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Construir la alternativa

am1Agustín Moreno

«Para que esta alternativa política ciudadana cristalice, tienen que participar los ciudadanos comunes. Pero el mayor riesgo no es la radicalidad del proyecto sino los sectarismos y contra ellos hay que  vacunarse».

“La democracia, toda democracia es un proceso
en construcción” (
Paco Fernández Buey)

                                                                  Realmente vivimos tiempos sombríos, que diría Brecht. Aquellos que todavía ríen ignoran el posible despido que les puede afectar, los recortes que sufrirán, las nuevas subidas de impuestos, el deterioro de los servicios públicos, los años que tendrán que seguir trabajando más allá de lo razonable y la merma futura de su pensión. Ya no hay muchos jóvenes que rían porque sufren el brutal paro, conocen la inseguridad laboral y quizá estén haciendo las maletas. Los griegos han sido empobrecidos un 40%; en España vamos, de momento, por el 22% y el paro es mayor, la desprotección aumenta y se convierte en humillante en muchos casos.

El problema de España es sobre todo político. Las crisis económicas y financieras se repiten periódicamente, pero son la consecuencia de las equivocadas políticas que se han aplicado durante mucho tiempo: modelo especulativo, dependencia tecnológica, subvenciones a los empresarios, mercado de trabajo degradado y con bajos salarios, excesivo gasto militar… Y la rampante corrupción: se repartieron comisiones delincuentes metidos a concejales y políticos, se financiaron los grandes partidos, se enriquecieron los sinvergüenzas. Acabó la fiesta del ladrillo, nadie pagó la cuenta y ahora nos la pasan a todos nosotros.

La crisis tiene un carácter político que presenta rasgos más importantes incluso que la crisis económica. Desafección política y electoral, desconfianza hacia partidos, instituciones y casta política. Deslegitimación que se resume en  el “No nos representan” como metáfora del alejamiento de los ciudadanos de lo que consideran  un simulacro de democracia.

Cuánto vamos a aguantar, se preguntan muchos, conscientes de que la política de ajuste nos lleva al abismo, a levantarnos cada día con un nuevo recorte de derechos. En Grecia resisten, y algún día de huelga y de protestas ardieron bancos y edificios en Atenas. En algunos barrios sublevados contra la injusticia como la Exarchia los vecinos y los jóvenes anarquistas se autoorganizan en la solidaridad y en la lucha: no entra allí la policía. Aquí se han quemado cuatro papeleras con un alto coste de detenciones y el Ministerio de Gobernación, dirigido por un tipo del Opus Dei, quiere criminalizar a la PAH por los escraches, porque consideran que no entra en el sueldo de los políticos que actúan contra el pueblo que les llamen sinvergüenzas y ladrones. La vía para cambiar las cosas no es la violencia. La violencia suele ser el recurso que ejerce el poder para mantener inmutable la injusticia y en ese terreno llevamos las de perder.

Si tras la Transición había quien hablaba del desencanto por la quiebra de expectativas, hoy podríamos hablar del tiempo de la desesperanza.  O de la simple espera a que llegue algún día el final de esta pesadilla. Y esto es lo peor. El desánimo y la pasividad son los aliados cruciales para que el poder imponga sus políticas. Aquí nada va a cambiar a mejor por sí solo. Cuando una parte importante de la sociedad no es capaz de armarse de esperanza y juntar un volumen importante de optimismo y de energía transformadora, el horizonte se nos cierra más a todos y la vida se vuelve más angustiosa.

Ha empezado a haber un importante proceso de movilización. Pero la pregunta que se hace todo el mundo es si va a servir para algo. O si al final, a pesar de tanta calle y huelgas, acaba ganando de nuevo las elecciones la derecha, un gobierno que se protege de los ciudadanos, o los que también harían políticas económicas liberales. Por todo lo anterior, los ciudadanos tenemos la responsabilidad de cambiar las cosas. De lo contario, la movilización sin expectativas de cambio se convierte en una rutina de manifestaciones. Y acabarían teniendo razón los que dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, por odioso que nos pueda parecer. Y, en este caso, estaremos más cerca de ser súbditos políticos y esclavos del mercado, que ciudadanos libres.

Como parece que Rajoy no va a dimitir voluntariamente, ni se vislumbra siquiera una moción de censura, hay que mantener la movilización sostenida y toda la desobediencia civil susceptible de generalizarse. También hay que crear y desarrollar espacios de autonomía ciudadana y formular propuestas alternativas para influir en las instituciones y fuerzas políticas. Pero no hay por qué renunciar al espacio político-electoral, el reto es recuperarlo para la ciudadanía. Y para ello es fundamental trabajar de cara a las primeras elecciones políticas que se celebren. No importa de qué sean las elecciones. Hay que convertirlas en un profundo rechazo de la política de saqueo de derechos que se está practicando.

Y en algo más importante si fuéramos capaces: un profundo cambio político que conllevaría un proceso constituyente hacia una democracia real. “La cuestión clave estriba en cómo conseguir que las reivindicaciones aisladas o sobre temas concretos (…) confluyan en un proceso constituyente protagonizado por las mayorías sociales, por las clases populares, por lo que se ha dado en llamar el 99%”, como dice Gerardo Pisarello en un interesante artículo sobre el tema.

Si estamos a un año de las elecciones europeas, no hay tiempo que perder. Hay que seguir en la calle deslegitimando un poder ilegítimo que actúa al servicio de los mercados, que arruina al país, que incumple por completo su programa electoral. La lucha es importante, pero hace falta una alternativa que sea palanca de cambio. Josep Fontana lo expone muy crudamenteQue salgan en manifestación los jóvenes no importa a nadie. Mientras vayan a la Puerta del Sol o la plaza de Catalunya y sus padres voten al PP o a CiU, no hay nada que hacer.

En este país ha habido ejemplos históricos que conviene tener presente. Siempre que se ha producido un cambio político en profundidad: la “Gloriosa” de 1868 (que acabó con el trono de Isabel II), las elecciones municipales de 1931 (que permitieron la proclamación de la II República), hubo previamente un acuerdo amplio y muy plural de las fuerzas políticas de la oposición. El Pacto de Ostende o el Pacto de San Sebastián permitieron que el pueblo español visualizara la alternativa de cambio y se volcara en los levantamientos populares que apoyaron a Prim y  a Serrano, o fueran a votar masivamente por las candidaturas republicanas en una elección de concejales.

Hay que ponerse manos a la obra, a allanar el camino para dar con una alternativa política esperanzadora y viable. Y en este proceso deben de participar todos y todas las personas, movimientos ciudadanos, miembros de organizaciones y sindicatos, partidos políticos que sientan la urgencia de cambiar la situación política, económica y social en España. Hay que arremangarse para la tarea, teniendo en cuenta que, como decía Paco Fernández Buey, la política sin ética es politiqueo y la ética sin política puede ser narcisismo.

No nos sirve el PSOE, si no cambia de programa de forma radical, ya que practica una política que les hace ser parte del problema y no una solución. Lo que podríamos llamar el “socialismo de derechas” que implantó González y que consiste en  una impostura de izquierda para hacer políticas económicas neoliberales que apenas se diferencian de la derecha; no olvidemos el cambio constitucional del artículo  135 para que el pago de la deuda sea la gran prioridad, es decir, la rendición del Estado Social a la deudocracia. Por otro lado, practica la “política de la fruta madura”, esperando que el desgaste del PP por la crisis le permita recuperar el poder y seguir jugando al eterno juego del bipartidismo cómplice. Es decir, esperando no ganar las elecciones, sino que las pierda el gobierno; y para ello no necesitan renovación ni cambio programático de fondo.

No es suficiente el avance que pueda experimentar IU. Las encuestas le pronostican hasta un 15% y es importante y merecido, pero hace falta más presencia política y electoral para cambiar las cosas de raíz. Y se necesita generosidad política para entender que los intereses generales deben de estar por encima de los de la formación, después de tantos años de travesía del desierto.

Habría que crear algo así como “el partido de los honrados”, “el frente por la decencia”, donde se sientan representados esa amplísima mayoría que padece las políticas actuales y que necesita un referente político electoral. Que necesita recuperar la ilusión de que es posible acabar con la falsa política de apaciguamiento de los mercados que conduce al recorte si fin.Para que no se quede la indignación en casa y llegue a las urnas, porque la abstención es un regalo para el poder que seguiría gobernando tan deslegitimado como ahora. Para salir de la actitud de espera, para romper el miedo.

Para ello, haría falta avanzar en una serie de líneas de acuerdo: un programa de mínimos que cuestione la política de ajuste, se plantee la recuperación de derechos expoliados y los objetivos del empleo, la protección social y los servicios públicos; una orientación hacia un proceso constituyente que cambie las bases del modelo político, que resignifique el concepto de democracia y cambie la ley electoral; una elección de candidatos con criterios muy participativos, representativos y plurales (mujeres, jóvenes, afectados, personas con la formación necesaria…); un código ético muy riguroso en el ejercicio de los cargos públicos, la limitación de mandatos y la revocación; así como todas aquellas propuestas de interés que se consensuen. En resumen, un programa alternativo y una bandera ética.

Cómo se llame el movimiento de alternativa (unidad popular, bloque progresista, frente amplio, océano de mareas…) no es lo más importante, aunque debería no tener connotaciones excluyentes ni que produzcan rechazo y que sirva para sumar y construir. Que dispute el poder institucional y combine ésta presencia con la organización en las bases y la movilización social.

Para que esta alternativa política ciudadana cristalice, tienen que participar los ciudadanos comunes. Pero el mayor riesgo no es la radicalidad del proyecto sino los sectarismos y contra ellos hay que  vacunarse. Como decía Paulo Freire, “la radicalidad es tolerante, mientras que el sectarismo es ciego y antidemocrático, aferrado a sus certezas. El radical está al servicio de la verdad, mientras que el sectario está al servicio de su verdad, que además pretende imponer”.  De ahí que el sin duda difícil debate sobre proyecto y propuestas no debe de estar reñida con un funcionamiento amable que permita confluir a muchos y desmontar de forma paciente los sectarismos  bloqueadores.

Si falta la inteligencia necesaria para construir la alternativa, el futuro nos deparará más desigualdad, menos derechos y más represión para imponerlo. Estamos ante la ocasión histórica de acabar con el bipartidismo de esta segunda restauración borbónica, de cambiar de base esta sociedad y abrir un nuevo proceso constituyente. No va a ser fácil, seguro. Pero el 23-F demostró con un gran éxito en la movilización que es posible la unidad de muchas mareas o movimientos sociales, ciudadanos y políticos. Quiero mantener la esperanza de que seamos capaces, pero no tengo la certeza. Si lo conseguimos y luchamos tendremos esperanza, por ello estamos obligados a intentarlo.

(*) Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid) y miembro de la Marea Verde.
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El ejemplo gallego

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

El ejemplo gallego o Alternativa Galega de Esquerda AGE ¡¡ Vamos a seguirlo!!

Constantemente se nos llena la boca diciendo que cada caso, es diferente y cada territorio algo así como Marte. El pueblo de al lado, es lo menos parecido al nuestro e incluso nuestros cuñados, un mundo aparte. Todo menos aprender de los éxitos del vecino. Mientras las empresas intercambian experiencias y se copian, las personas buscamos nuestro ego y sobre todo inventamos diferencias para encontrar razonamientos divergentes. Si esto se traslada a la acción política, como dice el refrán “apaga y vámonos”.

Conozco a personas que por ejemplo les buscas quien les explique que es SYRIZA-EKM o AGE y con tal de demostrar su razón, te dicen que no, que el griego miembro de SIRYZA que nos lo ha expuesto, no se entera. Que SYRIZA es lo que alguien desde un pueblo de la Andalucía profunda,- por ejemplo- (yo soy andaluz y doy ese ejemplo, por no molestar), dice lo que realmente es y que los de Syriza, no tienen ni idea, aunque sean de El Pyreo. Si no fuera disolvente, arrogante y preocupante, sería cómico.

El 2 de Marzo un grupo de personas inquietas y organizadas, procedentes de las izquierdas plurales y de forma especial de la tradición socialista de clase y antineoliberal, potenciamos un encentro de las izquierdas europeas. Vino Oskar Lafontaine de la Linke y Dimitris Touskalas de SYRIZA y ex PASOK, pero también Yolanda Diaz de AGE, puesto que en el estado español, hay un ejemplo a seguir y un personaje clave como es Xosé Manuel Beiras, con mucho que aportar y que al igual que Lafontaine ha entrado ya en la categoría de maestro político.

El fenómeno gallego de AGE, que incluye  ANOVA, Izquierda Unida, Ecosocialistas Gallegos y Equo, pero también el apoyo de destacados socialistas de dichas tierras, es singular, exitoso y no exento de dificultades, como ninguna obra humana, pero digno de imitar y sobre todo estudiar su trayectoria, no solo parlamentaria, sino social que es lo importante. Como muestra reproduzco una parte de un artículo de Crónica Popular un digital que nos apoyó a organizar el evento CONSTRUYENDO LA IZQUIERDA: LA ALTERNATIVA SOCIALISTA.

 Dijo Yolanda de AGE “Yolanda Díaz: las diferencias nos enriquecen. Meses atrás, cuando se constituyó AGE, un diario dijo de ella que “había mamado  izquierda y sindicalismo desde la cuna”. Hija menor del comunista  Xuso Díaz, sindicalista de ASTANO y ex secretario general de CC.OO. de Galicia, la abogada Yolanda Díaz, es viceportavoz en el Parlamento gallego de la coalición formada,  como dijo en su momento, para descabalgar de la Xunta a “a la troika de Feijóo que nos está expropiando el país”, una alianza integrada por Esquerda Unida (EU-IU) y ANOVA (Irmandade Nacionalista, Espazo Ecosocialista Galego y Equo-Galicia).Nada más tomar la palabra, envió a los asistentes al acto un saludo del veterano Xosé Manuel Beiras, del que valoró muy positivamente que, como nacionalista, hubiera instado al BNG a priorizar “lo social” frente a las reivindicaciones nacionalistas e  hizo un resumen de la experiencia de “la Syriza gallega” como instrumento aglutinador de la izquierda, afirmando que “más allá de las diferencias partidarias, debemos sumarnos a un proyecto común desde la convicción de que estamos asistiendo a la más grave grieta del sistema”, y subrayó que “las diferencias nos enriquecen” y que “el enemigo no está entre las distintas familias de la izquierda, el enemigo está fuera de nosotros y contra él debemos luchar colectivamente”.

 

Y añadió: ”Tenemos que encontrar un acuerdo de mínimos, en el que todos nos sintamos cómodos. Tenemos que organizar a los ciudadanos y recuperar, democráticamente, derechos que son nuestros. Si no lo hacemos, advirtió, la abstención va a seguir creciendo”.Dimitrys Touskalas: lo que dijo Yolanda podría ser un discurso griego. Dimtrys, salió del Pasok en 2009, poco antes de que el entonces primer ministro de Grecia, el socialista Yorgos Papandreu, firmase con “la troika” el memorándum por el que se impuso al pueblo griego los drásticos recortes que, desde entonces, está padeciendo. Rechazó ser cómplice del gobierno formado por el partido al que había entregado muchos años. De este modo, este secretario del sindicato de Banca dejó atrás sus treinta y cinco años de militancia en la socialdemocracia griega y se integró en SYRIZAEKM, “una fuerza política que comprende miembros de diversos orígenes a los que une la necesidad de expresar el deseo de la gente de salir de una crisis y revertir la desastrosa corriente de la sociedad griega”.- Finalizo la reproducción.

Ahora que estamos todas las personas inquietas y activistas comprometidas buscando un lugar de encuentro efectivo, al objeto de enfrentarnos al neoliberlaismo y al genocidio social que la Troika, el gobierno de España y los poderes capitalistas ejercen contra nosotros y nosotras, se hace imprescindible, encontrar un punto de encuentro y de equilibrio, que nos permita construir un AGE a nivel del estado español, tanto para enfrentarnos con éxito a las elecciones europeas ya inminentes en tiempo político, como las elecciones municipales y generales.

Hay personas que desde posiciones personalistas pequeño-burguesas, nacionalistas burguesas o aldeanas, pero también de aparato acartonado, no lo entenderán, es humano. Pero explicado, debatido y puesto en marcha el proyecto, enfrentarse al mismo será no solo estéril, sino ridículo. Harán reír, porque la historia lo que exige ahora es una conjunción de fuerzas y de personas –incluidos los nacionalismos progresistas- . También de ideas ¿O es que acaso el capitalismo, su expresión neoliberal, el ultra conservadurismo, el fundamentalismo religioso occidental, el desarrollismo depredador o el patriarcado no son ideas y por cierto de derechas?

No se puede vender democracia como si fuera una marca de refrescos. Ni corruptos, ni ladrones, ni bromistas profesionales, ni marketing comercial, para lo que son ilusiones y esperanzas de cambio social y de superación de las clases. Ideas, convergencia, organización y auto-organización, todo participado, sí, pero responsabilidad y seriedad también. Son muy serios 6.000.000 millones de paradas, cientos de miles de desahuciados, suicidios por desespero, incremento exponencial de la pobreza y la exclusión social y ataques a las libertades, autoritarismo  e incremento del estado policial.

Algunas ideas para ponernos de acuerdo:

 .Propiciar Frentes amplios y populares locales y provinciales.

.Entrar en contacto en cada localidad con las fuerzas políticas, sociales y sindicales.

.Emprender y/o proponer acciones locales y manifestaciones de desobediencia civil.

.Proponer la creación de una convergencia electoral conjunta y ciudadana.

.Saber que no estamos solos, es decir acompañar propuestas colectivas con generosidad.

.Defender el fin del régimen caduco y corrupto del 78 y acompañar un proceso constituyente.

.Otra Europa es imprescindible. Alianza con los pueblos del Sur de Europa.

.Moratoria, auditoria e impago de la deuda.

. Defensa de la soberanía del Estado Español frente a la injerencia de los poderes financieros y políticos conservadores europeos y de las potencias centrales. Independencia, pero con respeto a la capacidad de decidir de los pueblos del Estado.

.Recuperación de la PATRIA REPÚBLICANA FEDERAL.

.Defensa de la libertad sindical. Derogación de la reforma laboral.

.Cambio de paradigma económico del estado español, con sistema financiero público y una reindustrialización sostenible, basada en las nuevas energías limpias. Soberanía alimentaria.

.Potenciación de un polo socialista antineoliberal, de clase y enfrentado a los socioliberales monárquicos y pro-capitalistas. Socialistas por un frente amplio y de clase, que rescaten millones de votos de la abstención.

.Nuevas alianzas mundiales y fin de la sumisión a los imperios decadentes, egoístas y depredadores.

 

Vamos a trabajar por encontrarnos y también por implementar la AGE del estado español, con otras fuerzas sociales, políticas y sindicales.

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La Europa inservible

markelRafael Poch de La Vanguardia

«Su necesaria refundación no vendrá del “más Europa” que se pregona desde Bruselas y Berlín, sino de una rebelión popular cuyo marco solo puede ser nacional,»

 

Vamos a hablar del proyecto europeo, de porqué esta Unión Europea, tal como está diseñada, es inviable e inútil para afrontar los retos del siglo. Por “retos del siglo” entiendo el calentamiento global, el auge demográfico, el “pico” petrolero y los problemas globales de dominio de unos países sobre otros, de pobreza y de desigualdad, combinados con una mentalidad caduca que tiende a seguir “resolviendo” todas esas cuestiones con métodos militares en un mundo atiborrado de armas de destrucción masiva capaces de anular toda vida en el planeta. Esos retos claman una “nueva civilización” y una Europa como la que tenemos es un claro impedimento a ella.

Así que vamos a hablar primero de las razones que hacen inviable desde ese punto de vista a la actual Unión Europea, luego, de la respuesta ciudadana que habría que dar a esa realidad y acabaremos con una reflexión sobre la violencia y los riesgos que tal respuesta comporta para quienes la asumen. Pero antes de entrar en esa crítica, quisiera subrayar la importancia de que haya en Europa algún tipo de pacto y estrecho vínculo internacional.

El motivo es que, desde el punto de vista de la historia universal de la guerra y la paz, Europa es la parte más guerrera y violenta del mundo. En los últimos quinientos años la historia europea salta de una guerra a otra, especialmente en los dos siglos que van de 1615 al fin de las guerras napoleónicas en 1815. En ese periodo las naciones europeas estuvieron en guerra una media de sesenta o setenta años por siglo.

Luego hubo un poco más de paz hasta 1914, si olvidamos la guerra de Crimea o la franco-prusiana, pero en ese periodo Europa continuó culminando la exportación de guerra y genocidio hacia fuera de sus fronteras con el holocausto colonial- imperial que fue la conquista del mundo no europeo.

Además, en ese periodo de relativa paz interna Europa inventó la industrialización y con ella industrializó la guerra lo que la convirtió en algo mucho mas destructivo. Dos guerras mundiales de inusitada mortandad e incubadas en y por Europa, fueron el resultado.

La Unión Europea se creó, precisamente, para remediar la crónica pelea continental, que después de la Segunda Guerra Mundial ha dado lugar a 67 años de paz, una paz, sin embargo, tutelada por dos superpotencias en tensión nuclear, es decir una paz bajo vigilancia y presidida por un factor, el de la destrucción masiva, que representa el escalón superior de la estupidez humana.

Así que tengamos bien presente este dato sobre la Europa guerrera violenta y dominante a la hora de criticar el actual proyecto europeo.

I)   Todavía en 2003 Jürgen Habermas, el principal filósofo alemán vivo, pudo escribir un libro titulado “El occidente dividido” y ser tomado en serio. Su contexto era la desavenencia entre una parte de la Unión Europea, su matriz franco-alemana, y la administración Bush durante la segunda guerra de Irak. Y su fundamento era la exaltación de los “valores diferentes” –y por supuesto mejores– que Europa decía representar comparada con Estados Unidos.

En esa comparación, Europa era un continente de paz y de cultura, con apego a la nivelación social y al estado asistencial, regido por el derecho internacional y no por la ley del mas fuerte, es decir centrado en la diplomacia y no en la guerra, y tolerante y no fundamentalista en materia religiosa.

En países como China, esa desavenencia de 2003 estuvo en el centro de la discusión internacional de los dirigentes de Zhongnanhai, el Kremlin de Pekín. La posibilidad de que Occidente, aquel bloque que crucificó a China en el XIX, pudiera partirse en dos y se convirtiera en dos polos con intereses globales y recetas diferentes, es decir en algo más débilque lo anterior, era sumamente interesante por las mayores posibilidades y márgenes de acción que podía reportar en la multipolaridad a los países emergentes.

Ahora sabemos que aquella desavenencia, con su discurso narcisista y embellecedor de la Unión Europea sobre sí misma, es un fraude y que las esperanzas de una divergencia trasatlántica que tanto interesaron en China fueron un espejismo. La actual crisis nos ofrece una perspectiva mucho más real y un espejo mucho más fiel de la realidad europea.

Constatamos que esa Europa “autónoma y mejor” y preconizadora de “otros valores”, ha apoyado, colaborado y participado en casi todo lo que reprochaba a su pariente histórico de ultramar. Es decir Europa sigue siendo imperialista y sus debilitadas naciones se unen, precisamente, para poder seguir siéndolo. Veamos la lista:

-Durante veinte años se ha excluido a Rusia de cualquier esquema de seguridad continental. Es decir se ha impedido cerrar la relación de guerra fría con el extremo oriente de Europa, tal como quería el malogrado proyecto de Gorbachov. La ampliación al Este de la UE se hizo sobre un guión supervisado en Washington, según el cual el ingreso en la  OTAN era la antesala de la Unión Europea.

– En cuanto la URSS dejó de ser percibida como amenaza, Europa se lanzó a la guerra. Doce días después del ingreso de Polonia, Hungría y Chequia en la OTAN, comenzó la campaña de Kosovo para acabar con Serbia como estado regional anómalo para la nueva disciplina continental. El belicismo y la manipulación mediática adquirieron en Europa niveles que se creían exclusivos de Estados Unidos. Por primera vez desde Hitler, tropas alemanas participaron, en los Balcanes, en un conflicto, y nada menos que en nombre de la prevención de nuevos Auschwitz y “genocidios”.

-En Irak la divergencia franco-alemana con Bush no impidió una colaboración en toda regla a nivel de logística, servicios secretos, torturas y centros secretos de detención de la  “guerra contra el terror” que impide considerar como exclusivamente americanos asuntos como el de Guantánamo: los vuelos de la CIA atravesaron Europa desde Polonia hasta Rota, las cárceles secretas, las torturas y los secuestros implicaron complicidades de todo el mundo. Francia cedió su espacio aéreo para la campaña iraquí, los servicios secretos alemanes identificaron sobre el terreno en Bagdad los objetivos de los misiles del Pentágono y las bases alemanas fueron el principal nudo logístico de la guerra.

-En Palestina, la UE ha sido incapaz de trabajar para la creación de un Estado Palestino, sin duda la medida más eficaz contra el radicalismo islámico en todo el mundo y un imperativo moral incontestable. Por el contrario, ha ido incrementando unas relaciones privilegiadas con Israel y ha incrementado su complicidad con esa comedia que llaman “proceso de paz” en Oriente Medio, basada  en el apoyo al país ocupante y agresor.

– En Afganistán, la misma Europa que durante la guerra fría protestó y se negó a participar en Vietnam, se ha volcado con decenas de miles de soldados europeos metidos allá once años en esta guerra infame de treinta que no registra protestas. Aún más: los despliegues en el cuerno de África, la intervención militar en Libia y ahora en Mali, demuestran que el intervencionismo militar europeo no es una excepción puntual sino una tendencia consolidada.

-En Oriente Medio vivimos ahora las sanciones y amenazas contra Irán. Un intervencionismo creciente en la guerra civil de Siria que contribuye claramente a hacerla más sangrienta, que usa a fondo la habitual manipulación mediática y que da por completo la espalda a toda acción diplomática. El horizonte estratégico de este intervencionismo va más allá de Siria: complicar la vida a su aliado, Irán –objeto de sanciones por la sospecha de una ambición nuclear que, convertida en hecho conocido en el caso israelí se tolera sin problemas- y de paso complicar también el aprovisionamiento energético de China.

-Y todo esto está perfectamente interiorizado en el discurso europeo de la política exterior y de seguridad. En Alemania imponer el “acceso” (Zugriff) a los recursos energéticos globales es lo que da sentido a las misiones internacionales del Bundeswehr, afirma el discurso oficial. Hoy día no hay experto y analista de cualquier “centro de estudios estratégicos” delestáblishment, de Bruselas, Berlín o Londres, que no mencione el tema como algo rutinario, dando por supuesto que el militarismo es la respuesta a los retos del siglo. Lo llaman “nuevos desafíos” y la doctrina de la OTAN los quiere contrarrestar con acciones militares “preventivas” y “proactivas”, es decir agresiones, en todo el mundo.

Es decir, y concluyendo esta lista: en su relación con EE.UU, la Unión Europea desempeña en el mundo el papel que un primer ministro australiano definió para su país en Asia: el del “ayudante del Sheriff”.

Siendo imperialista y practicando un manifiesto vasallaje hacia Estados Unidos, la actual Europa no puede ser un polo de poder independiente y autónomo en el mundo multipolar y muchos menos un polo benévolo por otras razones.

En primer lugar, como ha apuntado Samir Amin, porque Europa no puede ser unos Estados Unidos de Europa. Por un lado carece de recursos naturales comparables a los de grandes países como Estados Unidos o Rusia.

Por el otro,  a causa de su manifiesta falta de unidad interna, porque en Europa están presentes las tensiones y conflictos de intereses centro-periferia propios del desarrollo desigual. Europa contiene  zonas y países que son Norte -Alemania y compañía- otros que son Sur -España, Italia, Portugal- y otros que son patio trasero y tercera categoría: la Europa oriental y balcánica con Grecia incluida. (1)

En segundo lugar Europa no puede ser ni siquiera una federación unitaria porque no existe un “pueblo europeo”. La identidad europea no existe ni se la espera. Haciendo un gran esfuerzo, españoles, italianos, griegos y franceses, pueden alcanzar cierta afinidad identitaria apelando a aspectos de su común tradición (ibérica, católica, la herencia latina-románica, o al mediterráneo).

A partir de ahí, y como dicen los chinos, “con la perspectiva de varias generaciones”, quizá pudieran embarcarse en algo juntos hasta el punto de borrar sus diferencias. Es una cuestión de imaginación. Pero imaginar eso mismo conjuntamente con los finlandeses, los alemanes, los húngaros o los británicos, es decir metiendo juntos a mediterráneos, vikingos y hunos, es superar los límites de la fantasía más atrevida.

Y en tercer lugar, la Unión Europea no puede funcionar como proyecto que valga la pena por el motivo que todos percibimos: porque su burocracia ha tenido la osadía de pretender que un billete de banco, asistido por un sistema sanguíneo-circulatorio compuesto por intereses empresariales multinacionales generalmente dominados por países del Norte europeo, podía ser el corazón de esa identidad de fantasía.

El resultado de esa osadía ha sido una especie de monstruo del Profesor Frankestein que ha acelerado la gran desposesión de soberanía que toda Europa siente hoy.

Si la democracia en las naciones europeas, en el sentido genuino de “poder del pueblo”, ya era caricatura -en unas naciones más que en otras-, ahora resulta que nuestros imperfectos parlamentos ni siquiera tienen soberanía para decidir sobre presupuestos, o que las sacrosantas constituciones deben reformarse en veinticuatro horas por dictámenes que vienen precocinados desde Bruselas o Berlín y que son decididos por instituciones, como el BCE o la Comisión, que ni siquiera son electas.

Casi todas las propuestas que no parten de la propia burocracia de Bruselas para dar un aspecto humano a este monstruo son alemanas: la canciller Merkel desde la Alemania institucional y otros con pretensiones democratizantes e incluso rebeldes proponen lo mismo:más Europa, más integración europea para superar estos defectos.

Habermas y otros quieren una Europa federal que resuelva internacionalmente esa devaluación de soberanía y democracia. Quieren convocar una “Asamblea constituyente europea” de hunos, vikingos y mediterráneos. El diputado verde Daniel Cohn-Bendit propone una Europa totalmente integrada compuesta por estados nacionales reducidos a la insignificancia.

Es la única manera, dice, de afrontar el pulso mundial con las potencias emergentes. De lo contrario, advierte, “la influencia de nuestra civilización de dos milenios corre el riesgo de esfumarse”. El ex ministro de exteriores, Joshka Fischer, propone dar poderes dictatoriales a la Unión Europea… Los únicos que insisten en “más Europa” como fórmula para salir del hoyo son los alemanes.

Hay que recordar que históricamente el discurso europeo de Alemania ha sido siempre entendido como el de una Europa germánica con los alemanes en el papel de dominante “Herrenvolk”. Una quimera hoy manifiestamente imposible.

Así que por todas estas razones (imperialismo, falta de autonomía y recursos, desigualdad interna, ausencia de un pueblo europeo y de identidad común, y por ser un androide empresarial) esta Europa es, a la vez, imposible e inservible para los retos del siglo.

Una vez constatado esto, y recordando aquello que hace importante y necesario un proyecto europeo común (impedir la pelea secular de sus miembros), no hay más remedio que plantearse la pregunta del qué hacer.

II) De lo que se trata es de realizar una refundación ciudadana del proyecto europeo.

De puertas afuera, esa refundación debe impedir la pelea europea. El proyecto europeo no debe tener más ambición mundial que una negación: la de no contribuir al imperio. Si el proyecto europeo ha de ser imperialista, no lo queremos.

De puertas adentro el marco de esta refundación no debe ser “más Europa”,  sino más soberanía popular-nacional.

Hay que dejar bien claro que el de la refundación ciudadana no es el único escenario de la actual crisis. De lo que aquí se habla es de lo que “habría que…”, no de algo que vaya a ocurrir inexorablemente.

Presentimos que en Europa se está incubando una revuelta social mucho más importante de lo que hemos visto hasta ahora, pero nos encontramos en plena divisoria y tenemos datos que pesan tanto en la balanza de lo positivo y emancipatorio como de lo negativo y regresivo.

Por un lado tenemos el avance, en toda Europa, del chovinismo, la xenofobia y el desprecio por el débil y el emigrante, la ridiculización de la solidaridad y el afán de justicia (resumido en ese miserable concepto neocon que es el buenismo). Una perspectiva de la Europa parda de 1930, podríamos decir.

Por el otro lado tenemos el progreso de la protesta social y solidaria: Cuarenta  sindicatos en 23 países participaron el 14 de noviembre en una “Jornada de acción y solidaridad” sin precedentes en Europa. Cotejado con el tamaño y la virulencia de la enorme involución socio-laboral que sufre el continente aquello fue poco y desigual, muy poco. Pero eso ya no es Europa 1930, sino una perspectiva 1848.

La “primavera de los pueblos” de 1848 tambaleó el orden de la restauración absolutista del Congreso de Viena. Un orden absolutista en quiebra es aquel en el que una pequeña casta que acapara el grueso del poder la riqueza y los privilegios adopta decisiones que son vistas como injustas y erradas por la gran mayoría.

No se trata del popular 1% contra el 99%, pero sí de algo muy polarizado como sugiere la creciente concentración desigual de la riqueza en Europa. Eso es lo que tenemos ahora.

¿Qué quiere decir una refundación ciudadana? Quiere decir una reconquista de la esfera económica y financiera que la política ha ido cediendo al capital en las últimas décadas. La UE ha sido diseñada como una autopista de la mundialización neoliberal. Pues bien, ahora se trata de combatirla con una desmundialización ciudadana que devuelva todo eso arrebatado a la política en los últimos treinta años, como dice Bernard Cassen.

Evidentemente todo esto plantea la pregunta del cómo.

Para eso es necesario crear un Frente Popular. Una gran unión, una gran alianza y un gran encuentro entre el mundo sindical, los subproletarios emigrantes y parados, la generación sin futuro y deshauciada, la gente mayor estafada tras una vida de trabajo, los sectores religiosos e intelectuales para los que la actual involución es intolerable desde el punto de vista de los principios éticos y morales.

Es fundamental la creación de nuevas fuerzas políticas y de programas. Hacen falta líderes, personas de todos estos ámbitos que representen y sean portavoces de esta refundación – de momento por ejemplo en Catalunya no tenemos líderes obreros ni sindicales dignos de tal nombre, pero curiosamente ha aparecido una de esas personas en el ámbito más inesperado: una hermana benedictina….

Esta refundación solo puede ser (en Europa y en el mundo) internacional e internacionalista, pero, a menos que queramos disolvernos en un sueño idealista de hermandad universal, su marco solo puede ser nacional.

Esa reconquista no puede hacerse en Bruselas, con su burocracia mucho más dominada por el lobbysmo empresarial que la de los estados nacionales, ni en el irrelevante Parlamento Europeo.

El ágora, el punto de encuentro y la articulación de ese Frente Popular debe lograrse desde los respectivos marcos nacionales: entre comunidades de gente cercana unida por su marco geográfico y socio-laboral, su lengua su cultura y su común identidad integradora.

La experiencia de los foros mundiales, tan interesante pero al mismo tiempo tan etérea e indeterminada, da mucho que pensar. Como ha dicho hace poco Oskar Lafontaine, “La Europa democrática empieza en casa”. Este marco nacional no es sustituto ni alternativa a lo internacional, sino mas bien su condición primera. (2)

Para acabar, una reflexión sobre la violencia.

III)   La Europa de hoy no es la del XIX, cuando cualquier avance social pagaba el precio de enormes cantidades de sangre y de violencia. En este continente mucho más rico, mucho más culto y demográficamente mucho más envejecido que el del siglo XIX, quien más quien menos tiene algo que perder. Eso sugiere que la no violencia popular tiene un nuevo sentido y grandes espacios a su favor.

Al mismo tiempo, la rebelión civíl y pacifica, el movimiento social transformador, no es ninguna broma postmoderna y on-line. Exige lo de siempre: compromiso, voluntad, organización y sacrificio. Y recoge represión y reacción. Es decir: hay que ser consciente de lo que significa decir no a una oligarquía absolutista.

La experiencia histórica más reciente nos avisa del enorme potencial de violencia y provocación que tiene el estáblishment. Los dos principales líderes antibelicistas del 1968 en Estados Unidos, Martin Luther King y Robert Kennedy, fueron asesinados. También lo fue el líder estudiantil más notable del 68 alemán, Rudi Dutschke, muerto de las secuelas de un atentado.

Hay que recordar también que la dictadura no es imposible ni una lejana reliquia histórica. Hace menos de cuarenta años la Europa del Sur, desde Portugal a Grecia pasando por España, estaba gobernada por dictaduras. Hace poco más de veinte toda la Europa del Este estaba gobernada por dictaduras comunistoides. Es decir: la mayor parte de Europa eran dictaduras hasta hace muy poco.

Y hay que volver a leer todo lo que expone el Profesor suizo Daniele Ganser en su libro de 2005 sobre Gladio, la cada vez más documentada evidencia de la manipulación directa del terrorismo de los años setenta y ochenta por grupos vinculados a la OTAN -los peores atentados en Italia, Bélgica y Alemania lo fueron.

Volver a escuchar la opinión de algunos antiguos miembros de grupos alemanes violentos que hoy confiesan que seguramente su labor estuvo policialmente manipulada desde el principio. Analizar lo que sabemos de las protestas antiglobalización de julio de 2001 en Génova.  Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos con los apoyos policiales y empresariales a la extrema derecha griega, o lo que se ha visto en España con los indignados… (3)

Hay que tener claro que cualquier presión hacia esa necesaria desmundialización ciudadana chocará, está chocando ya, con las habituales reacciones, tramas negras, represiones, manipulaciones mediáticas y juegos sucios. Repito: hay que ser consciente de lo que significa decir no a una oligarquía.

(*) Este texto sigue las notas de una conferencia pronunciada el 30 de noviembre en el Centre d´estudis Cristianisme i Justicia de Barcelona.

Notas

(1) Para la exposición de Samir Amin en castellano consultar Europa vista desde el exterior (en www.mientrastanto.org)

(2) El concepto desmundialización lo emplea Bernard Cassen. En L´heure de la démondialisation est venue,  Mémoire des Luttes  agosto 2011.

(3) El libro de Daniele Ganser,  La Operación Gladio y el terrorismo  en Europa Occidental,2005. Sobre el brutal aplastamiento de la protesta contra la cumbre de julio de 2001 en Génova ver El atropello de Génova en este Diario de Berlín.

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¿Que está haciendo la izquierda mientras la derecha prepara el cambio cosmético del régimen?

mediocridadEmilio Pizocaro, Periodista

 

«Está claro que la actual dirigencia de la izquierda no da la talla para la emergencia. Una vez más los de abajo tenemos el problema del poder puesto sobre la mesa. Esta vez no podremos eludirlo con falsas transiciones manejadas desde arriba».

Tal como hemos denunciado, desde hace meses, la más gran maniobra política desde la transición esta en pleno desarrollo y hoy acelera sus propios tiempos. Basta con rastrear las opiniones de los medios comunicación, de la derecha española, para apreciar como ya está en pleno despliegue la estrategia para salvar el régimen y el sistema.

La última indicación nos la brinda el conocido periodista Jesús Cacho , hablando como vocero del lobby de las grandes compañías del Ibex. En su periódico digital Vox Populi , acaba de escribir ; “la alianza entre la clase política y la elite financiera ha funcionado a la perfección en España, bajo los auspicios de la Corona, desde la muerte de Franco, pero la continuidad de ese statu quo se antoja imposible tras los síntomas de agotamiento del modelo y, sobre todo, tras los traumas sociales provocados por la crisis”.

El periodista interpreta acertadamente lo que no dijo explícitamente, o dijo con la boca chica, el capo de Telefónica , Mister Cesar Alierta . El  Lobby del Ibex en su tercer informe de coyuntura llega a la conclusión que “tras los síntomas de agotamiento del modelo” ha llegado la hora del cambio del actual modelo representado por el llamado Juan-Carlismo.

O que es lo mismo, los poderes “realmente existentes” han dado por amortizado al Rey y los dos grandes partidos del sistema (PP y PSOE) . Lo dice explícitamente Jesús Cacho ; Ni los políticos van a poder seguir en la poltrona, ni los empresarios van a poder seguir haciendo empresa…seguir viviendo con el actual grado de insoportable corrupción sin abordar el saneamiento integral del sistema sería tan peligroso como jugar con fuego…”

Hay que reconocer que el diagnostico del “think thank” del poder es acertado. En realidad los políticos del régimen ya no merecen la confianza de los grandes de la banca y las finanzas. La movida estratégica tiene nombre; Príncipe Felipe y renovación total de los viejos cuadros de la transición. Como ya hemos avisado la maniobra política es de calado , pasa por cambios cosméticos pero importantes como la “monarquía federal”.

Extrañamente la Sexta se acaba de prestar a la maniobra el sábado pasado llevando, sin motivo aparente, a su plató de televisión a otro pájaro de cuentas ; el monárquico Luis María Anson. ¿Objetivo? Preparar al personal para el recambio de las elites del poder con un discurso lleno de subentendidos. El nunca bien ponderado Anson  se hace entrevistar para hacer un reconocimiento público por los servicios prestados por el Rey y las cúpulas partidarias del PP y PSOE . Eso sí pero, las trata ya, como jubilados. Fue a decir con elegancia ;“les llego la hora del retiro”.

¿Y que pasa a la izquierda del panorama?

En los próximos días veremos como la derecha financiera y mediática pasan aún más a la ofensiva. Los tiempos urgen para el poder y la profunda crisis del euro los tiene sin dormir tranquilos.

Mientras las elites complotan en palacio el magma de la rebelión aumenta de manera persistente pero lamentablemente lo hace sin dirección, sin pensamiento estratégico y sin una alternativa verosímil.

Desde ya, el caso de los Eres de Andalucía advierten a la militancia de la  izquierda que sus cúpulas institucionalizadas (IU) y los dos grandes sindicatos mayoritarios no están al margen de la corrupción generalizada del régimen.

Es tan cierto que habrá que prestar mucha atención a denuncias de Tafalla y Miras dos intelectuales Comunistas:

En el caso de IU y de CCOO, el dinero de la corrupción ha servido para ganar congresos, mediante el expediente de pagar cuotas de militantes ficticios –“almas muertas” como las de Gogol-  que permitían arreglar mayorías en los congresos etc., y ganar siempre, a la clase política. Como ejemplos paradigmáticos de estos comportamientos, en el marco  de la izquierda de la que procedemos (IU y CCOO) podemos citar los nombres de José Antonio Moral Santín y de sus colegas de la federación madrileña de IU, de José María Fidalgo o de María Jesús Paredes. La lista sería bastante más larga”.

Desde la “era Llamazares” la dirigencia de la izquierda institucional ha jugado a una subalternidad frente al PSOE que ya se torna insoportable. que hoy empieza a traerle serias complicaciones.  De aquel rebélate de la última campaña electoral de IU no queda nada , solo un mal co-gobierno en Andalucía con los social-liberales que han usufructuado del poder por más de 30 años.

Antes este escenario habrá que hacer una “enmienda a la totalidad “ a las actuales políticas de la izquierda institucional. Hoy más que nunca se hace necesaria ponerse a trabajar en serio para desencadenar una revolución democrática en todas las estructuras del poder. Tal como lo expresa el filósofo Juan Ramón Capella; No sólo hay que jubilar o poner a la sombra al personal político incapaz que ha venido gobernando el sistema: hay que abrir paso a gentes nuevas no infectadas por la corrupción. Hay que ingeniar un sistema político que quede en manos del pueblo. Que éste pueda controlar y que cuente con mecanismos sólidos de exigencia de responsabilidades”.

Querámoslo o no viviremos momentos convulsos, llenos de “novedades” políticas. Ahora, sí las cosas siguen tal como están, una vez más el pueblo verá como sus anhelos de cambio son traicionados por las maniobras de las élites y los pusilánimes de todos los signos que nunca faltan.

Está claro que la actual dirigencia de la izquierda no da la talla para la emergencia. Una vez más los de abajo tenemos el problema del poder puesto sobre la mesa. Esta vez no podremos eludirlo con falsas transiciones manejadas desde arriba.

La auto-organización social deberá pasar a una nueva etapa que nos permita bosquejar políticamente una verdadera rebelión popular para que los pueblos de España sean los verdaderos protagonistas de un poder constituyente originado en la base social.

Si no llegar a ocurrir así, los costes humanos para la gran mayoría de la población se tornarán en insoportables y la historia demandará la responsabilidad a una izquierda que en la práctica ha servido para dar legitimidad a un régimen en plena decadencia.

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Andalucía a la deriva ¿Que queda del rebélate de IU?

SEDANO-150x150Marcos González Sedano

De aquella llamada Andalucía imparable y de aquel rebélate, solo queda el llanto y la excusa del imperativo legal que es un arma arrojadiza contra el PP a la espera del asalto electoral a la Moncloa.  En el maridaje  PSOE/ IU, se le deja a esta última el papel de “sidol” que quita las manchas amarillas del sumidero de más de treinta años de gobierno social-liberal en nuestra tierra

Sin lugar a dudas, el estado español entregado en cuerpo y alma a los mercaderes y en particular al bloque dominante alemán, se deja llevar como barco que una vez rotas las amarras se dirige a los escollos. En su deriva la flotilla de goletas que le acompañaban van siendo engullidas por el temporal. Sólo las más fuertes, las que se pusieron a resguardo del buque insignia van sobreviviendo. Entre ellas se encuentra Andalucía, cuyo peso específico es tan importante que dejarla zozobrar pondría al propio estado, ya sin rumbo previsible, en una situación de alarma general.

Los miembros del gobierno andaluz, la mayoría dirigentes históricos  de los partidos que dieron paso al nuevo régimen español, concretado en la constitución hoy caduca de 1978, no se  salen del guión dictado desde Madrid, Brúselas, el Fondo Monetario Internacional  o el Banco Mundial.

De aquella llamada Andalucía imparable y de aquel rebélate, solo queda el llanto y la excusa del imperativo legal que es un arma arrojadiza contra el PP a la espera del asalto electoral a la Moncloa.  En el maridaje  PSOE/ IU, se le deja a esta última el papel de “sidol” que quita las manchas amarillas del sumidero de más de treinta años de gobierno social-liberal en nuestra tierra. Y así, sin estrategia económica, política, cultural o social que no sea otra que la de esperar a que amaine el temporal, Andalucía está condenada a ser un pecio más, donde los piratas de dentro y de fuera de España seguirán robándonos todo lo que puedan y un poco más.

Ante esta situación es imprescindible que la sociedad andaluza, no metida en la nómina de la Junta, se planteé una alternativa que vaya más allá de lo meramente electoral y se ponga manos a la obra en la construcción de otra Andalucía. Lejos de los que por la mañana firman leyes andaluzas que dejan en la calle a miles de trabajadores, y por la tarde se ponen detrás de las pancartas contra los despidos. Que cada palo aguante su vela y, sin ningún temor a equivocarme, decir que la única batalla que se pierde de antemano es aquella que no se da.

 

 

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Los cuatro escenarios de la eurocrisis

R PochRafael Poch de La Vanguardia
«El primer escenario es el de continuar languideciendo: en 2020 la mayoría de los países del sur continúan necesitando rescates y el BCE sigue comprando sus bonos. La unión económica y monetaria continua incompleta y Europa pierde posiciones globales ante EE.UU y China».
Análisis de la fundación Friedrich Ebert de los socialdemócratas alemanes

Por primera vez un importante think tank alemán analiza en público futuros escenarios de la eurocrisis. Un final feliz es considerado poco probable. La hipótesis desintegradora se contempla. El peligro de que adopte formas violentas “debe ser tomado en serio”. La creación de una Kerneuropa, una Europa matriz con Alemania en el centro y un euro restringido a las economías más sólidas del norte, es vista no como algo deseado, pero sí como una hipótesis realista y la segunda mejor salida de la crisis.

En el escenario de la desintegración, el estudio “Escenarios de futuro para la eurozona”, divulgado por la Fundación Friedrich Ebert (FES), fundada en 1925 y asociada a la socialdemocracia, contempla dos subvariantes. Una sería la yugoslava con separaciones violentas.

Aunque sea un escenario negro, “debe ser tomado en serio”. “Puede ocurrir aunque nadie lo desee, como sucedió con el estallido de la primera guerra mundial”. Otra variante sería del tipo de la disolución de la URSS, cuando los gobernantes reconocen que los costos de cargar con la periferia son mayores que deshacerse de ella.

Una tercera variante disolvente sería el llamado “síndrome Mezzogiorno”, a partir de una diferenciación regional y no nacional. En ese caso, en el que se cita expresamente a “Cataluña y la Italia del norte”, “no son los estados los que rompen con la unión monetaria, sino las regiones prósperas las que rompen con los estados para intentar incluirse en una zona de integración central”, dice.

La eurozona se enfrenta actualmente a una encrucijada que contiene, “el mayor desafío de su historia, señala el estudio. Las medidas adoptadas se demuestran inadecuadas y exacerban la crisis. “En contraste con su percepción en Alemania la administración de la crisis de la canciller Merkel está desprestigiada”, considera.

El estudio se basa en debates entre expertos que fueron organizados en 2012 en 15 capitales europeas; Berlín, Lisboa, Helsinki, Bratislava, Zagreb, Bruselas, Varsovia, Barcelona, Atenas, Londres, París, Liubliana, Madrid, Roma y Tallin. “Común a todos esos países es la conciencia e incluso el miedo a la fortaleza de Alemania, una demanda de solidaridad pan-europea, y la sensación en los países más pequeños de ser meras piezas en la gestión de la crisis”. El horizonte del estudio es la Europa del año 2020.

El primer escenario es el de continuar languideciendo: en 2020 la mayoría de los países del sur continúan necesitando rescates y el BCE sigue comprando sus bonos. La unión económica y monetaria continua incompleta y Europa pierde posiciones globales ante EE.UU y China.

Las elecciones alemanas de 2013 no cambian nada esencial y se mantienen las resistencias nacionales a una más estrecha coordinación presupuestaria. En el sur de Europa se extiende la inestabilidad, sin llegarse a cambios de régimen. Variante de este escenario sería una “situación japonesa”: un largo periodo de estagnación, deflación y alto endeudamiento.

El segundo escenario es la desintegración: en 2020 los países están divididos en diferentes bloques, algunos han regresado a su moneda anterior y en otros movimientos populistas antieuropeístas han llegado al poder. La consolidación fiscal es imposible en varios países por estar sumidos en la recesión.

Aumenta la hostilidad entre países y entre el norte y el sur de Europa. La unión monetaria se ha dividido en una zona alrededor de Alemania y otra alrededor del Reino Unido. La desintegración de la Unión Europea parece inevitable y apunta hacia una recesión global.

El tercer escenario es la construcción de una matriz europea más pequeña, más estable y exclusiva con Alemania en el centro: La Unión Europea aún existe en 2020 pero es una Europa de dos velocidades reducida a amplia zona de libre comercio hostil a toda integración política.

En ese contexto, la Kerneuropa de matriz alemana establece su unión fiscal y avanza hacia la unión política. Mientras aumentan las desigualdades entre ella y la periferia, esta pequeña y selectiva Europa se defiende mejor en el mercado global.

El cuarto escenario es el de la reparación y culminación exitosa del edificio europeo: con excepciones para los países particularmente afectados por la crisis, la unión fiscal se ha completado en la eurozona.

Los problemas han desembocado en la decisión de Francia y Alemania de dar un nuevo salto adelante. La mayor integración comienza con un grupo de vanguardia decidido a ella, lo que dibuja cierta Europa de dos velocidades.

Se revisa el pacto de estabilidad y crecimiento pero se mantiene la cultura de presupuestos saneados. El presidente de la Comisión Europea se elige por sufragio directo. Una agencia europea de deuda emite, en última instancia, bonos de deuda pública comunes. La Unión Europa prosigue su integración. Este cuarto escenario es caracterizado por el estudio como, “el más deseable y el más difícil de alcanzar”.

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Una vez más, la izquierda como problema

images (1)«No existe fuerza política ni sindical, entre las que han constituido el régimen, que no se encuentre involucrada hasta la médula en la corrupción»

Joaquín Miras y Joan Tafalla

“Los partidos nacen y se constituyen en organización para dirigir la situación en momentos histórica-mente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas, no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases) en el país determinado o en el campo internacional…

La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci[1]

 

La situación política española está marcada, como sabemos, por la conjunción en el tiempo de dos fenómenos históricos: la así llamada crisis económica y la crisis del conjunto de formas de dominación y dirección creadas durante la así llamada Transición.

La conjunción de ambos elementos produce fenómenos complejos ante los cuales es difícil orientarse. Sobre todo, y ese es el objeto principal de esta reflexión, si la autoproclamada izquierda se empeña en enfrentarse a ellos desde un pensamiento débil. Extremadamente débil.

Primero: los mecanismos de desposesión y expropiación que llaman crisis.

La llamada crisis económica ha sido producida por el sector financiero del capitalismo, lanzado a una fase de acumulación de capital basada en la desposesión de la mayoría de la población. Esta ofensiva de los expropiadores incluye diversos aspectos:

a.- En el territorio comprendido dentro de la Unión europea, el capital financiero e industrial alemán, tras una larga marcha, ha conquistado el espacio vital (Lebesraum) que la geopolítica alemana de los años veinte del siglo pasado consideraba imprescindible para darle un rol hegemónico en Eurasia. Una conquista de evidentes características neo-colonizadoras de los  territorios periféricos de la Unión Europea.

Los autores de este material venimos denunciando desde los años ochenta del siglo pasado el carácter imperialista de la llamada construcción europea: nos opusimos a la entrada de España en el Mercado Común, nos opusimos al tratado de Maastricht, nos opusimos al Tratado constitucional de la Unión, nos opusimos al euro, nos opusimos al fraudulento cambio de la constitución española en 2011. Teníamos sólidas razones para hacerlo y la realidad ha venido a demostrarlas. Desde esta perspectiva consideramos que reconocer analíticamente la situación actual y, proponer, como hace la izquierda, sea el PSOE o todo lo que se halla a su izquierda, políticas supuestamente favorables al pueblo trabajador sin poner en cuestión el proceso europeo, es pura demagogia.

La destrucción de estados y de soberanías por parte de la UE, mediante una larga (casi cuarenta años) ofensiva institucionalizadora de nuevos mecanismos políticos, jurídicos y económicos ha hecho entrar en barrena los escasos instrumentos políticos democráticos existentes que se habían institucionalizado tras la derrota del fascismo y del nazismo en 1945. Como consecuencia de esa ofensiva, en el conjunto de Europa toda una civilización se está hundiendo.

Las conquistas acumuladas por las luchas más que centenarias del movimiento obrero, por la ofensiva frente populista y antifascista y de la Resistencia antifascista, pero también por la llegada del Ejército Rojo al río Elba, y por la presencia de fuertes partidos comunistas de masas y de fuertes sindicatos de clase  están en cuestión.

La entrada de España en la UE condenó a nuestro país a un papel periférico para siempre más en la dinámica de desarrollo libre del capitalismo en el área de la UE. La industria competitiva se desmanteló[2], se entró en la permanente subasta a la baja de los costes laborales.

Las centrales sindicales mayoritarias mostraron a los trabajadores que la resignación y la sumisión era única vía para poder trabajar. Ello sin que las minoritarias o las sucesivas y localizadas escisiones de CCOO pudieran o supieran revertir este proceso.

Las condiciones laborales eran cada vez más similares a la esclavitud a tiempo parcial. Mientras, los sucesivos gobiernos presentaban como muestra de su sagacidad política y de su utilidad para los trabajadores la concesión de ingentes incentivos fiscales e incluso urbanísticos (mediante recalificaciones o cesiones gratuitas de suelo industrial) para que las multinacionales del automóvil o de otros sectores de la producción decidieran localizar en España la producción de unos de sus modelos[3].

Este proceso de recolocación de España en una lugar periférico dentro de la UE fue encubierta por la cortina de humo de los ingentes fondos europeos ( cuyo carácter corruptor masivo de las conciencias debe ser tenido muy en cuenta), que mantuvo el espejismo de una mejora de las condiciones de vida para toda una generación. Pan para hoy, hambre para mañana. O actualizando el dicho: pan para ayer, hambre para hoy.

Los instrumentos para la destrucción de las conquistas sociales fueron y son amplios y variados.  Además de la actual creación del espacio ultraliberal entre Lisboa y Rusia que es la UE, el capital industrial europeo, ya tras la crisis de 1973, había iniciado la implementación de una Nueva División Internacional, cuyo objetivo principal era la destrucción de las conquistas del movimiento sindical[4].

Este segundo instrumento, tuvo una importancia quizás mayor porque cambió la estructura productiva, y liquidó las anteriores culturas del trabajo que construían y a la vez daban autoconsciencia a un sujeto subalterno autónomo; le permitían autocomprenderse en sus expectativas, en sus metas diferenciadas – dignidad del trabajo, reivindicación de su rol en la sociedad, etc-.

Desaparecidas las causas eficientes del llamado estado del bienestar, el capitalismo ya desembridado se lanza a la ofensiva final contra unas conquistas  que propiciaron avances ya no sólo salariales y en los derechos sociales, sino que, incluso, habían generado nuevas perspectivas de ascenso social como producto del acceso de sectores de los hijos de la clase obrera a la universidad. Toda una entera civilización y cultura está en trance de desaparecer.

En su megalómana ofensiva, el capital libre ya de todo freno que lo someta a las leyes, liquida los derechos del hombre y del ciudadano, proclamados por la Ilustración y por la Revolución francesa. El derecho a la existencia, a la salud, a la instrucción pública, al trabajo o a la vivienda sobran en las constituciones.

La soberanía del pueblo como base del poder político y el derecho a la insurrección contra la tiranía son negados por los legitimadores del poder tiránico del capital. No caracterizar la fase actual del capitalismo como un intento de vuelta a la esclavitud y/o a los mecanismos feudales de acumulación y desposesión nos parece miopía o simplemente, demagogia.

b.- En la División Internacional del Trabajo, España está condenada a la desindustrialización, a la especulación urbanística (cuyo estallido está teniendo tremendas consecuencias sociales), a participar en la subasta a la baja de las condiciones de trabajo, y a cultivar el turismo, como únicas salidas.

Las políticas de expropiación de las clases populares se realizan mediante la transformación de la deuda privada en deuda pública. Se hizo crecer escandalosamente el déficit público mediante ingentes transferencias a una banca a la que se debería haber dejado caer en la bancarrota. Se pretende  conseguir el equilibrio fiscal, que debe equilibrar ese ingente déficit artificial, mediante la reducción drástica del gasto social (no así el militar, por ejemplo) y por el incremento del ingreso mediante impuestos indirectos que se imputan al pueblo trabajador y no a quienes más tienen.

Todo ello está acarreando la miserabilización de ingentes capas de la población.  En el doble sentido: hundimiento en la pobreza de enormes sectores de la población, desposesión de la casi totalidad de la población y, en resumen, crecimiento desmesurado de la desigualdad entre una mayoría de la sociedad que incluye a casi el 99 % de la misma y un 1% que se enriquece de forma igualmente, proporcionalmente, desmesurada. La sociedad de la desigualdad extrema.

Algunos de estos datos son escalofriantes:

  1. 5.965.400 parados según la EPA del último trimestre de 2012.
  2. La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (estrategia Europa 2020) ha pasado del 24,4 % en el año 2004 al 26,8 % en 2012[5].
  3. La tasa de personas que padecen muchas dificultades para llegar a fin de mes pasó para el mismo periodo de 11,1 % a 13,5 %, mientras que las que pasan dificultades pasaron de 17,6 % a 17,2 % [6]. Más de la tercera parte de la población tiene problemas para llegar a fin de mes.
  4. La evolución de las tasas de carencia aumentó en el mismo periodo de forma alarmante
Evolución de las tasas de carencias en España entre 2004 y 2012.
Conjunto de España, todas las edades y géneros 2004 2012
No puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año 43,9 45,3
No tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos 38,2 40,1
Ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad…) en los últimos 12 meses 6,5 8,6
Carencia en al menos 3 conceptos de una lista de 7 conceptos[7] 17,4 16,4
Elaboración propia. Fuente: Instituto Nacional de Estadística [8]

 

  1. El 21,1 % del total de la población española vive por debajo del umbral de pobreza en 2012.
  2. Los ingresos medios anuales de los hogares españoles alcanzaron los 24.609 euros en 2011, con una disminución del 1,9% respecto al año anterior. Si lo dividimos por persona, el ingreso medio de una persona que vive en España es de 9.321 euros, un 1,31% aún más bajo que en 2011.
  3. La tasa de pobreza aumenta entre las personas en edad de trabajar, entre 16 y 64 años, pasando del 19,4% en 2010 al 21,0% en 2012.
  4. Uno de cada cuatro menores de 16 años se sitúa por debajo del umbral de pobreza.
  5. El futuro de casi dos generaciones ha sido destruido por la voracidad desatada del capital financiero. Las cifras del INE son, de nuevo, horripilantes:
Población de 16 y más años por relación con la actividad económica, sexo y grupo de edad

Unidades: Miles de personas. Periodo IV trimestre de 2012. Ambos sexos. Fuente: INE

Total ActivosOcupadosParadosParados que buscan primer empleoInactivosDe 16 a 19 años1.728,5260,367,6192,7134,01.468,2De 20 a 24 años2.384,21.427,1689,6737,5188,2957,1

 

Las expectativas de consumo para el conjunto de la población con excepción de los mayores de 65 años están en crisis. El resultado de todo ello es  que las jóvenes generaciones viven y vivirán peor que las anteriores.

Un sector de los hijos de las clases subalternas han estudiado “por encima de sus posibilidades” parafraseando la cínica expresión de los poderosos. El ascensor social ha sufrido una parada brutal, y ha generado una brusca decepción de las expectativas. El fenómeno de la nueva emigración de jóvenes bien preparados adquiere alcances escandalosos que muestran la inviabilidad del sistema: ya no puede proporcionar a la población joven un futuro digno, ni tan sólo un futuro.

La inversión hecha en España en relación a la formación de la joven generación será rentabilizada, mediante un nuevo mecanismo imperialista de desposesión por Alemania y por otras economías centrales. Al propio tiempo, esta nueva emigración proporciona al sistema una válvula de escape para sus agudas contradicciones: atenúa las cifras del paro y exilia a los cerebros mejor preparados de una generación.

En España esa magnífica formación será dilapidada mediante el subempleo de licenciados universitarios en trabajos que requieren escasa o nula formación, pagados a precios irrisorios y con horarios esclavistas. La frase: en España no hay futuro, es una realidad para más de la mitad de los jóvenes españoles[9].

La pregunta pertinente ante la miserabilización creciente, ante el robo descarado de su futuro para los jóvenes es: ¿por qué motivo no sea ha producido aún una revolución si los de abajo ya no pueden vivir como vivían y/o como esperaban vivir? Si el indulgente lector tiene la paciencia de seguirnos, trataremos de esbozar una respuesta más adelante. Ahora debemos ocuparnos del segundo fenómeno anunciado en el primer párrafo de este material.

Segundo: la crisis política del régimen de la transición.

“Por supuesto que no se puede decir que en la URSS no hubiese corrupción.La había, sobretodo en las repúblicas que integraban la unión. Pero encomparación con el desmadre actual, es como la noche y el día.

Debemos comprender algo muy sencillo: para el socialismo, la corrupción es como una enfermedad infantil, mientras que para el capitalismo, la corrupción es como el esqueleto. Y a un organismo vivo no le puedes arrancar el esqueleto”. Leonid Kalashnikov[10]

 Junto a la calamitosa situación económica señalada, se produce además la pérdida de legitimidad, el descrédito y la amenaza de  colapso del conjunto de las instituciones y magistraturas creadas durante la transición al régimen actual. Entre ellas, la corona, la judicatura, los partidos políticos y fuerzas sindicales del régimen. La causa de esta pérdida de legitimación del régimen es la corrupción que lo ha devorado.

No existe fuerza política ni sindical, entre las que han constituido el régimen, que no se encuentre involucrada hasta la médula en la corrupción.

La corrupción es asunto gravísimo desde larga data. Sin pretensión de ser exhaustivos recordamos los “casos” Nasseiro, “Flick”/Filesa, Banca Catalana. También el 0´07 de la masa salarial destinada por la ley a formación continua de los trabajadores, que se reparte, en amor y compaña entre la patronal y las dos grandes centrales sindicales[11]. La morterada ilegal de dinero sorbida por los partidos mediante la tutela que miembros de sus organizaciones ejercen en entidades bancarias –cajas de ahorro, etc. -, desde sus consejos de administración.

A lo cual cabe añadir la masa colosal de dinero negro ingresada en las cajas de los partidos y en las cuentas de militantes y cuadros, procedente de la corrupción urbanística sin la cual no hubiera sido posible la burbuja inmobiliaria, o de las adjudicaciones de obras públicas en las administraciones que controlan el PP, el PSOE o CiU (casos Palau, Gurtel/Bárcenas, José Blanco o Mercurio y Pretoria).  A ello se une el despilfarro delincuente del dinero público para beneficiar a las empresas amigas, obteniendo de paso, mordidas, mediante la concesión de construcciones de vías férreas de AVE que no tienen pasajeros, aeropuertos que no tienen aviones, ciudades de las artes sin obras de arte, autopistas y demás obras públicas sin sentido.

Sin embargo, la causa de la corrupción no es el sistema político, ni la “clase política”. Los vicios de fondo del sistema político y de la clase política que lo gestiona son la consecuencia de un sistema social cuya esencia misma es la corrupción. Si se quiere ir a la raíz del problema se hace necesario señalar, acusar, encausar y encarcelar, no sólo a los corruptos si no a los corruptores.

Para realizar esta tarea se necesitan fuerzas que no sólo se proclamen de izquierdas, sino que, más allá de las proclamas, muestren una voluntad creíble, que estén realmente al margen de toda sospecha y que acumulen la fuerza social suficiente para poder cortar el mal de raíz. Reconocemos que exigimos unas condiciones muy pesadas para una izquierda acostumbrada a moverse entre la subalternidad y la cooptación. Pero cualquiera reconocerá que se trata de condiciones necesarias, aunque insuficientes, para erradicar ese mecanismo de expropiación de la sociedad por parte de una minoría.

Incluso las instituciones políticas y sindicales del régimen menos afectadas por la corrupción han contado con el suficiente dinero contante para pagar a final de mes las nóminas de unas burocracias políticas – de una clase política y sindical- que ejercía sin chistar los dictados de las direcciones, y que les ha permitido sostenerse y perpetuarse, a pesar del hundimiento de las militancias políticas, al margen de las mismas y del desinterés que la sociedad sentía ante ellas como consecuencia de las políticas aplicadas.

Porque el nivel de corrupción moral que ha conducido al actual estado de cosas incluye al honesto funcionario sindical o de partido, que recibía su salario a fin de mes, debido a lo cual, miraba para otro lado, aún a sabiendas de que los salarios de los permanentes no podían venir de las cuotas de los afiliados, y que votaba, quizás en contra de sus cada vez más débiles convicciones, lo que tocaba en cada ocasión, con “brazo de madera”.

Usemos aquí la magnífica metáfora política que nos ofrece la dimisión de Benedicto XVI. Incluso los papas más proféticos, a pesar estar iluminados por el Espíritu Santo afirman no haberse enterado de la corrupción sistémica. Todos ellos pretendieron cabalgar el tigre de una curia corrupta, en vez de enfrentarse a la lacra, y fueron devorados, en su momento, cuando ya no fueron útiles,  por los leones de su vaticano.

En el caso de IU y de CCOO, el dinero de la corrupción ha servido para ganar congresos, mediante el expediente de pagar cuotas de militantes ficticios –“almas muertas” como las de Gogol-  que permitían arreglar mayorías en los congresos etc., y ganar siempre, a la clase política. Como ejemplos paradigmáticos de estos comportamientos, en el marco  de la izquierda de la que procedemos (IU y CCOO) podemos citar los nombres de José Antonio Moral Santín y de sus colegas de la federación madrileña de IU, de José María Fidalgo o de María Jesús Paredes. La lista sería bastante más larga.

Los últimos episodios en esa misma organización son la transformación del llamamiento electoral a la rebelión en una política de apoyo a la gobernabilidad de Extremadura por parte del PP y en Andalucía, la aplicación de los recortes impuestos por la troika eso si, “por imperativo legal”.

Pero… ¿por que no se levantan la masas?

“ Los cambios en el modo de pensar, en las creencias, en las opiniones, no sobrevienen por rápidas «explosiones» simultáneas y generalizadas, sino que casi siempre sobrevienen por «combinaciones sucesivas» según «fórmulas» disimiles e incontrolables «de autoridad . La ilusión «explosiva» nace por falta de espíritu critico.” Antonio Gramsci[12]

Debemos reconocer que el déficit de virtud de la izquierda, es una de las causas eficientes de la ausencia de una revolución democrática. Sin embargo éste fenómeno no es la única y principal causa. Ojala lo fuera por que la solución sería dura, pero fácil hablando en términos de proceso histórico.

El problema es mayor: si, a pesar del brutal empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, y a pesar de la ausencia de futuro para varias generaciones venideras,   no se produce una revolución democrática es porque el demos no está aún por la labor. La mayoría se refugia aún en la idea de que los malos días pasarán, que es posible volver a aquella “belle époque” en que las condiciones económicas permitían un crecimiento que deparaba mucho más empleo, el aumento “imparable” de las expectativas de consumo, la posibilidad de que los hijos del obrero fueran a la universidad, y en que el Estado procuraba por el bienestar, la salud y la educación de todos.

Todo el mundo quiere volver a este pasado. Un pasado que se idealiza, un pasado mítico del que se olvidan o, simplemente, del que se desconocen las condiciones que permitieron el “milagro europeo”. La izquierda keynesiana producto social de esta conciencia general, contribuye a dar discurso al deseo utópico de comer tortilla sin cascar el huevo.

Las movilizaciones que arrancaron con el movimiento del 15 de Mayo de 2011 supusieron un aliento para la esperanza. Como era lógico, un movimiento joven sin mayores vinculaciones con la izquierda de la transición y sin experiencia ninguna, debía cometer errores, mostrar algunas inmadureces e insuficiencias. No vamos a ser nosotros quienes resaltemos estas insuficiencias. Nadie tiene la culpa de ser joven y de no poseer experiencia. Ambas dolencias se curan con el tiempo.

Lo que hay que destacar en este repaso a brocha gorda es, por el contrario, lo más positivo de dicho movimiento: que levantó la esperanza de que es posible hacer algo, oponerse a una ofensiva que se auto- proclama como inevitable. Poner en circulación el lema “sí se puede”, no es poca cosa.

Frutos importantes de este espíritu de esperanza que ha recorrido España entera y en especial a su juventud, han sido el crecimiento de las protestas contra los desahucios, la certeza de que, ante el banco, la policía y el juez, es posible que vecinos que casi no se conocen a pesar de vivir en la misma calle o barrio se puedan oponer y se opongan a los designios del poder.

La consecución de un millón y medio de firmas para conseguir la dación en pago ha sido la demostración más palpable de que efectivamente, si se quiere, se puede. Se trata de una creación popular cuya importancia no podemos ni queremos desmerecer.

Sin embargo, a principios de marzo de 2013, parece que el proceso de movilización y de lucha no ha rebasado aún la etapa de la protesta económico-corporativa. El movimiento no ha superado, por el momento, el desafío que suponía, una vez desalojadas las plazas del Sol o de Catalunya, el objetivo de implantarse en el tejido social y en el territorio.

A consecuencia de de las impaciencias lógicas en un movimiento joven, y no tan lógicas en sectores de la vieja izquierda que tratan de influir sobre él, se está lejos de la comprensión de que no existe aún una voluntad general, una conciencia de clase, un proyecto de otra sociedad que esté encarnado en las decenas de millones de personas.

Los miembros de las clases subalternas aún se enfrentan a la situación de forma individual, no organizada, sin una cultura política, sin un ethos, sin una idea orientativa, elaborable tan solo si se  autogenera a partir de la experiencia de lucha, sobre el tipo de Estado que podría permitir afrontar los problemas  sociales orientándose en la igualdad, en la justicia.

Como se ha dicho, la clase obrera se encuentra sometida a una permanente subasta a la baja del salario y de sus condiciones de trabajo. Está sometida a la esclavitud a tiempo parcial. Una esclavitud solicitada, suplicada. En estas condiciones, sus luchas, cuando se producen, son simplemente defensivas, subordinadas. No es una crítica a la clase obrera ni un anuncio de que su papel en la sociedad haya periclitado. Al contrario nos parece una clase esencial y central, sin la cual no se mantiene la sociedad. Nos limitamos simplemente a constatar la realidad actual.

Los colectivos que aún luchan en sus puestos de trabajo y que muestran un perfil combativo suelen ser colectivos que aún no han sido disueltos en el magma de individualidades dispersas, e indefensas como consecuencia, precisamente, de su dispersión. Se trata de colectividades o comunidades con tradición de lucha y cuya cultura aún no se ha diluido: mineros, jornaleros andaluces, sanitarios, profesores ( desde la primaria a la universidad), trabajadores de Telefónica.

Pero se trata de colectivos con una debilidad de base muy importante: son colectivos que dependen en su mayoría, del presupuesto del Estado. Los movimientos de estos sectores, sometidos cada uno de ellos a dinámicas corporativas, sin elementos que confederalicen sus respectivos conflictos, que los extiendan y les den apoyo, están condenados a agotarse en el tiempo y a replegarse a veces en desorden y en medio de la más absoluta desmoralización colectiva.

La responsabilidad de las Confederaciones sindicales de clase, fósiles heredados de la generación anterior, es inmensa. Han dejado que las luchas sectoriales se enfrenten aisladas al poder tiránico del capital. No han propiciado la convergencia entre las luchas, a pesar de ser las únicas organizaciones que podían hacerlo. Los pequeños sindicatos escindidos de CCOO en algunas empresas o territorios, como COBAS, la Corriente de Izquierdas de Asturias, el SAT en Andalucía y la CGT no han sabido o podido dar esas perspectivas generales a los movimientos sectoriales. La paradoja existente es que los que pueden no quieren y que los que quieren, no pueden.

Al propio tiempo, se apunta ya un lento surgimiento de formas alternativas de socialización y de cooperación, dispersas en el territorio en forma de Casals, cooperativas, ateneos, candidaturas municipalistas autónomas; pero este proceso se encuentra aún en una fase incipiente. Y además, corre el peligro de ser parasitado, depredado y dividido por la impaciencia institucional de determinadas vanguardias políticas.

Todo este panorama no permite sino un pronóstico: las individualidades, los colectivos sociales de base que se han movilizado, que resisten justamente en defensa de su salario y sus condiciones de trabajo, contra los desahucios, etc., son un activo que atesora una experiencia y una actitud indispensable para todo posible resurgimiento, en lo futuro, de la movilización.

Pero estamos aún lejos de la constitución de la voluntad colectiva que permita la creación y articulación de procesos constituyentes que incorporen a las decenas de millones de ciudadanos. Una revolución democrática para serlo, debe ser protagonizada por decenas de millones, como nos advirtiera hace unos 90 años nuestro amigo Vladimir.

Los procesos constituyentes de laboratorio, elaborados desde revistas de izquierdas o dentro de los locales de los viejos o nuevos movimientos políticos, sólo son muestra de la sempiterna impaciencia de las autoproclamadas vanguardias. Desde nuestra modesta y marginal situación sólo podemos proponer la paciencia como principal virtud de aquel que realmente quiere cambiar las cosas de raíz. La paciencia unida a la perseverancia, la coherencia, la persistencia y la audacia… de ser paciente sin por ello sentarse a esperar.

Las prisas ante un presunto fin de época

Sin embargo, la gravedad de la actual situación ha generado una sensación, sin duda atenida a la realidad, de final de época. Que se hayan generado expectativas de fin de régimen y que se hayan levantado voces que reclaman una “segunda transición” política, y que declaran liquidada la de los setenta, su régimen y su constitución, o que consideran llegado el momento de crear nuevos proyectos políticos de carácter institucional.

En resumen, multitud de voces políticas sienten que están ante la “oportunidad” de articular nuevos proyectos institucionales y políticos como resultado de la debilitación y vaciamiento del régimen, como resultado de la incapacidad que muestra para resolver problemas económicos y por la deslegitimación en que se encuentra.

En consecuencia, en el mundo de la política, de las fuerzas políticas institucionalizadas, en el mundo de los políticos, se ha iniciado un notable proceso de movilización que apunta a resituarse en un posible nuevo escenario político. Han surgido nuevas formaciones políticas, y se apunta al nacimiento de otras. El discurso de los dirigentes políticos que encabezan el proceso se radicaliza, y se apunta la tendencia a soltar lastre para “ganar altura”.

El proceso soberanista catalán debe enmarcarse dentro de esta tendencia más general. Las diversas fracciones de la burguesía española no pueden seguir repartiéndose  el pastel  de un estado español crecientemente arruinado por la banca, tanto española y catalana, como alemana. El acuerdo, al que de forma consuetudinaria solían llegar tras un periodo de confrontación, no parece posible por el momento. Ello comporta el inicio de un proceso falsamente soberanista que reclama para Catalunya estructuras de Estado dentro de la UE. Dejemos dicho de entrada que, para los autores de este material no existe soberanía posible dentro de la UE.

Como reacción ante esta ofensiva de la derecha catalana, las CUP han decidido abandonar su anterior estrategia de lenta acumulación de fuerzas desde el municipalismo de base para pasar a jugar un rol en el parlamento autonómico. Es difícil predecir las consecuencias políticas de este gesto, tanto para las propias CUP como para el conjunto de la izquierda.

Las naves políticas, una vez botadas, tienen la obligación de navegar con rumbo claro, sus pilotos no pueden ser recambiados en medio de las tempestades. En opinión de los autores de este material, las CUP deberán aclarar con su accionar cotidiano cuál es su Ítaca.

Deberán también demostrar que, en el rumbo, en el cronograma y en la gobernación de la nave son autónomos e independientes del rumbo y de cronograma de aquella parte de la burguesía catalana que ha emprendido el camino del soberanismo. Somos lo que hacemos y no lo que proclamamos.

Mientras, harán bien si no ponen en cuestión la incipiente articulación social popular creada tras largos y pacientes procesos de acción municipalista de base en diversas localidades de Catalunya. Nos referimos no sólo a los realizados como CUP, sino, principalmente, a aquellos procesos, más amplios en número y peso, en los que el independentismo es una componente más entre otras.

La emergencia de un voto no soberanista como el de Ciutadans, al que no es posible catalogar de forma reductiva como un voto simplemente de derechas, configura una situación política nueva en Catalunya: la irrupción en sede parlamentaria del voto de los ciudadanos de Catalunya que se sienten identitariamente españoles empieza a jugar un nuevo papel.

Un factor no previsto en los cronogramas y planes del conjunto de la clase política catalana que contaba con mantener a ese voto cautivo en su papel de ausente. Esta irrupción está lejos de haber concluido y sus consecuencias son difíciles de pronosticar. Lo que sí  parece claro es que el dilema soberanista puesto en circulación por CiU ha logrado romper la comunidad nacional en Catalunya.

El intento de creación de una Syriza catalana, la unión de fuerzas en Galicia, la aparición en el conjunto de España y también en Catalunya del Frente Cívico Somos Mayoría ( con un pie dentro y otro fuera de EUiA y de IU), así como el turbio rol de UPyD son otras muestras, en el conjunto de España, de este mismo fenómeno de surgimiento de nuevas fuerzas que buscan un lugar al sol en la nueva transición.

Lo cierto es que los dirigentes de la izquierda, los que han abierto el debate sobre el proceso constituyente, extraen consecuencias esperanzadoras, evalúan la situación como si en ella se hubiesen comenzado a generar nuevas condiciones de posibilidad para algo distinto: para un sistema de dominación y de dirección política distinto del actual.

Y se mezclan en el paquete citado, como ya hemos señalado, fuerzas políticas nuevas –nuevas verdaderamente, no solo de siglas nuevas- con otras que, al modo de la Syriza griega, trufada de cuadros procedentes del Pasok que se resisten a perder su lugar al sol, son fuerzas, o fracciones de fuerzas, que han participado activamente, de manera protagónica, en la vida política del régimen, cuyas instancias de poder y decisión, cuyas instituciones, han usufructuado y administrado, si bien a veces con discursos de ribetes radicales, pero siempre como fuerzas institucionales de gestión.

No todas las fuerzas políticas emergentes, ni todas las voces que encabezan los procesos, apuntadas, en ciernes, proceden del seno de otras ya existentes.

Pero es innegable que un grueso notable de las voces que se levantan proceden de los aparatos y maquinarias institucionales de las fuerzas políticas y sindicales, al abrigo de las cuales han ejercido la profesión política por decenios –y alguna corresponsabilidad, tendrán en relación con lo acaecido; al menos moral, en la corrupción de la organización en la que han militado: como brazos de madera, como cargos aquiescentes y “tacentes”, como…-.

Los diversos procesos que se apuntan tienen todos, sin embargo, una semejanza: Con independencia de la procedencia previa del personal que las compone,  y de la radicalidad variable de su discurso, todas se proyectan a sí mismas como fuerzas político institucionales, parlamentarias, simplemente electorales, y se desempeñan en su desarrollo con “vocación institucional”.

Todos plantean sus programas ante el Soberano, sin solicitar su aparición en el escenario político. Es el mismo dilema de siempre desde la Revolución Francesa: soberanía nacional y representación de los ciudadanos pasivos por los activos, que son los aristoi que “saben”, en vez de soberanía popular, y deliberación y práctica política directa de los ciudadanos: esto es, Liberalismo contra Democracia. E intentan aprovechar para su desarrollo la situación de desgaste del régimen político de la Monarquía.

Esto es, la acción política es entendida como juegos de estrategia y racionalidad estratégica, como ingeniería institucional, en lugar de pensar en impulsar la transformación del escenario político general ayudando a que aparezca un nuevo Sujeto social y cultural, el Pueblo Soberano

Un consenso dañino para el pueblo: el mito  del “progreso irreversible” en la “Europa económica”.

Antes de proseguir con el análisis de esta nueva realidad que amaga por constituirse en la izquierda, queremos aportar ya el elemento de análisis  que nosotros echamos en falta para explicar la historia económica de la actual situación.

Creemos que es una realidad de evidencia incontestable que la  imposibilidad de salir al paso de la crisis económica y la imposibilidad de frenar su utilización instrumental por parte del capitalismo neo liberal es consecuencia de la estrategia económica adoptada de forma reiterada, con acuerdo, explícito y/o tácito, por todas las fuerzas políticas durante los últimos 35 años:  desde la integración de España en la CEE, para lo que se exigió el primer gran desmantelamiento industrial –recordemos-, a la posterior liquidación, en 1994, de la autonomía monetaria de la peseta y , por tanto, del Banco de España como entidad al Servicio de la política soberana del Estado, con la desaparición consiguiente de la posibilidad de utilizar la política monetaria al Servicio de las necesidades del Estado –inversión pública, compra de deuda del Estado, políticas cambiarias, etc.-.

La aceptación de los acuerdos de Maastricht en general, con la subsiguiente  incorporación al proyecto de la moneda única, la aceptación de la disparatada propuesta explicitada a cara de perro por las instituciones de la UE para integrarse en esa moneda, cuyo fin por colapso es irreversible –como bien explica Pedro Montes[13]; otra cosa es qué alternativas aparezcan- y la aberrante declaración “de principio” de liberalismo económico “sin principios”, de la denominada Constitución europea, documento en el que se proclama la imperiosa obligación –seguida a pies juntillas por las directrices de la dirección de la UE- de liquidar toda regulación y constitucionalización del mercado de trabajo, todo control sobre la circulación de capitales, y toda regulación del uso de la tierra.

La exigencia, en resumen, de que el Estado abandone definitivamente la organización de toda actividad pública para dar paso al “mercado” y entregarla al capital privado etc.

Respecto de la última fase de esta descomunal involución, esto es, la fase de la unidad monetaria en el euro, una moneda sin Estado, la actitud de la izquierda ha sido clamorosa: sumisa en el momento de la entrada, escándalo y frenazo a la hora de denunciar actualmente la monstruosidad de sus consecuencias y la necesidad de abandonar la moneda única

No pretendemos insistir más en este aspecto, pero sí queremos llamar la atención sobre la extravagante contradicción que se produce en la gran mayoría de las voces políticas actuales, partidos, sindicatos o revistas de reflexión política, etc. Todo el mundo se declara enemigo del neoliberalismo financiero. Es más, se declaran, en principio, enemigos de la desregulación y partidarios de políticas alternativas. Y aquí es donde crece nuestro asombro.

Creemos que no es de recibo declararse ahora enemigos del Liberalismo capitalista, del Neoliberalismo, o como se lo quiera denominar, tal y como se escucha ahora en el discurso intelectual de fuerzas y personalidades de la izquierda, y no denunciar las políticas tenazmente desarrolladas durante decenios, consistentes en desmontar los instrumentos de soberanía financiera, comercial, monetaria, cambiaria, etc., como la madre de la actual situación de desarme frente a la crisis y el capitalismo financiero.

Ni revisar los anteriores posicionamientos políticos al respecto. No es posible que la izquierda en cumplimiento de su papel de instrumento al servicio del Soberano, no explicite que solo recobrando soberanía, liquidando y desconectando instrumentos económicos y jurídicos denominados globalización, podremos salir de esta situación de dominación, de esclavitud anti republicana, anti-ciudadana, en que nos encontramos postrados. Que no hay soberanía si la política –si el Estado- no controla su moneda, ni su comercio. Ni los recursos de la tierra –soberanía alimentaria incluida-

Nos sorprende que en el presente debate salvo escasísimas y honradísimas voces, a penas nadie diga estas verdades. Nos sorprende que no se vea el escalofriante paralelismo que se da entre el presente y la situación político económica que se abre en el decenio de los setenta del siglo XIX, y que condujo a Europa al marasmo económico y como consecuencia del mismo, a la primera y a la segunda guerra mundial.

Ese mundo económico desregulado y globalizado, la mercantilización de la moneda mediante el patrón oro, la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía  mediante la creación de un mercado de trabajo, y la creación del mercado de la tierra –aún no existía el mercado de futuros, ni la consiguiente cotización en bolsa de los derechos sobre los bienes alimenticios y demás de recursos futuros de la tierra-; estos elementos, tan completamente análogos a los del presente, que fueron explicados y denunciados en los años cuarenta del siglo XX por el gran Karl Polanyi[14], tan citado con razón entre quienes, sin razón, trataban de combatir a Marx, son ahora olvidados, porque incomodan; incomodan tanto como la globalidad de su prodigioso análisis, que incluye las trágicas consecuencias que tuvo ese orden desordenado, e incomoda su propuesta política: liquidar la mundialización desregulada, volver a la política, a la soberanía política estatal.

Que quienes se proclaman indignados con el neoliberalismo no asuman la contraparte intelectual, y declaren ineluctable el conjunto central de medidas políticas en el que éste se fundamenta, no puede ser explicado más que como consecuencia del profundísimo grado de penetración de la hegemonía capitalista en las ideologías políticas e intelectuales de la izquierda. Sólo eso permite entender esta nueva naturalización ideológica del mundo económico actual. Por lo demás, la izquierda europea no siempre ignoró todo esto[15].

Creemos, en consecuencia, muy  importante destacar que ha habido toda una continuada y reiterada adaptación voluntaria, constante, consciente… y desatinada a esta estrategia económica de fondo promovida por el capitalismo. Que en consecuencia se han elaborado y aplicado reiteradamente, con obstinación, medidas políticas de estrategia que nos han entregado inermes al capitalismo en su nueva oleada de desenfreno que se inicia como consecuencia de la liquidación de la URSS y el denominado “bloque del este”. Medidas que nos han dejado sin recursos políticos de mínima soberanía económica desde los que poder enfrentar la crisis.

Creemos que toda esa estrategia adoptada, ha  tenido y tiene consecuencias calamitosas, y debe ser evaluada como una catástrofe política que ha llevado a nuestra sociedad a una situación sin salida, dado que la actual situación es precisamente  la consecuencia buscada por quienes impulsaban estas estrategias y resultado premeditado de las mismas.

Creemos, por consiguiente, que esta política debe ser denunciada y rechazada sin paliativos, contundentemente, por parte de la izquierda, y que debemos proponer  la salida inmediata de nuestra sociedad de esta situación.

Lo contrario, evaluar la “cosa” de forma más modesta, considerar la situación económica en la que hemos dado, como  la herencia de un proceso económico óptimo, de más de 35 años,  al que debemos seguir valorando hoy, nuevamente, y como siempre hasta el presente, como la cumbre de toda buena fortuna; proceso que, tan solo, pasa por un mal paso carente de relación con la historia económica anterior, y que, en consecuencia, y una vez resueltos ciertos incidents de parcours, accidentales, negligéables, debe seguir siendo considerado como intocable por estar cargado de posibilidades de futuro, grávido de un potencial que puede permitir a unos nuevos padres fundadores la constitución sobre esa base de un nuevo macroestado social keynesiano –es lo que se vende tácitamente-: todo eso es lo mismo que asumir que, gracias a todo ese pasado, hemos llegado a un estadio cuyo debilitamiento o desaparición sería de veras una pérdida para los habitantes – que no ciudadanos- de la UE. Es decir, que tras decenios de travesía del desierto, por fin vivimos ya en el futuro y este es ya “el radiante porvenir”, que ya vivimos, ya estamos de hoz y coz, en les lendemains qui chantent, en el mañana radiante.

No hay cambio real de sociedad sin cambio radical de cultura.

Otra cuestión que echamos en falta, hace referencia  la particular gravedad adquirida por el “problema ecológico”, que no es, por cierto, un pretexto electoral para políticos que se fotografían en bicicleta. No solo por la elevación en curso de la temperatura de la atmósfera, cuyas consecuencias no son una amenaza futura, sino una realidad presente.

También por el agotamiento inminente de los recursos, en primer lugar, y tal como nos informan los estudiosos del peak oil, de los recursos energéticos imprescindibles para sostener la tecnología sobre la que se sustenta nuestra civilización. Esta cuestión por sí sola, exige que nos planteemos la necesidad, desde el presente, de un cambio de civilización.

Este cambio exige alternativas tecnológicas nuevas, pero, ante todo, el cambio de la forma de vida, a comenzar por la vida cotidiana de cada individuo[16].

Este tipo de cambio civilizatorio no puede ser  protagonizado por especialistas que realicen la habitual ingeniería social desde las instituciones políticas especializadas de la administración de los estados, al margen y por encima de la sociedad. Una cultura civilización en crisis exige que sea la gente  la que protagonice, desde su praxis habitual, en la vida cotidiana, la creación colectiva de nuevas pautas de vivir, nuevos usos, nuevas costumbres de vida, alternativas, sobrias.

Que frente a la expectativa de un consumo de “lujo de masas” marginal y excepcional –fin de semana, vacaciones anuales- basado en la ostentación de masas como compensación frente a la frustración de la vida cotidiana, se elaboren expectativas de vida que promuevan una vida cotidiana compensatoria en sí misma.

Una reforma de costumbres de vida que reestructure el vivir cotidiano; una reforma de los usos y costumbres, de las mores. Una reforma moral e intelectual, imprescindible para una nueva cultura civilización, esto es para un orden nuevo, o Estado nuevo, no puede ser generada por minorías, por elites políticas.

Una crisis de civilización incluye también el fin o agotamiento de las instituciones políticas y de la práctica política  tal como las hemos conocido hasta el presente, y el de los agentes políticos en la sociedad civil, tal como han existido hasta ahora, tal como quedaron conformados al final de la Revolución Francesa, tras la derrota en el curso de la misma, de las fuerzas democráticas.

Esto es, nos afecta, nos atañe también a nosotros, la izquierda. Una crisis de civilización de esta índole, si pretendemos que la humanidad le dé respuesta, y que ésta sea una respuesta no genocida, exige que se constituya un Soberano activo, bien informado, capaz de ser protagonista de la actividad política como vía para poder serlo del desarrollo de una nueva forma de vida cotidiana. Exige que la soberanía no radique en “la nación” o parlamento, sino, verdaderamente, en el Pueblo, como sujeto organizado, activo y operante, con capacidad de decisión sobre sí mismo y su creatividad cultural.

Frente a estos dilemas, la clase política, mira para otro lado. Porque el abrir estos debates al público es atemorizador y haría perder votos electorales y puestos de trabajo y sueldos entre los profesionales de la política.

Y porque los recursos políticos institucionales de que dispone, recortados drásticamente, encima, por la pérdida de soberanía real que ha acarreado la UE, etc., se le revelan incapaces para poder asumir desde ellos estos retos. Estamos ante un verdadero fin de época, que exige la creación de una nueva cultura de vida y de una nueva cultura política, basada en la creación de una nueva Voluntad, de un nuevo Soberano, un Sujeto social organizado cuya potencia de creación práctica es la única que puede abordar la nueva exigencia histórica de replantearse su vivir colectivo, su cultura material de vida, las expectativas culturales subjetivas, antropológicas, que lo fundamentan

Tratar de evitar el debate sobre el euro, y sobre la necesidad de abandonar la Unión Europea para recobrar soberanía económica. Tratar de obviar el debate sobre la crisis de civilización a la que aboca el choque con la naturaleza. Tratar de evitar el debate sobre el nuevo modo de hacer política. Evitar plantear estos asuntos, abiertamente, a la deliberación pública. Este rechazo a coger el toro por los cuernos, y decir la verdad, obedece tan solo al deseo de no meneallo todo en exceso, no vaya a ser que impida anhelados acuerdos y pactos con sectores políticos y económicos, que de decir la verdad, estarían enfrente.

Obedece a la confianza, el deseo, el anhelo iluso de que aun con esos apaños sea posible crear una alternativa política  mínima que posibilite una utópica política económica de salvación. Esta es la base de esa posición. El pragmatismo es siempre la posición menos realista, y por ello, es en consecuencia, la  más irreal.

¿Un Proceso Constituyente al margen del Soberano?

Pero queremos dejar de lado este asunto para poder reflexionar sobre el discurso que se articula aquí y allá, en diversas fuerzas políticas españolas , que no incluyen en su reflexión el tema del euro y de la Unión Europea como problemas, esto es, como instituciones cuyo abandono es condición indispensable para salir de la crisis de forma lo menos lesiva posible para las clases subalternas.

Fuerzas que, sin embargo, sí fundamentan su discurso en los dos pilares que hemos indicado: la crisis económica y la destrucción de tejido productivo y social, el paro, etc., más la corrupción hasta la medula de la clase política española, como causas que crean condiciones para proponernos una segunda transición política[17].

Estamos de acuerdo con la real gravedad de los dos problemas señalados. Crisis económica y deslegitimación política del régimen, quiebra del actual  Estado. Pero sin embargo, estamos muy lejos de compartir la consecuencia inmediata que se extrae: la posibilidad de construir en lo inmediato un nuevo régimen menos reaccionario y elitista que el actual.

Probablemente, la situación actual hace inviable el sostenimiento del statu quo tal como lo hemos vivido. Pero eso no es más que una condición necesaria para la transición hacia un nuevo régimen político de carácter democrático popular. Se trata, sin embargo, de una condición absolutamente insuficiente.

Por nuestra parte compartimos la percepción de que estamos ante una situación de crisis institucional de régimen. Una crisis que afecta a las instituciones políticas, a las magistraturas, a los partidos, etc. Pero un régimen –un Estado- es, además, fundamentalmente, una entidad cultural y civil, articulada, que incluye la totalidad de la sociedad. Bajo el temblor que afecta a estas instituciones, se extiende una colosal red de trincheras y casamatas orgánicas de ese mundo existente.

Y aunque las bases sociales de ese régimen se estén trastocando no adivinamos, más allá de la explicable rebelión y protesta social, a la que nos hemos referido ya brevemente, una acumulación de experiencias suficientemente larga como para que se dé la creación de cultura alternativa, constituyente fundamental de un nuevo Estado, de un nuevo orden social, una correlación social de fuerzas distinta, basada y posible a partir de la creación de una nueva cultura material de vida.

La crisis institucional del régimen está propiciando una gran inquietud y movilidad entre los políticos profesionales. Pero creemos que, nuevamente, se vuelve a  incurrir en el error político de confundir la propia hiperactividad con el movimiento real de la sociedad.

En todas las proclamas, propuestas y proyectos, más acá y más allá de esta u otra elaboración escrita, hay un factor común: el Soberano brilla clamorosamente por su ausencia.

No percibimos la existencia de ninguna fuerza que tenga como propósito fundamental emplear sus recursos en ayudar a la organización paciente, estable, capilar, de la ciudadanía. Que tenga como propósito fundamental, permanente, dotar a los individuos de posibilidades organizativas que permitan su deliberación política, el control colectivo sobre su vida cotidiana, la acción pública soberana. En una palabra, que ayude a convertir en ciudadanos a individuos ahora aislados, atomizados, y por tanto, sometidos, no ciudadanos.

Ningún proyecto hay que anime a la ciudadanía a convertirse en Soberano, esto es en Voluntad, voluntad organizada, autogeneradora de actividad auto protagonizada, capaz de crear nuevas formas de hacer y ser; a protagonizar la creación de una nueva cultura de vida, un ethos nuevo, a crear un nuevo orden político, una nueva comunidad sustantivamente democrática, en la que sea el Soberano, no sus servidores, quien decida.

El menosprecio al Soberano alcanza entre nosotros, en Catalunya, niveles tragi-cómicos: el denominado proceso soberanista se realiza tan a la espalda y tan despreocupadamente de lo que opine el Soberano, que en el afán de crear un Estado político nuevo, están rompiendo la Comunidad social.

Cuando expresamos nuestra convicción de que se debe crear un Soberano, estamos planteando, desde luego, una convicción normativa, moral. Nadie sino el Pueblo puede hablar en nombre del Pueblo. En este principio se basa la Democracia. Y el Pueblo, el Soberano, o existe como realidad organizada, deliberante y activa, o es un recurso literario para justificar opciones políticas particulares.

Pero además estamos tratando sobre la existencia –y sobre la imperiosa necesidad de crearlo, en caso de que no exista- de una Causa Eficiente, de una Fuerza que sea la Condición de Posibilidad, que tenga la capacidad de  poner en obra y llevar a término los objetivos y proyectos políticos que el mismo Pueblo Soberano se proponga.

De un poder, esto es, de un Poder Hacer, que sea capaz de ejecutar lo que se plantee la Voluntad. Soberanía es poder real, poder sustantivo que posibilita que quien desea un objetivo político, un fin, un proyecto, tiene, a la par de la Voluntad de desearlo, la fuerza para realizarlo.

Esa fuerza que dé eficacia a la Voluntad del Pueblo solo puede proceder de la propia organización del Pueblo como agente activo para desarrollar su praxis y crear y controlar desde su vida cotidiana, la actividad que produce y reproduce la sociedad. La Voluntad de Sujeto Soberano, deliberante, solo podrá realizarse si el mismo Sujeto  se autoconstruye como Bloque organizado, como movimiento de masas objetivo, microorganizado, estable, capilar, que elabora e impone un cambio ya en la vida social con su presencia y actividad.

Es más sólo se construye y existe Voluntad Subjetiva colectiva, capacidad de desear fines nuevos, en la medida en que se construye, y si existe, un movimiento democrático articulado Objetivo, de cuya experiencia se concluya para todo el mundo el interés de opinar, la importancia de organizarse para deliberar y actuar, el interés de imaginar proyectos que orienten la propia praxis, de imaginar proyectos que sin esa experiencia de praxis que los hace verosímiles como expectativa, y posibles como realidad en potencia, no son de recibo, y con razón, para el sentido común de cualquier persona sensata.

Solo un poder sustantivo sobre la sociedad puede fundamentar sustantivamente una Democracia. A su vez, una democracia sustantiva, posibilita, entre otras actividades políticas y una vez se ha alcanzado un grado muy grande de poder sobre la realidad social, por un lado, la votación de las leyes por parte del Soberano, previa deliberación colectiva, y por otra, la elección de agentes mandatados para aplicarlas; elección que no tiene que ser forzosamente, exclusivamente, mediante votación también, sino que puede ser por sorteo, como en la antigüedad clásica, o como en la elección de magistrados para tribunales jurados y para mesas electorales, en el presente.

Pero no son las votaciones, el procedimiento, tal como sostiene el Procedimentalismo Político, lo que garantiza la existencia y poder de la Democracia.  Y para muestra a contrario, nos basta el botón de la actual realidad.

Es el poder sustantivo del Soberano organizado sobre la realidad el que impone y el que puede garantizar la Democracia y la eficacia de las votaciones, entre otras cosas; y lo hace tan solo en la medida en que existe como poder real sobre la realidad social y cultural.

Porque si el Pueblo se constituye, realmente, en Soberano con Voluntad activa y operante, y desarrolla como Sujeto organizado su acción de creación de una realidad nueva, -él mismo lo es ya en sí mismo, por ser un nuevo Sujeto operante-, y de una cultura nueva, en la sociedad, esa cultura nueva, que incluye su activismo protagonista, y que está constituida por las nuevas prácticas, los nuevos usos de vivir y hacer, las nuevas mores, esto es, la nueva Reforma Moral, el nuevo ethos, es ya en sí misma una constitución nueva, que hará quebrar a la antigua constitución  de vida y con la constitución escrita vieja, y exigirá que el proceso culmine en la redacción de una nueva constitución escrita.

La experiencia española: tres revoluciones pasivas con un genocidio intercalado.

“La ciudad en rebelión quedó sola, rodeada por la incomprensión y la indiferencia del campo, y la reacción clerical y capitalista se apoyó sólidamente sobre el campo”. Antonio Gramsci[18].

Sabemos, por experiencia propia, y también por la historia, a dónde llevan todos estos procesos políticos que, como el que amaga actualmente, de nuevo, en toda España, son emprendidos, sin embargo, de espaldas a la intervención democrática popular.

En los últimos ciento cincuenta años de historia de España, desde 1868, se ha producido en cuatro ocasiones una situación que aúne el doblete de la crisis económica al de la deslegitimación política del régimen por corrupción, por escándalo financiero: a, la  previa a la Revolución del 68; b, la que conduce a la Segunda República; c, el periodo que termina con el advenimiento del régimen neofranquista hoy en crisis, y, d, el momento actual.

De los tres periodos anteriores cabe señalar que no faltaron, en ninguno de ellos, las ideologías, las estrategias y las previsiones, las personalidades, los acuerdos. Todos ellos se caracterizaron también por el común denominador de  la debilidad de participación de las clases subalternas. Mucho “palacio” poco mundo ciudadano, poca “plaza”. Mucho relieve personal, escasa movilización. Tanta mirada perdida en el horizonte, tanta genialidad y pronóstico quedaron en lo que era: Cabildeo.

Queremos aquí referirnos al periodo en que la movilización fue más fuerte, la Segunda República. Porque el advenimiento del nuevo régimen fue, desde luego, resultado del previo trabajo anónimo desarrollado durante los cincuenta años anteriores por gentes de diversas ideologías que articularon cultura popular y promovieron organización de base.

Un trabajo paciente y al margen de estrategias. Casas del pueblo, ateneos, sindicatos, organizaciones de base de los partidos. Junto a otros  cientos de círculos informales que se desarrollaron en la ciudades, tertulias, etc.

Este tejido articuló y movilizó sectores urbanos, obreros y de clases medias –intelectuales, profesionales, comerciantes-; también, a  sectores de los jornaleros del campo. Este tejido articulado es el que derrota en las ciudades a la monarquía, el que constituye los comités republicanos que izan las banderas el 14 de abril de 1931 en los ayuntamientos ciudadanos.

Pero por encima y por debajo de todo este entramado meritorio se produce la desmovilización del campesinado en casi toda España, con la excepción de Catalunya, donde estaba articulado y  constituyó la base del flamante partido que emerge de la confederación de un tejido social existente que aúna campesinos, obreros manuales y sus representantes orgánicos, menestrales y clases medias: Esquerra Republicana de Catalunya.

Precisamente la articulación de este bloque social republicano en Catalunya, hará que ésta, organizada ya en autonomía, sea considerada por don Manuel Azaña, en el discurso en las cortes de 25 de junio de 1934  –discurso in angustiis– como él “único poder republicano” que quedaba en España para defender la república durante el bienio negro[19].

La desorganización y pasividad, expectante en principio, de la mayoría del campesinado, esto es, de la mayoría de la población española, el control de esa población por los viejos instrumentos organizativos, -iglesia, caciques, etc- posibilitó que el nuevo régimen no desarrollase desde el seno de la sociedad una nueva intelectualidad política orgánica de la misma.

La vieja clase política corrupta tuvo la posibilidad de reinventarse y operar desde nuevos partidos en el régimen de la república, en lo que fue una clara operación de transformismo, para usar la aguda categoría hermenéutica elaborada por Antonio Gramsci.

Queremos dejar claro aquí que, al igual que no creemos que los destinos de un proyecto histórico dependan de las luces de personalidades providenciales, o de sus “errores”, tampoco creemos que las condiciones que posibilitaron este transformismo político –todos los transformismos políticos habidos- fuera consecuencia de un particular, “mañoso”, “astuto”, saber hacer de una clase política corrupta. Fue consecuencia de las posibilidades abiertas por la falta de trabajo político cultural paciente, en el seno del campesinado, por parte de las fuerzas progresistas, políticas y culturales de izquierdas –obreras, republicanas- que inveteradamente habían sido presa de prejuicios hacia esta clase social y operaron solo, en consecuencia, entre las clases medias urbanas, los obreros y los jornaleros.

El campesinado sería la plataforma inmediata para la consecución por parte de las fuerzas antirrepublicanas, procedentes del régimen de la Restauración, de escaños y resortes de poder desde los cuales frenar la nueva situación. Y sería la base social que posibilitó posteriormente crear una fuerza política con organización y arrastre de masas, la CEDA.

Gracias a esto, la derecha tuvo base social y supo protegerla: tuvo recursos y poder para paralizar los proyectos republicanos que hubiesen convertido al campesinado en una clase social comprometida con la república: en primer lugar la Reforma Agraria.

También impusieron al nuevo ordenamiento constitucional republicano características “contramayoritarias”, esto es liberales, a base de convertir la república en un régimen político estrictamente representativo, delegativo, abierto en consecuencia, al cabildeo entre los únicos, verdaderos, ciudadanos activos: los representantes elegidos; en el que la democracia, la voluntad popular, encontraba fuertes limitaciones para expresarse en la república.

Para decirlo con palabras del propio Manuel Azaña, quien se pronunciaba valientemente por la necesidad de reformar la constitución, en el discurso de Lasesarre (Baracaldo) de 14 de julio de 1935, durante la campaña electoral que dio el triunfo al Frente Popular.

Una reforma constitucional: que permitiera fundar la política “sobre la roca viva de la voluntad popular, no en combinaciones  escondidas de gabinetes políticos (.) la presencia directa, física, clamorosa de las muchedumbres es más útil más necesaria y más urgente” “para hacer efectiva, permanente, tenaz e indestructible la presencia de la voluntad de la democracia en el régimen y en la dirección de los destinos del país (.) y cuando la democracia republicana lleve a las urnas su victoria tendrá que crearse los instrumentos propios de su gobierno y de su dirección.

¿Cuáles serán? No lo sé. Probablemente, una mayor amplitud en el horizonte elegido y un procedimiento más estricto en la aplicación de los métodos de gobierno y de la disciplina. Pero esto, allá los triunfadores y los que tengan la responsabilidad de ordenarlo sabrán lo que tienen que proponer…”[20].

Pero todo esto llegaba tarde. No porque los “errores” de los prohombres de gobierno republicanos no lo hubieran hecho posible. Lo imposibilitó la cultura política de las fuerzas progresistas, imbuida de prejuicios, que les había hecho incapaces e impotentes, durante los decenios anteriores, para trabajar en el seno del campesinado.

La radical carencia de empatía cultural, por parte de los organizadores potenciales de un nuevo proyecto de cultura material de vida, civil, y de cultura política, hacia el campesinado y sus culturas de vida, aspiraciones y expectativas. Salvo honrosas y minoritarias excepciones, que no lograron impedir con su trabajo el abandono en que quedaba el campesinado.

Por poner dos casos, el desprecio ante la demanda de la propiedad de la tierra, o el inocentón anticlericalismo militante, que, por ejemplo despreciaba la “idolatría católica” de los cultos locales, en lugar de percatarse de las diferencias  locales y culturales, reales, que esto expresaba. De que  detrás de cada virgen, de cada santo patrón, había una comunidad organizada; esto es, en potencia, una comuna municipal, un poder local.

Una red comunitaria a la que se podía dar respaldo y a la vez expresividad alternativa, política, democrática, articulando una organización política del Estado inspirada en el tradicional federalismo republicano esto es, el genuino federalismo que se fundamenta en el poder local, democrático y en la intervención soberana de la ciudadanía en la comunidad, como alternativa al modelo burocrático, napoleónico,  que se basa en el modelo de una república centralizada, con reconocimiento, eso, sí de centralidades burocráticas autonómicas, etc. Sin que esto sea crítica del acierto de la república que supo dar salida a las aspiraciones de las nacionalidades mediante estatutos.

Pero, volviendo al asunto: Una incomprensión de cultura a cultura. No se podía, en ese momento, lograr poner en común lo que uniera a todos, porque no se había hecho antes. La hegemonía, la creación de esa “área común” –por volver sobre el discurso de Azaña- de aspiraciones e intereses que se expresara a través de la república, había sido abortada mucho antes.

Recordemos lo que nos explica Gramsci en su reflexión sobre una situación política análoga de constitución de régimen: la política previa a la unificación italiana elaborada como proyecto a cuya cabeza estaba Cavour. Una política que se basó en la creación previa, paciente, de una nueva cultura material de vida,  un nuevo proyecto, a partir de la fusión de fuerzas sociales en un solo bloque social que recogía y expresaba  sus diversas expectativas y aspiraciones, sus necesidades –las de la clase dominante en primer lugar- , y convertía a los diferentes sectores antes solo económico corporativos, en un Sujeto con Voluntad y capacidad de crear Estado –creación de una Hegemonía-

Por el contrario, no se puede llegar a ser exitoso como Cavour  si se ha trabajado políticamente  como Mazzini, cuyo hacer consistía en la épica politicista,  “blanquista” –hoy sería inspirada por el positivismo cientifista y su concepción de la política como hacer en manos de elites- del manifiesto insurreccional elaborado por una elite iluminada, providencial, inmediatamente previo a la acción política definitiva, “aprovechando” instrumentalmente las movilizaciones civiles: “programa y bandera”. Política como guerra de movimientos en lugar de política como guerra de posiciones, tal y como expresaba aforísticamente el mismo Gramsci.

Podemos volver ahora a la república española. Como consecuencia de las carencias de la actividad política previamente organizada, del abandono del campesinado español que constituía la mayoría de la sociedad española, por parte de las fuerzas de la democracia española; como consecuencia de esa falta de trabajo cultural organizativo, previo, la guerra civil española sería una contienda entre dos ejércitos campesinos, como dijera Joaquín Maurín[21].

El resultado final fue el exterminio de la izquierda social durante la guerra civil y la postguerra. El fascismo segó bien a ran de suelo el tejido social popular. Ese genocidio programado consta en los órdenes del día del ejército franquista durante toda la guerra. Se trata de lo que Santiago Alba ha llamado la pedagogía del millón de muertos. Las consecuencias de todo ello aún perviven en las actitudes de sectores consistentes de la sociedad española.

Pensamos que Antonio Gramsci no hubiera descartado, de entrada al menos, estas reflexiones nuestras que toman en serio el clásico aforismo marxista de que el ser social determina – se expresa a través de/mediante- la consciencia social. Que consideran todo periodo o momento histórico como un continuum en proceso, un transformar preservando. Incluidas las revoluciones, tanto las revoluciones de la igual libertad, como las revoluciones pasivas, que podrían ser estudiadas, respectivamente según la noción heurística, sin duda a manejar con cautela, es decir, en concreto, atenida a cada caso,  del transformar preservando y del preservar transformando, lejos de toda fantasía infantil sobre el genio creador ex nihilo, de la tabula rasa.

Dejamos aquí nuestra reflexión sobre la segunda república, como caso que permite arrojar luz sobre el momento presente. El lector sabrá disculpar nuestras eventuales esquematizaciones y nuestra imaginación futurible, que ponemos exclusivamente al servicio de la exposición de lo que pretendemos.

El duro dilema: entre el rudo trabajo de Sísifo o bailar al compás del tango Cambalache.

“Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿Se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes o, por el contrario,se desea crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de que exista tal división?”. Antonio Gramsci[22]

La política entendida como iluminación de minorías que se muestran intolerantes ante la díscola realidad de la gente, de lo que piensan y opinan, de su forma de autocomprenderse y autoexpresarse. Esto es algo que ahora vuelve a darse, lo único que se vuelve a dar; porque en el presente falta la organización de masas estable que permita la movilización democrática.

No creemos que el momento presente, en ausencia del Soberano, pueda dar otros resultados que el de las syrizas: cabildeos entre clases políticas que han protagonizado el régimen ahora en crisis durante casi cuarenta años, y posibilidad de rescatarse a sí mismas para proseguir adelante con lo suyo, como siempre.

Así se da en Grecia, en ausencia de la acción fundadora del Soberano. Así se dio, en ocasiones anteriores, en 1868, en la transición del franquismo, durante el 76/ 78, y en su continuidad, en Catalunya, durante el 82/83, con la gran sublevación de la base comunista de Catalunya, y en los años subsiguientes, cuando se percibió la imposibilidad de hacer, cuando ya el movimiento de masas había sido liquidado -que también de novis fabula narratur– .

Sabemos por experiencia que solo la organización social, la capacidad autónoma, da posibilidad de resistir, de afianzarse, de desarrollar un proyecto.

Que en ausencia de este movimiento democrático  de masas arraigado y dotado de una cultura de vida autónoma que le libre de la hegemonía capitalista, no caben otras opciones que el trabajo silencioso, anónimo y paciente de ayuda a la creación del nuevo Sujeto, del Soberano, o la entrega al arrimo de las instituciones, a la negociación y pacto entre fracciones de la clase política y al mecenazgo del capital.

Y esto es lo que se produce en las actuales condiciones de desmovilización social y de cultura política creada por el régimen, basada en la teoría de elites que halaga narcisistamente al político y le hace creerse el origen de toda salvación. Veremos cómo las fuerzas políticas, en ausencia de un Soberano que les diga cómo hacer y a quién servir, que cree con su hacer organizado la fuerza real sin la cual no se pude imponer ningún cambio, actuarán del mismo modo: en unos casos, por consciencia plena de la maniobra que ellos impulsan; en otros porque llegado el momento, lo van a descubrir: en ausencia de un movimiento de masas organizado, “no hay más cera que la que arde y todo el pescao está vendido”. Todo lo que no es servicio al Soberano y, en su defecto, paciencia anónima en el trabajo modesto de ayudar a crearlo,  se baila siempre al compás del tango Cambalache.

Una izquierda que no comprende esto, acaba formando parte del problema y no de la solución. Se corromperá en el laberinto que se abre y se integrará en la nueva componenda, en el Palazzo nuovo; o resistirá unos años más y morirá con dignidad apache, pero incapacitada para comprender, una vez pericliten las biologías de los individuos que expresan esa actitud.

Llegados a este punto cabe extraer simplemente las conclusiones de lo que hemos escrito. Que son no otra cosa que las conclusiones que nos dicta nuestra experiencia biográfica en la que hemos buscado siempre “inspiración heurística” para pensar los sucesivos presentes y reordenar explicativamente el modesto saber que tenemos del pasado histórico y de la filosofía. Algo que es infrecuente sin embargo.

Deseamos comenzar el resumen por el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo. Este momento actual hubiera sido “el momento”, nuestro momento, el de los comunistas y demás fuerzas de veras democráticas, populares, si éstas, nosotros, como colectividad, hubiéramos hecho lo que debíamos tras la derrota del 78. Pero unos se integraron en las instituciones como leal –hoy corrupta- ala izquierda subalterna, y recambio de los dos partidos turnantes, del régimen de su majestad.

Otros vacacionaron por decenios; huyeron  de la bronca cotidiana en las trincheras, que es cierto, produce mucha malaria. Pequeños y dignos sectores tratamos de animar la lucha social y cultural democrática y social, pero metidos hasta el corvejón en el barro, la sangre y la mierda de las trincheras de la sociedad, no supimos o no pudimos construir una cultura y unas formas de vida alternativas de masas.

Lo que no se hizo entonces no puede ser sustituido hoy por el ingenio, por la discursividad teórica, ni por la angustia lúcida. La Voluntad no puede ser suplida por la Razón, no en política.

O si se quiere decir de otra manera, la razón práctica, orientadora de toda praxis nueva, creadora, sus consecuencias, la objetivación de un nuevo Soberano, de un nuevo Sujeto colectivo dotado de capacidad de deliberación y decisión: todo esto, no puede ser suplido por el discurso teorético, la ingeniería política elaborada por una elites políticas que conciben el hacer político según la más estrecha división social del trabajo: nosotros hacemos porque sabemos lo que os conviene; vosotros nos votáis y hacéis caso.

Precisamente porque esas propuestas de  transformación, de cambio o de reforma real en favor de los explotados, elaboradas por las elites políticas, por modestas que sean, son vanas pues carecen del Sujeto cuyo Poder Hacer las haga verosímiles y realizables. Ahora no es ya el tiempo de la Administración,  sino el de la Política.

El actual estado de cosas, el actual régimen político, tal como lo conocemos, es insostenible y será cambiado. Se producirán depuraciones y nuevas personas, nuevas fuerzas políticas, quizá, dirigirán la escena.

No son descartables, incluso, cambios constitucionales de mayor o menor entidad según el desarrollo del conflicto en el interior de las clases dominantes. Pero la situación de derrota histórica en que se encuentran las clases subalternas europeas, no será paliada, subsanada, por estas variaciones de personal político ni por esos cambios institucionales.

Sobre todo si, como en la transición del 78, el nuevo régimen está conformado y liderado por criterios emanados desde las clases dirigentes del nuevo centro imperialista llamado Unión Europea.

Porque  ese tipo de cambios habrá ignorado el cambio fundamental, condición de cualquier otro, el verdadero y único Cambio Constituyente : la Constitución de los individuos atomizados en verdaderos ciudadanos activos a través de la Constitución de un nuevo Sujeto Social activo constituido por las clases subalternas: por el Demos.

El Movimiento de la Democracia. Porque la Democracia es un Movimiento organizado que tiene consciencia de que debe constituirse en orden nuevo, en Estado,  tal y como nos recordaba Arthur Rosenberg [23]; tal y como reza El manifiesto Comunista[24].

El trabajo que hay que hacer para crear una alternativa sigue en espera. Y es importante que en este momento de optimismo, de repuntes de euforia, de preparativos para la carrera, de cuentos de la lechera, todas las personas sensatas de la izquierda evitemos caer en el despropósito de la liquidación de lo poco que hay hecho.

Nuestra tarea ha de ser constituirnos en voluntad previa –con minúsculas-, interina,  que promueva la creación de la Voluntad –la política es voluntad- creadora. Una Voluntad política colectiva, capaz de imponer la praxis deliberada en su seno. Una verdadera Volonté Géneral, un Soberano.

Debemos tratar de ser el paciente “motor de arranque” generador del impulso que trate de hacer la invitación, la amonestación, la parénesis para la creación de ese nuevo Soberano organizado, convocando a la organización colectiva, no urdiendo la “sustitución” de la misma. Una voluntad previa que, dado lo modesto de su tarea,  existe y en suficiente número  – disiecta membra, aquí y allá- porque muchos somos los demócratas portadores de la consciencia, de la cultura, de la historia y de la memoria, de una tradición milenaria de luchas de clases por la igualdad y la libertad. Y entre ellos, nosotros, los comunistas, como los que más.

Debemos decir siempre la verdad, sin otra prioridad táctica que  convertir el conocimiento, el del presente y sus incógnitas terribles, y el del pasado con las conclusiones extraídas de las derrotas, en conocimiento práctico moral, en argumento; y debemos hacer esto en todos los ámbitos: en los debates públicos, en los folletos, en las conversaciones, en los twiters, en los artículos, en las webs, en los libros, con la esperanza no infundada de que tras experiencias nuevas, nuevas luchas,  nuevas y numerosas creaciones organizativas y cooperativas, y sucesivos y largos debates se puede constituir la opinión pública de un nuevo Soberano articulado, dotado de poder práctico, de capacidad de creación social y cultural.

Desconocemos cómo será ese nuevo, hipotético, Soberano, cuáles serán sus capacidades nuevas, qué programa posibilitarán éstas; qué proyecto, en consecuencia irá desarrollando como resultado de su propia existencia, de sus éxitos y derrotas, de lo que éstas sugieran e inspiren a la imaginación creadora, nueva, que reflexione sobre su propia experiencia, de lo que inspiren a la deliberación pública, de lo  que ésta concluya al reflexionar sobre la experiencia colectiva que genere su nueva, propia, capacidad de hacer, la que surja de su Voluntad organizada.

Sabemos que debemos proponerle ser fundador de Estados, creador de un nuevo orden moral e intelectual, no ser  simple fuerza de protesta, rogatoria.

En el bien entendido de que Estado es ethos, nueva cultura material de vida auto protagonizada; que quien crea esto, crea la nueva Hegemonía cultural, la verdadera Constitución de una sociedad, de la que la posterior constitución escrita es una sanción.

No sabemos qué tipo de orden nuevo puede ser capaz de alumbrar. Sabemos que estas tareas duran decenios –poco tiempo en realidad, pero excesivo si lo medimos desde el tiempo vital de una individuo que “quiere verlo”-.

Los procesos más sólidos alumbrados en la América Latina  comportaron 20 años largos de proceso, y luchan por afianzarse, por no morir, incluso por no morir de éxito, a modo de nueva cooptación sistémica de las clases políticas emergentes y substituistas.

Sabemos que solo partiendo de la vida cotidiana, de la organización inmediata, de la actividad autónoma, autogenerada ya ahora, podemos llegar a construir ese sujeto Soberano. Ante lo no he hecho, no caben los atajos, nunca los hubo; tampoco ahora.

La tarea de una nueva cultura de vida cotidiana, se convierte en un fin inmediato  porque el nuevo Soberano, una vez se vaya formando, debe dejar atrás la mera protesta, debe aspirar a crear un Estado, y esto se hace en concreto, ya desde el presente, creando nueva cotidianidad, nuevo control capilar, micro-fundamentado, sobre la actividad cotidiana de vida, generando nuevas formas comunes de vivir libre ya.

Sabemos que hemos de ser  tan solo una voluntad previa, destinada a disolverse en el conjunto de la Voluntad General, una vez ésta se haya constituido en movimiento democrático.

Destinada a integrarse en ese Pueblo/Movimiento verdadero, que es tal precisamente por ser realidad efectiva, organizada, construida, autoprotagonista de sí misma, deliberante y práxica; no entidad especulada en nombre de la cual se habla o a la cual se quiere dirigir. Gramsci insiste con rotundidad en esto en uno de sus más célebres cuadernos.

Al reflexionar sobre el Príncipe de Maquiavelo, tras explicar que el Príncipe actual debería ser colectivo, y no puede ser una individualidad, Gramsci  recalca que la tarea del mismo es previa a la existencia del Sujeto colectivo organizado.

Y que una vez existe éste, el Príncipe: “…se hace pueblo, se confunde con el pueblo, pero no con un pueblo «genéricamente» entendido, sino con el pueblo al que Maquiavelo [Gramsci asocia aquí la figura del Príncipe y la de Maquiavelo] ha convencido con su tratado precedente,[para que se organice y protagonice su hacer] del que él se vuelve y se siente conciencia y expresión, se siente idéntico: parece que todo el trabajo «lógico» no es más que una autorreflexión del pueblo, un razonamiento interno, que se hace en la conciencia popular y que tiene su conclusión en un grito apasionado, inmediato.

La pasión, de racionamiento sobre sí misma, se reconvierte en “afecto” fiebre, fanatismo de acción. He ahí porqué el epílogo del Príncipe no es algo extrínseco, “pegado” desde fuera, retórico, sino que debe ser explicado como elemento necesario de la obra, incluso como el elemento que refleja su verdadera luz sobre la obra y hace de ella como un «manifiesto político»[25].

Así pues, nuestro “programa” –si hemos de usar  una palabra que permite entendernos- no es prescribir qué debe hacer el Soberano, una vez exista; mucho menos prescribir lo que vamos a hacer desde las instituciones una vez se nos vote. Nuestro programa solo puede ser ayudar al nacimiento de un Pueblo real, una Voluntad Soberana, práxica, existente, que en la medida que exista hace innecesario ningún  motor de arranque.

A partir de la existencia del movimiento, nuestro propósito es, solamente, ser consciencia del hacer, filosofar sobre la praxis, donde “de la praxis” es genitivo subjetivo, no fruto de la división el trabajo entre quien reflexiona y dirige y quien actúa. Porque los comunistas, y todos los demás demócratas que son conscientes de la diferencia que existe entre democracia y liberalismo, “no forman un partido aparte, opuesto a los demás partidos obreros.

Sus ideas no se basan en ideas o principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo. Solo son expresiones generales de los hechos reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico, que, [precisamente por ser empírico, y en la medida en que existe y se desarrolla,] transcurre ante nuestra vista”[26].

Porque el partido debe dejar de ser un colectivo exento respecto del cuerpo del movimiento social organizado,  formalmente constituido y jerarquizado. Antes de que exista el nuevo Sujeto la izquierda no tiene Potencia, no es Causa Eficiente, no tiene Fuerza. Una vez exista el movimiento que crea con su desarrollo un nuevo Sujeto, la deliberación colectiva del propio Sujeto, a partir de su experiencia y del saber cultural poseído entre la totalidad de sus miembros, es, en primer lugar, el saber de la izquierda.

Y, en segundo lugar, y si queremos caracterizar al intelectual colectivo orgánico de ese Sujeto nuevo de forma más concreta, “Partido” será el nombre que le convenga como denominación al conjunto de los muchos miles de individuos que, estén en cada momento, según su situación personal, en condiciones de dedicar tiempo a  impulsar cada una de la miríada de  las comunidades de base organizadas que deben constituir ese Sujeto nuevo, y a servir de mediadores que entran en contacto con los de las demás comunidades. Partido, si ha de ser denominación de algo, ha de ser la denominación del sistema nervioso que constituya al nuevo Bloque Social democrático, algo interno en integrado en el mismo.

La política no puede ser, en adelante, una más de las honestas profesiones en las que trabajar, porque el político profesional, como todo trabajador, debe llegar a final de mes, y no desea, además, quedar en paro, ni perder el estatus social que le confiere su papel, entre otras muchas cosas que acaban generando más bien pronto que tarde, una casta con intereses diferentes a los de aquellos a quienes dice servir.

Esta supresión de la política como profesión es posible porque el hacer político no es ni una ciencia ni un saber tecnológico que necesiten una formación académica especializada. La medicina lo exige, pero es que la enfermedad no se delibera, porque no depende de nuestra Voluntad. Si la política fuese una Ciencia – Ciencia… Política-, la democracia sería un imposible.

Tampoco es el hacer de gestión técnica, porque la praxis política ha de ser, en primer lugar,  praxis actuada por los propios ciudadanos organizados. Ha de ser, si es que la política llega a existir nuevamente, Voluntad operante del Demos, llevada a praxis por él mismo.

La política ha de ser saber que surja de la propia experiencia de praxis, alimentada previamente por el saber intelectual colectivamente poseído, tanto el teorético como el saber trasmitido por tradición, aportado por todas las tradiciones democráticas que poseamos entre todos.

Saber teorético, incluido el que aportan las ciencias y saber de tradiciones democráticas  y revolucionarias: Saberes poseídos por muchos y entre muchos, porque, nadie los posee por entero. Praxis a su vez reflexionada desde la nueva experiencia y desde ese saber colectivo poseído, y que se enriquecen en el proceso.

Pero ese tipo de reflexión para la orientación de la actividad creadora colectiva, ese tipo de reflexión no sobre la razón teórica, sino sobre el hacer de la Razón Práctica,  ni es pronosticable  e institucionable como saber codificado previo, a priori, ni consiste en el pronóstico de futuro de la dinámica social, ni se adquiere mediante cualificación escolar.

Y si bien puede exigir que en alguna fase de su aplicación haya técnicos asalariados que lo ejecuten, estos no tienen por qué poseer un estatuto distinto al del funcionario, o al del administrador al servicio del capitalista. Al servicio, en este caso, esto es, de la Voluntad del Demos.

Una Voluntad, un Pueblo cuyas condiciones históricas de construcción están dadas por la terrible situación en la que nos encontramos las individualidades de las diferentes fracciones y colectivos de las clases subalternas y por el pavoroso reto civilizatorio que se nos plantea como humanidad.

Política es Voluntad práctica en acto que con su propia aparición y desarrollo establece las nuevas condiciones de realización de metas nuevas a ir deliberando. No Razón escrutadora de las entrañas del mundo existente en el que estamos atomizados.

Nos encontramos ahora en el momento de la inquietud eufórica de los políticos y de los pensadores, provocada por los barruntos ante el momento de crisis de legitimación del régimen. Dejan volar su imaginación y se proponen nuevos “debes”, nuevos momentos constituyentes.

Luego, ante los resultados inanes de sus previsiones, se declararán, como siempre, “realistas” y los irán rebajando.  Pero “Realismo” no es ajustar las expectativas que el político posee a las posibilidades de la realidad, de una realidad en la que los subalternos no somos nada  y que exige deformarlas hasta ser caricatura.

Tampoco es sostenerse en sus trece respecto de un ideal especulado y pronosticado como “debe” ante el “es” presente contra toda razón, porque es contra toda realidad. Es más ese debe muestra su falta de verdad en el hecho de que no existe condición de posibilidad para su realización, y es por ello un perenne “debe”.

Realismo es tratar de crear una nueva realidad activa, un nuevo movimiento operante ya desde el seno del presente. Es intentar actuar como fuerza en el momento genético, como agente que ayuda a generar un nuevo Sujeto.

Nueva realidad que es el Sujeto Soberano organizado, hoy no existente, desconocido por lo tanto en sus capacidades. Cuyas capacidades y potencia práxica no podemos aventurar por adelantado; que solo demostrará lo que es haciéndolo y en la medida en que lo haga.

Sujeto objetivamente existente, una vez se cree,  – sujeto objetivo, no es una paradoja, sujeto y objeto idénticos-, nueva realidad activa, organizada, generada, creadora a su vez de nueva praxis, cuyo ser activo es ya nueva praxis y cuya acción es precisamente la que realmente va cambiando dinámicamente el orden existente.

Sujeto respecto del cual, una vez existe, el filosofar debe ser realista, esto es, debe consistir en la reflexión sobre los nuevos problemas y debates que van surgiendo en el seno de ese nuevo Sujeto, consecuencia de su dinámica activa y de los cambios que  autoproduce en sí mismo y en el resto de la sociedad, ayudando a abrir y desarrollar la deliberación pública en su seno.

Filosofar praxeológico, interno a la propia praxis, tarea del intelectual orgánico, que no es capacidad privada de este o aquel grupo, sino capacidad pertinente, inherente al pensar, de todo individuo  que reflexione sobre el hacer del propio movimiento desde la praxis del mismo.

Filosofar que trata de hacer entender al Sujeto Nuevo la novedad de su praxis, la novedad de su ser, y que su existencia solo puede ser garantizada si se constituye en Fundador de Estado, solo puede autogarantizársela él mismo si como Movimiento subalterno de la Democracia, deja de ser subalterno y pasa a constituirse en Estado.

Idea que puede o no  prender, idea que no intenta definir a priori los atributos de ese nuevo Estado, pues no se pueden definir a priori los atributos práxicos, aún por desarrollar, del nuevo Sujeto, del nuevo Soberano, del movimiento político cultural de la Democracia.

Por lo tanto, filosofar interior al movimiento que evita volver a proponerle un “debe”, y debe reflexionar sobre sus reales problemas existentes que surgen de la lucha, de la dinámica nueva que genera el Sujeto con su ser y hacer.

Solo el proyecto de ayudar a crear un Sujeto es real, en tanto que real  proyecto que está en la mente de quienes –pocos o muchos- lo pretendemos, en tanto que el que pronostica se pone a tratar de realizar aquello que pronostica, como motor de arranque propositivo de soberanía real, de auto gobierno de la propia praxis cotidiana organizada.

Y también es real la existencia de sectores que son susceptibles de ser organizados, y dirigidos, por tanto, a tal acción o desviados de la misma.

Esta forma sobria de entender la “previsión” nada tiene que ver con la habitual, que suple la carencia de medios que otorguen fuerza para realizar el proyecto fantaseado, presuponiendo la determinación de leyes de regularidad del tipo de las de las ciencias naturales , en las cuales se confía como mecánica y ya existente “causa incausata”, y que al tratar de la sociedad no tienen en cuenta las voluntades de los demás, su opinión, su pesimismo, su excepticismo, la de los individuos de las clases subalternas  a causa de su desconocimiento, aún no existente, de la capacidad práxica que surge de la organización, y que solo al nacer se conocerá[27].

Ser realista es ayudar a crear, modestamente, ya ahora, la Fuerza social  de los subalternos, interviniendo en ello a partir de la propia acción, en lugar de tratar de crear en la imaginación un Proyecto Constituyente para el Futuro, sin tener motor que lo asuma. Ser realista es tener consciencia de nuestra capacidad real, inmediata, de acción  -ahora poca, mínima- y de emplearla en ayudar a concitar un nuevo agente social. Ser realista no es fantasear un futuro.

Ni Alma sin Cuerpo ni Cuerpo sin Alma. Ni Pensamiento orientativo sin Deseo y Fuerza, ni Fuerza y Deseo sin Pensamiento orientativo. La división social del trabajo sólo es posible cuando el que piensa, además, tiene el dinero, y el que hace se ve constreñido a dar su Fuerza a cambio de dinero para poder vivir.

En toda otra situación la respuesta que recibe el que manda, el mandarín con su mandanga, es “que lo haga Rita”. Y está bien que sea así y no haya más amos que los justos -“…ni tribunos…”-.

Todo esto se enfrenta a las impaciencias, a los deseos de respuesta inmediata, inminente, que puede encarnarse en tal o cual personalidad o grupo de políticos profesionales, grupo de gentes quizá ejemplares, no corrompidas en el anterior ciclo político inmediato.

Pero una acción inmediata de tal género no puede ser de vasto aliento y de carácter orgánico: será del tipo restauración y reorganización, del tipo Revolución pasiva, protagonizada por las clases dominantes, que absorbe las energías de la parte activa del movimiento que existe para la protesta, coopta a los dirigentes de la oposición e integra todo esto en su nuevo proyecto, y no del tipo  inherente a la fundación de nuevos estados y nuevas estructuras sociales y culturales.

Pretenda lo que pretenda el colectivo político, objetivamente, y al margen de su intencionalidad desiderativa, subjetiva, su actividad será objetivamente de tipo defensivo y no creativo original; ayudará a la voluntad colectiva de las clases dominantes, ahora existente, aunque esté debilitada, dispersa, por la actual deslegitimación, a robustecerla al dotarla de nuevo prestigio y librarla de las excrecencias corruptas.

Bloqueará la posible creación ex novo de una voluntad colectiva que, al desarrollarse, liquida el viejo sistema de relaciones intelectuales y morales, el viejo orden de mores, de formas de vida. Tal como nos explica Antonio Gramsci desde las primeras páginas de su Cuaderno 13 sobre Maquiavelo y parafraseamos aquí.

Y esto, el bloqueo de toda posibilidad de este tipo, va unido a las prisas, a los protagonismos personales, al institucionalismo, al deseo de ser representante, de ser Tribuno de la Plebe.

También en los anteriores periodos de nuestra historia acaecieron estas prisas; entre los apresurados había hombres y mujeres de buena intención.

No por ello dejaron de convertirse objetivamente en farsantes, a la vez relleno o farsa, y luego, mentira, en la medida en que se percataban de su papelón de una comedia que des-medulaba la posibilidad de crear una Voluntad.

Llegados aquí, no podemos decir nada más. Nuestra forma de comprender la política precisamente incluye la imposibilidad de prever lo que un  Sujeto aún no existente pueda llegar a ser, a decidir, a imponer.

A esto que hemos expuesto, se le puede responder: si aceptamos las ideas a las que vosotros os adscribís, resulta que, después de tantos años, todo está aún por hacer y, sin embargo, los problemas que afrontamos son terribles, dramáticos, inminentes.

Nuestra respuesta es: Sí, es cierto. Y se puede entonces argumentar ante nuestra respuesta: Esto es muy desmoralizador. No, en nuestra modesta opinión; o lo es menos, menos, bastante menos aún que seguir aceptando como buenas las ideas que han inspirado la política hasta el presente, con sus promesas de atajo, para experimentar luego, ¡nuevamente!, a la vuelta de 35 años, cómo las gentes, la buena gente, la gente con sentido común, vuelve la espalda a esta nueva reedición de lo ya visto. Y, cómo nuestras previsiones imaginarias se convierten, también nuevamente, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

 


[1] GRAMSCI, Antonio, Observaciones sobre algunos aspectos de la estructura de los partidos políticos en los períodos de crisis orgánica, en Cuaderno 13 (XXX) Notas sobre la política de Maquiavelo, in Quaderni del Carcere, edizione critica a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi editore, 1975, p. 1604. En la edición castellana de Ediciones Era, Tomo 5, p. 51.

[2] El caso más flagrante de esta rendición ante la siderurgia alemana y francesa  fue el desmantelamiento de Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto.

[3] El último y escandaloso caso es el de Nissan. La voz de su amo, o sea La vanguardia lo presentaba como un caso ejemplar: http://www.lavanguardia.com/opinion/editorial/20130130/54362533197/un-acuerdo-ejemplar-en-nissan.html. La historia en los últimos treinta años, de SEAT, Renault, Citroën, General Motors, Opel… está llena de estos ejemplos. La disolución de la Federación del Metal de CCOO en 1984, fue uno de los servicios que la CONC prestó a este proceso de subordinación a las multinacionales, mediante la liquidación de la protesta obrera y de la época y la posterior cooptación de parte del sector crítico en la gobernabilidad del sindicato.

[4] Fenómeno analizado desde los inicios por diversos autores, pero despreciado olímpicamente por la izquierda política y sindical, tanto la oficial como la “radical”. Cifra: FRÖBEL, Folker, HEINRICHS, Jürgen, KREYE, Otto, La Nueva División del Trabajo Paro estructural en los países industrializados e industrialización de los países en desarrollo, Madrid, Siglo veintiuno de España Editores, 1980. Primera edición en alemán 1977. PIORE, Michael, SABEL Charles, La segunda ruptura industrial, M. Alianza Editorial, 1990. Primera edición en inglés 1984

[5] http://www.ine.es/jaxi/tabla.do

[6] Loc. cit.

[7] Según el INE, carencia en al menos 3 conceptos de una lista de 7 conceptos: 1.No puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año; 2.No puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días;3.No puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada; 4.No tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos; 5. Ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad…) en los últimos 12 meses; 6. No puede permitirse disponer de un automóvil; 7.No puede permitirse disponer de un ordenador personal.

[8] INE. Encuesta de condiciones de vida 2012. http://www.ine.es/jaxi/tabla.do

[9] Este es el sentido de la campaña “No nos vamos, nos echan”, véase: http://www.publico.es/451496/espana-no-es-pais-para-jovenes

[10] Leonid Kalashnikov, secretario general del Partido Comunista de Rusia, http://www.politrussia.ru/life/56948.html.  Texto reproducido en Rebelión, de donde l hemos tomado. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94304

[11] La intervención de Joan Rosell en el 10 congreso de CCOO es reveladora de la complementariedad corporativa entre la patronal y los sindicatos del régimen. El saqueo conjunto de los fondos de formación continua y ocupacional durante casi dos décadas ha alimentado inmensas estructuras burocráticas cuya misión conjunta ha sido tutelar el mundo del trabajo en el periodo de la contrarrevolución de los derechos laborales. La responsabilidad de los liberados de los sindicatos del régimen es inmensa, incluso en los casos de la mayor honestidad. Esta honestidad de muchos liberados que los autores reconocen, pero que no dejan de ser un alibi para la corrupción sistémica de ambas Confederaciones.

[12] Gramsci, Antonio, Los intelectuales y la organización de la cultura, Buenos Aires, Nueva Visión, 2009, p. 161. Quaderni del carcere, ob. cit., Cuaderno 24 (XXVII), p. 2269.

[13] MONTES, Pedro, La historia inacabada del euro, Madrid, Editorial Trotta, 2001. AAVV ( GUTIERREZ, Eduardo, AYALA, Iván, ALBARRACIN, Daniel y MONTES, Pedro) Qué hacemos con el euro, Madrid, Akal, 2012.

[14] POLANYI, Karl, La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. Madrid, Ediciones La Piqueta, 1989. Puede descargarse de: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=448

[15] Léase: Ilías Katsulis “Grecia y la tercera vía al socialismo”, http://www.nuso.org/upload/articulos/1174_1.pdf. Otro ejemplo, las posiciones defendidas desde el PCC antes de su mutación pragmática. Unas posiciones imposibles de encontrar en la actualidad ni en su política ni en su página web.

[16] Se pueden leer interesantes apuntes en la sección de Carlos Valmaseda en la página de Espai Marx o en el blog de Enrique Turiel.

[17] Dejemos de lado, qué papel han desempeñado esas voces en el anterior periodo político, si formaron o no parte de la clase política del régimen de la Restauración del 78, y hasta cuándo.

[18] GRAMSCI, Antonio, Obreros y campesinos, edición turinesa de Avanti!, 20 de febrero de 1920, in La cuestión meridional, Madrid, Dédalo ediciones, 1978, p.31.

[19] “El Gobierno de  la República y la ley catalana de Cultivos” reproducido íntegramente en  los apéndices de Mi Rebelión en Barcelona,  Madrid, Ed Espasa Calpe, 1935. Ver por ejemplo, Pág. 239

[20] Manuel Azaña, Discursos en Campo abierto, Madrid, Ed Espasa Calpe, 1936, pp. 148, 172 y 185.

[21]  MAURIN, Joaquín, Revolución y contrarevolución en España, Paris Ediciones Ruedo Ibérico, 1966.

[22] GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere, edizione a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 1975,  Cuaderno 15 (II), p. 1752.

[23] ROSENBERG, Arthur, Democracia y socialismo. Historia política de los últimos ciento cincuenta años (1789 – 1937). México, Cuadernos de Pasado y Presente, 1981 (1938). Todo el libro, pero señaladamente, pp. 335- 336

[24]MARX, Karl, ENGELS, Friedrich, Proletarios y comunistas, cap. 2º de  El Manifiesto del Partido Comunista,  varias ediciones, en la edición OME,  Barcelona, Ed. Crítica, 1978, vol. 9,  pág. 150

[25] GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere, edizione a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 1975, Cuaderno 13 (XXX), p. 1557. En español: Ediciones Era, tomo V, p. 14.

[26] MARX, Karl, ENGELS, Freidrich, Proletarios y comunistas, ob. cit.

[27]GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere, edizione a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi, 1975, p. 1811

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La Guerra de clases en el estado español. Ahora contra las pensiones. Hemos de reaccionar ya!!

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«Llamamos y acompañamos en la búsqueda de:
– Nuevas formas de lucha y la desobediencia civil.
– Movilización contra el robo de las pensiones ya.
– Lucha social generalizada y confluencia de la plataformas sociales y sindicales.
– Apoyamos la creación de un Frente Social Unitario similar a Syriza o a AGE ya y en todo el estado español.
– Por una confluencia de los pueblos resistentes del sur de Europa!

Comunicado del Colectivo «Construyendo la Izquierda-Alternativa Socialista».

Desde 2010 el estado español vive una orgía de recortes y de las llamadas políticas de austeridad. Impuestas por la Unión Europea, por el Fondo Monetario Internacional, por el Gobierno Alemán liberal-conservador y por los Gobiernos del estado español, haya sido cual haya sido su color.
 En el año que el PP está gobernándonos, se ha incrementado la política de ajustes y de recortes, siempre a costa de las clases populares, los trabajadores y trabajadoras, los y las paradas. Ahora los próximos  son los pensionistas.
Es decir aquellos trabajadores y trabajadoras, pero también autónomos y personas vinculadas a negocios familiares, que tras años de cotización, al verse en el paro, la quiebra o el cierre, verán sus intereses y derechos gravemente mermados. Familias enteras al frente de las cuales económicamente, puedan haber personas de entre cincuenta y sesenta años, pueden verse arrojadas al hambre y la exclusión social. Esta medida va a perjudicar a cientos de miles de personas, pero también a sus hijos en paro, es decir tiene un efecto multiplicador espeluznante.
Desde que estalló la crisis capitalista y está afectó de forma contundente al sector financiero, todas las medidas tomadas en Europa y también en el estado español han ido dirigidas a sacar dinero a base de recortes a la clase obrera y clases subalternas al objeto de recapiltalizar los bancos y los fondos financieros. Hablando claro, robar a los pobres y dárselo a los ricos.
Las respuestas aún siendo a veces desiguales y solo sectoriales, sin embargo, se están generalizando. Cada vez hay más afectados, pero entendemos, que las luchas no siempre se unifican o conectan entre sí. Es imprescindible reaccionar con contundencia y ya. Mareas, Sindicatos, Asambleas, Movimientos ciudadanos y fuerzas políticas antineoliberales debemos coordinarnos y actuar. Todos y todas los que denunciamos la criminal reforma exprés de la Constitución del 78, que consagra estos recortes y pone a bancos y la deuda por encima de las personas, hemos de responder unidas y unidos por el fin de las imposiciones de la Troika y de los ricos.
Desde CLI- alternativa socialista, no queremos silenciar que estas medidas se imponen por parte de los poderosos, de los banqueros, las grandes fortunas, los grandes empresarios transnacionales y que estos dominan y controlan Gobiernos y medios de comunicación. Son el rostro y el cerebro de la crueldad y el crimen social de las clases de arriba, contra las y los de abajo, al objeto de mantener su riqueza y perpetuar su poder. Frente a esto, democracia, reparto, solidaridad y justicia.
CLI está dispuesto a trabajar en la defensa social y de hecho lo está haciendo tanto en pequeñas luchas concretas como generalizadas, siempre desde su autonomía. Deseamos pues exponer nuestra reflexión y honda preocupación en la medida que esta pueda ser útil:
– La Cumbre Social debe pasar a ser eso, una Cumbre Social y ser más participativa y combativa. El problema no es de distinguir entre anti-sistemas por un lado y reformadores por otro. Es, que el sistema nos está destruyendo, estafando y empobreciendo.
Los grandes sindicatos están sufriendo, debido a sus cautelas, el desprestigio ante muchas personas luchadoras y victimas de la crisis y al mismo tiempo el feroz ataque de la derecha, la patronal, sus medios de comunicación y el PP como brazo ejecutor, con una Reforma Laboral que de facto, también ha laminado lalibertad sindical. Pedimos a las direcciones de CCOO y UGT que entiendan de una vez que el Pacto Social ha sido barrido por la Troika y la guerra de clases. La Cumbre Social, se debe acercar y confluir con otros movimientos sectoriales o globales. La Cumbre Social también debe buscar un referente Europeo y por tanto unirse el la Alter Summit o Cumbre Alternativa como referente europeo antineoliberal.
– Los movimientos ciudadanos y sociales, deben entender que la acción política  no es enemigo, ni todos los políticos  ni todas las personas que trabajan desde la política en la calle. El enemigo es el capital, los políticos y los partidos neoliberales o que defienden la supremacía de la llamada deuda pública, falsa y fraudulenta que nos asfixia.  La corrupción, los corruptos y los corruptores. Ha los sindicatos mayoritarios hay que exigirles contundencia y tender puentes proponiendo acciones comunes y un solo frente social, contra la deuda, la austeridad y la Troika. Sabemos las dificultades, pero las agresiones semanales del Consejo de Ministros exigen respuestas contundentes ya de una vez. También CCOO y UGT deben entender que el régimen del 78 está ya podrido, inservible y no nos dará respuestas. No hay marcha atrás. En suma, las y los ciudadanos tenemos más elementos que nos unen que los que nos separan.
– Las fuerzas, coaliciones y partidos antineoliberales, debemos buscar junto a la ciudadanía activa y los movimientos sociales una coalición política, un frente social antineoliberal y democrático. Que no nos contagien las encuestas y las supuestas intenciones de voto. Izquierda Unida puede hacer dos cosas, o bien apuntalar a un Rubalcabismo decadente y sin rumbo ni ideas o bien acompañar la conformación de un frente social unitario, que logre la mayoría política ya en las próximas elecciones europeas y rearme políticamente a las clases populares, a las victimas de la crisis. Las fuerzas nacionalistas que se definen como de izquierdas, demostrar que lo son y por tanto ayudar a conformar una respuesta política de clase, frente al genocidio social europeo y de los sectores dominantes del estado español.
– Los y las socialistas, estar con la clase obrera. Pero estarlo de verdad, es decir, sin ataduras, sin reconocer la legitimidad de la deuda, sin aplicar el «objetivo de déficit  y sin apoyar a personas que tienen lazos y compromisos con un régimen caduco e injusto y corrupto. Ser socialista es ser anticapitalista. Es al menos cuestionar el capitalismo y negar su legitimidad. Es estar con los de abajo y las alianzas que estos puedan establecer. Por eso Construyendo la Izquierda- alternativa socialista, entiende que solo un frente de las izquierdas sociales y políticas, de los ciudadanos y ciudadanas hartos y estafados, puede cambiar el rumbo de las cosas y no un acuerdo entre nomenclaturas o personas que han colaborado en crear esta situación.
Estamos animadas y animados en esta lucha. Entendemos además que ahora es prioritario el establecer un punto de encuentro con las fuerzas sociopolíticas del sur de Europa y comenzar a actuar conjuntamente.
Por todo esto llamamos y acompañamos en la búsqueda de:
. Nuevas formas de lucha y la desobediencia civil.
. Movilización contra el robo de las pensiones ya.
.Lucha social generalizada y confluencia de la plataformas sociales y sindicales.
.Apoyamos la creación de un Frente Social Unitario similar a Syriza o a AGE ya y en todo el estado español.
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