• Artículos

    Bruselas apuesta por la deuda No habrá reconstrucción económica manteniendo la corrupción institucional

    Bruselas apuesta por la deuda
    No habrá reconstrucción económica manteniendo la corrupción institucional

    La Unión Europea ha acordado el establecimiento de un fondo de 750.000 millones de euros: 390.000 en subvenciones y 360.000 en préstamos, para tratar de reactivar la economía, que pasa por la mayor quiebra económica internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Recesión generalizada que vivimos en medio de una grave guerra económica y comercial de las principales potencias. Se han aprobado también los presupuestos de la Unión para el periodo 2021-2027.

    Espacioindependiente nº 366, jueves 23 de julio, 2020


    Pese a las diferencias conocidas entre socios, ha sido Merkel la que ha acabado imponiendo sus planes a todos los demás. Se ha establecido que las subvenciones de dicho plan se financiarán por primera vez con emisiones de deuda conjunta. El reino de España recibirá de dicho fondo, según lo acordado, un total de 140.000 millones, incluyendo ayudas directas de 72.700 millones. Con todo lo aprobado en Bruselas, la Deuda Pública se viene a constituir en la principal palanca del sistema capitalista en crisis, garantizando la rentabilidad ficticia del capital financiero y preservando el papel dominante y parasitario de los bancos privados.


    El control político y económico de Bruselas sobre los países miembros se incrementa con estos acuerdos, negando el derecho de los pueblos de Europa a gobernarse a sí mismos, minando las expresiones de soberanía nacional. Los controles sobre las cuentas y los presupuestos de cada Estado miembro por la burocracia de Bruselas se convierten en la norma con la que se tratará de impedir las demandas sociales y democráticas de los trabajadores y pueblos.


    En el caso español, los acuerdos de Bruselas se traducen en el mantenimiento de las contrarreformas sociales establecidas, tanto por los dirigentes del PSOE como por el PP, sin subidas de salarios y pensiones, y la misma vigencia de leyes contrarias a los derechos democráticos, como es el caso de la permanencia de la ley mordaza.


    El acuerdo europeo contrasta con el desacuerdo establecido en la comisión parlamentaria de “reconstrucción” que se ha reunido en Cortes las últimas semanas. La maniobra del Gobierno tendente a preservar los apoyos de republicanos y nacionalistas, mientras tiende la mano y cede ante las derechas el mantenimiento de todo tipo de privilegios, ha resultado un fracaso. El giro a la derecha del Gobierno no ha conseguido, como era su interés, reestablecer el consenso con el PP.
    El saneamiento económico no es posible sobre la base de la corrupción política e institucional. Esa es la verdadera responsabilidad del Gobierno de Sánchez y, de otra parte, de la mayoría de partidos que le permitió la investidura. El abuso de poder y la corrupción exigen soluciones democráticas para resolver democráticamente la crisis de la Jefatura del Estado.


    Por ello, los partidos republicanos exigen que se investiguen a las direcciones de las grandes empresas que propician el pelotazo. La corrupción de las altas esferas de la sociedad española combina el despotismo político de las instituciones con los comportamientos mafiosos las altas direcciones de las grandes empresas privadas, con prácticas reiteradas de caciquismo clientelar, donde las desviaciones y corruptelas no son la excepción. Las instituciones políticas más corruptas son las que más poder detentan y menos control tienen; y las empresas más corruptas son las que se identifican con las más rentables.


    Felipe González, ha roto recientemente el silencio político, que mantenía después de ser acusado por los papeles del Departamento de Estado Norteamericano de ser la X del Gal, para salir en defensa de Juan Carlos de Borbón, pidiendo el respeto a la presunción de inocencia del Rey emérito antes de dar “credibilidad” a lo que diga “una señora”, en alusión a las acusaciones de la favorita real, Corina Larsen. González, que colaboró durante muchos años con Juan Carlos, gobernando para él y para la Corte de banqueros, vino a defender -como monárquico de ocasión- el “fantástico servicio de D. Juan Carlos como Jefe de Estado”, reconociendo que mantuvo una “relación fluida” con el monarca. Relación que se prolonga hasta nuestros días -cuarenta años después- por los nuevos titulares de los palacios de la Zarzuela y la Moncloa, que siguen manipulando en común de espaldas a la población, tratando de continuar con la misma política de salvar el papel antidemocrático de la monarquía, para así ejercer el control despótico de la jefatura del Estado sobre toda la sociedad.


    Una de las muchas campañas que tratan de desvelar el papel de la Monarquía en el Estado vienen a exigir al Gobierno que retire a Juan Carlos el título vitalicio y honorífico de rey emérito. Hay que subrayar que, tras la abdicación del año 2014, a Juan Carlos de Borbón, por acuerdo de Rajoy y Rubalcaba (del PSOE y del PP), se le quiso acorazar ante las posibles demandas de terceros y de la misma justicia ordinaria, otorgándole un nuevo título honorifico y vitalicio. Y ahora es el Gobierno de Sánchez, el que pese a todo lo que se conoce de las actividades ilegales del emérito, mantiene a todo precio los honores. ¡Bastaría con revocar el Real Decreto 470/2014 para poner término a esta situación insultante para la inmensa mayoría!


    El Parlamento de Cataluña ha dado un paso más, demandando la abdicación de Felipe VI, reprobando también al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, diciendo que “independientemente de la celebración de un referéndum de autodeterminación en Catalunya, por salud democrática, consideramos necesaria la abdicación de Felipe VI, una investigación exhaustiva sobre las interferencias políticas y la corrupción de la Monarquía borbónica, y un referéndum sobre monarquía o república en el resto del Estado”.


    La Monarquía se ha convertido en el verdadero callejón sin salida de la política española; por ello, debe ser examinada y puesta al descubierto en sus privilegios y corruptelas. El Gobierno no puede pretender que se va a reconstruir la economía manteniendo el despotismo, el abuso de poder y la corrupción de Estado.
    Existe en esta situación un amplio espacio independiente para una fuerza política a construir, luchando abiertamente contra la corrupción de las instituciones de Estado y de la gran patronal; exigiendo la ruptura del gobierno con las políticas e instituciones no democráticas, que solo benefician a una minoría. Impulsando un amplio movimiento republicano, respetuoso con los derechos de trabajadores y pueblos; lo que pasa por reorganizar a la mayoría en torno a un proyecto plurinacional de naturaleza republicana y socialista. Espacio político que debe y puede ser ocupado por una nueva representación política de la mayoría social, fiel a sus intereses y aspiraciones

    Published by:
  • Artículos

    El dinero del rescate de la Unión Europea. Salvemos el mercado común

    El dinero del rescate de la Unión Europea. Salvemos el mercado común


    Carlos Martinez es politólogo y secretario general del PSLF

    La Unión Europea ha reaccionado con una lluvia de millones de euros, 750.000M en total de ellos 390.000M en ayudas directas, ante la gran magnitud de la crisis capitalista, no sólo europea sino mundial. Dentro de sus limitaciones y de absorber otros planes ya consignados y castigar nuevamente a la agricultura, una gran cantidad de millones han salido en socorro del mercado europeo y de su economía ante los desafíos mundiales y la recomposición de los mercados internacionales, aunque sin un solo pensamiento sobre la soberanía alimentaria europea y española.


    La Unión con un tercio de su economía al menos, destrozada por la crisis que la pandemia del coronavirus ha hecho avanzar ha salido en defensa sobre todo de su sector privado, lo que queda de su industria y la búsqueda de un nuevo paradigma económico dentro de los parámetros y límites del sistema ultra-liberal.


    Era lo lógico y la actitud de Alemania y Francia impulsando en primera línea el acuerdo con el apoyo de Italia, España y Portugal lo obligatorio. Alemania sobre todo era consciente de que o se salvaba el mercado común o todo le iba a ser muy difícil, pues la Europa/Unión debe reposicionarse en los mercados mundiales, con una guerra comercial abierta y defender a la vez su propio mercado interior, es decir a alguien nos tienen que vender.


    El análisis de un socialista siempre será el de en cualquier circunstancia del capitalismo (un capitalismo con crisis cada vez más fuertes y que en gran parte vive a costa del estado y no del libre comercio) salvaguardar y defender los intereses de la clase trabajadora al objeto de superar el sistema, evitando igualmente el borrado neoliberal de las mujeres. Pero a la hora de analizar, nuestra posición no debe ser la de la crítica porque si, sino la de analizar lo que hay; estudiar que puede ocurrir y hacer pedagogía entre las clases subalternas al objeto de saber qué hacer.
    Estamos pues ante un movimiento al objeto de rescatar el sistema capitalista y sus empresas, empresarios y sobre todo las grandes corporaciones. Garantizar la fluidez de capital y pedir prestado capital privado de los bancos privados al objeto de salvar las propiedades privadas productivas o de servicios. Se va a recurrir por vez primera a la deuda en la Unión Europea y esta deuda a partir de 2028 será devuelta por los estados, es decir las ciudadanas y los ciudadanos. Veamos, los capitales privados y las grandes fortunas prestan a los estados y los estados a cambio rescatan a las corporaciones privadas, que a su vez hacen negocio con la deuda en los paraísos fiscales y ese es su gran negocio valga la redundancia. La banca nunca pierde.


    Desde las izquierdas de fundación y origen marxista o en la Primera Internacional de Trabajadores lo debemos saber y actuar en consecuencia. Nadie le va a hacer un favor ni a los autónomos y empresas familiares ni a las clases obreras, pero si ejercer nuestros derechos. Estamos pues ante algo tan manido como socializar perdidas y privatizar beneficios. Lo único es que el capital necesita de los estados como garante de su supervivencia.
    En esta circunstancia lo primero que hemos de saber es que estamos ante una operación de clase, es decir de fortalecimiento de la clase burguesa, porque en la UE y el reino de España, solo permite el sistema gobernar para los ricos. En segundo lugar que hemos de saber y controlar cómo funciona la distribución de fondos, para que y con qué condiciones, que ya la CEOE y sus amigos en los partidos van diciendo que no se puede tocar la reforma laboral. En tercer lugar comenzar a detectar alarmas y a tal efecto advierto de un caso: estar listas y listos en la defensa del empleo digno y de calidad, porque se dice que la digitalización va a ser prioritaria y la digitalización tal y como los neoliberales la plantean y esa es la doctrina de la Unión Europea, eliminará puestos de trabajo, por ejemplo.
    Por otra parte otra de las grandes prioridades, la sanidad, está en el acuerdo tratada con gran grandilocuencia, pero con un lenguaje tecnocrático propio de la eurocracia de Bruselas, que tras leerlo no se sabe muy bien hacía donde va y si la destrucción de lo público y del estado del bienestar no va a seguir siendo la politica fundamental de la UE como hasta ahora y la verdad esto en el acuerdo al menos para mí y humildemente no queda nada claro.


    Está claro que la industria necesita una remodelación y con urgencia hay que tomar medidas medio ambientales, pero el magno acuerdo no define hacía donde vamos y por tanto se supone que hacía donde siempre. La economía verde es también un gran negocio que no es lo mismo que una oportunidad para mejor.


    La soberanía de los estados queda muy tocada y esto aleja la decisión y control democrático, pues al final quienes deciden son unos y unas burócratas neoliberales muy conectados a los lobby empresariales pero muy lejos de la ciudadanía a la que no le deben ni votos ni fidelidad. Por tanto la democracia se aleja, pues hoy en día solo en los estados se garantiza poder elegir y vigilar y el Parlamento Europeo carece de funciones parlamentarias. A eso se une una Europa dominada por sectores conservadores e ideología conservadora, con incluso varios gobiernos de extrema derecha y/o jefaturas de estado corruptas.


    Por tanto, garantizado el negocio de la deuda, el problema más grave es la debilidad, la profunda debilidad sindical y la ausencia en las fuerzas políticas institucionales de la clase trabajadora. Hoy a las “izquierdas” europeas les horroriza ser partidos obreros. No hay izquierda institucional de clase y feminista, lo que sumado a sindicatos bajo mínimos o simplemente abducidos por las patronales, garantiza la total impunidad e inmunidad gran-empresarial y de los grandes tenedores de fortunas.
    La conclusión es que hemos de trabajar en serio por la reconstrucción de fuerzas sociales y políticas del Trabajo.

    Published by:
  • Artículos

    NISSAN SOMOS TODOS

    https://www.youtube.com/watch?v=LQZq_8pGmHo&feature=em-uploademail
    Published by:
  • Artículos

    Terrassa en la calle

    https://www.youtube.com/watch?v=9ol40AjHesA&feature=em-uploademail
    Published by:
  • Artículos

    Sin derogación de la reforma laboral y la ley mordaza no hay reconstrucción económica

    Sin derogación de la reforma laboral y la ley mordaza no hay reconstrucción económica

    Carlos Martinez es secretario general del Partido Socialista Libre Federación y del Consejo Científico de Attac

    Si se piensa que la reconstrucción económica del Reino de España va a consistir en rebajar impuestos a empresarios o no imponer impuestos a grandes fortunas y empresas “piratas” internacionales de redes sociales; no derogar la reforma laboral y rescatar el sector privado del gran comercio, la hostelería y algo de industria para disimular, entonces no hablamos de reconstruir la economía, tan solo hablamos de salvar o ayudar con dinero público que sale de los impuestos de las clases trabajadoras y populares a las grandes empresas, los especuladores y no proponerse cambios reales en la lastrada y obsoleta economía española, favoreciendo a los ricos.


    Si reconstrucción es no tocar la reforma laboral siquiera y seguir con una ley que impide el derecho de extender las huelgas y apoyar a empresas en lucha en la calle y en sus puertas, como consagra la ley mordaza entonces ya sabemos de qué hablamos, de “superar” la crisis capitalista con un “rajoyismo” sin Rajoy, porqué el PP no cederá nada en su cruzada por defender los planes de la CEOE. Será como Lo de 2008 pero con renta mínima vital de 460€ al mes y con ERTEs que favorecen a las y los trabajadores afectados, pero también a las empresas. Sin la renta mínima todo sería muy duro y como ambas cosas sumadas no llegan ni a la mitad de lo que en 2008 regalamos a los bancos para rescatarlos, el capital y sus instrumentos al objeto de evitar que de las colas del hambre se pase a rebeliones y asaltos, consiente una partida mínima y acuerdan en la comisión parlamentaria mejorar algo la sanidad pública, porque el bochorno de las bolsas de basura convertidas en batas quirúrgicas no se puede repetir, hace feo. Aunque pasado el primer envite del coronavirus las autonomías están despidiendo como siempre a personal sanitario y minimizando los rebrotes para no asustar al “turismo”. Gravísimo escándalo de corrupción, que los llamamientos a llenar chiringuitos playeros está difuminando algo.


    Todas las ayudas a la “reconstrucción” sanchista del Reino de España, están no obstante vinculadas a los fondos UE y dependerá de Bruselas el acuerdo y el destino final de sus millones y todo parece indicar que los apoyos y fondos entregados tendrán sus obligaciones a cambio y sus contrapartidas, que ya el PP está trabajando intensamente en la UE para evitar un fondo solidario, justo y social. Calviño también va a colaborar con la eurocracia de Bruselas de la que forma parte por encima de todo, al objeto de impedir que se rompa el consenso neoliberal.


    A esto hemos de sumar que la UE y Alemania son quienes desde los inicios de la entrada de España en la Unión en los años ochenta del siglo XX, impusieron a nuestro Estado el monocultivo turístico, políticas anti-agrarias así como de deslocalización industrial, por lo que cualquier soberanía del Gobierno de España para invertir está en cuestión, será muy difícil.


    Ante esto es imprescindible la unidad de la clase trabajadora, la unidad de las organizaciones obreras y la movilización ante la pobreza generalizada y la ausencia de libertad sindical que continúan. Solo la derogación de las leyes anti laborales y antisociales puede garantizar algo de equidad.

    Ahora el Gobierno tiene que demostrar con quien está y para quien gobierna. El Gobierno no necesita del PP ni de Cs al objeto de implementar sus políticas. Con las clases trabajadoras hay que contar, pero con su representación real y total y no solo con unas direcciones “mayoritarias” muy cuestionadas. Por ahora ante el cariz de los acontecimientos el acuerdo cetro-derecha, empeora los pactos de la Moncloa, claro que ya nadie habla de ellos.

    Published by:
  • Artículos

    CONTRA EL NEOLIBERALISMO, DESPUÉS DE LA UNIÓN EUROPEA

    Coordinadora Europea para la salida de la EU del Euro, la OTAN y el Neoliberalismo

    CONTRA EL NEOLIBERALISMO, DESPUÉS DE LA UNIÓN EUROPEA

    La pandemia de Covid-19 ha desatado una tormenta global completa y es un punto de inflexión histórico. Se abrió la caja de Pandora, aparecieron todos los males crónicos del sistema capitalista hipertrofiado financieramente. El espectro de un estancamiento secular se cierne sobre la humanidad. Con el declive de la globalización neoliberal, estamos entrando en un período de grandes turbulencias y desastres sociales que también pueden abrir nuevas oportunidades para el cambio. En este contexto, es posible el riesgo de confrontación entre los partidarios del poder popular y los de un régimen autoritario. Los trastornos modificarán los equilibrios geopolíticos actuales, con el riesgo de un cataclismo devastador entre las grandes potencias.

    La Unión Europea, debido a su fragilidad estructural y a sus contradicciones internas, no podrá resistir el próximo terremoto mundial. La pandemia del Covid-19 ha demostrado su incapacidad total para hacer frente a la emergencia y para reformarse. Alemania, el verdadero país dominante de la Unión, nunca ha dejado de actuar para sí misma, defendiendo obstinadamente sus rígidas reglas ordoliberales, a pesar de que demuestran ser insostenibles. Este dogma alemán y europeo se ejerce en detrimento de los países mediterráneos en particular.

    Esto es lo que nos dice la reciente sentencia del Tribunal Constitucional alemán. El no a los eurobonos, es decir, sin mutualización de deuda, las herramientas existentes (Banco Europeo de Inversiones, BEI, Plan de apoyo para mitigar los riesgos de desempleo en caso de emergencia SURE, Mecanismo de estabilidad europeo MES) son como la cuerda que sostiene al ahorcado. Porque, de hecho, estos son préstamos, por lo tanto, nuevas deudas para los Estados cuyos títulos ya se consideran indeseables. Peor aún: para acceder a estos préstamos, los países tendrán que aceptar condiciones estrictas, entre ellas la eventualidad de ser vigilados estrechamente, incluso bajo una fórmula de protectorado. Esto los sometería, principalmente a Italia, a fuertes tensiones sociales y políticas, tensiones que podrían llevarlos a querer salir de la prisión del euro.

    Esta huida hacia delante de la Unión Europea es solo una forma de prolongar su agonía. El aleatorio Fondo de recuperación no cambiará nada. La propuesta de Mario Draghi, concebida en el marco de una visión liberal clásica, consistiría en permitir que el BCE actúe como todos los demás bancos centrales, como prestamista de última instancia, es decir, inyectando una enorme liquidez con la esperanza de revivir la economía. No es una alternativa a la deuda, ya que el banco central financiaría a los Estados a través de bancos privados. Los Estados deberían entonces reembolsar los préstamos asumiendo las bancarrotas del sector privado. El principio es conocido: ¡nacionalización de pérdidas y privatización de ganancias!

    Sin embargo, unidos por verdadero un pacto de sangre real, los sectores dominantes y transeuropeos del capitalismo, en nombre del dogma monetarista según el cual el dinero debe seguir siendo un bien escaso, han excluido esta posibilidad. La razón de esta obstinación es clara: es la idea de que la política monetaria es independiente.  Para los dominantes, el apalancamiento monetario debe seguir siendo un arma para subyugar a las masas populares y dividir a los asalariados para que trabajen como esclavos.

    Los diversos países, amenazados por el aumento de su deuda, no emergerán del caos con medidas o con maniobras de ingeniería financiera y/o monetaria, por muy virtuosas que puedan parecer. Los países solo pueden salir asignando un nuevo rol al Estado, que debe tomar el control no solo de la moneda y del sistema bancario, sino también de los principales medios de producción e intercambio.

    El sector privado, que dirige e invierte sus recursos solo con la condición de obtener una tasa de ganancia ventajosa a corto plazo, ahora está atrincherado y a la expectativa. Sin embargo, es precisamente esta condición de rentabilidad la que no existe en el contexto actual. Por ello considera preferible reducir la velocidad de sus motores, incluso si eso significa hundir a toda la sociedad en un desastre.

     La ruptura con este sistema ahora es inevitable.

    Los países atacados por las finanzas depredadoras solo pueden salir de esta crisis general escapando de la doble prisión del neoliberalismo y la globalización. Doble prisión de la que la Unión Europea es parte fundamental. Los diferentes países solo pueden salvarse eludiendo los Tratados que los mantienen encadenados, recuperando su soberanía nacional, política y monetaria y tomando el camino de una economía pública, regulada y planificada.

    Esto no es solo un deseo, sino una necesidad, porque la Unión Europea corre el riesgo de no soportar el impacto de esta crisis general y sistémica. La desintegración de la Unión, por lo tanto, estaría en el orden de las cosas. Sin embargo, lo que surgirá de las cenizas de la Unión Europea dependerá de muchos factores que aún son impredecibles. Pero es seguro que surgirán nuevas configuraciones y alianzas. También es cierto que, si las masas populares no ocupan su terreno y no se movilizan social y políticamente, si no se forman a tiempo poderosos frentes democráticos y populares, las fuerzas favorables al capitalismo nacional y/o de extrema derecha podrían aprovechar el caos para establecer un poder autoritario.

    Este es el desafío que se avecina en el horizonte, debemos prepararnos para ello. Por lo tanto, es necesario construir, en cada país, poderosas alianzas de masas, dotarse de instrumentos para organizar y guiar las movilizaciones populares radicales, de modo que, a partir de la débil resistencia actual, sea posible pasar a la ofensiva.

    El juego, tarde o temprano, será el poder. Para ganar, hay que tener un programa de transformaciones de gran alcance y profundidad destinadas a establecer la igualdad social, la democracia política y las libertades. Cada país, teniendo en cuenta sus raíces históricas y culturales, las particularidades de su tejido económico y social, seguirá su propio camino. Pero no es suficiente que los Estados vuelvan a ser soberanos. Después de haber superado la ideología explotadora, depredadora y privatizadora del capitalismo, será necesario implantar un poder popular que establezca la primacía de la propiedad pública de los sectores estratégicos y planifique la economía para el bien común de la comunidad.

    Solo los pueblos libres de las naciones democráticas y soberanas podrán establecer relaciones de solidaridad mutua y, contra todo nacionalismo vengativo e imperialista, construir un nuevo orden mundial basado en la no alineación, el respeto mutuo y la fraternidad.

    Un viento fuerte se ha levantado. Tracemos el rumbo y zarpemos con todas las velas desplegadas.

    Coordinación europea para la salida de la UE del euro, la OTAN y el neoliberalismo

    Firmas de organizaciones (mayúscula) y personas:

    ALEMANIA

    DUISBURGER NETZWERK GEGEN RECHTS

    Jürgen Aust, abogado, líder de Antikapitalistische Linke (AKL, izquierda anticapitalista), Duisburg

    Jochen Becker, jubilado, Hamburg

    Rainer Brunath, químico, Hamburg

    Georg Gärtner, contable, Mönchengladbach

    Annette Groth, exmiembro del parlamento por Die Linke, Stuttgart

    Inge Höger, ex miembro del parlamento Die Linke, presidente Die Linke Renania del Norte-Westfalia, izquierda anticapitalista

    Mustafa Ilhan, Kurdish activista, Aachen

    Marco Imme, trabajador, Stendal, Sachsen-Anhalt

    Lothar Lux, jubilado, Herten, NRW

    Franz Pöschl, farmacéutico, Bergisch Gladbach

    Stefan Rossi, Euroexit, Munich

    Peter Rath-Sangkhakorn, editor, Bergkamen, NRW

    Harry Ruderisch, ingeniero civil, Duisburg

    Andreas Wisuschil, abogado, Munich

    Thomas Zmrzly, sindicalista sector de la salud, Duisburg

    AUSTRIA

    ANTIIMPERIALISTISCHE KOORDINATION (COORDINACIÓN ANTIIMPERIALISTA)

    PERSONENKOMITEE EUROEXIT (COMITÉ EUROEXIT)

    SOLIDARWERKSTATT ÖSTERREICH (TALLER SOLIDARIO AUSTRIA)

    STEIRISCHE FRIEDENSPLATTFORM (PLATAFORMA DE PAZ STYRIAN)

    Peter Bachmaier, historiador de Europa del Este, Viena

    Gernot Bodner, profesor de agricultura, Viena

    Wolfgang Friedhuber, activista, Graz

    Leo Xavier Gabriel, politólogo, Viena

    Leo Gabriel senior, miembro del Consejo del Foro Social Mundial, Viena

    Imad Garbaya, activista de izquierda de Túnez, Wiener Neustadt

    Markus Gartner, autor, Hornstein, Burgenland

    Gerhard Hertenberger, biólogo y autor independiente, Viena

    Christine Hödl, activista Palestina, Graz

    Wilhelm Langthaler, Anti-imperialista Camp, Viena

    Boris Lechthaler, taller solidario, Linz

    Brigitte Lindner, sociólogo, Viena

    Gerald Oberansmayr, editor, Solidarwerkstatt, Linz

    Lotte Podgornik, cineasta, Viena

    Albert F. Reiterer, científico social

    Waltraud Schauer, activista por la paz, Wien

    Konrad Schön, activista por la paz, Graz

    Helmut Seidl, carpintero, Pöllauberg Steiermark

    Maria Seidl, activista por la paz, Pöllauberg Steiermark

    Franz Sölkner, ex miembro del consejo local Thal Styria

    Irina Vana, socióloga, Viena

    DINAMARCA

    Ron Ridenour, autor, periodista jubilado

    ESPAÑA

    COLECTIVO PROMETEO

    COORDINADORA SALIR DEL EURO

    PARTIDO SOCIALISTA LIBRE FEDERACIÓN

    SOCIALISMO 21

    Javier Aguilera, abogado

    José Aguza Rincón, sanitario

    Jorge Alcázar, profesor

    Jorge Amar Benet, economista, Valencia

    Alejandro Andreassi Cieri, Profesor (jubilado) Universidad Autónoma de Barcelona

    Juan Balsera, jubilado Banca

    Antonio Bujalance Cantero, sindicalista enseñanza

    Rosa Camí, activista social

    Rosa Cañadell Pascual, profesora y miembro de Xarxa Socialismo 21

    Rafael Carretero Moreno, profesor

    Rafael del Castillo Gomáriz, profesor

    Maite Cebrian, administrativa

    Remedios Copa, jubilada sanidad

    Sergi Cutillas, economista

    Ramón Franquesa Artés, profesor economía de la Universidad Barcelona

    Carlos García Hernández, editor

    Asier García Moradillo, desempleado, Barakaldo

    Ernesto Gómez de las Heras, ex vicepresidente de los portuarios de CCOO

    Luis Miguel González López, economista

    Eduardo Luque, periodista

    Carlos Martínez, politólogo

    José Manuel Martínez Monereo, trabajador

    José Manuel Mariscal Cifuentes, exsenador de Izquierda Unida

    Antonio J. Mayor, Doctor en economía

    Stuart Medina, economista

    Manolo Monereo, exdiputado de Unidos-Podemos

    José Manuel Montes, cineasta

    Pedro Montes, economista

    Manuel Mulet Romero, graduado social

    María Dolores Nieto, feminista

    Rafael Pedrera, técnico

    Silvio Peressini Prado, jubilado

    Emilio Pizocaro, periodista

    Juan Rivera, profesor

    Rafael Robles, jubilado SAS

    Luis Rodríguez Cabrera, soldador, Palma

    Rafael Juan Ruiz, técnico

    Andreu Sánchez García, activista de XR y Marea Blanca

    Diosdado Toledano González, activista social

    Francisco José Treviño Carrillo, técnico de sistemas informáticos de entornos host

    Juan Vázquez Sanz, ingeniero

    FRANCIA

    DEVOIR DE RÉSISTANCE – LA SOCIALE

    LES INSOUMIS DEMOCRATS

    MS 21

    PARDEM

    RPS FIERS

    Denis Collin, profesor, periodista

    Jacques Cotta, periodista y autor

    Michèle Dessenne, presidenta Pardem

    Patrice Hemet, portavoz MS21

    Djordje Kuzmanovic, fundador-presidente République souveraine

    Jacques Nikonoff, economista, expresidente de ATTAC

    Patrick Richard, Les Insoumis democrats

    Jacque Sapir, economista

    GRECIA

    EPAM

    PAREMVASI

    Lampropoulos Aris, abogado, Atenas

    Nikos Progoulis, professor de secundaria, Atenas

    Yiannis Rachiotis, abogado, president of the Hellenic Union of Progressive Lawyers, Athens

    Maria Tzortzi, abogada, Atenas Presidente de la Unión Helénica de Abogados Progresistas, Atenas

    Gerassimos Sklavounos, autor-activista, Atenas

    ITALIA

    LIBERIAMO L’ITALIA

    MPL-PROGRAMMA 101

    NUOVA DIREZIONE

    SIAMO

    RISCOSSA ITALIA

    Tiziana Alterio, periodista

    Thomas Fazi, economista de la escuela MMT

    Carlo Formenti, autor

    Diego Fusaro, filósofo

    Alessandro Gallo, activista R2020

    Leonardo Mazzei, Liberiamo l’Italia

    Gianluigi Paragone, Senador del Movimiento Cinco Estrellas (expulsado)

    Moreno Pasquinelli, Liberiamo l’Italia

    Mauro Scardovelli, jurista

    Alessandro Visalli, co-ordinador Nuova Direzione

    NORUEGA

    Trond Andresen, profesor asociado en sistemas de control, la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, Trondheim

    POLONIA

    Kacper Wittig, estudiante, Szczecin

    Puedes adherirte a esta Declaración comunicándolo al email  salireuro3@gmail.com , indicando nombre y apellidos, profesión o representatividad

    Web Coordinadora salir del euro: http://salirdeleuro.net/

    Published by:
  • Artículos

    La reconstrucción económica o los derechos patronales inviolables

    La reconstrucción económica o los derechos patronales inviolables

    Carlos Martinez es secretario general del PSLF

    La reunión de la CEOE de la que tanto se ha informado ha sido en realidad una manifestación de la gran patronal condicionando la llamada “reconstrucción” es decir la salida a la crisis capitalista que el coronavirus ha agravado. La CEOE que ha llevado al monarca a la clausura de sus jornadas sobre la situación ha lanzado unos pocos pero muy claros mensajes:

    -De reforma fiscal progresiva e impuestos a las grandes fortunas, nada. La consigna es la rebaja de impuestos a las empresas, es decir los “empleadores” de lo que se deduce que cualquier carga fiscal para sus empleados, pues ellos –los “empleadores”- son los que mueven el reino de España y por tanto nos hacen un gran favor al resto. Para lo cual con el rey a la cabeza llaman a la unidad, es decir a su unidad. Eso sí financiado con dinero público todo.

    -De suprimir y/o reformar la “reforma laboral” ni hablar, necesitan tener la sartén por el mango para despedir, impedir la negociación sindical y seguir abusando del precariado y los y las falsas autónomas. La reforma laboral debe seguir tal cual y para ello cualquier extorsión al gobierno será buena para lo cual todos los medios de comunicación empresariales la defienden.

    -En tercer lugar y a hora de planificar la recuperación económica la patronal al igual que muchas comunidades autónomas y parece que Pedro Sánchez siguen apostando por un caballo muy enfermo, el turismo de masas. Su inteligencia no da para más ¿O es que la patronal española es rentista y especulativa y en su caso tan solo turismo y ladrillo son su base principal de ganancia? Parece que salvo honrosas excepciones sí. De revertir las deslocalizaciones industriales nada. De reindustrializarse nada. Ahora lo importante es reabrir chiringuitos playeros y traer turistas de una rebrotada Alemania o nunca curada Inglaterra de Covid-19 o abrir las fronteras a unos EE.UU infectados hasta las cejas y con una fase exponencial de expansión del coronavirus. Trágico. Me pregunto los de INDITEX ¿van a volver a fabricar algo en España?

    España necesita en primer lugar ser consciente de que hay una crisis capitalista mundial muy severa, mucho. Que la realidad va a ser paro, más pobreza y hay mucha en el reino de España y puede haber más hambre de la que ya hay. Por tanto vamos a necesitar servicios, mucho mejores servicios, educación pública de calidad, pero pública no concertada u otras mentiras. Una sanidad mucho mejor y más dotada y crear empleo público, mucho más empleo público que sí que paga cotizaciones sociales y un real reparto de la riqueza mediante medidas fiscales, pero también nacionalizaciones, porque solo enviar “ayudas “públicas a los grandes empresarios, pero luego no controlar sus pasos es de estúpidos.

    La renta básica o rentas vitales dignas -1200€- serán imprescindibles, así como incrementar la inversión sanitaria, educativa e investigadora y si las grandes patronales ni cotizan casi nada, ni pagan impuestos, ni innovan, investigan o reindustrializan, pero si reciben grandes subvenciones, entonces ¿Cuál es su modelo de “reconstrucción”? Además de la agricultura y la distribución de alimentos al margen de las grandes cadenas internacionales ¿Qué? Del apoyo al pequeño comercio y de la creación de servicios propios de comercialización, distribución y de agroindustria, textiles o la recreación de una industria metalúrgica y de automoción o de producción siderúrgica, muebles… ¿Qué? El modelo CEOE es el que parece se va a imponer.

    Veamos hechos, la gran presión por que Ciudadanos y el PP negocien con el Gobierno –léase la cúpula PSOE, de hecho ya funciona una pinza de personajes no electos de ambos partidos influyendo- en la que grandes medios “informativos”, todos los personajes del régimen y ahora la corona, -si la desprestigiada corona- insisten, por qué no tiene otro objetivo que salvaguardar los intereses de la gran patronal, los bancos y el poderoso lobby turístico.

    ¿Y los sindicatos donde están? Por lo pronto con menos fuelle que vergüenza. Veamos, a CCOO y UGT solo los hemos visto aliarse con la CEOE en el tema de los ERTE sobre los que por cierto habría que establecer mucho más control. Pero es que además CCOO y UGT democráticamente no tienen  la representación ni exclusiva, ni total, ni siquiera la confianza generalizada de la clase trabajadora. Por tanto ante una situación tan dura como la que la clase obrera va a vivir lo primero es exigirles algo de humildad y llamar a la unidad de la clase. La unidad de trabajadoras y trabajadores es imprescindible para hacer frente a la extorsión y chantaje de la gran patronal incluida la agraria puesto que ASAJA está explotando duramente a las y los jornaleros agrarios con un regreso a los “Santos inocentes” aunque ahora estos sean en su mayoría latinos o africanos.

    La unidad de la clase trabajadora no pasa por una mesa de dialogo opaca y en la que dos sindicatos se abrogan la representación de toda la clase obrera puesto que aun reconociendo que son mayoritarios, no tienen ni por casualidad la fuerza para defender todas las clases populares y esto se ve cuando las bases sindicales y obreras en las luchas que ya están habiendo en Nissan, ALCOA u otros sectores y empresas van unidos y de la mano. Hemos de unir fuerzas. Dicho esto repudio cualquier forma de sectarismo tanto antisindical como excluyente de todas las fuerzas sindicales democráticas, de clase o movimientos de carácter laboral. Aquí no hay unos y otros. Por ahora y por culpa de falta de movilización excepto algunas excepciones muy encomiables, la CEOE impone su doctrina y eso tampoco es democrático. Consentirlo si es traición. La unidad imprescindible es la de las clases trabajadoras.   

    Published by:
  • Artículos

    Fin de la alarma: evaluación de daños y expectativas

    Fin de la alarma: evaluación de daños y expectativas JUAN TORRES LÓPEZ


    Tres meses después de haberse declarado el estado de alarma, el confinamiento de la población y el cierre de la mayor parte de la actividad económica este fin de semana comienza una nueva fase de la pandemia.

    Lo ocurrido no ha sido muy diferente de lo que muchos habíamos advertido que iba a producirse, una crisis completamente distinta a cualquier otra que ocasionaría el daño económico más grande y producido en menor tiempo de los conocidos en la historia moderna.

    Pero lo que hasta ahora nos ha dejado la pandemia en términos económicos no es algo que destaque solamente por su magnitud. Yo creo que hay que tener en cuenta otras circunstancias para poder evaluar lo que no ha sucedido y, sobre todo, para tratar de intuir cómo será lo que ya tenemos a la vuelta de la esquina.

    A mi juicio, las principales conclusiones que se pueden extraer de esta fase son las que expongo a continuación y con las que termino esta primera serie de artículos con los que he tratado de seguir, casi día a día, las consecuencias económicas de la pandemia.

    – Cuando se ha acabado el confinamiento y ahora que termina el estado de alarma no tenemos ninguna seguridad de que no vuelva a ocurrir lo que hemos vivido. El riesgo de que el virus no detenga su propagación y se recrudezca el problema sanitario es muy grande y hemos de ser conscientes de que, si eso se produjera, el daño económico sería incomparablemente mayor al sufrido hasta ahora. A la fase de alarma debería seguir otra de alerta disciplinada, y no parece que eso sea precisamente lo que vemos a nuestro alrededor.

    – Al terminar esta primera fase de la pandemia, no volvemos a la normalidad ni a la situación en la que estábamos anteriormente. Miles de empresas no han podido abrir, muchas de ellas seguramente no van a hacerlo ya nunca más, sectores enteros sólo podrán funcionar a ritmo lento durante bastante tiempo (en el mejor de los casos), millones de personas perderán definitivamente su empleo y se van a necesitar recursos financieros para hacer frente a todo esto que van a ser materialmente inaccesibles para muchos países. Sin poner sobre la mesa reformas profundas del sistema financiero internacional será imposible aliviar las secuelas de la pandemia.

    – No se vuelve a la actividad homogéneamente. Ni lo harán todas las actividades económicas en los países que se reactiven antes, ni todas las economías volverán a ponerse a funcionar al mismo tiempo. Eso quiere decir que, durante algún tiempo, va a haber escalonamientos y fracturas que van a impedir que las economías se recuperen lo suficiente, aunque su primer repunte esté siendo, como es lógico, acelerado. Estamos comprobando que no es igual una crisis en la que la actividad cae en todos los sectores más o menos por igual (aunque sea mucho) que otra, como la de ahora, en la que se paraliza por completo una parte de ella. Y mucho menos, cuando lo que se paraliza totalmente es una proporción elevada de la economía, aunque otra siga adelante incluso a mayor velocidad. El funcionamiento asimétrico de los motores o soportes de cualquier cuerpo termina provocando al final daños a toda la estructura, incluida la que parecía haber funcionado con normalidad o incluso éxito. Y, además, eso hace que sea muy complicado conseguir que el dinero que se inyecte para la reactivación sea plenamente efectivo para generarla. Los problemas globales necesitan respuestas de esa misma escala, aunque hayan de hacerse operativas a escala singular o local.

    – Ha habido una coincidencia casi total en que la único medio que había para hacer frente a la situación era que los Estados se hicieran cargo de los ingresos que dejaban de obtener las empresas y las personas y no ha habido organismo internacional que no haya animado a gastar lo necesario para ello. Sin embargo, es obvio que no todos los países estaban en condiciones de disponer de los recursos suficientes. Los que se les han proporcionado están siendo muy escasos, nunca sistemáticos y, casi siempre, a base de ampliar su endeudamiento, de modo que la solución para esta crisis se convertirá sin remedio en la antesala de otras, de deuda y financiera, además de la industrial que ya se estaba larvando antes de la pandemia y que se refuerza cuando han comenzado a romperse las cadenas de suministro globales y a caer las ventas en todos los países. Con una globalización que no tiene más orden ni concierto que el conveniente para la ganancia de las grandes corporaciones multinacionales y con la deuda como único motor de las economías no hay forma de combatir las pandemia ni a las crisis de cualquier tipo que sean porque son los factores que amplifican sus efectos dañinos.

    – Una vez más se ha demostrado que nuestra civilización tiene recursos de sobra, pero no voluntad política para tomar medidas globales que permitan hacer frente solidariamente a los grandes desafíos del planeta. Incluso en la búsqueda de una vacuna está primando la competencia y el afán de lucro. Así, la crisis provocada por la pandemia ha vuelto a mostrar que el mundo no tiene ni liderazgo efectivo, ni proyectos civilizatorios capaces de aunar voluntades, ni instituciones para plantear soluciones a los grandes problemas del planeta. Ni siquiera, cuando se trata de hacer frente a una emergencia sanitaria. La negativa de países como Alemania a vender a Italia los productos sanitarios que necesitaba con urgencia es la prueba manifiesta de que, hasta en la que se precia de ser la cuna de la civilización democrática, lo que predomina es el egoísmo y el principio de que se salve el que pueda. Un principio estúpido siempre, pero mucho más cuando el peligro lo genera un virus que no entiende de fronteras ni de credos políticos. Hacen falta gobernanza e instituciones que permitan tomar decisiones democráticas a nivel mundial.

    – Una vez más, aunque ahora de un modo especialmente nítido, se ha podido comprobar que los mercados no pueden resolver todos los problemas de las sociedades y que, sin un Estado potente y en buen funcionamiento, es imposible hacer frente a la inseguridad y a los peligros más graves de nuestro tiempo. El desmantelamiento al que se ha ido sometiendo en los últimos decenios es la causa de que no se haya podido actuar con rapidez y plena eficacia ante la propagación del virus y de que los daños económicos vayan a ser mucho más graves de lo que podían haber sido con buenos servicios públicos y con gobiernos con buen acceso a la financiación. Fortalecer los servicios públicos y garantizar recursos suficientes para los Estados es una precondición esencial si no se quiere volver a vivir crisis como la que estamos viviendo.

    – Las respuestas que hasta ahora se la han dado a la pandemia son de alivio, para evitar la catástrofe, pero no han abordado los problemas estructurales en cuyo seno se ha producido y que la agravan. Es más, se ha aprovechado la crisis de la Covid-19 para apuntalar de cualquier manera, por decirlo gráficamente, edificios en riesgo de ruina. Eso explica que las bolsas vivan una auténtica fiesta en medio de una debacle económica, que se esté permitiendo que la deuda crezca sin para sin poner sobre la mesa ningún tipo de solución a esa bomba de relojería, que la banca siga acumulando productos financieros peligrosísimos gracias a los recursos y al apoyo que recibe de los bancos centrales, que se estén tomando medidas sin tener en cuenta que aumentan todavía más la desigualdad, o que no se haga nada para evitar que se derrumben países enteros o incluso continentes (América Latina está al borde del precipicio). Hay que frenar la financiarización, desmantelar la industria financiera que ahoga a las economías y abordar los grandes problemas que conforman el medio ambiente en el que se amplifica en efecto de pandemias como la actual y que volverán a darse con la misma u otra forma en el futuro.

    – Es cierto que esta crisis ha renovado las propuestas de cambio, que ha permitido concretar aún más los proyectos de nuevos tipos de actividad y organización de la vida económica y que ha subrayado la necesidad de darle la vuelta a los principios de nos gobiernan `pero la realidad es que no están logrando convertirse en referencia intelectuales potentes y mucho menos en guías efectivas de las políticas gubernamentales. Quienes hasta ahora han mantenido el discurso dominante de que basta con privatizar todo, dejar que el mercado resuelva todos nuestros problemas y hacer que la intervención estatal sea la menor posible están, de momento, noqueados. Sería surrealista que los poderes económicos y sus empleados defiendan todo esto cuando están pidiendo como locos que el estado se haga cargo de todos sus gastos, pero no tardarán en volver a la carga y las propuestas alternativas volverán a quedar difuminadas si no se plantean con renovada fuerza y de otra manera. La deliberación social y la democracia son los mejores escudos para hacer frente con éxito y justicia a las crisis económicas.
    Si todo esto se puede establecer con carácter general, para todo el mundo, a escala regional las cosas no presentan un mejor aspecto.

    La Unión Europea está desempeñando, otra vez, un papel francamente decepcionante, justo cuando más se la necesitaba como referente mundial y cuando más se hubiera necesitado como espacio de democracia, de eficacia y civilización frente a la pandemia.

    La falta de verdadera unión entre los gobiernos de sus países miembros se está haciendo ya proverbial y constituye un obstáculo fatal a la hora de tomar decisiones, incluso frente a problemas tan graves y de soluciones tan aparentemente simples como las que requiere una crisis motivada por una emergencia sanitaria inesperada.

    El problema de Europa no es otro que está diseñada sobre principios que benefician de un modo muy asimétrico a sus distintos países miembros y de ahí que cualquier modificación de los modos de funcionamiento habituales suponga una amenaza de pérdida de privilegios que los países beneficiarios no se atreven a asumir. Las consecuencias son trágicas y pueden ser definitivas: las economías más fuertes están aprovechando la crisis para reforzarse todavía más. Su objetivo en esta primera fase ha sido preservar la potencia de sus grandes empresas para hacerlas todavía más «campeonas». Sólo cuando eso lo tengan garantizado y las economías de la periferia estén en situación más desesperada, se comenzará a plantear (también de un modo muy asimétrico) la disposición de recursos para la nueva etapa de reconstrucción.

    La Unión Europea no ha estado nunca más lejos de ser solución y no fuente de problemas, y de ahí que su atractivo para la ciudadanía europea esté igualmente bajo mínimos. Según la última encuesta de Eurofund, la puntuación media de la confianza ciudadana en la Unión Europea es de 4,6, la máxima -en Finlandia sólo de 6,5- y en la mitad de los países no pasa de 5. Sólo un milagro (o el autoritarismo con el que están diseñados) evitará que esta pandemia no inicie un proceso de desintegración de la Unión o del euro.
    España, por fin, ha sufrido en mayor medida la crisis, como era de esperar, debido al mayor peso del sector turístico y, en general, de los sectores basados en el consumo social. De ahí, también, que nuestra recuperación vaya a ser más lenta, con menor fortaleza y presentando mayor riesgo de rebrote si no se toman las medidas adecuadas.

    A mi juicio, el gobierno ha hecho -en materia económica- lo que ha podido y lo ha hecho bien, aunque también creo que eso ha sido claramente insuficiente. El riesgo de verse afectado por problemas de financiación en los mercados, a pesar de la intervención permanente del Banco Central Europeo, y la falta del suficiente respaldo político quizá sea lo que ha impedido tomar medidas más valientes y contundentes, aunque quizá ni siquiera así se hubiera podido evitar el daño, teniendo en cuenta nuestra especialización productiva tan escorada a los servicios personales y que nuestra industria más potente depende mucho del exterior.

    Me temo que el mayor problema que vamos a tener en el futuro inmediato es que no se ha aprovechado esta crisis para aumentar los consensos básicos y la unidas social, la complicidad y el apoyo efectivo de la población, los cuales podrían ser el bastión de defensa más potente ante la ofensiva ya iniciada por las élites oligárquicas que han gobernado siempre en España y que ahora no tienen otro objetivo que apropiarse de la mayor parte del dinero que se va a poner en la economía mediante los diferentes programas de reconstrucción. Siempre han querido todo para ellos y no van a dejar de quererlo ahora. La tentación de renunciar a principios de equidad para ganarse a las élites intelectuales del centrismo reforzando las tesis económicas más planas y convencionales no llevará muy lejos. La opción es ampliar el apoyo ciudadano, eso sí, fortaleciendo el compromiso con la justicia distributiva, la lucha contra la corrupción, la búsqueda de la mayor eficacia en la intervención pública, el mantenimiento de los servicios públicos y la reforma de nuestra economía para aliviarla de la losa que le imponen los grupos oligárquicos y no para reforzarlos.

    Las expectativas en todo el mundo, en Europa y en España no son muy halagüeñas. No nos engañemos. El capitalismo de nuestros días no sabe funcionar sin un creciente protagonismo de la industria financiera, el capital más poderoso ha generado una auténtica aversión a los controles y vive tan sólo para buscar el beneficio más alto y rápido operando en todo el planeta como quien mueve las fichas de un juego de mesa, se ha negado a sí mismo, dejando de ser un generador incesante de modernidad y acumulación productiva para convertirse en un productor artificial de escasez, y es cada día más incompatible con cualquier tipo de límite de la desigualdad o del daño ambiental y con las instituciones democráticas.

    La pandemia está mostrando para quien quiera verlo que es muy difícil combatir un virus y hacer frente al daño económico que produce su difusión cuando se está contaminado y enfermo de otros males, de desconocimiento, de egoísmo y avaricia, de afán de lucro ilimitado y de insolidaridad y falta de empatía con los demás seres humanos, cuando no se es capaz de entender lo que sucede a nuestro alrededor, de mirar a largo plazo, ni entender que hay problemas que son retos que nuestra especie debe abordar colectivamente porque lo que está en juego es que desaparezca la vida en este planeta en unas cuantas generaciones.

    De la alarma nos convendría pasar a la alerta pues los grupos oligárquicos de todos los países del mundo han concentrado tanto poder económico, político y mediático que ya ni siquiera necesitan dar golpes militares. Las basta con sembrar el caos en las economías haciendo que todo funcione cada vez peor o que deje de hacerlo. En medio del descontento y de la desinformación ciudadana que ellos mismos provocan, les basta entonces con hacer responsables, incluso penalmente, a los gobernantes que se salieron de su partitura y sustituirlos por los suyos. Eso es lo que nos espera, también en España, si la población que está cada día más despojada de bienestar y de derechos no despierta y reacciona.

    Published by: