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Julio Anguita: “Hay condiciones para una revolución”

descargaTexto completo de la entrevista del diario El Comercio a Julio Anguita

Conversaciones sobre la III República’. El nuevo título de Julio Anguita y Carmen Reina no esconde su contenido. Ni lo pretende. El excoordinador de IU llegó ayer a Gijón de la mano de la editorial El Páramo para presentar el libro con el que lanza un claro mensaje de cambio a la sociedad. Una sociedad, anima, que ha de hacerse con el control de los acontecimientos.

-Recala en Asturias para hablar de república. Y lo hace con un libro.

-Es un libro de dos autores, que recoge una propuesta muy concreta de tercera república. Creemos que el momento de pasear la bandera republicana y hablar de ella de manera inconcreta -o refiriéndose siempre a la segunda- ya ha pasado. Es la hora de presentar una propuesta concreta. En el libro, los autores explicamos los motivos que nos llevan a hacer la propuesta y hablamos, por ejemplo, de la austeridad inherente a la república -muy diferente a la defendida por el gobierno, porque república no significa vivir mal-, del estado federal o de la importancia de Iberoamérica, mayor que la de Europa.

-Hace poco se formó un gran revuelo cuando dijo que habría que meter al Rey en un tren y ponerle en la frontera.

-No fue exactamente así: me preguntaron y contesté, pero siempre existe cierta tentación por parte de los medios… No quiero hablar del Rey. Lo que siempre he dicho es que vamos a construir república y, una vez construida, a este señor se le mete en un tren y punto. A mi no me preocupa el monarca, sino el proyecto de república. A eso me refería.

-Tras el ‘caso Nóos’, ¿cuál sería una salida digna para la Monarquía?

-Dignidad y Monarquía son dos conceptos que en la historia de España siempre han sido antitéticos.

-La situación económica del país es mala, pero usted dice que será aún peor.

-No lo digo yo, lo dicen los datos. Me reúno con economistas, con gente que sabe más que yo, porque creo que es lo que un político debe de hacer. Ya lo advertimos cuando entramos en la moneda única y, ahora, esto no va a mejor, va a peor.

-Entonces, ¿insta a la sociedad a hacer frente al actual poder político?

-Soy miembro de un partido político pero, tal y como está la situación, ningún partido puede resolver esto. Éste es un problema de la sociedad, que tiene que auto organizarse. La sociedad está dividida, tiene valores contrapuestos, pero hay que buscar un denominador común en esa mayoría, alcanzar un programa con unos puntos concretos y la voluntad de erigirse en un contrapoder.

-¿Cree que estamos ante uno esos caldos de cultivo que preceden a los grandes acontecimientos?

-Caldos de cultivo hay muchos, el problema es que cuajen o no. En la Historia aparecen sólo los que cuajan. Algún día habrá que escribir las revoluciones que no fueron porque, en realidad, son muchas más que las que triunfaron. Habrá que esperar… Pero, desde luego, condiciones hay.

-¿Piensa aún que la única salida a la crisis pasa por abandonar el euro?

-Absolutamente. Hay que tener bien claro que los que hemos firmado ese manifiesto (que apuesta por la salida de la moneda única) advertimos de que va a ser duro, aunque no tanto como esto. Con un 57% de paro juvenil, peor que esto no va a ser. Desde nuestro punto de vista, salir del euro es la única salida y esperamos, también, que se nos unan otros países, sobre todo, del sur de Europa. En algún sitio tiene que empezar y, estando en el euro, salida no hay ninguna. Me baso en lo que indican los estudios desde hace años y en las propias palabras de Felipe González, que el año pasado confesó sus errores en un artículo.

-Y en ese marco, la corrupción se vuelve protagonista. ¿Qué ha ocurrido?

-La corrupción ha existido durante toda la Transición. Existió también en el franquismo, pero no salía en la prensa. España es un país fundamentalmente corrupto, desde la época de la Restauración con Fernando VII. No es un país que haya vivido una revolución cívica: es un país de viejas estructuras enquistadas, donde el poder ha sido siempre su criado. Lo que ocurre ahora responde a una forma de ser, de estar, que parte de la población ya ve sin escandalizarse. Si la gente de un país sigue votando a ladrones, la cosa está mal.

-¿Pero hay hacia dónde mirar?

-¡Claro que sí! Hacia aquí, por ejemplo. Me podrán acusar de muchas cosas, pero de eso no. ¡Claro que hay a quien mirar! Cuando se dice que todos los políticos son iguales, no es más que una forma de justificar nuestra propia concupiscencia. Los políticos somos hijos de nuestro pueblo, somos como el resto de la sociedad. ¿Quién no ha escuchado en un chigre «yo, si pudiera, haría lo mismo»? Pero creo que, cuando llegamos ahí, tenemos la responsabilidad de cambiar de actitud, para que pueblo vea que se puede seguir otro camino.

-¿Qué le parecen los líos de Bárcenas y las acusaciones de financiación irregular al PP?

-No suelo hablar mucho del tema. Éste es un señor que tendrá que justificar su fortuna y que sabe muchas cosas. Detrás de él, están ni más ni menos que todos los cohechos que ha podido haber… ¡Pero eso es algo habitual!

-¿Se está desviando la atención de los desahucios a los escraches?

-Es una cuestión de fariseísmo social. Nadie protestó por el escrache del cobrador del frac, pero cuando alguien va ante un político se habla de los pobres niños que lo sufren. Es de una hipocresía tremenda. Lo mejor es no hacer ni caso y seguir haciéndolos.

-El PCA organiza la presentación de su libro. ¿Cree que puede reconducirse la situación con IU?

-Confieso mi ignorancia sobre la situación, no es que quiera escurrir el bulto… Pero sí sé que hace falta un gran replanteamiento de toda la izquierda o de todos los que se consideran como tal. Hace falta sentarse para hablar, no de lo inmediato, sino de qué significa ser de izquierdas. Es un debate que quise lanzar y fracasé. Si los compañeros se sentasen para plantearse por qué somos de izquierdas, podría tomarse una vía de encuentro.

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Las tramas negras o como salir de esta

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

Politólogo, Alternativa Socialista

La corrupción está alcanzando en el estado español, cotas inaceptables. No solo por la financiación ilegal del PP, que por cierto cualquier persona informada conocía hace años, -lo que ocurre es que ahora se puede demostrar- debido tal vez a alguien se le ha ido la mano, o no… Es decir algo suena.

El caso de los ERE en Andalucía, también muy grave y encima chapucero, en el que el PSOE andaluz está pringado quiera o no y su táctica de avestruz, pesimamente gestionada, está resultando ser un balón de oxígeno para el “tocado” PP, que de esa forma tiene excusa del “y tú más” aunque la verdad lo de Gürtel, Bárcenas, etc. etc. así como el asunto CAM y otras lindezas superan ya todos los limites imaginables y además sitúan a la derecha españolista en el lugar que ciertamente les corresponde en cuanto a su bajeza moral.

Pero, no lo olvidemos, el caso “PP” que es como debiera llamarse el conocido como “Barcenas”, ha sido destapado al alimón por dos piezas clave del sistema y del régimen vigente, como son “El Mundo” y “El País” es decir los grupos económicos que hay tras ellos, lo cual hace sospechar que poderosas manos se mueven por detrás y preparan algo. El stablhisment madrileño que domina el estado español, seguro que tiene recambio y solución a sus problemas y esta puesta al descubierto de las miserias del PP, seguramente preparada de antemano, tendrá sus motivaciones y sus beneficiarios.

Hace tiempo que se sabe que Rajoy, tiene poderosos enemigos y que la plutocracia dominante, tiene la voluntad de controlar más férreamente una situación que se les puede ir de las manos, pues la gravedad de la crisis financiera, se puede llevar muchas cosas por delante, incluida la monarquía, que es la clave de bóveda del ya corrupto régimen del 78 y los beneficios de los oligarcas que realmente mandan.

No obstante también hay otra corrupción, no menor y no menos dañina y asquerosa y es la de las privatizaciones. El sector público español lleva más de treinta años vendiéndose muchas veces como autentico saldo. Habría que auditar todas las privatizaciones de fábricas, astilleros, bancos, servicios y seguros, así como solares y tierras. Dilapidar lo público o lo expropiado como RUMASA o REPSOL entre otras operaciones, exigiría una revisión.

En el aznarato, hubo privatizaciones muy numerosas y muy opacas, pero Felipe González ya inicio la tendencia con entusiasmo. Ahora ya sin sector industrial, ni bancario, ni de comunicaciones público, en la época de Rajoy le ha tocado el turno a lo último que quedaba y por tanto las ventas alcanzan a la sanidad, la educación o las pensiones.

Opino, creo que las privatizaciones, que son expropiaciones de patrimonio común y de todas y todos en beneficio de propietarios privados, en especial empresas muy grandes y grandes bancos, en situaciones de muy poca transparencia son parte del germen del régimen corrupto en el que ha devenido el de 1978.

Todo esto sea dicho sin olvido ni menoscabo para con la gran corrupción, latrocinio y miseria generalizada que fue la cruel dictadura franquista.

Y ante tanto robo, expropiación fraudulenta y “liberalizaciones” para construir monopolios privados, saldos con hospitales y universidades, financiaciones ilegales de partidos en especial el PP y negocios incluso de queridas reales ¿Qué hacemos?

La Unión Europea también es responsable con sus políticas neoliberales de nuestra ruina, expolio público y desierto productivo. Todo ello en beneficio de capitales e intereses extranjeros. No lo olvidemos a la hora de hacer programa.

Oposición al régimen de expolios.-

La debilidad de la oposición convencional es bien visible. La ausencia de organización socio-política que sea capaz de generar la resistencia contundente y la ofensiva de las clases populares es exasperante. El PSOE no es capaz de frenar su propio hundimiento a pesar del mal gobierno y corrupción del PP, además el mismo partido socioliberal, tiene demasiadas causas pendientes.

Por otro lado el PSOE es junto el PP pilar fundamental del sistema y por tanto, está preso de las mismas deudas y además en temas fundamentales como el sistema financiero o la llamada deuda pública y la monarquía pacta con el Partido Popular. Ambos son coincidentes en su defensa de la Europa alemana y neoliberal. El PSOE de Andalucía, además se acaba de meter en un jardín de unas elecciones primarias en las que está haciendo el ridículo más espantoso e introduciendo de forma innecesaria una crisis suplementaria en el propio PSOE estatal y dejando a su socia de Gobierno, IU-CA en una posición delicada, acrecentada por el escándalo de los ERE y las contradicciones casi diarias del Gobierno autónomo.

Es cierto que IU-CA ha dado pasos interesantes y tomado medidas decididas en vivienda y protección social, sí, pero el Gobierno andaluz gobierna respetando el objetivo de déficit que Madrid y Bruselas imponen y existen serias dudas acerca de si esa situación se va a poder mantener. Por otro lado lo que sus socios del socioliberalismo pretenden también con las “primarias” es además de apartar el cáliz de los “eres”, tomar la iniciativa política y creen los muy ingenuos, pueden recuperar la mayoría absoluta.

No olvido y vuelvo hacía atrás en el relato, que CiU y PNV también son fuerzas sistémicas, en especial CiU y que últimamente el PP ya ha encontrado su muleta en UPyD, que además capta la sangría de votos derechistas, con hábiles maniobras de despiste, acrecentadas por la ausencia de una opción de izquierdas, no ya con posibilidades de crecer, hecho este que indudablemente se dará, sino de gobernar, de ser recambio de poder, que al fin y al cabo es lo que importa.

La situación de crisis política y del régimen, así como de crisis financiera, económica y social, pero sobre todo la inmunda transferencia de rentas de las clases populares en beneficio de los ricos, que se está produciendo, exigen un profundo cambio tanto constitucional como de las políticas públicas que se están imponiendo.

IU debe decir y ya alto y claro, si desea “exportar” el modelo andaluz en el estado español y si va a apoyar al socioliberal PSOE actual, -si es que este se deja y sus compromisos con las oligarquías económicas no le aconsejan la gran coalición con la derecha- escenario más que posible. O bien apuesta por acompañar en la construcción de un amplio bloque popular de poder cívico y antineoliberal.

Un Frente Amplio, democrático y con un programa social y de reconstrucción del bienestar, el reparto, la reforma fiscal y la banca pública, así como la defensa de la soberanía estatal y popular. Lo repito, pues lo he escrito ya, cincuenta diputados sirven para hacer a Eduardo Madina o Rubalcaba, en el mejor de los casos, presidente del Gobierno. O para seguir siendo oposición.

Gobernar, alcanzar el gobierno, que es un paso para alcanzar el poder, es muy difícil e IU no tiene hoy por hoy y sola capacidad para ello, ni masa crítica que los sostenga en el gobierno del estado. Un gobierno de izquierdas y que aplique medidas realmente socialdemócratas y de progreso, tendrá muchas dificultades, pero es imprescindible alcanzar el gobierno y cambiar las cosas, plantarle cara a Europa, acabar con las privatizaciones, recuperar y nacionalizar sectores estratégicos. Garantizar las pensiones, recuperar el empleo público y apoyar decididamente a pymes, economía social y las cooperativas, así como a sectores económicos no especulativos y productivos.

Para eso hacen falta no cincuenta, sino al menos ciento setenta diputados y diputadas y seis mil personas cualificadas, cuanto menos para llenar organigramas del estado y puestos que no se pueden dejar en manos de personas supuestamente neutrales que ya sabemos cómo se las gastan los “profesionales”.

Es posible alcanzar el gobierno.-

Yo diría que imprescindible. Hay que acabar con tanto latrocinio y con tanto robo de los de arriba a los de abajo y tanta privatización.

Han privatizado la política. Se están repartiendo el Estado. Nos están empobreciendo y vuelve a haber hambre. Nos llaman demagogos, bien, más vale ser demagogo que chorizo y sinvergüenza.

Hay que construir una alternativa de Gobierno y tener voluntad de Gobierno. Dar confianza y seguridad, pero a los humildes, a las clases obreras, a los pequeños empresarios, a las y los que sufren, a las y los desempleados.

Hay que tener un liderazgo solvente capaz de generar esa confianza. Liderazgo político y social, pero también personal. Seamos serios, se puede ser muy participativo y democrático, pero alguien tendrá que representarnos y se puede tener una dirección colegiada, pero solvente y querida. Sin gobernar tampoco podremos avanzar hacia la democracia participativa y real, ni hacía el necesario cambio constitucional.

Es pues imprescindible construir una gran convocatoria convergente y ciudadana, una alianza de toda la izquierda transformadora, que ilusione y además puesto que se trata de una experiencia, participativa y diferente, con parámetros políticos novedosos, servirá para empoderar al pueblo, a los pueblos del estado español y además ese empoderamiento será imprescindible, pues una opción de gobierno diferente, democrática, social y socializante, así como con un nuevo paradigma económico y ecológico, necesitará de mucho y decidido respaldo cívico, pues será atacada sin piedad.

Pero hemos de crear ilusión y generar confianza en nuestras capacidades, inteligencia, espíritu de sacrificio y honestidad.

Lo que hay ya se conoce y su tremendo fracaso también. Si bien el fracaso social y económico del neoliberalismo, es su triunfo político y sobre todo su beneficio, el beneficio de los de arriba, el de las escasas familias oligárquicas que dominan el estado español. Todo se está haciendo en beneficio de unas castas ya conocidas. El sufrimiento y la desesperanza en el futuro de millones de personas, exige nuestra coalición ilusionante y también nuestra capacidad para mover ya el patio. Todo está demasiado tranquilo para las tropelías que están cometiendo.

Aunque sea solo por dignidad habría que llamar ya a las movilizaciones y exigir la dimisión del Gobierno y nuevas elecciones. Pero mientras estas se producen o no, hay que llenar las calles.

Termino afirmando, que o nos movilizamos o las izquierdas serán laminadas sin piedad por los enemigos de clase. Ellos, los amos, necesitan un gobierno más fuerte y autoritario todavía. Rajoy, su “Maricomplejines”, está claro que no les es suficiente. Además la Troika y el FMI exigen más. No nos engañemos las oligarquías hispanas y su rey, están felices con esas exigencias. Por tanto, ni vamos a poder negociar, ni nos van a dar tregua, ni podemos seguir esperando no se sabe qué. Falta energía, coraje, decisión y valor. Falta contundencia en la denuncia y en el verbo. Falta que digamos basta pero de verdad.

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Una Europa alemana: Vichy para todos

43-45-3-e4326-150x150Manuel Monereo

Leyendo el último libro de Rafael Poch –La quinta Alemania (Icaria, 2013), escrito junto con Ángel Ferrero y Carmela Negrete– las cosas se entienden mejor y podemos verlas con perspectiva. El dato central: la reunificación alemana, en el contexto de la disolución del Pacto de Varsovia y de la desintegración de la URRS, cambió la naturaleza de la Unión Europea.

Al principio, no se notó demasiado: había que pagar la enorme factura de la anexión de la RDA y hacerlo en condiciones que no pusieran en peligro lo delicados equilibrios de poder en una Europa y un mundo que cambiaba aceleradamente. Lo que vino después es conocido: la Agenda 2010 del gobierno socialdemócrata-verde (lo de rojo-verde me parece excesivo) presidido por Schröder.

Los autores lo analizan detalladamente: un gobierno teóricamente de izquierdas realiza un sistemático desmontaje del Estado social alemán con el objetivo explícito de devaluar los salarios y debilitar el poder de los sindicatos. Una vez más, haciendo lo que la derecha no se atrevería a realizar y practicando eso que los medios suelen denominar el “coraje reformista” de los políticos que responsablemente gobiernan más allá de las ideologías de derecha e izquierda.

Estos son los famosos “deberes” que ya hicieron los alemanes y que ahora nos toca realizar a nosotros, los holgazanes del sur de la UE. Se suele olvidar que el ajuste en estos países ha sido mucho más duro y en menos tiempo y, lo fundamental, que las respectivas bases de partida eran muy diferentes, es decir, que los derechos sociales eran mucho más significativos en el centro que en la periferia.

Lo que la llamada Agenda 2010 ponía de manifiesto era claro y preciso. El Estado alemán (es decir, la alianza entre la patronal, el gobierno, la clase política, con la complicidad de una parte de la dirección sindical) diseñó una estrategia de desarrollo nacional neo-mercantilista con el objetivo de ganar mercados de los demás países de la Unión en base a su superioridad tecnológica, a una brutal devaluación salarial y a las nuevas reglas del “sistema euro”.

Al final, lo que se ha ido consolidando es un “núcleo” exportador-acreedor en torno a Alemania y una periferia subalterna importadora-deudora, condenada a transitar rápidamente hacia el subdesarrollo.

Como Anguita dijo en los noventa, la Unión Europea en gestación liquidaría el Estado social, los derechos laborales y sindicales y terminaría por dividir duraderamente a Europa, a la de verdad, que es mucho más que la UE.

Situadas así las cosas, se podrá entender sin demasiadas dificultades que estamos ante un cambio de naturaleza de la integración europea que, más temprano que tarde, la hará inviable en el futuro. ¿Por qué? Porque la integración es incompatible con estrategias estatales basadas en disputar mercados, empleos y beneficios a costa de los demás países, sobre todo cuando estos son más débiles.

Las políticas de “arruinar al vecino” son siempre inaceptables, mucho más cuando, teóricamente, se está en proceso de integración europea en base a una moneda única que impide, entre otras cosas, devaluar y controlar la política monetaria. Este es el verdadero problema del euro: una moneda extranjera para todos los Estados miembros al servicio de la estrategia nacional de Alemania.

Si esto es así ¿por qué los demás gobiernos, sobre todo del sur, lo aceptan? Una primera respuesta parece evidente: los fundamentos jurídico-políticos de la UE constitucionalizan el ordoliberalismo alemán convirtiendo en obligatorias las políticas que sirven a los intereses de los poderes económicos dominantes. Toda la llamada construcción europea es un perfecto “sistemas de cierres” que la convierten en (casi) irreversible, no dejando otro resquicio que acatarla (aceptar las políticas neoliberales como las únicas posibles) o romper abiertamente con ella. Una ratonera, como diría Martín Seco.

Sin embargo, creo que hay otra razón más de peso, más de clase, con un carácter “fundador de un Nuevo Orden Europeo”. Una metáfora podría explicarlo mejor. Me refiero a la Francia de Vichy y es debida (ampliada y redefinida) a Miguel Herrero. Como es sabido, Vichy hace referencia a la ciudad-balneario donde residía el gobierno títere impuesto por las tropas alemanas tras la derrota de Francia en la Segunda Guerra Mundial.

Lo característico de dicho gobierno fue una tercera entidad (la Alemania hitleriana) vino a resolver el conflicto existente en la república francesa entre el movimiento popular democrático y de izquierdas y las clases conservadoras y de derechas. Los tanques alemanes dieron la victoria a las clases dominantes y condenaron a la cárcel, a la tortura, al exilio y a la muerte a los patriotas republicanos que unieron rápidamente liberación nacional con emancipación social.

Las clases dominantes de la zona sur del euro están resolviendo sus problemas al modo francés de Vichy: aprovechar el poder de las fuerzas económicas-financieras alemanas (las finanzas siempre han sido la continuación de la guerra por otros medios) para liquidar los derechos sociales y laborales, cambiar, en sentido reaccionario, el modelo social y convertir nuestro débil sistema político en una democracia “limitada y oligárquica”. Hay una alianza entre las clases dominantes de los países del sur en torno a la burguesía alemana, para legitimar el Estado de excepción global e imponer un nuevo orden social y económico europeo.

El problema es que a los españolitos y españolitas nos toca la periferia, es decir, una estructura productiva débil y dependiente, con una industria poco significativa y controlada por las trasnacionales, mucho turismo de masas y una agricultura y pesca residual. En un espacio económico así configurado no caben derechos sociales y sindicales, trabajo decente y pensiones dignas. Será el Reino de la desigualdad y se provocará una enorme concentración de renta, riqueza y poder en manos de una restringida y maciza oligarquía y una clase política subalterna y corrupta.

¿Pesimismo? Para nada: realismo bien informado. Miremos a nuestro alrededor y reflexionemos ¿Alguien nos hubiera dicho hace apenas cuatro años que nos encontraríamos ante esta involución que solo cabe calificar de civilizatoria? ¿Alguien cree que esta deriva no va a continuar para peor?

Lo que se está produciendo es la crisis del Régimen constitucional del 78 y la transición hacia otra cosa que está recién comenzando. Las clases dominantes españolas (incluidas las burguesías vasca y catalana, siempre ha sido así) a lo suyo y a lo de siempre: aliados subalternos de los que mandan y dispuestos a vender, una vez más, a las gentes de este país. Su único proyecto: mandar, repartirse las migajas de la explotación y poner fin a esa fechoría histórica de una democracia basada en la igualdad, la justicia y la emancipación social.

¿Qué hará la plebe y que harán las izquierdas después de tantos desengaños y estúpidas ilusiones?

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Huir de la Moncloa en helicóptero

MonederoJuan Carlos Monedero

Hace falta que el pueblo deje de tener miedo a saber que el gobierno es y va a seguir siéndolo un maltratador de la ciudadanía. Se han dicho: “o ellos o nosotros”. Y están haciendo su parte.

En el momento de mayor debilidad objetiva del gobierno de Rajoy, ni el PSOE ni Izquierda Unida son capaces de  promover el último empujón que termine con este sarcasmo del gobierno del PP, que hoy parece, más que un partido de la derecha liberal y conservadora, una asociación urdida para delinquir.

La falta de movilización de los partidos de la izquierda estatal es señal es de que no quieren o no pueden hacer nada. Acordes, por otro lado, con la falta de movimiento en esa dirección de la ciudadanía. Aunque ésta ha demostrado –recordemos el 15M o la PAH- que es capaz de saltar cuando menos se espera.

Cosa que no puede afirmarse de los partidos. Es evidente que la marca España está cubierta de mierda precisamente porque el partido en el gobierno está cubierto de mierda. Los alemanes y polacos que vivían en los alrededores de los campos de concentración afirmaron que no olían a quemado. Nosotros no olemos lo suficiente, al parecer, los efluvios que suben del vertedero.

En el caso de Izquierda Unida, me temo que es una cuestión de capacidad, pues la voluntad de cambio, como el valor a los gladiadores, se les supone. Igual que los sindicatos van a remolque de la historia porque ya no tienen afiliados dispuestos a jugarse por ellos el salario de unos cuantos días -aunque no hacerlo podría costarles el trabajo para siempre-, IU no tiene detrás una ciudadanía capaz de acorralar al gobierno reclamando democracia, como hemos visto en América Latina, de manera que los gobernantes mentirosos tengan que salir en helicóptero de la casa de gobierno. Por razones que ella misma debiera analizar, su capacidad de convocatoria es escasa. ¿Demasiado burocratizada?

La renuncia al asalto al palacio de invierno por parte de la izquierda significó renunciar a cualquier tipo de reclamación que no fuera parlamentaria. Igual que durante la Transición el PCE de Santiago Carrillo golpeó a militantes comunistas que portaban la bandera republicana (en un caso evidente de exceso de celo que buscaba combatir el anticomunismo de la dictadura), la izquierda no socialdemócrata ha carecido de cintura para entender todo lo que está pasando fuera de los lugares tradicionales de su tradicional tradición (el partido, la fábrica, el periódico de referencia, el padre de familia, el sindicato, el obrero industrial).

Los comunistas siempre han sido gente de orden, y en el desorden actual, sólo encuentran sosiego en su círculo más íntimo. No nos engañemos: Alberto Garzón, el diputado más esperanzador de IU, está en el Parlamento solamente porque la dirección estaba convencida de que no salía escaño por Málaga.

Ese haberse dejado el alma detrás del cuerpo les impide obtener algo más que las migajas que caen de la impotencia calva del PSOE. Y, lo que es peor, no ayudan a configurar el ariete que debiera haber convocado a la ciudadanía para evitar que Diego Cañamero entre en la cárcel o para meter dentro a toda la cuerda de ladrones que piden recortes y recortes mientras ya no tienen sitio en el garaje para otro jaguar, otra tonelada de confeti o unos sobres cada vez más grandes. Y si alguien no se acuerda, fueron los comunistas quienes más dieron la cara contra el franquismo, pagando precios muy altos en tiempos muy duros.

Si IU no puede, el PSOE no quiere. Si en uno es impotencia, en el otro es tacticismo. Asustado por el caso de los ERE, por el juicio a Pepiño Blanco, por su connivencia en la reforma del artículo 135 de la Constitución o por la defensa cerrada de la monarquía, del Tratado de Lisboa o del gobierno de los Estados Unidos, el acorralamiento del PP sólo quiere enfrentarlo en la medida en que se traduzca en una recuperación electoral de votos.

Pero con un Rubalcaba aún peor valorado que Rajoy, ese escenario parece incierto. Así que el mejor escenario es esperar y esperar y esperar, que en agosto todo cobra otro ritmo. ¿Apuestan a que ese es el consejo de Felipe González? Mientras adviene una segunda transición.

No vamos a solucionar nada que no convoque el pueblo desde su “hasta aquí hemos llegado”. Lo que hay que ver es si de verdad hemos llegado hasta aquí. Porque sabemos que están tocadas todas las claves para un estallido, pero nadie puede escribir qué es lo que hace que los regimenes finalmente caigan.

Son cuestiones de consciencia (porque los parados, los desahucios, los recortes, las desigualdades ya las tenemos). La gota que desborda el vaso. Imaginar la alternativa. Que el dolor se vuelva insoportable. Que la burla del poder nos quite demasiada decencia. Hace falta que el pueblo deje de tener miedo a saber que el gobierno es y va a seguir siéndolo un maltratador de la ciudadanía. Se han dicho: “o ellos o nosotros”. Y están haciendo su parte.

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Levantamientos aquí, allá y en todas partes

wallerstein
Análisis de Immanuel Wallerstein, principal teórico del sistema mundo.
                                                                     Al persistente nuevo levantamiento en Turquía le siguió uno aún más grande en Brasil, que a su vez fue seguido por otro menos difundido, pero no menos real, en Bulgaria. Por supuesto, no fueron los primeros, sino meramente los más recientes en una serie en verdad mundial de tales levantamientos en los últimos años. Hay muchas formas de analizar este fenómeno. Los veo como un proceso continuado de lo que comenzó como la revolución-mundo de 1968.

Con toda seguridad, cada levantamiento es particular en sus detalles y en la compenetración interna de las fuerzas en cada país. Pero hay ciertas similitudes que deben apuntarse, si es que pretendemos hacer sentido de lo que está ocurriendo y decidir lo que deberíamos hacer todos nosotros como individuos y como grupos.

El primer rasgo común es que todos los levantamientos tienden a empezar con muy poco –un puñado de gente valerosa que se manifiesta en torno a algo. Y luego, si prenden, lo cual es en gran medida impredecible, se vuelven masivos.

De pronto no es sólo el gobierno que está bajo asedio sino, hasta cierto punto, el Estado como Estado. Estos levantamientos son una combinación de aquellos que llaman a remplazar al gobierno por uno mejor y aquellos que cuestionan la mera legitimidad del Estado. Ambos grupos invocan la democracia y los derechos humanos, aunque las definiciones que brinden de estos dos términos sean muy variadas. En general, la tonalidad de estos levantamientos comienza del lado izquierdo de la arena política.

Por supuesto, los gobiernos en el poder reaccionan. Cada uno intenta reprimir el levantamiento o intenta apaciguarlo con algunas concesiones, o intenta ambas respuestas. Con frecuencia la represión resulta, pero en ocasiones es contraproducente para el gobierno en el poder, y atrae más gente a las calles. Las concesiones funcionan con frecuencia, pero algunas veces son contraproducentes para el gobierno, y conducen a que la gente en la calle escale sus demandas. Hablando en general, los gobiernos intentan la represión más que las concesiones. Y, por lo general, la represión tiende a funcionar en un relativamente corto plazo.

El segundo rasgo común de estos levantamientos es que ninguno continúa a gran velocidad por demasiado tiempo. Quienes protestan se rinden ante las medidas represivas. O se ven cooptados, hasta cierto punto, por el gobierno. O los desgasta el enorme esfuerzo requerido para las manifestaciones continuadas. Este desvanecimiento de las protestas abiertas es absolutamente normal. Esto no indica el fracaso de las mismas.

Ése es el tercer rasgo común de los levantamientos. Sea como sea que llegue a su fin, nos brindan un legado. Han cambiado en algo la política del país, y casi siempre para mejorar. Han puesto en la agenda pública un asunto importante, como por ejemplo las desigualdades. O han incrementado el sentido de dignidad de los estratos bajos de la población. O han incrementado el escepticismo en torno a la verbosidad con la que los gobiernos tienden a enmascarar sus políticas.

El cuarto rasgo común es que, en todos los levantamientos, muchos de los que se unen, en especial si se unieron tarde, no lo hacen para profundizar los objetivos iniciales, sino para pervertirlos o para impulsar hacia el poder político a grupos de derecha, diferentes de quienes están en el poder pero de ningún modo gente más democrática o que impulse los derechos humanos.

El quinto rasgo común es que todos se ven embrollados en el forcejeo geopolítico. Los gobiernos poderosos fuera del país en el que ocurre el desasosiego trabajan duro, aunque no siempre con éxito, para ayudar a que los grupos que le son favorables a sus intereses se hagan del poder. Esto ocurre con tanta frecuencia que, por ahora, una de las cuestiones inmediatas acerca de un levantamiento particular es siempre, o debería ser siempre, cuáles serán las consecuencias para el sistema-mundo como un todo. Esto es muy difícil, dado que las consecuencias geopolíticas potenciales pueden conducir a que alguien quiera ir en dirección opuesta a la inicial dirección antiautoritaria.

Finalmente, recordemos que en esto, como en todo lo que ocurre ahora, estamos en medio de una transición estructural que va de una economía-mundo capitalista que se desvanece a un nuevo tipo de sistema. Pero ese nuevo tipo de sistema podría resultar mejor o peor. Ésa es la real batalla en los próximos 20-40 años, y el cómo nos comportemos aquí, allá o en todas partes deberá decidirse en función de esta importante batalla política fundamental a nivel mundial.

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Montoro o Montero vende humo

Artículos Debates Internacional

IMG_2114P_1Pedro Montes,Economista.

«Los ciudadanos deben saber que la crisis no está superada y que con mucha probabilidad quedan muchas jornadas siniestras que vivir (la bolsa cayó en la mañana del día 3 de julio un 3%) y muchos años de depresión que soportar».

Nunca se me ha fijado si el apellido del Ministro de Hacienda es Montoro o Montero. Insignificante confusión comparada con la que Montero o Montoro trata de infundir a la sociedad española.

De casualidad, me encontré en la televisión con su intervención en el pleno del Congreso del pasado 2 julio. De repente vi a un energúmeno hablando de la economía española. Iluminado, satisfecho, fatuo, exhibiéndose, condescendiente, descubriéndonos al resto de los ciudadanos y los parlamentarios, análisis y horizontes que sólo él podía vislumbrar. No estoy cargando las tintas. Realmente pensé que me encontraba ante un charlatán de los que en mis tiempos infantiles nos atraían por su incontenible verborrea para vendernos cosas inútiles, que, además, luego en casa no funcionaban. En fin, una teatralización tan ridículamente sobreactuada, que delataba que era un falso discurso y no contenía un ápice de verdad.

Como no es posible que un profesional serio, conocedor de los rudimentos de la economía, razonablemente bien informado, con un mínimo de sensatez y precaución hablase de aquella manera, tengo que concluir, que Montoro o Montero se había disfrazado completamente de político, e, instalado en el atril del Congreso, estaba dispuesto a mentir, confundir, engañar todo lo que fuese necesario para vender contra viento y marea un discurso optimista, al margen de toda lógica, y sin más objetivo que sostener como un éxito una política rotundamente fracasada. Y con ello, seguir justificando la continuidad de la austeridad, los ajustes y los recortes ante los ojos de los sufridos ciudadanos y de los millones de personas que ya son víctimas de la crisis económica.

Con ya más de cinco años de vigencia, sin perspectiva de solución, con temores fundados de agravamiento de la crisis, a los políticos del PP, y por tanto a Montoro o Montero como Ministro de Hacienda no le queda otra alternativa que vender humo hasta que la realidad sea de nuevo aplastante y no haya brecha alguna por la que se vera la luz. Cuando hace poco tiempo vendían el tema del rescate como algo neutral, que podía o no podía convenir sin estigmatizar al país, ahora se ufanan de que la economía española no necesita rescate (ya veremos). Ello, además, mientras la realidad es que está rescatada con los 40.000 millones que llegaron a fin de año, contabilizados como deuda pública, para ayudas al sistema crediticio.

El mensaje fundamental que pretende transmitir el obtuso economista Montero o Montoro o el fulero político Montoro o Montero es que la recesión ha terminado, que se ha dado la vuelta a la esquina de la crisis y que la recuperación se ha iniciado. Ya ha pasado lo peor y sólo nos queda, si somos perseverantes y no nos equivocamos cambiando el sentido de la política económica, esperar una mejora continua, que nos pondrá en una senda de crecimiento y creación de empleo. Vamos, lo de siempre. Como a las estadísticas no sólo se les puede manipular sino también torturar para que confirmen lo que convenga, el ministro ve suficientes datos positivos para sentenciar que la crisis es cosa del pasado.

El talismán de Montero o Montoro

Y de repente, ha encontrado el dato concluyente y básico en que basar su rotundo dictamen. Un talismán que todos habíamos olvidado, decía el ministro, pero que, interpretado correctamente, proyecta una imagen de la economía tan fiable que no hay riesgo de error. El saldo de la balanza de pagos por cuenta corriente (para entendernos fácilmente, la diferencia entre los ingresos y pagos por el tráfico exterior de mercancías, servicios, rentas de inversión y transferencias), por fin, ya es positivo. Una gran noticia, realmente fundamental, la razón de todas las cosas, porque tener un excedente es la señal definitiva que se esperaba para dar por concluida la crisis.

Es la condición imprescindible para poder empezar a reducir la deuda externa, transmitir confianza para su renovación, rebajar la prima de riesgo y asentar nuestro país como una economía equilibrada, con superávit exterior, que será bien tratada por los mercados internacionales. Este es el fondo del entusiasmo de Montoro o Montero. Como vamos a ver, todo es más falso que una moneda de chocolate, que puede ilusionar a los niños pero que no aceptaría el más ingenuo de los adultos, aunque sean ciudadanos españoles.

Es indiscutible que el saldo de la balanza por cuenta corriente es un dato relevante a la hora de valorar la situación económica de un país. Relevante, importante, pero no único ni exclusivo: otros, como el paro, entran a formar parte del elenco de indicadores que un economista escruta al hacer un análisis de coyuntura.

Lo que sí que es sorprende es que, siendo importante, hayan pasado tantos años sin que los responsables económicos españoles se percataran de la negativa evolución insostenible que registraba la balanza de pagos hasta el estallido de la crisis financiera internacional.

España iba bien, todo era inmejorable, en la “champiñón” éramos respetados, pero el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente llegó en el 2007 al 10% del PIB, tras crecer continuamente desde el principio de la década después de la implantación del euro. Los gobiernos de turno no quisieron enterarse de que la economía española estaba horadada. Sin embargo, según Montero o Montero, ahora ya todo ha pasado, visto la taumatúrgica corrección que ha experimentado el saldo exterior.

Es verdad que el desequilibrio externo se ha corregido intensamente desde 2008, porque no hay en nuestra economía un saldo más influenciado por la evolución económica que el exterior, dado el peso que tienen las importaciones. La corrección del déficit ha sido paralela a la terrible degradación de la economía española en los últimos años, como todos los indicadores del gasto, y el paro por otro lado, ponen de manifiesto.

Por tanto, hay poco que celebrar en la mejora de la balanza de pagos ya que, en gran medida, lo que refleja es el profundo abatimiento que padece la economía. Si continúa la crisis, es posible registrar algún excedente en la de balanza de pagos pero será reflejo más que de la mejora de nuestra capacidad exportadora, de nuestra debilidad económica. Los moribundos consumen muy pocos alimentos y las economías muy deprimidas necesitan muy pocas importaciones.

Además y para colmo, es verdad que la balanza de pagos por cuenta corriente ha mejorado ostensiblemente a lo largo de los últimos meses, pero en 2012 ha registrado todavía un déficit de 11.300 millones de euros (el 1,1 % del PIB), luego el milagro al que se refiere Montero o Montoro no ha tenido lugar. ¿Quizás el cambio se ha producido en el transcurso del primer semestre de este año?

Posiblemente, pero las cifras del primer cuatrimestre, de enero a abril, todavía arrojan un déficit de 3.600 millones de euros. Como el Ministro es ministro sabrá un poco más y de ahí la euforia desmedida y, sobre todo, la estúpida significación otorgada a ese superávit -si es que se ha producido-, tanto por estar motivado por la inanición económica como por su insignificancia numérica.

Financieramente, España está en el ojo del huracán

Y por seguir con este asunto de las relaciones externas de la economía española, como es sabido, el principal problema económico de nuestro país es la enorme deuda exterior acumulada desde la creación del euro, que en gran medida es el reflejo de los importantes déficits exteriores por cuenta corriente que se han acumulado desde entonces.

Pues bien, frente a la autosatisfacción del Ministro de Hacienda, resulta que los datos recién publicados por el Banco de España sobre las cuentas financieras de la economía española, los pasivos brutos frente a exterior de la economía española al final de 2012 se elevaban a los 2,3 billones de euros con una elevación todavía de 31,000 millones respecto al año anterior. De dichos pasivos, la deuda externa exigible, pública y privada, representaba 1.75 billones de euros, con un incremento de 150,000 millones entre diciembre de 2011 y 2012.

El que no se consuela es porque no quiere, pero la realidad es que la posición exterior financiera de España sigue siendo una de las más adversas del mundo, sin que se pueda prever una corrección apreciable en el futuro. Cuando se nos dice que las empresas y las administraciones públicas de nuestro país pagan intereses más elevados que las de nuestro entorno, se trata de una afirmación maniquea, pues es normal que los intereses estén en función de la solvencia y el peligro de impago de cada deudor, y España, financieramente, está en el ojo del huracán.

Idéntica reflexión sobre la evolución del déficit exterior y la deuda exterior es aplicable al sector público: Pero Montero o Montoro, con esa insensatez que vengo comentando, también realizó algunos pinitos destacando que la situación financiera del sector público había mejorado como consecuencia de la reducción del déficit público ¿contando o sin contar los 40.00 millones del rescate a la banca), cuando el déficit público sigue siendo cuantioso y así se refleja en el creciente endeudamiento de las administraciones públicas, fundamentalmente del Estado. Si hay más deuda externa y más deuda pública, ¿en qué se basa el Ministro de Hacienda al vaticinarnos el final de la crisis?

El economista no debe ser tan obtuso como el político, pero este sí está mucho más interesado en levantar falsas expectativas entre la población con el objeto, no cabe otro, de aguantar y sobrevivir algún tiempo la insostenible situación en que vive el país, tanto en términos económicos como en términos políticos, con un gobierno constituido sobre una trama mafiosa, con individuos gobernando los asuntos públicos en gran peligro de ser despedazados como personas honorables.

Quizás, Montero o Montoro, que hasta ahora no aparece atrapado personalmente en la conspiración financiera del PP, trasladaba al interpretar la situación económica la euforia personal que puede sentir.

Los ciudadanos deben saber que la crisis no está superada y que con mucha probabilidad quedan muchas jornadas siniestras que vivir (la bolsa cayó en la mañana del día 3 de julio un 3%) y muchos años de depresión que soportar.

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La caida Mursi y la tercera ola de la revolución egipcia

egipto1Diego Mendoza, Miembro de En lucha.
                               «El movimiento Tamarod (Rebelión) reunió más de 20 millones de firmas pidiendo la dimisión de Mursi y convocó las protestas del pasado 30 de junio. Su destitución ha sido sin duda una victoria para el pueblo, pero otra vez quienes pretenden llevar las riendas de la transición son aquellos que no quieren que nada cambie».
Millones de personas en las calles de Egipto han provocado la caída de Mohamed Mursi un año después de que llegara al poder. Aunque ha sido la intervención del ejército la que ha precipitado la caída del gobierno, mucha gente gritaba: “No es un golpe de estado”.

Aunque la maniobra de la cúpula militar pretende frenar el movimiento de masas y volver al orden preestablecido, los revolucionarios y revolucionarias egipcias han resaltado el carácter popular del derrocamiento de Mursi. “No se puede hablar de golpe de estado cuando millones de personas están en las calles y casi en huelga general”, decía la activista Gigi Ibrahim en Twitter poco después de la destitución del presidente.

Y es que durante estos días millones de personas han salido diariamente a la plaza Tahrir y a las calles de las principales ciudades egipcias pidiendo la dimisión de Mohamed Mursi y el gobierno de los Hermanos Musulmanes (HHMM).

Otra vez la realidad terca del pueblo egipcio se ha negado a confirmar lo que suena tan a menudo en Occidente: la inevitable derrota de la revolución en un país atrasado e islamizado. Pero la realidad es muy diferente. Mucha gente ya ha bautizado este nuevo movimiento de masas como la “tercera ola de la Revolución Egipcia”. Una nueva etapa no exenta de dificultades y contradicciones.

Desde que se inició el proceso revolucionario las máscaras han ido cayendo y las intenciones de los diferentes sectores se han ido explicitando. Primero fue la cúpula militar que, con la caída de Mubarak intentó manejar la transición demostrando su voluntad de que nada cambiara, atacando brutalmente las movilizaciones e intentando blindarse en la tutela del poder.

Frente al riesgo de contrarrevolución, la victoria de Mursi en las elecciones presidenciales mostró básicamente la voluntad del pueblo egipcio de no volver atrás, teniendo en cuenta el contexto de masivas movilizaciones contra cómo se estaba llevando a cabo la transición en su conjunto y la traición de las demandas revolucionarias por parte de la cúpula de los HHMM. Aquel fortísimo malestar y la baja legitimidad del presidente no eran más que una bomba de relojería en una revolución que ni mucho menos se dio por finalizada con aquellas elecciones.

La cristalización de este malestar ha tomado forma en los últimos tiempos con la formación del movimiento Tamarod (Rebelión) que ha reunido más de 20 millones de firmas pidiendo la dimisión de Mursi y que convocó las protestas del pasado 30 de junio.

La retirada del apoyo a Mursi por parte de la cúpula militar y el paso atrás que han hecho sus aliados salafistas por no cumplir con sus demandas particulares, han dejado solos a los dirigentes de los HHMM en un momento en que la estrategia de la ambigüedad frente a las movilizaciones de Tahir ya no tiene cabida y las mismas bases de los HHMM –formadas en buena medida por jóvenes de clase trabajadora que participaron desde un inicio en el proceso revolucionario– han ido perdiendo confianza en sus líderes y las tensiones internas solo han ido a más.

¿Qué viene ahora?

 

Pero la situación dentro de la oposición es muy complicada y la realidad es que la única demanda que compartían era la salida del gobierno de Mursi. Hace unos días el activista Hossam El Hamalawy decía: “No llevará mucho tiempo derrocar a los HHMM, lo que venga después es mi principal preocupación”. Su destitución ha sido sin duda una victoria para el pueblo, pero otra vez quienes pretenden llevar las riendas de la transición son aquellos que no quieren que nada cambie.

Por un lado el ejército jugará un papel clave. En los últimos días ha intentado ponerse al frente de la lucha contra Morsi, intentando ganarse el apoyo de las movilizaciones –una imagen muy gráfica es la de los helicópteros militares sobrevolando Tahrir con enormes banderas de Egipto–, pero sobre todo afianzando posiciones como garantes de la unidad nacional y el orden.

De hecho ha sido la cúpula militar, con el general Abdul Fatah al-Sissi al frente, quien ha destituido oficialmente el presidente y ha nombrado al presidente del Tribunal Constitucional, Adly Masouri, como presidente transitorio, cumpliendo con su “deber de acudir a la llamada del pueblo”. Su peso económico y su estrecha dependencia del statu quo regional –recibe 1.300 millones de dólares anuales de los EEUU– sólo garantizan que la lucha por las demandas revolucionarias deberá continuar como ocurrió con el mariscal Tantawi tras la caída de Mubarak.

Pero el riesgo de la contrarrevolución también se ha ido consolidando con la presencia de los matones del antiguo régimen en las protestas. Estos han protagonizado durísimos enfrentamientos con los defensores de Mursi causando gran número de muertos.

Las contradicciones derivadas de luchar conjuntamente con estos sectores ponen en peligro los sectores revolucionarios y los movimientos sociales que aún hoy tienen la tarea imprescindible de construir una alternativa real arraigada en el pueblo y la clase trabajadora. Mientras, se airea el discurso del miedo y se juega con el cansancio de la sociedad desde todos los sectores que trabajan para detener el proceso revolucionario.

Su destitución ha sido sin duda una victoria para el pueblo, pero otra vez quienes pretenden llevar las riendas de la transición son aquellos que no quieren que nada cambie

La revolución como proceso en que la sociedad se empodera, lucha masivamente e irrumpe en la historia directamente como actor político presenta necesariamente muchas contradicciones, porque las mismas personas deben crear una nueva conciencia en base a la experiencia de lucha colectiva rompiendo las propias cadenas.

Un dramático ejemplo de ello es que aún hoy en Tahrir, el centro del proceso revolucionario, se dan agresiones sexuales contra mujeres y situaciones de acoso –cerca de un centenar en los últimos días.

Pero también tenemos claros ejemplos de empoderamiento, porque no sólo hemos vivido masivas manifestaciones de mujeres, sino que se ha creado la Operación Contra el Acoso y los Asaltos Sexuales para intervenir contra las agresiones, apoyar a las personas acosadas y denunciar a los agresores, a la vez que señalan que más allá del trasfondo de discriminación y sexismo que viven las mujeres egipcias, estos ataques son un arma política utilizada por grupos organizados con el objetivo de echar a las mujeres del espacio público y de la lucha política.

Las demandas de la revolución no han dejado de sonar desde el principio sintetizadas en el lema de “pan, libertad y justicia social”. Frente a la estrategia de la división sectaria y el miedo, el bando revolucionario no puede más que continuar construyendo la lucha en los barrios y centros de trabajo y consolidando unas demandas de clase que superen la estratagema del poder.

Esta lucha no será fácil, pues las fuerzas armadas han recuperado mucha legitimidad social y, de entre todos los sectores implicados, el revolucionario es el más desestructurado y menos consolidado socialmente.

Señalar al ejército como parte del problema es el primer paso, pero el verdadero reto será construir una alternativa revolucionaria que otorgue el poder real a las personas, una revolución que saque los jefes corruptos, acabe con los poderes económicos fácticos –incluyendo la cúpula militar– y ponga la riqueza en manos del pueblo.

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Europa y la puta de Babilonia

A. BoronAtilio A. Boron

«Gobiernos genuflexos, sin dignidad alguna, que aceptan resignadamente que su amo y señor los espíe y que monitoree las comunicaciones de sus órganos regionales como la Comisión Europea mientras persiguen a Julian Assange y Edward Snowden por el “delito” de haber hecho públicas las masivas violaciones de Estados Unidos a los derechos individuales».

La detención y, en los hechos, el secuestro sufrido por Evo Morales durante 14 horas en Viena en su accidentado viaje de regreso desde Moscú demuestra claramente que los gobiernos europeos, y las clases dominantes a las cuales estos representan y en cuyos intereses actúan, son simples sirvientes del imperio.

Toda su hueca fraseología sobre democracia, derechos humanos y libertades se derrumba como un castillo de naipes ante la contundencia de la prohibición que le impedía al presidente boliviano sobrevolar el espacio aéreo de algunos países europeos.

Por supuesto, nada de esto debiera sorprendernos porque si de algo han dado prueba los sucesivos gobiernos de Europa desde finales de la Segunda Guerra Mundial ha sido su irresistible vocación por arrodillarse ante el nuevo amo imperial y satisfacer sus menores deseos, aún a costa de su dignidad y su vergüenza. No todos los gobiernos ni todo el tiempo, es cierto, porque hubo algunas excepciones: De Gaulle en Francia, Olof Palme en Suecia, entre los más notables, pero sí la gran mayoría de ellos.

Obedecen ciegamente las órdenes de la Casa Blanca para condenar a Cuba y participar en el criminal bloqueo a que han sometido a la isla por más de cincuenta años; consintieron que Estados Unidos y la OTAN, la mayor organización terrorista internacional, bombardease impunemente el propio territorio europeo, la ex Yugoslavia, sin contar siquiera con el paraguas legal de una decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizando esa operación; autorizaron y fueron también cómplices de los vuelos “secretos” de la CIA, en los que trasladaban “detenidos fantasma” (o desaparecidos) de numerosas nacionalidades hacia las cárceles clandestinas donde se podía torturar y asesinar con total impunidad a esto supuestos sospechosos de terrorismo; gobernantes, por último, cómplices de los innumerables crímenes de guerra perpetrados por Washington en locaciones tan diversas como la ex Yugoslavia, Irak, Irán, Afganistán, Libia y Siria, entre los más recientes.

Gobiernos genuflexos, sin dignidad alguna, que aceptan resignadamente que su amo y señor los espíe y que monitoree las comunicaciones de sus órganos regionales como la Comisión Europea mientras persiguen a Julian Assange y Edward Snowden por el “delito” de haber hecho públicas las masivas violaciones de Estados Unidos a los derechos individuales.

En una palabra: la Casa Blanca actúa con esos gobiernos europeos como un siniestro e inescrupuloso patrón lo hace con sus indefensos subordinados. Y los gobiernos de Francia, España, Portugal e Italia, a su vez, actúan como la puta de Babilonia, que según narra la Biblia en el Apocalipsis (2. 17) “con ella fornicaron los reyes de la tierra –léase los “capos” de Washington- y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.”

Por enésima vez esos gobiernos volvieron a prostituirse violando las normas internacionales consuetudinarias que otorgan inmunidad a los jefes de Estado y de Gobierno y a las aeronaves (o cualquier otro vehículo) que los transporte. La Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidades de los Estados y sus bienes de 2004 recoge estas normas y las amplía, pero desgraciadamente aún no está en vigencia.

Sería por ello importante que la Argentina y demás Estados de Unasur la ratifiquen cuanto antes e impulsen su entrada en vigencia, dado que protege las inmunidades soberanas, cada vez más amenazadas por la desenfrenada contraofensiva lanzada por el imperialismo para regresar América Latina y el Caribe a la situación existente antes de la Revolución Cubana. Aunque, ya se sabe, si hay algo que el imperialismo jamás respeta, como lo prueba la historia y lo teoriza Noam Chomsky, es la legalidad internacional, sea esta codificada o no.

Los presidentes de Argentina, Cuba, Ecuador, Venezuela, el Secretario General de la Unasur, Alí Rodríguez y, ¡stupor mundi !, el mismísimo Secretario General de la OEA José Miguel Insulza manifestaron su repudio ante la actitud de los gobiernos europeos.

El presidente Correa sintetizó la opinión prevaleciente en toda la región cuando tuiteó que “¡Todos somos Bolivia!” Sorprende, en cambio, el mutismo de otros países de la región, empezando por Brasil, siguiendo por Uruguay y, luego, comprensiblemente, por los gobiernos que son los “proxis” regionales del imperio en Sudamérica como Colombia, Perú y Chile.

En el caso del Perú, país que ejerce la Presidencia pro-témpore de la Unasur, sorprende aún más la pasividad de su gobierno que ante la gravedad de los hechos acaecidos en Europa debió haber convocado una reunión de urgencia para adoptar una política común en defensa del presidente boliviano.

La lección que se desprende de este escandaloso incidente es que no tiene sentido alguno avanzar en un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, habida cuenta de la complicidad de los gobiernos del Viejo Continente para quebrar las normas más elementales del derecho internacional. ¿O es que vamos a creer que si violan sin chistar reglas fundamentales ante la menor señal de Washington van a respetar las otras, mucho menos importantes, que regulan el comercio internacional? Habría que ser muy ingenuos para creer en algo así.

La verdad: ni en Estados Unidos ni en la Unión Europea existe la “seguridad jurídica” que con tanta vehemencia reclaman de nuestros países. Por lo tanto, reforcemos la unidad de los países de Nuestra América porque si no nos unimos, si no nos defendemos entre nosotros la Roma americana y sus compinches europeos harán cada vez más estragos en esta parte del mundo.

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