«Esta rebeldía social debe ser secundada por esa inmensa cantidad de personas que están sufriendo en sus carnes una crisis que ellos no han generado. Por ello, es el momento (estamos escasos de tiempo) para que la gente se organice, se involucre, se comprometa, luche. Hay muchas posibilidades de participación, muchos grupos sociales luchando por mejorar la situación. Lo importante es la toma de conciencia de cada uno para comprender que si no lo hacemos los de abajo, organizados, nos ahogarán, nos hundirán en el cieno».
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El régimen del 78 esta caducado ¿Pero como construir lo nuevo?
La encuesta de la cadena SER, grupo PRISA, desde luego inocente no es. PRISA no es sino una empresa neoliberal más, con intereses económicos y políticos tanto en el estado español, como Europa y por supuesto en Latinoamérica. Pero como empresa informativa también debe hacer algo y justificarse. La encuesta del 23 de Enero de 2013, es muestra de ello.
Pero ese sondeo de opinión, no hace sino corroborar lo que muchas personas llevábamos tiempo denunciando. Algunas hace ya años y otras menos, pero multitud afortunadamente tras el 15 de Mayo de 2011. La conclusión, es que el régimen del 1978 por la fecha de la Constitución vigente, esta finiquitado, podrido y alejado cada vez más de la voluntad popular.
La legitimidad política no solo la otorga el Parlamento –cosa que por supuesto así es pues representa la soberanía popular- pero las personas son cada vez más conscientes de que ese parlamento está electo por medio de una ley que contiene en si misma el pucherazo, que refuerza un bipartidismo corroído por casos de corrupción y del que se desconfía cada día más. Un bipartidismo que al igual que el régimen ha fracasado o al menos se muestra incapaz de seguir rigiendo las esperanzas de los pueblos del estado español.
La legitimidad del 78 se basaba en el advenimiento de la democracia tras el franquismo. Pero también la democracia que ni fue un regalo, ni se la debemos a nadie en concreto, sino a la determinación de los pueblos de España y de su clase obrera por conquistarla y dotarla además de derechos sociales y laborales, no puede basarse en una pata: el estado de derecho. La Constitución del 78 constantemente obviada en su apartado de conquistas sociales y ciudadanas no puede aportarnos tan solo un rey ya desprestigiado, unos partidos muy discutidos en su conformación y estructura actuales así como en su relación con la ciudadanía y un poder judicial lento, clasista y encima ahora con unas tasas que hacen imposible a las personas de las clases trabajadoras acceder a él.
La legitimidad democrática desde el siglo XX y por supuesto en el XXI se sustenta en el bienestar del pueblo, el reparto equitativo de derechos y obligaciones y en la posibilidad democrática de avanzar hacía mayores cotas de justicia y de igualdad, así como de los pueblos de un estado plurinacional a decidir. Si el estado no es social, falta una pata y por tanto hay que refundar el estado y redactar una nueva Constitución que garantice los derechos y libertades. En esta etapa del régimen, los derechos sociales y perdón por las constantes cacofonías, están siendo conculcados, los recortes y privatizaciones en salud, educación, desempleo y pensiones, la perdida de la libertad sindical y derechos laborales y la desigualdad ante la justicia así como ante la fiscalidad, diseñada solo para favorecer a los ricos, las grandes empresas y bancos ha roto cualquier atisbo de reconocimiento social y perdido los sagrados fundamentos de la democracia. En el reino de España, ni somos iguales ante la ley, ni existe un bienestar garantizado, ni se aporta en función de las ganancias y beneficios. Es decir reina la injusticia más palmaria. El estado social, está siendo robado en beneficio de los de arriba.
La Transición se basó en un pacto social roto ya definitivamente, cuyo basamento estuvo en la consecución de demandas sociales y sindicales duramente conseguidas, pero que ahora una vez eliminadas ya no sustentan el acuerdo. Por tanto defender en estas circunstancias un régimen caduco no tiene sentido excepto para liberales doctrinarios que solo creen en el estado policía y en la preeminencia de la riqueza y la propiedad sobre el bien común y la igualdad.
Por tanto es el momento de organizarnos con más fuerza y lograr en convergencia entre movimientos sociales, cívicos y partidos o fuerzas políticas no contaminadas por la corrupción, al objeto de crear el actor político que nos permita alcanzar la vuelta a la democracia y el reparto equitativo. Es el momento de aunar esfuerzos y no dispersarnos en múltiples convocatorias. Pero también de dejar de pensar que nadie solo puede. No se trata ya en un momento de emergencia social y democrática de contentarnos con subir algunos puntos porcentuales en el computo electoral, sino de gobernar, es decir de alcanzar una mayoría sólida que permita un regeneración democrática y el gobierno del pueblo y para el pueblo.
En consecuencia como hay propuestas ya lanzadas de unos Estados Generales sociales y políticos, unifiquemos rápidamente todas las iniciativas dispersas y planteemos una nueva coalición convergente que nos permita avanzar. Pero tampoco quiero olvidarme de la responsabilidad de los movimientos sociales, puesto que nosotros –los movimientos- hemos elaborado el discurso y las propuestas y las alternativas socio-políticas, en consecuencia y en mi opinión, quiere decir que hemos de abandonar nuestra torre de marfil teórica –es cierto que estamos en calles y plazas y dando la cara- pero los tiempos exigen otra cosa, otra actitud y más decisión. Tal y como ocurrió en Latinoamérica por mucho que se nos mienta en este reino bananero sobre sus procesos. O tal y como ahora está ocurriendo en Túnez, donde todas las fuerzas democráticas, laicas y anti neoliberales se han unido en un Frente Popular. Si Túnez fue ejemplo para las revueltas ciudadanas y la reacción frente a la ausencia de democracia real, bien podía seguir siendo ejemplo ahora, pues los protagonistas de la Revolución tunecina se agrupan, insisto, en el Frente Popular que incluye a partidos, movimientos y sindicatos y no lo digo por importar el nombre, sino el espíritu.
Las fuerzas sociales transformadoras antineoliberales y por el socialismo democrático y superador del capitalismo no tenemos nada de qué avergonzarnos, al revés llevamos años luchando en condiciones muy duras y denunciando los efectos negativos de las prácticas tanto ultraconservadoras como de los que han renunciado a la emancipación. Los movimientos y fuerzas agrupadas en torno a los presupuestaos del Foro Social Mundial estamos desde 1998 denunciando lo que iba a llegar con el neoliberalismo y hemos soportado una soledad ya finiquitada, pues teníamos razón y coraje. Por eso las fuerzas de izquierdas consecuentes, no debemos ocultarnos, pero debemos ser generosas, abiertas y capaces de elaborar una nueva forma de organización más democrática y transparente. Más comprometida si cabe y aprender de los movimientos.
Estamos ante una emergencia y eso requiere generosidad, valores y prácticas claramente diferenciadas de los que ejercen el poder. Pero sobre todo hemos de buscar una alternativa puesto que fuerzas ocultas y no tan ocultas de la extrema derecha y de la derecha económica, ya la tienen. El mismo PP tiene su estrategia de cambio confusión y perpetuación. Es ya muy antiguo, renovemos todo para que todo siga igual. Denunciemos el desorden para proponer un orden nuevo, es decir el fascismo que hoy se esconde tras la excusa del gobierno de los técnicos y de los supuestos sabios.
Nadie pues de los que creemos que otro mundo es posible, nos podemos apartar, pero para construirlo las propuestas son simples y en varias direcciones aunque convergentes:
– Movilizarnos contra la corrupción y los recortes y privatizaciones, la mayor parte de las veces, por no decir todas, corruptas.
– Apoyar la convocatoria de la Alter Summit o Cumbre Alternativa europea convocando las manifestaciones del 13 o 14 de Marzo, según sea la reunión del Consejo Europeo de la UE, en contra de sus políticas de austeridad y por una Europa diferente de está que está bajo el dominio de la dictadura de los mercados. A la calle ya. No podemos seguir sin reaccionar.
– Marchas y acciones por la dignidad.
– Estados Generales de ciudadanía y movimientos sociales y socio-políticos al objeto de crear al actor político coaligado que nos permita vencer a la corrupción y luchar por la justicia.
– Exigencia ya del fin de las amnistías fiscales, el fraude fiscal consentido y auditoria de la deuda. No pagar la deuda ilegitima. No consentir más que la deuda privada y de los bancos la paguemos los y las ciudadanas.
– Reconquista de la soberanía popular hoy secuestrada y de la independencia del Estado Español vendido a intereses del capitalismo europeo e internacional. Por una Europa de los pueblos.
PRONUNCIAMIENTO DE S21 SOBRE LA INVASIÓN FRANCESA DE MALI
El Estado francés tiene probablemente la más larga historia de brutalidad colonial del continente africano, y está bajo sospecha de haber colaborado en magnicidios como los de Amílcar Cabral y Tomás Sankara. La reciente intervención francesa en Costa de Marfil es otro lamentable ejemplo de ese “imperialismo de baja intensidad” que practica actualmente el país galo.
Pero son las políticas colonialistas históricas de Europa en general y de Francia en particular, así como las relaciones de dominación y explotación capitalistas las que han llevado a la situación de absoluta dependencia y expolio que vive hoy gran parte de África y que condena a cientos de millones de sus habitantes a vivir en condiciones infrahumanas y a morir prematuramente de hambre y enfermedades curables. Jamás un Estado cómplice de semejante deterioro puede erigirse en defensor de nada que no signifique más explotación y expolio.
Bajo el espantajo de combatir el integrismo, azuzado cada vez que se pretende una nueva invasión, se dirime una guerra de intereses interimperialista, así como el control de los importantes recursos minerales (uranio especialmente) e hídricos, única razón que entienden las transnacionales y los respectivos Estados que actúan para proteger sus intereses.
La larga lista de ingerencias y manipulaciones del imperialismo francés y europeo sobre los gobiernos africanos en la región tampoco permite legitimar la invasión a través de la intervención de una fuerza multilateral africana. Como tampoco la hipotética intromisión de la UE y menos aún de la OTAN, ni incluso la de la ONU, darán una mínima legitimidad a este nuevo capítulo en la larga política genocida protagonizada por el capitalismo europeo en África.
Casta Style
Jorge Moruno e Íñigo Errejón
Sociólogo y politólogo. Miembros de la Fundación CEPS
«(Hay que)…lanzar una apuesta político-electoral de cambio en favor de la mayoría social empobrecida y harta, moviéndose en el lenguaje y los marcos discursivos que ésta realmente tiene hoy, no los que idealmente tendrá en una década.Dado que la crisis es de todo el edificio constitucional, ésta propuesta debería inscribirse necesariamente en el horizonte de un proceso constituyente para redefinir democráticamente el marco (o los marcos) de convivencia».
Como una canción del verano de la que es imposible escapar, se extiende el casta style: el proceso de cierre corporativo y deslegitimación de las élites políticas, que atraviesa la sociedad española y se agrava con la avalancha de casos de corrupción y nepotismo. De muestras del egoísmo y autismo de un gremio particular que parece compartir, por encima de las diferencias que dicen representar, un mismo interés gremial por el lucro personal. La brecha entre representantes y representados se agranda con cada caso en el que un privilegiado que exige sacrificios a la gente corriente, es descubierto ganando dinero de forma ilegal o socialmente ilegítima.
También cuando privatiza sus contactos o imagen conseguida en el ejercicio público y obtiene los favores de las élites económicas, que recompensan así su servicio. El fenómeno de las “puertas giratorias” no es una cuestión de casos individuales ni de ética personal, sino la manifestación de un secuestro sistemático de la representación de la voluntad popular por el poder de las élites económicas -en nuestro país las oligarquías rentistas inmobiliarias, financieras y energéticas- que gobiernan sin pasar por las urnas.
Al gremio cerrado, endogámico, crecientemente desconectado de las preocupaciones y discusiones del común de los ciudadanos, que monopoliza la representación política, estrecha el pluralismo y regula siempre en favor de los intereses de los más ricos, se le comienza a conocer en la calle como casta: sus maneras, sus códigos, sus invocaciones a la legitimidad y al orden, incluso su estética, comienzan a oler a rancio para una parte creciente de la ciudadanía, mayor en los tramos más jóvenes. Es el correlato de unos partidos cada vez más cartelizados –que en consecuencia promueven la mediocridad y el servilismo-, en un sistema político cada vez más incapaz de canalizar las demandas ciudadanas. Un régimen en repliegue conservador, hipotecado a poderes no elegidos que mantienen a España, de facto, en un régimen de protectorado colonial, bajo el dictado suicida de la espiral deuda-recortes que tan desastrosos resultados produjo en América Latina o produce, más cerca, en Grecia.
La deslegitimación de la casta es un fenómeno transversal y creciente, que puede derivar en sentidos políticos muy distintos. Del “antipoliticismo” hostil a la democracia, a una voluntad republicana de recuperación de la soberanía popular. Quizás uno de los combates más relevantes del momento sea el de darle un contenido a este ánimo anticasta tan extendido: si en un sentido reaccionario o en uno de expansión democrática.
Cuando un régimen se descompone comienza a elevarse el olor de la podredumbre hasta llegar a la altura de todas las narices. Esto es lo que le está sucediendo al régimen salido de las Cortes del 78 y a sus antiguos sagrados consensos que permitieron la integración subordinada de los de abajo, en un orden social y político que aún guardaba la estela de las oligarquías franquistas. Hoy los beneficios de esta integración son prácticamente invisibles para las generaciones que no votaron la Constitución de 1978, por lo que las razones para la lealtad a ese orden disminuyen. Al mismo tiempo, y como en una de las ciudades de Italo Calvino, los restos de la Leonia de ayer esperan el carro del basurero: la cultura política del franquismo impregnó la débil democracia liberal española con su “no te signifiques”, su “meterte en política” es un defecto, la que ve en el disenso y discrepancia un problema de orden público.
La política liberal del cinismo, con su entrega de los asuntos comunes a “expertos” cuyas premisas ideológicas nunca se discuten, termina por disolver las discrepancias, ingrediente necesario de la democracia. Con estos mimbres culturales, se entienden las dificultades de las élites políticas españolas (y sus subalternas en las naciones periféricas) para leer esta nueva composición de la percepción pública y saber reaccionar ante su desprestigio. También en esto se muestra como casta, incapaz de representar un proyecto con aspiraciones generales, torpemente corporativa, ciega y sorda, más hábil para repetir que para innovar, para reclamar su propiedad exclusiva de la res-pública –con el chantaje, con el miedo, con la lengua muerta de la burocracia- que para seducir.
Así, el cierre oligárquico del régimen del 78, en el sentido de profundización del monopolio de los asuntos –y los más importantes cargos- públicos por las élites económicas, y el repliegue endogámico de casta en su hermanamiento con los poderes financieros, son dos fenómenos que se entrelazan. En el contexto del empobrecimiento acelerado de las capas populares y medias del país, y del incremento de las tensiones nacionales, nos encontramos ante una crisis del sistema político español. Frente a ello, la invocación al mantra de la Constitución, a los consensos y la sacrosanta transición, parecen tener cada vez menos efecto en las generaciones más jóvenes, para las que ninguna hipoteca del pasado justifica la inmovilidad en un presente privado de un futuro más allá de la emigración.
Aguirre, Güemes, González, Bárcenas, Rajoy son todos apellidos de un mismo nombre: casta política del régimen. Algunos son directamente corruptos, otros sólo trabajan para la gran corrupción de acabar con lo público para regalárselo al mercado y la banca. Pero en esta tarea no están solos; porque, que sean los herederos directos, no significa que la cultura franquista deje de afectar a otras formaciones. Rubalcaba o Bono son hijos predilectos del régimen de 78; como aquello que queda del pasado y no termina de darse cuenta que está en el presente. Un signo sin duda de que el tiempo político comienza a cambiar es la valoración inmediatamente positiva del outsider. Aunque éste sea una vieja conocida como Rosa Díez que tras 30 años de cargo político en el PSOE, trata ahora de hegemonizar el hartazgo con la casta y el sistema de partidos, para conducirlo hacia un repliegue centralista y liberal, amputando las demandas socioeconómicas que en la calle acompañan a la impugnación de las élites.
El país vive una situación de ruptura de la Constitución por parte de los poderes oligárquicos, que clausura el pacto social fundante del régimen y que difícilmente permite pensar una vuelta atrás. La expansión de la deslegitimación y las insatisfacciones está desbordando los canales tradicionales de articulación y expresión de demandas sociales. No obstante, el Estado retiene intacta su capacidad de reducir las protestas a la mera expresión del descontento. Aún en un terreno social marcado por la fragmentación y el miedo, y cultural presidido por la razón cínica y el retroceso de los valores y referencias de la izquierda, la excepcionalidad del momento y las dimensiones de la erosión de legitimidad lo hace fértil para iniciativas que se atrevan a desbordar las lealtades de los tiempos de estabilidad.
Eso es, a lanzar una apuesta político-electoral de cambio en favor de la mayoría social empobrecida y harta, moviéndose en el lenguaje y los marcos discursivos que ésta realmente tiene hoy, no los que idealmente tendrá en una década.Dado que la crisis es de todo el edificio constitucional, ésta propuesta debería inscribirse necesariamente en el horizonte de un proceso constituyente para redefinir democráticamente el marco (o los marcos) de convivencia.
O esto, o, como parecen preparar ya algunos, algún modelo de restauración conservadora sobre un terreno social devastado por las agresivas medidas contra la población, cuyo objetivo es claramente político: transformar el modelo de Estado y de reparto de la riqueza sin la concurrencia de (y contra) los de abajo. La triste sintonía de la Casta style, que sigue sonando aunque entre cada vez más pitidos. La tarea es convertirlos en otra melodía.
Mali: el por qué de la intervención imperialista de Francia
Por Paul Martial, miembro del colectivo Afriques en Lutte
Francia, que es la fuente de los problemas, no pueden ser la solución. Francia, que desde la independencia de los Estados de África ha apoyado siempre a las peores dictaduras, las peores masacres, las peores guerras, que está implicada en el genocidio de Ruanda, no es la mejor situada para defender los derechos de los pueblos en África.
No tenemos más remedio que denunciar la francofonía, el apoyo a los dictadores, el que Hollande reciba a los Bongo, Déby, Compaoré; que no haya dicho ni una sola palabra de protesta sobre la violencia de las fuerzas represivas en Togo contra los manifestantes.
Debemos reafirmar nuestra solidaridad con las fuerzas progresistas de África y Malí que se oponen a la intervención francesa.
En general, cuando el gobierno francés se ocupa de los malienses es para expulsarlos, ¿por qué, de repente, se transforma en defensor del pueblo de Malí? Para intentar responder a esta pregunta, es inevitable señalar las responsabilidades de Francia en la crisis de Mali.
1. Las responsabilidades de Francia en la crisis de Malí
1.1 Las políticas de ajuste estructural
La crisis de la deuda en los años 80 tuvo un impacto dramático en el continente africano. Para Malí en 1968, la deuda era de 55 mil millones de FCFA, pero en 2005 había alcanzado los 1.766 mil millones de FCFA. Los planes de ajuste estructural y las políticas de la Iniciativa de los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE) han tenido consecuencias desastrosas para Malí, que han dado lugar a la privatización masiva de las empresas de Malí en beneficio de multinacionales a la vanguardia de las cuales están las francesas. La distribución de energía eléctrica ha pasado al control de Bouygues, que está también presente en la mineria, como la mina de oro de Morila. La Compañía de Desarrollo Textil de Malí, que gestionaba el sector del algodón se ha vendido parcialmente a Dagris. Orange, a través de su filial Ikatel, se ha vuelto a hacer con la telefonía. La Oficina del Niger, que gestiona la tierra cultivable de la cuenca, se ha convertido en un promotor del acaparamiento de tierras. A esto se suma la presencia de multinacionales como Delmas, Bolloré con almacenes de 100.000 m2 para el almacenamiento de algodón. La segunda consecuencia es el debilitamiento de un Estado incapaz de cumplir con sus deberes sociales y de soberanía. Los servicios de salud y educación se están desmoronando, el ejército –como se ha visto- es totalmente incapaz. Esta tendencia es más pronunciada en el norte del país, que es la región más pobre.
1.2 Corrupción masiva
Al mismo tiempo, la clase política en Mali es especialmente corrupta. El entorno de Amadou Toumani Touré (ATT) y su clan han amasado millones de dólares mediante la corrupción y el tráfico ilegal, especialmente en el norte del país. El tráfico de todo tipo financia no sólo a los jihadistas, armados o no, sino también a la jerarquía militar de Malí y la clase política. Francia siempre ha apoyado a Amadou Toumani Touré, que aunque devolvió el poder a los civiles después del golpe de estado, se presentó y ganó las elecciones presidenciales de 2002-2007 y luego 2007 -2012, en unas elecciones cuya transparencia y limpieza fueron muy cuestionable. Como de costumbre, la diplomacia francesa ha tolerado y apoyado a ATT a pesar de conducir al país al abismo.
1.3 La intervención en Libia
Francia ha estado a la vanguardia de la intervención militar en Libia. Como en el caso de Malí, Sarkozy alegó lo urgente de la situación para intervenir –entonces se trataba de columnas blindadas que estaban a punto de entrar en la ciudad liberada de Bengasi. Conocemos lo demás, la intervención para bloquear la columna se convirtió en una masiva operación de la OTAN que secuestro la revolución Libia y evitó a golpe de conquistas territoriales que se pudieran construir y establecer estructuras de poder. La militarización total y la caída brutal de Gadafi ha creado un vacío favorable para todos los grupos yihadistas y de traficantes que se han hecho con los arsenales gadaffistas. El fulminante derrumbe del régimen libio, sin una estructura alternativa de gobierno creíble, ha desestabilizado toda la región al eliminar un instrumento de mediación de conflictos en el Sahel.
1.4 Francia juega con fuego
Francia, al igual que otras potencias imperialistas, comprendieron que ATT era incapaz de luchar realmente contra AQMI en el norte de Mali. Se trata de un tema esencial para Francia y AREVA, que ha invertido grandes sumas de dinero para la extracción de uranio en Níger, en la zona fronteriza con el norte de Malí. Creyó que podría utilizar a los tuaregs del MNLA como una especie de poder adicional para garantizar la seguridad de las instalaciones mineras y contener los ataques de AQMI. El Movimiento de Liberación Nacional de Azawad (MNLA) es una organización laica tuareg que lucha por la independencia de Azawad, situado en el norte de Malí. Es el resultado de una recomposición de las organizaciones tuareg. La mayor parte de sus tropas combatientes vienen de Libia, donde sirvieron en el ejército. Con la caída de Gaddafi volvieron a Malí con armas y vehículos equipados con ametralladoras. Una caravana puede recorrer miles de kilómetros sin problemas. La diplomacia francesa de la época, dirigida por Juppé, siempre fiel a sus intereses, explicó que había llegado el momento de iniciar las negociaciones con el MNLA para darle credibilidad y aliento: «París es favorable a un diálogo político entre malíenses”. Así lo reiteró Alain Juppé reiteró en la escalinata del palacio presidencial de ATT: «Se trata de un diálogo político que ayude a salir de la situación de impasse y evite la confrontación. Un diálogo inter-maliense es absolutamente necesario”. En esta reunión el ministro francés ha recordado que Francia se había comprometido a respetar la integridad territorial de Malí y que el enemigo número uno tenía un nombre:. AQMI, al-Qaeda en el Magreb Islámico «[ 1 ].
El escenario se desarrolla de manera diferente de lo que esperaban los estrategas del Quai d’Orsay. El MNLA se aliará con los yihadistas en la lucha contra el ejército de Mali, aunque será expulsado después de las principales ciudades del norte por sus antiguos aliados. Hay cuatro grupos yihadista: Ansar Dine, organización tuareg que se negó a unirse al MNLA y cuya prioridad es la introducción de la sharia; AQMI, que viene del GSPC argelino, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate; el MUJAO (Movimiento por la unidad de la yihad en el oeste de África) y la secta Boko Haram, que siembra el terror en el norte de Nigeria atacando al estado, así como a los nigerianos cristianos.
2. La política de Francia en la crisis de gestión Malí
2.1 Recordatorio
La intervención de Francia en Malí se inscribe en una larga tradición de intervenciones. Desde la independencia de sus colonias africanas, Francia ha intervenido sesenta veces. La estrategia de Francia es mantener su influencia política y económica a través de un apoyo inquebrantable a varias dictaduras que a cambio promueven los intereses franceses. De esta manera, las multinacionales francesas tienen auténticos nichos de mercado en la industria alimentaria, logística, transporte, telefonía, además del saqueo de los recursos naturales, incluido el petróleo y el uranio.
2.2 Peones de Francia
Cuando puede, la diplomacia francesa evita intervenir directamente. También en la crisis de Malí. Tiene dos estructuras para ello. La primera, la presidencia de la Unión Africana, que asegura el presidente de Benín Boni Yayi. Durante su visita a Francia el 30 de mayo, Hollande le aconsejó que la UA hiciera una solicitud de ayuda al Consejo de Seguridad de la ONU para pedir una intervención militar en África: «Analizando las distintas maneras de resolver la crisis, el presidente francés pidió a la CEDEAO y la Unión Africana utilizar el Consejo de Seguridad de la ONU, de modo que puede «diseñar un marco para Malí y la zona más amplia del Sahel en el que reestablecer la estabilidad «» [ 2 ]. Cuando ha conocido en Montreal la intervención militar francesa, afirmó que estaba muy contento (sic) [ 3 ]. Su segundo punto de apoyo es la CEDEAO, que es la organización que agrupa a los Estados de África Occidental, presidida por Alassane Ouattara, que debe su puesto como presidente de Costa de Marfil a los tanques franceses. La excusa entonces fue hacer respetar los resultados de las elecciones presidenciales. Unas elecciones cuya legitimidad es cada vez más discutible. En cuanto al mediador de la CEDEAO, no es otro que el burkines Blaise Compaoré, bien conocido en el serrallo de la francofonía porque ayudó a derrocar a Thomas Sankara y fue cómplice de Charles Taylor, condenado por crímenes contra la humanidad por su abusos en Liberia y Sierra Leona.
2.3 Francia se opone a un proceso de transición política
Cuando la jerarquía militar ha querido enviar a los soldados malienses al frente, asegurándoles que las armas y municiones llegarían después, estalló una revuelta en el cuartel de Kati, situado a quince kilómetros de la capital, Bamako. Los rebeldes se dirigieron hacia el palacio presidencial, mal defendidos por algunos miembros de la guardia presidencial. ATT tuvo que huir. Los rebeldes tomaron el poder, anunciaron la creación de un consejo nacional. El golpe fue apoyado por las organizaciones de la izquierda radical, activista de la sociedad civil, y parte de los sindicatos que fundaron el Movimiento Popular 22 de Marzo. Esta organización tiene como objetivo ser el brazo político de los militares. La diplomacia francesa está en la misma línea que las potencias africanas de la región. El gran temor es que Malí se emancipe del orden neo-colonial establecido y harán cualquier cosa para restablecer al frente del país al vilipendiado ATT o a alguien de su séquito. La CEDEAO a decretado un bloqueo económico cuya eficacia se ha hecho sentir pronto debido al aislamiento del país. Se sabotean todos los esfuerzos de reforma política que respondan a las necesidades de las poblaciones y consiguen colocar al frente de Mali al Presidente de la Asamblea Nacional, que no tiene legitimidad ni popular ni constitucional. Peor aún, mientras que los yihadistas fortalecen su posición, la CEDEAO bloqueará en los puertos de Dakar y Conacry los envíos de armas que Malí ha comprado legalmente [ 4 ]. Solo serán liberados cuando el gobierno de Mali firme la solicitud de asistencia militar exterior.
2.4 El lobby belicista
Francia hará un intenso cabildeo para que la comunidad internacional acepte el principio de intervención militar. Serán sus diplomáticos los que escriban la resolución de la ONU y se enfrentarán durante meses al escepticismo de la ONU, los EE.UU. y la propia Argelia, que acabarán aceptando de mala gana la propuesta de negociación con grupos como el MNLA y Ansar Dine.
3. La intervención militar de Francia
Analistas como Jacquemot, del semanario L’Express, han explicado que esta intervención se preparó durante mucho tiempo: «El comienzo de la intervención francesa fue repentino, pero se había planeado durante mucho tiempo. Como prueba de ello, la contraofensiva, que llegó mucho más lejos de las localidades amenazadas, estaba bien preparada»[ 5 ]. Le Drian, ministro de defensa, también habló en 2012 de una intervención inevitable [ 6 ].
Una vez más, la urgencia alegada para justificar la intervención militar busca evitar el debate y permite avanzar hacia objetivos que cambian con el tiempo. De hecho, la intervención se justifica para detener el avance de los yihadistas. Hoy en día es evidente que, una vez alcanzado ese objetivo, aparece otro nuevo: se habla ahora de «erradicar los islamista, de devolver la seguridad al estado maliense», lo que permite a la diplomacia francesa total libertad de acción.
Una intervención que se realiza fuera del marco jurídico internacional. Recordemos que la resolución 2085 del Consejo de las Naciones Unidas sólo autoriza la intervención de fuerzas militares africanas. Francia ha obtenido un dictamen favorable a posteriori del Consejo de Seguridad de la ONU, pero con fuertes reservas de los expertos militares del mismo.
Para no salirse del marco legal, Francia sostiene que actuó a petición del Presidente en funciones de Malí, que como hemos visto carece de legitimidad constitucional y popular.
3.1 La intervención va a durar
la intervención tendrá una larga duración debido a la fuerte resistencia de los yihadistas, bien entrenados y equipados. Además, la táctica de estos grupos es separarse e intentar capturar pueblos o pequeñas aldeas. Loa ataques aéreos serán poco efectivos. De hecho, se utilizan principalmente para atacar posiciones fijas claramente establecidas, almacenes, campos de entrenamiento, etc. En todos los casos tendrán que llevarse a cabo operaciones terrestres. Los militares franceses ya han tenido que luchar en Diabali. Teóricamente, estas operaciones deben ser responsabilidad de los ejércitos africanos, pero éstos, como el de Níger o Senegal son muy poco eficaces, y aunque fuesen relativamente eficientes, no conocen el terreno. Así que en todos los casos el ejército francés tendrá que desplegarse, y no se excluye que tenga que estar en primera línea de fuego. Se adivina ya el inicio de una intervención a largo plazo, porque el objetivo es el despliegue de 2.500 soldados franceses en Malí.
Tengamos en cuenta, ya que es importante en un momento importante de austeridad fiscal, que la valoración de la intervención actual se estima en 400.000 euros al día [ 7 ]. No cuesta mucho imaginar lo que se podría hacer con tales sumas para mejorar las estructuras sociales y de salud en la región del norte de Malí.
El reforzamiento del plan Vigipirate, el deseo de dramatizar todo lo posible el riesgo del terrorismo contribuyen a crear un clima de unidad nacional, y al mismo tiempo fortalece el racismo en Francia. Una vez más, la tesis de que el Islam es un peligro potencial para Francia se fortalece.
3.2 El riesgo de crisis humanitaria
Después de seis días de conflicto, la ONU ha registrado más de 150.000 refugiados que huyen de las zonas de guerra y se refugian en los países limítrofes, donde la población también es pobre, así como 230.000 personas desplazadas en el propio Malí [ 8 ]. La falta de apoyo político, el vacío creado por la huida de los yihadistas de las ciudades importantes de la región podría dar lugar a conflictos entre comunidades a partir de viejos resentimientos. El elevadísimo número de armas en circulación en la región, las milicias organizadas, como Ganda Iso (“hijo de la tierra”, en idioma Songhai), una de las tres que forman el Frente de Liberación del Norte de Malí, la reciente decisión del MNLA de oponerse a la entrada del ejército de Malí en el norte del país, hace temer una explosión de violencia o por lo menos una serie de conflictos violentos de gran mortalidad provocados por la creación de milicias de autodefensa de las diferentes comunidades. Existe el riesgo más que probable de caer en una situación idéntica a la del este del Congo Kinshasa (RDC) donde, a pesar de la presencia de fuerzas de la ONU, no se puede detener esta espiral de violencia. Sobre todo cuando, como en el caso de la República Democrática del Congo, además de los conflictos inter-comunitarios pesan intereses económicos relacionados con distintos tráficos ilegales, en especial de narcóticos. El caso más llamativo es el aterrizaje de un Boeing 727 lleno de cocaína con destino a Europa con un valor de mercado de varios millones de euros. Ya somos testigos de atrocidades cometidas por el ejército maliense, como informa Le Monde ?[ 9 ]
3.3 La necesidad del internacionalismo
Nuestra posición es contraria a una especia de cuasi unidad nacional impuesta. Hay quienes se han podido ver arrastrados por una emoción perfectamente legítima contra la barbarie yihadista y el sufrimiento de la gente, pero ahora las cosas son cada vez más evidentes, y se nos dice que la guerra será larga, dura y cara.
Francia, que es la fuente de los problemas, no pueden ser la solución. Francia, que desde la independencia de los Estados de África ha apoyado siempre a las peores dictaduras, las peores masacres, las peores guerras, que está implicada en el genocidio de Ruanda, no es la mejor situada para defender los derechos de los pueblos en África.
No tenemos más remedio que denunciar la francofonía, el apoyo a los dictadores, el que Hollande reciba a los Bongo, Déby, Compaoré; que no haya dicho ni una sola palabra de protesta sobre la violencia de las fuerzas represivas en Togo contra los manifestantes.
Debemos reafirmar nuestra solidaridad con las fuerzas progresistas de África y Malí que se oponen a la intervención francesa.
Notas:
[ 1 ] http://www.rfi.fr/afrique/20120226-
[ 2 ] http://www.lanouvelletribune.info/i
[ 3 ] http://afriqueexpansion.com/news/68
[ 4 ] http://www.maliweb.net/news/armee/2
[ 5 ] http://afriqueexpansion.com/news/68 …
[ 6 ] http://afriqueexpansion.com/news/68
[ 7 ] http://french.irib.ir/info/internat …
[ 8 ] http://www.lemonde.fr/afrique/artic
[ 9 ] Le Monde.fr | 01/15/2013
Anexo: La Resolución 2085 y la cuestión del Norte de Malí
Declaración de Amadou Diarra Tiéoulé – Presidente de la Liga de la Justicia, el Desarrollo y los Derechos Humanos (LJDH)
20 de enero 2013
»Considerando que la situación en Malí es una amenaza a la paz y la seguridad internacionales, el Consejo de Seguridad, en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, aprobó la Resolución 2085 que autoriza el despliegue en Malí, por un período inicial de un año, de la la misión internacional de apoyo a Malí (MISMA) bajo liderazgo africano (…)
La Resolución, al tiempo que indicó que la MISMA debe respetar la soberanía, la integridad territorial y la unidad de Malí, le asigna entre otras la misión de ayudar a Malí a restaurar la capacidad de sus fuerzas de defensa y seguridad (…) a recuperar las zonas del Norte, en coordinación con otros socios internacionales involucrados en el proceso, incluida la Unión Europea y otros Estados miembros;
Esta es esencialmente la cuestión central.
El origen del problema no es nuevo. Se trata del irredentismo touareg. Pero las implicaciones relacionadas si son nuevas. A saber, la existencia de una realidad «narco-criminal-fanatica» estrechamente vinculada a reivindicaciones políticas.
La Resolución 2085 que da una solución a los problemas, sin embargo contiene elementos contradictorios con declaraciones de funcionarios franceses: el respeto a la soberanía, la ayuda para recuperar la zona norte, la protección de los ciudadanos franceses que viven en Malí, la supervivencia Malí, etc. La posición del derecho internacional se establece en la Resolución 2085, es decir, el respeto de la soberanía. Pero, ¿de qué vale ese principio si Francia se reserva la capacidad de proteger a sus nacionales residentes en Mali?
El problema parece solucionarse de dos maneras: primero, la Resolución 2085 se refiere al Capítulo VII de la Carta de la ONU, después a la declaración del Presidente interino de Malí solicitando ayuda de Francia. ¿Se trata del derecho a la legítima defensa individual o colectiva? Es seguramente lo más probable. Pero si es así, la base jurídica se encuentra en el silencio de la resolución 2085 sobre este punto. A menos que se recurra al dicho de que «la necesidad hace la ley».
En total, la pregunta que surge es si la intervención de Francia, antes de «la reconstrucción de la capacidad de las fuerzas de defensa y de seguridad de Malí y el establecimiento de MISMA” es legal. La respuesta es que si la base jurídica para la intervención militar francesa es susceptible de impugnación, tiene, sin duda, una justificación moral, a saber, el derecho a proteger comunidades humanas en riesgo o víctimas de una represión que niegue el derecho a la vida, su sistema político y cultural. Sin embargo, eso no le da facultades para actuar contra los intereses de las víctimas o al margen de iniciativas de las Naciones Unidas.
Además, tanto la Resolución 2085 como la iniciativa francesa plantean claramente la cuestión del acceso a la tecnología de las naciones. Básicamente, el recurso a la tecnología militar francesa muestra claramente que la ONU es un instrumento en manos de las “naciones fuertes». Si existiese una auténtica cooperación entre iguales, no estaríamos a punto de arrodillarnos para pedir a las potencias ricas que nos defiendan.
¡Por el derecho de los pueblos y naciones a dotarse del equipo necesario de acuerdo a sus necesidades!
Amadou Tiéoulé Diarra
Abogado, Malí
Huele a podrido en el Reino de España
Es además una oligarquía que esta imponiendo un régimen patricio que otorga poderes por encima de los demás a la aristocracia económica dominante. Si se dan casos de corrupción política y abuso de poder, no va con ellos ni ellas. Si se cometen crímenes de tráfico y mueren personas a manos de uno de ellos, se le tolera y exculpa y encima se hace de ese loco del volante un héroe. Si se adquieren viviendas ostentosas y muy caras, excesivamente caras, todo el mundo tiene derecho a ir de vacaciones a Marbella, es la respuesta. Ademas como muchos de ellos proceden de familas acaudaladas pues… Ese es el PP, chulo, prepotente autoritario y arrogante. Con la arrogancia de los caciques, el autoritarismo de los “jefes provinciales o nacionales de FET y de las JONS”, con el aire despreciativo de las marquesas con mantilla acudiendo a misa de doce, seguidas por sus criadas, nos miran por encima del hombro y sonríen.
Pero es que en este reino bananero y provinciano, además hay que sufrir a un rey, cazador de diversas espacies protegidas, decrepito y vividor. Un rey con una amante alemana y aristócrata con extrañas relaciones e intereses económicos. Un yerno a punto de demostrarse ya lo chorizo que puede ser. Una princesa heredera consorte, desconocida a base de operaciones de crujía estética que hemos pagado entre todas y todos con un silencio papanatas que ha parido unas hijas -nietas del heredero de Franco- que encima no pueden llegar a reinas pues la Constitución se lo impide por ser mujeres. Esperamos una nueva Constitución restaure la igualdad ante la ley.
Los derechos sociales en almoneda y listos para ser privatizados es decir convertidos en negocio de los amigotes del poder o el poder mismo y la mayor transferencia de rentas de la España contemporánea de pobres y trabajadoras y trabajadores hacia los ricos, es decir el robo masivo de dinero de los que trabajan y crean así como de las y los pensionistas en favor de los que detentan la riqueza o la administran a cambio de sueldos y beneficios esos si, no congelados.
Frente a esto, uno que se cree el Tribuno de la Plebe, Rubalcaba, en el que no cree la plebe ni esta necesita ya de tribunos. Con un discurso a rastras de las reivindicaciones sociales y sindicales, pero de cuya honradez y compromiso ya nadie cree, pues han sido engañados mil veces y no cuestiona los dos temas creo fundamentales, como son la deuda pública y quien y como se paga o no se paga y la Unión Europea, es decir si esta Europa neoliberal que el ha contribuido a crear, nos sirve o no.
Los sindicatos mayoritarios acusan el desgaste de las maquinaciones en su contra y contemplan como se les ningunea en lo legal mermando sus competencias y capacidad de intermediación, además de sufrir una inmisericorde campaña en su contra curiosamente apadrinada por corruptores y corruptos del poder o cercanos al poder. Los sindicatos minoritarios, acostumbrados a las privaciones luchan en la medida de sus fuerzas, pero en demasiadas ocasiones el objetivo de sus criticas es la “competencia sindical” y no el enemigo patronal. Vivimos tiempos de buscar la UHP cueste lo que cueste. Todas estas situaciones y ataques merman la capacidad de respuesta y se crea a veces una situación de” impasse” como la de estos días, que esta posibilitando la profundización de la ofensiva neoliberal. Hay que reaccionar masivamente y ya.
Hay sin embargo muchas huelgas y manifestaciones locales. Protestas ciudadanas ante el deterioro de la sanidad y de la educación pública. Pero junto a estos picos de conflictividad social, también fatalismo y resignación e impotencia en ocasiones acerca de como movilizar. Muchos fuegos si, pero a veces dispersos y poco coordinados y excesivo miedo a los bomberos. Tras las huelgas generales hay que ver que se hace y como se revitaliza la contestación generalizada.
Vivimos en un estado autoritario. El Reino de España es un reino autoritario, en el que hay que ser ya rico, para ir a pedir auxilio judicial o protección judicial frente a las arbitrariedades. La policía actúa con impunidad en las protestas sociales y sindicales, hay casos de abusos policiales, hay interrogatorios aleatorios e intimidatorios y el Ministro del Interior se permite decir que nos va a reeducar a los y las activistas sociales y sindicales a base de multas gubernativas. Los Ayuntamientos van a ser mutilados en su composición democrática y encima, ellos los de Gürtel, los de Barcenas se atreven a decir que es para ahorrar. La realidad plurinacional de los pueblos ibéricos de Extremadura hacía el este, es negada y ahora lo próximo será recentralizar y volver a la España una, con la que soñará José Antonio Primo de Ribera.
Los mercados no necesitan de la democracia, por eso Attac con gran precisión habló de la dictadura de los mercados -que existe y es real – pero hemos pasado ya a una dictadura política que de forma inexorable se va conformando. Porqué el problema no son solo los recortes y las privatizaciones, no, también lo es la perdida de la igualdad. Las y los ciudadanos de este reino no somos iguales, ni en derechos ni en deberes. La falta de rigor y veracidad informativa y la manipulación masiva casi total que sufrimos, es fruto del pensamiento único impuesto por los liberales autoritarios y los amos del capital. Es que el neoliberalismo esta produciendo ha producido grandes cambios culturales y esos cambios eran necesarios para imponer su crisis y gracias a su crisis explotar, robar y desahuciar con total impunidad a las clases populares.
La Unión Europea tampoco es un dechado de democracia, pues en ella mandan una casta de eurócratas no electos, que dictan normativas siempre en favor de los poderosos y las transaccionales, jamás en favor de los pueblos. Por eso en la lucha que estamos llevando en el reino podrido, ya ni siquiera contamos con Europa. La Europa antifascista ha sido secuestrada por una turba de mercaderes y unos burócratas sin legitimidad ninguna.
A pesar de todo resistimos. Hay mil intentos de forjar la unidad y los frentes del pueblo y de las clase trabajadora contra a la falsa democracia patricia y el inservible tribuno de la plebe no reconocido. Hay llamamientos y referentes auto-ofertados. Sobran encuentros y reuniones o tal vez no y soy injusto conmigo mismo. Faltan huelguistas, manifestantes y ocupantes. Hay mucho llamamiento y poca audiencia. Tal vez ese es el momento que debemos vivir y superar. Pero mientras averiguamos si son galgos o podencos, ellos, los de arriba, preparan el ataque sobre las pensiones, eliminan subsidios de supervivencia, privatizan la salud y convierten lo publico en su negocio.
Hace falta la convergencia y el actor político Pero que la lucha institucional y demoscopica no nos haga perder de vista la imperiosa necesidad de volver a saltar a la calle y a las carreteras.
La unidad y la confianza solo se forjará en la lucha social. En las salas de juntas podemos discutir y enfrentarnos antes de ponernos de acuerdo y eso es lo que hace falta un gran acuerdo de las y los de abajo. Una nueva forma de hacer y entender la política, sin las zancadillas y los codazos, pero tampoco sin el insulto el menosprecio y el dogmatismo.
Creo que las fuerzas políticas y los actores políticos debieran aprender de los movimientos sociales. De hecho el nuevo relato ha surgido de los movimientos sociales exclusivamente y en su seno, pues sin elecciones a la vista y como profesión, se ha tenido la posibilidad de analizar la fase actual del capitalismo y de su critica pasar a proponer alternativas. También alternativas europeas y a nivel continental tal y como ya trabaja y llama la Alter Summit de la que ya os he escrito y os recomiendo leáis sus propuestas. La Cumbre Social y otras plataformas y asambleas se deberían adherir y acompañar su movilización europea del 13 de Marzo.
Vale la pena no callar, ni consentir. Creo que con fuerza debemos exigir la dimisión del gobierno. El encuentro de las fuerzas sociales y la construcción entre partidos y movimientos de la Coalición imprescindible para alcanzar el gobierno y conseguir el poder para que el poder popular no vuelva a ser secuestrado. En lugar de vivir en un reino podrido, vale la pena alumbrar un poder ciudadano.
La pesadilla y el naufragio de España
«…La casi desaparición de la propuesta alternativa de izquierdas en el espectro político pide ser rellenada. Porque no hay nada más eficaz que una idea que encuentra su época. Los fragmentos de este naufragio, la izquierda existente, real o simbólica, enfrenta una premisa imprescindible: reconocer la calidad y la gravedad de esta derrota; sólo así se podrá generar una nueva síntesis alternativa. La crisis del capitalismo ha introducido variables nuevas en esta ecuación social, nos está obligando a despertar aunque no queramos. Es preciso reconstruir las fuerza alternativas. Lo alternativo sólo será necesario si sabe crear formas culturales capaces de contraponerse a lo existente; si es capaz de construir acción antagónica y propuesta…»
(…)Mas cada cual el rumbo siguió de su locura;
Agilitó su brazo, acreditó su brío;
Dejó como un espejo bruñida su armadura
y dijo: «El hoy es malo, pero el mañana… es mío.»
Y es hoy aquel mañana de ayer… Y España toda,
con sucios oropeles de Carnaval vestida
aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda (…)
“Una España joven”
Antonio Machado, 1914
Ya hace casi cien años Antonio Machado reflexionaba sobre la condición social de una España que se acodaba en el balcón de un nuevo siglo. Un país que vivía la pujanza de movimientos sociales cada vez más fuertes y una enorme masa de población, “devota de Frascuelo y de María…” como cantaría en otro de sus geniales versos. Una sociedad enfrentada a la pesadilla de un Imperio desaparecido que se contemplaba en el espejo de sus propias miserias. Hoy como ayer, aquel triunfalismo autocomplaciente deja paso a la visión descarnada de nuestras limitaciones. La política española, despiadada con los más pobres, dirigida por políticos corruptos, mezquinos y mediocres, se apresta a recrear y profundizar las fuentes de la exclusión.
La clase obrera renegó de su propia substancia: ya no éramos parados sino desempleados; no éramos obreros sino clase media. Una fantasía hecha de fragmentos de explotación, de pobreza cultural, de bajos salarios, de políticas sociales mezquinas. Han sido años de crecimiento ininterrumpido sobre una falsa verdad: el ladrillo que no tenía fin. La especulación y la corrupción eran vistas como parte integrante de este cuadro. Los políticos corruptos se eternizaban en el poder, aupados por sucesivas mayorías absolutas. El electorado no castigaba la corrupción, la comprendía; el “Si yo pudiera, haría lo mismo” era el triste verso de este sainete. Poco importaba que este crecimiento sostenido en el tiempo naciera de la desindustrialización del país, del cierre de astilleros, de la deslocalización…. Se nos vendió que era el precio de la nueva modernidad, la contrapartida de la integración europea, de Maastricht y el euro.
A muy pocos, terriblemente pocos, parecía preocuparles. Los ministros de economía proclamaban que España era el país de Europa donde más fácilmente era posible enriquecerse. A esta voz corrió parte de la población. El pelotazo inmobiliario se hizo carta de naturaleza en las conversaciones, aún en las del más humilde trabajador. Ha sido la época donde los salarios se han depreciado un 8% de promedio pero el nivel de consumo ha continuado disparado al utilizar la vía del crédito fácil. El cambio de vivienda, sobre la que especulaba el banco y la constructora pero también el pequeño ahorrador, era la moneda de cambio en una espiral que parecía no tener fin. Éramos el ombligo de Europa, los nuevos ricos, capaces de adelantar a Italia y a poca distancia de la poderosa Francia. Ahora, la profundidad indiscutible de la depresión económica resitúa en el subconsciente colectivo los límites reales de nuestra propia afirmación; nos sitúa frente al espejo y nos retrata tal y como somos.
Esta sociedad ha visto convertido el despertar en pesadilla. Desaparecida la ficción del crecimiento sin fin se precisa encontrar un nuevo culpable. El costo excesivo de los beneficios sociales será el argumento. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades se dice; precisamente lo proclaman aquellos que han convertido la política y el robo en analogía. Los voceros sin escrúpulos proclaman ya la necesidad de suprimir derechos. Primero fueron los extranjeros, después los excluidos del sistema por el propio sistema, aquellos que sólo tienen derechos residuales; después, y en un ejercicio de cainismo social, enfrentar en una competición estéril a unos contra los otros. Si es preciso se atizarán realidades ficticias o imaginarias de unas comunidades contra las otras; del “Espanya ens roba” se pasará a la “mezquindad independentista catalana o vasca”. Al “seny catalán” o la “laboriosidad vasca” se le opondrá el estereotipo andaluz de la vagancia y del “saber vivir”.
En el naufragio colectivo los poderosos dibujan soluciones en horizontes inalcanzables, ocultan así su propia responsabilidad. Poco importa, una parte de la población nuevamente abordará esos imaginarios botes salvavidas. “La independència es fàcil” decía un cartel en la última campaña electoral; querrán oír únicamente el canto de Nausica, creyendo que así se alcanzará el país de los Feacios, cuando en realidad serán las sirenas quién los conduzca hacia las monstruosas Scila y Caribidis. Poco importa que los parados superen de largo los 600.000 en Cataluña o que los desahucios se cuentan por miles, que la educación o la sanidad catalana entren en barrena. Se dirá…: «El hoy es malo, pero el mañana… es mío.» Y, frente a ese hoy, se fantaseará con soluciones mágicas y, por ende, efímeras.
La derrota de la izquierda sindical y política
Pocas y escasas voces alertan con la coherencia necesaria de esta situación. La izquierda mayoritaria, obligada a ejercer de contrapeso ideológico frente a la realidad, ha rehuido sus obligaciones. Atenta únicamente a la última encuesta demoscópica, difumina el discurso antagónico hasta hacerlo irreconocible. Los instrumentos políticos y sindicales dejaron de ser considerados como medios para aparecer como fines; es la forma para hacerlos asumibles por el sistema. Lo real es lo posible; la institución, el objetivo. Ahuyentadas y desarboladas las ideologías y las matrices del reconocimiento colectivo sólo queda el abrazo al poder. La derrota de la izquierda tanto sindical como política ha sido el paso consiguiente. La magnitud del desastre ha permitido al enemigo imponer su visión de final de la historia. “El capitalismo es y responde a la naturaleza misma de los seres humanos”, repite el sistema. Se está imponiendo la concepción de la resignación, la aceptación de lo real como lo racional, lo existente como lo único posible. La alternancia en el gobierno (de nuevo el viejo juego lampedusiano, ”cambiarlo todo para que nada cambie”) pretende focalizar la luz sobre las marionetas, mientras se nos ocultan las manos que las dirigen.
Los fragmentos de este naufragio, la izquierda existente, real o simbólica, enfrenta una premisa imprescindible: reconocer la calidad y la gravedad de esta derrota; sólo así se podrá generar una nueva síntesis alternativa. La crisis del capitalismo ha introducido variables nuevas en esta ecuación social, nos está obligando a despertar aunque no queramos. Es preciso reconstruir las fuerza alternativas. Lo alternativo sólo será necesario si sabe crear formas culturales capaces de contraponerse a lo existente; si es capaz de construir acción antagónica y propuesta.
El reencuentro de los restos de este hundimiento no ha de basarse en el aislamiento ni el dogmatismo; su función es preservar el elemento que sirva de amalgama a la creación de otra realidad. El apoyo de los nuevos/viejos sujetos históricos se hace imprescindible. Se han de encontrar nexos de contacto con otras narraciones coincidentes. La nueva propuesta no se debe definir como opción abstracta sino como acción política al servicio de las necesidades colectivas; no puede ser un mero ejercicio académico o un lugar de identificación simbólica.
La situación de orfandad de las fuerzas antagónicas sumados a los experimentos frustrados de la izquierda, propician la necesidad de recrear más que refundar nuevos marcos de acción.
Debemos pues recalificar la política desde la suma y la contaminación de las ideas, las nuevas y las viejas. Desde una nueva síntesis generadora, que abarque, que englobe y que sistematice. La casi desaparición de la propuesta alternativa de izquierdas en el espectro político pide ser rellenada. Porque no hay nada más eficaz que una idea que encuentra su época.
Todos temíamos y adivinábamos que, en los recovecos de nuestros sueños, nos esperaba un iceberg que hundiría este modelo, que no es sino un Titánic de cartón piedra. Todos lo temíamos, presumíamos su existencia, aunque ninguno quería despertar de este sueño porque adivinábamos que la pesadilla no era sino un naufragio.
“Sin indignación, nada grande y significativo ocurre en la historia de la humanidad”
«No podemos llegar al socialismo por la acumulación gradual de reformas; sólo una acción revolucionaria, que derribara el muro de piedra del poder político de la burguesía, podría iniciar una transición al socialismo. El problema de la mayoría de los gobiernos de centro-izquierda, tanto en Europa como en América Latina, es que las “reformas” que aplican son muchas veces de corte neoliberal: privatizaciones, degradación de la situación de los pensionistas, etc».
En la entrevista concedida a la Fundación Oswaldo Cruz, en Brasil, el investigador del Centre National de la Recherche Scinentifique (CNRS) dice que la dinámica de movimientos como los “Indignados” es de una creciente radicalización anticapitalista, aunque no siempre de forma consciente.
Michel Löwy estuvo en Brasil a finales de 2012 para promocionar el libro “La teoría de la revolución en el joven Marx”, que fue publicado en Francia en 1970 y hasta ahora no se había editado en portugués.
Durante su estancia en Brasil participó en muchos eventos y trató temas diversos, como literatura y la cuestión ecológica. Nada que pueda sorprender en el perfil de un investigador que se mueve con desenvoltura entre el estudio de los clásicos y el análisis de la coyuntura actual, además de su militancia política de izquierda. En esta entrevista, echa mano de los conceptos que aprendió de los clásicos (principalmente Marx y Walter Benjamin) para discutir sobre la crisis que atraviesa el capitalismo y los movimientos reivindicativos que han surgido en las diferentes partes del mundo. Además, explica los principios y limitaciones del “ecosicialismo”, con la legitimidad que le otorga haber sido uno de los autores del Manifiesto que lo defiende.
Brasileño residente en Francia desde 1969, Löwy es director de investigaciones en el CNRS profesor en la Écoles de Hautes en Sciences Sociales. Sólo en portugués es autor de más de 20 libros.
¿Cómo la teoría de la revolución del joven Marx, de la que trata en su libro, nos ayuda a entender el momento actual, con movilizaciones de indignados en el Estado español, Grecia y otros países de Europa, además de los movimientos de “ocupación” en varios lugares del mundo? ¿Son movimientos anticapitalistas?
Los movimientos de los “Indignados” se oponen a las políticas dictadas por el capital financiero, por la oligarquía de los bancos y aplicadas por los gobiernos de corte neoliberal, cuyo principal objetivo era hacer que los trabajadores, los pobres, la juventud, las mujeres, los pensionistas y jubilados (esto es, el 99% de la población) paguen la cuenta de la crisis del capitalismo. Esta indignación es fundamental. Sin indignación, nada grande y significativo ocurre en la historia de la humanidad. La dinámica de estos movimientos es de una creciente radicalización anticapitalista, aunque no siempre de forma consciente. Es en el curso de su acción colectiva, de su práctica subversiva, que estos movimientos pueden tomar un carácter radical y emancipador. Es lo que explicaba en su teoría de la revolución, inspirada por la filosofía de la praxis.
Marx escribió en el siglo XIX. Las revoluciones socialistas a las que asistimos sucedieron en el siglo XX. La diferente forma en que se materializaron las revoluciones, ¿en qué influye a la hora de entenderlas en los siglos XIX, XX y XXI?
Las revoluciones siempre toman formas imprevistas, innovadoras, originales. Ninguna se parece a la anterior. La Comuna de París (1871) fue un formidable levantamiento de la población trabajadora de la gran ciudad y la Revolución rusa fue una convergencia explosiva entre el proletariado urbano y las masas campesinas. En las demás revoluciones del siglo XX, desde la mexicana de 1911 hasta la cubana de 1959, o en las revoluciones asiáticas (China, Vietnam), fueron los campesinos el principal sujeto en el proceso revolucionario. No podemos prever como serán las revoluciones del siglo XXI; sin duda, no se repetirán las experiencias del pasado. Por otro lado, existe lo que Walter Benjamin llamaba la “tradición de los oprimidos”: la experiencia de la Comuna de París inspiró a la Revolución Rusa y aun hoy en día es un ejemplo de autoemancipación revolucionaria de las clases subalternas.
Con la crisis capitalista de 2008 y la intervención de los estados para salvar la economía de los países, se acreditó que la era neoliberal había llegado a su fin. Entretanto, se ha intensificado cada vez más la destrucción de los derechos conquistados como el estado del bienestar social, como hemos visto suceder en Europa (Francia, ahora España). ¿Qué significa esto?
La intervención de los estados no significó de forma alguna el fin del neoliberalismo. El único objetivo de la intervención era salvar a los bancos, salvar la deuda y asegurar los intereses de los mercados financieros. Para este objetivo, fueron sacrificadas las conquistas de decenas de años de lucha de los trabajadores: derechos sociales, servicios públicos, pensiones y jubilaciones, etc. Para la lógica de plomo del capitalismo neoliberal, todo esto son “gastos inútiles”.
Un antiguo debate en la izquierda versa sobre la relación entre revolución y reforma. En el contexto de finales del siglo XX y principios del XXI, con situaciones como, por ejemplo, la victoria electoral de partidos de izquierda en América Latina e incluso en algunos países de Europa retornan la cuestión. ¿Cómo analiza esa relación hoy en día?
Rosa Luxemburgo ya había explicado, en su hermoso libro “¿Reforma o revolución?” (1899), que los marxistas no están en contra de las reformas; al contrario, apoyan cualquier reforma que sea favorable a los intereses de los trabajadores: salario mínimo, seguro médico, seguro de desempleo, por ejemplo. Simplemente, recordaba ella, no podemos llegar al socialismo por la acumulación gradual de reformas; sólo una acción revolucionaria, que derribara el muro de piedra del poder político de la burguesía, podría iniciar una transición al socialismo. El problema de la mayoría de los gobiernos de centro-izquierda, tanto en Europa como en América Latina, es que las “reformas” que aplican son muchas veces de corte neoliberal: privatizaciones, degradación de la situación de los pensionistas, etc. Se tratan de variantes del social-liberalismo, que aceptan el cuadro económico capitalista, pero al contrario que el neoliberalismo reaccionario, tiene algunas preocupaciones sociales. Es el caso de los gobiernos de Lula-Dilma en Brasil. Me temo que en el caso de Francia (François Hollande, recientemente elegido), ni siquiera llegue hasta ahí.
Un desafío para la izquierda que llegó al poder en América Latina ha sido equilibrar la dependencia económica de la explotación de los recursos naturales (como el petróleo en Venezuela o el gas natural en Bolivia) con la tentativa de superación de la lógica capitalista de destrucción del medio ambiente. En su opinión, ¿es posible ese equilibrio?
Contrariamente a los gobiernos social-liberales, los de Venezuela, Bolivia y Ecuador han estado llevando adelante una verdadera ruptura con el neoliberalismo, enfrentando a las oligarquías locales y al imperialismo. Pero para su propia supervivencia económica y para financiar sus programas sociales, dependen de la explotación de energías fósiles (petróleo, gas), que son los principales responsables del desastre ecológico que amenaza el futuro de la humanidad. Es difícil exigir a estos gobiernos que dejen de explotar estos recursos naturales, pero podrían utilizar una parte del rendimiento del petróleo para desarrollar energías sostenibles (lo que hacen muy poco). Una iniciativa interesante es el proyecto “Parque Yasuní”, en Ecuador, una propuesta de los movimientos indígenas y de los ecologistas asumida, después de algunas dudas, por el gobierno de Rafael Correa. Se trata de preservar una vasta región de bosques tropicales, dejando el petróleo bajo tierra, pero exigiendo, al mismo tiempo, que los países ricos paguen la mitad del valor (9 millones de dólares) de ese petróleo. Hasta ahora, no hubo iniciativas comparables en Venezuela o Bolivia.
¿La crítica de destrucción del medio ambiente como intrínseca del capitalismo ya estaba presente en Marx?
Muchos ecologistas critican a Marx por considerarlo un productivista, tanto como los capitalistas. Tal crítica me parece completamente equivocada: al hacer una crítica al fetichismo de la mercancía, es justamente Marx quien hace la crítica más radical a la lógica productivista del capitalismo, la idea de que la producción de más mercancías es el objetivo fundamental de la economía y la sociedad. El objetivo del socialismo, explica Marx, no es producir una cantidad infinita de bienes, sino reducir la jornada de trabajo, dar al trabajador tiempo libre para participar en la vida política, estudiar, jugar, amar… Por lo tanto, Marx nos dota de las armas para una crítica radical del productivismo y, en concreto, del productivismo capitalista. En el primer volumen de El Capital, Marx explica como el capitalismo agota no sólo las energías del trabajador, sino también las propias fuerzas de la Tierra, esquilmando las riquezas naturales, destruyendo al propio planeta. Por lo tanto, esa perspectiva, esa sensibilidad está presente en los escritos de Marx, aunque no haya sido suficientemente estudiada.
El Manifiesto Ecosocialista, que usted ayudó a escribir en 2001, dice que el capitalismo no es capaz de resolver la crisis ecológica que produce. ¿Cómo analiza usted las soluciones a ese problema que presenta el propio capitalismo, como es el caso de la economía verde?
La así llamada “economía verde”, propagada por los gobiernos e instituciones internacionales (Banco Mundial, etc), no es otra cosa que una economía capitalista de mercado que busca traducir en términos de lucro y rentabilidad algunas propuestas técnicas “verdes” bastante limitadas. Claro, tanto mejor si alguna empresa trata de desarrollar la energía eólica o fotovoltaica, pero esto no traerá modificaciones sustanciales si no viene acompañado de drásticas reducciones en el consumo mercantil y rentabilidad del capital. Otras propuestas “técnicas” son aun peores. Por ejemplo, los famosos “biocombustibles” que, como dice Frei Betto, deberían ser llamados “necrocombustibles”, porque tratan de utilizar suelos fértiles para producir pseudogasolina “verde”, para llenar los depósitos de los coches, en vez de llenar los estómagos de los hambrientos de la tierra.
¿Es posible implementar una perspectiva como la del ecosocialismo en el capitalismo?
El ecosocialismo es anticapitalista por excelencia. Como perspectiva, implica la superación del capitalismo, ya que se propone como una alternativa radical a la civilización capitalista/industrial occidental moderna. Por otro lado, la lucha por el ecosocialismo comienza aquí y ahora, en la convergencia entre las luchas sociales y ecológicas, en el desarrollo de acciones colectivas en defensa del medio ambiente y los bienes comunes. Es a través de estas experiencias de lucha, de autoorganización, como se desarrollará la conciencia socialista y ecológica.
La perspectiva ecosocialista presupone una crítica a la noción de progreso. ¿En qué consiste esta crítica?
Walter Benjamin insistía, con razón, en que el marxismo necesitaba librarse de la ideología burguesa del progreso, que contaminó la cultura de amplios sectores de la izquierda. Se trata de una visión de la historia como proceso lineal, de avance, llevando, necesariamente, a la democracia, al socialismo. Estos avances tendrían su base material en el desarrollo de las fuerzas productivas, en las conquistas de la ciencia y la técnica. En ruptura con esta visión (poco compatible con la historia del siglo XX, de guerras imperialistas, fascismo, masacres, bombas atómicas), necesitamos una visión radicalmente distinta del progreso humano, que no se mide por el PIB, por la productividad o por la cantidad de mercancías vendidas y compradas, sino por la libertad humana, por la posibilidad, para los individuos, de realizar sus potencialidades; una visión para la cual el progreso no es cuantificable en bienes de consumo, sino en calidad de vida, en tiempo libre (para la cultura, el ocio, el deporte, el amor, la democracia) y una nueva relación con la naturaleza. Para el ecosocialismo, la emancipación humana no es una “ley de la historia”, sino una posibilidad objetiva.
¿Cuáles son las principales diferencias entre el ecosocialismo y la forma como el socialismo real lidió con los problemas ambientales? Y la socialdemocracia, ¿consiguió construir alternativas a esa lógica destructiva del capital?
El así llamado “socialismo real” (muy real, pero poco socialista) que se instaló en la URSS sobre la dictadura burocrática de Stalin y sus sucesores trató de imitar el productivismo capitalista, con resultados ambientales desastrosos, tan negativos como su equivalente en Occidente. Lo mismo vale para los otros países de la Europa Oriental y para China. Las intuiciones ecológicas de Marx fueron ignoradas y se llevó a cabo una forma de industrialización forzosa, copiando los métodos del capitalismo. La socialdemocracia es otro ejemplo negativo: no intentó cuestionar el sistema capitalista, limitándose a una gestión más “social” de su funcionamiento. Incluso en los países en los que gobernó en alianza con los partidos verdes, la socialdemocracia no fue capaz de asumir ninguna medida ecológica radical. El ecosocialismo corresponde al proyecto de un socialismo del siglo XXI, que se distingue de los modelos que fracasaron en el transcurso del siglo XX. Esto implica una ruptura con el modelo de civilización capitalista y propone una visión radicalmente democrática de la planificación socialista y ecologista.