Category Archives: Internacional

El regreso del Subcomadante Marcos

sub«Hay una oportunidad de crear a nivel mundial una red de colectivos sociales. El EZLN es una propuesta más allá de la idea izquierda-derecha, ellos hablan de los de los de arriba y los de abajo ,declara González Casanova, ex rector de la UNAM.»

Por Hermann Bellinghausen, enviado  de La Jornada a Chiapas

San Cristóbal de las Casas, Chis. “Estamos ante la oportunidad de organizar a nivel mundial una inmensa red de colectivos en defensa del territorio, la tierra y la Tierra”, expresó el doctor Pablo González Casanova esta noche, ante un auditorio repleto de la Universidad de la Tierra en esta ciudad; ello, en referencia a la persistente y creciente construcción de la autonomía de las comunidades zapatistas. “Esa es la tarea fundamental, si pensamos en la ‘otra política’, construida desde abajo”.

La propuesta zapatista, abundó, “es una nueva alternativa para la vieja disyuntiva reforma/revolución” que caracterizó el debate y las luchas de la izquierda en el siglo XX. “Estamos ante un nuevo momento, que cambia la geometría política”, más allá de la oposición derecha-izquierda, “al hablar, como lo hacen los zapatistas, del arriba y el abajo”.

González Casanova sostuvo que el mundo enfrenta una “crisis de espectro amplio”, mucho mayor que una crisis financiera o económica. “No cíclica, ni de corta o larga duración”, debida al modo de acumulación emprendido por el capitalismo en su fase actual, que pone en riesgo la supervivencia misma del mundo.

Resaltó la novedad en la forma de plantear las alternativas revolucionarias, allí donde las grandes transformaciones que impulsaran Lenin y Mao terminaron en el fracaso. “Tiene como origen el sureste mexicano, que ocupan los pueblos mayas”, y representa un “proyecto universal, no para una nueva política indianista o indigenista solamente, sino de emancipación humana que, en la medida de lo posible, será pacífica”.

Sin ánimo retórico, el sociólogo mexicano se preguntó “¿qué tienen?” Cuba y su revolución para seguir en pie donde otras experiencias como la soviética o la de Vietnam condujeron al tipo de capitalismo que actualmente rige esas naciones. Es “la combinación de Marx y Martí”, aventuró. Sostuvo que hoy es la experiencia de Venezuela la que ha llegado más lejos en el continente, sin ignorar lo que ocurre en Ecuador, Bolivia y Uruguay, que aún siendo insuficiente, apunta a cómo se puede resistir la actual fase de “recolonización y despojo” del capitalismo.

Mientras en sus cinco caracoles en la selva y las montañas de Chiapas miles de bases de apoyo zapatistas celebraron a puerta cerrada el 19 aniversario del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en esta ciudad se lleva a cabo el tercer Seminario de Reflexión y Análisis “Planeta Tierra: Movimientos Antisistémicos”, donde participó esta noche González Casanova.

Una manta sobre el portón del caracol de Oventic, en los Altos, expresaba en letras rojinegras: “Larga vida a los compañeros adherente de la Otra Campaña de México y del mundo”. Los guardias encapuchados que se encontraban allí indicaron a los periodistas que sólo eso podían registrar. Dos mantas más exigían la libertad inmediata de Francisco Santiz López, base de apoyo del EZLN, y Alberto Patishtán Gómez, adherente de la Otra Campaña. A lo largo del día de ayer arribaron a os caracoles millares de indígenas en numerosos grupos procedentes de las comunidades.

A la par, el tercer Seminario Internacional ha servido de eco al deliberado silencio de la marcha zapatista este 21 de diciembre. También, para reanudar el diálogo de la sociedad civil y los pensadores que se mantienen como interlocutores del zapatismo; ahora al calor del reciente comunicado de la Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General del EZLN, y las cartas al gobierno federal ido y al recién llegado del subcomandante Marcos. Todo confirma el vigor y la urgencia de la autonomíaa comunitaria, que en las montañas de Chiapas tiene hoy a la experiencia de autogestionaria más extendida y longeva del mundo, en permanente resistencia.

El Congreso Nacional Indígena (CNI) se expresó ampliamente esta noche, refrendado en voz del dirigente purépecha Salvador Campanur, de la comunidad autónoma de Cherán, Michoacán, como espacio de reflexión y encuentro de todos los pueblos y naciones indias dispuestos a caminar en autonomía, libertad y resistencia. No fue casual que la figura y el nombre de don Juan Chávez Alonso, fallecido meses atrás, resonara en voz de su hija Margarita, llegada aquí de su comunidad de Nurío, y de otros compañeros suyos.

Presentes estuvieron en sus saludos y la reiteración de su lucha los wixaritari de Jalisco y su defensa contra las mineras del desierto sagrado de Virikuta; los yaqui que defienden su río homónimo contra la barbarie del gobierno panista de Sonora, y los amuzgos de Suljaá, Guerrero, en voz de su Radio Ñomndaá. La Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y del Territorio insistió en denunciar los abusos colonizadores de las trasnacionales de energía eólica que infestan las comunidades zapotecas de Unión Hidalgo y Juchitán, así como los pueblos ikoot de San Dionisio y San Francisco del Mar en el sur de Oaxaca. Las españolas Mareña Renovables, Femosa y otras, con engaños, violando los derechos de los pueblos, y respaldadas por el gobierno oaxaqueño, han causado grandes daños sociales y ambientales, y amenazan con causar aún más si los pueblos no los detienen.

Desde su inicio, el seminario tomó como rumbo de reflexión la condición del escucha: “Es un nuevo tiempo de las luchas de los pueblos”, dijo el día 30 la antropóloga feminista Mercedes Oliveira, en CIDECI-Universidad de la Tierra. Han participado Jerome Baschet, Xóchitl Léyva y Ronald Nigh, también como escuchas del silencio y la palabra de los rebeldes que el año nuevo de 1994 se levantaron en armas contra el “mal gobierno” y casi dos décadas después siguen en pie, y contando. Ahora anuncian nuevas iniciativas y acciones. También Sylvia Marcos dijo lo que escuchó delsobrecogedor silencio y de los cuerpos de los 40 mil zapatistas que marcharon el 21 de diciembre en cinco ciudades de Chiapas, y luego de las más recientes palabras del EZLN.

Del mismo modo expusieron sus luchas y afinidades Emory Douglas, figura histórica del partido de los Panteras Negras estadunidense; Andrés Cuyul, representante del austral pueblo mapuche; la cineasta y nacionalista puertorriqueña Ivonne María Soto, y Juan Haro, del Movimiento por la Justicia del Barrio de Nueva York. El pensador belga François Houtart, en su interpretación del desastre capitalista, apuntó que existe una “resistencia generalizada contra la desigualdad económica y el sistema que se ha construido en el mundo”, y que ante la crisis de la lógica de desarrollo “debemos encontrar alternativas y no solamente regulaciones; hay que repensar de manera completa la realidad de la Tierra y la realidad humana”.

Esta mañana, Gustavo Esteva abundó sobre esta crisis dentro de crisis del capitalismo y enumeró los datos mínimos de las “condiciones de desastre” social, político, económico, alimentario, ambiental y vivencial en que se encuentra México, y urgió a consolidar las vías de autonomía, autosuficiencia alimentaria, defensa de los recursos y sobre todo, para un pensamiento libre, descontaminado, sin el cual no será posible la construcción de un mundo distinto.

Poco antes, Silvia Ribeiro había trazado las coordenadas de la inminente apropiación, por parte de Monsanto y similares, del maíz y la vida en México, “ayudados” por el entusiasmo reformador de los legisladores de todos los partidos que allanan el paso a las trasnacionales y sus cultivos transgénicos; para colmo, con derecho de patente.

Bien compendia lo que el CNI y los ponentes han venido a expresar, en este muy concurrido seminario internacional, el agradecimiento de Margarita Chávez Alonso a su padre por “haber enseñado el camino del EZLN” a las comunidades de Michoacán.

Published by:

Izquierda Unida: hacia la revolución democrática

43-45-3-e4326-150x150Manolo Monereo. (Líneas generales de su intervención en la X Asamblea de Izquierda Unida.)

«…Esta Asamblea tiene por delante el debate de cuatro cuestiones fundamentales planteadas en las tesis políticas: 1) la rebelión democrática; 2) el proceso constituyente; 3) la construcción del “bloque político y social”; 4) la necesidad de una “revolución interna” en IU como fuerza y como organización política.»

Quisiera comenzar esta intervención recordando a Francisco Fernández Buey intelectual comunista, marxista y fundador de IU. Su memoria y ejemplo nos acompañaran siempre.

 No hace demasiado tiempo, paseando por Córdoba, recordaba Julia Anguita, con cierta sorna, que a él, en IU, le aprobaban los informes por unanimidad y que luego cada cual hacía lo que le venía en gana.

En esta Asamblea, la primera cuestión que habría que recuperar es la veracidad, la coherencia entre lo que dice y lo que se hace, huir del lenguaje falsario y desterrar eso de que el papel “lo aguanta todo”.

Una segunda cuestión en la que merecería la pena detenerse tiene que ver con la caracterización de la etapa histórica en la que vivimos, distinguiendo entre normalidad y excepción. La historia avanza a saltos, el tiempo histórico se comprime y acelera, las verdades y hábitos de la etapa de normalidad ya no sirven. Lo fundamental es saber que vivimos una etapa de excepción histórica, de agudización de los conflictos de clase y de ruptura con los fundamentos tradicionales del poder.

Habría que hacer una tercera distinción: el factor tiempo es muy importante. En esta Asamblea, en los debates que hemos tenido en estos meses parecería que tendríamos todo el tiempo del mundo y no es así. En los periodos de excepción se dan enfrentamientos frontales y se definen las correlaciones de fuerzas futuras. Para decirlo con más claridad: en los próximos dos o tres años, como mucho, se concretará si la reacción avanza o retrocede, si las clases trabajadoras defenderán o no los derechos sociales y laborales conquistados y si seremos capaces de construir una nueva sociedad de hombres y mujeres libres e iguales, una democracia plebeya.

Esta Asamblea tiene por delante el debate de cuatro cuestiones fundamentales planteadas en las tesis políticas: 1) la rebelión democrática; 2) el proceso constituyente; 3) la construcción del “bloque político y social”; 4) la necesidad de una “revolución interna” en IU como fuerza y como organización política. Todo esto significa un giro radical, sustancial, que nos exigirán cambios profundos en los modos de hacer y practicar la política, nuevas relaciones entre trabajo en las instituciones y los movimientos sociales y, es fundamental, formas de organización diferentes a las tradicionales. No es poca cosa.

Quisiera, en esta intervención, hacer referencia a algunas cuestiones  no abordadas o insuficientemente analizadas en las tesis políticas. La primera tiene que ver con el análisis y caracterización de la crisis. Se trata, evidentemente, de una crisis capitalista y, más allá, de la crisis de una entera civilización. Seguramente, el aspecto más relevante sea la inaudita acumulación de “crisis en la crisis”, es decir, una crisis económico-financiera que abre una crisis geopolítica y en las relaciones internacionales, que profundiza al límite  la crisis ecológico-social del planeta, y, sobre todo, una crisis del “occidentalismo” como predominio político cultural de la modernidad capitalista euroamericana.

En las tesis no se tiene suficientemente en cuenta los cambios geopolíticos, destacadamente la decadencia de EEUU (y su aliado subalterno, la Unión Europea) y el ascenso de nuevas potencias. Estamos en plena transición geopolítica mundial y lo decisivo es la tendencia a la multipolaridad. Lo que eso significa es una gigantesca redistribución del poder a nivel mundial. El problema radical es que, históricamente, estas crisis se han resuelto siempre, tarde o temprano, con la guerra, con la expansión del militarismo y con enorme sufrimiento de las poblaciones. La lucha por la paz debería ser una prioridad de nuestro trabajo.

Una segunda cuestión tiene que ver con la Unión Europea. Nuestra posición es clara en este tema: el federalismo europeo que tradicionalmente hemos defendido tiene que ser sustancialmente revisado. La “Europa alemana” impide cualquier avance democrático y perpetúa las desigualdades sociales y entre países. La cuestión del euro tiene que ser planteada con todo su radicalidad.

La tercera cuestión hace referencia a lo que algunos hemos llamado la “crisis orgánica” del capitalismo español. Hablamos de toda una etapa histórica que se ha cerrado: la que va desde los primeros gobiernos socialistas hasta el 2007. Lo básico es entender que esta crisis del patrón de acumulación capitalista español abre una crisis de régimen, de Estado y de la política en sentido fuerte. No voy a detenerme mucho aquí; subrayar, sobre todo, que detrás de la crisis de régimen está el cuestionamiento profundo del bipartidismo político dominante. Lo hemos dicho muchas veces y hoy conviene repetirlo: el bipartidismo ha sido un modo de organizar el poder al servicio de aquellos que no se presentan a las elecciones y detentan el poder económico, mediático y cultural. La alternancia ha sido eso, diferencias entre partidos dominantes siempre resueltas en favor de los poderes fácticos.

La pregunta que las tesis políticas no se hace es la siguiente: ¿Cómo combatir realmente el bipartidismo? Aquí y ahora tenemos dos experiencias, la andaluza, gobernar con el PSOE y la extremeña, dejar gobernar al Partido Popular Este debate no puede ser eludido y tiene que realizarse a fondo, hasta sus últimas consecuencias. Nuestra propuesta es también diáfana: no hay posibilidad de regeneración democrática en nuestro que no pase por la ruptura con el bipartidismo y la construcción de una gran fuerza democrático-popular (el bloque políticos y social) que derrote a la derecha, le dispute la hegemonía al PSOE y, no se debe de olvidar, neutralice a la extrema derecha emergente.

También en este tema el factor tiempo es muy importante. Los poderes fácticos harán todo lo posible por perpetuar el bipartidismo (siempre con la derecha catalana y vasca) y hoy andan extremadamente preocupados por la decadencia del PSOE. Tenemos que hacer un enorme esfuerzo político para construir el bloque político-social alternativo precisamente en un momento donde el PSOE vive una crisis profunda. Hay que insistir: no tenemos todo el tiempo del mundo.

La propuesta de un proceso constituyente es decisiva. Algunas veces parecería que se trata de una  posición política voluntarista o arbitraria. No es así. Han sido los poderes económicos los que han puesto en crisis el  régimen constitucional del 78 y han iniciado la transición hacia otro que bien pudiéramos llamar de democracia oligárquica. Así de claro y evidente. Lo fundamental es que se está haciendo sin tener en cuenta al soberano, es decir, al conjunto de ciudadanos y ciudadanas. Reclamar un proceso constituyente es reivindicar la soberanía popular y el ejercicio de los derechos y libertades violadas por los poderes fácticos con la complicidad, hay que insistir una y otra vez, del PP y del PSOE.

Para ir terminando, Cayo Lara ha venido poniendo el acento en algo que es muy importante: IU gana votos y pierde afiliación. Él habla hasta de tragedia por esta cuestión; verdaderamente lo es. La pregunta que habría que hacerse es ¿por qué? La cuestión podría plantearse del siguiente modo: hoy las clases subalternas necesitan más que nunca organización, pero las viejas formas-partido ya no sirven.

Fijémonos en dos asuntos para entender lo que se quiere decir. De un lado, el predominio absoluto del eje electoral-institucional en el funcionamiento regular de IU. Primera paradoja: nos institucionalizamos cada vez más cuando los órganos representativos tienen cada vez menos poder y la democracia decide cada vez menos. De otro lado, las viejas formas-partido tradicionales del movimiento obrero habían socializado enormemente la política y sus modos de ejercerla. Hoy lo que predominan son partidos de cuadros cada vez más profesionalizados y, segunda paradoja, donde hacen política fundamentalmente los que viven de ella. Para la izquierda transformadora esto es mortal.

Lo importante para el movimiento obrero organizado era que miles de hombres y de mujeres dedicaban una parte de su tiempo libre a la cosa pública, a la organización, al partido. Es lo que se ha llamado “una economía moral de la multitud” o un “sector público voluntario”. Pues bien, necesitamos hoy más que nunca formas de “socialización de la política” que promuevan el compromiso y el trabajo voluntario de miles de hombres y mujeres; la autoorganización social y formas agregación social y económicas que generen un (contra) poder  de los que no tienen el poder.

 


Este artículo recoge, en líneas muy generales mi intervención en el plenario de la X Asamblea de IU.

Published by:

De recuperación nada: Ni en 2013, ni en 2014, ni en 2015…

Pedro-Montes1Pedro Montes.Economista. Socialismo 21.

El gobierno del PP nos ha mentido tanto, nos ha engañado a todos, desprecia de tal modo a los ciudadanos que en menos de un año ha agotado su crédito y las posibilidades de seguir sorprendiendo y defraudando en lo que atañe a la cruda realidad.

No pudiendo cometer muchas más fechorías, ni sintiéndose con valor para anunciar más barbaridades, se ve compelido a seguir burlándose haciendo cábalas sobre el futuro y vendiendo esperanzas donde no hay más que negritud. Y es así como se han empezado a divulgar previsiones sobre el momento en que la crisis económica concluirá, y en particular cuando la recesión actual se superará. Cada miembro del gobierno, con la desvergüenza que le es propia, avanza, los más deshonestos, tipo Báñez, para el final de 2013 la recuperación y la inflexión en la evolución negativa del paro y los menos impúdicos, a lo largo de 2014, todos desde luego, sin distinción, actuando como obscenos políticos.

Cabría exigirles una explicación. Que nos razonaran los cambios que tendrán lugar para que sobrevenga ese giro esperado y el resurgir de los brotes verdes. Que relacionaran su política recesiva actual, con un Presupuesto extremadamente restrictivo para 2013, con la expansión pronosticada. Sin embargo, como es inútil esperar una respuesta, hay que dejar sentado que hasta donde se prolonga la vista del horizonte no hay recuperación posible sino profundización de la crisis, con los riesgos inherentes a una situación inestable y si se quiere explosiva.

Ha bastado, por ejemplo, la dimisión del primer ministro italiano, Monti, para que se hayan repentinamente desatado de nuevo las alarmas y puesto punto final a la relativa tranquilidad de los mercados financieros en las pasadas semanas. Ese es el porvenir que nos espera, agitado, inseguro, incontrolable, hasta que el volcán de la crisis irrumpa.

El gobierno del PP, por robar como se corea en las manifestaciones, ya nos ha hurtado también el futuro

La clave de la refutación de cualquier pronóstico favorable está en considerar que ni el sector exterior ni el sector público evolucionan para aliviar la insostenible carga de la deuda. Los análisis más correctos de la crisis ponen el acento en el enorme endeudamiento que soportan todos los entes o sectores económicos: las familias, las empresas productivas, el sector financiero, las Administraciones Públicas y el propio país frente al exterior.

Pues bien, empezando por el sector exterior, después de haberse hundido la economía y haberse generado millones de parados, todavía la balanza de pagos por cuenta corriente registrará en 2012 un nuevo déficit, que, inexorablemente, incrementará el endeudamiento exterior. Los pasivos exteriores brutos de la economía española al final de 2011, cabe recordarlos, superaban los 2,3 billones de euros.

Si se toma en consideración el sector público, a pesar de los muchos recortes y ajustes y la degradación social, habrá un nuevo déficit este año, significativo por lo demás , quizás próximo al 8 % del PIB, por lo que la deuda pública en circulación seguirá aumentando y con ello los problemas financieros detoda la economía.

Dicho de otro modo, al final de 2013 la situación económica del país se habrá agravado (por no mencionar el deterioro social), y, a menos que se produzca un milagro, a los que la economía cada vez es menos propensa, cabe concluir que, de recuperación, nada. El gobierno, por robar como se corea en las manifestaciones, ya nos ha hurtado también el futuro.

 

Published by:

La Alter Summit: Contra la Europa neoliberal y autoritaria

Carlos_Martinez_presidente_Attac_EspanaAcerca de la necesidad y viabilidad de una lucha conjunta europea

Carlos Martinez delegado por Attac España a la Alter Summit

Estos días, entre el 13 y el 16 de Diciembre el Comité de la Alter Summit, se ha reunido en Bruselas en locales sindicales, con el objeto de profundizar en la construcción de una Plataforma de Organizaciones y personas muy conocidas, respetadas y que elaboran doctrina antineoliberal y desmienten las patrañas de los economistas y demás “científicos” sociales vendidos a los bancos y a los capitalistas. Pagados por sus universidades y fundaciones.

La CUMBRE ALTERNATIVA o Alter Summit, está integrada por sindicatos de varios países europeos, movimientos sociales, organizaciones cívicas por una Europa antineoliberal,  lobby por la democracia y la justicia social y nuevos movimientos surgidos en países en lucha como los procedentes de Grecia y Portugal. Junto a las redes europeas de Attac, CDTM, Transform entre otros. Con el concurso y participación igualmente de la CGIL y el Foro Social de Florencia, la CGT francesa, las FGTB y CVC belgas o sindicatos y el Foro Social griego. Por supuesto Attac España, como miembro y ELA y CCOO como observadores.

La Cumbre Alternativa va a proponer una movilización europea contra la cumbre de jefes de estado de la Unión Europea, en Marzo, -a mediados de este mes-, coincidiendo con la que convoca la CES, pues siendo el acuerdo de la AS convocar, -se vio bien no dividir fuerzas-, si bien la AS además de estar contra la austeridad, reclama medidas frente a la gran estafa continental de la deuda y exige su auditoría. La Alter Summit desea construir un frente social frente a otra Europa y contra las políticas neoliberales que están haciendo pagar a los pueblos las quiebras bancarias privadas y reflotando a su costa un capitalismo depredador y antidemocrático. La carencia de democracia en la Europa de la UE es alarmante y preocupante y frente a esta situación hay que enfrentarse.

La Alter Summit es pues ya una organización social europea que avanza ante la debilidad de las fuerzas políticas antineoliberales y el oportunismo de otras llamadas progresistas, responsables de los Tratados que nos asfixian y empobrecen. Así pues las organizaciones sociales y sindicales y las redes de científicos sociales críticos y aterrados llamamos a organizarnos y de aquí al mes de Marzo demostrar mediante acciones a escala continental y en la propia Bruselas tanto a los Gobiernos, como a los eurócratas que no estamos dispuestos a aceptar sus imposiciones al tiempo demostramos que tenemos un programa alternativo de propuestas y de acción.

Es cierto que Grecia, Portugal, el Estado Español e Italia, estamos más avanzados y radicalizados en nuestra lucha y para ello contamos, con la simpatía, solidaridad y apoyo de nuestras organizaciones hermanas europeas. Pero también les hemos advertido, de que nosotros somos el laboratorio de lo que a ellos les pasará si no reaccionan con contundencia.

El llamamiento de la Alter Summit es el de enfrentarse a la Troika y denunciarla, pero también el de organizar, no solo la resistencia, sino la ofensiva, pero para ello es imprescindible la unidad de acción al menos de todos y todas las antineoliberales.

Este llamamiento de autoorganización social se hace extensivo en el estado español a la Cumbre Social, los movimientos y asambleas, las redes de economía critica y a los sindicatos de calase nacionalistas o de las diferentes naciones del reino de España, igualmente de los de carácter estatal.

Published by:

A propósito de constitución y capital financiero

1negri5-150x150ANTONIO NEGRI, FILÓSOFO ITALIANO

«¿Cuál puede ser el deseo constituyente sino la pulsión a comenzar inmediatamente a construir estructuras comunes que permitan legalizar acciones de expropiación de lo privado, legitimar instrumentos de apropiación de lo público y reconquistar la capacidad de decidir juntos –y de organizar así, en instituciones adecuadas, la fuerza de trabajo y la inteligencia común de la multitud?».

Una intervención en el seminario Uninomade en Roma 

Organizaré mi intervención en tres puntos fundamentales. Intentaré definir inicialmente la convención financiera actualmente dominante y como la misma ha modificado la relación entre privado y público. En segundo lugar intentaré analizar como lo privado y lo público fueron fijados en la constitución de 1948, pero sobre todo como se presentan en la constitución europea.

Finalmente, trataré de pensar cómo, en nombre del común, pueda romperse la convención constitucional que nos sujeta, oponiendo dispositivos antagonistas al ejercicio del poder financiero, construyendo una “moneda del común” – en fin, qué significa, dentro/contra la actual convención financiera europea, proceder a la construcción del común.

1.1

La convención colectiva que hoy domina la relación constitucional es una convención financiera. Donde existía el valor-trabajo como norma reguladora y medida de la actividad social y productiva, ahora está presente la regla financiera.

Por tanto analizamos la relación capital financiero/constitución material. El capital financiero, en la situación actual, se erige como autoridad legitimante de la constitución efectiva de la sociedad postindustrial. Si en la época fordista la Constitución organizaba la sociedad sobre la base de la medida del valor trabajo, y era tal el esquema de organización de la sociedad industrial, ahora, aquel standard es sustituido por una medida financiera. Se siguen de inmediato algunas consecuencias.

Mientras la medida-trabajo, en la constitución fordista, era duradera y relativamente estable, directamente dependiente de la relación de fuerza entre las clases (tal fue la condición de toda constitución en el “siglo breve”), la convención financiera cuando se materializa en forma constitucional, es decir, cuando encarna de manera hegemónica la relación política capitalista, se presenta como potencia independiente y excedente.

Los trabajos de André Orléan y Christian Marazzi han insistido oportunamente sobre esta eventualidad institucional. Se trata de una independencia que, desde el punto de vista del valor, consolida y fija un “signo propietario” (en los términos de la “propiedad privada”: véase sobre todo Leo Specht) pero que contemporáneamente se presenta también como “crisis”, come “excedencia” no simplemente respecto a las viejas y estáticas determinaciones del valor-trabajo sino sobre todo en referencia a aquella “anticipación” y a aquel “incremento” continuo que son propios al confrontarse con la captación financiera del valor socialmente producido y al operar en su extensión a nivel global.

Por tanto, la convención financiera se presenta, institucionalmente, como governance global, porque la crisis es permanente, en cuanto orgánica al régimen del capital financiero. Mejor hablar, en estas condiciones, de varias fases del business cycle, más que de crisis.

Está claro que, en esta nueva configuración de la regla constitucional, permanece la base material de la ley del valore: ya no trabajo individual que deviene abstracto, sino trabajo inmediatamente social, común, directamente explotado por el capital. La regla financiera puede imponerse de manera hegemónica porque en el nuevo modo de producción el común emerge como potencia eminente, como sustancia de relaciones de producción, y va invadiendo cada vez más todo espacio social como norma de valorización.

El capital financiero persigue esta excedencia, intenta anticiparla, apremia el beneficio y lo anticipa como renta financiera. Como bien dice Harribey, discutiendo con Orléan, el valor no se presenta ya aquí en términos sustanciales, ni siquiera como una simple fantasmagoría contable: es el signo de un común productivo, mistificado pero efectivo, que se desarrolla cada vez más intensivamente y extensamente.

Repasemos. Por un lado podemos subrayar que, en la sociedad contemporánea, en los procesos de subsunción de la sociedad en el capital, valor de uso y valor de cambio se superponen. Por otro lado, se advierte que el trabajo abstracto no se diferencia del trabajo concreto solo porque representa la abstracción de la forma concreta del trabajo: esta es, por así decirlo, una diferencia puramente epistemológica. La verdadera diferencia –la positiva– consiste en que, en el trabajo abstracto, se igualan actualmente todas las formas del trabajo, y esto sucede en el marco de un cambio multilateral y cooperativo de actividades singulares productivas.

Sobre esta base se sacan dos consecuencias:

la primera es que la subsunción de la vida, cuando se presenta como comando sobre la actividad productiva a través de los medios de las finanzas, encarna un biopoder, es decir la capacidad de explotar, de extraer plusvalor, de acumularlo sobre el conjunto de la vida social. El dinero, los productos financieros, la Banca se convierten en medios de producción, no como fuerzas productivas sino como instrumentos de extorsión de plusvalor. (Por ejemplo, actualmente en Francia todo el impuesto sobre la renta está al servicio del pago de la deuda);

la segunda consecuencia es que el valor se presenta en el mercado no tanto como sustancia, no tanto como mera cantidad de mercancías, sino como conjunto de actividades y de servicios, cada vez más cooperativos, siendo subsumida la vida por el poder en su totalidad y en todas de sus singulares expresiones; en definitiva, que las relaciones de producción ponen en contradicción los mercados y/o las finanzas con el común productivo.

1.2

A partir de los años 90 –después de larga crisis iniciada en los años 70 con la demolición del standard Bretton-Woods– se determina, de manera siempre menos caótica, un nuevo estándar global que sustituye al laborista.

Dos condiciones permiten su desarrollo. La primera es el desarrollo de la globalización: es confrontándose a la globalización que la convención fordista cede un elemento central de su legitimidad y función, el Estado-nación, como base soberana. La convención monetaria se sustrae al Estado-nación y llevada a estándar global.

La deuda pública se sustrae a la regulación soberana (llevada a cabo conjuntamente por el capital y por los Estados-nación) y se somete a los mecanismos de valor determinados, en el mercado global, por los sujetos detentadores del capital financiero. La competencia entre estos actores provoca siempre solidaridad en los enfrentamientos de los explotados.

La segunda condición consiste en el hecho de que, con la crisis de la soberanía (nacional), lo público es patrimonializado sustancialmente de manera privada, antes incluso de serlo jurídicamente. Quiero decir que las finalidades de la acumulación se pliegan a las reglas de la apropiación privada directa de todo bien público. En esta situación, la función de mediación entre los intereses de clase que el poder y lapropiedad pública (a partir de los años 30) ejercitaban (y aquí convendría que la propia representación política democrática no se confunda con aquella función de mediación), se debilita profundamente cuando no desaparece (la propiedad pública se debilita tanto como la representación política porque ésta ya no finaliza en el gobierno ni en la propiedad de lo público, después de haber sido cada vez más vaciada de la soberanía en la globalización).

A la búsqueda de nuevas convenciones se suceden las burbujas (new ecomonics, asiática, argentina, etc…). “Los mercados, por así decir, enloquecen –observan Marazzi y Orléan– pero esto es del todo coherente con el principio de la competencia aplicado a las finanzas”. De hecho, una mercancía no se busca porque sea rara, sino paradójicamente cada vez es más solicitada cuanto más sea necesaria. La crisis no se “debe al hecho de que las reglas del juego financiero se omitan sino a que se cumplen.” La crisis, en otras palabras, es endógena. Depende exclusivamente de la desregulación de los mercados de capitales y de la privatización creciente de los bienes públicos.

Todo valor de uso se transforma así en bienes (títulos) financieros sujetos a especulación. La subsunción real de la sociedad en el capital actúa a través de la financiarización. “En este proceso, la financiarización ha impuesto su lógica al mundo entero, haciendo de la crisis el fundamento de su propio modo de funcionar.

La financiarización es un proceso de inclusión de la cooperación, del común cognitivo y social, y después de exclusión, es decir de extensión del modo capitalista de producción a mercados pre-capitalistas, y de sucesiva expulsión y pauperización de los que en este proceso son privados del acceso a los bienes comunes. Una especia de reedición continua de la acumulación primitiva, de cercados de las tierras (bienes) comunes y de proletarización de masas crecientes de ciudadanos”.

Mejor dicho:

1) el dispositivo constitucional en la madurez capitalista subordina a la abstracción financiera del proceso de valorización la fuerza de trabajo vivo como sociedad cognitiva y cooperativa. La biopotencia del común es totalmente sometida al fetichismo de la convención financiera.

2) el dispositivo constitucional capitalista pretende medir, fijar una medida reglamentaria dentro de la crisis que hemos recorrido, donde la ruptura de la relación keynesiano-fordista exige nuevas convenciones de medida. ¿Valor-medida? Como ya hemos visto, esta medida no es aquí algo sustancial, es más bien una “convención política” determinada ocasionalmente. O mejor: aunque no está basada en un valor sustancial, lo que expresa la convención “capitalista” (es decir, adecuada a la actual organización del trabajo social para extraer beneficio o para acumular renta financiera) es de todos modos una medida, una medida de clase, un dispositivo de poder.

No es necesario recordar que Marx siempre ha definido el valor subordinándolo al plusvalor. Esta medida todavía se basa en la relación entre tiempo necesario y excedente de tiempo no pagado, pero solo si esta relación social es considerada como un todo, y en esto, en la tensión de este esfuerzo indefinido, en la tendencia a aproximar un límite absoluto, en esta sucesión de muñecas rusas, consiste también la permanencia de la crisis.

3) Para fijar esta medida política, el poder constitucional capitalista (y la convención que lo rige) debe construir una nueva forma de gobierno, la governance, precisamente, la cual no actúa principalmente como “poder de excepción”, sino como gobierno de una “emergencia continua” (es una excepción extendida en el tiempo que revela, negativamente, una continua inestabilidad; positivamente, captaciones imprevistas de excedencia, saltos y desmedidas, etc…) dentro de una temporalidad fracturada, una inactualidad permanente.

Añadamos que en esta fase, el carácter “constituyente” de la acción neoliberal se afianza sobre potentes estrategias “destituyentes” (la amenaza del default, los movimientos de capital como amenaza política, etc…). Y observemos también que sobre el terreno de los movimientos, la imaginación constituyente está repleta de contenidos destituyentes (solo por poner un ejemplo, el derecho a la insolvencia como primer paso para reconquistar un uso de la moneda liberado de la explotación directa).

Una reflexión “constitucional” hoy presupone también la discusión y el replanteamiento de los lenguajes y de las prácticas del movimiento sobre los que hemos basado hasta hoy nuestra reflexión. Se trata de determinar los “instrumentos con los que imponer al capital financiero una nueva relación de fuerza”.

2.1

Volvamos a nosotros, a la constitución italiana, al art. 1 –la republica está fundada en el trabajo– que nos ha atormentado (o hecho reír) desde la infancia. Recordemos simplemente que el operaismo nace de las declaraciones que, en aquella fórmula, en continuidad con el estatalismo intervencionista de los años 30, había fijado la convención keynesiano-fordista, como norma de la explotación obrera y de regulación política de una sociedad en la cual –por bien que fuese– lo público estaba totalmente en función de la reproducción ampliada del capital. La constitución del 48 promovió una sociedad capitalista en términos reformistas: hacía poco que la Unión soviética había combatido al fascismo europeo, así que solo era posible el reformismo a los capitalistas. En estas condiciones de la lucha de clases se comprende cómo se llevaba a cabo la presión de los proletarios sobre el salario obrero, como instrumento de democracia, para aplicar dentro y contra la productividad del sistema: este proceso aumenta la renta (directa e indirecta) de la clase obrera y de la sociedad trabajadora.

En este marco lo público se define como función de mediación de la relación social capitalista, es decir, de la lucha de clase –y es torno a esta función que toma cuerpo la representación política burguesa (en particular, italiana). Como se sabe, la Constitución italiana nunca se ha realizado completamente. Incluso si lo hubiese sido, no sería de todas formas constitutiva de aquel mundo de maravillas socialistas que nos cuentan.

No pretendiendo confundirla con el espíritu de la Resistenza ni de la Costituyente republicana, como muchos retóricos hacían y hacen, M.S. Giannini señalaba, ya en los años 60, que pensar que el espíritu de esta última estuviese todavía vivo, significaba burlarse de los ciudadanos o engañarlos.

De todos modos, la Constitución del 48 fue pronto “homologada” y adaptada al desarrollo incremental del capitalismo italiano a través de la acción de regulación del Estado, como representante del capital social, es decir como mediador de la lucha de clase. Y cuando llegan la crisis de los años 70 y las reformas capitalistas de los años 80, se inicia el proceso reaccionario de restructuración general del sistema, en el que todavía estamos. ¿Qué ha ocurrido? Que las luchas obreras en el centro del imperio y las luchas de liberación del dominio colonial han roto la posibilidad de la regulación fordista. El capital recoge el desafío y promueve elbiocapitalismo en la forma financiera. Y no es apelando a Foucault que, ya entonces, en los años 60, habíamos comenzado a hablar de trabajo social y de explotación del bios para definir las nuevas figuras de la regulación capitalista, en torno y después del 68.

Nos referíamos simplemente al hecho de que, dentro de las repetidas crisis fiscales de la regulación pública, el capital había comenzado a utilizar los fondos de pensiones y los seguros sociales para rehacer sus cuentas. ¿Qué pasó? Que, frente a las transformaciones que las luchas de clase obrera determinan dentro del sistema industrial, frente a los efectos desastrosos del “rechazo del trabajo” fordista y en relación a la presión biopolitíca del trabajador social, frente a la crisis del Estado-plan, la respuesta capitalista viene a través de una toma de control político dentro del sistema industrial y la determinación de la hegemonía política de la esfera monetaria sobre el conjunto de la producción social. La crisis fiscal de New York está en el inicio de este nuevo ciclo político. Y lo representa ejemplarmente.

Hay que prestar mucha atención a este pasaje (por otra parte Marazzi, Offe, O’Connor, Aglietta y otros ya señalaron su caracter social) porque aquí no se verifica solo la destitución de lo público de su función como mediador de la explotación (en beneficio de los llamados “mercados”) sino que comienza a desarrollarse una nueva figura de la explotación –la explotación directa del bios, la exaltación del welfarecomo base de valorización financiera.

El mundo de la producción de sanidad, del cuidado de la niñez y la vejez, de la enseñanza y la educación, etc…, es decir, el mundo de la “producción del hombre para el hombre” deviene la materia prima, mejor, la sangre que circula en el sistema arterial del capital financiero global. El mundo del trabajo es explotado en cuanto bios, no solo en cuanto “fuerza de trabajo” sino en cuanto “fuerza viviente”, no solo en cuanto máquina de producción sino en cuanto cuerpo común de la sociedad trabajadora.

Por tanto, qué pasa con lo público en el desarrollo de estas prácticas de explotación y de consecuente valorización que la nueva constitución europea contiene e impone a través de los llamados “gobiernos técnicos”. Después de haber personificado la mediación del poder capitalista, en su lucha contra la clase obrera y los productores sociales, después de haber sido el instrumento a través del cual, vista la imposibilidad de desbloquear la rigidez del salario y de recuperar a través de la inflación los beneficios relativos de la renta de la clase obrera… aquí está lo público que, en nombre del capital, comienza a saquear los fondos de pensiones, a vaciar el Welfarestate de su sentido emancipatorio, a nutrirse directamente del común productivo. Todo esto sucede a través de los nuevos regímenes monetarios que se imponen a los europeos. En la moneda europea lo público es totalmente sometido, violentado por lo privado.

2.2

Si consideramos muy rápidamente cómo se configura jurídicamente lo público en la constitución europea que viene formándose, nos encontramos obviamente frente a una serie de codificaciones de cuanto hemos venido hasta aquí definiendo como el nuevo orden del biopoder capitalista.

Cuando se habla de constitución europea, se habla esencialmente de economic governance, y cuando se habla de governance económica, frecuentemente se traduce sustantivamente el concepto en el alemán Ordo-liberalismus (se ha dicho que esta traducción se ha dado también en documentos oficiales).

Vale decir en una autoritaria “economía social de mercado” que, no por casualidad, bajo la presión de los mercados, ha perdido toda dimensión social y reformista para exaltar al máximo la autoritaria y despótica.Producto de una escuela que domina los actuales procesos constituyentes europeos, asumiendo distintas –y a menudo inquietantes– figuras políticas desde los años 20 hasta hoy.

Estabilidad de los precios, regulación represiva del déficit presupuestario inapropiado, unión monetaria separada de la unión política, devienen principios a los que atenerse –con algunas consecuencias negativas también para la democracia formal.

El control y la supervisión burocrática de los balances carecen de toda legitimación democrática (no solo de las instituciones nacionales sino incluso de las comunitarias); las intervenciones reguladoras son individualizadas fuera de toda norma general –el carácter de justicia de la acción comunitaria ha sido totalmente vaciado; y, en tercer lugar, las políticas europeas de regulación social, distributivas y compensatorias, ciertamente han desaparecido. Por decirlo con Jörges, en la crisis de Europa se ha pasado de una construcción jurisdiscional a una constitución autoritaria y de un déficit de democracia a un default democrático.

Pero, una vez fijada la temible cara de esta nueva constitución de lo público, ¿nos vamos a dejar fascinar y aprisionar por su gorgonesca sonrisa? De ninguna manera. De nuevo descendamos al nivel de la composición material de la multitud europea, se quiera o no considerar como clase.

La separación entre ordenamiento económico del poder y estructuración social de las clases trabajadoras, el primero centralizado en la Constitución europea, la segunda dejada los Estados miembros, no revela sólo una crisis democrática profunda sino que produce –de nuevo retomando a Jörges– una especie de big bang, revelando paradójicamente aquello que pretendía ocultar.

Es decir, que la confianza del desarrollo constitucional europeo a un poder monetario democráticamente incontrolable, que el despegue de un biopoder técnicamente independiente y económicamente excedente respecto a la miseria social que impone, que la construcción de un mecanismo regulador carente de cualquier equilibrio que no sea el de una austeridad social insoportable, todo esto demuestra solamente que el “nuevo” poder público encarnado por el MES (mecanismo europeo de estabilidad) y el TSCG (tratado para la estabilidad, la coordinación y la governance) representa una espantosa máquina de acumulación privada originaria contra el tejido común de cooperación social y el sustrato de actividad productiva común que las luchas de clase obrera y los movimientos sociales habían construido.

Y si es verdad que este proceso destruye toda posibilidad de una política nacional más o menos democrática (aunque ya hemos visto cuánto prevalece el “menos”); si es verdad que no ayuda a determinar nuevas potencias comunitarias, es también verdad que en el proceso de unificación en acto, paradójicamente, la aplicación de la golden rule saca a la luz, mejor, revela con fuerza una nueva consistencia multitudinaria, realmente resistente y virtualmente antagonista… ¡para ser gobernada! No será fácil gobernar este proletariado que, en la cooperación y en la producción, puede organizar su propia autonomía común.

3.1

¿Cómo se puede romper, desde el punto de vista de los trabajadores y con la fuerza del común, es decir, de la lucha de clases, la convención financiera (constitucional) que hoy nos domina? Para intentar avanzar en este terreno, recordemos algunas definiciones y, antes que nada, algunos presupuestos de nuestro análisis.

El capital financiero es capital, tout court, por tanto no es una realidad parasitaria ni un simple conjunto de instrumentos de contabilidad; más bien es una figura del capital en sentido pleno, así como lo ha sido, es y lo continuará siendo el capital industrial, y como lo han sido otras figuras patronales, históricamente dadas y/o desaparecidas en el desarrollo de la lucha de clase. Una relación social: ¿entre quiénes?

Para comprenderlo bien hay que definir con la máxima exactitud la posición del “capital constante” respecto al “capital variable”, es decir, del mando capitalista respecto a la fuerza de trabajo; y recorrer las formas actuales del proceso de sumisión del segundo por parte del primero. Este proceso de sumisión –siendo “real”, esto es, total- es nuevo y singular. En el pasaje que analizamos, la fuerza de trabajo efectivamente se ha reapropiado –en cuanto fuerza de trabajo cooperativa y cognitiva– de partes (fragmentos, atributos, modos, etc…) del “capital fijo”.

Si por “capital constante” entendemos el conjunto de las condiciones productivas en manos del capital; si por “capital variable”, el conjunto de los valores transferidos a los trabajadores para que se reproduzcan; y si por “capital fijo” entendemos las máquinas y las estructuras puestas a disposición del proceso productivo –reconocemos (en el pasaje que analizamos) que la fuerza de trabajo, lejos de funcionar simplemente como capital variable, ha venido apropiándose, mejor, incorporando cuotas de capital fijo, poniéndose así en una situación de virtual (relativa pero potencial) distancia respecto al mando, es decir a la síntesis capitalista. Se añade que, si a la revelación de la sustracción y de la incorporación de cuotas del capital fijo por parte de la multitud trabajadora, se suman los episodios o los eventos de reapropiación de “capital circulante” (en la figura, por ejemplo, de la fuerza de trabajo migrante), entonces la situación puede mostrar un umbral crítico nuevo y positivo.

En esta condición modificada se realiza en una primera figura la subsunción del trabajo vivo en el capital constante, es decir en el capital financiero, esto es en el mando capitalista en la figura principal que hoy presenta. Y si la composición técnica de la fuerza de trabajo pasa a ser muy rígida, habiendo absorbido cuotas de capital fijo y circulante, si, por tanto, la síntesis capitalista debe comandar esta composición (esto es, hacerse flexible, mejor, fragmentar, romper esta rigidez), entonces el mando capitalista no podrá darse sino verticalizándose respecto al plano de la producción, externalizando (por así decirlo) y exaltando el momento “político” del mando sobre cualquier otro elemento (ideología, funcionalidad, etc…). El capital financiero corresponde a estas características y desarrolla esta tarea.

Esta figura abstracta del mando capitalista es sometida a gran tensión –y probablemente a contradicción– por el hecho de que actualmente el proceso de valorización, y por tanto los procesos de explotación del trabajo vivo, deben cada vez más devenir internos a aquellos cuerpos que expresan directamente funciones productivas y, en la cooperación social, ejercitan funciones organizativas de la producción.

Todo esto implica, a su vez, la transformación global de la vida por parte del capital que deviene biopolítico. Aparece aquí una contradicción fundamental: por un lado, el capital exige una completa interiorización del capital variable al proceso de valorización (como acabamos de describir); por otro tenemos, como función de mando, una fuerte, si no completa, abstracción del capital constante (en la forma financiera) en el capital variable (en cuanto trabajo vivo social y en cuanto trabajo cognitivo irreductible –al menos en parte– a la mercantilización). Por tanto, el capital financiero parece interpretar la relación social que constituye el concepto de capital como relación eminentemente política.

Como hemos visto, en la convención del capital financiero, el dinero toma el puesto del valor-trabajo. En la “relación política” que constituye el capital financiero, la convención de valor es monetaria. La convención monetaria sustituye a la convención valor-trabajo (es decir representa una nueva figura que sobrepasa a la “ley del valor” interpretada en la fase de la explotación industrial del trabajo, de manera individual, industrial y salarial. Ahora la convención es singular, social y deudora. Al contrario de cuanto ocurría en el keynesismo, define la parte salarial como el residuo de las unidades monetarias de cuyo trabajo abstracto es el equivalente.

¿Cómo moverse en este punto? Hemos repetido (a veces fastidiosamente) que la búsqueda de una nueva constitucionalización del trabajo constituye un intento completamente abstracto de reproposición de mediaciones públicas clásicas y hemos concluido (citando el documento de Giso Amendola, “Constitución precaria”) que “hoy el sentido de la constitucionalización posible está en separar la idea misma de constitución de la mediación público-soberanista dentro de la cual se ha dado originariamente y entender la oposición a los procesos de deconstitucionalización como lucha para la apertura continua de procesos constituyentes, allí donde la governance tiende a neutralizarlos y a reducirlos en los canales de expresión constituidos. Se podría decir, provocativamente aunque no tanto, que las subjetividades ‘precarias’ –más que la defensa de la constitución como tal– están interesadas en una ‘precarización’ de la propia constitución, para abrirla al continuo desarrollo de procesos de autorganización”.

Por tanto, el nuevo terreno de lucha constituyente es el de la governamentalidad. Que la misma “no excluya el derecho sino que más bien lo atraviese, provocando la progresiva descentralización y flexibilización, y al mismo tiempo restableciendo la tradicional pretensión de autonomía de las otras ciencias sociales”, me parece el punto sobre el que insistir. Rechazar, en función de la governance, la ilusión de que se pueda dar una suerte de “dualismo de poder” que ponga en tensión hasta su ruptura el proceso constituyente.

No, no estamos seguramente en una situación insurreccional, no son repetibles hazañas bolcheviques porque no estamos frente a un dualismo simétrico de poderes en lucha; estamos sin embargo frente a la asimetría potente de la nueva figura de la fuerza de trabajo cognitiva –su “rica pobreza” – que se confronta, ciertamente, con el dominio del patrón, del capital constante, pero no se precipita al combate, puesto que es al mismo tiempo irreductiblemente resistente, rígida también en la precariedad, incorporando cuotas de capital fijo y circulante.

Llegamos así al verdadero problema, liberado de todo presupuesto catastrófico o palingenésico: ¿qué significa asumir los procesos constituyentes (a partir de las siempre nuevas producciones de subjetividad y de incorporaciones de cuotas de capital fijo) no como definitivas sino como coesenciales a un nuevo proceso constitucional?

Ciertamente, una nueva constitucionalización del trabajo resulta ser una idea del todo reaccionaria, pura nostalgia de la mediación pública-soberanista: pero de nuevo, ¿qué significa un proceso constituyente en la aceptación de la fragmentación, del pluralismo multitudinario del trabajo y de la sociedad? ¿qué significa constituir un “nosotros” común dentro de una realidad social en la que toda identidad ha sido destruida y toda recomposición no pueda ser, precisamente, sino “constituyente”?

En este punto nos permitimos insistir nuevamente sobre la extraordinaria oportunidad que la convención constitucional monetaria, impuesta por el capital, nos ofrece: la de revelar inmediatamente que el antagonismo anticapitalista no concierne a sectores limitados de la fuerza de trabajo social (no concierne al trabajo vivo asumido de manera individual, localizada y salarial) sino que lo asume como multitud, por tanto como realidad singularizada, social y en una relación de dependencia (es decir, endeudada) pero que sin embargo se confirma en la reapropiación de la riqueza, a través del reconocimiento y la construcción del común.

Realidad multitudinaria: ciertamente, endeudada, sometida a la alienación mediática, invadida por las pasiones tristes de la inseguridad, reprimida en la representación democrática por el malestar que produce y por la impotencia política que muestra –pero que también impulsa y expresa una fuerte voluntad de lucha.

Los movimientos “indignados” y “occupy” han avanzado ampliamente estos comportamientos constituyentes. Los movimientos italianos sobre “bienes comunes” también se mueven sobre este terreno. Lo que ahora es esencial es asumir la dimensión “constituyente” para romper con todo momento “corporativo”, identitario y/o localista de lucha. No pretendemos negar que todo momento de lucha está ligado a intereses y/o lugares específicos, pero la lucha hoy, o se construye contra la imagen universal del dominio financiero, o no es posible.

No somos yaludistas enfrentándonos a las máquinas sino más bien saboteadores de la explotación que proviene de la organización del trabajo. Así que hoy no destrozamos los cajeros automáticos sino que saboteamos el sistema de dominio financiero porque queremos constitucionalizar –es decir, apropiarnos– de los bancos, del poder que, a través de la moneda, organiza y premia, separa y domina, capta y elimina el valor producido por los trabajadores, autónomamente y comúnmente.

3.2

Autónomamente y comúnmente.

Por lo que respecta a “autónomamente”, nos explicamos inmediatamente. En este punto nuestro proceder enlaza con el de analistas que, en la revolución post-sesentayochesca de los saberes, comenzaron a reconocer una nueva ontología común de la sociedad y del derecho.

En particular, como Claus Offe y sus compañeros en los años setenta, así hoy Teubner y su escuela nos ayudan a comprender (en la teoría delSocietal Constitutionalism) como la modernidad (o la postmodernidad) capitalista muestra una tensión insoportable contra el dominio de las estériles alternativas entre centralidad de lo público (estatal) e instituciones de la propiedad privada –cuando las subjetividades no aparacen ya sobre la escena como individuos autoreflexivos sino más bien como redes de eventos sociales. Hay nuevas formas de autopoiesis colectivas que, a través de los conflictos sociales, piden acabar con los excesos de la propiedad privada y proponen nuevos procedimientos de institucionalidad política y de procesualidad social en diferentes sectores de la sociedad. [Sobre estos temas intervendrán otros compañeros]

Nosotros trataremos más bien sobre el otro término del epígrafe: “comúnmente”. También aquí hay que explicarse. Si hay algo que conquistar para transformar verdaderamente esta sociedad, esto es el común. Y el común no es una totalidad sino partes de un concepto –se contrapone a lo privado y desmitifica lo público. Si se presenta como totalidad es porque el mando capitalista lo ha confiscado y lo ha organizado en la independencia del Banco Central, sustrayéndolo a la democracia del 99%.

Por contra, cuando nosotros no asumimos ya el común como la “parte cautiva ” por liberar sino como una tarea a desarrollar, como dispositivo a realizar, lo oponemos a lo privado y a lo público, y lo primero denunciamos el fetichismo del dinero, porque reconocemos que en esta convención capitalista de la institución social, se nos da como símbolo y vehículo de la violencia; mientras la espectralidad de las instituciones financieras cubre y mistifica “lo común” que no es ya simplemente una fuerza de trabajo completa de la sociedad (fijada como valor objetivo en las mercancías) sino un conjunto múltiple de actividades cooperativas, creativas, excedentes [y –se sobreentiende– no ya “pueblo” sino “multitud” global].

Así –en el proyecto que emana de esta potencia, en el sujeto que lo encarna–nace el deseo de revisar el nexo entre producción y finanzas, luchando contra el empobrecimiento de aquellos que, produciendo en la cooperación social, son privados del producto común –principalmente de aquello (el welfare, el bienestar elemental) en el que se reproducen míseramente.

Por tanto, la cuestión del Banco Central y del sistema crediticio es central desde el punto de vista constitucional. El dinero se convierte en la medida constitucional de los derechos de los ciudadanos y toda decisión política –en nombre del absolutismo del dinero y de su función reguladora –es expropiada por el Banco Central. El Banco Central se ha convertido en realidad no solo en el depósito político del valor sino en el lugar donde se sitúa la cuestión de la relación de fuerza entre las clases que componen la sociedad, cuando la substancia del valor se entiende como un tejido de relaciones sociales.

El dispositivo utópico que guía nuestra práctica subversiva, consiste en imponer una convención constitucional que funde e intérprete una “moneda del común”. La moneda es siempre una institución social que acompaña a los intercambios, y todo valor social puede expresarse en forma monetaria. Si la banca produce moneda y si actualmente la produce como medio de producción, la democracia, el mando del 99% debe apoderarse de la regla de las emisiones monetarias y subordinarla a la relación social en la cual, actualmente, la forma del común ha calificado la cooperación productiva.

La constitución consiste en articular la relación entre trabajo e intercambios, en fijar la circulación entre recursos y necesidades, subordinándolas a las necesidades de relaciones productivas comunes y a las funciones sociales que se derivan. Solo si llevamos a cabo este programa podremos restituir a la fuerza de trabajo social, al esfuerzo y la invención de las singularidades que componen la multitud, el producto del común. Podremos así realizar nuestra utopía consistente en arrancar el trabajo al plusvalor, a la esclavitud del la explotación capitalista, a las determinaciones corporativas de su sindicalización –poniendo por tanto la actividad humana como medida de la libertad y de la igualdad de la producción del Común en el horizonte global.

 

3.3

 Pero todo esto es precisamente una utopía. Por otra parte, la capacidad de ruptura sobre la que hace un momento insistíamos, es el producto inmediato de nuestra indignación. ¿Es posible construir una estrategia constituyente que realmente combine la indignación y el deseo utópico? ¿Qué dispositivos políticos realmente podemos poner en acción para definir una estrategia constituyente?

O quizá mejor, ¿para tomar el poder? Frecuentemente nos recordamos a nosotros mismos que ya no existe un Palacio de Inverno que conquistar. Nos lo repetimos precisamente, no queriendo confundir el concepto de revolución con el de dictadura, la idea de democracia con la del Uno soberano. Algunas veces hemos cancelado la oportunidad de la primera por evitar las consecuencias de lo segundo. El siglo XX lo imponía. Ahora sin embargo estamos en el siglo XXI. ¿Qué quiere decir construir ese “nosotros –potencia constituyente– fuerza del común” visto como un punto realista de irrupción de las luchas, ante y contra la unidad constitucional del dinero, dentro de la nueva subjetivación común del trabajo abstracto?

Pienso que se trata de moverse evitando el recorrido utópico y finalmente trágico que ha sido el ‘siglo breve’ pero no por esto renunciando a un discurso institucional que no tenga miedo de abordar, de cambiar, de apropiarse, a través de una experiencia militante, de los elementos universales de las revoluciones transcurridas y de las actuales experiencias insurreccionales dentro/contra la democracia capitalista.

Por ejemplo: el objetivo de la renta garantizada incondicional se apropia claramente de un momento universal e interpreta al mismo tiempo una instancia constituyente, adecuada a las nuevas formas de producción de las mercancías y a la nueva composición social de las subjetividades productivas. Ironizar que la montaña ha parido un ratón, significa no comprender cómo la renta garantizada universal e incondicional tiene implícito el reconocimiento de un sujeto productivo común.

Por ejemplo, de nuevo existe un Zeitgeist que en todo occidente (pero no solo) desacredita a los partidos políticos, niega la representatividad, denuncia el sentido de alienación creciente que acompaña a la denuncia de la corrupción de su poder y de la impotencia de los súbditos. Está claro que aquí, a través de la crítica de la figura pública del partido político, se discute nuevamente “lo público” –es decir, la función de la “representación política” y su pretensión de no ser dependiente de la propiedad privada, su ilusión de constituir un instrumento de decisión democrática.

Ahora, retomando el tema de la síntesis de experiencias subversivas actuales y de propuestas universales, se puede concluir que solo el reconocimiento y la práctica del común, como base productiva y como objeto de la producción, como vida productiva y búsqueda de la felicidad, ambas conjuntamente, pueden hoy verdaderamente fundar la democracia. Entonces ¿cuál puede ser el deseo constituyente sino la pulsión a comenzar inmediatamente a construir estructuras comunes que permitan legalizar acciones de expropiación de lo privado, legitimar instrumentos de apropiación de lo público y reconquistar la capacidad de decidir juntos –y de organizar así, en instituciones adecuadas, la fuerza de trabajo y la inteligencia común de la multitud?

Published by:

El escándalo del rescate bancario: los preparativos (I)

Manuel-Muela-150x150Manuel Muela, Economista

«…Los españoles, que eligieron un nuevo gobierno, rodeado de grandes expectativas, iban a comprobar pronto que las políticas del economicidio se mantendrían sin solución de continuidad. Acabamos de constatarlo».

Creía que no valía la pena escribir sobre la fallida, por injusta e ineficaz, reestructuración de nuestro sistema financiero; pero las condiciones de la llegada de los dineros del rescate bancario, cuyo viaje me recuerda al famoso barco del arroz del que se hablaba en Sevilla en los años del hambre, me mueven a hacerlo: todavía no he superado la incredulidad ante lo expresado por el Comisario Sr. Almunia, siempre ayudando, con el beneplácito y contento del Ministro de Economía.

Se veía venir desde que se firmó el ominoso MOU, pero cabía la esperanza de que las autoridades españolas, y especialmente el jefe del Gobierno, pudieran enmendar su contenido, a la vista de los incumplimientos sobre la Unión Bancaria, que fue la zanahoria para pedir el rescate.

No ha sido así y los españoles tenemos que cargar con una losa añadida que se nos impone, no para crear riqueza y seguridad, sino para pre liquidar una parte significativa, alrededor del 30%, del sistema financiero. Se ha producido un silencio sepulcral, roto por algunos comentarios aislados, indicativos de la pesadumbre del país y del encefalograma plano de las instituciones, con el propio Parlamento a la cabeza. ¿Cómo hemos llegado a esto? Hagamos un poco de memoria.

La exuberancia crediticia a la española

Durante años, las entidades de crédito españolas participaron activamente de lo que Alan Greesnpan, anterior gobernador de la Reserva Federal, denominó la exhuberancia irracional de los mercados, en versión hispánica: volcarse en la financiación de viviendas y abastecerse de crédito abundante y barato fuera de España para engordar los balances. Especulación rampante y un Edén nutrido de ladrillos que abarcó casi toda nuestra geografía para felicidad de muchos, autoridades incluidas, que nunca se habían visto en otra.

Pero ese castillo se desplomó allá por 2007 y nada estaba previsto. Los españoles ya sabemos algo de eso, sean catástrofes naturales, incendio de Guadalajara, o de otro tipo, Madrid Arena. Entre los cascotes del derrumbamiento quedó sepultado alrededor del 20% del PIB, el sector de la construcción, en números unos 2500000 millones de euros, cerca del 15% de los activos del sistema crediticio nacional.

A partir de ese desastre, se inició la larga marcha para deglutir las pérdidas ingentes sin prever las consecuencias de la depresión económica que llevaban aparejada.

Cuando la mayoría de los gobiernos de Europa y de Estados Unidos pusieron dinero en bancos y empresas, tomando el control exigible a cualquier administrador público, aquí nos dedicamos a los circunloquios contables y a dar rienda suelta a fusiones y agregaciones de entidades con problemas, fundamentalmente cajas de ahorros, ¿se acuerdan de lo del tamaño?, y confiar que el negocio fuera proveyendo dotaciones crecientes para ir asumiendo pérdidas. En vez de optar por la ordenación racional y equilibrada del sector del ahorro popular, bajo la dirección pública, se optó por el desbarajuste regulatorio y la parálisis de su actividad.

Lo mismo que no se previó el hundimiento tampoco se calibró su trascendencia y duración. Un gran error, agravado por la inexistencia de cambios de administradores y gestores de las instituciones problemáticas. La crónica del mismo está en las hemerotecas y en el BOE, testimonio vivo del estado de excepción financiera apoyado por casi todo el arco parlamentario y jaleado por muchos medios de opinión que se nutrían del culebrón de la restructuración crediticia. Faltó poco para no ocupar espacios en la tele basura.

Mucha regulación y ausencia de gestión

Sí conviene decir que la unanimidad en relación con esas políticas solo fue rota por voces discrepantes aisladas, como señalaba recientemente Raimundo Poveda antiguo Director General del Banco de España, entre las que se encontraba el entonces presidente de la CECA, Señor Quintás, que advirtió de los males que se derivarían de aquellas. Terminó dimitiendo y el camino quedó expedito.

En 2009/10 fueron intervenidas o nacionalizadas tres cajas de ahorros y las autoridades decidieron rehuir la gestión de las mismas, para lo que estaban perfectamente legitimadas, y prefirieron entregarlas, generosamente dotadas de recursos públicos, sin contrapartidas conocidas.

Modelo, en mi opinión, bastante discutible y, desde luego, nada exigente con el dinero de los contribuyentes. Lo peor es que no sirvió para detener la gangrena y evitar el descrédito. No se trata de dar lanzadas a moro muerto, las autoridades de entonces y sus acompañantes, de lo que se trata es de insistir en la necesidad de abandonar prácticas letales para el país. Y no vale escudarse en la Unión Europea: eran y son políticas y acuerdos domésticos.

Por otra parte, el economicidio siguió su curso, entendiendo por tal el exterminio de las cajas de ahorros, confundiéndolas interesadamente con sus gestores: una turbamulta de normas para promover cambios societarios, aumentar las exigencias de capital e impulsar salidas a bolsa en tiempo record.

El resumen de todo se concretó en nuevas nacionalizaciones de entidades, en el marco del FROB, y la concesión de préstamos onerosos a otras, cuya devolución se aventura dudosa. Se mantuvieron inalterados lainhibición del Estado en la gestión y el mantenimiento de los administradores.

Se prolongaba el deterioro y se estigmatizaba ante la opinión pública a las cajas o bancos que, directa o indirectamente, pasaran a control del Estado. ¡Riesgo reputacional por estar en manos del Estado! Hasta ahí llega la sinrazón. El mundo al revés, incluso para cualquier liberal. Con lo ocurrido después, que merece otro comentario, se entiende casi todo.

En dos años, 2009/2011, la carcoma se adueñó de todo el sistema crediticio, pocos se salvaron de sus efectos, los bancos multinacionales y poco más. El balance de daños y sus cifras, que ahorro al lector por respeto a su equilibrio emocional, es digno de un cuadro de Valdés Leal. En la segunda mitad de 2011 España ya estaba prácticamente intervenida y nuestro sistema crediticio sobreviviendo gracias a las líneas de crédito, alrededor de 300000 millones de euros, del Banco Central Europeo.

¿Qué remedio después de haber sido éste uno de los impulsores de la expansión crediticia? Al BCE, mientras su colegio de gobernadores discute sobre galgos y podencos, le queda un largo horizonte de mantenimiento de esa respiración asistida, si quiere evitar el crac.

Pero los españoles, que eligieron un nuevo gobierno, rodeado de grandes expectativas, iban a comprobar pronto que las políticas del economicidio se mantendrían sin solución de continuidad. Acabamos de constatarlo.

Published by:

Chávez llegó a la revolución para quedarse

Juan Carlos Monedero
Ya hay gente de la oposición venezolana planteando que si Chávez no venciera a la enfermedad, quien debiera ocupar la Presidencia es el derrotado candidato Capriles. Su lógica democrática suele tener la misma consistencia que su interés por los pobres antes de que Chávez llegara .
También están los que creen que pueden ir sin más a los militares a invitarles a dar un paso fuera de la Constitución. Olvidan que en los cuarteles venezolanos ya no cuelgan escenas de West Point ni imágenes de marines matando vietnamitas, sino retratos de Bolívar o del Che Guevara. Otros andan enredando a ver si logran que alguien cercano al Presidente dé un paso a favor de la oposición, volviendo a olvidar que si hay ahora un mandato trascendente en Venezuela es la petición de unidad lanzada por el Presidente camino de la mesa de operaciones.

 

Como siempre, ahí están los medios de comunicación (el 80%, conviene saberlo, en manos de los enemigos del proceso), jugando a ser el principal partido de una oposición cuyo único acuerdo es sacar a Chávez del Palacio de Miraflores. La enfermedad del Presidente dibuja hoy una sonrisa en sus rostros de buenos católicos, apostólicos y romanos -aunque vista su probada necrofilia podríamos jugar con las palabras-, convencidos de que después de decenios dándolo por desaparecido, alguna vez tendrá que ser verdad. Ayer intentaron hacer de un mensaje en Twitter un evento mundial. La cercanía de las Navidades aviva su amor.

Pero su apuesta, #RIPChávez , se quedó a decenas de miles de puestos de distancia de #BuenaVibraPaChávez , quedando claro que ni se asoman a saber que lo que tiene Chávez con su pueblo es la relación que tienen los que han salido juntos del agujero y nunca se han traicionado. Cuando crees que el poder te pertenece por nacimiento, nunca te acostumbras a ver a otro en la silla presidencial. Y si la ira te confunde, el juicio se te nubla. Se lo dice constantemente la embajada norteamericana, pero no les entra.

Desde el Gobierno bolivariano, estas estrategias no son nuevas. «No jueguen con el amor de un pueblo. Y menos con el amor de un pueblo que fue maltratado durante muchos años (…) Oposición: tengan mucho cuidado con lo que hacen». La advertencia es de Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional y persona con un gran ascendiente entre los militares venezolanos. Desde que apareció Chávez, la desesperada oposición no ha dudado en cada momento, en usar cualquier estrategia para intentar ganar fuera de las urnas lo que no ha estado en condiciones de ganar en las elecciones más limpias y transparentes de América Latina (como han reconocido los Presidentes de los Tribunales Electorales de América Latina o el estadounidense Centro Carter).

No es un atributo exclusivo de la derecha venezolana (recordemos los golpes de Estado de Franco, Pinochet, Videla; la caza de brujas de McCarthy para intentar acabar con los demócratas en los EEUU; el papel de la Contra en Nicaragua; la guerra sucia, incluso, contra Felipe González -que en el fondo era uno de los suyos-, y un largo etcétera), pero en la patria de Bolívar exageran. Allí han probado, sin éxito, todos y cada uno de los métodos que a lo largo de la historia latinoamericana han servido para sacar del Gobierno a los Presidentes desobedientes con los mandatos históricos de eso que antes de la caída del Muro de Berlín se llamaba imperialismo. Y es en ese fracaso donde nació la comunión de Chávez con su pueblo.

Con su enfermedad, Chávez no ha hecho como Mitterrand -quien ocultó su dolencia al pueblo de Francia-, sino que, muy al contrario, se presentó a las elecciones haciendo saber que estaba golpeado por el cáncer. El pueblo le dio un espectacular apoyo, y con una participación histórica del 80,48%, le sacó 11 puntos de ventaja a su opositor (8.191.132 votos frente a 6.591.304). Obama le sacó a Romney 3,4 puntos. Los intentos de la oposición de olvidar ese resultado no ayudan a nadie. En especial a ellos. Pero sólo se miran en el espejo de los medios de comunicación a los que financian.

Pero la reaparición de células malignas en el mismo lugar de anteriores operaciones, no puede ignorarse. Chávez, en un acto de urgencia, señaló a Nicolás Maduro, actual Canciller y Vicepresidente, como la persona que debiera hacerse cargo de las riendas del proceso revolucionario en caso de que un fatal desenlace le impidiera tomar posesión en enero. El artículo 233 de la Constitución es claro en su párrafo segundo: «Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional».

Chávez, como en tantas otras veces, ha pensado más en Venezuela que en su suerte personal. Hay decisiones que podrían haber encontrado más fluidez con mayores plazos, pero es indudable que ajustar los resortes de un país en la mira de los Estados Unidos no es tarea sencilla. Hoy podemos pensar que hubiera sido bueno un menor esfuerzo suyo en la campaña, pero también sabemos que eso sólo es una opción cuando lo que cuenta es tu salud y no la del país.

El mensaje de Chávez, acompañado de los rostros abatidos de su Gobierno, propios de una última cena, han tenido el efecto demoledor de quien piensa en términos de historia. Chávez, a quien quiso escuchar, dijo: «entro en la sala de operaciones pero no sé si saldré de ella. Quiero que el proceso hacia el socialismo siga su rumbo. Y la persona adecuada para lograrlo es Nicolás. Quiero que todo el pueblo, militares, partidos, consejos comunales, funcionarios, Gobierno den un ejemplo de unidad en torno al Vicepresidente en caso de que haya elecciones y yo ya no esté. Voy a luchar por regresar, pero si no fuera el caso, tienen ustedes claro mi deseo».

Orden constitucional garantizado 
Sólo los que llevan años deseando o buscando la muerte de Chávez están adelantando análisis. No hay mayor bondad en pretender dar por hecho lo que no ha sucedido. ¿Qué puede decirse entonces? El orden constitucional en Venezuela está garantizado. Los criterios jurídicos vinculados a la ausencia del Presidente son meridianos y el apoyo tanto del pueblo como del ejército a ese orden constitucional, no tiene la mínima fisura. No hay ninguna razón, salvo las malas intenciones, para cuestionar lo que queda bien reglamentado en el orden legal venezolano. Además de que sigue siendo cierto que lo mejor que le puede pasar a Venezuela y a América Latina es que el 10 de enero Hugo Chávez tome posesión de su cargo como Presidente.

En los días que transcurran hasta la operación del Presidente, pareciera sensato legitimar políticamente la opción por Nicolás Maduro expresada por Chávez. Para ello, deben ponerse en marcha los órganos políticos dispuestos al respecto (especialmente, el Partido Socialista Unido de Venezuela, pero sin olvidar a las demás fuerzas que apoyan el proceso). El carisma del Presidente Chávez sirve para trasladar su compromiso con la Venezuela socialista a Maduro, como ocurriera con Lula y Dilma Russeff. Conviene, por tanto, respetar los procedimientos correspondientes, aún más cuando Maduro viene perfilándose desde hace tiempo como el sucesor natural de Chávez.

La figura de Nicolás Maduro ha experimentado en los últimos años un enorme crecimiento político -como ha ocurrido con Evo Morales, con Rafael Correa o con Cristina Fernández-. En cualquier caso, los escenarios que podrían abrirse con la ausencia de Chávez del primer plano de la escena política le obligan a dilucidar algunos aspectos importantes que Chávez ha solventado con su enorme prestigio personal.

En primer lugar, debe dejar claros los cauces por donde discurrirá la unión cívico-militar (que es un rasgo distintivo de la Venezuela bolivariana). En segundo lugar, sería importante una reconfiguración del PSUV de manera que las diferentes sensibilidades que siempre existen en todo proyecto político -y que en ausencia de Chávez cobrarán fuerza- encuentren su espacio de expresión. En tercer lugar, hay que dedicar muchos esfuerzos a la puesta en marcha del nuevo plan socialista (con el que se ganaron las elecciones) dando prioridad a las exigencias populares, ahondando en la eficacia gubernamental y permitiendo que los problemas existentes encuentren espacios públicos de expresión para que se conviertan en formas populares de evaluación de las políticas públicas (ahí está una de las garantías de la unidad popular).

Por último -y en eso Maduro tiene mucho camino andado- es esencial que las diferentes formas de integración regional sigan avanzando. El continente latinoamericano le debe a Chávez tener hoy la mayor integración de toda su historia. La ALBA, el Mercosur, la CELAC son espacios que, lejos de detenerse, deben ahondarse. Todos estos asuntos tienen el sello de Chávez. Por eso Chávez llegó para quedarse. Hay líderes que marcan la historia. Y esos, por más esfuerzos que hagan, no se mueren nunca.

Sea cual sea el desenlace físico -siendo el mejor, ver a Chávez ceñirse la faja presidencial el entrante 2013-, corresponde a todas y todos los venezolanos hacer un esfuerzo similar al de 2002. En aquel año, la misma oposición que ahora brinda con champán francés por el cáncer, dio un golpe de Estado que fue derrotado por el pueblo. Ahora, se trata de asumir la responsabilidad que les corresponde a todos y cada uno en este escenario complicado. Chávez ha hecho lo más difícil. Venezuela ahora tiene patria. Pero los enemigos siguen acechando. Es ahora, más que nunca, cuando Chávez y el pueblo tienen que ser lo mismo. Un pueblo que convierta su tristeza en herramienta política para ahondar en la transformación socialista de Venezuela contra todos los vientos del neoliberalismo. Esos de los que se liberó y que ahora está empezando a conocer la vieja Europa.

Published by:

Ley Wert: regreso al pasado

Agustín Moreno

Hay que resistirse a esta ley en la calle y en los centros educativos porque, como dice la Declaración de Sevilla, nada hay más preocupante que lanzarse con la mayor eficacia en la dirección equivocada. Pero también hay que situar las grandes cuestiones estratégicas sobre el qué hacemos con la educación para que los recortes y reformas no acaben con un pilar tan básico de nuestra vida y para el futuro del país. Ello nos debe llevar a preguntarnos tanto por la educación como por la sociedad que queremos.

La educación pública española, a consecuencia de los compromisos de los sucesivos gobiernos con la iglesia católica y con la patronal de la enseñanza, nunca ha llegado a romper del todo con las tres principales herencias del franquismo: segregación clasista, confesionalidad y un amplísimo sector privado costeado con fondos públicos.

No obstante, se han logrado importantes avances en el desarrollo de la red pública, con un incremento notable de centros y de profesorado, bajada de ratios de alumnado por aula, ampliación de la edad escolar obligatoria, escolarización casi total desde los tres años y mayor acceso a estudios superiores de las capas populares.

Esta línea de conquistas está siendo sistemáticamente atacada desde hace tiempo en diferentes Comunidades Autónomas por los gobiernos de la derecha, cuya ideología mercantilista y privatizadora (“menos Estado y más mercado”) quiere convertir la educación en un negocio, poniendo gran parte de los nuevos centros educativos en manos de la enseñanza privada concertada, mayoritariamente católica. Este proceso de privatización, que pretende convertir la escuela pública en subsidiaria de la privada, se ha acentuado de forma exponencial en los últimos años. La ley Wert no tiene ningún rigor, supondrá un salto atrás en el tiempo, una escuela antidemocrática y legalizará lo ilegal para conseguirlo.

En primer lugar, es una  chapuza porque para reformar la educación es necesario diagnosticar seriamente y debatir. El anteproyecto de ley (LOMCE) se ha presentado sin memoria previa ni libro blanco que analice y evalúe la situación. Sin ningún rigor y sin evidencia científica que avale sus líneas de reforma. Sin debate: lo único que hizo fue la farsa de abrir una consulta online, equivalente a desahogarse en el Pasquino. Y sin ley de financiación y en un contexto de recortes. Una ley de reforma debe concebirse  para mejorar las cosas. No parece ser el caso, ya que esta contrarreforma educativa no va a reducir el fracaso y el abandono escolar al legalizar el descarrile temprano del alumnado y establecer una carrera de obstáculos con numerosas pruebas y reválidas.

En segundo lugar, y lo más preocupante, es el grave retroceso a la mala escuela del pasado, reforzando tres vías:

  1. SegregaciónLos diversos itinerarios supondrán seleccionar y clasificar cuanto antes al alumnado, desgajándolos del tronco común a través de tres vías: los llamados programas de mejora del aprendizaje y el rendimiento desde los 13 años, por la Formación Profesional Básica (FPB) y por los itinerarios en 4º de ESO. Cuanto antes se segrega más se atenta contra la igualdad de oportunidades y se niega la capacidad de cambio de niños y adolescentes. Por ello la filosofía de este modelo educativo es generar más desigualdades y favorecer una sociedad aún más clasista que la existente.
  2. Confesionalidad, con una asignatura de religión evaluable y con una alternativa dura para evitar la fuga del alumnado del adoctrinamiento, eliminando Educación para la Ciudadanía y demostrando que se cree más en la religión que en los valores democráticos.
  3. Fortalecimiento de  los conciertos privados a demanda, reforzando la doble red que segrega y crea discriminación, produciendo la paradoja de que entre todos financiamos a los que más tienen, mientras se suprimen la atención a la diversidad y la función compensatoria de la escuela.

En tercer lugar, suprime la democracia en los centros con una pérdida del papel y peso de la comunidad educativa y con direcciones elegidas discrecionalmente por la administración y que refuerzan sus funciones; recentraliza el currículo, restando competencias a las comunidades autónomas y provocando un gran conflicto con Cataluña y con otras, acentuado por el carácter provocador del ministro.

Por último, quiere hacer legal lo ilegal. Por ejemplo financiar con fondos públicos la separación del alumnado por sexo en centros privados ultrarreligiosos. La contratación a dedo de profesores nativos, al margen de los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad para acceder a la función pública. O la publicación de rankings de centros con los resultados de las pruebas externas para que compitan y para pagar por resultados; cuando lo correcto sería que cooperen  y que se asignen recursos en función de las necesidades del centro y del alumnado. En fin, pura ideología neocon que diseña una enseñanza para élites que puedan pagarla, desmantela la educación pública y abre nuevas oportunidades de negocio económico.

Todo este destrozo lo va a protagonizar Wert, un ministro amortizado que será recompensado debidamente por el celo que ha puesto en ejercer de villano. Un desastre de ley condenada al fracaso, ya que nace como  imposición sin ningún acuerdo y por tanto condenada a ser efímera. Exactamente hasta que haya un cambio político, escenario que no debería estar lejano, si tenemos en cuenta el desgaste que produce la crisis y la pésima gestión en el gobierno Rajoy. Siempre, claro, que las todas las fuerzas de progreso no sean tan inútiles como para seguir divididas y desaparecidas de la escena política.

Hay que producir a nivel social y ciudadano el debate que hurta el ministerio. Debe darse por múltiples vías: comunidad educativa, claustros, plataformas, fuerzas sociales y políticas. Hay que resistirse a esta ley en la calle y en los centros educativos porque, como dice la Declaración de Sevilla, nada hay más preocupante que lanzarse con la mayor eficacia en la dirección equivocada. Pero también hay que situar las grandes cuestiones estratégicas sobre el qué hacemos con la educación para que los recortes y reformas no acaben con un pilar tan básico de nuestra vida y para el futuro del país. Ello nos debe llevar a preguntarnos tanto por la educación como por la sociedad que queremos.

Published by: