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El palo de la bandera

Ahora toca, como decía la leyenda, que se vayan todos. Destituir a los constituidos y no dejar un vacío de poder, lo que significa construir órganos democráticos de gestión de lo común, desde los municipios hasta las universidades. Una vez deslegitimado el poder establecido, ¿por qué seguir aceptando su lógica?

Por Marcos González Sedano
Así, a palo seco, nos están robando, y además tienen la desfachatez de decirnos que es por nuestro bien. «Le pego porque es mía».

Primero se nos presentaron como víctimas extorsionadas que no tenían más remedio que aplicarnos unas medidas antisociales porque lo demandaba el dios mercado, y ahí empezaron a sacrificar nuestros derechos para saciar el apetito de sus amos los banqueros.

A partir de ese momento perdimos la soberanía política y desde los parlamentos empezaron a emanar leyes que dictaban los consejos de administración de los grupos de inversores y los ladrones de guante blanco institucionalizados del FMI y del Banco Central Europeo, con la colaboración de los tecnócratas de la Comisión Europea. Pero el robo no ha hecho más que empezar, y solo hay que seguir el manual que les están aplicando a Grecia, Irlanda, Portugal e Italia para saber los pasos que van a seguir contra nosotros.

Los mercaderes, los usureros, los diteros, los prestamistas, que caminan con traje y corbata o ropa informal, tienen como objetivo apoderarse del sector público rentable de los estados europeos y, de camino, precarizar las relaciones laborales llevándolas a parámetros del tercer mundo, y aumentar la tasa de explotación sobre las personas y el medio ambiente, aunque pueden dejar sobrevivir a sectores de aristocracia obrera en los segmentos de producción que ellos crean oportunos.

Lo mismo que la dolarización de la economía latinoamericana se utilizó para la rapiña de aquellos pueblos, el euro está jugando el papel de control económico por parte de las élites de los estados europeos.

Perdimos la soberanía política y ahora, con la intervención que acabamos de sufrir al aceptar las condiciones del préstamo de los 100000 millones de euros para salvar al sector privado bancario español y a sus acreedores franceses, alemanes, finlandeses, holandeses…, perdemos también la soberanía económica.

La deuda no solo es externa, es eterna. Sencillamente es impagable. De España como proyecto político, social, económico y humano solo quedan el palo de la bandera y «la roja», y con eso no se come.

El parlamento español es un cascarón de nuez que va a la deriva y nosotros somos las aguas sobre las que navega. En estas cabe preguntarse: «¿para qué los parlamentos, los ayuntamientos, las diputaciones si los tecnócratas designados por el FMI, el BCE y la Comisión Europea van a dirigir nuestras vidas?, ¿para qué esta pseudodemocracia?. Ellos ya tienen las respuestas, ¿y nosotros?, ¿las tenemos?

Sin soberanía política, sin soberanía económica y entregados a las oligarquías de la UE y de EE.UU. por las elites locales como si fuéramos una colonia moderna, ¿qué podemos hacer? El objetivo debería ser, en principio, recuperar lo perdido. Pero, ¿para qué? Y ¿para quién? ¿Para la recomposición de la vieja España? ¿Para que la relación entre los de abajo y los de arriba siga siendo la misma? ¿Para que el modelo de desarrollo sea igual de depredador y de antidemocrático?

La respuesta a estas preguntas es distinta según la posición ideológica de la que se parta. Por una parte está la socialdemocracia de izquierdas, con sus viejos clichés, intentando organizar el frente de masas, el frente político, e identificando un enemigo común al que combatir, en este caso el neoliberalismo. En definitiva estarían hablando de reformar lo irreformable, porque las condiciones históricas que dieron paso al estado del bienestar ya no existen. La otra posición sería la que ha emanado del 15M.

La marcha de los mineros sobre Madrid ha puesto sobre la mesa una disyuntiva: negociación o ruptura. Teniendo en cuenta que las elites ya rompieron el pacto social de forma unilateral, la negociación no tiene sentido como estrategia, y por ende la ruptura tampoco: ya se ha producido.

Ahora toca, como decía la leyenda, que se vayan todos. Destituir a los constituidos y no dejar un vacío de poder, lo que significa construir órganos democráticos de gestión de lo común, desde los municipios hasta las universidades. Una vez deslegitimado el poder establecido, ¿por qué seguir aceptando su lógica? Si el rector de una de las universidades de Madrid aplica el decreto que saca Esperanza Aguirre contra los trabajadores y estudiantes universitarios y no se pone al frente de las reivindicaciones de los afectados, que fueron los que le pusieron en su puesto, ¿por qué no destituirlo y nombrar democráticamente a otro que convierta las reivindicaciones de los afectados en un plan de gobierno? Si los parlamentos y los ayuntamientos legislan contra los ciudadanos, ¿por qué no crear parlamentos y municipios de ciudadanos? ¿A quién hay que esperar para ponerse a cultivar los campos baldíos si los jornaleros no tienen acceso a la subsistencia porque el gobierno les retira el subsidio de desempleo? ¿A quién hay que esperar para negarse a parar la producción de una fábrica viable porque la UE la quiere cerrar? Y así un largo etcétera. Desobediencia civil como respuesta frente al robo institucionalizado. Empoderamiento de la sociedad.

Lo que digo da vértigo, ¿verdad? A mí también. Pero lo que están haciendo con nosotros me pone enfermo. Rompamos pues su lógica e implantemos la nuestra. Y caminemos hacia un proceso constituyente, el de los de abajo, el del pueblo, con unas nuevas formas de relación y de producción más democráticas y solidarias.El

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Santa Bárbara bendita

Por Sabino Cuadra

“¡Sois el orgullo / de la clase obrera!”, se coreaba en el recibimiento que decenas de miles de personas dieron en Madrid a los cientos de marchistas que, desde Asturias, León, Teruel…, llegaron hasta allí con sus inagotables reservas del mineral más preciado de la naturaleza humana: la dignidad.

Era el Madrid del “¡no pasarán!” el que les recibía; el de las luchas antifranquistas de los 60/70; el de las marchas anti-OTAN de los 80; el de las movidas sociales y centros ocupados; el del 15-M y sus asambleas barriales. El Madrid rebelde, feminista, rojo, republicano, ecologista, libertario,.. Lo mejor de cada casa.

Los diputados y diputadas de Amaiur que participamos en aquel último tramo de la marcha, teníamos recuerdos propios que hilvanar a esta lucha. En nuestra memoria estaban las minas que desde Bilbao a la muga con Santander, dieron origen, en buena medida, al movimiento obrero vasco. El recuerdo de Dolores Ibarruri, mujer y vasca universal que, tras el triunfo del Frente Popular en el 36 y salir elegida diputada por Asturias, tuvo el honor de abrir con sus propias manos las celdas de la cárcel de Oviedo y liberar a todos los que, desde la revolución del 34, permanecían allí encerrados.

Nuestros recuerdos tenían que ver también con la huelga general en Nafarroa, en los 80, en contra del cierre de la mina de Potasas y las marchas nocturnas con las que cientos de mineros recorrieron la geografía navarra calentando aquella gran movilización. Y también con las más cercanas luchas de la margen izquierda vizcaína en las que, al igual que ahora en los pueblos y montes asturianos, los obreros de Euskalduna, Altos Hornos…, escribieron con su firme resistencia, sus tiragomas, txupines y mangueras las más hermosas páginas de la historia obrera vasca de las últimas décadas. Por todo ello, nada de la actual lucha minera nos era extraño ni ajeno.

Ese martes 10 de julio, cuando el “Santa Bárbara bendita…” final despidió con sus camisas rotas y rojas aquella larga marcha de consignas y banderas, las caras de los mineros marchistas expresaban con sus cansancios, alegrías y llantos todos los colores del arco iris de la dignidad humana. La solidaridad mostrada por las varias decenas de miles de madrileños y madrileñas que les habían acompañado durante cuatro horas les había llegado al corazón y había quedado grabada para siempre en su ADN.

El día siguiente, miércoles, tras escuchar en el Congreso de boca de Rajoy el nuevo paquete de agresiones sociales con las que su Gobierno, a mayor gloria de la CEOE, la Banca y el FMI, pretende hacer frente a su crisis, varios de nosotros salimos también de allí para participar en la manifestación que terminó ante el Ministerio de Industria. La denuncia que después haríamos al PP en el propio Congreso debía ir acompañada de algo más que palabras.

En la nueva marcha, cientos y cientos de banderas de Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla, León, rojas, republicanas.., vestían el paso de decenas de miles de personas venidas en autobús desde todas las regiones mineras. Ninguna bandera de España -¡ninguna!- por ningún lado. Se evidenciaba así que cuando la gente pelea y quiere afirmar su identidad no encuentra en la enseña de los Borbones nada que le pueda servir. Sus símbolos son otros. La bandera española solo era visible en las furgonas y uniformes policiales.

Al final, como en tantos finales, la policía realizó una brutal carga totalmente injustificada y amañada a fin de, aprovechando cualquier motivo, desatar una razzia de golpes, pelotazos y detenciones con un doble objetivo: reprimir la solidaridad madrileña y la propia rebelión minera (van más de 200 detenciones que aún no se sabe en qué pueden terminar) y, por otro lado, tratar de relacionar la contestación social con la violencia a fin de criminalizar esta disidencia y justificar los nuevos recortes represivos anunciados por el Gobierno con su reforma del Código Penal.

Se quiere acabar, más que con la minería, con todos esos pueblos y regiones que han protagonizado cientos de luchas sociales durante más de un siglo. El Gobierno del PP trata así de vengarse de ese pasado, romperles el presente y robarles el futuro. Por ello, el apoyo a la lucha minera trasciende la tan importante y necesaria solidaridad para adentrarse por senderos que conducen a una sociedad asentada sobre pilares de justicia social, libertad y solidaridad entre todas las personas y todos los pueblos.

El discurso de Rajoy y las medidas de su gobierno son el mayor y más reaccionario paquete de agresiones sociales hasta ahora conocido: subida del IVA, reducción prestaciones por desempleo, supresión paga a funcionarios,… Ninguna medida, por el contrario, contra las grandes rentas y capitales que seguirán disfrutando de un IRPF favorable, de un benevolente Impuesto de Sociedades, de unas guaridas-SICAV para resguardar sus millones, de una amnistía fiscal insultante, de un difunto Impuesto sobre el Patrimonio,….

El salario medio de un consejero ejecutivo de las multinacionales españolas que componen el IBEX-35 ha aumentado un 9% durante 2011, llegando a ser de 2,4 millones de euros anuales (son datos declarados; los reales, bastante mayores, se ocultan en distintos paraísos fiscales). Cáritas, por su parte, ha denunciado que la distancia entre el 20% de la población más rica y el 20% más pobre crece sin cesar. Crecen los ricos en su riqueza y los pobres en su pobreza. El PP dice que esto es necesario para crear empleo en el futuro pero, si por cada mentira que cuenta Rajoy se le castigara con un segundo de cárcel, nadie le libraría de varias cadenas perpetuas.

La solidaridad con las luchas mineras, las de los montes y las calles, los encierros y las marchas, es hoy esencial. Desde Euskal Herria, nuestra exigencia de libertad y de un marco plenamente soberano política, económica y socialmente, no diluye en modo alguno nuestro empeño por trabajar codo con codo con todas aquellas personas, organizaciones y pueblos que plantan cara hoy a la barbarie neoliberal y luchan por construir una nueva sociedad. ¡Que Santa Bárbara, patrona de los mineros, y también de los rayos y los truenos, nos ayude a descargar sobre el Gobierno la más impetuosa tormenta social!

 

 

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Crisis europea: después de España será Italia

Por Jacques Sapir, destacado economista fránces

«El drama español, por espectacular que sea, no debe ocultar el problema fun­damental de la deuda italiana. Si España pierde la confian­za de los mercados (lo que ya ocurrió) la especulación se portará sobre Italia. Como la ayuda europea está por de­bajo de las necesidades de España, la situación de Italia se degradará muy rápidamente.»

 

España conoce hoy día una crisis bancaria sin prece­dente, consecuencia directa e indirecta de su pertenencia al euro. El euro aceleró el fenómeno de desindustrialización de la economía española, que se replegó hacia el sector de servicios e inmobiliario. Los bancos lo financiaron, prestán­doles ya a los agentes inmobiliarios y empresarios, ya a los hogares. Los profesionales fueron los primeros tocados por la crisis, incapaces de vender las viviendas sea a los turistas, sea a la población.

La dinámica de la construcción se invir­tió brutalmente. Se pasó de la construcción de 1 millón de viviendas por año a unas 80 mil hoy en día, ¡una división por un factor de 12! De ahí viene la explosión del desempleo. La rápida contracción de la construcción arrastró en su caída al conjunto de la economía. Y tuvo importantes consecuen­cias en la solvencia general del país. Los hogares, golpea­dos por un desempleo creciente que alcanza a un 24,4% de la población activa, no pudieron hacerle frente a los intere­ses de sus deudas y los impagos se acumularon. La moro­sidad alcanza una tasa igual a un 8,3% de los activos de los bancos.

Un modo muy simple de estimar el monto de las necesidades bancarias consiste en considerar el stock de 3 millones viviendas vacías, o sea 2,5 millones por encima de lo considerado “normal” por los agentes inmobiliarios. Si se estima el precio medio de una vivienda en 100 mil euros, un stock de 2,5 millones representa un total de 250 millones de euros de créditos “muertos”. Siendo op­timista, se puede pensar que de aquí a 2 o 3 años, y admitiendo una baja de pre­cios de la mitad, estas viviendas puedan encontrar comprador. Esto significaría que hay por lo menos 125 mil millones de euros de pérdidas, sólo para el sector inmobiliario. A las que hay que agregar las que provienen de la crisis económica engendrada por los diferentes planes de austeridad.

También se debe considerar que, en el sistema bancario, “las pérdi­das engendran pérdidas”. En claro, los créditos irrecuperables sirvieron de ga­rantía para operaciones que a su vez se encuentran desestabilizadas por la re­velación de estas pérdidas y que vienen a agregarse al stock de pérdidas inicial. La desvalorización de nuevos activos genera a su vez la desestabilización de las operaciones que vienen, y prever la suma total se trans­forma en un ejercicio aleatorio. La agencia Fitch pasó así de una previsión de 30 mil millones a otra de 30 a 100 mil millones y, lógicamente, degradó la nota de España a BBB.

Sin embargo, esta estimación es inferior a la realidad y será reevaluada al alza de aquí a un par de meses. España de­berá encontrar, de aquí a diciembre, 82 mil millones para financiar su deuda, más 16 mil millones para la deuda de la regiones (que perdieron el acceso a los mercados financie­ros en el 2011), o sea un total de 98 mil millones de euros. Las necesidades totales de España, sólo para estabilizar su sistema bancario, estarán más cerca de 250 a 300 mil millo­nes de euros, de los cuales la mitad de aquí a fines de año. Si nos basamos en la suma de 125 mil millones (monto mí­nimo) de necesidades “reveladas” en el curso del 2012, eso significa que las necesidades de financiamiento serán por lo menos, de aquí a diciembre, de 223 mil millones (125+98). Los 16 mil millones para sostener las regiones están subes­timados y la cifra real es de 30 mil millones. Eso implica que España debe encontrar, en los últimos seis meses del año, 237 mil millones de euros.

No sorprende pues que el alza de tasas excluya de facto a España de los mercados finan­cieros, que se verá obligada a pedir la ayuda del Mecanis­mo Europeo de Estabilidad (MEE) y de hecho ya pidió una ayuda el 9 de junio del 2012. El déficit público para el ejer­cicio 2012, cualesquiera sean las hipótesis que se puedan hacer, subirá fuertemente. Los operadores ya anticiparon esta situación, lo que explica los problemas cada vez más agudos encontrados por España para financiarse en los mercados financieros.

Detrás de España sin embargo, se perfila el problema de Italia. Este último se explica en dos elementos: una deuda que representa 120% del PIB, y un crecimiento muy débil desde hace años y que fue anulado por las medidas que tomó Mario Monti apenas transfor­mado en Primer Ministro. La política de Mario Monti es un fracaso: no sólo eliminó el crecimiento y hundió al país en la recesión, sino que además provocó, por un mayor rigor fiscal, una agravación sensible de la situación de las peque­ñas y medianas empresas. La recaudación fiscal topó techo en abril y comenzó a bajar en mayo.
Como era previsible, la política de rigor presupuestario llevada al extremo provocó una asfixia de la economía, que a su vez generó una baja de la recaudación fiscal. Italia tampoco cumplirá sus objetivos de déficit para 2012. Problema que se suma a una descon­fianza aún mayor por parte de los bancos y de las empresas italianas hacia las políticas de Mario Monti. Esta descon­fianza se traduce por importantes salidas de capitales y so­bre todo por una rarefacción de la oferta de ahorro contra títulos públicos de la deuda italiana.

El resultado es el alza regular de las tasas de interés desde el mes de marzo. Hoy día ya están al nivel alcanzado a fines del verano de 2011, claramente insoportable para el país. En los próximos me­ses se producirá una rápida degradación de la situación ita­liana, que debiese conducir al gobierno de Roma a solicitar a su vez una ayuda de la zona euro. Ahora bien, el monto de la deuda italiana está en torno a los 2 billones de euros. Si Italia conoce una crisis de liquidez, estará a la altura de esa deuda y las necesidades de financiamiento estarían com­prendidas entre 500 y 850 mil millones de euros. Montos que saturan las posibilidades del MEE.

El drama español, por espectacular que sea, no debe ocultar el problema fun­damental de la deuda italiana. Si España pierde la confian­za de los mercados (lo que ya ocurrió) la especulación se portará sobre Italia. Como la ayuda europea está por de­bajo de las necesidades de España, la situación de Italia se degradará muy rápidamente.

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Una síntesis de un país en descomposición

Debate Popular 

«Con una derecha desvergonzada y canalla dispuesta a sacar ventaja de la crisis y el sufrimiento de millones de ciudadanos, los cuales, dispuestos a luchar y rebelarse no encuentran todavía la necesaria unidad y confluencia, ni se les ha sabido ofrecer todavía por la izquierda un proyecto para lograrlo y empezar la regeneración del país en todos los ordenes, que pasa, eso parece ya evidente, por reformular los vínculos con la Europa de Maastricht e impulsar un proceso constituyente.»

El 11 de julio de 2012 pasará a la historia como una síntesis insuperable de la situación de un país en clara descomposición económica y social, y también en claro hundimiento político y moral. Todo cuanto merece resaltarse de los rasgos de un periodo excepcional ocurrió y se expresó en la misma jornada.

La noche anterior y en la madrugada,  el pueblo de Madrid dio una bienvenida impresionante a la marcha de los mineros, revelando el valor y la capacidad de lucha ejemplar, como no, “de los que extraen el carbón”, y, al mismo tiempo, la solidaridad inmensa que el pueblo trabajador, sin distingos, puede prestarse. Los que llegaban y los que recibían, toda la pluralidad de la ciudadanía, se hermanaron en un afán colectivo por ponerle remedio a tantos desastres como vivimos y se anuncian. La manifestación por la Castellana de Madrid, multitudinaria, resolvió la duda simplista de si existe clase obrera.

Mientras la izquierda ocupaba la calle, Rajoy anunciaba en el parlamento un conjunto de recortes y ajustes brutales, con el entusiasmo de los suyos, que agravarán la crisis, el paro, las desigualdades, la miseria y la angustia con la que viven ya millones de trabajadores, a los que se cierra toda rendija a la esperanza.La inseguridad instalada, incluida la jurídica, como forma de vida, cuando, además, la inutilidad de una rigurosa política de austeridad para remontar la crisis está ampliamente demostrada en nuestro país y en otros que fueron “rescatados” hace un tiempo ya.

Tal política, aparte de que representa una burla a los ciudadanos y un desprecio absoluto a los compromisos electorales del PP, viene impuesta por los poderes económicos europeos tras haberse sometido el gobierno a una  pura intervención exterior, quedando en papel mojado todo vestigio de la soberanía popular. Nuestro país es ya una colonia europea, y quizás por eso, por lo de europea, la dirección del PSOE la acepta y se muestra cobarde y resignadamente dispuesto a prestarle respaldo al Gobierno y a pactar con la derecha. Los dos partidos,  apasionados valedores  del euro, comparten en el fondo la política suicida  que exige su defensa.

Y la izquierda instalada en un drama. Testigo inquieto de cuanto sucede, opuesta,  por supuesto, a tanta ignominia, a tanto abuso, a tanta crueldad, no alcanza a ofrecer una alternativa  que agrupe a sus fuerzas y represente un proyecto social que conquistar. Atada subordinadamente a la defensa de la unidad monetaria, se mueve patéticamente entre el respaldo al euro y el rechazo a sus consecuencias. Los sindicatos son parte del drama y nada mejor lo expone que los discursos de los secretarios generales de CCOO y UGT en la tribuna levantada ante el ministerio de Industria para cerrar la manifestación histórica de los mineros. Mientras ellos repetían sus mítines vacíos, sin propuestas, los asistentes se retiraban en avalancha y el desconcierto fue manifiesto en la expresión de los agotados mineros.

Estaban allí para luchar, acompañados de otros miles de trabajadores de sus comarcas, de Madrid y de todo el país, y se les enviaba a casa sin haber logrado nada, con la promesa, eso sí, de seguir luchando. Un colofón a una larga marcha decepcionante, a pesar de la inmensa emoción que recorrió a todos los participantes. Entre tanto, la policía cargaba e irrumpía en la concentración con sus disuasivos métodos.

Un país, pues, cayendo por el precipicio, sin soberanía política, con la democracia arruinada, intervenido económicamente, con la presión social elevándose amenazadoramente y la represión cobrando carta de naturaleza. Con una derecha desvergonzada y canalla dispuesta a sacar ventaja de la crisis y el sufrimiento de millones de ciudadanos, los cuales, dispuestos a luchar y rebelarse no encuentran todavía la necesaria unidad y confluencia,  ni se les ha sabido ofrecer todavía por la izquierda un proyecto para lograrlo y empezar la regeneración del país en todos los ordenes, que pasa, eso parece ya evidente, por reformular los vínculos con la Europa de Maastricht e impulsar un proceso constituyente.

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Salir de euro, la mejor opción

Miguel Riera Director de “El Viejo Topo” entrevista a Pedro Montes* , Presidente de Socialismo21.

Empiezan a oírse voces entre los economistas que plantean, como única salida realista –y dolorosa– a la crisis, el abandono de la moneda única. Pedro Montes fue de los primeros, sino el primero, en advertir de las graves consecuencias que arrostraría España tras la adopción del euro y la forma exclusivamente mercantil con que se estaba construyendo la Unión Europea y a la vista está que Europa constituye el nudo de la cuestión de la compleja crisis española. La entrevista tiene un carácter polémico indiscutible, pero también muy necesario. 

Hace años, en una entrevista publicada en esta revista aseguraste que España se encaminaba o bien al caos, o bien a la catástrofe.  Utilizabas también en un artículo por aquellas fechas la expresión “callejón sin salida”. Me pregunto qué piensas ahora al respecto. ¿Caos, catástrofe, callejón sin salida? 

No hace tantos años, Miguel, era marzo de 2010, lo que sucede es que la crisis económica es voraz y va muy deprisa. Traté de decir en aquella ocasión que, teniendo en cuenta la evolución de la economía española tras la creación del euro, cuando ya se había incurrido en un déficit enorme de lo que se llama la balanza de pagos por cuenta corriente y, por tanto, se había acumulado una deuda exterior insostenible, el país se enfrentaba a un dilema: o se mantenía en el euro y se encaminaba al desastre o asumía el paso convulsivo de desligarse de la moneda única. Caos y catástrofe, o catástrofe y caos. Decir entonces que el país se encontraba en un callejón sin salida era una forma de resaltar la angustiosa situación, bien entendido que las sociedades siempre encuentran una salida, por dramáticas que a veces sean las soluciones. El dilema sigue vigente, pero la perentoriedad es más aguda y también todo se ha clarificado. En mayo de 2010, como todo el mundo sabe,  Zapatero dio un giro radical a su política, con recortes y ajustes, una reforma laboral y la deleznable reforma de las pensiones, que contó, no debe olvidarse, con el respaldo de las direcciones de CCOO y UGT. Posteriormente, y en apenas pocos meses, burlándose de los ciudadanos, el gobierno del PP ha emprendido un conjunto de reformas que, aparte de acentuar la política del PSOE, son de una agresividad, y se podría decir crueldad, que han dinamitando el pacto social surgido de la transición tras la muerte del dictador. Ha sobrevenido un desastre económico, social y ya también político, de modo que la disyuntiva en estos momentos es si continuamos directos por el camino al infierno, Grecia ya está en él, o recuperamos una moneda propia y un banco central propio para afrontar la crisis. La UE nos ha trazado una siniestra ruta que de aceptarla implicaría una especie de suicidio colectivo.

Vayamos por partes. Parece evidente que las fuerzas políticas mayoritarias (por no decir todas, porque todavía no se oye a ninguna de ellas exigir la salida del euro) están por tragar lo que haya que tragar para mantenerse en la moneda única. Si finalmente se decide seguir en la eurozona, ¿qué porvenir le queda reservado a los españoles? ¿Cuántos años de sufrimiento nos esperan? 

En efecto, hay muchos datos,  declaraciones y hechos–no olvidemos la nocturna e infame reforma de la Constitución– que dejan sentado que tanto el PP como el PSOE consideran el euro como irreversible, lo cual constituye el fundamento de la estrategia política que siguen. Es el acuerdo básico que comparten entre ellos, al cual se suman sin restricción alguna –fuera de las maniobras políticas ante tal o cual asunto– CiU y el PNV. A partir de ahí entramos en un gran problema político: la posición de la izquierda ante el dilema de la crisis. Y digo de la izquierda incorporando a ella a los sindicatos mayoritarios.

Nuestro país no puede sobrevivir en el euro, y, con independencia de lo que quiera el centro derecha y piense mayoritariamente la izquierda y muchos de sus dirigentes, la desvinculación con la moneda única es inexorable

No se enteraron de lo que implicaba, económica y socialmente, la moneda única, y siguen sin querer saber las consecuencias que tendrá. Viven pensando que la crisis actual es un accidente que tendrá pronto remedio, que el pasado volverá y que todo lo que es necesario es ponerle un ápice de política social a la estricta política económica necesaria para remontar la situación. Se alaba la austeridad y se reconoce que es inevitable disminuir el déficit público, como si eso fuera la cuestión fundamental. Izquierda Unida, que tuvo el honor de oponerse a Maastricht con un debate muy rompedor en su seno, defiende ahora una salida progresista a la crisis, pero se queda sin respuesta, como pasó en el debate de investidura, cuando Rajoy contestó que muy bien, pero que los inversores extranjeros no nos prestaban dinero si no se acometían ajustes y recortes. Si la salida progresista de la crisis, que también desean los sindicatos, fuera posible y sencilla de practicar, ¿alguien piensa que no la hubiera aplicado el PSOE, e incluso el PP, aunque en este caso hay que introducir otras consideraciones políticas? Las perspectivas, desde mi punto de vista, son muy negras, al punto de que he llegado escribir un artículo afirmando que la crisis todavía no ha empezado.

Pues vaya… 

Estamos, no en el borde, sino cayendo por un precipicio cuya profundidad no se conoce. No es posible hacer pronósticos sobre el tiempo, así que todos los anuncios de brotes verdes son mentira. Ahora bien, tengo la convicción de que nuestro país no puede sobrevivir en el euro, y que, con independencia de lo que quiera el centro derecha y piense mayoritariamente la izquierda y muchos de sus dirigentes, la desvinculación con la moneda única es inexorable. Cuándo y cómo se producirá, no lo sé. Ya he dejado de discutir si la alternativa mejor de la izquierda es procurarse una Europa que corrija los principales defectos y carencias de Maastricht. La unidad construida no es reformable y las consecuencias que ha comportado no son superables. El tiempo, pronto creo, dirimirá la cuestión.

Tratemos de verlo desde el punto de vista de los que quieren seguir en el euro. Imaginemos que fuera posible, ¿cuál sería el coste? Al final, las deudas hay que pagarlas… ¿a cuánto nos tocaría por cabeza? 

El núcleo del problema es el endeudamiento de todos los agentes económicos, o su alto “apalancamiento”, como también se dice. Las familias deben mucho en relación con su renta disponible. Las empresas tienen una relación muy desequilibrada entre su capital propio y ajeno. La banca tiene muchas deudas contraídas y sus activos, muy ligados a la vivienda, suelo y promotores están sobrevalorados, son muy ilíquidos, tienen poca rentabilidad y sus plazos de amortización están desajustados con el calendario de sus pasivos. Las instituciones públicas no tienen ingresos suficientes para cubrir sus gastos y los compromisos de las deudas que tienen contraídas. Y el país en su conjunto, resultado de los grandes déficits de la balanza de pagos y una actividad financiera global disparatada, tiene unos pasivos frente al exterior que superan los 2,3 billones de euros, esto es, casi 2,3 veces el PIB.

¿Y cómo hemos llegado a eso? 

El origen de esta situación tiene que ver con el euro. Una vez implantado y conectados los mercados financieros se obtenía financiación a raudales en los mercados internacionales y a tipos de interés muy bajos, puesto que todas las emisiones se hacían en una moneda común que no hacía distingos por países, pues  ya no había que cubrir los riesgos de devaluación de las monedas de los países más débiles. Los tipos de interés de la deuda pública alemana y la deuda pública española eran parecidos. Esta situación duró hasta el estallido de la gran crisis financiera internacional que desató la quiebra del banco norteamericano de inversiones Lehman Brothers. Durante ese tiempo nadie cayó en que se estaban produciendo desequilibrios muy profundos en las relaciones económicas de los países euro, y por tanto que algunos de ellos estaban acumulando deudas insostenibles. Los más ilusos, que hubo muchos, llegaron a pensar que con el euro se había inventado algo maravilloso: se podía crecer y acumular déficits porque con la moneda común no había problemas de financiación.

Se había encontrado la lámpara de Aladino… 

Todo cambió radicalmente con la crisis financiera. Los canales de financiación se cerraron, los mercados dejaron de operar, del clima de euforia financiera se pasó a otro tormentoso, y la situación de cada agente económico y de cada país pasó a examinarse con lupa. Las primas de riesgo de la deuda soberana de los países del euro empezaron a ensancharse, dependiendo de la solvencia que otorgaban los mercados a cada uno de ellos, y, por supuesto, los más endeudados se complicaron la existencia, ya que se les encareció crudamente la financiación. Todo es conocido, Grecia, Portugal, Irlanda…. España. Hay un momento en la vida de los deudores en que la deuda los devora. Por elevada y por costosa ya no pueden hacerle frente, y esto vale para familias, empresas, bancos, Estados y países. En mi opinión, nuestro país ya está devorado por la deuda, y por ello, no logro imaginarme que continuemos en el euro con normalidad. Fíjate bien que para hacer frente a la deuda externa, para pagarla poco a poco sería preciso que nuestro país tuviera un excedente de la balanza de pagos por cuenta corriente, y todavía tenemos un déficit a pesar del hundimiento de la economía y de los millones de parados acumulados.

Del mismo modo, el sector público para reducir su deuda necesitaría tener superávit, y ya se ve lo difícil que es reducir el déficit y el círculo vicioso en que se entra cuando los ajustes y recortes se imponen, pues se ahonda la recesión y disminuye la recaudación fiscal. Ahora, engañosamente, la política económica está dirigida a equilibrar las cuentas públicas, y hasta la saciedad nos cuentan que la reducción del déficit es condición necesaria para remontar la crisis y, como no, para empezar a crear empleo. Digo engañosamente, porque siendo verdad que hay problemas para financiar el déficit y que mientras exista se agrava el endeudamiento del sector público, las cantidades en que puede reducirse son insignificantes con respecto a la deuda acumulada. La disputa entre el gobierno de la Unión Europea por fijar el montante del déficit publico décimas arriba o abajo, que finalmente quedó en el 5,3% del PIB para este año, es ridícula  pensando que el endeudamiento público equivale –más o menos, las cifras reales son un misterio– al PIB anual. Algo así como discutir de 10.000 euros cuando se debe 1 billón. 

Tengo la impresión de que la gente sabe que estamos ante una crisis grave, pero que desconoce la magnitud de la tragedia. 

Es evidente que se manipula a la opinión pública y que se aprovecha el problema marginal del déficit público para justificar la brutal política de recortes que se está llevando a cabo y que es inútil porque deja el problema de fondo intacto, si no agravado. Todo esto que cuento deja sin interés la pregunta de cuánto tendremos que aportar cada uno por la deuda. La crisis no es un cociente, con un numerador que, por lo demás, no sabríamos cuál es: ¿los pasivos exteriores?, ¿la deuda pública? Lo del “per cápita” en sociedades tan profundamente desiguales es una entelequia. La crisis es un clima, una situación, donde el sufrimiento personal alcanza una casuística tan enorme que no hay comparaciones posibles. Un parado pagará poca deuda. Un desahuciado es posible que se libre de la hipoteca, pero se ha quedado sin casa. Un inmigrante irregular no tendría que preocuparse del déficit público, pero puede morir en la calle sin asistencia. Más vale ver con este prisma la crisis que haciendo operaciones aritméticas cuyos resultados no dicen nada. Me dijiste antes eso de que al final las deudas hay que pagarlas. La deuda abre cuestiones cruciales en estos momentos, que seguro deseas que comentemos. Te avanzo: las deudas hay que pagarlas si se puede. 

Pero no se puede, eso se desprende nítidamente de lo que acabas de decir. Adelante con esas cuestiones cruciales… 

Veamos. La economía española no puede generar los recursos para hacer frente a su posición deudora exterior, ya te he indicado que sería necesario registrar superávit de la balanza de pagos. El Estado a duras penas corrige su déficit y cada vez le resulta más difícil encontrar financiación para taponar los muchos agujeros que debe cubrir para que el país no sea declarado en bancarrota (ahí está el caso de Bankia y los 23.000 millones, o más, para rescatarlo). Las emisiones de muchas comunidades autónomas están valoradas como bonos basura.

8_montes_medPedro Montes. ©Germán Gallego

El sistema bancario está en quiebra. La calificación de las emisiones de los bonos y acciones de las empresas importantes se rebaja cada día. La morosidad crece y los desahucios también. Este es el cuadro actual, pero lejos de ser estático tiende a empeorar por la recesión y porque la desconfianza que suscita la economía española es completa, dentro y fuera del país. La prima de riesgo de la deuda pública crece incontenible y con ella todos los tipos de interés aplicados a las empresas y entidades españolas, que son las que soportan la mayor parte de la deuda externa. De los 2,3 billones que he citado, 2 billones corresponden al sector privado.

Con esta perspectiva, los defensores de permanecer en el euro, entre ellos la cúpula del gobierno –para Rajoy el euro es irreversible, para el ministro de Hacienda, Montoro, la solución es más euro y más Europa– buscan desesperados por Europa y ya también por Washington fondos para sostener la situación. Se muestran renuentes a utilizar la palabra rescate, pero en el fondo saben que cualquier aportación financiera significa estar intervenidos y someterse a las directrices que emanen de los prestamistas. De hecho, desde mayo de 2010 la política económica depende de las instituciones europeas y las presiones de los mercados, y todo indica que se acentuará en lo inmediato. Ser rescatados no es fácil por la enorme cantidad de euros que se requieren, pero haciendo de la necesidad virtud, es posible, con el argumento de que España es demasiado grande para dejarla caer, que transitoriamente se evite la catástrofe. 

¿Transitoriamente? 

Transitoriamente, porque la palabra “rescate” es engañosa, o más duro, falsa. Ahí está otra vez Grecia como caso pionero.  Cuando “rescatan” a un país no lo salvan de su precariedad y angustia, sino que “le echan el guante”, lo maniatan, lo aprisionan y lo someten a todo tipo de humillaciones y barbaridades, incluida la de pasarle por encima y despreciar a las instituciones democráticas. Siempre amenazados, continuamente vigilados, los países rescatados se van hundiendo económica y socialmente en un abismo que no parece tener fondo. No tendrá que ser diferente en el caso de España y cabe añadir un matiz a esta degradación.

Lo mejor para nuestro país, para la inmensa mayoría de los ciudadanos, sería desvincularse del euro y recuperar soberanía e instrumentos de política económica.

El país “rescatado” no se libera de sus deudas sino que aumentan y se hacen más onerosas. Por así decir, el “rescate” implica una agonía sin fin. La otra alternativa, la de desligarse del euro y recuperar muchos de los resortes con que ha contado la política económica históricamente para llevar a cabo las políticas necesarias que reclama la sociedad, conmocionará sin duda alguna al país.

Es muy difícil calibrar todas las consecuencias que desatará esa salida, pero frente al rescate, tras un período difícil, muy difícil y complejo si se quiere, no hay que engañarse, abre todas las oportunidades para recuperar y rehacer el país. Algún lector avispado preguntará inmediatamente: ¿y qué pasará con la deuda externa que además se elevará considerablemente en términos de nuestra nueva peseta tras la devaluación que tendrá lugar? Por mi parte, no puedo afirmar otra cosa que la salida del euro lleva aparejada inevitablemente el impago de la deuda, con los matices que puedan incorporarse. Palabras mayores, un grave problema, pero irresoluble de otra forma. 

¿Y cuál crees que sería el impacto en la UE de una salida del euro por parte de España? ¿La seguirían otros países? ¿Podría significar el fin del euro? 

Sin duda muy importante  por el peso económico y financiero de nuestro país. Las fichas del dominó no son todas iguales, y tras Grecia, Portugal e Irlanda la caída de España, bien en la versión rescate o bien con la salida del euro, conmovería los cimientos de la unión monetaria, tanto más cuanto que se sabe que cuando se resuelva nuestro caso espera el de Italia. El disparatado proyecto del euro aún dará muchos quebraderos de cabeza a los dirigentes europeos. Acabo de leer una entrevista con Jacques Sapir, un reconocido crítico de la unión monetaria y un abanderado de la “ desglobalización”, cuyas palabras a una pregunta sobre si la crisis financiera de la UE podría afectar  a Francia se pueden compartir y son las siguientes (resumo): “La crisis financiera ya ha contaminado a Francia. La prima de riesgo con Alemania alcanza ahora más del 1,3% o 130 puntos básicos. Es una diferencia idéntica, e incluso superior, a la que existía antes de crear la zona euro. De hecho, la única ventaja del euro –poder pedir prestado a tipos globalmente equivalentes a los alemanes– ha desaparecido.

La salida del euro lleva aparejada inevitablemente el impago de la deuda, con los matices que puedan incorporarse; palabras mayores, un grave problema, pero irresoluble de otra forma

La cadena de contaminación de la crisis es muy conocida. La situación de Grecia ejerce una influencia directa sobre Portugal. Una degradación de la situación portuguesa tiene consecuencias nefastas para España, y eso entraña la degradación de la situación financiera de Italia. Sin embargo, las situaciones  en esos países son muy diferentes y esas diferencias hacen que, estructuralmente, no debería haber contaminación porque los problemas de los países son distintos, incluso aunque tengan el mismo origen: el euro. El euro ha sido el causante de que España se haya desindustrializado y especializado en los servicios y la construcción; y de que Italia padezca un tipo de cambio sobrevalorado. Los tipos de interés son importantes en España y cruciales para Italia. Por eso los mercados financieros reaccionan, pasan de esas diferencias y surge la cadena de contaminación”. Sapir concluye: “Está claro que cuando España e Italia tomen dinero prestado por encima del 6%, habrá llegado el momento de cuestionar a Francia. Todos saben, aunque ahora no se diga, que si España e Italia se vieran forzadas a salir de la zona euro, Francia tampoco podría permanecer en ella”. Creo que tu pregunta queda así contestada. Se pueden hacer muchas hipótesis sobre cómo discurrirán los acontecimientos, pero quizá lo único cierto es que nadie ni ningún país está en condiciones de controlarlos y que con la tormenta desatada la zona euro no sobrevivirá con la configuración actual, pudiendo llegar a desaparecer.

La desaparición del euro o una eurozona en la que hubiera sido podado el sur, ¿qué efectos produciría en el dólar y la economía estadounidense? 

Entramos en un terreno más especulativo y me muevo con una regla que sería: cuanto mejor le vaya al euro o a las monedas más fuertes que lo conforman peor le irá al dólar americano. No es algo surgido de ninguna ley mecánica sino de la interpretación de que el capitalismo está sufriendo un desequilibrio económico-financiero mundial que se resolverá por un reequilibrio que tendrá consecuencias geopolíticas. Por otra parte, los Estados Unidos en particular, debido a las enormes emisiones de deuda pública financiadas por la Reserva Federal para hacer frente a la crisis terrible que abrió la quiebra de Lehman en las finanzas y la industria del país, ha alimentado una burbuja de sus bonos que en algún momento tendrá que explotar.

Por decirlo de otra manera, hay pendiente una crisis del dólar cuyo estallido puede sobrevenir por diversos motivos, uno de los cuales desde luego es cómo se resuelva la crisis del euro. Estados Unidos es de lejos el primer país deudor exterior neto del mundo–el segundo, por cierto, es España–, y cuando se tienen unos pasivos brutos que superan los 18 billones de dólares es para estar intranquilos, ellos como país y el resto del mundo por los contagios posibles.

Siempre amenazados, continuamente vigilados, los países rescatados se van hundiendo económica y socialmente en un abismo que no parece tener fondo

Los principales acreedores exteriores netos del mundo son Japón, China y Alemania, un país este que, por su fuerza económica, puede tener veleidades de todo tipo y no es descartable que el euro suponga una rémora para sus planes, si bien, como especulamos, habrá quien sostenga que es el primer país interesado en mantener el euro como una moneda débil que facilita sus exportaciones y el excedente de su balanza comercial. Digo para concluir: había una carrera entre el euro y el dólar para ver a qué moneda le llegaba antes la crisis y los europeos nos hemos adelantado. Algunos malpensados incluso opinan que los norteamericanos azuzan la crisis del euro –hasta se cita al profesor Krugman por sus análisis críticos sobre la unión monetaria– para entretener a los mercados.

Volvamos a las consecuencias de permanecer en el euro. Los eurobonos, la unión bancaria, la cesión de más soberanía, un cambio en la política del BCE, el diseño europeo de políticas de crecimiento, el rescate bancario… ¿todo eso sería suficiente para que la crisis que atraviesa España se resolviese a medio plazo?

Me reafirmo  en mi opinión. Creo que lo mejor para nuestro país, para la inmensa mayoría de los ciudadanos, sería desvincularse del euro y recuperar soberanía e instrumentos de política económica. Confío además en que esto sucederá inevitablemente y sería muy conveniente que Izquierda Unida y los sindicatos mayoritarios adoptaran como estrategia esa alternativa. La sociedad tiene mucho miedo, la opinión pública está muy manipulada, al punto de que, a pesar de los grandes sufrimientos que ya padecemos y las amenazas que se ciernen en el horizonte, todavía se siente pánico ante la idea de abandonar, no Europa, sino la unión monetaria. Pasa aquí y está pasando en Grecia.

8_montes_bancoLas encuestas hablan ya de casi un tercio de la población que culpa al euro de la crisis y quisieran desvincularse de él. ©Germán Gallego

Con todo, las encuestas hablan ya de casi un tercio de la población que culpa al euro de la crisis y quisieran desvincularse de él. Nadie representa políticamente a esa significativa minoría que podría ampliarse con facilidad con una buena explicación de lo sucedido y si se trabajase con seriedad en esa alternativa. Todos estamos opinando de la crisis europea cuando, en las circunstancias actuales, sería conveniente y legítimo dedicarse a pensar, aunque fuese como hipótesis improbable, en el escenario de no permanecer en el euro. Quiero añadir que el tiempo es un dato de la situación que hay que tomar en cuenta. Cuanto más se prolongue la caída en esta fase destructiva del tejido productivo, de la desaparición de empresas, de ruina económica, de acumulación de paro –un terrible problema en todos los órdenes– y de degradación social, será mucho más difícil y complicado recuperar al país y rehacerlo desde todos los puntos de vista. Ahora bien, como verás, esta es una versión española, considerando lo más deseable para nuestro país y nuestras gentes. Pero cabe preguntarse qué piensa Europa de la crisis del euro, de los peligros que entraña España y de lo que convendría hacer. Hay mucho ruido, propuestas, ocurrencias, disputas y controversias, lo cual prueba que hay también mucha desesperación y pocas ideas claras.

Querámoslo o no, la unión monetaria la conforman un conglomerado de países, con fuerza distinta, intereses contrapuestos, situaciones económicas, sociales y políticas muy diferentes y todos, en general, con problemas serios, cuyas sociedades reclaman a sus gobiernos soluciones que respeten en lo fundamental los intereses nacionales.Añádase que hay reglas, compromisos, pactos y casi una constitución para comprender que no todo es posible y que algunos cambios que se reclaman contradicen la esencia del proyecto de Maastricht, que es una unión monetaria sin fiscalidad común.La aparición de Hollande ha acentuado los contrastes existentes y la división potencial entre Francia Alemania, si bien podemos estar de acuerdo en que la quiebra del euro sería un gran fracaso de la burguesía “europea” que lleva apostando por este proyecto de Europa más de 30 años.

De modo que el fiasco es inevitable…

Sí. El fracaso abre una variante especulativa en la que no entro, pero coge a Europa en una débil posición ante los cambios mundiales que se están produciendo. Supongamos, pues, que se quiere lograr con los medios disponibles el “rescate” de nuestro país, más allá del actual rescate bancario. Eso significa que los países fuertes están dispuestos a pagar los costes de “salvarnos” en estos momentos.

Eso de la austeridad y el crecimiento es otra ocurrencia, un engañabobos: es imposible, con los brutales ajustes y recortes decretados y los que se bajaran para que nos “rescate” la UE, pensar en el crecimiento. Todo lo contrario: las cifras de paro seguirán incrementándose de modo pavoroso durante tiempo

Con los eurobonos, para Alemania, el país en mejor posición, se encarecerían sus emisiones actuales de deuda pública, cosa por la que no sienten ninguna pasión. ¿Y cómo se distribuyen los fondos obtenidos con los eurobonos? ¿Cuánto para España, cuánto para Portugal, cuánto para Francia? ¿Y por qué? ¿Más para España dado que su déficit público es mayor porque los españoles como media pagan muchos menos impuestos que los franceses y los alemanes? Y si el BCE ofrece liquidez generosamente al estilo de la Reserva Federal, aunque sea contradiciendo los fundamentos del Tratado de Maastricht y pasando por encima de la voluntad de Alemania, de nuevo: ¿qué criterios se siguen o que límites para cada país, teniendo en cuenta que los más incumplidores fiscalmente son los que más necesitan o que la banca española alimentó una burbuja inmobiliaria disparatada que enriqueció a muchos, entre otros a los propios bancos? No sigo,  esto es una entrevista y no un libro.

Escuetamente ya te diré que no se en qué consiste la “unidad bancaria” y algo fundamental: bien, se superan estos momentos de tensión extrema en España, se la rescata, pero el problema de su enorme deuda como país permanece intacto, y la deuda pública irá creciendo en la parte asignada de los eurobonos o monetizada por el BCE. Como ves, todo muy sencillo, rápido y sin contraindicaciones. Para terminar: eso de la austeridad y el crecimiento es otra ocurrencia, un engañabobos: es imposible, con los brutales ajustes y recortes decretados y los que se bajaran para que nos “rescate” la UE, pensar en el crecimiento. Todo lo contrario: las cifras de paro seguirán incrementándose de modo pavoroso durante tiempo.

La idea de salir del euro, sin embargo, provoca el pánico tanto entre la clase dirigente como en la inmensa mayoría de la población. ¿Cómo tendría que hacerse, cuáles serían los pasos?

Sí, es verdad,  pero le da mucho más miedo a la clase dirigente que a los ciudadanos, como he comentado al referirme a las encuestas. Y esto por varios motivos: tanto el PSOE como el PP hicieron y siguen haciendo del tema de Europa la espina dorsal de su política, sin valorar nunca su significado y sus consecuencias, cuando estaba claro que Maastricht era la clave de bóveda de un modelo neoliberal extremo de la construcción europea. Competitividad sin límite y, al mismo tiempo, sin tipo de cambio para afrontar las diferencias entre países, luego condiciones inmejorables para recortar salarios, precarizar el mercado laboral, imponer reformas fiscales regresivas, privatizar, desmontar el estado del bienestar…. Mientras el PP se sentía en su medio natural, se entiende menos que el PSOE haya acabado abrazado a la unión monetaria con la misma pasión, y de ahí la crisis ideológica de la socialdemocracia y el ridículo que ha acabado haciendo entre los votantes.

Las capas dirigentes no son propicias a reconocer errores y menos a desaparecer cuando se equivocan tan radicalmente. Otro motivo está implícito en lo que acabo de comentar: ¡que maravilla de proyecto! Una década imponiendo políticas regresivas en lo económico y lo social para cumplir las condiciones de convergencia y poder formar parte de la zona euro desde el principio, luego la necesidad imperiosa de practicar recortes para no perder competitividad y ya con la crisis el sueño hecho realidad, con el PP a por todas librando una guerra económica contra los trabajadores y las capas sociales más desfavorecidas con ribetes fascistas.

Y todo el mundo callando… 

Sorprende, desde luego, el silencio cómplice que han mantenido muchos expertos y analistas ante lo que ha ocurrido, así como el pánico que se ha instalado en la sociedad. Hay una cobardía manifiesta, como si no se quisiera afrontar la realidad y se prefiriese descender a los infiernos antes que pararse y ver si hay otra alternativa. Todos los que componen el orden establecido –las tertulias son un buen exponente– hablan de la necesidad inevitable de los ajustes y la reducción del déficit público como si fueran obligaciones impuestas por la naturaleza, como si el mundo acabase donde ellos alcanzan a ver, cuando sólo basta mirar un poco y comprender que cabe otra opción que consiste en volver a la situación  previa al euro tal como la conocíamos  hace sólo 14 años.

Mi confianza es que la lucha y la necesidad de ofrecer una alternativa acaben por hacer evidente que romper con la unión monetaria es inevitable. Estamos en la barbarie

No es la vuelta a la edad media ni a la autarquía. Puedo reconocer  que los cambios producidos complican esa vuelta, pero no al punto de que la sociedad se condene a un período indefinido de sacrificios y desolación  por no querer rectificar unos pasos en falso. La complejidad técnica de ello es innegable, pero del mismo modo que las dificultades técnicas no impidieron adoptar el euro tampoco ahora podrían impedir implantar la peseta. La nueva moneda tendría que sufrir una significativa devaluación  y el Banco de España podría recuperar su prestigio perdido volviendo a sus viejas tareas de  emitir y distribuir la moneda nacional.  Si tiene suerte Grecia, siempre podrá servirnos de modelo.

A pasar del euro a la peseta, las deudas en euros crecerían por efecto de la devaluación. 

Sí, la montaña de la deuda ahí está y veo dos problemas fundamentales.Uno es si se podrá hacer frente a la deuda externa que tiene fundamentalmente el sector privado de la economía–aunque también hay unos 300.000 millones de euros de deuda pública en manos de extranjeros–, sobre todo después de elevarse su cuantía con la devaluación indicada de la peseta. Los euros que se deben valdrán más pesetas. No será posible, y aquí, en una economía de mercado, cada acreedor y deudor tendrá que correr con las consecuencias de sus decisiones en el pasado. Habrá mucha agitación en los mercados, desconfianza generalizada en el país y sin duda muchos impagos, razón por la cual se piensa que a nuestro país no se le dejará caer.

El otro es el volumen alcanzado por la deuda pública, cuyo gran crecimiento es reciente, a raíz de la crisis financiera internacional y la depresión económica que se produjo. Creo que no sería impensable y sí conveniente pedir una quita para aliviar la enorme presión que sufren las cuentas publicas. Esto es un aspecto negativo, pero hay que ponderar que son daños colaterales de una operación, la salida del euro, provocada por las consecuencias  desastrosas acumuladas desde la entrada.

¿Eso sería todo? 

En el nuevo contexto serán necesarias también otras medidas, como el control de los movimientos de capitales, una regulación financiera más rigurosa y cierto grado de proteccionismo selectivo. Aparte, claro, si las condiciones políticas lo permiten por una mayor fuerza de la izquierda, todo un conjunto de medidas económicas y sociales avanzadas e incluidas en los numerosos programas elaborados para “una salida progresista de la crisis”, que ahora no tienen ningún sentido, como una reforma fiscal, una mejora de las pensiones, una prolongación de la protección al paro, liquidez para las empresas, etc.  El panorama económico y político sería muy diferente al círculo que vemos desde el fondo del hoyo.

La decisión de salir del euro necesita mucho coraje por parte de la clase política que maneja el poder. Sinceramente, no veo quién sería capaz de tomar esa decisión. Para ello haría falta esa figura que antes se designaba como “hombre de estado”, y esa es una especie en extinción. Más bien pienso que aquí veremos cómo se aplica la táctica del avestruz. De modo que lo que nos aguarda, creo, es más llanto y crujir de dientes. ¿Por qué crees que la izquierda que está a la izquierda del PSOE no toca el tema a fondo? 

Desde luego, hay que ser muy imaginativo para ver en Zapatero o Rajoy hombres de Estado. El primero ya dio su talla en mayo de 2010, sin contar otras muchas pruebas. Rajoy ha tardado menos en demostrar la suya. Son oportunistas descarados, dispuestos a todo con el rasgo común de ser fuertes con los débiles y mansos con los poderes económicos. Nadie querrá coger el toro por los cuernos, pero fíjate ya que ante el tema del rescate desde las filas del PP se ha mantenido una gran ambigüedad, y declaraciones abiertamente contrapuestas sobre si sería necesario o conveniente ser rescatados. Incluso, algún miembro llegó a decir que ser rescatados no sería el apocalipsis, preparando el terreno para lo que podría ocurrir. Pero lo más importante, creo, es lo siguiente: los hechos, en este caso la cifras, son tan tozudos y la situación es tan insostenible que, con independencia del deseo de los políticos, la cuestión del euro está ya planteada en la sociedad.

El tema lo he seguido muy de cerca y hace un año nadie planteaba en los medios de comunicación la alternativa de abandonar la zona euro. Ahora ya se debate, si no abiertamente, sí con profusión y cada vez con más frecuencia el asunto. Y tengo que añadir que algunos economistas han cambiado de opinión.En lo referente a la izquierda, IU, los sindicatos mayoritarios y otras fuerzas más a la izquierda, lo mínimo que se puede concluir es que no han estado a la altura de las circunstancias. Considerada la evolución del paro, la degradación de los servicios públicos, el cercenamiento de los derechos sociales, y la osadía con que el PP se comporta y amenaza los intereses de las clases populares, la izquierda ha sido derrotada. Ello sin tomar en cuenta datos políticos como la corrupción, la impunidad, la monarquía, la degradación de las instituciones, la represión y el declive moral genérico del país. Esa derrota tiene muchas causas, como todos sabemos, pero parece imprescindible resaltar en el tema que tratamos el debilitamiento ideológico que han sufrido los dirigentes y las fuerzas organizadas de la izquierda.

¿Debilitamiento ideológico? 

Se plegaron a la opinión general dominante, no quisieron valorar correctamente las implicaciones económicas que tenía ni el modelo social que surgía de Maastricht, miraron para otro lado o no se enteraron de lo que se nos venía encima y, en líneas generales, permanecen contumaces en el error esperando ilusamente que la crisis pase. Lo que corresponde, me parece, ante los conflictos sociales que se avecinan, es agrupar a las fuerzas de la izquierda y los movimientos sociales en un frente unitario que por lo menos se comprometa a luchar contra las interminables agresiones que prepara la UE y el gobierno del PP. Mi confianza es que la lucha y la necesidad de ofrecer una alternativa acaben por hacer evidente que romper con la unión monetaria es inevitable. Estamos en la barbarie.

En la versión de Walter Benjamin, la misión de las revoluciones no es impulsar el progreso hacia un futuro imaginado, sino aplicar los frenos y desacelerar la marcha hacia nuevos desastres. Con sus palabras: “Para Marx las revoluciones son las locomotoras de la historia. Pero tal vez las cosas sean diferentes. Tal vez las revoluciones sean la forma en que la humanidad, que viaja en ese tren, tira del freno de emergencia”.  Podríamos darles un homenaje a ambos tratando de impedir que nuestro país se hunda crónicamente en la desolación y la miseria por mantenerse en un proyecto tan contrahecho, disparatado y destructivo, emanado de las clases dominantes para mejor explotar a los oprimidos.

 

* Pedro Montes, un economista comprometido con la izquierda

Miembro del Consejo Editorial de “Crónica Popular”, presidente de “Socialismo 21” y miembro del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), Pedro Montes Fernández es, sin duda alguna, el economista español que denunció primero y con más perseverancia hasta le fecha la grave crisis financiera con el euro como fondo de la explicación y no dudó nunca en pedir la salida de España de la zona euro.

Nacido en Granada en 1945, Pedro Montes posee una sólida formación y curriculum como economista. Se licenció en 1968 en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid con la calificación de premio extraordinario y, al año siguiente de su licenciatura, ingresó por oposición en el cuerpo de titulados del Servicio de Estudios del Banco de España, en el que permaneció hasta 2002. En el Banco de España, desarrolló investigaciones econométricas relacionadas con el sector exterior, fue durante seis años responsable del área de coyuntura y análisis económico y, posteriormente, del área de Sector Público. Además, sus últimos años en el Banco central español estuvieron centrados en el estudio de los problemas de las relaciones de España con la Comunidad Europea y al proyecto de integración monetaria de la UE.

Representó al Banco de España en numerosas reuniones de Comités de la OCDE, en París, y del BIS, el “Bank for International Settlements” o “Banco de Pagos Internacionales”, banco central de bancos centrales, con sede en la ciudad suiza de Basilea. Asimismo, asistió en 1971 en Washington a un curso sobre metodología de la Balanza de Pagos, impartido por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Durante algunos años combinó su trabajo en el Banco de España con la docencia universitaria, primero, en el curso 1969-1970, como profesor ayudante de la cátedra de Teoría Económica de la Universidad Complutense de Madrid y, después, en los cursos 70-71 y 71-72, como profesor encargado de la misma asignatura en la Universidad Autónoma de la capital.

Desde su juventud, Pedro Montes mantiene un activo compromiso con la izquierda, militando tanto en formaciones políticas como sindicales. Afiliado desde los comienzos de CC.OO a esta central sindical, perteneció a la Ejecutiva de la Federación de Banca y fue promotor del “sector crítico” de dicho sindicato.
Asimismo, desde 1991, perteneció al Consejo Político Federal de Izquierda Unida y, desde 2002 hasta 2008, fue miembro de la Presidencia Federal de dicha coalición política. En la actualidad, es presidente de la asociación “Socialismo 21”.

Es autor de varios libros, como “La integración en Europa: del Plan de Estabilización a Maastrich” (1993), “El desorden neoliberal” (1999), “La historia inacabada del euro” (2001), todos ellos en Editorial Trotta, así como de “Golpe de estado al bienestar. Crisis en medio de la abundancia” (1996) (Icaria). Al mismo tiempo, es coautor de otras obras, entre ellas “La larga noche neoliberal”, “La izquierda y Europa”, “La reestructuración del capitalismo español” y del epílogo de la última edición francesa de “El capitalismo tardío”, del economista belga Ernest Mandel, uno de los teóricos marxistas de más peso en el siglo XX, al que se deben, entre otras obras, su “Tratado de economía marxista”.

Su firma forma parte desde hace muchos años de publicaciones especializadas en cuestiones económicas y en otras de información general y, durante veinte años, escribió la sección de “Información económica” de “Moneda y Crédito.

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Aumenta la posibilidad de desintegración del euro

Por Wolfgang Münchau del Financial Times

«…Las compras de deuda a través del paraguas protector del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), acordadas en la cumbre, carecen de todo sentido mientras el MEE disponga sólo de 500 mil millones de euros. Italia tiene deuda por valor de 2 billones de euros; la de España monta 800 mil millones…»

«…Infiero, entonces, que la probabilidad de una desintegración del euro ha aumentado todavía más después de la Cumbre...»

Quienes se apresuraron a celebrar los resultados de la Cumbre del viernes 29 de junio, ni siquiera comprenden la crisis de la política europea

¿Triunfo de Monti, derrota de Merkel? ¡Ni hablar! En la Cumbre de la UE de la pasada semana, la Canciller no cedió en ninguna posición decisiva. Lo que también significa: la probabilidad de que la Unión Monetaria se desintegre, lejos de disminuir, ha aumentado.
Para unos, el viernes 29 de junio trajo el desbloqueo. Se alegran de que Monti pusiera contra las cuerdas a la Canciller en el Consejo Europeo, obligándola a una serie de concesiones. Para otros, fue un viernes catastrófico. Angela Merkel había dibujado en la arena una serie de líneas rojas, dos de las cuales fueron rebasadas. La CSU [bávara] amaga incluso con romper la coalición de gobierno.
No estoy de acuerdo con ninguna de estas interpretaciones. Lo que se dio fue un combate de boxeo con sombras. Monti no ha vencido, y Merkel no ha cedido en nada significativo.

Las compras de deuda a través del paraguas protector del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE), acordadas en la cumbre, carecen de todo sentido mientras el MEE disponga sólo de 500 mil millones de euros. Italia tiene deuda por valor de 2 billones de euros; la de España monta 800 mil millones. La única institución que podría llevar a cabo en Europa compras de deuda por esos enormes montantes es el Banco Central europeo (BCE), porque está en posesión de recursos infinitos. Pero al BCE, salvo en situaciones excepcionales muy definidas, no le está permitido comprar deuda de los Estados. Ni tiene tampoco voluntad de hacerlo.

La otra decisión tomada en Bruselas consistió en permitir que el paraguas protector del MEE pueda ayudar directamente a los bancos. Pero eso sólo podrá ocurrir cuando se haya acordado una supervisión bancaria común. Lo que tampoco se logrará antes de 12 meses. Yo apuesto a que Angela Merkel tiene ideas muy distintas a las de sus colegas meridionales sobre lo acordado entre todos. Es lo más seguro que quienes se apresuraron a celebrar los resultados de la Cumbre del viernes 29 de junio, ni siquiera comprendan la crisis de la política europea. Tampoco quienes salieron decepcionados.

El paquete de medidas acordadas en las primeras horas de la mañana del viernes fue un triunfo del parecer sobre el ser. La positiva reacción de los mercados el mismo viernes no debería sorprender a nadie. Hasta ahora, los mercados han reaccionado alegremente ante casi todas las cumbres, hasta que han empezado a leer la letra pequeña de los acuerdos, o a reflexionar un poco sobre los mismos.

Por lo demás, los agentes de los mercados, como los reyes del esquí, se las prometen felices con los descensos de intereses del BCE y de la Fed estadounidense. La cumbre de la UE no era, así pues, la única invitación a la euforia.

En los tres últimos años habría podido ganarse mucho dinero apostando a una subida de los mercados tras cada cumbre europea seguida de una fase de retraimiento. Esa fase ha empezado ya esta misma semana. Los intereses de la deuda italiana y española vuelven a subir, y mi predicción es la siguiente: la fase de aguda de la crisis volverá este mismo verano. Si el jueves el BCE vuelve a bajar los tipos de interés [como efectivamente ocurrió; T.], entonces no habrá ya nada más que pueda alegrar a los mercados. Habrá, entonces, mucho tiempo para reflexionar. Los mercados han reaccionado a menudo con retraso en la euro-crisis; pero cuando lo han hecho, han sido siempre inclementes.

La probabilidad de una desintegración del euro ha aumentado
Cuando regrese la crisis, ¿podrá Monti volver a presionar a Merkel? ¿Se rebasará la siguiente línea roja y dará Merkel una licencia bancaria al MEE, permitiéndole hacerse con todo el dinero del BCE que precise? ¿Cederá también en el asunto de los eurobonos? Me parece improbable. El problema es que la Canciller federal ha terminado por quedar encajada en un rincón del que apenas hay posibilidad de escapar.

La sentencia del Tribunal Constitucional alemán, cuando llegue, no hará verosímilmente sino enquistar la posición alemana. No quiero decir que el alto Tribunal vaya a declarar inconstitucional la ley del MEE. Podría ser, pero no lo espero. Sí espero, en cambio, que el Tribunal reduzca todavía más el margen de maniobra del gobierno federal. Con la política de rescate nos hallamos ya desde hace mucho tiempo en la zona gris del derecho constitucional alemán.

Yo ni siquiera excluiría que el Tribunal entrara a limitar retroactivamente las decisiones tomadas en la cumbre. Me sorprendería, por ejemplo, que el Tribunal Constitucional se tragara sin más la recapitalización bancaria directa por parte del paraguas protector. Tampoco se ensanchan los márgenes de maniobra políticos, como se infiere de las reacciones de los liberales y de los cristiano-sociales bávaros.

Y precisamente en esa coyuntura se debilita la economía mundial, desde los EEUU hasta la China. Eso significa un empeoramiento inmediato de la dinámica de la crisis. En los Estados con problemas de la UE fracasarán todos los objetivos presupuestarios fijados para este año, y las deudas seguirán creciendo.

Yo no veo otra solución que la de la introducción de los eurobonos, o cuando menos, una ampliación del paraguas protector. No habrá ninguna de las dos cosas mientras no cambie el estado de la opinión jurídica y política en Alemania.

Infiero, entonces, que la probabilidad de una desintegración del euro ha aumentado todavía más después de la Cumbre.

Wolfgang Münchau es coeditor del Financial Times en Londres y columnista estrella del más importante semanario alemán, el Spiegel de Hamburgo.

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¡Ladrones! Los bancos nos están robando con las hipótecas

Por Washington’s Blog
Los grandes bancos conspiraron criminalmente desde 2005 para manipular un mercado de 800 billones de dólares… pero solo reciben un ligero tirón de orejas

Barclays y otros grandes bancos –incluidos Citigroup, HSBC, J.P. Morgan Chase, Lloyds, Bank of America, UBS y Royal Bank of Scotland– manipularon la principal tasa de interés del mundo (Libor) que prácticamente afecta todas las inversiones con intereses ajustables del mundo.

Eso significa que manipularon una buena parte de la economía global.

En realidad se ha restado importancia al escándalo del Libor.

Específicamente, según el Libro Mundial de Hechos de la CIA, la economía global, tal como se mide en el producto interno bruto del mundo, es menos de 80 billones (millones de millones) de dólares.

En contraste, más de 800 billones de dólares en inversiones son afectados por la tasa Libor. En otras palabras, un mercado de más de 10 veces el tamaño de toda la economía global es afectado por Libor.

Como informa hoy el Wall Street Journal:

Más de 800 billones de dólares en valores y préstamos están vinculados al Libor, incluidos 350 billones en swaps y 10 billones en préstamos.

Hay que recordar que el mercado de derivados es de aproximadamente 1.200 billones de dólares. Los derivados con tasa de interés representan la mayor parte de todos los derivados, y podrían estallar y derribar todo el sistema financiero.

Los mayores vendedores de derivados con tasas de interés incluyen a Barclays, Deutsche Bank, Goldman y JP Morgan… muchos de los cuales están siendo expuestos por manipular el Libor.

Han estado manipulando el Libor virtualmente a diario desde 2005.

Todavía forman parte del grupo de bancos que fija el Libor cada día, y ninguno ha sido imputado criminalmente.

Han recibido un ligero tirón de orejas de los reguladores lo que –como señala el economista Premio Nobel Joe Stiglitz– es solo el coste de hacer negocios cuando el fraude es el modelo de negocios.

Por cierto, como señala Bloomberg, es probable que todavía estén manipulando la tasa:

Los banqueros y reguladores británicos encargados de revisar el Libor después de las investigaciones de reguladores se resisten a llamados de reacondicionar la tasa porque los cambios estructurales arriesgan con invalidar billones de dólares de contratos.

El grupo, establecido por la Asociación de Banqueros Británicos en marzo después de investigaciones de que negociantes manipularon la tasa ofrecida entre bancos en Londres… no propondrán cambios estructurales como que se base la tasa en negocios reales o que se aparte la supervisión del parámetro de la BBA, dijo la gente.

El Libor es determinado por un sondeo diario que solicita que los bancos estimen cuánto les costaría pedir prestado entre ellos para diferentes períodos y en diferentes divisas. Como las informaciones de los bancos no se basan en negocios reales, académicos y abogados dicen que están abiertas a manipulación por los negociantes. Reguladores de todo el mundo están investigando por lo menos a una docena de firmas por colusión para manipular la tasa, el parámetro para 350 billones de dólares en valores.

“No veo una mejora significativa de la reputación del Libor sin basarlo en transacciones reales”, dijo Rosa Abrantes-Metz, economista del Global Economics Group, una consultoría basada en Nueva York, profesora asociada en la Escuela Stern de Negocios de la Universidad.

“Solo sería disruptivo si las actuales cotizaciones son inexactas, por lo tanto la resistencia es sospechosa”, dijo.

Algunos negociantes de tres empresas entrevistados por Bloomberg en marzo dijeron que no recibieron instrucciones de cómo fijar el Libor y que no había las denominadas «murallas chinas» que impidieran el contacto entre el personal del tesoro encargado de entregar la tasa y los negociantes que podían beneficiarse con el monto del Libor de cada día. Discutían regularmente la fijación del Libor con sus colegas y sus contrapartes en otras firmas, dijeron.

“Por desgracia la reacción parece haber sido consistente con la reacción de los responsables políticos ante los desastres bancarios que hemos visto durante los últimos cuatro años, cambios cosméticos pero no sucede nada sustancial”, dijo Richard Werner, profesor de finanzas en la Universidad de Southampton. “Es insuficiente y no llega realmente al corazón del problema”.

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¿Y si España se negase a pagar su deuda?

Guía paso a paso, por Alberto Sicilia de Periodismo Humano

Los recortes sociales en nuestro país están generando mucho sufrimento humano.

El objetivo de este artículo es explorar algunas preguntas relacionadas con nuestra situación económica: ¿porqué España tiene deudas? ¿A quién debemos el dinero? ¿Cuándo una deuda es ilegítima? ¿Qué pasaría si España se negase a pagarla?

¿Por qué un país tiene “deudas”?

Un país financia sus servicios públicos con el dinero que recauda por impuestos. Pero si el país gasta más de lo recauda, el gobierno busca dinero en los mercados financieros.

Emitir deuda es pedir un préstamo que será devuelto con ciertos intereses en un plazo determinado. El gobierno organiza una subasta y adjudica su deuda al inversor que ofrece el dinero al interés más bajo.

¿Qué tasa de interés le piden a España para prestarle dinero?

En estos momentos, los inversores piden, para el bono a 10 años, un interés del 6.41% a España y un 1.20% a Alemania.

La diferencia entre lo que paga España y lo que paga Alemania es la famosa “prima de riesgo”. En este caso, 641-120 = 521.

¿Quién presta dinero a España?

Dos tercios de la deuda española está en manos de inversores españoles y un tercio en manos de inversores extranjeros.

Una comparación para que os hagáis una idea: el 38% de la deuda francesa la poseen inversores franceses. Sin embargo, más del 65% de la deuda española la poseen inversores españoles.

En los últimos meses, se ha producido una tremenda huída de inversores extranjeros: ahora mismo, nuestra deuda pública sólo la compran inversores españoles.

¿Quiénes son esos inversores? ¿Quiénes son “los mercados”?

Fundamentalmente, son bancos y fondos de pensiones.

En el siguiente punto hablaremos de los bancos, permitdme hablar ahora de los fondos de pensiones. Seguramente sabéis que la Seguridad Social tiene una “hucha” para pagar las pensiones futuras. Como la población española está envejeciendo, en el futuro habrá más pesionistas y menos cotizantes. Por eso, hace años, se creó el “Fondo de Reserva” de la Seguridad Social. Pues bien, el 90% del dinero de ese Fondo de Reserva está invertido en deuda del Estado.

¿Y los bancos, de dónde sacan el dinero para comprar deuda española?

De los depósitos de sus clientes. Un banco se dedica, básicamente, a recoger depósitos y conceder créditos. La mayor parte de los dépositos no están en la caja fuerte del banco, sino que han sido prestados a alguien (en forma de hipotécas, créditos a empresas, compra de la deuda de algún país, etc.).

Lo paradójico de la situación española es que los bancos compran deuda al Estado y, a su vez, el Estado “rescata” a los bancos. Ahora mismo, el sistema financiero español y el gobierno son como dos borrachos que sólo se mantienen en pie apoyándose el uno contra el otro.

Además, hay otro aspecto sangrante: los bancos españoles han obtenido préstamos por valor de 1 billón de euros del Banco Central Europeo al 1%. ¡Y luego se lo prestan al Estado al 6%!

¿Cuánto paga España cada año por los intereses de su deuda?

En 2012, se calcula que España pagará 29.000 millones sólo en intereses de su deuda.

Para que os hagáis una idea de lo significa este número: España pagará en intereses diez veces más que los recortes en Sanidad y Educación.

¿Un país puede negarse a pagar su deuda?

Sí. De hecho, casi todos los países del mundo han dejado de pagar la deuda alguna vez en su historia. (Los periódicos suelen usar el termino inglés “default” cuando se refieren al impago de la deuda nacional).

Además del default, hay otra solución intermedia: negociar con los inversores que la cantidad a devolver sea menor de la acordada o en un plazo más largo.

En 1557, España fue la segunda nación en la historia que suspendió el pago de su deuda. Al llegar al trono, Felipe II se dió cuenta de que los metales preciosos de América no eran suficientes para pagar los intereses de la deuda contraída por su padre con los banqueros holandeses. El mismo rey volvió a declarar bancarrota en 1577 y 1597. En total, nuestro país ha dejado de pagar su deuda en 14 ocasiones.

La última vez que España declaró un default fue en 1939, cuando al terminar de la Guerra Civil, Franco se negó a pagar la deuda contraída por el gobierno de la República.

En Europa, todos los países se han declarado en default alguna vez: Francia en 9 ocasiones, Rusia 7 veces y el Reino Unido en 5 ocasiones.

¿En qué circunstancias los países pueden negarse a pagar su deuda?

Básicamente hay dos situaciones diferentes:

1) Me niego a pagar la deuda por “razones técnicas”: sencillamente porque no tengo dinero.

2) Me niego a pagar la deuda por “razones morales”: considero que la deuda es ilegítima.

¿Cuándo una deuda es “moralmente ilegítima”?

En esta discusión existen muchos puntos de vista diferentes. Pero, en mi opinión hay casos evidentes de deudas ilegítimas. Por ejemplo, si cae una dictadura, ¿porqué los ciudadanos de ese país tienen que pagar la deuda adquirida por el tirano? Lo mismo puede decirse de países africanos que han sido expoliados por Occidente.

Quizás la mejor definición de “deuda ilegítima” es la propuesta por el economista Jeff King: “son ilegítimas aquellas deudas contraídas contra los intereses de la población de un país y con el completo conocimiento de su acreedor”.

En este artículo de Wikipedia podéis leer una larga discusión sobre la deuda ilegítima.

¿Cuáles son las ventajas de negarse a pagar la deuda?

El dinero que te ibas a gastar en pagar la deuda, lo puedes dedicar a educación, sanidad, pensiones, etc.

¿Y cuáles son los inconvenientes?

Evidentemente, también hay incovenientes en negarse a pagar la deuda:

A partir de ese momento, el Estado no puede gastar más de lo que recauda porque nadie le presta dinero.

En el caso de España, descontando todo pago por la deuda, seguiría existiendo un déficit de unos 50.000 millones (que habría que compensar recortando gastos o subiendo impuestos). Tendrán que pasar algunos años hasta que alguien vuelva a confiar en prestarte dinero, pero la Historia nos enseña que todos los países europeos que se han declarado en default han vuelto a acceder a los mercados de deuda poco tiempo después.

Además, como hemos visto antes, nuestros principales acreedores son bancos y fondos de pensiones españoles, que colapsarían inmediatamente. Por eso es más sencillo declarse en default cuando la mayoría de tus acreedores son extranjeros.

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