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Europa es el eslabón débil del imperio del capital

Entrevista al economista Claudio Katz
                                     «Europa se ha convertido en el eslabón débil de la cadena de la crisis global. Se esperaba que EE. UU., donde se inició la crisis en 2007/8, iba a ser el centro del temblor, pero finalmente el segmento que resultó más frágil fue la UE, en gran medida por su débil constitución como bloque regional competitivo que recién estaba despertando.»
por Mario Hernández de Rebelión
«Cuando hablamos del imperialismo no podemos tomar un punto de vista imparcial»
Mario Hernández (MH): Vamos a estar comunicados telefónicamente con el economista Claudio Katz analizando su último libro Bajo el imperio del capital que ha recibido una mención honorífica del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, edición 2011, que le entregará personalmente el comandante Hugo Chávez Frías en el teatro Teresa Carreño de Caracas el próximo 7 de setiembre.

También contamos con una visita inesperada. Está en Buenos Aires desarrollando actividades académicas el historiador colombiano Renán Vega Cantor, docente de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, nos encontramos a desayunar y gentilmente aceptó la invitación de acercarse a la radio. Vamos a conversar brevemente con él antes de comunicarnos con Claudio Katz y luego nos va a ayudar a hacerle la entrevista.

Renán Vega Cantor (RVC): Muy agradecido de la oportunidad que me das de participar de este programa.

MH: ¿Qué te trajo nuevamente a Buenos Aires? Recuerdo que estuviste el año pasado.

RVC: He venido a participar de un coloquio sobre Pensamiento Crítico que se realizó lunes, martes y miércoles.

MH: Y hoy estarás participando en una mesa redonda en la facultad de Filosofía y Letras.

RVC: A las 19:00 habrá un panel con Antonino Infranca, Sergio Tischler y quien les habla en una exposición sobre la vigencia del Pensamiento Crítico.

MH: Me gustaría que nos dieras un panorama de la actualidad colombiana.

RVC: Colombia está viviendo en estos momentos una situación política bastante compleja e interesante en la medida que han resurgido un conjunto de luchas sociales que involucran a distintos sectores.

El año pasado hubo una movilización estudiantil muy importante, la más importante en los últimos 40 años en el país, que trajo como resultado obligar al gobierno a archivar provisoriamente su reforma educativa.

También se ha presentado una importante movilización de sectores campesinos e indígenas, siendo el hecho más significativo y que más impacto internacional ha tenido la movilización en el departamento del Cauca.

MH: Una movilización estudiantil que tuvo el éxito que todavía no ha tenido la de los estudiantes chilenos.

RVC: Se vivió un primer momento en el cual se cumplió el objetivo inicialmente planteado que era que el gobierno retirara la propuesta a la reforma a la educación superior. Es una reforma profundamente regresiva aunque en la práctica ya se ha ido imponiendo en los últimos 20/25 años que apunta a privatizar absolutamente el sistema educativo muy al modelo chileno, es decir, convertir a la educación en una empresa rentable, con ánimo de lucro, que invierta en la Bolsa y solo puedan estudiar los que puedan pagar, es decir, la venta de servicios educativos más otros elementos adicionales tendientes a mercantilizar la educación convirtiéndola en un servicio que se compra y se vende como cualquier otro.

Ahora se está en una segunda fase de reacomodamiento donde se está preparando un proyecto alternativo por parte de los estamentos universitarios.

MH: Tengo entendido que también hay una política privatizadora muy fuerte en la salud.

RVC: Llevamos 20 años de aplicación de la llamada Ley 100 cuyo promotor en el Senado de la República fue un personaje mundialmente famoso hoy, pero nefasto para Colombia, que es el ex presidente Alvaro Uribe Vélez. Esto ha llevado a que la salud en Colombia se convierta en uno de los negocios más rentables para unos cuantos grupos privados porque hizo que desaparecieran la red de hospitales públicos. Durante los 8 años de su gobierno se cerraron 800 hospitales públicos en el país. Estamos hablando de hospitales en distintas cabeceras municipales a lo largo y ancho del país.

En un lugar determinado existía un hospital municipal que cubría las necesidades de ese casco municipal y las veredas circundantes y en algunos casos incluso de una mayor cobertura cubriendo una buena parte de un Departamento. Eso se privatizó o directamente se liquidaron los hospitales, se liquidó el personal y en su lugar hay lo que en Colombia llaman las EPS (Empresas Prestadoras de Servicios) que son simplemente negocios privados que ha hecho que el sector de salud privada sea la empresa que más ha crecido después de la empresa petrolera nacional que también está en proceso de privatización. La salud en Colombia está privatizada hace 2 décadas.

MH: Entonces el neoliberalismo sigue firme en Colombia.

RVC: Absolutamente firme. De alguna manera la movilización que se está presentando ahora es la respuesta, 20 años después, cuando la gente empieza a sentirse asfixiada por la privatización de buena parte de los servicios básicos.

El Premio Libertador al Pensamiento Crítico da una voz a los que escribimos desde un ángulo antiimperialista, crítico y anticapitalista.

MH: Concretamos la comunicación con Claudio Katz. Buenos días, Claudio. Te comentaba que estamos en los estudios en compañía de Renán Vega Cantor, Premio Libertador al Pensamiento Crítico que me decía que creía que cuando se otorgan 3 menciones honoríficas, como es tu caso, se debería otorgar el premio mayor.

Claudio Katz (CK): (Risas) Bueno, muy agradecido por la iniciativa. Supongo que quedará en manos de los organizadores, desconozco cómo es la estructura de eso, pero lo felicito por la idea.

RVC: Buenos días, Claudio, para mí es un placer saludarlo desde acá de manera sorpresiva.

CK: No sabía que estabas aquí. Yo también aprovecho para saludarte.

RVC: Estamos de paso por Buenos Aires y me encontré con Mario y me dijo que tenía programado hablar con Ud. y para mí es muy grato estar aquí como decimos en Colombia un poco de colado o de pato.

CK: Siempre sos bien recibido.

MH: Bajo el imperio del capital ha obtenido una mención honorífica por parte de las autoridades del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2011 y decía que era la tercera porque en 2004 recibiste otra por El provenir del socialismo y en 2008 por Las disyuntivas de la izquierda en América Latina que contó a Renán entre los jurados.

RVC: Fui jurado en esa oportunidad y justamente uno de los libros que llegó hasta los debates finales y candidateado entre los primeros fue el de Claudio. Para mí sus libros tienen varias cosas que difícilmente se encuentran en otros libros publicados en la izquierda, son muy rigurosos, muy documentados, pero a su vez el nivel de exposición es absolutamente sencillo y asequible a un público amplio.

MH: Lo pusiste en un aprieto porque ahora va a tener que explicar la teoría marxista clásica del imperialismo desde donde arranca Bajo el imperio del capital y cuáles son los nuevos escenarios de esa conformación económica y política.

CK: Primero vamos a intercambiar flores con Renán. Yo también pienso que sus trabajos son muy consistentes y además la existencia de un premio internacional al Pensamiento Crítico ha renovado el interés por las publicaciones en el pensamiento progresista y de izquierda. Me parece que es una instancia muy interesante con jurados consistentes y da una voz a los que escribimos desde un ángulo antiimperialista, crítico, anticapitalista.

En el caso de mi último libro tiene un propósito de denuncia y analítico buscando poner al día y actualizar la teoría del imperialismo. Primero lo hace con un aspecto de denuncia porque cuando hablamos del imperialismo no podemos adoptar un punto de vista imparcial. Discutir el imperialismo es hablar de acontecimientos atroces que todos los días quedan disueltos en un vendaval de noticias.

Vemos aviones de EE. UU. asesinando familias en la frontera de Pakistán y Afganistán, marines atacando gente inocente, bombardeos de funerales, tropas especiales de EE. UU. en acciones de asesinatos selectivos a nivel internacional, la legalización de la tortura, la organización de sabotajes a economías adversas como la de Irán, guerras sangrientas en Africa para asegurar el control de las materias primas.

Mucha atención en América Latina a varios acontecimientos, a las bases estadounidenses en Colombia, a la guerra social que se está librando en México para instalar formas de autoritarismo en la vida cotidiana donde EE. UU. provee las armas y supervisa la persecución a los narcotraficantes y en Centroamérica una escalada de homicidios contra los pobres, contra los refugiados, una guerra de baja intensidad siempre con el argumento pueril de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

Actualizar la teoría del imperialismo, antes de debatir conceptos y caracterizaciones más finas, es una polémica contra las justificaciones del imperialismo.

El libro es una discusión contra los argumentos neoconservadores que realzan las virtudes civilizatorias del imperialismo, contra los análisis pragmáticos que justifican la perpetuación del status quo, contra la teoría del derecho internacional que justifica intervenciones “humanitarias”, donde hay tropas siempre disponibles para socorrer a algún aliado occidental de las compañías transnacionales pero nunca para proteger a los palestinos, a los colombianos, a los pueblos africanos que soportan masacres todos los días.

Para mí discutir del imperialismo es partir de esta denuncia y, sobre todo, entender que no es un resabio del pasado como imaginan algunos liberales, tampoco un rasgo negativo e indeseado del sistema sino una necesidad del capitalismo para asegurar la reproducción de un sistema de explotación. En este marco discuto las teorías del imperialismo, busco afinar, actualizar, analizar cómo tenemos que abordar este problema hoy.

MH: Voy a hacer una pequeña digresión porque la academia había abandonado el concepto de imperialismo. No se hablaba más, se hablaba de globalización, de mundialización pero no de imperialismo. Una de las cuestiones que más me ha interesado de tu trabajo es justamente haber rescatado este concepto.

CK: Exactamente.

MH: Hablar de imperialismo era demodé.

CK: Totalmente. Hace por lo menos 20 años que, entre los especialistas, primero fue sustituido por el análisis de la globalización, pero entre los pensadores críticos en los últimos 15 años se ha hablado del neoliberalismo, incluso a partir de la última crisis de 2008 de la crítica al capitalismo, pero el concepto imperialismo quedó como marginado. Me parece que volvió a ocupar un papel relevante a partir de la invasión norteamericana a Irak, a partir de Bush, en ese momento el ejercicio descarnado de la acción imperial hizo que muchos intelectuales volvieran a discutir el tema.

A mí me parece que el concepto imperialismo es justamente relevante porque es útil para analizar cómo, en la etapa actual, en la etapa del neoliberalismo, en los últimos 20/30 años, hay una reconfiguración de las relaciones de poder a escala internacional y el concepto es útil para entenderla porque hay que analizarla teniendo categorías que nos permitan comprender que estamos en una época muy distinta a la del imperialismo clásico de Lenin y al período típico de posguerra.

MH: ¿Cuáles serían esas diferencias?

CK: Si comparamos la época actual con el período clásico de Lenin tenemos que tener en cuenta que hay por lo menos 2 elementos que distinguen significativamente el análisis del período actual del leninista clásico.

El primero y más importante, es que no estamos en una época signada por guerras interimperialistas. En la actualidad una confrontación bélica entre Japón y EE. UU. o entre Francia, Alemania o Gran Bretaña es simplemente impensable, inimaginable, en cambio en la época de Lenin todos los problemas políticos se razonaban a partir de conflictos bélicos entre potencias y no solo económicos. Los conflictos comerciales, financieros o productivos entre las potencias se proyectaban inmediatamente a la esfera militar.

En la época actual no lo hacen. Me parece importante comprender que desde la posguerra se produjeron un conjunto de transformaciones estructurales en el funcionamiento del imperialismo que nos obligan a captarlo y analizarlo de otra manera.

También hay que tener en cuenta que la idea de estancamiento, de parasitismo financiero que era un criterio que organizaba la visión leninista debe ser adaptada a una época de mundialización neoliberal donde se ha renovado en forma dramática la competencia entre grupos oligopólicos alrededor del aumento de la productividad, de la búsqueda de nuevos mercados y no solo de una rivalidad entorno al manejo del excedente financiero.

En Bajo el imperio del capital exploro 3 tendencias estructurales del imperialismo contemporáneo que me parece que organizan una visión del sistema en la actualidad.

La primera es la creciente asociación internacional de capitales, por eso el libro lleva por título “el imperio del capital”. Me parece que el surgimiento de compañías internacionales como actores relevantes del período actual nos permiten captar que estamos en un período de mundialización financiera, de internacionalización productiva, de interconexión comercial, que acrecientan los desequilibrios del capitalismo en comparación al pasado, pero al mismo tiempo refuerzan la necesidad de un sostén coordinado del sistema.

Este salto cualitativo en la mundialización del capital es una tendencia que comenzó a esbozarse en la posguerra, se desenvolvió en forma importante a partir de la crisis del 70 y en el período del neoliberalismo se ha profundizado significativamente.

La segunda es que hay una gestión imperial más colectiva, con creciente preponderancia de guerras globales comunes en comparación a las guerras hegemónicas de cada potencia. Francia puede enviar tropas a Costa de Marfil e Inglaterra afianzar su presencia militar en Malvinas, pero en los grandes escenarios como Medio Oriente, en los grandes conflictos, hay una acción coordinada en torno a la OTAN, por eso la unidad colectiva ha sustituido a la defensa nacional como principio rector. Cuando hay un conflicto hay coordinación global.

Existe un tercer proceso que explica en gran medida los anteriores y es el rol estratégico protector que cumple EE. UU. para todo el capitalismo mundial. Hay mucha discusión acerca de cuál es el grado de declive de la primera potencia pero no cabe duda que actúa como un sheriff global que auxilia al grueso de las clases dominantes. Frente a coyunturas complejas de insurgencia popular o inestabilidad geopolítica, EE. UU. sigue cumpliendo un papel clave, por eso maneja la mitad del gasto militar mundial.

 

China es el gran cambio de la época.

 

MH: ¿Cómo ubicamos dentro de este análisis a una potencia emergente como China?

CK: Sin lugar a dudas es el gran cambio de la época porque una de las grandes transformaciones que estamos observando es un ascenso fulminante de China que está consumando su conversión en una economía central. Este proceso acompaña otra gran novedad de la época que es el desplazamiento del eje productivo desde occidente a las regiones asiáticas.

Este ascenso de China es importante analizarlo tomando con mucho cuidado 2 conceptos que se utilizan mucho y me parece que pueden conducir a ciertos errores. El primero es colocar a China junto con el resto de los BRICS y hacer un paquete único.

MH: O sea junto con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica.

CK: No se puede decir que hay un grupo emergente que avanza sin tener en cuenta que entre China y el resto hay una diferencia cualitativa. Brasil está cumpliendo un papel importante porque le vende materias primas a China. No están en el mismo plano.

La verdadera potencia que está cumpliendo un papel clave y que en la crisis internacional se ha demostrado que actúa como acreedora de EE. UU. en el plano financiero es China, no Brasil ni Sudáfrica.

La otra idea que puede dar lugar a confusiones es analizar el proceso en términos de multipolaridad, en una simple dispersión del poder global entre un conjunto de regiones y potencias. Lo que tenemos en este momento es una crisis de hegemonía de las viejas potencias centrales pero está asociada con una internacionalización de las empresas transnacionales. Aquí podemos observar otra diferencia con la época leninista.

China emerge no solo como potencia autónoma sino también económicamente asociada a los poderes centrales. China pasa a ocupar un lugar clave como poder pero ocupa ese lugar porque está conectada al comercio y las finanzas internacionales. No es como en el pasado que Japón emergía como un rival de EE. UU. y terminaron en guerra.

China emerge como potencia pero al mismo tiempo como una economía muy conectada a los países centrales, por eso ha ocupado un rol clave en el socorro de los bancos en la crisis de 2008 y ha estado muy interesada en que no llegara a mayores para poder mantener su corriente de ventas de productos que le garantizan el excedente comercial.

En el caso de China tenemos un escenario abierto y hay que tener mucho cuidado en un análisis que todavía no define una tendencia.

 

RVC: Quería preguntarle a Claudio cuál sería la cuestión del Estado nacional porque una gran diferencia con el análisis de la economía internacional, del imperialismo y la globalización, está relacionado con la aparente disolución de los estados nacionales y de lo que en otros tiempos se llamaba la cuestión nacional que tenía que ver con los problemas de dominación colonial, con el sometimiento de un Estado por otro, de invasión territorial a una nación y casos por el estilo.

 

¿Cuál sería el papel de hoy cumple el Estado nacional en esta reconfiguración imperialista?

CK: Creo que en este terreno me parece importante remarcar un aspecto que se analiza en el libro y que es la polémica con la teoría del imperio de Toni Negri, de William Robinson, que suponen que hemos entrado en una época donde los estados nacionales se disuelven, donde las clases dominantes se transnacionalizan y por lo tanto deja de existir la vieja estructura de organización del planeta en torno a estados nacionales. Creo que eso es un error.

No hay que confundir una tendencia cierta a la internacionalización del capital, a su asociación mundial, con las exageraciones del globalismo convencional. Me parece que esas visiones omiten el rol central que continúan preservando los viejos estados nacionales en el marco de un avance de la mundialización. Es un error suponer que estructuras globales que están apareciendo en forma embrionaria ya pueden cumplir funciones estatales básicas. Están la OMC, el FMI, el Consejo de Seguridad de la ONU, pero esos organismos internacionales o sus equivalentes regionales, como la Unión Europea o el Mercosur, no pueden sustituir una construcción histórica como es el Estado nacional.

Estamos en una etapa de convivencia, de coexistencia de estructuras paraestatales regionales y mundiales con el viejo mecanismo del Estado nacional que es el único dispositivo, la única estructura que sigue contando con la legalidad, la legitimidad y el poder suficientes para garantizar el predominio de las clases dominantes.

Este solo se puede ejercer a través de las estructuras nacionales y me parece que con criterios transnacionalizados no se puede razonar, comprender las mutaciones regionales y el reordenamiento del mapa de potencias que estamos observando hoy en día.

En síntesis, hay un elemento interesante que percibe esta corriente que es el avance de la mundialización pero lo hace en términos tan exagerados que termina anulando el propio aporte que hace para la comprensión del actual período.

 

Europa se ha convertido en el eslabón débil de la cadena de la crisis global

 

RVC: Le quería manifestar que tuve oportunidad de conocer su libro en Colombia editado por Espacio Crítico y cuando lo leí me sorprendió que Ud. plantee tan claramente los debates más importantes que hoy se dan a nivel mundial con relación a la teoría del imperialismo y su necesaria actualización.

¿Cuál sería la situación de la Unión Europea (UE) con respecto a esa contradicción entre transnacionalización y predominio de los estados nacionales y la importancia que tienen los acontecimientos en ese continente con relación al fortalecimiento de determinados estados en el período inmediato? ¿Cómo ves la posible disolución de a Unión Europea y la hegemonía del dólar sobre el euro?

CK: Europa se ha convertido en el eslabón débil de la cadena de la crisis global. Se esperaba que EE. UU., donde se inició la crisis en 2007/8, iba a ser el centro del temblor, pero finalmente el segmento que resultó más frágil fue la UE, en gran medida por su débil constitución como bloque regional competitivo que recién estaba despertando.

Desde el punto de vista de los temas que estamos discutiendo hoy, hay algunos hechos interesantes. El primero es que se ha demostrado que la UE descansa en el poder de Alemania que se constituyó luego de la anexión de Alemania Oriental y durante 10 años aumentaron la productividad por encima de los salarios convirtiéndose en una potencia exportadora, acuñaron el euro y se ha constituido en el verdadero eje de la UE y la potencia que determina qué país sigue y cuál se va del euro.

En Europa se están reconfigurando relaciones internas de centro-periferia. El centro es Alemania y su socio político-militar, Francia, y la periferia son Irlanda, Portugal, Grecia y en el medio, países como España e Italia, entre uno y otro campo.

Pero al mismo tiempo, con una gran debilidad exterior frente a EE. UU. No nos olvidemos que la capacidad que mantiene este último país para intervenir en los acontecimientos políticos mundiales es abismalmente superior a la del eje franco-alemán y esto se demuestra porque en los momentos críticos de la crisis mundial los grandes capitalistas se refugian en el dólar, los bonos del Tesoro estadounidense o en la City londinense, pero no lo hacen en Alemania, Francia o el euro.

Hay una diferencia cualitativa entre el proceso de construcción de un poder regional a nivel europeo y otro mundial-imperialista asentado, como es el dispositivo que maneja EE. UU.

La crisis europea es el elemento abierto de la crisis mundial y especialmente ahí tenemos que cambiar el foco de análisis y en vez de poner el acento solo en lo que ocurre entre las clases dominantes, tenemos que ver qué está pasando con la resistencia popular.

Europa importa hoy por el rol que están cumpliendo los movimientos sociales que han irrumpido en España y Grecia y su combatividad es la que puede abrir un horizonte progresista a la crisis mundial actual, algo que no se observa en otras partes del mundo.

 

Evitemos un análisis oportunista del impacto de la crisis sobre Argentina

 

MH: Se nos termina el programa y no quería dejar de preguntarte, aunque sea brevemente, sobre la economía argentina. Ayer me enviaste un artículo sobre la situación nacional y la pregunta sería ¿se nos cayó el mundo encima?

CK: No. Tenemos que evitar un análisis oportunista del impacto de la crisis global sobre Argentina y decir un día que se nos cae el mundo encima y adelantamos las elecciones con ese pretexto y al otro día que tenemos un sistema económico blindado frente al mundo por la fortaleza del modelo.

El efecto es muy contradictorio porque efectivamente el impacto de la crisis sobre Brasil afecta nuestras exportaciones industriales y el nivel de empleo, pero los acontecimientos europeos no tienen incidencia sobre la economía nacional y el relativo aislamiento del sistema financiero argentino del quebranto mundial hace que los vaivenes de las Bolsas y los quebrantos de los bancos europeos no nos afecten directamente.

Además, y ahí viene el elemento clave, el precio de la soja, nuestra principal exportación, está en un récord impensado, por encima de los U$S 600 la tonelada y si siguen los problemas climáticos en EE. UU. y la especulación con las materias primas, la mejora en los términos de intercambio permitirá una afluencia de dólares muy importante al país.

Los elementos de desequilibrio que enfrenta el modelo actual los sitúo especialmente en la inflación, la salida de capitales y el déficit fiscal y obedecen a grietas por desequilibrios anteriores que viene acumulando el modelo económico neodesarrollista que está implementando el gobierno.

Son desequilibrios que no tienen el alcance de la crisis de 2001, que ni siquiera pueden tener el impacto del parate de 2009, pero que estructuralmente están afectando la posibilidad que tiene el pueblo argentino de mejorar su nivel de vida y reducir la desigualdad. Es un modelo que no está modificando la dependencia del monocultivo de soja, que no permite una reindustrialización consistente, que continúa atado a actividades extractivas como la megaminería, que no resuelve los problemas estructurales del transporte, que ha generado un desequilibrio de largo plazo por la pérdida del autoabastecimiento energético y que no hace una reforma impositiva indispensable para reducir los niveles de desigualdad y permitir que los trabajadores informales cuenten con la protección social que requieren.

El trabajo que envié ayer -“Contrasentidos del neodesarrollismo”-, intenta este diagnóstico general de en qué punto se encuentran los problemas de la economía argentina.

MH: Tengo entendido que el próximo 7 de setiembre se entregará el Premio al Pensamiento Crítico Libertador Simón Bolívar, ¿vas a viajar a Caracas?

CK: Me tienen que confirmar la fecha, Renán conoce bien el tema porque él estuvo como ganador, que la entrega es un acontecimiento importante que cuenta con la presencia del presidente Hugo Chávez. Hay una exposición del primer premiado y luego una serie de actividades culturales de todos quienes recibimos menciones honoríficas.

MH: Te comprometo al aire para que al regreso contemos nuevamente con tu participación en FM La Boca y traernos noticias frescas de Venezuela a pocos días de sus elecciones presidenciales.

CK: Será un gusto. Las encuestas confirman el triunfo de Chávez. Hay un hecho interesante respecto de su enfermedad que no le impidió tener en estos momentos una participación activa en la campaña electoral. Creo que Venezuela será nuevamente uno de los epicentros claves para el futuro político latinoamericano.

MH: Te despide Renán Vega Cantor.

RVC: Nuevamente felicitaciones por el premio y realmente creo que sus contribuciones al pensamiento latinoamericano y mundial son muy importantes. Quiero decirle que uno de los hechos más emocionantes de la entrega del “Simón Bolívar” es que asisten 2000/3000 personas de origen popular y los libros ganadores son editados para entregarlos gratuitamente a los asistentes, lo cual a uno lo reconforta bastante.

CK: Esta combinación entre una selección intelectual rigurosa y al mismo tiempo una difusión popular importante de los textos me parece interesante y muestra un camino de fusión del pensamiento con la práctica popular. Hasta luego.

MH: Renán, ¿qué te dejó a vos haber ganado el premio mayor? ¿En qué año fue?

RVC: En 2007, pero como lo entregan al año siguiente, lo recibí en 2008. Realmente para mí fue un reconocimiento muy significativo fuera del país de una investigación independiente y me ha servido para seguir investigando y escribiendo sobre tópicos muy importantes relacionados con distintos problemas pero, sobre todo, en relación a la realidad colombiana.

Estoy muy interesado en que se conozca a nivel mundial la crítica situación de mi país, que va mucho más allá de la propaganda oficial y, sobre todo, por los luchadores sociales, los dirigentes populares, los defensores de los Derechos Humanos que todos los días son acosados y también asesinados y desaparecidos en un río de sangre que nunca parece terminar y se prolonga por más de medio siglo.

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¿ Nuevo orden mundial ?

«…El ambicioso proyecto estadounidense de Nuevo Orden Mundial, está estrellándose contra las nuevas realidades geopolíticas»

por Imad Fawzi Shueibi
 
                                        Interesante y documentado artículo del filosófo y geopolítico del Centro de Estudios Estratégicos de Damasco, Siria.

La lenta formación de un orden internacional

Si bien la expresión «orden mundial» es de reciente aparición en el discurso político, la idea misma de instaurar un orden mundial, o internacional, data ya del siglo XVII y fue tema de discusión cada vez que se presentaba una posibilidad de organizar la paz y de darle un carácter permanente.

Ya en 1603, el rey francés Enrique IV daba a su ministro, el duque de Sully, la tarea de elaborar un primer proyecto. El objetivo era la constitución de una república cristiana que incluyera a todos los pueblos de Europa. Dicha república debía garantizar la preservación de las nacionalidades y cultos y encargarse de resolver los problemas entre esos componentes.

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Maximilien de Bethune, Duque de Sully (1559-1641) y el castillo de Chateau-de-Sully-sur-Loira en la actualidad en Francia.

Aquel Gran Empeño incluía una redefinición de las fronteras de los Estados como medio de equilibrar el poderío de los mismos y la creación de una Confederación Europea de 15 miembros, con un Consejo supranacional que debía disponer de poder de arbitraje y de un ejército capaz de garantizar la defensa de la Confederación contra los turcos.

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El asesinato de Enrique IV interrumpió aquel sueño, que no resurgió ya hasta el final de las guerras desatadas por Luis XIV. El abate Saint-Pierre dio a conocer por entonces suProjet pour rendre la paix perpétuelle entre les souverains chrétiens[En español, “Proyecto para perpetuar la paz entre los soberanos cristianos”. Nota del Traductor.].

Aquel plan, que fue presentado al Congreso de Utrecht (en 1713), consistía en adoptar íntegramente todas las decisiones tomadas en aquel encuentro como base definitiva para el trazado de las fronteras entre los países beligerantes y en la creación de una liga de las naciones europeas (una federación internacional) que se encargaría de prevenir los conflictos.

Independientemente de la mencionada utopía, lo más importante de aquella época fue, por supuesto, los Tratados que hicieron posible la Paz de Westfalia, firmados en 1648, al cabo de una guerra de 30 años, guerra que se libró bajo estandartes religiosos, dando lugar a una gran acumulación de odio, y en la que pereció el 40% de la población.

Las negociaciones se prologaron durante 4 años (de 1644 a 1648) y finalmente concretaron una igualdad entre todas las partes beligerantes, ya fuesen católicos o protestantes, monárquicos o republicanos.

Los Tratados de Westfalia establecieron 4 principios fundamentales:
- 1. La soberanía absoluta del Estado-Nación y el derecho fundamental a la autodeterminación política.
- 2. La igualdad entre los Estados-Naciones en el plano jurídico. En virtud de ese principio, el más pequeño de los Estados se considera igual al más grande, independientemente de su fuerza o su debilidad, de su riqueza o su pobreza.
- 3. El respeto de los tratados y la aparición de un derecho internacional de obligatorio cumplimiento [O sea vinculante. NdT.].
- 4. La no injerencia en los asuntos internos de los demás Estados.

Cierto es que esos principios generales no garantizan una soberanía absoluta, que en realidad nunca ha existido. En todo caso, se trataba de principios que deslegitimaban todo acto susceptible de abolir dicha soberanía.

Todos los filósofos vinculados a la política respaldaron esos proyectos. Rousseau exhortó vehementemente a la formación de un Estado único de carácter contractual que debía reunir a todos los países de Europa. En 1875, Kant publicó Para la paz perpetua. La paz es para Kant una construcción jurídica que exige el establecimiento de una ley general aplicable a todos los Estados. El utilitarista inglés Bentham condenó la diplomacia secreta por tratarse de un procedimiento que se separa del derecho. También llamó a la creación de una opinión pública internacional capaz de obligar a los gobiernos a someterse a las resoluciones internacionales y al arbitraje.

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Firma de uno de los Tratados de Westfalia

La creación de las instituciones reguladoras internacionales

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Clemente-Wenceslao de Metternich (1773-1859)

La idea de un orden internacional fue progresando constantemente, basada siempre en las reglas de la soberanía consagradas en los Tratados de Westfalia. Dio lugar al surgimiento de la Santa Alianza, propuesta en 1815 por el Zar Alejandro I, y al proyecto deConcertación europeaque propuso, ya en el siglo XIX, el canciller austriaco Metternich como medio de prevenir «la revolución» que en el lenguaje racional político no significa otra cosa que el caos.

Fue a partir de aquel momento que los Estados comenzaron a celebrar cumbres para dirimir problemas sin recurrir a la guerra, privilegiando el arbitraje y la diplomacia.

Fue con ese objetivo que se fundó la Sociedad de Naciones (SDN), al término de la Primera Guerra Mundial. Pero la SDN no fue más que la expresión de la correlación de fuerzas de aquel momento, al servicio de las potencias que habían salido victoriosas de aquella guerra. Sus valores morales eran por lo tanto muy relativos. Fue así como, a pesar de que su supuesto objetivo era resolver los diferendos entre naciones a través del arbitraje y sin recurrir a la guerra, la SDN se declaró competente para supervisar política, económica y administrativamente a los pueblos subdesarrollados o colonizados hasta que estos últimos lograran su autodeterminación, lo cual condujo naturalmente a la legitimación de los mandatos. Al adoptar esa posición, la Sociedad de Naciones encarnó la realidad colonialista.

El carácter artificial de aquella organización quedó demostrado cuando fue incapaz de enfrentar graves acontecimientos internacionales, como la conquista de Manchuria por parte de Japón, la conquista de Abisinia (la actual Etiopía) por parte de Italia y la anexión de la isla griega de Corfú, también por parte de Italia.

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La Sociedad de Naciones durante una reunión en Ginebra

Aunque el presidente estadounidense Woodrow Wilson había promovido la idea de León Bourgeois que dio lugar al nacimiento de la SDN, Washington nunca fue miembro de esa organización. Ante las acusaciones de las demás naciones, Japón y Alemania se retiraron de ella, lo cual privó a la SDN de todo valor real.

La ONU, sucesora de la SDN, fue por su parte el reflejo de la Carta del Atlántico, firmada por Estados Unidos y Gran Bretaña el 4 de agosto de 1941, y de la declaración de Moscú, adoptada por los Aliados el 30 de octubre de 1943, anunciando la creación de «una organización general basada en el principio de la igualdad de todos los Estados pacíficos en materia de soberanía». El proyecto se desarrolló durante la Conferencia de Dumbarton Oaks, celebrada en Washington desde el 21 de agosto hasta el 7 de octubre de 1944.

Los principios de la Carta del Atlántico fueron a su vez aprobados en la Conferencia de Yalta (del 4 al 12 de febrero de 1945), antes de su consagración final en la Conferencia de San Francisco (los días 25 y 26 de junio de 1945).

La ideología mundialista se vio entonces encarnada en la ONU, organización que, desde su creación, ha pretendido establecer un sistema de seguridad colectiva para todos, incluyendo a los Estados que no pertenecen a ella. En realidad, la ONU no es una sociedad contractual entre iguales –como tampoco lo fue la SDN– sino el reflejo de la correlación de fuerzas del momento, a favor de los vencedores del momento.

Aún así, el mundo entero se sometió a aquella voluntad.

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El Consejo de Seguridad de la ONU

Esta organización, supuestamente mundial, no era en la práctica otra cosa que la expresión de la voluntad de dominación de las potencias victoriosas, en detrimento de la voluntad –ignorada– de los pueblos.

Esta realidad geopolítica se confirmó en el momento de la creación del Consejo de Seguridad de la ONU al que pertenecen, con la categoría de miembros permanentes, las cinco grandes potencias (las potencias vencedoras) y otros miembros no permanentes electos en función de criterios geográficos, que implican una subrepresentación de África y Asia.

La ineficacia de ese sistema se hizo patente durante la guerra fría. El conflicto entre las dos grandes potencias afectó a las pequeñas, que tuvieron que soportar todas las consecuencias de dicho conflicto, tanto en el plano local como a escala regional.

Esta estructuración de los papeles de las partes se reflejaba abiertamente en el funcionamiento de la ONU, tanto en lo tocante a los pedidos de adhesión como en el tratamiento de los conflictos, como pudo comprobarse en los casos de Palestina y de Corea, en la nacionalización del petróleo iraní, en la crisis del canal de Suez, en las ocupaciones israelíes, en Líbano, etc.

Al crearse la ONU se proclamó «la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional». Pero el sistema del veto ha privado a las demás naciones del derecho a ser actores en condiciones de igualdad.

En definitiva, las instituciones internacionales han sido siempre un reflejo del equilibrio entre las potencias, lo cual está muy lejos de toda idea de justicia en el sentido filosófico o moral.

El Consejo de Seguridad de la ONU es en realidad undirectorio mundial (continuador del que había instalado Matternich), que reserva exclusivamente a los Aliados, vencedores en la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de imponer resoluciones, en vez de poner ese derecho en manos de quienes trabajan a favor de la paz.

Después de la desaparición de la Unión Soviética era crucial haber cambiado el sistema internacional.

Estados Unidos rediseña las relaciones internacionales

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Leo Strauss (1899-1973)

Fue en ese momento que los discípulos de Leo Strauss triunfaron en Estados Unidos, con ayuda de los periodistas neoconservadores. Según ellos, la sociedad se divide en tres castas: los sabios, los señores y el pueblo. Los sabios son los únicos que conocen la verdad, de la cual sólo revelan una parte a los políticos (los señores), mientras que el pueblo tiene que someterse a sus decisiones. Los discípulos de Leo Strauss han seguido promoviendo sus ideas y llamando constantemente a la abrogación de los Tratados de Westfalia, lo cual implica el abandono del respeto de la soberanía de los Estados y la anulación del principio de no injerencia en sus asuntos internos. Para lograr imponer la hegemonía occidental han inventado un «derecho de injerencia humanitaria» y una «responsabilidad de proteger» que supuestamente tendrían los sabios, cuya ejecución estaría en manos de los señores y que habría que imponer a los pueblos. En lo que constituye una revisión del vocabulario de la Segunda Guerra Mundial, han llamado también a reemplazar la «resistencia» por la negociación.

En 1999, los llamados de los neoconservadores encontraron eco en varios países occidentales, principalmente en el Reino Unido y Francia. Tony Blair presentó el ataque de la OTAN contra Kosovo como la primera guerra humanitaria de la historia. En un discurso pronunciado en Chicago, Blair afirmó que el Reino Unido no estaba tratando de defender sus intereses sino que estaba promoviendo valores universales. Tanto Henry Kissinger como Javier Solana (por entonces secretario general de la OTAN y no de la Unión Europea) saludaron calurosamente aquella declaración de Blair. Poco después, la ONU nombraba a Bernard Kouchner como administrador de Kosovo.

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Tony Blair formula su doctrina (Chicago, 22 de abril de 2009)

No hay diferencia notable entre la teoría de los straussianos y la de los nazis. En Mein Kampf, Hitler ya arremetía contra el principio de soberanía de los Estados, consagrado en los Tratados de Westfalia.

Esta visión del mundo se ha impuesto ya en el plano económico con el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Desde su creación misma, esas instituciones se empeñaron en inmiscuirse en las políticas económicas, presupuestarias y financieras de los Estados, sobre todo de los más pobres y vulnerables. Algunos Estados árabes han sufrido las consecuencias de sus consejos en materia de liberalización económica, de privatización del sector público, de venta de los recursos naturales a precios irrisorios.

Washington estuvo indeciso sobre la conducta a seguir después de la desaparición de la URSS. Estados Unidos reafirmó poco a poco su categoría como única superpotencia, incluso como «hiperpotencia» según la expresión del francés Hubert Vedrine. Desde entonces, Estados Unidos ha considerado obsoleto el sistema de la ONU heredado de la Segunda Guerra mundial. Pero no se ha limitado a desinteresarse de la ONU sino que incluso ignora sus obligaciones financieras para con esa organización, no ratificó el Protocolo de Kioto, se negó a aceptar el Tribunal Penal Internacional y ha humillado a la UNESCO en varias ocasiones.

Los conceptos surgidos de la Segunda Guerra Mundial fueron barridos por los atentados del 11 de septiembre de 2001. La Estrategia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de América, publicada por el presidente George W. Bush el 20 de septiembre de 2002, proclama un nuevo derecho: «la acción militar preventiva contra los Estados renegados».

La estrategia estadounidense incluye un radical giro conceptual.
- La noción de resistencia, surgida de la resistencia francesa contra la ocupación nazi, se ve deslegitimada para favorecer una exigencia de solución de los conflictos a través de la negociación, sin que se tengan en cuenta los derechos inalienables de las partes. Al mismo tiempo, la noción de terrorismo –que nunca ha llegado a definirse en derecho internacional– ha sido utilizada para deslegitimar a todo grupo armado en conflicto con un Estado, sin tener en cuenta las causas de ese conflicto.
- Abrogando las leyes de la guerra, Washington volvió a poner de moda los «asesinatos selectivos», práctica que había abandonado después de la guerra de Vietnam pero que Israel ya estaba aplicando desde hace más de una década. Según los juristas de Washington, los «asesinatos selectivos» no son propiamente «asesinatos» sino «homicidios en defensa propia», a pesar de que no existe en esos casos ni necesidad de protegerse, ni concomitancia entre la amenaza y la reacción, ni una justa proporción entre la respuesta y la supuesta amenaza.
- La injerencia humanitaria y la responsabilidad de proteger se ponen por encima de la soberanía de los Estados.
- Y, finalmente, aparece la noción de Estados renegados.

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Bernard Lewis (1916 – )

Los 4 criterios utilizados para definir a los llamados Estados renegados caen ampliamente en el terreno de la suposición, esencialmente en cuanto a las intenciones de esos Estados:
- Sus dirigentes oprimen a la población y saquean sus bienes.
- No respetan las leyes internacionales y constituyen una amenaza permanente para sus vecinos.
- Apoyan el terrorismo.
- Odian a Estados Unidos y los principios democráticos de ese país.

Diez años después de la desaparición de la URSS, Estados Unidos emprende su rediseño de las relaciones internacionales. En lo tocante al Medio Oriente, el filosofo neoconservador Bernard Lewis y su discípulo Fuad Ajami enuncian los principales objetivos: acabar con el nacionalismo árabe golpeando a los regímenes tiránicos que cimentaron el mosaico tribal, confesional y religioso. La destrucción y el desmembramiento de los Estados de esta región conducirán al «Caos constructor», una situación incontrolable en la que desaparece toda forma de cohesión social y el hombre vuelve a su estado primitivo. Esas sociedades volverán así a una etapa prenacional, por no decir prehistórica, que dará lugar al surgimiento de micro Estados étnicamente homogéneos y fatalmente dependiente de Estados Unidos. Uno de los líderes straussianos, Richard Perle, afirmaba que después de las guerras en Irak y Líbano vendrían otras, en Siria y en Arabia Saudita, que acabarían en una apoteosis en Egipto.

Tres etapas

En todo caso, la construcción de este Nuevo Orden Mundial ha pasado por varias etapas.

1. De 1991 a 2002 se produce una etapa de indecisión. Washington no se decide a reafirmarse como única superpotencia y a decidir unilateralmente el destino del mundo. Aunque duró más de un decenio, esta etapa no es más que un breve momento a escala histórica.

2. Desde 2003 hasta 2006, Washington trata de aplicar a toda costa la teoría del «Caos constructor» para extender así su propia hegemonía. Desató así dos guerras: una en Irak, donde usó sus propias tropas, y otra en Líbano, a través de un contratista. La derrota israelí de 2006 interrumpió temporalmente el proyecto estadounidense. Rusia y China recurrieron entonces por 2 veces a su derecho de veto (sobre Myanmar y Zimbabue) como para confirmar tímidamente que estaban de regreso en la escena internacional.

3. En el periodo que va de 2006 al momento actual, el sistema unipolar cedió espacio a un mundo no polar. Se dispersó el poderío. China, la Unión Europea, la India, Rusia y Estados Unidos representan a más de la mitad de los habitantes del planeta, poseen el 75% del PIB mundial y efectúan el 80% de los gastos militares. Este estado de cosas justifica, en cierta medida, un funcionamiento multipolar debido a la competencia que se desarrolla entre estos polos.

La nebulosa de un mundo no polar

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Lo más importante es que esas potencias se ven ante desafíos que vienen tanto de arriba (las organizaciones regionales y mundiales) como de abajo (de las milicias, las ONGs y las transnacionales). El poderío está presente, al mismo tiempo, en todas partes y en ningún sitio, en varias manos y en varios lugares.

Además de las seis grandes potencias mundiales existe una gran cantidad de potencias regionales. En Latinoamérica se puede mencionar los casos de Brasil, más o menos de Argentina, de Chile, México y Venezuela. En África, se pueden mencionar Nigeria, Sudáfrica y Egipto. En el Medio Oriente tenemos a Irán, Israel y Arabia Saudita. También están los casos de Pakistán, en el sudeste de Asia; y los de Australia, Indonesia y Corea del Sur, en el Asia oriental y en el oeste del Pacífico.

Numerosas organizaciones intergubernamentales aparecen también en ese listado de fuerzas: el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la propia ONU, y organizaciones regionales como la Unión Africana, la Liga Árabe, la ASEAN, la Unión Europea, el ALBA, etc. Y no podemos olvidar la existencia de clubes como la OPEP (la Organización de Países Exportadores de Petróleo).

Hay agregar también a ese listado ciertos Estados que a su vez son parte de Estados-Naciones, como el Estado de California, en Estados Unidos, y el de Uttar Pradesh [el Estado más poblado de la India] e incluso ciudades como Nueva York y Shanghai.

También están las empresas transnacionales, sobre todo las vinculadas a sectores como la energía y las finanzas; medios de difusión de alcance global como Al-Jazeera, la BBC y CNN; milicias como el Hezbollah,, el Ejército del Mehdi o los talibanes. A todo lo anterior tenemos que agregar aún partidos políticos, movimientos e instituciones religiosas, organizaciones terroristas, cárteles de drogas, ONGs y fundaciones. La lista es interminable.

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World Economic Forum (Davos)

Pero la principal concentración de poderío se mantiene en Estados Unidos. Los gastos militares de ese país están estimados en más de 500 000 millones de dólares. Esa cifra puede elevarse en realidad a 700 000 millones si tenemos en cuenta el costo de las operaciones que actualmente se desarrollan en Irak y Afganistán. Con un PIB anual estimado en 14 trillones de dólares, Estados Unidos está considerado como la primera economía del mundo.

Sin embargo, la realidad del poderío estadounidense no puede ocultar la decadencia de Estados Unidos, tanto en valor absoluto como en relación con los demás Estados. Como ha señalado el presidente del Council on Foreign Relations, Richard Haass, el progreso de países como China, Rusia, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos es del orden de un trillón al año. Eso se debe, claro está, al mercado de la energía. Dada la explosión de la demanda de energía de parte de China y de la India, esa cifra está llamada a seguir creciendo. La debilidad del dólar ante la libra esterlina y el euro no sólo provocará la depreciación de la moneda estadounidense ante las divisas asiáticas sino también una posible transformación del mercado del petróleo, que adoptará el pago a través de diferentes divisas, o quizás en euros.

Y cuando el dólar estadounidense deje de ser la moneda de la compra-venta petrolera, la economía de Estados Unidos se volverá vulnerable a la inflación y las crisis monetarias.

Dos mecanismos fundamentales han sostenido el mundo no polar:
- Numerosos flujos financieros se han abierto paso fuera de las vías legales y a espaldas de los gobiernos, lo cual tiende a demostrar que la globalización debilita la influencia de las principales potencias.
- Los Estados petroleros han utilizado ampliamente esos flujos para financiar en secreto actores no estatales.

Por consiguiente, en un sistema no polar, el hecho de ser el Estado más poderoso del mundo no garantiza el monopolio de la fuerza. Todo tipo de grupos, e incluso de individuos, pueden acumular influencia.

Según el profesor Hedley Bull, las relaciones internacionales han sido siempre una mezcla de orden y caos. Si seguimos la lógica de su teoría, el sistema no polar tiende a volverse cada vez más complejo. Y eso es lo que ha sucedido.

En 2011, la exacerbación de las tensiones alrededor de Libia demostró que el sistema no polar había dejado de ser viable. Aparecieron entonces dos orientaciones que competían entre sí.

La primera es estadounidense. Su objetivo es la construcción de un Nuevo Orden Mundial que corresponda a la estrategia de Washington. Ello supone abolir la soberanía de los países, reconocida desde la época de los Tratados de Westfalia, y reemplazarla por la injerencia humanitaria, a la vez como legitimación retórica y como caballo de Troya del American Way of Life.

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Brasil + Rusia + India + China = BRIC

La segunda, respaldada por la Organización de Cooperación de Shanghai y los países del BRICS, es chino-rusa. Reclama la preservación de los principios de los Tratados de Westfalia, sin proponer por ello un retroceso. Su objetivo es instaurar una nueva regla del juego, algo basado alrededor de dos núcleos alrededor de los cuales existen cierto número de polos.

Resulta evidente que el control de los recursos, sobre todo de las energías renovables, constituye el paso ideal hacia la creación de un nuevo sistema, cuya aparición se mantiene bloqueada desde 1991.

También está claro que el control del gas y de las vías de transporte constituye el centro del conflicto que hoy se desarrolla en Siria. Es indudable que la polarización de las potencias sobre ese tema sobrepasa en importancia las supuestas causas internas así como la cuestión del acceso a las aguas cálidas o la importancia logística de la base naval de Tartus.

El imperativo energético

La batalla de la energía era el gran negocio de Dick Cheney. La dirigió desde el año 2000 hasta 2008, en claro enfrentamiento con China y Rusia. Es la misma política que se ha seguido aplicando bajo la dirección del propio Barack Obama.

Para Cheney, la demanda de energía aumenta más rápido que la oferta, conduciendo a fin de cuentas a una situación de escasez. La preservación de la dominación estadounidense exige, por lo tanto, en primer lugar el control de las reservas aún existentes de petróleo y gas. Además, y de manera más general, si bien las actuales relaciones internacionales están estructuradas en función de la geopolítica del petróleo, lo que realimente determina el ascenso o la caída de un Estado es el aprovisionamiento. Estos razonamientos sirven de base al plan de 4 puntos de Cheney:
- Estimular, a cualquier precio, toda producción local a través de vasallos como medio de reducir la dependencia estadounidense de cualquier proveedor que no sea su amigo, para ampliar así la libertad de acción de Washington.
- Controlar las exportaciones de petróleo desde los Estados árabes del Golfo, no para acapararlas sino para usarlas como medio de presión sobre los clientes y sobre los demás proveedores.
- Controlar las vías marítimas en Asia, o sea el aprovisionamiento de China y Japón no sólo en petróleo sino también en materias primas.
- Estimular la diversificación de las fuentes de energía utilizadas en Europa para reducir la dependencia de los europeos en relación con el gas ruso y limitar la influencia política que esa dependencia puede proporciona a Moscú.

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Dick Cheney (1941 – )

Así que los estadounidenses se han fijado como principal objetivo su propia independencia energética. Ese era el sentido de la política que Dick Cheney elaboró, en mayo de 2001, al cabo de profundas consultas con los gigantes de la energía. Esa política exige una diversificación de las fuentes: petróleo local, gas domestico y carbón, producción de electricidad con energía hidráulica y con energía nuclear. Exige además un fortalecimiento de los intercambios con sus amigos del hemisferio occidental, sobre todo con Brasil, Canadá y México.

El objetivo secundario es el control del flujo de petróleo en el golfo árabe. Fue esa la principal causa de la operación Desert Storm (en 1991)) y de la posterior invasión de Irak (en 2003).

El plan Cheney se concentró en el control de las vías marítimas: el estrecho de Ormuz (por donde transita un 35% del comercio mundial del petróleo) y el estrecho de Malaca. En este momento, esas vías marítimas siguen siendo esenciales para la supervivencia económica de China, Japón, Corea del Norte e incluso para Taiwán. Ambos corredores permiten el envío de recursos energéticos y materias primas hacia los centros industriales asiáticos y la posterior exportación de los productos manufacturados hacia los mercados mundiales. Al tenerlos bajo su control, Washington garantiza simultáneamente la lealtad de sus principales aliados asiáticos y restringe el creciente poderío de China.

La aplicación de esos objetivos geopolíticos tradicionales llevó a Estados Unidos a reforzar su presencia naval en la zona Asia-Pacífico y a crear una trama de alianzas militares entre Japón, la India y Australia. También con vistas a obstaculizar el progreso de China.

Washington siempre ha considerado a Rusia como un competidor geopolítico. Ha aprovechado cada oportunidad que se ha presentado para reducir el poderío e influencia de Rusia y ve con especial temor la creciente dependencia de Europa occidental del gas natural ruso, dependencia que puede limitar la capacidad de oposición de los países de esa región ante los movimientos rusos en el este de Europa y en el Cáucaso.

Como alternativa, Washington ha empujado a los europeos a aprovisionarse en la cuenca del Mar Caspio, construyendo para ello nuevos gasoductos a través de Georgia y Turquía. Se trataba de evitar el paso por Rusia, con ayuda de Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán, rehuyendo el uso de los gasoductos de Gazprom. Así aparece la idea del gasoducto Nabucco.

Para reforzar la independencia energética de su país, Barack Obama se convirtió de pronto en nacionalista autárcico [Defensor de la autosuficiencia. NdT.]. Estimuló la explotación del petróleo y del gas en el hemisferio occidental, sin importar los peligros que encierran las perforaciones en zonas ecológicamente frágiles, como las aguas frente a las costas de Alaska o en el Golfo de México, ni las posibles consecuencias de las técnicas utilizadas para la producción de energía, como el craqueo del agua [También llamado “separación del agua”, este proceso divide el agua en sus componentes, oxígeno e hidrógeno, y se considera como una posibilidad para la obtención de hidrógeno barato. NdT.].

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En su discurso sobre el Estado de la Nación correspondiente a 2012, el presidente Obama declaró con orgullo: «En los 3 últimos años hemos abierto millones de acres de tierra a la prospección en busca de petróleo y gas. Esta tarde he pedido a la administración que abra más del 75% de los recursos petroleros y gasíferos off shore. Ahora, en este momento, la producción estadounidense de petróleo es la más alta de los últimos 8 años. Así es. Desde hace 8 años. Y eso no es todo. El año pasado nuestra dependencia del petróleo extranjero disminuyó y llegó a su nivel más bajo en 16 años.» [1]

Obama mencionó, con particular entusiasmo, la extracción de gas natural por craqueo de esquistos bituminosos: «Tenemos reservas de gas natural que protegen a América por un centenar de años.» [2]

En marzo de 2011, Washington incrementó sus importaciones de Brasil para no seguir recurriendo al petróleo del Medio Oriente.

En realidad, Washington nunca ha dejado de garantizar el control estadounidense sobre las vías marítimas vitales que se extienden desde el estrecho de Ormuz hasta el Mar de la China Meridional, ni de establecer una red de bases y de alianzas que cercan a China –la potencia mundial emergente– formando un arco que va desde Japón hasta Corea del Sur, Australia, Vietnam y Filipinas, por el sudeste, y la India, por el sudoeste. A todo esto se agrega, como colofón, un acuerdo con Australia para la construcción de una instalación militar en Darwin, en la costa norte del país, cerca del Mar de la China Meridional.

Washington trata además de incluir a la India en una coalición de países de la región hostiles a China para sacar a Nueva Delhi del BRICS, en el marco de una estrategia tendiente a cercar a China que despierta gran inquietud en Pekín.

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Varios estudios han sacado a la luz una repartición inesperada de las reservas mundiales de gas. Rusia aparece a la cabeza con los 643 trillones de pies cúbicos de la Siberia occidental. En segundo lugar aparece Arabia Saudita, incluyendo el yacimiento de Ghawar, con 426 trillones de pies cúbicos. Viene en tercer lugar el Mediterráneo, con 345 trillones de pies cúbicos de gas, a los que hay que agregar 5 900 millones de barriles de gas líquido y 1 700 millones de barriles de petróleo.

En el caso del Mediterráneo, la parte más importante de esa riqueza se halla en Siria. El yacimiento descubierto en Qara puede alcanzar una producción diaria de 400 000 metros cúbicos, lo que convertiría a Siria en el cuarto productor de la región, después de Irán, Irak y Qatar.

El transporte del gas desde el cinturón de Zagros, en Irán, hacia Europa debe pasar por Irak y Siria, lo cual ha venido a trastornar los proyectos estadounidenses y a consolidar los proyectos rusos (South Stream y North Stream). Sin acceso al gas sirio, Washington no tiene otra salida que tratar de garantizar el gas libanés.

Y sigue la guerra…

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Julian Assange, el caso Pinochet y los límites de la democracia británica

«Los tiempos están cambiando, el orden y mando del imperialismo, sea cual fuere su apellido, hoy tiene respuesta. La dignidad también existe. Gracias, Ecuador.»

       por Marcos Roitman de La Jornada
                      Hace 14 años, en 1998, el mundo vivía apaciblemente, según se mire. Las guerras eran las mismas y tenían lugar en la periferia del capitalismo. El campo de batalla por el control de las materias primas se extendía, entraba en juego la privatización de todos los recursos naturales, incluido las fuentes hídricas.El neoliberalismo desregulaba a prisa para facilitar la llegada de las hipotecas basura y dar pingües ganancias al capital financiero.Nos advertían del apagón informático del año 2000 y dábamos la bienvenida al siglo XXI.En lo esencial los sobresaltos fueron pocos, pero de hondo calado. La primera guerra de Irak, las guerra espurias en el territorio de la ex Yugoslavia, la consolidación de los países emergentes y una América Latina sin dictaduras.
              Aún no existía la República Bolivariana de Venezuela y la derecha mundial concentraba sus descalificaciones en Cuba, sin variar el protocolo de la guerra fría. El mapa del siglo XXI aún estaba en ciernes, nada hacía prever el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, percutor del unilateralismo en las relaciones internacionales y las guerras contra el terrorismo internacional.

 

Sin embargo, un hecho, en materia de derechos humanos, haría que la justicia internacional cobrara protagonismo en las postrimerías del siglo XX, la detención en Londres del dictador chileno Augusto Pinochet. Gran Bretaña debía resolver la extradición solicitada por el juez de la Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón, a demanda de la acusación particular y popular encabezada por el abogado Joan Garces. Gobernaba la socialdemocracia de Tony Blair y la tercera vía.

 

El gobierno de su majestad Isabel II, España y Chile sufrieron un shock. Ninguno de los tres estados deseaba que el tirano fuese juzgado por crímenes de lesa humanidad. Como demostración de su rechazo, Chile retiró a su embajador en Madrid y el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar, y su partido boicotearon el caso en los tribunales, realizando lo que se llama en la jerga legal terrorismo judicial.

 

Por su parte, Margaret Thatcher se refirió a Pinochet como el único preso político existente en su país. Las argucias y artimañas para conseguir el objetivo, la libertad del dictador, dieron resultado en el medio plazo. El abogado de Pinochet, a la sazón también defensor de los intereses de Endesa en Chile, Pablo Rodríguez Grez, organizador del grupo paramilitar Patria y Libertad, movimiento que se dedicó a poner bombas y sabotear el gobierno de Salvador Allende, encontró la vía para lograr la libertad del susodicho.

 

En una operación de encaje le hizo llegar al ministro del Interior de la corona, Jack Straw, un resquicio legal que posibilitaba bloquear la decisión judicial. La extradición podía frenarse políticamente si existían causas médicas, cuyo diagnóstico avalase la incapacidad mental del imputado. Straw agradeció el gesto del abogado.

 

En un momento negro para la historia de la justicia internacional permitió que el dictador emprendiera viaje libremente a Santiago de Chile tras pasar 503 días detenido. Ahí se detuvo el reloj de la democracia en Gran Bretaña. Más tarde Blair, junto con Bush hijo, se daría un festín de sangre humana en la segunda guerra del golfo.

 

Hoy la historia se repite con otro caso similar en la esfera del derecho internacional. Inglaterra vuelve a ser el centro de atención. Esta vez se trata de la detención y posterior orden de extradición expedida contra Julian Assange a solicitud del gobierno sueco. Assange es imputado de cometer delitos sexuales.

 

Agotadas las vías de apelación, la sentencia para ser extraditado se confirma. Es el momento cuando Julian Assange pide asilo político en la delegación de Ecuador. El caso no pasaría de ser una anécdota si el imputado no fuese uno de los creadores de Wikileaks. Persona buscada por Estados Unidos como divulgador de secretos de Estado y causante del mayor descrédito de la política exterior estadunidense en su historia contemporánea, no es un violador cualquiera.

 

Aquí los ribetes políticos son claros. Las acusaciones de dos mujeres, cuyo sexo fue consentido, son a todas luces una tapadera. La excusa para privar de libertad a Julian Assange y entregarlo a las autoridades suecas tiene otra finalidad: servirlo en bandeja de plata a Estados Unidos. La triangulación es perfecta.

 

Si con la negativa de extraditar a Pinochet se buscaba la libertad burlando la acción de la justicia, con Assange se trata de remar en sentido contrario, pero con el mismo resultado: hacer imposible que se haga justicia. En ambos casos salta a la palestra el nombre de Baltasar Garzón, antes juez que solicitara la extradición de Pinochet, hoy apartado de la judicatura española, convertido en uno de los abogados de Assange, pide la anulación y puesta en libertad del imputado.

 

Si vemos el caso, Assange tenía escasas probabilidades de evitar el traslado a Estocolmo. Si se trata de una imputación de violación, él mismo señaló que estaría dispuesto a someterse a la justicia sueca, no dudaba de tener un juicio justo, su defensa era de manual. Pero la ingenuidad tiene un límite.

 

Con las cartas marcadas y viendo peligrar su integridad, el fundador de Wikileaks pide asilo político, dando al caso la dimensión política que realmente tiene. Su decisión, una vez resuelta favorablemente la petición de asilo político por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, da la razón a Assange.

 

La violencia inusitada de las autoridades británicas atacando la decisión del presidente Rafael Correa pone en cuestión la flema inglesa y dejan al descubierto la maniobra y el escaso respeto a la soberanía y leyes internacionales de los países imperialistas cuando sus demandas caen en saco roto.

 

Más allá de los exabruptos extemporáneos, la manera de actuar de Gran Bretaña anuncia un empantanamiento, donde destaca la negativa a brindar el salvoconducto que facilite su traslado a Ecuador. El objetivo, dilatar tiempo de estancia de Assange en la legación ecuatoriana. Podrán pasar años, no sería el primer caso en la historia.

 

Víctor Raúl Haya de la Torre pasó cinco años, de 1949 a 1954, en la embajada de Colombia en Lima, pues el gobierno peruano se negó a entregarle el salvoconducto. Seguramente el resultado final, en este caso, no variará. Pero negar el salvoconducto busca impedir la libertad del imputado y, de paso, presionar al Estado que lo concede.

 

Gran Bretaña, considerada cuna de la democracia parlamentaria contemporánea, con esta decisión renuncia a los principios de justicia internacional y retrocede siglos en la doctrina de los derechos humanos, situándose a la cabeza de los estados reaccionarios e imperialistas, cuyas viejas glorias pretende hacer valer por la fuerza.

 

Pero los tiempos cambian, América Latina no es ese continente sumiso y dependiente. Algunos países, no todos, se alzan contra la colonialidad del poder y engalanan su soberanía bajo la bandera de la dignidad. En estas condiciones la lógica del caso Assange hace pensar que no habrá paso atrás por el gobierno ecuatoriano.

 

En sesión plenaria urgente del viernes 17 de agosto, la Asamblea Nacional condenó sin ningún voto en contra, siete abstenciones y 73 votos en favor las amenazas de Gran Bretaña e Irlanda del Norte de pretender irrumpir en su embajada, ya que ello constituiría un atentado contra la soberanía nacional y una violación de los principios del derecho internacional consagrado en la carta de la ONU y la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.

 

Los tiempos están cambiando, el orden y mando del imperialismo, sea cual fuere su apellido, hoy tiene respuesta. La dignidad también existe. Gracias, Ecuador.

 

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El síndrome de Vichy

Pedro Montes. Economista. Socialismo 21.

» No hay que permitir el rescate. Frente a él, declaración de moratoria de las cargas de la deuda. Hay que levantarse contra de esta traición del gobierno, que  condenaría a nuestro país a décadas de estancamiento y destrucción, de  degradación e ignominia. Rebelarse es un deber.»

Seria disparatado y pretencioso explicar la evolución cada día de los mercados de valores, algo que pertenece al mundo  vesánico de las finanzas capitalistas. Los movimientos en las cotizaciones son tan erráticos e impredecibles que a veces cuando se creen encontrar razones para la subida hay caídas en picado y viceversa. En un mismo día  se  registran profundos cambios de tendencia en los índices generales, por no hablar de valores en particular, como a título de ejemplo podría ser Bankia en los últimos tiempos.

Ha ocurrido, sin embargo, que la bolsa española el día 16 agosto ha registrado una importante subida de más de 4%, cuando el resto de los mercados europeos lo ha hecho en torno al 1%. No hay razón evidentemente para este acusado contraste, cuando los datos negativos sobre nuestra economía se acumulan sin cesar y cuando todos los pronósticos auguran tiempos muy difíciles.

A modo de especulación y aviso para la izquierda, bien pudiera estar sucediendo que el gobierno ande negociando los términos del “rescate” de nuestro país y que la burguesía  –banqueros, multinacionales,  especuladores- lo den ya por hecho y vean la operación como la mejor salvaguardia de sus intereses. El rescate significa entregar al país maniatado a los poderes económicos europeos, inerme,  para que impongan al pueblo español los brutales ajustes y recortes que por otro medio no son social y políticamente posibles. No cabe olvidar el caso de Grecia.

Los patriotas de pacotilla deben ver en el rescate la mejor solución a sus problemas, el mejor camino para imponer sus objetivos económicos e ideológicos y la fórmula más paralizante de acabar con la resistencia creciente de los ciudadanos. Como los colaboracionistas franceses ante la invasión hitleriana.

No hay que permitir el rescate. Frente a él, declaración de moratoria de las cargas de la deuda. Hay que levantarse contra de esta traición del gobierno, que  condenaría a nuestro país a décadas de estancamiento y destrucción, de  degradación e ignominia. Rebelarse es un deber.

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Siria es sólo un pretexto

por Thierry Meyssan

La crisis acaparó nuevamente la escena diplomática estas últimas semanas. Un doble veto tuvo lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, la Asamblea General votó una resolución y el enviado especial del secretario general de la ONU presentó su renuncia. Toda esta agitación, contraproducente en el campo diplomático, responde a objetivos que nada tienen que ver con la búsqueda de la paz.

Los occidentales no tenían ninguna razón diplomática que justificara un voto sobre su proyecto de resolución, mientras que los rusos ya habían anunciado de antemano que no aceptarían su adopción. Tampoco tenían razón alguna los occidentales para buscar la adopción de una nueva resolución en la Asamblea General de la ONU, que ya había adoptado una anterior redactada en términos similares. Y, para terminar, Kofi Annan tampoco tenía razones objetivas para dimitir.

Parte de toda esta secuencia es, por demás, ilegal. La Asamblea General no está facultada para debatir sobre los temas que se hallan en manos del Consejo de Seguridad, a no ser cuando «parece existir una amenaza para la paz o un acto de agresión y cuando, debido a la falta de unanimidad entre sus miembros permanentes, el Consejo de Seguridad no puede cumplir con su principal responsabilidad en la preservación de la paz y de la seguridad internacionales», lo cual no sucede en este caso ya que los promotores de la resolución insisten en presentar la crisis siria como un problema de carácter exclusivamente interno.

En todo caso, la Asamblea General de la ONU no mencionó esa facultad (conocida como «Unión para la preservación de la paz»). Los dirigentes occidentales sugirieron, sin embargo, que la Asamblea General disponía de una prerrogativa más importante aún: de un derecho de injerencia humanitaria.

Esto constituye una evidente estafa intelectual. La Carta de la ONU se basa en el respeto de la soberanía de los Estados miembros, mientras que el «derecho de injerencia» (antiguamente denominado «misión civilizadora») es el derecho del más fuerte, al que tantas veces han recurrido las potencias coloniales para conquistar el mundo.

Es desde esa perspectiva que los dirigentes occidentales han venido denunciando constantemente la inacción del Consejo de Seguridad en el caso sirio. Lo cierto es que no ha habido tal inacción sino que el Consejo de Seguridad se halla dividido, como lo han demostrado los tres vetos sucesivos.

Lo que demuestran los hechos es que el Consejo se mantiene activo puesto que incluso ha adoptado ya 3 resoluciones sobre la crisis siria (las resoluciones 2042, 2043 y 2059).Cuando el jurado de un juicio penal no logra ponerse de acuerdo sobre la culpabilidad de un acusado y lo pone en libertad, a nadie se le ocurre decir que el tribunal se mostró impotente sino que se dice, por el contrario, que el tribunal se pronunció.

Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, que es una de las fuentes del derecho internacional, decide rechazar una resolución lo que hay que admitir es que esa instancia se ha pronunciado, independientemente de que estemos satisfechos o no con su decisión.

Kofi Annan explicó su renuncia en los siguientes términos: «la creciente militarización en el terreno y la evidente falta de unidad en el Consejo de Seguridad han cambiado fundamentalmente las circunstancias para el éxito de mi misión». Una declaración totalmente inconcebible. El señor Annan aceptó sus funciones el 23 de febrero.

En aquel momento, el Ejército Árabe Sirio asediaba el Emirato islámico de Baba Amro, donde unos 2 o 3 000 combatientes se habían atrincherado junto a sus instructores occidentales, en momentos en que China y Rusia ya habían recurrido por 2 veces a su derecho de veto. En realidad, ninguno de los actores ha modificado su posición en lo más mínimo.

Lo único que ha cambiado es la correlación de fuerzas en el terreno: una facción de la población siria que apoyaba a los grupos armados está respaldando ahora al ejército nacional de Siria mientras que, después de haber perdido el Emirato islámico de Baba Amro, los Contras no han logrado apoderarse de Damasco, ni de Alepo, y actualmente carecen de santuario. Kofi Annan está desertando del campo de batalla sirio, como ya lo hizo en Chipre, en 2004, cuando su plan de paz para esa isla fue rechazado por un referéndum.

La actitud de Annan indica que el ex secretario general de la ONU veía su misión desde la perspectiva de un derrocamiento del presidente al-Assad mediante el uso de la fuerza y ahora no sabe qué hacer ante el fracaso militar del Ejército «Sirio Libre», respaldado por Occidente.

Evidentemente, la dimisión del enviado especial, aparte de expresar la confusión de este último, también forma parte de la campaña occidental tendiente a criticar una «parálisis de la comunidad internacional» y a atribuir la responsabilidad de dicha situación a Siria, Rusia y China.

Lo anterior revela el verdadero significado de toda esta agitación. A los occidentales no les interesa para nada el bienestar de los sirios: son precisamente los occidentales quienes están armando a los mercenarios que torturan y cometen masacres a gran escala, y no tienen la menor intención de dejar de hacerlo. Su actividad diplomática está orientada única y exclusivamente a poner en tela de juicio la existencia misma del derecho internacional, acusando a rusos y chinos de bloquear el funcionamiento de los órganos de la ONU.

No se equivocó el muy obsequioso Ban Ki-moon. Al abrir el debate sobre Siria en la Asamblea General de la ONU, el secretario general desmintió el análisis presentado en la resolución. Ban Ki-moon no denunció entonces la existencia de un conflicto entre sirios.

Lo que hizo fue deplorar «una guerra a través de intermediarios» cuyos verdaderos contendientes son las grandes potencias, una guerra cuyo objetivo no es precisamente apoderarse de Siria sino el ajuste de una nueva correlación de fuerzas a nivel mundial.

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El euro en el fondo es un sin sentido

«El tratado de Maastricht es la constatación de la derrota de la izquierda europea y del movimiento obrero europeo»

» Lo que yo no veo todavía es una propuesta alternativa de caracter popular-Y  eso es lo que yo creo que viene…»

Entrevista a Manolo Monereo en la revista  «Encrucijadas»

DESCARGA PDF AQUI  EL EURO ES UN SIN SENTIDO

 

 

 

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¿Comunismo en la red?

por Michel Bauwens, creador de la Fundación P2P.
                             «El nuevo modo de producción entre iguales tiene elementos que prefiguran un nuevo sistema productivo, ya que compartir el conocimiento, el código o el diseño sigue esencialmente una lógica similar al comunismo descrito por Marx: cualquiera puede contribuir y cualquiera con acceso a la red puede acceder al recurso.»
La llegada de los bienes comunes.
Bauwens,analiza cómo una nueva forma de producción colaborativa basada en los bienes comunes surge para desafiar el capitalismo.

En cierto momento de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes o -lo que sigue sólo expresa lo mismo en términos legales- con las relaciones de propiedad dentro del marco en el que han operado hasta ese momento.

Desde formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en sus propias cadenas. Es cuando empieza una era de revolución social. Los cambios en los cimientos económicos conducen antes o después a la transformación de toda la inmensa superestructura (Karl Marx, Contribución a la crítica de economía política).

Las palabras nuevas que expresan conceptos nuevos suelen indicar movimientos a otros niveles de la realidad. Cuando leemos acerca de la extensa actividad ‘peer to peer‘ (compartir sin la intervención de una autoridad central) y la difusión del ‘código abierto’ (la reciprocidad de la creatividad), o nos encontramos con conceptos aparentemente paradójicos como ‘produsers’ (usuarios que generan valor mientras trabajan), o conceptos completamente nuevos como ‘phyles’ (redes transnacionales de pequeñas compañías en las que son predominantes los valores de los comunes), deberíamos investigar las innovaciones que el viejo lenguaje no expresa.

Somos testigos del nacimiento de un nuevo ‘protomodo’ de producción basada en formas colaborativas y distribuidas de organización.

Se desarrolla dentro del capitalismo, de la misma manera en que Marx describió cómo las primeras formas del capitalismo comerciante e industrial se desarrollaron dentro del orden feudal. En otras palabras, un cambio de sistema está en la agenda, pero de manera inesperada; es decir, no como una alternativa socialista, sino como una alternativa basada en los comunes.

El capitalismo en la actualidad se enfrenta a límites, especialmente en lo que se refiere a los recursos disponibles, y a pesar del rápido crecimiento de las economías BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), está inmerso en un proceso de descomposición. Se trata de saber si el nuevo ‘protomodo’ puede generar la capacidad institucional y las alianzas capaces de romper el poder político del viejo orden.

Una manera de describir los cambios que tienen lugar es porque se desvían de un contexto donde las ventajas económicas y tecnológicas residen en las economías de gran escala y la producción masiva -que dependen del transporte global barato y la disponibilidad ininterrumpida de combustible fósil- a otro contexto donde las ‘economías de ámbito’ reducen el coste de la infraestructura compartida entre iniciativas de la red, lo que aporta ventajas competitivas.

Estas economías de ámbito permitirán el despliegue de las formas de producción distribuidas entre iguales que han posibilitado las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

La producción distribuida1: ¿Quién tiene el control?

La crisis ecológica y la escasez de recursos hacen que el cambio hacia las economías de ámbito parezcan casi inevitables, bajo dos formas principales: la reciprocidad del conocimiento -el modelo de ‘código abierto’- y la reciprocidad de los recursos físicos, bajo la forma del ‘consumo colaborativo’, con el fin de movilizar los recursos ociosos. Las dos tienen lugar en el contexto mayor de la horizontalidad de la comunicación humana y la creación de valor compartido que ha hecho posible Internet.

Estos dos conceptos implican la necesidad de adaptación entre instituciones centralizadas (tales como corporaciones y Estados) y Bienes Públicos productivos descentralizados e interconectados (tales como fabricantes de software de código abierto y usuarios de redes sociales).

En torno a estas adaptaciones, hay una línea divisoria clara entre los contextos donde el control se confiere firmemente a las compañías y por lo tanto resulta desventajoso para los trabajadores/productores y aquellos en los que la dinámica colectiva es dominante y las instituciones deben acomodarse a las reglas y normas de una comunidad.

En el campo de la producción inmaterial, Facebook y Google son representativas de los modos en que los individuos comparten sus opiniones pero no colaboran entre sí en torno a propósitos comunes. Por regla general, las plataformas de este tipo utilizan modelos comerciales que no devuelven el valor a los usuarios que en realidad lo han creado.

La producción entre iguales y basada en los comunes nace, en cambio, como un ‘protomodo’ de producción en el que los Bienes Públicosproductivos o ‘produsers’ crean valor en la innovación compartida, sea este valor conocimiento, código o diseño. Ocurre donde la gente puede conectarse horizontalmente y sin permiso para crear juntos valor común.

Tiene un potencial enorme como apalancamiento para transformar lo que es ahora un ‘protomodo’ de producción en un modo real de producción que sea beneficioso para los trabajadores y los ‘commoners’ [usuarios de los comunes]. Para conseguir esto, se necesita romper estratégica y tácticamente con el capitalismo, aunque no necesariamente con las formas de mercado.

¿Cómo funciona la producción entre iguales basada en los bienes comunes?

Teniendo en cuenta la práctica dentro del campo de la producción inmaterial, el nuevo sistema funciona de la siguiente manera:

Los colaboradores son voluntarios o empleados retribuidos que trabajan en empresas colaboradoras. La infraestructura de la cooperación se mantiene a menudo mediante un nuevo tipo de asociación ‘con ánimo de lucro’ como la Fundación Wikimedia que supervisa Wikipedia o lo que se denominan Fundaciones FLOSS (Software libre de código abierto), como la Fundación Apache que proporciona apoyo legal, financiero y organizativo para el software que impulsa gran parte de la red.

Estas fundaciones no están al mando ni controlan la mano de obra productiva, sino que hacen posible su nacimiento y la asignación social de los recursos disponibles por parte de los productores asociados. En torno a estos comunes, presenciamos el nacimiento de coaliciones emprendedoras que crean valor de mercado ‘además de los comunes’.

Un ejemplo es el proveedor de código abierto Red Hat que distribuye y da soporte a una versión comercial del sistema operativo libre Linux.Su papel dentro del bucle de retroalimentación de la creación de valor consiste en posibilitar la reproducción social individual de loscommoners y con frecuencia sustentar las asociaciones con ánimo de lucro que actúan como amortiguador entre la comunidad de productores entre iguales y los empresarios.

Esta modalidad emergente tiende a sobrepasar en cooperación y competitividad a los modos clásicos de producción capitalista. Esto es debido a su alto potencial de innovación (no susceptible de privatización), a la capacidad de un desarrollo paralelo distribuido a escala global -sin la intervención de burocracias costosas de control (igual que Wikipedia, donde cualquier colaborador con las habilidades necesarias puede trabajar en un módulo independientemente)- y a los costos mucho menores de producción derivados de las estructuras de precio libres de los derechos de propiedad intelectual.

Donde tienen lugar estas nuevas formas -en la generación del conocimiento, en la producción de software libre y ahora en la producción física emergente- tienden a desplazar los modos propietarios y basados en la propiedad intelectual.

Un estudio realizado por la Computer and Communications Industry Association indica que la economía estadounidense de ‘uso razonable’, basada en el conocimiento compartido y de ‘copyright equilibrado’ ya da empleo a 17,5 millones de personas y constituyó en 2007 una sexta parte del PIB.

¿Se trata de reemplazar el capitalismo?

Igual que con los modos ‘protocapitalistas’ bajo el feudalismo, las nuevas formas de hoy conviven con la modalidad dominante e incluso pueden al principio fortalecerla. En la producción entre iguales, los colaboradores pueden trabajar individualmente para el capital; pero al mismo tiempo el papel de los comunes y la comunidad, junto con su lógica no capitalista y cooperativa explícita, es un aspecto central de la nueva organización de la producción.

Los productores entre iguales son trabajadores del conocimiento y una parte esencial de la clase trabajadora, mientras que la coalición empresarial a menudo está dominada por una clase capitalista netarquista [cuya jerarquía es la red], una nueva categoría de capitalista que ya no depende de la propiedad de los derechos de propiedad intelectual sino del desarrollo y control de las plataformas de participación como Facebook. Esta clase netarquista sabe cómo capturar valor procedente de la producción social en beneficio del capital.

El nuevo modo de producción entre iguales tiene elementos que prefiguran un nuevo sistema productivo, ya que compartir el conocimiento, el código o el diseño sigue esencialmente una lógica similar al comunismo descrito por Marx: cualquiera puede contribuir y cualquiera con acceso a la red puede acceder al recurso.

Los recursos se adjudican socialmente mediante las decisiones de los colaboradores que brindan sus habilidades y energía a una parte específica del proyecto. Las soluciones se suman a los comunes y todo el mundo las puede utilizar, incluso si sus creadores son al mismo tiempo empleados de empresas capitalistas.

La paradoja, por supuesto, es que este comunismo real es interdependiente del capitalismo real de la coalición emprendedora que trabaja con los comunes en cuestión. Esto hace que el modo transitorio de la producción entre iguales sea un nuevo campo de tensión social, lucha y, finalmente, una adaptación entre varias fuerzas sociales.

En última instancia, el potencial del nuevo modo es el mismo que para los anteriores ‘protomodos’ de producción cuando se emanciparon del viejo modo decadente, con el fin de ser autosuficiente y de esta manera reemplazar la ‘circulación del capital’ por una ‘circulación de lo común’ independiente. En una circulación de lo común, el valor que los commoners crean para los comunes contribuye directamente al mayor fortalecimiento de los mismos, sin dependencia del capital. ¿Cómo se puede conseguir esto?

Como elemento más importante, se requeriría una modificación de las licencias compartidas vigentes para impedir la captura de valor (sin retribución) por parte del capital; por ejemplo, el uso de la ‘producción entre iguales’ o la licencia ‘copy-far-left’, de acuerdo con la propuesta de Dmytry Kleiner y elegida por la Fundación P2P.

Nuestra propuesta es que los usuarios de los comunes deberían ser estructuras emprendedoras receptivas a los comunes y no compañías con ánimo de lucro máximo.

Estas compañías éticas, cuyos miembros son los mismos commoners, se organizarían como compañías globales de diseño abierto. Se vincularían a redes de pequeñas fábricas que producen sobre la base del valor compartido y que podrían adoptar con más facilidad la gestión, la selección de personal y el suministro abiertos, lo que aseguraría la transparencia de toda la red, con el fin de crear el máximo alineamiento mutuo entre los participantes.

Esto representa sencillamente una extensión de las prácticas organizativas existentes dentro de la ‘producción inmaterial de los comunes’, que combina la transparencia plena de todas las acciones con la coordinación negociada.

Para transformar la producción entre iguales desde un modo transitorio dentro del capitalismo a un modo de producción dominante potencialmente nuevo, tenemos que juntar los aspectos más comunes de la cooperación inmaterial con los fabricantes que no recompensan a los accionistas y los dueños del capital, sino que más bien valoran a los mismos creadores. Al interconectar a estos actores emergentes, crearemos una potente semilla para el futuro.

Una de las maneras de hacer esto es mediante la conversión de la economía social/solidaria existente en comunes de innovación compartida.

Si los actores de la economía social adoptaran los comunes de innovación compartida, éstos llegarían a ser ‘hipercooperativos’ y por lo tanto altamente competitivos con las corporaciones multinacionales a las que superarían en velocidad y profundidad de innovación, además de en el precio, ya que operarían sin tener que pagar la recarga correspondiente a la propiedad intelectual. Lo que Marx describió como “formas enanas”, se transformarían en poderosos actores globales.

¿Cómo se aplica esto a la fabricación?

Un cambio impulsado por las corporaciones hacia formas distribuidas de producción ya lleva tiempo en marcha. Cuando esta fabricación distribuida clásica se una con el principio de los comunes de innovación compartida -es decir, la producción distribuida de ‘hardware abierto’-, podrían tener lugar cambios drásticos.

Marcin Jakubowski del proyecto Open Source Ecology [ecología de código abierto], que desarrolla unos 50 tipos de maquinaria de hardware abierto (tractores y máquinas de colocar ladrillos, de código abierto) y Wikispeed, el proyecto de automóviles de código abierto, han anunciado el desarrollo de una plataforma de ‘fabricación extrema’.

Equiparamos la producción entre iguales a la invención de la cadena de montaje de Henry Ford. Incorpora las metodologías rápidas de fabricación probadas en la producción de software de código abierto (como la ‘programación extrema’) dentro del mundo del diseño de maquinaria y las conecta directamente con las microfábricas y la iniciativa distribuida.

Como explica Jakubowski, este modelo aborda el tema de las economías de ámbito al ofrecer una infraestructura global de producción recíproca: la fabricación es una metodología de desarrollo de hardware de código abierto, que se centra en el diseño y la colaboración de código abierto, y el modelo de ingresos es la iniciativa distributiva…

La magia de este método reside en el desarrollo paralelo distribuido, dinámico y sinérgico. Explica cómo su organización es mínima, pero mantiene la suficiente estructura para incrementar su escala.

Este tipo de sistema distribuido puede operar dentro del marco capitalista, pero también puede proporcionar, al asociarse con los comunes de innovación compartida, una nueva forma de fabricación distribuida y abierta centrada en la creación de valor social, en vez de la generación de beneficios.

Las bases de un sistema de fabricación distribuida integrada ya están en fase de rápido desarrollo. Incluyen el acceso distribuido a la maquinaria: la impresión en 3D y otras formas de fabricación personal, de acuerdo con lo que se desarrolla actualmente en losfablabs [espacios de producción de objetos físicos a escala personal o local que agrupa máquinas controladas por ordenadores], hacklabs y en los modelos emergentes de microfabricación como Wikispeed y Local Motors.

Este sistema distribuido requiere el acceso a lugares físicos para facilitar la colaboración -espacios compartidos de trabajo- además de la posibilidad generalizada del aprendizaje entre iguales. El acceso distribuido al capital financiero es otro requisito, especialmente elcrowdfunding, los préstamos solidarios y las monedas descentralizadas y distribuidas, tales como el dinero digital Bitcoin, basado en la criptografía.

La expansión de estas formas de financiación entre iguales ya ha atraído la atención del director ejecutivo del Banco de Inglaterra, Andrew Haldane, que ha sugerido que los modelos de financiación entre iguales pronto podrían eliminar los bancos al por menor ineficaces.

El acceso a formas distribuidas de energía y materias primas será fundamental. Aquí también ya existen hábitos en este sentido. Por ejemplo, la mitad de la energía solar de Alemania la producen cooperativas locales de propiedad colectiva. Por tanto será necesario disponer de fórmulas legales que permitan este tipo de iniciativas.

Si es verdad que el modo capitalista de producción está llegando a sus propios límites y que la creación de valor emergente brinda oportunidades importantes para la producción centrada en los comunes, entonces debemos aprovecharlas, no sólo como una nueva práctica social sino como un proyecto emancipador de la sociedad.

¿Cómo se extendería a toda la sociedad la producción entre iguales?

El actual sistema capitalista se basa en dos premisas completamente erróneas: en primer lugar, que la naturaleza es abundante y puede explotarse infinitamente para un crecimiento sin fin; y en segundo lugar, que compartir la innovación, la cultura y la ciencia debe dificultarse mediante la privatización de la propiedad intelectual, una imposición de escasez artificial. Estos principios macroeconómicos se incorporan a las ‘constituciones’ de las corporaciones, cuyo único fin es el beneficio máximo, que están legalmente obligadas a enriquecer a sus accionistas mediante la maximización de externalidades sociales y medioambientales.

Los modelos de producción entre iguales nos muestran la posibilidad de una nueva realidad en la que la esfera cívica democrática, los comunes productivos y un mercado vibrante pueden convivir para el beneficio mutuo.

Este modelo tiene tres dimensiones. En el centro de la creación de valor hay varios comunes, donde las innovaciones se depositan para que toda la humanidad las pueda compartir y construir sobre ellas.

Estos comunes se facilitan y protegen mediante asociaciones cívicas, sin ánimo de lucro, cuyo Estado socio es el territorio en el que se encuadren éstas, y que posibilitan dicha producción social. En torno a los comunes emerge una economía vibrante procedente de diversas compañías éticas, cuyas estructuras legales les vinculan a los valores y las metas de las comunidades de los comunes y no a la obtención a cualquier precio del beneficio máximo por parte de accionistas privados y ausentes.

En el punto de intersección de los tres círculos están los ciudadanos que toman decisiones sobre la forma óptima de sus sistemas de aprovisionamiento.

Esto es lo que ocurrió cuando la estructura del contrapoder de Occupy Wall Street de Nueva York decidió complementar su abastecimiento gratuito de comida con el Street Vendor Project, lo que permitió a los activistas comprar comida a los vendedores ambulantes locales.

Constituyó una elección consciente de iniciativa ciudadana hacia una economía ética a las órdenes de la ciudadanía y los comunes políticos. Occupy y los indignados representan el nacimiento de movimientos sociales, nativos digitales y la necesaria politización en torno a las nuevas posibilidades sociales y productivas.

Aunque el cambio hacia la producción distribuida puede ser inevitable, la forma que adopte está abierta a evolución, lo que determinará no sólo la construcción social de alternativas donde comunidades, corporaciones y el Estado se entrecrucen, sino también la propia lucha social, lo que incluye el terreno de la representación política.

Una expresión política de los comunes

Los nuevos movimientos sociales empiezan siempre como una nueva subcultura, que consiste en gente que inventa nuevas prácticas sociales. Las comunidades que compartían ficheros que están a la raíz del Partido Pirata sueco sólo fueron inicialmente amantes de la música que querían compartir su música y descubrimientos.

Estas comunidades descubrieron que compartir de esta manera fue en realidad ilegal, porque las leyes de propiedad intelectual no proporcionaban al usuario la soberanía del material que había comprado, sino que lo supeditaban a una prohibición para compartirlo, con el fin de garantizar ingresos a las corporaciones del entretenimiento.

Al principio, estas comunidades no atacaron directamente el sistema que reprimió su libertad para compartir. En cambio, empezaron a construir su propia infraestructura. Esto incluyó el nuevo tipo de creative commons y otras licencias ‘copyleft’ que formalizan el derecho a compartir.

Sin embargo, hay una etapa en la evolución de un nuevo movimiento social y una nueva cultura en la que el poder político es crucial para asegurar su supervivencia y desarrollo.

No es suficiente crear nuevas instituciones al margen de la sociedad; son necesarios mecanismos de defensa efectivos contra los ataques constantes de los poderes dominantes. Esto significa construir una coalición política.

Los partidos pirata -uno de los cuales se prevé que recoja el 10% de los votos en las próximas elecciones alemanas- son la primera expresión política de la cultura libre. Los piratas son los defensores naturales de los comunes digitales en el corazón del nuevo modo de producción. Atraen sociológicamente los votos de las generaciones de jóvenes precarios más implicados en las nuevas modalidades productivas.

Los verdes y los partidos ecologistas se reivindican también como los defensores naturales de los comunes. Son también a menudo los partidos a los que votan los trabajadores del conocimiento más mayores y cultos.

La izquierda y los partidos que defienden la justicia social -algunos de los cuales han logrado victorias importantes en las últimas elecciones europeas- defienden también los comunes productivos.

Podrían representar una fuerza que entiende las ventajas de la producción distribuida a la que pueden acceder y poseer los propios trabajadores-productores. Reciben a menudo los votos de funcionarios y trabajadores industriales que son todavía leales a las antiguas tradiciones laborales.

Un último elemento en una nueva coalición política sería las fuerzas liberales progresistas. Por ejemplo, en Dinamarca, el ministro de cultura Uffe Elbaek es receptivo a los comunes. Los partidos de este tipo pueden representar un vínculo con los emprendedores socialmente progresistas que creen iniciativas en torno a los comunes.

Desde estas raíces diversas se puede crear una nueva mayoría progresista en torno a la cultura libre, el respeto por la naturaleza y sus límites, la necesidad de justicia social y las iniciativas éticas. Esta gran coalición de los comunes podría crear una nueva mayoría política que estimule el cambio social.

Aunque ninguno de los partidos implicados está en este momento preparado para ello, la convergencia de fuerzas receptivas a los comunes podría crear las condiciones para una nueva hegemonía social que desafiara los actuales actores dominantes y reordenara tanto la producción entre iguales como una sociedad centrada en los comunes, de manera que lleven las riendas los commoners y que ésta opere en su interés.

Nota:

1 La interacción para conseguir una meta común (N. de la T.).

Fuente original en inglés: http://www.redpepper.org.uk/the-coming-of-the-commons/


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USA necesita con urgencia el petróleo Iraní.

por Pepe Escobar de Asia Times
Fiebre por bombardear Irán
¿Dónde está el gran Christopher Walken cuando lo necesitamos? “¡Tengo una fiebre!” [1] Y la única receta es… ¡Bombardead Irán!” Esa es la historia, por lo menos en Israel. La locura durará como poco los próximos seis meses.

Durante el último fin de semana, el periódico Israel Hayom –financiado por el magnate de los casinos y grupi de Mitt Romney, Sheldon Adelson– dedicó todo un suplemento a la fiebre. Los artículos principales llevaban títulos como “Bombas o bombardeos: Póker con cartas ocultas”.

Sin embargo antes, en la semana pasada, una filtración al periódico Yediot Ahronot [2] reveló que la crema de los dirigentes militares de Israel se opone a la guerra contra Irán, conocida en su versión aséptica como “ataque preventivo”.

Es un reparto impresionante. Tenemos al jefe del estado mayor conjunto Benny Gantz; al jefe de operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI- ejército israelí) Ya’akov Ayash; Tamir Pardo, jefe del Mossad; Aviv Kochavi, a cargo de Aman, la dirección de inteligencia militar; los jefes de departamento del Mossad; el jefe de la Fuerza Aérea israelí Amir Eshel; para no mencionar a cuatro ministros, por lo menos, del “gabinete de la cocina” de ocho hombres del primer ministro Bibi Netanyahu.

Hay calificadores. Algunos admiten que solo apoyarían un ataque contra Irán si el Supremo Líder Ayatolá Jamenei –o los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)– anunciaran un importante cambio radical hacia el armamentismo. Otros admiten que solo apoyarán un ataque si EE.UU. participa; es el caso de los jefes del Mossad retirados Meir Dafan y Efraim Halevy y elex jefe de estado mayor Gabi Ashkenazi.

El jugador esencial en este caso es por supuesto Gantz. Siempre ha mantenido sobre la mesa la opción del ataque. Pero también ha hecho filtrar que sabe que cualquier ataque, por exitoso que sea, no destruirá el programa nuclear de Irán; además, también teme las repercusiones geopolíticas. Cuando Gantz admitió algo de esto en un canal de la televisión israelí, el ministro de Defensa Ehud Barak ordenó que “desapareciera” el informe. [3]

Por lo que todo se resume esencialmente a Bibi y Barak contra todos los demás. Esto plantea por lo menos dos preguntas claves: ¿Cómo podría Bibi ordenar un ataque cuando las mentes mejores informadas de Israel saben que como máximo causaría una demora de seis meses del programa nuclear de Irán, según amplios cálculos estadounidenses? ¿Y que un ataque llevaría definitivamente a Teherán a abandonar su actual, prudente, “período de latencia” y a apostarlo todo al frente del armamentismo?

Murphy, oye mi llamado

Surgirán desde todos los rincones desmentidos que no desmienten, pero solo la gente que vive en el País de las Maravillas cree que Israel atacaría a Irán sin una clara luz verde de Washington. Rusia, China, Pakistán, todos saben del juego de EE.UU. e Israel de reorganizar las sillas musicales antes de un posible ataque contra Irán. [4]

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea Ira Sharkansky, en un blog del Jerusalem Post, menciona a otro exjefe del Mossad que dice que Israel no debería actuar sin consentimiento de EE.UU., y que probablemente no lo hará.

Este nuevo blog colectivo de política exterior trató de responder a algunos de los imponderables. Pero todavía se resume en esa vieja máxima de Hollywood: nadie sabe nada.

Nadie sabe si los militares israelíes han concebido alguna mágica ruta de ataque aéreo (por ejemplo sin sobrevolar Irak; olvidad un ataque terrestre y olvidad un ataque con armas nucleares contra Irán); si posee los medios para lanzar un mini ‘Conmoción y Pavor’ contra posiciones de Hizbulá en el Líbano; si tiene suficientes revienta-búnkeres de la última generación para penetrar en posiciones iraníes a gran profundidad; si tiene suficiente inteligencia justo a tiempo.

En este caso se aplica la Ley de Murphy. Incluso el Pentágono sabe que si algo puede salir mal, saldrá mal. [5]

E incluso si no fuera el caso, la pregunta del billón de dólares sigue siendo: ¿cuál es el verdadero juego actual del presidente Barack Obama?

Se perdonaría todo si se tratara solo de quemaduras de sol causadas por demasiadas estadías en la playa durante el verano. Pero hablamos de guerra, guerra preventiva, dejando de lado el derecho internacional y basada en un conjunto concéntrico de hipótesis, para no hablar de mentiras.

El OIEA, los Cálculos Nacionales de Inteligencia (NIE) de EE.UU. e incluso los servicios de inteligencia israelíes saben que no existe un programa iraní de armas nucleares. Rusia –que tiene miles de técnicos en Irán– también lo sabe.

La idea de que Irán es una amenaza para Israel surge de un manifiesto dadaísta. Israel es una verdadera –no declarada– potencia nuclear (nunca firmó el TNP); Irán (que suscribe el TNP) no lo es.

Como resumió sucintamente John Glaser en Antiwar.com: “EE.UU. ha cercado con medios militares a Irán, ha realizado operaciones clandestinas junto a Israel, amenaza constantemente a Irán con un ataque militar preventivo y acumula duras sanciones económicas”. [6] ¿Amenaza? ¿Quién amenaza a quién?

Sin embargo, lo extraordinario es que Tel Aviv logra un fabuloso golpe de relaciones públicas tras otro –por lo menos en términos de lavar el cerebro de la opinión pública estadounidense– cambiando simplemente la línea roja. [7]

Basta con leer cuidadosamente esta entrevista de Barak con CNN. [8]

Todo está claro. No existe un programa de armas nucleares de Irán. Irán no es una amenaza inmediata o de otro tipo. Lo que tenemos es el ministro de Defensa de un país que dice que no se debe permitir que otro país entre a una “zona de inmunidad” más allá de la cual no pueda ser acosado, atacado, bombardeado, invadido.

Imaginad si se tratara de un ministro de Defensa chino o ruso que lo proclamara a la ligera en la televisión estadounidense.

De vuelta al Gran Juego

Resulta que toda la enrevesada premisa de un ataque israelí contra Irán es un engaño.

Una serie de países –como Japón, Corea del Sur y Brasil– tienen la capacidad de construir un arma nuclear; la tecnología existe desde hace décadas. Eso no significa que vayan a hacerlo.

El hecho de que Teherán permita inspecciones inmensamente intrusivas del OIEA y que haya ofrecido concesiones durante años que van mucho más allá de sus obligaciones según el TNP prueba que no quiere construir una bomba mañana (o que lo haya hecho ayer, según Israel). E incluso si lo hiciera, se detectaría a tiempo.

Tal como están las cosas, Obama parece apostar a que el jugador de póker Bibi no tenga las agallas para ordenar un ataque contra Irán mientras él esté en el Despacho Oval. Este es un argumento bastante plausible según el cual Obama puede sentirse tentado a lanzar una sorpresa en octubre; pero el ultracauteloso y pragmático Obama podría hacerlo en un estado de absoluta desesperación. En cuanto a Bibi, le encantaría que Washington hiciera su trabajo sucio (Israel, técnicamente, no puede hacerlo, y Benny Gantz lo sabe). Por lo tanto Bibi ya está en el modo de “Esperando a Mitt”.

En términos del Gran Cuadro –el Nuevo Gran Juego en Eurasia– el programa nuclear iraní solo es una excusa; en realidad, la única disponible. Va mucho más allá de Israel y su propia fiebre regional.

Cortando a través de la niebla que envuelve el muro de desconfianza de 33 años entre Washington y Teherán, la fiebre de Washington sigue siendo la misma, de Clinton I y II a Bush I y II, a Obama y más allá: necesitamos cambio de régimen, necesitamos una satrapía persa como la que teníamos antes, necesitamos todo ese petróleo y ese gas en el Golfo Pérsico y en el Mar Caspio para Occidente, y no para el Este, necesitamos controlar ese vital nodo estratégico en Eurasia. Parece que no hay cura para esa fiebre.

Notas :

1. Vea aquí

2. ‘Bibi Can’t OK Iran Strike As Defense Chiefs Demur’, Jewish Daily Forward, 31 de julio de 2012

3. See here

4. US, Israel arranging roles in Iran war theater?, Russia Today, 6 de agosto de 2012

5. U.S. War Game Sees Perils of Israeli Strike Against Iran, New York Times, 16 de marzo, 2012

6. Ehud Barak Admits Iran Has Defensive Posture, No Weapons Program, Antiwar.blog, 3 de agosto de 2012

7. Can We Still Tell if Iran Decides to Build a Nuclear Bomb?, The Atlantic, 6 de agosto

8. CNN THE SITUATION ROOM, 30 de julio de 2012

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge . Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto:pepeasia@yahoo.com

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NH08Ak02.html

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