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Tiempos del Sur

SEDANO-150x150Marcos González Sedano

«Tal vez, ha llegado la hora del Sur, de abandonar la UE y buscar una vía propia. Tal vez sean, Tiempos del Sur»

A lo que más le temía aquel núcleo de galos irreductibles era a que el cielo se les viniera sobre sus cabezas. La idea que da el tema es la de algo grande y pesado que se te cae encima de forma horizontal y sin remedio. El siglo XX y la lucha de clases la afrontamos desde la «izquierda» desde esa perspectiva.  Todo preparado, programado y organizado para la revolución. El resultado fue una estrepitosa derrota.

Sin las herramientas necesarias, pero con el instinto del que se encuentra en medio de un laboratorio jugando el papel de un elemento químico/social más, intento tener una visión histórica de este momento. He de confesarles que mis dudas, son más que las certezas. Haber llegado a esa conclusión para mí, ha sido un gran avance.

Tal vez todo empezó aquel mítico 15M: la primera respuesta inesperada; plástica, desbordante, ilusionante, fluida, creativa, participativa y ante todo antimonolítica. Pero, ¿Por qué fue posible aquél día? ¿Qué había ocurrido para que la sociedad respondiera de aquella forma? La élite europea se había dado a la expropiación de los bienes comunes de los países del Sur de la UE, acumulados durante siglos.

El nuevo imperio  alemán iba imponiendo poco a poco al resto de los estados de la vieja Europa el vasallaje. Esa estrategia de robo organizado por los de arriba, no hubiese sido posible sin la mutación de las sociedades que iban a ser asaltadas. Fagocitarlas, y convertir en plastilina las zonas de poder y solidaridad que cohesionaban a los ciudadanos, era un objetivo imprescindible.

Una vez desestructurada la sociedad desde ámbitos como lo socioeconómico, hasta las relaciones humanas; la mujer y el hombre han ido pasando a ser seres inestables, insatisfechos, socialmente aislados y han mutado. Lo han hecho a una velocidad histórica tal que ha sido difícil percibirla (al menos para los humanos de a pie como yo). Hemos mutado, y nuestras respuestas a la agresión del sistema han ido impregnadas de esa mutación. Sin darnos cuenta, los ciudadanos hemos pasado a ser los elementos químicos que componen el experimento y al mismo tiempo los investigadores que en una suerte de ensayo error, error ensayo, vamos aprendiendo sin saber en qué va a terminar esta sopa.

El imperio avanza, como si se tratara de un proceso final de neocolonización, donde la Káiser Merkel ordena desde Berlín o Bruselas y sus cónsules en la colonias, van siguiendo de cerca como continúa la campaña de rapiña. El neocapitalismo alemán, se va implantando desde la periferia del centro, los países del sur de la Unión Europea, hacia el centro.

Es posible,  a pesar de la violencia social a la que nos están sometiendo, que sea también en el propio Sur donde se encuentren las alternativas que desde el centro de la UE nos están imponiendo las élites. ¿Cuáles son? No lo sé.  Pero tal vez no lo estemos haciendo mal, buscando lugares de encuentro, de debate y coordinación, tejiendo redes de resistencia. Tal vez, ha llegado la hora del Sur, de abandonar la UE y buscar una vía propia. Tal vez sean, Tiempos del Sur.

 

 

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Construir la Alternativa Democrática de las mayorías sociales

43-45-3-e4326-150x150Manolo Monereo

«…Hablar de  Revolución Democrática es señalar con precisión la radicalidad y la hondura de los cambios a realizar y la necesidad de construir una pasión colectiva que de sentido a la vida y se oponga  a la noche neoliberal. El asunto es tan viejo como el mundo: cuando las clases subalternas se organizan en torno a un proyecto de vida, se convierten en una fuerza material y crean poder…»

 

Las bases sociales para una propuesta programática democrático-republicana (1)

Una  de las cuestiones esenciales del momento es conocer con precisión cómo y de qué forma están afectando los enormes cambios económicos y sociales que estamos viviendo a la consciencia, actitudes y comportamientos de la ciudadanía.

Para la izquierda transformadora no es un problema menor: conocer lo que piensan realmente las gentes en momentos donde, parecería, que todas las crisis se acumulan y se anudan en torno al régimen salido de la transición, es ahora un problema político decisivo. Buenas encuestas, en síntesis, para dar un fundamento realista  a las propuestas que se formulan en la esfera pública.

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Esto viene a cuento del debate abierto, sobre todo, en los mentideros políticos de la derecha extrema ante la encuesta realizada por la Fundación del BBVA sobre valores y actitudes sociales de las ciudadanas y de los ciudadanos de diez países de la Unión Europea (Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, Republica Checa, Suecia)

El estudio titulado ”Values and Worldviews” se realizó por IPSOS entre noviembre del 2012 y enero del 2013, con una muestra de 15 mil personas. ¿Por qué mereció una encuesta como esta tal atención y tan duras críticas de los tertulianos ultras?  Porque se ponía de manifiesto, una vez más, que para una parte sustancial, claramente mayoritaria, de la opinión pública europea la defensa del Estado del Bienestar seguía siendo fundamental  y que cinco años  de crisis habían propiciado el convencimiento de que las políticas de ajustes que se han venido practicando son injustas e ineficaces.

Para decirlo con más claridad: la ciudadanía demanda derechos sociales y laborales garantizados por el Estado y una mayor implicación de éste en el funcionamiento,    regulación  y control de eso que eufemísticamente se llama  mercado. Lo peor, de ahí el escándalo superlativo, era que la opinión pública española era  la más radical en estas posiciones “intervencionistas  y antiliberales”: ¡Tanto dinero invertido en propaganda, tertulianos y en sesudos estudios para esto!

No es posible resumir en tan poco espacio la riqueza del estudio y sus consecuencias para el análisis de la realidad social tal como las perciben las personas concretas. Solo aquellos datos más gruesos y definitorios.

Lo primero, es constatar que los españoles tienen una percepción clara de la hondura y gravedad de la crisis económica internacional y nacional. Segundo, los europeos identifican con mucha precisión (entre el  89 al 75,6 por ciento) quienes son los culpables de la crisis: los banqueros, los políticos, los gobiernos nacionales, los dirigentes de la UE, las compañías financieras, el Banco Central Europeo.

Esta percepción cuando llega la ciudadanía española es aún más mayoritaria, superando el  80 y 90 por ciento. Tercero, la media de los encuestados están entre las políticas de ajuste (38,5) y de aumentar o mantener  el gasto (40,3). Los españoles lo tienen  mucho más claro: Solo el 20 por ciento está por los ajustes; el 58,7 apuesta  por  el mantenimiento o el incremento del gasto público.

Como antes se dijo, la defensa y el desarrollo del Estado de Bienestar es un elemento fundamental de la identidad de los ciudadanos y ciudadanas europeas. La media europea de los encuestados (66,2 por ciento) considera que el Estado tiene la responsabilidad principal de asegurar la vida digna de las personas.

En España la cifra es del 74,1 por ciento, solo superada por Italia (76,3).Una clara mayoría (66,2) opina  que es necesario un amplio sistema de Seguridad Social aunque esto implique impuestos más altos. En España, la opinión es más mayoritaria: el 80,5 por ciento, superada por Suecia, Dinamarca y los Países Bajos. No es de extrañar que para la mayoría de los europeos es fundamental incrementar el gasto en sanidad, educación, atención a las personas mayores, discapacitados, parados.

Es muy significativa la opinión sobre el papel del Estado en la economía. Sobre 10, el 6,8 por ciento considera que el Estado debe tener un papel  muy activo en el control de la economía; en España el 7,1, solo superada por Francia (7,4). El 6,1 considera que la economía de mercado es el sistema más conveniente para el país; sin embargo, (es un dato interesante) el 6,0 considera que esta economía es la causa de las desigualdades  sociales; en España  las cifras varían: el 5,2 aprueba la economía de mercado pero el 6,6 considera a dicha economía la causa de las desigualdades sociales.

Otra cuestión a tener en cuenta es la opinión sobre el euro y la Unión Europea. La ciudadanía de los cinco países encuestados que pertenecen a  la zona euro, excepto los Países Bajos, consideran que el euro ha sido negativo para sus respectivos países; los otros (los que no pertenecen a la zona euro) opinan muy mayoritariamente que es positivo estar fuera de la moneda única.

Sin embargo, esto hay que subrayarlo, la mayoría no está de acuerdo con la vuelta a las monedas nacionales. Es coherente con esto la opinión, también muy mayoritaria, de que el euro se va a mantener en el futuro. Algo hay en todo esto que no casa demasiado: la mayoría (el 60,2) considera que cada país debe mantener la  autoridad sobre su política económica.

¿Puede extrañar que los ciudadanos y ciudadanas consideren a los políticos los culpables de la crisis? No demasiado. Sobre 10, el 7,7 de los encuestados considera que los políticos dedican más atención a sus intereses que a los intereses de la sociedad; en España esta opinión llega al 8,3 la más alta después de Italia (8,7) e igualada con la República Checa. Los políticos son los menos valorados de los grupos sociales y profesionales (3 sobre 10) junto con los periodistas (4,5), religiosos (4,7), empresarios (4,7).En España suspenden específicamente militares y jueces. La valoración de los políticos:1,5 sobre 10.

Una parte mayoritaria considera que la democracia no funciona bien en sus países. Esto es mucho más grave para los italianos y los españoles. La mayoría considera  que el voto es la forma principal que tiene las gentes para influir en las políticas que hacen los gobiernos pero, este pero tiene su importancia, consideran que tienen poca influencia en las decisiones políticas.

Las bases sociales para una propuesta programática democrática-republicana (2)

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En el artículo anterior expuse, muy sucintamente, los resultados de un estudio realizada por la Fundación del BBVA “Values  and Worldviews” en base a una encuesta  hecha en diez países de la Unión Europea. Ahora intentaré sacar algunas conclusiones que considero pertinentes para, por así decirlo, el debate de las izquierdas sobre nuestro presente y, sobre todo, nuestro futuro.
“Las gentes critican, al menos por ahora, la democracias existentes porque la soberanía popular manda poco o nada y porque las instituciones democráticas son cada vez más subalternas e impotentes ante los poderes fácticos”
La primera cosa a subrayar es que una parte claramente mayoritaria de la opinión pública europea rechaza las políticas neoliberales y defiende con  mucha fuerza el Estado social. Para decirlo con más precisión: para las mujeres y los hombres que viven en  la Unión, los derechos sociales y laborales son un componente central de la ciudadanía democrática y de su dignidad como personas.

Una segunda cuestión a señalar es que se produce una hondísima crisis de representación, una enorme sima, entre dicha ciudadanía y las elites políticas, económicas y mediáticas que ejercen realmente el poder. Las personas no tienen dudas: los poderes existentes trabajan por y para el poder económico-financiero y los políticos están a su servicio.

Así de claro, y por eso  una parte significativa de la ciudadanía, sobre todo en el sur, está profundamente insatisfecha del funcionamiento de nuestras democracias. Aquí tampoco cabría equivocarse demasiado: las gentes critican, al menos por ahora, la democracias existentes porque la soberanía popular manda poco o nada y porque las instituciones democráticas son cada vez más subalternas e impotentes ante los poderes fácticos.

Un Estado responsable

Hay un tercer dato, de valoración más compleja y sutil, con consecuencias políticas de mucho calado; me refiero a la valoración de eso que se ha dado en llamar economía de mercado.

El asunto se podría exponer del siguiente modo: la ciudadanía acepta la economía de mercado sabiendo que es la causante principal de las desigualdades sociales, por lo que  reclama un Estado responsable y garante de los derechos sociales e implicado fuertemente en su control y funcionamiento. Se diría que la opinión pública, más allá de los límites tradicionales de la izquierda y derecha, está por un programa de orientación fuertemente socialdemócrata, sobre todo en España.

Se podría continuar pero nos llevaría, seguramente,  demasiado lejos, sobre todo, si se compara con otras encuestas, como la reciente de la cadena SER. Insisto en lo siguiente: lo que nos dice el estudio que comentamos es que en las consciencias de las personas hay un rechazo fuerte a las políticas dominantes y una aspiración a otras más justas e igualitarias.

Es decir, nos señalan disponibilidades, horizontes y perspectivas para otros proyectos, en momentos de mucho sufrimiento y depresión social. De ahí, al voto o al compromiso político sostenido va un trecho difícil, muy difícil, de recorrer.

Pasar de la disponibilidad a la acción y al compromiso exige un proyecto claro, creíble socialmente y políticamente  solvente. No basta solo propuestas o consignas, hace falta fuerza organizada, capacidad, conectar y crear imaginarios sociales que impulsen a la acción, que combatan la resignación y el pesimismo. En definitiva, las personas no solo deben pensar que tenemos razón, más aún,  deben creer y luchar por nuestro proyecto: la única forma de hacerlo viable políticamente.
Tres condiciones

En nuestras específicas condiciones eso exige, al menos, tres condiciones: (a) una propuesta programática que conecte con las aspiraciones, necesidades y preocupaciones  de las mayorías sociales, es decir, un discurso alternativo ; (b) construir una proyecto político y una alternativa electoral que por su carácter, amplitud y coherencia unitaria movilice el imaginario ciudadano para mostrar no solo que se quiere sino que se puede, que hay  fuerza real  cambiar las cosas desde las necesidades de las personas; (c)situarse claramente en el conflicto social, impulsar las demandas, acompañar las luchas y convertirse en instrumento de los movimientos sociales.

La clave, al final y al principio, reside en la capacidad colectiva para situarse bien en el momento histórico donde se vive. La transición política, en muchos sentidos, ya ha comenzado. En el centro la lucha entre reforma y ruptura. En el fondo: la cuestión del poder en sentido fuerte, es decir, cambiar para que todo siga igual o democratizar realmente el poder económico, político y mediático-cultural.

Por eso, aquí y ahora, de lo que se trata es de construir la Alternativa Democrática como fuerza política y electoral de las mayorías sociales, con el objetivo explicito de disputarle la hegemonía al” partido único” del Régimen. Hablar en serio de la 3ª republica significa eso: una nueva clase dirigente capaz de impulsar un proyecto de país al servicio de hombres y mujeres libres e guales, comprometido  con la justicia y haciendo de la emancipación social el norte de la vida pública.

Tampoco en esto debemos engañarnos: la tarea será dura y los obstáculos muchos. Hablar de  Revolución Democrática es señalar con precisión la radicalidad y la hondura de los cambios a realizar y la necesidad de construir una pasión colectiva que de sentido a la vida y se oponga  a la noche neoliberal. El asunto es tan viejo como el mundo: cuando las clases subalternas se organizan en torno a un proyecto de vida, se convierten en una fuerza material y crean poder.

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En Italia la casta política y financiera ha dado un golpe de estado.

Artículos Debates Internacional

BerlusconiEmilio Pizocaro

“…A medida que los políticos llevan adelante largas carreras, ven a sus    oponentes políticos como compañeros de la profesión, que están conducidos por el mismo deseo de cobijarse en la seguridad de su puesto..”

Katz y Maier

Con la elección del octogenario Giorgio Napolitano ( 87 años) la “casta” política italiana ha vuelto a dar un espectáculo Fellinesco. Instalados en el desprecio a la voluntad popular han expuesto públicamente su absoluta decadencia. Peor aun, su completa sumisión a los poderes financieros.

Hoy ya se sabe que tras del acuerdo entre Bersani, Berlusconi y Monti está, una vez más, la inflexible mano de Frau Merkel, Wolfgang Schäuble  su ministro de Hacienda y la Banca Alemana.

Los artífices de este parto de los montes son dos ex-eurocomunistas. Giorgio Napolitano quien fue elegido diputado por el Partido Comunista Italiano en el año 1953 y Pier Luigi Bersani, quien fuera militante del desaparecido PCI a partir de los sesenta.

Para entender el sainete de la política italiana hay que recordar que el anterior golpe de estado del poder financiero, que instaló a Mario Monti en el poder, fue una maniobra orquestada por  Napolitano. Para este amaño contó con el soporte del PD y de Bersani.

El guión estaba escrito . Había que sacar las castañas del fuego con la mano del gato. Mientras el tecnócrata made-in Bruselas,  Monti , aplicaba una drástica  política de recortes, Bersani respaldaba “ sotto voce” esas políticas, pero no se manchaba las manos.

El siguiente paso de la “mise en scène” era el recambio “democrático”. Bersani, fue convenientemente endiosado por la prensa del sistema. Se le proclamó de antemano Presidente. Dijeron, es un político de izquierda, pero liberal que da “confianza” a los mercados. ( Ver  http://www.abc.es/internacional/20130224/rc-bersani-excomunista-tendencia-liberal-201302240117.html )

Para Ignacio Ramonet “ lo que los medios califican de «partidos políticos de la izquierda» tienen, muy poco de izquierda”

Es cierto, lo que dice Ramonet, pero parece que los comportamientos de Napolitano y Bersani ( y la actitud de una supuesta “izquierda italiana y europea” ) son el gran tema contingente que merece de estudio profundo de carácter sociológico e histórico.

Sin lugar a dudas ha habido renuncias a los principios y un acomodo muy bien remunerado al parlamentarismo, pero la cuestión va mucho más lejos. Una investigación seria deberá develar como se formó un casta política que se auto-reproduce y está instala por encima de la sociedad civil.

Al respecto, los cientistas políticos Richard Katz y Peter Maier han escrito un extraordinario ensayo llamado el “Partido Cartel” que ofrece importantes pistas que descubren lo que ha pasado con los partidos políticos institucionales en esta licuada democracia liberal.

En el modelo del partido cártel – nos explican –ningún partido institucional queda fuera del sistema . La democracia electoral se ha transformado en un medio por el cual los gobernantes controlan a los gobernados. (Bajar PDF en este enlace http://respaldo.fcs.edu.uy/enz/licenciaturas/cpolitica/cienciapolitica3/Katz_y_Mair_El_Partido_Cartel.pdf )

Las siguientes frases del libro de Katz y Maier  pueden darnos más  luces

“…La democracia se transforma en un medio para alcanzar la estabilidad social en vez de lograr el cambio social, y las elecciones se convierten partes “dignificadas” de la constitución…”

“…Dicho de otro modo, la democracia deja de ser vista como un proceso por el cual la sociedad civil impone límites y controles al estado, y se transforma en un servicio provisto a la sociedad civil por el estado. ..”

“…En las sociedades occidentales, la alternativa es proveer subvenciones y apoyo para todos, permitiendo a las diferentes coaliciones estar en el gobierno en diferentes niveles de la administración o en diferentes puestos…”

“…En definitiva, son los partidos en el gobierno quienes conforman el estado y proveen este servicio, y es su propia existencia la que están garantizando…”

Es absolutamente comprensible que los honestos militantes de izquierda miren horrorizados una ataque a los “políticos”, porque ha sido el discurso de las distintas facciones fascistas.

Sin embargo cuando se describe el comportamiento de “la casta de los políticos profesionales” y “los partidos cartel” no se está atacando a la actividad noble y desinteresada que debe ser la política.  Se está dando cuenta de cómo el sistema ha corrompido las bases de una autentica democracia.

En estos días en Italia , la heterogénea base social partidaria de Beppo Grillo se movilizan contra la “casta.  Ha dimitido toda la cúpula del PD y sus bases se rebelan ante tanto chanchullo. Rifundazione Comunista ha condenado el golpe de los partidos del sistema. Entre quienes se manifiesten habrán mucha gente de izquierda.

Achille, un viejo amigo comunista italiano , que al igual que Napolitano tiene 87 años también estará en las calles. Achille fue guerrillero de la Brigada Garibaldi y combatió a los fascistas con las armas en los montes del norte de Italia. Claro que nunca a sido parte del aparato partidario.

En una mezcla de hartazgo por “la casta” y sin perder la esperanza me ha dicho por teléfono. “Porca miseria traditori hanno vinto, ma presto canteremo orgogliosa  Bandiera Rossa”. Maldita miseria los traidores han ganado, pero pronto volveremos a cantar orgullosos “Bandiera Rossa”.

 

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¿Brotará socialismo del chavismo?

claudio_katzClaudio Katz, Economista

Chávez se sobrepuso a situaciones más difíciles girando a la izquierda e incentivando la acción popular. No aceptó el techo del nacionalismo burgués y rehabilitó el proyecto socialista. Sus discípulos pueden retomar esa conducta.

 

Desde hace varios años Venezuela es el principal laboratorio latinoamericano de transformaciones políticas y sociales. En toda la región se observa con gran expectativa que sucederá con el chavismo sin Chávez. Es indudable que el país ingresará en etapas muy diferentes si el proceso se radicaliza o estanca.

VARIEDAD DE CONSPIRACIONES

La derecha intentó desconocer un acto comicial realizado con el “mejor sistema electoral del mundo”. Esta calificación pertenece al ex presidente norteamericano Carter, que ponderó las virtudes del voto electrónico, la fiscalización internacional, el poder electoral independiente y las auditorías incorporadas. Esta transparencia fue confirmada en la reciente elección por comités de expertos y observadores de organismos mundiales. Capriles no aportó ninguna prueba de fraude, exigió verificaciones que ya fueron realizadas y propuso formas de conteos que recrearían las anomalías del viejo sistema manual.

La reducida diferencia a favor de Maduro (50,75 % frente 48,98%) no es tan inusual. Se registró en otras elecciones venezolanas (1968, 1978) y en varias norteamericanas ( Kennedy triunfó sobre Nixon por 49.7 % a 49.6 % en 1960) . Numerosos comicios recientes (por ejemplos italianos) se han definido por algunos miles de votos.

Lo que no perpetró Maduro fue el fraude realizado por George Bush en el 2000, para apropiarse de la victoria de su rival Gore (48,4 % frente 47,9%), mediante una maniobra del colegio electoral de la Florida. Cuando Chávez perdió por escaso margen en el 2007 reconoció de inmediato la derrota. Maduro había anticipado que con un solo voto de diferencia en su contra entregaba el gobierno y con el mismo margen a su favor asumiría de inmediato. Conocidos los resultados definitivos se limitó a cumplir su promesa.

El intento golpista irrumpió de inmediato con 8 asesinatos, decenas de heridos, incendios en las sedes chavistas y asedios al Poder electoral. Este operativo fascista fue ensayado durante una campaña electoral que incluyó sabotajes de usinas, jaqueos de computadoras, desabastecimiento de alimentos, encarecimiento de productos básicos y gran despegue del dólar paralelo. También ingresaron desde Colombia grupos paramilitares para ultimar militantes del oficialismo.

Capriles intentó crear el escenario de des-gobierno requerido para repetir los derrocamientos de Lugo (Paraguay) y Zelaya (Nicaragua). Contó con el aval de la embajada estadounidense y el sostén de la diplomacia española. Los dos países demoran el reconocimiento del nuevo presidente y fueron instigadores directos del fracasado golpe de Carmona, en abril del 2002.

Pero no resulta fácil r epetir esa asonada frente a la gran experiencia de resistencia que acumula el pueblo venezolano. La derecha ha perdido el soporte financiero que les aseguraba el manejo indirecto de la petrolera estatal (PDVSA) y enfrenta el rechazo mayoritario de los gobiernos sudamericanos.

Pero lo más importante fue la contundente reacción de Maduro que denunció el pacto a escondidas propuesto por Capriles. La oposición a ese contubernio fue acompañada de una explícita caracterización de clase de su adversario, como exponente de la burguesía venezolana. Los medios de comunicación presentaron este retrato como un cliché propagandístico, sin advertir que esclarece el contenido social de la disputa en curso.

La derecha se ha envalentonado y unificado en torno a un líder. Apostará al asedio, al desgaste y a la provocación. Incentivará el caos económico, la desestabilización política y la presión armada. Tiene un libreto que habría aplicado con la misma intensidad, si la victoria de Maduro hubiera sido más amplia.

Este boicot empalmará con un metódico trabajo para imponer el llamado a una elección revocatoria dentro tres años. Harán funcionar a pleno los medios de comunicación, para demostrar cuán autoritario es un gobierno que supera todos los récords de elecciones cristalinas. Difundirán las terribles persecuciones que sufren los opositores con mayor libertad de insulto del planeta.

La derecha seguirá tanteando a los militares que se encuentran en la mitad del sándwich creado al interior de las Fuerzas Armadas. La jerarquía y la oficialidad inferior que sostienen al chavismo están cortadas por viejas capas de uniformados, con privilegios y negocios de todo tipo. Ellos conforman el sustento más peligroso de la “boli-burguesía”.

RESULTADOS SORPRESIVOS Y CONFIRMATARIOS

Maduro consiguió 7.575.506 votos y Capriles 7.302.641. Sufrió una pérdida aproximada de 685.000 sufragios en comparación a los obtenidos por Chávez en octubre pasado, mientras que su contrincante sumó una tanda de 670.000 papeletas. El 50,75% logrado se sitúa lejos de la primera victoria presidencial chavista (56,2%) y también por debajo de la última elección (54,4%).

El retroceso fue impactante porque todos esperaban una holgada diferencia de 8-12 puntos a favor del oficialismo. Estos pronósticos eran compartidos por la derecha y las encuestadoras. Pero si se evalúa lo ocurrido con cierta distancia de esa expectativa, lo llamativo es la vitalidad del chavismo, que ha ganado 17 de las 18 elecciones realizadas en los últimos 14 años. Se ha votado a un ritmo inédito. Con un régimen de concurrencia no obligatorio, la participación en las últimos dos llamados se aproximó al 80% de la ciudadanía.

No hay que perder de vista que se logró una victoria muy especial por la ausencia de Chávez. El fantasma de la derrota padecida por el sandinismo en 1989 quedó despejado. Cualquier político del mundo envidaría al partido que obtiene el triunfo número 17, sin su figura dominante.

Hay dos lecturas posibles de los cómputos finales, dada la leve caída registrada en el número de concurrentes (80 a 78%). La primera destaca que el chavismo no logró arrastrar a las urnas al segmento popular que lo acompañó en octubre pasado, mientras que la derecha sí pudo incrementar su propia afluencia. La mayor abstención porcentual en los barrios humildes corroboraría esta evaluación. La segunda visión atribuye los resultados a un desplazamiento de votos del oficialismo hacia la oposición. En cualquier caso hay un repunte de derecha y una caída del chavismo.

Este viraje indica que se leyó mal las consecuencias electorales del fallecimiento de Chávez. El respaldo emotivo arrollador se daba por descontado, sin que la pérdida del comandante podía provocar también desanimo y desamparo. Aprovechando este clima Capriles recurrió a una increíble usurpación y se presentó como un sustituto confiable del proceso bolivariano.

Pero el simple registro del vaivén electoral (fuerte recuperación en octubre y simétrica caída en abril) no debe oscurecer, la declinación general del voto chavista desde el 2007. Esa caída obedece a causas muy conocidas y detalladamente enunciadas por Maduro en el acto de cierre. Inflación ascendente, estampida del dólar, carencia de los productos no provistos por la red oficial (MERCAL), enriquecimiento de los banqueros y enormes ganancias de los intermediarios importadores.

La visible corrupción perdura con el amparo de los burócratas que manejan gran parte de la estructura oficialista. El mal endémico de la ineficiencia persiste en todos los niveles de la administración pública y la explosión de delincuencia abruma a la población.

En este escenario de dificultades el chavismo cuenta con un significativo margen para remontar la cuesta, antes de la confrontación que impondría un eventual revocatorio. Mantiene una sólida mayoría en la Asamblea Nacional (95 sobre 165 integrantes) y comanda 20 de las 23 gobernaciones.

El escenario económico no presenta, además, las aristas catastróficas que difunden los economistas neoliberales. Chávez demostró una y otra vez como se pueden recuperar los votos perdidos en este tipo de circunstancias. El punto de partida es revisar los errores sin flagelarse. La necesidad de introducir correcciones es obvia, pero el sentido de estos cambios es mucho más polémico.

DOS ACTITUDES, DOS PERSPECTIVAS

 

Radicalizar el camino abierto hace 14 años o contemporizar con la derecha son las dos opciones contrapuestas que enfrenta el chavismo. El mismo dilema afrontaron muchos antecesores latinoamericanos del proceso venezolano. Debieron definir la profundización o disolución de proyectos revolucionarios, nacionalistas, antiimperialistas o reformistas.

Chávez siempre se inclinó por el primer camino, confrontando con los partidarios del status quo. La radicalización permitiría renovar las energías de una transformación que ya agotó su primera etapa. La alternativa conservadora desmoralizaría en cambio a la masa chavista, sin atraer a la derecha.

El primer rumbo exige dialogar con todos sin pactar con la burguesía. El segundo curso conduce a un acuerdo con los enemigos a costa de los propios seguidores. La audacia que demostró la revolución cubana es un antecedente de rupturas que abren horizontes. El vergonzoso final del MNR boliviano o del APRA peruano ilustra, por el contrario, el desmoronamiento que sucede a la capitulación.

Las dos perspectivas estarán en juego en la forma de encarar las asfixias económicas de corto plazo que imponen la inflación, la devaluación y el déficit fiscal. Estas desventuras son consecuencia de un sabotaje capitalista, que multiplica los beneficios de los grupos enriquecidos al amparo del poder. Si no se penaliza a tiempo a esos sectores habrá que recurrir al ajuste antipopular en forma explícita o encubierta.

Hasta ahora se contrarresta el desabastecimiento con mayor provisión de bienes, en el circuito de comercialización oficial. Pero la tolerancia hacia los especuladores termina neutralizando esa compensación. Los nuevos porcentajes de aumento salarial (35-48%) mantienen el poder de compra de los trabajadores, pero no corrigen el círculo vicioso creado por una inflación desbocada y convalidada con alta emisión. No es necesario enfriar la economía, ni retornar al libre mercado para reducir la carestía. Se puede actuar directamente sobre la formación de precios con medidas de control, fiscalización del beneficio y punición impositiva de los acaudalados.

La definición económica central gira en torno al fondo petrolero y la distribución de sus divisas. Durante un largo tiempo se aceptaron mecanismos de intermediación bancaria que engordaron a los financistas, sin reducir la especulación cambiaria. Ahora se ha introducido un sistema de subastas más transparente, pero los grandes capitalistas continúan lucrando con las divisas. Obtienen dólares al precio oficial y los comercializan en el mercado negro. No sólo hay problemas técnicos con la gestión de la subasta. Es indispensable tornar efectivo el monopolio estatal del comercio exterior para ordenar del manejo del excedente comercial.

Las mejoras del ingreso popular son tan evidentes que la propia derecha ya las reconoce como un mérito del chavismo. Eluden explican por qué sus gobiernos nunca ensayaron algo parecido. Fue el desplazamiento de esas administraciones reaccionarias lo que permitió derramar la renta petrolera hacia abajo. Pero es evidente la fragilidad del aumento actual del consumo sin la correspondiente inversión. La ampliación genuina del poder de compra exige avances significativos en la malograda industrialización de una economía rentista.

En el plano político los dilemas igualmente acuciantes. Existe un generalizado cuestionamiento de la corrupción y el castigo de los que acumulan dinero mal habido, definirá si el proceso recupera sustento popular. Maduro anticipó la creación de un cuerpo especial y secreto para destapar malversaciones. Pero una nueva ética de la honestidad exige la intervención directa de los militantes chavistas y una gran sensibilidad oficial para facilitar las denuncias.

La iniciativa de unificar las misiones en un nuevo sistema puede resultar también muy útil, si al mismo tiempo se fortalece la acción por abajo en las comunas y en los sindicatos. El anuncio de ir a las fábricas y a los barrios para construir legitimidad popular abre un camino de rencuentro con los votantes perdidos.

Hay condiciones favorables para introducir estas correcciones en el apasionado clima de Venezuela. Allí no impera la indiferencia, ni el hartazgo con la política que se observa en tantos países. El nuevo piso forjado en la conciencia popular permite encarar por ejemplo las iniciativas humanistas que Maduro sugiere, para lidiar con el complejo problema de la inseguridad. Ha convocado a la reintegración social de “todos los muchachos que dejen las armas” y se opone a la violenta persecución de los marginados, que instrumentaría la derecha.

No es sencillo tampoco radicalizar el proceso, atrayendo al mismo tiempo a gran parte de la clase media que se alinea con la derecha. La receta clásica de los socialdemócratas es el travestismo. Implementar “lo que la gente quiere” luego de haber absorbido los mensajes de los medios de comunicación. Esa adaptación trasformaría al chavismo en otro caso más de domesticación institucional.

Si se quiere evitar este entierro, no queda otra alternativa que perfeccionar la disputa ideológica iniciada hace 14 años. Persuadir y persuadir con nuevos argumentos es el sendero a recorrer. Demostrar como la derecha empuja a la clase media a actuar contra sus propios intereses persiste como el gran desafío del chavismo.

LEGADOS Y CONVICCIONES

El proceso bolivariano puede brindar una gran lección a los veteranos de la izquierda latinoamericana que perdieron el espíritu revolucionario. Si se revisan las fallas sin desazón, el lugar vacante que ha dejado Chávez encontrará sustitutos más colectivos.

No hay que olvidar cómo el gestor del cambio actual se sobrepuso a varias experiencias fallidas . Y al igual que Fidel después de Moncada siguió adelante luego del fracaso de su alzamiento inicial. Esa firmeza lo convirtió en un líder de masas al cabo de un breve encarcelamiento. Posteriormente supo afrontar el golpe del 2002 con la misma resolución y entregó sus últimas energías vitales a la batalla contra Capriles. Sin ese coraje Maduro no estaría hoy al frente del gobierno .

Chávez mutó siguiendo los vientos de la acción revolucionaria y por eso sus convicciones nacionalistas evolucionaron hacia la izquierda. Desde 1999 se embarcó en un curso radical que lo distanció de las clases dominantes y lo enlazó con las clases oprimidas.

Las confusas relaciones que estableció al principio con los militares derechistas de Argentina (“carapintadas”), indujeron a muchos analistas a observarlo como un golpista más del pelotón latinoamericano. El mismo equívoco suscitó su coqueteo inicial con la Clinton y la Tercera Vía del social-liberalismo. Pero su reacción frente a la embestida derechista despejó rápidamente cualquier duda sobre sus preferencias políticas. Optó por una convergencia con la izquierda que fue acelerada en su encuentro con Fidel .

Chávez se nutrió del patriotismo radical que personificaban Torrijos y Velazco Alvarado. Pero alentó una participación popular antiimperialista muy superior a esos antecesores. C ontraviniendo la trayectoria dominante del nacionalismo latinoamericano impulsó la movilización social. Propició la creación de 100.000 círculos bolivarianos, la ocupación de PDVSA, la organización de los reservistas y la expansión de los consejos comunales. Esta confianza en el sujeto popular lo distanció del clásico arbitraje de Perón o Vargas. Dejó de lado el bonapartismo militar e introdujo la mayor democratización de la historia venezolana.

Su vaga aceptación juvenil del socialismo desembocó en un proyecto de reformas avanzadas sin el techo tradicional del nacionalismo burgués. Como tenía muy presente la tragedia de Salvador Allende, no se replegó ante las amenazas fascistas. Al contrario, concibió una estrategia de contragolpe frente a la derecha, junto a ensayos de transformación pacífica con resguardo armado. Su obsesión por el triunfo se gestó evaluando las derrotas sufridas por todos revolucionarios latinoamericanos desde Zapata y Sandino hasta Farabundo Martí.

Esta conducta le permitió a Chávez aguar la fiesta neoliberal, confrontar con el imperialismo y recuperar el proyecto socialista. Incurrió en numerosos errores, como la entrega de dirigentes guerrilleros a Colombia y la reivindicación de varios dictadores del mundo árabe. Pero inauguró el proyecto que ahora pueden culminar sus discípulos, si avanzan hacia la realización del socialismo.

Los dirigentes chavistas consideran que están embarcados en esa construcción y lo demuestran con discursos, proclamas y carteles desplegados por todo el país. Las denominaciones aplicadas a muchos emprendimientos confirman esa expectativa (empresas socialistas, partido socialista, salud socialista). La generalizada utilización de un concepto pos-capitalista es muy familiar al chavismo, que nutre sus filas de militares, intelectuales y activistas formados durante los años 70, bajo el influjo guerrillero y variadas influencias ideológicas comunistas.

Los dogmáticos descalifican este perfil resaltando la distancia que separa a los enunciados socialistas de su concreción. Suponen que ambos parámetros deben marchar al mismo ritmo, sin explicar por qué razón ellos mismos despliegan tanta propaganda marxista sin ningún atisbo de materialización. Proclamar el ideal socialista es un primer mérito, en la medida que define cual es la meta ambicionada y qué distancia habría que recorrer para alcanzarla.

Los sectarios repiten también los sarcasmos cínicos contra el socialismo bolivariano que emiten los críticos derechistas. Nunca se preguntan por qué razón el chavismo rescató el ideal socialista. En el pasado era muy frecuente reivindicar formalmente esa meta, como una cobertura demagógica para cualquier proyecto político. Este disfraz era necesario por el impacto generado por las revoluciones rusa, china, cubana y vietnamita. Todavía subsisten muchos partidos liberales, derechistas e incluso fascistas que preservan su mote socialista inicial. Pero esa moda quedó mayoritariamente sepultada con el desplome de la Unión Soviética.

Ningún movimiento popular reclama hoy a sus dirigentes que adopten definiciones socialistas. Este pronunciamiento no brinda réditos en ningún terreno. El prestigio intelectual y la penetración electoral que suscitaba esa identificación se ha diluido. Sólo cabe por lo tanto una interpretación de las razones que indujeron al chavismo a retomar el socialismo: la convicción. Aunque los descreídos no puedan entenderlo, ese parámetro guía la conducta de los militantes y dirigentes embarcados en la batalla por la emancipación.

APRENDIZAJES E INNOVACIONES

Cualquier luchador latinoamericano sabe que una construcción socialista exige lidiar con dos novedades contemporáneas: la URSS ya no existe y las viejas dictaduras regionales han sido reemplazadas por sistemas constitucionales. El proceso revolucionario debe transitar por senderos más complejos que el pasado. La insurrección, el foco o la guerra popular prolongada ya no aportan respuestas a la forma de actuar en el terreno electoral y al desafío de conseguir aliados externos para resistir el acoso imperial. Frente al nuevo escenario hay que innovar con la misma audacia que en su época tuvieron Lenin, Mao y Fidel.

Los sectarios recluidos en su micro-mundo ni siquiera se plantean estos problemas. No perciben los problemas que emergen de cualquier interacción con la realidad. En octubre pasado se opusieron por igual a Chávez y a Capriles, presentando una candidatura insignificante (Chirino). Esta vez optaron por la abstención, argumentando que Maduro y su reaccionario contrincante “son lo mismo”. Minimizan el peligro golpista porque consideran que el chavismo es tan nefasto para el pueblo como su adversario. Con semejante despiste sus planteos solo aportan una graciosa nota de color al panorama venezolano.

Es importante comprender los nuevos rumbos de la lucha por el socialismo. En el siglo pasado los revolucionarios no enfrentaban la problemática intervención en el sistema electoral burgués. Actuaban en un persistente contexto de guerras y dictaduras, sin necesidad de abordar la disputa por los votos. Las dificultades para trabajar por una construcción socialista en este terreno son muy conocidas por cualquier de militante de izquierda, que haya participado en alguna elección. El régimen constitucional otorga a los dueños del poder económico y mediático privilegios siderales, que son potenciados por el predominio de la ideología convencional.

Los méritos del chavismo en este terreno han sido mayúsculos. Le ganó diecisiete votaciones a las clases dominantes. Pero es ilusorio suponer que esa secuencia se repetirá ad infinitum en una elección tras otra, sin padecer cansancio y desgaste.

Está probado que el socialismo no podrá emerger de la simple continuidad de secuencias electorales. Los socialdemócratas que alguna vez creyeron en esa posibilidad, ya no destinan ni un minuto a recordar la justificación de esas creencias. Simplemente actúan aceptando las pautas que fijan las clases opresoras. Si se quiere evitar esa degradación hay concebir como se podría integrar el sufragio periódico actual a una futura democracia socialista. Ese tránsito requeriría alguna modalidad de ruptura revolucionaria.

El instrumento potencial de esa transformación es el poder popular que acompaña al chavismo desde su nacimiento. Estos organismos paralelos y articulados al esquema institucional presentan múltiples modalidades de consejos, comunas, círculos, sindicatos y partidos. Hasta ahora no consolidaron una forma definida y tampoco maduraron un desarrollo autónomo, en gran medida por la tutela impuesta desde arriba. La ausencia de Chávez exige ahora potenciar el protagonismo colectivo.

Las carencias del poder popular pueden ser fatales, puesto que allí se concentran los embriones de la construcción socialista. Ese poder es el gran resguardo de continuidad del proyecto revolucionario, frente a los imprevisibles vaivenes de la disputa electoral. Por esta razón cuando se cierra un acto comicial no sólo hay que contar los votos obtenidos. Se necesita saber cuánto se avanzó en la organización de la estructura popular.

Chávez siempre supo cuán necesario es prepararse para confrontar con clases dominantes decididas a defender sus privilegios por medio de la fuerza. No alcanza con impedir la designación de un Pinochet al frente del ejército para impedir el drama sufrido en Chile en 1973. Las estructuras populares defensivas son indispensables para condicionar el comportamiento de las fuerzas armadas en situaciones críticas. La conducta de esa institución en gran medida depende de la capacidad popular para actuar en forma directa y organizada contra los fascistas.

El sorprendente devenir de la historia ha reintroducido la batalla por el socialismo en un país petrolero. Este escenario era inimaginable para los marxistas del siglo XX, que se acostumbraron a localizar los procesos revolucionarios en países carentes recursos. Venezuela es la contracara de ese modelo. No afronta ninguna de las restricciones que por ejemplo atormentan a Cuba.

La combinación de plan y mercado requerida para una transición socialista en un país exportador de combustible será muy distinta a la exigida en una economía carente de divisas. Hay ciertas medidas comunes a cualquier proyecto anticapitalista (bancos, recursos naturales y comercio exterior nacionalizados).

Pero dada la estatización del petróleo, el mayor desafío que afronta Venezuela es la gestión de ese recurso y no la ampliación ulterior de la propiedad pública. Es vital cambiar la matriz productiva con expansión industrial y reducir las importaciones de bienes de consumo. El éxito económico del chavismo se medirá en este plano.

MOVIMIENTOS SOCIALES DEL ALBA

La victoria de Maduro es un trago amargo para la diplomacia estadounidense, que ansía librarse de la crítica chavista a todas sus tropelías. Esas denuncias empañan el reacomodamiento táctico que promueve Obama para atenuar la imagen belicista de la primera potencia. El triunfo bolivariano obliga a Estados Unidos a perfeccionar el maquillaje de sus invasiones, asesinatos selectivos y torturas en Guantánamo.

La presencia de un continuador de Chávez al frente de una economía petrolera representa, además, un grave problema para el imperio, que siempre computó al crudo venezolano como un insumo propio. Le resulta intolerable que su principal abastecedor latinoamericano maneje cuotas de producción en forma soberana y acuerde contratos de largo plazo con China.

Estados Unidos no ha podido tumbar el proceso bolivariano al cabo de catorce años. Este fracaso obedece también a la capacidad exhibida por América Latina para impedir la repetición del desangre perpetrado en Medio Oriente y África. La enorme trascendencia de este logro no ha sido debidamente valorada. Si la región padeciera masacres étnicas, guerras sectarias o matanzas separatistas, actualmente sólo discutiríamos la forma de emerger de esas tragedias.

El país necesita apoyarse en un bloque geopolítico latinoamericano para contrapesar la presión imperial. Es el respaldo que no tenía Cuba en los años 60. Incluso con varios gobiernos derechistas en su interior, UNASUR, CELAC y otros organismos pueden cumplir ese rol de escudo protector. Pero lo ocurrido con Lugo en Paraguay demuestra que ese resguardo no sustituye la decisión interna de confrontar con el golpismo.

Venezuela no es un integrante más de la alianza sudamericana y su gobierno presenta un perfil diferenciado de cualquier administración de centroizquierda. Esta singularidad reapareció durante la elección del primer sucesor de Chávez.

Maduro es un “presidente obrero” muy distinto a Lula, tanto por su militancia socialista, como por la distancia que ha mantenido de la socialdemocracia. No recurrió hasta ahora al discurso amigable con los poderosos. Al contrario, confrontó con el “burguesito Capriles que desconoce la vida del trabajador”. ¿Persistirá o se diluirá ese mensaje?

El planteo de Maduro también contrasta con la indiferencia hacia la meta socialista, que predomina entre la mayoría de los presidentes progresistas. Algunos mandatarios -como Cristina Kirchner- son incluso abiertamente hostiles a ese ideal. Suelen contraponer la bandera roja con el estandarte celeste y blanco, como si fueran símbolos en conflicto.

El chavismo ha transformado el panorama de la izquierda latinoamericana y rehabilita la batalla por el socialismo continental. Pero no existe hasta ahora un organismo de confluencia para esa acción. La nueva articulación de los movimientos sociales del ALBA, que se está promoviendo para aglutinar organizaciones populares a escala regional, podría cumplir ese papel. Pero debería reunir agrupaciones construidas desde abajo con autonomía de los gobiernos.

Esa confluencia estaría exenta de las restricciones que rodean a la acción gubernamental. Su función no sería consolidar acuerdos geopolíticos, asociaciones estatales, alianzas o convenios económicos. Trabajaría en las prioridades de los movimientos sociales y podría alzar la voz en los temas conflictivos. Desde un ALBA de los pueblos hay espacio para la solidaridad con Haití sin envío de tropas, para cuestionar a las transnacionales de cualquier sub-potencia y para objetar las fantasías del “capitalismo regulado”.

Los movimientos sociales ALBA tienen la oportunidad de cubrir el vacío dejado por el declive del Foro Social de Porto Alegre. Podría avanzar en la superación de esa experiencia adoptando el perfil de lucha que eludió ese precedente. El momento es promisorio y la rendija comienza a abrirse para la gran tarea de convertir el sueño de Bolívar en una emancipación socialista.

21-4-2013

BIBLIOGRAFÍA

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-Isa Conde Narciso: “Venezuela-14 de abril: una reflexión necesaria”, www.redaccionpopular.com, 16-4-2013

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-Stedile Joao Pedro, “Brasil y ALBA de los pueblos”, www.ivoox.com/j , 10-4-2013

-Verzi Rangel Álvaro, “Venezuela: Todo lo parecido al 2002 no es ninguna coincidencia”, elquepiensagana.wordpress, 7-4-2013

-Zuñiga Simón Andrés, “Devaluar o no devaluar… ¿Este es el problema?”, www.rebelion.org8-2-2013.

RESUMEN

El proceso bolivariano ingresa en una etapa de definiciones. La derecha ensayó una presión golpista sin las condiciones del 2002. Intensificarán las campañas destituyentes, tentarán a los militares e impulsarán el revocatorio. El oficialismo logró una ajustada victoria remontando los inesperados efectos del fallecimiento de Chávez y sorteó el fantasma de la derrota sandinista. Padece una declinación de votos por causas muy conocidas, pero tiene margen para remontar la adversidad.

La radicalización renovaría las energías y la opción conservadora desmoralizaría al chavismo. Son dos cursos opuestos para afrontar la ineficiencia, la corrupción y la inseguridad. Chávez se sobrepuso a situaciones más difíciles girando a la izquierda e incentivando la acción popular. No aceptó el techo del nacionalismo burgués y rehabilitó el proyecto socialista. Sus discípulos pueden retomar esa conducta.

La desaparición de la URSS y el fin de las dictaduras obligan a reconsiderar la estrategia socialista. Se impone combinar la acción electoral con la construcción del poder y el resguardo defensivo, tomando en cuenta la peculiaridad de una economía petrolera.

La victoria de Maduro afecta la estrategia de maquillajes imperiales y refuerza la necesidad de proteger a toda la región de las tragedias que soporta África y Medio Oriente. La articulación de movimientos sociales del ALBA ofrece un nuevo ámbito de aglutinamiento por abajo por la emancipación socialista.

 

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El ciudadano Correa

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Lo que Correa no podía hacer en calidad de jefe de estado extranjero de visita, es llamar a la revolución ciudadana en nuestro Reino, corrupto y empobrecido por sus gobernantes y sus banqueros. Pero nosotras y nosotros si podemos, es decir si se puede.

Ecuador y su Revolución Ciudadana es una de las respuestas latinoamericanas más contundentes al neolibralismo mundial. A esta afirmación debemos añadirle que también lo es exitosa. El gobierno de Correa, parte esencial del ALBA ha logrado importantes victorias frente al conservadurismo y al capitalismo mundial, entre las que de forma paradigmática, se sitúa su auditoria de la deuda y la nueva Constitución, que fue la primera en introducir un concepto tan importante, como el del buen vivir, frente al consumismo, destructor de mentes y espíritus como genocída del planeta tierra.

Pero si algo hay que agradecer a los mandatarios y mandatarias progresistas latinoamericanos desde el resto del mundo y desde Europa en especial, es su claridad de ideas y de acciones. Correa es muy claro y además posee la autoridad de su doctorado en economía y su profundo conocimiento del funcionamiento del capitalismo financiero. También la de sus victorias electorales frente a la oligarquía ecuatoriana. Por eso en su reciente gira por la vieja Europa, se ha permitido dar lecciones -afirma, que sin pretenderlo- a unos mandatarios torpes, reaccionarios y neoliberales, que nos conducen irremisiblemente al abismo social.

Escuchando al presidente Correa en Valencia, no pude sino sentir envidia del pueblo ecuatoriano. Lo que Correa afirmó, es lo mismo que desde el estado español llevamos tiempo afirmando y denunciando todos y todas las activistas sociales antineoliberlaes y anticapitalistas y es sencillamente, que para el neoliberalismo imperante en Europa, lo importante son los bancos privados, no las personas. La mal llamada deuda pública -la mayor parte de ella privada en realidad- cuyo pago a costa de recortes y austeridad contra los de abajo, se ha situado en el Estado Español, incluso con rango constitucional por encima de los derechos humanos.

Latinoamérica advierte con contundencia: Están cometiendo los mismos errores que cometieron las oligarquías derechistas en su continente en los años ochenta y noventa del siglo pasado. La crisis en consecuencia, se profundizará y el empobrecimiento de las clases populares producirá mucho sufrimiento.

Se puede salir de la crisis capitalista, claro, Correa lo afirma a voz en grito, desde los distintos escenarios de encuentro con Latiaméricanos y ecuatorianos en particular, que ha tenido estos días de gira por tierras de este bananero Reino. Pero haciendo justo lo contrario de lo que se está imponiendo desde todos los gobiernos europeos, lacayos todos, del capitalismo financiero.

Lo que Correa no podía hacer en calidad de jefe de estado extranjero de visita, es llamar a la revolución ciudadana en nuestro Reino, corrupto y empobrecido por sus gobernantes y sus banqueros. Pero nosotras y nosotros si podemos, es decir si se puede.

La crisis tiene soluciones, si. Pero la solución ni es más neoliberalismo, ni es menos democracia. La crisis capitalista tiene un origen político y solo tiene una solución política. Esto muchas y muchos llevamos tiempo afirmándolo, pero es de agradecer que el presidente ecuatoriano, lo recalque también en el desierto europeo de forma alta y clara.

Como recientemente ha afirmado Ignacio Ramonet, Europa tiene mucho que aprender de Latinoamérica y yo añadiría de forma especial, esencial, de los estados del ALBA.

 

 

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Análisis de una encuesta silenciada por la «casta política».

images (2)Emilio Pizocaro

Las encuestas están reflejado fielmente lo que todo el mundo sabe . Con los  políticos profesionales no hay democracia real.

                  “No es la idea de revolución lo que está en crisis actualmente. Lo que está en crisis es la idea de partido. No hay que equivocarse de crisis. El enemigo nos dice que la revolución está en crisis, porque es lo que a él le viene bien. Lo que le interesa y lo que le viene bien es decirnos “no hay ninguna otra política posible”.

  Alain Badiou , Filósofo Francés

En estos días saltaron las alarmas en los elegantes despachos de la “casta política” española . Los resultados de una encuesta de la empresa especializada My Word han “colocado de los nervios” a los políticos profesionales .

La investigación demoscópico divulgado por la Cadena Ser (y silenciada a las pocas horas) predice los fuerte movimientos telúricos que moverán el piso del establishment partidocratico, Veamos:

(http://www.cadenaser.com/espana/articulo/59-ciudadanos-aprueban-escraches-mejor-instrumento-presion/csrcsrpor/20130415csrcsrnac_1/Tes?id_rss=14092012-Ser-rs-1-Tw)

1.- Los españoles depositan mayoritariamente su confianza en los nuevos movimientos sociales. Un 57% de los consultados cree que la democracia funcionaría mejor sin partidos políticos y con plataformas sociales elegidas para la gestión de los asuntos públicos.

2.- Un 88% de los españoles cree que los partidos políticos forman parte de una elite, junto con los grandes empresarios y los banqueros, y que trabajan solo en la defensa de los intereses de unos pocos.

3.- La mayoría de los ciudadanos, un 61%, sigue creyendo que la democracia, con todos sus defectos, es el mejor sistema político posible.

4.- Un 59% de los ciudadanos aprueba los “escarches” como el mejor instrumento del que disponen para rebelarse o presionar ante la situación de crisis que vive España.

5.- El rechazo al bipartidismo es unánime incluso entre la derecha. Una abrumadora mayoría, el 87%, lo rechaza.

6.- Entre los movimientos sociales nuevos, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas tiene 67 de respaldo: La apoya un 75% , le siguen el movimiento 15-M, con un 67% y los Afectados por las Preferentes, con un 65%;

7.- Los sindicatos reducen su respaldo a un alarmante 18%. La gran mayoría los ciudadanos cree que son parte del régimen.

8.- Respecto de la economía de mercado, es decir del capitalismo: el 60% lo rechaza porque genera desigualdades y malestar.

9.- Un 44%, frente a un 37% piensa que quien realmente manda son los mercados y las instituciones supranacionales.

10.- Un 57% cree que la imputación de la infanta Cristina cuestiona la supervivencia de la Corona. Un 35% que es grave y apenas un 7% piensa que va a ser perjudicial sólo para la propia infanta.

En otra encuesta, efectuada hace solo dos semanas, coincide plenamente con la información de la Cadena Ser.  La exploración del CIS certifica que los políticos españoles ( todos y sin excepción) reciben un 93 por ciento de desaprobación y que el rechazo a los partidos políticos es de un 91 por ciento.

Los estudios de opinión hablan por si solos y sin embargo merecen más de un análisis.

La derecha responde.

La crisis política española es palpable, se puede tocar. Por ello, este fin de semana en un gesto de elocuente intranquilidad , María Dolores de Cospedal sacó la voz para sentenciar ; “sin políticos no hay democracia”.

Se equivoca la lidereza del PP y se equivocan todos aquellos que confunden la política con los políticos profesionales .

Las encuestas están reflejado fielmente lo que todo el mundo sabe . Con los  políticos profesionales no hay democracia real.

La mayoría ciudadana se da cuenta que soportamos una elite que es personal a sueldo de unas “empresas de empleo privilegiado” que se llaman asimismo partidos políticos.

El respetado historiador José Álvarez Junco, le ha puesto palabras a esta crisis ; “Da la impresión, que los partidos actuales están en situación pre-agónica. El PP, y más aún el PSOE, podrían desaparecer en poco tiempo”.

¿ Ha muerto la política?

A pesar de los gruñidos destemplados de los políticos de profesión, la verdad es que la política no ha muerto. Está más viva que nunca.

Los ciudadanos de a pié, salvarán a la política porque la necesitan . Ya lo esta haciendo al entregar masivamente su confianza a los nuevos y exitosos movimientos sociales .

La ciudadanía ha entendido que la democracia no es votar cada cuatro años. No quiere enajenar su derecho a decidir . No quiere dejar su opinión en manos de unos representantes que llegado el momento se olvidan de los votantes y solo cumplen las orden del partido que les da empleo, con sobresueldos incluidos.

La acción de los nuevos movimientos establece las bases para la realización una democracia real. En su practica está el germen de una nueva ética emancipatoria . Una democracia real sin las improductivas mediaciones de las burocracias partidarias.

En realidad la crisis del capitalismo y su necesario compañero de ruta, el virus mortal de la corrupción, ha descompuesto rápidamente todo el orden constitucional del 78. Esta podredumbre incluye a los partidos nacionalistas periféricos y a las cúpulas de los dos grandes sindicatos del sistema.

Salta a la vista que el problema que tiene la “casta política” se llama supervivencia . Sus lamentos dan cuenta que ello. En privado reconocen que la corrupción ha sido un golpe letal y que están jugando los descuentos.

¿Qué pasará con la izquierda tradicional ?

Sí alguna fuerza puede salvarse de este merengue inmoral es la izquierda institucionalizada. Su militancia es luchadora y forma parte activa de los movimientos sociales. La honradez de su personeros máximos no ha sido cuestionada . Sin embargo, esto ya no es suficiente.

La historia ha puesto sobre la mesa un desafío de proporciones. En Europa se aproxima  el tiempo de las revoluciones del siglo XXI. El tiempo de las revoluciones democráticas será cuestión también del viejo continente.

Los nuevos movimientos encaminan sus pasos en ese sentido. La revolución democrática del nuevo siglo, necesariamente desplazará a la vieja partidocracia y establecerá nuevas formas de democracia directa y participativa (que limite en sus justos términos el papel de los representantes).

Sectores de cúpula de la izquierda apegadas a las instituciones se resiste a entender que el desastre de la “casta política” es un camino sin retorno.  En esos círculos más de algún personaje ha confundido ser un revolucionario profesional -como los pensaba Lenin- con vivir como un político profesional como se practica en España.

El irremediable desgaste del PP y del PSOE , alimenta el apetito de algunos dirigentes  “izquierdistas” . Sueñan con nuevos tripartitos. Aspiran a co-gobernar con el PSOE al estilo Andaluz. Afilan los dientes para los  próximos comicios de las comunidades autónomas.

El más sincero de esta deriva oportunista es el diputado Gaspar Llamazares. En su libro que curiosamente lleva por titulo “El libro Rojo” postula derechamente una alianza con el PSOE “ para salvar al capitalismo” .

¿Es la izquierda institucionalizada un problema?

Este tipo de “izquierda” se ha quedado en el pasado. Como explica Tony Negri ha sido alimentada ideológicamente con aquellas nociones de las Constituciones Europeas , surgidas después de la segunda guerra mundial. Estos pactos reconocían un estado social pero que a continuación declaraban sagrado el derecho de propiedad y igualaban democracia a capitalismo.

Estos equívocos en cuestiones cardinales para la economía y la política lastra la imagen de la marca electoral de la izquierda. De hecho colocan en entredicho los acuerdos de su ultima asamblea federal que aprobó impulsar un proceso constituyente, para cambiar el “ancien regime”.

Parte importante de la izquierda institucionalizada practica una idea del siglo pasado. Sinónimo de política es elecciones, parlamento, organismos del sistema. A fin de cuentas el parlamentarismo demo-liberal ha servido para obtener recursos y mantener un aparato burocrático que se auto-reproduce en el poder.

Cierta “izquierda” europea ha olvidado convenientemente que ninguna de las revoluciones del siglo XX la hizo un partido institucionalizado. Tampoco fueron los partidos legales los que forjaron las grandes revoluciones democráticas y populares del siglo XIX en Europa.

Otra cosa muy distinta es que las grandes transformaciones han tenido siempre tras de sí a organizaciones de revolucionarios dispuestos a abrir nuevos derroteros para la política.

No debemos confundir a los actores de la liturgia de los puños en alto, las banderas y los himnos con los auténticos revolucionarios. Estos no están ni el los parlamentos nacionales, ni en ese organismo inoperante que es el parlamento europeo.

La política no está en crisis

Tal como afirma  el filosofo francés Alain Badiou,  lo que está en crisis es la vieja idea de partido de estado. No está en crisis la política como fuerza emancipadora y menos aún la necesidad de una revolución democrática.

En el siglo XXI asevera “habrá que reinventar la política, el arte de la política, la alegría colectiva de la política … porque  sí estamos convencidos que la política puede ser una creación, entonces la organización política es un grupo creador . No es un instrumento . no es un aparato.”

Los pueblos de España están mostrado una gran capacidad de creación política re-inventando nuevas formas de lucha.

Se ha legitimado ante la opinión publica la desobediencia civil y la propia dinámica de la crisis empuja a los movimientos a constatar que no hay salida democrática dentro del castillo blindado de un régimen político añejo.

En este escenario si la izquierda parlamentaria quiere sobrevivir debe tomarse  en serio una política ruptura democrática.

No es de recibo que mientras los abnegados militantes de la izquierda están en todos los frentes de lucha, la dirigencia del partido y los sindicatos mayoritarios estén a la cola de todos los llamados a movilización

La antiguas recetas ya no sirven.

El partido tradicional hace mucho que perdió la iniciativa. Aquel aparato que solo vive por y para las elecciones ha caído buenamente en el precipicio que anticipó Gramsci: “el partido (burocrático) acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”.

La historia reciente en Europa ha demostrado que las estrategias puramente electorales , incluyendo aquellas que propugnan un frente de izquierdas, son una trampa. Un callejón sin salida que solo legitima el sistema imperante.  Estas estrategias sustentadas por el “cretinismo parlamentario” han llevado a derrota tras derrota a la izquierda en Alemania , Francia e Italia.

En medio de una profunda contra-revolución conservadora y neoliberal el parlamentarismo nada han conseguido y nada conseguirá. Bueno, no exactamente. Puede seguir alimentar la burocracia partidaria.

En realidad la izquierda institucionalizada está desprovista de una táctica y una estrategia para la revolución democrática .  Y,  como  carece de un pensamiento “fuerte”, no logra estar al nivel de un pueblo que está en plena ebullición rupturista.

Las antiguas políticas parlamentarias de salón conducen a la bancarrota de cualquier partido que se asuma de izquierda .  El tercer estado está activado y calienta motores buscando una salida a “la plebeya”. La ruptura desde abajo es una acontecimiento que crece en la medida que la crisis se profundiza.

España tiene una importante diferencia con otros países esquilmados del sur de Europa. En el reino Borbón, además del desastre económico, hay una profunda crisis del modelo territorial. Ha quedado obsoleta la monarquía parlamentaria negociada con los herederos del franquismo.

Revolución democrática es lo que toca.

El nudo gordiano de la crisis española es la crisis del poder político constituido. Cada día que pasa los hechos ponen en evidencia que el “orden” establecido por la transición ya no sirve ni para la clase dominante ni para las clases dominadas.

La revolución digital ha creado la base material  para el cambio democrático. Ofrece los medios tecnológicos ( móviles, tabletas, ordenadores ) para que los ciudadanos puedan decidir directamente, mediante el voto electrónico, las leyes y disposiciones que les afectan de modo fundamental.

La gente común se da cuenta de las posibilidades del cambio. Quiere participar . Demanda horizontalidad. Exige que no se le arrebate su derecho a decidir.

Hace solo poco más de una año, un pequeño grupo levantamos la idea de un proceso constituyente para llevar a cabo una revolución democrática. Un proceso que edifique una nueva institucionalidad desde abajo y con los de abajo.

Al comienzo, las élites creyeron que éramos “marcianos”. Para su sorpresa, en pocos meses, la idea de los constituyentes ha impregnado fuertemente a los movimientos sociales. La realización de un proceso constituyente democrático es hoy la alternativa más  sería para una salida democrática de la crisis.

La tiempos históricos van tan rápido que las tornas están cambiando dramáticamente. No solo hay que cambiar el gobierno. Hay que cambiar el régimen.  La tercera republica ya es una utopia alcanzable para esta generación.

Vivimos el comienzo del fin de una época. Caduca una manera de “hacer política” con moquetas y coches oficiales. Se acaban esos soberbios días de vinos, puros y rosas (al estilo Barcenas) financiados con la especulación inmobiliaria de la Banca.

¡Pero cuidado, no hay que vender la piel del oso antes de matarlo !  El silbato del arbitro no ha sonado todavía y “la casta” aspira a meter un gol de última hora.

No le quitemos el culo a la jeringa

Como era de esperar, los elementos más avispados del poder constituido están proponiendo “reformas constitucionales” . Los políticos profesionales, ni cortos ni perezosos, se apuntan apresurados a estas reformas cosméticas.

Este ejercicio de “transformismo” de los conocidos de siempre no se lo cree nadie. Vienen una vez más con un puñal bajo el capote. Es la vieja practica gatopardista; que aparenta el cambio para que nada cambie.

El proyecto de los constituyentes está en las antípodas de las pretensiones de las élites del poder. El proceso constituyente tiene dos características inseparables ; es revolucionario porque su objetivo es desplazar al poder constituido y es democrático porque se vale de medios democráticos. Los emplea para constituir un nuevo poder donde las decisiones de pueblo no sean arrebatadas por una oligarquía.

Los constituyentes, al igual que la gran mayoría de los movimientos sociales, piensan que no debemos ni podemos quitarle “el culo a la jeringa”.

La era esta pariendo un corazón. Se le puede escuchar y nos dice Revolución Democrática es lo que toca. Con seguridad será un camino difícil , con avances y retrocesos pero es el signo de un nuevo tiempo histórico.

Esta revolución democrática debe llevar a cabo una profunda limpieza de todo el espectro político. Como dice el profesor Juan-Ramón Capella “No solo hay que jubilar o poner a la sombra al personal político. Hay que trabajar para que la última palabra la tengan los pueblos de España”.

 

 

 

 

 

 

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Capriles, el PP y el fascismo de siempre

MonederoJuan Carlos Monedero

«Hace poco Aznar estuvo en el continente organizando una derecha iberoamericana. Aquí les vemos actuando. El fascismo de siempre dándole un tiro en la cabeza a un trabajador mientras le grita: ¡Para que aprendas, fascista! Capriles, el PP y el fascismo de siempre».

La derecha cree que el poder le pertenece. Cuando salen electoralmente de los palacios de gobierno, suelen desconocer las elecciones. Primo de Rivera, Franco, Pinochet, Salazar, Videla, Carmona… Desde que desapareció la URSS, la derecha del fin de la historia creyó que ya no tenía adversarios. Chávez les descuadró las cuentas. Por eso aplicaron en Venezuela todas las tretas. Pero el proceso bolivariano las derrotó todas, incluido el golpe tradicional.
Tuvieron que ponerse la máscara de demócratas. Cuando les sacas diez puntos, parece que no les queda otra que aguantarse. Eso sí, no sin intentar enturbiar los procesos electorales. Cuando las cifras son más apretadas, dan una patada a la mesa. Algo que nunca ocurre cuando el mismo caso ocurre en la dirección contraria.

Todos los grupos de observación internacional en Venezuela expresaron este 15 de abril sus conclusiones sobre las elecciones presidenciales: han sido elecciones limpias, transparentes, fiables, en conclusión, expresión veraz de la voluntad popular. Todos los grupos han coincidido. Observaciones internacionales donde están ex Presidentes de los tribunales electorales de América Latina. Incluidos los de países donde se desarrollan sistema políticos bien diferentes, como Colombia o México.

Capriles quiere desconocer estas declaraciones colectivas prestigiosas, y se ha apoyado en individualidades (un eurodiputado del PP que lleva diez años haciendo las mismas declaraciones), o en un par de gobiernos que suelen pecar de los mismos excesos. Qué curioso, los de los dos países que reconocieron como Presidente al golpista Carmona en abril de 2002. El gobierno español de Aznar (hoy de su delfín, Mariano Rajoy) y los Estados Unidos de la doctrina Monroe (da igual que el inquilino de la Casa Blanca sea Bush o sea Obama).

Capriles ha desconocido la victoria de Nicolás Maduro, quien le ha sacado los votos que le sacó Aznar a Felipe González o Felipe Calderón a Andrés Manuel López Obrador. Por supuesto, más de los que le sacó Bush a Al Gore.

Pero a Capriles le ha dado lo mismo y ha llamado a sus huestes a la insurrección. Y le han hecho caso: quema de Centros de Diagnóstico Integral (ambulatorios), de sedes de partidos (del Partido Socialista Unido de Venezuela), asedio a las televisiones públicas (VTV y TeleSur), persecución de médicos cubanos, quema de casas sociales y asesinato de chavistas (disparados desde vehículos). Azuzados por los que, hace apenas dos días, sonreían diciendo que para chavistas, ellos.

Que iban a respetar las misiones, que iban a nacionalizar a los médicos cubanos, que iban a defender los logros de los últimos años, que estaban con el pueblo. Les sale el golpista en cuanto se juntan tres o cuatro.

Y el gobierno del Partido Popular, apoyando. Qué bochorno. Como si no nos bastara el daño que nos hacen dentro, también nos avergüenzan fuera.

Venezuela ha aprendido del golpe de 2002. También América Latina. Sabe que los que ahora desconocen el resultado, son los fascistas de siempre. Un periodista venezolano del Opus Dei, destacado por matar a Chávez diez o doce veces antes de tiempo, afirmó este lunes 15 que en un centro médico se escondían cajas con papeletas electorales. Las turbas de la oposición han tomado ese centro, destrozando todo, agrediendo a los médicos, secuestrando a pacientes. Unos atizan el odio y otros lo ejecutan. No son menos culpables.

Capriles pide el conteo del 100% de los votos. No habría problema, salvo que es mentira que les interese el resultado. Saben que han perdido. Se lo ha dicho, incluso, el rector electoral que tienen en el CNE. Todos los expertos del mundo saben que auditar el 54% de los votos es mucho más de lo necesario. Es la proporción que se audita en Venezuela.

Esa auditoría ha demostrado que el recuento manual de las papeletas y el resultado de la máquina coinciden. 15 auditorías previas habían blindado previamente el procedimiento. El sistema venezolano es el más auditado del mundo. Capriles quiere ahora que se cuenten el 100% de los votos. Y lo exige desde sus medios de comunicación. Lo único que busca es desconocer al Consejo Nacional Electoral (si quiere ese conteo, debiera impugnar las elecciones, pero no lo hace porque quedaría como un imbécil después de las auditorías ya efectuadas).

Quieren tiempo y ruido. Por lo mismo muestran fotos de destrucción de material electoral de otros comicios (de 2010) como si fueran actuales, para enardecer a sus ya abducidos fanáticos. ¿No es un delito incitar al odio y la violencia a través de mentiras?

En otros países, lo que ha hecho Capriles y los medios de comunicación que le apoyan les significaría cárcel. Son comportamientos insurreccionales que desconocen las leyes aplicando violencia. No es desobediencia civil pues es violenta y no busca generalizar ningún derecho.

Qué hipócrita el PP que apoya estos comportamientos y quiere encarcelar a los indignados, a los desahuciados, a los estudiantes a los que se les niega el derecho a estudiar. El fascismo de siempre, que no cree en la democracia.

Hace poco Aznar estuvo en el continente organizando una derecha iberoamericana. Aquí les vemos actuando. El fascismo de siempre dándole un tiro en la cabeza a un trabajador mientras le grita: ¡Para que aprendas, fascista! Capriles, el PP y el fascismo de siempre.

 

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La caída de las castas

SEDANO-150x150Marcos Gonzalez Sedano

«Nosotros, los de abajo, a pesar del pesimismo al que nos podamos ver inducidos, hemos conseguido avanzar más en tres años que en los últimos treinta y cinco. Estamos determinadando, y todo ello en continuo movimiento, nuestras formas de organización y relación. Vamos diseñando, ya en la práctica, el modelo de sociedad que queremos, y empezado a hablar y actuar en la toma de espacios de poder».

Si en ésta sociedad líquida

que nos han creado, no hay

espacio para los débiles,

sólo sobrevivirán los muertos.

 

El Estado nacional o supranacional ejerce su poder sobre la sociedad. Se va regenerando así mismo. Dirigido por los de arriba, que van utilizando las diferentes crisis, especialmente las sistémicas, para avanzare más rápido en la concentración del poder.

En ese proceso mueren unas castas y nacen otras. El sistema va mutando el régimen donde se reproducía, para seguir reproduciéndose. Identificar en esos momentos el proceso químico/social que se produce, sus debilidades y fortalezas,  es sumamente importante para saber si existen posibilidades de espacios desde donde abortar el proceso o hacer que el coste del parto sea tal, que el sistema no tenga más remedio que compartir espacios de poder: sociales, políticos, económicos…con la parte de la sociedad que cuestiona la propia existencia del Estado. La tendencia del Estado siempre va a ser la de garantizar su supervivencia, aunque para ello tenga que mutilarse.

El régimen en el que vivimos en el estado español es el heredero del anterior, fruto de una transición plasmada en la constitución de 1978. La misma que garantizaba formalmente la continuidad del sistema, y la creación de nuevas castas, que ejercerían de guardia pretoriana: partidos, sindicatos, grupos de presión, la monarquía…Eran la élite de ese ejercito, el mismo que cada vez es más cuestionado por la sociedad. En ésta situación es impensable que el Estado no este trabajando para una nueva mutación, un cambio de régimen.

Agotado el pacto social de 1978 y amortizadas las castas surgidas en aquél proceso histórico, es inevitable la entrada de nuevos actores. Por una parte los invitados por el propio Estado y por la otra, los que han llegado como respuesta de los de abajo.

Pero como en todo proceso social, lo viejo convivirá con lo nuevo y posiblemente, lo viejo deje parte de sus genes en el nuevo cuerpo.

¿Quiénes son los actores nuevos que llegan?¿Qué posibilidades tienen de quedarse? ¿Qué va a hacer el Estado con ellos? ¿Qué elementos químicos existen para determinar el nuevo régimen? ¿Qué posibilidades de convertirse en un híbrido “útil” tiene lo viejo? Esas son algunas incógnitas a despejar.

Nosotros, los de abajo, a pesar del pesimismo al que nos podamos ver inducidos, hemos conseguido avanzar más en tres años que en los últimos treinta y cinco. Estamos determinadando, y todo ello en continuo movimiento, nuestras formas de organización y relación. Vamos diseñando, ya en la práctica, el modelo de sociedad que queremos, y empezado a hablar y actuar en la toma de espacios de poder.

Hoy teorizamos y organizamos acciones encaminadas a un nuevo contrato social, el de los de abajo, con los de abajo, que podría empezar en Andalucía y terminar en el universo de este planeta. Nada está cerrado, todo está abierto. La historia nos ofrece la posibilidad de cambiar lo existente, por un mundo más justo y humano y ahí, los más débiles, los más sensibles, tenemos mucho que decir; los demás están muertos.

 

Marcos G. Sedano

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