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El informe de los “expertos” es un alegato a favor de los fondos de pensiones privados ¿Hasta cuando?

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

«¿Que esperamos? ¿Que más nos deben hacer? Esto no se puede tolerar más. Hay que llamar a la insumisión y la rebelión obrera y ciudadana. Esto es ya intolerable. Nos están causando un gran sufrimiento y si no lo frenamos en seco seguirán.»

La banca privada del Reino de España, muy poderosa política y mediaticamente hace años acaricia varios botines. Con razón el banquero jefe y hombre políticamente más poderoso del estado español, se llama Botín.

El primer botín de la Banca en la burbuja neoliberal fue el mercado hipotecario y endeudar fuertemente a las familias para esclavizarlas.

El segundo botín de la Banca, fueron las Cajas de Ahorros, bancarizándolas al objeto de quitarse un competidor y apoderarse por ese sistema de ahorro popular, que opera fundamentalmente en esas entidades, que en su momento fueron las únicas suministradoras también de crédito a las clases populares.

El tercer botín son los servicios públicos a través de empresas interpuestas aseguradoras y el botín de honor desde hace años es el sistema público de pensiones.

Las pensiones públicas españolas llevan ya años siendo atacadas y puestas en cuestión por los “expertos” mercenarios de la banca y de sus fundaciones como FEDEA con un rápido y constante acceso a la Casa Real y a los Gobiernos -todos los Gobiernos-.

Hace años ya, que desaprensivos catedráticos y economistas neoliberales, afirman que es sistema está en peligro y de hecho los argumentos del informe presentado al Gobierno y la “Virgen del Rocío” en el día de hoy 7-06/2013 son los mismos que muchas personas inquietas, preocupadas y alternativas llevamos años escuchando y rebatiendo.

Estos personajes desaprensivos, ni quieren el bien del sistema publico de pensiones, del que son ideológicamente enemigos, ni mucho menos les preocupa la suerte de las clases trabajadoras y que tengamos una vejez digna: solo les preocupa el negocio de las grandes aseguradoras privadas, en las que los bancos a su vez tienen muchos intereses.

Esto es el reparto de las rentas de las clases populares por los ricos, los capitalistas y los banqueros, que tras la salud, el ahorro público y la sanidad, ahora le corresponde el turno a las pensiones. Es la historia de un robo anunciado que todavía estamos a tiempo de frenar si somos rápidos y deseamos vivir todos y todas, pero en especial los más jóvenes, -con contundencia-, si deseamos vivir  una madurez y vejez dignas.

El fondo de pensiones públicas esta saneado. Son los fondos de pensiones privados los que han tenido grandes quebrantos con motivo de la crisis financiera actual. Yo acuso, que nos quieren robar nuestro fondo de pensiones públicas para sanear los fondos privados y convertir a las empobrecidas pero asustadas clases populares medias en clientes cautivos de sus fondos privados -insisto- los cuales a su vez son propiedad fundamentalmente de los bancos.

Yo no soy un demagogo, digo la verdad. Ellos son unos corruptos intelectuales defendiendo el negocio asegurador privado, en contra de un sistema público que hasta ahora ha funcionado muy correctamente. Nuestras pensiones les importan una higa.

También CCOO debe repudiar de inmediato – si no lo ha hecho ya- al “listo”, perdón “experto” vinculado al sindicato que ha aparecido por esa comisión de comerciales de empresas aseguradoras. 

¿Que esperamos?¿Que más nos deben hacer? Esto no se puede tolerar más. Hay que llamar a la insumisión y la rebelión obrera y ciudadana. Esto es ya intolerable.Nos están causando un gran sufrimiento y si no lo frenamos en seco seguirán.

 

 

 

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Comunicado de Socialismo 21

logo3La Coordinadora federal, que tuvo lugar en Madrid el 2 junio,  dio el respaldo de Socialismo 21 al manifiesto  “Por la soberanía monetaria, económica y ciudadana. Salir del euro”,  por cuanto su contenido coincide y responde satisfactoriamente a la resolución política aprobada en la II Asamblea Federal sobre  Europa,  celebrada el pasado noviembre en Málaga.

Esta toma de posición inequívoca  ante la encrucijada económica en que se encuentra la sociedad española  y por entender la complejidad del tema, las variantes que pueden darse y las interrogantes que abre el abandono del euro hacen necesario  mantener un diálogo abierto con otras alternativas que se discuten  en  el seno de la izquierda y sobre todo participar en las movilizaciones y luchas que tendrá lugar para defenderse de los designios de la troika y su aplicación por el gobierno del PP.

Socialismo 21 entiende que la principal tarea que concierne a la izquierda a partir de su apoyo a la ruptura con el euro es estudiar los problemas que pueden surgir, para enfrentarlos,  y preparar una alternativa de transformación económica y social acorde con los objetivos y valores de la izquierda y frente al neoliberalismo, partiendo, por supuesto, de que será la movilización social, la relación política de fuerzas,  la que determinará la salida y el rumbo del país en el próximo futuro.

Conociendo el apoyo indiscutible que ha tenido el manifiesto “salir del euro”, que ha recibido la adhesión algunos miles de ciudadanos de amplios sectores sociales, de técnicos y de formación, entre ellos muchos economistas, aparte de personas destacadas de nuestra sociedad, se debería  propiciar una amplia plataforma que sirva como referente social y político del camino que propugnamos y que permita la acogida a los muchos cientos de miles más de ciudadanos que acabarán admitiendo que la única vía para evitar el hundimiento del país es la desvinculación con la unidad monetaria y la recuperación de una moneda y una política monetaria propias.

Sin descartar la lucha unitaria y el debate sobre las cuestiones abiertas con el fracaso de Maastricht, Socialismo 21 será una parte activa en todos los órdenes  en los intentos  de remontar la crisis, desmontando todas las rémoras que lo impiden,  y de  impulsar  los cambios que la inmensa mayoría social desea y necesita. .

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La Izquierda Unida como problema

images Alberto Carrasco, periodista

Las últimas encuestas del CIS han aportado un dato para pensar. Pese a que los partidos minoritarios aumentan su expectativa de voto, muchos electores expresan un fuerte rechazo a los mismos, incluso superior al del PP y PSOE. Este es el caso de IU, que despierta una simpatía mayor del 20% pero un rechazo de casi el 50% del electorado (nunca les votaría).

También sucede lo mismo con UPyD y restantes opciones en ascenso relativo, lo que indicaría que todo el espectro institucional de fuerzas políticas con representación institucional son consideradas por los españoles “corresponsables”, integrantes del mismo “problema político” que ocupa el tercer lugar entre las mayores preocupaciones ciudadanas.

Ha pasado el tiempo e Izquierda Unida, que en su día se presentó como una fuerza política alternativa, con pretensiones de cambiar la sociedad y el vigente régimen, paralelamente al desfondamiento del bipartidismo y de la crisis de las instituciones, como en particular la monarquía, finalmente se ha decantado por la opción reformista institucional, tal como puede constatarse por su política de alianzas en los territorios del estado: Extremadura, Andalucia, País Vasco, Galicia, y por el calado de sus programas y propuestas políticas de “izquierdas” entre comillas:

,¿Plantea IU la ruptura con el actual régimen político y la apertura de un proceso constituyente de una sociedad socialista democrática? ¿o una política de alianzas netamente anticapitalista con tal objetivo? ¿Defiende el derecho de los pueblos de España a la auto determinación? ¿o la necesidad de salirse del euro y/o de descolgarse del proyecto de la UE?

Todas estas preguntas tiene un NO por respuesta y los trabajadores de algún modo son sabedores de esto, de la discrepancia entre hechos y palabras, y no se fían.

El problema de los trabajadores y los pueblos del estado español sigue siendo la falta de un referente político con capacidad para hacer frente a la Troika europea y construir una alternativa socialista de sociedad. Quizás IU tuvo en su día esta opción de liderazgo, pero desde hace tiempo la presión de las cúpulas dirigentes (que también son cargos institucionales) han conducido a decantarla –junto con los restantes partidos institucionales- como parte del problema, no de la solución.

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“Plantear la salida del sistema sin plantear la ruptura con el euro equivale a no plantear nada en un escenario de emergencia económica y social”

Entrevista a Alberto Montero de Attac

A Montero

El tema del euro es el asunto central de esta entrevista con Alberto Montero Soler (@amonterosoler), economista crítico de nuestro país, conversación que toma pie en la discusión de la ponencia  de Alberto Arregui, Jordi Escuer y Carlos Sánchez Mato.

“Por una UE democrática y socialista. Aportación a la Conferencia sobre Europa de Izquierda Unida (22 de junio de 2013). La Unión Europea, más allá de una moneda” es el título de una ponencia de Alberto Arregui, Jordi Escuer y Carlos Sánchez Mato publicada recientemente en rebelión. Me gustaría preguntarte sucintamente sobre ella. Ocho preguntas, no más. “El camino es salir del sistema, no del euro” es la tesis del artículo. Empiezo por ella. ¿Salir del euro puede ayudar a salir del “sistema”?

No sólo creo que salir del euro pueda ayudar a salir del sistema; es que creo que no es posible salir del sistema sin salir del euro. Básicamente porque el euro (y entiéndase éste no sólo como una moneda en sí misma sino como todo un sistema institucional y una dinámica funcional puesta al servicio de la reproducción ampliada del capital a escala europea) es la síntesis más cruda y acabada de ese sistema del que los autores pretenden salirse: capitalismo neoliberal en el marco de un mercado único dominado por el imperativo de la competitividad, con las consecuencias laborales y sociales que de ello se derivan, y en el que la Eurozona ha acompañado la cesión de soberanía en materia monetaria al BCE con las restricciones estatales en materia fiscal, vía Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Un espacio en el que la solidaridad ha desaparecido como valor de referencia, si es que alguna vez existió más allá de algunos fondos estructurales que constituían el mecanismo de financiación para que los nuevos Estados miembros pudieran financiar las infraestructuras necesarias para profundizar la construcción de ese mercado único al que se incorporaban.

Por lo tanto, y en mi opinión, plantear la salida del sistema sin plantear la ruptura con el euro es una bonita forma de no plantear nada en un escenario de emergencia económica y social como en el que estamos.

Es más, yo no sé si fuera del euro es posible un proyecto de transformación social de naturaleza socialista, como plantean los autores, pero desde luego, de lo que no me cabe duda es que dentro del euro es imposible. O dicho en otros términos: la ruptura con el euro no es condición suficiente pero sí necesaria para cualquier proyecto de transformación social emancipatorio.

Tan simplista era entonces, hace varias décadas afirman los autores, hacer depender todo progreso económico y social de nuestra entrada en el Mercado Común Europeo, como hoy presentar a Bruselas como el origen de todos nuestros males. ¿Los partidarios de la salida del euro pensáis que todos nuestros males tienen su origen en Bruselas?

Evidentemente que no, sería tan absurdo como infantil mantener esa postura. Yo creo que todos nuestros males no se encuentran en Bruselas porque, en ese caso, todos los Estados miembros estaríamos en la misma situación y no es el caso.

Creo que el origen de nuestros males tienen raíces profundas que se hunden, en primer lugar, en el proceso de negociación de cara a la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea en el año 1986 y en donde quedaba claro que a España, en la división internacional del trabajo que se estaba produciendo en aquellos momentos en el espacio europeo, le iba a corresponder ser una economía de servicios basados esencialmente en el turismo.

Luego continuó con las políticas diseñadas para tratar de cumplir con los requisitos de convergencia establecidos en Maastricht y que instauraron un férreo corsé sobre los márgenes para hacer políticas económicas que no fueran de naturaleza restrictiva y cuyos objetivos transcendieran las variables de naturaleza nominal (inflación, déficit público…) para centrarse en las de naturaleza real (empleo, renta, productividad…).

Y concluyó con la institucionalización de ese corsé que impuso la entrada en la moneda única y la apertura definitiva de las reglas del juego para que los Estados pasaran a competir en un terreno común dominado por las reglas impuestas por el capital transnacional.

En todo este proceso ha habido una responsabilidad ineludible de nuestros gobernantes que, en esta democracia incompleta en la que vivimos, han actuado de espaldas a los intereses de los ciudadanos y en beneficio de la fracción nacional del capital internacional europeo. Se ha asumido no sólo nuestra condición de economía de servicios sino que ésta se ha apuntalado por la vía de alimentar una burbuja inmobiliaria, mientras se desmantelaba tejido industrial y no se apostaba por un patrón de desarrollo alternativo, autosostenible y no sustentado sobre el endeudamiento masivo.

Así que no. No sólo Bruselas tiene la culpa de lo que nos ocurre.

El problema de Europa, afirman, va mucho más allá de una moneda. ¿Te parece razonable esa afirmación? ¿Es así? ¿Alguien ha afirmado lo contrario?

Nadie ha afirmado lo contrario. Limitarse a plantear eso es quedarse en la superficie de los problemas. El problema esencial es que Europa es un híbrido que no avanza en lo federal, con todas las consecuencias que ello tendría en materia de cesión de soberanía, y se ha mantenido en lo monetario porque esa dimensión, junto a la libertad de movimientos de capitales y bienes y servicios, bastaba para dar carta de naturaleza a un mercado de grandes dimensiones que permite una mayor escala de reproducción de los capitales.

Este híbrido resultó que se encontraba, como ya se anticipó desde el primer momento, enfermo desde su nacimiento y lo que estamos atravesando ahora es, precisamente, esa enfermedad y sus consecuencias, con el agravante de que la misma dejará secuelas que, en estos momentos, nadie puede anticipar.

La unidad de los países y pueblos que componen Europa, afirman los autores a continuación, “para la planificación conjunta de sus recursos económicos no es una opción, ES UNA NECESIDAD”. Por tanto, concluyen, “indicar el camino de la autarquía como opción es intentar hacer volver atrás la rueda de la historia.”. ¿Estáis por la autarquía los partidarios de salir del euro? ¿No os parece bien la planificación conjunta de los recursos económicos de diferentes países?

Pues ya me dirás quién ha planteado eso porque yo esa palabra, “autarquía”, no la he visto escrita en el Manifiesto ni creo que ninguno de sus firmantes defienda una política de esa naturaleza. Recurrir a ella por parte de quienes no comparten nuestra postura –algo que, evidentemente, es de todo punto legítimo- me parece tan lastimoso como quienes atacan la protesta social inoculando el miedo entre la población y apelando al caos y el desorden para preservar un estatus quo injusto.

¿Cómo puede pensar alguien que no estamos por la planificación y que mejor cuanto ésta abarque más Estados, más recursos, a más ciudadanos y sea, por tanto, más amplia y solidaria?

Pero eso es una cosa y otra muy distinta es que la misma pueda siquiera plantearse como una opción posible en el seno de la Eurozona en estos momentos.

Una de las reflexiones centrales de la ponencia: “El dinero es una herramienta cuyo papel en la sociedad es determinado por el tipo de relaciones de propiedad y el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. El euro ha estimulado el desarrollo económico en la medida en que ha facilitado el comercio entre las naciones integrantes de la moneda única, de la misma forma que la abolición de los peajes feudales permitió la conformación de mercados nacionales y abrió las puertas al surgimiento de la gran industria moderna. El euro puede acelerar la crisis tanto como antes aceleró el auge, pero no crea ni el uno ni el otro”. ¿Es el caso en tu opinión? “Las crisis, las desigualdades que existen entre las naciones de la UE y, sobre todo, entre las clases sociales, no nacen con la moneda única sino que la han acompañado desde que se creó la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) en los años 50 del pasado siglo, porque son inherentes al capitalismo”, añaden para completar su razonamiento. Por eso, concluyen, “debemos tener claro que nuestros problemas no radican en la existencia de una moneda común europea ni, por tanto, la solución se encontrará en abandonarla. Culpar de la actual crisis al euro es tan absurdo como responsabilizar a las viviendas de la burbujas inmobiliarias”. ¿Concluyes lo mismo?

Por supuesto que es mi opinión y es lo que vengo reiterando a lo largo de la entrevista, el problema del euro no es sólo el euro, es la institucionalidad y las políticas que le dan sustento. Si esas políticas, esas instituciones y los valores y objetivos que le dan cuerpo se modificaran en un sentido progresista y transformador el euro dejaría de ser un problema y nosotros dejaríamos de plantear la necesidad de tener este debate. Pero, de momento, uno y otros han ido de la mano en un proyecto destinado a conformar la Europa del Capital y no la Europa de los Ciudadanos y eso es una realidad evidente frente a la que no caben muchas interpretaciones.

 

Por eso mismo me sorprende el reproche que nos hacen a quienes propugnamos la salida del euro diciendo que no entendemos que la moneda no es el problema y que sólo pretendemos acabar con su expresión sin entrar a las raíces del problema de fondo. El reproche se parece mucho al que haría un economista neoclásico cuando afirma que la economía real y la economía monetaria no tienen nada que ver y que pretendemos acabar con un problema real desde la perspectiva monetaria. Nada más lejos de nuestro diagnóstico y de nuestra propuesta.

Otra cosa es que para que el mensaje llegue y se plantee en la sociedad la necesidad del debate utilicemos la salida del euro como consigna; pero, yo al menos, siempre atribuyo a mis interlocutores una capacidad de ir más allá de la mera consigna para entrar al fondo del debate sin necesidad hacer todo esto explícito.

Para ellos, les cito de nuevo, “la moneda única sería una baza fundamental en una Europa en la que la izquierda y la clase trabajadora tomase las riendas del poder”. No parece una afirmación insensata, incluso algo tautológica dado el presupuesto. ¿Cuál es tu opinión?

Una afirmación curiosa habida cuenta de que la izquierda (entiendo que se refiere a la izquierda transformadora que se encuentra ideológicamente más allá de la socialdemocracia) nunca ha tenido las riendas del poder en Europa y que la situación de la clase trabajadora en Europa nunca se ha encontrado más deteriorada en lo que conciencia e identidad de clase se refiere, sin que ello merme un ápice el hecho incontestable de que la relación salarial sigue siendo la piedra de toque esencial del sistema capitalista.

Plantear que el sujeto político revolucionario en Europa en estos momentos puede ser la “clase trabajadora”, cuando una de las principales victorias del neoliberalismo ha sido su desideologización, desestructuración y la disolución de los elementos que configuraban su identidad de clase es, cuanto menos, asumir que tenemos aún una larga travesía del desierto por delante pero sin querer explicitarlo. Las identidades de clase son mucho más fácil destruir que construir y ese es, necesariamente, el requisito previo para que las premisas de la afirmación que me planteabas tengan algún viso de credibilidad. Como escribía hace unos días Ulhrich Beck, estamos en momentos revolucionarios sin revolución y sin sujeto revolucionario. Más desesperanzador no puede ser el contexto.

Por otra parte, es curioso que se le reconozcan a “la moneda única” virtudes y potencialidades cuando “la izquierda y la clase trabajadora” tomen las riendas del poder y negárselas diciendo que el problema no es la moneda cuando planteamos la necesidad de debatir sobre la salida del euro.

“Aunque no lo pretendan, quienes proponen reformar las instituciones europeas o salir del euro tienen algo en común: buscan una salida sin cuestionar el sistema”. Unos, prosiguen nuestros amigos, continuando con la misma UE con cambios y otros “volviendo al redil de los viejos estados nacionales, al proteccionismo y a las políticas keynesianas”. Pero, señalan, “no encontraremos una salida intentando regresar a un pasado inexistente”. Nuestra alternativa, señalan, “sólo puede ser europea e internacionalista”. ¿A ese redil queréis volver? ¿Defendéis el proteccionismo y el keynesianismo?

Yo no creo que la discusión es a qué redil queremos volver sino en qué redil ni queremos ni podemos estar; por lo tanto, la cuestión no es el tamaño del redil sino su naturaleza. Y, tal y como he dicho más arriba, también creo que en el redil en el que nos encontramos actualmente no hay margen alguno para políticas realmente transformadoras; a lo sumo lo hay para políticas paliativas de tanto dolor y sufrimiento social que está generando esta crisis, pero no para alterar el sistema como tal.

Por lo tanto, plantear que lo que hay que hacer es modificar el sistema como un todo y que, además, hay que hacerlo en el marco supranacional donde, precisamente, el capital financiero e industrial es más poderoso es la mejor forma de invocar el inmovilismo.

Me parece hasta cruel para quienes sufren ahora plantear que la alternativa solo puede ser europea e internacionalista. ¿Qué hubiera ocurrido en América Latina si Chávez, por ejemplo, hubiera dicho que la alternativa de Venezuela solo podía ser latinoamericanista e internacionalista y que mientras las condiciones no estuvieran dadas no se podía avanzar? ¿Estaríamos hablando de lo mismo en estos momentos? Basta con recordar que lo primero que hizo Chávez fue recuperar soberanía en un marco en el que las políticas neoliberales de ajuste estructural habían desmantelado todos los resortes del poder público y democrático para, al tiempo que se avanzaba en las mejora de las condiciones de vida de la población, plantear y profundizar el proyecto internacionalista.

En Europa ese salto parece que es inviable: o internacionalismo europeísta o barbarie. Yo creo que deberíamos ser conscientes de que mientras nos movemos en el terreno de los maximalismos y de las opciones puras e impolutas la gente sufre cada día y, sobre todo por eso, tiene todo el derecho del mundo a discutir sobre si se puede avanzar hacia la transformación social librándose de las cadenas opresoras de una en una.

¿Qué sucedería si el Estado español abandonase el euro? ¿Nos permitiría recuperar la “soberanía económica”? Preguntan los autores de la ponencia. Si por ello entendemos quién decide la política económica del Estado español, la única soberanía económica hasta la fecha la ha ejercido la burguesía española, con mayor o menor acuerdo con la catalana y la vasca desde la caída de la dictadura franquista. Con alguna excepción, la mayoría del pueblo nunca ha tenido ninguna “soberanía económica”. De verdad, insisten, “¿alguien nos pretende convencer, desde la izquierda, de que los tiempos de Mariano Rubio representaban la soberanía económica?”. ¿Vosotros estáis convencidos de que esos tiempos representaban esa soberanía?

Volvemos a una lectura reduccionista, excesivamente simplista, de la propuesta e, incluso, a un uso erróneo de los conceptos: una cosa es la soberanía económica y otra el poder.

Una cosa es que el Estado vuelva a recuperar la soberanía sobre los instrumentos de la política económica y otra muy distinta es en manos de quiénes estén los resortes del poder y, por tanto, el propio Estado y la capacidad de decisión sobre esos instrumentos.

Nadie está diciendo que con la recuperación de la soberanía económica se recuperen los resortes del poder, pero sí que la ruptura con el euro abre el horizonte de lo políticamente posible, incluido el cambio en la correlación de fuerzas a nivel estatal. Un cambio que bien podría alterar radicalmente la naturaleza del Estado y el ejercicio del poder que éste despliega o bien podría, al menos, permitir un mayor control sobre los resortes del poder estatal por parte de la ciudadanía.

Muchos ciudadanos, les cito de nuevo, “ponen el acento en que restaurar la peseta, y la posibilidad de realizar devaluaciones beneficiaría las exportaciones españolas y sería la base de la recuperación”. Pero, señalan, “en los años 80 el Banco de España tenía la capacidad de emitir moneda y el Gobierno podía decidir devaluaciones de la misma, y eso no evitó que la “reconversión” arrasara la industria. Ni las devaluaciones competitivas ni los aranceles aduaneros impidieron que el paro fuera crónico desde finales de los 70, ni que llegase a los 3,9 millones de desocupados a principios de 1994, el 24’55% de la población activa”. En síntesis: la precariedad laboral y los recortes en los derechos sociales empezaron mucho antes de la implantación del euro. ¿No tienen razón acaso? ¿El euro no es posterior al desastre social en el que continuamos inmersos?

Creo que a esta respuesta ya respondía al inicio cuando hablábamos de las responsabilidades por la situación actual.

Me parece que esta situación es el resultado de un continuo que viene desde la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea. Desde entonces, el marco de las políticas aplicadas han producido, en términos generales, un desmantelamiento de la estructura productiva en un país que carece de patrón de desarrollo claro, definido, autosostenible y de futuro.

Además, esta economía ha alimentado sus años de crecimiento previos a la crisis actual con una burbuja inmobiliaria sustentada sobre un endeudamiento que ahora se revela inasumible y, por lo tanto, la apariencia de opulencia en la que parecíamos vivir se ha demostrado completamente ficticia.

En cualquier caso, y especialmente frente a estos últimos acontecimientos, lo que no puede negarse es que el euro ha contribuido de forma decisiva a facilitar esa dinámica insostenible. Me basta con un dato para demostrarlo: en el año 1992, cuando la economía española tenía un déficit comercial del 3% del PIB tuvo que devaluar la peseta varias veces hasta que ésta perdió en torno a un 20% de su valor; en el año 2007, antes de que estallara la crisis, el déficit comercial de la economía española llegaba al 10% del PIB y, sin embargo, ese desequilibrio estructural de la economía española –que con una moneda nacional habría tenido que ser corregido mucho antes- no se consideró preocupante porque estábamos, precisamente, en el marco del euro y nuestros euros eran, se suponía, tan buenos y potentes como los de los alemanes.

Para no cansarte más ni cansar más, la última. Además, sostienen Alberto Arregui, Jordi Escuer y Carlos Sánchez Mato, “es un callejón sin salida, pues no es posible que todos los países resuelvan sus problemas a base de exportar más y lograr tener superávit, como la actual crisis atestigua. Lo que se pretende no es otra cosa que emular a la burguesía alemana”. ¿Es eso lo que se pretende? Me cuesta creerlo.

Sinceramente, comentar juicios de intenciones de esa naturaleza, teniendo en cuenta la trayectoria política e intelectual de muchas de las personas que firman el Manifiesto, me parece absolutamente innecesario y la afirmación se descalifica por sí misma.

¿Quién ha dicho que el nuevo patrón de desarrollo que pudiera salir de la ruptura con el euro no podría ser más autocentrado, basado en economías de cercanías y menos dependiente de la exportaciones y más dependiente de la satisfacción de las necesidades de nuestros ciudadanos y ciudadanas a través de la producción nacional o local? Yo creo que, puestos a elucubrar, sería en mayor medida ésta la opción por la que la mayor parte de los firmantes del Manifiesto, si no todos, se decantaría.

Gracias, muchas gracias. Lo podemos dejar aquí si te parece.

Me parece.

 

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“Para recuperar la soberanía está pendiente la respuesta social y de las organizaciones de la izquierda”

Pedro-Montes1Rebelión entrevista a Pedro Montes

 “No cabe duda de que estamos en una fase nueva y excepcional, donde los peligros y las oportunidades para la izquierda se reparten a partes iguales, pero esto es decir muy poco porque depende de lo que haga esta izquierda”.

Por Ramón Pedregal Casanova

Entrevistamos a Pedro Montes una de las primeras personas comprometidas políticamente que denunciaron el Tratado de Maastricht y las consecuencias que iba a traernos, denunció, desde el primer momento, lo que la oligarquía y su gobierno echaba sobre las espaldas de las clases trabajadoras, la ruina económica y la pérdida de soberanía, la reducción y cierre de los bienes públicos y tantas cosas como hemos conocido y aun las que están por venir.

Pedro Montes es miembro de la redacción de Crónica Popular, Presidente de Socialismo XXI, miembro del CEPS y del Frente Cívico-Somos Mayoria. Es economista y ha trabajado en el Servicio de Estudios del Banco de España hasta el 2002, profesor de Teoría Económica en las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid, Columnistas de prensa especializada, y tiene en su haber libros considerados como punto de referencia continua para estudiosos e interesados en el conocimiento de la situación económica, sus títulos son: La integración en Europa. Del Plan de Estabilización a Maastricht; El desorden neoliberal; La historia inacabada del euro; Golpe de Estado al Bienestar; Crisis en medio de la abundancia. Ha colaborado en La larga noche neoliberal; La reestructuración del capitalismo en España 1970-1990; La izquierda y Europa; Reflexiones sobre política económica; The legacy of Ernest Mandel; su último libro es Qué hacemos con el euro.

Pedro Montes, el FMI y otros declaran que la forma de salir de la crisis son la austeridad y los recortes sociales ¿a qué responde esa afirmación?

 

Hablemos de la troika si quieres, de la que forma parte el FMI, la Comisión europea y el BCE, que juntos representan al poder económico que ahora nos domina. Ellos no hablan de la austeridad y los recortes para salir de la crisis, sino de la necesidad de brutales ajustes para responder a los intereses y objetivos que defienden: evitar convulsiones financieras y lograr que los países hundidos hagan frente en todo lo posible a sus compromisos deudores. Poco les importa la crisis y sobre todo las secuelas sociales que tiene en los países como Portugal, Grecia o el nuestro. Lo malo de la política que propugnan es que ni ponen remedio a la crisis ni consiguen amortiguar los problemas derivados de la enorme deuda acumulada por los países periféricos. Si te añadiré que la intervención de la troika con sus “rescates” está logrando transformar mucha deuda que tienen los acreedores privados en deuda con las instituciones internacionales, que son la suma de instituciones de los Estados. Los beneficios cuando han existido han sido para la banca privada y las pérdidas pendientes son socializadas en todo lo posible.

 

Atribuyen la crisis a la deuda y además “pública” ¿qué clase de crisis existe? ¿es debida a la deuda “pública”?

 

La crisis tiene causas muy complejas dadas su profundidad y extensión. La deuda exterior de cada país es un dato clave de esa crisis. Pero la deuda exterior la soportan en cada país el sector público y el sector privado, y aunque hay diferencias muy acusadas entre los países, en el caso de España, la deuda exterior se distribuye en un 70% para el sector privado y en un 30% es deuda pública en manos de entidades extranjeras. El haber hecho de la deuda pública, o más exactamente del déficit público, el caballo de batalla de la política neoliberal de la troika se debe a que es el punto donde más fácilmente pueden presionar. Pero dos cosas cabe decir de esta obsesión: en primer lugar el déficit público no es tan fácil de reducir como se comprueba, porque toda política fiscal restrictiva agudiza la recesión y los ingresos públicos. En segundo lugar, el problema fundamental no es el déficit, sino la deuda acumulada por los déficit a lo largo del tiempo. Y nuestro país desde 2008 acumula déficit y crecimiento de la deuda pública bastante inquietantes, al punto de que la amenaza de quiebra del Estado está en el horizonte.

 

¿Se puede calificar de equivocación la política impuesta por los organismos internacionales FMI, BCE…? ¿no se asemejan a la colonización?

 

El problema no es tanto que la política de la troika sea equivocada como que es inútil. En nuestro país desde 2010 ya tenemos una experiencia suficiente para llegar a esta conclusión, pero si no nos basta, no hay más que seguir la trayectoria de Grecia y Portugal para saber lo que nos espera en el caso de seguir sometidos a las políticas de ajuste y austeridad. No veo paralelismo con el viejo colonialismo del siglo XIX y XX, que se trataba de una expoliación directa y por la fuerza, con la subordinación y pérdida de soberanía que ha puesto de manifiesto la crisis para los países más atrasados de la zona euro.

 

En ese caso, si no hay soberanía nacional no tenemos poder de decisión como país, o estado, ¿se puede conquistar la soberanía saliendo del euro? ¿qué supone salir del euro para el conjunto de la clase trabajadora?

 

La primera parte de tu cuestión es obvia: no tenemos soberanía económica y monetaria, y con el proceso de integración europea se han ido perdiendo todos los resortes que han tenido los estados para hacer política en función de los problemas y aspiraciones de cada sociedad. Salir del euro supondría disponer otra vez de una moneda propia para competir en los mercados internacionales y preservar un equilibrio de las relaciones económicas internacionales razonable y, por otra parte poder ejecutar una política monetaria de acuerdo con las necesidades del país, y no depender como hasta ahora del BCE y de los mercados financieros que tanto y con tanta razón desconfían de nuestro país como deudor. Desde luego creo que la clase trabajadora, a pesar de que abandonar el euro en estas circunstancias es una operación traumática justificada por la catástrofe a la que nos han llevado, tendría ventajas sensibles a medio plazo, mientras que ya sabemos a dónde conduce la política de la troika. La Europa de Maastricht es tan perversa que hasta la lucha de clases deja de tener sentido pues cualquier conquista de los trabajadores se convierte pérdidas de la capacidad competitiva del país, y por tanto, en lo inmediato, en mas paro.

 

¿Por qué quieren que tengamos menos recursos, menos medios sanitarios, menos enseñanza, trabajos sin continuidad? ¿para qué necesitan las contrarreformas laboral, sanitaria, educativa…?

 

Ya te he comentado que la reducción del déficit público es el terreno de acoso más fácil, y esa reducción lleva aparejada toda una degradación brutal contra los servicios públicos y la redistribución de la renta que debe llevarse a cabo con la política presupuestaria. Lo demás encaja en la misma lógica: como hay que mejorar la competitividad, nada mejor que atacar los salarios, como si fueran un elemento básico de la competitividad del país. Y puestos a reducir los salarios nada mejor que precarizar al máximo el mundo laboral y destruir la capacidad de negociación de los sindicatos. La reforma laboral del año pasado, como algunos solventes estudios han demostrado ya, ha tenido un impacto rotundo sobre los salarios de la inmensa mayoría de todos los trabajadores, y en este sentido siniestro se puede decir que ha tenido un gran éxito. Lo de la reforma como condición para crear empleo es una broma de muy mal gusto, un argumento repugnante, todos sabíamos, incluido por supuesto este gobierno infame.

 

Estamos en la fase en que el capitalismo financiero es dominante ¿Qué es el capitalismo financiero? ¿cuál es su proyección o su proyecto político?

Una fase del capitalismo en la que la esfera financiera ha cobrado unas dimensiones hipertróficas con respecto a la actividad y los flujos económicos reales y que tiene esa esfera financiera una autonomía propia y unas leyes de funcionamiento susceptibles de producir convulsiones, tsumanis, capaces de arrastrar a los países al fondo del precipicio. Toda la actividad financiera produce menos que una caja de lápices de colores, y sin embargo ocupa recursos humanos, técnicos y medios enormes, que lejos de facilitar el desarrollo económico real se ha convertido en una pesada losa, que deviene muchas veces, como ahora en los países del Sur de Europa, en una carga insoportable. Las razones de esta deformación del capitalismo son diversas y sobre ello hay libros y análisis de sumo interés que no pierden de vista nunca la naturaleza de clase del sistema.

¿Qué dice del capitalismo y de su régimen monárquico la corrupción?

 

Pasamos de la economía a la política. Históricamente creo que el capitalismo ha cubierto ya sobradamente su etapa histórica, y que ahora es fuente generalizada de freno del avance social, de retraso incluso, y de malestar y sufrimiento para la inmensa mayoría de la humanidad. No cabe condensar en pocas palabras lo que el capitalismo ha representado y supone en la actualidad. Sólo te diré, como miembro de la asociación Socialismo 21, que me repugna intelectual y moralmente el capitalismo y que estoy abiertamente por la construcción de una sociedad socialista. Si a ello le añadimos la casuística propia de nuestro país, incluida la monarquía y la corrupción, nos encontramos en un régimen social podrido y maloliente que no es capaz de absorber tanta basura y escombros como produce. Y aquí está la cuestión clave del momento presente: la situación económica, social y política es insostenible, tomando esta palabra en su sentido más literal. Hay que prepararse para ello, porque no lo estamos, y del malestar y de tantas víctimas existentes, bien combinado con un poquito de moral y ética y un ápice de inteligencia colectiva crear las condiciones para transformar la sociedad y hacerla avanzar. El régimen de la transición ha muerto y hay que sepultarlo: un nuevo proceso constituyente es necesario e inevitable. Es lo que nos proponemos desde el FCSM: contribuir fraternalmente y sin sectarismo alguno a crear un poder social que se oponga a tanta ignominia y sinrazón y construya ese otro mundo posible que la inmensa mayoría deseamos y necesitamos.

 

¿Hay peligro de hundimiento del capitalismo? ¿qué puede pasar en tal caso?

 

Si te refieres al capitalismo en general reconoce que es mucha pregunta para mi modesta persona y para cualquiera. Es deseable desde luego su desaparición pues la humanidad bajo su hegemonía se enfrenta a muy serios peligros, la cuestión ecológica, la tecnología genética, las armas de destrucción masiva, los cambios geopolíticos derivados de la lucha por los mercados y las materias primas y el terrible sufrimiento que padece gran parte de la humanidad por necesidades que podrían cubrirse para todos dado el desarrollo de la fuerza productiva. Si la pregunta se refiere a nuestro país, no cabe duda de que estamos en una fase nueva y excepcional, donde los peligros y las oportunidades para la izquierda se reparten a partes iguales, pero esto es decir muy poco porque depende de lo que haga esta izquierda.

 

La desconfianza del pueblo en el régimen y en el capitalismo, la pérdida de representatividad de las instituciones parlamentarias y organizaciones políticas, sindicales… ¿qué clase de panorama dejan?

 

En la conciencia de las masas se está produciendo un proceso acelerado de desconfianza política indiscutible, y con muy sobrados motivos. Desde el rey para abajo aquí casi nadie se salva. Pero hay un retraso manifiesto a la hora de relacionar el régimen político y el sistema económico. Muchas gentes están hartas de lo que sucede políticamente y desean un cambio político y muchas gentes están sufriendo la crisis y son víctimas del sistema, pero no se han planteado la necesidad de cambiar la naturaleza del sistema económico. Anticapitalistas serios todavía hay muy pocos, y en el imaginario colectivo la idea del socialismo está desarraigada y es difícil hacerla brotar otra vez. De todo ello es sin duda responsable la propia izquierda, que no tuvo la firmeza ideológica necesaria en el pasado y que no tiene la claridad que es preciso en estos momentos. Condiciones objetivas para poner en cuestión el sistema existen, pero como es ampliamente reconocido que faltan el sujeto y las direcciones políticas para cambiarlo. La demanda está en la sociedad y en el campo político se dan operaciones de todo tipo buscando la confluencia de organizaciones y sectores sociales de toda la izquierda, si bien hay desconfianza en las intenciones de algunos y falta claridad en las de casi todos.

 

¿Qué salidas pueden darse?

 

Variantes como en una partida de ajedrez hay bastantes, proyectos buenos por los que apostar menos. En mi caso respaldo el manifiesto impulsado por mucha gente que sostiene que estamos en una encrucijada con respecto al tema de Europa. Una alternativa es aceptar en el fondo la Europa surgida de Maastricht y someterse a las imposiciones de la troika, que como hemos visto son los ajustes, recortes y la austeridad, sin perjuicio de cubrir las vergüenzas añadiendo que la Europa neoliberal debe modificarse y que deben buscarse alianzas para conseguir esa transformación. La otra es romper con la unidad monetaria y recuperar la soberanía económica y monetaria en la forma de reimplantar una moneda propia para competir y tener una política monetaria propia para atender las necesidades reales de la sociedad y no estar pendientes de los mercados financieros y las decisiones del BCE. Tras esa disyuntiva está nada más y nada menos que recuperar la soberanía de los ciudadanos, la soberanía popular, que es consustancial con el llamamiento del Frente Cívico Somos Mayoría.

¿Es posible que los del régimen y el sistema planeen la demolición controlada y lleven a cabo un cambio estético: Juan Carlos a Felipe, o monarquía a república?

Claro que es posible, pero no creo que les sea fácil. Ellos tienen ideología, intereses y poder para intentar planificar la salida del país de la crisis. Otra cosa son las divisiones que también se dan entre ellos, los intereses contrapuestos que existen, por ejemplo entre la burguesía nacionales, y las contradicciones objetivas de sus proyectos: el euro es irreversible dicen todos, pero la política necesaria para seguir en él está hundiendo al país como lo ponen de manifiesto los datos pavorosos del paro. Y siempre está pendiente la respuesta social y de las organizaciones de la izquierda.

¿Cuál sería la alternativa económica social y política más favorable para el pueblo desde el Frente Cívico?

Eso es lo que tenemos que decidir en la asamblea constituyente que se celebrará el 6 y 7 de julio próximos. El manifiesto precursor de Julio Anguita ya aporta muchas ideas, pero ahora deben ser concretadas y asumidas por el Frente como un colectivo que decide y actúa democráticamente. De modo esquemático y en mi opinión, aparte de organizarse y funcionar bien, hemos de atender dos vertientes, la defensiva para combatir tantos desmanes y abusos como nos tratarán de imponer -atención por ejemplo a las pensiones y otra vez están en el ojo del huracán -y otra la propositiva o constructiva. Hay que consensuar un programa que responda, por un lado, a las necesidades más sentidas y más urgentes de la gente, sin olvidar nunca al paro. Por otro, a concepciones progresistas del modelo económico y social que debemos lograr en contraposición a la política de los poderes económicos, con el tema de la vinculación con Europa entiendo como inevitable. Por último, son necesarios algunos objetivos políticos, que definan un ideario de la sociedad libre, democrática, e igualitaria que queremos construir. Un entramado de propuestas que inciten a la lucha, eleven la conciencia de los ciudadanos y estimulen su participación y compromiso para construir el contrapoder en el que aspiramos a constituirnos.

¿Quieres añadir algo más?

Si, aprovecho para exponer una reflexión que debe ocupar a la izquierda. Se trata de la necesidad de incorporar a la juventud a la política. El 15 M representó un salto inmenso en ese aspecto, pero no es menos cierto que nuestro país se resiente de un bache en generacional tras muchos años de desencanto, alejamiento y por último de desafectación a la política. El motivo de reflexión me lo dio el otro día una conversación con algunos jóvenes, tomando una cerveza, que tuve en Toledo tras un acto de presentación del Frente Cívico. Me decían: nuestra generación no ha luchado nunca por lo que tiene. Hemos tomado lo que nos ofrecía el mundo, pero sin pensar en los esfuerzos que costó adquirir muchos de los derechos y condiciones de vida que hasta hace poco veíamos como naturales. Por eso nos los quitan con facilidad, porque no sentimos que son el fruto de nuestro esfuerzo y compromiso, como fue vuestra generación, me decían, señalándome. Los promotores del Manifiesto de 1930 por la República se referían muy especialmente a la juventud con estas palabras: “Tratándose de decidir el futuro de España, es imprescindible la presencia activa y sincera de una generación en cuya sangre fermente la sustancia del porvenir”. Termino pues con un ¡Viva la Republica!

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El régimen prepara su reforma. La izquierda sigue con su despiste

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

«No se puede gobernar en el gobierno del Estado, con nadie que apoye la reforma constitucional del artículo 135 y por tanto sitúe la “deuda pública” por encima de los derechos humanos y para eso, no nos podemos conformar con cincuenta o sesenta, no, necesitamos al menos ciento setenta y aun así igual, no nos deja,»

Ya comienza a moverse el frente mediático del Sistema. Diversos movimientos hacen ver, que en lo esencial hay que ponerse de acuerdo y para ello, confundir, disimular, lo que sea con tal de salvar el statu quo y que todo vuelva y pronto a lo de siempre. Son ya conscientes los más y las más inteligentes del régimen del 78, que este está podrido y necesita “cirugía estética”.

Aparecen unos clubs, fundaciones y asociaciones de indignados “pijos” y señoritos, según cuenta “El País” este domingo pasado día 2 de Junio.  Incluso algún ministro dice que –hombre, pues hay que invertir en crecimiento- y se queda tan tranquilo. Pero el verdadero run-run cada vez más fuerte, es la necesidad de un pacto de estado PSOE-PP, al objeto de salvar los muebles. Los suyos y los de los bancos, claro, no los del personal.

Mientras tanto la Syriza española, ni está ni se le espera y ojalé me equivoque-. De hecho hay quien afirma que ya existe y el que quiera que fiche. Cincuenta diputados para ser decisivos. Es decir cincuenta ¿Acaso para llevar a Eduardo Madina o similar a la Moncloa? O ¿Cincuenta para seguir en la oposición si la Gran Coalición triunfa y por fin los poderes financieros y los dueños de” El Mundo” y “El País” la consiguen?

Hay quien habla de exportar a Madrid, el gobierno andaluz. Pero ¿Acaso no están pidiendo Rubalcaba y Elena Valenciano a gritos un pacto con el PP? ¿No se escucharon en Sevilla, las declaraciones del “progre oficial del PSOE” Tomás Gomez afirmando en Madrid, que la única izquierda real y posible es el PSOE y lo demás no existe? Si Rubalcaba acaba pactando con el PP, ¿Qué ocurrirá con los cincuenta diputados? Me pregunto.

El escenario está muy abierto. Izquierda Unida sube. Lógico. Pero no lo suficiente. Queremos algunas y algunos, triunfar, es decir que triunfe la ciudadanía resistente y las clases populares y obreras machacadas y las y los parados olvidados. Queremos que triunfen los pueblos del Estado a través de un Bloque social y político, amplio y antineoliberal. Queremos que la “gran coalición”, se quede en la oposición. Queremos que los defraudados, engañados e indignados con el PSOE voten, vuelvan a votar, porque también estamos socialistas antineoliberales, socialistas de izquierdas en ese Bloque y pueden confiar en nosotras y nosotros.

Aspiramos a construir un programa de gobierno de forma muy amplia y participativa, que triunfe y no se vea obligado a trufarse con neoliberales, aunque nos permitan implementar algún programa de caridad e incluso de solidaridad extrema.

No se puede gobernar en el gobierno del Estado, con nadie que apoye la reforma constitucional del artículo 135 y por tanto sitúe la “deuda pública” por encima de los derechos humanos y para eso, no nos podemos conformar con cincuenta o sesenta, no, necesitamos al menos ciento setenta y aun así igual, no nos dejan.

No se puede gobernar con nadie que se niegue a auditar la llamada deuda pública que es una estafa sangrante y un negocio criminal y Madina hace poco en voto en contra de una moción pidiendo su auditoria. No se puede gobernar con Aguayos y Ávilas de turno, que pongan el objetivo de déficit por encima de todo, incluida la solidaridad.

Podemos gobernar porque hay dinero de sobra. Podemos implementar los programas de empleo y sociales suficientes. Combatir el fraude fiscal y obligar a los ricos a pagar. Podemos repartir. Pero para eso necesitamos hacer y construir pueblo como dijo Tsipras el sábado día 31 de Mayo en Madrid.

Mientras discutimos si galgos o podencos, seguimos sin construir una izquierda inclusiva y amable. Ni discutidora, ni capillista, sino combativa e ilusionante.

Pero antes la elecciones europeas y esas son la llave del éxito de los y las de abajo.

Esto es trabajo de todos y todas los que creemos que si se puede.

 

 

 

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Julio Anguita ;“O Alemania se va del euro o los países del Sur tendrán que salirse”

descarga«…No hay que escandalizarse. La revolución es algo normal. Yo me baso en la solemne Declaración de los Derechos Humanos que está hablando de que la rebelión es legítima. Y lo dice Santo Tomás de Aquino, y John Locke…»

 
Entrevista a Julia Anguita de Alfonso Alba de andaluces.es

Julio Anguita González (Fuengirola, 1941) está viviendo su etapa más activa desde que dejó la primera línea de la política nacional, “los cargos”, como él mismo lo define. Acaba de publicar un libro, junto a la periodista Carmen Reina, de Conversaciones sobre la III República (Editorial El Páramo) que ya ha agotado dos ediciones y que no para de presentar en media España.

Tras poner en marcha el Frente Cívico, un movimiento social que renuncia a presentarse a las elecciones pero que aspira a aglutinar a una mayoría para la movilización, Anguita no para de ser llamado para impartir conferencias y asistir a programas de televisión de máxima audiencia. Pese a su nuevo repunte de una popularidad, que ya era alta, sigue fiel a sus costumbres, al bar al que acude todos los días a tomar café, donde se desarrolla la entrevista. Es temprano. En la televisión de la cafetería, encendida, se ve a José María Aznar. El día de antes ha concedido su famosa entrevista que ha sacudido las costuras del PP.

Podríamos empezar la entrevista por lo último…

…lo último es la amenaza de Aznar, que vuelve [risas].

Ah, bueno. Pues pensaba preguntarle por otra cosa, pero me pone en bandeja una pregunta sobre Aznar, que parece que quiere volver a la política, no como usted…

Yo estoy en la política. Lo que no vuelvo es a los cargos. Pero en política estoy hasta que me muera. Lo que yo hago es política. Pero no institucional.

¿El amago de Aznar, unido al regreso a la primera línea de la actualidad de Felipe González, es como un regreso a los 90?

Vamos. No quiero entrar en ese debate, que es un problema del señor Aznar y del PP. He hecho un comentario jocoso al principio, pero no quiero entrar en ese debate.

Lo que le iba a preguntar al principio, sobre lo último, es porque la firma de Julio Anguita está encabezando un manifiesto que circula por internet para que España salga del euro.

Mi firma es la tercera, por orden alfabético.

Usted siempre ha sostenido que la única salida a la crisis en España es que el país abandone el euro.

Hombre, siempre no. Pongamos que hace cinco años, sí. Esa posición se debe a las consultas que uno hace, a las lecturas que uno hace, a las reuniones con compañeros economistas que uno tiene. Somos muchos los que en España siempre hemos mantenido una posición crítica con el euro, pero el que ha tenido bien arropada su propuesta para la salida del euro ha sido Pedro Montes, que pertenecía al área económica de Izquierda Unida, fue economista por oposición del Banco de España, igualmente, con su fallecido compañero Jesús Albarracín.

Muy crítico con el euro fue también otro miembro de IU, Juan Francisco Martín Seco, que es interventor general del Estado y también apoya este manifiesto, junto a una serie de economistas. Esta posición que al principio parecía muy minoritaria se ha ido ampliando. Además, hoy es un debate. Sobre todo cuando hay un economista inglés que dice que la deuda es impagable [se refiere al economista Jeremy Warner, que ha publicado en The Telegraph una tribuna que plantea que la deuda de España es impagable], tesis que venimos manteniendo. La deuda no se puede pagar, se pongan ustedes como quieran. Entonces, una de dos: o Alemania se va del euro, con lo cual sería una solución, o los países del Sur, los famosos PIGS, tendrán que salirse. Le daré un dato.

El 20 de mayo de 2012 en el diario El País Felipe González publicó un artículo donde se dice textualmente: “Cuando construimos la moneda única se nos olvidó que…” Entonces dice que no había una política financiera en común, que no hay una fiscalidad en común. Es decir, el argumento que siempre habíamos usado nosotros para rebatirle, él ahí lo había escogido. De modo que la salida del euro es una, hay otras soluciones. Que se vaya Alemania, que se replantee la construcción europea en torno a una entidad política y que desde luego lo que se llamó la construcción del espacio social europeo se haga.

¿Qué consecuencias tendría para España su salida del euro?

No más difíciles que las actuales. Obligaría a no participar con sacrificios sino con entender que empezamos una etapa difícil porque entre otras cosas el diferencial de la peseta con la moneda única en torno a la deuda podría elevarse. Pero claro, es que la salida del euro implica otras medidas. Para empezar, una auditoría de la deuda. Y si hay una parte de la deuda, que es lo más importante, que es ilegítima, no pagarla. Y la otra otra de manera unilateral hacer una moratoria. Esas medidas van concatenadas. Salirte del euro sin plantearte una deuda que es impagable no tendría sentido. Luego la segunda medida es no pagar la deuda. Eso lo hizo Argentina, ¿eh? Esto no es nuevo, esto no es nuevo.

Pero plantear esa salida del euro tendría una consecuencia de default sobre el país. No tendríamos dinero para pagar las pensiones, las prestaciones sociales…

¿Cómo que no? Dele usted a la máquina.

¿Al Banco de España?

Claro. Es que eso es recuperar la soberanía monetaria. Y aplique usted una política de persecución del fraude fiscal, de persecución de la economía sumergida, de erradicación de los paraísos fiscales. Esto no es fácil. Esto es muy difícil, pero el marco existe y el modelo existe. Mire usted a Estados Unidos. La máquina se pone en funcionamiento.

Mire usted, ¿es que hay un peligro de inflación? Evidentemente, pero bueno, ya veremos. En la economía capitalista, el conductor, el político siempre ha tenido dos caballos: la inflación y los déficits. Y tiene que jugar con los dos. Unas veces le dejo a uno que corra más. En fin, los ritmos.

Y en este caso sería el caballo de la inflación el que correría.

Pero, vamos, la inflación también se puede cortar, porque obedece a muchas causas. Tenemos la inflación como consecuencia de que se acuña mucha moneda, está la inflación de beneficios y de esta nunca se habla, cuando los beneficios son bastante numerosos… Pero vamos, que evidentemente la inflación es un riesgo. Yo tengo una manera de trabajar: primero está la población, sino es que lo estamos sacrificando todo a que las cuentas, la mecánica de las cuentas funcione. Y la población tiene que comer todos los días.

¿El economista inglés al que se ha referido antes es el del diario The Telegraph?

Sí, lo he dejado para leérmelo ahora. Dice que la deuda es impagable, cosa que ya decía hace cuatro años Pedro Montes. No se pueden pagar cuatro billones de euros, se pongan como se pongan. Lo que están tirando es balones fuera esperando a que el árbitro pite el final del partido.

Una patada hacia adelante. Aplazando los problemas al futuro.

Es la huida hacia adelante, esperando. Ellos operan el modelo que ya Keynes planteó y que es muy viejo: todos los ciclos económicos tenían un ritmo y ese ritmo va a volver. Lo que pasa es que estamos ya en una situación en la que no hay ciclos económicos. El capitalismo ha llegado ya a los últimos confines de la Tierra y no puede repetir el mecanismo de resistencia. Y eso es lo que esperan, que venga un ciclo alcista. Y no parece, no.

Con esa salida del euro se produciría un auténtico terremoto político en España.

Hombre. La salida del euro la tiene que aplicar un Gobierno. Y un Gobierno con el apoyo mayoritario, luego el terremoto no sería tanto. No podemos aislar la medida de quien la pone en marcha. Cuando me preguntaban ustedes, los periodistas, cuando yo era candidato a la Presidencia del Gobierno, ¿oiga usted, eso que está diciendo cómo se va a aplicar? Miren ustedes, yo a la población le explico lo que voy a hacer. Si me vota, ya está. O sea, un terremoto para el que no ha ganado, por que el que lo aplica es que ha ganado. Cuando planteamos esta medida partimos del supuesto de que eso hay que aplicarlo con la fuerza mayoritaria.

Otra cosa que puede ocurrir es que directamente nos expulsen del euro.

No lo van a hacer. ¿Quién le va a pagar a los bancos alemanes? Son un tigre de papel. Cuando el presidente de Ecuador Rafael Correa anunció que iba a hacer una comisión para estudiar una auditoría de la deuda, automáticamente la banca le ofreció una quita del 30%. Un 30% inmediatamente. Así que no creas que tienen ellos las de ganar. Es que pierden, porque a la banca alemana no se le paga. ¿Qué haces ahora? Esto también es riesgo por nuestra parte, porque llega la presión internacional… No estoy planteando una medida suave, pero no es más dura de lo que hay actualmente.

Planteaba que para acometer esa medida lo tiene que hacer un gobierno mayoritario. Usted desde el Frente Cívico rechaza presentarse a unas elecciones. Ese discurso entonces tendría que calar en los partidos que se presentan a las elecciones.

No, no. En la gente. A mí me interesa más la gente. Cuando la gente cree fuerza, los partidos irán detrás. Los partidos no me preocupan a mí, me preocupa la gente. Si creamos una fuerza social, los partidos más ligados a nuestras ideas se pondrán detrás.

Con esta recogida de firmas inicia entonces la batalla de la opinión pública a la que plantea que la salida a la crisis es la salida del euro, valga la redundancia.

Hombre, mientras estén las cosas como están. También digo que hay otras. Por ejemplo, que el proyecto de construcción europea retome la baza política. Ir hacia un gobierno de Europa, la creación de una Europa Federal, que eso significa redistribución entre los territorios para ir a lo que se llama una cohesión económica social. Otra salida, que se vaya Alemania.

Acaba de publicar junto a la periodista Carmen Reina el libro Conversaciones sobre la III República (Editorial El Páramo). Usted defiende que esa III República no como cambiar al Rey por un presidente sino por una reconstrucción del Estado. ¿En ese Estado volveríamos a hablar entonces de que nos regiría la peseta?

Si nosotros hemos cedido soberanía en nombre de un proyecto de integración europea, pues esa cesión de soberanía tendría que valer de alguna manera que el proyecto fuese así. Si no es así, se recupera esa soberanía. Es algo puramente lógico. Lo que pasa es que nosotros hemos cedido soberanía con mucha facilidad. Hay parlamentos que exigen los tres quintos, hay otros que exigen un referéndum.

Aquí, la Constitución se hizo para entrar rápidamente. La actual construcción europea dista mucho de lo que se anunció cuando se empezó a hablar antes del Acta Única. Hay unos hitos en la construcción europea que son las propuestas por ejemplo del diputado italiano Spinelli, el tratado de Ámsterdam de 1984, posiciones incluso de Jacques Delors, del primero, segundo y tercer presidente de la Comisión Europea, que hablaban de la cohesión social. Pero se han arrumbado. Llegó el Tratado de Maastricht y dijeron fuera. Por tanto, esta construcción europea no responde a lo que en principio se pensó. Luego, si no es así habrá que recuperar soberanía. Esa es la lógica que se planteó en España cuando se habló de la República. Ustedes no han cumplido con la Constitución, el pacto no existe.

Aunque ahora los nuevos dirigentes europeos están hablando de fomentar la unión política y, sobre todo, la unión bancaria.

¿Por qué hablan de la unión bancaria? Porque en el fondo no quieren unión política. Una unión política significa un gobierno europeo, que no se hace de momento, sino dando unos pasos. Una interconexión entre los distintos parlamentos. Pero esa realidad no se quiere. Lo que quieren es tener una banca como instrumento fundamental de control y una coordinación de gobiernos, no un gobierno europeo.

Ahora está creciendo en Europa el antieuropeísmo, en Grecia, en Reino Unido…

En Reino Unido no tiene sentido porque hasta ahora ellos no han hecho nada más que sacar ventajas. Una de las cosas más tremendas fue la concesión a la Thatcher del cheque británico, es decir, el dinero que sobra para mí. Gran Bretaña es un movimiento extraño en la construcción europea. Como ellos dicen, Europa es eso que hay ahí al otro lado del Canal de la Mancha. Ellos se sienten más vinculados a Estados Unidos cultural e históricamente. Lo que ocurre es que ese espléndido aislamiento anida en ciertas clases sociales, y de ahí salen estos partidos como el UKIP.

Pero los que somos anti Maastricht en todo el Sur de Europa es que estamos cargados de razón. Nos decían antieuropeos porque ellos tenían una concepción dogmática: o ésta es la construcción europea o lo demás no vale. ¿Porqué? Podemos hablar de otras opciones. Y ahora ha llegado el momento de hablar de otras opciones. Lo que ha caído es el discurso dogmático en el que estuvo Felipe González metido hasta el final. Él es el responsable de ese discurso de Maastricht.

También como Aznar parece que hace amagos, al menos de marcar el discurso político.

Hombre, pues sería interesante que asistiéramos a un revival que volvieran ellos dos allí, como los dos viejos pistoleros que aparecen después en el Far West a ajustar sus cuentas. Sería interesante, un espectáculo que pediría yo primera fila para verlo.

Bueno, ya vio el de los 90 en primera fila.

No, no. Pero digo ahora. El otro no lo vi, en el otro participé. Participé en el duelo [risas].

Señor Anguita, lo que sí estamos viendo ahora, y eso no ocurrió en los 90 cuando estuvo en primera fila, es una crisis absoluta del bipartidismo. Al menos, es lo que trasladan las encuestas.

Lo que pasa es que esa crisis del bipartidismo tiene un buen paraguas, que se llama la Ley Electoral. Y si no fíjese cómo bajando el PSOE más que el PP, y también bajando el PP todavía las demás fuerzas políticas no consiguen aunar un buen número de diputados que cuestionen la mayoría.

Esto indica que el bipartidismo está muy bien consolidado gracias a una Ley Electoral que se hizo para eso. Por ahí circula un documento que me han presentado para que dé mi opinión, en el que hay un grupo de intelectuales que buscan que se pueda crear una candidatura alternativa.

Me temo que es otra vez para apoyar al PSOE. Somos un pueblo que tiene poca memoria. Aquí olvidamos que fue Zapatero el que le pidió a Mariano Rajoy que había que aprobar la reforma de la Constitución.

Cuando se opta por el Frente Cívico se opta por un camino, el mío: no hay salida desde la mecánica normal. Evidentemente que todo tiene que ser sancionado por las urnas, pero ahora mismo no se resuelve en las urnas. Se resuelve en la construcción de un contrapoder, se resuelve en la movilización.

Además, no hay que escandalizarse. La revolución es algo normal. Yo me baso en la solemne Declaración de los Derechos Humanos que está hablando de que la rebelión es legítima. Y lo dice Santo Tomás de Aquino, y John Locke, y la revolución francesa, y la revolución americana. Pero quieren que todo el mundo se meta en el tema electoral. Pues no me da la gana. Usted quiere que me meta en el desfiladero donde están los indios arriba tirando las flechas. Yo no me meto ahí.

¿Cómo va esa movilización del Frente Cívico?

Estas cosas no se deben decir. El Frente Cívico tuvo una arrancada de caballo alazán y va camino de la parada del burro manchego. España es un país que enseguida que aparece algo nuevo queremos ver los resultados inmediatos. Pero aquí hay dos palabras que son tesón y paciencia. Ahora vamos el 6 y 7 de julio a la constitución definitiva del Frente Cívico.

Espero que si los documentos que hasta ahora han servido de base que han sido mis siete famosas cartas, las siete pastorales [risas], los leen, se darán cuenta de que todos tenemos que irnos con otros, a trabajar, a ayudarnos. Lo nuestro es la movilización y, sobre todo, que tenemos la misión de intentar movilizar a la mayoría.

En España parece que las movilizaciones no san tan masivas como cabría esperar de una crisis tan salvaje. ¿Tiene miedo la población?

Claro que tiene miedo, porque lo poco que tienen, el que tenga poco, lo pueden perder. Se ha repetido siempre que el hambre produce revoluciones y no es verdad. Si cogemos la historia, las revoluciones han venido en su germen primigenio de los privilegiados. La revolución francesa se gestó en los salones en donde los intelectuales se reunían, hablaban, eso se filtraba a una parte de la calle, la burguesía de entonces, que necesitaba romper las cadenas que les imponían los señores de la aristocracia… Pero vino de arriba.

El pueblo, los sansculotte, salió, arrasó y se sumó ya. En la revolución soviética lo mismo. Comienza en la intelectualidad y en los elementos más avanzados del poco proletariado que había en Rusia. Igualmente, la revolución cubana la inicia un abogado, que es Fidel Castro. Y la revolución china empieza con un maestro de escuela que es Mao Tse Tung.

Entonces, ¿qué ocurre? En esto soy muy duro con la cobardía de los intelectuales. A la gente que no tiene que comer y que necesita el mínimo puesto de trabajo para sobrevivir, no le pidamos la heroicidad. Cuando llegue el momento y le hayamos allanado el camino sí. Pero la primera chispa en la rebelión es para los que, y ahí me incluyo, hemos podido estudiar, hemos tenido experiencia, percibimos un salario de jubilados… Y ahí veo que hay mucho apesebrado, mucho pesebre.

¿Esa intelectualidad es quizás la que ahora le está moviendo el trono al Rey?

Hay un dicho muy antiguo que dice que es preciso que un hombre muera para que se salve el Reino. Naturalmente, la figura del Rey es hoy una pesada carga para el sistema monárquico y para el estatus de la Casa. El Rey nunca ha sido una figura edificante, en absoluto. Pero ahora las cosas que se silenciaban, se saben. El problema es el siguiente: ¿Felipe VI va a acceder a ejercer el papel que ha ejercido el padre? Yo creo que si el Rey abdica y Felipe gobierna, al cabo de dos años tenemos aquí la República. Pero traída por la derecha.

Esta idea la he repetido hasta la saciedad. La República la trae la derecha. Cuando me refiero a la derecha no sólo hablo de los partidos políticos, me refiero a los intereses económicos que tienen que cambiar para que continúe el chiringuito. Y si hace falta una república, se pone una república, eso sí, muy conservadora. Entonces, los que solamente tienen de republicanos darle aire a la bandera, incautamente van a caer en el barril. Por eso hace falta un proyecto de república.

Sería como escribió el italiano Lampedussa en El Gatopardo, cambiarlo todo para que nada cambie.

Efectivamente. Y sobre eso la Historia nos da ejemplos todos los días.

¿Cómo asiste Julio Anguita a la tormenta de titulares de casos de corrupción que vive España? Ya no se salva nadie: banqueros que van aunque sea un día a la cárcel, el yerno del Rey, políticos, jueces. Están todas las instituciones afectadas por la corrupción.

¿Cuál es el estadio más grande de España, el Bernabeu o el Nou Camp?

El Nou Camp.

Pues una inmensa sala de juicio con no sé cuántas decenas de miles de inculpados sentados allí, en el Nou Camp. Todos los que han gestado esta situación en la que hay que meter a políticos, a banqueros, a medios de comunicación, a intelectuales que han dicho que esto era la modernidad. En ese inmenso campo habría que juzgarlos a todos. Es un juicio de papel, evidentemente.

No estamos hablando de algo en serio. Ahora está pasando lo que venía de antes. Recuerdo los discursos de Solchaga [ministro de Economía con Felipe González], y los de Felipe González, y los discursos de que los demás éramos unos anticuados mientras se destruía tejido productivo, mientras se vendían las empresas, mientras España era el ladrillo, el turismo y los salarios bajos. Tenemos más autopistas que nadie, porque eso les generaba el negocio… Esto es el juicio a las clases dirigentes del país. Es un juicio de la Historia. Y hay que sentarlos a todos. Incluido a mí, aunque sé que me tendrían que soltar inmediatamente porque yo no tengo ningún problema en sentarme allí también.

La población asiste atónita a los juicios porque no acaba de confiar en la Justicia, no la ve justa.

Algo tiene la población también de responsabilidad. Cuando la gente vota, tiene su parte de responsabilidad, lo que pasa es que no le gusta que se lo digan. Pero la tiene.

¿Qué le parece el decreto sobre la expropiación temporal de viviendas que ha aprobado la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía?

Estoy de acuerdo. No me parece quizás la medida más avanzada, pero me parece muy bien porque ya apunta, ni más ni menos, algo que es de justicia: no puede haber gente sin casa y pisos vacíos. No puede haber. Porque atenta contra el derecho de la ciudadanía. En consecuencia, el derecho natural sancionado por la Declaración de los Derechos Humanos dice que se pierde la propiedad. Así de claro. Punto. No hay que discutirlo. Porque hay un momento en la Historia en el que los derechos se imponen, y punto. Ya no hay más que discutir.

Aunque sólo sea por ese decreto, ¿ha merecido la pena el pacto de gobierno entre el PSOE e IU?

Una persona puede tener una trayectoria nada edificante y en su vida ha habido un momento en el que, bueno, dio amor o se portó muy bien.

¿Qué le parece, como profesor y político, la reforma de la Ley de la Educación que hace que la asignatura de Religión compute en la nota media de un alumno?

Soy un profesor, pero un profesor que tengo ideas y hablo de la enseñanza. Como profesor soy el exponente de una trayectoria de enseñanza que ha habido en este país y que es hija de la Ilustración. Y la enseñanza no es independiente. Ahora estamos dominados por una visión de la enseñanza clerical con olor a sacristía. ¿Qué vamos a esperar?

A mí del PP me parece normal. Y que la Iglesia española, que siempre ha sido agreste, montaraz y trabucaide, haga esto porque es lo mismo. A mí lo que me molesta es el grito en el cielo que pone el PSOE porque él fue el responsable. Cuando su secretario general dice el otro día amenazante que bueno que ellos van a hacer que se cumplan los acuerdos del año 1979… ¡Hombre! Entonces, la situación de hoy la trajo el PSOE, que fue tolerante y cedió ante una Iglesia española muy mal acostumbrada que cada vez va a pedir más y más.

Pues ya la tenéis aquí. Para mí sería muy fácil decir que el PP tal. No, no. El PP es el PP y ya está. Un granado no da nada más que granadas, y sus alianzas con las sotanas están clarísimas. Es el otro el que no cambió esta situación.

¿Tan fuerte es ese poder fáctico de la Iglesia como para marcar la agenda de un Gobierno y cambiar de arriba a abajo una ley tan importante como la educativa?

Cuando los gobiernos no tienen más contacto que los palacios, las élites, los directores de los medios de comunicación más influyentes, sí. Porque la Iglesia tiene poder. Pero cuando el Gobierno dice luz y taquígrafos la Iglesia no tiene poder ninguno. Ninguno. Hay una prueba. Las bodas religiosas han ido bajando, los niños no daban clase de Religión, el descreímiento de este país es tremendo. Y salvo los folclores de la Virgen del Rocío pues la religión no tiene fuerza.

Además digo una cosa: los profesores de Religión no enseñan religión, porque religión también es el Islam. Como asignatura la Religión tiene cuatro apartados: la vida sobrenatural, el dogma, la moral y la liturgia. Esa es la asignatura. Y de eso no enseñan nada porque eso no se lo cree ya nadie. La dogmática y la vida moral en esta sociedad no se la cree nadie. Entonces, ¿a qué va la Iglesia? A mantener el poder, a mantener los privilegios económicos, quedarse con la Mezquita por 30 euros, y ya está.

Entonces, la alianza con la calle y la realidad disipa todos esos pactos palatinos. Pero son incapaces porque su naturaleza le tira al pacto palatino se encuentran en inferioridad y hacen lo que diga monseñor Rouco Varela. Que diga misa, que es lo suyo [risas].

Ha hablado de la Mezquita de Córdoba, una ciudad de la que fue alcalde. La Iglesia ha inmatriculado a su nombre por 30 euros todo un edificio Patrimonio de la Humanidad tras una reforma de la Ley Hipotecaria impulsada por Aznar. ¿Qué piensa de esa acción y cómo parece que la población ha asistido callada o al margen?

La Iglesia está en la línea que ha estado siempre. En España ha tenido una unión con el poder siempre, pero desde el emperador Teodosio. Hubo dos momentos muy breves en que no, la Primera y Segunda República, y determinadas cosillas en la época de Carlos III con la expulsión de los jesuitas en España y en Portugal con el marqués de Pombal. Lo que ha pasado con la Mezquita no sé si la población lo sabe, pero aunque lo supiera creo que haría lo mismo. El llamado cordobesismo no es ni más ni menos que una de las manifestaciones de la pereza mental, exaltado a nivel de filosofía de vida.

¿Qué le parece el rezo compartido en la Mezquita?

Me parece lo más normal, porque lo mejor que pueden hacer las tres grandes religiones monoteístas, viendo como está el espíritu secular que invade al mundo, es juntar los tres chiringuito. El gran Al-Hakem II, que era el príncipe de los creyentes y por tanto el jefe religioso máximo en Córdoba, en un momento dijo: “yo creo que cada una de las tres grandes religiones tiene parte de razón”. Eso era inconcebible en esa época, porque era como el Papa de entonces, el califa. Esto yo no creo que ahora lo diga un Papa porque quieren ser los únicos.

¿Ha vuelto a la Mezquita últimamente?

No, hace mucho tiempo que no voy. La conozco, algunas veces la he enseñado.

La palabra Mezquita ya apenas aparece por ningún sitio.

Sí, ahora es Catedral.

Es como una nueva catequesis…

Sí, pero además ellos aplican la historia como quieren. Es verdad que allí hubo una iglesia mayor, llamada de San Vicente, y que cosa incomprensible para determinados católicos se trazó un telón y en una parte había rezos cristianos y en la otra musulmanes. Y después se le dio dinero para que se fuesen a otro sitio. La persecución sistemática de la Iglesia Católica contra cualquier disidencia, la imposición del bautismo en Granada violando las capitulaciones que firman los Reyes Católicos con Boabdil, eso no se dio en Córdoba. No hay cosa peor que tener la religión verdadera. Tremendo.

Y pensar que uno siempre tiene la razón.

Sí. Claro, claro.

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Defender el euro es defender la Europa de Maastricht.

Pedro-Montes1Entrevista a Pedro Montes acerca de las críticas por la campaña para salir del Euro

“Se trata de romper con el Tratado de Lisboa. Mantenerse en él es garantía de que sigue la política neoliberal»

Pedro Montes Fernández se licenció en 1968 en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid. Al año siguiente ingresó por oposición en el cuerpo de Titulados del Servicio de Estudios del Banco de España. Su actividad en el Banco de España ha sido variada: investigaciones econométricas relacionadas con el sector exterior; durante seis años fue responsable del área de coyuntura y análisis económico. Posteriormente fue responsable del área del Sector Público. Los últimos años los dedicó principalmente a estudiar los problemas de las relaciones de España con la Comunidad Europea y al proyecto de la integración monetaria europea.

 

Tú has sido uno de los promotores de un reciente manifiesto favorable a la salida del euro que creo que ha conseguido unas 2.500 firmas hasta el momento. Recientemente, en Freitag, a mediados de mayo, Michael R. Krätke [MRK], miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y, por si fuera poco, catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), publicó un artículo –“Las ilusiones fatales de quienes propugnan ahora una salida de la Eurozona”-, traducido al castellano por Amaranta Süss para sin permiso [1], crítico, muy crítico de esa posición. Me gustaría preguntarte sobre los argumentos que esgrime el gran economista alemán. Ocho preguntas, no más.

La frustración nacida de la estulticia de la Troika en la gestión de la crisis, admite MRK, está tan justificada como la crítica de los errores de diseño en la construcción de la unión monetaria. Pero, señala, “un regreso al parapeto atrincherado de las monedas nacionales no ofrece solución ninguna. Nadie debería sucumbir a la ilusión fatal de que eso permitiría poner freno a la política económica y financiera neoliberal”. ¿Creer una cosa así es realmente una ilusión, una vana ilusión?

Mrk tira con bala, y no de fogueo. Los defensores del euro, aunque sea como mal menor, debieran opinar con más cautela y modestia: el desastre causado por la unión monetaria –insisto: por la unión monetaria-, con su mal diseño y sus carencias básicas ahí está, con el proyecto de la construcción europea paralizado, una crisis generalizada en el continente y algunos países ardiendo en el infierno, que por lo que se ve existe.

¿Piensas en Grecia por ejemplo?

Pienso en Grecia por ejemplo, aunque no sólo en Grecia. MRK, olvidándose del papel redistributivo geográfico y personal de los presupuestos estatales en un área de moneda común, no ve ninguna diferencia entre la unión monetaria europea y las diferencias regionales que pueden darse en los países que la integran. La unidad monetaria y la compartimentación fiscal no es un error “de los que parlotean los aspirantes a salir de ella”.

Por otra parte, es importante resaltar que el artículo de MRK está escrito con la perspectiva de Alemania y los peores piropos se destinan a los alemanes que postulan el abandono del euro por Alemania o defienden un desmantelamiento ordenado del mismo. Aquí aparece una de las cuestiones más controvertidas y más incoherentes del artículo de MRK: el papel de las monedas en el equilibrio de las relaciones económicas de los países.

Si para los países del Sur la salida del euro, o como lo escribe MRK, “el regreso al parapeto atrincherado de las monedas nacionales no ofrece ninguna solución”, e insiste “que una competición devaluatoria sacaría de la miseria los países en crisis es cosa que sólo los ilusos pueden llegar a creer”, no es compatible con la afirmación de que un marco recuperado y fuera del euro experimentaría fuertes presiones alcistas y que “El alza del marco se situaría entre el 20 y el 30%. Eso dañaría enormemente a las exportaciones alemanas: sería el final del milagro exportador”. Si la revaluación del marco frena las exportaciones alemanas, como él mismo afirma, hay razón para pensar que la devaluación de otras monedas estimularía las exportaciones del país que la llevase a cabo. 

Mientras esté en vigor el Tratado de Lisboa de 2007 seguirá el baile, en opinión de MRK. ¿Los que proponéis la salida del euro pensáis que debe seguir en rigor este tratado?

MRK llama baile a la política económica y financiera neoliberal. Nadie debería sucumbir a la ilusión fatal de que el regreso a las monedas nacionales la detendría, nos avisa. Pero justamente de eso se trata, de romper con el Tratado de Lisboa, porque mantenerse en él es garantía de que sigue el baile, mientras que desvincularse permitiría crear condiciones para detenerlo.

El error intelectual cardinal en la gestión de la crisis del euro, prosigue MRK, “consiste en confundir la Unión Monetaria con un recinto habilitado para la actividad económica mundialmente competitiva”. La disolución del euro, según él, no alteraría eso para nada ni pondría fin a los gravosos desequilibrios económicos entre el Norte y el Sur de la Unión. ¿Cuál es su opinión sobre este punto?

La contraria. La disolución del euro permitiría una corrección significativa de los desequilibrios económicos entre el centro y la periferia de la unión monetaria. Ya lo he señalado: si para Alemania revalorizar su moneda sería indeseable, para los países del Sur devaluar sería necesario. 

Prosigue MRK con su crítica: que una competición devaluatoria sacaría de la miseria a los países europeos en crisis, es una conjetura que sólo los ilusos pueden llegar a creer. ¿Tú tienes esta creencia?

Si, lamentablemente soy un fervoroso creyente. En última instancia todo depende de la intensidad de las revaluaciones y devaluaciones. Si no se corrigieran, a través de ellas, de modo suficiente los desequilibrios exteriores, sólo sería cuestión de forzar las modificaciones del tipo de cambio, naturalmente con sus consecuencias. Tengo un ejemplo sencillo y bien estudiado que contradice a MRK.

Adelante con él.

Con la crisis del Sistema Monetario Europeo a partir de 1992 se produjeron cambios muy sensibles de las cotizaciones de las monedas europeas y creo haber demostrado fehacientemente en mi libro La historia inacabada del euro (Trotta, 2001) como la devaluación de la peseta en un 20% entre 1991 y 1995 con respecto al resto de las monedas del sistema sirvió para corregir el desequilibrio exterior e impulsar las exportaciones, al punto de que a través de ellas se puso en marcha la economía y se superó la recesión de 1992/3.

Insisto con alguna cifra porque esto es un punto esencial del debate del euro: tan pronto, como en 1993, la devaluación de la peseta – la primera devaluación tuvo lugar en septiembre de 1992- se dejó sentir en las exportaciones de bienes y servicios: crecieron en términos reales en un 8,5%, frente a una caída del 4,2% de la demanda interior. En 1994, las exportaciones aumentaron en un 16,7% cuando la demanda interior lo hizo tan sólo en un 1,3%.

No caben analogías fáciles, pero tampoco afirmaciones sin fundamento.

De los shocks monetarios que seguirían a la desintegración del euro, señala también MRK en su artículo, “sólo se alegrarían los especuladores internacionales de divisas”. Los gobiernos que devaluaran su moneda un 20, un 30% o incluso más, “tendrían que atenerse sin demasiadas sorpresas a las reacciones de los mercados financieros”. ¿No es este un peligro evidente? Quien devalúa, señala igualmente MRK, “es castigado con intereses y primas de riesgo más elevados”.

Realmente no estamos muy de acuerdo. Él sostiene que los desequilibrios de la balanza de pagos no pueden resolverse con euro o sin euro, mientras que yo opino, como he señalado en la respuesta anterior, que sí. Después él piensa que la ruptura del euro produciría unas reacciones financieras incontrolables e inmanejables. Por mi parte afirmo que. se rompa o no el euro, habrá convulsiones financieras muy graves porque se ha creado una burbuja financiera entre los países de la Unión Monetaria que no puede mantenerse hinchada.

De hecho, ya ha habido que rescatar a Grecia, Portugal, Irlanda y España. Por supuesto que la situación puede agravarse cuando haya novedades sobre la existencia del euro, pero ya se puede decir que la deuda exterior de algunos países es impagable. 

Por lo demás, continúo con MRK, los países en crisis de la Eurozona, no se han endeudado en la propia moneda. Dado que “los patrimonios y las deudas exteriores de sus ciudadanos están denominados en euros, la devaluación no puede sino provocarles pérdidas”. Ello significaría, además, “cerrar cualquier vía de escape a su actual situación de servidumbre por deuda”. ¿Es así en tu opinión? ¿Los ciudadanos endeudados de los países afectados saldrían perdiendo?

Es verdad, obviamente, como MRK indica, que la deuda valorada en euros supondría un esfuerzo adicional para los países deudores que devaluasen su moneda, pero… después de todo, si se incrementa el montante de la deuda, menos pagable será. Conscientes de este problema, los que sostenemos que es necesario abandonar el euro, añadimos inmediatamente que nos parece que, en el caso de nuestro país, los más de 2 billones de pasivos exteriores no se pueden afrontar, algo que tendrán que resolver los agentes privados implicados…

¿Y en el caso de la deuda pública?

En el caso de la deuda pública, que nos concierne a todos, respaldamos que debe reestructurarse cuando menos.

Pero al margen de este problema, lo que hace muy criticables los escritos del tipo del de Mrk es que introducen miedo y confusión en la izquierda, y tienden a paralizarla. Conozco, como es natural, lo que podríamos llamar la línea editorial de Sin Permiso y la insistencia con que publican artículos en defensa en última instancia del euro, resaltando los graves problemas que surgirían de abandonarlo, cosa que nadie niega.

Pero no acaban de dar solución con tantos remilgos a la desesperada situación de nuestro país. Hay una pregunta que invalida los profundos análisis y argumentos de quienes no ven la salida del euro como alternativa: bien, puede que lleven razón, pero, ¿qué se le dice a la sociedad española? ¿Son conscientes de que asumen el compromiso político de dejar que el país se siga degradando económica y socialmente sin proponer salida alguna?

Sigo con Michael R. Krätke. El espectáculo más estupefaciente de este debate sobre la salida del euro lo ofrecen, lo ofrecéis, en opinión de MRK, “los críticos de izquierda de la gestión política hecha hasta ahora de la crisis del euro cuando se suben al carro de la ‘competitividad». ¿Por qué? Porque os tragáis también la fábula de que “la fortaleza exportadora de Alemania sería indiscutiblemente (y absurdamente) atribuible a la pérdida de salario real”. ¿Esa es vuestra creencia? ¿Os tragáis esa fábula?

No es mi caso. La competencia exacerbada existe en la Unión Monetaria, y la necesidad de ser competitivos viene impuesta por las reglas de juego, pero de ahí a comulgar con que un factor decisivo de la competitividad son los salarios queda un trecho que nunca he recorrido.

De ahí vino la oposición a Maastricht, que el sector mayoritario de Izquierda Unida adoptó: las disparidades y desigualdades económicas entre las economías que iban a participar en el euro eran sustanciales, y por eso no había bases económicas para crear la moneda común.

Pero además, con un sentido de clase elemental, entendimos que con la desaparición de la peseta y la imposibilidad de manejar el tipo de cambio, los intentos de mantener o mejorar la competitividad descansarían en los ataques a los salarios y, en general, a todos los elementos de los derechos y condiciones de vida de la inmensa mayoría. Fue el mismísimo canciller alemán Helmut Schmidt el que nos lo dijo claro: Maastricht y el estado del bienestar no son compatibles.

Una nota marginal: ¿por qué el sector mayoritario de Izquierda Unida?

Porque no todos, como seguramente recordarás, apoyaron esa línea de oposición, la que finalmente se adoptó.

La última pregunta. MRK admite que, desde luego, la construcción de la unión monetaria tiene errores de diseño. Pero no, en cambio, “los errores de que parlotean los aspirantes a salir de ella.” ¿Por qué? Porque disparidades económicas y diferencias estructurales las hay en cualquier espacio monetario, “incluso en países pequeños como Holanda o Bélgica pueden observarse notables diferencias regionales”. Pero de eso, señala críticamente, “no se sigue que cada provincia deba tener su propia moneda; el espacio monetario homogéneo óptimo sólo existe en los modelos económicos neoclásicos”. ¿Creéis vosotros en ese modelo homogéneo?

A lo largo de las preguntas anteriores creo haber contestado a estas últimas cuestiones. Muchos fallos de diseño, pero también carencias decisivas. Una muy importante es la desigualdad de derechos y servicios sociales entre los países, que llevan a competir profundizando en ellas.

La fundamental desde luego es la falta de un presupuesto común que pueda desempeñar el papel de los presupuestos de cada estado para corregir y amortiguar la distribución de la renta que resulta de las fuerzas del mercado y las disparidades productivas de zonas o regiones. Habiéndonos llamado MRK ilusos tantas veces en su corto artículo, no se comprende que con su lucidez haya recurrido a un argumento tan falso, tan incorrecto, para defender la Europa de Maastricht.

Notas:

[1] Michael R. Krätke, “Las ilusiones fatales de quienes propugnan ahora una salida de la Eurozona” http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=6008

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

 

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