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¿Brotará socialismo del chavismo?

claudio_katzClaudio Katz, Economista

Chávez se sobrepuso a situaciones más difíciles girando a la izquierda e incentivando la acción popular. No aceptó el techo del nacionalismo burgués y rehabilitó el proyecto socialista. Sus discípulos pueden retomar esa conducta.

 

Desde hace varios años Venezuela es el principal laboratorio latinoamericano de transformaciones políticas y sociales. En toda la región se observa con gran expectativa que sucederá con el chavismo sin Chávez. Es indudable que el país ingresará en etapas muy diferentes si el proceso se radicaliza o estanca.

VARIEDAD DE CONSPIRACIONES

La derecha intentó desconocer un acto comicial realizado con el “mejor sistema electoral del mundo”. Esta calificación pertenece al ex presidente norteamericano Carter, que ponderó las virtudes del voto electrónico, la fiscalización internacional, el poder electoral independiente y las auditorías incorporadas. Esta transparencia fue confirmada en la reciente elección por comités de expertos y observadores de organismos mundiales. Capriles no aportó ninguna prueba de fraude, exigió verificaciones que ya fueron realizadas y propuso formas de conteos que recrearían las anomalías del viejo sistema manual.

La reducida diferencia a favor de Maduro (50,75 % frente 48,98%) no es tan inusual. Se registró en otras elecciones venezolanas (1968, 1978) y en varias norteamericanas ( Kennedy triunfó sobre Nixon por 49.7 % a 49.6 % en 1960) . Numerosos comicios recientes (por ejemplos italianos) se han definido por algunos miles de votos.

Lo que no perpetró Maduro fue el fraude realizado por George Bush en el 2000, para apropiarse de la victoria de su rival Gore (48,4 % frente 47,9%), mediante una maniobra del colegio electoral de la Florida. Cuando Chávez perdió por escaso margen en el 2007 reconoció de inmediato la derrota. Maduro había anticipado que con un solo voto de diferencia en su contra entregaba el gobierno y con el mismo margen a su favor asumiría de inmediato. Conocidos los resultados definitivos se limitó a cumplir su promesa.

El intento golpista irrumpió de inmediato con 8 asesinatos, decenas de heridos, incendios en las sedes chavistas y asedios al Poder electoral. Este operativo fascista fue ensayado durante una campaña electoral que incluyó sabotajes de usinas, jaqueos de computadoras, desabastecimiento de alimentos, encarecimiento de productos básicos y gran despegue del dólar paralelo. También ingresaron desde Colombia grupos paramilitares para ultimar militantes del oficialismo.

Capriles intentó crear el escenario de des-gobierno requerido para repetir los derrocamientos de Lugo (Paraguay) y Zelaya (Nicaragua). Contó con el aval de la embajada estadounidense y el sostén de la diplomacia española. Los dos países demoran el reconocimiento del nuevo presidente y fueron instigadores directos del fracasado golpe de Carmona, en abril del 2002.

Pero no resulta fácil r epetir esa asonada frente a la gran experiencia de resistencia que acumula el pueblo venezolano. La derecha ha perdido el soporte financiero que les aseguraba el manejo indirecto de la petrolera estatal (PDVSA) y enfrenta el rechazo mayoritario de los gobiernos sudamericanos.

Pero lo más importante fue la contundente reacción de Maduro que denunció el pacto a escondidas propuesto por Capriles. La oposición a ese contubernio fue acompañada de una explícita caracterización de clase de su adversario, como exponente de la burguesía venezolana. Los medios de comunicación presentaron este retrato como un cliché propagandístico, sin advertir que esclarece el contenido social de la disputa en curso.

La derecha se ha envalentonado y unificado en torno a un líder. Apostará al asedio, al desgaste y a la provocación. Incentivará el caos económico, la desestabilización política y la presión armada. Tiene un libreto que habría aplicado con la misma intensidad, si la victoria de Maduro hubiera sido más amplia.

Este boicot empalmará con un metódico trabajo para imponer el llamado a una elección revocatoria dentro tres años. Harán funcionar a pleno los medios de comunicación, para demostrar cuán autoritario es un gobierno que supera todos los récords de elecciones cristalinas. Difundirán las terribles persecuciones que sufren los opositores con mayor libertad de insulto del planeta.

La derecha seguirá tanteando a los militares que se encuentran en la mitad del sándwich creado al interior de las Fuerzas Armadas. La jerarquía y la oficialidad inferior que sostienen al chavismo están cortadas por viejas capas de uniformados, con privilegios y negocios de todo tipo. Ellos conforman el sustento más peligroso de la “boli-burguesía”.

RESULTADOS SORPRESIVOS Y CONFIRMATARIOS

Maduro consiguió 7.575.506 votos y Capriles 7.302.641. Sufrió una pérdida aproximada de 685.000 sufragios en comparación a los obtenidos por Chávez en octubre pasado, mientras que su contrincante sumó una tanda de 670.000 papeletas. El 50,75% logrado se sitúa lejos de la primera victoria presidencial chavista (56,2%) y también por debajo de la última elección (54,4%).

El retroceso fue impactante porque todos esperaban una holgada diferencia de 8-12 puntos a favor del oficialismo. Estos pronósticos eran compartidos por la derecha y las encuestadoras. Pero si se evalúa lo ocurrido con cierta distancia de esa expectativa, lo llamativo es la vitalidad del chavismo, que ha ganado 17 de las 18 elecciones realizadas en los últimos 14 años. Se ha votado a un ritmo inédito. Con un régimen de concurrencia no obligatorio, la participación en las últimos dos llamados se aproximó al 80% de la ciudadanía.

No hay que perder de vista que se logró una victoria muy especial por la ausencia de Chávez. El fantasma de la derrota padecida por el sandinismo en 1989 quedó despejado. Cualquier político del mundo envidaría al partido que obtiene el triunfo número 17, sin su figura dominante.

Hay dos lecturas posibles de los cómputos finales, dada la leve caída registrada en el número de concurrentes (80 a 78%). La primera destaca que el chavismo no logró arrastrar a las urnas al segmento popular que lo acompañó en octubre pasado, mientras que la derecha sí pudo incrementar su propia afluencia. La mayor abstención porcentual en los barrios humildes corroboraría esta evaluación. La segunda visión atribuye los resultados a un desplazamiento de votos del oficialismo hacia la oposición. En cualquier caso hay un repunte de derecha y una caída del chavismo.

Este viraje indica que se leyó mal las consecuencias electorales del fallecimiento de Chávez. El respaldo emotivo arrollador se daba por descontado, sin que la pérdida del comandante podía provocar también desanimo y desamparo. Aprovechando este clima Capriles recurrió a una increíble usurpación y se presentó como un sustituto confiable del proceso bolivariano.

Pero el simple registro del vaivén electoral (fuerte recuperación en octubre y simétrica caída en abril) no debe oscurecer, la declinación general del voto chavista desde el 2007. Esa caída obedece a causas muy conocidas y detalladamente enunciadas por Maduro en el acto de cierre. Inflación ascendente, estampida del dólar, carencia de los productos no provistos por la red oficial (MERCAL), enriquecimiento de los banqueros y enormes ganancias de los intermediarios importadores.

La visible corrupción perdura con el amparo de los burócratas que manejan gran parte de la estructura oficialista. El mal endémico de la ineficiencia persiste en todos los niveles de la administración pública y la explosión de delincuencia abruma a la población.

En este escenario de dificultades el chavismo cuenta con un significativo margen para remontar la cuesta, antes de la confrontación que impondría un eventual revocatorio. Mantiene una sólida mayoría en la Asamblea Nacional (95 sobre 165 integrantes) y comanda 20 de las 23 gobernaciones.

El escenario económico no presenta, además, las aristas catastróficas que difunden los economistas neoliberales. Chávez demostró una y otra vez como se pueden recuperar los votos perdidos en este tipo de circunstancias. El punto de partida es revisar los errores sin flagelarse. La necesidad de introducir correcciones es obvia, pero el sentido de estos cambios es mucho más polémico.

DOS ACTITUDES, DOS PERSPECTIVAS

 

Radicalizar el camino abierto hace 14 años o contemporizar con la derecha son las dos opciones contrapuestas que enfrenta el chavismo. El mismo dilema afrontaron muchos antecesores latinoamericanos del proceso venezolano. Debieron definir la profundización o disolución de proyectos revolucionarios, nacionalistas, antiimperialistas o reformistas.

Chávez siempre se inclinó por el primer camino, confrontando con los partidarios del status quo. La radicalización permitiría renovar las energías de una transformación que ya agotó su primera etapa. La alternativa conservadora desmoralizaría en cambio a la masa chavista, sin atraer a la derecha.

El primer rumbo exige dialogar con todos sin pactar con la burguesía. El segundo curso conduce a un acuerdo con los enemigos a costa de los propios seguidores. La audacia que demostró la revolución cubana es un antecedente de rupturas que abren horizontes. El vergonzoso final del MNR boliviano o del APRA peruano ilustra, por el contrario, el desmoronamiento que sucede a la capitulación.

Las dos perspectivas estarán en juego en la forma de encarar las asfixias económicas de corto plazo que imponen la inflación, la devaluación y el déficit fiscal. Estas desventuras son consecuencia de un sabotaje capitalista, que multiplica los beneficios de los grupos enriquecidos al amparo del poder. Si no se penaliza a tiempo a esos sectores habrá que recurrir al ajuste antipopular en forma explícita o encubierta.

Hasta ahora se contrarresta el desabastecimiento con mayor provisión de bienes, en el circuito de comercialización oficial. Pero la tolerancia hacia los especuladores termina neutralizando esa compensación. Los nuevos porcentajes de aumento salarial (35-48%) mantienen el poder de compra de los trabajadores, pero no corrigen el círculo vicioso creado por una inflación desbocada y convalidada con alta emisión. No es necesario enfriar la economía, ni retornar al libre mercado para reducir la carestía. Se puede actuar directamente sobre la formación de precios con medidas de control, fiscalización del beneficio y punición impositiva de los acaudalados.

La definición económica central gira en torno al fondo petrolero y la distribución de sus divisas. Durante un largo tiempo se aceptaron mecanismos de intermediación bancaria que engordaron a los financistas, sin reducir la especulación cambiaria. Ahora se ha introducido un sistema de subastas más transparente, pero los grandes capitalistas continúan lucrando con las divisas. Obtienen dólares al precio oficial y los comercializan en el mercado negro. No sólo hay problemas técnicos con la gestión de la subasta. Es indispensable tornar efectivo el monopolio estatal del comercio exterior para ordenar del manejo del excedente comercial.

Las mejoras del ingreso popular son tan evidentes que la propia derecha ya las reconoce como un mérito del chavismo. Eluden explican por qué sus gobiernos nunca ensayaron algo parecido. Fue el desplazamiento de esas administraciones reaccionarias lo que permitió derramar la renta petrolera hacia abajo. Pero es evidente la fragilidad del aumento actual del consumo sin la correspondiente inversión. La ampliación genuina del poder de compra exige avances significativos en la malograda industrialización de una economía rentista.

En el plano político los dilemas igualmente acuciantes. Existe un generalizado cuestionamiento de la corrupción y el castigo de los que acumulan dinero mal habido, definirá si el proceso recupera sustento popular. Maduro anticipó la creación de un cuerpo especial y secreto para destapar malversaciones. Pero una nueva ética de la honestidad exige la intervención directa de los militantes chavistas y una gran sensibilidad oficial para facilitar las denuncias.

La iniciativa de unificar las misiones en un nuevo sistema puede resultar también muy útil, si al mismo tiempo se fortalece la acción por abajo en las comunas y en los sindicatos. El anuncio de ir a las fábricas y a los barrios para construir legitimidad popular abre un camino de rencuentro con los votantes perdidos.

Hay condiciones favorables para introducir estas correcciones en el apasionado clima de Venezuela. Allí no impera la indiferencia, ni el hartazgo con la política que se observa en tantos países. El nuevo piso forjado en la conciencia popular permite encarar por ejemplo las iniciativas humanistas que Maduro sugiere, para lidiar con el complejo problema de la inseguridad. Ha convocado a la reintegración social de “todos los muchachos que dejen las armas” y se opone a la violenta persecución de los marginados, que instrumentaría la derecha.

No es sencillo tampoco radicalizar el proceso, atrayendo al mismo tiempo a gran parte de la clase media que se alinea con la derecha. La receta clásica de los socialdemócratas es el travestismo. Implementar “lo que la gente quiere” luego de haber absorbido los mensajes de los medios de comunicación. Esa adaptación trasformaría al chavismo en otro caso más de domesticación institucional.

Si se quiere evitar este entierro, no queda otra alternativa que perfeccionar la disputa ideológica iniciada hace 14 años. Persuadir y persuadir con nuevos argumentos es el sendero a recorrer. Demostrar como la derecha empuja a la clase media a actuar contra sus propios intereses persiste como el gran desafío del chavismo.

LEGADOS Y CONVICCIONES

El proceso bolivariano puede brindar una gran lección a los veteranos de la izquierda latinoamericana que perdieron el espíritu revolucionario. Si se revisan las fallas sin desazón, el lugar vacante que ha dejado Chávez encontrará sustitutos más colectivos.

No hay que olvidar cómo el gestor del cambio actual se sobrepuso a varias experiencias fallidas . Y al igual que Fidel después de Moncada siguió adelante luego del fracaso de su alzamiento inicial. Esa firmeza lo convirtió en un líder de masas al cabo de un breve encarcelamiento. Posteriormente supo afrontar el golpe del 2002 con la misma resolución y entregó sus últimas energías vitales a la batalla contra Capriles. Sin ese coraje Maduro no estaría hoy al frente del gobierno .

Chávez mutó siguiendo los vientos de la acción revolucionaria y por eso sus convicciones nacionalistas evolucionaron hacia la izquierda. Desde 1999 se embarcó en un curso radical que lo distanció de las clases dominantes y lo enlazó con las clases oprimidas.

Las confusas relaciones que estableció al principio con los militares derechistas de Argentina (“carapintadas”), indujeron a muchos analistas a observarlo como un golpista más del pelotón latinoamericano. El mismo equívoco suscitó su coqueteo inicial con la Clinton y la Tercera Vía del social-liberalismo. Pero su reacción frente a la embestida derechista despejó rápidamente cualquier duda sobre sus preferencias políticas. Optó por una convergencia con la izquierda que fue acelerada en su encuentro con Fidel .

Chávez se nutrió del patriotismo radical que personificaban Torrijos y Velazco Alvarado. Pero alentó una participación popular antiimperialista muy superior a esos antecesores. C ontraviniendo la trayectoria dominante del nacionalismo latinoamericano impulsó la movilización social. Propició la creación de 100.000 círculos bolivarianos, la ocupación de PDVSA, la organización de los reservistas y la expansión de los consejos comunales. Esta confianza en el sujeto popular lo distanció del clásico arbitraje de Perón o Vargas. Dejó de lado el bonapartismo militar e introdujo la mayor democratización de la historia venezolana.

Su vaga aceptación juvenil del socialismo desembocó en un proyecto de reformas avanzadas sin el techo tradicional del nacionalismo burgués. Como tenía muy presente la tragedia de Salvador Allende, no se replegó ante las amenazas fascistas. Al contrario, concibió una estrategia de contragolpe frente a la derecha, junto a ensayos de transformación pacífica con resguardo armado. Su obsesión por el triunfo se gestó evaluando las derrotas sufridas por todos revolucionarios latinoamericanos desde Zapata y Sandino hasta Farabundo Martí.

Esta conducta le permitió a Chávez aguar la fiesta neoliberal, confrontar con el imperialismo y recuperar el proyecto socialista. Incurrió en numerosos errores, como la entrega de dirigentes guerrilleros a Colombia y la reivindicación de varios dictadores del mundo árabe. Pero inauguró el proyecto que ahora pueden culminar sus discípulos, si avanzan hacia la realización del socialismo.

Los dirigentes chavistas consideran que están embarcados en esa construcción y lo demuestran con discursos, proclamas y carteles desplegados por todo el país. Las denominaciones aplicadas a muchos emprendimientos confirman esa expectativa (empresas socialistas, partido socialista, salud socialista). La generalizada utilización de un concepto pos-capitalista es muy familiar al chavismo, que nutre sus filas de militares, intelectuales y activistas formados durante los años 70, bajo el influjo guerrillero y variadas influencias ideológicas comunistas.

Los dogmáticos descalifican este perfil resaltando la distancia que separa a los enunciados socialistas de su concreción. Suponen que ambos parámetros deben marchar al mismo ritmo, sin explicar por qué razón ellos mismos despliegan tanta propaganda marxista sin ningún atisbo de materialización. Proclamar el ideal socialista es un primer mérito, en la medida que define cual es la meta ambicionada y qué distancia habría que recorrer para alcanzarla.

Los sectarios repiten también los sarcasmos cínicos contra el socialismo bolivariano que emiten los críticos derechistas. Nunca se preguntan por qué razón el chavismo rescató el ideal socialista. En el pasado era muy frecuente reivindicar formalmente esa meta, como una cobertura demagógica para cualquier proyecto político. Este disfraz era necesario por el impacto generado por las revoluciones rusa, china, cubana y vietnamita. Todavía subsisten muchos partidos liberales, derechistas e incluso fascistas que preservan su mote socialista inicial. Pero esa moda quedó mayoritariamente sepultada con el desplome de la Unión Soviética.

Ningún movimiento popular reclama hoy a sus dirigentes que adopten definiciones socialistas. Este pronunciamiento no brinda réditos en ningún terreno. El prestigio intelectual y la penetración electoral que suscitaba esa identificación se ha diluido. Sólo cabe por lo tanto una interpretación de las razones que indujeron al chavismo a retomar el socialismo: la convicción. Aunque los descreídos no puedan entenderlo, ese parámetro guía la conducta de los militantes y dirigentes embarcados en la batalla por la emancipación.

APRENDIZAJES E INNOVACIONES

Cualquier luchador latinoamericano sabe que una construcción socialista exige lidiar con dos novedades contemporáneas: la URSS ya no existe y las viejas dictaduras regionales han sido reemplazadas por sistemas constitucionales. El proceso revolucionario debe transitar por senderos más complejos que el pasado. La insurrección, el foco o la guerra popular prolongada ya no aportan respuestas a la forma de actuar en el terreno electoral y al desafío de conseguir aliados externos para resistir el acoso imperial. Frente al nuevo escenario hay que innovar con la misma audacia que en su época tuvieron Lenin, Mao y Fidel.

Los sectarios recluidos en su micro-mundo ni siquiera se plantean estos problemas. No perciben los problemas que emergen de cualquier interacción con la realidad. En octubre pasado se opusieron por igual a Chávez y a Capriles, presentando una candidatura insignificante (Chirino). Esta vez optaron por la abstención, argumentando que Maduro y su reaccionario contrincante “son lo mismo”. Minimizan el peligro golpista porque consideran que el chavismo es tan nefasto para el pueblo como su adversario. Con semejante despiste sus planteos solo aportan una graciosa nota de color al panorama venezolano.

Es importante comprender los nuevos rumbos de la lucha por el socialismo. En el siglo pasado los revolucionarios no enfrentaban la problemática intervención en el sistema electoral burgués. Actuaban en un persistente contexto de guerras y dictaduras, sin necesidad de abordar la disputa por los votos. Las dificultades para trabajar por una construcción socialista en este terreno son muy conocidas por cualquier de militante de izquierda, que haya participado en alguna elección. El régimen constitucional otorga a los dueños del poder económico y mediático privilegios siderales, que son potenciados por el predominio de la ideología convencional.

Los méritos del chavismo en este terreno han sido mayúsculos. Le ganó diecisiete votaciones a las clases dominantes. Pero es ilusorio suponer que esa secuencia se repetirá ad infinitum en una elección tras otra, sin padecer cansancio y desgaste.

Está probado que el socialismo no podrá emerger de la simple continuidad de secuencias electorales. Los socialdemócratas que alguna vez creyeron en esa posibilidad, ya no destinan ni un minuto a recordar la justificación de esas creencias. Simplemente actúan aceptando las pautas que fijan las clases opresoras. Si se quiere evitar esa degradación hay concebir como se podría integrar el sufragio periódico actual a una futura democracia socialista. Ese tránsito requeriría alguna modalidad de ruptura revolucionaria.

El instrumento potencial de esa transformación es el poder popular que acompaña al chavismo desde su nacimiento. Estos organismos paralelos y articulados al esquema institucional presentan múltiples modalidades de consejos, comunas, círculos, sindicatos y partidos. Hasta ahora no consolidaron una forma definida y tampoco maduraron un desarrollo autónomo, en gran medida por la tutela impuesta desde arriba. La ausencia de Chávez exige ahora potenciar el protagonismo colectivo.

Las carencias del poder popular pueden ser fatales, puesto que allí se concentran los embriones de la construcción socialista. Ese poder es el gran resguardo de continuidad del proyecto revolucionario, frente a los imprevisibles vaivenes de la disputa electoral. Por esta razón cuando se cierra un acto comicial no sólo hay que contar los votos obtenidos. Se necesita saber cuánto se avanzó en la organización de la estructura popular.

Chávez siempre supo cuán necesario es prepararse para confrontar con clases dominantes decididas a defender sus privilegios por medio de la fuerza. No alcanza con impedir la designación de un Pinochet al frente del ejército para impedir el drama sufrido en Chile en 1973. Las estructuras populares defensivas son indispensables para condicionar el comportamiento de las fuerzas armadas en situaciones críticas. La conducta de esa institución en gran medida depende de la capacidad popular para actuar en forma directa y organizada contra los fascistas.

El sorprendente devenir de la historia ha reintroducido la batalla por el socialismo en un país petrolero. Este escenario era inimaginable para los marxistas del siglo XX, que se acostumbraron a localizar los procesos revolucionarios en países carentes recursos. Venezuela es la contracara de ese modelo. No afronta ninguna de las restricciones que por ejemplo atormentan a Cuba.

La combinación de plan y mercado requerida para una transición socialista en un país exportador de combustible será muy distinta a la exigida en una economía carente de divisas. Hay ciertas medidas comunes a cualquier proyecto anticapitalista (bancos, recursos naturales y comercio exterior nacionalizados).

Pero dada la estatización del petróleo, el mayor desafío que afronta Venezuela es la gestión de ese recurso y no la ampliación ulterior de la propiedad pública. Es vital cambiar la matriz productiva con expansión industrial y reducir las importaciones de bienes de consumo. El éxito económico del chavismo se medirá en este plano.

MOVIMIENTOS SOCIALES DEL ALBA

La victoria de Maduro es un trago amargo para la diplomacia estadounidense, que ansía librarse de la crítica chavista a todas sus tropelías. Esas denuncias empañan el reacomodamiento táctico que promueve Obama para atenuar la imagen belicista de la primera potencia. El triunfo bolivariano obliga a Estados Unidos a perfeccionar el maquillaje de sus invasiones, asesinatos selectivos y torturas en Guantánamo.

La presencia de un continuador de Chávez al frente de una economía petrolera representa, además, un grave problema para el imperio, que siempre computó al crudo venezolano como un insumo propio. Le resulta intolerable que su principal abastecedor latinoamericano maneje cuotas de producción en forma soberana y acuerde contratos de largo plazo con China.

Estados Unidos no ha podido tumbar el proceso bolivariano al cabo de catorce años. Este fracaso obedece también a la capacidad exhibida por América Latina para impedir la repetición del desangre perpetrado en Medio Oriente y África. La enorme trascendencia de este logro no ha sido debidamente valorada. Si la región padeciera masacres étnicas, guerras sectarias o matanzas separatistas, actualmente sólo discutiríamos la forma de emerger de esas tragedias.

El país necesita apoyarse en un bloque geopolítico latinoamericano para contrapesar la presión imperial. Es el respaldo que no tenía Cuba en los años 60. Incluso con varios gobiernos derechistas en su interior, UNASUR, CELAC y otros organismos pueden cumplir ese rol de escudo protector. Pero lo ocurrido con Lugo en Paraguay demuestra que ese resguardo no sustituye la decisión interna de confrontar con el golpismo.

Venezuela no es un integrante más de la alianza sudamericana y su gobierno presenta un perfil diferenciado de cualquier administración de centroizquierda. Esta singularidad reapareció durante la elección del primer sucesor de Chávez.

Maduro es un “presidente obrero” muy distinto a Lula, tanto por su militancia socialista, como por la distancia que ha mantenido de la socialdemocracia. No recurrió hasta ahora al discurso amigable con los poderosos. Al contrario, confrontó con el “burguesito Capriles que desconoce la vida del trabajador”. ¿Persistirá o se diluirá ese mensaje?

El planteo de Maduro también contrasta con la indiferencia hacia la meta socialista, que predomina entre la mayoría de los presidentes progresistas. Algunos mandatarios -como Cristina Kirchner- son incluso abiertamente hostiles a ese ideal. Suelen contraponer la bandera roja con el estandarte celeste y blanco, como si fueran símbolos en conflicto.

El chavismo ha transformado el panorama de la izquierda latinoamericana y rehabilita la batalla por el socialismo continental. Pero no existe hasta ahora un organismo de confluencia para esa acción. La nueva articulación de los movimientos sociales del ALBA, que se está promoviendo para aglutinar organizaciones populares a escala regional, podría cumplir ese papel. Pero debería reunir agrupaciones construidas desde abajo con autonomía de los gobiernos.

Esa confluencia estaría exenta de las restricciones que rodean a la acción gubernamental. Su función no sería consolidar acuerdos geopolíticos, asociaciones estatales, alianzas o convenios económicos. Trabajaría en las prioridades de los movimientos sociales y podría alzar la voz en los temas conflictivos. Desde un ALBA de los pueblos hay espacio para la solidaridad con Haití sin envío de tropas, para cuestionar a las transnacionales de cualquier sub-potencia y para objetar las fantasías del “capitalismo regulado”.

Los movimientos sociales ALBA tienen la oportunidad de cubrir el vacío dejado por el declive del Foro Social de Porto Alegre. Podría avanzar en la superación de esa experiencia adoptando el perfil de lucha que eludió ese precedente. El momento es promisorio y la rendija comienza a abrirse para la gran tarea de convertir el sueño de Bolívar en una emancipación socialista.

21-4-2013

BIBLIOGRAFÍA

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-Zuñiga Simón Andrés, “Devaluar o no devaluar… ¿Este es el problema?”, www.rebelion.org8-2-2013.

RESUMEN

El proceso bolivariano ingresa en una etapa de definiciones. La derecha ensayó una presión golpista sin las condiciones del 2002. Intensificarán las campañas destituyentes, tentarán a los militares e impulsarán el revocatorio. El oficialismo logró una ajustada victoria remontando los inesperados efectos del fallecimiento de Chávez y sorteó el fantasma de la derrota sandinista. Padece una declinación de votos por causas muy conocidas, pero tiene margen para remontar la adversidad.

La radicalización renovaría las energías y la opción conservadora desmoralizaría al chavismo. Son dos cursos opuestos para afrontar la ineficiencia, la corrupción y la inseguridad. Chávez se sobrepuso a situaciones más difíciles girando a la izquierda e incentivando la acción popular. No aceptó el techo del nacionalismo burgués y rehabilitó el proyecto socialista. Sus discípulos pueden retomar esa conducta.

La desaparición de la URSS y el fin de las dictaduras obligan a reconsiderar la estrategia socialista. Se impone combinar la acción electoral con la construcción del poder y el resguardo defensivo, tomando en cuenta la peculiaridad de una economía petrolera.

La victoria de Maduro afecta la estrategia de maquillajes imperiales y refuerza la necesidad de proteger a toda la región de las tragedias que soporta África y Medio Oriente. La articulación de movimientos sociales del ALBA ofrece un nuevo ámbito de aglutinamiento por abajo por la emancipación socialista.

 

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El ciudadano Correa

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martinez

Lo que Correa no podía hacer en calidad de jefe de estado extranjero de visita, es llamar a la revolución ciudadana en nuestro Reino, corrupto y empobrecido por sus gobernantes y sus banqueros. Pero nosotras y nosotros si podemos, es decir si se puede.

Ecuador y su Revolución Ciudadana es una de las respuestas latinoamericanas más contundentes al neolibralismo mundial. A esta afirmación debemos añadirle que también lo es exitosa. El gobierno de Correa, parte esencial del ALBA ha logrado importantes victorias frente al conservadurismo y al capitalismo mundial, entre las que de forma paradigmática, se sitúa su auditoria de la deuda y la nueva Constitución, que fue la primera en introducir un concepto tan importante, como el del buen vivir, frente al consumismo, destructor de mentes y espíritus como genocída del planeta tierra.

Pero si algo hay que agradecer a los mandatarios y mandatarias progresistas latinoamericanos desde el resto del mundo y desde Europa en especial, es su claridad de ideas y de acciones. Correa es muy claro y además posee la autoridad de su doctorado en economía y su profundo conocimiento del funcionamiento del capitalismo financiero. También la de sus victorias electorales frente a la oligarquía ecuatoriana. Por eso en su reciente gira por la vieja Europa, se ha permitido dar lecciones -afirma, que sin pretenderlo- a unos mandatarios torpes, reaccionarios y neoliberales, que nos conducen irremisiblemente al abismo social.

Escuchando al presidente Correa en Valencia, no pude sino sentir envidia del pueblo ecuatoriano. Lo que Correa afirmó, es lo mismo que desde el estado español llevamos tiempo afirmando y denunciando todos y todas las activistas sociales antineoliberlaes y anticapitalistas y es sencillamente, que para el neoliberalismo imperante en Europa, lo importante son los bancos privados, no las personas. La mal llamada deuda pública -la mayor parte de ella privada en realidad- cuyo pago a costa de recortes y austeridad contra los de abajo, se ha situado en el Estado Español, incluso con rango constitucional por encima de los derechos humanos.

Latinoamérica advierte con contundencia: Están cometiendo los mismos errores que cometieron las oligarquías derechistas en su continente en los años ochenta y noventa del siglo pasado. La crisis en consecuencia, se profundizará y el empobrecimiento de las clases populares producirá mucho sufrimiento.

Se puede salir de la crisis capitalista, claro, Correa lo afirma a voz en grito, desde los distintos escenarios de encuentro con Latiaméricanos y ecuatorianos en particular, que ha tenido estos días de gira por tierras de este bananero Reino. Pero haciendo justo lo contrario de lo que se está imponiendo desde todos los gobiernos europeos, lacayos todos, del capitalismo financiero.

Lo que Correa no podía hacer en calidad de jefe de estado extranjero de visita, es llamar a la revolución ciudadana en nuestro Reino, corrupto y empobrecido por sus gobernantes y sus banqueros. Pero nosotras y nosotros si podemos, es decir si se puede.

La crisis tiene soluciones, si. Pero la solución ni es más neoliberalismo, ni es menos democracia. La crisis capitalista tiene un origen político y solo tiene una solución política. Esto muchas y muchos llevamos tiempo afirmándolo, pero es de agradecer que el presidente ecuatoriano, lo recalque también en el desierto europeo de forma alta y clara.

Como recientemente ha afirmado Ignacio Ramonet, Europa tiene mucho que aprender de Latinoamérica y yo añadiría de forma especial, esencial, de los estados del ALBA.

 

 

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Análisis de una encuesta silenciada por la «casta política».

images (2)Emilio Pizocaro

Las encuestas están reflejado fielmente lo que todo el mundo sabe . Con los  políticos profesionales no hay democracia real.

                  “No es la idea de revolución lo que está en crisis actualmente. Lo que está en crisis es la idea de partido. No hay que equivocarse de crisis. El enemigo nos dice que la revolución está en crisis, porque es lo que a él le viene bien. Lo que le interesa y lo que le viene bien es decirnos “no hay ninguna otra política posible”.

  Alain Badiou , Filósofo Francés

En estos días saltaron las alarmas en los elegantes despachos de la “casta política” española . Los resultados de una encuesta de la empresa especializada My Word han “colocado de los nervios” a los políticos profesionales .

La investigación demoscópico divulgado por la Cadena Ser (y silenciada a las pocas horas) predice los fuerte movimientos telúricos que moverán el piso del establishment partidocratico, Veamos:

(http://www.cadenaser.com/espana/articulo/59-ciudadanos-aprueban-escraches-mejor-instrumento-presion/csrcsrpor/20130415csrcsrnac_1/Tes?id_rss=14092012-Ser-rs-1-Tw)

1.- Los españoles depositan mayoritariamente su confianza en los nuevos movimientos sociales. Un 57% de los consultados cree que la democracia funcionaría mejor sin partidos políticos y con plataformas sociales elegidas para la gestión de los asuntos públicos.

2.- Un 88% de los españoles cree que los partidos políticos forman parte de una elite, junto con los grandes empresarios y los banqueros, y que trabajan solo en la defensa de los intereses de unos pocos.

3.- La mayoría de los ciudadanos, un 61%, sigue creyendo que la democracia, con todos sus defectos, es el mejor sistema político posible.

4.- Un 59% de los ciudadanos aprueba los “escarches” como el mejor instrumento del que disponen para rebelarse o presionar ante la situación de crisis que vive España.

5.- El rechazo al bipartidismo es unánime incluso entre la derecha. Una abrumadora mayoría, el 87%, lo rechaza.

6.- Entre los movimientos sociales nuevos, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas tiene 67 de respaldo: La apoya un 75% , le siguen el movimiento 15-M, con un 67% y los Afectados por las Preferentes, con un 65%;

7.- Los sindicatos reducen su respaldo a un alarmante 18%. La gran mayoría los ciudadanos cree que son parte del régimen.

8.- Respecto de la economía de mercado, es decir del capitalismo: el 60% lo rechaza porque genera desigualdades y malestar.

9.- Un 44%, frente a un 37% piensa que quien realmente manda son los mercados y las instituciones supranacionales.

10.- Un 57% cree que la imputación de la infanta Cristina cuestiona la supervivencia de la Corona. Un 35% que es grave y apenas un 7% piensa que va a ser perjudicial sólo para la propia infanta.

En otra encuesta, efectuada hace solo dos semanas, coincide plenamente con la información de la Cadena Ser.  La exploración del CIS certifica que los políticos españoles ( todos y sin excepción) reciben un 93 por ciento de desaprobación y que el rechazo a los partidos políticos es de un 91 por ciento.

Los estudios de opinión hablan por si solos y sin embargo merecen más de un análisis.

La derecha responde.

La crisis política española es palpable, se puede tocar. Por ello, este fin de semana en un gesto de elocuente intranquilidad , María Dolores de Cospedal sacó la voz para sentenciar ; “sin políticos no hay democracia”.

Se equivoca la lidereza del PP y se equivocan todos aquellos que confunden la política con los políticos profesionales .

Las encuestas están reflejado fielmente lo que todo el mundo sabe . Con los  políticos profesionales no hay democracia real.

La mayoría ciudadana se da cuenta que soportamos una elite que es personal a sueldo de unas “empresas de empleo privilegiado” que se llaman asimismo partidos políticos.

El respetado historiador José Álvarez Junco, le ha puesto palabras a esta crisis ; “Da la impresión, que los partidos actuales están en situación pre-agónica. El PP, y más aún el PSOE, podrían desaparecer en poco tiempo”.

¿ Ha muerto la política?

A pesar de los gruñidos destemplados de los políticos de profesión, la verdad es que la política no ha muerto. Está más viva que nunca.

Los ciudadanos de a pié, salvarán a la política porque la necesitan . Ya lo esta haciendo al entregar masivamente su confianza a los nuevos y exitosos movimientos sociales .

La ciudadanía ha entendido que la democracia no es votar cada cuatro años. No quiere enajenar su derecho a decidir . No quiere dejar su opinión en manos de unos representantes que llegado el momento se olvidan de los votantes y solo cumplen las orden del partido que les da empleo, con sobresueldos incluidos.

La acción de los nuevos movimientos establece las bases para la realización una democracia real. En su practica está el germen de una nueva ética emancipatoria . Una democracia real sin las improductivas mediaciones de las burocracias partidarias.

En realidad la crisis del capitalismo y su necesario compañero de ruta, el virus mortal de la corrupción, ha descompuesto rápidamente todo el orden constitucional del 78. Esta podredumbre incluye a los partidos nacionalistas periféricos y a las cúpulas de los dos grandes sindicatos del sistema.

Salta a la vista que el problema que tiene la “casta política” se llama supervivencia . Sus lamentos dan cuenta que ello. En privado reconocen que la corrupción ha sido un golpe letal y que están jugando los descuentos.

¿Qué pasará con la izquierda tradicional ?

Sí alguna fuerza puede salvarse de este merengue inmoral es la izquierda institucionalizada. Su militancia es luchadora y forma parte activa de los movimientos sociales. La honradez de su personeros máximos no ha sido cuestionada . Sin embargo, esto ya no es suficiente.

La historia ha puesto sobre la mesa un desafío de proporciones. En Europa se aproxima  el tiempo de las revoluciones del siglo XXI. El tiempo de las revoluciones democráticas será cuestión también del viejo continente.

Los nuevos movimientos encaminan sus pasos en ese sentido. La revolución democrática del nuevo siglo, necesariamente desplazará a la vieja partidocracia y establecerá nuevas formas de democracia directa y participativa (que limite en sus justos términos el papel de los representantes).

Sectores de cúpula de la izquierda apegadas a las instituciones se resiste a entender que el desastre de la “casta política” es un camino sin retorno.  En esos círculos más de algún personaje ha confundido ser un revolucionario profesional -como los pensaba Lenin- con vivir como un político profesional como se practica en España.

El irremediable desgaste del PP y del PSOE , alimenta el apetito de algunos dirigentes  “izquierdistas” . Sueñan con nuevos tripartitos. Aspiran a co-gobernar con el PSOE al estilo Andaluz. Afilan los dientes para los  próximos comicios de las comunidades autónomas.

El más sincero de esta deriva oportunista es el diputado Gaspar Llamazares. En su libro que curiosamente lleva por titulo “El libro Rojo” postula derechamente una alianza con el PSOE “ para salvar al capitalismo” .

¿Es la izquierda institucionalizada un problema?

Este tipo de “izquierda” se ha quedado en el pasado. Como explica Tony Negri ha sido alimentada ideológicamente con aquellas nociones de las Constituciones Europeas , surgidas después de la segunda guerra mundial. Estos pactos reconocían un estado social pero que a continuación declaraban sagrado el derecho de propiedad y igualaban democracia a capitalismo.

Estos equívocos en cuestiones cardinales para la economía y la política lastra la imagen de la marca electoral de la izquierda. De hecho colocan en entredicho los acuerdos de su ultima asamblea federal que aprobó impulsar un proceso constituyente, para cambiar el “ancien regime”.

Parte importante de la izquierda institucionalizada practica una idea del siglo pasado. Sinónimo de política es elecciones, parlamento, organismos del sistema. A fin de cuentas el parlamentarismo demo-liberal ha servido para obtener recursos y mantener un aparato burocrático que se auto-reproduce en el poder.

Cierta “izquierda” europea ha olvidado convenientemente que ninguna de las revoluciones del siglo XX la hizo un partido institucionalizado. Tampoco fueron los partidos legales los que forjaron las grandes revoluciones democráticas y populares del siglo XIX en Europa.

Otra cosa muy distinta es que las grandes transformaciones han tenido siempre tras de sí a organizaciones de revolucionarios dispuestos a abrir nuevos derroteros para la política.

No debemos confundir a los actores de la liturgia de los puños en alto, las banderas y los himnos con los auténticos revolucionarios. Estos no están ni el los parlamentos nacionales, ni en ese organismo inoperante que es el parlamento europeo.

La política no está en crisis

Tal como afirma  el filosofo francés Alain Badiou,  lo que está en crisis es la vieja idea de partido de estado. No está en crisis la política como fuerza emancipadora y menos aún la necesidad de una revolución democrática.

En el siglo XXI asevera “habrá que reinventar la política, el arte de la política, la alegría colectiva de la política … porque  sí estamos convencidos que la política puede ser una creación, entonces la organización política es un grupo creador . No es un instrumento . no es un aparato.”

Los pueblos de España están mostrado una gran capacidad de creación política re-inventando nuevas formas de lucha.

Se ha legitimado ante la opinión publica la desobediencia civil y la propia dinámica de la crisis empuja a los movimientos a constatar que no hay salida democrática dentro del castillo blindado de un régimen político añejo.

En este escenario si la izquierda parlamentaria quiere sobrevivir debe tomarse  en serio una política ruptura democrática.

No es de recibo que mientras los abnegados militantes de la izquierda están en todos los frentes de lucha, la dirigencia del partido y los sindicatos mayoritarios estén a la cola de todos los llamados a movilización

La antiguas recetas ya no sirven.

El partido tradicional hace mucho que perdió la iniciativa. Aquel aparato que solo vive por y para las elecciones ha caído buenamente en el precipicio que anticipó Gramsci: “el partido (burocrático) acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”.

La historia reciente en Europa ha demostrado que las estrategias puramente electorales , incluyendo aquellas que propugnan un frente de izquierdas, son una trampa. Un callejón sin salida que solo legitima el sistema imperante.  Estas estrategias sustentadas por el “cretinismo parlamentario” han llevado a derrota tras derrota a la izquierda en Alemania , Francia e Italia.

En medio de una profunda contra-revolución conservadora y neoliberal el parlamentarismo nada han conseguido y nada conseguirá. Bueno, no exactamente. Puede seguir alimentar la burocracia partidaria.

En realidad la izquierda institucionalizada está desprovista de una táctica y una estrategia para la revolución democrática .  Y,  como  carece de un pensamiento “fuerte”, no logra estar al nivel de un pueblo que está en plena ebullición rupturista.

Las antiguas políticas parlamentarias de salón conducen a la bancarrota de cualquier partido que se asuma de izquierda .  El tercer estado está activado y calienta motores buscando una salida a “la plebeya”. La ruptura desde abajo es una acontecimiento que crece en la medida que la crisis se profundiza.

España tiene una importante diferencia con otros países esquilmados del sur de Europa. En el reino Borbón, además del desastre económico, hay una profunda crisis del modelo territorial. Ha quedado obsoleta la monarquía parlamentaria negociada con los herederos del franquismo.

Revolución democrática es lo que toca.

El nudo gordiano de la crisis española es la crisis del poder político constituido. Cada día que pasa los hechos ponen en evidencia que el “orden” establecido por la transición ya no sirve ni para la clase dominante ni para las clases dominadas.

La revolución digital ha creado la base material  para el cambio democrático. Ofrece los medios tecnológicos ( móviles, tabletas, ordenadores ) para que los ciudadanos puedan decidir directamente, mediante el voto electrónico, las leyes y disposiciones que les afectan de modo fundamental.

La gente común se da cuenta de las posibilidades del cambio. Quiere participar . Demanda horizontalidad. Exige que no se le arrebate su derecho a decidir.

Hace solo poco más de una año, un pequeño grupo levantamos la idea de un proceso constituyente para llevar a cabo una revolución democrática. Un proceso que edifique una nueva institucionalidad desde abajo y con los de abajo.

Al comienzo, las élites creyeron que éramos “marcianos”. Para su sorpresa, en pocos meses, la idea de los constituyentes ha impregnado fuertemente a los movimientos sociales. La realización de un proceso constituyente democrático es hoy la alternativa más  sería para una salida democrática de la crisis.

La tiempos históricos van tan rápido que las tornas están cambiando dramáticamente. No solo hay que cambiar el gobierno. Hay que cambiar el régimen.  La tercera republica ya es una utopia alcanzable para esta generación.

Vivimos el comienzo del fin de una época. Caduca una manera de “hacer política” con moquetas y coches oficiales. Se acaban esos soberbios días de vinos, puros y rosas (al estilo Barcenas) financiados con la especulación inmobiliaria de la Banca.

¡Pero cuidado, no hay que vender la piel del oso antes de matarlo !  El silbato del arbitro no ha sonado todavía y “la casta” aspira a meter un gol de última hora.

No le quitemos el culo a la jeringa

Como era de esperar, los elementos más avispados del poder constituido están proponiendo “reformas constitucionales” . Los políticos profesionales, ni cortos ni perezosos, se apuntan apresurados a estas reformas cosméticas.

Este ejercicio de “transformismo” de los conocidos de siempre no se lo cree nadie. Vienen una vez más con un puñal bajo el capote. Es la vieja practica gatopardista; que aparenta el cambio para que nada cambie.

El proyecto de los constituyentes está en las antípodas de las pretensiones de las élites del poder. El proceso constituyente tiene dos características inseparables ; es revolucionario porque su objetivo es desplazar al poder constituido y es democrático porque se vale de medios democráticos. Los emplea para constituir un nuevo poder donde las decisiones de pueblo no sean arrebatadas por una oligarquía.

Los constituyentes, al igual que la gran mayoría de los movimientos sociales, piensan que no debemos ni podemos quitarle “el culo a la jeringa”.

La era esta pariendo un corazón. Se le puede escuchar y nos dice Revolución Democrática es lo que toca. Con seguridad será un camino difícil , con avances y retrocesos pero es el signo de un nuevo tiempo histórico.

Esta revolución democrática debe llevar a cabo una profunda limpieza de todo el espectro político. Como dice el profesor Juan-Ramón Capella “No solo hay que jubilar o poner a la sombra al personal político. Hay que trabajar para que la última palabra la tengan los pueblos de España”.

 

 

 

 

 

 

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Capriles, el PP y el fascismo de siempre

MonederoJuan Carlos Monedero

«Hace poco Aznar estuvo en el continente organizando una derecha iberoamericana. Aquí les vemos actuando. El fascismo de siempre dándole un tiro en la cabeza a un trabajador mientras le grita: ¡Para que aprendas, fascista! Capriles, el PP y el fascismo de siempre».

La derecha cree que el poder le pertenece. Cuando salen electoralmente de los palacios de gobierno, suelen desconocer las elecciones. Primo de Rivera, Franco, Pinochet, Salazar, Videla, Carmona… Desde que desapareció la URSS, la derecha del fin de la historia creyó que ya no tenía adversarios. Chávez les descuadró las cuentas. Por eso aplicaron en Venezuela todas las tretas. Pero el proceso bolivariano las derrotó todas, incluido el golpe tradicional.
Tuvieron que ponerse la máscara de demócratas. Cuando les sacas diez puntos, parece que no les queda otra que aguantarse. Eso sí, no sin intentar enturbiar los procesos electorales. Cuando las cifras son más apretadas, dan una patada a la mesa. Algo que nunca ocurre cuando el mismo caso ocurre en la dirección contraria.

Todos los grupos de observación internacional en Venezuela expresaron este 15 de abril sus conclusiones sobre las elecciones presidenciales: han sido elecciones limpias, transparentes, fiables, en conclusión, expresión veraz de la voluntad popular. Todos los grupos han coincidido. Observaciones internacionales donde están ex Presidentes de los tribunales electorales de América Latina. Incluidos los de países donde se desarrollan sistema políticos bien diferentes, como Colombia o México.

Capriles quiere desconocer estas declaraciones colectivas prestigiosas, y se ha apoyado en individualidades (un eurodiputado del PP que lleva diez años haciendo las mismas declaraciones), o en un par de gobiernos que suelen pecar de los mismos excesos. Qué curioso, los de los dos países que reconocieron como Presidente al golpista Carmona en abril de 2002. El gobierno español de Aznar (hoy de su delfín, Mariano Rajoy) y los Estados Unidos de la doctrina Monroe (da igual que el inquilino de la Casa Blanca sea Bush o sea Obama).

Capriles ha desconocido la victoria de Nicolás Maduro, quien le ha sacado los votos que le sacó Aznar a Felipe González o Felipe Calderón a Andrés Manuel López Obrador. Por supuesto, más de los que le sacó Bush a Al Gore.

Pero a Capriles le ha dado lo mismo y ha llamado a sus huestes a la insurrección. Y le han hecho caso: quema de Centros de Diagnóstico Integral (ambulatorios), de sedes de partidos (del Partido Socialista Unido de Venezuela), asedio a las televisiones públicas (VTV y TeleSur), persecución de médicos cubanos, quema de casas sociales y asesinato de chavistas (disparados desde vehículos). Azuzados por los que, hace apenas dos días, sonreían diciendo que para chavistas, ellos.

Que iban a respetar las misiones, que iban a nacionalizar a los médicos cubanos, que iban a defender los logros de los últimos años, que estaban con el pueblo. Les sale el golpista en cuanto se juntan tres o cuatro.

Y el gobierno del Partido Popular, apoyando. Qué bochorno. Como si no nos bastara el daño que nos hacen dentro, también nos avergüenzan fuera.

Venezuela ha aprendido del golpe de 2002. También América Latina. Sabe que los que ahora desconocen el resultado, son los fascistas de siempre. Un periodista venezolano del Opus Dei, destacado por matar a Chávez diez o doce veces antes de tiempo, afirmó este lunes 15 que en un centro médico se escondían cajas con papeletas electorales. Las turbas de la oposición han tomado ese centro, destrozando todo, agrediendo a los médicos, secuestrando a pacientes. Unos atizan el odio y otros lo ejecutan. No son menos culpables.

Capriles pide el conteo del 100% de los votos. No habría problema, salvo que es mentira que les interese el resultado. Saben que han perdido. Se lo ha dicho, incluso, el rector electoral que tienen en el CNE. Todos los expertos del mundo saben que auditar el 54% de los votos es mucho más de lo necesario. Es la proporción que se audita en Venezuela.

Esa auditoría ha demostrado que el recuento manual de las papeletas y el resultado de la máquina coinciden. 15 auditorías previas habían blindado previamente el procedimiento. El sistema venezolano es el más auditado del mundo. Capriles quiere ahora que se cuenten el 100% de los votos. Y lo exige desde sus medios de comunicación. Lo único que busca es desconocer al Consejo Nacional Electoral (si quiere ese conteo, debiera impugnar las elecciones, pero no lo hace porque quedaría como un imbécil después de las auditorías ya efectuadas).

Quieren tiempo y ruido. Por lo mismo muestran fotos de destrucción de material electoral de otros comicios (de 2010) como si fueran actuales, para enardecer a sus ya abducidos fanáticos. ¿No es un delito incitar al odio y la violencia a través de mentiras?

En otros países, lo que ha hecho Capriles y los medios de comunicación que le apoyan les significaría cárcel. Son comportamientos insurreccionales que desconocen las leyes aplicando violencia. No es desobediencia civil pues es violenta y no busca generalizar ningún derecho.

Qué hipócrita el PP que apoya estos comportamientos y quiere encarcelar a los indignados, a los desahuciados, a los estudiantes a los que se les niega el derecho a estudiar. El fascismo de siempre, que no cree en la democracia.

Hace poco Aznar estuvo en el continente organizando una derecha iberoamericana. Aquí les vemos actuando. El fascismo de siempre dándole un tiro en la cabeza a un trabajador mientras le grita: ¡Para que aprendas, fascista! Capriles, el PP y el fascismo de siempre.

 

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La caída de las castas

SEDANO-150x150Marcos Gonzalez Sedano

«Nosotros, los de abajo, a pesar del pesimismo al que nos podamos ver inducidos, hemos conseguido avanzar más en tres años que en los últimos treinta y cinco. Estamos determinadando, y todo ello en continuo movimiento, nuestras formas de organización y relación. Vamos diseñando, ya en la práctica, el modelo de sociedad que queremos, y empezado a hablar y actuar en la toma de espacios de poder».

Si en ésta sociedad líquida

que nos han creado, no hay

espacio para los débiles,

sólo sobrevivirán los muertos.

 

El Estado nacional o supranacional ejerce su poder sobre la sociedad. Se va regenerando así mismo. Dirigido por los de arriba, que van utilizando las diferentes crisis, especialmente las sistémicas, para avanzare más rápido en la concentración del poder.

En ese proceso mueren unas castas y nacen otras. El sistema va mutando el régimen donde se reproducía, para seguir reproduciéndose. Identificar en esos momentos el proceso químico/social que se produce, sus debilidades y fortalezas,  es sumamente importante para saber si existen posibilidades de espacios desde donde abortar el proceso o hacer que el coste del parto sea tal, que el sistema no tenga más remedio que compartir espacios de poder: sociales, políticos, económicos…con la parte de la sociedad que cuestiona la propia existencia del Estado. La tendencia del Estado siempre va a ser la de garantizar su supervivencia, aunque para ello tenga que mutilarse.

El régimen en el que vivimos en el estado español es el heredero del anterior, fruto de una transición plasmada en la constitución de 1978. La misma que garantizaba formalmente la continuidad del sistema, y la creación de nuevas castas, que ejercerían de guardia pretoriana: partidos, sindicatos, grupos de presión, la monarquía…Eran la élite de ese ejercito, el mismo que cada vez es más cuestionado por la sociedad. En ésta situación es impensable que el Estado no este trabajando para una nueva mutación, un cambio de régimen.

Agotado el pacto social de 1978 y amortizadas las castas surgidas en aquél proceso histórico, es inevitable la entrada de nuevos actores. Por una parte los invitados por el propio Estado y por la otra, los que han llegado como respuesta de los de abajo.

Pero como en todo proceso social, lo viejo convivirá con lo nuevo y posiblemente, lo viejo deje parte de sus genes en el nuevo cuerpo.

¿Quiénes son los actores nuevos que llegan?¿Qué posibilidades tienen de quedarse? ¿Qué va a hacer el Estado con ellos? ¿Qué elementos químicos existen para determinar el nuevo régimen? ¿Qué posibilidades de convertirse en un híbrido “útil” tiene lo viejo? Esas son algunas incógnitas a despejar.

Nosotros, los de abajo, a pesar del pesimismo al que nos podamos ver inducidos, hemos conseguido avanzar más en tres años que en los últimos treinta y cinco. Estamos determinadando, y todo ello en continuo movimiento, nuestras formas de organización y relación. Vamos diseñando, ya en la práctica, el modelo de sociedad que queremos, y empezado a hablar y actuar en la toma de espacios de poder.

Hoy teorizamos y organizamos acciones encaminadas a un nuevo contrato social, el de los de abajo, con los de abajo, que podría empezar en Andalucía y terminar en el universo de este planeta. Nada está cerrado, todo está abierto. La historia nos ofrece la posibilidad de cambiar lo existente, por un mundo más justo y humano y ahí, los más débiles, los más sensibles, tenemos mucho que decir; los demás están muertos.

 

Marcos G. Sedano

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La Tercera República pide paso

manifestacion-IIIrepublicaUn mar de banderas tricolor inunda las calles para conmemorar el aniversario de la II República y reclamar la celebración de un referéndum sobre la jefatura del Estado. La manifestación ha estado marcado por la alta afluencia de jóvenes que ha convertido la marcha en la más numerosa de los últimos años.

Alejandro Torrús de www.publico.es  

Mucha gente joven. Mucha más que cualquier otro año. La manifestación por la III República ha estado marcada por la alta afluencia de jóvenes que ha convertido la marcha en la más numerosa de los últimos años. Ciudadanos que no vivieron la dictadura y que crecieron como actores políticos dentro de un Estado monárquico.

Nadie les preguntó jamás si preferían monarquía o república y cuando han intentado defender la opción republicana se han encontrado con esa frase tan manida: “Juan Carlos ha hecho mucho por la democracia”. Pero ellos no han visto nada de eso. Crecieron con el divorcio de Marichalar y se hicieron adultos con los escándalos de Urdangarin y Corinna. El rey no pasaba de ser el invitado especial de la cena de Nochebuena.

Ahora, esta masa crítica de jóvenes, que quiere participar en la construcción de su futuro, ha salido a la calle para reclamar la celebración de un referéndum sobre la jefatura del Estado y defender la opción republicana. La manifestación ha congregado a decenas de miles de personas.

Este es el caso de jóvenes de Yeisan Morales, de 25 años. Hasta que estalló la maldita crisis este joven trabajaba de jardinero. Ahora, como tantos otros chicos de su edad está en paro y mira, boquiabierto, los desmanes de una familia real fuera de todo control democrático.

Su reclamación es básica: poder elegir, poder votar. “Debería haber un referéndum en España sobre si queremos la monarquía o no. Hasta entonces esta monarquía será hereditaria de un dictador y, por lo tanto, no es algo que haya decidido el pueblo sino que fue impuesta por un fascista que durante 40 años gobernó el país. Queremos poder decidir nuestro futuro”, explica a Público este joven, que acude a la manifestación con una bandera tricolor.

La manifestación ha estado marcado por la alta afluencia de gente joven Pocos metros más atrás que Yeisan, en una manifestación masiva que transcurrió entre Cibeles y la Puerta del Sol de Madrid, se encuentra Mónica Pérez, madre de familia de 35 años. Acude a la manifestación junto a su hija de apenas dos años. Mónica tiene claro el motivo que le ha llevado a salir a la calle esta mañana de domingo de 14 de abril: “Dejar a mi hija un país mejor que el yo me he encontrado”, dice. Esta mujer hace referencia a sus años de infancia para justificar su presencia en la marcha. A esos años cuando el maestro de la escuela le enseñaba las virtudes del sistema democrático y el importante papel del rey como garante del orden constitucional. Entonces, afirma, se lo creía todo. Pero la madurez le trajo a Mónica otro sentimiento: “la frustración”. “La capacidad de decidir no reside en nosotros”, afirma.

Una nueva Constitución

Sobre el derecho a decidir quiso hablar también Cayo Lara, líder de Izquierda Unida. El político marchaba en la manifestación a su antojo. No sostenía ninguna pancarta y trataba de caminar sin problemas ante las peticiones de fotografías de algunos manifestantes. Preguntado por PúblicoLara enumeró una larga lista de motivos para una Tercera República. Algunos de ellos son:

 “El deterioro institucional que sufre el país, el grado de corrupción tan importante que sufrimos que pilla al partido que apoya al Gobierno, el sistema electoral injusto que no garantiza la igualdad de los votos, el deterioro de la construcción europea que se está realizando en clave de beneficios del capital financiero y, finalmente, el deterioro de la propia Casa Real”, señala Cayo Lara a Público.

¿Pero cambiar de un sistema monárquico a otro republicano solucionará todos estos problemas? Lara responde: “Es que no se trata sólo de cambiar al jefe del Estado. La elección del jefe del Estado debe ser hecha por los ciudadanos españoles y por el pueblo, pero el cambio va mucho más allá. Se trata de profundizar en una Constitución garantista en un estado democrático donde el poder no resida en la troika sino que resida en el pueblo español. Hay que avanzar en la democracia, en los derechos y hay que quitar de la Constitución el artículo 135 que garantiza el pago de la deuda y no los derechos sociales de los ciudadanos. Por tanto, cuando hablamos de III República hablamos también de una alternativa completa al deterioro del régimen actual”.

El protagonista

Cayo Lara: «El poder debe residir en el pueblo español y no en la ‘troika’ Pero si ha habido un protagonista en la manifestación ese no ha sido otro que el coronel Amadeo Martínez, condenado en marzo por «injurias graves» al rey.  Ataviado con su habitual uniforme militar, Martínez paseaba de un lado a otro de la marcha coreando las consignas que lanzaban desde megafonía, fotografiándose con los asistentes y debatiendo sus ideas con todo aquel que se presente. Sus palabras pueden ser calificadas de muchas formas, pero no de ambiguas:

“La República es todo para mí. Un país moderno no se puede concebir sin República. En el siglo XXI ya es hora de que España entre en la modernidad, en la verdadera democracia. Esto que hemos tenidos estos años ha sido un posfranquismo, no una democracia. No tiene nada de legítimo. El pueblo español, ante el peligro del ejército, aceptó la monarquía como mal menor pero ahora ha cambiado todo. Es el final de ciclo del régimen juancarlista”, asegura a Público Amadeo Martínez, cuya opinión va en sintonía con la de la gran mayoría de los manifestantes, aunque estos no hayan vivido el régimen dictatorial del que habla Martínez. Porque si no se hace nada, como señala Sol Zaragüeta de 31 años, “España y Europa van a acabar muy mal”.

Contra la impunidad

Resulta imposible celebrar el 82 aniversario de la II República sin recordar, al menos un instante, a los que perdieron la vida por defenderla. Dentro de la manifestación marcha la Federación Estatal de Foros por la Memoria cuyo lema ‘Contra la impunidad del franquismo’ da una idea del precario grado de democracia que vive el país. Sus reclamaciones continúan siendo las mismas que en los 70, 80, 90 y 2000: que los culpables de los numerosos asesinatos y actos de represión sean juzgados por ello.

 José María Pedreño, presidente de la Federación, explica aPúblico la importancia de su presencia: “Es fundamental hablar de las víctimas porque las personas que están en las fosas son las personas que defendieron la II República y las grandes reformas que necesitaba España para que hubiese de verdad justicia social y libertad. No podemos construir una III República sin tener en cuenta la II y las víctimas del franquismo, que murieron por la libertad de todos”, señala Pedreño.

Entre cánticos a favor de la República y contra la dinastía Borbón, la manifestación llega a Sol. Allí, la coordinadora republicana ha organizado una plataforma desde donde se recuerda a Miguel Hernández, uno de los poetas más importantes de la historia de España y que murió en una prisión de Franco. Mucha gente joven asiste al recital. Quizá sea la primera vez que escuchan los versos de Miguel. Juan Carlos González, de 19 años, escucha emocionado. “Siento una cosa por dentro que no puedo explicar. Espero que algún día pueda sentirme orgulloso de mi país. Tener un régimen republicano será un gran paso para ello”, concluye.

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Atención: No roban los Ayuntamientos

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

Cuando la Troika (UE-BCE-FMI) comenzó a imponer sus medidas en Grecia hace ya tres años aproximadamente, una de las primeras fue la supresión de ayuntamientos y el despido de miles de trabajadoras y trabajadores municipales. En el reino de España, esta medida se comentó algo, en el conjunto de las agresiones sociales y democráticas contra el pueblo griego impuestas por la Unión Europea, Alemania y sus bancos, así como por el Banco Central Europeo. Pero la verdad, no se tuvo excesivamente en cuenta.

En el reino de España, además el sarampión anti-político, con responsables merecidos en muchos puestos de la administración, comenzando por la Casa Real o jefatura bananera de nuestro estado, presidentes autonómicos o alcaldes corruptos y pringados por el ladrillo, hizo pensar a mucha gente que eliminar instituciones es bueno e incluso necesario.

Si bien es cierto que hay corruptos, pero no lo olvidemos, corruptores –es decir ricos empresarios que corrompen para burlar la ley y defender sus intereses. Insisto, ricos especuladores, que controlan los resortes del poder- también hay personas horradas y de buena voluntad, que gestionan intereses públicos en estos momentos o en años anteriores. Pero sobre todo hay que advertir, que nos roban por la puerta de atrás, la posibilidad de en no muy largo periodo de tiempo elegir personas del pueblo, que no solo gestionen honradamente, sino que estén a nuestro servicio y no el de las oligarquías políticas bi-partidarias y/o económicas. Pues bien, si en las próximas elecciones municipales elegimos concejales y concejalas del pueblo y al servicio del pueblo ¿Con que se van a encontrar? Pues con nada. El Gobierno del PP está preparando una reforma legislativa que vacía de contenido a los municipios, les hurta competencias municipales e impide que estos gestionen los servicios de atención y cuidado a las personas. Pero sobre todo, privatiza los servicios y obras municipales. Es decir convierte en puro negocio, arreglar aceras o alcantarillas, recoger la basura, cuidar zonas verdes o ayudar a la infancia, los mayores; así como controlar el desarrollo de nuestros pueblos –fundamentalmente- y ciudades.

Esta reforma en cuestión, se denomina: Ley de racionalización y sostenimiento de la Administración local. Poseo el último borrador y por tanto estas líneas, ni son demagogia, ni mentira. Pero deseo informar y difundir, sin aburrir y sobre todo movilizar.

Actualmente el poder de gobierno municipal, reside en los electos y las electas, pero la reforma legal que se propone por parte del Gobierno del PP, disminuye sus facultades democráticas, incrementa los poderes no elegibles de técnicos que además controlará a –secretarios/as e interventoras/es- aumentando desmesuradamente el poder de las Diputaciones Provinciales y sobre todo, sitúa al Ministerio de Hacienda como el órgano controlador de los ayuntamientos. En pocas palabras trasladan las decisiones fundamentales a personas e instituciones no electas por los ciudadanos y que por tanto –estas y estos- no van a tener la posibilidad de controlar, ni de no elegir, si lo hacen mal. Pero es que además los electos y electas se encontraran con la imposibilidad legal y de facto, de apoyar a sus vecinos o ejecutar lo que estos mediante métodos participativos y asamblearios decidan o propongan.

No es la disminución de concejales, ni el control de sus sueldos el interés de esta ley o reforma de las leyes Locales –verdadero tesoro democrático muy mal utilizado por cierto, que nos queda- no. La verdadera intención es repartirse el pastel del negocio que significa privatizar obras y servicios municipales y de paso disminuir el poder ciudadano. Es una operación mafiosa a gran escala, al objeto de que propagando lo malos que son los políticos municipales –y es de justicia reconocer que hay de todo, pero muchos buenos e incluso excelentes, también- enriquecer a empresas privadas contratistas. Pero hay algo todavía más grave y es que como los precios de los servicios los propondrá en pocas palabras el Ministerio de Hacienda fundamentalmente y serán a la baja, con un precio estimado que cumpla el objetivo de déficit, estos servicios serán adjudicados a las grande empresas contratistas y de servicios, que ya existen y no son ajenas a esta reforma legal, las cuales si podrán competir, eliminando a todas las pequeñas empresas y cooperativas locales que en ocasiones prestan estos servicios o ejecutan obras municipales. Es decir se cerraran muchas empresas familiares y sociales, se hurtará el control municipal y se arruinarán más todavía las economías locales, en beneficio de grandes empresas privadas, que ya existen y operan.

¿Qué cómo obtendrán beneficios las empresas privadas grandes que se apoderarán del sector? Pues muy sencillo, al hacerse con miles de contratos y no solo unos pocos. Pero sobre todo pagando menos y peor a sus trabajadoras y trabajadoras y precarizando el empleo. Además gracias a la mal llamada Reforma Laboral, dispondrán de mano de obra esclava.

Esa es la verdad de la reforma y no acabar con el despilfarro local. Con ese despilfarro, allí donde se dé además no se va a terminar, pues el proyecto de ley, está cargado de trampas, que en realidad permitirán seguir contratando asesores a dedo y colocando amiguetes. Ya lo decía mi abuelo “hecha la ley, hecha la trampa”. Esta reforma está plagada de trampas y aconsejo leerla, detenidamente. Pero sobre todo advierto seriamente tanto a los contagiados y contagiadas por el sarampión anti-político inoculado por la extrema derecha y los grandes empresarios, como a los movimientos sociales críticos con toda justicia, que esta reforma, vendida como un recorte de sueldos a ediles, nos resultará todavía más cara a las personas, pues encarecerá los servicios, privatizará y por tanto dejará fuera de control competencias municipales e incrementará el paro –no de concejales, no. De clases trabajadoras- Así como va evitar la previsible regeneración democrática que se va a producir en los Ayuntamientos en la próximas elecciones locales.

¿De dónde viene semejante desaguisado legal? Pues en primer lugar de las imposiciones de la Troika.

En segundo lugar, de la reforma constitucional del artículo 135 de la Constitución pactada por PSOE y PP en los últimos días del gobierno de Zapatero, que sitúa el déficit, pago de la deuda e intereses de los bancos, por encima de las personas y los derechos humanos. De hecho el preámbulo de la ley proyectada expone:

 La reforma del artículo 135 de la Constitución española, en su nueva redacción

dada en 2011, recoge un principio de estabilidad presupuestaria como principio

rector que debe presidir las actuaciones de todas las Administraciones

públicas. En desarrollo de este precepto constitucional, se aprobó la Ley

Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad

Financiera que exige nuevas adaptaciones de la normativa básica en materia

de Administración local para la adecuada aplicación de los principios de

estabilidad presupuestaria, sostenibilidad financiera o eficiencia en el uso de

los recursos públicos locales. Todo ello exige adaptar algunos aspectos de la

organización y funcionamiento de la Administración local así como mejorar su

control económico-financiero.

En tercer lugar del concepto autoritario y franquista de la política del PP, que está copiando la estructura municipal del franquismo en los ayuntamientos. Los municipios y sobre todo los medianos y pequeños, pasarán a ser controlados por los secretarios, no electos, muchas y muchos de los cuales además, en contra de su voluntad democrática, se verán obligados a cumplir esta aberrante reforma. Las Diputaciones Provinciales y los sub-delegados del gobierno en las provincias, que serán los ojos y manos del Ministerio de Hacienda del Gobierno de Madrid y desde Madrid, donde los Florentinos y semejantes, desde el palco del Bernabéu se repartirán los pueblos y “las provincias”. Esto es la vuelta al más duro centralismo. Por eso quieren hacerlo urgentemente, pues intuyen que el régimen que defiende sus intereses, está en peligro y se alumbran nuevos tiempos. También para evitar que reaccionemos. Pero sobre todo porqué el PP controla por ahora la inmensa mayoría de las Diputaciones Provinciales y estas son claves para repartir el pastel en menos de un año.

Dicho lo cual, es imprescindible reaccionar y ya. Defender la democracia local y participativa. Promover acciones de protesta, ocupar los ayuntamientos y encerrarse en ellos. Constituirnos en ejes activos de la política local y defender nuestros municipios como gobierno más cercano. Además acabar ya de una vez con la mentira de la deuda pública. Esta horrible y demagógica mentira, silencia que el 70% de la deuda del estado español, es privada. Solo el 30% es pública y de ese 30% no son los ayuntamientos los principales responsables.

Si nos logran robar los ayuntamientos, nos habrán robado otro espacio democrático fundamental. Os invito a informaros más y mejor y sobre todo a no dejarnos engañar. Hay que acabar con las oligarquías que nos gobiernan de una vez y podemos hacerlo.

 

 

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Escraches: La democracia que nos han robado

MonederoJuan Carlos Monedero

«La democracia se gana siempre en la confrontación. Por eso dijo Fraga que la calle era suya. Los derechos siempre se ganan o se pierden en el pulso político. Y una forma clara de ese pulso, hoy, son los escraches. Es normal que el PSOE, el PP, UPYD, CIU o el PNV estén en contra. Tan evidente como que hay que regresar a los lugares donde nacieron los partidos. A la calle. Los escraches ya han empezado a marcar el camino».

 

«Si un perro flauta me acosa por la calle, le arranco la cabeza», dice un diputado del PP. Si por molestarte en la calle mereces ver tu cabeza arrancada del tronco, ¿cuál es la pena proporcional por dejarte sin trabajo? ¿Y por no poder pagar el colegio de tus hijos? ¿Y por perder la casa en la que has metido todos tus ahorros durante los últimos diez años? ¿Y por endeudarte de por vida aunque además hayas perdido la casa? ¿Y por perder el acceso a la sanidad, a la universidad, a una pensión, al seguro de desempleo?

Los que dieron el golpe de Estado en 1936 dijeron que los movió el amor a España . Pero de España, como dijo Franco, les sobraba la mitad de los ciudadanos . Que eran españoles. Que están todavía enterrados en zanjas y cunetas. Desde la patronal nos dijeron que nos fuéramos a trabajar a Laponia. Una parte importante de los jóvenes le ha tenido que hacer caso. Los de siempre.

Nunca han existido dos Españas. Eso siempre ha sido una mentira. Hay una España mayoritaria y una minoritaria con mucho poder , capaz de acercar a su bando a una parte de la mayoría. El miedo hace el resto. En la España de ellos siempre están los mismos. Desde los Reyes Católicos y su Inquisición. Por eso, el PP no necesita arrancarle la cabeza a los últimos que pusieron el miedo en su bando. Están ahí, hechas tierra y vergüenza para nuestra democracia.

El poder, sobre todo, posee eficaces herramientas para amedrentar a una parte importante de la ciudadanía. Medios de comunicación, iglesias, puestos de trabajo, presencia social, ritos, cultura y el Hola. Un diputado dice que no le tiembla la mano para volver a ejecutar disidentes. Antes eran rojos. Ahora, como ya no hay Unión Soviética, son perros flauta.

El miedo, y los nombres, siempre los han administrado ellos. Y exhumar asesinados, expropiar unos carritos de la compra, decirles en el portal de su casa que nos están arruinando la vida y la del futuro, cuestionar la monarquía o recordarles que están robándose el país que dicen que aman, les hace caer en una angustia existencial, propia de quien nunca ha tenido la sensación de sobrar en ningún lado.

La dureza de la respuesta del PP a los escraches es muy lógica. La derecha entiende siempre muy rápido las cosas del poder. La legitimidad del sistema político español está en cuestión. Cuando los esclavos dejan de interiorizar su condición, el amo ya no puede dormir tranquilo.

El PP lo sabe: lo que ayer era permitido, ahora no lo es. Aunque lo sigan diciendo las leyes. Habían puesto al mismo nivel cosas que no se pertenecen. La Constitución, las leyes, los jueces, los policías y el portero de su casa les saludaban como personas importantes. Pero han surgido nuevas preguntas.

¿Por qué no permitimos un diputado que defienda la pederastia o la ejecución de las minorías o la lapidación de las herejes o adúlteras —lo perseguiríamos hasta debajo de las piedras, porque la democracia tiene derecho a defenderse—, pero permitimos un diputado que esté a favor de los desahucios? Ese es el cambio. Y es lo que les pone de los nervios. Es una lucha política. Si podemos perseguir a los que roban nuestra tranquilidad, están en peligro. Estamos escribiendo nuevas reglas del juego. Y los que siempre han sido dueños del tablero se asustan.

Los escraches son reformismo. Pero hasta el reformismo asusta. De ahí la ridiculez de comparar escraches y terrorismo. Recuerdan Pisarello y Asens que «los escraches son una acción informativa, que se ha de hacer «de manera totalmente pacífica» y sin «importunar a los vecinos» También se estipula que deben realizarse en días laborables y en horario escolar, de modo que los niños nunca sean interpelados.

Los casos personales se intentarán explicar sin insultos ni amenazas. Se evitarán ruidos o molestias innecesarios y se procurará ser amables con quienes trabajan en comercios y con los transeúntes. No todas las antiguas reglas han perdido su sentido. Sólo aquellas que únicamente sirven a unas minorías privilegiadas. Pero la situación política está tan podrida que hasta las reglas mínimas de la democracia les están sobrando.

El escrache es una forma de desobediencia civil. Cumple las tres reglas que marcó Habermas para que sea tal y no caiga en otras formas de desobediencia que carecen de legitimidad: son pacíficas, lo que se reclama tiene carácter universal —no se reclama en exclusiva para uno mismo, sino para todos— y se está dispuesto a asumir las consecuencias de los propios actos.

La desobediencia civil es una válvula de seguridad democrática. Surge cuando las demandas sociales van por delante de las leyes y del comportamiento político institucional. Las leyes que ayer nacieron para defender a los políticos del acoso de los monarcas absolutos -inviolabilidad, inmunidad, fueros especiales- se han convertido hoy en formas de privilegio.

Si en España tuviéramos una Constitución como la alemana, hace tiempo que el Tribunal Constitucional tendría que haber llamado al derecho de resistencia o habría declarado fuera de la Constitución a, cuando menos, los dos últimos gobiernos del Reino de España. ¿Por qué los jueces son tan solícitos para algunas cuestiones y, en cambio, han tolerado la ruina del país consumada por Zapatero y Rajoy? ¿No cabría situar en la inconstitucionalidad a dos partidos, PSOE y PP, que han dinamitado el carácter social de nuestro país recogido en el artículo 1 de la Constitución?

Escribía en otro lugar que vemos con pasmo que lo que estaba prohibido, ahora está permitido —sueldos desorbitados, sacar dinero del país, vaciar instituciones, usar información privilegiada—, y que lo que estaba permitido —derecho a manifestación, libertad de expresión, derecho de reunión— están, de facto, prohibidos. Vemos que desaparecen las garantías de reparto de la riqueza social y aumentan las desigualdades ; que los políticos que gestionan la transferencia de renta desde las clases medias y bajas a los ricos tienen la llave de la puerta giratoria que les permite un futuro cómodo en las grandes empresas; que cualquier tipo de protesta pasa a ser criminalizada por esos políticos que están gestionando ese robo de los de abajo hacia los de arriba (llevando a suelo patrio lo que antes se hacía entre continentes).

«Por la mitad de lo que estos están haciendo yo me he pasado diez años en la cárcel», dice el bróker de Wall Street , la película de Oliver Stone, viendo a nuestros actuales dirigentes. Y eso que no sabía ni lo de la Infanta, ni lo del coche en el garaje de Ana Mato, ni lo de la escritora fantasma de Mulas, ni lo de los sobres del PP. Cuando lo ilegítimo se convierte en legal, nace el momento de la desobediencia . En América Latina se preguntan a qué está esperando Europa.

Los escraches son nuevas reglas del juego para una nueva partida democrática. Y tienen la misma oposición que en su día tuvo el sufragio universal, el derecho a huelga o a manifestación. El escrache es un diálogo directo con los «mandatarios» que se convierten otra vez, gracias a ese acto de diálogo forzado, en «mandatados». Que es lo que siempre han sido, aunque el abandono de la conciencia democrática le dio la vuelta a los papeles.

Los escraches tenemos que entenderlos como la actualización en el siglo XXI de la rendición de cuentas democrática, de la exigencia del cumplimiento cabal de los programas electorales (o la convocatoria de nuevos comicios), de la reclamación de comportamientos acordes con la soberanía popular, de la renovación de la construcción de la voluntad popular más allá de la distancia que marcan los partidos, de la reivindicación de la honestidad en el ejercicio de los cargos públicos.

Déjenme repetirlo: los escraches son el penúltimo intento amable de un pueblo que quiere hacerse escuchar. Con los escraches, el escenario, en cualquier caso, se clarifica: los diputados que no soporten la cercanía de los electores, que se marchen.

En democracia, es el pueblo el que manda. Aunque expresarnos así parece devolvernos a un lenguaje que se hablaba en tiempos arcaicos. ¿Quieren seguir manteniendo los políticos la impunidad? ¿Quieren trabajar para otro señor que no es el pueblo y que nadie les demande por su traición? ¿Va a convertirse la política en un negocio paralelo al desmantelamiento de los sistemas de previsión social?

La salida fácil es decir que los escraches son una forma de amedrantamiento que pertenece a los regímenes fascistas. Se equivocan. Las tensiones entre sectores sociales pertenecen a todos los regímenes que mantienen desigualdades. ¿Quién sin que se le caiga la cara de vergüenza va a defender que un escrache es más violento que un desahucio, que un despido, que un corralito, que el cierre de la universidad y las urgencias, que una mentira electoral, que las machadas de los antidisturbios, que las multas por ejercer la democracia?

Los que están en contra de los escraches son los que están a favor de otras formas de protesta que ya no cambian nada. El mismo diputado del PP que vota en contra de la ILP, es decir, el mismo diputado que construye «fascismo social» expulsando de la ciudadanía a una parte importante de los españoles y españolas, dice que los escraches se emparentan con las señales pintadas por los nazis en las tiendas de los judíos. Es al revés: son ellos los que nos cuelgan la estrella en el pecho negándonos el sustento, la vivienda, la salud. Esa democracia que defienden sólo existe en sus discursos. Hace tiempo que se ha ido.

Igual que Israel se comporta con los palestinos con maneras de nazis, el neoliberalismo está haciendo de nuestros países un enorme campo de concentración enmascarado en formas democráticas . Una queja que no es oída no tiene efectos democráticos. Por eso los escraches están devolviendo la democracia perdida o quizá, incluso, están permitiendo el advenimiento de la democracia que nunca hemos tenido.

La democracia se gana siempre en la confrontación. Por eso dijo Fraga que la calle era suya. Los derechos siempre se ganan o se pierden en el pulso político. Y una forma clara de ese pulso, hoy, son los escraches. Es normal que el PSOE, el PP, UPYD, CIU o el PNV estén en contra. Tan evidente como que hay que regresar a los lugares donde nacieron los partidos. A la calle. Los escraches ya han empezado a marcar el camino.

 

 

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