La Izquierda Unida como problema

Artículos Debates Internacional

images Alberto Carrasco, periodista

Las últimas encuestas del CIS han aportado un dato para pensar. Pese a que los partidos minoritarios aumentan su expectativa de voto, muchos electores expresan un fuerte rechazo a los mismos, incluso superior al del PP y PSOE. Este es el caso de IU, que despierta una simpatía mayor del 20% pero un rechazo de casi el 50% del electorado (nunca les votaría).

También sucede lo mismo con UPyD y restantes opciones en ascenso relativo, lo que indicaría que todo el espectro institucional de fuerzas políticas con representación institucional son consideradas por los españoles “corresponsables”, integrantes del mismo “problema político” que ocupa el tercer lugar entre las mayores preocupaciones ciudadanas.

Ha pasado el tiempo e Izquierda Unida, que en su día se presentó como una fuerza política alternativa, con pretensiones de cambiar la sociedad y el vigente régimen, paralelamente al desfondamiento del bipartidismo y de la crisis de las instituciones, como en particular la monarquía, finalmente se ha decantado por la opción reformista institucional, tal como puede constatarse por su política de alianzas en los territorios del estado: Extremadura, Andalucia, País Vasco, Galicia, y por el calado de sus programas y propuestas políticas de “izquierdas” entre comillas:

,¿Plantea IU la ruptura con el actual régimen político y la apertura de un proceso constituyente de una sociedad socialista democrática? ¿o una política de alianzas netamente anticapitalista con tal objetivo? ¿Defiende el derecho de los pueblos de España a la auto determinación? ¿o la necesidad de salirse del euro y/o de descolgarse del proyecto de la UE?

Todas estas preguntas tiene un NO por respuesta y los trabajadores de algún modo son sabedores de esto, de la discrepancia entre hechos y palabras, y no se fían.

El problema de los trabajadores y los pueblos del estado español sigue siendo la falta de un referente político con capacidad para hacer frente a la Troika europea y construir una alternativa socialista de sociedad. Quizás IU tuvo en su día esta opción de liderazgo, pero desde hace tiempo la presión de las cúpulas dirigentes (que también son cargos institucionales) han conducido a decantarla –junto con los restantes partidos institucionales- como parte del problema, no de la solución.

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