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¿ Como activar el poder destituyente en el ciclo 2014-2015 ?

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La mayoria de los ciudadanos sabemos que después de las elecciones europeas no habrá ningún cambio para la mayoría de la población que reclama con justicia una democracia real…¿a menos que?

Estemos o no de acuerdo con su contenido el siguiente artículo de Victor García es una interesante propuesta que abre un debate imprescindible . Se trata ” del como” dar comienzo a un proceso destituyente de verdad que termine con un régimen corrupto.

 

Vicente Rios, economista y redactor de Sistema en Crisis

La acción política básica en un sistema oligárquico-sufragista como el actual suele distinguir entre 3 posibles acciones:

– votar mayoritarios/minoritarios,

– votar nulo o blanco,

– abstención

Típicamente se vota a un partido mayoritario o uno minoritario si se está de acuerdo en participar en el sistema ya sea para mantener el estatus quo (votar mayoritarios como PP o PSOE) o para cambiarlo desde dentro (votar minoritarios IU, EQUO, Podemos, RED, Piratas, Recortes Cero, etc).

Se vota nulo/blanco si se está de acuerdo con el sistema electoral pero no hay ningún candidato o partido que guste y se abstiene aquel que es consciente de que el sistema es un fraude y no quiere participar en el mismo o bien aquel que es indiferente.

El sueño erótico de los partidos minoritarios que quieren construir una realidad diferente pasa por que la gente despierte  y vote otra cosa que no sea PPSOE hasta dejar de ser minoritarios.

Por su parte, los abstencionistas activos, tanto si provienen de la tradición parlamentarista o anarquista, sueñan que con niveles muy elevados de abstención, pongamos de un 70-80%, se provoque un vacío de legitimidad que facilite el cambio.

Los parlamentaristas convocarían manifestaciones para destituir al gobierno ilegítimo y elecciones a una asamblea constituyente mientras que lo que harían los anarquistas es más difícil de saber. ¿Quizás un proceso constituyente asambleario descentralizado para constituir asambleas locales omnímodas?. En cualquier caso, las dos opciones presentan graves problemas y dificultades como vamos a ver.

1. La Cuadratura del Círculo y el Frente Popular 2.0

La estrategia política de crecimiento de los minoritarios se resume en el #VotaAOtros. Sin embargo, es realmente difícil que estas formaciones cristalicen en una alternativa sólida al poder constituido cuando únicamente el 10% de las personas se informa activamente a través de la red, fuera de la influencia de los mass-mierda.

Además, La estrategia del #VotaAOtros  o #NoLesVotes tiene el problema de legitimar un sistema podrido a cambio de conseguir unos pocos escaños extra. Dada la historia de IU como minoritario tradicional y su incapacidad manifiesta de afectar el transcurso de la vida política española, esta opción no parece muy viable si lo que se pretende es un cambio de régimen en el ciclo 2014-2015. De hecho, si uno mira las tendencias de intención de voto directa en las encuestas del CIS (generales) se puede observar que:

1) A partir del 15 de mayo de 2011 el bipartidismo comenzó una caída imparable.

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2) Pero los minoritarios no son capaces de recoger en apoyos  la caída del bipartidismo. Esto puede observarse claramente en las diferencias en las pendientes extrapoladas desde mayo de 2011. De hecho, un gran porcentaje de la desafección se traslada a la abstención que ya es la opción política mayoritaria.

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Los datos más recientes del CIS adjuntados en la Tabla 1 (referidos al comportamiento esperado para unas generales) hablan por sí solos: la pérdida del PPSOE respecto de 2011 es de un 51% mientras que los minoritarios aunque aumentan un 95% su peso, solo son capaces de engrosar sus filas en un 5.9% del electorado.

Falta de ver que ocurre en las Europeas, pero según la encuesta de Celeste-TEL el conjunto UPyD (0.85) +IU (1.4) +Podemos (0.3) + Primavera (0.3) + Otros (0.5) sumaría 3.25 millones de votos. Estas cifras siguen por debajo de los 3.5 millones de votos, lo que es claramente insuficiente para cambiar el flujo legislativo del país.

Más aún, el incremento de abstención de unos 10-15 puntos porcentuales que se ve en clave de generales parece ser estructural: en 2009 la abstención en las Europeas fue del 50% mientras que la esperada para mañana es del 60%. La diferencia coincide. Además, de cara al futuro hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) Conseguir un acuerdo amplio sobre lo que se tiene que cambiar y defenderlo de forma unitaria, es prácticamente imposible. Lo digo tras haber sido uno de los impulsores de ATD, una macro-votación (de unos 50mil participantes) cuyo objetivo era precisamente identificar el común denominador que permitiría un pacto ciudadano y evitar la disgregación de partidos minoritarios que concurren a estas elecciones. Se obtuvieron consensos altísimos (en muchos casos de más del 80%) pero luego cada grupo político ha querido llevarlos por separado en su programa.

b) Esto es debido a la enorme desconfianza y escasez de capital social heredada del franquismo en España.  Según los datos de la EVS y la ESS (que son encuestas sociológicas sobre valores sociales realizadas a escala Europea) el promedio de personas que confía en los demás es bastante bajo. En el gráfico abajo se muestra un índice normalizado para las diferentes oleadas de 2002-2004-2006-2008-2010 que va de -1 a 1.

Como puede verse la proporción de personas que confía en otras personas no es claramente superior al 50%. Es decir, la mitad del país no se fía de la otra mitad. Esto se traduce en una enorme dificultad a la hora de organizar un frente popular y movimiento político nuevo ilusionador, pues enseguida surgen suspicacias, problemas en el reparto de cargos y puestos en las listas, egos colisionando, etc.

 

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c). Los partidos minoritarios de nuevo cuño, aunque hayan introducido innovaciones a nivel de método (elaboración de programas participativamente, primarias abiertas, etc) siguen en una lógica competitiva.  Esto se ve patente en la apuesta por la competencia vía caras visibles, típica de la era pre-15M. Partido X con Falciani, Podemos con Pablo Iglesias (y su cara en el logo), RED con Elpidio Silva, etc son claros ejemplos de ello (la única excepción a esta tendencia serían Primavera Europea y Recortes cero que tienen candidatos no mediáticos).

d). No contemplan abandonar el paradigma sufragista y aplicar la única solución a este conflicto de intereses: sortear los puestos de las listas. Esto daría la misma probabilidad a cualquiera (de cualquier grupo) de ser representante por no hablar de que rotando frecuentemente los puestos se podrían formar muchos líderes. Este tipo de solución ya se dio para aliviar la tensión y las batallas de los oligarcas/nobles Venecianos y de Florentinos durante los siglos XVI y XVII. Aún así, como hemos visto en los datos, una solución de este tipo no garantiza un crecimiento importante.

2. ¿Por qué tampoco sirve la estrategia de abstención activa/votos en blanco/nulos?

Por otro lado, abstenerse activamente, aunque en teoría pudiese quitarle legitimidad al sistema político, no lo vacía de capacidad legal para seguir funcionando. No hay un sólo ejemplo histórico en el que la abstención activa haya servido para provocar un cambio de régimen. De hecho, lo contrario es mucho más válido, ya que existen numerosos ejemplos de abstencionismo masivo que no han servido para nada. En este post simplemente comento 3 ejemplos paradigmáticos que deberían servir  para hacer reflexionar a las abstencionistas activos:

Caso 1: Jamaica 1983. Este es posiblemente el caso de abstención activa más masivo de la historia (un 97.7%). En estas elecciones el partido de la oposición jamaicana, el PNP, boicoteó las elecciones en una protesta contra el Labor Party (en el gobierno) que no había actualizado la ley electoral, incumpliendo lo que había prometido previamente. Se bloquearon la mayoría de los colegios electorales y allí donde se consiguieron abrir, la abstención fue del 55%. Eso no evitó que el Labor Party gobernara hasta 1989 con mayorías absolutas.

Caso 2: Venezuela 2005. Este es otro ejemplo de como una abstención del 75% puede ser totalmente inútil para cambiar un régimen político. La encuestas previas a las elecciones daban un resultado bastante pobre para los opositores al régimen de Chávez (33% vs 66%).

En vistas de ello, unos días antes de las elecciones cinco partidos políticos clave de la oposición venezolana (Acción Democrática, Proyecto Venezuela, Primero Justicia, Partido Social-Cristiano y Nuevo Tiempo) decidieron no presentarse promocionando la abstención. El resultado, a pesar de la elevada abstención fue que de un censo de 14 millones de votantes, únicamente participaron 3.4 millones. Sin embargo, a pesar de la abstención, los 2millones de votantes del Movimiento V República, provocaron una subida del Chavismo de 86 a 114 de los 167 escaños posibles.

Caso 3: Bangladesh 2014.  Durante la mayor parte de 2013 los 18 partidos opositores liderados por Khaleda Zia organizaron huelgas generales, bloqueos, etc que prácticamente tuvieron paralizado al país todo el año. El objetivo: disolver el parlamento, formar un gobierno no partidista/tecnocrático que gestionase los trámites para en el plazo de 90 días abriera un proceso constituyente para dotarse de unas nuevas reglas de juego. Sin embargo, el partido en el gobierno, la Liga Amawi, al finalizar el plazo de gobierno, obvió las demandas de los opositores y convocó unas elecciones generales de carácter normal. Los opositores trataron de boicotear las elecciones del 5 de enero vía abstención, bloqueando los colegios electorales, etc. Consiguieron un 55% pero la a fecha de hoy la Liga Amawi sigue gobernando.

La abstención activa aunque sirva para deslegitimar un gobierno tiene el problema de que no consigue alterar el status quo por la vía legal. Además, esta estrategia tiene el grave problema de que no permite cuantificar adecuadamente el apoyo con el que cuenta. ¿Cómo sabes que esa abstención realmente refleja un rechazo al sistema y no simplemente pasotismo?

3. La estrategia híbrida para superar el atasco

En vista de las dificultades para lograr un cambio que presentan las dos opciones tradicionales, parece necesario buscar una tercera vía que sirva para desatascar la situación. Una opción híbrida que permita combinar tanto el cambio desde dentro de las instituciones, como resaltar el desprecio por un sistema corrupto y podrido.

Esta pasa por evolucionar la estrategia de la abstención a una estrategia que vacíe tanto de legitimidad como de legalidad al sistema.

Consiste en votar castigo a todo lo que se mueva. La razón es que es dada la evolución de la distribución del descontento (subida de la abstención del 85% vs subida del 95% que de minoritarios) y sus pesos relativos (resultará mucho más sencillo concentrar poder destituyente a través de una opción de castigo, que liberar el poder constituyente a través de un voto propositivo/positivo.

Por tanto, el votante target clave para el cambio del régimen no es el de los minoritarios que ya están convencidos, sino el desengañado, desafecto y descontento con el PPSOE. En 2011, había una gran cantidad de ingenuos que se pensaba que subiendo el PP al poder iban a entrar los capitales de nuevo porque había un tonto socialista que se llama Zapatero.

No es así. Aquí el capital no entra porque hay una burbuja de corrupción y un entramado institucional descompuesto. En este sentido, el hecho de que cada vez haya más gente desconfíe masivamente es un arma muy potente que si bien puede lastrar un auge rápido de minoritarios si que se puede usar para detonar el sistema político.

Mi recomendación: hay que poner en valor partidos como Escaños en Blanco que sirva para representar el descontento en negativo. El programa electoral de esta formación es simple:

No tomaremos posesión del cargo. Nuestros candidatos, si resultan elegidos, no adquirirán la condición plena de eurodiputado.  Al no ejercer como tales, no tendrán derecho a ningún tipo de remuneración económica en forma de sueldo, dietas o complementos. Asimismo, el partido Escaños en Blanco ni solicitará ni aceptará subvenciones públicas.

Usando los datos más recientes y asumiendo que la encuesta de CELESTE-TEL es precisa tendríamos que si la abstención activa se canalizase vía Escaños Blanco, los porcentajes obtenidos para los diferentes partidos serían los siguientes:

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Como puede observarse en las primeras columnas arriba, para el caso de que el 10% de los abstencionistas, lo fuesen activamente y votasen EB, estos se convertirían la 3a fuerza política y vaciarán un 14.81% de los escaños que le corresponden a España en el Parlamento Europeo. Los resultados que se obtendrían para el caso de que de esa abstención activa fuse del 25 y 50% respectivamente serían obviamente más impactantes.

No tengo la menor idea de que porcentaje de los abstencionistas lo son activamente, pero queda claro que el uso de esta opción para reflejar el descontento con el sistema supondría un shock mediático que además podría suponer un repunte de esta opción de cara a las generales.

Si extrapolamos las tendencias de la Tabla 1 para las generales de 2015 (PPSOE = 9.5-10M, Resto Partidos = 9M, Antisistema=17.8M), simplemente con que un 25-30% de la abstención activa se canalizase vía EB tendríamos un escenario de imposibilidad de formar gobierno y ruptura del régimen. Para meditarlo con calma.

 

 

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Voto, pero…

images (1)«La democracia actual no es más que una mutación de la democracia verdadera, que se corresponde a la acción directa de una ciudadanía responsable. La democracia se ha convertido en una ceremonia litúrgica, en una especie de coreografía vacía donde las víctimas elevan a los altares del poder a sus verdugos».

Por David Val Palao, Rebelión

Desde hace días, las redes sociales me golpean con el 25 de mayo. PP y PSOE, aunque parece que odian Twitter y solo piensan en regularizarlo y censurarlo, se aprovechan de sus ventajas y patrocinan twetts para llegar al joven electorado. Izquierda Unida, más comedida, hace lo propio en Facebook.Los partidos minoritarios como Podemos o Primavera Europea se ayudan de sus fieles seguidores para difundir al máximo su mensaje.

Parece que hay dos líneas muy marcadas: PP y PSOE piden el voto para ellos con el fin de mantener el ‘orden establecido’, mientras que el resto –desde Podemos a VOX- reclama que se apoye a las opciones minoritarias para acabar con el poder del bipartidismo. Y, en añadido, estos partidos repiten una y otra vez la importancia de votar:   Si no votas, beneficias al #PPSOESi votas en blanco, también.

Vota porque nuestros antepasados derramaron mucha sangre para conseguir ese derecho… Soflamas que se repiten siempre que hay elecciones. Y sí, digo bien, soflamas, peroratas, porque, aunque puedan tener parte de razón, ¿de verdad alguien piensa que quienes lucharon por conseguir el derecho al voto estarían orgullosos de ver de qué manera hemos devaluado aquellas sufridas victorias?

Y es que, con el paso de los años, la democracia formal se ha convertido en el medio más eficaz que tienen los poderosos para legitimar su explotaciónLos ricos están en el poder porque los pobres les avalan con su voto. Antaño, las clases más pudientes se lo tenían que currar un poco más, y conseguían su hegemonía por la fuerza de las armas, entrampando las elecciones, haciendo votar a los muertos o comprando a los electores con artimañas y promesas concretas.

Hoy, esas técnicas siguen existiendo, el caciquismo está a la orden del día, pero ya no es lo esencial. Los poderosos –aun siendo una sarta de energúmenos como están demostrando estos días- no tienen que actuar así y si lo hacen es porque están tan sumamente convencidos de su supremacía que hasta se pueden permitir el lujo de ser unos impresentables.

Insultan a las mujeres, a los migrantes, a las familias desahuciadas, a los jubilados estafados, a los desempleados y a los manifestantes. Sin decoro, sin respeto. Están tan crecidos –y tan protegidos por la Policía y las leyes que ellos mismos han diseñado- que se vanaglorian de ser la minoría rica que controla a la mayoría pobre y, además, con una supuesta legitimidad democrática que emana de las urnas.

Este verticalismo reinante, esta ruptura entre el político y el votante se ha convertido en la más burda cotidianeidad. Los políticos miran desde arriba, el pueblo, los votantes, desde abajo. El nuevo paradigma de las sociedades de consumo es “una persona-un voto”, y el poder para los mismos de siempre. E intentar romper este esquema, además de ser casi imposible, te convierte en perroflauta o en antisistema.

Pero si hemos llegado a esta situación es por nuestra culpa. Porque hemos protagonizado un largo proceso de claudicaciones, fracasos y derrotas. Porque quienes de verdad lucharon por tener derecho al voto hoy estarían escandalizados al ver cómo la propia ciudadanía ha corrompido ese derecho.   Y todo porque el ciudadano actual ha renunciado a la solidaridad con su entorno y ha asimilado como propia –y única- la cultura basura que le brinda el sistema.

En la actualidad, tras dos siglos de capitalismo, la tónica se repite una y otra vez. A pesar de que las mayorías están empobrecidas, siguen entregando una y otra vez el poder a los ricos. Los pobres, imbuidos de esa mentalidad de nuevos ricos virtuales, votan a los poderosos aportando de paso plena legitimidad a su explotación y a sus políticas neoliberales.

Porque, el neocapitalismo del siglo XXI sigue con paso firme, eliminando todos los obstáculos que impiden su pleno desarrollo, entre ellos, el Estado del Bienestar. La educación, la sanidad o la justicia tienen que pasar a manos privadas para poder así hacer negocio hasta de los derechos más fundamentales. Porque el monstruo del capitalismo nunca se sacia.

Y, al margen de todo esto, están los abstencionistas. Ese núcleo ingente de población que no vota y que este domingo decidirá, una vez más, no acudir a las urnas. Unos lo harán por convicción política –aunque hay que reconocer que en nuestro sistema electoral la abstención activa tiene poco fundamento, pues la tienen tan poco en cuenta como la abstención pasiva-, otros lo harán simplemente por dejadez, por aburrimiento, por desidia. 

La democracia se ha convertido en un ritual de votación cada X años, pero sin participación real en la esfera pública, pues cuando esta existe, se erradica con violencia sistémica: véase 15M, #stopdesahucios, asambleas de barrio…

La democracia actual no es más que una mutación de la democracia verdadera, que se corresponde a la acción directa de una ciudadanía responsable. La democracia se ha convertido en una ceremonia litúrgica, en una especie de coreografía vacía donde las víctimas elevan a los altares del poder a sus verdugos.

La culpa, también de la izquierda

Pero la culpa no es solo de los ciudadanos alienados, sino de los partidos políticos de izquierda y de las organizaciones sindicales, que solo atienden a crecer como estructura de poder, alejándose de sus verdaderos principios y valores originales.

Estas organizaciones han sido engullidas por el propio sistema , han perdido sus valores, han renunciado a una cultura propia y, al final, no han hecho más que retroalimentar el sistema competitivo y destructivo que fomenta el capitalismo.

Por todo ello, sumido en estas divagaciones, me planteo qué hacer el próximo domingo. Porque no creo que la solución vaya a ser cuantitativa (por el número de votos), si no existe antes un cambio radical en los valores, una verdadera revolución cualitativa (por la calidad de los votantes).

Mientras esto no ocurra, esa ‘votación masiva’ que defienden los partidos pequeños solo servirá para consolidar el statu quo que ha levantado el bipartidismo. La única revolución es la evolución continua , porque solo los valores que se asumen como propios, que se adhieren como cultura vital durante generaciones, producen auténticas sociedades nuevas.

Mientras no cultivemos unos valores nuevos y trabajemos constantemente por cambiar esos paradigmas que sustentan el sistema capitalista, no cambiaremos nada.

El domingo podremos ir a votar muchos millones de personas pero, sin trabajar concienzudamente la psicología de las masas, su filosofía y escala de valores, seguiremos obteniendo los mismos resultados que benefician exclusivamente a esa minoría poderosa que tanto nos oprime.

P.S. En Francia, ejemplo político para muchos, votan. Y votan mucho. Y este domingo va a ganar el ultraderechista Frente Nacional de la saga de los Le Pen. Los que dicen que “el Ébola puede solucionar los problemas de la inmigración”. Pero hay más, ayer el alcalde de Sestao dijo que él eliminaba la mierda a base de hostias -en referencia a la inmigración-. Pues bien, no solo no ha dimitido, sino que además   está siendo vitoreado y aplaudido por sus propios ciudadanos.

 

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El nacimiento de un siglo eurasiático.

descarga«Las alianzas comerciales son solo parte de un futuro pacto. Los hechos en el terreno sugieren que en los próximos años Pekín, Moscú, y Teherán se acercarán, lenta pero seguramente, creando un nuevo eje geopolítico en Eurasia».

Pepe Escobar, periodista de AsiaTimes 

HONG KONG.- Un fantasma persigue a Washington, la inquietante visión de una alianza china-rusa combinada con una expansiva simbiosis de comercio e intercambio de bienes a través de gran parte de la masa continental eurasiática a costa de EE.UU.

Esta semana debería deparar los primeros verdaderos fuegos artificiales en la celebración de un nuevo siglo eurasiático en gestación cuando el presidente ruso Vladimir Putin visite al presidente chino Xi Jinping en Pekín. Recordareis el “Ductistán”: todos esos oleoductos y gasoductos claves que cruzan de un lado a otro Eurasia para formar el verdadero sistema circulatorio de la vida de la región.

Ahora parece que también se firmará lo último en acuerdos de Ductistán por valor de 1 billón [millón de millones] de dólares que se ha preparado durante 10 años. En ese acuerdo el gigante energético ruso controlado por el Estado, Gazprom, aceptará suministrar a la gigantesca Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), controlada por el Estado, 3.750 millones de pies cúbicos de gas natural licuado diarios al menos por 30 años, a partir de 2018.

Es el equivalente de un cuarto de las masivas exportaciones de gas de Rusia a toda Europa. La actual demanda diaria de gas de China es de cerca de 16.000 millones de pies cúbicos diarios y las importaciones cubren el 31,6% del consumo total.

Es posible que Gazprom todavía reciba la parte principal de sus beneficios de Europa, pero Asia podría ser su Everest. La compañía utilizará este meganegocio para aumentar las inversiones en Siberia oriental y toda la región será también reconfigurada como centro privilegiado de gas para Japón y Corea del Sur. Si queréis saber por qué ningún país clave de Asia ha estado dispuesto a “aislar” a Rusia en medio de la crisis ucraniana –y desafía al gobierno de Obama– no hay que buscar más allá del Ductistán.

Sale el petrodólar, llega el «gas-o-yuan»

Y luego, hablando de ansiedad en Washington, hay que considerar la suerte del petrodólar, o más bien la posibilidad “termonuclear” de que Moscú y Pekín se pongan de acuerdo en el pago del acuerdo Gazprom-CNPC no en petrodólares sino en yuanes chinos. Apenas se puede imaginar un desplazamiento más tectónico, en el cual el Ductistán se cruza con una creciente cooperación política-económica-energética china-rusa.

Junto a ella aparece la futura posibilidad de un impulso, dirigido de nuevo por China y Rusia, hacia una nueva moneda de reserva internacional –en realidad un canasto de monedas– que reemplace el dólar (por lo menos en los sueños optimistas de miembros de los BRICS).

Directamente después de la decisiva cumbre china-rusa vendrá una cumbre de los BRICS en Brasil en julio. Es cuando un banco de desarrollo de los BRICS de 100.000 millones de dólares, anunciado en 2012, nazca oficialmente como potencial alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial como fuente de financiamiento de proyectos para el mundo en desarrollo.

El “gas-o-yuan” refleja más cooperación de los BRICS a fin de soslayar el dólar, como en el caso de gas natural comprado y pagado en la divisa china. Gazprom incluso considera mercadear bonos en yuan como parte de la planificación financiera de su expansión. Bonos respaldados en yuanes ya se comercializan en Hong Kong, Singapur, Londres y más recientemente en Frankfurt.

Nada podría ser más sensato que el nuevo pacto de Ductistán se pague en yuanes. Pekín pagaría a Gazprom en esa moneda (convertible en rublos); Gazprom acumularía los yuanes y Rusia entonces compraría la miríada de bienes y servicios hechos en China en yuanes convertibles en rublos.

Es de conocimiento común que los bancos de Hong Kong, de Standard Chartered a HSBC –así como otros estrechamente vinculados a China por tratos comerciales– han estado diversificando en yuanes, lo que implica que se convertiría en una de las monedas de reserva de facto incluso antes de que sea totalmente convertible (Pekín trabaja extraoficialmente en un yuan totalmente convertible en 2018).

El trato ruso-chino del gas está inextricablemente vinculado a la relación energética entre la Unión Europea (UE) y Rusia. Después de todo, la parte principal del PIB ruso proviene de ventas de petróleo y gas, así como su influencia en la crisis de Ucrania.

Por su parte, Alemania depende de Rusia en un importante 30% de sus suministros de gas natural. Sin embargo, los imperativos geopolíticos de Washington –nutridos con la histeria polaca– han llevado a empujar Bruselas a encontrar maneras de “castigar” a Moscú en la futura esfera energética (pero sin poner en peligro las actuales relaciones en el terreno de la energía).

Hay consistentes rumores en Bruselas estos días sobre la posible cancelación del proyectado gasoducto South Stream, de 16.000 millones de euros, cuya construcción debería comenzar en junio. Una vez terminado bombearía todavía más gas natural ruso a Europa, en este caso bajo el mar Negro (evitando Ucrania) a Bulgaria, Hungría, Eslovenia, Serbia, Croacia, Grecia, Italia y Austria.

Bulgaria, Hungría y la República Checa ya han dejado claro que están firmemente opuestos a cualquier cancelación. Y probablemente no tenga lugar una cancelación. Después de todo, la única alternativa obvia es gas del mar Caspio de Azerbaiyán, y no es probable que esto pase a menos que la UE pueda repentinamente reunir la voluntad y los fondos para un programa urgente a fin de construir el legendario oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), concebido durante los años de Clinton expresamente para soslayar Rusia e Irán.

En todo caso, Azerbaiyán no tiene capacidad para proveer los niveles de gas natural necesarios y otros actores como Kazajistán, plagados de problemas de infraestructura, o el poco fiable Turkmenistán, que prefiere vender su gas a China, ya están fuera del cuadro. Y no hay que olvidar que South Stream, combinado con proyectos energéticos subsidiarios, creará numerosos puestos de trabajo e inversiones en muchas de las naciones de la UE más devastadas económicamente.

A pesar de todo, semejantes amenazas de la UE, por poco realistas que sean, solo sirven para acelerar la creciente simbiosis de Rusia con los mercados asiáticos. Para Pekín especialmente, es una situación en la que ambas partes solo pueden ganar. Después de todo, no hay comparación entre energía suministrada a través de mares vigilados y controlados por la armada de EE.UU. y permanentes y estables rutas terrestres desde Siberia.

Escoge tu propia Ruta de la Seda

Por cierto, el dólar estadounidense sigue siendo la máxima moneda de reserva global, involucrando un 33% de los valores en divisas extranjeras globales a finales de 2013, según el FMI. Era, sin embargo, un 55% en el año 2000. Nadie conoce el porcentaje en yuanes (y Pekín no habla), pero el FMI señala que las reservas en “otras monedas” en los mercados emergentes han aumentado un 400% desde 2003.

Se puede decir que la Fed está «monetizando» un 70% de la deuda del Gobierno de EE.UU. en un intento de impedir que las tasas de interés suban al cielo. El consejero del Pentágono Jim Rickards, así como todo banquero basado en Hong Kong, tiende a creer que la Fed está en quiebra (aunque no lo dirán oficialmente). Nadie puede llegar a imaginar la dimensión del posible futuro diluvio que el dólar de EE.UU. podría sufrir en medio de un monte Ararat de 1,4 trillones de derivados financieros.

No hay que pensar, sin embargo, que se trataría del final del capitalismo occidental, es solo la decadencia de la fe económica reinante, el neoliberalismo, que todavía es la ideología oficial de EE.UU., de la abrumadora mayoría de la Unión Europea y de partes de Asia y de Suramérica.

En cuanto a lo que se podría llamar el “neoliberalismo autoritario” del Imperio del Medio, ¿qué es lo que puede no gustar por el momento? China ha demostrado que es una alternativa orientada a los resultados del modelo capitalista “democrático” occidental para naciones que quieren tener éxito.

Es construir no una, sino una miríada de nuevas Rutas de la Seda, masivas conexiones de ferrocarriles de alta velocidad, conductos, puertos, y redes de fibras ópticas por inmensas partes de Eurasia. Estas incluyen una carretera del Sudeste Asiático, una carretera de Asia Central, una “carretera marítima” del océano Índico e incluso un ferrocarril a través de Irán y Turquía que llega hasta Alemania.

En abril, cuando el presidente Xi Jinping visitó la ciudad de Duisburg sobre el río Rin, con el mayor puerto tierra adentro del mundo y directamente en el corazón de la industria del acero del Ruhr en Alemania, hizo una audaz propuesta: debería construirse una nueva “Ruta de la Seda económica” entre China y Europa, sobre la base del ferrocarril Chongqing-Xinjiang-Europa que ya va de China a Kazajistán, luego a través de Rusia, Bielorrusia, Polonia, y finalmente Alemania.

Son 15 días en tren, 20 días menos que barcos de carga navegando desde el litoral oriental de China. Eso representaría el decisivo terremoto geopolítico en términos de integrar el crecimiento económico a través de Eurasia.

Hay que recordar que, si no hay cambios radicales, China está a punto de convertirse, y mantenerse, en la potencia económica global número uno, una posición que mantuvo durante 18 de los últimos 20 siglos. Pero no lo contéis a los hagiógrafos de Londres, todavía creen que la hegemonía de EE.UU. durará, bueno, eternamente.

Camino a la Guerra Fría 2.0

A pesar de serios problemas financieros recientes, los BRICS han estado trabajando conscientemente para convertirse en una antítesis del original G8 y –después de expulsar a Rusia en marzo– de nuevo un Grupo de 7 o G7.

Están ansiosos de crear una nueva arquitectura global para reemplazar la que fue impuesta después de la Segunda Guerra Mundial y se consideran un potencial desafío al mundo excepcionalista y unipolar que Washington imagina para nuestro futuro (con su país como robocop global y la OTAN como su fuerza de robo-policía).

El historiador y animador imperialista Ian Morris en su libro War! What is it Good For?, definió a EE.UU. como el decisivo “globocop” y “la última esperanza de la Tierra”. Si ese globocop “se cansa de su rol”, escribe, “no existe un plan B”.

Bueno, existe un plan BRICS, o por lo menos es lo que quieren creer los BRICS. Y cuando los BRICS actúan en este espíritu en la escena global, conjuran rápidamente una curiosa mezcla de temor, histeria y pugnacidad en el establishment de Washington. Tomemos a Christopher Hill como ejemplo.

El exsecretario de Estado adjunto para el este de Asia y embajador de EE.UU. en Irak es ahora asesor del Albright Stonebridge Group, una firma consultora muy bien conectada con la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Cuando Rusia estaba “derrotada”, Hill solía soñar con un “nuevo orden mundial” hegemónico estadounidense.

Ahora, cuando los mal agradecidos rusos han despreciado lo que “Occidente ha estado ofreciendo” –es decir “un estatus especial con la OTAN, una relación privilegiada con la Unión Europea y cooperación internacional en esfuerzos diplomáticos– están, a su juicio, tratando activamente de resucitar el imperio soviético. Traducción: si no sois nuestros vasallos, estáis contra nosotros. Bienvenidos a la Guerra Fría 2.0.

El Pentágono tiene su propia versión de esto dirigida no tanto contra Rusia como contra China que, afirma su think-tank sobre futuras guerras, ya está en guerra con Washington de numerosas formas. Por lo tanto si no es el Apocalipsis ahora, será el Armagedón mañana. Y sobra decir que cualquier cosa que vaya mal, mientras el gobierno de Obama “gira” descaradamente hacia Asia y los medios estadounidenses se llenan la boca sobre un renacimiento de la “política de contención” de la era de la Guerra Fría en el Pacífico, todo es culpa de China.

Empotrados en el demencial arranque hacia la Guerra Fría 2.0 están algunos risibles hechos en el terreno: el gobierno de EE.UU., con 17,5 billones de dólares de deuda nacional, y suma y sigue, considera un enfrentamiento financiero con Rusia, el mayor productor global de energía e importante potencia nuclear, tal como también promueve un cerco militar económicamente insostenible alrededor de su mayor acreedor: China.

Rusia tiene actualmente un considerable superávit comercial. Los gigantescos bancos chinos no tendrán problema alguno para ayudar a los bancos rusos si los fondos occidentales se agotan. En términos de cooperación inter-BRICS, pocos proyectos superan un oleoducto de 30.000 millones de dólares que se está planificando y que se extenderá de Rusia a India a través del noroeste de China. Las compañías chinas ya discuten ávidamente la posibilidad de participar en la creación de un corredor de transporte de Rusia hacia Crimea, así como un aeropuerto, astillero, y terminal de gas natural líquido en el lugar.

Y se prepara otro gambito “termonuclear”: el nacimiento de un equivalente del gas natural a la Organización de Países Exportadores de Petróleo que incluiría a Rusia, Irán, y según se informa al descontento aliado de EE.UU. Catar.

El (no definido) plan a largo plazo de los BRICS involucra la creación de un sistema económico alternativo que incluye un canasto de monedas respaldadas en oro que dejaría de lado el actual sistema financiero global centrado en EE.UU. (No sorprende que Rusia y China estén acumulando todo el oro posible.) El euro –una moneda sana respaldada por grandes mercados líquidos de bonos e inmensas reservas de oro– también sería bienvenido.

No es ningún secreto en Hong Kong que el Bank of China ha estado utilizando una red SWIFT paralela para realizar todo tipo de comercio con Teherán, que sufre un duro régimen de sanciones estadounidenses. Como Washington esgrime Visa y Mastercard como armas en una creciente campaña al estilo de la Guerra Fría contra ella, Rusia se propone implementar un sistema alternativo de tarjetas de pago y crédito que no esté controlado por la industria financiera occidental.

Un camino incluso más fácil sería adoptar un sistema de Unión de Pagos chino cuyas operaciones ya han superado a American Express en volumen global.

Solo giro sobre mí mismo

Es probable que ninguna cantidad de “giros” del gobierno de Obama hacia Asia para contener China (y amenazarla con el control de las vías energéticas marinas de ese país por la Armada de EE.UU.) logre que Pekín se aleje de su estrategia autodenominada de “desarrollo pacífico”, inspirada en Deng Xiaoping, con el propósito de convertirse en una potencia comercial global.

El despliegue avanzado de tropas de EE.UU. o de la OTAN en Europa Oriental y otros actos al estilo de la Guerra Fría tampoco disuadirán a Moscú de un cuidadoso juego de malabarismo: asegurar que la esfera de influencia rusa en Ucrania se mantenga fuerte sin comprometer el comercio y el intercambio de bienes, así como los vínculos políticos con la Unión Europea, sobre todo, con el socio estratégico Alemania.

Es el Santo Grial de Moscú: una zona de libre comercio de Lisboa a Vladivostok que (no por casualidad) se refleja en el sueño chino de una nueva Ruta de la Seda a Alemania.

Por su parte Berlín, cada vez más alerta respecto a Washington, detesta la noción de que Europa se vea atrapada en las garras de una Guerra Fría 2.0. Los dirigentes alemanes tienen problemas más importantes, incluyendo el intento de estabilizar una bamboleante UE mientras evita un colapso económico en la Europa meridional y central y el avance de los partidos de derecha cada vez más extremistas.

Al otro lado del Atlántico, el presidente Obama y sus altos funcionarios dan toda la impresión de hallarse atrapados en sus propios giros, hacia Irán, hacia China, hacia las zonas fronterizas orientales de Rusia, y (pasando desapercibidos) hacia África.

La ironía de todas esas maniobras –militares para comenzar– es que en realidad ayudan a que Moscú, Teherán y Pekín refuercen su propia profundidad estratégica en Eurasia y otros sitios, como se refleja en Siria o, crucialmente, cada vez en más pactos energéticos.

También ayudan a reforzar la creciente cooperación estratégica entre China e Irán. La incesante narrativa del «ministerio de la verdad» de Washington sobre todos estos eventos ignora ahora cuidadosamente el hecho de que sin Moscú “Occidente” nunca se habría sentado a discutir un acuerdo nuclear definitivo con Irán o habría conseguido un acuerdo de desarme químico de Damasco.

Cuando las disputas entre China y sus vecinos del Mar del Sur de China y entre ese país y Japón por la islas Senkaku/Diaoyou se sumen a la crisis de Ucrania, la inevitable conclusión será que tanto Rusia como China consideran que sus zonas fronterizas y vías marítimas son de propiedad privada y no van a aceptar tranquilamente los desafíos –sean mediante expansión de la OTAN, cerco militar de EE.UU., o escudos de misiles-.

Ni Pekín ni Moscú tienden a la forma usual de expansión imperialista, a pesar de la versión de los eventos que se suministra actualmente a los públicos occidentales. Sus “líneas rojas” siguen siendo de naturaleza esencialmente defensiva, no importa las bravatas que a veces se urlizan en su protección.

Sea lo que sea lo que Washington quiera, tema o intente impedir, los hechos en el terreno sugieren que en los próximos años Pekín, Moscú, y Teherán se acercarán, lenta pero seguramente, creando un nuevo eje geopolítico en Eurasia. Mientras tanto, EE.UU. perplejo parece cómplice en la deconstrucción de su propio orden mundial unipolar mientras ofrece a los BRICS una auténtica oportunidad para tratar de cambiar las reglas del juego.

Rusia y China en modo de giro

En el mundo de los think-tanks de Washington se ha reforzado la convicción de que el Gobierno de Obama debería concentrarse en una reedición de la Guerra Fría mediante una nueva versión de la política de contención para “limitar el desarrollo de Rusia como potencia hegemónica”. La receta: armar a los vecinos de los Estados del Báltico para “contener” a Rusia. La Guerra Fría 2.0 existe porque desde el punto de vista de las elites de Washington la primera nunca ha terminado realmente.

Sin embargo, por mucho que EE.UU. pueda luchar contra la emergencia de un mundo multipolar, con múltiples potencias, los hechos económicos en el terreno apuntan regularmente a semejantes tendencias. Sigue existiendo la pregunta: ¿Será lenta y razonablemente digna la decadencia del «hegemón» o arrastrará consigo a todo el mundo en lo que ha sido llamada “la opción Sansón”?

Mientras contemplamos el desarrollo del espectáculo, sin que haya a la vista una jugada final, hay que recordar que una nueva fuerza crece en Eurasia y que la alianza estratégica china-rusa amenaza con dominar su región vital junto con grandes trechos de su parte interior. Ahora eso es una pesadilla de proporciones «mackinderescas» desde el punto de vista de Washington. Hay que pensar, por ejemplo, en cómo lo vería Zbigniew Brzezinski, el exconsejero nacional de seguridad que se convirtió en mentor en política global del presidente Obama.

En su libro de 1997 El gran tablero de ajedrez, Brzezinski argumentó que “la lucha por la primacía global seguirá jugándose” en el “tablero de ajedrez” eurasiático del cual “Ucrania era un eje geopolítico”. “Si Moscú recupera el control de Ucrania”, escribió entonces, Rusia “recuperará automáticamente los medios para convertirse en un poderoso Estado imperial, abarcando Europa y Asia”.

Esta sigue siendo la mayor parte de la justificación tras la política imperial de contención estadounidense del “exterior cercano” europeo, de Rusia al Mar del Sur de China. Sin embargo, sin una jugada final en el horizonte, no hay que perder de vista un giro de Rusia hacia Asia, China girando por el mundo y los BRICS trabajando intensamente en el intento de realizar un nuevo Siglo Eurasiático.

Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times/Hong Kong, analista de RT, y colaborador regular de TomDispatch. Con un capítulo sobre Irán, es editor colaborador de The Global Obama: Crossroads of Leadership in the 21st Century .

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Acerca del libro que está revolucionando el mundo: «El Capitalismo del Siglo XXI»

imagesAnálisis del economista marxista David Harvey

«Algunas ideas sobre Piketty»

          Thomas Piketty ha escrito un libro llamado El Capital en el Siglo XXI que ha causado un cierto revuelo. Defiende los impuestos progresivos y un impuesto global sobre la riqueza como la única forma de contrarrestar las tendencias hacia la creación de una forma de capitalismo “patrimonial” marcada por lo que califica como desigualdades de riqueza y renta “aterradoras”.

A su vez, documenta de una forma minuciosa y difícil de refutar, cómo la desigualdad social tanto en riqueza como en renta ha evolucionado a lo largo de dos siglos, con un énfasis particular en el rol de la riqueza. Destruye la idea ampliamente extendida de que el capitalismo de libre mercado extiende la riqueza y que el mayor bastión en la defensa de libertades individuales.

El capitalismo de libre mercado, cuando se hayan ausentes las intervenciones redistributivas del Estado produce olgarquías antidemocráticas, tal y como demuestra Piketty. Esta demostración ha dado alas a la indignación liberal mientras que ha enfurecido al Wall Street Journal.

El libro se ha presentado a veces como el sustituto del siglo XXI a la obra del XIX de mismo título de Karl Marx. Piketty ha negado que ésta sea su intención, lo cual parece justo dado que su libro no trata en absoluto del capital. No nos explica por qué se produjo el crash de 2008, ni por qué está le está costando tanto tiempo salir a la gente del mismo bajo la carga doble del desempleo prolongado y los millones de hogares desahuciados.

No nos ayuda a entender por qué el crecimiento  se halla ahora mismo ralentizado en los EEUU en comparación con China, ni por qué Europa se halla atrapada entre las políticas de austeridad y el estancamiento económico. Lo que piketty nos muestra mediante estadísticas (y ciertamente estamos en deuda con él y sus colegas por ello) es que el capital ha tendido a crear, a lo largo de su historia, niveles cada vez mayores de desigualdad.

Esto, para mucho de nosotros, no es ninguna noticia. Era exactamente la conclusión teórica de Marx en el Volumen Primero de su versión del Capital. Piketty no resalta esto, lo cual no es ninguna sorpresa, ya que para defenderse de varias acusaciones de la prensa de derechas de que se trata de un criptomarxista, ya ha señalado en varias entrevistas que no ha leído el Capital de Marx.

Piketty recoge muchos datos para apoyar sus argumentos. Su explicación de las diferencias entre renta y riqueza es útil y convincente. Y desarrolla una defensa razonable de los impuestos sobre sucesiones, la tributación progresiva y un impuesto global a la riqueza como un posible antídoto (aunque con toda seguridad, inviable políticamente) a la creciente concentración de riqueza y poder.

Pero ¿por qué se produce esta tendencia a una mayor desigualdad a medida que pasa el tiempo? A partir de sus datos (condimentados con algunas interesantes alusiones literarias a Jaune Austen y Balzac) deriva una ley matemática para explicar lo que pasa: la incesante acumulación de riqueza por parte del famoso uno por ciento (un término popularizado gracias al movimiento “Occupy”, por supuesto) es debido al simple hecho de que la tasa de retornos del capital (r) siempre supera a la tasa de crecimiento de renta (g). Piketty dice que ésta es y ha sido siempre la “contradicción central” del capital.

Pero una periodicidad estadística de este tipo difícilmente puede constituir una explicación adecuada, y mucho menos una ley. Así que ¿qué fuerzas producen y mantienen dicha contradicción? Piketty no nos lo dice. La ley es la ley y punto. Marx obviamente habría atribuido la existencia de dicha ley al desequilibrio de poder entre capital y trabajo. Y esa explicación todavía se sostiene. El declive constante en la participación del trabajo en la renta nacional desde los años 70 se deriva del poder político y económico en decadencia del trabajo mientras que el capital movilizaba tecnología, desempleo, deslocalizaciones y políticas anti-trabajo (como las de Margaret Thatcher y Ronald Reagan) para aplastar a su oposición.

Como Alan Budd, un asesor de Margaret Thatcher, confesó en un descuido, las políticas contra la inflación de los años 80 resultaron ser una “muy buena forma de aumentar el desempleo, y aumentar el desempleo fue una forma extremadamente atractiva de reducir la fuerza de la clase trabajadora… lo que se diseño allí fue, en términos marxistas, una crisis del capitalismo que recreaba un ejército de reserva del trabajo y que ha permitido a los capitalistas generar grandes beneficios desde entonces”. La diferencia en remuneración entre un trabajador promedio y un alto directivo estaba alrededor de 30:1 en 1970. Hoy en día se halla fácilmente sobre los 300:1 y en el caso de McDonald’s, sobre los 1.200:1.

Pero en el Volumen Segundo del Capital (el cual Piketty no ha leído, a pesar de que alegremente lo deseche) Marx señaló que la tendencia del capital a la depresión salarial en algún momento llega a restringir la capacidad del mercado de absorber el producto del propio capital. Henry Ford reconoció este dilema hace tiempo, cuando instituyó los 5 dólares por día para sus trabajadores para, según decía, aumentar la demanda de los consumidores. Muchos pensaron que la falta de demanda efectiva era lo que se hallaba tras la Gran Depresión de los años 30.

Esto es lo que inspiró las políticas expansivas keynesianas después de la Segunda Guerra Mundial y produjo como resultado cierta reducción en las desigualdades de renta (aunque no tanto en las de riqueza) junto a un crecimiento estimulado por una intensa demanda. Pero esta solución descansaba en el empoderamiento relativo del trabajo y la construcción de un “estado social” (según el término que usa Piketty) financiado por una tributación progresiva. “Y así “ escribe “durante el periodo 1932-1980, casi medio siglo, el mayor impuesto federal sobre la renta en los Estados Unidos era como promedio del 81 por ciento”. Y esto no limitaba de ninguna forma el crecimiento (otra de las pruebas que Piketty aporta para refutar ideas de la derecha).

Hacia el final de los años 60, estaba claro para muchos capitalistas que necesitaban hacer algo acerca del poder excesivo del trabajo. Y así, la retirada de Keynes del panteón de economistas respetables, la transición al pensamiento de Milton Friedman, la cruzada para estabilizar cuando no reducir los impuestos, para desmontar el estado social y para castigar a las fuerzas del trabajo. Después de 1980, los tipos impositivos máximos descendieron y las ganancias de capital – una de las mayores fuentes de renta de los ultra-ricos –  tributaban a un índice mucho inferior en los Estados Unidos, canalizando de el flujo de riqueza de forma intensa hacia el uno por ciento.

Pero el impacto en el crecimiento, según muestra Piketty, fue negligible. Así que el “goteo” [trickle down] [1] de los beneficios desde los ricos al resto (otra de las creencias favoritas de la derecha) no funciona. Nada de esto fue el resultado de una ley matemática. Todo era política.

Pero entonces, la ruleta dio una vuelta entera y la pregunta se convirtió en: ¿dónde está la demanda? Piketty ignora de forma sistemática esta pregunta. En los años 90, la respuesta fue escamoteada gracias a una enorme expansión del crédito, incluyendo la extensión de las financas hipotecarias a los mercados sub-prime. Pero la burbuja resultante estaba condenada a estallar, tal y como hizo entre el 2007-2008, llevándose consigo a Lehman Brothers y al sistema de crédito.

Sin embargo, los índices de beneficios y la concentración aún mayor de riqueza privada se recuperaron muy rápidamente después de 2009, mientras el resto del mundo aún lo seguía pasando mal. Los índices de beneficios empresariales están ahora tan altos como siempre en los Estados Unidos. Las empresas están sentadas sobre montones de billetes, y se niegan a gastarlos porque las condiciones del mercado no son sólidas.

La formulación que hace Piketty de la ley matemática esconde más de lo que revela acerca de las políticas de clase que están en juego. Tal y como Warren Buffet señaló: “por supuesto que hay una lucha de clases, y es mi clase, la de los ricos, los que la están librando, y vamos ganando”. Una de las formas clave de medir esta victoria son las desigualdades de riqueza y renta crecientes del uno por ciento respecto al resto del mundo.

Hay, con ello, un problema central al argumento de Piketty. Y éste descansa en la definición errónea que hace del capital. El capital es un proceso, no una cosa. Es un proceso de circulación en el cual el dinero se utiliza para crear más dinero a menudo, pero no exclusivamente, a través de la explotación de la fuerza de trabajo. Piketty define el capital como el stock de todos los valores que son propiedad privada de los individuos, corporaciones y gobiernos, y que pueden servir para el comercio en el mercado, sin importar si estos valores están siendo utilizados o no. Esto incluye los terrenos, la propiedad inmobiliaria y los derechos de propiedad intelectuales, así como también mi colección de obras de arte y joyería.

El cómo determinar el valor de todas estas cosas es un problema técnico difícil al que todavía no se ha dado una solución satisfactoria. A fin de calcular una tasa de retorno, r, tenemos que disponer primero de una forma de otorgar valor al capital inicial. Por desgracia, no hay forma de valorarlo independientemente del valor de los bienes y servicios que se usa para producir, o de por cuánto se puede vender en el mercado. El conjunto de la escuela neoclásica de economía (que es la base de las ideas de Piketty) está basado en una tautología.

La tasa de retorno del capital depende de forma crucial en el índice de crecimiento porque el capital  se valora en base a lo que produce y no según lo que se ha utilizado para su producción. Su valor está altamente influenciado por las condiciones especulativas y puede verse distorsionado por la famosa “exuberancia irracional” que Greenspan supo detectar como característica de los mercados de acciones y vivienda.

Si quitamos las casas y la propiedad inmobiliaria – y eso sin hablar del valor de las colecciones de arte de los hedge funders – de la definición de capital (y la razón para incluirlas es bastante floja) entonces la explicación de Piketty para las desigualdades crecientes en riqueza y renta se desmorona, incluso aunque su descripción del estado de las desigualdades en el pasado y el presente todavía permanezca en pie.

El dinero, los terrenos, la propiedad inmobiliaria, las fábricas y las máquinas que no se utilizan de forma productiva no son capital. Si la tasa de retorno del capital que se utiliza es alta, es porque una parte del capital se retira de la circulación y a efectos prácticos, está de huelga. Restringir el suministro de capital a las inversiones nuevas (un fenómeno que podemos observar que ocurre ahora mismo) garantiza una alta tasa de retorno en el capital que sí que está en circulación. La creación de esta escasez artificial no es algo que sólo hagan las compañías petroleras para garantizar sus altas tasas de retorno: es lo que hace todo capital cuando tiene la oportunidad de hacerlo.

Esto es lo que se halla tras la tendencia para que la tasa de retorno del capital (no importa cómo se defina o mida) siempre supere la tasa de crecimiento de renta. Es así como el capital garantiza su propia reproducción, sin que le importen las desafortunadas consecuencias que pueda tener para el resto de nosotros. Y es así como vive la clase capitalista.

Hay muchas cosas valiosas en los datos ofrecidos por Piketty. Pero su explicación de por qué las desigualdades y las tendencias oligárquicas aumentan incurre en un error de bulto. Sus propuestas para remediar dichas desigualdades son inocentes, si no utópicas. Y ciertamente, no ha ideado un modelo que explique el capital del siglo XXI.

Para ello, todavía necesitamos a un Marx, o a su equivalente actual.

 

[1] “Trickle down economics” es un término utilizado en los Estados Unidos para referirse, en sentido peyorativo, a las políticas económicas que sostienen que, beneficiando a los miembros más ricos de la sociedad, en particular mediante la eliminación de impuestos, su riqueza “goteará” o “calará” hacia las capas más bajas de la sociedad (por ejemplo, porque supuestamente un empresario con un alto nivel de ingresos se sentirá más cómodo llevando a cabo iniciativas económicas, contratando, etc.). A menudo suelen asociarse con las ideas que se engloban en el término amplio de “Reaganomics” o políticas económicas iniciadas en la época Reagan (N. del T.).

 

Traducción de Guillem Murcia para Rotekeil.

 

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La vida en rosa

SEDANO-150x150Por Marcos G. Sedano

Para ellos la vida es como un cabaret. En ese Moulin Rouge los oficiales del Subimperio, los Hombres de Negro y las Madames de Hierro a las ordenes del Imperio, diseñan como llevar a cabo la rapiña sobre los vencidos.

En el casino Europa, construido por y para las élites, se nos ofrece la vida en rosa bajo la batuta de la madera alemana. La música nunca se detiene en ese local. Las castas de los regímenes europeos allí presentes juegan a la guerra, alientan al fascismo, preparan la extorsión de las masas, sacan directrices para la represión, diseñan la neocolonización de continentes, la acumulación por desposesión de los de abajo…¡cantan aquella canción de Jaques Brel! «No me quitte pas».

Sin embargo para cientos de millones de ciudadanos de la UE, La vida en rosa, es la melodía del mismo nombre, de Edith Piaf, un drama que no se termina cuando cierran el Olimpia.

En ese mundo del espectáculo siempre hay un día del carnaval, donde la plebe puede elegir entre amo o señor, donde el plebeyo puede decidir quienes les apretarán los grilletes  el resto del año. Esa bacanal de papelillos de colores en cajas de metacrilato legitima a Alí Babá y a sus banqueros a seguir acumulando beneficios.

Nosotros; las chirigotas, cuartetos, coros y comparsas, envueltos en la cantinela de los de arriba, no oímos el rugir de nuestras tripas. Mojamos pan en vino, contemplamos el circo sin darnos cuenta de que somos la comida de los leones.

Nada de nada, querida Piaf, la música no debe parar. La nuestra es la de la Charanga Insurgente, que rompiendo los limites del ladrillo toma las piedras de la calle para construir en estos tiempos de vientos, no murallas, sino los molinos que molerán el trigo.

 

Yo no iré a votar el 25 de Mayo.

 

 

 

Marcos G. Sedano.

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La novela histórica posmoderna como creadora de ideología

05 2012 Por Miguel Manzanera

«La novela histórica de moda crea una ficción de humanidad a partir del individualismo sacralizado por la ideología liberal. Elimina la realidad histórica, porque se asienta en estructuras profundamente injustas que la ideología dominante pretende ocultar».

LA IRRELEVANCIA HISTÓRICA DE LA NOVELA POSMODERNA

El posmodernismo ha sido la forma cultural de la última fase del desarrollo capitalista –denominado capitalismo tardío por Ernst Mandel-, que comenzó hace ahora unos 50 años cuando la revolución informática se instaló en el tejido productivo de la civilización contemporánea.

Esa transformación tecnológica se convirtió en un hecho decisivo de las últimas décadas al favorecer la pervivencia del capitalismo, mediante un incremento impresionante de la productividad industrial. Esto se ha traducido por el triunfo del neoliberalismo con el aumento de los desequilibrios sociales, nacionales e internacionales, y el retroceso de la política socialista y de las posiciones políticas de la clase obrera a nivel mundial.

En el plano cultural, esos acontecimientos se han traducido por una cultura hedonista, fuertemente impregnada por el individualismo, y una actitud escéptica sobre los valores y sobre la racionalidad de la acción humana. Ahora que la crisis económica ha demostrado las fisuras del orden social así constituido, parece necesaria una reflexión sobre este periodo histórico, para reorientar la acción política en un sentido más adecuado a las aspiraciones humanas.

Los rasgos de la civilización capitalista contemporánea se han manifestado con claridad en el arte producido desde este contexto político. Aquí intentaré exponer brevemente cómo el concepto del posmodernismo –acuñado por Frederik Jameson-, puede aplicarse a la novela producida en España en el último cuarto de siglo.

Abordaré tres rasgos de la cultura posmoderna reflejados en la literatura actual: la pérdida de la historicidad, que se manifiesta en la novela histórica; la desorientación ante el mundo actual, que se muestra en la mezcla de ficción y realidad; la pérdida de la sentimentalidad, como consecuencia del individualismo.

En primer lugar, la innovación en el contexto capitalista supone la destrucción creativa –en expresión de Schumpeter-, lo que significa la ruptura con el pasado y con los valores heredados de la tradición. Por eso, una característica de la producción literaria posmoderna es la anulación de la historia como fuente de experiencia, válida para conocer colectivamente la naturaleza y actuar consistentemente ante ella.

Mientras que la modernidad definía el conocimiento histórico como la condición para la acción política racional, la filosofía posmoderna ha subrayado que la historia es siempre una narración subjetiva, desde la que no se pueden establecer hechos objetivos.

La novela histórica está de moda, puesto que toda historia –incluida la académica-, es una ficción narrativa: no podemos conocer el pasado, sino solo una interpretación del mismo a partir de los intereses privados del narrador. La historia pasa a ser un disfraz o un adorno, una distracción sin consecuencias prácticas.

En segundo lugar, el orden político del capitalismo se sostiene sobre la base de la mentira programada, de modo que se produce una debilitación del concepto de verdad.

La realidad se convierte también en una ficción, como la ficción se hace realidad, según un famoso dicho de Goebbels –ministro de propaganda del régimen nazi-, según el cual ‘una mentira repetida miles de veces se convierte en verdad’. La novela posmoderna mezcla realidad y ficción en un todo ambiguo, que desintegra en los lectores el sentido para la verdad.

Lo hace manera tan radical que conduce al lector de novela posmoderna hacia la confusión mental. Esa situación puede representarse por aquella alumna de bachillerato, inteligente y culta, que un día me preguntaba angustiada en clase: ‘¿cómo podemos saber cuál es verdad?’  El posmodernismo es una forma cultural cuyos objetivos son antitéticos a los ilustrados. Busca desorientar al público y confundir a los ciudadanos, de manera que éstos se encuentren impedidos de encontrar la verdad, viéndose impulsados a abrazar el sucedáneo de realidad que les propone el poder político y sus medios de comunicación.

En tercer lugar, el individualismo de la sociedad de masas se manifiesta como una pérdida de la sentimentalidad, sustituida por la búsqueda de emociones. El aislamiento así producido crea una subjetividad narcisista, impulsa a los sujetos a encerrarse en un mundo fetichizado de la interioridad, eliminando transcender hacia la vida social.

La familia se convierte en un obstáculo para la realización de los deseos individuales; la sexualidad se reduce a un goce egoísta sin generosidad hacia el otro; el sujeto se refugia en el espacio privado de la propiedad personal; la identidad se reduce a la búsqueda de una representación imaginaria de la propia personalidad…

Se borran las huellas de lo político y lo social, las tensiones sociales son desplazadas por las fantasías individuales, las contradicciones del sistema son sustituidas por los conflictos interiores. El individuo se convierte en objeto de fuerzas ajenas que toma como motivaciones propias, porque carece de referencias para contrastar su experiencia.

En definitiva, la novela posmoderna ofrece a los individuos de la sociedad capitalista un frágil asidero ideológico, para integrarse en el sistema del consumo de masas y el despilfarro de la riqueza, en la era de la destrucción ecológica de la biosfera terrestre.

Crea una ficción de humanidad a partir del individualismo sacralizado por la ideología liberal. Elimina la realidad histórica, porque se asienta en estructuras profundamente injustas que la ideología dominante pretende ocultar. Banaliza la vida moral en conflictos interiores entre deseos ridículos e irrealizables. Ahora que el viento de la historia está cambiando, barrerá toda esa literatura, como las hojas secas de un otoño civilizatorio que está acabando ya.

 

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Contra el pensamiento único, salir del euro

images (1)«El euro  es un disparate cometido en el nombre de Europa» denuncia Pedro Montes y Alberto Montero, ambos economistas participantes en Encuentro Estatal del Frente Civico 

Por Enric Llopis, periodista 

La pavorosa crisis económica que vive el estado español mantiene estrecha relación con la unión monetaria. Por esa razón, la solución pasa por replantearse los vínculos con el euro, “un mecanismo perverso que nunca debió nacer”.

“El euro ha sido un disparate cometido en el nombre de Europa; una moneda común configurada a partir de países muy desiguales (diferente capacidad exportadora y productiva, por ejemplo), que decidieron fusionar las monedas”. Hasta 1999 (entrada en vigor del euro) los países de la Unión disponían de la capacidad de devaluación o reevaluación monetaria. El euro finiquitó esta herramienta de soberanía.

De este modo piensa el economista Pedro Montes, quien ha participado en las Jornadas Estatales del Frente Cívico-Somos Mayoría celebradas en Valencia los días 9, 10 y 11 de mayo. El euro nació con múltiples carencias que fueron aumentando con el tiempo. Se cercenó la soberanía de los estados.

Más aún, después de 15 años de moneda única, la diferencia entra la evolución económica de los países del Norte europeo y los del Sur, ha dado lugar a “montañas” de deuda entre ellos (Al final de 2007, los pasivos exteriores de la economía española ascendían a 2,25 billones de euros, tras haberse multiplicado por cuatro desde la implantación del euro; además, hasta el estallido de la crisis en 2007-2008, España acumuló históricamente una deuda pública de 350.000 millones de euros; desde el comienzo de la recesión, la deuda se disparó hasta rondar hoy el billón de euros). “El euro no puede sobrevivir”, sentencia el economista del Frente Cívico.

La declaración de principios de Pedro Montes: “Hay gente en la izquierda que piensa que son posibles las reformas en el entorno del euro, pero en el Frente Cívico pensamos que no”. “Puede que al principio Alemania se implicara en el proyecto de la moneda única, pero hoy queda claro que se ha decantado como potencia hegemónica e imperialista; no hay más que observar su rol en Ucrania”.

Aunque todo ello no resultó una novedad. En 2007-2008, con la llegada de la crisis, “nos dimos cuenta de que el euro había sido un desastre; sin soberanía monetaria (sin posibilidad de fijar los tipos de cambio) ni apenas margen de maniobra, se optó por los ajustes y los recortes”. A día de hoy, la situación ha devenido mucho más delicada y peligrosa que cuando empezó la recesión.

Al déficit exterior se le agrega el déficit público, que no había representado un problema hasta el 2007-2008. Entre 2009 y 2012, el déficit de las diferentes administraciones públicas en el estado español ha rondado el 10% del PIB. Y en 2010 comenzaron las políticas de austeridad, primero con el PSOE y más tarde con el PP.

La tendencia perdura, ya que –recuerda Montes- el gobierno de España ha comunicado ya a Bruselas las políticas que piensa aplicar en los próximos cuatro años: más recortes y austeridad. “Nuestro país no dispone de soberanía”. Y en esas circunstancias continúan las imposiciones de la Troika, “que nos llevan a la precariedad y al hundimiento de la economía; llevamos cinco años con estas políticas y ya conocemos sus consecuencias, las mismas que en Portugal y Grecia”, argumenta Pedro Montes.

Por eso, en una economía sin instrumentos propios, ésta es la propuesta esencial del Frente Cívico: romper con la unión monetaria para recuperar la soberanía económica. Ahora bien, se reconoce que no será una salida cómoda, que se plantea un escenario muy delicado. “Pero también una oportunidad histórica, pues se generarán oportunidades”.

Y sobre todo ventajas, opina Pedro Montes. La de contar con un Banco Central y la capacidad de desarrollar una política monetaria propia, devaluar la moneda si así se considera oportuno, o de practicar políticas expansivas. Por ejemplo, “actualmente no hay liquidez porque el dinero lo fabrica el Banco Central Europeo”.

Ahora bien, “el sistema es cruel y te puede castigar si te sales de la moneda única; pero al poco tiempo se dan posibilidades de mejora”. En cambio, en el marco del euro, “no caben políticas alternativas”, asegura Pedro Montes. “Las propuestas progresistas, en el actual contexto, son inalcanzables”. ¿Euro sí?, ¿euro no? Aunque, para el economista, más allá de la unión monetaria, “lo importante es que la sociedad pueda debatir propuestas para salir del actual desastre”.

Además, matiza el economista, “es muy posible que la cuestión del euro no la resolvamos nosotros, que los hechos vengan determinados por otras circunstancias”. “Podemos encontrarnos, por ejemplo, con un escenario en el que Alemania quiera soltar la rémora de un país como el nuestro; o que los dirigentes de la UE decidan que la prioridad es resolver el asunto de las deudas, antes que la moneda única”. En todo caso, “a veces hay cosas que nos parecen irrealizables, pero que no lo son”.

Por ejemplo, hace 15 años (antes de la moneda única), los estados controlaban los flujos de capitales. Al final, “estamos hablando de recuperar la peseta, lo que resulta bastante sencillo”. Por eso, “si nos dejamos maniatar por la complejidad de los problemas, no avanzamos”. El nudo del problema es un conflicto social, y político, del que no quieren hablar los “expertos” (un titular a cuatro columnas del diario El País en abril de 2008 rezaba así: “El euro ahuyenta la pesadilla de 1993” y añadía: “Los expertos descartan una nueva recesión”).

Por otra parte, el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, Alberto Montero, afirma que se asume como marco “intocable” la pertenencia a la Eurozona, pese a que –según el Eurobarómetro de la primavera de 2013, el 37% de la población española rechaza la moneda única (una caída de 11 puntos en apenas 6 meses).

En el análisis de la cuestión, se parte de un error de partida. Suele considerarse que el proyecto de la Unión Europea ha constituido un fracaso, cuando realmente se ha dado un éxito de Alemania y las clases industriales y financieras, frente a la clase trabajadora europea. Un éxito, por tanto. ¿Qué hacer entonces?

“A veces hacemos análisis muy de detalle, que delimitan perfectamente las causas de la crisis, qué, cuándo, cómo…Hacemos estudios perfectos que recogen todos los matices, pero al mismo tiempo corremos el riesgo de caer en la parálisis”, afirma Alberto Montero. “Da la impresión, en ocasiones, de que fuera de la Eurozona no existe vida”. “En los medios oficiales se nos dice que salir del euro es imposible, y que sobre ello no se puede discutir”, añade.

Según Alberto Montero, “hemos de superar el alarmismo (se fomenta el miedo, frente a la pedagogía y el debate) ante las opciones (como abandonar el euro) que abren el espectro de emancipación y de lo políticamente posible; dentro del euro existe, en mi opinión, poco espacio para la izquierda transformadora”. Asimismo, plantear una ruptura con la moneda única no tiene por qué ser incompatible con proponer auditorias ciudadanas de la deuda o procesos constituyentes.

De todos modos, la moneda es mucho más que un medio de cambio. Se trata de una institución social, que representa un modo de entender la economía, la política o las relaciones exteriores. Así, el dólar se sustenta en una comunidad política, una política económica y un ejército potente.

Pero el euro no cuenta con el respaldo de una comunidad política. Además, la moneda única europea se crea con tres objetivos, según Alberto Montero: Insertar a Europa en la globalización financiera, y al euro como moneda de reserva para competir con el dólar. Una moneda fuerte en un espacio económico potente: la aspiración de cualquier imperio.

En segundo lugar, se crea la moneda única en un espacio común integrado, de modo que se limita la capacidad de los estados para intervenir en las dinámicas económicas (por ejemplo, con devaluaciones competitivas). Por último, se aspira a la construcción de un espacio económico, primero, que dé lugar posteriormente a una comunidad política.

¿Cómo plantear la ruptura en un escenario como el actual? “Sólo es posible creando una ciudadanía y una hacienda pública europea con criterios sociales; pero esta posibilidad ni está ni se le espera porque, entre otras cosas, Alemania se niega a instituir el federalismo fiscal”, responde Alberto Montero Soler. “Pensemos entonces en diferentes monedas conviviendo en Europa”, añade. Monedas en cada uno de los estados, complementando al euro.

Pero el artículo 106 del Tratado de la Unión Europea prohíbe a los estados emitir moneda. Ahora bien, está la opción de crear un “bono convertible” o medio de pago que se le pueda descontar al titular a la hora de pagar sus tributos, y que permita a ciudadanos y empresas satisfacer sus necesidades. “El estado puede emitir estas monedas paralelas que te saquen de la dictadura de los mercados”, propone el economista (siempre como medio de pago, no con la idea de monetizar deuda pública, advierte).

Un plasmación de esta idea se desarrolló en la provincia argentina de Tucumán entre 1985 y 2003 con los Bocade (Bonos de Cancelación de Deuda), emitidos con la idea de que el estado pudiera abonar los salarios a los funcionarios, así como dinamizar la economía local. Se logró que los intereses de los préstamos que el estado pagaba a la banca comercial descendieran del 7,25 al 0.83%. Un Bocade equivalía a un peso argentino, sin que se diera un doble sistema de precios. Después de 18 años de funcionamiento, este medio de pago se eliminó por exigencia del FMI, como una de las condiciones para la concesión de préstamos. Alternativas al corsé del euro.

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Contra la hegemonía alemana

images (2)Conferencia de J. Tafalla y R. Franquesa 

Resumen de Enric Llopis

“En un largo y trabajoso proceso que ha durado más de sesenta años, Alemania ha recuperado la centralidad geopolítica (y geoeconómica) perdida en 1945. Alemania es el nuevo centro imperialista hegemónico en un área ocupada por los 28 países miembros y por cinco países candidatos, afirman Joan Tafalla y Ramón Franquesa en las jornadas del Frente Cívico “Salir del euro. Por la recuperación de la soberanía”. 

La conferencia, síntesis de un artículo que próximamente se publicará en El Viejo Topo, propone una reflexión de largo recorrido sobre el imperialismo alemán, al tiempo que plantea posibles alternativas para el Sur de Europa.

La historia viene de lejos. A finales del siglo XIX emergió una ciencia nueva, que se desarrollaría en las primeras décadas del siglo XX: la geopolítica alemana. Ésta representa, antes incluso del nazismo (y sus diferentes escuelas de Economía y Geopolítica compitiendo entre sí), la ideología y los proyectos de la gran burguesía industrial y financiera alemana, con un eje palmario: el sometimiento colonial de toda la Europa Central y la salida del área germana al mediterráneo, subrayan los ponentes. ¿Qué tiene que ver esto con la actual Eurozona? Giorgio Gattei (“El euro de los nazis y el nuestro”) muestra cómo el gran capital alemán pensó en un espacio único europeo con una moneda única.

Joan Tafalla es maestro de enseñanza primaria y miembro de las asociaciones Espai Marx y El Caracol Maya, además de autor de “Un cura jacobino: Jacques-Michel Coupé” y coautor, con Irene Castells, de “Atlas Histórico de la Revolución Francesa”. Es asimismo coeditor de “Miradas sobre la precariedad”. En 2013 publicó con Joaquín Miras “La izquierda como problema”, donde se plantea la vuelta a la soberanía popular. Ramón Franquesa es actualmente profesor de Economía en la Universitat de Barcelona, donde investiga la gestión de recursos naturales renovables, la economía social y los procesos de organización económica no capitalista. Es, además, coautor del manual Economía Mundial.

Finalizada la segunda guerra mundial, el Plan Marshall constituye el primer hito en la reconstrucción de la supremacía germana. Los 12.700 millones de dólares invertidos por Estados Unidos en tres años (1948-1951) en el viejo continente pretenden, además de expulsar a los comunistas de los gobiernos y poner las bases del Mercado Común, integrar a Alemania en el mundo occidental. “En el origen de la Unión Europea se encuentra un acuerdo entre las burguesías imperialistas de Alemania y Francia”, resumen Tafalla y Franquesa. 

En plena “guerra fría”, los ponentes recuerdan otro hecho hoy deliberadamente omitido: Un tratado Internacional (1953) reduce el monto de la deuda alemana en un 50%, lo que libra al país de la bancarrota. La otra mitad debería satisfacerse tras una futura reunificación alemana. Pero en 1990 Kolh se negó a abonarla, y finalmente se condonó.

En síntesis, después de la segunda guerra mundial, y durante 35-40 años, Alemania tuvo que negociar la hegemonía en el viejo continente con otras potencias europeas, principalmente Francia. Ahora bien, en el periodo 1989-2014 se produce un “salto cualitativo” que conduce a la supremacía germana, “con la caída del muro de Berlín (1989), con la unidad monetaria alemana y la anexión de la RDA a la RFA, llamada unificación; y, luego, con la sucesiva ampliación de la Unión Europea hacia el Este y el establecimiento de la unidad monetaria europea”, explican los ponentes. La unificación/anexión alemana funcionó, además, como laboratorio para la posterior colonización del Sur de Europa mediante una herramienta demoledora: el euro.

Tafalla y Franquesa califican el proyecto de la moneda única como “una chapuza de enormes dimensiones”. Y no es posible la reforma desde dentro (“cretinismo europeísta”). Sirva como elemento de prueba el “desencanto” en los países del Sur, pero también de otros, como Finlandia, donde se empieza a considerar un error la incorporación al euro, y se mira de reojo a países como Suecia y Dinamarca, que renunciaron a entrar en la moneda única. Hay países (no sólo los del Sur), como Eslovaquia, Croacia, Letonia, Lituania o Rumanía que han visto cómo ingresar en la Unión Europea cercena su soberanía y los convierte prácticamente en una colonia.

En el capítulo de las alternativas, los ponentes recuperan un concepto clásico de Samir Amin: la “desconexión” de los estados-nacionales, como una vía de emancipación y de ruptura con las lógicas de dominación Centro-Periferia. Además, Tafalla y Franquesa entran en la discusión sobre la posibilidad de crear un “Bloque Histórico” en los países del Sur de Europa, como proponen Luciano Vasapollo y Joaquín Arriola, inspirado en la experiencia de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Según esta idea, los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) deberían salirse de la Unión Europea y del euro, crear una moneda común, nacionalizar la banca y realizar una quita de la deuda.

“La propuesta es interesante y merece discusión”, pero “no es posible un traspaso mecánico de experiencias”. De entrada, los países del ALBA no disponen de una moneda común (el Sucre es una unidad monetaria de referencia). Tampoco la correlación de fuerzas resulta favorable, ni siquiera en el campo de la izquierda (la mayoría de fuerzas políticas plantean el “reformismo”). A ello se agregan las fracturas culturales y lingüísticas entre países o los corporativismos de clase y territorio, subrayan Joan Tafalla y Ramón Franquesa.

Por eso, y sin perder de vista los procesos de confluencia entre los ciudadanos del Sur de Europa, los conferenciantes señalan que la iniciativa más “eficaz” es la que lleven a término los ciudadanos de cada estado. 

Sirva el ejemplo de las huelgas generales en Grecia, el 15-M y el 22-M en España, y las amplias movilizaciones en Italia, Portugal o Grecia. Las convergencias entre ciudadanos del Sur deberían reforzar estos procesos dentro de cada estado-nación. “La defensa de la soberanía de los viejos estados nacionales o la creación de otros nuevos estados, supuestamente tan independientes como los viejos, constituyen los escenarios más creíbles en los que se va a producir la lucha de clases en los próximos años”, concluyen los ponentes.

 

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