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Mayo; el mes de las movilizaciones.

leoniris

El mes de Mayo es el mes del relanzamiento de las movilizaciones sociales . Tenemos dos iniciativas generales a las cuales responder sin falta.

1.- El domigo 12 todos a la calle y en todo el territorio

2.- Contestar una excelente encuesta elaborada por el 15M para construir desde abajo la alternativa ( ver enlace)

Enlace encuesta  http://www.ahoratudecides.es/

Fundamentos de la encuesta.

“Vivimos una situación de extrema gravedad”. Bajo este principio se ha creado la plataforma web Ahora, Tú Decides! (ATD), un portal que han creado varios activistas ligados al movimiento 15-M en el que los ciudadanos podrán votar en el que se pretende que sea el mayor plebiscito en España fuera de los cauces institucionales.

“Lanzamos esta iniciativa que permita a la ciudadanía, decidir cómo quiere que sea su futuro y cómo quiere llegar hasta ella. Proponemos realizar una votación masiva a través de la red, la más amplia de nuestra historia, para construir desde abajo un proyecto consensuado a partir de la deliberación y la inteligencia colectiva”, aseguran sus impulsores en la web.

Y lo hacen porque “las consecuencias de la crisis política y económica han alcanzado límites insoportables: desaparecen nuestras libertades, se recortan nuestros derechos, y millones de personas son condenadas al desempleo, a la precariedad y a la pobreza”.

El cuestionario que presentan, como ellos mismos explican, ha sido elaborado con participación de expertos en materias políticas, económicas y sociales, y contiene preguntas que servirán para que expreses cuál es el modelo social al que se quiere avanzar para salir de la crisis económica. Además, dependiendo de las opciones que se vayan eligiendo se abrirán distintos itinerarios de preguntas que permitirán expresar la visión sobre el país que te gustaría tener.

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El pacto social otro paso al vacio de una izquierda que no es tal.

images (2)Emilio Pizocaro

La “casta” tiene mil caras. En España, esta vez, ha usado la mascara de los dos máximos dirigentes de CC.OO y UGT. Sin arrugarse, a pesar de su intenso color amarillo, ofertan un pacto social a los verdugos de sus representados. 

Como era de esperar hubo respuesta inmediata. Ni corto ni perezoso, un Rey, desprestigiado por la corrupción, se agarró rápidamente al salvavidas del “consenso” que obsequió Toxo y Méndez.

Detrás la maniobra de pura distracción política está un Fouché venido a menos. Es el incombustible Rubalcaba. Todavía agazapado, sabe que tiene un estrecho margen de maniobra y logra dar un manotazos mediático.

Su personaje es casi paradigmático. Representa aquella vieja izquierda europea acomodada en las instituciones del “ancien régime”. Son los políticos del “fair play”.

En su afán por conservar el poder las “castas” generalmente olvidan la lecciones de la historia. Por eso es bueno estudiar lo ocurrido durante la República de Weimar en Alemania.

En esa época el nazismo creció en la clase obrera y en las capas medias alimentado por el descontento popular que provocaban las políticas de austeridad.

¿Quienes implementaban esas políticas a favor de la banca? Mirad que casualidad. Fueron los dos grandes partidos que se turnaban en el poder; la socialdemocracia y los conservadores. Vamos … que los mismos de ahora en España, el PSOE y el PP de esos años .

En la Europa del siglo XXI parece que se repite el fenómeno. En Francia la ultraderecha avanza a pasos agigantados, mientras se hunde en las encuestas el gobierno socialista.

La “gauche divine” , aquella elegante dirigencia de “izquierda” que surgió finalizada la guerra a mutado sin falsos arrepentimientos. Hoy es parte integrante de una “casta” que ha vivido cómodamente en las instituciones del sistema.

Sin embargo la historia de la “casta” de seudo-izquierda no es solo la historia de la socialdemocracia. Es también la historia del eurocomunismo ( Ver Italia) . Sus máximos dirigentes, tanto políticos como sindicales, hace mucho tiempo que se confundieron con sus congéneres de parlamento. Pretextos no le faltaron.

Para la izquierda de la socialdemocracia -la izquierda institucional- hacer política es básicamente participar en las elecciones del sistema bipartidista. Un sistema trampa, diseñado precisamente para que nunca pueda ni siquiera arañar el poder.

La mentalidad electoralista, ese verdadero “cretinismo parlamentario·” ha condenado a la “izquierda institucional” a la subordinación a las políticas neo-liberales. Un ejemplo es Andalucía y Extremadura.

Por su parte los dirigentes de los grandes sindicatos (de inspiración izquierdista) se han especializado en el “pacto social”. Mientras abusan del rojo y de otros símbolos, en los hechos han sido co-responsables de la burbuja inmobiliaria.

El desprestigio de los sindicatos mayoritarios lo confirman todas las encuestas. No es extraño que la gente los vean como parte del poder dominante . Y no se equivocan . Por años, estos dirigentes han compartido visiones (sueldos millonarios mediante) con los directorios de las Cajas y los miembros de la casta política y financiera.

En esta opereta de malos actores, Rajoy ya dio su respuesta. Ha venido a decir más o menos ; la guerra de clases existe y la estamos ganando nosotros.

La política de los pactos con los poderes dominantes es solo otra maniobra distractiva con las “patas” muy cortas.

Peor aún. Los acontecimientos históricos demuestran que cuando gobierna el bipartidismo de “la casta” y los sindicatos son dóciles al poder se ahoga una alternativa de izquierda y se alimenta a la ultraderecha.

En España, sí no hubiese surgido el 15M y los nuevos movimientos sociales el viejo fascismo nos estaría soplando la nuca.

La “izquierda institucional” y los grandes sindicatos deben comprender, antes que sea demasiado tarde, que las tornas de la historia han dado vuelta. Se acabo los tiempos de la edulcorada transición y su supuesto estado de bienestar. Ahora la marea esta muy alta para pactos que aseguren “la paz social”.

No hay vuelta atrás para “las izquierdas europeas“. El trance histórico demanda definiciones y una nueva estrategia política. O levantan una alternativa radical o lo harán los fascistas.

Es la hora de la movilización tal como lo afirman los dirigentes de la plataforma de sindicalistas que han tenido el coraje de salir al paso al “pacto” propuesto por Toxo y Méndez.

No hay que pacto que valga con los poderes dominantes. La lucha, con todas las formas posibles, es el camino que debe andarse para construir bases solidas de una alternativa al fascismo que debe ser democrática y plebeya. 

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Llaman a parar el pacto: Reunión urgente de la plataforma de sindicalistas

descargaAnte el nuevo ataque a la jubilación, el plan de empleo juvenil de Rajoy y los efectos de la reforma laboral en los convenios

 A los compañeros y compañeras de la plataforma de sindicalistas.

 A todas y todos los que apoyaron la carta a Toxo y Méndez para que no suscribieran el Acuerdo Social Económico (ASE).

A los compañeros y compañeras que han firmado la carta a los delegados de los congresos de CCOO y UGT.

Ante el nuevo ataque a la jubilación, el plan de empleo juvenil de Rajoy y los efectos de la reforma laboral en los convenios

REUNIÓN URGENTE DE LA PLATAFORMA DE SINDICALISTAS

Madrid, 23 de abril de 2013.

Compañeros y compañeras:

Las últimas semanas el gobierno corrupto de Rajoy ha aprobado graves medidas contra los trabajadores y las trabajadoras, a instancias de las órdenes de la Troika de la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

El Gobierno ha impuesto modificaciones en la jubilación que atacan gravemente al derecho a la jubilación anticipada (en la práctica, en la mayoría de los casos, eliminándolo), a la parcial y al derecho a un subsidio de las personas mayores de 55 años, modificando unilateralmente, incluso, el Acuerdo Social y Económico que firmaron los dirigentes de nuestros sindicatos con patronal y gobierno Zapatero.

Desde la plataforma de sindicalistas en su día, rechazamos el ASE, porque aceptaba el aumento paulatino de la jubilación a los 67 años y un recorte de pensiones cifrado en 10.000 millones de euros por el mismo Ministerio de Trabajo.

Recogimos más de 1.000 firmas de delegados y afiliados de una carta a Toxo y Méndez, donde pedían la retirada de la firma del Acuerdo. Delegaciones de la plataforma de sindicalistas se entrevistaron con las ejecutivas confederales de CCOO y UGT a las que entregaron las firmas. La firma del ASE se justificó diciendo que los sacrificios que se aceptaban y negociaban entonces “blindaban” el sistema público de pensiones de nuevas agresiones en el futuro.

Las modificaciones impuestas ahora por Rajoy suman un importante recorte adicional de derechos para las personas trabajadoras de más edad, y especialmente para las que son expulsadas de su puesto de trabajo. Y lo peor de todo, es que se anuncian nuevos y más graves ataques a las pensiones, con nuevas propuestas que planteará el Gobierno en la comisión parlamentaria del “pacto de Toledo”. Se confirma que el ASE y las graves cesiones que suponía traspasando la llamada “línea roja” que abría el melón de las pensiones, lejos de de impedir nuevos ataques los ha facilitado.

Al mismo tiempo, el gobierno del PP ha presentando un supuesto “plan de empleo juvenil”, cuyos contenidos suponen un grave ataque a los jóvenes. Hoy, más del 50% los jóvenes está en paro, y ¿qué les ofrece este plan? Mini-jobs a la española: empleos a tiempo parcial al 50% de jornada, con bonificaciones de un 50% o un 100% en las cuotas a la Seguridad Social. Empleos con 300 ó 400 euros de salario. También se “reforman” los contratos formativos, convirtiéndolos, de hecho, en un contrato precario más. El plan también fomenta la precariedad para los jóvenes.

Hasta ahora, los sindicatos han defendido siempre que todo empleo temporal debía tener una causa, debía corresponder a una actividad temporal. Ahora, basta, para justificar legalmente un contrato temporal, que lo firme un trabajador menor de 30 años, aunque el trabajo no sea temporal. Es la condena a la precariedad para los jóvenes.

El 14 de diciembre de 1988, CCOO y UGT convocaron la primera Huelga General tras la muerte de Franco que paralizó todo el país. La huelga se convocó precisamente contra el Plan de Empleo Juvenil del gobierno de Felipe González, que proponía como salida al paro juvenil la precariedad para los jóvenes.

Hoy, se nos propone algo parecido, pero, esta vez, se hace con una foto de los dirigentes de UGT y CCOO y la Patronal junto al presidente del gobierno, Mariano Rajoy, presentando ese supuesto “plan de empleo juvenil”, en cuya elaboración, nos han anunciado, los sindicatos han participado. Ya esa foto al lado del gobierno corrupto que recorta los derechos laborales y sociales hace daño a los sindicatos, desmoraliza y divide a los trabajadores.

Consideramos que tras la exitosa huelga general del 14 de noviembre contra la reforma laboral, con unas manifestaciones multitudinarias, con una participación de jóvenes muy importante, no se ha dado la necesaria continuidad a esa movilización ni se ha continuado el combate por la derogación de la reforma laboral. La aplicación de la reforma está facilitando los despidos, hay ya más de 1.000 acuerdos en empresas para imponer la reforma o inaplicar convenios colectivos. Además el fin de la ultraactividad el 7 de julio, pone en peligro todo el sistema de convenios.

Ahora en una semana, el mismo gobierno que impuso la reforma laboral contra toda la clase trabajadora, ha atacado a dos sectores importantes de esa clase: la juventud y los trabajadores de más demás edad.

La respuesta de las direcciones sindicales nos parece que no es adecuada a la situación ni a la gravedad de las medidas anunciadas por el Gobierno, ni a la misma pervivencia de nuestros propios sindicatos.

En lugar de apostar por organizar la movilización efectiva para echar atrás estas agresiones, se sigue apostando por negociar las medidas, abierta o indirectamente, por reabrir mesas de “diálogo social”, con o sin firma, y más allá de tenues críticas y declaraciones, NO se plantean acciones concretas para oponerse a los ataques del Gobierno.

Reunámos la plataforma de sindicalistas. ¡Debemos responder!

Sábado 18 de mayo a las 10:30 en el salón del CAUM (Madrid).

CAUM: Plaza Tirso de Molina nº 8, 1ª planta. Metro Tirso de Molina.

Os proponemos participar juntos en una reunión central en Madrid de la plataforma de sindicalistas para el sábado 18 de mayo en el CAUM de Madrid. Pensamos que es necesario que coincidamos los muchos militantes sindicales, que tanto en CCOO como en UGT, hemos manifestado en los distintos procesos congresuales, que NO estamos de acuerdo en la orientación que llevan la dirección de nuestros sindicatos, y que juntos podamos ponernos de acuerdo para dar una respuesta en nuestras centrales.

Podremos debatir propuestas, como organizar actos públicos de rechazo a estas nuevas medidas del gobierno, a hacer en todas partes campaña para que los sindicatos, junto con aquellas organizaciones que quieran sumarse, se pongan de acuerdo para organizar, unidos, una campaña de información a los trabajadores y trabajadoras y de movilización para exigir la derogación de estas medidas.

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Robespierre y el imaginario constituyente

Artículos Debates Internacional

th-1Manuel Fernández Cuesta, Profesor de la Universidad de Salamanca

La revolución es la guerra de la libertad contra sus enemigos: la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y apacible”

Robespierre, 25 de diciembre de 1793, discurso en la Convención

Parece que el modelo político y económico español se resquebraja. La alianza entre las fuerzas renovadoras del franquismo y los partidos y formaciones de la oposición, que dio paso a la Constitución de 1978, está llegando a su fin.

Algunos de los problemas resueltos con prisa de huracán o peor aún, silenciados, reaparecen: auge del nacionalismo periférico y reacción del centralismo (castizo) español; supeditación de la organización política y social a la economía de mercado y sus intereses financieros; pérdida real del valor de la soberanía popular en beneficio de grupos de presión, revisionismo histórico, supresión de derechos adquiridos y merma sustancial de la protección que conlleva el estado del bienestar, entre otros.

En este contexto, miles de ciudadanos están reclamando, en foros y asambleas, un nuevo pacto constitucional, es decir, el inicio de un proceso constituyente que finalice con la elección de Cortes Constituyentes y la redacción de una nueva Carta Magna que recoja las aspiraciones y anhelos de una ciudadanía moderna, hija de las identidades múltiples del siglo XXI: una república democrática.

Ejecutado en la guillotina el 28 de julio (10 Termidor) de 1794, cerca de Errancis, junto con Saint-Just y veinte revolucionarios más, resulta sorprendente comprobar cómo hoy, más de dos siglos después, la cabeza política de Robespierre -el hombre, junto con el Comité de Salud Pública, que consolidó la Revolución francesa de 1789, salvando los progresos y logros de la República y su esencia democrática- sigue vagando, malherida, vilipendiada, cubierta de cal, por las cloacas de la Historia (neoliberal) cuando debería ser un referente, europeo y solidario, en tiempos de pánico institucional y zozobra ética.

La crisis financiera que arrancó el verano de 2007 está produciendo un bloqueo democrático tanto en los órganos de gobierno, centros locales de toma de decisiones, como en la vida de la comunidad.

La libertad y la igualdad, pilares del sistema, están siendo amenazadas por la prevalencia de un supuesto estado de necesidad universal, estado de excepción permanente, por usar la fórmula de G. Agamben, al cual se supeditan todas las aspiraciones de transformación y progreso: “ahora no es el momento”, repiten, mantra de hielo, las instancias superiores.

Hasta Juan Carlos I, Rey de España, bisagra entre la católica dictadura militar y la democracia (no es necesario recordar que juró cuantas legislaciones le pusieron delante), entra en escena pidiendo, exigiendo, unidad de acción (unidad de destino) y una devota adhesión inquebrantable al Gobierno, en este caso del PP -hubiera sido igual con el PSOE- frente a la trascendencia del desplome financiero global.

Al mismo tiempo, una parte significativa de la población, los más desfavorecidos (parados, trabajadores con salarios bajos, precarizados, pensionistas, mujeres, jóvenes sin futuro), expresa su malestar siendo reprimida por el ejecutivo nacional y por los pintorescos gobiernos autónomos.

Manifestaciones, ocupaciones del espacio público y demás actos cívicos de protesta -excesos y provocaciones al margen, que han existido siempre en la confrontación política- son percibidos como un ataque frontal a las instituciones democráticas que se defienden -mandan las superestructuras económicas- con la policía.

Parece que la política de los políticos (y sus zafiedades), haya suplantado a la política de los ciudadanos (y sus deseos). “Cuando el gobierno viola derechos, la insurrección es para el pueblo, y para cada sector del pueblo, el más sagrado e indispensable de los deberes”, se recoge en el proyecto de Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793, superador del canónico texto de 1789 (que ya reconocía, por cierto, “el derecho a resistir a la opresión”).

Sometido a instancias supranacionales -una falaz cesión de soberanía que no ha sido refrendada por la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea- el gobierno electo acata dictados contrarios al bienestar y desarrollo integral de la mayoría social, es decir, gobierna contra su pueblo, escuchando más a las instituciones financieras mundiales (FMI, BM) que a su propio cuerpo electoral.

Cuando el sistema de garantías creado por la Constitución de 1978 es incapaz de impedir o, cuando menos, frenar el deterioro del consenso y la armonía social, urge un cambio de modelo, acorde con las legítimas demandas de una ciudadanía plural, la multitudo spinozista, que “siente e interpreta” las reivindicaciones de una forma distinta a la conocida hasta la fecha (heredera del siglo XIX), y que expresa su disconformidad -desde el fenómeno del 15M hasta los movimientos que propugnan una entrada pacífica en el Congreso de los Diputados- con procedimientos novedosos.

La senda constitucional abierta en 1978, que ha permitido recorrer, no sin cierto éxito, una parte del camino de la dictadura -pese a las infinitas secuelas psicológicas y sociales- a la democracia de mercado, parece que llega a una vía muerta.

Los partidos mayoritarios -maquinarias de perpetuación de castas o “clase extractiva”, según terminología (liberal) de moda- se están mostrando incapaces para resolver la crisis e impedir el deterioro de la calidad democrática, y viven este “desbordamiento” democrático, “que no, que no nos representan”, bien con el temor a una pérdida de apoyo electoral (PP), bien como drama psicológico de espera beckettiana (PSOE), cuando sólo debería ser entendido, si interpretaran la realidad con lupa demoscópica, como una llamada de atención emocional, una petición de principio o natural evolución, acorde con la sorprendente naturaleza individual de la vida tecnológica y consumista (la metástasis del sistema-mundo capitalista creado a raíz de los acuerdos de Bretton Woods, 1944), donde la política, la sociedad y las relaciones laborales están mutando, sin saber bien hacia dónde, ni con qué fin, a velocidad de vértigo.

Robespierre, el 10 de mayo de 1793, ante la Convención, teoriza la radicalidad democrática, eso que ahora se denomina “desbordamiento”, fijando los principios de acción y el tempo revolucionario: “Un pueblo cuyos mandatarios no deben dar cuenta de su gestión a nadie no tiene Constitución. Un pueblo cuyos mandatarios sólo rinden cuentas a otros mandatarios inviolables, no tiene Constitución, ya que depende de éstos traicionarlo impunemente y dejar que lo traicionen los otros. Si éste es el sentido que se le confiere al gobierno representativo, confieso que adopto todos los anatemas pronunciados contra él por Jean-Jacques Rousseau.”

La argumentación de Robespierre, tomada de sus Discursos, editados con el título Por la felicidad y por la libertad (2005), elegante hasta en su formalidad literaria, parece escrita para momentos de déficit de soberanía y vacío de poder.

Su reflexión es una mirada limpia al poder constituyente: hacia una estructura firme pero flexible, reticular, que impida, por inoperancia o miedo, la parálisis del sistema nervioso central del Estado. ¿Qué es legítimo hacer cuando los gobernantes dan la espalda a una parte, numerosa, del cuerpo electoral, y reaccionan solo ante las exigencias de las oligarquías financieras? Como sostiene Georges Labica, por debajo del pensamiento de Robespierre discurre una “política de la filosofía”.

La democracia o es virtuosa, justa y excelsa hasta el extremo, diría el abogado de Arrás, o no es democracia. Es más, o favorece el interés de la mayoría, o no merece tal nombre. Robespierre vivía obsesionado con la suerte de los desfavorecidos y el respeto a las decisiones de las mayorías.

Pese a la brutalidad e ignorancia de la Historia liberal -parecido al caso de V.I. Lenin- Robespierre procuró contener los excesos jurídicos y políticos de dirigentes como Barère o Danton comportándose, en muchos instantes del proceso revolucionario, con paciencia y moderación: un “centrista” dentro del partido de la Montaña. Georges Lefebvre, uno de los primeros historiadores que desveló el velo de terror sangriento que envolvía su figura afirmó que “fue un hombre magnífico, defendió la democracia y el sufragio universal de 1789 (…) y en circunstancias normales nunca hubiera apoyado la pena de muerte ni la censura de prensa”.

El Proyecto de Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, antes citado, fue presentado ante la Convención el 24 de abril de 1793. Su articulado serviría de base a la Constitución de 1793, texto que, recuerda Albert Soboul en La revolución francesa (1966), “sería para los republicanos de la primera mitad del siglo XIX el símbolo de la democracia política”.

Cuando los incesantes recortes del neoliberalismo -Alemania está ganando la guerra mundial que perdió en Stalingrado- afectan de manera indiscriminada a las prestaciones sociales se puede leer el artículo 21, repito la fecha, abril de 1793: “El socorro público es una deuda sagrada. La sociedad debe asistencia a los ciudadanos desgraciados, bien procurándoles trabajo, bien asegurando los medios de existencia para aquellos que no están en situación de trabajar.”

Frente a la pérdida de aliento del sistema de 1978, el nuevo proceso constituyente, un renovado contrato social, con un fuerte carácter anti-individualista, debería exigir, de entrada, la recuperación de la soberanía perdida (su ser es ser en acción) y la permanente exigencia a los gobernantes de sus responsabilidades públicas.

Ante el descrédito del Estado y de las instituciones, y la desconfianza que generan los políticos, minados por abusos y corrupciones, Robespierre sostenía (1793) que “el principio de responsabilidad moral -imperativo mayor de la democracia, podríamos añadir- exige además que los agentes del gobierno rindan, en épocas determinadas y con bastante continuidad, cuentas exactas y circunstancias de su gestión.

Que las cuentas sean hechas públicas por la vía de la impresión y sometidas a la censura de todos los ciudadanos. Que sean enviadas, en consecuencia, a todos los departamentos, a todas las administraciones y a todas las comunas.” Cambio 16, una de las publicaciones más influyentes en la Transición, recogía unas declaraciones de Felipe González, Secretario General del PSOE, a la salida del colegio electoral, 6 de diciembre de 1978, la jornada que refrendó la Constitución.

Preguntado por la vigencia del texto que se sometía a votación respondió: “Espero que decenios y decenios, y si es posible, de un siglo a dos”. Nada como el desparpajo y el tronío.

En una reciente biografía, Robespierre. Una vida revolucionaria (2012), Peter McPhee narra, a modo de conclusión, las vicisitudes del reconocimiento del revolucionario. El 30 de septiembre de 2009, el pleno municipal de la ciudad de París rechazó la moción de un concejal (socialista) que solicitaba poner el nombre de Robespierre a una calle o a una plaza en la “Ciudad de la Luz”.

El concejal, perplejo, argumentó que el dirigente jacobino era “primera y principalmente un revolucionario formado por los ideales de la filosofía de la Ilustración” y no “una caricatura de un verdugo sediento de sangre”. Y un formidable antecedente, se podría añadir, para un dinámico, necesario y urgente proceso constituyente que impulse otra forma democrática de vida en común.

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¿ Pacto para qué ?

aromero-300x188Carta abierta a la ciudadanía de Antonio Romero

¿Pacto para qué?, ¿para salvar a la corona, al bipartidismo y empobrecer al 70%  de la población, sin que intervenga la ciudadanía?

Este modelo es el que ha fracasado en España.

España necesita una enmienda a la totalidad;  un proceso constituyente.

Estimados ciudadanos y estimadas ciudadanas:

El pacto por arriba de la cúpula de los partidos, de los sindicatos, de la patronal y del gobierno impulsados por los poderes fácticos es lo que ha fracasado en España. Es lo que ha conducido a este modelo que tiene su origen en los pactos de la transición.

Se han encendido todas las luces rojas de alarma. Más de 6 millones de parados, 15 millones de pobres, índices de suicidios que superan los 9 diarios tres de ellos relacionados con la situación económica, desahucios de la vivienda, recorte en la salud y en la enseñanza pública, un nivel de empobrecimiento en la población desconocido en las últimas décadas en Europa, con hambre física, emigración de los jóvenes cualificados con titulaciones universitarias y formación profesional en tecnología avanzada. Una reforma laboral que pone a los trabajadores al pie de los caballos, al tiempo que se producen evasiones de capitales, los paraísos fiscales están más fuerte que nunca y con más dinero, negro y criminal, que nunca.

La iglesia, no sufre ningún recorte en su asignación anual de más de 11 mil millones de euros.

La corrupción afecta al conjunto del sistema, a la Casa Real en su columna vertebral, la familia del rey, el  primer partido que gobierna, en el caso Bárcenas, en el caso de los eres en el PSOE de Andalucía, el caso del PP en Valencia, etc.

La fractura que ha generado esta situación es muy grave, es una fractura de gran alcance. Este modelo se considera agotado por la ciudadanía que sufre las consecuencias de la política neoliberal y como punto de lanza, las exigencias del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central y de la Unión Europea (troika), como: las privatizaciones, el aumento de la edad de jubilación, la reducción de los salarios, unas relaciones laborales de esclavitud… de manera grosera y provocadora se han entregado miles de millones de euros públicos a la banca especulativa para tapar sus agujeros, es decir, el botón de muestra clara de que se rescatan los bancos y no a las personas.

La calidad de la democracia salta por los aires cuando se compromete un programa con el electorado y se hace todo lo contrario. Al mismo tiempo, se rechaza una ilp avalada por un millón y medio de firmas por la plataforma contra los desahucios ¿Qué garantías puede ofrecer un gobierno que ha traicionado su programa electoral y los compromisos contraídos con el electorado y con la sociedad española para alcanzar ningún pacto?

La monarquía ha suspendido en valoración y en respaldo popular, obtiene notas bajísimas entre la juventud y el conjunto de la sociedad.

Este sistema bipartidista como están diciendo todas las encuestas está siendo rechazado por la ciudadanía como un modelo basado en una ley electoral injusta y fraudulenta. Y sus prácticas han estado marcadas por pactos sobre bases neoliberales incluida la modificación de la constitución para priorizar la deuda sobre las políticas sociales.

La operación, la hoja de ruta, es la siguiente,  o un pacto con los sindicatos, la patronal, los partidos y el gobierno, para salvar la monarquía, el bipartidismo y un modelo económico que empobrece al 70% de la población o el otro camino, la oposición a estos recortes y la alianza con los movimientos sociales que están haciéndole frente, y lo que debe quedar claro es que la gente que se enfrenta a esta política tiene derecho a ser consultada, a que haya un referéndum sobre las políticas concretas que vayan a usarse, que se ensayen iniciativas de democracia directa.

Para concluir, no a un pacto por arriba que vuelva a las andadas, de actuar sin contar con su ciudadanía salvando el estatus quo y profundizando en la separación de la gente de las instituciones políticas y económicas.

Tenemos que seguir en la calle reclamando un proceso constituyente ante el fracaso de las políticas neoliberales y del régimen político.

Entonces, lo que se debe hacer, el único pacto posible en España, es un proceso constituyente dotando de instituciones nuevas, valores republicanos y democracia real y de esperanza los anhelos de nuestro pueblo.

 

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La muerte de la «izquierda» en Italia

Artículos Debates Internacional

gentePietro Maestri, de Sinistra Crítica

«De partido heredero de una tradición vinculada a los intereses del mundo del trabajo… el PD se convirtió con ganas en el representante de los intereses del capitalismo más institucionalizado; el capitalismo de los bancos y de las finanzas, de la especulación y de la competencia internacional «

No imaginábamos que asistiríamos en vivo y en directo al suicidio de un partido. El Partido Demócrata (PD) nos ha dado esta oportunidad, que podrá comportar una ulterior involución del sistema político italiano. En parte ya lo ha hecho. Pero es por ahí por donde pasa el debate sobre el sentido y la naturaleza de una izquierda moderna.

Por nuestra parte hemos criticado y nos hemos opuesto al grupo dirigente “demócrata” desde hace tiempo, desde la década de 1990 e incluso antes. Es decir, desde que los restos del Partido Comunista Italiano (PCI) decidieron abandonar una perspectiva de clase para adaptarse a las coordenadas del pensamiento liberal.

Pero sería demasiado fácil decir que su caída estrepitosa en la Cámara en los últimos días no nos haya asombrado; demasiado fácil decir “ya lo sabíamos”. El hundimiento ha sido tan desastroso e irreverible que merece un análisis más preciso. Hay por lo menos cuatro explicaciones.

Ante todo, el PD, y su secretario, Pier Luigi Bersani, pagan el precio de no haber reconocido el resultado de las elecciones del 25 y 26 de febrero pasado: la “no victoria” de hecho del PD y la manera en que se disimuló una derrota sustancial, basada en el mantenimiento en vida de Silvio Berlusconi y sobre todo en el fuerte ascenso de Beppe Grillo.

El 25 % de los votos conseguido por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) se obvió constantemente, sin comprender que su razón de ser radicaba en una crítica despiadada del marco político y, en particular, de quien podía haber cambiado su naturaleza y su forma.

Siempre se ha subvalorado el hecho de que la primera manifestaciòn masiva protagonizada por Grillo, el “VaffaDay”, se produjo durante el segundo gobierno de Prodi, en pleno periodo de gobierno del centro-izquierda. La base indignada se rebelaba precisamente contra éste y le demandaba respuestas. El hecho de no haberlas dado, durante una veintena de años, ha generado, sin prisa pero sin pausa, un distanciamiento y una desconfianza irreversibles.

El 25 de febrero, este sentimiento se manifestó en las urnas y el resultado fue tremendamente malo para Bersani y compañía. El hecho de no haber reconocido hasta las últimas consecuencias la derrota electoral, en comparación con las grandes expectativas de cambio, y de no haber admitido que aquel voto se debía en gran medida a su política, fue el primer paso en falso de este proceso.

La segunda explicación, más sustancial, se refiere a la naturaleza del PD.

De partido heredero de una tradición vinculada a los intereses del mundo del trabajo –claro que compatible con el capitalismo, pero anclada en las dinámicas de una clase social concreta–, el PD se convirtió con ganas en el representante de los intereses del capitalismo más institucionalizado; el capitalismo de los bancos y de las finanzas, de la especulación y de la competencia internacional (si hay una diferencia con Berlusconi y la Liga Norte, es que estos últimos han velado más por la estructura profunda de la pequeña y mediana empresa nacional, ahogada por la competencia exterior).

Esta naturaleza quedó patente con el estallido de la crisis global. El PD no tenía ni tiene ninguna credibilidad para promover una salida de la crisis porque se ha hecho portador de las políticas que la han causado.

La incapacidad de Bersani durante la campaña electoral para presentar un proyecto, expresar ideas, no solo se explica por su ineptitud personal, que también, sino sobre todo por esta profunda contradicción.

El bloqueo institucional refleja una parálisis político-programática que no podrá resolverse más que sobre la base de una profunda renovación. Que no veremos.

La tercera observación se refiere a la vida interior de un partido que durante veinte años, es decir, desde que el PDS (Partido Demócrata de Izquierda) se alió con los antiguos democristianos para crear la “coalición de los demócratas”, se ha visto sacudido por mil querellas internas, dividido entre perspectivas políticas divergentes –el centro izquierda con guion o sin él–, implicado en lides y venganzas, olivismo a ultranza y adhesión al socialismo europeo.

Estas polémicas no cesaron ni siquiera cuando nació finalmente el PD, y los enfrentamientos continuaron. La prueba es que los protagonistas de la derrota actual son los mismos de siempre: Prodi, D’Alema, Marini, Bersani y, aunque en segundo plano, Veltroni. En el momento de una crisis profunda, el grupo dirigente ha optado por rendir cuentas, y para sanar una situación ingobernable ha preferido acudir a Napolitano para tratar de disimular su propia crisis.

La cuarta explicación, finalmente, nos lleva a la relación con la sociedad italiana. Un partido que se ha hecho del sistema ha cortado amarras y roto relaciones con el mundo tal como es hoy. La indiferencia de los dirigentes ante las protestas de la calle, el “fascismo de la web”, la incomprensión de la rabia que suscita la “casta”, son todas ellas expresión de una ceguera acumulada a fuer de formar una casta. Un distanciamiento político y moral de las condiciones de vida reales en tiempos de crisis.

Si el Partido Comunista Italiano (PCI) conservaba, a pesar de los compromisos sociales y una línea sustancialmente compatible con el sistema, una “diversidad moral”, el PD no tiene nada que se le parezca.

Sin embargo, en su electorado queda todavía el recuerdo de aquella raíz, el anclaje en una historia pasada que alimenta expectativas y esperanzas. Esto explica el “asalto desde las redes sociales” que han sufrido los parlamentarios demócratas en los últimos días.

El electorado residual, aunque relevante, todavía esperaba señales de cambio, pero en vano. La “casta” se ha blindado. Más que un “golpe”, la reelección de Napolitano es un intento de autoexculpación, de ocultamiento de las propias debilidades (también Berlusconi las tiene, y sobre todo Monti, pero la cuestión es que no se ven). Un blindaje en nombre de una gestión de la crisis que será despiadada, pero que aun así no asegura la supervivencia del sistema.

La izquierda está por fin en el año cero. Por fin, porque al menos se disiparán equívocos e ilusiones. La crisis se abatió en primer lugar sobre la izquierda radical, desaparecida del parlamento en 2008. Hoy se abate sobre la componente mayoritaria y liberal. Pero es la misma crisis.

Se ha dilapidado el patrimonio heredado de la larga historia comunista, que hoy ya no puede alimentar ningún proyecto de futuro. Si una izquierda posible quiere existir de nuevo, deberá elaborar de entrada un proyecto político.

Del PD no surgirá ninguna componente que vaya en este sentido, como espera Nichi Vendola. El espacio para una izquierda reformista parece ser enorme, y puede que lo sea. Pero en el plano de las opciones y de los programas, la crisis requiere soluciones radicales.

Ni siquiera un reformismo keynesiano clásico –como ha señalado estos días Guido Viale– es suficiente (aunque podría servir de paliativo). Hacen falta propuestas radicales en el plano de la ecología y de la economía, de la redistribución de los recursos y de la recaudación de fondos con cargo a las grandes fortunas.

Son elementos que, aunque confusa y contradictoriamente, se encuentran también en las propuestas del movimiento de Beppe Grillo y que de hecho explican su éxito.

Fabrizio Barca, ministro de Monti, ha avanzado una propuesta de solución “laborista”. Su programa, sin embargo, se ha centrado ante todo en el papel del partido y se distingue más que nada por unas ideas experimentales –o por conceptos como el “catoblepismo”– y el deseo de renovación sin entrar a valorar programas políticos.

A la reivindicación de la actividad del gobierno de Monti, que“ha salvado al país del colapso financiero”, se añade únicamente una apuesta por políticas de desarrollo. Al oponerse a la elección de Napolitano, a Barca le parece increíble que el PD no haya apoyado a “Rodotà o Emma Bonino”, dos figuras que en el plano socioeconómico se hallan en las antípodas. Ideas confusas y poco interesantes.

En los próximos días, en todo caso, asistiremos a mil maniobras de quienes, hasta ahora marginados, pretenderán ocupar de nuevo un espacio que ha quedado libre.

Sinistra Ecologia Libertà (SEL) ya propone un mítin, o una manifestación, para comienzos de mayo; el dirigente de Rivoluzione Civile, Antonio Ingroia, se agita de nuevo y Rifondazione Comunista espera meterse en el vacío que se ha creado.

El PD hará todo lo posible por no perder fuerzas, aunque la escisión parece irreversible (si bien no hay que subvalorar los aspectos materiales que favorecen que se mantengan unidos: elecciones, recursos financieros, puestos de poder, etc.). Planteada en estos términos, la discusión se limita a la mera táctica y a las maniobras de posicionamiento, cuando el problema radica en la necesidad de construir una estrategia y elaborar ideas creíbles y alternativas a la austeridad.

Entre otras cosas porque, de todos modos, los espacios y y las posiciones están bien defendidos por un Movimiento que ha salido muy reforzado de la prueba parlamentaria. El M5S ha hecho gala de olfato táctico y político presentando a Rodotà y se dispone a registrar, en las próximas elecciones administrativas, un fuerte crecimiento electoral.

La mayor parte de los agentes se ven obligados a comentar lo que hace Grillo y están condenados a ir a la zaga de sus decisiones. La partida en la izquierda se juega teniendo clara esta situación. Y solamente se podrá concluir correctamente trabajando sobre las nuevas ideas y generando una credibilidad de la que ninguno de los que se agitan puede vanagloriarse.

Tras las ideas, sin embargo, no puede faltar una reflexión a fondo sobre las formas de la democracia, sobre el modo de construir una alternativa a un sistema que no se sostiene y que para seguir adelante necesita establecer una “neomonarquía”.

La democracia surgida de la segunda guerra mundial ha quedado despachada por la crisis. El neopresidencialismo será el resultado de la fase que está a punto de abrirse. Es preciso elaborar una propuesta que apunte en la dirección contraria, pero huyendo del conservadurismo (conservar significa defender las actuaciones que hemos visto en los últimos días). No será fácil, pero hay que intentarlo.

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Revolución Democrática: la única salida posible a la crisis

Artículos Debates Internacional

Miguel Cano Cruz
Presidente Sindicato Unitario de Andalucía

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«Hoy los movimientos sociales, políticos y sindicales tenemos la oportunidad de hacer cambiar el camino que los poderosos tienen trazado, el camino del mantenimiento de la explotación de unos seres humanos por otros. No la desperdiciemos y pasemos a la ofensiva revolucionaria».

Por qué es necesaria una salida revolucionaria a la crisis.

Porque todas las medidas contra la crisis que están tomando las élites españolas, los de arriba, persiguen recuperar un ritmo adecuado de crecimiento económico (de sus crecimientos económicos privados), que les permitan volver a ocupar un puesto relevante en la mesa de los grandes mundiales.

El Capitalismo ha sido el mejor sistema de apropiación privada de la riqueza jamás conocido en la Historia y el más prolongado, dado su nacimiento durante el transcurso del siglo XVI. Por eso también es un sistema anciano, caduco.

Las tendencias seculares que se vienen arrastrando desde los años setenta del pasado siglo, cuando se detiene el crecimiento económico iniciado tras la Segunda Guerra Mundial, comenzó a mostrar sus primeros síntomas de agotamiento definitivo. Las élites inauguraron una nueva y definitiva etapa que venimos denominando neoliberalismo.

El objetivo es intentar mantener una tasa de ganancia que se resiste a recuperarse. Ya Carlos Marx planteaba en El Capital cuáles eran los mecanismos que estas élites llevarían a cabo en estas circunstancias: aumento de la jornada laboral, aumento de los ritmos de trabajo, reducciones salariales, especulación financiera y aumento del comercio exterior.

Pero todos sabemos, todos los de abajo, que estas medidas nos causan un gran e irreparable sufrimiento. Todos sabemos cuales son las consecuencias de las medidas anticrisis de los gobiernos capitalistas, ya sean de derechas o izquierdas: que el pueblo pague y que gane la banca.

Hay voces que desde supuestos planteamientos ciudadanos, de izquierdas… plantean que se puede mantener el crecimiento económico con otro tipo de medidas menos perjudiciales para el pueblo.

Situándose en la cumbre de las luchas sociales, pretenden recuperar la concertación social y el estado del bienestar. Pretenden un reparto de los sacrificios más justo donde los de arriba, las élites, también paguen por la crisis aumentándoles la presión fiscal y con un más justo reparto de la riqueza para atender caritativamente a los desahuciados, a los expulsados de sus puestos de trabajo, etc.

Pero estos planteamientos son quiméricos. En primer lugar porque no existe un “bloque del este” con educación, sanidad, empleo… públicos que justifique ese gasto en el resto de países del centro y de la semi periferia capitalista.

En segundo lugar porque es inmoral mantener un estado del bienestar en occidente financiado con la explotación y la esquilmación del tercer mundo.

En tercer lugar porque el objetivo irrenunciable de las élites no es repartir sacrificios, sino apropiarse de toda la riqueza social que nos queda. Pasar al mercado nuestras escuelas, hospitales, pensiones… para el lucro privado.

Y en cuarto lugar porque pretender volver al estado del bienestar es un intento último de mantener el sistema capitalista por parte de aquellos que han vivido del cuento durante su existencia, a base de mantener con su participación a un sistema que aparte de haber sido el de mayor éxito en la apropiación privada de la riqueza social pero que, al mismo tiempo, está basado en pisotear la dignidad de la mayoría de la población.

Hoy los movimientos sociales, políticos y sindicales tenemos la oportunidad de hacer cambiar el camino que los poderosos tienen trazado, el camino del mantenimiento de la explotación de unos seres humanos por otros. No la desperdiciemos y pasemos a la ofensiva revolucionaria.

Propiciemos, luchemos y trabajemos por la auto organización de los pueblos para conquistar el control de las decisiones políticas y por la auto organización de los trabajadores en nuestros centros de trabajo, para conquistar el control obrero de la producción. Luchemos en definitiva, por la conquista revolucionaria de la democracia.



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La traición y el engaño de la deuda

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaCarlos Martínez

«…Preguntadle a Madina y a Rubalcaba ¿Porque votaron hace poco en el Parlamento contra la auditoria de la deuda y no pagar la deuda ilegítima?
La deuda hay que dejar de pagarla y entonces volverá el empleo y los derechos…»

La principal causa del PARO es el pago de la mal llamada deuda pública. La deuda española que supone ya un 90% del PIB es impagable. Pero a nosotras y nosotros nos estafan y roban para pagar a los bancos privados los intereses de la deuda. La deuda es su negocio y su arma para destruir el bienestar; ese es su verdadero objetivo, mientras tanto y a nuestra costa generar intereses que engorden los beneficios de los bancos y los ricos.

Si quieres saber quien es de izquierdas, quien desea cambiar las cosas y quien no:preguntadle su posición ante la llamada deuda.

Preguntadle a Madina y a Rubalcaba ¿Porque votaron hace poco en el Parlamento contra la auditoria de la deuda y no pagar la deuda ilegítima?
La deuda hay que dejar de pagarla y entonces volverá el empleo y los derechos.

Necesitamos un gobierno valiente, del pueblo y por el pueblo y patriótico es decir no vendido al capital financiero y a la derecha alemana.
El negocio de de la deuda pública es su plan secreto contra el bienestar. El pago de la deuda es su principal beneficio.

El pulpo capitalista del que habla el maestro Lafontaine ha envuelto y engullido con esa mentira a los partidos dinásticos y sistémicos que reformaron la Constitución solo para garantizar el beneficio de la banca privada. Pero también a mucha gente engañada por los medios de comunicación, los chulos y mentirosos señoritos del PP y los liberales que dominan todo el espectro político del régimen.

Hay que decir alto y claro, que la única solución pasa por negarse a seguir pagando la deuda y auditarla PUES ESTAMOS PAGANDO LOS PUFOS DE LOS CAPITALISTAS y de las grandes fortunas ladrilleras y especuladoras.

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