Con la defensa de la sanidad pública y la acción solidaria venceremos el Covid-19 ¡Por el cambio de rumbo y la superación del capitalismo neoliberal!
La pandemia del Covid-19 ha puesto al desnudo el fracaso y perversión del capitalismo global. Su incapacidad para organizar una rápida, coordinada y efectiva respuesta a la expansión del virus, y atender debidamente a las personas contagiadas, quedarán grabados en la historia y conciencia de la clase trabajadora y del conjunto de la humanidad. El actual sistema dominante, levantado sobre la exaltación del mercado contra la intervención del Estado, la primacía de lo privado frente a lo público y el estímulo del consumismo, ha estallado y está condenado a desaparecer.
El uso de la salud como una mercancía en la globalización capitalista ha significado el abandono y recorte de los sistemas públicos sanitarios, su progresiva privatización y el debilitamiento de la investigación pública en medicinas y vacunas. En España hay que añadir la ausencia de una verdadera industria pública de productos farmacéuticos, de protección sanitaria, y la modesta e insuficiente fabricación privada de respiradores, etc.
Los efectos terribles de la primera ola de la pandemia en la salud y vida de los seres humanos son un anticipo de la grave crisis económica y social en gestación, como consecuencia de las medidas de confinamiento de la población y del paro productivo en importantes sectores de la industria y servicios, agravada en el caso de España por el desplome del sector turístico que representaba en 2019 el 15% del PIB.
La dimensión de esta crisis económica y social dependerá de la duración de la primera ola de la pandemia, de la obtención de la vacuna que facilite la inmunidad de la población ante las siguientes olas pandémicas, pero también de las características y efectividad de las medidas económicas que se pongan en marcha para reforzar la sanidad pública, evitar la quiebra de numerosas empresas, de medidas laborales para impedir los despidos, la derogación de las reformas laborales que precarizan el empleo. También del gasto social para cubrir las prestaciones de desempleo, alquiler, o de una renta garantizada o básica que permita cubrir las necesidades a las personas y familias en situación de vulnerabilidad.
Otros factores para evaluar la dimensión y profundidad de esta crisis son los altos niveles de endeudamiento público-privado internacional, que superan el triple del PIB mundial, el gran peso de los fondos y negocios especulativos, y las crecientes tensiones geopolíticas que afectan al comercio internacional.
La Unión Europea muestra su incapacidad e insolidaridad ante la pandemia
Las imágenes de la solidaridad de China y Cuba en medios de protección sanitaria, de equipos médicos, ha puesto de relieve ante la población de los países europeos más afectados por la pandemia, Italia y España, la ausencia de la Unión Europea y de sus instituciones en un tema tan sensible y vital como la asistencia sanitaria.
El anuncio por el Consejo de gobierno del BCE de un plan de compra de activos públicos y privados por un valor de 750.000 millones de euros, así como la propuesta de la Comisión Europea de suspender las reglas del Pacto de Estabilidad que afectan a los objetivos de techo de gasto, déficit público y deuda, calmaron por el momento la indignación de los gobiernos de Francia e Italia ante las primeras declaraciones inmovilistas de su directora Christine Lagarde.
Muy preocupados ante la dimensión de la crisis que se avecina, diversos presidentes de gobierno de la UE han reclamado públicamente mas medidas efectivas, especialmente la puesta en marcha de los eurobonos, en esta ocasión bautizados como “coronabonos”, una prestación de desempleo europea, etc. Sin embargo, la negativa de Alemania, Holanda, Austria y Finlandia, etc., a contribuir solidariamente con su riqueza acumulada desde la creación del euro a través de superávits comerciales enormes, condena a los países con crisis de deuda a recurrir al fondo de rescate MEDE, qué en caso de no modificarse las condiciones para su acceso, aboca a las graves medidas de recortes del gasto social y privatizaciones sufrida por el pueblo griego. Mientras, persiste la división entre los gobiernos de la UE para aprobar un proyecto de presupuesto en 2020 que contribuya a redistribuir la riqueza entre los países miembros, reduciendo las desigualdades y efectos negativos de los desequilibrios comerciales.
La adhesión de algunos gobiernos de la UE, a la propuesta de la OCDE de un Plan Marshall para afrontar la crisis de la pandemia, tampoco garantiza su puesta en marcha y la dimensión necesaria para que sea eficaz. Mientras, los gobiernos de Alemania y Estados Unidos adoptan medidas económicas expansivas y de capacidad de deuda para atender sus necesidades presentes y futuras. Ciertamente, consiguieron por el momento detener la caída de las bolsas, pero la recuperación ha sido insuficiente. Si la pandemia persiste en el tiempo y se extiende de manera incontrolada a todo el planeta, la dimensión de la crisis económica como ya anuncian diversos gabinetes de instituciones financieras puede superar la reciente depresión de 2008, cuyo desencadenante fue financiero y ahora se combinan los desequilibrios financieros con la actividad real.
Todo indica que los dirigentes capitalistas van a afrontar la crisis inundando los mercados de liquidez para evitar un colapso económico y financiero. Pero no por ello dejará de hundirse gran parte del aparato productivo, aquejado por la debilidad de la actividad y la demanda y por la falta de rentabilidad y solvencia de muchas empresas. Por otro lado, la política monetaria ya viene siendo inoperante y sobre el gran endeudamiento general existente, las masivas inyecciones de liquidez previstas inflarán todavía más la burbuja financiera, lo que pasará factura en el futuro, quizás muy pronto, en el contexto de un capitalismo en descomposición.
Sin respuesta solidaria desde las instituciones de la UE, los estados tienen que recuperar la soberanía económica, como en la práctica están gestionando la crisis sanitaria de la pandemia del Covid-19.
Cuanto más tarden los gobiernos de la UE en adoptar medidas efectivas, la crisis no solo amenazará la economía, también la legitimidad de sus instituciones ante la mayoría social con una intensidad de indignación que puede expresarse en revueltas ciudadanas que superen la acción de los “chalecos amarillos” en Francia.
La dimensión económica, social y política de la crisis del coronavirus en España
Los efectos de esta crisis en el estado español impactan sobre un modelo económico del país con graves desequilibrios e insuficiencias, resultado de las políticas de los gobiernos pasados que facilitaron por activa o pasiva la desindustrialización, deslocalización de empresas, deterioro de la capacidad agrícola y ganadera, elevado peso del turismo, etc., como consecuencia de aplicar las políticas neoliberales de la Unión Europea, el Tratado de Maastricht y el Pacto de estabilidad. La renuncia a la soberanía económica con la implantación de la moneda única el euro disparó el déficit comercial y la deuda privada exterior. La sumisión ante las políticas de ajuste y austeridad de la UE y el BCE que modificaron la Constitución española con el artº 135, y sirvieron para imponer graves recortes sociales, en salud y educación, la contrarreforma de las pensiones públicas en 2011, la contrarreforma laboral en 2012, etc.
Como consecuencia de dichas políticas neoliberales y austericidas, en la actualidad la deuda público-privada del estado español alcanza niveles históricos, el desempleo afecta a 3,12 millones de trabajadores/as (tasa 13,7%), donde 5,12 millones de trabajadores/as tienen contrato temporal (26,1) y 2,9 millones contratos a tiempo parcial (14,8%), con tasa de pobreza laboral muy alta el 13%. Además, la pobreza golpea gravemente a la sociedad española con 12 millones de personas en riesgo de pobreza (26,1% según la tasa AROPE) y 2,5 millones sufren intensa exclusión social o pobreza severa (5,4%), además de cientos de miles de desahucios. Es sobre esta crítica realidad económica y social donde va a diluviar la nueva crisis económica del capitalismo mundial.
La combinación de los efectos sociales de la pandemia con el estallido del escándalo de corrupción multimillonaria del rey emérito Juan Carlos, ha puesto en cuestión al régimen de la monarquía ante amplísimos sectores sociales. La solución a la crisis política, que se irá agravando al compás del desarrollo de la crisis económica y la aparición de nuevas informaciones sobre dicho escándalo, pasa por la ruptura con la monarquía y el llamado a un proceso constituyente que abra la vía a una Republica social, que recupere la soberanía económica, ponga en el centro de su acción el bien común, y en consecuencia adopte las medidas económicas y sociales que lo garanticen a través de la nacionalización de la banca privada y de los sectores estratégicos, electricidad, gas, agua, telecomunicaciones, la sanidad y educación, los servicios sociales, residencias de ancianos, parque público de vivienda, funerarias, etc. ,que asegure el acceso a dichos servicios a toda la ciudadanía.
¿Qué hacer?
En lo inmediato, el primer objetivo es la victoria sobre el Covid-19. Ello exige la defensa de la sanidad pública, de los recursos suficientes para atender las personas enfermas, y por consiguiente las medidas para intervenir, requisar y nacionalizar los hospitales y clínicas privadas, poner en marcha de manera urgente la producción pública de los materiales de protección sanitaria, instrumental sanitario, medicinas, respiradores, etc. También, es necesaria la mayor solidaridad, responsabilidad y cooperación de la ciudadanía.
Contra la pandemia ha sido necesaria la acción soberana de España. Para responder a los retos de la crisis económica es urgente recuperar los instrumentos de la soberanía económica, nacionalizar la Banca y sectores estratégicos, y adoptar medidas fiscales a la altura de la emergencia histórica, mediante un impuesto oneroso sobre las grandes fortunas, la reducción drástica del fraude y evasión fiscal, y aumentar la progresividad fiscal.
Solo desde una fiscalidad suficiente, desde la capacidad de endeudamiento soberano, el impago de la deuda ilegítima, etc., será posible obtener los recursos económicos suficientes para atender el gasto social que permita mantener las prestaciones sociales en desempleo, pensiones públicas, renta garantizada de ciudadanía, así como de las ayudas a las empresas y autónomos para que prosigan su actividad, y de las inversiones necesarias para reconstruir la economía del país sobre un modelo basado en la soberanía alimentaria e industrial, el desarrollo de la investigación, el reequilibrio del sector turístico, la apuesta por la energía renovable, etc.
Pero de manera urgente, son necesarias medidas que garanticen el trabajo digno mediante la prohibición efectiva de los despidos; la derogación de toda la legislación que ha causado la precariedad y pobreza laboral, empezando en lo inmediato por la derogación de la reforma laboral de 2012; la distribución de la riqueza y el trabajo reduciendo la semana laboral a 30 horas sin disminución del salario; la defensa de las pensiones públicas derogando la reforma de zapatero en 2011 y recuperando la jubilación a os 65 años y emprender el camino de su reducción hasta los 60 años; estableciendo una renta garantizada o básica de mínimos suficiente en el conjunto del estado; prohibiendo desahucios por impago de hipotecas y alquileres, poniendo en marcha un parque público, suficiente y accesible de vivienda de alquiler en condiciones dignas.
Para impulsar estas medidas, y las que se deriven de la lucha contra el cambio climático, la igualdad de género, la superación de los vaciamientos territoriales con inversiones en la reindustrialización, en la producción agrícola y ganadera de calidad, la capacidad pesquera, etc., es necesaria una potente movilización social y ciudadana con conciencia del reto a que nos enfrentamos, dispuestos a superar todos los obstáculos, vengan de donde vengan.
No obstante, hay que estar atentos a los discursos engañosos sobre la transitoriedad de la crisis, y sobre todo a los anuncios de una pronta recuperación, cuyo objetivo último es conducir a la ciudadanía a olvidar el gran desastre sobrevenido y a instalarla en la conformidad con el sistema, la austeridad y las recetas neoliberales para superar la catástrofe que ellas mismas han provocado, como si no hubiera ocurrido nada.
Llamamos a abrir la reflexión y el debate de cómo conquistar los objetivos inmediatos en la defensa de los derechos sociales y laborales. También de como avanzar en las medidas económicas que lo hagan posible, y las tareas para superar un sistema capitalista obsoleto y perverso, poniendo en marcha nuevas relaciones entre los estados y naciones basados en la cooperación desde la igualdad, la solidaridad, la fraternidad y la paz. También, sobre como impulsar los instrumentos sociales y políticos para hacer realidad el cambio de rumbo necesario y superar la dominación del neoliberalismo.
La resolución del dilema “Socialismo o barbarie” sigue pendiente y se nos presenta de nuevo con urgencia.