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La revolución en Egipto no ha hecho más que comenzar

186530_1280989971_5597357_n«Los militares egipcios no solo defienden sus privilegios, también los intereses del imperialismo y de las élites regionales del Golfo Pérsico»

NOTAS PARA ACLARAR LA SITUACIÓN EN ORIENTE MEDIO

Miguel Manzanera Salavert
 
La hegemonía mundial en el siglo XXI depende de cómo se vaya a superar la crisis económica en curso; pero también  de la guerra de baja intensidad que la OTAN está desarrollando contra los pueblos de Oriente Medio y norte de África desde hace décadas.

La revolución en Egipto no ha hecho más que comenzar. Y si algo demuestra que la cosa va en serio es la violencia del golpe militar contra la democracia recién estrenada. Después de derrocar a Mubarak, el gobierno timorato y conservador de Mursi, sostenido por los Hermanos Musulmanes, estaba perdiendo rápidamente el apoyo de la población egipcia que aspira a un orden social más justo. Los más de 20 millones de firmas recogidas por el movimiento Tamarrod pidiendo la dimisión de Mursi, eran una amenaza real para la dominación imperialista en Egipto.

La posibilidad de que esa nueva movilización popular derribara el gobierno islamista, abriendo las puertas a una radicalización democrática del Estado egipcio, ha sido el auténtico motivo del golpe de Estado.

Detrás de la violencia estatal se esconde siempre el miedo de las clases dominantes a perder los instrumentos de control social, basados en el consenso social sobre su capacidad de dirigir los destinos de la nación.

Los militares egipcios no solo defienden sus privilegios, también los intereses del imperialismo y de las élites regionales del Golfo Pérsico. Por eso, la intervención militar contra la democracia ha venido a ser apoyada por las monarquías del Golfo y tolerada por la OTAN. Lo que muestra el golpe de Estado egipcio es que el equilibrio regional pende de un hilo.

Tras un siglo de intervención colonialista, 65 años de ocupación de Palestina por Israel y más de 30 años de intervención militar en la región desde la primera guerra del Golfo, Oriente Medio y el norte de África se han convertido en un polvorín, cuyo estallido puede dar un vuelco completo a la correlación internacional de fuerzas políticas.

Lo que está en juego es la lucha por la hegemonía mundial entre el imperialismo de la OTAN y las potencias emergentes, agrupadas en el BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). La guerra de civilizaciones, que programó el estratega del pentágono Huntington , está dirigida fundamentalmente contra la República Popular China, como centro principal de esa agrupación alternativa.

La guerra programada y dirigida desde 1980 contra los países laicos del mundo musulmán –Afganistán, Irak, Libia, Siria-, encubre la real lucha de clases bajo el disfraz de una lucha entre culturas y civilizaciones. Y forma parte de la ofensiva militar contra China que ha sido planificada por el Pentágono desde hace décadas. Pero la OTAN se ha empantanado en un frente donde los amigos de ayer se vuelven fácilmente los enemigos de hoy. La alianza entre integristas y liberales, que ha sido la base de esa ofensiva militar, es muy similar al apoyo a los regímenes fascistas que la OTAN desarrolló durante la guerra fría; pero podría  estar deshaciéndose por los ataques terroristas contra los países imperialistas.

Y también porque es posible que el Estado sirio esté ganando la guerra contra las guerrillas, integristas y liberales aliadas, apoyadas por la OTAN y las monarquías reaccionarias del Golfo Pérsico; lo que podría ser el principio de un proceso revolucionario en toda la región. De ahí que recientemente los EE.UU. hayan instalado drones en la frontera jordana con Siria; aunque no parezca posible que se atrevan a utilizarlos para apoyar a las guerrillas que luchan por cambiar el régimen sirio, constituyen una amenaza que debe paralizar el progreso de las opciones revolucionarias.

Como en todas las guerras, la batalla de la propaganda es esencial para definir las opciones aceptables en el uso del armamento disponible. Por esto, no hay que dejarse confundir por los medios de comunicación al servicio de la OTAN.

Se debe exigir, primero, una condena firme y unánime de las masacres cometidas por el ejército egipcio; segundo, una investigación imparcial y objetiva sobre la represión del Estado sirio y sobre la actuación de las guerrillas y bandas armadas opositoras al régimen; tercero, una evaluación de la actuación de la OTAN en Libia y la condena firme de los crímenes de guerra allí cometidos por la aviación y la armada naval de la OTAN y por las guerrillas que derrocaron al régimen anterior; cuarto, una condena firme de la intervención de la OTAN y sus aliados en Irak y Afganistán, y lo crímenes de guerra allí cometidos; quinto una condena firme de la actuación del Estado de Israel y las violaciones de los derechos de los palestinos; sexto, que todas esas condenas tengan consecuencias penales contra los responsables de haber violado los derechos humanos personales y colectivos.

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Egipto ¿ Una revolución fracasada?

imagesDe «Quilombo»

«El problema es que la apertura del horizonte político que lograron las sucesivas insurrecciones egipcias no se ha visto acompañada por la gestación y consolidación de una nueva narrativa democrática, un nuevo sentido común que parta del «pan, libertad y justicia social», lema que permitía superar las tradicionales dicotomías de la política egipcia: liberales-seculares/islamistas, Ejército/Hermanos Musulmanes, Nación/Islam, etc».

Imagínense que las fuerzas de seguridad españolas, ejército y policía, con apoyo de civiles armados por el Estado, hubieran irrumpido a tiros para expulsar a los que en su día acamparon durante semanas en la Plaza del Sol. Que algunos de los acampados hubieran resistido con armas y barricadas.

Más o menos eso es lo que sucedió el miércoles 14 de agosto en El Cairo, después de que el gobierno interino decretara el fin de las acampadas de Rabaa al Adauiya y la Plaza Al Nahda. Con más de 600 muertos confirmados (cifra que probablemente se queda corta), la masacre del miércoles puede equipararse a otras matanzas cometidas en plazas en tiempos de revolución: Tlatelolco (1968) y Tiananmen (1989).

Aquellas supusieron un punto de inflexión definitivo tras el cual regímenes de partido único reafirmaron su dominio. En Egipto, sin embargo, puede dejar paso a episodios aún más cruentos. Esta masacre sucede a la cometida frente al cuartel de la guardia republicana y a la del 26-27 de julio en Rabaa (80 muertos).

De hecho, la cifra de muertos y heridos ha ido en aumento con cada matanza. Esta vez, y en un solo día, el general Al Sisi y el ministro del Interior, ambos procedentes del anterior gobierno Morsi, habrían provocado prácticamente tantos muertos como Hosni Mubarak durante los 18 días que precedieron a su caída.

Algunos egipcios objetarán que la comparación apropiada con Sol es la festiva y secular Tahrir y no Raaba al Adauiya en Ciudad Nasr, donde al fin y al cabo se sitúa una mezquita. Sol y Tahrir (la de enero-febrero de 2011 y la de junio de 2013) simbolizarían el 99%; Rabaa, a una fracción partidista empeñada en resistir el resultado de la masiva movilización popular que culminó el pasado 30 de junio y que abrió el camino al golpe militar del 3 de julio. Pero la situación es más ambivalente.

Por un lado, los partidarios de Mohamed Morsi, aún inferiores en número a los que aplaudieron su caída, también forman parte de las multitudes egipcias. Al mismo tiempo, los Hermanos Musulmanes constituyen el principal movimiento político organizado prerrevolucionario, némesis y espejo -ahora roto- del Ejército que constituye desde hace más de seis décadas la esencia del Estado egipcio.

Es decir, tanto los Hermanos Musulmanes como el Ejército, cuyo matrimonio de conveniencia ha resultado ser un estrepitoso fracaso, forman parte de la vieja política egipcia.

En este sentido, denunciar al ejército golpista, además de redundante sirve de bien poco si nos negamos a ver cómo una parte no menor de la población que protestó en Tahrir aplaude o justifica una matanza como la del 14 de agosto. Buena parte de los vecinos de Ciudad Nasr no mostraron ningún signo de solidaridad, más bien todo lo contrario.

El Frente de Salvación Nacional -con la notable excepción de Mohamed El Baradei- o los autoproclamados líderes de Tamarrod (como Mahmud Badr) no han dudado en apoyar al gobierno. Badr incluso ha convocado a los egipcios a crear comités de vigilancia y a manifestarse hoy en Tahrir para «apoyar la revolución», es decir, el gobierno. ¿Cómo se ha podido llegar a semejante situación? ¿Por qué las multitudes egipcias no islamistas no salen a las calles para rechazar esta atrocidad? El estado de excepción no fue un impedimento en los últimos días de Mubarak.

Lo cierto es que la capitalización por el Ejército del rechazo de amplios sectores de la población hacia los Hermanos Musulmanes ha devuelto al primer plano el clásico enfrentamiento entre ambas instituciones por el poder del Estado. Ninguna de ellas está interesada en la radicalización democrática que constituye el motor de la revolución. Los Hermanos Musulmanes nunca tendieron puentes a otros grupos sino que se atrincheraron en su sectarismo.

Por su parte, desde los sectores liberales e izquierdistas tampoco se ha querido afrontar la cuestión identitaria que expresa el islamismo, pues al contrario que este último, aquéllos celebran la modernización occidental como factor irrenunciable de progreso, dejando de lado sus aristas más problemáticas, como la dimensión colonial de la que parte. Una disensión no exenta de desprecio clasista frente a los «borregos» del Egipto profundo.

El problema es que la apertura del horizonte político que lograron las sucesivas insurrecciones egipcias no se ha visto acompañada por la gestación y consolidación de una nueva narrativa democrática, un nuevo sentido común que parta del «pan, libertad y justicia social», lema que permitía superar las tradicionales dicotomías de la política egipcia: liberales-seculares/islamistas, Ejército/Hermanos Musulmanes, Nación/Islam, etc.

En lugar de ello, hemos asistido a una fragmentación de afinidades políticas que se afanan por diferenciarse las unas de las otras y por situarse con respecto al enfrentamiento, cada vez más violento, entre el discurso nacionalista-antiterrorista que emana del Estado y el legitimismo que reivindican los agraviados seguidores de Morsi.

La creciente violencia y la confrontación armada no están haciendo sino acentuar las peores pasiones: la intolerancia, la desconfianza, el odio, la búsqueda de chivos expiatorios y de teorías conspiratorias.

Lo que todavía hoy constituye una abigarrada colección de tendencias, posicionamientos e identidades que con frecuencia se superponen según las circunstancias pronto podría acabar reduciéndose al dualismo antidemocrático que desde hace un tiempo promueven los medios privados de comunicación. De confirmarse este lúgubre escenario, entonces sí que habrá que dar el pésame por la revolución.

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Un pueblo que olvida se queda sin presente

Carlos_Martinez_presidente_Attac_Espana(Reflexiones en un hermoso pinar que alberga miles de fusilados por el fascismo. Es decir por los abuelos de los poderosos que ahora nos recortan y vigilan).

Carlos Martínez es politólogo y activista social

Cuando la extrema derecha franquista y la derecha monárquica impusieron a la izquierda “institucionalizable” PCE, PSOE, PSP y nacionalistas entonces de centro, el olvido y el perdón en la transición, convirtiendo la primera amnistía del rey, en una suerte de ley de punto final, sabían ellos- las derechas monárquicas herederas del franquismo-, muy bien lo que hacían.

Por un lado se dejaban  sin juicio a cientos de criminales de guerra, torturadores, delatores interesados y crueles, policías sanguinarios y fascistas con las manos manchadas de sangre. Pero también se amnistiaba de facto altos funcionarios, empresarios y militares corruptos, que no solo y en este caso con toda justicia a presos y presas políticas. De esa forma, personas que habían cobrado “comisiones”, recibido prebendas y dádivas generosas a costa de la igualdad de oportunidades o bien utilizado mano de obra esclava formada por miles y miles de prisioneros de guerra y políticos. Todas esas personas todavía y en muchos casos gozaban en 1978 de buena salud, lucidez, edad carcelaria, saneadas empresas, bancos y riquezas. Pero es que además se dejaba de informar a un pueblo atemorizado, sociológicamente franquista –que no fascista- o indiferente. También con la cabeza lavada por la iglesia católica reaccionaria que en su gran mayoría colaboró con la dictadura.

Si bien, el pueblo de izquierdas, castigado, ofendido y humillado trató de levantar cabeza, pero se le dijo que había que olvidar y perdonar, a los que nunca olvidan ni perdonan –los poderosos, los ultra-conservadores, los ricos monárquicos conservadores-. Tan solo algunas personas, algunos grupos trataron de reivindicar no la memoria, sino incluso nuestro propio presente.

A cambio de una democracia vigilada por los poderes fácticos, una ley electoral con pucherazo incluido y una Constitución con luces sociales, pero sombras jurídicas y políticas. Una monarquía heredada de la dictadura, garantizaba la continuación del súbdito, en lugar de alumbrar al ciudadano y la ciudadana.

Cierto que el pueblo de izquierdas, los sindicatos libres recién legalizados a base de miles de huelgas, despidos, represalias y luchas lograron avances sociales y sobre todo cotas de bienestar y de derechos sociales muy importantes incluso brillantes, arrancándoselas a una derecha en retirada o que deseaba hacerse perdonar o bien se veía obligada a pactar. Por cierto ahora se nos arrebatan todas esas conquistas logradas a partir de finales de los sesenta del siglo pasado, en medio de quejas, sí, pero también de una pasividad pasmosa ante tanto atraco y crueldad. Pasividad tan solo rota por unos cientos de miles de activistas, vistos con simpatía por millones de televidentes que los valoran en las encuestas, pero no se les unen en la calle o en las huelgas.

La transición con sus miedos, sus olvidos y sus negaciones, acabó destilando una izquierda domesticada que pronto en el caso paradigmático del PSOE, pasó al centro-izquierda, para descubrir la modernidad y todo lo más mantener unas cotas de progresismo social y moral, reorganizar el estado e implementar medidas de protección social, pero jamás la transformación, justicia igualitaria y reparto. La misma oligarquía económica enriquecida durante el franquismo, controla hoy en día, verano del 2013, los bancos, el ladrillo, el turismo y todo lo que enriquezca. Una jerarquía católica cada vez más reaccionaria y exigente, jamás está satisfecha con su poder y sus negocios y sigue controlando la educación de la pequeña burguesía e incluso de capas populares gracias a las subvenciones de gobiernos que se creen progresistas. Esos “progresistas” que olvidaron, ahora subvencionan curas y monjas, defienden a los banqueros y hablan de la libertad de mercado y competitividad, como señal de nivelación social. Nada es por casualidad.

El pasado 14 de Agosto unos amigos visitamos los lugares de la represión granadina. Miles de víctimas del fascismo procedentes en su mayoría de poblaciones próximas –Atarfe, Albolote, Maracena, Granada, Fuentevaqueros, Santa Fé, Alfacar etc.- con algunos cientos de miles de habitantes menos que en la actualidad. Cuando se hablan de más de 10.000 ejecutados, pensamos en los parámetros de población actúales y no en los de la época. Si hacemos ese sencillo calculo nos encontramos con que la población granadina fue diezmada o incluso más que diezmada, en el verano de 1936, teniendo en cuanta que más de la mitad de la provincia permanecía en esos momentos, en manos del Gobierno legal de la República y que por tanto esos miles de fusilados, lo eran tan solo, hasta 1939, de la comarca de la Vega de Granada.

En Viznar, lugar de miles de ejecuciones y enterramientos en las cunetas y en fosas comunes por parte de los señoritos falangistas,  el frente republicano y las fuerzas leales y antifascistas estaban en el Peñón de la Mata a unos diez kilómetros en línea recta, o en la Alpujarra a no más de cincuenta. Pero pone más los pelos de punta visitar el lugar de Fuente Grande en Alfacar, a un kilómetro de distancia y también lugar de ejecuciones sumarias criminales y de enterramientos y en en lugar donde entre otros fue asesinado Federico García Lorca, solo hay poesías inocuas aunque muy hermosas o muy lejanas alegorías y ni una reivindicación o denuncia de la causa o del porqué fue el poeta por ejecutado. Ni una denuncia de sus criminales ni una mención al régimen legal de la República. El Parque García Lorca, no hace justicia a los asesinados. Solo banderas republicanas o discursos y actos ocasionales promovidos por personas o colectivos muy determinados, han exigido memoria y reparación.  Es un monumento a la cobarde y olvidadiza transición. Ahora el PP que es su gestor-pues es propiedad de la Diputación- puede celebrar hipócritamente el 18 de Agosto, aniversario del asesinato del poeta sin ningún símbolo que hiera la sensibilidad de los nietos políticos de los que asesinaron al autor del Romancero Gitano.

Pero en el barranco de Viznar, en un cartel reciente, -menos de un año-, se recuerda a los que “ofertaron sus vidas”. Allí ni dios oferto su vida. Allí fueron fusilados en contra de su voluntad miles de sindicalistas ugetistas y cenetistas, socialistas, personas de izquierdas, obreros del campo, republicanas y republicanos, así como autoridades democráticamente electas por el pueblo. Fueron conducidos en camiones y camionetas por la madrugada, por ser fieles a la legalidad republicana, la causa de la clase obrera y no por su iniciativa precisamente. Asesinados con frialdad y enterrados por aterrados y obligados habitantes del lugar. Ruego se cambie el texto del cartel.

Ese es el olvido. Incluso el recordar con miedo. El no decir la verdad. El no querer molestar a quienes nos volverían a hacer lo mismo, si pudieran.

Por eso la memoria hay recuperarla. Se perdieron unos años preciosos. Por eso ahora un pueblo desmemoriado, con la dignidad hurtada y los valores ocultados por sus claudicantes oligarquías políticas, camina sin referencias, sin ancestros, sin ejemplos y encima los nietos de los criminales predican que todos y todas eran iguales fabricando su historia y negando la crueldad sin límites de la dictadura franquista. Franco fue más asesino que Mussolini. Si todos somos iguales y todos somos lo mismo: que gobiernen los ricos, los conservadores, los corruptos, pues ellos conocen los mecanismos del poder y saben lo que hacer.

Ahora se nos fusila robándonos la sanidad, rebajándonos y congelándonos las pensiones, obligando al copago o mejor repago de los medicamentos o enviándonos criminalizados a las colas del paro. Ahora el nuevo exilio son los miles de jóvenes titulados y formados expulsados del  Reino de España por el inútil y rentista capitalismo español.

Por eso me ilusionó recordar que muy cerca de los campos y barrancos de la vergüenza, jóvenes granadinos o llegados desde Alcoy, Cartagena o Valencia, conformaban un frente estable en la sierra de Huetor, en Sierra Nevada o finalmente en Calahonda y resistían enarbolando la bandera republicana, durante casi tres años.

Les enseñe a mis amigos, mi mayor tesoro, las cartas del joven teniente del Batallón Otumba Valero Martínez Blay, recién licenciado en derecho, enviadas desde Guadix o desde el Cortijo de Iznalloz en el término de Deifontes, en el frente granadino. Unos meses después Valero desaparecía en combate en la dura batalla de Brunete, en su batallón-el Otumba- del ejército regular republicano encuadrado en la XIII Brigada Internacional, de la que formaban parte dos batallones de soldaditos españoles, el citado y el Juan Marco.

Por eso como afortunadamente no me robaron la memoria, resisto, igual que tantas y tantos activistas jóvenes que la están recuperando y por tanto rebelándose frente a tanta injusticia pero también miedo y olvido. Además la memoria nos brinda principios, referentes y héroes

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Entrevista a Miras y Tafalla sobre su libro «Una vez más, la izquierda como problema»

descargaDe «El Viejo Topo»

«La revolución democrática es, para nosotros, un proceso en el que se vaya creando un nuevo sujeto social colectivo, como consecuencia de la organización de la gente, en territorios, en barrios, en comunidades, en centros de trabajo, empezando por donde resulte posible, hasta abarcar el conjunto de la sociedad.»

Por Salvador López Arnal

Filólogo uno, historiador el otro, y ambos jacobinos, gramscianos, analistas y estudiosos de los Quaderni, Joaquín Miras y Joan Tafalla son dos pensadores praxeológicos surgidos de la tradición marxista-comunista en nuestro país empecinados en pensar siempre con su propia cabeza. El diálogo se centra en su último libro editado recientemente por El Viejo Topo: La izquierda como problema.

Felicidades por vuestro nuevo trabajo, vuestro nuevo “material” que diría Manuel Sacristán. Empiezo por el título. ¿Por qué “una vez más”? Cuando habláis de la izquierda, ¿en qué izquierda o izquierdas, en qué tradiciones estáis pensando?

La frase del título hace referencia a la semejanza que tiene la actual situación política con la de la transición de los años 70. En aquel momento, un fuerte movimiento obrero y popular puso en crisis una forma de dominación, pero no tenía fuerza suficiente para imponer una solución democrático-popular. Hoy ese viejo movimiento obrero y popular ha sido derrotado, se encuentra en retirada, solo puede librar batallas defensivas, en el ámbito de lo económico-corporativo.

Aparece un nuevo movimiento que está en los inicios, aún sin estructurar, aún poco potente. No existe conexión entre ambos movimientos. La suma de los dos no da la potencia necesaria para vencer en el pulso contra las brutales políticas aplicadas por mandato de la UE. Esa es la diferencia en la sociedad. Pero existe un común denominador: entre 1975 y 1978 la izquierda, las fuerzas democráticas existentes, ante la situación de fin de régimen, comenzaron a moverse tácticamente para aventajar a las demás en la carrera por el poder institucional, abandonaron la movilización, convirtieron el tejido movilizado en caladeros de pesca de voto, instrumentales, etc.

En la actualidad creemos que sucede algo similar. Con el agravante de que las incipientes movilizaciones existentes hoy día se han hecho al margen de esas fuerzas, cuyo interés, cuyos intereses han estado durante más de treinta años en la gestión institucional.

Por lo tanto, nuestra crítica es muy generalizada. En estos momentos brotan no cien flores, ni cien asambleas de base, sino cien candidaturas, amparando su justificación con léxico radical, pero “yendo al grano”.

La izquierda es un problema… ¿para quién? ¿Para la propia izquierda? ¿Para la ciudadanía desfavorecida?

No afirmamos que la izquierda sea un problema para la ciudadanía desfavorecida. Esa es una lectura que toma la parte por el todo. Afirmamos que la izquierda actual, al margen de los esfuerzos honestos y denodados de miles de militantes, no es la solución. Y si no cambia radicalmente de cultura política, si no vuelve a empezar, no llegará a ser parte de la solución.

La ciudadanía necesita una izquierda que contribuya desde la modestia, desde el segundo plano y, esto es muy importante, desde su experiencia –la izquierda, en sus diversas versiones, cierra los ojos a lo que le dice la terrible experiencia histórica del siglo XX-, a la constitución de un movimiento democrático y popular, a la constitución del pueblo trabajador en pueblo soberano capaz de luchar, de organizarse, de deliberar y de crear una nueva cultura.

La izquierda, las fuerzas políticas de izquierda, deberían ser sirvientes de las necesidades de las clases populares. Se comportan sin embargo, como eternos y frustrados aspirantes a amos. La oligarquía por su parte siempre ha entendido cuál ha de ser el verdadero papel de sus partidos orgánicos; la derecha siempre ha sabido que los políticos son sus servidores, que ministro, diputado, comisario quiere decir esclavo/esclava, servidor.

En vuestra opinión, en el territorio comprendido dentro de la Unión europea, os cito ahora, “el capital financiero e industrial alemán, tras una larga marcha, ha conquistado el espacio vital (Lebesraum) que la geopolítica alemana de los años veinte del siglo pasado consideraba imprescindible para darle un rol hegemónico en Eurasia. Una conquista de evidentes características neo-colonizadoras de los territorios periféricos de la Unión Europea.”. ¿Estamos en eso? ¿Qué espacio vital se abarcaría? ¿Sólo el capital financiero e industrial alemán?

Creemos que lo que se dirime en este periodo es un nuevo orden económico social, cultural, ideológico y político impuesto por el capitalismo tras la caída de su enemigo, el bloque del este. A partir de ese momento el capitalismo se desembrida, crea nuevos instrumentos y medios de control sobre la economía, en primer lugar, y sobre los demás ámbitos de la vida.

En Europa se produjo en principio una pugna por el liderato de la nueva época, entre Gran Bretaña, que decidió quedar al margen, Francia y Alemania. No cabe duda sobre quién ha sido el vencedor. El diseño de la moneda única obedece a los criterios y necesidades impuestos por Alemania. Y en torno a Alemania se han unido algunas otras potencias económicas sin peso para ser protagonistas en el diseño del proyecto como Holanda.

Esto no quiere decir que Francia no trate de preservar sus intereses, pero hoy (mayo de 2013) su posición es una posición subordinada. Lo esencial, nos parece, son las relaciones de carácter imperialista entre el país centro (Alemania) y las colonias (los países periféricos de la UE). Se trata de una situación que exige una lucha por la liberación nacional y democrática.

España debe salir de la UE y del euro. Se trata de la condición necesaria para salir de la trampa que lleva a los pueblos de España al expolio, a la dependencia, a la miseria y, como colofón (muy clásico por otra parte) a una confrontación entre ellos que sustituye la lucha contra el enemigo común. Para nosotros, no existe soberanía popular ni española, ni catalana, ni vasca, etc., sin liberarse del euro y de la UE.

Las centrales sindicales mayoritarias, os cito de nuevo, “mostraron a los trabajadores que la resignación y la sumisión era la única vía para poder trabajar” (y ello sin que las minoritarias o las sucesivas y localizadas escisiones de CCOO pudieran y/o supieran revertir este proceso). ¿Han traicionado a la clase obrera entonces? ¿Son en vuestra opinión instituciones perversas de las que nada se puede esperar?

Nos reclamamos del origen heroico y glorioso de las comisiones obreras. Una característica de las actuales burocracias dirigentes es servirse de este patrimonio de luchadores y luchadoras para legitimar su actual subordinación a los planes del la oligarquía. No hablemos ya de UGT.

La imposición verticalista y antidemocrática del Pacto de la Moncloa marcó un antes y un después. La imposición de ese Pacto significó el aplastamiento de la cultura de lucha creada en durísimas condiciones entre finales de los años 50 y 1976-77. Las centrales sindicales, constituidas como tales, durante la transición perdieron toda autonomía de clase, toda práctica democrática, todo el carácter socio-político.

Fueron cooptadas y, en gran parte, corrompidas. Se transformaron en instituciones sin cuyo compromiso no hubiese existido el régimen a cuyo ocaso o crisis asistimos. El último ejemplo de esa actitud de sumisión y de falta de perspectiva socio-política ha sido el llamamiento de Toxo y Méndez el pasado primero de mayo a consolidar el régimen decadente con un gran pacto social, en lugar de estimular la lucha por un cambio político democrático, por derribar el gobierno del gran capital y abrir con ello la posibilidad de otro modelo de desarrollo justo social y ecológicamente.

La lucha por la democracia precisa de un sindicalismo de clase, democrático, socio-político, autónomo de la patronal y del estado. Pequeños y dignos sindicatos lo están intentando desde hace muchos años: COBAS, SAT, Corriente Sindical de Izquierdas, Sindicato ferroviario, IAC y muchos otros. Comprendemos que hay empresas o sectores donde los compañeros no puedan hacer otra cosa que “aprovechar las condiciones legales” y deban trabajar dentro de los sindicatos del régimen.

Pero si se afirma que debe surgir un nuevo régimen democrático y popular, más pronto o más tarde deberá surgir una nueva confederación sindical de clase y democrática. Y la tarea deberían haberla emprendido ya los mismos sectores honestos que aún trabajan dentro de ese sindicalismo vertical.

Los últimos episodios en IU, señaláis en vuestro material, “son la transformación del llamamiento electoral a la rebelión en una política de apoyo a la gobernabilidad de Extremadura por parte del PP”, y, en el caso de Andalucía, a “la aplicación de los recortes impuestos por la troika eso sí, “por imperativo legal”. Os comento lo de Extremadura: ¿pero no es eso lo que quisieron, lo que discutieron, lo que votaron y apoyaron los propios militantes de la organización enfrentándose, por cierto, a la dirección federal de IU?

En un primer nivel la respuesta es otra pregunta: ¿de veras eso es lo que quiso el electorado que votó a IU en Extremadura? En un segundo nivel, y aceptado que así fuera, se plantea entonces la cualidad moral de los dirigentes.

Respecto de este tema, o del racismo, o de cualquier otro asunto político, uno no puede evitar, de entrada al menos, que el votante tenga ésta o aquella opinión, ésta o aquélla preferencia. Pero uno sí puede preferir y optar por no ser quien la gestiona. Si de responsabilidad hablamos, ésa es la responsabilidad de un individuo de izquierdas. Presidentes hubo que dimitieron por no firmar una pena de muerte, y nos parecen ejemplos imborrables.

En un tercer nivel: esto muestra los límites y la impotencia de entender la política como proceso electoral, no como organización y debate constante de las clases subalternas. El lema electoral de IU “¡Rebélate!” se transformó en Extremadura en un gobierno del PP y en Andalucía en la gestión de los recortes “por imperativo legal”.

Habláis de una revolución democrática a pesar de que, apuntáis, “el demos no está aún por la labor”. ¿Qué es eso de una revolución democrática? ¿No es la misma idea que difunde y apoya el Frente Cívico Somos mayoría?

La revolución democrática es, para nosotros, un proceso en el que se vaya creando un nuevo sujeto social colectivo, como consecuencia de la organización de la gente, en territorios, en barrios, en comunidades, en centros de trabajo, empezando por donde resulte posible, hasta abarcar el conjunto de la sociedad.

Este tipo de proceso tiene sus tiempos, habitualmente lentos y, para ser democrático, solo puede darse de abajo arriba. Parte de la experiencia real de las gentes, permite que la gente haga su experiencia política y transforma a las clases subalternas en sujeto social y político creador de una nueva cultura y, consiguientemente, de un nuevo estado.

Su calendario y agenda deben ser autónomos de los calendarios y agendas heterónomos, es decir, elaborados e impuestos desde fuera. Concretamente, su calendario no debe depender del calendario electoral ni de las impaciencias electorales de las vanguardias externas al proceso democrático de constitución del sujeto político.

Este movimiento aún no existe (aunque en Catalunya existen pequeños embriones que se mueven en unas pocas localidades) y no puede tener en consecuencia visibilidad política. La idea de revolución democrática es el Allonsanfan que recorre Europa desde hace 224 años y es lógico que entre las gentes de la izquierda haya coincidencia en ella como objetivo. Solo que lo que para unos puede parecer lo urgente a otros nos parece que bloquea lo necesario.

Habláis del inicio de un proceso falsamente soberanista que reclama para Catalunya estructuras de Estado dentro de la UE. Para vosotros, añadís, no existe soberanía posible dentro de la UE. ¿Por qué no es posible? ¿Cómo hay que situarse en ese proceso soberanista?

Creemos que soberanía es capacidad de decisión y control sobre la vida económica y social de una sociedad determinada. Sin posibilidad de control democrático sobre la moneda, sobre las políticas económicas a desarrollar, sobre los presupuestos económicos del estado, hablar de soberanía es un sarcasmo.

Por otra parte, el proceso soberanista catalán adolece de lo que adolece toda actividad política que piensa la política solo como acción institucional y competencia electoral con otras fuerzas, en lugar de plantearse la política como actividad de organización directa de la gente en su territorio, de abajo arriba, a partir de su experiencia política, sus deliberaciones y sus criterios.

El institucionalismo en lugar de convertir a las fuerzas políticas en unificadoras de sociedad las convierte en nuevas instituciones en competencia con las anteriores

Hablando de soberanía, afirmáis que ésta no debe radicar en “la nación” o en el parlamento, sino en el pueblo, “como sujeto organizado, activo y operante, con capacidad de decisión sobre sí mismo y su creatividad cultural”. ¿De qué pueblo estáis hablando? En nuestro caso, en España, ¿cuál sería el pueblo soberano?

Esta pregunta puede ayudar a comprender mejor nuestra posición sobre lo que sea o no revolución democrática. Sin prejuzgar a priori si esta o aquella fuerza comparten o no nuestra opinión. Para nosotros la democracia es el nombre de un movimiento organizado, estable, capilar, constituido por las clases subalternas para protagonizar la actividad político cultural, para protagonizar su vivir.

Las clases, el pueblo, los bloques sociales, a priori no existen, se crean se organizan o forman. Pueblo soberano en ciernes lo sería el movimiento en proceso de autoconstitución que surgiera de entre las clases subalternas. No podemos creer que el universo electoral de votantes sea pueblo soberano por el hecho de votar. De hecho, tampoco lo considera así la actual constitución, que precisamente por ser de corte liberal, declara que la soberanía radica en el parlamento.

Cuando habláis de un nuevo modo de hacer política, ¿de qué nuevo modo estáis hablando? ¿Qué sería eso de la transición hacia un nuevo régimen político de carácter democrático popular?

Habitualmente se considera que hacer política es plantear al votante un programa en el que se enumera una serie de acciones que determinado partido desarrollaría desde las instituciones políticas, si se le votase. Nosotros consideramos, primero, que el centro de la política debe ser constituir un movimiento de masas que trate de organizarse como poder capilar en la vida cotidiana.

No reducimos la política a la actividad estatal, porque nos negamos a aceptar la arbitraria separación entre estado y sociedad civil. Estado es todo instrumento que crea un orden social y cultural y estado es por tanto la actividad producida por ese instrumental, esto es, la cultura material de vida organizada.

En segundo lugar, desde Rousseau, Robespierre, Saint-Just, Babeuf o Buonarroti, sabemos que la representación es el mecanismo mediante el cual las élites secuestran la soberanía del pueblo. Sabemos que la ficción democrática dura el tiempo que media entre la apertura y el cierre de los colegios electorales.

La democracia entendida como pueblo soberano desconfía de sus representantes: les impone un mandato imperativo, divide su poder, limita su mandato, les impone rendiciones de cuentas periódicas, los revoca si vulneran el mandato del pueblo. Ese, más que un nuevo modo de hacer político es un modo clásico, es “la libertad de los antiguos”, es la tradición de la democracia jacobina que fue abandonada por la socialdemocracia a finales del siglo XIX. Aquí también cabe la idea de que de lo que se trata es de “volver a empezar”.

Perdonad que insista en este punto. Nadie sino el Pueblo puede hablar en nombre del Pueblo. En este principio se basa la Democracia señaláis. ¿Cómo habla el pueblo de sí mismo? ¿A través de qué proceso, con qué organización si fuera el caso?

La libertad pasó como una tormenta”, dijo Saint-Just. Las ocasiones en que el pueblo ha hablado de sí mismo han sido, históricamente pocas y han durado poco tiempo. Pero nos continúan iluminando, continúan explicándonos qué debemos perseguir y, sobre todo, cómo debemos hacerlo. El colapso de estas breves experiencias nos muestra también qué cosas no se deben hacer. Nos señalan qué cosas no debemos repetir. Pero con Neruda nos podemos lamentar: “…es tan largo el olvido!”.

¡Claro que el pueblo puede hablar de sí mismo! ¡1793, 1871, 1917-21, 1936 son algunas de las ocasiones recientes en que lo ha hecho! En cada una de esas ocasiones dejó de hablar por sí mismo, dejo de hablar de sí mismo cuando una determinada elite secuestró su poder, le arrebató la soberanía y se puso a gobernar en su nombre.

Quienes nos critican suelen recordarnos la tesis XI sobre Feuerbach. Siempre olvidan la tesis tercera: el educador debe ser educado. Que para nosotros quiere decir: no existe proceso democrático que quiera comenzar y crea consistir en que unos dirigen y otros siguen –no ponemos “obedecen”-.

Sólo caracterizamos como democrático aquel proceso que propicie la creación de experiencia de vida activa entre los subalternos, su transformación en sujeto activo y operante, su autonomía. Rechazamos categóricamente dar el nombre de democráticos a aquellos movimientos integrados y dirigidos por “especialistas” de la política, ni a aquellos que se plantean como meta única la gestión institucional de lo existente.

¿Qué caracteriza esa democracia sustantiva de la que habláis? ¿Cuál es su sustantividad? ¿Por qué nuestras llamadas “democracias” no lo serían?

Democracia sustantiva es una definición clásica que se basa en la noción de que no hay democracia donde el demos no detenta el poder. Un poder que no es solo el de la institución burocrática del aparato del estado, sino el del conjunto de la sociedad que, en cada una de sus más mínimas expresiones, es Estado. Ese poder lo detenta el pueblo creando con su ethos el mundo de vida, la cultura o eticidad, y deliberando las leyes –la legislación no se delega- y eligiendo, de diversas formas, y controlando, a los magistrados mandatados para gestionar la ley.

Es una realidad en la que el poder de control sobre la vida diaria, sobre la vida cotidiana, está en todo o en parte –según el movimiento organizado y su peso- en manos de ese movimiento capilar estable. Los regímenes existentes en Occidente “se llaman democracia y no lo son”. Tras Thermidor, todos los regímenes constituidos en occidente, lejos de ser democráticos, se constituyeron en un largo proceso de “revolución pasiva”, cuyo objetivo era neutralizar e integrar las conquistas de los pueblos, como por ejemplo, el sufragio universal.

Se trata de regímenes constitucionales liberales –representativos donde no existe mandato imperativo, donde el soberano legal son los representes y no el pueblo. Eso por no hablar del soberano real constituido por una fina capa de poderes económicos, militares y religiosos. Son regímenes donde el pueblo no puede controlar, ni limitar el poder de los mandatarios, por que las leyes lo prohíben. Denominar estos regímenes como democracia es una concesión verbal que entraña la derrota del pensamiento democrático surgido del año II la revolución francesa.

Nuestras democracias no parten de movimientos de masas cuyas tupidas redes organizativas luchen por el control sobre el vivir para crear en lucha un vivir libre. Restringen la política a la actividad ingenieril desarrollada desde las instituciones político administrativas y conciben la participación política como el voto en las elecciones por parte de una ciudadanía –si así se la puede denominar- atomizada.

Nuestro programa, afirmáis, “solo puede ser ayudar al nacimiento de un Pueblo real, una Voluntad Soberana, práxica, existente, que en la medida que exista hace innecesario ningún motor de arranque”. Pero el nacimiento de un pueblo real, de esa voluntad soberana, ¿no puede ser posibilitada por la elaboración colectiva de programas de unión, que acerquen a las gentes, que nos aproximen a todos, que marginen puntos de desunión?

Comenzar la casa por el tejado nunca da resultado. Y lo estamos viendo. En Catalunya desde septiembre de 2012, los programas de la izquierda se multiplican, florecen las candidaturas, por doquier personalidades abnegadas consideran llegado el momento de someterse a la dura prueba del servicio. En los ultimísimos meses aparecen fenómenos similares en el resto de España.

Y desde luego, nadie tiene por qué no presentarse como candidato. Pero nosotros creemos que ahora lo que toca es asumir que alguien –“álguienes”- ha de ser estiércol que abone en silencio la realidad social, para que haya futuro. Ser estiércol hoy, tal como escribía Antonio Gramsci. Fuera de esta tarea todo nos parece vanidad.

Publicado en la revista El Viejo Topo

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En las movilizaciones sociales germina una política joven anclada en la participación

1Rauber«…El peso de la vieja cultura que asecha la mentalidad y las prácticas de la izquierda partidaria, se hace presente a la hora de interpretar los acontecimientos. Son muchos los partidos de izquierda que persisten defensivamente en su ceguera escudados en viejos tabúes de desconfianza porque, según dicen, “nadie los controla”, “no hay organización ni dirección”.

Isabel Rauber,Doctora en Filosofía y activista social Latinoaméricana

Indo-afro-latinomérica tiene rostro de pueblos en luchas y resistencias, parapetados en barricadas y en rutas cortando el paso al saqueo, a la exclusión y a la muerte, defendiendo la vida en todas sus dimensiones. Así ha sido por siglos y así es en el presente. Pero no siempre en las mismas condiciones, ni situaciones, ni con las mismas tareas o desafíos.

El siglo XX puede definirse como el siglo dictatorial marcado por represiones y muertes de militantes del campo popular. Las organizaciones sociales se desarrollaron entonces en gran cercanía con las organizaciones políticas revolucionarias, y no pocas veces, nacieron bajo su inspiración o labor de base. Lo conspirativo-defensivo marcó el estilo de hacer política, la organización de sus actores y las interrelaciones entre ellos. Pero el tiempo de dictaduras saltó por los aires con las luchas de los pueblos que hicieron posible las aperturas democráticas. La caída del sistema socialista, abrió un período de confusión y desasosiego en las filas de gran parte de la izquierda político partidaria que fue aprovechado por el neoliberalismo triunfalista para impulsar sus feroces y regresivas políticas de saqueo prometiendo el advenimiento de un dulce y prospero futuro luego de la “necesaria” etapa inicial de “dolor y dureza”.

Sin esperar por los partidos de izquierda y sus directivas, los sectores populares, además de los siempre presentes movimientos indígenas, se levantaron prontamente para denunciar y resistir a tales políticas; en algunos territorios nacieron, crecieron y se consolidaron amplios y poderosos movimientos en campos y ciudades. En sus luchas construyeron articulaciones, experimentando la potencialidad de un actor colectivo capaz de constituirse en sujeto político de los cambios.

En las resistencias de las poblaciones de los barrios periféricos de las grandes ciudades (Santo Domingo 1984), en el levantamiento de Chipas (México, 1994), el Caracazo (Venezuela, 1989), la “guerra del agua” y las “guerras del gas” (Bolivia, 2000 y 2003), los levantamientos indígenas de (Ecuador, 2000), la constante recuperación de tierras por el MST (Brasil), el surgimiento de la central de Trabajadores Argentinos y los posteriores levantamientos piqueteros (Argentina 1991-2002), entre muchos otros ejemplos, germinaron nuevos sujetos socio-políticos y también una nueva dimensión de la política enraizada en lo social y sus luchas, con capacidad para cuestionar el poder establecido y disputarle la hegemonía política y cultural.

Lo reivindicativo revela su contenido político

Como nunca antes, las luchas reivindicativas mostraron en este período su rostro raizalmente político, es decir, cuestionador del sistema político, económico y social desde abajo. Pero en las filas de la izquierda partidaria faltó capacidad y sensibilidad para captar esta cualidad política revolucionaria presente en las luchas sociales; no era su práctica. Ello les impidió sumarse desde el inicio a la gesta de los movimientos, descubrir y poner de manifiesto los nexos comunes entre las distintas problemáticas y luchas sectoriales en aras de promover la articulación (convergencia) de las problemáticas sectoriales y de sus actores.

La convergencia supone, a la vez, la construcción de una subjetividad colectiva común, que es la que –en determinado momento , posibilita superar lo sectorial-corporativo y obrar colectivamente por objetivos sociales.

Así ocurrió, por ejemplo, en Bolivia, con la formación del MAS, concebido por un conjunto de movimientos indígenas y sociales como su instrumento político para viabilizar las propuestas sociales, convertidas en agenda colectiva en las articulaciones y convergencias construidas por los diversos actores sectoriales en interacción permanente en jornadas de resistencias y luchas y en la elaboración de propuestas superadoras del estado de cosas.

Desde abajo, es decir, desde la raíz de los problemas reivindicativo-sectoriales, intersectoriales o sociales, con el protagonismo de los propios actores sociales emergía con fuerza una acción política nueva, no dicotomizada de lo social sino integradora, con clara vocación re-totalizadora de la sociedad fragmentada.

Un nuevo tiempo político: marcado por la emergencia de gobiernos populares y revolucionarios

Así fue como en diversos territorios de este continente los pueblos en lucha y sus movimientos abrieron posibilidades políticas para disputar y ganar gobiernos participando en elecciones, inaugurando con ello un nuevo tiempo político: el de la emergencia de gobiernos populares y revolucionarios, con las nuevas responsabilidades y tareas que ello implicaba e implica para movimientos, partidos y ciudadanía.

En su corta trayectoria, las experiencias en curso evidencian que el acceso al gobierno nacional puede dotar a los pueblos de una herramienta política clave para desarrollar/estimular procesos de empoderamiento colectivo capaces de impulsar el proceso socio-transformador. Pero también pone de manifiesto la posibilidad de quedar atrapados por la lógica superestructural y técnica.

Un gobierno revolucionario no puede limitarse a hacer una “buena administración”

Participar de las elecciones para acceder a espacios/fracciones del poder existente, limitándose luego a ejercerlo “correctamente”, ocupando los espacios parlamentarios o gubernamentales correspondientes nacionales o locales , sin hacer de estas instancias institucionales herramientas puestas en función del cambio social y del poder, reduce –hasta anular la perspectiva transformadora.

Es central tener presente que esta opción no constituye el camino electoral para la “toma del poder”, es parte de una nueva concepción (y prácticas) de transformación social. De ahí la importancia que en estos procesos tiene la participación popular desde abajo, dentro y fuera de las instancias gubernamentales y estatales. Puede afirmarse que las revoluciones democráticas culturales en marcha son proporcionalmente idénticas a la participación protagónica de sus pueblos en ellas.

No se avanza con una sumatoria de medidas superestructurales por muy justas y razonables que estas sean. Hay que construir protagonismo popular como base política (auto)constituyente del sujeto político colectivo y esto solo puede lograrse forjándolo a cada paso y en cada paso. El aprendizaje como la enseñanza comienza en las prácticas cotidianas. Educar en lo nuevo comienza por desarrollar nuevas prácticas, dando el ejemplo; clave pedagógica vital de las revoluciones desde abajo.

Impulsar revoluciones desde los gobiernos pasa por hacer de estos una herramienta política revolucionaria: desarrollar la conciencia política, abrir la gestión a la participación de los movimientos sociales y sindicales, de los movimientos indígenas, de los sectores populares, construyendo mecanismos colectivos y estableciendo roles y responsabilidades diferenciados, para cogobernar el país.

La fortaleza de los gobiernos populares radica en su profunda y creciente articulación con los pueblos, con los actores sociales, construyendo de conjunto mecanismos que acorten las distancias entre representación política y protagonismo social.

Esta es la verdad que cristaliza en las calles, marcando la presencia de la conciencia sociopolítica popular hoy: no basta con acuerdos superestructurales para gobernar (Brasil), no basta con que las decisiones sean correctas (Bolivia), no hay que someterse a los designios del mercado (Chile), no se aceptará la mentira como verdad (México)… Los movimientos sociales y particularmente los jóvenes del continente, ponen sobre el tapete la impronta política de este tiempo: la participación.

Se trata de avanzar hacia nuevas institucionalidades, modos y vías de ejercerlas; abrir las puertas del gobierno y el Estado a la participación de las mayorías en la toma de decisiones, en la ejecución de las mismas, y en el control de los resultados, en la medida que la construcción política y la transformación de las bases jurídicas de las instituciones estatales y gubernamentales lo posibilite. De ahí el papel central de las asambleas constituyentes en estos procesos.

El papel fundamental de las Asambleas Constituyentes

Resulta central la realización de asambleas constituyentes. De ellas emana el sustrato jurídico, político y social para abrir paso a una nueva institucionalidad, engendrada embrionariamente en los procesos de luchas sociales, abanderados por la resistencia, el empuje y los reclamos históricos de los pueblos de este continente (con sus organizaciones sociales y políticas), en primer lugar de los pueblos indígenas originarios y sus comunidades.

Obviamente, las asambleas constituyentes no son el motor del cambio. Los pueblos han de prepararse para plasmar en ellas sus puntos de vista, proponiendo y defendiendo contenidos acorde con sus intereses y su proyección estratégica. Pero en esto, como en todo, es importante tener presente que el cambio de sociedad es procesal: Habrá que hacer tantas asambleas constituyentes como lo vaya reclamando y posibilitando la profundización y radicalización de cada proceso, marcado en primer lugar por las condiciones específicas y por la maduración política del actor colectivo.

En las movilizaciones sociales germina una política joven anclada en la participación

Sumándose a las experiencias de las grandes jornadas de luchas populares contra el neoliberalismo, las masivas movilizaciones recientemente ocurridas en México, en Bolivia, en Brasil, en Chile, en Colombia, han puesto una vez más en el quehacer político la impronta de la participación sociopolítica de los movimientos indígenas y sociales, del pueblo trabajador y de las juventudes en particular.

Ellas anuncian claramente la irrupción de una política joven, que no puede equipararse con algunos intentos de maquillar la vieja política y sus estructuras partidarias “con presencia de jóvenes”, aunque estos son sin dudas un pilar esencial del nuevo sujeto colectivo.

Hay avances significativos en esta dirección, sobre todo en los procesos de Venezuela (Consejos Comunales, Gobierno de Calle), y en Bolivia (revitalización de las asambleas de base como dinamizadoras de las transformaciones sociales, rectificación de medidas –aunque justas no comprendidas por una parte de la población; la construcción desde las comunidades del estado plurinacional intercultural).

En el caso de Brasil, las movilizaciones recientes, las multitudes de jóvenes en las calles pusieron al desnudo las debilidades del sistema político partidario que asumió el PT, mezclando viejos dogmas de la izquierda con las exigencias del establishment y sus tentadoras alianzas y acuerdos por arriba en aras de sostener la “gobernabilidad”. Rechazando esto, cuando todo parecía brillar y marchar sobre ruedas, la juventud salió a increpar a “la razón política” imperante haciéndose oír en las calles.

Desde allí, la ciudadanía movilizada recupera socialmente –de hecho la política, anquilosada en aparatos partidario-estatales-gubernamentales. Con su accionar rebasa a los partidos políticos tradicionales de derecha, de centro, y también de la izquierda; los manifestantes expresan claramente: ¡queremos participar!

Revitalizan así el corazón revolucionador de todo proceso de cambio social popular: la participación de los de abajo en las decisiones gubernamentales estatales y en la ejecución y control de las políticas públicas.

Quitarse las anteojeras

A pesar de la contundencia de su realidad y mensaje, el peso de la vieja cultura que asecha la mentalidad y las prácticas de la izquierda partidaria, se hace presente a la hora de interpretar los acontecimientos. Son muchos los partidos de izquierda persisten defensivamente en su ceguera escudados en viejos tabúes de desconfianza porque, según dicen, “nadie los controla”, “no hay organización ni dirección”.

No toman nota que esto es, exactamente, lo que está mostrando (y reclamando) la juventud en las calles: Abrir las compuertas de la política y de las organizaciones políticas, transformándolas, abriéndolas a la participación de los diversos sujetos, es el anhelo que late en el corazón de los reclamos.

No es un detalle insignificante que esta historia pueda escribirse apenas mencionando a los partidos de izquierda entre los protagonistas. Y ello tiene que ver tanto con las conductas políticas del pasado reciente como con las del presente, agravadas en este caso, si estas izquierdas gobiernan o son parte de gobiernos, puesto que –sin dar cuenta de los cambios- trasladan a estas instancias sus antiguas anteojeras político-culturales: respecto de la acción política (por arriba), y respecto de la organización y conducción políticas, sosteniendo criterios vanguardistas que (auto)otorgan a las élites políticas la capacidad de “saber” lo que hay que hacer, y dejan a las mayorías “alienadas” o sectorializadas y sus movimientos las luchas reivindicativas inmediatas.

Es el mismo esquema piramidal, jerárquico y subordinante que la izquierda partidaria sostuvo en el siglo XX, sustentado en el presente como si nada hubiese ocurrido ni cambiado.

Por mucho que los representantes de tales partidos evoquen a Lenin creador del partido revolucionario “de nuevo tipo”, pensado por él en virtud del sujeto, las condiciones y las tareas de su época , está claro que Lenin se espantaría al ver que, en más de un siglo, a pesar de los grandes cambios ocurridos en el sistema-mundo ahora bajo el dominio global del capital, las “vanguardias” de izquierda no modificaron los criterios básicos de su organización político-partidaria para que esta sea convergente con los sujetos, las tareas de este tiempo y las condiciones (objetivo-subjetivas) de transformación revolucionaria de las sociedades en el presente.

Resulta casi una obviedad decir esto, pero es parte de la realidad. Y ciertamente, constatar este anquilosamiento es más impactante aun en este continente, donde las luchas sociales y el quehacer político protagonizado por diversos movimientos sociales, indígenas, sindicales, urbanos y rurales, marcaron el rumbo y el camino de lo nuevo y –con ello , crearon también las condiciones para que la izquierda partidaria (tradicionalista) modificara sus conductas y posicionamientos políticos. Es parte de sus actuales retos.

Superar la falsa dicotomía: “partidos o movimientos”

Las anteojeras político-culturales de esta izquierda influyen en las lecturas que hacen de la realidad social, sus dinámicas y actores, convirtiéndolos en obstáculos para lo que según sus prejuicios se “debe hacer”. Revitalizando la falsa y vieja dicotomía entre lo social-reivindicativo-sectorial y lo político, interpretaron que la irrupción protagónica de los movimientos sociales en Indo-afro-latinoamérica en defensa de la vida, era una “amenaza” para su condición de “vanguardia”.

Ciertamente la ponía en jaque, pero no por “imponerse”, sino porque reclamaba –de hecho abrir las compuertas de la política al conjunto de actores sociopolíticos. Sin embargo, lejos de ello, la nueva realidad abrió cauces a una nueva fractura: entre los partidos de izquierda y los movimientos indígenas y sociales, fractura que se expresa en sus articulaciones locales, nacionales y continentales, y que ha dado lugar a la formación y permanencia, por un lado, del Foro de San Pablo (sin movimientos) y, por otro, del Foro Social Mundial (sin partidos).

Construir un foro continental de articulación socio-política

En este sentido, el desafío es –además de mantener los espacios específicos constituidos , construir ámbitos de articulación, coordinación y conducción política conjunta entre los actores sociales y políticos, dando pasos concretos que impulsen los procesos de conformación constitución del sujeto sociopolítico colectivo, en cada país y también en el ámbito continental. Y esto poco y nada tiene que ver con la actual propuesta-invitación del Foro de Sao Paulo a los movimientos sociales para que se agrupen y constituyan “un capitulo” en el seno del Foro.

Tanto para partidos de izquierda como para movimientos sociales es tiempo de superar fragmentaciones y rivalidades estériles. No se trata de quién es “mejor”. Las críticas a los partidos de izquierda no persiguen su desaparición, ni su sustitución por los movimientos; no se trata de una actitud “contra los partidos”, aunque posiblemente algunos sectores así lo entiendan.

Lo importante en este aspecto es tomar conciencia de que las rémoras emergen de las prácticas cotidianas de cada sector (político y social) y que, por tanto, es desde ahí que empieza a construirse el cambio: en las dinámicas e interrelaciones cotidianas entre partidos de izquierda y movimientos indígenas y sociales, construyendo conjuntamente, en cada lugar, las convergencias: mesas de trabajo colectivo, interconsultas, propuestas intersectoriales, coordinaciones, etc.

No hay forma de aprender a articular y coordinar como no sea articulando y coordinando. Vale decir que este es también el camino de la cimentación de confianzas mutuas, aspecto que –en el quehacer político actual , ocupa un lugar central.

El desafío político de la articulación va más allá de una asignación de roles y delimitación de espacios entre partido y movimientos. Articular a los diversos sectores y actores sociopolíticos, implica también articular sus problemáticas aparentemente inconexas entre sí, sus identidades y subjetividades, sus modos y caminos diversos de participación política, que nace en el quehacer de las comunidades campesinas y se extiende hasta las redes sociales virtuales. No es una suma, es una multiplicación. Y ello solo puede lograrse a partir de la participación plena de todos y cada uno de los actores sociales y políticos.

Articular alude a reunión, pero en lo que hace a la construcción de un sujeto político colectivo, esa reunión supone construir las convergencias en aspectos claves articuladores, que conjugados ponen al descubierto el origen social sistémico de los problemas de unos y otros, y buscan caminos conjuntos para encaminarse a su superación, solución etc., impulsando procesos de cambio social.

Pero esto no cabe en una concepción que sostiene criterios y prácticas de relación vertical y jerárquica, en la que los partidos confunden capacidad de dirección política, con que sean ellos los que deciden, los que dicen qué y cómo.

Por eso para la izquierda partidaria el mensaje de las movilizaciones sociales y la presencia multitudinaria de jóvenes en las calles, es claro: urge quitarse las viejas anteojeras acerca de la política y sus actores protagonistas, acerca de los modos y ámbitos de de interrelación, de creación de conocimientos, propuestas y programas políticos.

Un nuevo tipo de conducción política es necesaria

Es vital dar cuerpo a modalidades de interrelación horizontal entre partidos y movimientos; estas apuntan a transformar precisamente el viejo esquema jerárquico piramidal. Lo horizontal no alude a una forma organizativa ni la propone; es un principio de igualdad de capacidades entre actores-sujetos, en aras de construir una interrelación dialogal entre pares.

Este principio ha sido hasta ahora subestimado y desestimado por los partidos de izquierda, quienes redujeron el planteamiento de horizontalidad a una cuestión morfológica y, sobre esa base, la desecharon por considerarla: basista, espontaneísta, anarquista, etc., todo, menos pensar en modificar los arcaicos esquemas partidarios para ponerlos a tono con la realidad de los sujetos político-sociales, con sus modalidades de existencia y organización, y con las tareas político-sociales-culturales que reclama la transformación raizal (desde abajo) de la sociedad capitalista en el presente.

La interrelación plural horizontal no es el problema, sino la fragmentación, la sectorialización de las luchas y sus actores, y la transición defensiva de éstos hacia grupos reivindicativos-corporativos.

Superar la fragmentación social, política, cultural y de conciencia: construir la subjetividad política colectiva común

Las instancias organizativas articuladoras son importantes, pero trascender la fragmentación (social, política, cultural y de conciencia) implica la simultanea y permanente construcción de una subjetividad colectiva que se proyecta políticamente en las propuestas comunes en función de cambios sociales.

Si no se construye simultáneamente con las articulaciones coyunturales, una subjetividad política colectiva para el cambio social que sitúe e identifique a todos en un mismo afán político-social, la fragmentación, las miradas sectoriales y las apetencias corporativas no se superarán.

Construir el sujeto colectivo del cambio

Los procesos de cambio abiertos en Indo-afro-latinoamérica reclaman articulaciones sociopolíticas de nuevo tipo: horizontales, plurales, interculturales, dinámicas, como camino de (auto)constitución de los actores-sujetos en sujeto colectivo. Vale tener presente también la emergencia o maduración de nuevos actores sociopolíticos y sus demandas, aspiraciones y propuestas. Por ello reconstruir permanentemente la subjetividad colectiva común y las articulaciones es una constante en las tareas democratizadoras revolucionarias.

Todas ellas apuntalan un objetivo central: la construcción (permanente) de la fuerza social y política de liberación, sujeto político colectivo de los cambios en procesos de revolución democrático-cultural hacia un nuevo modelo civilizatorio. Esto significa, en apretada síntesis, articular una fuerza político-social de liberación que abarque lo parlamentario-institucional, pero sin limitarse a ello.

La conducción política del proceso revolucionario reclama la articulación unificada, colectiva y común de ámbitos para los quehaceres parlamentarios y extraparlamentarios: es la fuerza sociopolítica colectiva articulada la que se desdobla y crea su fuerza político electoral, que es parte del conjunto de fuerzas sociopolíticas del cambio raizal del mundo y constructora de la nueva civilización, o sea, en este sentido, la fuerza social, política y cultural de liberación.

Isabel Rauber. Pensadora latinoamericana. Estudiosa de los procesos de construcción de poder popular desde abajo en indo-afro-latinoamerica. Profesora universitaria. Pedagoga política. Doctora en Filosofía.

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No dimito dijo el autócrata. La comedia de la “casta” finalizo y los honorables se fueron de vacaciones.

pcorruptosEmilio Pizocaro, periodista.

«Todavía no hay “valiente” que en sede parlamentaria use la tribuna para cuestionar un régimen que se hunde en su propio estercolero. Es lo que anhelaban aquellos que creían que el coordinador de Izquierda Unida iría al meollo del asunto. Lo lamento, han salido decepcionados».

 

Un pequeño gran detalle llamó la atención de los periodistas asistentes al pleno de la corrupción. Al llegar los “honorables” amontonaban sus maletas para una vez terminada la reunión marcharse rápidamente de vacaciones. Sobraban las palabras. El mensaje era claro; este es sólo un trámite, aquí no va pasar anda, nuestras cabezas están en otro lado porque nos sentimos seguros.

Lo que vimos en vivo y en directo fue un espectáculo de mala muerte. Hasta la prensa extranjera la ha calificado de circo pobre. En la práctica la “casta política” hizo una representación de su desfachatez, mediocridad y desprecio por la inteligencia ciudadana.

Como era de esperar la “misa en scene” se interpretó de acuerdo a las normas de la democracia neoliberal. Es sabido que el poder instituido no sólo estriba, en la fuerza de la que es privativo, sino que también en el adormecimiento que nos someten a diario con sus tertulianos y políticos al uso.

A pesar de todo, hay un lado positivo del ejercicio teatral de filibusterismo parlamentario que vimos el 1 de Agosto. Aunque le duela a “la casta”, cada día queda más en evidencia que la crisis de corrupción no sólo afecta al partido de gobierno, sino que a todo el régimen.

El show de las cortes nos hace recordar el adagio “entre bueyes no hay cornadas”. Lo que pasa es que ninguno de aquellos, que dicen representarnos, fue al fondo del asunto. Esto es ni más ni menos que; “gran parte del sistema político español se ha financiado con la especulación inmobiliaria y financiera”; tal como lo ha demostrado documentadamente el profesor y Premio Nacional, Manuel Naredo.

Como era de esperar, en el reparto de los recursos públicos y de los impuestos de los ciudadanos la parte del león siempre se la ha llevado el PP, heredero natural de la corrupción de la burguesía del ladrillo que campeo en la última etapa del franquismo.

Del resto, también tenemos constancia. El PSOE con los “ERES” hoy y ayer FILESA . CIU con el “Caso Palau”. PNV, ER y UPyD también han recibido de los poderosos recursos para pagar sus campañas electorales. Respecto de IU poco se sabe, suponemos que su honestidad es sincera. Excepto, que se ha hecho cómplice por acción, en Andalucía, y por omisión en Extremadura de los dos grandes partido de la corrupción institucionalizada.

Lo escandaloso es que la corrupción política afecta, en mayor o menor medida, a tirios y troyanos. Al respecto, hay datos fidedignos que revelan como los grandes Bancos han perdonado las abultadas deudas de los partidos políticos. ¡Por algo será!

Todavía no hay “valiente” que en sede parlamentaria use la tribuna para cuestionar un régimen que se hunde en su propio estercolero. Es lo que anhelaban aquellos que creían que el coordinador de Izquierda Unida iría al meollo del asunto. Lo lamento, han salido decepcionados.

Esta era el momento de golpear la mesa y poner en el centro la necesidad de un proceso constituyente para terminar con la corrupción de la “casta”. De abrir un política de futuro como dicen los que se dicen entendidos.

Hablar de “regeneración democrática “no es suficiente. Esta supuesta regeneración es el programa del PSOE y el PP. Es también la fórmula de un sector de la derecha que apunta por una “monarquía federal”. Es el gran pacto de la “transparencia” hecha entre lobos corruptos y ovejas ingenuas. En definitiva es la añeja política de aparentar cambios para que nada cambie.

Detrás de los “paripes” los políticos profesionales esconden su temor por quedarse en el paro si se abre un verdadero proceso constituyente que desde abajo y con los de bajo alumbre una democracia real.

Lo cierto es que estamos en manos de una “partidocracia” que se auto-genera manteniendo privilegios irritantes mientras el capital financiero desposee sistemáticamente de bienes y derechos al pueblo. En este ultrajante escenario la ciudadanía sólo tiene derecho a ver el circo que montan los políticos para tranquilizar la náusea colectiva que recorre España por la corrupción del sistema.

Al calor de este debate necesario nunca está de más el recado para Izquierda Unida que envió el escritor comunista recién fallecido, Manuel Fernández Cuesta:”…los partidos de la izquierda alternativa deben subirse en sus respectivos vagones, abandonar los palacios de Invierno de las burocracias y pensar en una organización combativa, dispuesta para la transformación…”.

En realidad los movimientos sociales están observando el comportamiento de las cúpulas dirigentes de la izquierda institucionalizada. Hasta el momento, estos personajes no han dado la talla para los tiempos que corren. Sus ofertas y discursos aparecen como cantos de sirena trasnochada.

Debemos recordarles que sobre los políticos profesionales pende como una espada de Damocles las encuestas que no le dan credibilidad. Todos los estudios de opinión los colocan en los últimos lugares de la confianza popular. Las mismas encuestas revelan el apoyo mayoritario que la gente da a los movimientos sociales y de su exigencia de una democracia de otro tipo.

Las grandes manifestaciones que en distintas partes del mundo se suceden con regularidad certifican que la “democracia representativa” ya no satisface las necesidades de los pueblos que exigen participar y reivindican su derecho a decidir.

Es la hora de la política, ésta la harán “los nadie”, esos que no tiene asiento en los alfombrados circuitos del poder. Los antiguos griegos afirmaban que los dioses ciegan a quienes quieren perder. Como siempre las elites  están ciegas y se resisten al cambio que trae el viento de la historia. Ahora el cambio viene de la mano de una revolución democrática.

 

 

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Rajoy planta cara. Presidente por la gracia de dios. Menos mal que estaba Coscubiela

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez, politólogo

«Hay demasiados muertos en el armario del PSOE y uno vivo y coleando, los ERE de Andalucía y en esto IU o se espabila o le pilla el toro, cuando encima ella no se lo ha llevado calentito. Por eso el PSOE no es ya una herramienta útil para las clases populares y trabajadoras».

Este Pleno de la corrupción, que ha sido una concesión graciosa de Rajoy ante una amenaza de moción de censura que hace poco este autor definía como nonata, ha servido para demostrar la fría, autoritaria y cruel estrategia del Partido Popular que se muestra impávido ante las acusaciones de corrupción.

Pero vamos a ver, ¿Cuando un partido neoliberal no ha sido corrupto?, me pregunto. El PP y Rajoy ya sabían a lo que iban por tanto han pasado el trago para afirmar y confirmar que ellos van a seguir con las políticas de recortes y de poda del estado del bienestar, que es para lo que están y para lo que sus financiadores les pagaron que hicieran. Es su idea y esos son sus principios, los del liberalismo agresivo y autoritario.

Por tanto, la corrupción, consustancial al régimen vigente es lo que hay. Por eso cuando Rubalcaba, con una cierta brillantez les ha reprochado sus desmanes financieros, el PP y Rajoy se han frotado las manos y han sacado el y tu más. Lo peor es que los pueden hacer callar.

Hay demasiados muertos en el armario del PSOE y uno vivo y coleando, los ERE de Andalucía y en esto IU o se espabila o le pilla el toro, cuando encima ella no se lo ha llevado calentito. Por eso el PSOE no es ya una herramienta útil para las clases populares y trabajadoras.

Por eso y porqué pactó con el PP la modificación del articulo 135 de la Constitución, que es el instrumento jurídico que hace viables y legales todos los recortes, es más los hace obligatorios y eso convierte a este PSOE ya tan lejos de sus orígenes en compañero de viaje del PP y de Mariano Rajoy.

Tras el Pleno de la corrupción de la derecha, la sensación que he sentido es la de la cabeza caliente y los pies fríos. El PP es financiado por grandes empresarios. Pues claro, como todo partido conservador y de derechas.

También Juan March financió el golpe de estado del general Franco el 18 de Julio de 1936. Sabido es que el capitalismo rentista español, también engrasa a otros si tienen poder y pueden recalificar o contratar AVEs y autovías o nuevos cuarteles de la Guardia Civil. Pero dicho eso también afirmo que no todos son iguales.

Lo importante del Pleno, son los resultados políticos y en lo práctico, la verdad pocos. Rajoy no se ha movido ni un ápice y dejarlo ahora todo al albur del conservador cuerpo de la judicatura española, es digamos arriesgado.

El PP ha anunciado que seguirá haciendo recortes y “reformando” por lo que pasado este trámite ellos a lo suyo, recortar las pensiones, seguir privatizando y acabar con la democracia municipal convirtiendo a los Ayuntamientos en nichos de negocio privado para sus amigos que para eso pasan por caja. De todas formas no nos equivoquemos aquí la mayor corrupción, es la privatización de los bienes públicos y de la política. Ese es el mayor atraco a la democracia y a las clases populares.

Pero allí estaba Joan Coscubiela y le ha llamado a la cara corrupto. Nos ha representado. Si, Rajoy es corrupto y su política es corrupta. Pero como ha señalado el sindicalista catalán, también los recortes y las privatizaciones son corrupción. No se puede recortar y privatizar y encima robar, eso ya es demasiado.

Una advertencia, si se utiliza la deuda y el déficit público, para atacar a la derecha, le estamos dando armas pues aceptamos su discurso. La mayor parte de la deuda es privada y sobre todo de los bancos y las grandes empresas. Lo corrupto es utilizar recursos públicos en beneficio de ciertos políticos, pero también y esa es la parte del león, para financiar bancos, las empresas del Ibex y obras innecesarias para que todos y todas las poderosas hagan negocio.

Conclusión, o nos organizamos y ya para echar al PP democráticamente tanto en elecciones como en las plazas o el PP y Rajoy han vencido el Pleno.

O frenamos las privatizaciones, los recortes y la antidemocrática contra-reforma de la legislación local o Rajoy ha vencido el Pleno.

O somos capaces de hacer ver que queremos, podemos, sabemos y lograremos gobernar para cambiar las cosas y frenar esta situación o el bipartidismo y el régimen habrán ganado el Pleno.

Yo la verdad, no estoy satisfecho. Se han demostrado demasiadas carencias y que la derecha es una pandilla de golfos, ya lo sabíamos. Lo que hay que hacer es tirarlos y hacer triunfar la soberanía popular y no el poder del dinero.

Muchas y muchos recortados y privatizados les han votado a todos los “reformistas” del 135 y al PP de forma especial, luego hay mucho trabajo por hacer y mucho que se está haciendo. Por lo que aquí nada se puede dejar para Otoño. Si el 15 de Agosto meten mano a las pensiones ¿Que hacemos? No hay lujos estivales que no nos podemos permitir.

Esto no es cuestión de fechas. Esto no es la liga de fútbol: Esto es la lucha de clases.

Carlos Martinez

CLI-Alternativa Socialista y Socialismo21

 

 

 

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Julio Anguita : «Los esquemas clásicos de la izquierda ya no sirven: el partido y el sindicato han agotado un ciclo»

Julio_Anguita

«Siempre he dicho que pertenezco al 15M, me siento totalmente identificado, aunque con crítica, por supuesto. Este movimiento significó como cuando alguien llega, le da cuatro patadas al chiringuito partidario y dice que está hecho de cartón».

Empecemos por la financiación ilegal del PP, del caso Bárcenas…Del PP, del PSOE, de CiU… Ustedes preguntan sólo por la última noticia…

 

No, no, la pregunta es si los partidos que han gobernado y las instituciones españolas están en descomposición… ¿En descomposición? 

La sociedad española está descompuesta, el Estado de derecho está comido por la gangrena de la corrupción. Lo del PP, lo del PSOE antes con Filesa, Malesa y ahora con los EREs… lo de CiU, son síntomas de una descomposición generalizada. No es ninguna anécdota. Lo vemos en la calle: el chanchullo, el favor, el no pagar impuestos, la trapisonda, el dinero en negro [Se ríe]… en cualquier modesto ayuntamiento. El problema es que en España las virtudes cívicas no se han conquistado. Este país no ha tenido una revolución burguesa y le han dado las cosas, como la sanidad pública…

Es verdad que ha habido gente que ha peleado, pero fue una minoría. ¿El pueblo español se ha echado en masa a la calle para conquistar cosas? No. Y soy profesor de historia. Por tanto, la corrupción no me extraña, está en la esencia misma del funcionamiento del Estado, la corrupción, los aeropuertos sin aviones, las obras faraónicas, los gastos en comidas tremendos…

Cuando un concejal dice que para elevar la dignidad del cargo hay que llevar un coche magnífico, ya está. La dignidad de un político está en el ejemplo.

Con los ERES en Andalucía, la Junta en un primer momento dijo que iba a pagar la defensa de los altos cargos imputados, aunque a última hora reculó. Quien, supuestamente, roba dinero público luego pretende ser defendido en el juicio con fondos públicos. ¿Qué es esto?Un vodevil  Incluso los grandes pecadores tenían una cierta dignidad.

Cuando la señora Tatcher envió a dos asesinos a matar a unas personas que estaban en Portugal, fue a la Cámara de los Comunes y dijo “Sí, lo he hecho, porque creo que era necesario para Inglaterra”. Esa dignidad no existe aquí. Y hay un baile entre políticos y medios de comunicación: unos para sacar información, otros para intoxicar.No es serio.

Todo el tiempo que estuve en política institucional -antes estuve en la clandestinidad- he visto como manaba el dinero por todas partes, con las tarjetas Visa. He sido alcalde y no tuve una en mi vida. Como nuevos ricos, han entrado en El Dorado de la democracia donde había dinero y no se han dado cuenta que el político tiene que predicar con el ejemplo y decir, a veces, cosas que no le gustan a la gente. No vale decir a todo sí porque te voten. Esa es la dignidad de la política.

Mientras pasa lo de Bárcenas, esta semana detenían a Cañamero.Como con los carritos en los supermercados, que yo estaba de acuerdo. Tres ministros para los carritos y a un presidente de Estado no le permiten sobrevolar el espacio aéreo y no pasa nada; la CIA transporta en aviones a gente para torturarlos y nada; nos ha espiado Estados Unidos y Merkel dice “son nuestros amigos”… Aquí no hay ideas ni justicia.

Cañamero es una leyenda, pero una leyenda de honradez como varios cientos de sus señorías no llegarán nunca a ser. Lucha por lo suyo. Ocupó una finca que no sirve para nada, podría servir, pero no quieren. Y hacen muy bien en ocupar tierras. Cuando aquí el trinque, el robo, el cohecho, la estafa se ven todos los días y se van de guapitos… ¿Por qué no está en la cárcel el presidente de Baleares? ¿Por qué el gobierno mandó parar las investigaciones de la Fiscalía sobre Botín?

Este país está en esa situación por el bipartidismo y quienes les apoyan, los nacionalismos burgueses. Porque Convergència i Unió (CiU) ha apoyado a González, a Aznar… que fue presidente gracias a ellos. Hay que decirles: Váyanse, ese es el mejor servicio que pueden hacer, y ya arreglaremos esto.Además, Felipe González tuvo la oportunidad de pactar con IU, cuando usted estaba de secretario general, para gobernar y al final acabó haciéndolo con Jordi Puyol…Sí, efectivamente, en el año 1993.

Esto yo lo he contado en varios sitios pero se lo voy a contar a ustedes también en plan abuelo cebolleta. [Se ríe]. IU obtuvo en esas elecciones 18 diputados y al PSOE le faltaban 15 para formar gobierno.Entonces me llamó Alfonso Guerra –yo estaba convaleciente de aquella- para ponernos de acuerdo con un programa conjunto. Y me dijo: “estos tíos (refiriéndose a sus compañeros de partido) quieren pactar con CiU”.

Como yo estaba enfermo quedé en enviarle a un compañero y mi secretaría les llevó una carta a la sede de Ferraz para que preparasen todo el tema de citar a los medios de comunicación y el inicio de unas negociaciones. Inmediatamente González pactó con CiU y Guerra se calló.

De modo que toda la historia que hubo de que si nosotros no habíamos apoyado, nada. González nunca quiso y decidió pactar con los nacionalistas catalanes; además es su sitio ¿no? ¿Cómo iba a pactar con IU o con los cutres comunistas? Él estaba con los otros .Nombres como el de Beiras, Gordillo, Cañamero o incluso usted mismo, ¿hay una vuelta en la búsqueda de referentes ideológicos entre los “viejos rockeros” de la izquierda? ¿Qué le paso a la generación posterior?¿Que qué le pasó?

Mire usted, yo estuve en política activa poco más de una década, una década en la que pasó de todo: cayó el Muro de Berlín, desapareció la Unión Soviética, Fukuyama escribió el final de la historia, la invasión de Yugoslavia, la creación de la nueva OTAN y además, la abducción de España.

España fue abducida dos veces: una con la democracia y otra con Europa, el Timo de la estampita de Europa.

Los que nos gusta estudiar, antes nos reuníamos con economistas como Francisco Martín Seco, Juan Torres, Salvador Jové, Pedro Montes… y vimos que todo aquello era un disparate. Pero sus señorías estaban totalmente encantados con aquella suposición de que Europa iba a funcionar estupendamente. Fue un fracaso.

El propio Felipe González, en 2012, publicaba un artículo en el diario El País donde decía que cuando se construyó la moneda única “nos equivocamos”. E indica por qué se confundieron, o mejor dicho qué no tuvieron en cuenta. Y fue justamente lo que se le había dicho muchas veces en los debates parlamentarios.

Los políticos están más pendientes de los medios de comunicación que de estudiar. Y es que el político tiene que tener horas para pensar, reunirse con gente que sabe de la materia, porque para eso le pagan. Hoy eso no se hace. Hoy se leen los periódicos que les trae el que hace los recortes de prensa por la mañana sobre lo que dijo fulanito o menganito…

¿Y eso también se extiende a la izquierda?

También, claro. No empezó por ella pero existe, aunque muchísimo menos, pero empieza a aparecer. Yo he vivido esos tiempos donde venía “la dulce izquierda” o “la izquierda encantada” -no sé de qué, pero bueno- que disolvió el Partido Comunista Italiano, que dijo que el mercado era estupendo, que la competitividad era una maravilla, que el crecimiento sostenido era lo mejor que podía pasar… En fin, una serie de sandeces como un pino. Y eso ahora se le ha caído.

De otra manera, hace un año aproximadamente usted contribuyó a formar el Frente Cívico. ¿Qué balance se puede hacer ahora?

Estuve en Madrid el 5, 6 y 7 de julio y se ha constituido ya. Tuve la oportunidad de saludar a los quince miembros de la directiva y me he puesto a su disposición, siempre y cuando no me lleven como a Concha Piquer, de la Ceca a la Meca [Se ríe]. Puedo ser el referente, pero ya está. 

Yo creo que ésta es mi última apuesta, porque la situación no tiene remedio si la gente no se mueve. Y les digo, no confíen ustedes en ningún partido político, y yo soy de uno ¿eh? Y no me pienso ir de él, pero reconozco que no hay fuerza ahora para eso porque las ideas tampoco están muy allá, los sindicatos tampoco…

Sé que todo esto que estoy diciendo es muy difícil, pero no veo otra salida. O el pueblo y las organizaciones más lúcidas se unen, discuten, buscan un programa común o no tenemos solución, porque no la hay. Ya puede decir Mariano Rajoy que se ve el final del túnel, porque eso no se ve. Ese túnel es como veinte veces El Negrón.

A una parte de la izquierda le costó asumir la llegada del 15M y en una entrevista que hicimos hace tiempo la gente de este movimiento nos decía que usted había sido una de las personas que había escuchado el grito desesperado que lanzaban…Siempre he dicho que pertenezco al 15M, me siento totalmente identificado, aunque con crítica, por supuesto. Este movimiento significó como cuando alguien llega, le da cuatro patadas al chiringuito y dice que está hecho de cartón.

¿Por qué a la izquierda transformadora le costó tanto asumir el 15M?  ¿Lo de “transformadora” es de palabras o de hechos? 

Porque el lenguaje… Mire usted, aquí hay un problema, lo que pasa que decírselo así a ustedes en una entrevista, lo ponen con pocas palabras y hay un escándalo, pero lo voy a decir igual porque estoy dispuesto a hablarlo. Vamos a ver, los esquemas clásicos de la izquierda hasta ahora, ya no sirven.

El tema del partido de izquierda y el sindicato –supuestamente de izquierda, que es mucho suponer- tampoco sirve. Han agotado un ciclo.

Los sindicatos hasta ahora han pedido más parte en el pastel y me parece bien para la suyo. Lo que pasa es que lo que está en cuestión es el pastel. Es imposible el crecimiento permanente y el crecimiento de la economía no crea empleo, es radicalmente mentira.

Y el poco que crea es un empleo en precario, como los mini Jobs. Eso está ahí y se está viendo. Es como si fumásemos un canuto, donde la gente –y los políticos también- se lo fuman y se montan unas historias tremendas porque están huyendo de la realidad.

En la época en la que estaba de Coordinador General de IU, se popularizó el término del sorpasso y ahora parece que vuelve a estar de actualidad…

Sí, sí efectivamente… Pero es que con el PSOE no se puede cambiar nada y cuando digo esto, al día siguiente me van a poner verde. El inmenso error es creer que con el PSOE se pueden cambiar las cosas y no es así.

Bueno, a no ser que el PSOE mañana abandone su concepción de Europa. ¿Saben ustedes por qué estamos así? Por Maastricht, por esa Europa del euro. Y vamos a estar peor en cuanto se firme el acuerdo con EE UU, porque eso ya es la defunción. El mercado que surja va a mandar y los EE UU a través de él, es decir, es otro suicidio.

Así que el error, con todo el respeto a los militantes del PSOE contra los que no tengo nada, es ese. Ellos tienen el dogma de que el mercado es el que manda y no es así, porque al mercado se le dan órdenes.

 ¿Y qué tiene que hacer la izquierda del PSOE?
 

Mire, yo soy de la izquierda del PSOE y he planteado lo del Frente Cívico, milito en IU y en el PCE, y allí donde he estado siempre he estado proponiendo este discurso. Pues que hagan lo mismo, que se unan…

Yo que sé, yo ya soy muy mayor y tienen que decidir lo que tienen que hacer ¿no?

Saltando ahora a Asturies, el conocido como “Caso Riopedre” –un escándalo de corrupción que salpica al gobierno socialista- apenas ha tenido visibilidad en el resto del estado. Además, nuestra voz en el debate de la financiación autonómica ha sido nula.

¿Es insignificante Asturies en la vida política española? ¿Hay corrupción? Qué raro… Efectivamente desconozco todo esto, pero perdonen ustedes, la comunidad no es significante o insignificante.

Los que lo son, son sus dirigentes políticos. No echen la culpa al pueblo asturiano de la responsabilidad de quien tenía que dar ejemplo. Aquí hay mineros que luchan, aquí hay gente muy bragada, aquí surgieron las Comisiones Obreras, hubo la insurrección de 1934 y aquí hay gente muy echada para adelante.

Tal vez la gente está cansada, normal por otra parte, pero lo de insignificante de Asturies será que una parte de su clase dirigente lo es.

ANGUITA Y LA IMPUTACIÓN POR PREVARICACIÓN DE ÁNGEL GONZÁLEZ 

 En Asturias, el portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Ángel González, está imputado por prevaricación, lo que fue criticado por Alberto Garzón, aunque Cayo Lara dijo que la prevaricación no era corrupción…[Interrumpe]

¿Está imputado? Sí.lo está

Mire, hace dos años, en la ante-precampaña de la precampaña del año 2011, en la sede de Izquierda Unida se llegó a un acuerdo -a bombo y platillo- en el sentido de que en IU cuando hubiera un imputado tenía que dimitir. Pues ya está. Ya no hay más que hablar de esto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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