Revolución Democrática: la única salida posible a la crisis

Artículos Debates Internacional

Miguel Cano Cruz
Presidente Sindicato Unitario de Andalucía

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«Hoy los movimientos sociales, políticos y sindicales tenemos la oportunidad de hacer cambiar el camino que los poderosos tienen trazado, el camino del mantenimiento de la explotación de unos seres humanos por otros. No la desperdiciemos y pasemos a la ofensiva revolucionaria».

Por qué es necesaria una salida revolucionaria a la crisis.

Porque todas las medidas contra la crisis que están tomando las élites españolas, los de arriba, persiguen recuperar un ritmo adecuado de crecimiento económico (de sus crecimientos económicos privados), que les permitan volver a ocupar un puesto relevante en la mesa de los grandes mundiales.

El Capitalismo ha sido el mejor sistema de apropiación privada de la riqueza jamás conocido en la Historia y el más prolongado, dado su nacimiento durante el transcurso del siglo XVI. Por eso también es un sistema anciano, caduco.

Las tendencias seculares que se vienen arrastrando desde los años setenta del pasado siglo, cuando se detiene el crecimiento económico iniciado tras la Segunda Guerra Mundial, comenzó a mostrar sus primeros síntomas de agotamiento definitivo. Las élites inauguraron una nueva y definitiva etapa que venimos denominando neoliberalismo.

El objetivo es intentar mantener una tasa de ganancia que se resiste a recuperarse. Ya Carlos Marx planteaba en El Capital cuáles eran los mecanismos que estas élites llevarían a cabo en estas circunstancias: aumento de la jornada laboral, aumento de los ritmos de trabajo, reducciones salariales, especulación financiera y aumento del comercio exterior.

Pero todos sabemos, todos los de abajo, que estas medidas nos causan un gran e irreparable sufrimiento. Todos sabemos cuales son las consecuencias de las medidas anticrisis de los gobiernos capitalistas, ya sean de derechas o izquierdas: que el pueblo pague y que gane la banca.

Hay voces que desde supuestos planteamientos ciudadanos, de izquierdas… plantean que se puede mantener el crecimiento económico con otro tipo de medidas menos perjudiciales para el pueblo.

Situándose en la cumbre de las luchas sociales, pretenden recuperar la concertación social y el estado del bienestar. Pretenden un reparto de los sacrificios más justo donde los de arriba, las élites, también paguen por la crisis aumentándoles la presión fiscal y con un más justo reparto de la riqueza para atender caritativamente a los desahuciados, a los expulsados de sus puestos de trabajo, etc.

Pero estos planteamientos son quiméricos. En primer lugar porque no existe un “bloque del este” con educación, sanidad, empleo… públicos que justifique ese gasto en el resto de países del centro y de la semi periferia capitalista.

En segundo lugar porque es inmoral mantener un estado del bienestar en occidente financiado con la explotación y la esquilmación del tercer mundo.

En tercer lugar porque el objetivo irrenunciable de las élites no es repartir sacrificios, sino apropiarse de toda la riqueza social que nos queda. Pasar al mercado nuestras escuelas, hospitales, pensiones… para el lucro privado.

Y en cuarto lugar porque pretender volver al estado del bienestar es un intento último de mantener el sistema capitalista por parte de aquellos que han vivido del cuento durante su existencia, a base de mantener con su participación a un sistema que aparte de haber sido el de mayor éxito en la apropiación privada de la riqueza social pero que, al mismo tiempo, está basado en pisotear la dignidad de la mayoría de la población.

Hoy los movimientos sociales, políticos y sindicales tenemos la oportunidad de hacer cambiar el camino que los poderosos tienen trazado, el camino del mantenimiento de la explotación de unos seres humanos por otros. No la desperdiciemos y pasemos a la ofensiva revolucionaria.

Propiciemos, luchemos y trabajemos por la auto organización de los pueblos para conquistar el control de las decisiones políticas y por la auto organización de los trabajadores en nuestros centros de trabajo, para conquistar el control obrero de la producción. Luchemos en definitiva, por la conquista revolucionaria de la democracia.



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