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¡Tienen que pagar la deuda social!

43-45-3-e4326-150x150» …Debemos dejar abiertas las posibilidades que juegan a favor de la rebelión: se ha acumulado mucha rabia, frustración y malestar social que las mil formas de manipulación no logran ocultar».

Manolo Monereo

Los poderes han decretado ya el fin de la crisis económica. Mariano Rajoy lo repite todos los días, Guindos y Montoro lo convierten en doctrina oficial desde su bien ganada fama, es un decir, de sumos sacerdotes de la fe económica neoliberal.

Recientemente, el FMI elaboró un sesudo informe donde anunciaba la buena nueva de un periodo de crecimiento sostenido de la economía mundial. Ha sido una pena: han bastado algunos problemas en Argentina para que todo vuelva a la “normalidad de crisis” que sigue estando ahí y que vino para quedarse.

No hay que darle muchas vueltas. Los problemas de fondo que están en el origen de la presente crisis siguen y, lo que es peor, los grupos de poder económicos dominantes (actores principales y beneficiaros de la misma) están imponiendo sus condiciones y directrices para una supuesta “salida” de una de las mayores crisis estructurales del capitalismo histórico.

Para entender lo que pasa es necesario dotarse de un punto de vista que no caiga una y otra vez en las falsas promesas de las recurrentes “salidas” de la crisis, de las interpretaciones mágicas de los datos macroeconómicos y de las inútiles polémicas entre los que ven el vaso medio lleno o medio vacío.

El punto de vista, a mi juicio, es el siguiente: los gobiernos de la Unión Europea conspiran sistemáticamente contra sus pueblos. La razón: ¿Cómo legitimar en condiciones formalmente democráticas un conjunto de políticas que benefician sistemáticamente a una minoría social y que significan para las mayorías sociales una regresión social y política que solo cabe calificar de civilizatoria?

La mentira, el engaño, la manipulación son los instrumentos básicos, siempre, no se debe olvidar, bajo la amenaza de la represión pura y dura; por lo visto las únicas rebeliones buenas son las que se realizan en Ucrania.

Estás políticas se pueden ejecutar porque existe un “mecanismo único” que enlaza férreamente al capitalismo monopolista-financiero, a la clase política y a los poderes mediáticos. Sin esto nada sería posible. Fontana, viene repitiendo que las clases dominantes han perdido el miedo a los trabajadores y que el fin del horizonte de la revolución social consolida a los poderes existentes. Hay mucha verdad en ello.

Sin embargo, debemos dejar abiertas las posibilidades que juegan a favor de la rebelión: se ha acumulado mucha rabia, frustración y malestar social que las mil formas de manipulación no logran ocultar. Falta, es verdad, consciencia de la propia fuerza, confianza en que las cosas pueden cambiar si luchamos y nos comprometemos en serio. Gamonal y la Marea Blanca madrileña pueden definir un punto de inflexión para iniciar la (contra) ofensiva.

La consigna del poder de dar por terminada la crisis es un arma de doble filo: puede aliviar el malestar pero, a cambio, dar fuerza a la reivindicación social y dar alas al conflicto de masas. Por eso, creo que hay que concentrarse en lo importante: esta crisis ha dejado y está dejando una inmensa deuda social que los poderes tienen que pagar. Nada de vuelta atrás y generaciones perdidas, nada de conformarse con lo que nos dejan. Hay que recuperar el pulso de lo social y la reivindicación justa.

Hay que traducir en imaginarios, en datos y cifras la gigantesca acumulación por desposesión, la descomunal expropiación política que han sufrido estos pueblos, los pueblos de Sur de la Unión Europea. El centro: la deuda social.

Hay que concentrarse en lo importante: esta crisis ha dejado y está dejando una inmensa deuda social que los poderes tienen que pagar. Nada de vuelta atrás y generaciones perdidas, nada de conformarse con lo que nos dejan. Hay que recuperar el pulso de lo social y la reivindicación justa.

Se puede y se debe cuantificar y es inmensa en dinero, en derechos, en condiciones de vida y en sufrimientos. ¿Quién la debe? En primer lugar, la Unión Europea. Hace falta un plan, un gran fondo para los países del sur que les devuelva lo robado, los derechos perdidos y los servicios públicos recortados. Menos literatura sobre una Europa crecientemente alemana y más medios para las personas. Las próximas elecciones europeas deben servir para eso: pagar la deuda social que deben los poderes y una justa reparación del sufrimiento social causado.

En segundo lugar, el gobierno de España. Las políticas de crisis deben se revertidas, las contrarreformas anuladas y los poderes y derechos restablecidos. Cambiar el modelo productivo para satisfacer las necesidades básicas de las personas. Volver a unir cuestión social, democracia y res-pública.

En tercer lugar, las Comunidades Autónomas. Susana Díaz debe pagar, Más debe pagar, todos deben pagar. Ahora se trata de hacer política para las personas, definir la patria como lo que protege lo común y a los comunes y corrientes. Todos juntos para construir un mundo mejor.

Al final la disyuntiva es clara: pagar la deuda odiosa e ilegitima o pagar la deuda social. Una buena noticia: esto depende de nosotros. Nosotras y nosotros decidimos: las personas lo primero.

 

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La oportunidad de la Izquierda Unida en el ciclo electoral

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«Queremos que nuestra voz como militantes cuente en la toma de decisiones colectivas de la organización. ¡Y que ocurra lo mismo como trabajadores en las empresas! Se trata, en resumen, de democratizar todo espacio de la vida política..»

Alberto Garzón, diputado IU

Si hiciésemos una foto a la sociedad española en el momento actual, a inicios de 2014, probablemente lo primero que nos llamaría la atención es el explícito y permanente conflicto político. Las calles se han llenado en los últimos años de ciudadanos que defendemos espacios de poder que en otro tiempo creíamos asegurados. Cuestiones educativas, sanitarias, de vivienda, salariales, laborales en general o, sencillamente, una mezcla de todo.

El proceso de desamortización social que estamos viviendo es real y, de hecho, puede explicarse atendiendo a sus fundamentos económicos y a la necesidad de supervivencia de un sistema económico implacable con el ser humano. No obstante, creo que podemos señalar tres factores que ayudan a entender el mapa político en el que nos situamos.

En primer lugar, hasta el momento las luchas sectoriales han predominado sobre las luchas estructurales. Las diferentes mareas, que expresan un movimiento de protesta heredero del 15M, no han terminado de confluir en una gran marea o tsunami ciudadano. En segundo lugar, la actitud es esencialmente defensiva. La percepción es que estamos ante una regresión social efectiva, y que el deber moral o la necesidad vital trata de impugnar. Y en tercer lugar, la manifestación institucional de todo ello es el desencanto y el descrédito respecto al sistema político, por un lado, y el creciente peso relativo de organizaciones políticas que tratan de canalizar el descontento, por otro lado.

Este último punto merece la pena abordarlo con rigor. Se ha hablado de desplome del bipartidismo, y bien creo que es así. La ciudadanía ha dejado de confiar, en términos generales, en los dos partidos políticos que han gestionado el país durante el tiempo en el que se gestaba el desastre actual. La intención de voto parece un buen indicador de ello. Sin embargo, ese fenómeno no se ha traducido en un ascenso igual de otras formaciones políticas. En realidad, la verdadera beneficiada del proceso es la suma de la abstención y el voto en blanco. Los datos no dejan lugar a dudas:

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Probablemente esto se deba a que los ciudadanos no impugnan únicamente el bipartidismo sino el sistema político mismo. Asociada la política institucional española a un eje izquierda-derecha, donde PSOE y PP representaban ambos polos, el fracaso de ambos partidos es también el fracaso de ese eje como forma de identidad política. Que es, no cabe duda, el eje dominante en el que ha operado la política desde la Revolución Francesa.

Así las cosas, no podemos quedarnos en la epidermis del problema. Tratemos, más bien, de profundizar en las causas últimas de este fenómeno. Y me parece encontrar al menos tres importantes. La primera, el proceso de desdemocratización de las instituciones públicas, que incluye la mercantilización del espacio público y el regalo de los instrumentos políticos a instituciones alejadas de la ciudadanía (como el BCE o la Comisión Europea).

El efecto es que la gente no siente que el Parlamento sea útil, en un sentido amplio. La segunda, que los casos de corrupción se perciben como generalizados y se asocian a la estructura oligárquica de los partidos políticos, desconectados totalmente de los representados. Así, a partir de la falta de mecanismos radicalmente democráticos en los partidos se ha creado un imaginario de clase política corrupta que lo abarca y contamina prácticamente todo. La tercera, que la frustración natural producto de una grave crisis económica se dirige a quienes, al menos formalmente, deberían dar respuesta a los problemas de la ciudadanía y sin embargo no lo están haciendo. ¿A quién interpelar sino a los formalmente propios representantes?

En este contexto Izquierda Unida está consiguiendo sentirse representante de, aproximadamente, el mismo porcentaje de representados que en 1996. Pero a la vez es incapaz de absorber el desencanto político que está, por el contrario, nutriendo las filas de la abstención y el voto en blanco. Esa creciente abstención proviene fundamentalmente de las filas de los dos partidos mayoritarios, y probablemente poco o nada identificados con las posiciones más radicales del eje izquierda-derecha.

Lo que tenemos es un sector cada vez más amplio de la ciudadanía que no se siente representado y que está, de facto, fuera del sistema político. Está desilusionado, desencantado, destensado políticamente. Sin embargo, según las encuestas es un sector que simpatizó con el 15M, apoyando su filosofía e incluso sus propuestas, pero también con la Plataforma de Afectados por las Hipotecas.

Es un sector, como apunta Fernández Liria en su reciente artículo, que comparte con los sectores más ideologizados las reivindicaciones sociales de resistencia, esto es, posee un sentido común que dice que no es justo que nos roben nuestros derechos. Por lo tanto no es un sector despolitizado per se, sino un sector sencillamente sin ilusión política. Perciben el actual sistema como algo gris, producto de formas de organización que no se adecúan a las necesidades sociales actuales.

Si se acepta lo anterior entonces no tenemos más remedio que reconocer que no estamos ante un problema de programa político, en el sentido clásico de la palabra, sino en un problema de enfoque político. Porque si uno se sigue moviendo en un marco con el que no se identifica un sector creciente de la población, sólo puede aspirar a mantener reducidos porcentajes de aceptación.

Si, por el contrario, uno aspira a dar un salto cualitativo entonces sabe que tiene que cambiar las formas organizacionales y de mensaje para generar la ilusión, que es el requisito indispensable para poner en marcha el programa sustantivo. Estamos ante la diferencia entre aspirar a gestionar el 15% del voto o por el contrario aspirar a construir mayorías sociales. Hay un largo trecho entre ambas posiciones, a pesar de que se sitúen bajo el mismo programa formal.

Un ejemplo claro de todo esto ocurrió con el 15M. A nadie se le escapó que las demandas formales de Democracia Real Ya, primero, y de las Asambleas del 15M, después, eran en muchos casos plenamente coincidentes con el programa de la izquierda alternativa y, particularmente, de IU. Sin embargo, IU no logró por si sola canalizar la frustración del modo masivo que sí lo consiguió el 15M. No era tampoco entonces un problema de programa político.

Lo que estoy diciendo es que la Revolución Social tiene que ir necesariamente de la mano de la Revolución Política. Y esto, naturalmente, no es nada nuevo. Ya Louis Blanc lo señaló en el siglo XIX cuando trataba de convencer de las ventajas del republicanismo, como paradigma político, a los trabajadores que empezaban a difundir ideas socialistas. Pero también está vinculado con las formas de comunicación política, y tanto el jacobino Robespierre como el bolchevique Lenin sabían que no había otra manera de convencer y estimular al pueblo que a través de la palabra bien expresada.

El primero defendió sus tesis roussonianas con una consigna tan básico como la del derecho a la existencia y el segundo no ignoró que los sesudos debates de teoría marxista debían terminar traducidos en poderosas consignas políticas como la de Paz, tierra y pan. Siempre los debates teóricos fundamentan las ideologías, mientras que los discursos se sitúan en el plano de la cristalización concreta. No en vano, Marx escribió El Capital, pero también El Manifiesto Comunista.

¿Qué hacer?

Pienso que Izquierda Unida tiene que decidir a qué aspira como colectivo. Y si, como pensamos algunos, nuestra aspiración es construir la mayoría social, entonces tenemos que adaptar nuestra organización al contexto sociopolítico en el que nos situamos. Ello pasa, necesariamente, por entender que los ciudadanos estamos reclamando participación en todos los niveles.

Queremos que nuestra voz cuente, de modo que queremos que nuestros votos en democracia no sean secuestrados por los bancos, las grandes fortunas o la troika. Pero también queremos que nuestra voz como militantes cuente en la toma de decisiones colectivas de la organización. ¡Y que ocurra lo mismo como trabajadores en las empresas! Se trata, en resumen, de democratizar todo espacio de la vida política.

De ahí que una de las formas de recuperar la ilusión de quienes han tirado la toalla pase también por democratizar las instituciones del Estado y las de representación política. Es decir, un verdadero proceso constituyente que proporcione nuevas reglas al juego democrático.

Y ya tenemos debates que se sitúan en la superficie de esa cuestión. La reclamación de primarias abiertas es un síntoma de que hay reivindicaciones de esa naturaleza. Sin embargo, las primarias abiertas no suponen, a mi juicio, solución ninguna. Y en su tipo ideal no tienen encaje ideológico en un partido emancipatorio, como expuse hace unos días.

Pero incluso aceptando sus virtudes, que existen, las primarias se quedarían cortas porque se refieren únicamente a la elección de candidatos. Y lo cierto es que lo verdadera y sustancialmente democrático es la participación permanente del representado en la tarea del representante.

Es decir, llevar el debate a aspectos tales como la rendición de cuentas, los revocatorios, la transparencia y, desde luego, la habilitación de ágoras para debatir con sinceridad. Se trata, como recordaba el otro día, de neutralizar la ley de hierro de la oligarquía en el seno de las organizaciones políticas. De impedir, en definitiva, que unas pocas personas ostenten el poder efectivo, y la soberanía, que pertenece a la colectividad. Tanto en el Estado, donde el sujeto soberano es el ciudadano, como en los partidos políticos, donde lo es el militante.

Si aceptamos este enfoque entonces tampoco tenemos más remedio que aceptar que las próximas elecciones europeas no son unas elecciones más. Son el primer punto de encuentro de un ciclo político, compuesto por tres procesos electorales, que responde a un contexto socioeconómico que abre la factibilidad de emancipación social. Lo importante no es, ni ahora ni nunca, el resultado electoral per se sino el tejido social que se logra articular de cara a un objetivo político más ambicioso.

Me parece más apropiado que el objetivo sea la transformación de la frustración social existente –y ello remite lógicamente al sector abstencionista- en un compromiso político bien definido, todo lo cual únicamente puede lograrse a través de dos mecanismos. El primero, que la organización se sitúe en el conflicto político cotidiano y no concentre todas sus fuerzas en el ámbito institucional. El segundo, que permita en su seno la total participación democrática, que es además la cuna de la legitimidad.

Por eso la elección de la candidatura de Izquierda Unida para estas elecciones -y la naturaleza del proceso correspondiente- no puede ser entendida como un mero accidente en el terreno. Se trata de una oportunidad para comenzar un proceso de adaptación organizativa a un contexto socioeconómico como el descrito más arriba. Se trata de definir, también a través de las formas, si aspiramos al 15% o a la mayoría social.

En efecto, iniciar un proceso de radicalidad democrática es, en realidad, ponernos manos a la obra en la construcción de las mayorías sociales y trabajar por la reconquista de la democracia. Dar al pueblo lo que le pertenece, su soberanía y su derecho a la existencia, es a fin de cuentas el motor de todas las revoluciones modernas.

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Partir de cero

descarga«El vigente sistema político, empezando por la casa real, no va a permitir cambios radicales que afecten a su actual estatus, aunque salgan millones de ciudadanos a protestar por las calles».
Miguel Riera de El Viejo Topo

 

A estas alturas del viaje, es lícito preguntarse qué queda de sano en las instituciones españolas. Algo habrá, desde luego, pero cuesta bastante verlo. Al menos aparentemente, la gusanera de la corrupción ha invadido todos los espacios, y lo ha hecho desde hace ya bastante tiempo.

Que haya tardado tanto en explotar jurídica y mediáticamente sólo es explicable porque los sufridos ciudadanos hemos estado desviando la mirada de la punta del iceberg, evidenciando una tolerancia suicida ante los primeros brotes que fuimos conociendo.

Pero lo cierto es que hay corrupción en la esfera política (y no sólo económica; también moral); en la justicia; en el mundo financiero; incluso en el domicilio del mayor comisionista del país: la casa real. La mentira campa por doquier, llegando a veces a ser tan obvia que uno puede llegar a dudar de la salud mental del mentiroso (recordad, lectores y lectoras, como ejemplo de mentira estúpida, que el presidente del gobierno dijo hace relativamente poco, en rueda de prensa con corresponsales extranjeros, que no le constaba que hubiera ningún cargo del PP imputado).Al nivel que han llegado las cosas, lo que este país necesita no son simples reformas, sino un cambio radical de naturaleza moral. Una recuperación de principios olvidados hace décadas. Además, ¿alguien cree de veras que con los partidos políticos actuales se van a alcanzar las profundas reformas que el país pide a gritos? ¿De verdad alguien puede llegar a pensar que PP y PSOE, acompañados por PNV, CiU y otros, van a permitir un nuevo proceso constituyente? ¿Que van a impulsar la despolitización de la justicia? ¿Que aceptarán una nueva ley electoral que pueda menoscabar sus intereses?No seamos ingenuos.El vigente sistema político, empezando por la casa real, no va a permitir cambios radicales que afecten a su actual estatus, aunque salgan millones de ciudadanos a protestar por las calles. Eso pudo suceder en el pasado, pero ahora la fortaleza de los intereses cruzados es tal que resistirá cualquier embate. El cinismo con que se nos miente desde arriba revela bien a las claras que se creen inmunes, y me temo que verdaderamente lo son.Por eso, porque hay que cambiar de paradigma moral, hay que dejarse de palabrería y empezar por suprimir el pilar sobre el que se asienta todo el sistema: la monarquía.

Sólo con la llegada de una república será posible partir de cero, empezar de nuevo. No se me escapa que el régimen republicano no es per se inmune a la corrupción, al cinismo, la mentira, el abuso de poder. Todo eso puede pasar bajo una república. Pero, al menos, tendríamos una oportunidad.

Así pues, pienso que deberíamos poner la reivindicación republicana como mascarón de proa de cualquier otra reivindicación. Que los partidos que se dicen republicanos (pero que no hacen nada efectivo por traer la república) deberían gritar un día sí y al otro también que hay que proclamar ya la IIIa República. Aunque a su alrededor hayan muchos sordos.

Si no se hace así, si no lo conseguimos (y la verdad es que el asunto no tiene buena pinta) haremos buena la famosa frase de Lampedusa: cambiaremos algo, pero para que nada cambie.

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Los movimientos sociales y ciudadanos también ganan

images«Es la explosión del movimiento 15M, es decir, “el no nos representan” y “la democracia directa de los ciudadanos frente a una democracia representativa que antepone los intereses de los representantes a los de los representados»(J.Pastor)

Alejandro Torrus de Cuarto Poder

No es habitual verlo. Sobre todo en un país que ha construido su marca en base a jueces sentados en el banquillo por investigar crímenes de lesa humanidad o por encarcelar a un banquero. Pero también ocurre. La victoria de la Marea Blanca frente al gobierno de Ignacio González y el proyecto privatizador de la Sanidad iniciado por Esperanza Aguirre se suma a la victoria de los vecinos de Gamonal sobre el ayuntamiento de Burgos. Son dos ejemplos recientes.

Pero no son las únicos. También los trabajadores del servicio de limpieza de Madrid y Málaga han conseguido sus objetivos y el Equipo de Legal Sol se ha impuesto  a Cifuentes en los tribunales. Los movimientos sociales también ganan y el tejido ciudadano creado al calor de la explosión de ‘eso’ llamado 15M, junto a la labor de sindicatos, trabajadores y usuarios de los servicios públicos, comienza a dar sus frutos.

“Empieza a haber un punto de inflexión. Parecía que se había llegado al techo de la protesta social y que la elite gobernante seguía autista. Sin embargo, Gamonal ha hecho que el miedo comience a cambiar de bando. De hecho, ha sido el miedo el que ha llevado al ayuntamiento de Burgos a rectificar en su deseo de construir el bulevar.

La Marea Blanca ha sido otra rotunda victoria que puede generar esperanzas a los ciudadanos para desbloquear esta situación política de crisis”, explica a cuartopoder.es Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política en la UNED especializado en nuevos movimientos sociales.

imagesLa ecuación que explica el optimismo de Pastor es lógica. Si la movilización social ha conseguido la victoria, ahora esa lucha y protesta social se intensificará debido al efecto positivo de la victoria. La lucha social pasa de ser un mero derecho a ‘la rabieta’ para convertirse en un camino que en España también puede conducir a la victoria.

Este punto de vista de Pastor es compartido, incluso con más rotundidad, por Manuel Monereo, politólogo y cofundador del Frente Cívico-Somos Mayoría. Bajo su punto de vista, la victoria de la Marea Blanca es la “primera victoria sustancial del pueblo contra el neoliberalismo en España”. Una victoria que da comienzo, asegura, a una nueva etapa para las reivindicaciones sociales.

“Es el momento de pasar de ser reactivos a ser activos. Es decir, es el momento de que los movimientos sociales dejen de protestar contra los recortes para comenzar a exigir a las instituciones nacionales y europeas que nos paguen lo que nos deben, que no es otra cosa que lo que han recortado en los últimos años”, asegura Monereo, que justifica su razonamiento de la siguiente manera: “Si Rajoy dice que la crisis ya ha terminado es que es el momento de que nos devuelvan lo que es nuestro. Sin saberlo, Rajoy está sembrando el caldo de cultivo que permite una rebelión ciudadana”, asegura el politólogo.

Dos modelos de lucha y un elemento en común

Sin embargo, los éxitos no suceden porque sí ni a esta “nueva etapa” o “punto de inflexión” que señalan los expertos se ha llegado de manera autómata. Detrás de cada una de las victorias hay un modelo de organización y una forma de entender la ciudadanía y los derechos sociales que se refleja en organizaciones más o menos estables, democráticas y participativas, que han encontrado una respuesta diferente frente a cada uno de los problemas que desde la política se ha ido planteando a los ciudadanos.

Así, la lucha de los vecinos del Gamonal y la lucha de la Marea Blanca son dos modelos de lucha social exitosos completamente diferentes. Gamonal, a juicio de Pastor, es un modelo de lucha social “de dimensión barrial defensivo” frente al proyecto de construcción del bulevar.

“El conflicto de Gamonal nace cuando se agotan todas las formas de protesta tradicional y el alcalde sigue priorizando sus intereses sobre la ciudadanía. Es ahí cuando nace un conato de violencia que lleva al conflicto a abrir todos los telediarios y que termina haciendo retroceder al alcalde mostrando que la movilización no era cosa de cuatro locos”, explica.

La Marea Blanca, por el contrario, es un ejemplo de “movilización sostenida en el tiempo” que ha sabido “reinventarse y adaptarse a lo largo de la lucha” y que, como gran novedad, “ha sumado el frente judicial a la movilización ciudadana y social”. “La movilización social, tan fuerte y tan prolongada en el tiempo, ha sido un factor clave para que la Justicia sea más sensible a las demandas ciudadanas y pudiera demostrar la vulnerabilidad jurídica de los métodos empleados por el Gobierno del PP de Madrid”, explica Pastor.

A pesar de sus diferencias, es posible encontrar un elemento común en ambas movilizaciones y también en las otras luchas que mantienen los movimientos sociales. Ese elemento común se trataría de las ideas ancla que se extendieron por la ciudadanía con la explosión del movimiento 15M, es decir, “el no nos representan” y “la democracia directa de los ciudadanos frente a una democracia representativa que antepone los intereses de los representantes a los de los representados”, explica Pastor.

Para Monereo, la pieza fundamental del cambio que ha hecho a la ciudadanía más combativa es que “se ha perdido el miedo a la crisis”. Y para que este cambio llegara a producirse, asegura el politólogo, ha sido fundamental la irrupción del movimiento 15M. “El 15M es la gran fuerza subterránea que gobierna la política española. Los jóvenes y los precarios se han convertido en los sujetos del cambio de la política española. Sin ellos no hay transformación posible”, asegura.

Más cercanos a la política

Otra prueba más de que la ciudadanía española está cada vez más concienciada con la política y con una ciudadanía activa que salga a la calle a reclamar sus derechos es la reciente Encuesta Social Europea, en la que participó la Universidad Pompeu Fabra, que señala que un 25,8% de los encuestados ha participado en, al menos, una manifestación en el último año, cuando la media en Europa se sitúa en el 6,7%.

A pesar de este incremento en la participación en manifestaciones, los datos de confianza de la encuesta constatan una fuerte desafección de los españoles, no sólo hacia los políticos y hacia los partidos, sino también de las instituciones, como el Parlamento español. Por tanto, los españoles no están cada vez más alejados de la política, muy al contrario, están cada vez más alejados de los políticos, de los partidos y de las instituciones.

Lección para sindicatos y partidos de izquierdas

La desafección de la ciudadanía de las instituciones oficiales, el aumento de la participación de la protesta social y el éxito que esta está cosechando dan razones a Pastor para asegurar que tanto sindicatos como partidos políticos deben aprender de la dinámica de los nuevos movimientos sociales. Sobre todo, asegura Pastor, los sindicatos ya que estos han sido habitualmente los promotores y conductores del conflicto social y la reivindicación ciudadana.

“La Marea Blanca es el espejo en el que deben mirarse los sindicatos y las organizaciones de izquierdas. Ha sabido crear estructuras más participativas y democráticas donde los sindicatos han participado, sí, pero cediendo el protagonismo a los activistas”, asegura Pastor, que señala que los sindicatos deben reconocer un mayor protagonismo a los individuos de base dentro de sus organizaciones.

“Los sindicatos aún tienen mucho que decir, pero deben reformarse yreconocer que ellos ya no tienen la centralidad en la movilización pero que pueden contribuir a la autorrealización del individuo y de los trabajadores reconociendo su protagonismo y creando estructuras más representativas y participativas”, sentencia el profesor de Ciencia Política de la UNED.

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J.C. Monedero: “Emplazamos a los partidos antitroika para salir de estas aguas estancadas”

descarga“Podemos es un aguijón en la complacencia de la política institucional. Son vitaminas para la desobediencia y la falta de resignación”

Entrevista a Juan Carlos Monedero

Aitor Rivera El Diario

El profesor de Ciencias Políticas de la UCM Juan Carlos Monedero (1963, Madrid) encabeza con su firma el manifiesto que sirvió de pistoletazo de salida de Podemos, el proyecto político que tiene su cara más reconocible en el también politólogo y presentador de televisión Pablo Iglesias.

Los motivos que le han llevado a implicarse directamente en Podemos los expone en su último libro ‘Curso urgente de política para gente decente’ (Seix Barral, 2013) y, dice, siguen plenamente vigentes. Monedero visita la redacción de eldiario.es para exponer su visión de la crisis económica y política y para emplazar a las fuerzas de izquierda a abrirse y sumar para detener “el austericidio” impuesto por la troika.

Pregunta. El libro se titula ‘Curso urgente de política para gente decente’. ¿No hay gente decente en la política española?

Respuesta. Casi lo contrario. “Curso urgente” porque se está cambiado en contrato social en Europa: o nos damos prisa o, si se consolida, luego será muy difícil cambiarlo. Y “decente” porque la gente tiene que entender que lo que está pasando ocurre porque ha delegado y se han quedado sin herramientas para gestionar su propia vida. La decencia y la dignidad comparten raíz en su origen indoeuropeo ‘dec’ que hace referencia a algo que te pertenece y no te pueden quitar ni en la peor de las condiciones.

En un mundo donde todo se ha convertido en mercancía, incluida la política, o recuperamos el control de las decisiones colectivas o estamos condenados a ser objetos mercantiles en un mundo sin dignidad.

P. Dice que el contrato social se está modificando, ¿pensábamos que era inamovible, que no hacía falta protegerlo porque no corría peligro?

R. Hay una arremetida del capital. Se ha venido haciendo fuerte para cambiar las reglas básicas de convivencia. Por ejemplo, estas mismas Navidades una empresa se permitía el lujo humillante de sortear un puesto de trabajo como señal clara de que hemos perdido lo que ha sido el pivote de nuestra democracia, que es el derecho a un trabajo digno.

P. En el libro dice que no podemos delegar y que tampoco vale con recordar que somos inocentes mientras señalamos que hay políticos que son unos sinvergüenzas.

R. El proceso de delegación ha implicado una cartelización de los partidos: dejan de ser órganos de la sociedad y pasan a ser del Estado. Ya no viven de las cuotas ni se definen por cuestiones ideológicas sino por captar el mayor número de votos. Entienden que es más importante tener detrás a un medio de comunicación que un sindicato; se identifican más con líderes que con ideologías…

Si tú delegas todo (tu ocio, tu educación, tu participación política) al final estás desarmado y, si por las razones que sea, se te cierra el acceso a esos elementos no tienes herramientas para defenderte. Has entregado tus armas, el que iba a defenderte se ha convertido en tu enemigo y ni siquiera entiendes qué ha pasado. Como dijo Ortega y Gasset: “Lo que nos pasa es que no sabemos qué nos pasa”.

P. Parece que la gente esté perpleja, que no entiende.

R. Todo se ha convertido en mercancía y nosotros también, por lo que somos objeto de subasta en el mercado cotidiano. La gente canalla está muy envalentonada porque, si todo son mercancías, lo único que les separa de ser el nuevo emperador es el dinero. Pero la gente decente, la gente que no quiere ser devorada pero no quiere devorar; que no quiere ser víctima pero tampoco verdugo; que no quiere vivir en el mundo avasallando y humillando…

Con las armas melladas del viejo pensamiento no entendemos nada. Si queremos enfrentar los cambios en el mercado de trabajo con los criterios productivistas de jornada laboral de ocho horas, de competitividad del modelo anterior no vamos a ningún lado. Cometemos errores como alargar la edad de jubilación o la jornada laboral.

P. Pero eso se intentó en Francia y aquella experiencia duró poco y fue un fracaso en términos políticos.

R. Porque el enemigo es global y las respuestas son nacionales, por lo que estás condenado a fracasar. Por eso es tan importante reinventar Europa, porque la única posibilidad que tenemos es en un ámbito supranacional. Sin cambiar el euro, las políticas de austeridad, sin replantear la autonomía del capital financiero…

P. No hay que salir de Europa, entonces.

R. Abandonar Europa sería como romper los telares porque generaban desempleo cuando lo que hay que hacer es ponerlos a tu servicio, igual que no se trata de romper los ordenadores sino de hacerte hacker. No se trata de romper el euro sino de reinventar otra Europa y otra moneda común.

Hace 40 años la izquierda hizo el diagnóstico de la crisis del Estado social y la derecha compró ese diagnóstico pero planteó una terapia más agresiva que consistía en cambiar el sentido común: abrir las fronteras, privatizar los bienes públicos, controlar los medios de comunicación, rebajar el acceso a las universidades, convertir a la escuela en una especie de formación profesional, …

Nos han convertido en zombis, en una sociedad de empresarios donde el mensaje es que cada uno seamos empresarios de nosotros mismos, de manera que nos organizamos en la vida como empresarios: estudias para colocarte mejor, te autoexplotas, etcétera.

P. Competimos entre nosotros como si fuéramos empresas

R. Sí, y se asienta en tres elementos: el mercantilismo, la individualidad y, en tercer lugar, a través de la desconexión. En un mundo supuestamente conectado hay una gran desconexión que se traduce en el hecho de que no conoces a tu vecino, que vivimos en ciudades donde realmente no podemos encontrarnos ni conocernos. No quedan espacios para salirte, como Neo en Matrix, no hay nada que te chirríe para dar un paso a un lado y decir: “pero qué vida llevo, si trabajo más que un esclavo en Grecia; si no soy feliz; si casi todo lo que hago lo hago con la nariz tapada”.

P. Ese no vernos en las calles, no conocernos y no interactuar se rompió el 15M.

R. La pregunta que me hacen mucho por América Latina es: “oye, el 15M solo ha valido para traer al PP y para empeorar las condiciones de vida”. Pero ese es un mal análisis porque todo este empeoramiento iba a venir igual, forma parte del modus operandi del régimen del 78. Lo puso en marcha el PSOE y lo ejecuta el PP, pero podría ser perfectamente al revés: lo podía haber puesto en marcha el PP y lo habría ejecutado el PSOE sin mover un músculo.

Sin el 15M nos pasaría lo mismo pero encima la gente vería que es la única alternativa. El 15M les ha enseñado que esto no es una crisis, que es una estafa. Gamonal es una señal de la importancia del 15M, es una expresión del aprendizaje puesto en marcha desde entonces. Los vecinos desconfiaron de un alcalde que les dijo, “vale, tenéis razón, regresad a vuestras casas”. Y la gente dijo: “no, he aprendido que si regreso a mi casa estoy perdido”. Y la gente se quedó.

Al mismo tiempo el 15M es una válvula de presión para los partidos de la izquierda. Ha apelado a la estructura de los partidos desde el centro a la izquierda: PSOE, IU, ICV, Bildu… está haciendo su tarea donde le corresponde.

P. Dice que el trabajo del 15M es lento por definición. ¿Podemos es una manera de acelerar el proceso ante la urgencia en la que estamos?

R. Podemos es un aguijón en la complacencia de la política institucional. Son vitaminas para la desobediencia y la falta de resignación. Podemos es una piedra en el estanque: no es una piedra contra nadie, remueve unas aguas que estaban estancadas y donde había mucha gente que quería que entrara oxígeno y no entraba.

Somos ciudadanos normales implicados de siempre en la política que reclamamos que la ciudadanía se implique y encuentre razones para saber que sí que se puede cambiar las cosas y para emplazar a los partidos políticos antitroika y antiaustericidio con compromiso radical con los derechos humanos para que den los pasos necesarios para salir de esta resignación y de estas aguas estancadas.

P. ¿Y qué es, entonces, Podemos?

R. No es un partido ni una candidatura ni un programa, porque todas esas cosas las tiene que hacer la gente desde abajo y discutiendo. Con Podemos no queremos ni unas nubes ni la luna, queremos el cielo entero. Y como dice el poeta Juan Carlos Mestre, “las estrellas son para quien las trabaja”.

P. El manifiesto con el que se lanzó Podemos es muy amplio y habla de nacionalizar la banca y también del 99% y “de los de arriba y los de abajo”.

R. Y habla de la emoción. Claro.

P. Pero me refiero más a los diez puntos del manifiesto.

R. La política es agregación y cuando agregas cosas en el resultado final hay cosas que te gustan más y otras que te gustan menos. Yo me identifico más con la primera parte; otros, que han encontrado también razones para apoyar a Podemos, igual se identifican más con los diez puntos.

En cualquier caso lo que está emocionando por todo el Estado es precisamente lo novedoso, el emplazamiento para construir una nueva política, por tanto cuando tengamos que discutir las bases programáticas lo que va a pesar más no son las estructuras burocráticas, sino el entusiasmo de quien otra vez entiende que no está escrito que haya que resignarse.

P. Esa renovación, antes de lanzar Podemos, intentaron ejecutarla en una estructura preexistente como es IU.

R. Yo ahí no estaba. Nosotros nos empezamos a preguntar qué estaba pasando cuando se rompe Suma [el intento de armar una candidatura amplia alrededor de IU] porque como ciudadanos pensábamos que iba a haber la inteligencia suficiente como para implicar a la ciudadanía.

Nos damos cuenta de que hace falta que surja algo desde fuera que aguijonee esa lógica perversa y complaciente que no le importa perder una oportunidad tan importante como unas elecciones europeas en un momento donde la troika nos está asfixiando.

Algunos que hacemos este análisis le planteamos a Pablo: “tenemos obligaciones como ciudadanos; no podemos quedarnos mirando cómo se nos desmorona nuestro país; tenemos que hacer lo que nos toca como ciudadanos y tenemos que decir a la ciudadanía ‘vamos que podemos, vamos a reemocionarnos”.

P. Decía antes que en la antigua política existe una preponderancia del liderazgo sobre la ideología y sin embargo Podemos necesita un liderazgo reconocible para presentarse y lograr apoyos.

R. No es una contradicción, sino una lectura correcta de la debilidad de la democracia española. Es evidente que presentar a Pablo es un recurso para romper las inercias: ojalá los partidos progresistas españoles hubieran tenido la fortaleza suficiente como para impedir la reforma del artículo 135 de la Constitución o para plantar cara a las políticas de recortes que golpean el artículo 1 de la Carta Magna.

Pero la constatación de esta profunda debilidad es que solo se podemos tirar una piedra; y una piedra la tira un brazo, pero la piedra no es lo relevante, sino las olas que produce. Y es en las olas donde Podemos es un proyecto radicalmente de la ciudadanía. Y esa ciudadanía empoderada va a elegir quién quiere que encabece la lista, que no tiene por qué ser Pablo Iglesias.

La contradicción no es sino la única salida que se nos ha ocurrido en un momento de gran debilidad de la democracia española.

P. El objetivo primero es crear una red de círculos por toda España que irán destinados a formar un partido y luego concurrir a las Europeas.

R. Hay pasos previos. El primero es crear esos círculos donde puede estar gente que puede estar militando en diferentes partidos. A mí me emocionaría que los círculos de Podemos se encargasen de los comedores populares en todo el Estado y que fuéramos nosotros desde esos círculos quienes ayudáramos a toda la gente con dificultades para alimentarse. Y puedes militar en IU, Equo o IA y encontrarte en algo novedoso donde lo que nos interesa es lo que nos une, no lo que nos separa. Y eso permitirá reencontrarnos a todas las fuerzas progresistas sobre la base de lo que compartimos.

Una vez que tenemos esas estructuras estamos emplazando a las fuerzas para que asuman nuestra metodología: que abran las primarias a toda la gente.

P. Cayo Lara ya ha rechazado unas primarias abiertas.

R. Igual no es una decisión que le corresponde a Cayo Lara sino a los órganos de dirección de IU porque IU es un partido democrático.

P. ¿Tendrán que asumir el manifiesto?

R. No, no.

P. Pero ya hay partidos que asumen las primarias abiertas

Pues ahí nos tendremos que poner de acuerdo. Si compartimos una metodología que implica emplazar a la ciudadanía a que se corresponsabilice, de lanzar un mensaje a los partidos de que tienen que empezar a cambiar su forma de operar y meter elementos heredados del 15M en su funcionamiento y mantener un presupuesto político amplio de lucha contra el austericidio y defensa de los derechos humanos, ahí tenemos una base de entendimiento.

Sería una frivolidad que eso que asombró al mundo y que generó una mirada de simpatía en todo el planeta de repente lo dilapidemos. Seríamos unos frívolos. Por eso hemos decidido tirar esta piedra al estanque.

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Siria: ¿Fin de la partida?

images (1)«Washington ha sido la gran derrotada. Su incapacidad para ganar la guerra ha demostrado su enorme debilidad frente a Rusia. A partir de ahora habrá que contar con Putin en el concierto internacional». 

Eduardo Luque Guerrero, analista internacional

 

El lugar es Montreaux, cerca de Ginebra; la fecha, el 22 de enero. Con toda probabilidad se realizará allí la II Conferencia Internacional sobre Siria. Están invitados más de 30 países.

El escenario es bien diferente a la primera reunión, en junio del 2012. La derrota militar de la oposición es una evidencia; tanto es así que los combates entre los propios miembros de la oposición están permitiendo al ejército sirio el control territorial de amplias zonas. Especialmente, el cerco a los escasos bastiones de la oposición en Aleppo (segunda ciudad del país) será el centro de los combates en los días previos a la citada conferencia.

La guerra siria ha pasado por varias fases: la primera desde febrero del 2011 hasta la primera conferencia de Ginebra en junio de 2012 fue un  montaje periodístico que perseguía la caída del gobierno. Los grupos militares de la oposición seguían directrices directas de la OTAN. Se trató de hacer creer que efectivamente había una revuelta popular. El ESL fue la apuesta de occidente, aunque sólo era una etiqueta que describía algunos grupúsculos y algunos oficiales que habían desertado a cambio de substanciosas primas, mercenarios e instructores occidentales.

Según fuentes de la misma oposición el número de desertores sirios dentro del ESL no superó nunca el 4%. Su primer dirigente, el coronel Riad al-Assad,  fue nombrado porque su apellido infundía confusión en Occidente haciéndole pasar por un familiar enfrentado al propio presidente sirio.

La segunda guerra se extiende desde la reunión en París de los “Amigos de Siria” en julio del 2012 hasta la segunda conferencia de Ginebra en enero del 2014, una guerra de desgaste que pretende la destrucción del país y la rendición del gobierno. La penetración de más y más grupos salafistas auspiciados por Arabia Saudita, Qatar y Turquía, las derrotas militares a manos del Ejército Sirio y Hezbola arrebató el control al ELS hasta hacerlo desaparecer.

Se evidencia que el Ejército Sirio Libre (ESL) es en realidad un invento franco-británico. Desde su creación el 29 de julio de 2011, el ESL nopresentó ninguna alternativa política, más allá del derrocamiento del presidente Bachar al-Assad, nunca se  manifestó a favor de la laicidad del estado, nunca habló de educación, de cultura o trabajo….. Nunca formuló el menor esbozo de algo que se pareciera a un programa político alternativo.

Su hombre fuerte, el coronel Selim Idriss, era un antiguo desertor del ejército sirio. A cambio de una jugosa prima de enganche (se han destinado más de 60 millones de dólares a comprar a los desertores sirios) dirigió teóricamente el grupo aunque acabó vendiendo material militar proporcionado por occidente al propio ejército sirio fiel a Assad y a los militantes de Al-Qaeda. Con el botín recogido se instaló en Qatar y finalmente en Turquía.

Nunca existió la supuesta revolución popular en Siria, sino una agresión externa orquestada a golpe de mercenarios y de miles de millones de dólares. La supuesta “revolución siria “protagonizada por desertores del ejército que, casi con las manos vacías se enfrentaban al tirano, no era sino una invención romántica destinada al consumo publicitario, tanto de los medios de la OTAN como de sectores de la izquierda, que han querido ver en esta retórica la realización de todos sus sueños.

La OTAN, Arabia Saudita y Qatar han creado la oposición siria. Su masa de maniobra está formada por mercenarios de Al Qaeda, fanáticos y en algún caso, como algunos militantes provenientes de Arabia Saudita, presos condenados a muerte o a largas condenas de cárcel por robo o asesinato. Cada día que pasa, con cada nuevo asesinato masivo cometido por los “luchadores por la democracia contra el nuevo sátrapa”, se hace más y más claro algo que veníamos afirmando desde el inicio del conflicto en Siria: que la “supuesta revolución “no es sino el último engendro de los servicios de inteligencia occidentales.

Como en Libia, la “primavera siria” no es más que un montaje que ha necesitado de la colaboración imprescindible no sólo de los medios, que para eso cobran, sino del soporte intelectual y político de una pseudo-izquierda cada día más perdida, más desorientada, más ensimismada en otra cosa que no sean sus propios intereses políticos-electorales.

Aún es hora que intelectuales de una parte nada desdeñable de la izquierda europea encabezada entre otras rutilantes estrellas por Ignasi Ramonet  (Ver Le monde diplomatique enero 2013. Nº 207)[1] o Santiago Alba Rico, así como el coro de “intelectuales caviar”, agrupados bajo el altisonante nombre de “Intelectuales en defensa de la Humanidad”, muestren algún tipo de rectificación.

Otra parte de la izquierda, alguna autoproclamda anticapitalista, ecologista o ecosocialista….) institucionalizada o con aspiraciones de serlo, miden toda acción política desde el cálculo de rentabilidad electoral; es decir aquello que los “medios “de propaganda definen como lo políticamente correcto.

Occidente se ha quedado sin pantalla protectora, sin cartas de negociación. Washington, desaparecido el ESL, desacreditadas otras opiniones como la Coalición Nacional Siria o el Consejo Nacional Sirio,  apoyará al Frente Islámico, un grupo terrorista wahabí con apoyo saudí, implicado en ejecuciones y secuestros masivos. Los medios, para hacerlo aceptable, vuelven a recrear la imagen romántica de los desertores sirios ahora militantes del Frente Islámico.

Las matanzas, a sangre fría de heridos de otros grupos tomados prisioneros tal y como lo denuncian las propias agencias de la oposición señalan bien a las claras cual es la situación real en el campo de batalla.

La posición de EEUU demuestra también su enorme debilidad. La navegación de EEUU carece de brújula. Obama tiene una debilísima situación tanto interna como externa. Las derrotas militares en Afganistán e Irak, el escándalo sobre el espionaje…Quiso intervenir en Siria pero no pudo, el presupuesto militar, entre otras consideraciones no hubiera permitido una intervención militar enormemente costosa y en absoluto segura.

Ahora utilizan la retórica para ganar posiciones en las negociaciones, promoviendo el veto contra Irán. Mientras dejan caer que mantendrán el apoyo militar a la oposición. El patético presidente francés, representante de Israel en la mesa de negociaciones, asegura que puede atacar en solitario a Siria; las carcajadas resuenan en las cancillerías.

La firme posición de Rusia, China y el apoyo de los países del BRIG a una solución política, ponen de manifiesto la nueva correlación de fuerzas que se está gestando. La Casa Blanca ha diseñado una política de reacción pero no de anticipación. La iniciativa diplomática rusa sobre Siria descolocó a Obama que encontró una salida para lavar su cara en la destrucción de las armas químicas y en paralelo en el acuerdo con Irán. Así se asegura un final de mandato mejor del previsto.

Hoy es impensable una nueva guerra contra enemigos como Irán por ello y en giro copernicano ha ofrecido un principio de acuerdo al país persa.

La segunda conferencia internacional sobre Siria despierta tantas expectativas como preocupaciones. Porque en esta fase hay claros vencedores y claros derrotados.

El primer vencedor y el primer derrotado es el propio pueblo sirio, que tiene que sufrir en su cuerpo la destrucción de su país a manos de mercenarios extranjeros en una guerra de desgaste impuesta por nada. La incapacidad de Washington para proponer alternativas políticas a gobiernos que no le son afines acaba generando el caos más absoluto.

Los otros tres grandes derrotados han sido Francia, convertida en la muleta de Israel, Arabia Saudita, Qatar (que han apostado enormes sumas por la caída del gobierno de al Assad) Turquía, cuyo presidente Erdogan ha sido uno de los grandes promotores del ataque a su vecino.

Las revelaciones de la prensa turca en torno a la corrupción facilitada por las enormes sumas de dinero enviadas a los grupos terroristas afines a Turquía, le pueden costar fácilmente el gobierno al partido en el poder. Jordania, punto de concentración de las milicias opositoras, padecerá con toda seguridad importantes movimientos sociales provocados por la guerra contra su vecino.

Israel se ha mantenido en un segundo plano, pero dando un apoyo logístico imprescindible, sobre todo en la zona de los altos del Golán, a las milicias de la oposición y siendo parte activa a nivel de inteligencia.

La posición de este país se debilita, su aislamiento político preocupa ostensiblemente incluso a los sectores más «ultras». El Reino Unido ha mostrado sus flaquezas, su dependencia de Washington. La Unión Europea una vez más ha demostrado que no existe, como ya sabemos no es sino un grupo de acreedores y deudores.

España se ha convertido en el «gran altavoz de la oposición terrorista”. Los días 9y 10 enero tuvo lugar en Córdoba una reunión de grupos de la oposición Siria para coordinar y decidir su participación en la conferencia de Ginebra. Nuestro ministro de exteriores, el señor Margallo,  no ha tenido ningún reparo en reunirse y confraternizar con personajes perseguidos en muchos países occidentales con acusaciones gravísimas de terrorismo y delitos de «lesa humanidad”.

El objetivo confesado por el ministro es “dejarles hablar y facilitar el camino hacia una plataforma unitaria que pudiese dialogar”. Nada de eso importa cuando lo que está en juego en la participación de grandes constructoras españolas en la reconstrucción de las infraestructuras devastadas por los mismos terroristas salidos de España en algunos casos.

Washington ha sido la gran derrotada. Su incapacidad para ganar la guerra ha demostrado su enorme debilidad frente a Rusia. A partir de ahora habrá que contar con Putin en el concierto internacional. El presidente sirio es el gran vencedor: ha conseguido mantener la unidad del país y su forma de gobierno; va a la conferencia de Ginebra II como el gran vencedor.

Hará pequeñas concesiones en algunos ministerios de forma transitoria, mientras eso le permita iniciar la reconstrucción del país y afrontar las elecciones presidenciales de este año, que con toda seguridad podrá ganar (los informes de la OTAN señalan que la aceptación popular hacia su presidente superará el 70%) Hezbola es también un claro vencedor, ha demostrado en su primera guerra ofensiva su capacidad militar para movilizar grandes masas de combatientes y tecnología de última generación como “Drones”, artillería, carros de combate o misiles guiados.

Irán es el otro gran vencedor, tras el acuerdo con Washington por el tema nuclear, el país persa se convierte de hecho en una potencia regional a tener en cuenta. El gobierno iraní no sólo ha ayudado a ganar la guerra sino que podrá pasar su petróleo y gas a través de Siria hacia el Mediterráneo.

Oriente Medio está en la frontera de una gran transformación. Los flujos de poder cambian, nuevas potencias regionales, nuevos actores, reclaman su lugar. El futuro de esta zona se dibuja con letras de sangre en las calles de Damasco.

 

 

 

 

 



[1]Es preciso apreciar las capacidades adivinatorios de Ignasi Ramonet cuando escribía: “Se puede estar en contra de la estructura actual de Naciones Unidas, o estimar que su funcionamiento deja mucho que desear. O que las potencias occidentales dominan esa organización. Son críticas aceptables. Pero, por ahora, la ONU constituye la única fuente de derecho internacional. En ese sentido, y contrariamente a las guerras de Kosovo o de Irak que nunca tuvieron el aval de la ONU, la intervención actual en Libia es legal, según el derecho internacional; legítima, según los principios de la solidaridad entre demócratas; y deseable, para la fraternidad internacionalista que une a los pueblos en lucha por su libertad.“

 

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La Conferencia de Ginebra 2 y la lucha contra el imperialismo

 

05 2012Miguel Manzanera Salavert, filósofo

«Siria se ha convertido en el frente principal de la batalla por la hegemonía mundial en el terreno militar. Esa realidad fue escenificada con toda claridad ante los atónitos ojos de la humanidad, a través de la crisis de las armas químicas en la primavera pasada. Esa escaramuza tuvo cierto parecido con la crisis de los misiles, que enfrentó a los EE.UU. con la U.R.S.S. por motivo de la revolución cubana en octubre de 1962; en el sentido de que la crisis siria estuvo cerca de convertirse en una guerra mundial entre las grandes potencias».

La Conferencia de Ginebra 2 ha comenzado con los peores augurios. No es posible confiar en una solución pronta para el conflicto civil sirio, que ha generado una tremenda catástrofe humanitaria en el país: han perdido la vida a más de cien mil personas, más de dos millones se han exiliado en el exterior y hay seis millones de desplazados dentro de Siria. Las pérdidas económicas se calculan por billones.

El ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados) ha dado la voz de alarma ante esa situación de emergencia. Como ha subrayado el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, para evitar un agravamiento de la situación es necesario que estas conversaciones de paz alcancen su objetivo; si no es posible lograr un alto el fuego inmediato, al menos deberían establecerse las condiciones para aliviar el sufrimiento de la población civil que padece el conflicto.

Sin embargo, nadie confía demasiado en los resultados de las conversaciones. Por un lado, la oposición se presenta dividida en múltiples facciones diferenciadas y con tácticas divergentes: el CNS (Consejo Nacional Sirio) ha abandonado la Conferencia antes de empezar; la CNFROS (Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria) asistirá con reticencias; el principal partido kurdo, PYD (Partido de la Unión Democrática), ha sido excluido de las conversaciones; las milicias islamistas están divididas a su vez en dos bandos, el frente al-Nusra y el EIIL (Estado Islámico de Irak y Levante), enfrentados entre sí en una guerra abierta que ha costado más de 1.000 muertes; etc., así hasta más de 40 organizaciones armadas algunas y pacifistas otras cada una con sus propias perspectivas políticas.

El punto de coincidencia de la mayor parte de ellas, exige la dimisión del presidente Bashar al-Asad, también esgrimida por el representante de EE.UU., John Kerry, como condición indispensable para alcanzar un acuerdo. Pero la falta de coherencia en las fuerzas opositoras hace sospechar que tras la destrucción del Estado sirio se abriría un escenario similar al que hoy impera en Libia, como en el Líbano o Irak: una permanente guerra de baja intensidad.

Por su parte, la delegación gubernamental niega el objetivo de las conversaciones pueda ser destituir a al-Asad, y subraya que sólo el pueblo sirio puede elegir o revocara a su jefe de Estado en unas elecciones democráticas; esto ha sido defendido también por los aliados del gobierno sirio, Rusia e Irán.

En consonancia, su propuesta consiste en celebrar elecciones libres con las suficientes garantías, para lo cual se hace necesario erradicar el terrorismo que azota a la población siria. De hecho, ya se han producido contactos entre los Estados europeos y el régimen sirio, para combatir el terrorismo islámico. Pero por algún motivo desconocido –pues las dos organizaciones son ramas de al-Qaeda-, los EE.UU. y sus aliados apoyan al frente al-Nusra en su lucha contra el EIIL.

A partir de ese panorama dantesco es de prever que entre esas posiciones irreconciliables se produzca un diálogo de sordos. Pero lo que subyace en este conflicto sirio es algo mucho más terrible y más decisivo: detrás de cada uno de los dos bandos sirios en disputa, el gubernamental y la oposición, se alinea cada uno de los grandes bloques militares que se han ido formando en la última década, herederos de los bloques de la guerra fría.

Por un lado, la alianza imperialista agrupada por la OTAN, vencedora de la guerra fría contra el antiguo Bloque del Este; mantiene sustancialmente su poderío militar, pero ha visto cuestionada su hegemonía en el último lustro por causa de la crisis económica y por la emergencia de nuevas potencias mundiales.

Por otro lado, los llamados países emergentes, engloban prácticamente al resto del mundo -Rusia, China, India, Brasil, Irán, Sudáfrica, América Latina, África,…-; se aprestan a retomar la lucha contra las viejas potencias coloniales todavía dominantes. Una lucha que toma formas fundamentalmente económicas, pero tiene sus ribetes militares permanentemente presentes. Es posible pensar, entonces, que en las Conversaciones de Ginebra se van a definir los contornos de la nueva guerra fría a escala internacional.

Decía Samir Amín en un artículo reciente, que las fuerzas anti-imperialistas son ahora más débiles que hace un siglo. Tal vez sea verdad; o tal vez sean nostalgias de viejo combatiente, que ha visto hundirse las ilusiones que nacieron de la revolución rusa. En todo caso, a mí me parece por el contrario, que el imperialismo se presenta más débil cada día que pasa. Precisamente porque los gastos en armamento se multiplican de año en año, la maquinaria militar crece hasta límites de ciencia ficción, y su aparato bélico es más y más sofisticado como única forma de mantener su primacía.

Véase la producción de armas de destrucción masiva, el uso del terrorismo por parte de las agencias de inteligencia y en especial el apoyo a los terroristas islámicos, las tácticas militares en boga –el escudo antimisiles, los drones y los asesinatos selectivos de opositores-, los genocidios que no cesan, etc… Esa violencia es el síntoma de una decadencia imparable del imperialismo capitalista. Especialmente porque todo ello está ocultado a las ingenuas masas de ciudadanos consumistas, demócratas sin conciencia, mediante campañas de propaganda edulcorada difundidas desde los medios de comunicación,…Un mundo como había previsto Orwell; sin duda, el escenario apocalíptico de una civilización en estado senil.

Siria se ha convertido en el frente principal de la batalla por la hegemonía mundial en el terreno militar. Esa realidad fue escenificada con toda claridad ante los atónitos ojos de la humanidad, a través de la crisis de las armas químicas en la primavera pasada. Esa escaramuza tuvo cierto parecido con la crisis de los misiles, que enfrentó a los EE.UU. con la U.R.S.S. por motivo de la revolución cubana en octubre de 1962; en el sentido de que la crisis siria estuvo cerca de convertirse en una guerra mundial entre las grandes potencias.

Por primera vez desde el hundimiento de la U.R.S.S. en la década de 1990, la OTAN veía contestada su hegemonía militar en el mundo. Y cuando todo el mundo esperaba la destrucción de Siria –como había sucedido poco antes con Libia-, las potencias occidentales recularon ante el desafío.

Ese hecho ha servido para mostrar a la población mundial una nueva correlación de fuerzas a escala internacional. En primer lugar, la OTAN no ha conseguido el control de las regiones que ha invadido, ni en Afganistán, ni en Irak, ni en Libia. Tal vez el motivo principal se deba a que sus aliados integristas, Arabia Saudí, Qatar y demás monarquías feudales del Golfo Pérsico, tienen su propio proyecto histórico independiente y actúan según criterios que no concuerdan con los intereses occidentales; de tal modo, han impulsado la creación de bandas integristas que actúan desde una ideología medieval, y en las que no es posible confiar para un proyecto medianamente moderno.

Por eso, la OTAN no puede dominar ya en Oriente Medio como hicieron hace un siglo las potencias coloniales, Francia e Inglaterra. Pues incluso si consiguiera destruir completamente la región como ha hecho con Irak, no tiene delegados que realicen la labor de garantizar la influencia permanente de la civilización europea en la región. Entre las fuerzas de oposición a los Estados soberanos y laicos de orientación socialista que consiguieron establecerse durante el siglo XX en los países de cultura musulmana, los liberales están en minoría. Por eso, Los ejércitos humanitarios enviados por la alianza neoliberal se limitan a destruir lo que encuentran a su paso. Es la nueva barbarie nacida de las entrañas de la civilización capitalista en decadencia.

En el desarrollo de esa situación ha nacido una nueva correlación de fuerzas en la región. La OTAN no ha conseguido destruir la República Siria, después de apoyar durante tres años el asedio continuado por parte de la oposición armada, con ingentes pérdidas humanas y materiales. La inestabilidad se mantendrá todavía durante tiempo, pero la consolidación del Estado sirio parece indiscutible, si bien tendrá que hacer concesiones a los kurdos en materia de soberanía.

Paralelamente, en Egipto la protesta de la población contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes trajo el golpe militar y un importante riesgo de guerra civil; a pesar de ello, es una muestra clara de que la ciudadanía ha reaccionado ante el peligro y no se ha dejado engañar por los cantos de sirena de esa especie de liberalismo integrista que ha nutrido la violencia contra las Repúblicas laicas de la región.

El Estado surgido del golpe no es la mejor solución, ni tiene el apoyo mayoritario de la población –como se ha demostrado en el referéndum constitucional, donde ha votado menos del 40 % de los electores-; pero, como el gobierno de al-Asad, es el mal menor y quizás la única posibilidad real de un Estado soberano para el país dentro de la coyuntura actual.

A pesar de todas las dificultades Irán se mantiene incólume y consigue aguantar el desafío que le ha lanzado occidente con el bloqueo económico. Rival de EE.UU. y sus aliados regionales, ha conseguido anotarse pequeños triunfos en la guerra regional, apoyando a al-Asad en Siria y a Hezbollah en Líbano y pactando con el gobierno de Bagdad favorable a una alianza anti-imperialista.

Esas victorias han resultado decisivas para contener la ofensiva de la OTAN e Israel, de modo que Irán se muestra como un actor principal en la región. En resumen, la ofensiva de la OTAN en Oriente Medio está paralizada y no obtiene resultados favorables para los intereses occidentales. Incluso desde el punto de vista económico las relaciones de la OTAN con los Estados del Golfo Pérsico se encuentra en retroceso: Arabia Saudí comercializa su petróleo con China, más que con los EE.UU.

Tal vez sea la razón para que la propaganda bélica convenza cada vez menos a la población europea. Después de haberse demostrado que la falsedad de la información sobre las armas de destrucción masiva en Irak, ahora la credibilidad del discurso imperialista es cada vez menor. Hemos sabido que el gas sarín empleado contra la población civil siria fue utilizado por la oposición armada apoyada por la OTAN y sus aliados integristas, y no por el régimen sirio como pretendían los gobiernos aliados.

Las mentiras de la guerra de Irak se han repetido ahora en Siria, como se difundieron para atacar Libia con total impunidad. Por eso no es creíble el informe de tres abogados que acusan al régimen sirio de 11.000 muertes en sus cárceles, aparecido justamente la víspera de las negociaciones en Ginebra. Esa falta de credibilidad no exime, evidentemente, para que se haga una investigación imparcial y objetiva acerca de los hechos ocurridos en Siria, que determine las violaciones de los derechos humanos en aquel país.

Es de esperar que la OTAN tenga cada vez más dificultades para convencer de la necesidad de la guerra humanitaria a los ciudadanos conscientes. Sin embargo, la población europea, empujada a la necesidad por la crisis económica, puede echarse en brazos de las ideologías de extrema derecha y apoyar la guerra como medio para salir de la crisis económica, cargando las consecuencias de sus errores en los países colonizados.

No sería la primera vez que pasara algo así. Evitar un ciclo destructivo, como el que llevo a las dos guerras mundiales en el siglo pasado, es un deber de la ciudadanía consciente y los políticos honestos. La propia Iglesia católica parece haberlo entendido así al elegir un Papa como Francisco I, sustituyendo a Benedicto XVI.

La Conferencia de Ginebra debería acabar con el apoyo de la OTAN a los grupos armados que operan en Siria y un acuerdo entre los contendientes para alcanzar un alto el fuego permanente. No será el caso. Pero las divisiones dentro de las fuerzas opositoras, el enfrentamiento armado entre las propias milicias islámicas, la incapacidad de la inteligencia occidental para dirigir efectivamente esa oposición armada y el veto a la intervención de las fuerzas de la OTAN por parte de Rusia y China, anuncian el declinar del bando opositor al Estado sirio y la victoria de las fuerzas de izquierda.

La presión de la oposición armada, especialmente de las milicias integristas, continuará por algún tiempo todavía en toda la región, como agentes de la política exterior de los Estados del Golfo Pérsico; pero el Estado sirio dentro de un frente del rechazo anti-imperialista, se consolidará con toda probabilidad.

Una vez estabilizado el Estado sirio, para estas fuerzas de izquierda quedan varias cuestiones pendientes en la zona. Entre ellas citaré tres:

1. Se debe pacificar la región erradicando el terrorismo y propiciando una revolución democrática que restituya en la región las alianzas progresistas y laicas entre los pueblos.

2. Se hace necesario aclarar la cuestión kurda y plantear su estatuto nacional, lo que podría redundar en la división de Turkía, Siria, Irak e Irán.

3. Hay que revisar la situación de Israel, que debe convertirse en un Estado palestino democrático, aboliendo su estatus de Estado teocrático y reaccionario. Estas condiciones, que completarán la revolución democrática nacional, todavía sin realizar tras la retirada del colonialismo europeo, serán el fundamento del futuro desarrollo regional hacia el socialismo.

 

 

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IU y Podemos: Los desafios para construir la alternativa

 43-45-3-e4326-150x150Manolo Monereo Pérez , Politólogo

La propuesta realizada por Pablo Iglesias tiene el mérito de abrir el debate en la izquierda para unas elecciones europeas hasta ahora sin alma y sin ideas.

De la iniciativa asombra la audacia: un joven y brillante publicista de la izquierda interpela a la tercera fuerza política del país (IU) y se ofrece, en determinadas condiciones, para liderarla electoralmente, en el marco de una coalición política más amplia a construir. Si a los hombres políticos se les mide por la confianza en sí mismos y por la fuerza de su decisión es claro que estamos ante una persona que dará mucho que hablar en el futuro.

Desgraciadamente, Pablo lo sabe tan bien como el que más, los problemas de IU no son solo de cabecera ni de candidatura, son pura y llanamente de estrategia  política para la necesaria y compleja  tarea de construir la alternativa a la crisis del Régimen nacido en la transición y, más allá, disputarle el gobierno y el poder a la plutocracia que nos domina y aplasta. Este marco es desde donde hay que analizar los dilemas y los problemas de una fuerza política real que trabaja en condiciones extremadamente difíciles y que tiene los defectos y las virtudes  de las izquierdas alternativas europeas realmente existentes.

Quizás, para situarnos en lo concreto, deberíamos comenzar sabiendo desde dónde y cómo IU parte en estas elecciones  europeas, que como es sabido, inauguran un ciclo electoral de tres  años, para, posteriormente, intentar  comprender y encontrar salidas a problemas nada simples y que requerirán decisiones  firmes y contundentes. Cuando se es la tercera fuerza  política del país y referente de una parte significativa y creciente de las clases subalternas no queda otra. Siguiendo  aquello que aconsejaba Danton para las circunstancias excepcionales: Audacia, Audacia y Audacia.

Lo primero, IU es parte del GUE (Grupo de la Izquierda Unitaria Europea) y miembro del Partido de la Izquierda Europea (PIE) como tal tiene un programa común y un candidato único: Alexis Tsipras, presidente de SYRIZA. Lo que se quiere decir es lo siguiente: IU es parte de un proyecto político que agrupa a 36 organizaciones de la izquierda europea que la fortalece  y le permite una coordinación estable y permanente con un espacio social y cultural más allá de las fronteras estatales.

La segunda  cuestión es conocida pero merece la pena detenerse en ella. IU es una organización federal, de carácter programático, donde coexisten partidos políticos estatales y regionales y que, además, esto hay que subrayarlo, está en  un proceso abierto de alianzas con fuerzas soberanistas de izquierda. Para decirlo con mayor precisión y a ser posible con mayor claridad: IU, como realidad y como proyecto, es un archipiélago de las izquierdas existentes y no un espacio único y homogéneo. Eso significa que estructuralmente, por así decirlo, la toma de decisiones es siempre difícil y que el gobierno de las contradicciones es una tarea permanente.

Claro está que esto comporta problemas y tensiones  cuya  resolución exige gran tenacidad y mucho, mucho, tiempo ¿Cómo combinar la pluralidad con la coherencia programática y la necesaria unidad de acción? ¿Cómo organizar mecanismos de decisión que promuevan la participación y que, a su vez, permitan la toma de decisiones en los tiempos reales de la política? IU forma parte de un grupo parlamentario estatal (Izquierda Plural) con Iniciativa y la Chunta y en plataformas unitarias en diversas comunidades autónomas, que pretendemos no solo revalidar sino ampliarlas lo más posible en estas elecciones con nuevas fuerzas como Anova, Batzarre y algunas más; todas ellas, hay que insistir, agrupaciones políticas soberanas e independientes especialmente celosas  de su singularidad, sobre todo, cuando  van en alianza con una fuerza estatal. Debería tenerse en cuenta que la gran apuesta que hace IU aquí y ahora es establecer alianzas estables con las izquierdas nacionalistas, lo que obliga a delicados equilibrios y, sobre todo, pensar más allá de lo estrictamente electoral.

Hablar de primarias en y desde IU obliga  a tener en cuenta esta realidad. Lo que colectivamente se haga debe asumir todas las contradicciones reales e intentar con mucha tenacidad y radicalidad gobernarlas. En lo concreto: se debe respetar a las minorías internas y a las fuerzas políticas soberanas e  independientes que se alían con IU, que legítimamente quieren representación electoral y, a la vez, ser capaces de innovar y tomar nota de la nueva situación social y cultural. La unidad es lucha y conflicto, no la paz celestial. IU es una fuerza real,  eso tiene costes y ventajas: debe tener en cuenta  su dinámica y lógica interna y debe hacerla compatible con las demandas que provienen de nuestra base electoral y, más allá,  de una parte significativa de la sociedad que quiere cambios en la economía, en la política y en los partidos, también en IU.

Hacer primarias en una fuerza como IU no es fácil. Los que las piden desde fueran lo hacen casi siempre con ventaja: saben que no se puede hablar de toda la candidatura, solo de la cabecera de la misma, es decir,  reconocen  que un sistema electoral mayoritario en torno a un  líder no parece demasiado compatible con las dinámicas unitarias, el respeto a las minorías, a las demás fuerzas política aliadas y genera contradicciones no pequeñas con el ideario republicano de la izquierda.

Aún así IU debería responder con audacia e inteligencia a las demandas que vienen de su base electoral y política abriendo el debate en profundidad, facilitando la participación y señalando con mucha precisión y rotundidad su discurso político que no puede permanecer oculto por el debate entre personas.

Las primarias pueden ser una alternativa viable si contribuyen  a ir más allá de nuestros límites actuales, engarzan con la movilización social y, lo fundamental, hacen que el sujeto democrático-popular sea más potente, tenga mas confianza en sus propias fuerzas para devenir  y  ser  poder constituyente.

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