En el debate sobre el comportamiento de IU en Andalucía, late a mi parecer un terrible equívoco. Se dice que sus actos socialliberales son contrarios a su esencia revolucionaria. El equívoco radica en la segunda afirmación del enunciado.
Quienes deseaban que IU no formara gobierno de coalición con PSOE, simplemente albergaban en su imaginario una IU inexistente. Una IU básicamente independiente de la financiación pública, inmersa y capilarizada en los movimientos sociales de todo signo, con liderazgos de masas tan sólidos como democráticos, una alternativa programática de superación del capitalismo en la que las propuestas reformistas no fueran sino hitos para el fortalecimiento cuantitativo y cualitativo del bloque popular, y su conquista, la ocasión para aflorar nuevas contradicciones y afrontar sus consiguientes retos. Una IU estructurada democráticamente, donde su militancia compartiera información, decisiones y responsabilidades en términos de igualdad alejada de la hiper profesionalización, libre de prácticas corruptas y ajena a la tentación de obtener prebendas personales u orgánicas, mediante el uso torticero de sus cuotas de poder público.
Esa IU hubiera cometido un error o una falta de incoherencia con el pacto de gobierno. Esa IU se suicidaría si no rectificara.
Pero esa IU no existe.
La IU realmente existente es otra cosa: una formación socialdemócrata con el discurso grandielocuente y algunos islotes de inocencia propios de quien todavía no ha llegado a ejercer con plenitud el poder político del Estado burgués. Una formación política que existe por y para el usufructo del poder político posible en el sistema capitalista, pero que disputa a otras formaciones el concreto espacio social de los perdedores sociales. Esa IU es coherente cuando opta por el pacto de gobierno y la administración de la miseria.
Sin embargo, su específico roll, la conquista del apoyo social de los perdedores, le exige adoptar algunos comportamientos mediante los que ganar su simpatía. Presumiblemente usará más (que no sólo) de la persuasión y la retórica que de la represión, estará más atenta a las prácticas paliativas que a las quirúrgicas, será más permeable (no mucho) a las demandas de transparencia, será algo menos cicatera en la puesta a disposición de los movimientos sociales de algunos recursos públicos, menos impaciente con las exigencias de negociación.
Personalmente no espero nada relevante de una formación de esas características en la oposición, pero prefiero tratar con ella como fuerza gobernante que con las otras dos formaciones parlamentarias. Me llevaré menos golpes, aguantaré más tiempo firme en las inevitables confrontaciones, me será más facil acceder a la información pública, pasaré menos tiempo muerto en las salas de espera, con suerte aprovecharé algun recurso público para la organización de la lucha de masas, a veces lograré que la gente observe sin mediación la sucia cara de los gobernantes y aprendan rápido y por evidencias su catadura.
Esa IU no se suicidará y sólo se derrumbará si otra alternativa que además de decirse revolucionaria lo sea, crecida fuera de sus filas y a lo mejor nutrida con parte de sus actuales componentes, llega a consolidar un contrapoder popular capaz de vencer el pulso a la oligarquía. Pero para entonces los debates sobre qué debió de hacer IUCA en la primavera de 2012 sólo ocupará la atención de los/as nostálgicos/as.