra orquestada por  Napolitano. Para este amaño contó con el soporte del PD y de Bersani.

El guión estaba escrito . Había que sacar las castañas del fuego con la mano del gato. Mientras el tecnócrata made-in Bruselas,  Monti , aplicaba una drástica  política de recortes, Bersani respaldaba “ sotto voce” esas políticas, pero no se manchaba las manos.

El siguiente paso de la “mise en scène” era el recambio “democrático”. Bersani, fue convenientemente endiosado por la prensa del sistema. Se le proclamó de antemano Presidente. Dijeron, es un político de izquierda, pero liberal que da “confianza” a los mercados. ( Ver  http://www.abc.es/internacional/20130224/rc-bersani-excomunista-tendencia-liberal-201302240117.html )

Para Ignacio Ramonet “ lo que los medios califican de «partidos políticos de la izquierda» tienen, muy poco de izquierda”

Es cierto, lo que dice Ramonet, pero parece que los comportamientos de Napolitano y Bersani ( y la actitud de una supuesta “izquierda italiana y europea” ) son el gran tema contingente que merece de estudio profundo de carácter sociológico e histórico.

Sin lugar a dudas ha habido renuncias a los principios y un acomodo muy bien remunerado al parlamentarismo, pero la cuestión va mucho más lejos. Una investigación seria deberá develar como se formó un casta política que se auto-reproduce y está instala por encima de la sociedad civil.

Al respecto, los cientistas políticos Richard Katz y Peter Maier han escrito un extraordinario ensayo llamado el “Partido Cartel” que ofrece importantes pistas que descubren lo que ha pasado con los partidos políticos institucionales en esta licuada democracia liberal.

En el modelo del partido cártel – nos explican –ningún partido institucional queda fuera del sistema . La democracia electoral se ha transformado en un medio por el cual los gobernantes controlan a los gobernados. (Bajar PDF en este enlace http://respaldo.fcs.edu.uy/enz/licenciaturas/cpolitica/cienciapolitica3/Katz_y_Mair_El_Partido_Cartel.pdf )

Las siguientes frases del libro de Katz y Maier  pueden darnos más  luces

“…La democracia se transforma en un medio para alcanzar la estabilidad social en vez de lograr el cambio social, y las elecciones se convierten partes “dignificadas” de la constitución…”

“…Dicho de otro modo, la democracia deja de ser vista como un proceso por el cual la sociedad civil impone límites y controles al estado, y se transforma en un servicio provisto a la sociedad civil por el estado. ..”

“…En las sociedades occidentales, la alternativa es proveer subvenciones y apoyo para todos, permitiendo a las diferentes coaliciones estar en el gobierno en diferentes niveles de la administración o en diferentes puestos…”

“…En definitiva, son los partidos en el gobierno quienes conforman el estado y proveen este servicio, y es su propia existencia la que están garantizando…”

Es absolutamente comprensible que los honestos militantes de izquierda miren horrorizados una ataque a los “políticos”, porque ha sido el discurso de las distintas facciones fascistas.

Sin embargo cuando se describe el comportamiento de “la casta de los políticos profesionales” y “los partidos cartel” no se está atacando a la actividad noble y desinteresada que debe ser la política.  Se está dando cuenta de cómo el sistema ha corrompido las bases de una autentica democracia.

En estos días en Italia , la heterogénea base social partidaria de Beppo Grillo se movilizan contra la “casta.  Ha dimitido toda la cúpula del PD y sus bases se rebelan ante tanto chanchullo. Rifundazione Comunista ha condenado el golpe de los partidos del sistema. Entre quienes se manifiesten habrán mucha gente de izquierda.

Achille, un viejo amigo comunista italiano , que al igual que Napolitano tiene 87 años también estará en las calles. Achille fue guerrillero de la Brigada Garibaldi y combatió a los fascistas con las armas en los montes del norte de Italia. Claro que nunca a sido parte del aparato partidario.

En una mezcla de hartazgo por “la casta” y sin perder la esperanza me ha dicho por teléfono. “Porca miseria traditori hanno vinto, ma presto canteremo orgogliosa  Bandiera Rossa”. Maldita miseria los traidores han ganado, pero pronto volveremos a cantar orgullosos “Bandiera Rossa”.

 

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